Two-Shot The Justice [Gakkou Roleplay]

Tema en 'Mesa de Fanfics' iniciado por Zireael, 16 Junio 2020.

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    Zireael

    Zireael Equipo administrativo Comentarista empedernido seventeen k. gakkouer

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    27 Agosto 2011
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    Escritora
    Título:
    The Justice [Gakkou Roleplay]
    Clasificación:
    Para adolescentes maduros. 16 años y mayores
    Género:
    Drama
    Total de capítulos:
    2
     
    Palabras:
    4275
    Ni siquiera le puse una ship o relación entre personajes específica a esta wea porque hice un desastre (?) así que just Gakkou. Condensé una idea que tenía desde hace rato aquí, así que eso.
    Este fic en particular es una suerte de What if? mucho más que los anteriores, quiero decir, puesto que los demás fueron escritos antes de que se me ocurriera meter a Altan al desmadre, los eventos no van a coincidir tan smooth como podrían. Cronológicamente, está en algún punto entre The Fool y The Empress.

    Como siempre, Gigi Blanche te etiqueto porque bueno, así es la vida y terminaste en este barco conmigo (??)

    Personajes, por ahora (?): El trío infernal (Altan Sonnen, Katrina Akaisa, Shiori Kurosawa), Laila Meyer, Jezebel Vólkov y Joey Wickham (hi there dumbass you're so fucked). Hints random a Hiroki Usui (bruh, you're kinda fucked too, sorry) por los puros loles y el drama.

    Hay narraciones mezcladas en este primer capítulo (Altan, Shiori y Kat) y voy a hacer las de Mori con sus shits experimentales, porque tengo que usar dos canciones distintas.





    Cold petales scatter into the night,
    they're just like snow, so heartbreaking
    but I just want to fend off all the sorrows
    that come floating down upon you.
    There's no way I can ever forgive
    anyone who tries to hurt you.
    I want to go back to those gentle days so badly I could cry
    standing here together, the petals we saw above scattered.


    The Justice





    I




    The Magician


    Había subido a la azotea para fumar un cigarrillo en el receso, eso era todo, y por suerte no estaban allí Akaisa, Wickham ni el perro celoso que Shiori, quizás plenamente consciente de las cosas, ni siquiera se había molestado en presentarme. Tampoco era que me interesara.

    Era un día fresco, con algo de brisa y que casi aseguraba una lluvia nocturna.

    Saqué el móvil del bolsillo solo para revisar la hora y vi que tenía varias llamadas perdidas de Shiori. No las había notado porque había olvidado activar la vibración cuando salí de casa.

    La pantalla cambió a la vez que una nueva llamada entraba. ¿Qué mierda quería ahora?

    Apenas estaba abriendo la boca cuando la voz acelerada de Kurosawa me interceptó.

    —¡Levanta el puto teléfono cuando te llamo, inútil! —Definitivamente no era eso lo que esperaba, no era ni por asomo su actitud normal.

    —¿Qué coño quieres? —solté entre molesto y consternado.

    —¡Vólkov! —Su respuesta fue inmediata y logró que el corazón me diera un vuelco en el pecho.

    —¿Qué-

    —No sé. Vine al tercer piso y Meyer estaba golpeando la puerta de su clase, dice que subió corriendo y se encerró allí. No responde.

    No le di tiempo de decir nada más, colgué, lancé el cigarrillo al suelo y bajé de dos en dos las escaleras hasta llegar al pasillo de tercero.

    —¡Shiori! —Era quizás la primera vez que llamaba a su nombre con semejante desesperación.

    Cuando clavó sus ojos de fuego en mí, vi su genuina preocupación a pesar de no ser amiga de Jez.
    Se hizo a un lado de inmediato y yo me lancé sobre la puerta, haciendo a un lado a Laila, para tomar su lugar.

    —¡Jezzie, Shiori me llamó! —No respondió. Conocía ese silencio desolador, era el silencio que decía que estaba llena de emociones negativas que no quería soltarle a nadie—. ¡Jez!

    —¡Déjame! —Su voz al otro lado de la puerta me hizo detener los golpes.

    —Estamos preocupados por ti, eso es todo.

    Lo había visto en la mirada de Kurosawa y apenas en un flash de los ojos rojizos de Laila. Estaban genuinamente preocupadas por ella y no era para menos, llevaba días comportándose extraño.

    El silencio respondió por ella de nuevo.

    —Es por Joey, ¿cierto, Jez? —La pregunta la hizo Laila, con un tono de evidente resentimiento, y pude escuchar a mi amiga sorber por la nariz. Apreté la mandíbulas sin ser consciente de ello—. ¿Te hizo algo?

    Tenía que ser. ¿Quién coño la iba a hacer llorar si no? De todas formas, no iba a responder, ambos lo sabíamos.

    —Jez, cariño, ¿dejarías entrar a Kurosawa? —Así como Jez era la carta de emergencia de mi madre, en ese momento Shiori sería la mía. Laila y yo estábamos evidentemente alterados, pero ella podía mutar, imitar y sosegar, sobre todo en ese caso.

    Podía apaciguar un lobo rabioso y también tenía que poder hacerlo con la silenciosa madre loba.

    Bestias.

    Al final Jez también era una.


    Shiori ni siquiera argumentó contra a la decisión que yo había tomado sin decirle nada.

    —¿Kuro-chan? —Me sorprendía que no la hubiese escuchado llamarme.

    —Solo queremos saber cómo estás, senpai —añadió entonces la menor—. Si no quieres que Al o Meyer entren, está bien, ¿pero me dejarías a mí? No tenemos que hablar si no quieres.

    La puerta se abrió despacio y tuve que contener el impulso de entrar, faltando a mi palabra y a la de Shiori. La abrió apenas un poco, sin mostrarse, y Kurosawa se coló despacio, cerrando la puerta tras de sí, como un zorro se cuela a un gallinero antes de causar un alboroto.




    The Popess


    Creo que no estaba preparada para verla cuando entré a la clase, no al menos para topar con que un lado de su cabello estaba a la altura de sus hombros y las hebras níveas cubrían el pupitre en que seguro había estado sentada y se esparcían como un halo en el suelo.
    Tenía los ojos enrojecidos por el llanto y en la mano izquierda sostenía un par de tijeras. ¿Las cargaba consigo o las había sacado del club de arte? Qué más daba.

    Dudé un instante, pero me acerqué y le quité el objeto con cuidado.

    —Lamento haber preocupado a Al —murmuró en cuando estuve frente a ella, con un hilo de voz.

    —Es Al —respondí y sonreí con suavidad—, va a preocuparse por la mínima cosa que te pase.

    —Por eso lo lamento. —Sorbió de nuevo por la nariz.

    Le resté importancia y tomé entre mis dedos uno de los mechones que aún conservaba su largo usual.

    —Tenemos que emparejar esto, ¿no te parece? —pregunté con calma y ella asintió—. ¿Me dejarías hacerlo, senpai?

    No es que supiera nada de cortar cabello, apenas se lo había emparejado a mis padres durante los meses que tuve que velar por ellos, pero algo tenía que hacer por ella para que tan siquiera no lo llevase de dos largos distintos hasta que alguien más se lo arreglara.

    Le coloqué la mano derecha en el hombro y la guié a la silla que, por el cabello desperdigado a su alrededor, asumí era su asiento.
    Se sentó con increíble sumisión.

    La sumisión a una persona que vivía dando y nunca recibía.

