Mie Tsu

Tema en 'Prefecturas' iniciado por Amelie, 10 Julio 2020.

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  1. Threadmarks: Día 57_Clan Fujiwara
     
    Amelie

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    El rol proviene de Nirasaki






    [​IMG]

    Kirara; Riku y Shinko siguieron las instrucciones de Yato, quién al parecer conoce atajos para moverse por todo Japón. En el camino salvaron a unos agricultores de bandidos; quienes los recompensaron amablemente.

    El alegre poblado ahora era un grupo controlado; si bien, no tenían yoroi y armas; se notaba que los habitantes eran hábiles en combate.

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    Puedes explorar un poco, ya en mi siguiente post te alcanzan el resto.
     
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    Monpoke

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    Fujiwara no Riku

    "Parece estar habiendo bandidos últimamente". Comento en nuestro trayecto hacia Stu, libre de separaciones, pero no del importinio que había caído en agricultores.

    Ahora, no sabría que pensar de bandidos atacando el campo de incienso. Pero con un poco de suerte líbramos alguno que estuviera acechando por ahí...

    "Stu". Dije al poco tiempo de que llegáramos y notado el estado de la ciudad. "He estado aquí antes, conocí a Seneatsu. Del clan Momochi". Informe a Kirara de aquella reunión que se llevó acabo hace lo que pareciera un largo tiempo. También, recordando, que ella lo conoce.

    "Tengo mis dudas de lo que sabría algo sobre los secretos que tratamos de resolver, pero al menos puede ser un informante a tener en cuenta. Sino formarían parte de la resistencia aquí".

    ¿Que debíamos esperar? La boda ya ha pasado...
     
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  3. Threadmarks: Día 57_Clan Minamoto
     
    Amelie

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    Afueras de Tsu
    [Kirara; Shinko; Riku]

    Kirara trató de recordar todos los eventos; para ella, el recordar todos los nombres siempre le resultó difícil. Estaba acostumbrada a escuchar la voz de Taiyo o Yami quienes le recordarían todo lo que parecía que sería importante. Ahora era Riku quien lo hacía, un Fujiwara.

    —Desconozco la utilidad de Seneatsu — se sinceró —Pero confío plenamente en mi sable; y jamás dudaré de nuevo. Nuestro clan se mantendrá firme, se levantará y crecerá.

    —Para que el clan crezca debes... casarte — interrumpió Shinko, quien le sonrió mientras ella se ruborizaba. Después Shinko miró a Riku a quien también le sonrió.

    —No es momento de pensar en esas cosas; estamos en guerra Shinko —Dijo Kirara dándole un fuerte golpe en el hombro para después desviar su mirada hacia un ejército que marchaba en las afueras de la ciudad, portaba los colores Minamoto.

    Kirara avanzó hacia ellos, buscando entre sus hombres a un rostro conocido; parecía que no tendrían éxito hasta que empezaron a escuchar...

    —¡Allí vienen!—gritó uno de los hombres.

    Kirara, Shinko y Riku empujaron a los guerreros para abrirse paso y ver lo que todos anunciaban; era el grupo de Takeda, y él iba con ellos. Instantáneamente Kirara sonrió al verlos.







    El rol de Yuzuki proviene de Kioto





    Afueras de Tsu
    [Oboro; Shinrin; Takeda; Yuzuki; Ukita; Fuji; Yamagata; Hayato; Inukawa; Inuzuka; Takano; Hashimoto; Tsubaki; Matsuda]

    Habían llegado a Tsu dónde el resto los esperaban; para sorpresa de Takeda, pudo ver a Fuyu y su compañero lidereando aquel ejército. Fuyu había sido el hombre responsable de la pérdida de su brazo. Tsubaki explicó que gracias a Fuyu pudo infiltrarse en Nagoya para rescatar a Takano y Hashimoto, recuperando las armas de todos los involucrados. Fue Fuyu quién también trató de persuadir a Takeda para escapar con todos, dejando caer Nagoya. Takeda se había negado, por ello Nagoya viva, en su gente, y en sus guerreros...



    Su guerreros estaban frente a ellos en esos momentos; dispuestos a unirse a los Minamoto; agradecidos con Takeda por cuidar a los débiles en Nagoya. Por esa decisión, se habían perdonado muchas vidas inocentes.

    Y los guerreros de Nagoya habían traído consigo a aquellos aptos para luchar, aquellos dispuestos a defender a sus familias. Y todos ellos estaban armados.

    Fuyu explicó que un monje guerrero en Nagoya había dado su colección de armas a ausencia de los sables de Yamamoto.

    El ejército levantó sus armas al ver al grupo Minamoto acercándose. Gritaron con fuerza; y los vítores comenzaron a caer.

    El grupo no reaccionó; el cansancio; el dolor tanto físico como mental; la traición de Kuroki; la pérdida de la mano de Yuzuki; y las explicaciones que aun se debían... El ánimo no era el mejor; aun así, había un par de sonrisas. Hayato quien se sostenía de la mano de Yuzuki; Fuji y Yamagata, quienes sostenían el peso de Matsuda quién caminaba con dificultado, ocultándose del sol. Shinrin, quien avanzaba a un lado de Takeda. Eran pequeñas alegrías, envueltas en tragedia.

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    Zireael

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    Yuzuki Minami
    Afueras de Tsu

    El silencio que reinó después de que hablé, cuando dije quién me había arrebatado la mano y todo lo demás, fue pesado porque esto era peor. Había empezado por Natsu, había continuado con Kobayashi y había seguido hasta Kuroki, uno niño protegido por Takeda, uno que parecía haber echado raíces más firmes, incapaces de pudrirse.

    La fuerza en el agarre de la mano de Hayato y el abrazo de Takano fueron lo que me mantuvo atada a ese instante, al presente, al hecho de que ya no estábamos entre las paredes del Imperio. No pude ver las miradas de Takano y Takeda, pero sabía que este momento era distinto, que este Takeda era diferente por todo lo que había ocurrido antes de este momento, pero sobre todo por lo que acabábamos de vivir.

    Habían inutilizado a una de las personas que se sostenían a su lado.

    Lo había visto suceder frente a sus ojos.

    Lo escuché todavía sujeta de Takano y Hayato, lo escuché y sus palabras me regresaron apenas una brasa de la ira real que debía sentir en el cuerpo agotado y desmembrado que ahora me pertenecía. No recordaba con nitidez todo lo que había dicho cuando el corte de la mano me desbarató la mente, pero puede que la única verdad absoluta en mis palabras asoladas por el dolor fuese que todos ellos iban a cazarlo como un animal, que esta falta no se quedaría así.

    Había perdonado la vida de Kato Harima, ¿pero podía perdonar la del mocoso que me había cortado la mano frente a Takeda?

    Nadie rompió el silencio que siguió a las palabras de Takeda, lo que lo hizo fue una pelea que nos hizo enfocar la atención en ella... Matsuda. Era el Matsuda que había visto dentro de Kioto, el que no pudimos ir a buscar, había regresado con nosotros y cuando vi a Fuji en sus brazos sentí algo parecido al alivio en semejantes condiciones.

    Tuvimos que movernos de todas maneras, Hashimoto señaló lo obvio: no podíamos quedarnos en territorio enemigo. Fuimos a Tsu y se me ocurrió que volvíamos a donde todo había comenzado, al menos donde había comenzado para mí, y no supe si era una broma espantosa del destino o un alivio pues daba por finalizado un ciclo.

    Takeda no había abandonado Nagoya y bastó eso para entender que por ello Nagoya vivía, lo hacía en sus gentes y guerreros ahora dispuestos a unirse a los Minamoto. Era una buena noticia, pero nuestro grupo no pudo reaccionar como quizás debió hacerlo, teníamos el cuerpo agotado y destruido, la mente seguía un camino parecido, teníamos la traición demasiado presente todavía. No nos quedaba demasiada fuerza, pero quizás la conservábamos para lo más importante. Los nuestros habían vuelto a nosotros y viceversa.

    Hayato sujetaba mi mano y me valí de ese punto de contacto para no sentir el cuerpo ceder. Estaba viva, nuestra familia nos había salvado y todo pronto sería un mal sueño. Una pesadilla como las de Kamakura.
     
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    Fujiwara no Riku

    Desconozco la utilidad de Seneatsu

    Asentí con calma. "También lo hago, nuestros... Asuntos por resolver podrán ser algo muy lejos de sus capacidades y conocimientos. Pero podría ser útil en otros asuntos, a futuro...".

    Para que el clan crezca debes... casarte

    Cruce miradas con Shinko por esos instantes, esperando llegar a malitenpretar sus intenciones. Pero en vez de preguntar, calle por demaciado tiempo al quedarme reconsiderando sus palabras.

    No hizo falta esperar demaciado, la resistencia estaba llegando. Y nosotros, solo tres personas, corrimos y nos abrimos paso para recibirlos.

    ...

    Podría decirse, o podría aparentarse, que venían con poder. Con grandes y fuertes intenciones a esta ciudad. Recibidos en aplausos y gritos, uno podría creer que a quien hiba dirijido podrían responder en igualdad de ánimos. No fue tan así.

    Sonreí un poco al inicio, al ver qué pareciera que todo esté tan correcto como se podría. Un gran evento ha pasado... nos lo perdimos, y los ánimos son desastrosos.

    "¿De dónde vienen?". Pregunté, aún seguro nadie podría responderme. Y, tal vez podrían llegar a entender no me refería a una ubicación existente. "De dónde sea que estén viniendo... Parece ser dejaron mucho detrás".

    Demaciado de si mismos.

    "Puede haya mucho de lo cual enterarnos". Había una cierta tristeza en mis palabras, en mí forma de contemplar este espectáculo tan contradictorio. De otra manera, en cierto nivel de parentesco en su estado actual.
     
    Última edición: 14 Enero 2024
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    Amelie

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    Afueras de Tsu
    [Kirara; Shinko; Riku]
    [Oboro; Shinrin; Takeda; Yuzuki; Ukita; Fuji; Yamagata; Hayato; Inukawa; Inuzuka; Takano; Hashimoto; Tsubaki; Matsuda]

    El reencuentro no fue tan efusivo a pesar de la gran victoria en Kioto; era un cúmulo de emociones que comenzaban a acumularse, cómo la nieve en la montaña.

    Kirara observó la mirada de Takeda; una mirada cansada, carente de las emociones que normalmente le adornaban. No era una tristeza, era una molestia; un sutil enojo que para ojos comunes pasaría por simple seriedad. Takano protegía a Yuzuki de las miradas estratégicamente; le había colocado un haori; no era el suyo, el que tanto tiempo había invertido su madre en crear.

    Ni Yuzuki y Takeda traían aquellos emblemas que habían pertenecido a sus familias; se los arrebataron. No sólo una tela, les habían manchado aquel ideal que portaban tan cuidado y orgulloso; se había quedado en Kioto, mancillado y olvidado. Algunos tacharían como una gran exageración al perder esos emblemas, pues ambos conservaban sus vidas que eran por mucho más valiosas; pero para ellos era arrancar una raíz desde sus cimientos, había sido una gran falta de respeto. Una humillación.

    Los soldados siguieron vitoreando; y fue Yamagata quien supo manejar a las personas, manteniéndoles en un buen ánimo; no destruyendo aquel ímpetu que debía conservarse para la guerra. Su líderes podrían estar sufriendo; pero su gente no debía saberlo todo, no debía contagiarse de su pesimismo. El ejército necesitaba mantenerse fuerte y todos los presentes lo sabían. Nadie allí eran más unos niños, ni siquiera Hayato.

    Hashimoto invitó a la ciudad a un festejo; buena comida para los presentes. Pero antes de separarse del grupo, avisó a Takano que él, Oboro y los emishi se encargarían de mantener a la gente en buen ánimo, y justificaría al resto diciendo que debían descansar, advirtiendo que al siguiente día debían fingir sus sonrisas y buen humor. Era parte de ser un ejemplo a seguir, la antorcha que mantenía encendida la rebelión.

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    Capítulo XXII

    落ち葉の揺れ
    Ochiba no yure- El vaivén de la hoja al caer


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    Casa Familia Hachi.
    [Shinrin; Takeda; Yuzuki; Ukita; Fuji; Yamagata; Hayato; Takano; Tsubaki; Fuyu; Matsuda; Kirara; Shinko; Riku]

    Los Fujiwara se unieron al grupo nuevamente mientras se dirigían a la casa del señor Hachi; sabían que no era un sitio bastante amplio; aun así, Kahia y Michizane, dos guardias del cuartel en Tsu y viejos compañeros de Ukita los invitaron a órdenes de su señor. En el camino pudieron enterarse a grandes rasgos lo sucedido en Nagoya y Kioto.

    Antes de ingresar a la casa feudal, Tsubaki alcanzó a Yuzuki e hizo una reverencia para entregarle sus objetos personales que él había recuperado de Nagoya antes de que fueran capturados. Era su bolsa con monedas, un pergamino que Rengo le había obsequiado y... la flauta que justamente había adquirido allí, en Tsu. Takano no había querido decir nada; pero Yuzuki sabía que Takano portaba las katanas que le pertenecían en su obi.

