Sweet secrets

Tema en 'Deadman Wonderland' iniciado por Insane, 14 Mayo 2019.

  1.  
    Gigavehl

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    Bueno... Pasaré los míos ya que a diferencia de Kurone, los míos parecen un chiste... No duran nada y no hice nada xd. Que lástima... Me habría gustado ver las reacciones de Agnes con un Galen ya más quebrado...

    [​IMG]

    Estás en una celda detenido, esperando el traslado a Wonderland. Tu anterior abogada da autorización para que te lleven hasta un cubículo. En éste cubículo se te ha hecho entrega de una miserable mochila de tela vieja, la cual conlleva dentro 2 objetos.

    • 1 cuadernillo con instrucciones de la prisión. (Podrás leerlo al llegar a wonderland)
    • 1 caramelo para consumir cuando lo veas necesario en Wonderland.
    —¿Cómo te sientes? Galen —cuestiona sentada sobre una pequeña mesa de madera. Tiene un collar de metal en la mano y juega con éste pesado objeto entre sus dedos.

    Tus manos están atadas por unas esposas. Los oficiales te esperan fuera del cubículo pero no puedes salir de éste hasta dialogar con la mujer que tienes al frente, mujer que fue tu abogada.

    Reglas de conversación:

    • Eres consciente de que puedes manipular tu sangre, pero aún no sabes utilizarla con fluidez. Has mantenido ese secreto que quizá solo lo sepa tu dúo y no sabes si la mujer que tienes al frente también sabe de ello.
    • Puedes hacer tantas preguntas como gustes, más no se asegura que todas sean contestadas con sinceridad.
    • Puedes insultarla y todo lo que gustes. No hay regla en cuanto al trato personal.
    • Puedes acercarte a ella, pero tus manos continuarán presas.
    Galen Rutonver
    Apenas observaba el par de objetos cuando aquella mujer me habló, no estaba seguro. Pero me pareció que ella, llegó de la nada. No me asuste, después de la tremenda paliza que los oficiales me hicieron no es como que me asustara que se apareciese...

    Tenía la mirada perdida, apagada. Ella me prometió salir de este asunto y mas bien nos dejó ahí, culpándonos de todo. Mi sangre hirvió en ese instante por la rabia, de hecho. Cuando estuve con Franklin un momento... O el que parecía ser Franklin pues de momentos no lo reconocía. Las heridas en mi cuerpo expulsaron un poco de mi sangre y de ella logré controlarla un poco. Pero fue momentáneo, ni si quiera yo entendía.

    Como sea, aún a pesar de la tortura, de la humillación, de la... Condena. Mantuve en cierta medida la postura... Y aún mirándola con repudio y rabia, mi voz se cortaba un poco respondiendo - ¿Como... Me siento? - Estaba furioso por tal calidad de pregunta...

    - *sigh* Que mas da... Igual, mis padres desaparecieron, y no es como que haya tenido una vida tan feliz. ¿Como me siento? Fatal. Me has inculpado de algo que, sé, y sabes perfectamente que no tuve la culpa... Te voy a ser franco. Nunca me diste buena espina, pero no es como que Franklin y yo pudiéramos buscar a alguien más. Es obvio... Buscas algo... Y no dudaría que tienes algo que ver con, tu sabes. ¿Sangre? Como sea. ¿Porque lo hiciste? ¿Porque nos traicionaste? Además, ¿Porque a nosotros? No quieras joderme... Aún si fuera posible, Frank y yo no habríamos podido matarlos a todos... Tú... Tú lo hiciste todo. ¿No es así? - Dije, en cierta medida desesperado. La sola presencia de la mujer me agobiaba pero lograba mantener la calma, o al menos eso creía.

    Aquella mujer no dejaba de observarme interesada. Como si tuviera algo de valor encima, jugueteaba con aquel collar. Me intrigaba un poco su aspecto, pero quería ver que "tanto" lograba manipularme. Era obvio, ¿Todo de verdad podía tornarse así de la nada? Claro que no... Pero quería ver qué podía decirme, al final. Respiré hondo y puse mis brazos sobre la mesa, extendiéndolo hasta donde mis esposas daban. Demostrándole que aún a pesar de lo ocurrido. Estaba dispuesto a confrontarla...

    Agnes Astaroth.


    Sonrió levemente y se bajó del escritorio, caminando hasta él para rodearlo por la espalda y abrazarlo con cariño mientras le susurraba al oído.

    —Estás por entrar a un mundo maravilloso, Galen —aseguró y abrió el collar, colocándoselo en el cuello y cerrándolo con delicadeza—. Estás tan joven, tan pequeño, tan niño —continuó con su suave voz en su oído—. Te me asemejas demasiado a un pequeño pájaro, sino mal recuerdo su nombre es algo extraño... batara carcajada, crep que te quedaría bien para entrar a la jaula —comentó distanciándose de él—. ¿Qué dices? Te gusta esa ave, ¿verdad?

    Ignoró cada una de sus preguntas sin vergüenza alguna. Se veía sumamente entretenida hablándole de especies de aves, jaulas y lo maravilloso que conllevaba.

    Galen Rutonver

    Ver como la tipa me ignoraba por completo fue algo que no me esperé... Es como si simplemente, inclusive su pregunta fuera olvidada. De la nada, me puso el collar mientras sentía como unos picos se justaban en mi cuello... ¿Seria acaso para someterme? Quizás, maldita sea. Yo queriendo sobrevivir por mis medios y ahora parece que me voy a ver involucrado en un jodido experimento.

    - Hm, ¿Batara carcajada? ¿En serio hay una ave con ese nombre? *suspiro* Supongo que no suena mal a decir verdad. Actúas como si no dijera nada... A pesar de respetar el espacio para hablar - Dije, mientras me levantaba y me daba la media vuelta para mirarla de nuevo.

    - ¿Nombre? Vamos, que eso si me lo puedes responder. No es como que pueda hacer mucho... ¿Verdad? Estoy a tu merced, ambos lo sabemos. Agh, tan sólo dime. Esto de la sangre... ¿Tu tienes que ver? O vas a guardar silencio... Si va a ser así, sin duda alguna sabes perfectamente entonces que puedo descubrir muchas cosas con inclusive... La manera en como te desenvuelves, y lo sabes. Por muy psicópata sonrisa que tengas sé que me analizas... - Dije esta vez un poco más firme.

    Actúa frío, y en cierta medida vacía. Pero sabía que analizaba a detalle mis actos así como yo a ella.

    Agnes Astaroth


    —Agnes, Agnes Astaroth —respondió y le sonrió levemente, con sus ojos carmín brillando —Gales, te explicaré sobre el collar que acabo de ponerte, así que ven acá —Lo jaló de la camisa y lo obligó a recostarse en ella mientras comenzaba a hablar sobe aquel artefacto—. Si no comes un dulce cada tres días el collar liberará un ácido inyectado desde tu nuca hasta tu estómago... morirás inevitablemente —le acarició la mejilla—. El collar se activará en cuánto pises la prisión a la que te trasladarán, prometo que será un mundo maravilloso el que vivirás.

    El tick tack del reloj de pared no dejaba de sonar.

    Galen Rutonver


    No me esperé en lo más mínimo que me obligara a recostarme sobre ella... Me acariciaba, me hablaba sutilmente. Como si fuera mi madre... Me confundía, pero pronto creí entenderlo. ¿Actuara? Tal vez... Le dije que analizaba sus movimientos, ¿no? Es probable que me esté poniendo a prueba. Pronto escuché el reloj, tan claro debido al incómodo silencio.

    Maldición, seguro el tiempo se me esta acabando... ¿Que debía hacer? ¿De verdad podía sacarle algo a esta tal Astaroth? Bueno, al menos me dijo el nombre. Tal y como sospeché, si escucha con detenimiento lo que le digo. Pero no me responde lo esencial...

    Al final, aunque tenso, pues la chica parece espontánea. Me dejé recargarme un poco más sobre ella. Como si aceptara sus caricias y dejando en cierta medida a lado mi "estrategia" simplemente dije

    - Un mundo maravilloso ¿eh? ¿Y porqué maravilloso? Pareces emocionada en verme ahí dentro. ¿No es así? Hablas sobre jaulas y aves. ¿Te gusta ver cómo estas cantan interactúan cuando hay otra con ellas? A pesar de ser una prisión... Seremos parte de... Un juego. ¿Verdad? Un juego del que estas impaciente porque ya comience... - Dije mientras me dejaba acariciar.

    Agnes Astaroth


    Sus caricias frenaron al sujetarlo del mentón para besarle la mejilla.

    —Eres tan intuitivo pequeño Galen —comentó con las mejillas encendidas en un carmín casi tan fuerte como el de sus ojos—. Jugarás para mi, y cada que cumplas con lo que pido te daré un dulce para atrasar tu muerte —confesó besándole la otra mejilla sin dejar de mirarlo a los ojos. Tan débil, tan niño, tan asquerosamente astuto...

    Agnes se levantó del escritorio y se alejó, sonriéndole con complicidad.

    —Se acaba el tiempo Galen, ¿alguna otra pregunta que quieras hacer?

    Galen Rutonver

    Me dio curiosidad su reacción, no pude evitar sonreír ligeramente el haber acertado aunque sea un poco en lo que pensaba. Es astuta... Sin duda, pero siempre puede uno sacar aunque sea algo.

    Pronto me soltó y se comenzaba a alejar... Sin antes darme una oportunidad de hacerle una pregunta... ¿En serio? Bueno, pude que me diga algo, aunque sea "simbólicamente"

    - ¿Tan pronto? Hum... Que lastima... Bueno, ni hablar. Solo una cosa, Agnes. Este maravilloso mundo... Solamente será gratificante para ti... ¿No es así? - Sonreí, no me importaba. Era una prisión, una prisión nunca es algo "maravilloso"

    Agnes Astaroth


    Ella asintió con el rostro levemente, sonriente sujetó el pomo de la puerta, dándole la espalda para salir y entrar oficiales de seguridad, que lo sujetaron con fuerza y se lo llevaron hacia el autobús con aquella mochila vieja de tela y su contenido.

    [No se permiten más mensaje]

    Claro, tomen en cuenta que apenas iniciaba con los roles so... Si lo ven muy distinto, ya saben...



    Las cortinas están cerradas, siendo la iluminación unas pequeñas lámparas de noche, sonando música de una pequeña grabadora que es cubierta por una felpa color sangre. El escritorio solo tiene la silla de Agnes, y encima de la madera reposa un portátil, un vaso de agua y el contenido cilíndrico en el extremo derecho que contiene el ojo izquierdo de Connie, recién extraído. El lugar es medianamente amplio, en donde también hay un pequeño piano.

    Las paredes son de un tono chocolate oscuro y el suelo es de madera, el cual reluce de pulcritud. Hay un sitio para colgar chaquetas, abrigos, sacos y Agnes de por sí cuelga la suya ahí. El aire acondicionado mantiene encendido y se siente una atmósfera extraña al estar ahí, a solas con ella.

    El lugar tiene un dulce aroma a fresas, cerezas y chocolate. como el perfume de Agnes. Es el único sitio en donde no hay cámaras de seguridad, micrófonos y guardas.

    Información adicional:
    • Los grilletes que te tenían las manos cautivas han sido retiradas por los guardias antes de guiarte a su oficina.
    • El maletín lo traes contigo. En el collar ha aparecido que quedan 2 días al color verde bajar de intensidad para que éste suelte el ácido, por lo tanto ya ha pasado 1 día. Eso te hace deducir que ha amanecido.
    • Tus deseos por asesinarla se ven interrumpidos por tus instintos, que te dicen a gritos que no hay una misera oportunidad contra ella.
    • Tu comportamiento puede haberse afectado por lo que presenciaste en la batalla de cadáveres.
    • No puedes salir de la oficina hasta que Agnes te diga que es hora de retirarte.
    [​IMG]

    Agnes Astaroth

    Sus ojos expresan ambivalencia, y no los aparta ni un segundo de tu persona.

    —¿Te gusta el sitio Galen? Porque es mi mundo maravilloso, construido especialmente para ustedes —susurró pasando el pasador a la puerta luego de que entraras por ella, recostándose en la madera de ésta mientras jugaba con sus uñas en el aún sujetado, pomo de la puerta, causando un chillido por el arrastre de sus largas uñas en el metal.

    Admito que la canción esta buena xde

    Galen Rutonver

    Cuando menos me di cuenta ya había sido elegido para ir con Agnes, no tardaron mucho en levantarme a la fuerza sacándome un poco de mi trance y apenas sosteniendo la maleta para dirigirme a su oficina, el cual no estaba muy lejos de aquella arena. Al estar frente a la puerta, increíblemente me rompieron los grilletes y tan sólo los guardias retrocedieron atentos ante lo que hiciera. Estaba por abrir la puerta cuando Agnes se me adelantó. No evitó volver a sonreír como siempre y abrió más la puerta para dejarme entrar, así que sin nada que hacer lo hice.

    No sé porqué, pero se sentía extraño estar dentro, mas que ya haber lididado una vez con ella y presenciar lo que observé en aquella batalla, solamente... Había algo raro, no dudé en mirar alrededor, no hay cámaras, ni guardias. Probablemente tampoco micrófonos, no dudaría eso. Esa mujer, con esa apariencia extraña. Seguramente y tiene una habilidad similar a controlar la sangre...

    La pequeña grabadora reproducía una curiosa canción, hm. Que va acorde a lo que acontece... Aunque de alguna forma no me molestaba escucharla. No evité que se me hiciera agua la boca con el aroma cuando vi cómo la iluminación del collar se disminuyó de golpe... Tres días... ¿En serio ya pasó uno? Maldición, tal vez y ya amaneció.

    "¿Te gusta el sitio Galen? Porque es mi mundo maravilloso, construido especialmente para ustedes" Me murmuró. Cerrando la puerta y jugueteando con ella con sus uñas, más que irritarme el sonido me incomodaba. Después de lo visto no sé que diantres estaba planeando... No vamos a forjar ninguna amistad, pero por lo menos quería tratar de saber todo lo posible. Pero... ¿Y ahora qué le digo? El trauma por lo acontecido ya esta ahí y simplemente no puedo cavilar muy bien. Pero debía hacer el intento...

    - B-Bueno... He... De admitir que no es lo que esperaba, me has sorprendido Agnes. Te felicito, en serio - Le dije, dándole la espalda pero volteando mi cabeza para mirarla con mi ojo izquierdo - voy a ser franco, esto es una locura y un caos total... Pero ya no actues... Al menos conmigo. Tú misma me dijiste que todo esto sería única y exclusivamente gratificante para tí. Sí, es un mundo maravilloso especialmente construido para nosotros. Pero eso bajo tu propia visión... - Dije, dándole la espalda de nuevo, por fortuna ya me había relajado antes de que los guardias me volvieran a levantar. Pero aún así sentía como mi voz se entrecortaba por momentos. No quería mostrarme débil... Pero era obvio, ERA débil a lado de ella... ¿Y tratar de asesinarla? Más allá de que probablemente de un golpe de lo que sea me siente, ni siquiera sé utilizar mi sangre. Es un movimiento estúpido...

    Pronto, comencé a pasearme por la oficina que si bien no es pequeña, tampoco es enorme. Miré con interés el piano, lo tanto que me encanta ese instrumento. - No hay problema que eche un vistazo a tu oficina... ¿Verdad? - Dije, sin tardar en ver aquél cilindro con el ojo de la chica...

    Perdona la biblia, me pusiste re-fangirl con la canción xD

    Agnes Astaroth


    Lo escuchó atenta.

    —Me alegra que te sorprendieras. Y estás en lo correcto, es gratificante para mí —sonrió levemente mientras ladeaba la cabeza al verlo revolotear por su oficina—. Siempre y cueando no abras los cajones del escritorio no habrá ningún problema —advirtió con la voz fría, caminando hasta el mismoa para sujetar el vaso de agua y mirarle a los ojos.

    Extendiendo el vaso para que bebiese de éste.

    —Debes tener sed Galen, bebe —le ofreció con amabilidad.

    Galen Rutonver


    Nada destacable, excepto por el detalle de los cajones. Fue algo que si bien no pretendía ver, pues en realidad no estaba tocando nada. No era una respuesta que me esperara del todo... Me quedé pensando y tratando de calmarme pues no quería mostrarme quebrado frente a ella, la miré. Mientras se acercaba ahora al escritorio y tomaba un sorbo de agua. Para pronto, extenderme el vaso y ofreciéndome tomar un poco... ¿Porqué es tan amable conmigo? No creo tener nada especial realmente. Aunque... ¿Porqué omitiría mi nombre? O mejor dicho... Mi apodo.

    Era confuso sin duda alguna, pero al ver el vaso un par de segundos, me agaché ligeramente en señal de agradecimiento y tomé el vaso para darle un sorbo - Hm, la verdad es que sí que tenía algo de sed. Pero... - Volví a beber y pronto me asusté, bebí bastante. Así que volví a extender el vaso hacia ella - Disculpa, como iba diciendo. Pero hay algo que no logro entender Agnes. Y no se si me evadirás como la otra vez... Dime, ¿Porqué al momento de elegir a las primeras aves a la batalla no estaba mi apodo ahí? Siendo franco. Creí que seria de los primeros en ser elegido - Dije, sin evitar sentirme incómodo, y pronto desviando mi mirada.

    - Pero como sea, si hay otra duda es. ¿Acaso cada uno tiene una forma distinta de manifestar su sangre? Digo. Pareciera ser la herramienta principal de batalla... Pero, yo no pude hacer mucho. Eso, no es una buena noticia para ti... ¿Verdad? - Dije, mirándola de nuevo tenso.

    - Y hey, no tienes que actuar fría cuando me recalces algo. Realmente no planeaba tocar absolutamente nada... - Dije, tratando de... ¿Aliviar? La situación.

    Agnes Astaroth


    Agnes endureció su mirada, como si aquella pregunta le recordase la discusión que mantuvo por teléfono mientras iba en el auto con el último de los prisioneros, llegando tarde a su propio espectáculo.

    —Porque mis guardias fueron unos malditos inútiles —soltó sin más, al igual que el vaso que acababa de tener entre manos, dejándolo quebrarse en mil pedazos contra el suelo de madera, sin apartar su mirada de él—. Dime Galen, ¿quién te ha dado tanta libertad de abrir la boca?

    Se paseó por la oficina y se sentó en la mullida silla.

    —¿Hmm?

    Galen Rutonver


    Al fin... Una maldita reacción esperada, ya necesitaba saber un límite... Ok, ok, ya la alteré. No dudo que me quiera hacer una cirugía ahí mismo si se le daba la gana. Cálmate, Galen. Un pequeño movimiento estúpido y arriesgado, la has molestado pero nadamás. Al menos eso creía... Así que cerré los ojos un momento, suspiré y con una calma que ni yo mismo sabía de donde carajo la sacaba le respondí

    - Esta bien, esta bien. Solamente no comprendía porqué. No es necesario que se moleste conmigo, señorita Agnes. Como ha dicho, deberá castigar a esos hombres. Como sea, nadie me ha dado la libertad de hablar Agnes... Me disculpo si la he ofendido, en serio. - Dije, calmado y sin mostrarme tan asustado pues no sabía que podría suceder. El ambiente se comenzaba a tensar bastante... Pronto recordé el tema del collar. Hmm, "dulces" me llegó la palabra a la mente, tengo uno pero creo sería mejor tener otro por si acaso. "Jugarás para mí" Seguramente no obtendré más dulces si no peleo o... Tal vez, hago algo especial. Seré franco, sigo sin comprender en lo más mínimo sus intenciones. Supongo que retroceder y seguir el juego por ahora será lo mejor...

    - Agnes, no sé que quiere que discutamos pero. Recordando el tema de que jugaremos para ti, dígame... ¿Qué necesito para llevarme otro de esos dulces? La iluminación de este collar disminuyó. Y... Tal vez, puede que haga ciertas cosas para usted. No lo sé... Tal vez algo que tenga que ver con el resto de presos aquí. - Dije, sin dejarla de mirar directamente. Admito que la incomodidad me carcomía, pero muchas respuestas en realidad no tenía. Solamente me quedaba... Ser... Algo ajeno a lo que fui, antes de entrar a este infierno.

    No me arranque el brazo T.T (?

    Agnes Astaroth


    —Oh, eso —susurró al escucharlo hablar de los dulces, emocionada —lo sabrás cuando comas el que tienes en la mochila, es decir, el tercer día que debas comerlo ven a mi oficina, y te pediré algo a cambio del próximo dulce que alargará tu vida.

    Habló como si contase una película y fuese la fan número 1 de ésta, como si todo fuese tan ajeno y tan cercano a ella. Una sonrisa amable regresó a sus facciones y tarareó la canción que se repetía, una y otra, y otra vez.

    —Cuéntame Galen —continuó su discurso como si nada hubiese interrumpido el mismo—. ¿Qué tal se ve el ojo de Connie sobre mi escritorio?

    Galen Rutonver


    Santo cielo... Ahora no sé si sea toda una genio o de verdad es una maniática pero que sabe disimular sus emociones... Esperaba una discusión seria y tensa. No que de la nada todo cambiara como si la ofensa jamás se hubiera dicho... Al final, Agnes me dijo que solamente cuando consuma el que me regaló tendré que regresar aquí... Maldición, bueno. Ni hablar, supongo que es la iniciación. Haber, si bien es impredecible. Parece que darle toques de este caótico sitio no va a suceder nada. Mientras no mencione a los guardias ni nada que parezca la haga llegar tarde a algo no habrá problema... Aunque aún no estoy seguro.

    - Ah, sí. El ojo... - Dije mirando el ojo una vez más... - He de decirte que decora bastante el sitio. Le da sin dudas un toque... Innovador a su oficina. Se ve espléndido, Agnes. Un claro recordatorio del maravilloso mundo al que pertenecemos... ¿No es así? - Le dije, sonriendole ligeramente y ahora mirándola directamente de nuevo.

    Agnes Astaroth


    Agnes empezó a acariciarse su largo cabello, como si no creyera en aquella actitud que Galen mostraba. Un chico joven, viendo todo aquello y tan fresco. Soltó una risilla y le sonrió, en tono altivo, como si tuviese algo diabólico en mente.

    —¿Sabes Galen? Tengo una buena habitación para ti —susurró volviendo su vista a los cristales que estaban esparcidos por el suelo—. Espero te diviertas en ella.

    Reglas:

    • Debes postear en la sala de espera. Mencionando aquel vaso que terminó quebrado en el suelo por el mal humor de Agnes.
    • Luego debes postear en la habitación que te ha sido asignada, no podrás salir de ahí hasta que por los altavoces se escuche que pueden salir de sus habitaciones. (De lo contrario los guardias te cogerán a golpes y probablemente termines inconsciente)

    Como dije... Son un chiste... A lado de Alice al menos de momento, me siento mediocre xD.

    Pasaré el del dúo cuando el resto también lo haga, o Insane lo haga idk...

    ¡Saludo Aural!
     
    Última edición: 18 Junio 2019
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    Me hace gracia la diferencia que hay entre este Shawn y el que quedó al final, aish.

    Estás en una celda detenido, esperando el traslado a Wonderland. Tu anterior abogada da autorización para que te lleven hasta un cubículo. En éste cubículo se te ha hecho entrega de una miserable mochila de tela vieja, la cual conlleva dentro 2 objetos.
    • 1 cuadernillo con instrucciones de la prisión. (Podrás leerlo al llegar a wonderland)
    • 1 caramelo para consumir cuando lo veas necesario en Wonderland.
    —¿Cómo te sientes? Shawn —cuestiona sentada sobre una pequeña mesa de madera. Tiene un collar de metal en la mano y juega con éste pesado objeto entre sus dedos.

    Tus manos están atadas por unas esposas. Los oficiales te esperan fuera del cubículo pero no puedes salir de éste hasta dialogar con la mujer que tienes al frente, mujer que fue tu abogada.

    Reglas de conversación:
    • Eres consciente de que puedes manipular tu sangre, pero aún no sabes utilizarla con fluidez. Has mantenido ese secreto que quizá solo lo sepa tu dúo y no sabes si la mujer que tienes al frente también sabe de ello.
    • Puedes hacer tantas preguntas como gustes, más no se asegura que todas sean contestadas con sinceridad.
    • Puedes insultarla y todo lo que gustes. No hay regla en cuanto al trato personal.
    • Puedes acercarte a ella, pero tus manos continuarán presas.

    Shawn Amery

    Shawn se mantuvo impasible durante todo el traslado y la detención posterior, a diferencia de otros presos. Permaneció sentado en su silla, siguiendo con la mirada a cada una de las personas que pasaban por su lado, severo. No se quejó, no intentó zafarse de las esposas, no gritó ni imploró por la justicia que se merecía. Simplemente aguardó con la cabeza erguida y la mirada desafiante a que acabasen de decidir su destino.

    Cuando aquella zorra que decía ser su abogada tomó asiento frente a él, sus manos se cerraron bajo la mesa, irritado ante su mera presencia. Pero su porte y su extrema nobleza hicieron que mantuviese la cabeza fría en todo momento. No iba a dejarse doblegar ni por asomo.

    —¿Dónde está Laila? —fue lo primero que salió de sus labios, en un tono severo que no atendía a sarcasmos ni a falsas apariencias. Ella no se preocupaba por él, y a él le importaba una mierda lo que le pasara a aquella mujer. Solo necesitaba ver a su pareja cerca—. ¿Por qué la habéis traído a ella también? Yo soy el culpable, el que tiene el mayor delito. Ella no es más que, según el juez, una mera cómplice, debería cumplir otra clase de castigo. No voy a permitir que sufra un castigo que no se merece.

    Aquello era ciértamente irónico. Cómo un hombre de tan noble corazón como él podía aceptar un destino que no le pertenecía solo por mantener segura a la persona que amaba. No le importaba ser llevado a aquel lugar mientras que le asegurasen que su novia se vería apartada de todo aquello. Ya no le importaba hacer prevalecer la justicia; había perdido la fe en la humanidad tras su sentencia.

    —¿A dónde se supone que me van a llevar? ¿Es que soy tan peligroso que ni la cárcel de esta ciudad puede mantenerme? —inquirió con cierta sorna, hastiado. A pesar de que la sonrisa cínica de la mujer le estaba sacando de sus casillas, mantuvo la serenidad en todo momento.


    Agnes Astaroth

    Agnes cruzó su pierna derecha sobre la izquiera y le escuchó atenta, ladeando el rostro mientras acariciaba su lacia cabellera negra con parsimonia. Le atraía que fuese el único que se mantuvo sereno sobre la silla, sin improperios en sus palabras, sin tratar de comérsela con la mirada o de asesinarla con las manos. Que noble, que lindo, que caballero. Que estúpido.

    —Te pareces mucho a los halcones Shawn —comentó y se bajó del escritorio, acariciándole el cabello con suavidad—Hawk, una buena abreviación para el ave que me recuerdas —susurró y continuó jugando con la yema de sus dedos sobre sus hebras capilares—. Un mundo maravilloso te espera, como la ave enjaulada que estás por ser —sujetó el collar que reposaba en la madera y se lo ajustó al cuello, mirándolo a los ojos mientras le dedicaba otra sonrisa altiva.


    Shawn Amery

    Frunció el ceño cuando la mujer se bajó del escritorio, tensando su cuerpo inconscientemente. Apretó los dientes cuando sintió sus manos acariciando su cabello albino, asqueado, pero durante los primeros minutos no hizo ademán de empujarla lejos de él. Temía que si se dejaba llevar por sus emociones le hiciesen daño a la mujer que amaba, por lo que prefería dejarse hacer, resistir con su infinita paciencia y aguante toda la ira que encerraba dentro de su cuerpo.

    —¿A los halcones? —repitió, con voz ronca, la mirada posada en la mesa. La mujer había ignorado cada una de sus preguntas, y eso solo le irritaba más. Chasqueó la lengua con disgusto—. Creo que deberías ir a que te revisen, lo que dices no tien...

    Click.

    Shawn abrió sus ojos, perplejo, al sentir un collar de metal alrededor de su cuello. Se levantó de la silla como un resorte, esta amenazando con caerse ante la brusquedad, y se llevó las manos esposadas hacia aquel artefacto con intención de quitárselo a toda costa. No tuvo ningún efecto, y posó su mirada cargada de ira en aquella que fue su abogada. Su maldita abogada de mierda. Pese a todo, sus piernas lograron mantenerse clavadas en el suelo, ambos frente a frente, a escasos centímetros del otro.

    —Quítame este collar —ordenó, con un tono de voz amenazante que podría atemorizar a cualquiera, las manos posadas en sus hombros con cierta fuerza en su agarre. Su imperturbable rostro tranquilo se deformó en una mueca cargada de cólera—. ¡AHORA!


    Agnes Astaroth

    Agnes soltó una risilla traviesa. Shawn eran un amor, un lindo niño en busca de respuestas con un irrompible sentido de la realidad... el cual rompería ella por él. Le ahorraría trabajo, le ahorraría cansancio y se tomaría la molestia de mimarlo cuando entrase en pánico, cuando no pudiera asesinarla y llorase como un pequeño sobre sus senos. No había empezado aún y ya estaba fantaseando con él, con acariciarlo, con consentirlo, con maltratarlo.

    Su mirada se clavó en la de él al verlo ponerse de pie. Oh, que osado resultó ser.

