Pasillo (Planta Alta)

Al final el sonrojo igual me llegó y cubrió todas mis mejillas, mientras yo cerraba los ojos avergonzada, pero acelerada de buena forma, supongo; al menos lo rojizo de mi piel combinaba con el vestido en sí mismo, ¿no? Vaya tonterías pensabas, Watanabe. De cualquier forma, mi risa terminó por ser leve y bastante más. Miré con ligera sorpresa a Izayoi cuando mencionó lo del balcón, sin demorarme en llevarme una mano al mentón y una mirada al cielo, pensativa.

—Su-supongo que no hay problema —contesté a los pocos segundos, con aquella sonrisita nerviosa a ojos cerrados. De todas formas no demoré en brindarle una sonrisa más suave y relajada—. ¿vamos entonces? —pregunté de manera más retorica que otra cosa, pues no demoré en direccionar mis pasos a lo largo del pasillo, otra vez atenta a los usuarios de mi alrededor.

Las escaleras estaban al lado de la entrada, así que demoramos menos de lo esperado en llegar a ellas.
—Oh, a todo esto —hablé con calma mientras miraba de reojo a Izayoi, manteniendo siempre un ritmo más lento que constante, no deseaba subir las escaleras demasiado rápido, que seguía siendo una holgazana. Le brindé una sonrisa entre tierna y alegre a la albina—, lindo vestido—. Y devolví mi vista al camino a seguir—, ¿trabajas como Maid, o es solo por gusto?

No demoré en soltar una risa baja y nerviosa, volteando a encararla poco después a ojos cerrados, avergonzada. Ya habíamos llegado al segundo piso.
>>Claro, no te voy a juzgar independiente de tu respuesta...— Y volví a observar los alrededores, en busca de algún indicio de la terraza—, al menos por las dos respuestas más obvias —musite lo último más monocorde, aunque mantuve la sutil sonrisa de todas maneras.

Contenido oculto

Rojo FireRed Te la arrastras al lado que quieras o solo respondes acá uwu Como prefieras

 

La mansión de los Akaisa era el peor lugar para perder las facultades, sea ebrio, andando desorientado o fumado que no sabes ni en que año estás, perderse aquí era para cagarse.

El pasillo de arriba era básicamente idéntico al de abajo.

No habían escatimado gastos en el fiestón, pero no se podía decir mucho de la mansión, era un copia y pega del piso de abajo, si no eran unos insulsos fáciles de impresionar con dinero de sobra para gastar, entonces el arquitecto era un flojo de mierda, junto con el peor equipo de diseñadores de interiores de todo Japón, lo más seguro que lo único medieval que conocieran o eran la leyenda arturiana o El Señor de los Anillos.

—Oh, claro que sí, casualmente en una mansión también, aunque tiene un estilo más moderno y minimalista —sonrió más, recordando con más detalle sus andanzas laborales—, primero empecé como una aprendiz de la líder del grupo de criadas, nunca pensé que ser sirvienta era un arte en sí.

Se llevó una mano a la boca, abierta, soltando una risita, de una manera particularmente elegante y digna de su porte actual.

>>¡Las dos cosas, Nagi-chan! Disfruto mi trabajo y me gusta la parafernalia relacionada, de hecho, este es mi uniforme formal para las reuniones elegantes, ¡Auténtico! Nada de cosplay.

 

Contenido oculto: Monster

Mi sorpresa no demoró en reflejarse en mi rostro enmascarado, era lo lógico, de todas formas me sorprendía y ya estaba. Mantuve un silencio irrelevante, sin mostrar una reacción en especifico hasta que hubiera terminado de hablar, pero l verdad es que estaba muy interesada en todo lo que decía, de alguna manera me emocionaba de manera ligera.

Pero cuando mencionó lo mucho que amaba su trabajo, tan alegre como estaba, no pude seguir conteniendo una alegría genuina quién sabe de dónde salía. Sonreí amplio, soltando una grave y corta risa monosílaba, mientras cerraba los ojos durante el corto suceso.