    Matsuda se veía terriblemente agotado; por lo que insistieron en que el descansara. Pero se negó rotundamente, alegando que tenía demasiada información que compartir. Se insistió en descansar antes, darse un día para que todos pudieran recuperarse física y emocionalmente; pero Matsuda insistió, dijo que él no podría dormir sin hablar al respecto.

    Toshiro; el hijo de Taisho Hachi, el señor de Mie, fue el primero en recibirlos en la sala general; dónde ya esperaba Taisho.

    [​IMG] [​IMG]

    Había mejorado mucho de su aspecto enfermizo de antes.

    El grupo se colocó en la sala dónde fueron recibidos con té caliente y guarniciones. El cansancio era tal que hubo poca etiqueta, la gran mayoría comió y bebió antes de comenzar. Pero fue Matsuda el que rompió el silencio, siendo incapaz de dar un solo bocado.

    —Cuando nos separamos en Hamamatsu —dijo hacia Riku para después volver la mirada al centro del salón —... Kyoko y yo terminamos siguiendo a quién creíamos era Shino — Aquella información ya la sabían; esa mujer no era Shino — Habíamos ocultado bien nuestra presencia; pero no fue suficiente. Un hombre... —miró a Fuji quien extendió su mano a la de él para darle valor — Un asesino, prácticamente imperceptible. Él nos derribó tan fácilmente... —bajó la mirada avergonzado — Despertaría días después en una vieja mazmorra y allí permanecería por... — levantó la vista hacia Fuji.

    —Veintiún amaneceres — la voz de Fuji fue de preocupación.

    —Fui prisionero en Koga — Matsuda apretó sus puños mientras algunos de los presentes se preocuparon por lo que eso podía significar.

    Kirara miró a Riku; él sabía que Matsuda era el verdadero, no había duda alguna en ello. Matsuda no era un infiltrado; aun así Kirara lo miró con recelo... aun podía ser un traidor.

    Antes, Takeda hubiera detenido la audiencia; o al menos habría tomado el mandato para irla dirigiendo. Pero veía a Matsuda, sabía que tenía demasiado por decir y sólo él sabría como.

    Takano apretó el hombro de Yuzuki en un abrazo de protección; aquel hombre ya los había dañado suficiente, y odiaba tener que escuchar de él nuevamente.

    Tsubaki bajó la mirada; algo que Takeda notó al instante. Guardando cualquier aclaración para después de que Matsuda hablara.



    —Estaba allí con Kyoko al principio. Y mucho de nuestro tiempo lo pasamos junto a Murai, me habló de la rivalidad que tenían con todos los shinobis de Iga; de cómo se enemistaron aquellos clanes porque él y su esposa, Mako se escaparon a Koga. Mako siendo una shinobi del clan Momochi. Kyoko confirmó aquella información. Yo mencioné que debía de haber mucho más que eso, porque conocí a Obata... ese hombre era recto. No hubiera hecho una guerra entre clanes solo por una... trivialidad.

    Takeda afirmó.

    —Murai me dijo que todo inició con el ataque al clan Momochi. Kyoko interrumpió en ese momento y mencionó que había sido a manos de los Sugita. Murai negó, pero mencionó que jamás buscó limpiar la reputación de los clanes de Koga; todo porque quería ver a quienes beneficiaba aquella guerra entre shinobis y encontrar a el verdadero problema

    Matsuda se detuvo y miró a Takeda — Fue poco después de que se diera el inicio entre las guerras de Koga e Iga... cuando... —tragó grueso sin despegar la mirada de su señor —Meishu...— era la manera en la que Matsuda siempre se había dirigido hacia Takeda — Inició el exterminio Minamoto.

    Takeda no reaccionó más. Sólo recordó el momento en el que estuvo junto a Yuzuki en el palacio Katsura, frente a la mancha de sangre seca de su hermano. Y después... recordó su acto de total frustración, dejando la moneda con el nombre de Gendo para que Kanon actuara.

    —Murai me dijo que aquel día; él y Obata tendrían un duelo a muerte. Así terminarían las guerras entre los clanes, el ganador debía de obedecer al vencedor; ese era el pacto...

    —El duelo era al amanecer, Murai — reclamó Obata en el dojo del palacio Katsura.

    —No quería incumplir — sonrió Murai —Pero mi hermano estuvo intranquilo toda la noche; no me dejó descansar a pesar de que le dije que tenía un duelo importante. Ya sabes... Hiro y sus malos presentimientos. Tuve que beber con él para que se tranquilizara. En fin. Ya estoy aquí. Acabemos con esto rápido ¿Quieres? Tengo una resaca muy molesta, quiero irme a descansar.

    —Tu impertinencia será tu destrucción—dijo Obata preparando su arco.

    Pero antes de que iniciaran... escucharon escándalo saliendo de la ciudad. Gente gritando que había un enfrentamiento interno en el castillo. Los Minamoto comenzaron a agruparse en el Palacio Katsura para apoyar la afrenta.

    —Mi señor...— Obata y Murai dijeron al unísono. Ambos refiriéndose a distintos clanes, Obata a Sogo Minamoto y Murai a Sakurai Taira.

    En ese momento, un ensangrentado Shigeari llegó con un pequeño y frágil Takeda. Shigeari avisó a los presentes del enfrentamiento y encargó a Takeda con Obata.

    Murai vio la ausencia del mayor de los Minamoto como un mal presagio; miró a Obata, su mirada mostraba un arrebato de odio, una mirada que se quedaría en su mente toda la vida.

    Murai salió corriendo sin importarle que su rival aprovechara el momento para atacarle. No sucedió; Obata debía ser rápido si planeaba huir con Takeda. Murai corrió hacia el castillo Imperial, sabiendo que no iba a haber oportunidad de explicarse con Obata; sabía que Obata creería que él orquestó todo. Las guerras seguirían, las muertes crecerían... seguramente Hiro también creería que lo había emborrachado para que no asistiera al castillo. Todo por un simple descuido.

    La duda es un veneno que desintegra, una espina que irrita, una espada que mata...

    — Murai intentó comunicarse con Obata pero fue en vano; todo lo que Murai decía era una mentira a su juicio — mencionó Matsuda —No podía hacer más. Debía defender a los suyos, pues ahora tenía a más que cuidar.

    Kirara se veía molesta; ella estuvo presente en ese momento. Sus padres habían desaparecido el día en el que Hiro no despertó, ella no sabía hasta hoy que había sido por ebrio, porque Murai lo emborrachó. Por eso, al día siguiente tuvieron grandes desventajas al pelear; fue allí dónde inició la cacería de los Fujiwara.

    —¿Acaso estás buscando que tengamos simpatía por ese monstruo? —preguntó Kirara.

    Matsuda negó — Necesitamos saber todo para entender; créeme, necesitan toda esta información para... —Matsuda sabía perfectamente para qué necesitaba todo esto, debían saber todo lo que el para entender sus acciones.

    —¿Para entender cómo te lavó la mente? —intervino Kirara ante el breve silencio de Matsuda

    —Matsuda nos ha salvado en Kioto — mencionó Takeda —Lo conozco, él no...

    Takeda apretó los puños, su odio era a sí mismo; sus manos temblaron, odiaba tener que dudar de los suyos. Pero Kuroki... él hubiera dado su vida por él, aun así le traicionó; se llevó la mano de Yuzuki sin pensarlo, prefirió poder antes que pelear a su lado. La anterior fortaleza de Takeda recaía en su fuerte lealtad con los suyos, ahora quedaba una pared de dudas y odio. Takeda observó a Tsubaki, él lo miró de regreso; no bajó la mirada, pero su fino cristalino parecía temblar, la señal de un ojo queriendo desviar la mirada.

    Matsuda bajó la mirada. Nadie decía nada. Sólo Fuji apretaba su mano, Fuji creía en él con todas sus fuerzas.

    —La reciente traición de Kuroki ha dañado la confianza de este clan — habló Yamagata al grupo — Es el mismo dolor que los Fujiwara han experimentado, la duda de no saber en quién confiar. En su caso fue una usurpación, no una promesa rota. Desde entonces se han movido como ahora comenzamos a hacerlo nosotros —miró a Matsuda — Conozco a este hombre. Más que cualquiera de ustedes. Siente culpa, puedo notarlo. No ha probado un sólo bocado, a ignorado lo que su cuerpo le ha pedido. Está cargando un peso grande en sus hombros, uno que está compartiendo con nosotros —después miró a Takeda — merece esta oportunidad para hablar.

    —Y ser enjuiciado si es necesario —
    respondió Kirara.

    —Y es por eso que está hablando; para que iniciemos a entender y así decidir cuál será nuestra juicio. Interrumpirlo o callarlo generará miedo o aprensión. Y nada de esto lleva hacia el camino de la verdad —Intercedió Takeda —continúa, amigo.

    —Murai habló sobre su plan en Kioto — dijo Matsuda a los presentes — La muerte de Tomoe. Ese siempre fue el objetivo. Pero la misión cambiaba constantemente por los movimientos alrededor Japón. Al principio iba a ser Rengo, después fue mi Meishu... —se notaba confundido — Existieron tantos cambios que mi mente perdió la cuenta de cuantas veces escuchamos a Murai replanteando sus tácticas, movilizando a su gente; buscando rutas y encontrando personas. Habló de cómo pensaban secuestrarte desde Sado —mencionó mirando a Takeda — pero no esperaban la aparición de Fuyu y sus hombres...

    Fuyu bajó la mirada; hoy estaba allí como aliado. Pero fue él quién le quitó un brazo a Takeda. ¿En qué se diferenciaba de aquel chico llamado Kuroki? Eran circunstancias diferentes... venganza a traición; pero ambas atadas con sangre.

    —Iban a secuestrarte para replantear la supuesta boda en Kioto; usar señuelos para que tú no tuvieras que exponer tu vida. Fue entonces que Murai convenció a Kyoko... ella... ella tomó el lugar de Tomoe. Así ella permanecería segura en Koga, detrás del nombre de Fureku. Un muchacho de los Ikeda de Shimane —Matsuda negó —Un día se llevaron a Kyoko, disfrazada como Tomoe, conociendo así la técnica de Murai... Ese día Murai estaba molesto. Pues se suponía que el llevaría personalmente a Tomoe a Kioto; pero hombres de Gendo vinieron por ella. Fue en ese instante que él comenzó a temer lo peor... que su plan ya fuera público.

    Matsuda tomó un poco de aire, debía ordenar sus pensamientos y no olvidar nada. Pero fueron tantos cambios, tantos movimientos debajo del agua que era muy difícil seguirlos y entenderlos todos —En esos momentos no tenían ni a Takeda ni a Rengo; por un momento sugirieron que si no obtenían a ninguno, yo supliría a mi Meishu en la ceremonia. Pero me calificó como inútil de poder desarrollar dicho papel; por lo que no me enseñaría su escuela.

    Kirara bufó molesta. Shinko la tranquilizó.

    Shinrin parecía preocupada; había tanto peligro en la mente de Murai y ella sentía que no había hecho lo suficiente como para proteger a Takeda.

    —Y fue cuando llegaron las noticias de Ibaraki... fue ese día el que conocí a Hoshi... —dijo mirando a Takano; que fue el primero en reaccionar.

    —¿Hoshi Harima? ¿Estás seguro que no era una de esas copias disfrazadas? —preguntó Takano.

    —No puedo asegurarlo; no tengo la disciplina para diferenciar esas escuelas. Pero habló de Rengo... y habló de él con tanta...

    —Ternura— interrumpió Shinrin mientras Matsuda afirmaba — Rengo me lo contó; me dijo que estaba seguro con aquel grupo siempre que Hoshi estuviera a su lado.

    —Por eso creí que si era el verdadero Hoshi; quién le dijo a Murai que no podía quedarse en Koga a esperar noticias de él. Decidió que iría por él. Después, un grupo atacó Koga, al parecer uno de los hijos de Murai lo traicionó, Kodoku... este falló su ataque hacia Murai y él terminó muriendo a manos de su padre. Salieron victoriosos en Koga al parecer; y al siguiente día llegaría Rengo, creo. No vi el sol en mucho tiempo y mi percepción por el paso del mismo es algo confuso.

    —¿Hablaste con Rengo?— preguntó Takano; Matsuda negó en respuesta.

    —No vi jamás a Rengo; se encargaron de ello. A palabras de Murai, no debía ver mi rostro; intentaría liberarme y causaría más problemas que soluciones —Suspiró — Por un tiempo creí que me matarían; pues uno de los discípulos de Murai parecía que tomaría mi lugar; me suplantaría aquí con ustedes. Pero al parecer ese plan también cambió... Tal vez debido a la destrucción final de Koga.

    Todos los miraron.

    —Hubo una guerra; justamente en un periodo de tiempo dónde Murai y los suyos no se encontraban en Koga; estaba yo, la esposa e hijos de Murai. Seguramente había más personas en Koga; pero yo sólo veía a estos tres. La mujer me cuidó y los hijos conversaron conmigo. Hajime y Hiro, respectivamente de mayor a menor. Fue en ese tiempo cuando creí que moriría eventualmente, pensé que me envenenarían o algún tipo de muerte silenciosa. No fue así. Mako no conversaba conmigo, sólo revisaba mi estado de salud. Hajime si que hablaba, me contó de cómo su padre siempre le traía flores de todos los sitios que él visitaba, de cómo se enviaban cartas simplemente para no sentirse lejos... esa práctica terminó desde... bueno, eso, los ojos —Era un tema que incomodaba a Matsuda.