    —Te explicaré. Si no comes un dulce cada tres días el collar liberará un ácido inyectado desde tu nuca hasta tu estómago... morirás inevitablemente —le acarició desde la mejilla hasta el cuello—. El collar se activará en cuánto pises la prisión a la que te trasladarán, prometo que será un mundo maravilloso el que vivirás. Una linda ave enjaulada en un maravilloso mundo —recitó tal cual como una melodía.


    Shawn Amery

    El tacto sobre su rostro se sintió helado, mortífero, como la caricia de un aguijón que amenazaba con clavarse al más mínimo contacto. Su piel palideció ante sus palabras, incrédulo, con la mirada desencajada y las lágrimas tentando con llegar hasta sus cuencas. Pero no las dejó hacer. Apretó sus puños, preso de la cólera, esta vez con un enorme terror instalado en su pecho. Quiso moverse, pero su cuerpo no le permitió.

    Estaba completamente paralizado ante sus palabras.

    Laila

    Agachó la mirada, temblando de la ira, con Agnes aún frente a él. Apretó los ojos, sintiéndose un estúpido juguete. No podía revelarse, no podía descargar su ira, no podía hacer nada sin sufrir el terror de que a Laila le hiciesen lo mismo que a él. No podía revelar que estaba asustado. Asustado porque iban a separarle de la única persona a la que necesitaba proteger. Asustado porque no podía permitirse morir, no podía dejarla sola.

    Asustado porque no se merecía nada de lo que le estaba pasando, y por primera vez en su vida, no sabía cómo afrontarlo.

    —¿Por qué...? —su voz salió entrecortada de sus labios. Alzó la mirada lentamente, enfocando sus orbes azules en los de ella, brillando con un enorme pesar en su interior. Completamente devastado, pero a pesar de todo, manteniendo la compostura con firmeza—. ¿Por qué me hacéis esto? Yo no he hecho nada... Ella no ha hecho nada. No podéis hacerme esto, ¡no podéis separarme de ella, ¿me oyes?! —colocó las manos en sus hombros, con mucha menos fuerza que antes. Su rostro denotaba un atisbo de súplica—. Ella no puede... Necesito estar a su lado. Necesito protegerla.

    >>Sabes bien que soy inocente, Agnes. Así que, dime... ¿Por qué?


    Agnes Astaroth

    Los orbes carmín brillaron en un deseo insano al verlo quebrantar un poco de su actitud inicial, atrayéndolo hacia ella en un abrazo que duró unos cuantos segundos, para darle la espalda y caminar hacia la puerta, sujetando el pomo de ésta. Le miró de perfil con ambivalencia e indicó a los guardias que podían entrar. Ella desapareció en la oscuridad del pasillo y Shawn fue interceptado por varios oficiales, que se lo llevaron a arrastras por el lugar.

    Agnes se recostó en una pared lejana y miró las llaves del autobús mientras sentía el aroma de la loción de Shawn que se impregnó por el leve abrazo que descaradamente le robó sin su autorización.

    Sonrió entre dientes, pues parecía que era casi la hora de comenzar.

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    El Calabazo

    El Calabazo Y dime, ¿Quién soy yo?

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    Yo me mantuve en todo momento acorde a mi pj. (?)

    La primera vez 7u7

    [​IMG]

    Estás en una celda detenido, esperando el traslado a Wonderland. Tu anterior abogada da autorización para que te lleven hasta un cubículo. En éste cubículo se te ha hecho entrega de una miserable mochila de tela vieja, la cual conlleva dentro 2 objetos.
    • 1 cuadernillo con instrucciones de la prisión. (Podrás leerlo al llegar a wonderland)
    • 1 caramelo para consumir cuando lo veas necesario en Wonderland.
    —¿Cómo te sientes? Franklin —cuestiona sentada sobre una pequeña mesa de madera. Tiene un collar de metal en la mano y juega con éste pesado objeto entre sus dedos.

    Tus manos están atadas por unas esposas. Los oficiales te esperan fuera del cubículo pero no puedes salir de éste hasta dialogar con la mujer que tienes al frente, mujer que fue tu abogada.

    Reglas de conversación:

    • Eres consciente de que puedes manipular tu sangre, pero aún no sabes utilizarla con fluidez. Has mantenido ese secreto que quizá solo lo sepa tu dúo y no sabes si la mujer que tienes al frente también sabe de ello.
    • Puedes hacer tantas preguntas como gustes, más no se asegura que todas sean contestadas con sinceridad.
    • Puedes insultarla y todo lo que gustes. No hay regla en cuanto al trato personal.
    • Puedes acercarte a ella, pero tus manos continuarán presas.

    Maxwell

    Estamos solos, no hay nadie mas aquí. ¿En que nos equivocamos? ¿Que hiciste ahora, Bob? Eh, ¿No es linda la pava? me gusta su flequillo... Se ve con bastante personalidad, ¿me entiendes no, Rico? M-me desagrada su sonrisa. ¡Es hora de nuestro show Franny, déjame hablarle a la petirroja!


    — ... — Voltee a ver a mi alrededor y las cadenas esposandome contra la silla. Era mi abogada, nuestra abogada, Franny. Recuerda que no estas solo, ahora se buen chico... y deja que el maestro de inicio a la obra, luego ustedes tres me siguen, lunáticos. Franny estas castigado hasta nuevo aviso.


    Tome aliento y estire mi cuello hacia atrás para dejar salir un suspiro y usar el impulso del peso para moverme hacia delante de golpe y acercarme a la señorita abogada, chillando las cadenas dejando en claro cuan limitado estábamos para acercarnos de forma rudimentaria.

    — ¡Hola! ummm... — sonreí un momento retorciendo mi rostro para intentar acercarme un poco mas — creo que Franny no podrá responderte por ahora, espero que te baste conmigo, tranquila, soy el mejor de todos... el mas completo.


    Nos detuvimos un momento para observarla mejor, a DJ le gustaba lo que veía y le provocaba relamerse los labios con la lengua, parecía un buen pedazo de carne, Ricochet ni siquiera quería verla (sus ojos... sus ojos me dan m-miedo), el idiota de Bob seguía murmurando junto a Franny que no entendían como paso todo esto. Siempre debiles, siempre aburridos... solo DJ y yo parecemos divertirnos, DJ ¿Porque mejor no continuas un rato? (Thank u, broh!!).


    — Well... me pareces una linda petirroja ¿you know? Ese tono rojo en tu camisa, esos ojitos, dime linda... ¿Has salido antes con un convicto? — Movía un poco la cabeza de costado intentando revolver un poco su pelo liso a su costado izquierdo — No soy nada malo, puedo quedarme a hablarte todo la tarde si quieres, puedo quedarme a escucharte toda la noche... ¿porque no me dejas escuchar un poco mas de esa vocecita tuya tan dulce? (Te dije que podías continuar, no acosarla, mono idiota, supongo que mejor regreso un rato mas...)


    Estire un poco mis hombros, la silla era pequeña, el espacio de las cadenas era corto, pero ella parecía... interesante. En mas de un aspecto. Una linda sonrisa para pagar la de otro, ¿no es eso loable de mi parte?


    — Lamento el comportamiento reciente... mis... camaradas no son precisamente los mejores, como dije, ninguno es mejor que yo. Me temo en verdad que Frank no asistirá a esta reunión social y tampoco tengo ya la curiosidad para dejar salir a otro, no por ahora. — Intentaba forcejear las cadenas con cuidado —

    — Sabe, señorita abogada, recuerdo que nos defendió en el juzgado... pero no recuerdo tu nombre, ¿podrías darme alguno? se siente extraño no conocer siquiera ese pequeño dato de uno de mis actores secundarios.

    Suspire y tararee por un momento viendo al techo y viéndola a ella cada tanto, las esposas son fuertes, pero la carne, la carne es débil... y maleable. Mas aún con algo de sangre como lubricante.


    — Bueno, Petirroja. Es tu día de suerte... — Levante una mano de entre la mesa bañada en sangre, me había cortado parte de la carne para forzar a que saliera. Movía mis dedos en el aire como señal de saludo para luego peinarme un poco.


    — Deberían de hacer estas cosas mas ajustadas, ¿sabes? nunca sabes cuando un lunático podría soltarse. Que bueno que soy una gran persona. — Coloque el codo sobre la mesa y utilice mi mano para sujetar mi cara mientras la veía, con una pequeña sonrisa.


    — Mi nombre es Michael, con el tiempo aprenderás a reconocerme de mis compañeros, aprenderás a reconocernos a todos. (Quizás puedas amar a alguno, quizás puedas odiar a otro, agradar a uno y sobretodo respetar al que tienes ahora enfrente) — Mi persona se quedo viendo con los ojos fijos sin expresión alguna a la cara frente suyo, mientras movía los dedos apoyándose en mi cara, como si estuviese tocando el piano con mi piel —


    — ¿Porque no me cuentas porque decidiste jugarme una mala pasada y encerrarme junto a un mocoso de... quince? ¿dieciséis? Cuéntame pequeña Petirrojo...


    — ¿Para que estamos aquí el día de hoy? ¿No ves que estoy ocupado planificando mi obra?



    Agnes Astaroth.

    Una sonrisa invadió sus carnosos labios, seguido de una pequeña risilla que ocultó con la palma de su mano mientras su oscuro cabello se movía de un lado a otro. Sus mejillas se mancharon del carmín y lo sujetó de la mano lastimada, jalándolo hacia ella y atrayendo su rostro sobre su pecho mientras le acariciaba el cabello.

    —Mi nombre es Agnes, Agnes Astaroth —respondió jugando con el lacio cabello ajeno entre sus dedos—. Dicen que mi apellido pertenece al cacique del infierno, pero yo lo atribuiría más al cacique de un mundo maravilloso al que estás por entrar —susurró y deslizó la yema de sus dedos por su espalda—. Estaré encantada de conocerlos, a cada uno de ustedes —comentó con sus ojos carmín brillando en deseo mientras sujetaba el collar de metal y lo abrochaba con delicadeza al rededor del cuello de Franklin, para continuar mimándolo con caricias en su cabello al él estar recostado entre sus senos.

    Maxwell

    Cerre los ojos y me deje llevar por el momento, un artista merece descansar y DJ no es el único que sabe divertirse... esta gritando por querer salir en este momento, es muy lindo. Era un sitio bastante cómodo donde estaba recostado, ridículamente reconfortante y un par de segundos después una fría pieza de metal en mi garganta.


    — Lindo collar de perro ¿No tienes alguno que vaya a juego contigo? ¿Rojo tal vez? — Repase mi nariz sobre su busto, olfateándola delicadamente buscando su cuello. Lastima que no puedo alcanzarlo, una verdadera lastima.

    — Astaroth entonces ¿eh? Agnes es un lindo nombre, creo que conocí a una Agnes hace unos años ¿o interprete a alguien llamado Agnes? ... ya no recuerdo muy bien, es tiempo pasado.

    Haciendo presión a las cadenas podía acercarme solo una miseria de centímetro mas, pero era suficiente para acercarme un poco mas a ese lindo cuello, para poder suspirar y dejar reposar mi aliento sobre esa piel blanquecina que abriría el apetito a cualquier hombre, a cualquiera con ciertas inclinaciones. Ellos saben que mis gustos son peculiares y algo excéntricos. DJ simplemente es un animal que fornica con cualquier cosa con tres agujeros, yo tengo... disciplina y paciencia para degustar un buen plato.

    — Conozco a uno al que le encantaría hacer las cosas con mas calma, mas romanticamente, conozco a otro que simplemente actuaria de forma mecánica y a otro que caería dormido, también uno al que le encantaría tomarte a la fuerza y ver que linda cara pones. ¿Pero yo? prefiero la teatralidad, es mas... excitante.

    — Y tus dioses saben que clase de cosas puedo hacer con una sola mano mano y una lengua tan digna del monologo y la interpretación como la mía... — usaba mis dedos para golpear la mesa en un pequeño ritmo de dos partes, un tono grave y otro algo mas agudo.

    — Querida Agnes, Petirroja no sé cuanto tiempo nos quede en estos momentos pero porque no probar un poco de este pequeño placer un poco mas mientras me cuentas sobre esa maravilla a donde me dirijo. Me gusta que me mimen, para variar.

    Agnes

    Agnes sonrió y procedió a explicar al saber que tenía toda su atención dirigida a ella. Un hombre joven, con una mente desordenada y patológicamente organizada. Excéntrico e interesante. Una joya dentro de Wonderland, quizá sería el primero en acoplarse más fácilmente al sitio.

    —Si no comes un dulce cada tres días el collar liberará un ácido inyectado desde tu nuca hasta tu estómago... morirás inevitablemente —le acarició la mejilla—. El collar se activará en cuánto pises la prisión a la que te trasladarán, prometo que será un mundo maravilloso el que vivirás. Una linda ave enjaulada en un maravilloso mundo.

    Lo alejó de su cuerpo al sentir su piel erizarse por su respiración, escapándosele una risilla entre los labios.

    —No es bueno mojar las bragas de una chica en una plática casual como esta —desajustó un botón de su saco—. Me gusta lo poético, también lo rudo, y quizá lo romántico. En otro momento estaría bien soltar estrés —susurró y miró el reloj de la pared—. ¿Has escuchado sobre el Buitre palmero? Es un ave bastante inteligente, te me asemejas a él.

    Maxwell

    — Un escenario, un ultimo escenario con el cual sentirme apabullante ante mi público... y me ofrecen una jaula. Espero que sea una linda jaula.

    — Un collar que me matara si no consigo otro dulce —
    Voltee mi cabeza para ver el reloj mientras movía mi boca hacia la izquierda — tres días desde que entre en el recinto, tengo un caramelo... tengo seis días como limite para conseguir otro. — Dirigí mi mano lastimada contra mi pecho para aplaudir.

    — Mojarlas no es lo único que deseo, aunque sí es un comienzo —
    extendí mi mano en dirección a ella y luego señalando el reloj.

    Tendré un par de problemas si no puedes conseguirnos un par de cosas que teníamos antes de todo esto. Uno de nosotros, al que encontraron junto al niño, es mas ciego que un topo y tenia unos lentes puestos cuando la policía fue a por nosotros en la azotea post-fiesta. No he vuelto a ver sus lentes, Agnes. (En verdad los necesita...) dije susurrando lentamente mientras veía a la mesa.

    — También teníamos en nuestros bolsillos un par de guantes, eran míos, aunque no me preocupan tanto, puedo hacer otros. Pero no quita que seria lindo tener ambas cosas en mi celda para cuando llegue.

    — Nuestro tiempo juntos es preciado Agnes, algo sabemos de los buitres, pero por favor cuéntanos. — Dirigí mi mano lastimada contra mi rostro para ver la herida detenidamente y olerla por curiosidad, al menos las esposas no están oxidadas. — Tienes nuestra atención.

    Agnes


    —No te preocupes. Todo lo necesario se encontrará en tu habitación —respondió dándole la espalda y sujetando el pomo de la puerta. La luz de sus ojos cambió, tornándose más sombría mientras le miraba de perfil —. Dentro de poco volveremos a vernos, pequeño buitre —susurró ignorando el pedido de que le contará más sobre aquella ave.

    Al salir los oficiales entraron y lo esposaron nuevamente. Una enfermera el vendó la herida que se había hecho al sacar una de sus manos de las esposas. Se lo llevaron a arrastras hacia el autobús que se dirigía a la prisión.

    [No se permiten más mensaje]


    En la Oficina 7u7

    Agnes

    Las cortinas están cerradas, siendo la iluminación unas pequeñas lámparas de noche, sonando música de una pequeña grabadora que es cubierta por una felpa color sangre. El escritorio solo tiene la silla de Agnes, y encima de la madera reposa un portátil, un vaso de agua y el contenido cilíndrico en el extremo derecho que contiene el ojo izquierdo de Connie, recién extraído. El lugar es medianamente amplio, en donde también hay un pequeño piano.

    Las paredes son de un tono chocolate oscuro y el suelo es de madera, el cual reluce de pulcritud. Hay un sitio para colgar chaquetas, abrigos, sacos y Agnes de por sí cuelga la suya ahí. El aire acondicionado mantiene encendido y se siente una atmósfera extraña al estar ahí, a solas con ella.

    El lugar tiene un dulce aroma a fresas, cerezas y chocolate. como el perfume de Agnes. Es el único sitio en donde no hay cámaras de seguridad, micrófonos y guardas.

    Información adicional:
    • Los grilletes que te tenían las manos cautivas han sido retiradas por los guardias antes de guiarte a su oficina.
    • El maletín lo traes contigo. En el collar ha aparecido que quedan 2 días al color verde bajar de intensidad para que éste suelte el ácido, por lo tanto ya ha pasado 1 día. Eso te hace deducir que ha amanecido.
    • Tus deseos por asesinarla se ven interrumpidos por tus instintos, que te dicen a gritos que no hay una misera oportunidad contra ella.
    • Tu comportamiento puede haberse afectado por lo que presenciaste en la batalla de cadáveres.
    • No puedes salir de la oficina hasta que Agnes te diga que es hora de retirarte.
    [​IMG]

    Agnes Astaroth

    Sus ojos expresan ambivalencia, y no los aparta ni un segundo de tu persona.

    —Has estado muy callado en la gradería, así que cuéntame, ¿cómo te ha asentado el espectáculo? —susurró pasando el pasador a la puerta luego de que entraras por ella, recostándose en la madera de ésta mientras jugaba con sus uñas en el aún sujetado, pomo de la puerta, causando un chillido por el arrastre de sus largas uñas en el metal.

    Michael Maxwell

    — Querida, este es un lindo lugar, se respira y se siente un agradable olor ¿Me presentarias a tu diseñador? me encantaria que le de consejos a Rico. — Michael se detuvo un momento a caminar por los alrededores de la oficina mientras daba pasos grandes levantando sus piernas unos 80° entre cada paso mientras mantenia sus dos manos juntas en su espalda, como si fuese alguna especie de figura extraña.

    — Me gusta, le falta estilizado, pero me gusta, igual que tu carita, Agnes. — Se detuvo un momento para girar y caminar hacia Agnes hasta tener su cara a pocos centimetros de la suya y quitarse la mascara para poder sentir su aliento cerca del suyo y olerla mejor, tenerla a pocos centimetros de diferencia su cuerpo del suyo.

    — El espectáculo pudo ser mejor, malos actores, mal guión, la iluminación fue amateur, le falto también sonorización y una buena pieza musical de fondo para añadirle emoción, pero nada mal para ser de una novata, nada mal. — Le respiraba encima de su cuello mientras con su mano tocaba la pared que estaba a su alrededor y rozaba sus dedos contra la piel de sus brazos, buscando alguna reacción.

    — Tienes la piel fría, debe ser cómodo para ya sabes qué... ¿Porqué todos te tienen miedo? me pareces encantadora, y me empieza a gustar este pequeño mundo... es maravilloso en verdad. ¿tiene nombre? — Michael le preguntaba emocionado y feliz.


    Agnes Astaroth

    Agnes sonrió levemente y volvió a arañar con sus uñas el pomo metálico, causando el chillido fastidioso de la puerta al tener al actor frente a ella. Sus manos se alejaron del pomo y fue delineando su pecho hasta llegar a su cabello, acariciándolo al inicio para terminar agarrándolo con fuerza, pese a que éste fuese más alto que ella.

    —Tus opiniones son correctas, me fijaré la próxima vez para que el espectáculo mejore —le soltó y le pasó por el lado, caminando hasta el escritorio para sujetar el vaso de agua—. Has de estar sediento, señor actor... así que cuéntame, me dijeron que uno de ustedes lloró en las gradas, ¿quién fue? —cuestionó con el vaso de agua estirado en sus manos—. No creí que te rompieras tan fácilmente—. Por cierto, los actores cambiarán cada cierto tiempo, así podrás comentarme que piensas de cada uno.

    Ladeó levemente la cabeza.

    —Pienso lo mismo, no entiendo el miedo que te tienen a ti, si eres sumamente interesante.

    Michael Maxwell

    Mi mirada seguía sus pasos, no podía apartar mi vista de ella, tenia algo que me parecía divertido, mortalmente divertido, me gustan difíciles, aunque me aburro fácil cuando no juegan mis juegos.

    — La base de tu obra es buena, tiene chispa, solamente necesitas enfocarte mas al detalle — Camine hacia ella hasta estar frente a la mesa, a su lado y tomé el frasco con el ojo sujetándolo por la parte de arriba y abajo con los dedos indices mientras lo meneaba de un lado a otro para que el ojo se moviera de sitio. — Este es un lindo juguete, ¿Vas a hacer algo con esto o es simplemente una pieza de un nuevo set decorativo? es divertido menearlo. — ¿Las lagrimas?

    — ...

    — Franny tiene... muchos problemas. — Se recostó del borde de la mesa mientras plegaba sus brazos a los lados en señal de "yo no pude hacer nada" — Esta bastante mal en verdad, él ya estaba roto desde hace mucho. Tiene un poco de todos nosotros... es lo que tiene ser real... se sentía feliz mientras lloraba, no creo que sea el quiebre que tu esperas. Aunque tiende a causarnos remordimiento cuando sale, es como un perro que recuerda su casa, no importa cuantas veces lo tires y pienses que quedo abandonado en un rincón del que nunca regresara... un día regresa y esta frente a tu cama, junto a la pelota esperando a que te levantes para salir a jugar.

    — Esa escena lastimosa ni siquiera sé a cuales trozos de nosotros uso de base para esa interpretación, el chico tiene talento para ser inesperado, incluso mas que yo. En un momento esta llorando y al otro golpea su cara contra el espejo buscando de matarme, de matarnos a todos. Él es el lunático, no yo. Espero que tus otros personajes de este lugar sean decentes, por cierto, si esos chicos son tan mediocres como esas dos... mal vamos, sera difícil, pero puedo salvarte, puedo salvar la obra.

    — Es un alivio que te interese, tú me interesas.

    Me detuve un momento para girar frente a ella y colocar mis manos sobre las suyas - aquellas pequeñas y delicadas manos que no tuve tiempo de detallar en nuestro ultimo encuentro - mientras sujetaba el vaso de agua, deje escapar una pequeña sonrisa juguetona mientras miraba sus labios.

    — La verdad si tengo algo de sed, ¿me darías un poco de agua? pero sin usar el vaso, sorpréndeme.

    Agnes Astaroth

    Sonrió al verlo jugar por un momento con el ojo de Connie, asintiendo con la cabeza.

    —Es el inicio de mi colección, colección en la que probablemente estarás en algún momento —una risa divertida se le escapó de los labios.

    Le miró de nueva cuenta al explicarle sobre el propietario de las lágrimas, sintiendo leve emoción por conocer aquel lastimera persona que quizá lloraría a mares al salir, imaginando en su cabeza un par de piezas al él hacer comparación de aquel sujeto con un pobre perro.

    —Cuéntame, ¿cómo la salvarías? —preguntó curiosa con sus ojos carmín encendidos, repitiéndose la canción del sitio una y otra vez, tarareándola en mudo con sus labios mientras acariciaba su propio cabello pese a que éste ya estaba desenredado—. Oh, ¿por qué le interesaré tanto a los chicos que entran a mi oficina? —preguntó con una sonrisa diabólica en sus labios.

    Le continuó escuchando luego de ir por partes en su discurso.

    Se sentó en el escritorio y tocó con sus palmas dos veces su regazo, indicándole que se arrodillara frente a ella

    —Te daré agua entonces, abre la boca —ordenó divertida, sacando de uno de sus cajones una vía intravenosa—. Vamos cariño, bebe que no estoy usando las manos.

    Michael Maxwell

    Aplaudió con animo al escuchar que estaría allí una parte de si mismo en algún momento, era divertido pensar en que cosas podría convertir su propio brazo o una costilla, incluso podría hacer una lampara de escritorio o un cuchillo ornamentado con ellos, el limite era la creatividad.

    — Fuego al rededor de la jaula para añadir calor a la causa, el ruido de las cierras cortando carne para recordar en todo momento lo que significa perder allí dentro... tienes pantallas úsalas para rememorar la destrucción de las jovencitas y así continuamente a todos los que pasemos allí... Haz que llueva dentro de la jaula, cambia el entorno, obliga al actor a mostrar una nueva faceta, obliga a tus mascotas a aprender nuevos trucos... hay tantas maneras de hacerlo visualmente... aunque la parte narrativa es algo que prefiero no compartir, ya sabes, derechos de autor.

    Se separo de ella por unos momentos para caminar sujetando su quijada con una mano como si estuviese pensando mientras la otra mano la ubicaba en su espalda — Yo diría que le interesas tanto a los chicos, justamente porque estas loca. A todos les gustan las cosas exóticas... como esos nombres de aves que decidiste darnos. — replicaba Michael con voz profunda.

    Al ver la inyectadora, tiro una carcajada mientras le apuntaba con las manos, Michael no era DJ, esperaba algo como tomar agua directamente del frasco con el ojo, nunca algo tan limpio y divertido como una inyectadora. Eso era creatividad, la creatividad que Agnes debía demostrar, a la joven señora le tomaría mas de dos días si quería dominar a Michael, algo planificaba dejando aparecer dos veces seguidas frente a ella, si no le agradara Agnes le tiraría a algún otro para conversar. Después de todo, la promesa de la joven era tener tiempo para conocerlos a todos.

    — Ah, no eres una muchacha aburrida, eso nos gusta, el siguiente juego es tuyo.

    Michael dio la vuelta y sacó la silla de Agnes para sentarse frente a ella cómodamente y cruzar sus piernas mientras abría la boca para beber agua de aquella inyectadora.

    — Querida, ¿ahora que quieres jugar tú?

    Agnes Astaroth

    —¿Sabes? Tus propuestas han puesto en marcha un juego de ajedrez en mi cabeza —sonrió levemente jugando con sus uñas y mirándose el manicure—. Lo pondré en práctica en la próxima guerra de cadáveres, ya veras —comentó interesada en tan solo imaginar las nuevas ideas sugeridas por aquel hombre, que tenía una imaginación tan amplía que se preguntaba si aquella tenía límite alguno.

    Se bajó del escritorio y se encaminó hacia la puerta.

    —Un nuevo juego dices... oh, ese juego nuevo te lo daré la próxima vez que vengas a visitarme a mi oficina, espero y te lleves bien con tu compañera de cuarto Maxwell, me cercioraré que a la habitación que llegues tenga las gafas que solicitaste —afirmó abriendo la puerta—. Serás guiado a ella por los guardas, es hora de que te retires, cariño.

    Reglas:

    • Debes postear en la sala de espera. Mencionando que has tenido buenas ideas y éstas las utilizará Agnes en su próxima guerra de cadáveres.
    • Luego debes postear en la habitación que te ha sido asignada, no podrás salir de ahí hasta que por los altavoces se escuche que pueden salir de sus habitaciones. (De lo contrario los guardias te cogerán a golpes y probablemente termines inconsciente)


    Igualmente, falta el MP del duo </3
     
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  4.  
    Mahou

    Mahou Iniciado

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    La verdad yo no tengo mucho que decir. La verdad los puntos que marcó Kurone los había notado y esperaba usar a Mercurio para ponernos en el rol ["¿Por qué sigues viviendo?"], se me hubiese hecho interesante.
    Lástima que duré poco por aquí. Me hubiese gustado que Mercurio alcanzara a interactuar más con el Dúo MaxwellGalen y con Alice, Gigi sabrá las cosas que flasheaba cuando veía las actitudes de ellos.
    También coincido en que no hubiese estado mal comentarlo aquí primero. Quizás entre todos podríamos haber dado una vuelta de rosca para que pudiera continuar, pero también entiendo el estrés o la frustración que puede causar.
    En fin, yo comparto los breves minutos de CuriCuri en la oficina de Agnes. Lo del dúo, no se completó, así que de última se lo dejo a mimor o a Insane si lo quiere poner (?

    Las cortinas están cerradas, siendo la iluminación unas pequeñas lámparas de noche, sonando música de una pequeña grabadora que es cubierta por una felpa color sangre. El escritorio solo tiene la silla de Agnes, y encima de la madera reposa un portátil, un vaso de agua y el contenido cilíndrico en el extremo derecho que contiene el ojo izquierdo de Connie, recién extraído. El lugar es medianamente amplio, en donde también hay un pequeño piano.

    Las paredes son de un tono chocolate oscuro y el suelo es de madera, el cual reluce de pulcritud. Hay un sitio para colgar chaquetas, abrigos, sacos y Agnes de por sí cuelga la suya ahí. El aire acondicionado mantiene encendido y se siente una atmósfera extraña al estar ahí, a solas con ella.

    El lugar tiene un dulce aroma a fresas, cerezas y chocolate. como el perfume de Agnes. Es el único sitio en donde no hay cámaras de seguridad, micrófonos y guardas.

    Información adicional:
    • Los grilletes que te tenían las manos cautivas han sido retiradas por los guardias antes de guiarte a su oficina.
    • El maletín lo traes contigo. En este maletín viejo y pequeño traes 1 caramelo de obsequio al entrar ahí, el caramelo se debe comer al tercer día, cuando el collar se ponga rojo. Actualmente el collar de metal está en un verde intenso, lo que significa que no hay peligro de que suelte el ácido en tu cuerpo de manera interna.
    • Tus deseos por asesinar a Agnes o herirla se ven interrumpidos por tus instintos, que te dicen a gritos que no hay una misera oportunidad contra ella.
    • No puedes salir de la oficina hasta que Agnes te diga que es hora de retirarte.
    Agnes Astaroth

    Sus ojos expresan ambivalencia, y no los aparta ni un segundo de tu persona.