No demoré en encararla, mirándola con suavidad.
—Debes amar mucho tu trabajo, eso es hermoso y muy lindo —alagué sonriente, para luego enfocar mi vista en los alrededores, pensando en que decir y...

—¡Wah!
—¡Igh!— Me sobresalté, dando un pequeño saltito junto a un gritillo, tras sentir una voz masculina alzarse tras nuestra espalda, mientras una de sus manos tocaba la mía. No demoré en voltear a ver con el ceño fruncido, los labios tensados y las manos empuñadas llevadas a mi pecho; algo encorvada y con los ojos llorosos.
—Jijiji...

Espera... ¡¿ese era Vite?



Me quedé con las manos tras la nuca, sintiendo mi objetivo por logrado, ¡sí es que era tan hábil! Pero toda alegría se acabó cuando la mirada recriminadora, pero también herida de Nagi me encaró sin mayores tapujos, en un silencio condenador. De un liviano despreocupado, pasé a tensarme como condenado, dejando mis palmas abiertas flotando en el aire a la altura de mis hombros, con clara preocupación en mi rostro boquiabierto.

—L-lo siento, n-no era mi intención asustarte...— Terminé por ladear la cabeza, cerrando los ojos para soltar una risilla nerviosa. Diablos, la había cagado. Me rasqué la nuca nervioso mientras seguía hablando, al menos no sonaba tan desesperado... o alterado, creo—. B-bueno, no tanto, al menos.

Abrí tan solo un ojo, manteniendo mi sonrisa amplia, como sí tuviera temor de que me llegara un golpe a la cara o vaya a saber uno qué. La niña no demoró en cruzarse de brazos, inflar un moflete y ladear el rostro a ojos cerrados con un conciso y claro "Hmpf"

Yo solté otra risita nerviosa, más monótona, grave y sin demasiada gracia la verdad. Me llevé las manos al bolsillo del pantalón, irguiéndome con cierta confianza y rectitud, pero no dejaba de dar las pintas de pandillero adolescente o qué sé yo; holgazán promedio.
—Buenas noches, estimada dama —saludé con una sonrisa ladina a la senpai, con la voz grave que me salía más seguido últimamente, pero no dejaba de ser el crío gritón con voz suave que siempre fui. Tiré por la borda la parafernalia de chico seductor y volví a reír como una ardilla traviesa, cerrando los ojitos y hasta encorvándome un poco más debido a ello.

Le extendí la mano entonces, sonriéndole de oreja a oreja, risueño y con la inocencia genuina que tenía a ratos; la del niño maldadoso, que sigue siendo un niño a pesar de todo.
>>Un gusto verla este día tan especial.

 

La conversación iba amena, si, estaba en completa confianza con la joven Watanabe, su personalidad era accesible, así que socializar con ella era pan comido, además de que pues se llevaban ya muy bien.

Era un amor, no tenía duda de aquello, estaba tan contenta e interesada con el trabajo de su senpai que pues no tenía problema en demostrarlo, ni se molestaba en disimularlo, había pegado una sonrisa de oreja a oreja bien contenta.

Si que sabes derretir corazones, Nagi-chan.

Más por qué el suyo estaba como una barra de chocolate en un desierto, el encanto que tenía esa niña no conocía paralelo en el cosmos, por los momentos, como una hermanita a la que apapachar y consentir, si señor.

Aunque en el fondo podían tener su temperamento, pero era más culpa de las trastadas de Horiazana, que había aparecido de súbito propinándole un susto como Dios manda.

Joder, mocoso, la vas a matar de un infarto un día de estos, o quedará con problemas cardíacos.

Aunque si no fuera por eso no estuviera viendo la faceta sensible y delicada de Nagi, que para ser sinceros... Era todavía más adorable.