    Kirara se cruzó de brazos; se estaba hartando de que Matsuda hablara de ellos como si fueran conocidos, amigos con los que han bebido y disfrutado de buenas pláticas; ella esperaba palabras mordaces, que revelara secretos para destruirlos. Ella no buscaba empatía o comprensión; pero se contuvo, esperando a que Matsuda terminara.

    —En ese tiempo también había otro hombre... uno de que entendería muchas cosas de las que hablaré más adelante; primero la guerra... primero entró uno de los hombres de Gendo a palabras de Hajime; conversó con su madre y no llegaron a un acuerdo. Koga se preparó para la invasión. A mi me mantuvieron en la mazmorra. Sólo escuchaba los golpes de la muralla cayendo, gritos de guerreros... todo pasó muy rápido y cuando escuché los vítores y risas del enemigo...

    "Enemigo"... pensaba Kirara "Te lavaron la cabeza... "

    —...supe que me encontrarían allí; no sé. Tal vez quemarían aquel sitio conmigo dentro. Estaba preparado para aceptar mi muerte; pero uno de los discípulos de Murai llegó a sacarme de allí; me ocultó en un saco y me arrastró allí. Nuevamente no pude ver Koga, o a alguien realmente. El sonido de gritos cada vez era más distante. Cuando parecía que estábamos en un sitio seguro, escuché de una mujer que buscaban un intercambio, querían que Rengo fuera la carta de cambio por los hombres que se quedaron defendiendo Koga —miró a los presentes— Aproveché su momento de pánico; aun estaba encadenado pero podía salir de aquel saco... verlos rostro a rostro.

    Esto interesó a los presentes.

    —Allí, en aquel escondrijo alejado de Koga estaba Hoshi; pude reconocerlo. Murai inconsciente a manos de mujeres que no conocía; todas tenían una tristeza en su mirada. Mako, Hiro, Hajime. Esposa y los dos hijos pequeños de Murai. Fureku, el joven Ikeda que en esos momentos ya sabía que era Tomoe en disfraz. Había otro hombre, con un parecido a Murai, asumo que era el hijo mayor Haku. Y una mujer de cabello... —miró a Takeda — Cómo el tuyo.

    Takeda reaccionó al instante desviando la mirada; algo que no entendió Matsuda. Haciéndose sentir más culpable, regresando la mirada a los presentes.

    —Les pedí que me enseñaran su escuela de engaño; con ello me podría hacer pasar por Rengo —lo dije sin pensar, quería salir de allí; quería ayudar a Rengo. Aun tenía una misión que cumplir, proteger a los Minamoto. Pero Rengo no estaba allí con ellos, no lo entendía.

    —Fue cuando Oboro y yo fuimos por él a Koga —mencionó Shinrin.

    Matsuda la miró; en sus ojos hubo desesperación fugaz, estuvo tan cerca de ser rescatado si ellas lo hubieran sabido. Parecía que Shinrin iba a disculparse pero Matsuda entendió y negó —Menos mal se lo llevaron de allí; no sé si lo hubieran entregado. Murai estaba desmayado, al parecer muy herido; las decisiones las estaba tomando Haku. Tal vez... si Rengo hubiera estado allí lo habrían entregado, no lo sé. Pues al parecer los que se quedaron atrás eran amigos muy queridos de él.

    Matsuda intentó acomodarse; pero cualquier intento por relajar su cuerpo fue en vano; no podía destensar sus músculos, estaba en alerta constante —Es ahora que regreso al hombre que conocí cuando Murai y el resto salieron de Koga — miró a Fuji — Wu Yon.

    Fuji bajó la mirada.

    —Ese hombre, se sentó un día frente a mi y habló de un zorro blanco. Al principio creí que sólo me estaba contando una historia; pero lentamente fue tomando sentido

    —El camino del conocimiento es peligroso; y a todos los que toca los destruye, les da una melancolía que es imposible de quitar de su sistema. Pero el conocimiento da grandes beneficios cuando se busca dominar una Nación. Y cuando el conocimiento parece abrumarte, sólo debes tomar todo lo que sabes y comprimirlo. ¿Cómo dominar una Nación? Es muy sencillo, siempre verlo como la relación de un padre y su hijo pequeño. El hijo jamás debe de perder esa visión de que su padre lo puede hacer todo, que es invencible. En el momento en que el hijo sepa de la mortalidad que tiene su padre; dejará de ser niño. Lo mismo sucede con una Nación, si el pueblo sabe que su líder tiene límites, crecerá, y buscará ser mejor. Quítales conocimiento y acapáralo... pero hay otra solución —afirmó convencido — La obediencia puede ser comprada, someter a tus enemigos de manera monetaria es uno de los juegos más básicos, y que todo Japón desaprovecha.

    Wu miraba a Matsuda, quién estaba confundido del por qué este hombre le decía aquello.

    —Murai ha dejado de ser invencible; ya perdió el control de uno de sus hijos. Los demás ya temen por verlo morir. Murai ha caído y aun no lo sabe. Ya no puede retenerme más... y mi lealtad puede comprarse —dijo apuntando a Matsuda — Si sobrevives, dile esto a tu líder. Veré cual de todas las facciones logra llegar a mi precio.—se levantó.

    —Empezaré a escuchar ofertas en los puertos; desconozco las habilidades bélicas de tu líder Takeda; pero si conozco bien su habilidad financiera. Estoy interesado en escucharlo, él sabrá como llamar mi atención. Al final resultó ser un buen comerciante.

    Wu le dio la espalda; Matsuda creía que lo iba a liberar pero no fue así.

    —No pierdan su vida buscando conocimiento; no da buenos frutos como lo hace el oro y el jade. El comercio con el exterior puede darle beneficios sobre sus enemigos en esta isla.

    —Ese hombre es muy extraño; y no creo que su comercio sea legal —mencionó Matsuda.

    —No lo es; dice que comercia con incienso pero lo que hace es ocultar opio y amapola —intervino Fuji; para después mirar a Takeda — Ese hombre; fue mi padre en algún momento de mi infancia —miró a Matsuda — Pero se volvió mortal ante mis ojos

    —Este hombre —
    volvió a hablar Matsuda — Tiene una alumna con Murai; le enseñó su arte, dijo que lo empleó en Sakata...

    Kirara y Shinko reaccionaron, esta vez no con enojo; sino con miedo.

    —El asesino misterioso... ¿Te dio el nombre de su alumna? — cuestionó Kirara.

    Matsuda negó — Dijo que traicionaba a Murai; pero no a sus alumnos. Cómo tampoco traicionó al primero... Masaki.

    —Entonces no busca negocios con Takeda, busca venganza. Fuen Kenzaburo, Misato y Sora los que le mataron— intervino Takano, tratando de calcular toda esta nueva información que se acumulaba.

    Matsuda negó —Mara llevó a Masaki a su destrucción, eso fue lo que me dijo. Mencionó que era ridículo pelear con entidades que desconocía, así que culpa al mismo Masaki por buscar conocimiento en lugar de ganancias.

    Por unos momentos; Matsuda se mantuvo en silencio. Esperaba preguntas que aun no llegaban, todos seguían pensando en todo lo que narraba. Y aun no era todo.

    —Puedo detenerme; antes de seguir mi relato. Tal vez es demasiado para digerir en estos momentos.

    Nuevamente silencio.

    Takeda miró a Matsuda; sus manos seguían tensas, su comida intacta —Sigue, saca todo de una vez...

    Matsuda afirmó —Decidieron en Koga que no me mandarían a mi ni a nadie a suplantar a Rengo; se irían de Koga abandonando a los que cayeron. Yo les recriminé dicha acción y Mako terminó abofeteándome, me dejó en claro que yo no conocía a esa familia para juzgarlos —negó — Era su prisionero; creo que tenía el derecho de hacerlo.

    Matsuda levantó su mirada a Takeda —Allí también había otra persona; un hombre enmascarado al que llamaban Hannya, pues portaba una máscara así. Yo soy un shinobi novato comparado con lo que fue Obata; pero se diferenciar los pasos de las personas a la distancia. Ese hombre, era un yurei. Si le hubieran encomendado mi muerte, jamás hubiera sabido lo que me mató.

    —Gifu... —mencionó Shinrin —Yo también conocí a ese hombre y al que parecía era su alumno. Sus pasos, sus movimientos, su respiración... incluso su aroma eran imperceptibles.

    —También estuvimos en Gifu... con el tema del crisantemo blanco —intervino Kirara —Allí conocimos a Matahachi y a un par de estos discípulos de Murai; vimos el rostro de dos de ellos.

    —Al parecer tuvieron un encuentro en Otsu, algo que completaría la historia de Matsuda. Hablaron de la muerte de Kaji, el señor de Shiga. Los Sugita prácticamente habían sido expulsados de su propia prefectura —
    agregó Shinko.

    —¿Escuchaste algo del crisantemo blanco o negro a boca de Murai? — preguntó Kirara hacia Matsuda.

    Nuevamente, Matsuda negó.

    —Nos dijeron que el crisantemo blanco había nacido como contraparte del crisantemo negro, el viejo equipo de sabotaje y espionaje del Emperador — Kirara se escuchaba harta de aquel tema, simplemente quería dejar de hablar y comenzar a actuar —Dejemos de hablar; debemos aprovechar este momento si Murai está débil.

    No — intervino Matsuda. Algo que molestó a Kirara —Estás muy equivocada al creer que Murai está débil en estos momentos. No es así...

    —Lo mismo creo—
    Habló Takeda — Podrá encontrarse débil físicamente; pero en Kioto logró desestabilizar a todo el ejército de Kioto

    —Con tres personas — agregó Matsuda —Él, Hannya y yo.

    —Quiero escuchar ese plan — mencionó Takano.

    —Murai buscaría rescatar a los capturados de su clan, vivos o muertos. Hannya debía rescatar a Shino y su hijo, y yo... Murai me dio este arco — empezó Matsuda quitándose el arco de encima para colocarlo ceremoniosamente al frente. Hayato lo observó con maravilla —Dijo que yo me encargaría de eliminar a la falsa... a To... —la mandíbula de Matsuda comenzó a temblar —De eliminar a Kyoko —sus ojos se nublaron y apretó las uñas sobre sus rodillas —Yo la conocía, sabía que estaba ayudando a los Minamoto con sus acciones; pero ella no lo sabía... no sabía que iba a morir... pude evitarlo; pero lo si lo hacía... ponía en riesgo a mi señor... yo... yo...

    Este era el verdadero motivo de la incertidumbre de Matsuda. No era miedo, no estaba ocultando una traición. Estaba arrepentido, había matado a una compañera por el bien de una misión.

    —Si ella vivía, forzarían la ceremonia y el destino de Takeda sería incierto; podían matarlo, suplantarlo, encerrarlo...

    Tanto Yuzuki como Takedo sabían la verdad; el Emperador mismo se los dijo, iba a vivir en las mazmorras por siempre, pudriéndose en el olvido.

    Takeda no detuvo a Matsuda, sabía que habías mas.

    —Tensé el arco; sólo tenía una oportunidad. Revisé lo que veía... vi a Kuroki junto al Emperador, junto a Gendo...—Matsuda seguía llorando — Vi a Takeda y por un instante creí que mentían, no podía creer que en verdad estuvieras allí. Yo... tensé con firmeza el arco. No dudé... solté la flecha y pude ver cómo le arrebataba la vida...— cerró los ojos para contener sus lágrimas — Soy un asesino. Un traidor.

    Matsuda no pudo seguir más, sus lágrimas no pudieron contenerse.

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    Takano había estado cubriéndome, me di cuenta cuando encontré su silueta, también me había colocado un haori para taparme, evitar las miradas en la mano faltante que significaba también la caída de un fragmento inmenso de mi mente. El haori no era el que me había dado mi madre, en el revuelo que parecía una pesadilla sin fin me habían desprovisto de su abrazo. Ni Takeda ni yo portábamos ya nuestros emblemas; nos habían humillado, pisoteado y escupido. Habían ofendido las vidas contenidas en esos símbolos.


    La familia de Takeda.

    Y todos los Minami que se habían matado frente a Kato.

    Los vitores de las personas, aunque muy diferentes, me recordaron el caos que había comenzado a oír en las mazmorras de Kioto y el cuerpo se me bañó de miedo; un sudor nervioso me cubrió el cuerpo, la cabeza me quiso dar vueltas y me sujeté con algo más de fuerza a la manita de Hayato. Esto apenas empezaba, ¿no? Jamás me abandonaría, jamás se volvería un mal sueño que podría olvidar.

    Era como Takano temiendo el encierro.

    Me mantuve todo lo serena que pude, sabía que nuestro ánimo era importante para la gente y agradecí que Yamagata y Hashimoto se encargaran de las personas, nos dio un tiempo valioso para descansar de la farsa aunque sabíamos que deberíamos fingir al día siguiente. Tal vez para entonces no percibiera en las voces de nuestros aliados la violencia de un ataque que habría podido dar por terminada mi vida y la de Takeda, aunque lo dudaba muchísimo.