    Es posible que si yo no hubiese sentido tantísimo terror en mi vida, fuese una persona muy similar a ella, me di cuenta en ese momento.
    Jezebel Vólkov y yo no éramos diferentes en el fondo, en el núcleo de nuestras personalidades estaba lo mismo, pero la cantidad de pánico que me había consumido hasta impedirme llorar a mi hermano me había lanzado al extremo opuesto, en el que estaban Akaisa y Sonnen.

    El del poder.

    Haberme enredado con Altan había sido la cosa más destructiva que pude hacerle a alguien jamás. Era y no era la persona que él amaba, yo era una mala copia de quien adoraba desde que era un chiquillo.

    Y a la vez, podía haberme transformado en ella, podía haberle entregado hasta la última gota de mí a un imbécil como Wickham o a un monstruo fúrico como Katrina. Podía, pero yo no era tan densa como lo era ella, o eso quería creer.

    Pero existía el lobo.

    Solté un pesado suspiro e inicié mi labor, despacio, tratando de que quedara lo más parejo posible. Supongo que estaba tan concentrada en mi tarea que cuando volvió a hablar, me tomó por sorpresa.

    —Me acosté con él —dijo y noté en su voz no sólo vergüenza, sino también que había empezado a llorar de nuevo.

    Dios, Al va a querer reventarse la cabeza.

    —¿Wickham? —pregunté solo para confirmar lo que ya había entendido y ella asintió con la cabeza, haciendo que la sección de cabello que me preparaba para cortar se me escapara de los dedos—. ¿Y qué pasa con ello, senpai?

    —Que también lo hicieron quién sabe cuántas chicas más, pero realmente eso no importa. —Se pasó el dorso de la mano por la nariz y el nombre que salió de los labios de Vólkov, con evidente desdén, me hizo cerrar los ojos con fuerza un momento—. Ahora lo hace Akaisa y soy una idiota por pensar que no iba a tener que compartirlo.

    —¿Con quién estás molesta?

    —Con ambos —dijo sin titubear—, conmigo también. ¿Por qué no puedo ser como ella? Y que solo me dé igual, que pueda tomar lo que quiero cuando me venga en gana.

    —¿Por eso te cortaste el cabello, para ser como Akaisa-senpai?

    Se demoró una eternidad en responder, lo hizo justo antes de que cortara el último mechón.

    —No lo sé, quizás. Solo estaba enojada, muy enojada y no quería ser yo. Cuando me di cuenta, la mitad de mi cabello ya no estaba. —Creo que era la primera vez que la escuchaba hablar de un sentimiento como el enojo y entendí que, de no ser porque el cabrón de Wickham había detonado esas emociones en ella, probablemente nunca las hubiese aceptado como parte de sí.

    Le acaricié la cabeza, deslizando los dedos entre sus hebras blancas y observé aquellas que nunca volverían a su raíz.

    —A mí no me parece que debas ser nadie más para estar con alguien. —Noté que se quedó estática, a pesar de que yo no era quién para estar hablando sobre ser otra persona—. Ya eres una chica maravillosa, Al no te querría de no ser así.

    Sus músculos se relajaron considerablemente, antes de volver a tensarse.

    —Kuro-chan, ¿tú lo hiciste?

    —¿El qué? —Me agaché para levantar el cabello del suelo, no podíamos dejarlo allí.

    —Con Al —añadió con el mismo tono de voz bajo con el que había venido hablando. No sé ni cómo lograba escucharla—. ¿Te acostaste con él?

    —Ah, hablas de eso. —Reí por la nariz aunque sentí el color subirme al rostro—. No, no lo hicimos.

    —Pero eras su novia.

    —Yo no usaría esa palabra —admití frente a ella por fin—. Quiero decir, solo tonteamos y ya está.

    —Él no salió con nadie más mientras estuvo contigo y tú tampoco… Incluso cuando ambos dicen no haber sido pareja, ni siquiera se acostaron y aún así…

    —Pero nosotros no somos Wickham ni Akaisa —solté y ella bajó la mirada, haciendo que el flequillo le cubriera el rostro—. No importa lo que hayamos hecho o lo que no, Al y yo no podemos ignorar lo que sentimos como ellos y actuar según eso. Lo mires por dónde lo mires, quizás somos demasiado emocionales aunque no lo demostremos. Si quieres pensarlo de alguna manera, somos unos moralistas de mierda… No queremos consumir a otros como si fueran una cerilla y tirarlos luego de que nos dan lo que queríamos, porque nos sentiríamos mal con nosotros mismos.

    —Debí verlo antes, ¿no, Kuro?

    Claro que debió, pero no pudo.

    —Creo que todos debimos ver algo antes —respondí, aún acuclillada en el suelo—, no deberías castigarte tanto por querer a alguien, incluso si ese alguien es Joey.

    —Debí verlo.

    —Deja de castigarte.

    —No. Debí ver a Al.

    Alcé la vista hacia ella y me quedé estática, sentía que me había soltado un balde de agua helada en la espalda. ¿Lo entendía, sabía lo que pasaba?
    Sus ojos dorados se encontraron con los míos y sentí que me miraba de lado a lado, sin que yo pudiera hacer nada para detenerla.

    No era difícil entender cómo una chica amorosa y cálida como ella había logrado colarse en el soberbio corazón de Altan.

    —¿Desde cuándo lo sabes?

    —Lo entendí hace un par de días. La única persona que me cuida de la forma en que quiero cuidar al idiota de Joey es Al y lo ha hecho durante años.

    Me levanté despacio, con el cabello blanco como la nieve apuñado en mis manos.

    Era una densa de mierda.

    —Necesitabas un espejo —murmuré y ella asintió una vez más—. Empezaste a querer a Wickham, él quizás reflejó una parte y la imagen alcanzó a Altan.

    Telescopio reflector.

    Con eso la había comparado él alguna vez y era completamente cierto.
    No podía hacerme una idea de lo que iba a sentir Al cuando le soltaran esas dos bombas encima.

    —¿Podrías decírselo?

    —¿Cuál de las dos cosas? —pregunté con un hilo de voz.

    —Ambas. —La vi limpiarse el rostro con las manos. Era mayor que yo casi por año y medio, pero actuaba como una niña confundida.

    Estuve por decirle que sí, que yo hablaría con Altan, que no se preocupara. Porque era esa clase de idiota débil ante los pedidos de auxilio de otros, pero logré razonar.

    —No puedo hacer eso, Shiro-chan —respondí y la escuché suspirar—. Si quieres que se entere, debes decírselo tú. Es tu mejor amigo, es lo menos que puedes hacer por él.

    —¡Jez! —La voz del aludido llegó desde fuera de la clase—. Le hablé a nani, vendrá por ti, ¿de acuerdo?

    Creo que nunca había sentido genuino dolor por la situación de Altan hasta ese momento, en que ella acababa de tirarse abajo su preciosa melena albina porque odiaba a Katrina, porque quería a Joey solo para ella a pesar de que seguramente lo odiaba también y se odiaba a sí misma. Pero sobre todo, ahora que se había dado cuenta de todo lo que su amigo de la infancia sentía por ella, y que no lo correspondía.

    Jezebel Vólkov era un puto desastre, incluso si se hacía pasar por un pilar.

    Él me lo dijo, que ella no cambiaría de parecer, pero nunca quise creerlo.

    ¿Qué sentiría yo si la persona que quería tan profundamente terminaba en brazos de otro? ¿Qué sentiría yo si él…?

    Terror.

