Pasillo (3º piso)

Cuando las clases matutinas acabaron, Joey bostezó y se arrastró fuera del aula. Joder, qué aburrido había sido eso. Encima tenía que escribir un ensayo sobre sus expectativas para el año, como si fueran niños de primaria. Se encogió de hombros ante la idea y descartó esa preocupación de su mente; era tan ridícula que ni se merecía neuronas de su parte.

No hacía falta ser un genio para saber qué era lo que los profesores esperaban escuchar.

Cuanto menos, su único interés del día fue estar lanzándole bolitas de papel a Alisha cuando los profesores se daban la vuelta hacia el pizarrón. ¿Habría batido un récord? No tenía idea. Había estado llevando la cuenta pero se distrajo y acabó olvidándolo. ¿Quince? ¿Veinte? Ni puta idea.

—¡Ali-chan!

Había estado esperando en el pasillo, junto a la puerta, a que la chica saliera del aula. Cuando reconoció su silueta, soltó una risilla malvada y prácticamente le saltó encima.

—¿Qué tal ha estado todo, eh, preciosa? —Comenzó a caminar, rodeándole los hombros con un brazo—. ¡Te extrañé durante el receso! Apenas aceptaste mis invitaciones de beber algo, vamos~

Hizo un puchero y luego sonrió, bastante enérgico.

—Oye, oye, Ali-chan, ¿has considerado unirte a algún club este año? —comentó, sacudiéndola un poco—. ¡Porque tengo la propuesta perfecta para ti!

 

Alisha Welsh

Resoplé levemente cuando escuché a la profesora decir no sé qué de una redacción de nuestros sueños y aspiraciones. No tener que hacer esa redacción era uno de mis sueños en ese mismo instante.

Huh, al menos la tutora que no había tocado este año se veía como una mujer... interesante, sí. Interesante sería la palabra. Lo único que realmente me animaba es haberme tocado en la misma clase que Joey, ¡al menos no sería la única en no hacer las tareas!

Por supuesto, no pensaba dejarle libre de aquella bolitas que me estuvo tirando durante toda la clase. Cada vez que lograba quedarme algo dormida... ¡me daba con una en la cabeza! Ugh... ¡iba a saber lo que era vengarse!

La campana del receso fue como una salvación para mí. Amaba tanto esos minutos de paz en los que podía comer y dormir antes de volver a la tortura. Así que me estiré en toda mi longitud en la silla antes de coger mis cosas y salir de la clase... hasta que fui asaltada.

Solté un par de improperios en inglés cuando sentí a aquella figura prácticamente saltando encima mía, afortunadamente reconocí la voz de Joey antes de que acabase por darle una patada o algo.

Después, claro, pude recibirlo con una risa enérgica. Era genial tener a alguien tan animado como yo cerca, a decir verdad. Más de una vez me habían dicho que era... "demasiado", pero él y yo estábamos al mismo nivel.

—Wicked boy! —saludé con alegría, dándole un par de palmadas amistosas sobre su pecho—. ¡Todo bien! Tuve que ir a América un par de meses, ¿sabes? ¡Y créeme, también he echado de menos salir a beber contigo!

Reí, divertida, cuando el chico comenzó a zarandearme, para después escuchar con atención sus palabras. ¿Un club? ¡Lo difícil era elegir solo uno, claro!

>>Oh, really~? Sorpréndeme, por favor~

 

—¡Ah! —exclamó al techo, echando la cabeza hacia atrás, y estiró su brazo libre con un movimiento recto—. ¡América! ¡Oh, América!

A decir verdad, su acento inglés era bastante decente. Bueno, no por nada su viejo era británico, ¿eh? ¡Lo tenía en los genes! ¡Sí, señor! Aunque, de cualquier forma, la entonación con la cual prácticamente cantó aquello había sido bastante ridícula. Sin considerar que ni se había molestado en chequear que no viniera nadie cuando rebanó el aire con su brazo, claro está.