    Estábamos por entrar a la casa feudal cuando Tsubaki me alcanzó, hizo una reverencia y lo observé con una frialdad que no estaba dirigida a él ni a nadie en realidad. Lo que hizo fue entregarme mis cosas, las debía haber recuperado en Nagoya; las monedas, la flauta que había comprado aquí en Tsu y el pergamino de Rengo. Puede que de todo eso lo único que apreciaba de verdad fuera el pergamino, porque le pertenecía a uno de mis niños. A uno que jamás me mutilaría frente a Takeda.

    Y hablando de niños Hayato... ¿No había crecido de golpe ya dos veces en su vida? Había visto Fujimi reducida a cenizas, había visto la cabeza de su padre en una pica, y ahora la figura que lo había protegido estaba desmembrada a su lado. Esto era completamente distinto al estado en que había quedado en Tomaya, esto definía el fin de los días de ser un niño para Hayato, incluso los que poseía a nuestro lado. Me habían arrebatado eso también, justo como me habían impedido ser una niña a mí al saber que mi padre se había abierto el vientre con un tanto.

    —Gracias —dije para Tsubaki, con los ojos puestos en el pergamino una vez recibí todo con la mano que me quedaba.

    Como había soltado a Hayato le di un toquecito con la mano ocupada y me incliné un poco hacia él. Con la falta cada vez más interiorizada sabía que necesitaba ayuda para varias cosas, la necesitaría por un buen tiempo.

    —¿Puedes cuidar mis cosas, cariño? —le pedí en voz baja a sabiendas de que me diría que sí. La voz me salió pastosa, como si no fuese mía del todo.

    Takano no me lo había dicho, no hacía falta tampoco, sabía que tenía mis armas pero en este estado no podía sujetar bien una katana, mucho menos creía ser capaz de siquiera mirar el colmillo luego de haber visto la cara de Murai y sus ojos falsos. No entendía absolutamente nada, por mucho que lo intentara, todo lo que tenía impreso en la memoria era confuso, se mezclaba o se fundía hasta perder su forma. No tenía caso intentar sacar algo en limpio.

    —Aoi y el colmillo son tuyas ahora —dije hacia Takano en tono neutro, refiriéndome a la katana que había recuperado en Kamakura—. Ankoku. Era el nombre que iba a darle al colmillo, pero no tiene caso si no puedo empuñarlo.

    La sombra ahora soy yo.

    Lo pensé, fue una idea venida de ninguna parte y la guardé porque justo ahora no tenía tiempo para nada de eso. No podía escapar a una habitación, encerrarme y permitirme un espacio de soledad, lejos de todos los demás, lejos de los cuerpos, los ojos y las cosas que había dejado de comprender en Kioto. Lejos del hecho de que uno de los nuestros me había arrebatado una mano pero Murai había dicho que me dejaran la llave para salir e incluso de haber podido era posible que no encontrara calma en ningún sitio, que viera sombras, filos y escuchara mis propios gritos en cualquier parte. Descansar ahora mismo era imposible, no tenía caso, así que quizás debí agradecer la insistencia de Matsuda por escupir toda la información que poseía a pesar de que fuese a resultarme igual de incomprensible que todo lo demás.

    Habló, Matsuda habló y habló, hubo interrupciones, hubo dudas, escuché a Kirara decir que una vez hablara podíamos enjuiciarlo y por primera vez deseé que solo guardara silencio. Entendía su furia, la había entendido siempre, pero ahora todo era diferente. Con una mano menos, traicionados por Kuroki y salvados por Matsuda solo quería que lo dejaran hablar. Era una situación demasiado compleja para solo culpar a Matsuda, la posibilidad de que fuese un impostor o que solo le hubiesen lavado la cabeza.

    Él y Kyoko siguieron a quien creyeron que era Shino, fueron detectados, apresados y eso resultó en el tiempo que pasó Matsuda cerca de Murai. La guerra entre Iga y Koga había precedido al exterminio Minamoto, a la sangre que habíamos visto en el palacio Katsura, ¿y luego qué? ¿Murai era la víctima convertida en victimario? Ya no entendía absolutamente nada.

    En cualquier caso, el plan de Kioto sufrió cambios de forma constante pero el objetivo nunca cambió. Murai sacaría a los suyos, Matsuda debería disparar a la falsa Tomoe y cuando el plan estuvo en marcha, cuando consiguieron entrar a Kioto y Matsuda vio a Takeda, supo que no podía solo decidir no matarla. Era de los nuestros, pero si la dejaba con vida no sabía cuál sería el destino de Takeda.

    Él y yo sí, porque Akishino nos lo había dicho.

    Dejar a Kyoko con vida habría condenado a Takeda a las mazmorras.

    Matsuda se quebró, el llanto lo alcanzó y supuse que en su cabeza se estaría preguntando qué lo diferenciaba realmente de Kobayashi y Kuroki, porque se llamó a sí mismo traidor. Puede que, quisiéramos o no, al final del día todos fuéramos asesinos y punto, tomábamos vidas, lo hacíamos con tal de no perder las nuestras, pero haber matado a Kyoko era diferente y lo entendía. ¿La vida de Kyoko era menos importante que la de Takeda? No, pero sabía que todos habíamos interiorizado en nosotros la posibilidad de morir si eso significaba salvarlo.

    Era por ello que había entrado a Nagoya, me había negado a regresar con Ukita y había sido llevada a Kioto. Podía haber significado mi muerte, pero Takeda no había estado solo. Sin embargo, le había pedido que llamara a Kanon y cobrara mi sangre.

    Sabía que Takano no quería escuchar nada más de Murai, lo entendí cuando apretó mi hombro en un gesto protector mucho antes de que Matsuda comenzara a soltar absolutamente todo. Yo tampoco lo habría querido así, pero había visto a la serpiente y era él quien le había dicho a Konan que me dejara la llave. Era quien había llegado disfrazado como Hoshi Harima, por eso había reconocido en él los rasgos de Kato y Rengo.

    Dudé, dudé muchísimo, pero no podía solo ver a Matsuda así y callar lo que yo misma había visto. No podía solo quedarme congelada con el miedo que Kioto me había dejado en el cuerpo, incapaz de hablar y aunque me faltara fuerza, aunque me faltaran muchísimas cosas, puede que la única suerte que tuve fue que el dado que decidió mi destino me hubiese permitido conservar la lengua. Todavía podía hablar.

    —Akishino vino a ver a Takeda directamente, conmigo presente, y trajo al niño… a Kinsuke. Así como acabaron con los Minamoto en el palacio Katsura, Akishino nos dio una oportunidad que sabía que no tomaríamos: matar a su hijo —comencé a decir desde mi posición, la voz débil, apagada y monocorde. No miré a nadie en realidad, mantuve la vista en un punto cualquiera del espacio—. Akishino… Dejó claro que haberme confiado el ejército fue uno de los errores de Takeda, entre tantos otros, como la compasión por una vida que recién llegaba al mundo. Al llevar a cabo la ceremonia Takeda simplemente sería recluido, sin más, condenado a las mazmorras.

    Me callé, respiré con algo de dificultad y mantuve la mano faltante oculta entre las mangas del haori, unidas sobre mi regazo. La cabeza me daba vueltas, no me sentía en la capacidad de decir nada de eso, de revivirlo, pero era necesario.

    —Después de… Yo no… Me enviaron a las mazmorras, me separaron de Takeda, y allí estaba Konan, hijo de Kozaemon. Al resto de ellos los clavaron en la plaza, eso dijeron los que fueron encargados de vigilarnos, dijeron que… que solo quedaba él. —Las palabras que había escuchado, cuando dijeron que allí pondrían mi mano izquierda y que pondrían también la derecha de Takano me desataron un temblor en el cuerpo que fui incapaz de controlar, pero seguí hablando como pude—. A las mazmorras llegó el ruido de afuera, se había desatado el caos y alguien entró, mató o inutilizó a quienes nos vigilaban, llevaba una máscara de zorro blanco, pero apareció otra persona.

    Otra pausa, los temblores me obligaron a tomar aire como si llevara corriendo un buen rato y sentí la cabeza nublada, confusa. Pasé saliva, volví a parpadear y el brazo desmembrado se movió entre las mangas del haori, otra vez había pretendido usar la mano que no tenía para sujetarme a mí misma.

    —El zorro se ocultó. Entró alguien que se parecía a Kato y a Rengo, sus facciones se parecían, Konan lo llamó Hoshi así que al menos eso ahora tiene alguna clase de sentido. Hubo otro altercado, lo atacó el zorro pero ya había liberado a Konan y este atacó al zorro. Fue cuando Hoshi se limpió el rostro —dije cuando pude comenzar a unir los recuerdos entre la bruma mental— y se reveló como Murai Sugita, con sus ojos falsos. Le preguntó quién más estaba allí, Konan le dijo quién era yo y… No lo entiendo, no lo entiendo, pero Murai le dijo que me entregara la llave y me la dejaron junto a un mon. Murai pidió que me dejaran la llave que me permitió liberarme y reunirme con Takeda.

    Saqué la mano derecha con cuidado, me aseguré de mantener el muñón cubierto de la vista de todo el mundo y extraje el mon que había guardado en algún punto de mi carrera por buscar a Takeda. Lo estiré hacia Takano, a quien tenía más cerca, y esperé que él lo mostrara a los demás si hacía falta.

    —Pude salir cuando Konan y Murai se fueron. Afuera vi a Matsuda por primera vez, peleaba con alguien… No pude quedarme a ver qué pasaba, no podía ir por él sin saber que podía recuperar a Takeda. —Todos éramos traidores por motivos diferentes, me di cuenta entonces, y los ojos se me llenaron de lágrimas—. Shinrin disparó la flecha que nos permitió reunirnos con ella, liberando a Takeda, pero no pude decirles que había visto a Matsuda. Era demasiado riesgoso quedarnos, era un peligro demasiado grande… Yo no… no había forma de que pudiera empuñar una katana incluso si la conseguía. Solo pude decirles que lo había visto cuando estuvimos en las afueras y entonces… Debíamos priorizar nuestra seguridad, volver a entrar a Kioto habría hecho que nos mataran a todos. Tuve que decirles que lo dejáramos atrás.

    Fui capaz de destrabar mi propia mirada, de sacarla del punto muerto, y al parpadear las lágrimas cedieron. Me levanté con algo de dificultad, mis pasos me llevaron a Matsuda y volví a acomodarme frente a él, dándole la espalda pero enfrentándome a los ojos de los demás.

    Todo había cambiado.

    —Murai pudo matarme y eligió no hacerlo. —Esa sentencia, contundente, me hizo todavía más consciente de lo que había vivido—. Fue quien aniquiló a parte de los Fujiwara y quien condenó a Takano.

    >>Y ahora estoy sentada aquí porque ordenó que se me entregara una llave. El mismo hombre cuya arma imité y al que juré cazar ante Kirara la segunda vez que escapó de nosotros, al que juré acabar si volvía a presentarse ante mí, el mismo por el que quise investigar su veneno sin decírselo a ninguno de ustedes. ¿Cambia algo? No para quienes sufrieron en sus manos, pero lo cambia todo para los que pudimos haber muerto y no lo hicimos. —Tomé aire por incontable vez, el cuerpo todavía sacudido por los temblores—. No significa que haya que ser indulgentes, pero debemos pensar en todo lo que ocurrió. La historia que precede estos enfrentamientos es más grande que nosotros mismos y nuestros clanes.


    parece un fic esto, me per d0nan?
     
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    Fujiwara no Riku

    Kyoko...

    Me quedé pasmado unos momentos al final de todo, repasando ese nombre. Lo conocía y sabía, sabía...

    Le debo por hacerme salvado...

    Me había salvado, había dejado planes por ello y continuo hacia territorio enemigo... Ha pasado tanto de ello, ahora no volvería...

    Otra cadena de eventos que, quizás, termino siendo desencadenada por ese día...

    Kyoko interrumpió en ese momento y mencionó que había sido a manos de los Sugita

    Tomé aire y no hizo falta armarme de valor, si puedo hablar, voy a hacerlo no dudaré. "Aquí, en Stu, debería de haber dos miembros del Clan Momochi". Lo diriji primero a Takeda. "Si lo vez necesario, quizás podrían aportar algún detalle de ese evento". Aunque tenía mis dudas de lo que podrían aportar. Después mirando a Matsuda con cierto pesar, pero hablando como si realmente quisiera transmitirle esa información a él. "Quizás, si te da algo de consuelo, deberías comunicarle lo sucedido".

    Wu Yon.

    Su aprendiz...

    Ese hombre, se sentó un día frente a mi y habló de un zorro blanco. Al principio creí que sólo me estaba contando una historia; pero lentamente fue tomando sentido


    Cruce un poco las cejas arrugando la frente en una leve reflexión. "La forma en cual ese hombre parece referirse al conocimiento... Podría tratarse de un crisantemo negro rezagado, o alguien se les este oponiendo".

    "Pero, estos zorros. Zorro blanco y zorro negro... Crisantemo blanco y Crisantemo blanco". Mire con cierta duda, como bien sabiendo estaba por decir ridículos. "Díganme no hay una posible relacion aquí...".

    Una extraña. Pero podría significar algo.

    También estuvimos en Gifu... con el tema del crisantemo blanco. Allí conocimos a Matahachi y a un par de estos discípulos de Murai; vimos el rostro de dos de ellos.