    Cerré los ojos con fuerza una vez más y alcé la voz por mi senpai.

    —En un momento saldremos, Al.

    Jez se levantó y abrió la puerta con la misma lentitud que la primera vez. Pude ver la sorpresa mezclada con miedo en los ojos de Altan y Meyer, que pasaron de Jez al cabello que yo tenía en las manos.

    Él casi se le abalanzó encima, estrechándola en sus brazos antes de retirarle el flequillo del rostro y deslizar los dedos a lo largo de su melena recién cortada.
    Pude jurar que iba a echarse a llorar como un niño, pero le dedicó la sonrisa más dulce que le vi nunca en el rostro. Ni siquiera creí que él fuese capaz de sonreír de esa forma.

    Y deseé, por primera vez en mi vida, que alguien fuese capaz de mirarme y sonreírme de aquella manera. Casi deseé que Altan precisamente fuese capaz de hacerlo, porque en esa sola sonrisa me di cuenta de que no era atractivo a secas, era genuinamente precioso por los sentimientos que cargaba dentro de sí.

    Quizás Jez no era la única ciega, después de todo.

    Tragué grueso, porque eso implicaba que una parte de mí quería ser amada por él, o quizás no exactamente por él, pero por otra bestia confundida.

    No me sonreía a mí y aún así mi cuerpo reaccionó, haciendo que la sangre me subiera al rostro.

    —Eres idiota, ¿verdad? —Le soltó, conteniendo una risa, y luego la atrajo hacia sí de nuevo—. Bueno, parece que has vuelto a tener diez años.

    Ese comentario logró hacer reír a Jez por fin, a la vez que lo rodeaba con sus brazos. Se veía diminuta junto a Altan, frágil como una muñeca de porcelana, pequeña y delgada. Era casi una copia de la silueta de Katrina, pero su personalidad la hacía parecer mucho más delicada y suave.

    Mi mirada encontró la de Laila y no me quedó más que encogerme de hombros. La vi exhalar con fuerza el aire que había estado conteniendo.

    Dicho y hecho. La tía de Jez llegó minutos más tarde por ella, se sorprendió y la reprimió, pero aún así le mostró afecto y preocupación.

    Era justo como ella.

    Era justo como yo.





    Quick, pose for the vanity.
    Clack clack with your high heels
    Quit messin' with the boy's head,
    learn to love yourself, or drop dead.
    .
    .
    .
    The Hanged Man


    Habían pasado un par de días desde el colapso de Vólkov, ya se había aparecido en la escuela con su melena reducida a menos de la mitad.
    Estaba fumando el último cigarrillo que me quedaba en la azotea cuando me interceptó el hijo del emperador, el maldito elitista, en defensa de su adorada reina.

    —Akaisa —dijo a mis espaldas, obligándome a girarme para mirarlo.

    —¿Debo preguntar a qué debo agradecer la dicha de tu compañía, Sol? —La última palabra la había soltado en el español que medio masticaba todavía de las criadas latinas, sabía que se le parecía al italiano que él conocía bien. Su madre, después de todo, era hija de italianos.

    Lo vi fruncir el ceño, evidentemente disgustado probablemente no sólo por mi referencia directa a su apellido, sino por mi sola existencia.

    Sabía que Sonnen no me tocaba ni con un palo, porque se había metido con la estúpida de Kurosawa, otra monógama empedernida.

    Pero allí estaba.

    —Deberías saberlo ya, ¿no crees, princesa? —Más desdén, que logró arrancarme una risa.

    —¿Qué coño pasó con la conejita ahora, guapo? —Recosté la espalda en la reja mientras le daba una nueva calada al cigarrillo e instauraba una cortina de humo entre nosotros.

    —Deja de hacer el imbécil con el cerdo de Wickham.

    Volví a reír con sorna. Primero la tonta de Vólkov y ahora su perro guardián, pero ciertamente me sorprendía que estuviera allí, diciéndome qué hacer o no, en lugar de estarse revolcando en su miseria.
    Estaba allí porque, finalmente, alguien le había dicho la verdad y, en lugar de tirarse al suelo, había decidido defender el inexistente honor de Jezebel… Incluso si eso significaba entregarla por completo al idiota de Wickham.

    Estaba loco.

    —¿Por qué mierda tengo que dejar de divertirme porque el amor de tu vida, que nunca te hará caso, no quiere compartir? El problema es del puto inglés, dejen de buscarme a mí por su mierda.

    Para cuando me di cuenta, había cortado la distancia entre nosotros y su mano, rígida, me había tomado justo entre el cuello y el mentón, para aplastarme contra la reja.
    El flequillo desordenado me cayó sobre parte del rostro y, a través de algunas hebras rojizas perdidas, vi mi mirada dispar reflejada en los ojos oscuros de Sonnen, como dos obsidianas.

    —Ambos son unos malditos parásitos, Akaisa, la jodida escoria más baja de este puto país. Debiste quedarte en América, princesa corrupta, y el pulgoso de Wickham nunca debió venir a robar oxígeno aquí tampoco.

    Sonreí con sorna. Quería escupirle en toda su asquerosa cara elitista, pero en su lugar acerqué el cigarrillo a su brazo y unas cenizas cayeron en su piel, aún así permaneció estático.

    —¿Qué quieres que haga, maldito alemán? —Apretó su agarre—. Eres un puto dominante, qué asco. ¿Cómo mierda la loca controladora de Kurosawa se ligó a un perro sediento de poder como tú? Usui tan siquiera se deja dominar gustoso, pero tú…

    —¿Y a quiénes prefieren las zorras, maldita alemana? —Estaba imitándome, si fuera tan siquiera un poco más sosegado podría ser una de dos; un ave lira o un kitsune, pero su pecado era el mismo que el del cachorro de Kurosawa, no sabía darle dirección a su energía—. ¿Vas a decirme que te tiras a Wickham porque es un sumiso de mierda? Te conozco, muñeca, a ti y al pobretón de Joseph, conozco a cada cerdo que represente un peligro y tú deberías conocerme lo suficiente para saber que nunca podrías compararme con un puto perro.

    ¿Un peligro para quién?

    Aplasté la chispa del cigarro en su brazo en cuanto lo escuché llamarme muñeca y contuve, por poco, el impulso de escupirle.
    Me soltó inmediatamente y cuando iba a sujetarme de nuevo, hablé.

    —¿Qué pasa, Sonnen, no te gustan las correas? Por eso el pajarito te botó, me da que si hubieras podido adaptarte a su mano te hubieras divertido mucho.

    Se me escapó una genuina carcajada y luego lo miré con la misma soberbia que él cargaba en sí.

    >>Además, no te atrevas a ponerme una puta mano encima sin mi consentimiento o tanto tu amada Jez como Kurosawa van a enterarse del violento asqueroso que eres también con las mujeres y si alguien puede patearte el puto ego de mierda que tienes, es la demente de Shiori. —Se detuvo en seco, mirándome con genuino asco. Podía ser un niño prodigio, pero si no redireccionaba esa energía no era diferente de Wickham, que parecía tener media neurona funcional en la cabeza—. ¿Y sabes quién más se va a enterar si se lo digo a Kurosawa, guapo? El perro dopado, ¿eso quieres, una pelea con Usui, sabiendo la manera en que te ha mirado desde el momento en que supo de tu existencia? Todavía al imbécil de Joey no puedes provocarlo tan fácil, pero, cielo, en dos segundos puedes tener al descerebrado de Kurosawa encima. No es más que otra maldita fuga en un inmenso cilindro de gas y Shiori es la cerilla, como sienta que corre peligro, se va a armar una bien grande.