—¡Tenemos mucho de lo que ponernos al día, Ali-chan! ¿Almorzamos juntos? ¿O tienes planes? ¿Algún capitán de algún club de deportes, quizá~? —Soltó una risa divertida y le picó la mejilla, pero de repente suspiró y la soltó—. ¿Sabes qué? Mejor ni me respondas, ¡prefiero el silencio antes que tu rechazo! Oye, de casualidad no traes cigarros encima, ¿no? De repente como que se me antoja uno.

Ah, sí. Su humor podía pasar por tres estados diferentes en menos de un minuto.

—¡Co-mo-se-a! —Se detuvo de golpe, frente a la chica, y la señaló con el dedo—. Tú, yo, el rarito de las gafas, en el club de fotografía. ¿Qué me dices?

 

No parecía un mal grupo, ¿cierto? Soltó un suspiro de alivio y apoyó un brazo en el pupitre.

Vaya asignación más extraña.

No era que fuese a redactar un ensayo, en lo más mínimo, pero pocas veces se plantaba a pensar qué era lo que ella quería realmente. Solo pensaba en los demás, ahora mismo estaba ocupada pensando en cómo estaría Laila sola.
Un chispazo de comprensión pasó por sus ojos dorados, tomó el lapicero y escribió con trazos grandes pero pulcros:

"Actuar para mí misma".

Sonaba raro quizás, pero todo en ella era así, empezando por su nombre y ese cabello blanco.

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El sonido de la campana la arrancó de su asiento y se apresuró a salir para buscar a su amiga, interceptándola apenas salía de su clase.

—¡Laila! —Casi se le arrojó encima y se acercó a su oído para murmurar algo—. Estoy en la misma clase que Amery, ¿qué te parece?

De inmediato a Meyer se le subió el color al rostro y Jez sonrió para sí misma.

—Oh, ya cierra la boca —respondió mientras cruzaba los brazos bajo el pecho—. ¿Y bien, qué planeas hacer?

—Quería ir a la biblioteca.

—¡Vaya sorpresa!

—¡Déjame terminar! —Hizo un mohín—. Estaba pensando en unirme al club de lectura este año. ¿Quieres ir conmigo?

Vio a la de ojos magenta dudar y le dio un toque con el codo.

>>Solo si quieres, no es que tengas que hacerlo. ¿Nos vemos después, entonces?

Su amiga asintió con la cabeza mientras observaba a Jez alejarse. Dios, esa chica era un ángel.
Laila pasó el peso de un pie al otro, pensando en qué haría sola y finalmente echó a andar también, sin apenas fijarse en el alboroto de Joey y Alisha.

 

Alisha Welsh

Levanté una ceja cuando comenzó a hablar con acento inglés, mirándolo con cierto escepticismo. Pero al final acabé por encogerme de hombros y seguir sonriendo, divertida. Bueno, podría haber sido bastante peor, sí.

—Oh, Joey cariño, sabes que no te cambiaría por ningún capitán... al menos los primeros días~ —respondí, con las manos sobre mi cadera, antes de acercarme aún más a su posición y colocar el dedo índice sobre su pecho—. Por cierto, ¿sabes que fumar es malo para tu salud? —dije, con un tono que intentaba sonar a regaño, para después separarme y llevarme el mismo dedo a la comisura de los labios—. Aunque tú y yo sabemos que gatita amargada siempre tiene cigarros entre sus faldas, eh~

Le guiñé un ojo antes de reír. Que bueno que Katrina no estuviese por la zona, seguramente me mataría si supiese como la he llamado. O me mataría por montar alboroto... o me mataría por ser yo, en general.

Me crucé de brazos y ladeé la cabeza, mirando a Joey con curiosidad.