    Asentí. "Tuvimos un encuentro con el crisantemo blanco, con varios de sus miembros y quién sería su fundadora. Al parecer, buscaba reunirnos con los Sugita por alguna especie de tregua...

    —Ogen usaba las piezas cómo ella creía conveniente; pero no pudo controlar a todas, a su hijo menor entre ellas. Por lo mismo, usaría a una de las familias más poderosas para manipularlo, hacerlo caer...

    —Pero nadie puede contra ese hombre; he escuchado y visto varias ocasiones dónde alguien busca matarlo y falla —interrumpió Rei a Kumiko.

    —Y Murai no fue el único que ha logrado escapar de Ogen —Kumiko miró Riku — Cree una nueva organización, uno que ayudaría a quién no podía ayudarse a sí mismo. Cree el clan oculto llamado Shirogami; un clan shinobi que busca ayudar a todos los prisioneros de guerra, refugiados o afectados por las acciones bélicas. Y lo cree basándose en la valentía de su maestro herrero, Keisho. Un herrero que no creaba armas para aquellos que sólo buscaban sangre con ellas —observó a una las mujeres que acompañaban a Rengo — Obata fue otro. Kaze... fue otro.

    Miró a los presentes.

    —Ogen sabía que Murai y Obata no se podían alcanzar con simples ataques ocultos; así que creó planes complejos para destruirlos de otras maneras. Sabía que Obata era afín a los Minamoto... y sabía que Murai amaba más a su clan que a sí mismo —bajó la mirada — Sólo debían atacar lo que estas personas amaban para lentamente irlos eliminando.

    —¿Los... Minamoto?— preguntó Kirara.

    —¿Cómo lastimaría a ambos al mismo tiempo? —firmó Kumiko — Se necesitaba que los Minamoto y los Taira estuvieran en guerra para que estos dos estuvieran los suficientemente vulnerables para atacarlos de todos los flancos posibles.

    —¿Todas las guerras simplemente por el capricho de querer eliminar a un par de personas?— reclamó Kirara con molestia.

    Kumiko negó — No, eso es sólo lo que vemos. Lo que está sucediendo es un reacomodo del poder en Japón. Son todas las facciones usando a otras. Mientras el crisantemo negro buscaba eliminar los cabos sueltos para seguir en búsqueda del conocimiento; otros clanes aprovechan esta situación para tergiversar la situación. Entre ellos, una mujer del crisantemo negro buscaba algo más que simple conocimiento. Al ver el poder que manejaba Ogen, le resultó sencillo atacarla también a ella...—miró a Akihito y Aoi — Esa mujer usó a Kodoku, le prometió tantas cosas a un simple niño que buscaba obtener más poder; le implantó la idea a Ogen de que en Koga ocultaban algo; que podrían usar a Kodoku para obtener esa información.

    Kumiko miró Rengo —Les habló de poder obtener el conocimiento que guarda celosamente el señor Hoshi —miró a Riku — le dijo que aquel hombre sabía cómo invocar a cierto shijin de la sabiduría —miró a los Fujiwara —Fue esta misma mujer la que usó a Sumitomo Fujiwara; a Tadashi también. Usó cada debilidad que cada una de estas personas tenía, y lo hizo para ponerlos a todos encontrados.

    —¿Cómo es que sabes todo esto? — preguntó Dozan —Hablas cómo si tu fueras esta mujer, estás dando demasiada información sin entrar demasiado a detalles, miras a las personas que seguramente son o fueron afectadas por las personas en tu narrativa; sabes a quién decirle cada una de estos detalles. ¿No estás haciendo lo mismo que esta mujer en tu historia? Implantando ideas para desatar un caos con esta... información —Dozan se cruzó de brazos Además de que a ti, parece que no te han alcanzado las consecuencias de la casería del crisantemo negro.

    —A nosotros también nos llegó ese ataque — intervino Matahachi — Nos costó demasiado...

    —Yo lo sé porque conocí muy bien a esta mujer...—
    interrumpió con calma Kumiko a Matahachi — Es mi hermana. Kanon.

    Soy un asesino. Un traidor.

    Suspiré. Con pesar. Porque, dentro de todo, quería enojarme como Kirara y acusarlo tan abiertamente. Estoy con ella en esto. Y, a un así, no quería dirigirme de manera brusca a alguien que se encuentre vulnerable.

    "Se trató de una desición difícil. Pero has tenido un largo tiempo con Murai de de compañía. Con él y el resto de su clan". Te lavo la cabeza, tal como a cierta niña. "Pero acabaste siendo una pieza en su plan y empujado a elegir entre dos vidas, a la vez arriesgando la tuya propia. No voy a creer seas el único o el último, pero parece encontrar la manera de hacer que las personas hagan acciones que norlmanete no harían por él".

    "De alguna manera, no creo sea lo último de él. No va a desaparecer". Negué. "Y así cuando se interponga en su camino, te elimina. Todavía debemos de averiguar demaciadas cosas, las cuales es probables algunas estén enlazadas con Murai. ¿Defenderas a ese hombre que podría causar la muerte de alguien aquí presente? ¿O persiga a un aliado que nos será necesario?".

    "Si lo vez andando tranquilamente por la calle, ¿Qué harias? ¿Lo saludarias y lo dejaras estar?".

    "No has echo ninguna de estas acciones, y prefiero creer es poco probable lo hagas. Pero, preferiría saberlo, ¿Qué piensas de él? ¿Harías algo si así te lo pidiera?".

    Lamento la cita bastarda? Jeje.
     
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    Casa Familia Hachi.
    [Shinrin; Takeda; Yuzuki; Ukita; Fuji; Yamagata; Hayato; Takano; Tsubaki; Fuyu; Matsuda; Kirara; Shinko; Riku]

    Hayato sostuvo con fuerza las pertenencias de Yuzuki con fuerza; cómo si de aquello dependiera su existencia. Estuvo atento a todo lo que le decían, cómo un adulto. No un niño al que le habían dado tantas monedas que podría gastárselas en diferentes tipos de juegos y dulces.

    Takano no había dicho nada de las armas de Yuzuki; las retuvo, pero él también sabía que no eran suyas, que sus manos ni siquiera podían portarlas con genuina habilidad. Eran de ella, de nadie más, sólo tenía que recordárselo, una tarea que resultaría ardua esperando a que no se tornara imposible.

    Yuzuki empezó a relatar lo sucedido en el Palacio Katsura; haciendo que Matsuda levantara sus hinchados ojos hacia ella, pensando que sería la primera en juzgarlo, estaba listo para ello; pero no fue así.

    Todos los presentes escucharon; y era Takeda quien no podía separar su vista de Yuzuki, dándole toda la atención humanamente posible.

    Kozaemon... el maestro de Kenzo; asesinado por Kato en Saitama... él tenía un hijo... un hijo que ahora estaba con Murai.​

    Las palabras de Yuzuki resaltaban una verdad: También Murai fue traicionado por el Imperio. Sus allegados habían sido exhibidos en la plaza de Kioto.

    El zorro blanco. ¿Quién demonios era?​

    Takano abrazó a Yuzuki cuando ella comenzó a temblar, cuando habló de Hoshi revelando ser Murai, dándole la oportunidad de liberarse sin obstáculo alguno. Después recibió el mon, lo observó a detalle, lo extendió por el grupo para ver si alguien podía darle voz a los misterios detrás de ese extraño símbolo.

    [​IMG]

    Yuzuki habló de lo difícil que fue también dejar a Matsuda atrás; Matsuda no los veía con rencor, sus ojos aun hinchados por el llanto pero no había un ápice en su rostro que mostrara desagrado o rabia. Y cuando ella habló de Murai, su venganza hacia él, el veneno que buscó aunada a Shinrin, todos ocultaban verdades... pero no mentían. Eso era lo que les diferenciaba y unía a la vez. Yuzuki hizo entender a los presentes lo compleja que era una simple venganza, una acción que deriva a varias; decisiones que acaban cambiando con el tiempo.

    Los juicios no eran tan sencillos cuando las emociones se involucraban.

    Takeda sonrió ligeramente. Pues no le importaba lo que Akishino dijo sobre Yuzuki, él constantemente se daba cuenta que habían elegido bien, ella se levantaba allí como una General, a pesar de todo.

    La camelia no se ahoga con la lluvia.​

    Matsuda afirmó como agradecimiento a las palabras de Riku; buscaría a esos shinobis. Al parecer... ningún clan se extinguía realmente. Siempre quedaban remanentes.

    Riku habló de sus sospechas sobre los zorros y los crisantemos; para también dar una información fundamental para Takeda; quién reaccionó al saber de Kanon. Apretó los puños... también lo estaban usando. ¿Pero para qué?

    Matsuda escuchó las palabras de Riku, y antes de responder, miró a Yuzuki.

    —También creí que me mataría y no lo hizo —continuó Matsuda — Perdí la máscara que yo usaba tras el ataque en Kioto; y alguien logró verme, me alcanzó y pelee con él. Al principio creí que era Hannya, alcanzándome para terminar el trabajo. No era así, era Saizo, uno de los hombres de Akishino. Su habilidad era sorprendente, parecía que... podía ver cualquiera de mis movimientos, por más que me ocultara. Pelee con él y logré herirlo lo suficiente para escapar, él ya no decidió seguirme... vio mi rostro y pronunció mi nombre...—dijo con inseguridad —Tal vez sabía de mi por mi servicio en Nara.

    Matsuda miró a Yuzuki —Hicieron bien en no regresar por mi. Yo no esperaba salir con vida de allí; creí que me atraparían los guardias o que Murai mandaría a alguien a terminar el trabajo. No lo hizo. Nadie logró alcanzarme... o al menos eso creí —suspiró con fuerza, haciendo notoria su desnutrición pues en su cuello se remarcó la musculatura y tensores. Aquel hombre estaba agotado —Murai me había indicado que debía volver a él... así que lo hice —negó con fuerza, levantando ligeramente sus manos —No lo hice por lealtad a ese hombre; no. Murai me hizo una promesa. —miró hacia Takeda —Regresé a él por esa promesa. Y también por las razones que mencioné antes, creí que no saldría con vida —las lágrimas volvieron a brotar — Y también creí... había pasado ya tanto tiempo que pensaba que mi muerte sería lo mejor...— volvió la vista al resto mientras tallaba sus párpados, intentando contener sus emociones, sin poder enfrentar la mirada de Takeda — Murai me prometió algo si yo regresaba a él —Abrió sus ojos y miró hacia los Fujiwara...

    Murai le entregó la máscara blanca a Matsuda para después extenderle un arco.

    [​IMG]

    —El último arco de los Sugawara, invaluable ahora —dijo sin mostrar una sonrisa en su rostro —No eres un maestro arquero; por eso te lo doy, este arco llenará todas las habilidades que te hacen falta.

    —¿Por que se lo das a tu enemigo? —preguntó Matsuda —¿Por qué me estás dando esta misión a mi en lugar de a uno de los tuyos?

    —Ninguno de los míos ama al clan Minamoto cómo lo haces tú — suspiró — Y siendo sincero, no quiero exponer a los míos a ese peligro. Todos ellos... son mis hijos ahora. Tú no eres mi hijo... eres el alumno de Takeda ¿No es cierto? Sé que darás la vida por tu maestro sin importar los medios.

    Matsuda tomó el arco.

    —Después de tu misión debes volver a mi — mencionó Murai —Si regresas, cumpliré algo para los tuyos. Dejaré ir a los Fujiwara... —mencionó con tranquilidad — Después de esta misión, su existencia me será indiferente.

    —¿Quieres que vuelva para servirte?— Preguntó Matsuda para que Murai comenzara a reírse.

    —¿De qué me sirves tú a mi? —volvió a reír Murai.

    —¿Debo devolverte el arco?

    —Entenderás por qué quiero que regreses. A su momento...

    Kirara renegó.

    Matsuda miró a Riku —Yo sólo respondo a Takeda Minamoto; jamás obedecería a Murai sobre de él —afirmó con convicción— Regresé a él después de Kioto por esa promesa; intenté devolverle el arco y el se negó. Pensé que allí traicionarían mi voluntad. Mi vida y todo lo que sabía del clan Koga, todo por la vida de los Fujiwara. Vidas que después de aquella misión ya no le preocupaba cazar, me estaba entregando sin realmente ningún beneficio aparente; pero hacerlo me daba seguridad de que al menos mi sacrificio serviría para algo, para demostrarle la lealtad de un simple hombre hacia su señor...

    Matsuda desvió su mirada de Riku hacia Takeda — El clan de los cuatro rombos está en movimiento, espere a que la templanza del líder caiga, así ni la avalancha de la montaña más alta podrá frenarlos en su ascenso — dijo Matsuda, citando la frase que Misato y Takeda habían decidido esparcir como nuevo acertijo en el mundo shinobi.

    Espere= 待つ (Matsu) Refiriéndose a Matsuda
    Líder= 盟主 (Meishu) Cómo Matsuda le dice a Takeda
    Templanza= 禁酒 (Kinshu) El nombre de la katana de Matsuda
    La montaña más alta= el monte Fuji, haciendo referencia a Fuji

    Todos reaccionar al escuchar "el clan de los cuatro rombos" en ese momento, aquel mon estaba en manos de Tsubaki.