Pero con esa postura parecía más que lista para soltarle un puñetazo para mandarlo a la luna y de regreso, si es que la gravedad cósmica no hacía lo suyo y se lo llevaba flotando hasta el fin de los tiempos.

Pero no, se había puesto en plan malcriado, elevando el nivel de carisma que emanaba de ella a límites insospechados, demonios niña, ¿No puedes ser más tierna?

Por lo menos, la cuestión no había sido resuelta con violencia, como la vez que casi le arranca la cabeza abrazándola por el cuello. Al menos.

>>Oh, Vite-kun, bienvenido, ¡Espero la pasemos bien todos aquí!

 

Miré con el ceño algo fruncido el intercambio entre Horiazana y la senpai, aún con los mofletes inflados con ligereza. Terminé por tener una sonrisa ladina y apenada cuando me percaté de como la senpai pasaba por alto la intención de Horiazana de estrecharle la mano, tal vez demasiado metida en su papel de Maid, o chica con clase, o vaya a saber una qué cosas le pasaban por la cabeza.

Miré con más calma entonces el intercambio, mientras el azabache con disimulo llevaba las manos tras su nuca, como sí no le afectara haber sido ignorado en ese aspecto.
—Jeje —solté con una sonrisa suave, enternecida, él no demoró en correspondérmela con una sonrisa más amplia y risueña.

—Tú también te ves muy linda, Nabe-chan~ —soltó en un tono demasiado meloso, con una sonrisa peculiar y los ojos entornados, a esa distancia era capaz de percibir esos detalles. El calor no demoró en escalar hasta mi rostro, mientras me erguía con rectitud al sentir un escalofrío en mi espalda nacido de la nada.

Pe-pero bueno, ¿quién se creía para ir algando a la gente así? Sí serás olvidadiza, Nagi. Volteé a ver un punto muerto a mi costado, con la cara de seriedad bastante presente.
—Bu-bueno, es una mascarada, ¿qué esperas?— Y mi rostro serio volvió a recaer en Vite—, es esencial venir presen-
—Shhhh— Me chitó entonces, de manera bastante brusca, poniéndome la palma abierta enfrente mía y todo, con el índice de la otra sobre sus labios, mirando hacia un costado ajeno a nosotras.

Inhalé hondo, algo indignada y lista para reprocharle su actitud, pero sus siguientes palabras me dejaron atónita.
>>¿Escuchan?

Y entonces, en el silencio conformado por los tres, voces inentendibles surgieron de... ¿l-la nada ?

Contenido oculto: Love Story

La seriedad en mi rostro era imborrable de momento, bastante centrado en discernir de dónde prevenía el sonido. Me fui moviendo con sutileza, cada paso que daba era lento y apenas generaba el ruido mínimo que podía provocar la suela. Me fui moviendo de a poco, rotando sobre mi eje, hasta que mis ojos acompañados de mi ceño fruncido dieron con... el objetivo, supongo: Más allá del balcón, de la cortina...

Se sentía la brisa... ¿estaríamos presenciando... un evento sobre-natural? Miré a las doncellas por sobre mi hombro, para darles una sonrisa amplia y pícara, con mi mirada ensombrecida debido a mi flequillo algo rebelde.
—¿Me acompañan, Mesdemoiselles? —pronuncié con algo de maestría, logrando dejar de lado el acento japonés por un leve momento, y así escucharme como un real francés—, pero tendrán que ser silenciosas —concluí siempre en un tono murmurante, pero el silencio del pasillo nos permitía escucharnos sin mayores problemas.

Cabe recalcar que me había agazapado y todo, como sí de un mundano gato en busca de algún pajarillo me tratara; era un niño al fin y al cabo, ¡me iba el asunto de correr y huir, los juegos bruscos y demás! Les hice un gesto con la mano, para animarlas a que me siguieran, brindándole a Nagi en especifico una sonrisa confiada que podía pecar hasta de soberbia; solo por intentar transmitirle algo de valor, que la pobrecilla de un momento a otro parecía que se mearía encima.