    Retrocedió sobre sus pasos y chasqueó la lengua, mientras se retiraba el cabello del rostro con ambas manos. Caminó de un lado a otro, como un león enjaulado y finalmente habló, considerablemente más calmado.

    —Sabes jugar, ¿no? Mucho mejor de lo que pareciera.

    —No eres el único que puede usar el cerebro, maldito pedante. —A pesar de que me había soltado, seguí mirándolo a través del cabello revuelto—. El mundo existe más allá de tu adorada Vólkov, Sonnen, vas a tener que aprenderlo alguna vez y dejarla limpiarse la mierda en la que se mete voluntariamente.

    —Eres una moralista de mierda, ¿lo sabes? ¿No fuiste tú la que estuvo por consumir también a Kurosawa? —Metió las manos en los bolsillos y giró en redondo, comenzando a alejarse.

    Al contrario. Su maldito fuego había estado por consumirme a mí.

    —Hay reglas y orden incluso en el mundo de sombras, Sonnen, este problema existe precisamente porque Jezebel y Joey se pasaron las leyes del infierno por el culo —solté junto a una risa nuevamente—. Pero ciertamente, se me apetece ver cómo le rompes la cara a Wickham, a pesar de que no le he tocado un pelo en semanas por su propia voluntad.

    —¿Qué?

    —Lo que escuchas, cuervo. El humo que hueles es solo mío, no he estado lo suficientemente cerca del inglés para que su peste se sume a la mía.

    —¿Entonces por qué Jez…?

    —Tiene miedo, tanto que no quiere preguntar y prefiere enloquecer hasta volverse un monstruo confundido y posesivo. —Me encogí de hombros—. Sea como sea, iré a beber algo con el inglés luego de clase. Si sabes jugar tus cartas, puedes jugar al perro guardián un rato más.

    No le di tiempo de responder, fui yo quien dejó la azotea primero.

    >>Nos vemos, Sonnen.
     
    • Ganador Ganador x 3
  2. Threadmarks: II
     
    Zireael

    Zireael Equipo administrativo Comentarista empedernido seventeen k. gakkouer

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    Miembro desde:
    27 Agosto 2011
    Mensajes:
    10,563
    Pluma de

    Inventory:

    Escritora
    Título:
    The Justice [Gakkou Roleplay]
    Clasificación:
    Para adolescentes maduros. 16 años y mayores
    Género:
    Drama
    Total de capítulos:
    2
     
    Palabras:
    4805
    Luego de un fucking mes aquí vengo, con el rush que me manejo he posteado un huevo de cosas en pocas horas pero mira la motivación hay que aprovecharla cuando llega (?)

    Me costó mucho darle forma a esto quizás porque aunque entendía la rage de todos mis estúpidos, no lograba fusionarme con ellos porque a decir verdad sentía que estaban cometiendo una injusticia, que estaban actuando sin pensar. Y sabía que podían actuar así, que pueden ser esto, pero yo como persona estaba como: dudes fucking chill.

    Como le puse a Gigi hace un tiempo, en este segundo capítulo se me ocurrió una wea rara y fue narrar con un personaje que no era mío, sí, tomé prestado a Joey porque lo sentí necesario. Puede haber OoC, obvio, así que me disculpo si no use bien al niño.

    Uf, what a trip this was. Usé los significados negativos de la carta en prácticamente todo el fic (intolerancia, desorden, ect) y solo cuando finalmente narré con Jez colé los positivos.
    Aclaro: como la mayoría de esto lo tengo escrito desde antes no corresponde a la cronología actual del rol, es decir, es como si la fiesta no hubiese ocurrido.

    Sin más, tiro el segundo capítulo de esta shit.






    Evil knocking at my door.
    Evil making me its whore.
    I don’t mind if you take what's yours but give me mine.
    Evil wants you to know I'm much too young to be owned.
    I don’t mind if you take what's yours but give me mine.








    II





    The Popess


    A mitad de clase había sentido el móvil vibrar en el bolsillo de la falda. Pensé en dejarlo estar y revisarlo al terminar la hora pero aprovechando que el profesor estaba de espaldas, escribiendo en el pizarrón, lo saqué para revisarlo. Era Altan.

    "Akaisa es insoportable.
    Necesito hablar contigo, te espero en los casilleros a la salida".​

    Justo mientras estaba leyendo me llegó el segundo mensaje, un sticker de un gatito dormido.
    Debía estar aburriéndose bastante, como era usual. Aunque lo cierto es que para su aspecto tosco y personalidad prepotente, Altan enviaba demasiados stickers de animales.

    Sonreí sin darme cuenta y respondí con otro sticker de gato, para luego regresar el móvil al bolsillo.

    La hora pasó en cámara lenta hasta para mí y para cuando el timbre anunció el fin de ese día solté un pesado suspiro mientras recogía mis cosas con rapidez.

    No sabía cómo había terminado metida en la mierda de Altan y Vólkov, pero no me sorprendía. Solo me fastidiaba porque podía usar mi tiempo de forma distinta, además sabía que seguir siendo tan cercana a Al no era la mejor de mis ideas.
    Así como Altan podía aflojarle los dientes a Joey, a él se los podía aflojar otra bestia fúrica. De hecho se había tardado.

    Cuando llegué a los casilleros, en efecto, allí estaba él, en la línea de los de segundo como si fuera su casa, apoyado en ellos. Me miró de reojo mientras hacía el cambio de zapatos.

    —¿Qué es lo que necesitas, Al? —pregunté a la vez que cerraba la puerta metálica.

    Me quitó la mirada de encima y la dirigió hacia algún punto frente a él.

    —Tu fuego.

    —¿Qué dices?

    —Akaisa va a convertirse en Judas.

    No era nada nuevo, incluso cuando había comenzado a pasar tanto tiempo con Wickham no había nada que la detuviera ante la idea de destrozar a un hombre si tenía la oportunidad y ya que ella no podía ganarle a ninguno en el territorio de la fuerza física, iba a arrojarle a Altan al inglés.

    Podía ser un niño rico pero había aprendido a atacar como si el cabrón viviese en la puta calle y fuese líder de una pandilla. Era, de hecho, bastante peligroso y daba mal rollo a veces.

    —¿Y tú vas a crucificar al anticristo o qué?

    —Y a iniciar una hoguera al pie de la cruz.

    Lo dijo con tal gusto que casi me provocó un escalofrío. Si había alguien que repudiara a Joey Wickham era Altan y cómo lograra ponerle la mano encima, macharcarle siquiera un centímetro de piel, lo iba a disfrutar de una forma enfermiza.

    Porque el inglés había lastimado al centro de su galaxia.

    La verdad era que no podía juzgarlo, no sabía cómo actuaría yo si alguien le hiciera daño a quien quería. Bueno, de hecho lo sabía de sobra y era quizás lo que me hacía similar a Altan. Había estado por romperle la boca a Honda en una ocasión, después de todo.

    —¿Para qué mierda me necesitas a mí?

    Despegó la espalda de los casilleros y se colocó frente a mí, hasta arrinconarme. Acercó su rostro al mío, su aliento cálido chocó contra mí y contrario al primer día en que llegó a la academia, esta vez fui yo quien deslizó la vista a sus labios sin querer. Fueron unos segundos, pero ese reflejo era siempre obvio.