>>¿El club de fotografía? ¿Acaso quieres usarlo de excusa para fotografiar chicas desnudas o algo así? —pregunté, con una sonrisa pícara en mis labios—. Huh, nunca me lo había planteado... quizás estaría bien hacer algo diferente por ser el último año... ¡Bueno, vale! Heh, así os enseñaré que no solo soy buena para deportes —acabé por decir, orgullosa, volviendo a colocar las manos en mi cadera y levantando la cabeza, sonriendo con determinación.

¡Sí, adoraba los retos al fin y al cabo!

 

Joey arrugó suavemente la nariz y ladeó la cabeza, pensativo, mientras intentaba descifrar a quién rayos se había referido Alisha con lo de "gatita amargada". Describirla así sólo lograba que en su mente desfilaran las chicas más... interesantes de la academia, por así decirlo. Y encima de todo, en boca de Alisha, cosas así sonaban particularmente sexuales. ¿Se habría acostado con ella? De repente no pudo evitar la imagen de una muchacha con orejas de gato y se sonrió, sacudiendo la cabeza.

No tenía remedio.

—Vale, genuinamente no tengo la más puta idea de a quién te refieres. Así que tendrás que presentarme a... esta amiga tuya~

Cuando Alisha mencionó lo de fotografiar chicas desnudas, Joey echó la cabeza hacia atrás en una contundente risa. ¡Ah, esa chica! ¿Cómo lo había atrapado tan rápido?

¿Tan obvio era?

Sin embargo, toda su humanidad pareció congelarse cuando ella aceptó. Casi como si... como si la hubiese invitado sin la más remota esperanza de que accediera. Se la quedó viendo unos segundos, alerta, esperando que Alisha se echara a reír, le palmeara el hombro y dijera que era una broma. Pero vamos, allí estaba. Toda determinada y decidida. La expresión de Joey se fue transformando lentamente en un puchero y acunó el rostro de la chica con sus manos.

—Ali-chan —murmuró, conmovido, con la voz trémula—. ¿Eres una especie de ángel o algo? ¿Siempre brillaste tanto? ¡Ali-chan!

Le estampó un beso en la mejilla, y comenzó a zarandear su mano de arriba abajo.

—¡Gracias! ¡Gracias! ¡Muchas gracias! Te debo una, no, ¡dos cervezas! ¿Qué me dices? ¡Ah! ¡Ahora estoy lleno de energía! —Colocó los brazos en taza, viendo hacia el horizonte—. ¡Bien! ¡Hora de reclutar dos personas más!

Joey soltó una risita orgullosa. Ya quería ver la cara de Baird cuando le contara que había salvado al club él solito, con la pura fuerza de sus encantos masculinos.

—¡Muy bien, Ali-chan! ¡Nos vemos!

Y salió disparado en dirección a... bueno, no sabía exactamente adónde. Después de todo, había olvidado que él mismo le había pedido a Alisha que le presentara a la gatita amargada capaz de salvarle el culo lleno de vicios.

 

Alisha Welsh

Me lo pasaba bien comiendo junto a los chicos con los que había compartido club (y más cosas) pero lo cierto es que siempre solía acabar de comer demasiado rápido y acababa volviendo al aula que me correspondía para aprovechar y dormir un rato. ¡Era aun mejor en días soleados como hoy, porque casi todo el mundo salía y podía dormir en paz!

Por desgracia, los descansos eran demasiado cortos para lo pronto que nos hacían dormir. Ugh, odiaba cuando estaba durmiendo tan bien y de repente la campana sonaba y la gente comenzaba a entrar hablando y riendo. ¡Un poco de silencio por favor, hay gente intentando descansar!

Como sea, acabé por saludar a la gente que conocía con una sonrisa adormilada e intenté... ¿atender? Lo cierto es que acabé por dormirme de nuevo, y en aquella ocasión ni siquiera las bolitas de Joey me despertarían.