Diablos, tal vez no tuve que haberla asustado antes, que mala suerte~
>>No te preocupes, jolie; estarás a salvo conmigo.

Me miró como sí pudiera fulminarme solo con la mirada, orgullosa como parecía ser; yo solo le brindé una sonrisa que mostraba mi blanquecina hilera de dientes, a ojos cerrados, para nada intimidado por esa rubia niña.

Volví a centrarme entonces en nuestro objetivo, irguiéndome con rectitud para caminar con paso firme y pulcro a dónde se originaba el sonido, notando como los pasos de Watanabe Nagi me seguían por detrás, a destiempo y vacilantes, pero siempre con un sonido firme de suelas resonantes.

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Por sí no quedó claro, Nagi y Vite partieron a ver que era esa música y luces uwu <3

 

Todo iba de la seda, no había terminado en puños o quién sabe que clases de cosas extremas, como si no fuera suficiente ya, ver a esos dos le traía recuerdos de sus propias vivencias con Hiroshi de niños, en los mismos papeles, solo que pues Hiro-kun era un poco más de andar haciendo desmadre.

Las cuestiones iban tranquilas hasta que de repente hubo un súbito silencio, culpa de ruidos extraños sin explicación alguna que venían del balcón, gracias al silencio sepulcral del piso de arriba lograron darse cuenta de acontecimientos... Peculiares.

¿Un monstruo?

¡Yokais!

Extraterrestres varados en la tierra.

Un portal en el tiempo a la era de los shogunatos, ¡Nobunaga-sama!, o a otra dimensión, ¡Una donde ya tenga pareja, por favor!

Una criatura con tentáculos raros.

No, definitivamente eso no.

¿¡Que mierdas pasa!?

Lo cierto es que el misterio se estaba asentando, poniendo a la mente de la joven Izayoi a dar la vuelta al mundo en menos de ochenta días, para colmo, aquellos dos niños tenían más coraje que ella. Orgullo herido.

El que sugirió la idea valientemente (O aparentando serlo) fue Vite, quien terminó jalando a Nagi y por extensión a Sakuya.

Que más da, la curiosidad mató al gato. Y tenía bastantes ganas de ver qué pasaba en el balcón.

Ese niño quería impresionar a Nagi, para bien o para mal, se veía de sobra que la quería... Conquistar, ¿Así que más apropiado que demostrar su valeroso corazón? Que un mocoso de primero tuviera mejores oportunidades románticas que ellas pues...

¡Miserable soltería!

Se limitó a asentir y a acompañarlos, aunque a la expectativa, ya que pues les esperaba algo por los momentos desconocidos.

Busca a alguien con quién ligar...

¡La chica problemática del bento envenenado!

No tienes remedio, Sakuya, puta madre.

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Me uno al mame owo

 

Lo que estaba sucediendo era misterioso para decir lo menos, se sentía extraño, fuera de este mundo. En algún momento la realidad se había ido de parranda sin que aquellos jovencitos se dieran cuenta de lo que estaba pasando.

De alguna manera habían entrado al set de una película de suspenso, o estaban siendo sujetos a un alucinógeno tan bárbaro que los estaba volviendo locos sin notarlo.

La situación se había vuelto surrealista, pero sutil a la vez, no era de esas en toda la cara, solo las cosas más puntuales para hacer entender que algo andaba fuera de lugar.

El premio gordo se lo estaban llevando aquellas voces que venían del balcón, como si de algún ritual extraño o invocación se tratara.

¿Quieren sangre de señoritas vírgenes?

¿Moriré sin haber dado el primer beso?

¿Los Akaisa son satanistas?

¿Hablan con los muertos?

El misterio empezaba a comerle los nervios, no lo mostraba del todo pero estaba cagada del miedo, punto, lo que estaba pasando parecía algo de horror.