    —¿Vas a negarte, Kuro-chan? —murmuró y me sonrió, burlón—. ¿No estás enojada también porque te estamos robando tiempo que podrías invertir con wan-chan?

    Tragué grueso.

    Allí estaba, su necesidad de dominar, su sed de poder y lo débil que podía ser yo a él.

    >>Tu adorado Hiroki.

    Su voz fue casi un ronroneo y era cierto, estaba cabreada por haber terminado enterrada en la mierda ajena de un cabeza hueca como Wickham. Por haber tenido que limpiar la basura que no me correspondía pero ni por asomo, porque ni el inglés ni Vólkov eran mis amigos.
    Harta de haber tenido que consolar a alguien, una vez más, de ver a alguien desmoronarse por haberse permitido sentir.

    Y si alguien debía rendir cuentas era Joey Wickham.

    Altan estaba aprovechando que no había casi nadie aún, que habíamos llegado de primeros, para ser el desgraciado que había descubierto podía ser.
    Su mano deslizándose por mi nuca me erizó la piel y el cerebro se me desconectó.

    Apagón.

    Su boca olía ligeramente a humo y ardía como recordaba que lo hacía. Para cuando me di cuenta, mi cuerpo había reaccionado por mí, lo había sujetado por la camisa para extinguir la distancia entre nosotros y cuando lo sentí presionarme contra la fila de casilleros, un suspiro murió en su boca.

    Ya no creía tener la entereza que había tenido a los catorce y quince años, aunque pareciera un sinsentido.
    Había demostrado de sobra que ya no poseía ese nivel de autocontrol. Era más débil, volátil y, quizás, excitable en todo sentido ahora con apenas unos meses de diferencia que entonces.
    Me había permitido derrumbar mis murallas por Hiroki y ahora, bueno, cualquier cosa podía salir en cualquier parte.

    A los oídos me llegaron unas voces conocidas, Honda y Hodges.

    Lo aparté de golpe y cuando regresé la vista a él, noté que había vuelto a sonreír, satisfecho consigo mismo. Fruncí el ceño.

    —Eres un desgraciado —solté de mala gana y él se encogió de hombros, relamiéndose los labios. Logró que el color me subiera al rostro.

    —No voy a negarlo —admitió sin más—. Es divertido.

    —¿Qué coño dices, idiota?

    —Me refiero a cuando el fuego alcanza tus ojos. Es como cuando Jez es capaz de mostrar otras emociones, te hace ver más humana y dejas de parecer una muñeca hecha para salvar a otros. —Se encaminó hacia la salida—. Y por eso te necesito, porque puedes hacer ambas cosas, salvar y destruir. Supongamos que puedes ayudarme desde cualquiera de los dos extremos, Shiori.

    Necesitar.

    Vi a Emily y a la princesa acercarse para hacer su respectivo cambio, ellas me vieron también y sus ojos se deslizaron a Altan un instante. Las saludé con una sonrisa discreta antes de regresar mi atención a Sonnen mientras me llevaban el mechón azul detrás de la oreja.

    —Está bien. —Seguí sus pasos, como si no me quedara mayor opción.




    The Hanged Man


    Me topé con el inglés en el pasillo, reteniéndolo el tiempo suficiente para darle chance al otro perro dominante de Kurosawa para preparar su jugada si así lo quería. Era posible que Altan Sonnen no le gustara ser relacionado a los caninos, pero podía parecer uno, y lastimosamente la persona que él quería que sujetara su correa no alzaba a mirarlo siquiera.

    Jugué con el mechero sin gas que tenía en el bolsillo mientras caminaba despacio.

    —¿No vas a molestar a Vólkov hoy, Wickham? —Lo vi con el rabillo del ojo, notando que negaba con la cabeza.

    —Tiene club de lectura y eso —añadió después mientras se desataba el cabello para acomodárselo.

    —Ya la viste, ¿cierto? Lo que hizo con su cabello.

    —No estoy ciego, Katty —soltó con cierto tono divertido.

    Y yo no era estúpida. Me lo había follado y por rebote había empezado a pasar más tiempo con él, aunque fuese solo para intoxicarnos como los pedazos de basura que éramos, pero había aprendido a leer al estúpido inglés. Lo leía incluso si me negaba a mostrar preocupación por él.

    Parte de su vorágine de energía se había reducido cuando la conejita había perdido la puta cabeza, hace semanas, y ahora otra parte se había apagado al verla con el cabello reducido a los hombros. No porque creyera que le sentara mal, el imbécil iba a quererla, porque lo hacía, de cualquier forma, pero incluso su maldita neurona achicharrada entendía las implicaciones de algo así en una chica como Vólkov.

    —Kurosawa tuvo que cortarle la mitad del cabello en su clase. Me dijo que ni siquiera recordaba en qué momento se tiró abajo la otra mitad. —Giré la rueda del mechero y la fricción la hizo sonar como el cascabel de una serpiente. Noté la tensión en cada músculo del inglés.

    —¿La amiga esa tuya de la mecha azul que anda con Sonnen?

    Asentí con la cabeza. Le gustaba inflarle los cojones al elitista de mierda, pero era consciente de que Altan estaba por estallar.

    Porque había tocado a Jez.

    —¿Vas a decirme que nunca le echaste el ojo?

    —Que el eche el ojo no significa que sepa cómo se llama, Katty, lo sabes bien~

    Se me escapó una risa nasal y apreté el paso, suponía que ya debía haberle dado suficiente tiempo, una buena parte de los demás estudiantes deberían haber salido casi corriendo fuera de la escuela.

    Caminamos en sorprendente silencio hasta los casilleros y mientras hacíamos el cambio correspondiente, fue que lo noté, apenas un atisbo de su cabellera de carbón antes de volver a resguardarse en la pared justo al lado de las puertas de salida.

    Tuve que contener el impulso de reír ante lo predecible que era incluso un niño prodigio como él.

    Dejé que el inglés tomará la delantera.

    —Eh, Katty, ¿qué harás este fin de semana?

    Con esa pregunta a Sonnen debió hervirle la sangre, incluso si sabía que no estaba preguntado precisamente para un polvo.
    Detuve mis pasos apenas segundos antes de que él cruzara el umbral de la puerta.

    Lo vi en la nueva tensión de sus músculos. Había escuchado mi ronroneo, el gruñido de Altan y… La imitación que había hecho de ambos el ave lira.

    —Entregarte por unas monedas de plata, anticristo.




    The Queen of Swords


    Creo que nunca me di cuenta de lo terrible que podía ser Kuro-chan hasta el momento en que la vi al echar una última mirada sobre el hombro esa tarde, antes de comenzar mi camino a casa. Me congelé unos instantes que parecieron eternos, observándolos a lo lejos. Eran la triada maldita, lo supe de inmediato.

    Katrina Akaisa en la espalda.

    Altan Sonnen y Shiori Kurosawa al frente.

    Los tres eran bestias dominantes, posesivas y resentidas. Los tres llevaban fuego bajo la piel y eran el bidón de gasolina de los otros cuando les venía en gana.

    En el centro estaba el pobre miserable.

    Joey Wickham.

    Atrapado como un perro idiota por un trío de lobos, donde los tres buscaban ser el alfa y solo llegaban a ciertos términos por el hambre que azotaba en el invierno.

    Sonnen estaba furioso por Jez, Katrina disfrutaba destrozar a cualquier criatura, pero… ¿Kuro-chan? Habría cedido a Altan, posiblemente, pero no sin un motivo.