Por ello, cuando aquel chico vino a despertarme diciendo que alguien preguntaba por mí, solo pude levantar la cabeza y mirar a todos lados, totalmente confundida. Tuve que restregarme los ojos y pedirle que repitiese sus palabras antes de dejarle ir, murmurando un gracias mientras bostezaba.

Boy, that was a good nap.

Aun algo adormilada, recogí mis cosas como pude y me dirigí a la puerta, bostezando en el proceso una vez más.

—Oh... —murmuré cuando reconocí la figura de la chica que me esperaba, recuperando un poco la compostura pero... sí, volvería a dormirme al llegar a casa—. ¿Pasa algo? ¡Prometo que hoy no he estado en ningún sitio escondido haciendo nada! Tenía demasiado sueño.

 

Alisha Welsh

Miré a Konoe con cierta sorpresa cuando comenzó a reírse, y acabé por pestañear un par de veces tras ver como apartaba un mechón de pelo de mi mejilla. Oh, estaba tan acostumbrada a que me regañasen por mi comportamiento en la academia que me sorprendía cuando no era el caso.

Pero no iba a quejarme, ¡claro que no! Mientras ella hablaba, había conseguido despertarme casi por completo así que pude escuchar sus palabras con atención. Asentí, orgullosa, cuando entendí el mensaje.

Y vaya, tenía que ser la primera vez que mis mejillas se sonrojaban sin haber bebido quizás demás o por intentar ligar. Aquella sensación que surgió en mi pecho... era bastante cálida y se sentía bien.

Me llevé la mano a la nuca, acariciando la misma mientras miraba a la chica, que esperaba una respuesta por mi parte. Sonreí, algo nerviosa.

—¿Estás segura? —fue lo primero que dije, dejando caer la mano y suspirando con pesadez en el proceso—. Por mi no hay problema, claro, ¡es todo un honor, de hecho! Pero no creo que te de buena imagen mi presencia... tú más que nadie sabes la fama que tengo...

 

Alisha Welsh

Reí, divertida, ante sus primeras palabras, mirándole después con una ceja levantada. Vamos, que era muy consciente de que mi actitud no era la más académicamente correcta, siempre lo había sabido.

Pero... lo cierto es que se sentía bien escuchar aquello. Konoe era una buena chica y aun era un poco difícil entender como habíamos acabado siendo tan amigas con actitudes tan dispares, pero sabía que era honesta y que se merecía más que nadie aquel puesto.

Recuperando pues la alegría y mi actitud extrovertida, eché mi brazo por encima de sus hombros y comencé a caminar hasta el final del pasillo para dirigirnos a la sala de profesores.

—¿Tú crees? —pregunté, con tono divertido—. ¡No leo mucho! ¡Pero seguro que una novela así es un best-seller!

 

Se paseó por el pasillo, fanfarrón, luego de que la solicitud para mantener a flote el club de fotografía hubiera sido aceptada. Era un niño orgulloso por haber completado una tarea que su madre le había encargado. Y como tal, su prioridad máxima era alardear de ello con alguien, quien fuera. Por eso se paseó el pasillo una y otra, y otra vez, pero... ¡pero no había nadie! ¿Qué onda? ¿Se habían evaporado todos? Ni Baird, ni Alisha, ni Katrina. Vamos, ni había logrado localizar a la tal Juno, esa muchacha que lo había contactado de último momento y le salvó las papas.

¡Ah! ¡Qué tragedia!

Al final, tuvo que rendirse. Enterró las manos en los bolsillos, con el ceño fruncido, y se encaminó ligeramente encorvado hacia donde Bleke lo había convocado. La biblioteca era, ¿no? Pff, bueno. Al menos podría molestarla a ella un rato, aunque ya sabía que no le llevaría el menor apunte. Ah, qué triste era su vida~

 

¿Con el tiempo? Si había bastado verlo en la biblioteca ayer y hoy que había llegado destilando agua para saber que Joey era un tonto con todas las letras.
Ni había podido responder cuando ya le había soltado un bombardeó de información, apenas pudo seguirle el hilo.