De repente, ¡Bam! Aparece esta señorita por arte de magia en la entrada del balcón. Lo único que sintió por su columna fue un escalofrío correr por su espalda, aguantando las ganas de pegar un alarido que se le salen los pulmones.

¡Soy demasiado joven para un ataque cardíaco, demonios!

Incluso para palmarla eres muy joven, Sakuya, mejor llévala con calma, aquella misteriosa señorita se ve tranquila, no muerde al menos, además había sido cortés y educada en acercarse con amabilidad a ellos tres, así que había que intentar.

>>Disculpe, madam, escuchamos estos susurros apenas subimos y nos pareció curioso, ya que veníamos al balcón, no sabíamos que estaba ocupado, lo siento.

Había mantenido la calma y el temple, pero como se dice, la procesión va por dentro, estaba haciendo un esfuerzo sobrehumano por qué su falda blanca no se volviera amarilla, o peor aún, marrón.

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Contenido oculto: The Yokai Compendium

Caminé siempre manteniéndome por detrás de Horiazana, sí él quería llevarse algo de frentón y sin vaselina, pues bien por él. No me importaba que me juzgaran, no me iba a hacer de las que no le tienen miedo a nada; mis labios apretados, mi ceño fruncido con severidad y mis puños apegados a mi pecho, encorvada, demostraban mi cobardía.

Inhalé hondo en cuanto una chica se asomó antes de que pudiéramos cruzar la cortina, eliminando sin rastro cualquiera de las señales que nos guio ahí en primer lugar. Yo me había movido dando indicio a una huida caótica, pero me quedé congelada a medio camino; un pie hacia atrás y el otro aún clavado donde mismo, ojiplatica y en silencio.

Miré de reojo al chiquillo, que pasó de estar agazapado a totalmente recto; igual de sorprendido sostuvo la mirada de la chica anonadado, mientras esta soltó su pregunta concisa. Yo volví a poner un pie al lado del otro, encorvada y con mis manos llevadas al pecho con inquietud, temerosa. En cambio, Horiazana-kun no parecía estar dispuesto a retroceder ni un poco.

Mierda, que no sea estúpido. Sostuve con mis ojos desconfiados la mirada apática de la chica, casi de manera recriminadora.

Ni una puta mierda, esto no estaba bien.
​

Exhalé, más bien desinflé mi pecho en una especie de bufido liviano, otra vez sonriente, mientras escuchaba aún con escepticismo por la situación las palabras de Izayoi-senpai. Había que ver... ¿quién diablos se creían para...?

—Exacto —secuencié con voz firme a la albina, cruzándome de brazos con liviandad, sonriendo cada vez con más sorna... Cierto, todos andábamos con máscaras en ese momento. Ladeé la cabeza, con una sonrisa demasiado socarrona para lo ocasión, aunque mis ojos no hacían más que entornarse con la vista clavada en la...

Murasaki no Onryo, le pegaba y todo.
>>Queremos usar el balcón —dejé de lado cualquier muestra de condescendencia, no estaba del mismo humor que Izayoi; no podía dejar pasar esto por alto, y no lo sé, llámenlo sexto sentido, pero la presencia de Nabe-chan a mi izquierda no hacía más que darme escalofríos—, pero veo que están demasiado ocupadas con él, ¿no~? —solté de manera melosa al final, con la sonrisa afilada y la mirada cada vez más jubilosa, alzando el mentón como sí fuera casi el jodido rey del mundo.


Me llevé el índice al mentón, mirando hacia el cielo, pensativo y con una actitud contrastante con la que había tomado; infantil.
>>¿Por qué será~?— Y volví a encararla, con la mirada rasgada y la sonrisa retadora, hablando con mi voz baja natural, una mano en la cadera, firme, la otra colgando con ligereza. El flequillo me sombreó las esmeraldas tras la máscara—, ¿no estarán dándose besitos a escondidas ahí con tu amiguita, no~?