    Dominaba bestias. Katrina, Altan a medias y a Usui. Joey no era una bestia, no en el sentido que le gustaban a Shiori, y por eso estaba allí. Porque en lugar de dominarlo pretendía pisarle el cuello.

    Por eso y quizás por el hecho de que estaba, muy en el fondo, harta de haber terminado metida en la mierda de dos personas que no eran prácticamente nada suyo, mientras perdía tiempo valioso y arriesgaba todo al mantenerse al lado de Altan.

    No me apetecía ver el resto, no cuando vi la sincronía en que se movían Shiori y Altan, como sombras.




    The Popess


    —Buenas tardes, Wickham —empecé. Altan permaneció en silencio, como un felino que no duda en su capacidad de conseguir a la presa.

    Atrás estaba Katrina, había sacado un cigarrillo y la columna de humo se alzaba a espaldas del inglés.

    Estaba tenso, se le notaba, pero aún así clavó sus ojos oscuros en mí y, para su desgracia, se colocó una de aquellas clásicas sonrisas que, ciertamente, me tocaban los ovarios y avivan la ira de Sonnen.

    —Tú debes ser Kuro-chan entonces, ¿no? Katty estaba hablando de ti.

    —¿Siempre eres tan confianzudo? —pregunté mientras entrelazaba las manos tras la espalda—. Es una lástima que nunca me hayan gustado los yōkai, a pesar de ser uno yo misma.

    Por supuesto.

    Kitsune.

    Bakeneko.

    Aosaginohi.

    Me movía entre esas tres figuras con una facilidad ridícula.

    Sentí que Altan deslizaba su brazo sobre mis hombros y el inglés siguió sus movimientos, entrecerrando los ojos.

    —Ojalá a Usagi-chan tampoco le hubiesen gustado —añadió Katrina.

    Hubo un error en sus movimientos, minúsculo, y fue intentar observar a Akaisa con el rabillo del ojo.
    Altan era un niño prodigio, un mimado de mierda, pero había aprendido a lanzarse sobre sus presas con la fluidez de un verdadero animal salvaje. Ni siquiera se detenía en preparativos, se filtraba por puntos ciegos, movimientos en falso, hacía lo que debía y retrocedía.

    Fueron milésimas de segundos, pesar de que tuvo que deshacer su agarre en torno a mis hombros. Era probable que lo único que había podido ver el inglés antes de recibir el impacto fuese aquella maldita sonrisa sedienta de violencia.

    Lo sujetó por la chaqueta y le acertó el puño en la mandíbula, de lleno. Lo soltó justo en ese momento haciendo que cayera.

    Sentí el sudor, helado, bajar por mi columna.

    ¿Podía yo detener a Altan?

    No.


    —No debe ser el primero que recibes. —Su voz fue prácticamente un gruñido—. Pero tampoco será el último.

    Altan me daba escalofríos, pero no fue hasta después que me di cuenta de que cuando Wickham se comió aquel puñetazo realmente no sentí nada.

    No por él al menos.

    —Creo que te lo advirtieron, pero los zorros como tú no saben de advertencias… A pesar de su astucia. —Mi voz había sido prácticamente un murmuro.

    Esta vez fue en mi rostro donde apareció la maldita sonrisa monstruosa, como un reflejo de la Sonnen.

    Imitando.

    Como siempre.




    The Emperor


    Negro.

    Lo vi venir, realmente lo estaba esperando, pero reaccioné tarde aún así y para cuando iba a hacer el intento de esquivarlo, ya me había sujetado.

    No iba a mentir. Golpeaba con fuerza, el puto perro guardián.
    Había demostrado de por sí, a pesar de ser un puto asocial de la tecnología y un elitista, que tenía cierta aptitud física. Eso decían las marcas de las pruebas de la primera semana de clases.

    Negro.

    Joder.

    Negro.

    Negro.

    Como ala de cuervo.

    Negro.

    Me había roto el interior de la mejilla, sentí la sangre, tibia, brotar de la piel tierna.

    Puto perro.

    Ya sabía que la había cagado. La había cagado como los grandes.

    Nadie tenía que decírmelo y aún así insistían, tensando la cuerda.

    La silenciosa ira de Jez, su mirada de ave de presa, su llanto.mY ahora el cabello.

    Negro.

    Blanco.

    Rojo.


    Escupí hacia el costado. Me llegó la voz no sólo de Sonnen, sino también de la chica de segundo. Sonaban como en otro mundo y atrás de sus voces, estaba el eterno olor a humo de Katrina.

    Hijos de puta.

    Moralistas.


    No éramos diferentes.

    Ninguno de los cuatro.


    No tengo idea de cómo me incorporé ni en qué momento había alcanzado al perro con el puño, pero me dolían los nudillos.

    Era rápido, escurridizo como una puta rata, y sonreía como un desquiciado, incluso cuando logré enfocarlo por fin y me di cuenta de que le había roto también el interior de la mejilla, además del labio.
    La sangre le corría por el mentón, parchándole la camisa a medio cerrar y la camiseta blanca dentro.

    Incluso él mismo se veía pálido. ¿Había sido siempre tan putamente blanco? Era probable, pero importaba una mierda, sentí que me estaba viendo a mí mismo en él. El cabello largo, negro, los ojos de ciénaga.

    Se me iba a arrojar encima, estaba tan enfurecido que ya no podía moverse sin anunciar sus movimientos.

    Negro.

    Blanco.

    Rojo.

    Tampoco me di cuenta cuándo falló y el hueco en su de por sí inexistente defensa, trastocada por la pérdida de equilibrio, me dio la oportunidad de invertir los papeles.

    Estaba harto de su mierda.

    De los discursos de Katrina.

    De hacerle daño a todo lo que tocaba.

    De la espectadora que parecía disfrutar el espectáculo.


    Pero sobre todo estaba harto de Sonnen restregándome las cagadas en la cara, pretendiendo ser el defensor de Jez. Pretendiendo ser algo que había dejado de ser hace mucho tiempo.

    Negro.​

    Rojo.​

    Blanco.

    Solo era

    Negro.

    un puto perro

    Negro.

    celoso.

    Negro.

    Mi propia sangre alcanzó su ropa, justo cuando lo presioné contra el suelo, con una fuerza que no sentía como mía.




    The Popess


    Ah. Eso no estaba en los planes de Al, ¿cierto? Que Wickham reaccionara como un animal salvaje.

    No.

    Sí estaba, el puto cabrón lo sabía y por eso… Por eso estaba yo allí.

    Reaccioné con la misma velocidad que lo había hecho Altan con su primer movimiento, no hubo advertencias y no hice ruido. Podía ser un monstruo, desde hace tiempo lo sabía.
    Detrás de mi calidez solo había una bestia sedienta de control y, quizás, hasta de violencia si se me forzaba lo suficiente. Incluso cuando en otras ocasiones me había empeñado en detener la violencia de otros.

    Por eso me gustaban los perros.

    Fue un movimiento fluido y limpio, que solo me permitía el conocimiento que Laila, quien había desbancado al príncipe de la Academia, me había cedido.

    Le acerté un golpe directo en la cabeza con el pie, con la suficiente fuerza para apartarlo de Altan y me coloqué entre ambos.
    Respiraban como dos perros agotados.

    —Suficiente.

    El inglés estaba incorporándose, con cierta dificultad, cuando Vólkov prácticamente arrolló a Katrina e hizo lo mismo que yo, colocarse entre ambos, con la vista clavada en Joey.