    —¡Por fin has llegado! Si supieras cuánto eché de menos a Shade, y saber que tengo un amigo suyo acá... —comentó pasando el pasador a la puerta luego de que entraras por ella, recostándose en la madera de ésta mientras jugaba con sus uñas en el aún sujetado, pomo de la puerta, causando un chillido por el arrastre de sus largas uñas en el metal.

    Mercurio Milano

    A ciencia cierta, todavía no podía terminar de procesar todo lo que estaba ocurriendo. En la teoría, lo entendía. No debía ser tan difícil ¿En la práctica? Todavía no lo asimilaba y cada tanto se encontraba a sí mismo en un estado de incredulidad ante la situación, cada que se veía las manos atadas y a los guardias escoltar su camino, guiándolo hacia lo que creía era una oficina.

    ¿Era real? ¿Todo lo que estaba pasando?

    Al llegar a la puerta, se detuvieron. Sin emitir casi ruido, los grilletes que mantenían sus manos atadas fueron removidos. Permaneció quieto unos segundos, aun cuando su primer instinto era el de frotar sus muñecas para aliviar la presión. Todavía se mantenía cauteloso, atento a cómo se desenvolvía el entorno.

    Si tenía que ser sincero… Se sentía descolocado, arrancado de lo que conocía. Y ahora estaba ahí, con una mezcla de frustración, resignación… ¿Y para qué negarlo? Intriga, porque todavía no daba con una explicación que lo dejara satisfecho.

    Cuando suspiró con cansancio, escuchó el pomo de la puerta girarse. Casi de forma automática echó una mirada por encima de su hombro, confirmando su sospecha de que por más que quisiera la única opción que tenía era seguir adelante. Recién entonces masajeó sus muñecas, volviendo su atención al frente.

    Sus ojos se clavaron en los suyos, provocando un escalofrío que recorrió toda su espina. Avanzó sin mucha prisa, observándola por el rabillo del ojo. ¿Se había metido en la boca del lobo? Porque sin duda así se sentía.

    Al entrar, su atención la captó el cilindro transparente en donde flotaba un globo ocular.

    ꟷ¿Y dónde está el otro? ꟷpreguntó casi extrañado, arqueando sus cejas con incredulidad. ¿Era real? Esperaba que… ¿No? ¿Qué sería más perturbador? ¿Tener un verdadero ojo en tu escritorio, como si nada? ¿O tener uno falso, a la vista de todos, sabiendo que sería lo que más llamaría la atención?

    Qué cosa extraña.

    ꟷSu amigo… Sí, de cierta forma, puedo decir que lo soy.

    La mujer todavía estaba a sus espaldas, podía sentir su mirada penetrante en él. La sensación de estar en un ambiente desconocido se intensificaba más, el pasador de la puerta no había pasado desapercibido. No tenía salida, no tenía opciones.

    Sólo tenía preguntas, porque algo de lo que dijo lo dejaba con la intriga.

    ꟷ¿Echas de menos a Shade? ¿Por qué?

    Agnes Astaroth

    Se alejó de la puerta y se ecaminó con lentitud hasta él, abrazándolo por atrás mientras inhalaba su aroma y recostaba su cabeza en su espalda, al ser más baja que él pese a sus tacones. Se apegó más a él como si le recordara a Shade. Oh, cuánta falta le hacía. Deslizó sus largas uñas por su pecho sin soltarlo del abrazo, quedándose tras él por unos minutos para luego susurrar.

    —Porque era un chico travieso, y encantador —murmuró—. Y tú, ¿no lo hechas de menos?

    Su tono de voz fue delicado, como una niña que acababa de llegarle el mejor regalo de navidad a la puerta de su casa. Y por ello, comenzaba a quemarle la curiosidad.

    —Cuéntame Mercurio, ¿te ha parecido lindo mi parque de diversiones?

    Esperó paciente la respuesta, caminando para rodearlo y pasarse frente a él, moviendo su largo cabello negro hacia atrás para clavarle la mirada en los ojos. ¿Qué diría Noah al conocerlo? Porque a ella se le estaba acelerando el corazón de tener un amigo de Shade en su oficina.

    Mercurio Milano

    No era la reverberación de sus tacones contra la madera lo que le indicaba que ella se aproximaba a él. No, era algo más. Era el pequeño cosquilleo detrás de su nuca, la forma en la que su piel se erizaba al tenerla tan cerca. Sus brazos rodearon su pecho, con sus largas uñas trazando líneas por el mismo.

    En un pensamiento fugaz, imaginó esas mismas manos rasgando su carne.

    —Travieso y encantador… —repitió, sintiendo la descripción extraña y ajena en su boca. Alzó la cabeza un poco hacia arriba, pensativo antes de contestar. Habían sido poco los días, pero no podía negar que sin la presencia de Shade, las cosas no habían sido las mismas—Sí… Lo extraño, de cierta manera… Todo está muy callado sin él quejándose de todo.

    Suspiró con cansancio, sintiendo sus hombros caer ligeramente. Lo había pensado pero, decirlo en voz alta, era completamente distinto. A fin de cuentas… Para bien o para mal, la vida los seguía empujando a los mismos lugares.

    Irónico que ahora estuviera allí, corriendo su misma suerte.

    —Tu parque… es curioso —reconoció, luego de meditarlo. Recordaba verlo durante el camino, recordaba leer sobre la historia de su fundación aunque la información no era muy detallada. Qué particular, la verdad—. ¿Qué es lo que más te gusta de él? Si es que puedo saber… —inquirió, ladeando un poco la cabeza. A pesar de que su presencia le erizaba, había cosas que todavía quería entender—Y ¿Por qué un parque de diversiones, y no… otra cosa?

    Agnes Astaroth

    Una sonrisa traviesa se plasmó en sus labios ante su pregunta, pregunta que nadie le había hecho hasta ahora, y quizá por ser el primer, bueno, el segundo porque el primero ya estaba muerto, quién se interesaba por saber aquellas particularidades le respondería, al menos en esta ocasión.

    —Actualmente lo que más me gusta es... el sinsonte que hace parte de la prisión.

    Comenzó a acariciarse su propio cabello mientras meditaba la segunda pregunta. No le nacía dar información extra, no por ahora. Además Mercurio mo se la había ganado como Shade o Noah lo hicieron en su momento.

    —El parque de diversiones... me lo gané —respondió de una manera bastante vana—. Pero oh, tengo tantas ganas de saber de ti Mercurio, Shade, Shade era tan especial y ardía de curiosidad por ver todo de mí, y tener un amigo de él me hace sentir emocionada —una risa se escapó de sus labios, lanzándose a sus brazos para abrazarlo y hundir su rostro en la curvatura de su cuello—. ¿Eres un buen chico Mercurio? —preguntó contra su piel expuesta, hundiendo sus uñas en su ancha espalda, sobre la tela dd su camiseta—. Porque adoro los niños buenos...

    Mercurio Milano

    Apreció la forma en la que sus labios se curvaban en una sonrisa. ¿Se veía complacida? No podía decirlo a ciencia cierta, y aunque así fuera ¿Por qué sería? Era una pregunta de lo más común. Quizás hasta demasiado ordinaria.

    ꟷEl sinsonte… ꟷrepitió en voz queda. Sería fácil de recordarꟷ. Espero verlo… Me da curiosidad saber por qué te gusta.

    Cuando volvió a prestar atención, le vio acariciar su propio cabello de una forma más meditativa. Él entrecerró un poco sus ojos, intrigado.

    “El parque de diversiones... me lo gané”

    Una respuesta que podría pasar por vana, ambigua… No por eso menos interesante. ¿Se lo ganó? ¿Cómo? ¿Cuándo? Muchos disparadores que esperaba, tarde o temprano, tuviesen su respuesta.

    Por un segundo se sobre saltó, su piel nuevamente erizándose con la presencia tan cercana de la abogada.

    ꟷEso es un poco relativo ¿No crees? ꟷsugirió por lo bajo, ladeando un poco el rostro, dándole lugar en su cuello. Nuevamente tenía ese pensamiento fugaz de sus uñas clavándose en su piel, aun incapaz de distinguir si era su propio instinto dándole una advertenciaꟷ. Porque aunque pueda considerarme como uno, tú tienes la última palabra ¿No es así?

    Agnes Astaroth

    Permaneció hundida en su piel mientras lo escuchaba hablar. Era tan alto como Shade, quizá gracioso de un modo distinto en que lo era Shade... pero no era Shade.

    —Debes saber que no me gusta que me hagan preguntas a menos que haya un trato de por medio —comentó deslizando sus manos como serpientes hasta sus mejillas, obligándolo a que la mirara a los ojos—. Pero sí, efectivamente tengo la última palabra, así que cuando salgas de aquí me harás un lindo favor —habló de manera suave, como si diera indicaciones con sumo cuidado —. Imagino has de conocer a Connie, la pequeña niña a la que le pertenece el ojo sobre mi escritorio —, apretó sus palmas sobre sus mejillas con un poco de rudeza—. Hazte su amigo, si es que ya no lo eres... abrazala, consiéntela. Si lo haces, te responderé una pregunta puntual con suma sinceridad, Mercurio. No me decepciones.

    Le soltó y caminó hasta la puerta, abriéndola para que el hombre saliera del lugar.

    Reglas:

    • Debes postear en la sala de espera. Mencionando el calor que produjo las manos de Agnes en tus mejillas.
    • Luego debes postear en la nueva zona fantasías no podrás salir de ahí hasta que por los altavoces se escuche que pueden salir de sus habitaciones. (De lo contrario los guardias te cogerán a golpes y probablemente termines inconsciente)
    Mercurio Milano
    —Me parece un intercambio justo, para serte sincero —pronunció mientras sentía sus manos recorrer su piel. En un movimiento seco, le hizo bajar la mirada para conectar con la suya. Sus ojos eran penetrantes, detallistas. No podía leerlos, y dudaba que algún día pudiese hacerlo. Arqueó su ceja con interés.
    ¿Un favor? Sonaba interesante.

    —Oh. Conque allí está el otro —comentó como quien no quiere. Había olvidado que el ojo en el escritorio había sido lo primero que le había llamado la atención.

    Ah. Entonces sí era real.

    Sus manos presionaron con fuerza sus mejillas. Se estaba imponiendo, dejando más que claro que, a fin de cuentas, allí él era suyo. Un títere más.

    —Pensaré muy bien mi pregunta, entonces —pronunció, incapaz de apartar la mirada de sus ojos. No podía. No quería. La intriga podía más que él.

    Fue liberado de su agarre y la vio dirigirse hacia la puerta, su largo cabello apenas meciéndose en su espalda.

    —Nos veremos pronto, entonces —tomó su maletín con firmeza, dirigiéndose hacia la salida. Un vistazo rápido por sobre su hombro fue suficiente para recuperar el interés que el globo ocular había captado al principio.

    En fin, las preguntas se las haría a otra persona.

    Se despidió, asintiendo apenas con la cabeza y salió de la oficina.

    Mercadito le dice a Galen gracias por la explicación, porque a mi no me dieron cuadernito (?
     
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    Nekita

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    Escritor
    Estás en una celda detenida, esperando el traslado a Wonderland. Tu anterior abogada da autorización para que te lleven hasta un cubículo. En éste cubículo se te ha hecho entrega de una miserable mochila de tela vieja, la cual conlleva dentro 2 objetos.

    • 1 cuadernillo con instrucciones de la prisión. (Podrás leerlo al llegar a wonderland)
    • 1 caramelo para consumir cuando lo veas necesario en Wonderland.
    —¿Cómo te sientes? Catherine —cuestiona sentada sobre una pequeña mesa de madera. Tiene un collar de metal en la mano y juega con éste pesado objeto entre sus dedos.

    Tus manos están atadas por unas esposas. Los oficiales te esperan fuera del cubículo pero no puedes salir de éste hasta dialogar con la mujer que tienes al frente, mujer que fue tu abogada.

    Reglas de conversación:


    • Eres consciente de que puedes manipular tu sangre, pero aún no sabes utilizarla con fluidez. Has mantenido ese secreto que quizá solo lo sepa tu dúo y no sabes si la mujer que tienes al frente también sabe de ello.
    • Puedes hacer tantas preguntas como gustes, más no se asegura que todas sean contestadas con sinceridad.
    • Puedes insultarla y todo lo que gustes. No hay regla en cuanto al trato personal.
    • Puedes acercarte a ella, pero tus manos continuarán presas.

    Catherine Whitman

    Seguía sin entender lo que estaba pasando, todo había resultado mal, su ayuda no había llegado, los habían condenado por algo que no habían hecho y jamás podrían decirle a nadie su verdad, nadie podría cambiar la forma en la que eran vistos, nadie podría dejar de ver a Noah como un asesino y nadie la dejaría de ver como la mente tras todo eso.

    Le dolía.

    También le dolía estar separada de él en ese momento, no sabía cómo se encontraba, no sabía qué estaría haciendo, si estaba bien o no.

    ¿Ella también habría hablado con él? ¿Le habría hecho algo?

    Sabía que sus ojos estaban llenos de lágrimas pero hacía su mayor esfuerzo por no llorar, su mirada estuvo fija en la esquina de la mesa hasta que la escuchó hablarle —...Yo...no lo entiendo, me siento confundida, estoy preocupada...¿por qué nos hizo esto?

    Agnes Astaroth

    Sus orbes carmín se deslizaron por la mujer, continuando su juego con el collar de metal hasta que la escuchó llorar. Un sentimiento hipócrita se hospedó en su pecho... qué va, sentía un placer inmenso al verla ahí, sin comprender nada de lo que pasaba a su alrededor.

    —¿Quién te hizo qué Catherine? —preguntó bajándose de la madera para limpiarle las lágrimas con delicadeza, atrayéndola a ella para abrazarla y dejar caer el rostro de Catherine en su pecho, mientras le acariciaba el cabello con maternidad.

    El tick tack del reloj no se detenía, una y otra vez retumbaba su sonido entre las paredes.

    Catherine Whitman

    Cerró sus ojos por leves segundos con la mayor tranquilidad posible cuando sintió que le limpiaba las lágrimas con aquella delicadeza antes de volver a verla, le habían dicho todo, habían confiado en ella, incluso aunque no se había sentido nada cómoda de imaginar a Noah encerrado solo porque no la quería allí dentro.

    —¿Por qué usted...no se presentó? —Se dejó atraer hacia ella sin ninguna clase de resistencia, sollozando ligeramente cuando sintió como la acariaba, sus manos incluso se aferraron con suavidad a la de ella, odiaba toda aquella situación por la simple razón de no entenderla —, pero si no puede responderlo y... si no se puede cambiar el pasado entonces...¿qué nos esperará?

    Agnes Astaroth

    Continuó acariciándole el cabello hasta que la alejó levemente, abrió el collar y se lo colocó alrededor del cuello, cerrándolo con sumo cuidado de no lastimar su blanquecina piel. Un demonio al lado de aquella pureza.

    —Si no comes un dulce cada tres días el collar liberará un ácido inyectado desde tu nuca hasta tu estómago... morirás inevitablemente —le acarició la mejilla—. El collar se activará en cuánto pises la prisión a la que te trasladarán, prometo que será un mundo maravilloso el que vivirás —susurró y se levantó, inclinándose para abrazarlo desde atrás, respirando sobre su oreja—. Eres un ave hermosa en un mundo maravilloso, al que estás por acceder.

    Ignoró cada una de sus preguntas y le miró a los ojos.

    —Eres un encanto, Catherine —comentó con suavidad—. Te prometo que volverás a ver a Noah.

    Catherine Whitman

    Sus ojos se dirigieron a aquel collar que le vio colocar, sentía su corazón acelerado y estaba segura que algún temblor delató el miedo que sintió cuando escuchó aquello del ácido, aunque de nuevo, al sentir un tacto sobre ella, arrastró su vista hasta encontrarse con los orbes rojos de aquella ¿ex abogada? ¿futura carcelera? No lo sabía, pero tenía claro que no podría olvidar aquella mirada.

    No después de lo sucedido.

    —...¿Qué hay en ese lugar? —murmuró, sintiendo un escalofrio cuando la sintió respirar sobre su oreja, la ponía nerviosa tenerla tan cerca, pero no creía que en esos momentos buscara hacerle alguna clase de daño. Luego se sintió algo más confudida cuando mencionó aquello del ave, era algo...específico—, ¿un ave? ¿c-cómo cual?

    ¿Qué tenía que ver aquello en el caso que estaban teniendo?

    —¿En serio? Muchas gracias... he estado preocupada por él desde que nos separaron, será bueno volver a verlo...

    Agnes Astaroth

    —Sí Catherine, una hermosa ave enjaulada —aseguró acariciándole la mejilla con sus ojos sobre los suyos. Era tan sumisa, tan tierna, tan estúpidamente linda—. Eres tan enternecedora como un petirrojo —susurró y le besó la mejilla, plasmando su perfume en ella.

    Miró el reloj y se alejó, acercándose al pomo de la puerta.

    —Dentro de poco volveremos a encontrarnos, Cathy —comentó con malicia al llamarla como la llamó Noah durante su entrevista.

    Agnes salió y los oficiales entraron, llevándosela arrastras hacia el autobús con la mochila vieja de tela y su contenido.

    [No se permiten más mensajes]



    Las cortinas están cerradas, siendo la iluminación unas pequeñas lámparas de noche, sonando música de una pequeña grabadora que es cubierta por una felpa color sangre. El escritorio solo tiene la silla de Agnes, y encima de la madera reposa un portátil, un vaso de agua y el contenido cilíndrico en el extremo derecho que contiene el ojo izquierdo de Connie, recién extraído. El lugar es medianamente amplio, en donde también hay un pequeño piano.

    Las paredes son de un tono chocolate oscuro y el suelo es de madera, el cual reluce de pulcritud. Hay un sitio para colgar chaquetas, abrigos, sacos y Agnes de por sí cuelga la suya ahí. El aire acondicionado mantiene encendido y se siente una atmósfera extraña al estar ahí, a solas con ella.

    El lugar tiene un dulce aroma a fresas, cerezas y chocolate. como el perfume de Agnes. Es el único sitio en donde no hay cámaras de seguridad, micrófonos y guardas.

    Información adicional:
    • Los grilletes que te tenían las manos cautivas han sido retiradas por los guardias antes de guiarte a su oficina.
    • El maletín lo traes contigo. En el collar ha aparecido que quedan 2 días al color verde bajar de intensidad para que éste suelte el ácido, por lo tanto ya ha pasado 1 día. Eso te hace deducir que ha amanecido.
    • Tus deseos por asesinarla se ven interrumpidos por tus instintos, que te dicen a gritos que no hay una misera oportunidad contra ella.
    • Tu comportamiento puede haberse afectado por lo que presenciaste en la batalla de cadáveres.
    • No puedes salir de la oficina hasta que Agnes te diga que es hora de retirarte.
    [​IMG]

    Agnes Astaroth

    Sus ojos expresan ambivalencia, y no los aparta ni un segundo de tu persona.

    —Oh, Cathy, que orgullosa estoy de ti —susurró pasando el pasador a la puerta luego de que entraras por ella, recostándose en la madera de ésta mientras jugaba con sus uñas en el aún sujetado, pomo de la puerta, causando un chillido por el arrastre de sus largas uñas en el metal.

    Catherine Whitman

    Habría protestado un poco cuando la habían apartado del cuerpo de Noah, tenía miedo de que se la llevaran a otro sitio y la torturaran más de lo que ya estaba, además que en su estado, estaba más vulnerable que nunca.


    Por suerte, su estado de enojo e impotencia fue suficiente para hacerla caminar los pasos temblorosos hacia la primera silla que vio, una de sus manos cubría el corte de su abdomen y la otra de su pecho, estaba frustrada, cansada, triste, con miedo y todo...por ella.

    —Y-Yo no estoy orgullosa...

    Agnes Astaroth

    Caminó hasta ella, abrazándola y haciéndola recostar su rostro en su pecho, sin importar que se untase de sangre su perfecta ropa.

    —Está fría, pero no te preocupes —le habló de forma maternal, consintiéndola—. Ya irás a la enfermería querida, por ahora toma estas pastillas —se alejó levemente abriendo uno de los tantos cajones del escritorio y sujetando el vaso de agua para dárselo entre sus temblorosas manos—. Apaciguará el dolor que sientes y detendrá las hemorragias —explicó acariciándole el cabello mientras sus ojos brillaban en un rojo intenso—. Peleaste muy bien, siéntete orgullosa de ello.

    Sus últimas palabras tuvieron un tinte de amenaza en ellas.

    —Ahora dime, ¿planeas compartir tu premio? —cuestionó con dulzura, aumentando el ruido de la música—. También cumpliré un par de tus caprichos. ¿Qué deseas tener en tu habitación, y con quién deseas dormir esta noche?

    Continuó peinandole el cabello enmarañado y manchado de sangre.

    —También te daré una ducha.

    Catherine Whitman

    Un gemido de dolor salió de sus labios cuando sintió que la abrazaba, pero, el hecho de que sintiera su cuerpo caliente la reconfortaba un poco, a su propio cuerpo no le importaba que ella fuera la causante de todo su dolor, era una fuente de calor y lo agradecía enormemente.

    —... Lamento lo de la ropa —murmuró, aquella oficina se veía tan limpia y ahora ella estaba dejando pequeñas gotas se sangre, sus ojos volvían siempre a los de Agnes para así no tener que ver el ojo de la colibrí allí en el escritorio, se le revolvía el estómago de solo verlo.

    Asintió ante su indicación y pasó aquellas pastillas con agua que le supo a gloria, ni siquiatra se había dado cuenta de lo sedienta que estaba hasta ese momento, así que no dudo en acabarse todo el vaso que le había sido ofrecido.

    —Noah me lo pidió... Tenía que... —Los Robin pateaban traseros y fue lo único que tenía que hacer para regresar con él, así que, suponía que había luchado bien, incluso si eso solo significaba que había perdido algo de ella.

    Sus ojos se cerraron en el momento que sintió que peinaban su cabello, le parecía reconfortante.

    —Si a Noah le llegan a faltar dulces, no dudare en compartirle... —De eso estaba segura, tenía que cuidarlo como le había dicho, tenía que estar bien. Que pudiera tener algo dentro de su habitación y escoger que alguien pudiera dormir con ella la alegro en sobremanera, incluso tuvo la fuerza de sonreír.

    —¿Puedo... Tener unas luces? Esas que simulan ser estrellas... Y me gustaría que Noah estuviese conmigo...—Parecía incluso más tranquila hasta que escuchó que le darían una ducha.

    Se sonrojó.

    —¿U-Usted?

    Agnes Astaroth

    "... Lamento lo de la ropa"

    Sonrió enternecida por sus buenos modales, era agradable tratar con una ganadora tan educada como Catherine, quizá y le empezaría a llamar como lo hacía Noah, la pequeña petirroja se lo merecía.

    —No te preocupes por pequeñeces —dijo entre una leve risa con gracia, notando el como se bebía el agua por completo. Pobre alma, estaba sedienta. Apartó sus dedos de su cabello con cuidado no no jalarle ninguno en el proceso—. Me parece bien, porque has ganado una bolsita con 4 caramelos, así que no tendrás que cumplir los retos que demande, y al escuchar que los compartes serán 2, y 2. No falta mucho para que te debas comer el que traes en aquella mochila —la señaló con su mirada—, así que estoy de acuerdo contigo Cathy —afirmó caminando hacia una puerta que estaba al lado de la grabadora —Por supuesto, cuando llegues a la habitación estará con tu pedido instalado, además de que Noah pasará esta noche contigo.

    Abrió del pomo de la desconocida, dejando ver una tina llena con burbujas y agua caliente, llamándole con el movimiento de su mano libre para que la acompañara dentro.

    —Te daré una ducha Cathy, ven acá —habló como si tarareara al ritmo de la canción que se repetía una y otra vez.

    Indicaciones:


    • Al entrar al baño sentirás el olor de velas ambientales.
    • El agua de la tina está caliente y llena de burbujas. Un shampoo está al lado de esta.
    • Catherine debe desnudarse y dejar la ropa en el cesto que está al lado del lavamanos.
    • Hay un pequeño banco al lado de la tina, ahí se sentará Agnes para asearte.
    • El baño está hecho por completo de mármol, siendo igual de sofisticado y brillando de limpio como la oficina.
    Catherine Whitman

    Se sintió un poco más tranquila cuando dijo que no había que preocuparse, no tendría un castigo por arruinar la limpieza de ese lugar por el simple hecho de existir en ese mismo espacio. Mientras la siguió escuchando se sintió aliviada, si tenían esos dulces ni Noah ni ella tendrían que hacer los retos que ella demandara.

    ¿Se podría feliz de saberlo?

    ¿Se sentiría un poco más tranquilo de saber que no era necesario colocarse en peligro?...

    Mientras aceptara su ayuda, quería creer que las repuestas eran afirmativas.

    —Uhm... Claro... —Se levantó con cuidado, un poco mas sencillo incluso por el efecto que aquella pastilla estaba teniendo, aunque parecía ser que el único color que tenía en esos instantes eran los de sus mejillas, nadie más que Noah la había visto completamente desnuda y no sabía cómo sentirse al respecto.

    Caminó nerviosa, con la mirada baja sin tener mucha valentía para mirarla, aunque, debía admitir que el hecho de que oliera tan bien la hacía sentirse un poco más cómoda, segura. Su ropa estaba hecha un desastre pero aún así, se fue despojando de su blusa, luego su jeans con ligeras quejas en el proceso estar algo más ajustado.

    Respiró profundo, tratando de no sentir tanta vergüenza, decidiendo darle la espalda un poco antes de retirarse sus últimas prendas de ropa y colocarlas dentro del cesto procurando cubrirse sus pechos y su feminidad.

    —¿E-Entro ahora?

    Si creía que no podía sentirse más vulnerable cuando entró a la oficina, había estado muy equivocada.

    Agnes Astaroth

    Agnes asintió mientras se quitaba el saco para dejarlo también en el cesto de ropa sucia y se encaminaba al banco para esparcir el shampoo por sus manos al tener a Catherine entrando a la tina.

    —Relájate —susurró con dulzura mientras le lavaba el cabello con delicadeza. Amaba el acariciar de hebras capilares ajenas a las suyas, podría hacerle daño, ahogarla en el agua, arañarle la delicada piel, pero había ganado la batalla, y se merecía un baño dulce y tranquilo. Sonrió ante sus propios pensamientos internamente—. Cuéntame Cathy, ¿cómo fue tu novio de la universidad? —preguntó haciendo espuma.

    Las burbujas flotaban por la bañera, sobresaliendo del agua caliente. Y las velas aromáticas esparcían su efecto relajante.

    Catherine Whitman

    Quizás, solo quizás hubiera podido relajarse una vez que el agua cubrió por completo su cuerpo mientras el agua caliente se encargaba de regular la temperatura de su cuerpo, tenía todo para hacerlo, inclusive el sentir que estaban tallando su cabello habría resultado fenomenal, pero, escuchar aquella pregunta hizo que solo se mantuviera algo más atenta.

    No se mostró tensa pero, tampoco estaba completamente relajada, luego incluso comenzó a mover sus manos por ciertas partes de su cuerpo para hacer que la sangre seca se despegara de ella.

    —É-Él... No era malo... Me trataba bien aunque realmente le interesaba mostrar que tenía una chica "diferente a las de la ciudad", pero jamás lo ame...

    Agnes Astaroth

    —Ya veo —susurró entrecerrando los ojos mientras esparcía agua sobre su cuero cabelludo tapándole la frente con su mano libre para evitar que la espuma le entrase en los ojos—. Era un chico interesado entonces Catherine —se apartó de ella y se levantó del banco, caminando por una toalla blanca y afelpada para secarse las manos.

    Se recostó en el lavamanos y le miraba con una sonrisa amable en los labios.

    —¿Y Noah Catherin? —preguntó sacando una toalla de uno de los cajones—. Ven Cathy, sécate —sugirió mientras ladeaba levemente la cabeza, esperando a que saliera de la tina y respondiera su pregunta—. Tengo ropa limpia para ti —comentó señalando una moda similar a la que ella traía puesta al ingresar a la prisión, la cual estaba sucia en aquel cesto —completamente esterilizada y sin ignorar las prendas que sueles llevar a diario.

    Catherine Whitman

    ... Los dos...

    A ella le había interesado que la incluyera en un círculo más ameno y la hiciera escalar con facilidad, le enseñara como moverse y encontrar una nueva parte de ella en la ciudad para poder encajar, mientras él podría alegar lo que quisiera. Ambos tenían un interés en el otro aunque ella se viera como la niña de pueblo que le atrajo un atleta de un curso mayor.

    Pero no merecía morir.

    No merecían ser inculpados.

    Su rostro se sonrojo al pensar en Noah, aunque una parte de ella seguía bastante preocupada por él —Siempre lo he amado... —¿De qué le servía mentir? —, desde que ambos eramos niños, quiero protegerlo. —Pensar en él fue el impulso necesario para levantarse nuevamente haciendo una leve mueca de incomodidad al ya no sentir el agua caliente, sus mejillas seguían sonrojadas pero si se concentraba podía lograr que sus movimientos no se sintieran tan avergonzados.