¿Qué sí buscaba tocarle los ovarios?

Claro que sí:​

Con los espiritus no se bromea.
​

Estúpidas.
​

Y entonces me crucé de brazos, repentinamente serio para la gente de mi alrededor; una seriedad y estoicismo que no había mostrado hasta el momento.
—Watanabe-chan, dime a quién le pertenece a esta casa; quiénes son y tal —demandé con voz monocorde, siempre con mis ojos clavados en los púrpura ajenos.

—E-eh... —soltó ahogada, en un quejido bastante lastimero, pude imaginar con facilidad sus ojos con pánico, sus cejas arqueadas con preocupación y su boca ligeramente abierta; asustadiza tal conejillo. Eso solo agravó mi ceño fruncido, impasible—. Bu-bueno...




Inhalé hondo antes de hablar, empezando a enumerar con los dedos las características que resonaban en la privacidad de mi mente, mirando mis manos con el corazón latiendo a mil por hora.
—L-los A-akaisa...— Inhalé hondo, para luego suspirar con lentitud y pesadez, aferrada al vestido rojo como sí mi vida dependiera de ello. Encaré entonces a la chica... peculiar, con una expresión de total seriedad.

¡V-vamos, Nagi; esto era por el bien de todos!
>>Los Akaisa, sí mal no recuerdo, son una de las familias que más control tiene sobre las farmacéuticas; un monopolio, prácticamente. Eso significa bastante poder no solo económico, sí no que también en el área médica por las medicinas en sí—. Y empecé a tocar los dedos con los que iba enumerando cualquier cosa, aunque no tuviera ningún sentido el actuar de mis manos con lo dicho—, también podrían estar vinculados a la producción de drogas—. Y volví a llevar mis manos al vestido, tensa, pero mi voz había dejado de basilar desde que tomé aire.

Miré de reojo a Horiazana, que no dejaba de mirar a la chica ni un solo segundo.
>>Pero eso último sería solo teoría, en realidad tan solo tienen demasiado prestigio, pero nadie tiene real conocimiento sobre ellos comúnmente, más que un simple apellido de renombre más.

E hice una reverencia, como sí no sé, estuviera haciendo una presentación para la escuela o qué sé yo.
>>E-eso sería todo.



Solo miré de reojo a Nabe-chan cuando esta terminó su... informe, por decirlo de alguna manera. Entonces mi mirada volvió a caer sobre la tipa espeluznante esa. Vamos que en realidad era muy bonita, pero cualquier característica superficial se había ido al caño con las cosas que hacia.

—¿Has escuchado?— Y volví a alzar el mentón, como sí no fuera el crío de menor edad en toda esta ocasión, ellas no tenían por qué saberlo— Imagino que no tengo que explicártelo con peras...— Sonreí con sorna, solo por que se llamaba Rika—, ¿verdad, Rika-chan?

Me llevé ambas manos a la cadera, piernas abiertas con firmeza en v invertida, mirando con total severidad a la chica.
>>No sé qué mierdas estén haciendo en el balcón, pero sí crees que solo por ser japoneses no nos percatamos del significado de esos cantiquitos de viejo retrasado, pues nada; estás equivocada —hablé monocorde, impasible y sin perder la suavidad grave de mi voz.

Fruncí aún más el ceño, aprensivo.
—Y esta no es nada su propiedad para que anden haciendo tonterías de niñas de primaria—. Y agaché otra vez la cabezas, provocando que el flequillo cubriera el espacio entre mis ambos ojos, siempre con la vista clavada en los orbes purpuras de la cría esa—. Así que me van a decir, ¿tienen autorización para usar el balcón para sus jodidas actividades de crías aburridas?

Porque ven a hablarme a mí de invocaciones,​

o de dioses.

​

Atrévete.

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XD Ni yo esperé que se cabreara tanto este enano

 

¿Que diablos anda pasando?