—Hombre, pero para el carro. Vamos por partes. —Se le escapó una genuina carcajada. Tenía la energía de un chiquillo—. No, no estoy en ningún otro club y si lo estuviera, sería de los aburridos, ya sabes, me encontraste en una biblioteca. Con esa energía no me sorprende que resucitaras un club.

Volvió su rostro hacia él antes de decir lo siguiente, mientras avanzaban por el pasillo.

>>¿Club de deporte dices? Laila anda ayudando a revivir el de esgrima, aunque no tiene pinta de que vaya contigo pero al menos podrías echarle un ojo o algo, no sé.

Notó que al acercarse, otra silueta se detuvo antes de entrar a su aula correspondiente, la melena corta teñida de dos colores era indistinguible incluso para ella, que no tenía idea de nada, pero había visto a Akaisa con Kurosawa, la amiga de Laila, aunque esa chiquilla vivía de juntarse con gente rara.
La mirada dispar de Katrina ni siquiera reparó en ella, se posó inmediatamente en Joey y sus gestos, inicialmente toscos, se suavizaron considerablemente. Si había una persona que podía recordarle a un gato era esa chica.

Un gato que acechaba un ratón.

Lo cierto es que Jez era apenas un par centímetros más alta que Akaisa y eran casi igual de menudas, pero ni de lejos transmitían la misma energía. Es más, lo poco que sabía de Katrina era suficiente para hacer que Jez quisiera mantener distancia de ella y Katrina, sin conocer a la albina, sabía que nunca iba a ponerle un solo dedo encima, aunque ganas no le faltaban. Su desastre tenía límites y no mordía a tímidas chicas lindas, al menos no hasta que se lo pidieran.

—Niño inglés~ —La escuchó canturrear, sin moverse un centímetro de donde se había quedado plantada—. Parece que hoy no tendremos un rato en la azotea. Qué mala pata.

Jez se tensó y aún así detuvo sus pasos, esperando por la reacción del moreno. ¿Qué derecho tenía una rata de biblioteca para hablar de chicas como Akaisa?

Contenido oculto

El desastre que me voy a montar con este trío no tiene nombre

 

El camino hasta el tercer piso se le había pasado en un pestañeo, honestamente. ¡Andar con Jez era divertido! Es decir, más de lo que había creído en un comienzo. Había temido, debía confesar, que la pobre chica no lograra articular más de dos ideas coherentes sin ser vencida por los nervios. Pero ¡hey! Le seguía super bien el ritmo, y se reía y todo de sus payasadas. Eso le agradaba.

Le gustaba hacer reír a la gente, porque le gustaba caer bien. No había mucha filantropía en ello.

—¿Clubes aburridos? —replicó algo atropellado, claramente en desacuerdo ante su idea—. A ver, dime qué es un club aburrido. Yo creo que todos tienen algo que aportar. Es decir, mira, hacía no sé cuántos años no agarraba un libro por voluntad propia y... —Se interrumpió y gruñó bajito, casi haciendo un mohín—. Bueno, técnicamente me lo puso Kashya enfrente, ¡pero se entiende la idea!

Cuando Jez le mencionó el club de esgrima, Joey recordó lo que Bleke le había dicho hacía un rato. ¡Mierda, se había olvidado! Ya se imaginaba la furia helada de la rubia si desatendía algo como eso, y definitivamente prefería evitar dicho escenario. Suspiró aliviado y le sonrió a Jez.

—Ah, linda, no tienes idea cómo acabas de salvarme el culo. Sí, estuve viendo un par, aunque seguro me uno al de básquet. Como tú dices, no veo que el esgrima me siente demasiado bien.

Estaban a punto de llegar a su aula cuando una segunda voz lo llamó desde el frente. Joey volvió la vista, pues estaba mirando a Jez, y podría jurar que por un segundo se le detuvo el corazón en el pecho.