    Tomó la toalla con suavidad y comenzó a secarse poco a poco el cuerpo para no herirse más, sus ojos estaban clavados en el suelo para no sentir más vergüenza al estar tan expuesta. —Lo agradezco mucho, significa mucho ...y...¿H-Hay algo pueda hacer para ayudar a Noah para que no se exponga a algo...malo?

    Sabía que Noah no aprobaría mucho aquello de buscar una forma de protegerlo, pero quería intentar, sus ojos habían vuelto a buscar los de Agnes para ese punto, aún sosteniendo la toalla contra su cuerpo.

    Agnes Astaroth

    Agnes la miró con un tinte de diversión en sus ojos, abriendo nuevamente la puerta del baño para regresar a la oficina.

    —Ya lo has hecho, Cathy —murmuró señalando las heridas en su cuerpo con suma discresión—. Le has ahorrado daño un daño temprano a su persona, así que has hecho mucho por Noah al obtener caramelos Cathy.

    Caminó con suavidad hasta la oficina esperando que ella se vistiera mientras buscaba en uno de sus cajones la pequeña bolsita que contenía los cuatro caramelos.

    —Lo que has deseado para tu habitación ya está, he de decirte los que duermen en tu habitación rotarán, pero al ganar el derecho es tuyo, y dormirás con Noah —asintió levemente con la cabeza como si la felicitara por sobrevivir en la batalla con todas las partes de su cuerpo casi intactas—. ¿Tienes alguna otra pregunta?

    Catherine Whitman

    Comenzó a cambiarse con el mayor cuidado posible dentro de ella, procuraba no presionar muchas de sus heridas o flexionarse demasiado para que su abdomen no doliera demasiado, y aunque una parte de ella le gritaba que tan solo pidiera ayuda para colocarse las prendas superiores del cuerpo por el esfuerzo que le suponía pero, no quería admitir que necesitaba aquella ayuda.

    Así que, tan solo se tragó todas aquellas quejas para terminar de vestirse.

    —No solo...me refiero a lo físico...—murmuró abandonando el baño, se sentía incluso algo intimidada de solo decirlo en voz alta, pero desde que la había llamado como Noah lo hacía, ese pensamiento estaba en su cabeza, que podría haber alguna clase de daño no físico en él, más con la actitud que tenía Noah para cuidarla siempre—, ¿por qué tendremos que rotar habitación? Aquel chico...el acompañante de la colibrí —su compañero de asiento en realidad también —, me matará si alguna vez llega a estar conmigo...—Ni siquiera lo había podido observar del todo, pero había escuchado sus gritos de enojo y desesperación.

    Noah...no creía que Noah tuviera alguien que quisiera hacerle daño en esos momentos, así que, incluso si no hubiera podido dormir con ella, habría sentido que estaría algo seguro, a salvo, pero ella... había herido a alguien importante de otra persona.

    Agnes Astaroth

    Agnes sonrió enternecida, aproximándose a ella para traerla hacia el asiento de su escritorio, indicándola que se sentara mientras ella abría unos cajones y sacaba bolsas de hierro y suero, preparando una aguja esterilizada para ahorrarle la ida a la enfermería, al fin y al cabo había ganado la pequeña petirroja.

    —Oh, te refieres a eso —captó y le aplicó alcohol en las venas que estaba por irrumpir—. Debemos rotar habitaciones porque sino todo se tornaría sumamente aburrido —respondió como lo más básico del mundo, introduciendo la aguja y poniendo pequeños trozos de cinta en ellas mientras el líquido goteaba y entraba por sus venas, recuperándola de a poco—. ¿Y Shade? —hizo referencia al chico al que ella se refería—. No te preocupes, no está permitido asesinar por fuera de la jaula de cadáveres —se sentó sobre el escritorio, mirándola—. Te ves adorable con el cabello húmedo, Cathy.

    Catherine Whitman

    Volver a ser sentada de aquella forma tan delicada hacía que su idea de caminar fuera de aquella oficina se redujera cada vez más, pero si aquello implicaba saber un poco más de cosas...solo tenía que acostumbrar a su cabeza, inclusive animarse a verlo como si fuera otra clase de universidad y Agnes...era todos los estudiantes con los cuales había intentado encajar.

    —Sí... más en esta situación...—El olor al alcohol llegó a sus fosas nasales y aferró la mano al reposabrazos al tiempo que mordía su labio inferior, no le agradaban mucho las agujas (menos ahora que había visto todo aquel show médico donde le despojaba de su ojo a aquella chica) pero... si no la veía, no debería tener tanto miedo —, no creo que llegue necesariamente a matarme...

    Tenía miedo de tan solo verse acorralada y terminar inconciente en algún lado por estar en medio de una venganza de lo que había sucedido.

    —¿Sí? —tomó uno de sus mechones con su mano libre, aquella que no estaba restringida por la aguja, así se distraía un poco, fingiendo que no estaba ahora en una carcel y estaba en una cotidianidad, en su nueva universidad—, gracias... aunque tengo la impresión de que le hubiera gustado más si lo tuviera igual de largo que usted.

    Agnes Astaroth

    Sus mejillas se mancharon levemente por su cumplido, abrazándola una última vez antes de retirar el suero y el hierro que ya habían entrado por sus venas.

    —Eres tan linda, C-a-t-h-y —deletreó su nombre en un dulce ronroneo, poniendo un pequeño algodón sobre los dos puntos de su brazo para evitar que siguieran sangrando, así fuese tan solo gotas diminutas—. Es hora de retirarte pequeña, y de esperar a Noah con un gran abrazo y un gran beso, ah de estar sumamente preocupado por ti —mencionó caminando hasta la puerta y abriendo la manija de ésta.

    Reglas:

    • Debes postear en la sala de espera. Mencionando que tu cabello está húmedo por la ducha que Agnes ha brindado a tu cuerpo, que tienes una ropa nueva y limpia puesta, también que te ha suministrado hierro y suero, además de mimarte y consentirte con sumo aprecio.
    • Luego debes postear en la habitación que te ha sido asignada, no podrás salir de ahí hasta que por los altavoces se escuche que pueden salir de sus habitaciones. (De lo contrario los guardias te cogerán a golpes y probablemente termines inconsciente)
     
    • Adorable Adorable x 4
    • Fangirl Fangirl x 1
  6.  
    Nekita

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    Escritor
    DEADMAN WONDERLAND

    Las cortinas de la oficina están cerradas, y las luces están al tope, iluminando hasta el último rincón del oscuro lugar. La puerta del baño está abierta, y Agnes está sentada tecleando en la computadora con el cabello húmedo y una bata de baño blanca cubriendo su cuerpo desnudo. Hay tres copas de wiskey con hielo, y 3 fresas cubiertas con chocolate.

    [​IMG]
    —¿Qué tal la playa, Noah, Catherine?

    Noah ~

    Había sido él quien tomó la iniciativa de abrir la puerta tan pronto como consiguió el afirmativo de Agnes desde el otro lado. No podía admitirse a sí mismo que se sentía ansioso por verla, como si la última vez que hubieran estado juntos Agnes hubiera despertado algo en él, algo que solo salía a la luz en la confinidad de esas cuatro paredes.

    Aprovechó para dedicarle una sonrisa a Astaroth ya que Cathy no estaba mirando por estar más atrás de él.

    Estaba feliz por estar sosteniendo la mano de su ahora novia, pero en el fondo, aún muy en el fondo, algo dentro de él estaba feliz de ver a Agnes de nuevo.

    —Magnífica —contestó como si nada, como si de repente le hubiera perdido el miedo a esa mujer.

    O quizás aún seguía muy emocionado por sostener la mano de su novia.

    No llevaba cinco segundos ahí dentro y ya empezaba a confundirse.

    Catherine Whitman

    Se adentró siguiendo los pasos de Noah luego de que él hubiera terminado abriendo la puerta para adentrarse a la oficina de Agnes, haciendo que en un principio cerrara sus ojos un poco al ver tal cantidad de luz, incluso si Noah tapaba la gran parte de esta con su altura.

    Esta vez no se sentía tan ansiosa como antes, tampoco parecían pasarle las cosas que había estado pensando por la cabeza y sabía que eso se debía a la presencia de la mano de su novio sobre la propia, incluso había mantenido una sonrisa sobre su rostro por aquellos mismos sentimientos que utilizó para recibir a Agnes una vez que dio un par de pasos hacia un lado para poder verla.

    —Increíble, es hermosa... Gracias.

    Agnes Astaroth

    Una sonrisa surcó sus labios de forma amable, clavando sus orbes por unos minutos en la mano entrelazada. Qué lindos se le hacían, un romance en medio de su bello caos. Qué cosas tenían los humanos en la cabeza... le recordaban a ella hace un par de años, a los 21, para ser exactos. Su sonrisa se desvaneció en una milésima de segundo, fijando sus ojos en Catherine.

    —Lamento lo sucedido en la habitación Catherine, pero como podrás ver te he protegido, por ello Shade ya no está con nosotros —comentó levantándose del mullido sillón, caminando en puntas con elegancia al estar descalza—. ¿Te encuentras bien? —cuestionó como si examinara su rostro, buscando marcas... pero Shade era tan bueno haciendo las cosas, oh, que maldita lástima—. ¿Le contaste a Noah?

    Sus orbes carmín pararon en los de Noah, como si mirase dentro suyo.

    —¿No te diste cuenta Noah? Casi muere asfixiada —murmuró con suma ambivalencia.

    Noah ~

    Sintió como si toda la paz que pudiera haber traído consigo se le estaba yendo por el caño, como si le hubieran tirado un balde de agua helada encima. ¿Cómo que asfixiado? Sonrió sin una gota de gracia y bufó, negando con la cabeza mientras soltaba el agarre de la mano de Cathy. Lo tenían que estar jodiendo.

    Cathy no le hubiera ocultado algo así, ¿verdad? Cathy... Cathy se lo habría dicho...

    Él no era el único guardando secretos, y eso le cayó como una patada en el estómago.

    Sentía ganas de matar a alguien, y ese alguien era ese tal Shade.

    —¿Qué cosa, Cathy? —le preguntó, dándose vulta a mirarla, incrédulo, furioso—. Dime que me está jodiendo, Cathy. Dime que no es cierto.

    La expresión en su rostro se endurecía, su mandíbula se tensaba. ¿La habían asfixiado y ella le había dicho que quería ser su novia con toda la felicidad del mundo?

    No sabía si se odiaba por no darse cuenta de que Cathy estaba mal, por estar cegado por su propia felicidad, o si se odiaba por haberla ignorado deliberadamente porque él también tenía cosas que esconderle.

    Quería matar a ese tal Shade y quería golpearse a sí mismo hasta desmayarse en el proceso.

    Catherine Whitman

    Sintió un escalofrío recorrer su espalda cuando la escuchó hablar de la habitación, más concretamente de que sus sospechas de que Shade no había desaparecido por su cuenta eran ciertas y al mismo tiempo no lo entendía en lo absoluto. Desde el momento en que lo vio cruzar por la puerta lo había tomado como un absoluto castigo a su comportamiento en la sala de juegos y lo había "aceptado" de alguna manera, porque de lo contrario, no tenía sentido que simplemente la salvara.

    ¿No?

    Su mano por unos segundos apretó un poco más la de Noah, como si eso ayudara a mitigar aquel sentimiento que tenía en el cuerpo, recordándole a todo de ella que no estaba sola.

    —Sí... Ahora se que por usted puedo estar de esta forma, se lo agradezco mucho—Acomodó un mechón de cabello que se había colado en su rostro detrás de su oreja antes de dirigir su mirada a Noah—. Y no... Yo no...

    De pronto, antes de que pudiese continuar con su explicación hacia su pareja, sintió su mano abandonar la suya rápidamente, arrebatandole aquel sentimiento de seguridad que tenía en ese momento, haciéndola sentir vulnerable con tan solo tener el recuerdo de Shade sobre ella, un solo recuerdo la hacía sentir pequeña.

    Además, ver a Noah enfadado con ella la hacía sentir todavía más culpable, ¿tan malo había sido omitir eso para cuidar su felicidad? ¿Para cuidar aquella interacción con los demás que había podido tener porque no tenía esa preocupación en la cabeza?

    —No quise decírtelo, eso es cierto... —murmuró bajando la mirada momentáneamente para poder respirar hondo y volver a buscar sus ojos —, lo tomé como si fuese un castigo para mí por haber sido imprudente en la sala de juegos, llegando a obligarte a empujar me fuera de alli... —En su voz se notaba el esfuerzo para mantener la tranquilidad, un esfuerzo para que todo aquello que sintió en ese momento se apartara.

    —Y lo acepté... Porque si... Si yo recibía algo malo tenia la esperanza de que tu no —Bien sabia que aquello poco le iba a gustar a Noah, pero era su verdad a fin de cuentas —. No quería preocuparte... No quería hacerlo cuando sabía que algo o mejor dicho alguien... A-ahora se que es Agnes, había podido hacer algo...y la verdad, me contagiaste con la felicidad que amo ver en ti... Me ayudaste a encerrar eso y me ayudó a sentirme bien...

    Se abrazó a si misma un poco, buscando darse el consuelo de que había hecho lo correcto, creer que tan siquiera en algún punto no había hecho un mal.

    —Disculpa que no te dijera...

    Agnes Astaroth

    Caminó al escucharla hacia la computadora, abriéndola y dando un clic, para mostrar el video en donde Catherine estaba siendo ahogada por Shade, que estaba encima de ella. La toalla húmeda cubría su rostro y ella pataleaba, pero Shade era mucho más grande y fuerte que ella.

    —Mira Noah —se recostó en la madera, cruzando los brazos y ladeando la cabeza—. Catherine, ¿insinuas que lo hice a propósito? —el tono de voz se arrastró de forma amenazante—. ¿Qué ganaría yo? A fin de cuentas asesiné a Shade por hacerte daño, y he de confesar que le tenía más aprecio a él que a ti —comentó y miró a Noah por un instante—. Te he salvado por el hecho de que Shade estaba a prueba, y por lo que vi no fue capaz de controlar su ira, así que deberías agradecerme, pequeña Catherine.

    Cerró la computadora al cabo de unos minutos, ladeando la cabeza y sujetando una fresa cubierta de chocolate, comiéndola con suma parsimonia para después tomar una copa de wiskey y estirarla hacia Noah.

    —Bebe, te hará relajar los musculos —ordenó.

    Catherine Whitman

    No pudo evitar temblar un poco al ver aquel video, por más que apretara sus manos en sus brazos para tratar de brindarse algo más de confort, no podía evitar que su cabeza reprodujera todas sus súplicas para que se detuviera, sus risas, sus palabras. Era realmente horrible.

    Tan solo la voz de Agnes dirigiéndose a ella logró hacer que apartara su vista, aunque, por la forma en la que su cabeza parecía ladearse ligeramente indicaba que estaba confundida —No... He dicho que yo lo he tomado de esa forma por mi comportamiento... —se explicó respirando hondo, queriendo concentrarse plenamente en aquellos ojos rojizos que al final del día, eran mil veces mejores que recordar los de Shade —, y le estoy agradecida, por usted puedo seguir aquí...

    Como también había dicho antes.

    Luego vio la copa que le estaba ofreciendo a Noah y casi por instinto, dio un paso a él.

    "Las cosas probablemente ya no irán bien."

    Noah no debería tomar alcohol... —murmuró mirando hacia Agnes con cierta duda, bajando sus manos con lentitud hasta que las pudo entrelazar con las suyas, incluso dentro de aquella prisión, Cathy actuaba como si estuviesen fuera, era un alcohol fuerte—es...menor... pero... Si te hará relajarte después de lo que no me atreví a decirte... —con aquel último comentario miro a Noah, retrocediendo el mismo paso que avanzó para luego mirar al piso, recordando las palabras de Noah, solo que esta vez a él era quien le daban la orden.

    Noah ~

    No pudo quitar los ojos del video, así como tampoco había podido moverse de su lugar. Estaba tan quieto, tan concentrado en la pantalla, que ni siquiera parecía que estuviera respirando.

    Cathy había dicho que estaba dispuesta a aceptar un castigo con tal de que a él no le pasara nada.

    Todos los órganos de su cuerpo dieron un vuelco dentro de él. No sabía exactamente cómo se sentía, porque era una mezcla de enojo, confusión, dolor... todo entreverado en una forma tan retorcida que no podía identificar dónde terminaba uno y dónde empezaba el otro.

    «Nunca más hagas eso en tu vida, Cathy», pensó, incapaz de decirlo, incapaz de darse vuelta a mirarla.

    Sentía su tacto sobre él, escuchaba sus palabras, pero él ya no era él mismo.

    Se sentía como anestesiado, incapaz de conectar su cabeza con su cuerpo.

    ¿Acaso Cathy se sentiría de esa forma tan espantosa si alguna vez le dijera todo lo que había hecho con la intención de protegerla?

    Jamás, jamás podía decírselo.

    Dejó salir un suspiro al fin, como si hubiera contenido su respiración por mucho tiempo, saliendo de su propio limbo personal con el sonido de la computadora cerrándose, entendiendo que no había vuelta atrás. Agnes la había salvado, ¿verdad? Agnes había hecho desaparecer a ese monstruo que casi le había quitado a Cathy.

    Agnes había protegido a Cathy, y por consecuencia, había protegido a Noah de hacerle algo horrible a ese tal Shade con sus propias manos.

    —Discúlpela, Agnes. —Sabía que ambos ya estaban más allá de formalidades, pero tenía un secreto que proteger—. Ha sido un largo y emotivo día para nosotros dos, pero creo que Cathy está cansada y necesita una buena noche de sueño para fijar los bellos recuerdos en su memoria —murmuró, girándose para ver a Agnes a los ojos, tratando de contener una sonrisa, esas que solo le mostraba a ella—. Será mejor que se vaya a dormir y se olvide de ese tal Shade y solo se concentre en lo bueno, ¿no le parece?

    Tenía que sacar a Cathy de esa habitación. Tenía que encerrarse a sí mismo en ese lugar oscuro. Tenía que liberarse.

    —Además —añadió luego de una breve pausa, tomando el vaso de whisky de las manos de Agnes, con gracia, como si supiera exactamente lo que hacía—, usted y yo tenemos cosas que hablar a solas.

    Ni siquiera se atrevió a romper el contacto visual con Agnes, relamiéndose suavemente los labios después de decir aquella última palabra.

    —Cathy, un tal Mercurio y el ruidoso de Galen te están esperando —dijo al aire—. Nos veremos mañana por la mañana, ¿de acuerdo?

    No podía siquiera mirar a Cathy para despedirse.

    Agnes Astaroth

    Los orbes de Agnes brillaron en un rojo insano, pasando a mirar a Catherine fijo a los ojos, mientras jugaba con la punta de sus propios cabellos oscuros, como si aguantase una risa de burla hacia la pequeña ave que Noah estaba echando a toda prisa, tomándose con calma el tiempo para pensar.

    —En poco cumplirá la mayoría de edad Catherine, además, ha sido solo una copa —persuadió relajando los hombros, sujetando ahora ella otra de las copas que estaban sobre la madera, bebiendo con lentitud su contenido, sin ofrecerle nada de beber o comer a Catherine—. Quizá tengas razón Noah, ha de estar ensimismada en emociones y por eso no piensa lo que dice, abriendo la boca de forma apresurada.

    Quedarse a solas con Noah, quedarse a solas con Catherine... aún faltaba mucho por hacer, y no valdría la pena lastimar aquella mujer, no delante de Noah, no con él de testigo.

    —Dime Catherine, ¿te retirarás o te quedarás un rato más? —preguntó como lo más normal del mundo, como si estuviesen pasando un tiempo entre amigos y a uno de ellos le hubiese cogido la tarde para irse.

    Opciones para Catherine

    • Negarse a irse si Noah no sale de la oficina con ella.
    • Retirarse (Noah pasará a responder en tal caso al otro privado de la oficina de Agnes)
    Catherine Whitman

    Su cuerpo se sintió frio al ver a Noah hablar de esa forma, no, no hablar, sonreirle a Agnes de esa forma. Poco le importó que en todo ese tiempo no la hubiera mirado para notar las reacciones de su cuerpo, o que hablara de ella como si no se encontrara allí presente porque eso realmente no le importaba mucho, le importaba la forma en la conversación estaba siendo dirigida.

    "Noah..."

    "Noah, ¿qué estas haciendo?"

    ¿A solas? ¿Por qué tanto incapié en eso?

    Mordió su labio inferior, él estaba haciendo algo, de eso ya no había duda alguna. —... No —Incluso se sorprendió a si misma cuando logró decir aquello, negarse a una petición de Noah —, e-en esta oficina...es ella a quien tengo que obedecer... —La seguridad que había tenido al principio en su voz despareció por completo, pero el hecho de que Noah no la estuviese mirando había ayudado mucho a que pudiera decir esas palabras.

    Volvió su vista a Agnes y de nuevo sintió todo el peso del primer día, sin la confianza que había podido tener solo porque Noah estaba allí, pero ahora, parecía como si hubiese levantado un muro para que no lo pudiese ver desde el momento que soltó su mano molesto por lo que había decidido no decir.

    Pequeña.

    Vulnreable.

    —¿A usted le molestaría si me quedo un tiempo más? —No planeaba dejar solo a Noah allí de nuevo si podía.

    Noah ~

    Las palabras de Cathy le llegaron como una canción a sus oídos, pues sabía que esa era la mejor respuesta que le podría haber dado a Agnes. Noah necesitaba saber que Cathy la obedecería, que Cathy estaría dispuesta a reconocerla como una autoridad a la que no tenía que desafiar, incluso si el día de mañana le pedía que lo matara a él. Mantener a esa mujer feliz era la forma de mantener a Cathy a salvo, y a pesar de que sabía que le costaría hacer que su novia lo entendiera, aquello era un pequeño avance.

    Una pequeña sonrisa se formó en sus labios antes de llevarse el vaso a los mismos, pasando el licor como si no fuera nada, porque realmente no sentía nada.

    El alcohol pasó por su garganta como gasolina encendida, quemándolo en su trayecto hasta su estómago, encendiendo su cuerpo a su paso. Sonrió aún más después de tragar y, sin separar la vista de Agnes, levantó su copa para chocarla con la de ella.

    —Creo que tenía que hacer eso antes de beber —se murmuró a sí mismo, mientras entrecerraba los ojos—. ¿El orden de los factores altera el producto aquí también?

    No, no era demencia fingida. La demencia de Noah se estaba tornando muy real.

    Inspiró suavemente mientras bajaba el vaso vacío hasta el escritorio, sin inmutarse en lo más mínimo ante la cercanía de Agnes, como si su propio cuerpo hubiera dejado de reconocerla como la amenaza que era en realidad. Justo cuando iba a alejarse con una lentitud sumamente innecesaria, sintió lo áspero de la arena bajo sus zapatos. No era mucha, pero sí lo suficiente como para que la notara.

    —Las playas son hermosas, pero la arena sí que sabe ser molesta. —Hizo una pausa, devolviéndose para mirar a Cathy por primera vez en toda la conversación, sonriéndole de una forma que no era para nada propia de la forma de él: sus labios estaban curvados en una sonrisa, pero su mirada estaba completamente vacía—. Tú aún necesitas dormir y yo necesito con urgencia una ducha y un cambio de ropa.

    Miró a Anges mientras decía lo último, metiéndose las manos en los bolsillos. Sabía que Cathy no se iba a ir y dejarlo ahí, no por su propia cuenta, y dudaba que se volviera a dejar empujar por él una vez más. También sabía que Agnes lo sabía, que lo tenía muy presente, y que ya nada había que hacer.

    —¿Conversamos en otro momento? —le preguntó, llevando una de sus manos hasta su rostro, poniendo un mechón de cabello detrás de su oreja.

    Le habían mostrado un video de su novia siendo asfixiada por un tipo que le doblaba en peso y tamaño, y no había podido hacer absolutamente nada para descargar la furia que se lo estaba comiendo vivo.

    Alguien definitivamente iba a pagar por ello.

    Catherine Whitman

    Luego de aquello mantenía su mirada en Noah, sus ojos violeta se mantenían atentos a lo que Noah reaccionaba, reaccionando ella misma con cierta preocupación cuando vio que llevaba el vaso de alcohol a sus labios, sabía muy bien que Noah jamás había tomado esa clase de alcohol aunque pareció casi confundida cuando lo vio sonreír de esa forma antes de hacer el brindis con Agnes.

    ¿Estaba pretendiendo? ¿O era que estaba tan enojado con ella que realmente no le afectaba el rastro que debía dejar el alcohol en su garganta?

    Respiró hondo, siguiéndolo con la mirada mientras se acercaba a Agnes, incapaz de moverse, tan solo de mantener su rostro en un gesto más neutral aunque sabía que sus ojos revelaban la tristeza que sentía de ver a Noah de esa forma, por su culpa. Porque ella lo había arrastrado hasta aquí. Porque no había podido ser valiente en la universidad. Porque era incapaz de dejarlo ir.

    Su corazón pareció acelerarse cuando notó que su rostro se estaba dirigiendo hacia ella hasta que notó el vacío de aquellos ojos que tengo amaba, siendo totalmente incoherentes con la sonrisa que le daba y aún así, ella le dirigió la sonrisa encariñada que siempre tenía reservada para él aunque su corazón se empequeñecia cada vez más.

    Porque Noah siempre seguiría siendo el chico que amaba no importa que cara le pusiera.

    "Hablaré si tu...decides hablar de lo que pudo pasar con Agnes... actuaste raro cuando pudiste estar cerca para tener mi olor y...tu cabello tambien esta mojado...

    Un baño y un cambio de ropa, Cathy."

    "¿Y que más, Agnes? ¿Qué otra cosa hiciste?"

    Porque tan siquiera el inicio, nada era en cuenta propia.

    —Dormiré en otro momento, Noah. —Mantuvo su sonrisa hasta que soltó algo de aire por sus labios cuando notó aquella mirada de vuelta hacia Agnes, sentía que la escena en la habitación del corazón se repetía de una manera más clara.

    El agarre de sus manos se soltó finalmente para pasarlas detrás de su espalda y su mirada se dirigió al filo del escritorio de Agnes como si fuera la cosa más interesante del mundo apenas mirando de reojo a la ex abogada de vez en cuando por si en algún punto le dirigía la palabra, haciendo parecer que tenía la cabeza gacha y una posición de espera, casi como los sirvientes de las películas medievales que solían ver antes.

    Ahora a ella le tocaba observar a Noah estar con alguien más, aunque su cuerpo le gritara que todo era completamente distinto, porque de lo que estaba segura es que ella jamás luchó tanto por quedarse a solas con el chico que había salido, todo lo contrario.

    Pero aunque ver aquello le doliera, no podía culparlo.

    Agnes Astaroth

    Sujetó otra fresa rellena de chocolate mientras continuaba escuchándolos hablar, y aguantando las ganas de reír a viva voz al sentir como sus palabras chocaban en ideas distintas. Catherine negandose a irse, Noah, queriendo quedarse. Qué cosas...

    Ofreció la pequeña fruta entre las manos de Catherine al caminar tan solo dos pasoa hacia ella, acariciándole el rostro con lentitud.

    —¿Qué estarás pensando? —susurró sin dejar de tocar su suave piel, para luego mirar a Noah y deslizar sus dedos ahora por su brazo hasta llegar a la copa que traía entre los dedos, retirándosela para colocarla nuevamente sobre la madera del escritorio. Esperaba que aquella copa de whiskey no le fuese a afectar demasiado.

    Se encaminó en puntas hacia la puerta principal aún con el cabello húmedo, jalando a Catherine de la muñeca para que saliera primero por ésta.

    —Es hora de dormir —susurró, empujándola con suma suavidad hacia afuera, jalando ahora a Noah de la muñeca y metiendo su mano libre al bolsillo de su bata de baño, sacando de éste un papel que estaba doblado varias veces, posandose tras él y empinándose para susurrarle al oído, de tal forma que Catherine no escuchara sus palabras—. Lee su contenido y luego rompéla —ordenó deslizando sus uñas por su espalda, como si trazara lineas rectas en ella—. Nos veremos después, Noah —le entregó el papel en su muñeca derecha y luego cerró la puerta tras ellos con seguro.

    Reglas:


    • Ambos deben postear en la sala de espera. Noah debe hacer mensión de cómo la copa de trago le asentó en su organismo, y de lo molesto que se siente con Catherine sobre ocultar aquella situación que pasó, además, de la carta desconocida que trae en sus dedos.
    • Catherine debe mencionar la incomodidad hacia el comportamiento de Noah, y el cómo se sintió vulnerable ante tal vídeo enseñado.

    • Noah ha obtenido una carta que podrá leer al llegar a la habitación, debe romperla inmediatamente después de leerla.
    *****

    Agnes está encerrada en el baño, se escucha el secador encendido y el como lo desliza de arriba a abajo, al parecer está acomodándose el cabello. El computador está encendido, y uno de los cajones está sin seguro.

    Opciones para Catherine:

    • Quedarse de pie, esperando a que Agnes termine con su cabellera.
    • Dirigirse al portátil.
    • Dirigirse al cajón.
    • Hablar con Noah.
    Catherine Whitman

    Ver la oficina vacía realmente la sorprendió, aunque en el instante en el que escuchó la secadora pareció entenderlo todo. Volvió a soltar un pequeño suspiro para tranquilizarse, para obligar a su corazón a dejar de latir tan deprisa porque solo la hacía sentir como si se le fuera a salir del pecho.