Primero Vite siendo irrespetuoso, muchas ganas de pegarle una piña al pequeño cabrón por su mala actitud, era un niño aún, y lo entendía, pero oye.

Compórtate, mocoso, no jodas.

Algo estaba haciendo esa banda de raritos, como invocar demonios, revivir guerreros ninja de la época feudal conocidos por su crueldad, o desatar el infierno sobre la tierra.

Estaban a mitad de alto y pues se les había interrumpido, y la chica pues estaba de lo más normal, como si no le importase, entonces no tenían motivos tan nefastos, cosa que pues le resultaba curiosa.

Por segunda vez la máscara salvaba el mundo mental de Sakuya, esa idea sonaba... Tentadora, cuando menos.

El rubor se hizo presente en sus mejillas de nuevo, pero por obra del antifaz no se notaba, ¿Estaban en un balcón solo para darse de a besos? Podían contarla dentro.

La mente de Izayoi volvió a entrar en aceleración máxima, ni siquiera las ametralladoras rotativas conocidas como la Minigun podía mantener ese ritmo, solo que esta vez, en lugar de proyectiles, eran pensamientos impuros asaltando la mente de una chica virgen que ni siquiera se había abrazado con otro chico que no fuera su hermano, pero...

¡No te atrevas a insultar mi soltería de esa manera, hija de puta!

No podré haber dado mi primer beso aún... ¡Pero no tienes derecho a injuriarme de esa manera!

Una mente muy efusiva, si señores, quien iba a decir que la falta de compañero sentimental podía derivar en algo tan delicado.

Bueno, si decían que estaban ocupados, lo deberían de estar, pero había un pequeño detalle, la situación se había complicado un poco, joder, ¿Que hacer?

Forzarse dentro del balcón sería sumamente irrespetuoso, pero a su vez, lo que pasaba era fuera de lo ordinario, la curiosidad le estaba ganando.

Tal vez lo mejor era ceder, y terminar irrumpiendo, quién sabe que estaba sucediendo

 

De-debía admitir que ya me había perdido en la extravagancia de la situación. Manos llevabas al pecho, intercalaba miradas entre Horiazana y la chica que tenía pinta de senpai, con claro nerviosismo e inseguridad, a pesar de que mantenía aún cierta firmeza. Al menos la firmeza de que, aunque quiciera, mis pies no reaccionarían a tiempo para escapar o algo.

¿Estaba Horiazana enojado? Por algún motivo parecía fuera de sus casillas, pero vaya a saber una por qué. En el momento que mencionó que había un tercero, hombre, Horiazana volvió a rasgar su mirada y la sonrisa ladina que tenía, algo sombría, solo me angustio más. No podía significar nada bueno.

—Ahhh, ¿qué más da que haya un tercero? —soltó con tono burlón y jocoso, estaba que me ponía a llorar de la pura vergüenza que me estaba causando en ese momento, ¿no conocía la dignidad o algo? ¡Maldito idiota!— Que sea una fiesta abierta al público no les da el derecho de hacer lo que les de la jodida gana —soltó otra vez firme, con absoluta seriedad, logrando que lo viera con una mezcla de confusión y sorpresa silenciosas.

Tras eso, Horiazana-kun no demoró en correr la cortina por completo, revelando con un rostro iracundo, pero siempre con estoicismo al menos corporal, lo que había tras esas glamurosas cortinas.
—¡Ho-horiazana! —reaccioné entonces, aferrándome a su brazo izquierdo, con la voz más que quejica y preocupada.

Él volteó a verme con el ceño fruncido, pero se le notaba cierta reacción por sorpresa, aparte del leve rubor en el rostro. Yo fruncí mi ceño y acevere la expresión en mis labios. Cerré los ojos, las ganas de lloriquear tal enana de cinco años no me faltaban.
>>¡Eres un idiota, Horiazana, un jodido idiota!