Ah, mierda.
Me atraparon.

Podía verlo, notarlo en cada pequeño detalle. Su sonrisa juguetona, el tono de voz suave y los ademanes sutiles. Le sostuvo la mirada unos segundos y decidió seguir con el show; que fuera lo que Dios quiera. No podía negar, de todos modos, que todo aquello muy en el fondo le divertía.

¿Marcando territorio, Katty? Qué bonita.

—Hey, Katty —la saludó, deteniéndose a unos pasos de distancia de Akaisa—. Tengo buenas noticias~ El club de fotografía ya está abierto. Cuando quieras te pasas y ves cómo salieron las fotos. Yo estaré casi siempre ahí.

Era perfectamente consciente de la presencia de Jez a su lado, mas no estaba del todo seguro cómo proceder. ¿Debía despedirse de ambas? ¿Abocar su atención a Jez? ¿Esperar por la respuesta de Akaisa? Mierda, Katrina tenía todo calculado.

Ella también era perfectamente consciente de la presencia de Jez.
Esa perra.

—¿Y qué harás esta vez en el receso? Ahora que no podrás salir a la azotea.

Bueno, tenía todo el tiempo del mundo para llevarse bien con Jez. Katrina era volátil e impredecible, como una chispa en sequía de verano. Era la... prioridad, digamos.

 

Su sonrisa se ensanchó al notar la reacción del moreno y la de la albina a su lado. Era probable que la misma Jez no lo supiera, pero su cuerpo lo decía de sobra, le interesaba el niño inglés y su presencia la incomodaba. Adoraba las reacciones de las niñas tímidas, apenas conscientes de su propio cuerpo, sobre todo cuando le hacían ver que apenas no se lanzaban por la ventana con tal de huir de ella.
Y le importaba una mierda quién le interesara o no a Shiro-chan, porque a ella los territorios no le iban ni le venían, pero no iba a negarse un poco de diversión. Además, en el fondo, odiaba a los cachondos de mierda como Wickham que no sabían dónde poner un límite y solo pensaban con el pito.

¿Tratando de engatuzar a una rata de biblioteca?

Cabronazo.

Sintió unas repentinas ganas de estamparlo contra la pared y soltarle una patada en las pelotas, pero todavía tenía que sacarle provecho.
Una parte dentro de sí ronroneó y se relamió los labios. El aire felino de su mirada solo se ensanchó.

—Pronto me verás por allí entonces, niño bonito. —Le guiño un ojo y se encogió de hombros al escuchar su siguiente pregunta—. Ya veré, no es que esta escuela de mierda tenga mayores opciones en un día asqueroso como este.

El movimiento de Jez atrajo su atención y se dignó a mirarla por fin. Cohibida y ruborizada, como un conejito asustado, y la albina alzó la voz apenas, sin atreverse a dirigir sus ojos ámbar a ella.

—Bueno, te dejo, Joey. —Había empezado a andar hacia su clase—. Llegarás tarde por estar haciendo el tonto.

Fue lo último que dijo antes de entrar a la 3-2.
Katrina regresó su atención a Wickham y esperó unos segundos antes de hablar en un susurro, sin eliminar aquella sonrisa cargada de sorna de su rostro.

—¿Crees que puedes meterte con chicas como Vólkov así tan fácil, cielo? —Soltó una risa nasal—. A mí me da igual~ es más yo encantada si la invitas a este juego, pero ella nunca va a ceder a... ¿Cuál era la palabra en América? Ah, un cabrón fuckboy. Shiro-chan es de novios tradicionales, de citas, de todo el escenario e incluso si estuvieras dispuesto al teatro con tal de satisfacer a tu segunda cabeza, que casi es la primera, deberías ser consciente de los límites de tu propio juego.

¿Era una amenaza? No lo tenía muy claro ni ella.