    La computadora estaba sola.

    El escritorio estaba solo.

    Y la curiosidad que había parecido desaparecer desde que tocó la carcel pareció volver a surgir, incluso sin darse cuenta sus pasos parecieron guiarla hacia ese lugar, rodeando el escritorio con gran interés, quería descubrir en cierta forma porqué eso parecía estar tan protegido hasta que escuchó a Noah y sintió cierta electricidad recorrerle la espalda.

    "¿Qué se supone que estás haciendo, Catherine Whitman?"

    Con esas palabras y aquella sensación de verlo pareció hacer que el encanto hubiese terminado y sus pasos la guiaron de vuelta a Noah como si fuera una clase de imán, incluso cuando notaba que seguía molesto con ella, sus ojos seguían mirandolo con preocupación, incluso su mano se acercó dudosa a su rostro.

    —...Miraba, lo siento...—murmuró, analizando su rostro —, ¿te sientes bien? ¿Pudiste dormir algo, Noah?

    • Hablar con Noah.
    Sinsonte.

    Miró a Cathy, frunciendo el ceño tan pronto sintió su tacto sobre su rostro, sintiéndose como un hambriento al que le habían puesto comida en frente. Aún seguía molesto, aún le ardía el pecho cada vez que respiraba porque a cada segundo que existía recordaba el video que Agnes le había mostrado, pero aún así, cargando toda esa rabia encima, algo en él necesitaba a Cathy.

    De pronto soltó el papel en su bolsilló y la rodeó con sus brazos, atrayéndola a su cuerpo, siguiendo ese instinto de tenerla que sentía tan extraño como propio, aferrándose a ese pensamiento antes de que se perdiera en lo errática que estaba su mente.

    —Estoy bien —contestó en voz baja, hundiendo el rostro entre su cuello y su hombro, apretándola contra su pecho; seguía molesto, por supuesto, pero también sentía ganas de apretarla entre sus brazos hasta que nadie más en el mundo le pudiera volver a poner una mano encima—. ¿Tú estás bien, Cathy?

    Sus sentimientos y pensamientos parecían bailar una danza interminable dentro de su cabeza, mezclándose, cambiándose de lugar, haciéndolo sentir como si tuviera un nudo creciéndole en el estómago. Estaba ansioso, cansado, frustrado...

    Estaba tan abrumado.

    Catherine Whitman

    El ver que fruncia el ceño ante su tacto hizo que tuviera mucho más delicadeza, buscando que no lo molestara más de lo que podía hacer pero sin querer realmente separar su tacto de su piel, no quería simplemente soltarlo ahora que podía verlo de nuevo y tenía oportunidad de tenerlo cerca.

    Lo que no esperó fue que sus brazos la rodearan de esa forma, menos luego de ver como había reaccionado a su cercanía. Su corazón volvió a acelerarse y realmente no tardó absolutamente nada en abrazarlo de vuelta, quizás todavía no estaba perdonada, pero agradecía enormemente que la abrazara de esa forma solo porque sentía un gran confort en sus brazos, en él, en su aroma. —¿Estás seguro? —Aquella pregunta fue bastante tímida, su rostro realmente no reflejaba aquello y solo temía que hubiera tenido una noche en esa habitación que Galen mencionaba y por eso estuviera así.

    "¿Tú estás bien, Cathy?"

    —...No realmente—Podría haber dicho que sí, que estaba perfectamente pero...¿y si luego llegaba Agnes y decía que había llorado y eso volvía a hacerlo enfadar? Se aferró un poco más a la ropa de Noah, escondiendo su rostro en su pecho —, estuve triste pero Galen trató de animarme un poco...porque no quiero que estés enfadado conmigo, no voy a hacerlo de nuevo, en serio... solo, no te enfades, ¿sí? Ahora estoy mejor.

    Sinsonte.

    Si bien todo se sentía extraño, todo se le hacía confuso, al menos podía reconocer algo de calma en tener a Cathy entre sus brazos, como si fuera una mínima alicuota de seguridad, de tranquilidad.

    Pero hasta la paz lo abrumaba en esos momentos.

    Soltó lentamente el abrazo luego de unos instantes, sintiendo que aquello era demasiado y muy poco a la vez. De una forma u otra, aunque parecía que eso era lo que su cuerpo necesitaba, también se sentía extraño, como si no fuera algo suyo.

    Como si él fuera alguien diferente.

    —Ya pasó, Cathy —le dijo en voz baja, llevando ambas manos hasta su cuello, tomándola por ahí con una delicadeza totalmente diferente a la fuerza con la que la había abrazado, haciéndola levantar el rostro para mirarlo, sin entender por qué necesitaba tanto verla a los ojos—. Si tú estás bien entonces todo estará bien.

    Y Cathy estaba bien gracias a Agnes, que no se le fuera a olvidar.

    Agnes Astaroth

    La puerta del baño se abrió y Agnes apareció por ella, con sus tacones de punta fina, su saco carmín, sus medias veladas y su falda impecable. Su lacio cabello negro brillaba en sedosidad, y sus orbes carmín se deslizaron por las dos figuras que se encontraban abrazadas en la oficina, causándole una sensación de ternura indescriptible, como si su diversión apenas comenzara a abrirse paso desde que Shawn y Laila partieron. Oh, qué pareja más distinta, más cálida, más dulce. Qué sensación tan extraña.

    —Oh, qué linda escena —comentó como madre que pilla a dos niños hacer algo que se considera malo en la habitación—. ¿Qué tal la noche? —cuestionó cerrando la puerta del baño y jugando con sus uñas en el pomo de la puerta, recostándose contra esta mientras sus mejillas se sonrojaban levemente, como si la emoción y la ansiedad comenzara a pasarle cuenta.

    Era tan fácil de emocionar.

    —¿Todo en orden con sus compañeros de habitación? —sus orbes destilaron un brillo de interés, especialmente cuando fueron a parar a los orbes oscuros de Noah—. ¿Mm?

    Su última expresión se deslizó cual seda.

    Catherine Whitman

    Asintió de forma lenta ante lo que decía, si ya le había dicho lo mismo un par de veces, sabía muy bien que no iba a haber ninguna otra respuesta distinta, pero el hecho de que ahora le pidiera mirarlo de aquella forma y la tomara con tal delicadeza le recordaba muchas cosas.

    Quiso colocarse de puntillas para besarlo, atraerlo hacia él y de nuevo creer que iban a estar solos un rato hasta que la puerta se abrió, anunciando a Agnes en el proceso. Tuvo que desechar casi al instante la idea de besarlo y sus manos de forma cuidadosa separaron las impropias de su cuello para poder darse media vuelta y no darle la espalda a Agnes.

    Y aunque se había separado, había mantenido contacto con una de las manos de Noah de forma suave, porque si no quería sostenerla, quería darle la facilidad de deshacerse de ese agarre aunque realmente ella no lo deseaba.

    —Fue algo larga....—murmuró, realmente hasta que no había llegado Mercurio lo había sentido bastante largo, lento, tediosa —, pero mejoró cuando recibimos a Mercurio, pudimos explicarle las cosas que...parecía tener dudas.

    Sinsonte.

    Aunque Cathy hubiera querido que la soltara, él simplemente no podía quitar la mano de su cuello, tenso, así que volvió a llevar una de sus manos hasta su nuca, sosteniéndola suavemente por allí, acariciando lentamente por debajo de su cabello con su pulgar, detrás de su oreja con el resto de sus dedos finos, fríos.

    Casi como si le estuviera pidiendo disculpas por haberla empujado por ahí unos días antes.

    Y si bien su cuerpo parecía rehacio a separarse de Cathy, sus ojos... Sus ojos eran otra historia. Los tenía pegados a los de Agnes como si los hubieran atornillado a su figura, desde antes de que se apareciera. Había roto el contacto visual con Cathy desde antes de que la puerta se abriera, desde que escuchó el sonido del picaporte girando; como si estuviera impaciente por verla, por que se hiciera presente.

    Una pequeña sonrisa se formó en sus labios, y su otra mano viajó hasta su bolsillo, volviendo a apretar el papel con fuerza, arrugándolo aún más. Entre la sangre de su mano lastimada, el vapor del baño y la fuerza de su propia mano, ¿acaso quedaría algo que leer en ese papel?

    —¿Se refiere a Connie o a esa molesta y patética imitadora suya?

    Casi que escupió las palabras, sintiendo que se le hacía muy extraño tratar a Agnes de usted. Pero no estaban solos, y para el propio bien de Cathy, tenía que volver a dibujar esa línea entre él y Agnes, separarse de ella aunque fuera de forma simbólica.

    Agnes Astaroth

    Escuchó la voz de Catherine y sus orbes se desviaron a ella por un segundo, recordando a Mercurio. El pajarillo de los tratos equivalentes.

    —Me alegra que cumplieras con la nota que dejé en la habitación, imagino que él se habrá sentido como en casa con tu encantadora bienvenida —su voz sonaba satisfecha y hasta orgullosa de lo obediente que era Catherine.

    Ladeó levemente la cabeza al escuchar la voz de Noah, y sus orbes adquirieron el brillo innato, de cuando algo atraía su atención.

    —¿Alice? —su ironía no tardó en hacerse presente, permaneciendo aún pegada contra la madera—, qué lástima, creí que se llevarían bien —mintió de forma descarada y risueña, separándose por fin del apoyo de la madera para caminar hasta Catherine, haciendo sonar la punta de sus tacones, una, dos, tres veces más hasta llegar hasta ella.

    Sus brazos se estiraron y la atrajeron hacia ella, abrazándola y haciéndola hundir su rostro en su pecho, como una madre acurrucando su niña mimada, mientras aprovechaba su visión obstruida para sonreírle a Noah, como si lo provocase al mostrar aquella sonrisa perversa.

    La yema de sus dedos se deslizaron por el cabello de Catherine, sin perder de vista a Noah, como si en su mente le dijese que dentro de poco sería él quién recibiera aquella atención que le brindaba al pequeño pajarito entre sus manos.

    Sinsonte.

    El agarre de su mano sobre la nuca de Cathy se tensó a medida que Agnes se acercaba, sin apretarla, pero dejando de acariciarla, sin dejar de seguir a Astaroth con la mirada por todo su trayecto. Su mano acompañó el cuerpo de Cathy tan pronto como la otra la abrazó y la alejó de él, como si estuviera pegado a ella, pero sin poder dejar despegar la mirada de Agnes.

    Él le pertenecía a ambas, después de todo.

    —¿En serio? —le preguntó, dejando caer la mano por la espalda de Cathy, acariciándola en todo momento; no bien su mano se encontró con la de Agnes en la espalda de Cathy, sus dedos se entrecerraron como ganchos sobre los de Agnes, de forma débil, como si quisiera tomar su mano, mas dejó caer la suya propia contra su cuerpo, soltándolas a ambas—. Alice me odia con cada parte de su cuerpo y no se molesta en lo más mínimo en ocultarlo —le dijo, devolviéndole la sonrisa.

    Se relamió ligeramente los labios, perdiéndose en la imagen de Agnes acariciando a Cathy. No iba a mentir y decir que no quería estar en el medio y recibirlas a ambas, pero ver a Cathy así, tranquila, sin nadie asfixiándola, era todo lo que él quería.

    Catherine Whitman

    Se sorprendió un poco cuando sintió la mano de Noah sobre su nuca, temiendo que fuera el inicio de otra forma de apartarlo de él pero, casi al instante en que sintió la suave caricia se tranquilizó, no iba a ser apartada, le iba a permitir quedarse allí y se sentía bastante aliviada.

    Cosa que le permitió quedarse quieta, sin muchar mucha preocupación existente cuando entendió la razón por la cual Noah parecía tan poco descansado: las compañeras que le habían sido asignadas.

    Cuando los ojos de Agnes llegaron a ella, respiró profundo, esperando lo que tuviera que decirle —Era lo que se tenía que hacer, así que realmente espero que le gustara a Mercurio...—dijo lo más tranquila que las caricias de Noah le podía brindar, a fin de cuentas, sabía muy bien que si no hubiera sido por aquella nota, probablemente solo se habría dejado caer en la cama a dormir.

    Luego vinieron aquellos pasos inesperados hacia ella, y cada paso que daba sentía como si su respiración se detuviera unos cuantos segundos hasta que sintió sus brazos rodearla de nuevo en aquellos abrazos a los cuales ya se comenzaba a acostumbrar, aunque en ningún momento pareció esperar que el agarre de Noah siguiera allí, sobre su nuca y que luego se perdiera por su espalda en una caricia causandole un ligero escalofrio que probablemente hubiera sido visible.

    Así, cuando ya no hubo rastro de Noah en su cuerpo, con suavidad se aferró a la ropa de Agnes como si le devolviera el abrazo de una forma más tímida porque de nuevo, cuando ellos dos hablaban realmente no sabía que decir, era ajena a ellos, a sus temas. Tan solo podía tratar de disfrutar las caricias y la seguridad momentanea de aquel abrazo.

    —...¿Por qué ella...odiaría a Noah? —Preguntó en voz baja, quizás, para que en caso de que realmente no fuera bienvenido su comentario, pudiera ser ignorado.

    Agnes Astaroth

    La yema de sus dedos continuaron en pequeñas caricias por el cabello y espalda de Catherine, deslizándose de arriba a abajo con suma lentitud sin perder de vista a Noah, y aún así escuchándolo a ambos con suma parsimonia, como si disfrutara tener a Catherine en brazos y a Noah mirándolas.

    —Alice es una chica... particular, de sumo cuidado —murmuró tratando de explicar al aire, para luego responder la pregunta de Cathy—. Celos —respondió de forma inconclusa, como dejando a libre interpretación sus palabras—, es cierto... aún no la conoces Catherine, quizá te puedas llevar bien con ella, ¿qué dices Noah?

    Al sentir las manos de Catherin abrazándola sonrió de nuevo, de manera insane, por lo que tenía en la cabeza apenas Catherine cruzara la puerta de salida, esperando respuesta y volviendo a cuestionar.

    —¿Qué tal la carta Noah?

    Su cabello oscuro cubrió parte de la espalda de Catherine al apretarla más entre sus brazos.

    —¿Entretenida?

    Sinsonte.

    Suspiró profundamente por la nariz y chasqueó la lengua mientras negaba lentamente con la cabeza, apretando aún más el puño, aquella carta, entre su puño. ¿Qué cara pondría Agnes cuando se la mostrara y viera que no le hizo caso cuando le pidió que la rompiera?

    —Oh, con que Celos... —contestó, volviendo a sonreír, divertido—. No puedo imaginarme por qué me tendría celos. —Fingió demencia—. Pero lo que sí sé es que me habló tan feo y se burló tanto de mí que no pude pegar un ojo en toda la noche.

    De repente, Noah se dio la vuelta, empezando a caminar hasta uno de los sillones frente al escritorio, girándolo para encararlas a ambas, acomodándose allí. Aquel lugar empezaba a ser, más que un infierno personal, una especie de templo, y él se sentía peligrosamente cómodo en ese lugar.

    —Pues... —hizo una pausa, considerando la sugerencia de que Cathy y Alice pasaran tiempo juntas; por supuesto que la idea le revolvía el estómago, pero no había razón para ser tan evidente—. Por la forma en la que Alice se prendió de Connie y la forma en la que Connie se dejó engatusar por ella... —Chasqueó la lengua un par de veces, como si estuviera en desacuerdo, cruzando las piernas luego, acomodándose, porque sabía que él no iría a ningún lado—. Quizás Alice necesite una noche con alguien a quien no pueda corromper... alguien que la haga darse cuenta de que está muy fuera de su lugar...

    La indignación en su forma de hablar era demasiado real, casi que palpable, porque después de todo, ¿quién se creía que era esa Alice para andar por la vida adueñándose de lo que no era suyo? Qué falta de respeto.

    Catherine Whitman

    Que las caricias de Agnes fuesen tan lentas le erizaban la piel y al mismo tiempo la tranquilizaban de una manera extraña al prácticamente recordarle la primera vez que pareció hacer eso con ella para calmar sus lagrimas, aunque para distraer a su cuerpo y mantener a su cabeza ocupada, comenzó a trazar figuras inexistentes con sus índice en la espalda de Agnes.

    "Celos."

    No tuvo que decir nada más para que lo entendiera, al final, realmente parecía haber alguien que genuinamente disfrutara de todo aquello al contrario de lo que había pensado, y...en parte, deseaba que aquello se cumpliera sin que Noah tuviera que estar en medio. Que Alice quien tanto quería eso y estaba dispuesta a enfadarse con él por tener ese "puesto", lo tuviera y que Noah pudiera tener un respiro.

    Pero dudaba que eso pasara, porque aquello...sería complacer a uno de los presos presos con una voluntad que ya traían antes de que se inculcara, probablemente.

    No mucho después, fue excluida de nuevo de la conversación.

    Volvió a ser expectadora.

    Sintió el agarre de Agnes con ella hacerse un poco más fuerte y la imitó, sus dedos dejaron de trazar esas figuras imaginarias para aferrarse más a sus ropas, incluso se movió ligeramente para que pudiera ser más sencillo tenerla cerca y finalmente escondió un poco más su rostro en su pecho para no ver lo que estaba sucediendo, no quería ver a donde Noah había guiado sus pasos, dejando que Agnes pudiera sentir su respiración.

    Tampoco quería ver el rostro que tenía Noah al hablar como si ella realmente hubiera sido ciega a lo que vio la visita anterior, como si realmente no supiera el significado de las palabras de Agnes. Y aun así, se mantuvo escuchando todo, dejando que tuvieran su conversación como si realmente fuera un adorno más en aquella oficina, tan solo separando sus labios cuando parecía tener una oportunidad de hablar.

    —...No es justo que le haya hecho pasar eso a Noah solo por celos...—Alzó un poco su rostro para que sus ojos violeta pudieran encontrarse con los de Agnes desde abajo, su voz de nuevo salió baja, suave.

    Pequeña.

    —...Menos si no es algo que usted deseaba que pasara...—Así volvió a su posición anterior, como si eso la volviera a hacer invisible para no perturbarlos.

    Porque, si quería seguir con la línea dibujada de "querer que se llevaran bien", era claro que un comportamiento así no podía ser permitido. Como la bienvenida de Mercurio, había solo sucedido de esa forma porque Agnes lo había pedido.

    Agnes Astaroth

    Una ceja se curvó levemente ante las palabras de Noah, con muchísima diversión, por el simple hecho de que ella misma creía que a la única persona a la que Alice no podría corromper sería a ella. Una chica sadomasoquista como Alice... aunque le resultase interesante verla rogar porque le partiera cada centímetro de los huesos su mente terminaba divagando en Noah, en seguir hurgando en su oscuridad mientras tenía a su "luz" entre sus brazos.

    —¿Alguna sugerencia para ello, Noah? —cuestionó llevando sus uñas al rostro de Catherine y deslizándolas sutilmente por sus mejillas, elevándolas hasta sus orbes y clavándolas en los ajenos, como si sus orbes color sangre hipnotizaran al poco tiempo de mantener la atención sostenida—. ¿Qué crees que deseo que pase ahora? —susurró cerca de sus labios, acariciándole la piel con su aliento fresco—, dime Catherine... ¿qué deseo ahora? —volvió a preguntar hundiendo sus uñas por detrás de su cabello, con suma suavidad para evitar lastimarla.

    Sus mejillas se encendieron de nuevo, al sentir las caricias temerosas de Catherine.

    Sinsonte.

    La ansiedad crecía dentro de él con cada segundo que pasaba, pues aunque ahora estuviera en un lugar muy oscuro, la luz de Cathy brillaba para él, siempre. A veces más tenue, a veces más fuerte, pero siempre estaba ahí.

    Y en esos momentos sentía como si se estuviera apagando, como si estuviera siendo obstruída, amenazando por dejarlo en la nada misma.

    Sin darse cuenta de lo que hacía, su cuerpo se levantó de la silla, lento, parsimonioso, y empezó a caminar hacia Agnes, deteniéndose cuando la distancia entre su espalda y su pecho se había vuelto casi nula. Si Cathy movía sus dedos seguramente podría tocar su estómago, y aunque deseaba con todas sus fuerzas tocarla, sentirla para no sentirse tan perdido por su cuenta, algo en él no se sentía digno de tocarla, no a ella.

    Pero sí había alguien a quien podía tocar, alguien que en esos momentos, se sentía más alcanzable. Después de todo, él estaba en camino a arruinarse tanto como Agnes.

    —Creo que decirle a usted, que conoce a todos mejor que nadie, quién podría bajar a Alice de su pedestal... —Hizo una apusa, llevando una de sus manos hasta el cabello de agnes, descubriendo su oído para acercarle y hablarle más de cerca—. Sería un insulto —terminó por susurrarle.

    Y así volvió a ignorar a Cathy, una vez más, como si no pudiera siquiera verla. Podía sentir el calor de su luz rodeándolo, porque sabía que estaba presente, pero no se sentía capaz de mirarla, como si la luz ya no fuera algo a lo que él tuviera derecho.

    Pero aún así, aunque no puiera verla, aunque lo consumiera la vergüenza, era una luz que tenía que proteger a toda costa. Y para protegerla tenía que sacarla de ahí, meterla en una caja de cristal donde pudiera brillar sin que nadie la tocara.

    Necesitaba que Agnes le quitase las manos de encima.

    Catherine Whitman -

    Su respiración se irregularizó en el instante que notó que, aunque le estaba hablando a Noah, el tacto que estaba recibiendo cambió, esta vez estando en sus mejillas haciendola abandonar aquella posición que había adoptado, dejandola a merced de los orbes rojizos de Agnes que le robó el aliento en el instante en que se vio mezclada con tenerla tan cerca, alborotando también el ritmo de su corazón.

    "¿Qué creía que deseaba Agnes?"

    Sintió ahora sus manos por detrás de su cabello y se sintió más atrapada que nunca, perdida y atenta al mismo tiempo.

    "¿Qué deseaba ahora?"


    Separó sus labios, a punto de contestar lo que Agnes le había preguntado, de repente, Noah pasó a aparecer en su campo de visión, detrás de Agnes, demasiado cerca de Agnes, haciendo cosas que solo le veía hacer con ella y replicaba con la ex-abogada sin ninguna clase de problema.

    Llamaba su atención para alejarla de ella.

    De nuevo.

    Y de nuevo volvía a sentir ese nudo en su garganta. Solo que esta vez era más fuerte que nunca, incluso sintió sus ojos humederse un poco. No quería eso. No quería que Noah hiciese eso.

    Tuvo que cerrar los ojos un par de veces para tratar de eliminar la posible formación de lágrimas y poder prestar atención a Agnes nuevamente —Lo siento...—Parecía realmente apropiado disculparse por haber perdido la atención a los orbes ajenos.

    —Usted...probablemente desea que obedezca todo y no interfiera...

    Agnes Astaroth

    Su piel se erizó ante la voz masculina, pero no dio muestra de ello y se mantuvo atenta en Catherine, en cómo sus orbes amenazaban en llenarse a poco con lágrimas, y la sensación dentro de ella fue deliciosa, magnífica. Se mantuvo quieta por unos momentos, como si la escudriñara esta vez con la mirada al osar ser distraída por su pequeño sinsonte. El agarre que tenía en su cuero cabelludo se deslizó hasta su nuca, acariciando la piel expuesta que dejaba ver el collar, y se inclinó levemente, acercándose a su oído y cubriendo con sus manos sus labios como si de un secreto se tratase, un secreto que por primera vez no le correspondía escuchar a Noah.

    —Problemas C-a-t-h-y —murmuró, y aunque pareciese que no tuviese contextualización aquello se lo comunicó, continuando el pequeño secreto que implícitamente tenía una orden de por medio, o varias, quizá—. Alice es una buena niña —sopló en su oído de manera imperceptible, mirando a Noah de soslayo mientras continuaba susurrando—, sé su amiga, por un corto día.

    Se alejó y dio un pequeño paso hacia atrás, sintiendo el cuerpo de Noah, permaneciendo ahí mientras volvía a hablarle a Catherine.

    —Shhh —llevó su dedo índice a sus propios labios para luego sonreirle de forma amable—. Es hora que te retires Catherine, ten una hermosa noche.

    Reglas:

    • Catherine debe portear 1 vez más en éste MP, pero Noah debe hacer su próxima respuesta en el privado individual, luego de que Catherine se marche.

    • Catherine debe postear en la sala de espera, mencionando sus sentimientos y emociones al dejarlos a solas.

    • Luego de postear en la sala de espera debes dirigirte a tu habitación asignada
    Catherine Whitman - R

    Cerró sus ojos con fuerza cuando finalmente la sintió acercarse a ella para hablar en secreto como ya la había visto hablar con Noah, seguramente de cosas mil cosas realmente distintas de las que a ella podía decirle en ese momento.

    ¿Problemas? ¿Qué case de problemas quisiera tener? ¿Entre ellos?

    "Alice es una buena niña, sé su amiga, por un corto día."

    ...¿Ser amiga de la persona que tenía celos de Noah? ¿De la que decía que hablaba mal de él? ¿De la que deseaba que simplemente pudiera ganar para que Noah no tuviera que hacer eso que veía por su culpa?

    Como probablemente cada problema de su vida.

    Mordió su labio inferior, viendo como ahora ambos estaban completamente unidos, abrazandose a si misma casi al instante para tratar de mantenerse tranquila, retrocediendo con un cierto temblor en su cuerpo hasta la puerta.

    —L-Los dejo entonces...disfruten.—Su voz temblaba y se odiaba por volver a sentir sus ojos llenarse de lagrimas aunque, antes de girarse por completo para abrir la puerta, sus ojos buscaron a Noah y volvieron a sonreirle como siempre hacía, incluso aunque sentía su corazón muy empequeñecido.

    Cuando encontró su mirada artículo un "Te quiero" antes de hacerle una señal de que todo estaba bien, porque realmente no lo culpaba, cuando volvió su mirada a Agnes tan solo volvió a mirar al suelo asintiendo como para asegurarse que supiera que haría eso que le pedía.

    Y sin más, se fue.

    Aqui fue donde Cathy por un momento vivio el duo de caricias mas extraño del mundo y se quería morir de la vergüenza porque en su vida había estado así y casi se escribe el robin completo (?
     
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    Insane

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    DEADMAN WONDERLAND

    Las cortinas de la oficina están cerradas, y las luces están al tope, iluminando hasta el último rincón del oscuro lugar. La puerta del baño está abierta, y Agnes está sentada tecleando en la computadora con el cabello húmedo y una bata de baño blanca cubriendo su cuerpo desnudo. Hay tres copas de wiskey con hielo, y 3 fresas cubiertas con chocolate.

    —¿Qué tal la playa, Noah, Catherine?

    Noah ~

    Había sido él quien tomó la iniciativa de abrir la puerta tan pronto como consiguió el afirmativo de Agnes desde el otro lado. No podía admitirse a sí mismo que se sentía ansioso por verla, como si la última vez que hubieran estado juntos Agnes hubiera despertado algo en él, algo que solo salía a la luz en la confinidad de esas cuatro paredes.

    Aprovechó para dedicarle una sonrisa a Astaroth ya que Cathy no estaba mirando por estar más atrás de él.

    Estaba feliz por estar sosteniendo la mano de su ahora novia, pero en el fondo, aún muy en el fondo, algo dentro de él estaba feliz de ver a Agnes de nuevo.

    —Magnífica —contestó como si nada, como si de repente le hubiera perdido el miedo a esa mujer.

    O quizás aún seguía muy emocionado por sostener la mano de su novia.

    No llevaba cinco segundos ahí dentro y ya empezaba a confundirse.

    Catherine Whitman

    Se adentró siguiendo los pasos de Noah luego de que él hubiera terminado abriendo la puerta para adentrarse a la oficina de Agnes, haciendo que en un principio cerrara sus ojos un poco al ver tal cantidad de luz, incluso si Noah tapaba la gran parte de esta con su altura.

    Esta vez no se sentía tan ansiosa como antes, tampoco parecían pasarle las cosas que había estado pensando por la cabeza y sabía que eso se debía a la presencia de la mano de su novio sobre la propia, incluso había mantenido una sonrisa sobre su rostro por aquellos mismos sentimientos que utilizó para recibir a Agnes una vez que dio un par de pasos hacia un lado para poder verla.

    —Increíble, es hermosa... Gracias.

    Agnes Astaroth

    Una sonrisa surcó sus labios de forma amable, clavando sus orbes por unos minutos en la mano entrelazada. Qué lindos se le hacían, un romance en medio de su bello caos. Qué cosas tenían los humanos en la cabeza... le recordaban a ella hace un par de años, a los 21, para ser exactos. Su sonrisa se desvaneció en una milésima de segundo, fijando sus ojos en Catherine.

    —Lamento lo sucedido en la habitación Catherine, pero como podrás ver te he protegido, por ello Shade ya no está con nosotros —comentó levantándose del mullido sillón, caminando en puntas con elegancia al estar descalza—. ¿Te encuentras bien? —cuestionó como si examinara su rostro, buscando marcas... pero Shade era tan bueno haciendo las cosas, oh, que maldita lástima—. ¿Le contaste a Noah?

    Sus orbes carmín pararon en los de Noah, como si mirase dentro suyo.

    —¿No te diste cuenta Noah? Casi muere asfixiada —murmuró con suma ambivalencia.