Y a pesar de que lo dije con todas mis fuerzas, mi voz no dejaba de tener un volumen bastante bajo. Y aunque fuera incapaz de saberlo de momento, aquella acción de mi parte había erizado cada cabello del chico, logrando que obtuviera de vuelta algo de pudor y nerviosísmos.

Vamos, que se dejara de creer la gran cosa, ¡si era un pequeñajo aún!

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Horiazana abrió la cortina y Nagi se aferró al brazo del nene uwu <3

 

Tras salir del salón mis pasos de inmediato se dirigieron al segundo piso sin pensarlo demasiado, saludando con una leve inclinación de cabeza a quién que me pareciera estimado o conocido.

Al llegar al segundo piso husmee con rapidez y calma cada habitación del piso, ignorando a consciencia al trio que se había ido a meter al balcón. No quería estar con nadie en ese momento.

Entonces, tras haber asomado mi cabeza por cada una de las habitaciones solo para comprobar qué había, mis manos callerón sobre la última que me faltaba: Tomé ambas manijas y las moví a la vez, esperando poder abrirla con la misma facilidad que las otras...

Parece que me equivocaba.

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Gigi Blanche Mar intenta abrir la puerta misteriosa uwu

Y bueno, sí alguien le quiere caer, ahí está

 

Di un pequeño respingo insonoro en cuanto alguien se dirigió hacia mí; no demoré en llevarme una mano al pecho mientras exhalaba con suavidad por la nariz, llevando mi mirada seria a mi locutora.
—¿U-uh?... Ah... Gracias —más bien musité mientras la veía alejarse, al parecer demasiado inmersa en sus labores de empleada. La miré un momento rascándome la nuca con cuidado de no rasgarme, nerviosa. Terminé por soltar un suspiro pesado y direccionar mis pasos a la planta baja nuevamente. Había muy pocas personas en el segundo piso, así que pasar por delante del dúo aquél monocromático fue inevitable, como tampoco pude pasar por alto la actitud de la morena. Vamos, que aquel tipo de risas siempre me ponían de los nervios, así que tuve que hacer un esfuerzo sobre-humano para poder saludarlas con una expresión neutra y una leve reverencia de cabeza, sin mediar palabras.

Y vaya que eran alborotados los del balcón, ¿es que no había calma en ningún lugar de ahí? Whatever. Bajé con seriedad y calma las escaleras que me llevarían a la primera planta. Tenía que encontrar esa llave.



Watanabe había demostrado bastante control sobre sí misma, a pesar de que al inicio se mostraba como alguien que se derrumbaría sobre sí misma, fue la única en evitar que siguiera cometiendo más estúpideces. En verdad, al igual que Izayoi, quería salir de ahí; huir, sí, a sabiendas de que me estaba comportando como una real caca. Así que nada, a penas pude, algo sorprendido y preocupado por que Nabe decidiera quedarse; entrelacé pronto mis dedos con los de la mano de Izayoi para ser yo que la arrastrara a lo lejos. Mi vista viajó con rapidez por el lugar y no demoré en dirigirnos a la puerta que tenía pinta de baño.

—Solo te dejaré salir cuando te hayas calmado —demandé, empujándola hacia dentro en cuanto comprobé que sí era el baño, con un movimiento fuerte y fluido. Cerré la puerta con rapidez, procurando que no entrometiera manos o piernas, sería doloroso pasarla a llevar. En cuanto pude cerrarla mantuve mi mano sobre la manilla, aún con el gesto fruncido, preparado para forcejear con la tipa.

Ya fuera que se mojara la cara o tomara agua, o gastara fuerzas en intentar salir, me servía: Descargar energías siempre era prioridad en tipos como yo, pero vaya a saber uno que prefería la señorita Izayoi.
>>Te espero afuera —secundé, siempre aferrado a la maniña.

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Rojo FireRed Intentaron meter a tu niña al baño :)