    —Me estuvieron buscando todo este tiempo —los ojos de Matsuda se volvieron a inundar de lágrimas —Murai me dejó ir con un ánimo restaurado. No entiendo por qué, al igual que Yuzuki no sabe por qué le dio esa llave. Pero eso me dio la fuerza de ir a buscarlos... y fue allí dónde me encontré con el zorro negro... quería que me uniera a él a lo cual me negué. Intentó obligarme usando a uno de los suyos pero logró derrotarlo. Cuando el zorro negro iba a irse, le disparé con el arco...la flecha rozó su hombro. Pensé que me atacaría pero continuó su camino.

    Matsuda soltó aire con fuerza; había liberado todo el peso que tenía encima. Sus culpas, sus preocupaciones.

    Meishu —se dirigió a Takeda — Estoy preparado para tu juicio.

    Takeda miró a Yuzuki, y con sólo ese detalle, Yuzuki sabía hablaría sobre Kanon. Sobre lo que había decidido con rabia y deseos de venganza. Takeda desvió la mirada hacia Matsuda —Tu lealtad se mantuvo intacta gracias a tu honestidad, una traición que repruebo son las hechas sin ella. He entendido más de la moral este última estación, y sé que cargarás con la vida de Kyoko toda tu vida, no viste otra salida en aquel momento y tomaste una decisión.

    —No soy digno del perdón. Usted se negó a matar a Kinsuke, un alma sin culpa. Yo tomé la vida de Kyoko, estaba indefensa, del mismo modo que el bebé... y yo...

    —Nadie es digno Matsuda, yo también he cometido un grave error —
    dijo hacia los presentes —Las acciones de Matsuda no fueron personales, se levantó en mi nombre y eso es lo que diferencia de una traición. Matsuda no puedo considerarte un traidor... Natsu perdió el honor en el momento en que decidió actuar por sus propios medios, el camino del egoísta. Mao perdió el respeto al ir en contra de mis órdenes y sobre las decisiones que correspondían a los Fujiwara, no a ella; nuevamente fue egoísmo. Por último tenemos a Kuroki, al perder la honestidad consigo mismo, ha decidido dañarnos directamente porque no supimos darle lo que el buscaba... el egoísmo destruye a los clanes... y yo no soy diferente.

    Los presentes se miraron entre sí ante tales palabras. Tsubaki se levantó y Takeda lo detuvo con la mirada, después miró a Shinrin quién ya lo sostenía del brazo en preocupación.

    —Shinrin...—dijo sin poder mirarla a los ojos — Fuiste atacada en Gifu. ¿No es cierto?

    Shinrin levantó la mirada hacia él y afirmó. Takeda no la miró.

    —Fuiste atacada por Kanon, la mujer de las que nos ha contado brevemente Riku —Aseguró — Seguramente buscaba tu muerte; pues mencionó que tu le dista la moneda que Misato te obsequio; mencionó que ahora estarías con Rengo, seguramente para después culparlo de tu muerte. ¿Pues cómo explicaría eso después? —sonrió levemente —pero sobreviviste, gracias a hombres de Murai aparentemente... Hannya estaba allí —mencionó a reacción de Matsuda — Se presentó como Kanon, alumna de Hamami del clan Momichi. Me pidió un nombre, a alguien a quién yo quisiera matar allí en Kioto. En ese momento me negué... —tragó saliva por nerviosismo, humedeció levemente sus labios para poder hablar — después nos enteraríamos de la traición de Kuroki; las acciones de ese grupo de Gendo y sólo podía pensar en Kanon y su propuesta...

    "Confiaré en usted, mi señor — dijo Kanon —Pero si desea usarme como un arma, estaré lista para ello "

    Por fin, Takeda se encontró con la mirada de Shinrin —Usé la moneda para dejarle un nombre. Usé la fuerza de Kanon, una mujer que busca asesinarte. Escribí un nombre en la moneda y la dejé en el palacio Katsura para que la encontrara. He mandado a tu asesina por otro objetivo... y con ello he abierto la comunicación con una enemiga —sus ojos se nublaron —Te he traicionado; simplemente por rabia; porque ella era un arma en esos momentos donde Yuzuki y yo no éramos nada... —Takeda sacó el tanto que trajo de Kioto — Cuando Gendo me sostenía para mirar cómo Kuroki... —no pudo decirlo — Él... él me habló de mi madre. Habló de cómo...—apretó sus dientes y sus ojos reflejaron la rabia que sintió en aquel momento. No podía hacer nada para salvar a Yuzuki, no podía hacer nada... — Mientras veía la tortura, él también me torturó con sus palabras; su crueldad...

    Este será un extracto que había permanecido oculto de este post

    —¡Kuroki! —Gritó Takeda; pero Gendo lo sujetó fuertemente del cuello con su propia mano, apretando lo suficiente para sofocarlo ligeramente e impedir que hablara; a su vez, forzándolo a mirar, y mientras lo hacía, Gendo le susurraba.

    —Sólo una mano me basta para detenerte — le susurró — la misma mano que bastaba para someter a tu madre, una y otra vez —soltó una ligera risa mientras veía como Kuroki se acomodaba para ejecutar sus órdenes, guardando el dado que Sayuri le había dado.

    —Ella también gritaba por tu padre; y este nunca acudía. Tal vez está en el apellido Minamoto, el no ser capaces de hacer algo. Morir sin sentido, mientras los suyos sufren por ellos — dijo al ver que Kuroki decía que tomaría la mano de Yuzuki.

    —Fuiste afortunado al nacer hombre; o te haría lo mismo que a tu madre. Lo mismo que le de haré a esta mujer que amas después de tu celebración con Tomoe —sonrió al ver cómo Kuroki desenvainaba su katana —Mientras tu disfrutas tu última noche en libertad; yo la haré gritar...

    Kuroki cortó la mano de Yuzuki en un tajo; Yuzuki gritó.

    —Recuerda ese grito. Te haré escucharlo más de una vez...— Ese fue el último susurro que le dedico Gendo a Takeda —Igual que hace quince veranos. Sigues sin tener fuerza para hacer algo por aquellos que amas— Gendo soltó a Takeda quién se arrastró hacia dónde se encontraba Yuzuki; rompió sus vestimentas con ayuda de sus dientes; creando un vendaje improvisado para hacer un torniquete, detener la hemorragia. No sabía lo que hacía, no era médico y Yuzuki no estaba en condiciones para atenderse a si misma.

    Takeda no resistió más; comenzó a llorar, no podía más.

    Gendo y los demás observaron aquella escena con placer por unos momentos, después Gendo se acercó a Kuroki y tomó la mano envuelta, un detalle que le pareció una censura innecesaria. Sonrió al sentir cómo aun estaba tibia.

    —Le di a Kanon un nombre... Gendo Mori —miró el tanto en sus manos — Y guardaría esta arma... para poder escapar con Yuzu a un destino peor que el encierro.

    Takeda se había entregado al odio, estaba decidido a tomar su propia vida y la de Yuzu antes de ser espectadores de su propia destrucción.

    —La cobardía, la debilidad, el egoísmo...—Takeda bajó la mirada — ... No pude salvar a Yuzu; permití la traición de Kuroki; Cree una alianza con una enemiga...Alguien como yo no puede reclamar Japón.
     
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    Zireael

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    Yuzuki Minami
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    Hayato había sujetado mis pertenencias como si le hubiera pedido la misión más importante de su vida y su silueta, pequeña y carente de un ojo, adquirió peso sobre mis hombros como había pasado con la figura de Rengo cuando no quedó de él más que un cascarón vacío. Mis manos habían sanado a este niño y con ellas le había enseñado a Rengo a peinarse; recordar lo segundo solo empeoró lo que sentía. Hayato estaba aquí con nosotros y en vez de pensar en gastarse todas las monedas, escuchaba.

    Escuchaba como un adulto agotado.

    Al comenzar a hablar todos me escuchaban, al menos así lo supuse, pero la atención que sentía encima provenía de cuatro figuras: Takeda, Takano, Hayato y Matsuda. Uno se culpaba por mi estado actual, el siguiente sabía lo que significaba la mano que faltaba, otro había crecido de golpe al ver el vacío al final de mi brazo y el restante quizás pensó que lo juzgaría antes que cualquier otro. Todo existía porque había un antes del izquierda y derecha, y ahora existía un después. El reconocimiento del enemigo me había condenado ante el Imperio y, por alguna razón, me había salvado ante Murai.

    Sentí el abrazo de Takano y mis ojos, casi desorbitados, buscaron su silueta un instante como si en ella encontrara el poco soporte que poseía ahora mismo. El gesto me permitió seguir hablando, pues me hacía consciente de que había algo en el espacio, una figura palpable más allá del miedo, pero seguí temblando. No podía controlarlo.

    Sin embargo, Gendo, Kuroki y sus acompañantes no me habían arrebatado una de las armas que poseía. Podía seguir hablando, podía seguir recordándole a Takeda por qué Akishino estaba equivocado al juzgar su decisión de aceptarme a uno de sus costados, junto a Takano. El lugar no lo había solicitado, lo había tomado al proteger a nuestros aliados en su ausencia. Era mío, me pertenecía, pero Akishino había conseguido debilitar la fuerza de esos cimientos.

    Por eso Takeda ahora trastabillaba y yo no pensaba permitírselo.

    La información de Riku me alcanzó con cierta dificultad, no era capaz de comprenderla pero supuse que así como lo que Matsuda y yo contamos era de importancia. Todo era importante ahora, incluso si habían fragmentos demasiado incomprensibles para algunos de nosotros, todo lo que pudiéramos ofrecer debía ser útil para darle forma a esta situación que ahora era mucho más grande que antes.

    Matsuda dijo que también pensó que lo mataría pero no lo hizo, quien lo alcanzó de hecho fue Saizo, logró herirlo y con eso escapar. Luego dijo que hicimos bien en no ir por él, algo que sabía, pero no por ello pesaba menos. Había visto a Fuji, me había visto a mí misma en su angustia, y supe que abandonar a Matsuda era romper la promesa que teníamos con ella de buscarlo. Sin embargo, Murai le había prometido algo si volvía con él, atándolo con ese sentimiento de deuda.

    Más información, más datos que no creí poder captar con la fluidez necesaria y todo a lo que me quedé atada fue a la mención del arco Sugawara, con los ojos puestos en Hayato. ¿Por qué Murai se lo había dado a Matsuda? ¿Qué era realmente lo que estaba haciendo la serpiente? No pude hacerme demasiadas preguntas, Takeda me miró y supe que hablaría de Kanon, que Matsuda estaba perdonado y la vida de Kyoko sería suya para cargar mientras que el egoísmo que nos había movido a Takeda y a mí dentro de las paredes del palacio Katsura era propio de los traidores, nos habíamos fallado a nosotros mismos.

    El egoísmo motivaba la sed de sangre. Yo conocía el sentimiento desde hace mucho. Por eso había querido matar a Kato, luego a Murai y después a Gendo.

    Lo que contó era una verdad absoluta, lo sabía incluso si no lo había escuchado de boca de Gendo y por eso, en medio del delirio causado por el dolor, le había pedido a Takeda que no dejara que me separaran de él. Cuando me alejaran de su sombra, de su débil protección, me arrebatarían mucho más que una mano. No dejarían de mí más que una carcasa, un cuerpo vacío, poseído por otros más fuertes y más crueles que yo. Tomarían todo, me usarían para recordarle a Takeda cuál era mi lugar real en el mundo y a su vez cuál era el suyo.

    Por eso le pedí a Takeda que le diera un nombre a Kanon.

    Y por eso me aseguré de conservar la mano que me permitiría abrirme el vientre.

    —Hayato Sugawara —llamé al niño como si no hubiese escuchado nada de lo que acababa de decir Takeda—. Eres el único sobreviviente de la masacre de Fujimi, el último Sugawara del que tenemos registro. Arquero, salvaste nuestras vidas en Toyama, ¿no es así?

    La serpiente ha enviado algo que te pertenece.

    Suspiré, parpadeé con pesadez y me forcé a recordar los límites del mundo, el suelo bajo mi cuerpo, las personas aquí presentes. Pude modular la intensidad de los temblores que asolaban mi cuerpo luego de llamar a Hayato, pero eso no redujo el miedo que me dominaba aunque me permitió recuperar algo de firmeza. Hasta ahora parecía haber ignorado a nuestro señor, pero no fue el caso.

    —Yo lo pedí, le dije que buscara a Kanon y le diera un nombre —confesé apenas pude encontrar la compostura para hacerlo y aunque hasta ahora lo había cubierto, levanté el brazo cercenado, el haori se deslizó y el muñón quedó a la vista, revelando que no había nada de la muñeca hacia abajo—. Lo pedí porque Kuroki acababa de arrebatarme una mano y porque sabía lo que Gendo haría conmigo una vez hubiese condenado a Takeda a las mazmorras. Lo pedí porque alguien debía cobrar mi sangre e impedir la humillación.

    Sabía que era terrible, que lo que decía era la crueldad del mundo condensada y Hayato estaba allí para oírlo todo. Era esto a lo que el Imperio me había reducido, pero no había nada que ocultarle a un Sugawara que había visto Fujimi arder bajo el fuego de la mariposa Taira. No podía impedirle sentir todo el rencor que el mundo a su alrededor podía justificar.