    Noah ~

    Sintió como si toda la paz que pudiera haber traído consigo se le estaba yendo por el caño, como si le hubieran tirado un balde de agua helada encima. ¿Cómo que asfixiado? Sonrió sin una gota de gracia y bufó, negando con la cabeza mientras soltaba el agarre de la mano de Cathy. Lo tenían que estar jodiendo.

    Cathy no le hubiera ocultado algo así, ¿verdad? Cathy... Cathy se lo habría dicho...

    Él no era el único guardando secretos, y eso le cayó como una patada en el estómago.

    Sentía ganas de matar a alguien, y ese alguien era ese tal Shade.

    —¿Qué cosa, Cathy? —le preguntó, dándose vulta a mirarla, incrédulo, furioso—. Dime que me está jodiendo, Cathy. Dime que no es cierto.

    La expresión en su rostro se endurecía, su mandíbula se tensaba. ¿La habían asfixiado y ella le había dicho que quería ser su novia con toda la felicidad del mundo?

    No sabía si se odiaba por no darse cuenta de que Cathy estaba mal, por estar cegado por su propia felicidad, o si se odiaba por haberla ignorado deliberadamente porque él también tenía cosas que esconderle.

    Quería matar a ese tal Shade y quería golpearse a sí mismo hasta desmayarse en el proceso.

    Catherine Whitman

    Sintió un escalofrío recorrer su espalda cuando la escuchó hablar de la habitación, más concretamente de que sus sospechas de que Shade no había desaparecido por su cuenta eran ciertas y al mismo tiempo no lo entendía en lo absoluto. Desde el momento en que lo vio cruzar por la puerta lo había tomado como un absoluto castigo a su comportamiento en la sala de juegos y lo había "aceptado" de alguna manera, porque de lo contrario, no tenía sentido que simplemente la salvara.

    ¿No?

    Su mano por unos segundos apretó un poco más la de Noah, como si eso ayudara a mitigar aquel sentimiento que tenía en el cuerpo, recordándole a todo de ella que no estaba sola.

    —Sí... Ahora se que por usted puedo estar de esta forma, se lo agradezco mucho—Acomodó un mechón de cabello que se había colado en su rostro detrás de su oreja antes de dirigir su mirada a Noah—. Y no... Yo no...

    De pronto, antes de que pudiese continuar con su explicación hacia su pareja, sintió su mano abandonar la suya rápidamente, arrebatandole aquel sentimiento de seguridad que tenía en ese momento, haciéndola sentir vulnerable con tan solo tener el recuerdo de Shade sobre ella, un solo recuerdo la hacía sentir pequeña.

    Además, ver a Noah enfadado con ella la hacía sentir todavía más culpable, ¿tan malo había sido omitir eso para cuidar su felicidad? ¿Para cuidar aquella interacción con los demás que había podido tener porque no tenía esa preocupación en la cabeza?

    —No quise decírtelo, eso es cierto... —murmuró bajando la mirada momentáneamente para poder respirar hondo y volver a buscar sus ojos —, lo tomé como si fuese un castigo para mí por haber sido imprudente en la sala de juegos, llegando a obligarte a empujar me fuera de alli... —En su voz se notaba el esfuerzo para mantener la tranquilidad, un esfuerzo para que todo aquello que sintió en ese momento se apartara.

    —Y lo acepté... Porque si... Si yo recibía algo malo tenia la esperanza de que tu no —Bien sabia que aquello poco le iba a gustar a Noah, pero era su verdad a fin de cuentas —. No quería preocuparte... No quería hacerlo cuando sabía que algo o mejor dicho alguien... A-ahora se que es Agnes, había podido hacer algo...y la verdad, me contagiaste con la felicidad que amo ver en ti... Me ayudaste a encerrar eso y me ayudó a sentirme bien...

    Se abrazó a si misma un poco, buscando darse el consuelo de que había hecho lo correcto, creer que tan siquiera en algún punto no había hecho un mal.

    —Disculpa que no te dijera...

    Agnes Astaroth

    Caminó al escucharla hacia la computadora, abriéndola y dando un clic, para mostrar el video en donde Catherine estaba siendo ahogada por Shade, que estaba encima de ella. La toalla húmeda cubría su rostro y ella pataleaba, pero Shade era mucho más grande y fuerte que ella.

    —Mira Noah —se recostó en la madera, cruzando los brazos y ladeando la cabeza—. Catherine, ¿insinuas que lo hice a propósito? —el tono de voz se arrastró de forma amenazante—. ¿Qué ganaría yo? A fin de cuentas asesiné a Shade por hacerte daño, y he de confesar que le tenía más aprecio a él que a ti —comentó y miró a Noah por un instante—. Te he salvado por el hecho de que Shade estaba a prueba, y por lo que vi no fue capaz de controlar su ira, así que deberías agradecerme, pequeña Catherine.

    Cerró la computadora al cabo de unos minutos, ladeando la cabeza y sujetando una fresa cubierta de chocolate, comiéndola con suma parsimonia para después tomar una copa de wiskey y estirarla hacia Noah.

    —Bebe, te hará relajar los musculos —ordenó.

    Catherine Whitman

    No pudo evitar temblar un poco al ver aquel video, por más que apretara sus manos en sus brazos para tratar de brindarse algo más de confort, no podía evitar que su cabeza reprodujera todas sus súplicas para que se detuviera, sus risas, sus palabras. Era realmente horrible.

    Tan solo la voz de Agnes dirigiéndose a ella logró hacer que apartara su vista, aunque, por la forma en la que su cabeza parecía ladearse ligeramente indicaba que estaba confundida —No... He dicho que yo lo he tomado de esa forma por mi comportamiento... —se explicó respirando hondo, queriendo concentrarse plenamente en aquellos ojos rojizos que al final del día, eran mil veces mejores que recordar los de Shade —, y le estoy agradecida, por usted puedo seguir aquí...

    Como también había dicho antes.

    Luego vio la copa que le estaba ofreciendo a Noah y casi por instinto, dio un paso a él.

    "Las cosas probablemente ya no irán bien."

    Noah no debería tomar alcohol... —murmuró mirando hacia Agnes con cierta duda, bajando sus manos con lentitud hasta que las pudo entrelazar con las suyas, incluso dentro de aquella prisión, Cathy actuaba como si estuviesen fuera, era un alcohol fuerte—es...menor... pero... Si te hará relajarte después de lo que no me atreví a decirte... —con aquel último comentario miro a Noah, retrocediendo el mismo paso que avanzó para luego mirar al piso, recordando las palabras de Noah, solo que esta vez a él era quien le daban la orden.

    Noah ~

    No pudo quitar los ojos del video, así como tampoco había podido moverse de su lugar. Estaba tan quieto, tan concentrado en la pantalla, que ni siquiera parecía que estuviera respirando.

    Cathy había dicho que estaba dispuesta a aceptar un castigo con tal de que a él no le pasara nada.

    Todos los órganos de su cuerpo dieron un vuelco dentro de él. No sabía exactamente cómo se sentía, porque era una mezcla de enojo, confusión, dolor... todo entreverado en una forma tan retorcida que no podía identificar dónde terminaba uno y dónde empezaba el otro.

    «Nunca más hagas eso en tu vida, Cathy», pensó, incapaz de decirlo, incapaz de darse vuelta a mirarla.

    Sentía su tacto sobre él, escuchaba sus palabras, pero él ya no era él mismo.

    Se sentía como anestesiado, incapaz de conectar su cabeza con su cuerpo.

    ¿Acaso Cathy se sentiría de esa forma tan espantosa si alguna vez le dijera todo lo que había hecho con la intención de protegerla?

    Jamás, jamás podía decírselo.

    Dejó salir un suspiro al fin, como si hubiera contenido su respiración por mucho tiempo, saliendo de su propio limbo personal con el sonido de la computadora cerrándose, entendiendo que no había vuelta atrás. Agnes la había salvado, ¿verdad? Agnes había hecho desaparecer a ese monstruo que casi le había quitado a Cathy.

    Agnes había protegido a Cathy, y por consecuencia, había protegido a Noah de hacerle algo horrible a ese tal Shade con sus propias manos.

    —Discúlpela, Agnes. —Sabía que ambos ya estaban más allá de formalidades, pero tenía un secreto que proteger—. Ha sido un largo y emotivo día para nosotros dos, pero creo que Cathy está cansada y necesita una buena noche de sueño para fijar los bellos recuerdos en su memoria —murmuró, girándose para ver a Agnes a los ojos, tratando de contener una sonrisa, esas que solo le mostraba a ella—. Será mejor que se vaya a dormir y se olvide de ese tal Shade y solo se concentre en lo bueno, ¿no le parece?

    Tenía que sacar a Cathy de esa habitación. Tenía que encerrarse a sí mismo en ese lugar oscuro. Tenía que liberarse.

    —Además —añadió luego de una breve pausa, tomando el vaso de whisky de las manos de Agnes, con gracia, como si supiera exactamente lo que hacía—, usted y yo tenemos cosas que hablar a solas.

    Ni siquiera se atrevió a romper el contacto visual con Agnes, relamiéndose suavemente los labios después de decir aquella última palabra.

    —Cathy, un tal Mercurio y el ruidoso de Galen te están esperando —dijo al aire—. Nos veremos mañana por la mañana, ¿de acuerdo?

    No podía siquiera mirar a Cathy para despedirse.

    Agnes Astaroth

    Los orbes de Agnes brillaron en un rojo insano, pasando a mirar a Catherine fijo a los ojos, mientras jugaba con la punta de sus propios cabellos oscuros, como si aguantase una risa de burla hacia la pequeña ave que Noah estaba echando a toda prisa, tomándose con calma el tiempo para pensar.

    —En poco cumplirá la mayoría de edad Catherine, además, ha sido solo una copa —persuadió relajando los hombros, sujetando ahora ella otra de las copas que estaban sobre la madera, bebiendo con lentitud su contenido, sin ofrecerle nada de beber o comer a Catherine—. Quizá tengas razón Noah, ha de estar ensimismada en emociones y por eso no piensa lo que dice, abriendo la boca de forma apresurada.

    Quedarse a solas con Noah, quedarse a solas con Catherine... aún faltaba mucho por hacer, y no valdría la pena lastimar aquella mujer, no delante de Noah, no con él de testigo.

    —Dime Catherine, ¿te retirarás o te quedarás un rato más? —preguntó como lo más normal del mundo, como si estuviesen pasando un tiempo entre amigos y a uno de ellos le hubiese cogido la tarde para irse.

    Opciones para Catherine

    • Negarse a irse si Noah no sale de la oficina con ella.
    • Retirarse (Noah pasará a responder en tal caso al otro privado de la oficina de Agnes)
    Catherine Whitman

    Su cuerpo se sintió frio al ver a Noah hablar de esa forma, no, no hablar, sonreirle a Agnes de esa forma. Poco le importó que en todo ese tiempo no la hubiera mirado para notar las reacciones de su cuerpo, o que hablara de ella como si no se encontrara allí presente porque eso realmente no le importaba mucho, le importaba la forma en la conversación estaba siendo dirigida.

    "Noah..."

    "Noah, ¿qué estas haciendo?"


    ¿A solas? ¿Por qué tanto incapié en eso?

    Mordió su labio inferior, él estaba haciendo algo, de eso ya no había duda alguna. —... No —Incluso se sorprendió a si misma cuando logró decir aquello, negarse a una petición de Noah —, e-en esta oficina...es ella a quien tengo que obedecer... —La seguridad que había tenido al principio en su voz despareció por completo, pero el hecho de que Noah no la estuviese mirando había ayudado mucho a que pudiera decir esas palabras.

    Volvió su vista a Agnes y de nuevo sintió todo el peso del primer día, sin la confianza que había podido tener solo porque Noah estaba allí, pero ahora, parecía como si hubiese levantado un muro para que no lo pudiese ver desde el momento que soltó su mano molesto por lo que había decidido no decir.

    Pequeña.

    Vulnreable.

    —¿A usted le molestaría si me quedo un tiempo más? —No planeaba dejar solo a Noah allí de nuevo si podía.

    Noah ~

    Las palabras de Cathy le llegaron como una canción a sus oídos, pues sabía que esa era la mejor respuesta que le podría haber dado a Agnes. Noah necesitaba saber que Cathy la obedecería, que Cathy estaría dispuesta a reconocerla como una autoridad a la que no tenía que desafiar, incluso si el día de mañana le pedía que lo matara a él. Mantener a esa mujer feliz era la forma de mantener a Cathy a salvo, y a pesar de que sabía que le costaría hacer que su novia lo entendiera, aquello era un pequeño avance.

    Una pequeña sonrisa se formó en sus labios antes de llevarse el vaso a los mismos, pasando el licor como si no fuera nada, porque realmente no sentía nada.

    El alcohol pasó por su garganta como gasolina encendida, quemándolo en su trayecto hasta su estómago, encendiendo su cuerpo a su paso. Sonrió aún más después de tragar y, sin separar la vista de Agnes, levantó su copa para chocarla con la de ella.

    —Creo que tenía que hacer eso antes de beber —se murmuró a sí mismo, mientras entrecerraba los ojos—. ¿El orden de los factores altera el producto aquí también?

    No, no era demencia fingida. La demencia de Noah se estaba tornando muy real.

    Inspiró suavemente mientras bajaba el vaso vacío hasta el escritorio, sin inmutarse en lo más mínimo ante la cercanía de Agnes, como si su propio cuerpo hubiera dejado de reconocerla como la amenaza que era en realidad. Justo cuando iba a alejarse con una lentitud sumamente innecesaria, sintió lo áspero de la arena bajo sus zapatos. No era mucha, pero sí lo suficiente como para que la notara.

    —Las playas son hermosas, pero la arena sí que sabe ser molesta. —Hizo una pausa, devolviéndose para mirar a Cathy por primera vez en toda la conversación, sonriéndole de una forma que no era para nada propia de la forma de él: sus labios estaban curvados en una sonrisa, pero su mirada estaba completamente vacía—. Tú aún necesitas dormir y yo necesito con urgencia una ducha y un cambio de ropa.

    Miró a Anges mientras decía lo último, metiéndose las manos en los bolsillos. Sabía que Cathy no se iba a ir y dejarlo ahí, no por su propia cuenta, y dudaba que se volviera a dejar empujar por él una vez más. También sabía que Agnes lo sabía, que lo tenía muy presente, y que ya nada había que hacer.

    —¿Conversamos en otro momento? —le preguntó, llevando una de sus manos hasta su rostro, poniendo un mechón de cabello detrás de su oreja.

    Le habían mostrado un video de su novia siendo asfixiada por un tipo que le doblaba en peso y tamaño, y no había podido hacer absolutamente nada para descargar la furia que se lo estaba comiendo vivo.

    Alguien definitivamente iba a pagar por ello.

    Catherine Whitman

    Luego de aquello mantenía su mirada en Noah, sus ojos violeta se mantenían atentos a lo que Noah reaccionaba, reaccionando ella misma con cierta preocupación cuando vio que llevaba el vaso de alcohol a sus labios, sabía muy bien que Noah jamás había tomado esa clase de alcohol aunque pareció casi confundida cuando lo vio sonreír de esa forma antes de hacer el brindis con Agnes.

    ¿Estaba pretendiendo? ¿O era que estaba tan enojado con ella que realmente no le afectaba el rastro que debía dejar el alcohol en su garganta?

    Respiró hondo, siguiéndolo con la mirada mientras se acercaba a Agnes, incapaz de moverse, tan solo de mantener su rostro en un gesto más neutral aunque sabía que sus ojos revelaban la tristeza que sentía de ver a Noah de esa forma, por su culpa. Porque ella lo había arrastrado hasta aquí. Porque no había podido ser valiente en la universidad. Porque era incapaz de dejarlo ir.

    Su corazón pareció acelerarse cuando notó que su rostro se estaba dirigiendo hacia ella hasta que notó el vacío de aquellos ojos que tengo amaba, siendo totalmente incoherentes con la sonrisa que le daba y aún así, ella le dirigió la sonrisa encariñada que siempre tenía reservada para él aunque su corazón se empequeñecia cada vez más.

    Porque Noah siempre seguiría siendo el chico que amaba no importa que cara le pusiera.

    "Hablaré si tu...decides hablar de lo que pudo pasar con Agnes... actuaste raro cuando pudiste estar cerca para tener mi olor y...tu cabello tambien esta mojado...

    Un baño y un cambio de ropa, Cathy."

    "¿Y que más, Agnes? ¿Qué otra cosa hiciste?"


    Porque tan siquiera el inicio, nada era en cuenta propia.

    Dormiré en otro momento, Noah. —Mantuvo su sonrisa hasta que soltó algo de aire por sus labios cuando notó aquella mirada de vuelta hacia Agnes, sentía que la escena en la habitación del corazón se repetía de una manera más clara.

    El agarre de sus manos se soltó finalmente para pasarlas detrás de su espalda y su mirada se dirigió al filo del escritorio de Agnes como si fuera la cosa más interesante del mundo apenas mirando de reojo a la ex abogada de vez en cuando por si en algún punto le dirigía la palabra, haciendo parecer que tenía la cabeza gacha y una posición de espera, casi como los sirvientes de las películas medievales que solían ver antes.

    Ahora a ella le tocaba observar a Noah estar con alguien más, aunque su cuerpo le gritara que todo era completamente distinto, porque de lo que estaba segura es que ella jamás luchó tanto por quedarse a solas con el chico que había salido, todo lo contrario.

    Pero aunque ver aquello le doliera, no podía culparlo.

    Agnes Astaroth

    Sujetó otra fresa rellena de chocolate mientras continuaba escuchándolos hablar, y aguantando las ganas de reír a viva voz al sentir como sus palabras chocaban en ideas distintas. Catherine negandose a irse, Noah, queriendo quedarse. Qué cosas...

    Ofreció la pequeña fruta entre las manos de Catherine al caminar tan solo dos pasoa hacia ella, acariciándole el rostro con lentitud.

    —¿Qué estarás pensando? —susurró sin dejar de tocar su suave piel, para luego mirar a Noah y deslizar sus dedos ahora por su brazo hasta llegar a la copa que traía entre los dedos, retirándosela para colocarla nuevamente sobre la madera del escritorio. Esperaba que aquella copa de whiskey no le fuese a afectar demasiado.

    Se encaminó en puntas hacia la puerta principal aún con el cabello húmedo, jalando a Catherine de la muñeca para que saliera primero por ésta.

    —Es hora de dormir —susurró, empujándola con suma suavidad hacia afuera, jalando ahora a Noah de la muñeca y metiendo su mano libre al bolsillo de su bata de baño, sacando de éste un papel que estaba doblado varias veces, posandose tras él y empinándose para susurrarle al oído, de tal forma que Catherine no escuchara sus palabras—. Lee su contenido y luego rompéla —ordenó deslizando sus uñas por su espalda, como si trazara lineas rectas en ella—. Nos veremos después, Noah —le entregó el papel en su muñeca derecha y luego cerró la puerta tras ellos con seguro.

    Reglas:


    • Ambos deben postear en la sala de espera. Noah debe hacer mensión de cómo la copa de trago le asentó en su organismo, y de lo molesto que se siente con Catherine sobre ocultar aquella situación que pasó, además, de la carta desconocida que trae en sus dedos.
    • Catherine debe mencionar la incomodidad hacia el comportamiento de Noah, y el cómo se sintió vulnerable ante tal vídeo enseñado.

    • Noah ha obtenido una carta que podrá leer al llegar a la habitación, debe romperla inmediatamente después de leerla.
    SEGUNDA SESIÓN A DÚO

    Agnes está encerrada en el baño, se escucha el secador encendido y el como lo desliza de arriba a abajo, al parecer está acomodándose el cabello. El computador está encendido, y uno de los cajones está sin seguro.

    Opciones para Catherine:

    • Quedarse de pie, esperando a que Agnes termine con su cabellera.
    • Dirigirse al portátil.
    • Dirigirse al cajón.
    • Hablar con Noah.
    Catherine Whitman

    Ver la oficina vacía realmente la sorprendió, aunque en el instante en el que escuchó la secadora pareció entenderlo todo. Volvió a soltar un pequeño suspiro para tranquilizarse, para obligar a su corazón a dejar de latir tan deprisa porque solo la hacía sentir como si se le fuera a salir del pecho.

    La computadora estaba sola.

    El escritorio estaba solo.

    Y la curiosidad que había parecido desaparecer desde que tocó la carcel pareció volver a surgir, incluso sin darse cuenta sus pasos parecieron guiarla hacia ese lugar, rodeando el escritorio con gran interés, quería descubrir en cierta forma porqué eso parecía estar tan protegido hasta que escuchó a Noah y sintió cierta electricidad recorrerle la espalda.

    "¿Qué se supone que estás haciendo, Catherine Whitman?"

    Con esas palabras y aquella sensación de verlo pareció hacer que el encanto hubiese terminado y sus pasos la guiaron de vuelta a Noah como si fuera una clase de imán, incluso cuando notaba que seguía molesto con ella, sus ojos seguían mirandolo con preocupación, incluso su mano se acercó dudosa a su rostro.

    —...Miraba, lo siento...—murmuró, analizando su rostro —, ¿te sientes bien? ¿Pudiste dormir algo, Noah?

    • Hablar con Noah.
    Sinsonte.

    Miró a Cathy, frunciendo el ceño tan pronto sintió su tacto sobre su rostro, sintiéndose como un hambriento al que le habían puesto comida en frente. Aún seguía molesto, aún le ardía el pecho cada vez que respiraba porque a cada segundo que existía recordaba el video que Agnes le había mostrado, pero aún así, cargando toda esa rabia encima, algo en él necesitaba a Cathy.

    De pronto soltó el papel en su bolsilló y la rodeó con sus brazos, atrayéndola a su cuerpo, siguiendo ese instinto de tenerla que sentía tan extraño como propio, aferrándose a ese pensamiento antes de que se perdiera en lo errática que estaba su mente.

    —Estoy bien —contestó en voz baja, hundiendo el rostro entre su cuello y su hombro, apretándola contra su pecho; seguía molesto, por supuesto, pero también sentía ganas de apretarla entre sus brazos hasta que nadie más en el mundo le pudiera volver a poner una mano encima—. ¿Tú estás bien, Cathy?

    Sus sentimientos y pensamientos parecían bailar una danza interminable dentro de su cabeza, mezclándose, cambiándose de lugar, haciéndolo sentir como si tuviera un nudo creciéndole en el estómago. Estaba ansioso, cansado, frustrado...

    Estaba tan abrumado.

    Catherine Whitman

    El ver que fruncia el ceño ante su tacto hizo que tuviera mucho más delicadeza, buscando que no lo molestara más de lo que podía hacer pero sin querer realmente separar su tacto de su piel, no quería simplemente soltarlo ahora que podía verlo de nuevo y tenía oportunidad de tenerlo cerca.

    Lo que no esperó fue que sus brazos la rodearan de esa forma, menos luego de ver como había reaccionado a su cercanía. Su corazón volvió a acelerarse y realmente no tardó absolutamente nada en abrazarlo de vuelta, quizás todavía no estaba perdonada, pero agradecía enormemente que la abrazara de esa forma solo porque sentía un gran confort en sus brazos, en él, en su aroma. —¿Estás seguro? —Aquella pregunta fue bastante tímida, su rostro realmente no reflejaba aquello y solo temía que hubiera tenido una noche en esa habitación que Galen mencionaba y por eso estuviera así.

    "¿Tú estás bien, Cathy?"

    —...
    No realmente—Podría haber dicho que sí, que estaba perfectamente pero...¿y si luego llegaba Agnes y decía que había llorado y eso volvía a hacerlo enfadar? Se aferró un poco más a la ropa de Noah, escondiendo su rostro en su pecho —, estuve triste pero Galen trató de animarme un poco...porque no quiero que estés enfadado conmigo, no voy a hacerlo de nuevo, en serio... solo, no te enfades, ¿sí? Ahora estoy mejor.

    Sinsonte.

    Si bien todo se sentía extraño, todo se le hacía confuso, al menos podía reconocer algo de calma en tener a Cathy entre sus brazos, como si fuera una mínima alicuota de seguridad, de tranquilidad.

    Pero hasta la paz lo abrumaba en esos momentos.

    Soltó lentamente el abrazo luego de unos instantes, sintiendo que aquello era demasiado y muy poco a la vez. De una forma u otra, aunque parecía que eso era lo que su cuerpo necesitaba, también se sentía extraño, como si no fuera algo suyo.

    Como si él fuera alguien diferente.

    —Ya pasó, Cathy —le dijo en voz baja, llevando ambas manos hasta su cuello, tomándola por ahí con una delicadeza totalmente diferente a la fuerza con la que la había abrazado, haciéndola levantar el rostro para mirarlo, sin entender por qué necesitaba tanto verla a los ojos—. Si tú estás bien entonces todo estará bien.

    Y Cathy estaba bien gracias a Agnes, que no se le fuera a olvidar.

    Agnes Astaroth

    La puerta del baño se abrió y Agnes apareció por ella, con sus tacones de punta fina, su saco carmín, sus medias veladas y su falda impecable. Su lacio cabello negro brillaba en sedosidad, y sus orbes carmín se deslizaron por las dos figuras que se encontraban abrazadas en la oficina, causándole una sensación de ternura indescriptible, como si su diversión apenas comenzara a abrirse paso desde que Shawn y Laila partieron. Oh, qué pareja más distinta, más cálida, más dulce. Qué sensación tan extraña.

    —Oh, qué linda escena —comentó como madre que pilla a dos niños hacer algo que se considera malo en la habitación—. ¿Qué tal la noche? —cuestionó cerrando la puerta del baño y jugando con sus uñas en el pomo de la puerta, recostándose contra esta mientras sus mejillas se sonrojaban levemente, como si la emoción y la ansiedad comenzara a pasarle cuenta.

    Era tan fácil de emocionar.

    —¿Todo en orden con sus compañeros de habitación? —sus orbes destilaron un brillo de interés, especialmente cuando fueron a parar a los orbes oscuros de Noah—. ¿Mm?

    Su última expresión se deslizó cual seda.

    Catherine Whitman

    Asintió de forma lenta ante lo que decía, si ya le había dicho lo mismo un par de veces, sabía muy bien que no iba a haber ninguna otra respuesta distinta, pero el hecho de que ahora le pidiera mirarlo de aquella forma y la tomara con tal delicadeza le recordaba muchas cosas.

    Quiso colocarse de puntillas para besarlo, atraerlo hacia él y de nuevo creer que iban a estar solos un rato hasta que la puerta se abrió, anunciando a Agnes en el proceso. Tuvo que desechar casi al instante la idea de besarlo y sus manos de forma cuidadosa separaron las impropias de su cuello para poder darse media vuelta y no darle la espalda a Agnes.

    Y aunque se había separado, había mantenido contacto con una de las manos de Noah de forma suave, porque si no quería sostenerla, quería darle la facilidad de deshacerse de ese agarre aunque realmente ella no lo deseaba.

    —Fue algo larga....—murmuró, realmente hasta que no había llegado Mercurio lo había sentido bastante largo, lento, tediosa —, pero mejoró cuando recibimos a Mercurio, pudimos explicarle las cosas que...parecía tener dudas.

    Sinsonte.

    Aunque Cathy hubiera querido que la soltara, él simplemente no podía quitar la mano de su cuello, tenso, así que volvió a llevar una de sus manos hasta su nuca, sosteniéndola suavemente por allí, acariciando lentamente por debajo de su cabello con su pulgar, detrás de su oreja con el resto de sus dedos finos, fríos.

    Casi como si le estuviera pidiendo disculpas por haberla empujado por ahí unos días antes.

    Y si bien su cuerpo parecía rehacio a separarse de Cathy, sus ojos... Sus ojos eran otra historia. Los tenía pegados a los de Agnes como si los hubieran atornillado a su figura, desde antes de que se apareciera. Había roto el contacto visual con Cathy desde antes de que la puerta se abriera, desde que escuchó el sonido del picaporte girando; como si estuviera impaciente por verla, por que se hiciera presente.

    Una pequeña sonrisa se formó en sus labios, y su otra mano viajó hasta su bolsillo, volviendo a apretar el papel con fuerza, arrugándolo aún más. Entre la sangre de su mano lastimada, el vapor del baño y la fuerza de su propia mano, ¿acaso quedaría algo que leer en ese papel?

    —¿Se refiere a Connie o a esa molesta y patética imitadora suya?

    Casi que escupió las palabras, sintiendo que se le hacía muy extraño tratar a Agnes de usted. Pero no estaban solos, y para el propio bien de Cathy, tenía que volver a dibujar esa línea entre él y Agnes, separarse de ella aunque fuera de forma simbólica.

    Agnes Astaroth

    Escuchó la voz de Catherine y sus orbes se desviaron a ella por un segundo, recordando a Mercurio. El pajarillo de los tratos equivalentes.

    —Me alegra que cumplieras con la nota que dejé en la habitación, imagino que él se habrá sentido como en casa con tu encantadora bienvenida —su voz sonaba satisfecha y hasta orgullosa de lo obediente que era Catherine.

    Ladeó levemente la cabeza al escuchar la voz de Noah, y sus orbes adquirieron el brillo innato, de cuando algo atraía su atención.

    —¿Alice? —su ironía no tardó en hacerse presente, permaneciendo aún pegada contra la madera—, qué lástima, creí que se llevarían bien —mintió de forma descarada y risueña, separándose por fin del apoyo de la madera para caminar hasta Catherine, haciendo sonar la punta de sus tacones, una, dos, tres veces más hasta llegar hasta ella.