    Su melena, ahora corta, recordaba al pelaje de un lobo ártico. Alborotado y tupido, la carrera que debió pegarse había hecho que varias hebras se salieran de su lugar.

    —¡Ya basta! —chilló y fue su voz lo que pareció traer de regreso a Wickham, al menos a una parte de él.

    Guardé silencio, sin mover un músculo. Sabía cómo se veía desde fuera. Yo había defendido a Altan, yo se lo había quitado de encima.

    Yo.

    Ahora estaba del lado del cuervo.

    Joder.

    No había remedio.

    Eso iba a traerme problemas, ¿cierto?


    Extendí la mano abierta hacia Sonnen, sin separar la vista de la espalda de la albina y pronto él la tomó, anclándose a mí para poder levantarse.

    Una vez de pie se limpió la sangre de la boca con la manga de la chaqueta del uniforme.

    —Deberías decirle a Sonnen que deje de provocar a otros. —Era el inglés, había hablado mucho más bajo de lo normal, pero era él.

    La respiración de Vólkov se detuvo un instante.

    —Los dos son unos estúpidos —soltó en voz baja y por reflejo di un paso atrás—. Los cuatro lo son.

    Tragué grueso.

    >>Akaisa, deberías dejar de meter las narices donde no te llaman. —Katrina prácticamente gruñó en respuesta—. Kuro-chan, ¿qué haces tú arriesgando a Al a recibir una paliza de Usui? Sabes que no se soportan, mucho menos cuando tú estás en medio.

    —Al no soporta a nadie —dije de inmediato.

    Nos estaba… tratando como niños.

    Y no soportaba ser tratada como una, mucho menos por Jezebel Vólkov. No lo soportaba después de todo lo que había tenido que hacer años atrás.

    Ella, que se había tirado abajo el cabello, ella que se había metido con el puto mujeriego de la Academia a pesar de las señales de alerta. Ella a quien habían intentado proteger en vano. Ella, por quien Altan se desvivía.
    Ella, en quien tuve que invertir mi tiempo… para nada.

    Sentí que Sonnen me sujetó por la muñeca con cierta fuerza, como si pretendiera detener cualquier movimiento que yo ni siquiera había pensado. Me deshice de su agarre de mala gana.

    —Váyanse a la mierda.





    Give me your heart and I'll show you how to feel.
    Send me your soul and you'll know what it is to be free.
    .
    I once knew a man who had fire in his eyes.
    Bloody right hand, he had taken his enemies lives.
    The past was his torture, the future held his hope
    until he chose his fortune as the curse of the fold.
    .
    .
    .

    The Temperance


    Kurosawa tenía su carácter, es probable que no lo descubriera hasta ese año en que aparentemente el mundo le había dado vuelta. Así como yo no había tenido que lidiar con mis emociones negativas hasta que aquel idiota se atravesó en mi camino el primer día de clases.
    Era cálida, amorosa y servicial, pero bastaba tocarle el cable incorrecto para que arrasara con lo que tuviese al frente. Era una mezcla peligrosa de Katrina Akaisa y el Altan Sonnen que yo conocía, que me había protegido durante años.

    Y al que aún así no había podido notar.

    Suspiré con pesadez y vi que Shiori se retiraba hecha una furia.

    —Al. —Prácticamente dio respingo cuando me escuchó llamarlo—. Ve con ella.

    —¿Con Shiori enfurecida? No gracias. —Volvió a limpiarse la sangre del rostro con la manga mientras se alejaba a uno de los grifos del patio frontal.

    Eso había sido todo.

    Ya había liberado su ira.

    Y había entendido que ahora mismo, estaba en desventaja.


    Akaisa fue quien finalmente siguió los pasos de la menor.

    —Vamos. —Me dirigí a Joey—. Necesitas enjuagarte la boca también.

    Prácticamente lo empujé de regreso dentro de la escuela, hasta los baños.

    Parecía desconectado de sí mismo todavía, a decir verdad, pero incluso un torpe como él sabía cuándo callar.

    Cuando regresó, noté que se había mojado también el cabello. Dios, el golpe primer que debió acertarle Al ya le estaba empezando a hinchar el rostro.

    —Tendrás que ver cómo lavarle la sangre a ese uniforme, cielo.

    —Jez.

    —No estoy enfadada —respondí y, de hecho, no era mentira. ¿Cómo iba a estarlo si, en realidad, había actuado por defensa propia?—. De verdad, pero que yo no lo esté no significa que él tampoco.

    —No me importa eso, que él esté cabreado. —Pareció debatirse mentalmente—. Lo que fastidia es que se haya unido con Akaisa y Kurosawa sólo para restregarme las cagadas en la cara.

    Iba a abrir la boca para interrumpirlo, pero ni siquiera me dio tiempo.

    >>Maldita sea, ya sé que la cagué contigo, Jez, lo sé de sobra.

    Extendí la mano solo para darle un golpecito en la frente en medio del flequillo liso. Parpadeó un par de veces y posó sus ojos oscuros en mí.

    —Deja de castigarte —repetí las palabras de Kurosawa hace días que quizás no entendí del todo hasta ese momento—. También yo fallé, ambos fallamos. Pretendía que cambiaras en un día, que me entendieras sin decirte nada y te quería solo para mí, porque bueno, tengo miedo.

    Miedo daba admitir eso.

    >>Miedo porque no sé a dónde vamos. —Me llevé un mechón de cabello detrás de la oreja—. Porque a veces siento que voy a perder la cabeza, pero… no quiero irme.

    —¿No debiste ir con él? —Lo había preguntado con tal seriedad que me hizo replanteármelo.

    Negué con la cabeza.

    —Debe empezar a entenderlo, ¿no crees? Que ya nada es como antes, que ya no soy la Jez que conoció.

    Esa Jez había muerto, por fortuna o por desgracia.

    —No creo que le venga en gracia —murmuró con la vista clavada en algún punto en el suelo. ¿Acaso Joey estaba empatizando con Altan, luego de que lo había tirado al suelo?—, ni siquiera sé si a ti te viene en gracia la persona en que te estás convirtiendo…

    —¿Por estar contigo? —Lo atajé y asintió como un niño regañado. Me acerqué a él, enlacé mi brazo con el suyo y comencé a caminar, guiándolo al patio norte—. Al principio no. Estaba sintiendo cosas que no quería sentir, que no entendía como parte de mí, sigo sin entenderlas del todo, por eso hice esto.

    Agité la cabeza, haciendo que mi cabello se moviese a su ritmo.

    Una vez en el patio, lo guié para sentarnos en uno de los bancos, unos metros más allá estaba el cerezo, la brisa sacudía sus hojas, generando un continuo murmullo.

    >>Pero estoy bien con eso, creo, es parte de avanzar. Ira, tristeza, vergüenza, envidia… Dejé de ser una muñeca y empecé a desear cosas para mí, gracias a ti. —Sonreí antes de mirarlo. Había confusión en sus gestos ante mis palabras y eso hizo que soltara una risa—. La pregunta es, cielo, si a ti te gusta la persona en la que te convertiste luego de conocerme.

    Frunció el ceño, aún con la confusión presente en sus ojos oscuros.

    —¿Y a quién no? —dijo con suavidad mientras recostaba la espalda, dejando caer la cabeza hacia atrás—. ¿Has visto lo que puedes hacer con las personas? Te cuelas en cada rendija posible, alcanzas sus verdaderas personalidades y las arrastras a la superficie.