    —Lo pedí porque si Kanon fallaba, si todo salía mal, al menos había ofrecido mi mano izquierda como sacrificio para poder usar la derecha como todos los hombres de mi clan —solté sin detenerme en sutilezas, con los ojos empapados en lágrimas todavía—. Kyoko murió para salvar la vida de Takeda y yo entregué mi mano al acompañarlo a Kioto, ella pesa en él, yo peso en él y aún así confío en mi señor. Confío en mi señor incluso cuando él no confía en sí, porque hizo por mí algo que solo haría un hermano… Fue un error, pero sé qué lo movió a tomar la única opción que poseíamos encerrados en las paredes del Imperio, donde creímos que moriríamos antes de que pudieran alcanzarnos aunque confiábamos en que irían por nosotros, aunque fuese por nuestros restos. ¿Qué decisión habría tomado yo si le arrancaban el otro brazo frente a mis ojos? ¿Cuál habrían tomado ustedes? Al final todos respondemos a los mismos impulsos y al mismo miedo. No hay uno solo de nosotros que no haya sido egoísta.
     
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    Fujiwara no Riku

    Después de esta misión, su existencia me será indiferente.

    Levanté la mirada en cierta incredulidad a esas palabras, que, solo el tiempo demostraría sean ciertas. Pero también había rabia a las vez que apretaba la mandíbula y dirgia pregunta sin respuesta...

    ”¿Por qué? ¿Que es lo que cambiaría ahora?".

    ¿Dejar de cazar Fujiwaras? No tendría sentido. "A menos... que haya llevado acabo aquel plan por el cual que inicio la caza...". Lo había logrado, lo logro y su temor de que nos meteríamos en el medio resultaría ser equivocada.

    "Y de poco o nada nos serviría saberlo ahora...". En pesar, es que termine dirigiendo eso a Kirara y Shinko. Quien estoy seguro estén entendiendo a qué me refiero.

    ... y yo no soy diferente

    "Eres diferente". Le reproche tan rápido termino de decir aquello, diciéndolo tan fuerte fuera necesario para penetrar en esas ideas testarudas.

    "Hoy estás aquí frente a todos hablando de tus acciones y te arrepientes de ellas. Si realmente fueras como ellos no estarías aquí ahora y abrías tomado tu propio camino a espaldas de todos. Sin nunca decirle a nadie lo que has cometido o porque, evitando o no importandote el juicio que debería caer sobre ti".

    "Estás aquí. Y eso debería ser suficiente diferencia".

    Las acciones podrán haberse llevado bajo similitudes, pero lo importante también debería estar en lo que haces después.

    La cobardía, la debilidad, el egoísmo...
    Alguien como yo no puede reclamar Japón.

    "Dices mostrarlo entonces y lo vuelves a hacer ahora". No fui diciendo nada con dulzura, tampoco en odio, solo lo que para mí sería la verdad. "Cobardía: estas buscando escapar de lo que traerán tus acciones. Debilidad: dudas de poder enfrentar los desafíos que se aproximan. Egoísmo: al no creerte digno estás tirando la responsabilidad de tus cargas hacia otra persona".

    yo también he cometido un grave error

    "Cada error que tengamos tendrá repercusiones y debes de evitarlo...". Dije, en lo que principio podría llegar a ser un insulto. "Pero es inevitable cometer errores". Negué, aceptando ese mismo echo.

    "Sean por emociones".

    "Equivocarse y fallar". Yo, en Amamatsu

    "Imprudencia". Kirara

    "Venganza".

    "O por una situación que nos escede a nosotros mismo". Matsuda.

    Tomé aire y lo expulse lentamente, negué con la cabeza baja. Todavía buscaba hablar y lo haría. Pero con conflicto, porque no eran temas que me gustaría expresar con el.

    "Un error es cometido por esas y más razones. Y habremos considera huir, escapar o encerrarnos en un lugar donde no podemos volver a dañar a nadie. Pero tenemos una responsabilidad y un deber que se debe de seguir a pesar de nosotros mismos".

    "Lo realmente importante es poder levantarse". Fui y mire a todos los pares de ojos posibles, aquellos a los que quizás tengan algún error gravado en ellos y hayan luchado por seguir adelante. "Y cuando te logres levantar, serás más fuerte de lo que eras anteriormente. Mejor".

    No tenía duda alguna de ello. Incluyo cuando miraba al estado agobiado y cansado de Matsuda lo sabía, que mientras tuviera la fuerza de continuar, será mejor de lo que es ahora.
     
    Última edición: 30 Enero 2024
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    Amelie

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    [Shinrin; Takeda; Yuzuki; Ukita; Fuji; Yamagata; Hayato; Takano; Tsubaki; Fuyu; Matsuda; Kirara; Shinko; Riku]

    Todos los presentes escucharon a Yuzuki; todos afirmaban, nadie de los presentes parecía mostrar duda en su rostro. Observaron la valentía que ostentaba Yuzuki en esos momentos y algo en los ojos de los presentes cambió, había motivación y palabras contenidos en cada uno de los que escuchaban las palabras de Yuzuki, sin juicio alguno, con calor en sus entrañas. Compartían esa desesperación, enojo, y sobre todo compartían la verdad de cada una de esas palabras.

    La mentira era lo que en verdad envenenaba.

    Hayato se levantó hacia Yuzuki y asintió a sus anteriores palabras; e hizo una leve reverencia ante ella. Siempre la seguiría, la protegería. Al levantar la vista, la miró a los ojos y afirmó.

    "Eres diferente"

    La frente de Takeda se levantó con las palabras de Riku.

    —Yo tomé tu brazo por una venganza — dijo Fuyu quién había permanecido en silencio. Para algunos presentes era desconocido, por fin tenían el rostro de la persona que había mutilado a su señor, y estaba allí con ellos, mirándolo directamente a los ojos.

    Takano recordó cómo le recriminó a Takeda haber perdonado la vida de Fuyu en Sado; pero fue la respuesta de Takeda la que le permitió vivir con aquella acción "Yo soy su enemigo; él no es el mío" Takeda había matado al hermano de Fuyu en defensa propia cuando tenía escasos años; fue la primera muerte a manos de Takeda, lo hizo para salvarse y proteger a su maestro. Takeda había matado al hermano de Fuyu y esto lo convertía en el villano en la historia de Fuyu; Fuyu tampoco actuaba mal al defender el honor de su familia.

    —Me perdonaste la vida cuando pudiste habérmela arrebatado — continuó Fuyu — No lo hiciste porque atendiste mi dolor. Yo este día, entiendo el tuyo. En mi no hay rencor por tus acciones; tampoco por las de tu shinobi Matsuda o de tu general Minami Yuzuki. Actuaron con sus propios sentimientos... —bajó la mirada recordando como atacó cobardemente al grupo de Takeda en Sado — Tal vez actuar sin analizarlo sea un error; pero en ese momento el espíritu cree actuar por justicia.

    "No es dar la vida por mi o mi apellido; es dar la vida por la justicia"

    —Me diste una razón para seguir vivo — mencionó Ukita — Sin tus acciones y las de Hiro-sensei; yo estaría muerto. Sacrificando mi vida por una agonía que me era imposible curar.

    —Me obligaste a herirte en Nara — la voz de Yamagata era ronca, demostrando que aquella acción aun le dolía — Tuve que hacerlo a tus órdenes para evitar un asedio en mi ciudad. No soportaba la idea de abandonar el camino del guerrero a tu lado; pero no dudé jamás de ti, lo hice. Porque creo en tu justicia, creo en que cometerás errores pero estaremos allí para detenerte si creemos que son completamente equivocados. Nadie aquí es ciego o estúpido, sabremos hacerte razonar, o enjuiciarte si es debido. Este no es el caso, el nombre que escribiste debe ser atacado.

    Takano miró a Takeda —Nadie puede subir al poder sin sangre en su ropa; la diferencia radica cómo ha dicho Riku, en quién la oculta y quién la muestra.

    Shinrin tomó la mano de Takeda con delicadeza — Con sólo ver esa moneda entendiste todo; no has caído en su trampa. Has utilizado la fuerza de un enemigo a nuestro favor — sonrió sonrojada — Supiste de mí con tan poca información. Has sido leal a tu clan. Te preocupas por cada una de las personas aquí presentes, no sólo somos herramientas para tus fines. Esa emoción es lo que también te permite protegernos. Y eso es lo que hace un buen líder.

    —Señor Minamoto; tampoco quiero que olvide su promesa —dijo Taisho, el señor de Mie. El comenzó a sacar un pequeño objeto envuelto en un pedazo de seda fina.

    Takeda reaccionó al instante. Por unos momentos lo había olvidado, un pequeño objeto, uno que le traía demasiados recuerdos. Taisho lo desenvolvió revelando un pequeño daruma, uno de sus ojos pintados de rojo.

    —Usted me entregó este Daruma y un día antes, en nuestra gran plaza apareció pintado de rojo el gran Daruma —sonrió —Yo no creo en coincidencias. Y usted me entregó esto hace ya varios soles. ¿Recuerda? También recuerda lo que me prometió ¿Cierto?

    —Que aquel era el inicio de mi camino...—respondió Takeda.

    —"Prometo que no me rendiré" —citaba Taisho — "crearé los cimientos para tener un mejor Japón. A pesar de que yo muera, esos cimientos continuarán, y alguien más seguirá edificando. Y para ello...

    —El Imperio y todos los clanes corruptos deben caer. Por eso lo necesito a usted y a su gente como aliados.

    Taisho afirmó —Y por eso estoy aquí. Porque no se ha rendido conforme lo que hemos estado escuchando. No creo que nadie de los aquí presentes deseen ejecutar a un Emperador honesto... hemos puesto nuestras esperanzas en ti —señaló le daruma— Aun debes cumplir tu promesa.

    Mientras tanto, el mon de los cuatro rombos estaba en manos de Shinko después de que Kirara lo observara sin demasiado interés pues este estaba en la resolución de Takeda; en cambio, él lo observó detenidamente. Sacó de entre sus ropas el preciado recuerdo que su padre le entregó a Yato. Una hoja de papel doblada en cuatro... la abrió. En ella no había nada escrito, y tampoco era un fino trabajo de origami. Pero allí había cuatro rombos... Shinko colocó el mon sobre la hoja.
    "Un día yo le pedí que me hiciera algo enorme y magnífico. Él tomó un papel rectangular, lo dobló a la mitad y después lo volvió a doblar a la mitad. Recuerdo que yo estaba muy emocionado para ver en que se convertiría ese pequeño rectángulo; pero no hizo más dobleces, me entregó ese papel así; sólo dos dobleces..."

    Le pidió algo enorme y magnífico
    musitó a sí mismo mirando el mon sobre la hoja Y él se lo entregó... parecía algo sencillo; pero era complejo.

    —Meishu —
    mencionó Matsuda a Takeda — Es tu honestidad lo que te diferencia del resto. Olvida a aquellos que nos traicionaron... son pocos comparados con todos los que siempre regresamos.

    En ese instante, Riku miró a los presentes. Nadie había colocado en el tatami sus armas, todas se mantenían en el obi. La única en el tatami era el arco Sugawara —¿Quieres ser juzgado por todos aquí? ¿Recibir un castigo? Propongo el siguiente entonces —Colocó su katana envainada a su lado izquierdo, separada de cuerpo. Una señal de completa confianza, la cortesía más grande de un bushi —Acepta tu error y decide continuar.

    Lentamente, el resto imitó esa acción. Dejaban sus armas a su lado izquierdo, representando aquella confianza. Pues al tenerla del lado derecho mostraría oposición o una predisposición al ataque.

    Las sayas sonaban una a una, descansando en el tatami. Ningún sable miraba al cielo, ningún arma lo estaba desafiando.

    Takeda miró aquellas acciones, sacó a Todai y la dejó frente a él mientras hacía un reverencia completa; sus ojos completamente empañados en lágrimas —No debo fallar a su confianza, no debo dudar de mí. Y si me desvío del camino, que sus armas apunten al lado derecho; nadie podrá juzgarlos, yo aceptaré su resolución —prometió frente a su katana; una katana que le perteneció a Hiro, su maestro; después a Kenzaburo, su leal amigo. Estaba prometiéndolo con su alma misma.

    Tras emotiva promesa. Los presentes mostraban unos rostros envigorizados, listos para el nuevo desafío que pudiera caer en cualquier momento.
    "Las tres relámpagos, búscalos en Fujibashi..."

    Shinko también había participado en aquella promesa entre clanes, y a pesar de prestar completa atención, no podía dejar de pensar en el mon de los cuatro rombos; en cómo coincidía con un simple papel que su padre había hecho.

    —Los dados... —dijo hacia Riku cuando ya todos parecían haber relajado sus posturas — Los tres relámpagos... aun debemos encontrar esos dados —mencionó distrayendo a los presentes. Pues su voz fue alta, decida.

    —Los tres relámpagos, Inazuma torio— mencionó Matsuda — Murai Sugita; Kozaemon Tokubetsu; Sakurai Taira. Ellos fueron los tres relámpagos que acabarían con el sometimiento del clan Taira en Kioto. Y lo han hecho liberando a Shino y Tomoe.