    Sus brazos se estiraron y la atrajeron hacia ella, abrazándola y haciéndola hundir su rostro en su pecho, como una madre acurrucando su niña mimada, mientras aprovechaba su visión obstruida para sonreírle a Noah, como si lo provocase al mostrar aquella sonrisa perversa.

    La yema de sus dedos se deslizaron por el cabello de Catherine, sin perder de vista a Noah, como si en su mente le dijese que dentro de poco sería él quién recibiera aquella atención que le brindaba al pequeño pajarito entre sus manos.

    Sinsonte.

    El agarre de su mano sobre la nuca de Cathy se tensó a medida que Agnes se acercaba, sin apretarla, pero dejando de acariciarla, sin dejar de seguir a Astaroth con la mirada por todo su trayecto. Su mano acompañó el cuerpo de Cathy tan pronto como la otra la abrazó y la alejó de él, como si estuviera pegado a ella, pero sin poder dejar despegar la mirada de Agnes.

    Él le pertenecía a ambas, después de todo.

    —¿En serio? —le preguntó, dejando caer la mano por la espalda de Cathy, acariciándola en todo momento; no bien su mano se encontró con la de Agnes en la espalda de Cathy, sus dedos se entrecerraron como ganchos sobre los de Agnes, de forma débil, como si quisiera tomar su mano, mas dejó caer la suya propia contra su cuerpo, soltándolas a ambas—. Alice me odia con cada parte de su cuerpo y no se molesta en lo más mínimo en ocultarlo —le dijo, devolviéndole la sonrisa.

    Se relamió ligeramente los labios, perdiéndose en la imagen de Agnes acariciando a Cathy. No iba a mentir y decir que no quería estar en el medio y recibirlas a ambas, pero ver a Cathy así, tranquila, sin nadie asfixiándola, era todo lo que él quería.

    Catherine Whitman

    Se sorprendió un poco cuando sintió la mano de Noah sobre su nuca, temiendo que fuera el inicio de otra forma de apartarlo de él pero, casi al instante en que sintió la suave caricia se tranquilizó, no iba a ser apartada, le iba a permitir quedarse allí y se sentía bastante aliviada.

    Cosa que le permitió quedarse quieta, sin muchar mucha preocupación existente cuando entendió la razón por la cual Noah parecía tan poco descansado: las compañeras que le habían sido asignadas.

    Cuando los ojos de Agnes llegaron a ella, respiró profundo, esperando lo que tuviera que decirle —Era lo que se tenía que hacer, así que realmente espero que le gustara a Mercurio...—dijo lo más tranquila que las caricias de Noah le podía brindar, a fin de cuentas, sabía muy bien que si no hubiera sido por aquella nota, probablemente solo se habría dejado caer en la cama a dormir.

    Luego vinieron aquellos pasos inesperados hacia ella, y cada paso que daba sentía como si su respiración se detuviera unos cuantos segundos hasta que sintió sus brazos rodearla de nuevo en aquellos abrazos a los cuales ya se comenzaba a acostumbrar, aunque en ningún momento pareció esperar que el agarre de Noah siguiera allí, sobre su nuca y que luego se perdiera por su espalda en una caricia causandole un ligero escalofrio que probablemente hubiera sido visible.

    Así, cuando ya no hubo rastro de Noah en su cuerpo, con suavidad se aferró a la ropa de Agnes como si le devolviera el abrazo de una forma más tímida porque de nuevo, cuando ellos dos hablaban realmente no sabía que decir, era ajena a ellos, a sus temas. Tan solo podía tratar de disfrutar las caricias y la seguridad momentanea de aquel abrazo.

    —...¿Por qué ella...odiaría a Noah? —Preguntó en voz baja, quizás, para que en caso de que realmente no fuera bienvenido su comentario, pudiera ser ignorado.

    Agnes Astaroth

    La yema de sus dedos continuaron en pequeñas caricias por el cabello y espalda de Catherine, deslizándose de arriba a abajo con suma lentitud sin perder de vista a Noah, y aún así escuchándolo a ambos con suma parsimonia, como si disfrutara tener a Catherine en brazos y a Noah mirándolas.

    —Alice es una chica... particular, de sumo cuidado —murmuró tratando de explicar al aire, para luego responder la pregunta de Cathy—. Celos —respondió de forma inconclusa, como dejando a libre interpretación sus palabras—, es cierto... aún no la conoces Catherine, quizá te puedas llevar bien con ella, ¿qué dices Noah?

    Al sentir las manos de Catherin abrazándola sonrió de nuevo, de manera insane, por lo que tenía en la cabeza apenas Catherine cruzara la puerta de salida, esperando respuesta y volviendo a cuestionar.

    —¿Qué tal la carta Noah?

    Su cabello oscuro cubrió parte de la espalda de Catherine al apretarla más entre sus brazos.

    —¿Entretenida?

    Sinsonte.

    Suspiró profundamente por la nariz y chasqueó la lengua mientras negaba lentamente con la cabeza, apretando aún más el puño, aquella carta, entre su puño. ¿Qué cara pondría Agnes cuando se la mostrara y viera que no le hizo caso cuando le pidió que la rompiera?

    —Oh, con que Celos... —contestó, volviendo a sonreír, divertido—. No puedo imaginarme por qué me tendría celos. —Fingió demencia—. Pero lo que sí sé es que me habló tan feo y se burló tanto de mí que no pude pegar un ojo en toda la noche.

    De repente, Noah se dio la vuelta, empezando a caminar hasta uno de los sillones frente al escritorio, girándolo para encararlas a ambas, acomodándose allí. Aquel lugar empezaba a ser, más que un infierno personal, una especie de templo, y él se sentía peligrosamente cómodo en ese lugar.

    —Pues... —hizo una pausa, considerando la sugerencia de que Cathy y Alice pasaran tiempo juntas; por supuesto que la idea le revolvía el estómago, pero no había razón para ser tan evidente—. Por la forma en la que Alice se prendió de Connie y la forma en la que Connie se dejó engatusar por ella... —Chasqueó la lengua un par de veces, como si estuviera en desacuerdo, cruzando las piernas luego, acomodándose, porque sabía que él no iría a ningún lado—. Quizás Alice necesite una noche con alguien a quien no pueda corromper... alguien que la haga darse cuenta de que está muy fuera de su lugar...

    La indignación en su forma de hablar era demasiado real, casi que palpable, porque después de todo, ¿quién se creía que era esa Alice para andar por la vida adueñándose de lo que no era suyo? Qué falta de respeto.

    Catherine Whitman

    Que las caricias de Agnes fuesen tan lentas le erizaban la piel y al mismo tiempo la tranquilizaban de una manera extraña al prácticamente recordarle la primera vez que pareció hacer eso con ella para calmar sus lagrimas, aunque para distraer a su cuerpo y mantener a su cabeza ocupada, comenzó a trazar figuras inexistentes con sus índice en la espalda de Agnes.

    "Celos."

    No tuvo que decir nada más para que lo entendiera, al final, realmente parecía haber alguien que genuinamente disfrutara de todo aquello al contrario de lo que había pensado, y...en parte, deseaba que aquello se cumpliera sin que Noah tuviera que estar en medio. Que Alice quien tanto quería eso y estaba dispuesta a enfadarse con él por tener ese "puesto", lo tuviera y que Noah pudiera tener un respiro.

    Pero dudaba que eso pasara, porque aquello...sería complacer a uno de los presos presos con una voluntad que ya traían antes de que se inculcara, probablemente.

    No mucho después, fue excluida de nuevo de la conversación.

    Volvió a ser expectadora.

    Sintió el agarre de Agnes con ella hacerse un poco más fuerte y la imitó, sus dedos dejaron de trazar esas figuras imaginarias para aferrarse más a sus ropas, incluso se movió ligeramente para que pudiera ser más sencillo tenerla cerca y finalmente escondió un poco más su rostro en su pecho para no ver lo que estaba sucediendo, no quería ver a donde Noah había guiado sus pasos, dejando que Agnes pudiera sentir su respiración.

    Tampoco quería ver el rostro que tenía Noah al hablar como si ella realmente hubiera sido ciega a lo que vio la visita anterior, como si realmente no supiera el significado de las palabras de Agnes. Y aun así, se mantuvo escuchando todo, dejando que tuvieran su conversación como si realmente fuera un adorno más en aquella oficina, tan solo separando sus labios cuando parecía tener una oportunidad de hablar.

    —...No es justo que le haya hecho pasar eso a Noah solo por celos...—Alzó un poco su rostro para que sus ojos violeta pudieran encontrarse con los de Agnes desde abajo, su voz de nuevo salió baja, suave.

    Pequeña.

    —...Menos si no es algo que usted deseaba que pasara...—Así volvió a su posición anterior, como si eso la volviera a hacer invisible para no perturbarlos.

    Porque, si quería seguir con la línea dibujada de "querer que se llevaran bien", era claro que un comportamiento así no podía ser permitido. Como la bienvenida de Mercurio, había solo sucedido de esa forma porque Agnes lo había pedido.

    Agnes Astaroth

    Una ceja se curvó levemente ante las palabras de Noah, con muchísima diversión, por el simple hecho de que ella misma creía que a la única persona a la que Alice no podría corromper sería a ella. Una chica sadomasoquista como Alice... aunque le resultase interesante verla rogar porque le partiera cada centímetro de los huesos su mente terminaba divagando en Noah, en seguir hurgando en su oscuridad mientras tenía a su "luz" entre sus brazos.

    —¿Alguna sugerencia para ello, Noah? —cuestionó llevando sus uñas al rostro de Catherine y deslizándolas sutilmente por sus mejillas, elevándolas hasta sus orbes y clavándolas en los ajenos, como si sus orbes color sangre hipnotizaran al poco tiempo de mantener la atención sostenida—. ¿Qué crees que deseo que pase ahora? —susurró cerca de sus labios, acariciándole la piel con su aliento fresco—, dime Catherine... ¿qué deseo ahora? —volvió a preguntar hundiendo sus uñas por detrás de su cabello, con suma suavidad para evitar lastimarla.

    Sus mejillas se encendieron de nuevo, al sentir las caricias temerosas de Catherine.

    Sinsonte.

    La ansiedad crecía dentro de él con cada segundo que pasaba, pues aunque ahora estuviera en un lugar muy oscuro, la luz de Cathy brillaba para él, siempre. A veces más tenue, a veces más fuerte, pero siempre estaba ahí.

    Y en esos momentos sentía como si se estuviera apagando, como si estuviera siendo obstruída, amenazando por dejarlo en la nada misma.

    Sin darse cuenta de lo que hacía, su cuerpo se levantó de la silla, lento, parsimonioso, y empezó a caminar hacia Agnes, deteniéndose cuando la distancia entre su espalda y su pecho se había vuelto casi nula. Si Cathy movía sus dedos seguramente podría tocar su estómago, y aunque deseaba con todas sus fuerzas tocarla, sentirla para no sentirse tan perdido por su cuenta, algo en él no se sentía digno de tocarla, no a ella.

    Pero sí había alguien a quien podía tocar, alguien que en esos momentos, se sentía más alcanzable. Después de todo, él estaba en camino a arruinarse tanto como Agnes.

    —Creo que decirle a usted, que conoce a todos mejor que nadie, quién podría bajar a Alice de su pedestal... —Hizo una apusa, llevando una de sus manos hasta el cabello de agnes, descubriendo su oído para acercarle y hablarle más de cerca—. Sería un insulto —terminó por susurrarle.

    Y así volvió a ignorar a Cathy, una vez más, como si no pudiera siquiera verla. Podía sentir el calor de su luz rodeándolo, porque sabía que estaba presente, pero no se sentía capaz de mirarla, como si la luz ya no fuera algo a lo que él tuviera derecho.

    Pero aún así, aunque no puiera verla, aunque lo consumiera la vergüenza, era una luz que tenía que proteger a toda costa. Y para protegerla tenía que sacarla de ahí, meterla en una caja de cristal donde pudiera brillar sin que nadie la tocara.

    Necesitaba que Agnes le quitase las manos de encima.

    Catherine Whitman -

    Su respiración se irregularizó en el instante que notó que, aunque le estaba hablando a Noah, el tacto que estaba recibiendo cambió, esta vez estando en sus mejillas haciendola abandonar aquella posición que había adoptado, dejandola a merced de los orbes rojizos de Agnes que le robó el aliento en el instante en que se vio mezclada con tenerla tan cerca, alborotando también el ritmo de su corazón.

    "¿Qué creía que deseaba Agnes?"

    Sintió ahora sus manos por detrás de su cabello y se sintió más atrapada que nunca, perdida y atenta al mismo tiempo.

    "¿Qué deseaba ahora?"


    Separó sus labios, a punto de contestar lo que Agnes le había preguntado, de repente, Noah pasó a aparecer en su campo de visión, detrás de Agnes, demasiado cerca de Agnes, haciendo cosas que solo le veía hacer con ella y replicaba con la ex-abogada sin ninguna clase de problema.

    Llamaba su atención para alejarla de ella.

    De nuevo.

    Y de nuevo volvía a sentir ese nudo en su garganta. Solo que esta vez era más fuerte que nunca, incluso sintió sus ojos humederse un poco. No quería eso. No quería que Noah hiciese eso.

    Tuvo que cerrar los ojos un par de veces para tratar de eliminar la posible formación de lágrimas y poder prestar atención a Agnes nuevamente —Lo siento...—Parecía realmente apropiado disculparse por haber perdido la atención a los orbes ajenos.

    —Usted...probablemente desea que obedezca todo y no interfiera...

    Agnes Astaroth

    Su piel se erizó ante la voz masculina, pero no dio muestra de ello y se mantuvo atenta en Catherine, en cómo sus orbes amenazaban en llenarse a poco con lágrimas, y la sensación dentro de ella fue deliciosa, magnífica. Se mantuvo quieta por unos momentos, como si la escudriñara esta vez con la mirada al osar ser distraída por su pequeño sinsonte. El agarre que tenía en su cuero cabelludo se deslizó hasta su nuca, acariciando la piel expuesta que dejaba ver el collar, y se inclinó levemente, acercándose a su oído y cubriendo con sus manos sus labios como si de un secreto se tratase, un secreto que por primera vez no le correspondía escuchar a Noah.

    —Problemas C-a-t-h-y —murmuró, y aunque pareciese que no tuviese contextualización aquello se lo comunicó, continuando el pequeño secreto que implícitamente tenía una orden de por medio, o varias, quizá—. Alice es una buena niña —sopló en su oído de manera imperceptible, mirando a Noah de soslayo mientras continuaba susurrando—, sé su amiga, por un corto día.

    Se alejó y dio un pequeño paso hacia atrás, sintiendo el cuerpo de Noah, permaneciendo ahí mientras volvía a hablarle a Catherine.

    —Shhh —llevó su dedo índice a sus propios labios para luego sonreirle de forma amable—. Es hora que te retires Catherine, ten una hermosa noche.

    Reglas:

    • Catherine debe portear 1 vez más en éste MP, pero Noah debe hacer su próxima respuesta en el privado individual, luego de que Catherine se marche.

    • Catherine debe postear en la sala de espera, mencionando sus sentimientos y emociones al dejarlos a solas.

    • Luego de postear en la sala de espera debes dirigirte a tu habitación asignada
    Catherine Whitman - R

    Cerró sus ojos con fuerza cuando finalmente la sintió acercarse a ella para hablar en secreto como ya la había visto hablar con Noah, seguramente de cosas mil cosas realmente distintas de las que a ella podía decirle en ese momento.

    ¿Problemas? ¿Qué case de problemas quisiera tener? ¿Entre ellos?

    "Alice es una buena niña, sé su amiga, por un corto día."

    ...¿Ser amiga de la persona que tenía celos de Noah? ¿De la que decía que hablaba mal de él? ¿De la que deseaba que simplemente pudiera ganar para que Noah no tuviera que hacer eso que veía por su culpa?

    Como probablemente cada problema de su vida.

    Mordió su labio inferior, viendo como ahora ambos estaban completamente unidos, abrazandose a si misma casi al instante para tratar de mantenerse tranquila, retrocediendo con un cierto temblor en su cuerpo hasta la puerta.

    —L-Los dejo entonces...disfruten.—Su voz temblaba y se odiaba por volver a sentir sus ojos llenarse de lagrimas aunque, antes de girarse por completo para abrir la puerta, sus ojos buscaron a Noah y volvieron a sonreirle como siempre hacía, incluso aunque sentía su corazón muy empequeñecido.

    Cuando encontró su mirada artículo un "Te quiero" antes de hacerle una señal de que todo estaba bien, porque realmente no lo culpaba, cuando volvió su mirada a Agnes tan solo volvió a mirar al suelo asintiendo como para asegurarse que supiera que haría eso que le pedía.

    Y sin más, se fue.

    DEADMAN WONDERLAND


    Las cortinas de la oficina están cerradas, y las luces están al tope, iluminando hasta el último rincón del oscuro lugar. La puerta del baño está abierta, y Agnes está sentada tecleando en la computadora con el cabello húmedo, frente el escritorio hay 2 sillas para que cada uno tome asiento.

    —Es tu cumpleaños Maxwell, y he preparado algo para tu persona —comentó dando un clic en el mouse—. Galen, ¿has actuado alguna vez?

    Galen Rutonver

    Apenas cerrando la puerta me llamó la atención por cómo Franklin le hablaba, aunque realmente no le puse mucha atención, aún... Se veía extraño, no tenía su máscara, algo que sin dudas no me percaté hasta ahora. Como sea, mire de soslayo a ambos y al fin me separé de la puerta, recorriendo un poco la oficina; nada nuevo excepto por las luces, las cortinas y el baño, el aroma a chocolate seguía ahí.

    Me sorprendí al ver la respuesta de Agnes, ¿es su cumpleaños? Ahora que lo recuerdo, creo que llegó a mencionármelo en algún momento de la fiesta de bienvenida... Me pregunto... ¿Llegaría a hacer algo parecido por la "obra de arte"? No importa, seguro esas preguntas serán respondidas pronto.

    Aunque me volví a quedar sorprendido ante la pregunta de Agnes, me gusta actuar, de hecho... He tenido que hacerlo todo este tiempo, y lo sigo haciendo, y lo seguiré haciendo.

    —Lamentablemente no, Agnes. Pero si he visto un par de obras a lo largo de mi vida, así que digamos que sé mas o menos qué es la actuación—. Dije, mientras al fin me acerqué al escritorio para tomar el asiento derecho, dejando el izquierdo libre—. Y por lo que dijeron las colegiadas y el bueno—hice una breve pausa—de Maxwell, creo saber por donde van los tiros. ¿Qué tiene en mente, Agnes? Oh, y feliz cumpleaños entonces, Maxwell...—. Dije, tranquilo y despreocupado... No bromeaba cuando decía que me sentía completamente distinto.

    Michael Maxwell

    — Oh, espera ¿Es mi cumpleaños ya? — mencionaba divertido con la escena mientras me señalaba a mi mismo. — Juraba que faltaban un par de semanas... el tiempo pasa de forma extraña en este lugar, o quizás simplemente, no lo sé, soy muy despreocupado de las fechas.

    Vi a Galen sentarse y dejarme la silla a su izquierda, pero antes de sentarme en algún lado, quería volver a experimentar el lugar correctamente. Todo seguía igual que antes... excepto por unos pequeños detalles. Caminaba por la oficina examinando las cosas, pero el olor no era el mismo, ese aroma a ¿cacao? ¿chocolate? eso era nuevo, sin duda.

    Caminaba sujetando a mis espaldas las dos manos, cuando termine de ver me acerque al escritorio para saludarla correctamente.

    —¿Es mi cumple y ni un besito recibo? donde ha quedado el amor, dice la canción, pff... hehehe. — Aproximaba mi rostro a su cuello para oler su fragancia, esta seguía siendo la misma, que alivio, que alegría, que felicidad. Me moví en dirección a Galen, tome la silla con un brazo y manteniendo la sonrisa la he arrastrado para sentarme al lado de Agnes, viendo en dirección a ella. Me senté, cruce mi pierna izquierda con la derecha y use mi brazo izquierdo como apoyo para sujetar mi cara, estaba cómodo, muy cómodo.

    — Aquí... faltan cosas... ¿Donde están? — Decía moviendo los ojos de un lado a otro mientras señalaba al escritorio, mientras señalaba al lugar en diferentes lados. — ¿Donde están los trofeos? El Ojo en el frasco para empezar, aquí faltan juguetes... y mira que ese ojo era muy buen juguete anti estrés.

    — Pero dejando eso de lado, me llamaste por tu nueva obra, me tienes emocionado — hice una pausa para usar ambas manos para apoyar mi cabeza y reclinar me hacia ella — Háblame, Petirroja... extraño tu voz, ¿Qué tienes para mi? he tenido mucho tiempo yo también para mis ideas, hay tanto por compartir...

    Agnes Astaroth

    La mirada se endureció, cerrando el portátil con cierta molestia, volteando a mirar a Maxwell que arrastró el asiento hasta su lado, sin autorización, sin siquiera pedir un permiso.

    —¿Siempre son así de fastidiosos? —cuestionó cínica—. Vuelve la silla a donde estaba, y siéntate en donde corresponde, en el espacio de la madera que estaba situado, frente al escritorio, al lado de Galen, frente a mí —ordenó con dureza, cerrando el computador con el índice de su mano derecha—. Pueden cerrar la boca y dejar de preguntar sin parar.

    Cruzó su pierna derecha sobre la izquierda.

    —La que pregunto soy yo, y explico sin necesidad de que pregunten, a menos que ganen una batalla. Pero ni han pasado por ahí... su suerte, es blasfemia.

    Descansó su rostro en su mano derecha.

    —Oh, volviendo al arte, he preparado algo encantador —habló más suave, más emocionada—. Hay un hermoso teatro esperándonos, he aquí la pregunta Maxwell, ¿criticarías la actuación de los actores? —cuestionó y miró a Galen por un momento—, al menos, a tus 15 años has visto algunas obras.

    Suspiró jugando con sus uñas en su mejilla derecha.

    —No olviden su posición en este maravilloso sitio.

    Maxwell

    Ante el trato cinico, solamente pudo escaparse una pequeña sonrisa mientras se levantaba y hacia un saludo militar antes de tomar la silla y arrastrarla a su puesto original.

    — Wow, alguien ha tenido un mal rato...

    Me sente al lado de Galen y cruzando mi pierna izquierda con la derecha volteé a verle — Galen, nunca olvides que en el fondo, todos somos animales y todos los animales reconocen sus limites ¿sabes? pero a diferencia de la mantis que le arranca la cabeza al macho, o de los marzupiales que solo poseen una pareja de por vida... nosotros las personas solo podemos amarnos y aceptarnos unos a otros... eso o pedir el divorcio y dejar que te quiten todo por no tener un acuerdo pre-marital, bueno, hay que estar loco para casarse realmente... bueno ya, me callo.

    Todo estaba bien hasta que menciono sobre la jaula, hasta entonces era bastante complicado hacerle sentir enojado.

    — Suerte, mi suerte no es blasfema, si me lo permites. Mi suerte... es desgraciada, no sabes realmente cuanto o lo blasfemo que es negar mi arte, lo blasfemo aqui... es hacerme ver una y otra vez a un monton de niños jugar. Esa es mi verdadera condena en este lugar y si he de esperar para tener mi oportunidad... que así sea. — Le mencionaba con un odio interno mientras sujetaba con sus manos a los reposabrazos con fuerza controlando su ira, pero no ira contra Agnes, si no contra su mala suerte.


    — Ahora con respecto al teatro... — Se detuvo un momento para un aplauso con emoción y fuerza — por supuesto que la criticaria, me encantaria la oportunidad, en verdad.

    Suspiro por un momento mientras acariciaba sus cabellos mirando al techo.

    "...mi posicion..." era algo que retumbaba en su cabeza por unos momentos, cuando decidio mirarla de frente y hacer señal con el dedo indice de silencio mientras con su otra mano tapaba sus ojos para luego abrir la boca y decir unas pequeñas palabras...

    — Los hombres muertos, no cuentan cuentos. — Menciono realizando una pequeña sonrisa para luego destapar sus ojos y proceder a sentarse correctamente, mientras cambiaba su expresion y forma de respirar.

    Galen Rutonver

    No evité reírme un poco ante la escena, pronto me volví a acomodar y escuché a Agnes... Jojo, mi suerte es una blasfemia... Seguro, estar aquí lo es, por supuesto...

    —No hay ningún problema, señorita Agnes. Como todos dicen... La "suerte" se acabará en algún momento... Como sea, sí, con mis padres tuve el honor de presenciar un par de obras...—. Dije mientras me recargaba un poco en la silla

    —Mi posición.... Si, somos las aves del maravilloso mundo... Como podría olvidarlo—. Dije vacío, pues no es como si fuese algo que pudiera olvidar...

    Agnes Astaroth

    Mantuvo su expresión serena mientras los escuchaba, primero a uno, luego al otro, memorizando a la perfección lo que creía útil, y lo inútil lo desechaba sin titubear de su memoria. Ahora solo quedaba narrar lo que sucedería, lo que tenía en mente, el poner la limitaciones del acto en concreto, de ordenar lo que se ha de hacer, y de lo que no podrán jamás se partícipe.

    —Tu cumpleaños será celebrado en un teatro, un teatro que se puede encontrar en cualquier lugar —comentó recordando los telones rojos que descendían—. Maxwell, yo elegiré lo papeles, lo que harán sobre el escenario y tú evaluarás su actuación. Las órdenes son simples: Primero, esperarás que la escena finalice y podrás dar tu opinión al respecto, segundo, A Noah no le criticarás absolutamente nada, él es... mi sinsonte, y tercero, feliz cumpleaños pajarito.

    Abrió uno de los cajones de su escritorio, sacando un pastelito pequeño con el dibujo de él mismo sobre este, hecho en chocolate y vainilla. Traído de la mejor pastelería de todo japón.

    Sonrió con amabilidad y miró a Galen.

    —Galen, tú tienes algo interesante para mí —ladeó su cabeza con lentitud—. ¿Qué hablaban Laila y Noah en el baño?

    Galen Rutonver

    Tenía razón. La pregunta de si he actuado alguna vez, era porque literalmente, vamos a actuar... No le veía el sentido alguno de la necesidad de mi presencia, pues como veía las cosas, parecía que Franklin lo podría discutir perfectamente a solas con Agnes, excepto... Por ese último detalle...

    "Galen, tú tienes algo interesante para mí. ¿Qué hablaban Laila y Noah en el baño?"

    No evité levantar la ceja derecha y mirar interesado a Agnes, una pregunta que sin dudas me petrificó, pero... Que de alguna forma, comenzaba a recordar claramente lo que ellos discutían, al menos... En un comienzo, pero seguro era lo esencial...

    No sabía cómo, no sabía porqué, pero sentí como un monstruo interior comenzaba a emerger, comenzaba a abrir sus ojos en mí, sonriendole, cómplice a Agnes mientras subía mi pierna derecha sobre la izquierda, apoyando mi brazo derecho sobre el reposabrazos, poniendo mi cabeza en mi mano.

    Galen... Galen ¿qué estas haciendo? No... Tú no eres así... No después de que ella, te perdonó... Es el dúo de Shawn... Shawn... Él, es-

    Silencio...


    Yo mismo callaba a ese mocoso que comenzaba a notar su molesta presencia, esa presencia, que seguro Agnes vio en mí antes de mandarme a Joker, esa... Presencia... Que seguro irritaba a Laila, que irritaba a todos.

    No quisiera hacerlo, pero en verdad quería. Por alguna razón, sentía que las cosas así, serían más divertidas...

    —Vaya, ya decía yo que era extraño que no me llamaras tan pronto de aquél cuarto... Te seré franco que no puse mucha atención al final, pero escuché lo suficiente...—. Le dije, con voz tranquila y mirando directamente los ojos carmín de Agnes.

    —Y para no andarme con rodeos y hablar de más. Seré directo, pero diciendo lo esencial...

    >>Para dejarme tanto drama y desgracia de lado. En resumidas cuentas... Laila esta devastada por cómo enviaste a Noah a la habitación, primero parecía que arrancaría la cabeza de todo lo que se le cruzase, pero una vez llegó él, cambió por completo. Ambos se consolaron, tanto, que parece que están recuperando la fe, Agnes... Y si dices que Noah es tu Sinsonte, no sé si decir que es lo que esperas, pero me imagino que con Laila es lo contrario... Dudo que la quieras ver recuperándose, que la quieras ver esperanzada de nuevo, que... A pesar de que hayas logrado fragmentar a tu Sinsonte, Laila esté logrando restaurarlo poco a poco...—. Dije, sin poder impedir dejar escapar una risita sin permiso. Pero una risita culposa, cínica, mi expresión pronto era demasiado distinta, no dejaba de ser serena, con toque de complicidad... Pero estaba disfrutando decirle eso a Agnes aunque tal vez hubiera reprimendas por ello...

    >>Laila decía cosas como que entre ellos dos crearían una burbuja para separarse temporalmente de tu mundo, y con ello. Aunque fuese un instante... Podrían consolarse, pero la pobre de Laila no podía dejar de sentirse manipulada, débil, controlable. Cosa que no dudo que lograste si llegó hecha un volcán a la habitación. En cortas palabras, Laila es el que esta intentando regresar al menos parcialmente a un Noah, y no a un Sinsonte, Agnes. Y me parece que no quieres eso... ¿Verdad?—. Añadí, soltando un suspiro y volviéndome a recargar en la silla para colocarme adecuadamente de nuevo.