>>Los perros como tú solo deberían meterse con zorras de igual calibre, que no son capaces de sentir nada. Las ratas de biblioteca tienen sentimientos y los sentimientos son un estorbo para los polvos.

 

Joey había colado las manos dentro de los bolsillos, sosteniéndole la mirada a Katrina junto a su eterna sonrisa divertida, ligeramente ladeada, que caracterizaba su actitud de no importarle nada una mierda. Iba a responderle, pero la voz tímida y suave de Jez captó su atención y volvió el rostro hacia ella. La vio desde arriba, parecía incluso más pequeña que antes, y como si nada de esto estuviera atravesando su mente en esos momentos, alzó un brazo en alto y se despidió.

—¡Adiós, Bellabel! —exclamó, recuperando la jocosidad en lo que tarda un pestañeo—. ¡Suerte en clases!

Apenas perdió la silueta de la albina en el pasillo, bajó el brazo y soltó el aire por la nariz. ¿Cuáles eran sus verdaderos colores? ¿Cuál de todas esas jodidas máscaras era su verdadero rostro? Se sonrió, atendiendo en silencio al sermón de Akaisa, y extinguió la distancia que los separaba.

¿Importa, acaso?

—¿Qué es esto? Te veo con ánimos de ayudar a los pobres y desahuciados, qué adorable~

Había bajado el tono de voz. No era la voz alegre y enérgica que usaba con Jez, ni la voz distendida y relajada que usaba con sus amigos. Era la voz grave y pausada, esa que danzaba entre la diversión y la ironía, y que reservaba para las zorras de su calibre.

—En ese caso, ¿qué haces aquí? —Su sonrisa se ensanchó apenas y se inclinó hacia adelante, lo suficiente para hablarle cerca del oído—. Díselo a ella.

Cuando inhaló, reconoció en su cabello oscuro un claro aroma a tabaco y perfume. Era una mezcla que muy bien conocía. Le corrió los mechones rojizos del hombro con apenas un dedo, juguetón, y le plantó un beso en la mejilla.

—Si te aburres con esta lluvia de mierda, ya sabes dónde encontrarme, preciosa —soltó, pasando a su lado para ingresar al aula—. Dicen por ahí que el almacén del gimnasio siempre está abierto durante el receso~

Contenido oculto

bueno, me puse esta canción de fondo y pido disculpas, el fuckboy se me salió de control(??)

 

Entrecerró los ojos al verlo despedirse de la albina y cuando desapareció la distancia entre ellos no se inmutó en lo más mínimo, permaneció estática, y siguió cada uno de sus movimientos con detenimiento.

Volvió a sonreír al escuchar su nuevo tono de voz, satisfecha con su provocación. El único pobre y desahuciado era él.
Soltó una risa ronca cuando lo escuchó hablar a su oído.

No tenía nada que decirle a Jez. No había nada que decirle a una chiquilla que no tenía idea de nada.

Lo dejó hacer, sin embargo, inmediatamente después de que besó su mejilla, se pasó el dorso de la mano con fuerza, con toda la intención de deshacerse de la sensación de los labios del moreno contra su piel.

¿Podía jugar rudo? Quizás e iba a provocarlo hasta averiguarlo. No había que ser un genio para darse cuenta de que Wickham no era un polvo cualquiera, era uno de esos movidos por total y absoluta rabia, era casi uno de competencia. Su filtreo era de hecho una perpetua lucha por bien quién llevaba el control.
Y lo cierto es que Katrina no tenía más que ira dentro de sí. Podía darle un muy buen uso.

—Qué va~ —canturreó antes de que entrara su correspondiente clase—. La única cosa que se me apetece meterme a la boca hoy es un cigarrillo, pero si necesitas un encendedor ya sabes debajo de qué ropa encontrarlo.

Se quitó el flequillo de la frente e ingresó a su propia clase.