    —Pero nos deja una incógnita... el clan de los cuatro rombos —dijo Shinko mostrando el mon y su pequeño papel doblado en cuatro, formando los cuatro rombos.

    —Esa es una alianza secreta creada por Murai; muy distinta a Inazuma Torio. — Respondió Tsubaki mirando a Takeda— Una alianza entre el clan Sugita; Sugihara; Tachibana y Akamatsu; este es una alianza distinta a la de recatar al clan Taira del Imperio... este es un plan secreto para eliminar al Imperio de raíz.

    Todos lo miraron desconcertados.

    —Tsubaki es un shinobi; uno del clan Koga — aclaró Takeda — Jamás trabajó para Murai; pero fue alumno del ya conocido Hannya. Desconoce su identidad; pero fue él quien le dio toda esta información.

    Nuevamente, verdades salían a la luz, esclareciendo dudas muy arraigadas en clan.

    —Fue en Nagoya hace unos soles cuando le confesé mi viejo entrenamiento a Takeda —mencionó sin tapujos — Era importante para que confiara en mí; mi maestro me dio el nombre de Iemoto, y desde que me uní a ustedes, mi obligación de parte de mi maestro ha sido cuidar de Takeda. Fue por ello que me negaba a abandonarlo en Nagoya y él fue quien insistió —miró a Takano — De no haberlo hecho así, Takano y Hashimoto estarían muertos en estos momentos. Y el Imperio cree que elementos de ustedes van en camino a ser exhibidos como trofeos. Una gran falsedad —miró a Yuzuki —Por ello Gendo estaba seguro de que exhibirían la mano izquierda y derecha. Gendo cree que domina a todos... y fue por ello que retrasé el envío de estas... piezas. No quería que las utilizaran para torturarlos, aun más.

    Tsubaki miró el arco de los Sugawara y le pidió a Hayato que se acercara —El arco tómalo, lee el interior del agarre

    —El arco como ofrenda, la ayuda a Yuzuki, el mon que entregó como emblema y la liberación de Matsuda no son un simple acto de bondad de aquel shinobi—
    mencionó Tsubaki para después mirar al resto —Es estrategia.

    Hayato miró la inscripción en el arco — Haremos contacto con ustedes pronto, usen el símbolo de los cuatro rombos en el templo Kaidan-in en Nara; dentro del templo Toidaji. Puedes llevar a un ejército si lo deseas. De nosotros sólo irá una persona.

    El templo dónde murió Chikusa... dónde vivieron su primera traición a manos del hermano de Yamagata.
     
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    Monpoke

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    A Kirara y Shinko. "Regresamos y con ello optamos para separarnos de tratar de descubrir los misterios que su padre dejo". Vaya camino más extraño se ha tomado, una salida temporal para volver a unirnos a la alianza nos lleva a conectarnos de nuevo a la owie se dejó. "A si fue, pero asistiendo aquí terminamos descubriendo más de lo esperado y regresando a conectarnos con esos secretos...".

    "Templo Kaidai-in. Trio relámpago (3), cuatro rombos (4) y Kaidan (5?)". Números, reunidos de menor a mayor. ¿Es una coincidencia? ."Están las señales reunidas en un mismo lugar... Quedará decidir si buscaremos seguirlas...". Mire a Kirara, como se debe de hacer, decidiendo optar por seguir lo que ella decida.

    "Solo... Me pregunto, si hay más piezas de este secreto que faltan por descubrir".
     
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    No poseía fuerza real en el cuerpo, no ahora, pero cuando vi los rostros de los demás y no percibí duda alguna en sus miradas entendí que aunque me llevara muchísimo tiempo volver a construir lo que había perdido junto a mi mano, todavía no me lo habían quitado todo. Seguía en peligro, estaba marcada por mi incapacidad de guardar silencio, pero hasta entonces seguiría hablando.

    Era la única arma que podía usar.

    Hayato se levantó cuando lo llamé, firme, asintió hizo una reverencia ante mí, pero al erguirse me miró a los ojos y entonces pude dedicarle una sonrisa sutil, una que me acercó un poco más al fragmento de mi mente que había quedado en Kioto. Este niño me seguía, había prometido protegerme, y sabía que cumpliría con su palabra. No compartía una gota de sangre conmigo o los Harima, pero estaba unido a mí de la misma forma que Rengo.

    Fuyu, el hombre que le había arrebatado el brazo a Takeda, habló y entendí, justo como cuando derribamos a Kato, que existían ataques y contraataques, que a veces la venganza se debía postergar o anular por el bien de nuestras propias vidas. Por el bien de las vidas de los que nos rodeaban, si Kato hubiera muerto nosotros habríamos muerto también cuando los generales nos alcanzaron. Si Murai hubiera muerto, Takeda y yo habríamos tenido un destino peor que la muerte misma.

    Todos cometíamos errores, todos creíamos seguir una forma de justicia, pero cuando la sangre brotaba, cuando nos enfrentábamos a la verdadera muerte, esa justicia se deformaba para ayudarnos a sobrevivir o algo parecido. Por eso el razonamiento de Takano era cierto, nadie podía subir al poder sin sangre en la ropa, pero cómo se lidiara con ella hacía la diferencia.

    Para Takeda nunca habíamos sido solo piezas, éramos su familia.

    Seguí oyéndolos, sus palabras haciendo de contrapeso con el miedo que no había dejado de consumirme desde que quedamos solo Takeda y yo en Nagoya, y entonces llegó el dichoso juicio. Caminé de regreso a Takano y aunque le había dicho que mis armas eran suyas ahora, le pedí que repitiera justo lo que hacían los demás y entonces Takeda hizo una reverencia completa y porque lo conocía, porque sabía quién era y las emociones que poseía, supe incluso sin poder ver sus ojos qué estaban empañados de lágrimas. Este era nuestro Señor y este era mi hermano.

    Con la promesa hecha, nos centramos en el asunto del clan de los cuatro rombos y Tsubaki mencionó que en Nagoya solo abandonó a Takeda por petición suya, motivo por el que Takano y Hashimoto estaban ahora con vida, por el que creían que todos serían exhibidos como trofeos.

    Izquierda y derecha.

    Sacudí la cabeza, en un intento por sacarme las palabras de la mente, y observé como Tsubaki le pedía a Hayato que se acercara para darle el arco para que leyera el interior del agarre. Todos sabíamos que cada acción pasando por el arco Sugawara, la ayuda que me habían dado, la liberación de Matsuda y el mon no eran simples actos de bondad, no eran regalos. Así no era como se jugaban estas partidas.

    —Es como si nos usaran a nosotros mismos como cebo —dije aunque la idea sonó algo inconexa, extraña—. Todo para convocarnos. Falta información, como siempre, el asunto ahora es… ¿Vamos a picar o no?
     
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    Amelie

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    —No somos él, Shinko— dijo Kirara tranquilizando a Shinko con una leve palmada en el hombro —No vamos siguiendo sus pasos, nosotros somos diferentes. Actuamos diferente. Pensamos diferente... somos su herencia, no su sombra — Kirara miró a Riku —Hemos decidido estar aquí, usar nuestras verdaderas cualidades. Ahora que he recuperado mi espíritu, puedo seguir adelante. Tú debes hacerlo conmigo. Es tiempo de exigir respuestas... no mendigarlas.

    Takano se acercó a Hayato para mirar el arco, Ukita hizo lo mismo.

    —Los Fujiwara dirigirán este encuentro — intervino Kirara.

    Takano no levantó la vista del arco —Tu rabia podría obstaculizar cualquier estrategia.

    —Lo sé; es por ello que no tendré tal — aseguró Kirara — Mi clan y yo estamos hartos de vivir en misterios, caminar cuerdas invisibles que otros tejen y probar su resistencia. Quiero respuestas y si la única manera de obtenerlas es ser el cebo...—dijo mirando a Yuzuki con determinación —... lo haré.

    Takano levantó la vista hacia Kirara, la miró con respeto; pues el sentía lo mismo.

    —Pero Kirara... —interrumpió Takeda — ¿Y si es Murai quién acude a ese encuentro?

    Kirara miró a Takeda y sonrió.

    —Justamente por eso debo ser yo; Takeda. Los Fujiwara hemos sido los únicos que han podido frenar a Murai antes... no puede haber una reunión importante con el clan Sugita dónde un Fujiwara no esté presente. Si debo posponer mi venganza para obtener respuestas, lo haré. Y si él no sabe detener el irracional deseo de muerte hacia mi clan en ese momento...

    [​IMG]

    —Esta vez, nadie tendrá la fuerza ni el poder para detenerme.

    Kirara se veía tranquila; muy distinta a unos cuantos momentos atrás. Podría ser sólo una actuación ante sus aliados; pero nadie pudo frenar sus palabras. Había una deuda pendiente que ni Kato pudo cumplir. Los Fujiwara no veían eso como un fallo a la palabra de los Minamoto, Kirara se había levantado en ese momento y declaró que sólo un Fujiwara podría contra tal bestia, y estaba segura que nadie le arrebataría el derecho que tenía a asistir cómo líder en aquella reunión.

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    Básicamente en mi siguiente post voy a hacer movimiento a Nara con el grupo en cuestión. Creo que sé que van a responder; pero necesito saber si sus personajes también se unirán a este evento en Nara. Sabiendo que Kirara será la que va a dirigir.
     
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    Zireael

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    Takano y Ukita se habían acercado para mirar el arco Sugawara que ahora tenía Hayato, así que no tardé mucho en hacer lo mismo. Dudé un instante, pero estiré la mano derecha para posarla en la cabeza del niño, el contacto con su cuerpo me ayudaba a sentirme tranquila, era la certeza de que seguía con nosotros y que no se iría. Su silueta junto a la mía y la de Takano me ayudaba a lidiar con el mundo al que ahora me enfrentaba.

    Kirara dijo que los Fujiwara dirigirían el encuentro, Takano apuntó a que su rabia podía cegarla y ella dijo que por eso no la tendría. Me parecía un poco exagerado afirmar que podría deshacerse de su ira así nada más, porque era Kirara, porque había perdido muchas cosas por culpa de Murai, pero justo por eso no podíamos arrebatarle esto. Cuando ella se enfrentara a su pesadilla, como yo me había enfrentado a Kato a solas, debería elegir si concluir su venganza a pausarla.

    La determinación con que me miró me hizo saber que tan siquiera podía intentarlo, que merecía esa confianza y asentí suavemente con la cabeza sin decir nada dejando que fuesen los demás quienes apuntaran lo que les pareciera necesario. Lo que le respondió a Takeda me hizo sonreír ligeramente, fue un gesto cansado a pesar de todo, pero al menos me lo pude permitir.

    —No podemos arrebatarle a Kirara algo que le pertenece hace tanto tiempo —dije después de un rato, acariciando el cabello de Hayato, y miré a Kirara—. Vamos contigo. Me seguiste en Nagano, yo te seguiré ahora.


    Era lo único que podía hacer.
     
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    Monpoke

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    Esta vez, nadie tendrá la fuerza ni el poder para detenerme.


    "Es así como será, van a tener que frenarnos a todos. Porque te seguiremos". No creí merecía demsciads aclaración. Pero debo de mostrarle mí apoyo.

    Ahora, más que nunca, quiero apoyarla y comprobar por mí mismo en lo que se está convirtiendo.

    "Alguien debe de ser capaz de ver detrás de sus disfraces, miraré por no ser engañados ante otra persona falsa". Algo de cual he querido ser capaz, que podría ser necesario en esta situación. Tanto... para este momento.

    No hay espacio para volver a caer en una trampa
     
    Última edición: 22 Febrero 2024
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    Hayato sentía las caricias de Yuzuki; apretaba los labios con fuerza mientras sostenía aquel arco.

    Había dudas en los rostros de los presentes; pero las miradas lentamente fueron cayendo sobre Takeda y Kirara, estaban esperando. Yuzuki ya había hablado por el clan Minamoto; y nadie discutiría aquella decisión, Yuzuki se había ganado esa confianza con los suyos; pero de parte de los Minamoto aun había dudas sobre el temperamento de Kirara. Shinko estaba por completo de acuerdo con las palabras de Riku era un hombre al que admiraba profundamente, también volvía a confiar en su hermana y la seguiría hacia donde ella fuera; pero dudaba de que los Minamoto se mantuvieran por debajo de la dirección de Kirara.

    —Entonces, los Minamoto acudiremos respaldando al clan Fujiwara— aseguró Takeda —Pero el clan Fujiwara acudirá como el escucha enviado por el clan Minamoto. Pongo esta gran responsabilidad en tus manos, Kirara.

    Kirara afirmó a Takeda. Después miró a Yuzuki —Por mi falta de resolución perdí a Ujihisa en Nagano; esta vez no dejaré que nadie tome mis decisiones; sé que estás herida, cansada... pero he de pedirte que estés a mi lado, así como también lo estará Riku.

    —Kirara; no quiero interrumpirte —dijo Yamagata — Pero dijeron que podían llevar a todo un ejército si era necesario. ¿No crees que sea mejor llevar contigo a más personas?

    —Iremos todos; pero al templo sólo quiero que entremos nosotros tres— dijo con seriedad.

    Nadie más alegó. Prepararon todo para partir de inmediato.









    El rol de Yuzuki y Riku continúa en Nara
     
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