    —¿Te gusta tu verdadera personalidad, Joey? —pregunté entonces.

    —Llevo semanas sin hacer nada de lo que te molestaba, solo salgo con Alisha y Katrina a beber y ya está, porque a fin de cuentas son mis amigas. Bueno, Katrina no sé, sobre todo después de esto, pero nunca rechaza una invitación a beber.

    —¿Qué?

    —Debí decírtelo antes, así no te habrías cortado el cabello.

    Sentí que deslizaba sus dedos por las hebras albinas, despacio, con cariño. Esa caricia me hizo cerrar los ojos por reflejo.

    —Y yo debí decirte que no me sentía bien —murmuré.

    También debía haber hablado con Altan, es más, tenía que hacerlo apenas pudiese, aunque dudaba que fuese a lanzársele encima a Joey una segunda vez.

    —Perdona, Jez.

    Extendí la mano para tomar la suya, presionándola ligeramente.

    —Ya deja de preocuparte. —Me levanté despacio, sin dejar ir su mano—. Vamos, iré a tu casa y vigilaré que descanses la apaleada que te llevaste por el bruto que tengo por amigo. Luego hablaré con él. ¡Si cuando me vaya me entero por Matty que no descansaste vamos a tener problemas, te lo digo de una vez!

    Lo escuché reír, ciertamente resignado.

    No había respondido mi pregunta, la que importaba de verdad, pero quería confiar en que, si seguía a mi lado, era porque ciertamente se sentía cómodo no solo conmigo, sino con la persona que él era al estar a mi lado.
    Era un pensamiento egoísta, quizás, pero me lo podía permitir gracias a él.

    Habíamos aprendido a permitirnos muchas cosas, no siempre resultaba bien, pero nos volvían más humanos.
     
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    Amane

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    Omg vale vamos a comentar esto bc i have so much feelings (?)

    Okey so medio me releí el primero por encima para recordar y tal y creo que recuerdo lo más importante. Y debo decir que chaaaaale, Jez, no, tu maravilloso pelo lkansdka PERO AAAA que ahora las tres del club tienen el bisexual cut, no me había dado yo cuenta hasta ahora que era la única con el pelo largo, pero ahora sí que va a ser una especie de paraíso raro con beias chicas albinas de pelo corto (?) ANYWAYS, que me voy del tema (? Shiori como siempre metiéndose en los líos que no le van ni le vienen porque es demasiado buena y chale. Pero por otro lado, tiene sentido que haya sido ella la verdad, al fin y al cabo es lo que siempre ha hecho y quería, ¿no? Ser la que protege a los demás y que dependan de ella, aunque ahora le joda (?)

    Y Jez, ay mi querida Jez </3 Si es que la pobrecilla se ha enamorado y encima todos estos sentimientos y reacciones son tan nuevos para ella, que siempre lo ha escondido, que es normal que no sepa cómo reaccionar y le dé tremendo breakdown. I wanna squeeze her. Tbh, si algo parecido llega a pasar in rol, al menos me alegra que sí hayamos pasado lo de la fiesta y tengo esperanzas de que no será tan malo para ninguno de los dos porque van a tener a más gente ahí apoyándolos y tal. Like, al menos sabemos que Blee intentaría defender a Joey y idk, posiblemente la pendeja de mi Emi acabaría metiéndose en ese lío también porque ella es así.

    ANYWAYS que de repente recordé la parte de Katrina y Altan y DIOS MÍO PUEDO YO AMAR MÁS A ESTA MUJER????? BC YA TE DIGO QUE CREÍA QUE ERA IMPOSIBLE PERO DE REPENTE VIENE AQUÍ A SOLTAR TODOS LOS FACTS, INCLUSO DELANTE DEL PROPIO ALTAN, Y YO PIERDO LAS BRAGAS, LAS BRAGAS TE DIGO. Literal es que solo ha dicho verdades chale, yo que la adoro. Y SABE CÓMO JUGAR SUS CARTAS AAAA dios, sabe que es intocable por Altan y que le puede joder la vida y tengo cero dudas en que se tiraría de cabeza a joderle la vida si se atreve a hacerle algo, sus amenazas no son vacías damn AND SHE IS SO SEXY. Also tremendo plot twist lo de que no se acuesta más con Joey (?)

    Y LUEGO LA SEGUNDA PARTE ISTG YO SUFRÍ DEMASIADO te tuve que ir a gritar al wa del estrés que estaba pasando BC ISTG IT WAS SU FUCKING UNFAIR, quite irónico siendo que este fic ES THE JUSTICE AH????? A ver, desde cuando Shiori y Katrina son PUTAS VANDÁLICAS A VER???? Tbh, menos mal que lo de la fiesta no es canon aquí, porque Emi estaría muy decepcionada, son las dos (?) De verdad que lo pasé super mal por Joey, que vale que ha sido un cabrón y todo pERO DE AHÍ A PEGARLE UNA PALIZA QUÉ SOMOS??? NIÑOS DE 3 AÑOS QUE NO SABEMOS CONTROLARNOS????? AAAAAGH IM SO FUCKING MAD TE LO JURO.

    Pero bendita Jez, de verdad, es un puto ángel guardián. No sé de donde vergas salió pero bendita ella que cortó LA PELEA DE ESTOS PENDEJOS. Also Kat yendo a por Shiori, kinda cute i guess(?) Y luego la conversación de ellos, ay me sana el alma <3 Yo sé que aun les queda mucho camino incluso después de esta conver pero es tan importante que la hayan tenido y tbh ambos necesitan un par de golpes emocionales para su develop and i'm into it mientras salga todo bien, aunque a ser posible que sea más smooth que esto (? Pero sobre todo me alegro por Jez, que es capaz de darse cuenta que todos esos sentimientos negativos deben existir y que no son malos y debe aceptarlos and idk, kinda me recuerda a mi pendeja con algunas cosas but anyways (? Y Joey no lo dice pero pues él también aprende sobre el amor y el cariño y esas cosas y yo creo que también es un buen develop para él Y POR ESO SON OTP.

    So anyways, me engañaste we (?) no estaba medio dormida, SÍ que mencionaste a mis dos pendejas. Like super rápido, but suficiente para mí chale (? Bc tbh, me veo a Emi viendo a Shiori y luego a Altan y estaría like: chale, me huelo el drama, sujeta mi maletín Mimi (? Que btw, repito que maldito Altan aprovechándose de la horniness de Shiori porque aquí no folló CABRÓN.

    Y luego pues sí que me imagino a Joey saliendo aún con la Ali-chan y Katty-chan, solo para beber, bc well al fin que les sigue gustando la fiesta y de todo. Yo la verdad es que incluso después de que se hagan canon y se tranquilicen, y ya Ali les de su tiempo y de todo, me gusta imaginarles saliendo a tomar algo los tres o cuatro, like, idk, como amiwis y sin necesidad de emborracharse pero solo para pasarlo bien (? SOFT.

    So yeah, creo que eso es todo. Seguro me dejo cosas a mitad but it was a fucking rollercoaster once again y me alegra que al final le dieses el empujón final para acabarlo and omg solo queda una carta and i'm kinda excited. Anyways, lo he disfrutado mucho aunque he sufrido porque así de masoquista soy.

    Y kinda que echaba de menos mi dato random del día (?) The Justice en mi juego te suelta un tipo de cada consumable a tu lado, es una carta que siempre usas porque suele ser dinero, bomba y llave gratis, además de la posibilidad de un corazón chulo y todo uwu
     
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