    —Y más allá de lo que seguramente espera, usted sabe. Hablando mal... Muy mal en sus espaldas... Mas que Noah, Laila. La próxima vez seguro volverá a ver a un Noah, vacío, pero un Noah al fin y al cabo... Laila es la que sin en cambio sigue manteniéndose fuerte... Y me parece que aún se mantendrá así, aunque seguro usted ya tiene algo planeado, con Noah. Si bien me supongo... Ya esta por conseguir lo que anhela...—. Dije, con tal nivel de calma que seguro cualquier otro que me vería, le provocaría indiferencia...

    Al fin y al cabo, tal vez... Y odiaba a Laila de alguna forma... O quien sabe... No podía dejarme de sentir tan distinto desde que dejé la habitación...

    Maxwell

    Esto empezaba a ser aburrido, pensaba que me habían traído para algo mejor, pero para ¿esto? a la próxima vengo en pijamas y descalzo. No lo vale, no creo que nada de esto valga realmente algo. Pero a la niña le falta por aprender de teatralidad y poder ver sus escenas es la mejor forma de saber que tan bien o mal encaminada esta, lamentablemente.

    "A Noah no le criticarás absolutamente nada, él es... mi sinsonte"

    No puede evitar bufear al escuchar "mi sinsonte", ¿era el mismo chico de la otra vez? ¿ese? creo que es mas un perro lastimado, muy lastimado. De acuerdo, esta parte era en verdad divertida, lo único que podía hacer era tapar mi cara para bostezar, aunque realmente tapara la sonrisa de idiota mientras me deslizaba por la silla y quedaba mal sentado. > >

    — Vale, vale. "No criticar al sagrado Noah" esta anotado y gracias, de momento es un feliz feliz cump- — El niño había empezado a hablar ahora, sin dejarme terminar mi frase, simplemente sacando toda la suciedad y la mugre que tenia atrapada dentro.

    Ohh... Laila sigue cuerda, eso es bueno, esto sera divertido, le añade un mejor sabor a las cosas... pero... ¿para que los dioses necesitarían saber de lo que hablan los mortales en los baños? solamente, solamente... si en verdad no son omnipotentes, una delicia, una verdadera delicia.

    Esto sera retorcido, dudo mucho que sean escenas felices, en verdad lo dudo, el niño esta sirviendole en bandeja de plata separar a esos dos y volver a quebrarlos ahora que están débiles... ¿en que momento te cambiaron la corra, little boi?

    Me senté correctamente, levante mi mano derecha y viendo mis uñas, les faltan la manicura ya hace rato pronuncie un par de palabras — ¿Esto es todo, supongo? al niño le dará un ataque si sigue hablando.

    Agnes Astaroth

    Una risa sumamente divertida escapó de sus labios, abrazándose el estómago a causa de la sensación de burla que le producía Galen. El niño ni sabía lo que ella buscaba, nisiquiera era capaz de intuir su verdadera intención, insistiendo en interpretar como si la conociera de hace muchísimos años. Pobre.

    Ladeó su rostro y se ensimismó en sus pensamientos por un momento, ajustando su ajedrez mental. Las fichas eran tan fáciles de mover, no requería ni un gran esfuerzo de ella, pfff, que fácil resultaba todo.

    —¿Qué diría Shawn si te escucha Galen? —la insanidad en su voz no se hizo esperar—. Oh ya sé. Te sentaré a su lado y le susurrarás si alguna vez Laila le ha sido infiel, no más, no menos que eso —advirtió—, lo dejarás con la duda y ya está, no le volverás a dirigir la palabra en el teatro.

    Estiró sus manos hacia arriba, como desperezándose.

    —Correcto, esto es todo.

    Reglas para Galen:
    • Mencionar en la sala de espera que no está seguro si Laila le desagrada, no más, no menos que eso.
    • Cuando Shawn se siente a su lado en el teatro preguntarle si Laila alguna vez le ha sido infiel, no más, no menos que eso. Y no volver a dirigirle la palabra así Shawn le responda.
    Reglas para Maxwell:
    • Mencionar en la sala de espera el enojo de Agnes a causa de haberse acercado a ella sin su consentimiento.
    • Al llegar al teatro tomará asiento y opinará cada una de las obras, luego de que los actores actúen, no antes de ello.
    • No hacerle ninguna crítica a Noah por muy mal que actúe.
    Maxwell

    Mientras ambos se retiraban, Maxwell alzo una mano al aire mientras coordinaba un par de ideas dentro de su cabeza, por lo que decidio caminar de espaldas mientras dialogaba un poco.

    — Sí, ya se que nos vamos largando pero...

    — ¿Sabes? me gustaría unos lentes de sol, un bastón y un ramo de flores. Pediría un tomate para tirárselo a Noah en caso de que actué mal, pero creo que ya se la respuesta para esa petición... Con el ramo de flores y el bastón me bastan si quieres, todo es parte del teatro realmente...

    Mientras Galen abría la puerta para salir y solo momentos antes de finalmente el agarrar la puerta y cerrarla detras de sí, se asomo por ultima vez para charlar con Agnes.

    — Ahora, en serio, debo prepararme para mi papel de critico, peroo espero volver a hablar contigo linda, en verdad, ya sabes, tú, yo, un par de velas, el ojo de Aimi... no lo sé, piénsalo. — Le dijo mientras sonreía, le guiñaba un ojo y finalmente trancaba la puerta de salida detrás de él, sin importarle escuchar respuesta alguna por parte de Agnes, realmente, solo quería intentar alegrarle el día a ambos, ella parecía necesitar mas algo bueno que él.

    >>> Se retira de la oficina

    DEADMAN WONDERLAND

    Las cortinas de la oficina están cerradas, y las luces están al tope, iluminando hasta el último rincón del oscuro lugar. La puerta del baño está abierta, y Agnes está sentada tecleando en la computadora con el cabello húmedo y una bata de baño blanca cubriendo su cuerpo desnudo. Hay tres copas de vodka con hielo.

    En esta ocasión el ambiente del entorno a Agnes es distinto, como si ella estuviese sumamente divertida con algo que sucedía en algún lugar ajeno a ellos.

    Laila.

    Se detuvo detrás de Shawn, viendo la puerta de aquella oficina infernal como si se tratara de un perro rabioso frente a ella.
    Casi pudo sentir el olor dulzón del perfume de Agnes y, de no ser porque habían sido llamados juntos, salir corriendo sin importar el castigo hubiese sido una mejor opción.

    Tomó la mano que el albino extendió frente a ella y se internaron juntos a la oficina, que no era más otra boca de entrada al infierno.

    Las luces la cegaron un momento y tardó en enfocar la silueta de la bruja, cubierta por una bata blanca. Deshizo el agarre en la mano del chico y se limitó a permanecer a su lado, con el corazón deseando salírsele del pecho.
    Lo cierto es que prefería mil veces la música espantosa de la sala de espera que la oficina.

    Agnes Astaroth

    Sus orbes carmín ascendieron mientras cerraba la pantalla de la computadora, levantándose del mullido asiento ante sus visitante. Sus uñas se deslizaron por la madera del escritorio mientras caminaba con calma hasta ellos, o hasta él en realidad. Descalza, desnuda, cubierta por tan solo la bata blanca se abrazó a Shawn, escondiendo su rostro en la curvatura de su cuello, y se quedó quita, por unos intantes, como si buscase su aroma por un corto lapso de tiempo, humedeciéndole la piel por las gotas que aún permanecían en su lacio cabello negro.

    —Tengo un juego para Laila —susurró contra su piel, arañando con suma delicadeza su camiseta—. Ven Shawn, hoy jugaremos al teléfono roto —avisó sujetándolo de la mano y alejándolo de Laila.

    Sus mejillas pálida se tornaron levemente manchadas por el rosa tenua, subiéndose al escritorio y tomando con más mordacidad las muñecas de Shawn, haciéndolo acomodarse entre sus tersas piernas, que pese a que se notase la desnudes de sus muslos rodearle la cintura no se veía más allá. Una de sus manos se estiró hasta una de las copas que estaban a centímetros de distancias.

    —Bebe Shawn, relaja los muscúlos —ordenó con la copa de vodka en la mano—, bebélo todo, para que iniciemos el juego con Laila.

    Shawn Amery

    Al adentrarse en la oficina saludó con un leve asentimiento de cabeza a la mujer que se encontraba aguardando su llegada, deteniéndose tras cerrar debidamente la puerta justo frente a Laila, como si desease alejarla con su cuerpo de la mirada ajena. Respiró hondo con disimulo, procurando aguardar con serenidad mientras Agnes cerraba el portatil y sus orbes carmín se posaban en él. La siguió con la mirada en todo momento, cauto, incapaz de predecir qué era lo que tendría preparado para ellos. Procuró obviar el hecho de que la mujer parecía cubrir su cuerpo únicamente con aquella bata blanca, desviando la mirada cuando se hubo acercado peligrosamente hacia él, ligeramente inquieto. Sintió su pulso acelerarse y su cuerpo tensarse cuando Agnes le rodeó entre sus brazos, escondiendo su rostro en su cuello, su cabello húmedo provocando que un escalofrío recorriese su columna.

    "Tengo un juego para Laila. Ven Shawn, hoy jugaremos al teléfono roto"

    Contuvo el aliento al sentir el susurro sobre su piel, desviando aún más la mirada, incapaz de reparar en Laila. Estaba haciendo un esfuerzo titánico por no desobedecer, resistiendo la presión que ejercía la presencia de Laila solo porque era consciente de que de aquella forma ambos saldrían mejor parados. Caminó dejándose llevar por Agnes sin oponer resistencia, sintiéndose sucio por el hecho de aceptar ser acomodado de aquella forma entre sus piernas cuando ella estaba mirando. Por un instante, mientras tomaba la copa que Agnes le ofrecía casi de manera mecánica, se sintió como un rehén en medio de un tiroteo. No era necesario mirarla a los ojos para ser consciente del cruce de miradas que las dos mujeres debían estar intercambiando en aquel instante.

    Soltó un tenue suspiro, destensando los hombros, sin apartar la mirada del líquido en el interior de la copa, porque no deseaba mirar a otro punto que no fuera ese durante el resto de la estancia. Bebió de su contenido con un par de tragos, sintiendo el ardor recorrer su garganta hasta calentar su pecho, y carraspeó antes de depositar la copa sobre el escritorio, habiendo finalizado con su parte.

    —De acuerdo, puedes empezar cuando gustes —concedió desde su lugar, temeroso por descubrir de qué se trataría todo aquel juego que parecía tener preparado para ellos.

    Agnes Astaroth

    Sus gruesos labios se acercaron a los ajenos del varón, desviándose cuando hubo un roce entre ellos, besando la comisura de éstos mientras sus orbes carmín se fijaban en Laila, para luego de unos instantes alejarse y acariciar el cabello albino con suma delicadeza, como si fuese seda a punto de arrancar.

    —El teléfono roto es fácil de jugar, yo seré al comunicadora, tú Shawn el objeto de comunicación y Laila, tú la que escucha el mensaje —explicó mordiéndose el labio inferior mientras una leve risilla se le escapaba al sentir a Shawn entre sus brazos, a su merced—, aún así hay unas pequeñas reglas que debe obedecer el objeto —indicó clavando su mirada ahora en el joven—. Debes modificar el mensaje sin cambiar el sentido del mismo, por ejemplo: "Laila, asesina al gato de la habitación" tú has de decirle: "Laila, arráncale la cabeza al gato" —bromeó con sumo cinismo en su voz, atrayendo el cuerpo de Shawn aún más en un abrazo suave—. Solo bromeo, no te vayas a poner nervioso —advirtió ladeando levemente la cabeza—. Empecemos —indicó, hundiendo sus labios casi en el oído ajeno, dejando su cálido aliento acariciar la piel ajena mientras con sus palmas cubre lo que susurraba con suavidad para que le fuese imposible a Laila, escuchar o de lo contrario, leer sus labios.

    Su cabello se deslizó por sus senos, humedeciendo la camiseta de Shawn por el contacto que Agnes mantenía con él.

    —Laila, Noah es un pajarillo muy, muy lindo. ¿Qué dirías si Shawn toma su lugar y pasa a ser mi halcón predilecto?

    Reglas para Shawn:

    • Shawn debe modificar las palabras que Agnes susurra a su tímpano sin perder el mensaje que busca transmitir ella en él. Por cada que lo haga mal habrá un castigo.
    Reglas para Laila:

    • Si hay preguntas Laila debe responderlas, y limitarse a escuchar lo que el teléfono roto comunica. Si hace algún movimiento que Agnes considere irresponsable castigará a Shawn frente a ella.
    Laila.

    Uno a uno sus músculos se tensaron con cada paso que la acercaba más a Shawn y para cuando lo envolvió entre sus brazos, su espalda se había convertido en un trozo de concreto.
    El brillo de sus ojos fue opacado por la sombra de algo más, algo que pocas veces había sentido. Celos.

    "Esta perra".

    La vio arrastrarlo consigo, sentarse en el escritorio y envolverlo con sus piernas, como si tuviera el maldito derecho, como si hubiese olvidado lo que era el espacio personal y el consentimiento. No era que lo hubiese olvidado, es que sencillamente no le interesaba, pero además, disfrutaba de probar sus límites, de provocarla como a un toro en el redondel.

    Un toro que iba a matar de todas formas.

    Se relamió los labios, para después morder el interior de estos, ansiosa.

    "Encima vas a embriagarlo, ¿no, maldita zorra?".

    Lo vio clavar la vista en el vaso, como si de repente prefiriera ahogarse en él que tener que lidiar con la presión que empezaba a formarse en la oficina, entre ella y Agnes; tuvo que ahogar la risa resignada que amenazó con escapar de su boca.
    Shawn no era estúpido, sabía que había sido colocando en medio del campo de guerra, que estaba siendo utilizado para tensar al límite los hilos de su paciencia.

    Acercó su boca asquerosa, que existía solo para mentir y manipular, a los labios de Shawn y antes de depositar un beso en la comisura de estos, dirigió su vista hacia ella. Ambos tonos rojizos colisionaron y aunque en otras condiciones hubiese desviado la mirada, ahora la sostuvo; incapaz de dejarse doblegar tan pronto.

    Teléfono roto. ¿Qué tenía esa mujer con los juegos de primaria?

    Chasqueó la lengua para sí misma, cruzando los brazos bajo el pecho.
    Sin embargo, la tensión que sentía en la espalda se expandió al resto de su cuerpo al escuchar aquel asqueroso ejemplo que le revolvió el estómago. Shawn, el gato de la habitación, cualquier cosa que estuviera cerca de ella y por la que sintiera un mínimo interés o preocupación eran un arma para Agnes.
    Si le daba la gana, podía aplastar todo lo que amaba con un dedo, en cualquier maldito momento.

    Recostó la espalda en la puerta tras de sí, despacio, como si considerara que un movimiento brusco pudiera alterar a la bruja, observando con detalle la forma en que acercaba su sucia boca esta vez al oído de Shawn. Una vez que intuyó había terminado de dar el mensaje, abrió la boca por fin:

    —Agnes. —La llamó con voz plana, neutral, a pesar de la tensión que sentía en el cuerpo y el asco que se le había instaurado en la boca del estómago—. ¿Puedo sentarme o tengo que quedarme de pie? Sé que no debería pedir gustos ni nada, pero me falta un órgano y tal.

    Shawn Amery

    Podía notar cómo la temperatura de su cuerpo ascendía lentamente, producto del efecto del vodka en su sangre con el transcurrir de los minutos. Agradeció haberse forzado a comer en la habitación, no queriendo imaginar el efecto desbordante que pudo haber tenido sobre su estómago vacío. Probablemente hubiese sentido ganas de devolverlo todo cuando Agnes acercó sus labios a los suyos, rompiendo el poco espacio que quedaba entre ambos con un leve roce que hubiese aumentado la tensión en su cuerpo en otras circunstancias. Por suerte o por desgracia, la bebida no tardaría en relajar sus músculos y en reducir su estrés, pero de momento, Shawn se mantuvo con la mirada clavada en algún lugar de la sala, sin ser capaz mirarla sin avergonzarse de sí mismo y de lo que estaba haciendo.

    Escuchó la explicación de Agnes desde su lugar, sintiendo las caricias sobre su cabello, asintiendo cuando le dirigía la mirada para que supiese que estaba atendiendo. Shawn solo deseaba que la tierra le tragase, evadirse de aquel lugar donde comenzaba a hacerse difícil respirar, pero había algo que le mantenía retenido entre sus garras, con los pies clavados en el suelo. La voz en su cabeza que le gritaba que resistiese un poco más, que imaginase que quien le abrazaba no era ella, que todo era por un bien mayor. El vello de su piel se erizó ante el aliento sobre su oreja, con sus sentidos ligeramente mezclados entre sí.

    "Laila, Noah es un pajarillo muy, muy lindo. ¿Qué dirías si Shawn toma su lugar y pasa a ser mi halcón predilecto?"

    Se separó con delicadeza del agarre de Agnes en cuanto la voz de Laila le atrajo a la realidad. A pesar de su mandado, la primera orden que su cabeza le dirigió fue acercarle una de las sillas cercanas al escritorio para que pudiera descansar. Cuando la depositó frente a ella se irguió, incapaz de seguir evadiendo la mirada, y se acercó a su oído para continuar con aquel extraño juego que Astaroth tenía entre manos.

    —Si el preciado Sinsonte de Agnes podría llegar a ver su puesto en peligro por culpa de un Halcón, ¿qué dirías? —susurró, desganado, deseando finalizar con el mandato lo más rápido posible pero a la vez no queriendo alejarse de Laila. Al separse señaló el asiento junto a ella antes de dar media vuelta, mordiendo su labio inferior en el proceso—. Descansa, lo necesitas.

    No fue necesario intercambiar más de una mirada con Agnes para saber que era imperativo regresar a su lugar. Regresó sobre sus pasos, colocándose a su lado sin agachar la mirada, expectante.

    —Turno finalizado.

    Laila.

    En cuanto Shawn se separó de ella sintió parte de sus músculos relajarse por un breve instante, siguió cada uno de sus pasos con precisión, viendo cómo antes que cualquier cosa acercaba una silla a ella. Iba a agradecerle, pero verlo acercarse a ella para cumplir con el mandato de Agnes la hizo cerrar la boca.
    Los músculos de su cuerpo volvieron a tensarse de inmediato al sentir a Shawn hablar tan cerca de su oído, desganado, por no decir harto, buscando terminar aquello de una vez.

    Sinsonte.

    Sinsonte.

    Sinsonte.

    Noah.

    Halcón.

    Shawn.


    Clavó la vista en los ojos carmesí de la bruja, mordiéndose la lengua ante lo que deseaba decirle realmente, deseando lanzarse sobre ella y enterrarle las uñas en los ojos, para dejarla aún peor parada que Connie.
    Volvió a relamerse los labios.
    La zorra sabía cómo jugar, ¿no? Llevaba quién sabe cuánto tiempo haciéndolo y de seguro sabía por el autobús y la jaula que poner a Noah y Shawn en la misma oración era suficiente para amenazar con sobrecargarle la mente, que ya de por sí estaba al borde de hacer cortocircuito.

    Se sentó despacio en la silla que el albino le había acercado y cruzó una pierna sobre la otra, para usar su rodilla como apoyo para su codo.
    Una mordida más en la lengua.
    La obligaba a posicionarse en un bando, como si tuviera opción, como si lo que ella dijese tuviera algún peso, como si no fuera capaz de sustituir a Noah con Shawn si le venía en gana.
    Si mentía estaba posicionándose del lado de Noah, abandonando al albino a su suerte, si decía la verdad, estaba colocándose del lado que le correspondía, el de Shawn, y muy probablemente usara esa información en su contra en ese mismo momento o después.

    Apoyó su rostro en su mano, clavando la vista en un punto muerto entre Agnes y Shawn, y habló, incapaz de mentir frente al albino, sintiendo un terrible asco de sí misma por estar metiendo a Noah en la boca del lobo que aguardaba en las puertas del infierno.

    "Lo siento mucho, cariño".

    —No me gustaría. —En su voz era perceptible el mismo desgano que en el susurro de Shawn, imposible de disimular sin importar el esfuerzo que hiciera.

    Agnes Astaroth

    Oh, qué cosas Laila. Eso por poco se salía de sus labios, prefiriendo sublimarlo una cadena de besos en la mejilla de Shawn, hasta inclinarse llegando a la piel que el collar debaja expuesto. Quizá le deboraría la piel, si no fuese tremendamente fiel a su pequeño sinsonte. Qué estaría haciendo el pequeño pajarillo fuera de su jaula. Clavó sus uñas con sumas parsimonia en los hombros de Shawn y ajustó el agarre alrededor de su cintura.

    —Es bueno ser sincera Laila, te felicito por ello —comentó al aire, sujetando otra copa rellena de alcohol—. Bebe Shawn, despeja más tu mente, te siento tenso, y no me agrada que esté tenso cuando te estoy dando un maravilloso abrazo —advirtió con sus orbes carmín brillando de manera insana.

    La miró ambivalente en el asiento que minutos atrás Shawn había llevado hasta ella. Debía esterilizarlo luego de que se fueran.

    —Continuemos jugando Shawn, subamos el ritmo en esto —murmuró recorriendo las mejillas masculinas con las yemas de sus dedos, acercándose nuevamente a su tímpano derecho y cubriendo sus labios con su lacio cabello negro—. Shawn es apetecible, como un príncipe de película que me apetece corromper a fondo... además, huele delicioso.

    Se alejó brevemente para mirar a Laila mientras esperaba y Shawn comentaba lo que ella acababa de decir, como el teléfono roto que era para volver a su oído, cubrir la vista con sus manos y susurrar nuevamente, para que diese dos mensajes esta vez.

    —Tendrás un pedido Laila, sencillo y fácil para una perdedora como tú.

    Shawn Amery

    Se estaba dispersando. Se estaba dispersando y eso no era nada bueno para él. Copa tras copa el calor aumentaba, sus pálidas mejillas tornándose ligeramente rojizas con el tiempo, y la sensación de malestar que le mantenía agarrotado en el lugar comenzaba a desvanecerse. Verse a sí mismo acomodándose entre los brazos de Agnes le hubiese asqueado sobremanera, pero el efecto del vodka era potente y a cada minuto que pasaba su lucha por permanecer lo más estático posible se dirigía hacia una clara derrota. El cuerpo de Shawn estaba cansado, tan cansado que en medio de su estupor una parte de él deseaba rendirse ante el sueño que le estaba provocando la calidez de su cuerpo. Pero aún estaba sobrio, por lo que se mantuvo poniendo toda su atención en el vaso entre sus manos, estrechando los ojos al sentir la fila de besos escurrirse por su cuello, provocándole un cosquilleo que no deseaba sentir.

    "Shawn es apetecible, como un príncipe de película que me apetece corromper a fondo... además, huele delicioso".

    No lo pensó demasiado, y eso le preocupó. Cuando quiso darse cuenta caminaba de vuelta hacia donde Laila se encontraba, inclinándose para susurrar una vez más en su oído algo que en otro momento hubiese sido incapaz de poner en palabras.

    —El Halcón es una ave solemne que despierta en Agnes el deseo de modificarla a su antojo, excepto su atrayente olor —murmuró, dejando salir lo primero que se le vino a la cabeza antes de poner rumbo una vez más hacia la anfitriona de aquella particular reunión. Le sorprendió notar que tenía un nuevo mensaje que darle, siendo esta vez dos los que debía dirigirle a Laila. La escuchó, haciendo un esfuerzo en medio de su desinterés por captar por completo el mensaje, y caminó una vez más hacia la receptora del mensaje, colocando su mano como barrera para evitar que leyese sus labios—. Agnes guarda una demanda asequible para la derrotada Laila.

    Chasqueó la lengua con disgusto al regresar sobre sus pasos, sintiendo la desazón que le provocaba haberle dicho todos aquellos mensajes que no deseaba transmitir. Pero Shawn conocía su posición allí, hecho que cobró un mayor sentido al notar los brazos de Agnes envolverle una vez más. Solo era una marioneta destinada a ver cómo la tensión entre aquellas dos aumentaba con el ritmo del juego.

    Laila.

    El asco que le provocaba toda aquella escena no hacía más que aumentar, la boca asquerosa, paseándose por lugares a los que no debería tener siquiera el derecho de acercarse. Las uñas rozando su piel, sus piernas rodeando su cintura, su mano alcanzándole el vodka.

    Lo cierto es que le hervía la sangre. La sentía burbujear en su cuerpo, amenazando con desbordarse y mancharlo todo, amenazando con empaparle el rostro, al punto de impedirle ver lo que fuese que su ira la empujara a hacer.

    Shawn volvió a acercarse a ella y por primera vez en su vida deseó que no lo hiciera, que se negara, que detuviera aquel juego sucio.

    El Halcón es una ave solemne que despierta en Agnes el deseo de modificarla a su antojo, excepto su atrayente olor.

    Bufó para sí misma, con los músculos tensos protestando con cualquier mínimo movimiento que realizara. ¿Por qué tenía que decorarlo tanto?
    Era aún más repulsivo, porque en aquella bruja no había clase alguna que mereciera que, con tal de darle vuelta a su mensaje, tuviese que decorarse de esa manera.
    Shawn regresó sobre sus pasos, dejando un nuevo mensaje junto a su oído, reavivando su deseo porque no se acercara una vez más.

    Agnes guarda una demanda asequible para la derrotada Laila.

    Contuvo el impulso de encogerse de hombros y se limitó a clavar sus ojos magenta en la mujer frente a ella, esperando por esa famosa demanda.
    ¿Qué quería además de un órgano suyo?

    Agnes Astaroth

    Una sonrisa insana se dibujó es sus labios al acariciar con la yema de sus dedos las mejillas de Shawn, obligando a que sus orbes se encontraran con los carmín de ella, percatándose del color que habían adquirido las mejillas ajenas, de sentirlo más relajado y mareado, perfecto para ella. Lo tomó de la nuca y le hizo hundir su rostro en la curvatura de su cuello, aferrándolo a su cuerpo como si fuera capaz de adentrarlo en su corrompida alma.

    —El teléfono se está rompiendo —tarareó sin apartarlo ni un centímetro de su ser—. Laila, has de ser afortunada en que el favorito reposa fuera de mi jaula, de lo contrario me quedaría con él —, y aunque era nada más que una provocación tenía un tinte de ameneza—. Dichosa eres de estar presente, de lo contrario... —una risa traviesa escapó de sus cuerdas vocales mientras ladeaba la cabeza y no dejaba de acariciar el cabello de Shawn.

    Y se quedó ahí, sintiéndolo contra casi su piel expuesta, como si el calor humano más la bebida alcoholica le suministrara diversión en demasía. Llevó sus muñecas a cubrir sus labios al susurrarle.

    —El pedido es simple, cuéntale a Noah todo lo que piensas de mi Laila, lo que crees que soy, no te daré repremiendas por ello —hizo una pausa y sus uñas se clavaron en los hombros masculinos—. Y esto Shawn, esto es entre nosotros dos —advirtió con suma delicadeza, impidiendo a Laila escuchar o intuir que había un mensaje aparte—. No es obligatorio que lo hagas, pero... procura cuidar a Katherine, y quizá, te recompense por ello.

    Sus brazos lo soltaron del agarre, al deslizarse como serpientes hasta el escritorio y bajarse de éste, encaminándose hasta la computadora con la bata maltrecha al tener a Shawn en su cuello y hombro desnudo.

    —No olvides darle el caramelo a Laila Shawn —murmuró de manera audible, abriendo el portátil.

    Shawn Amery

    Se daba asco. Se odiaba. Deseaba con todas sus fuerzas que el alcohol borrase cualquier rastro de lo sucedido en aquella oficina porque era consciente de que jamás se perdonaría haberse mostrado tan vulnerable frente a Laila. La impotencia de no poder detener aquel maldito juego le carcomía por dentro, la cabeza le daba vueltas y lo peor de todo era que su cuerpo no reaccionaba ante sus impulsos por alejarse de allí. Podía sentir el perfume de Agnes inundar sus fosas nasales, enterrado en el hueco de su cuello, atrapado entre sus garras mientras sentía aquellas suaves caricias sobre su cabellera. Apenas podía hacer otra cosa que cerrar los ojos y desear que todo acabase pronto. Desear desprenderse de aquel aroma que se había instalado en su cuerpo y que no deseaba percibir jamás.

    El último mensaje apenas se hizo hueco en su nublada mente. Tuvo que repetirla en un murmullo inaudible para Laila, esforzándose por retenerla, porque el propio juego comenzaba a adquirir cierta dificultad para él. El calor de su propio cuerpo, las mejillas enrojecidas y el contacto de Agnes le sofocaban en demasía, deseando salir de aquel infierno lo más pronto posible. A pesar de todo retuvo el mensaje especial para él, porque el nombre de aquella joven ya se encontraba en su cabeza con anterioridad. Intentó recordar, recabar información dentro de aquella enredadera de recuerdos que era ahora su mente expuesta. Catherine era la... La... La novia de ese chico... ¿Verdad? Tenía que protegerla para conseguir una recompensa, quizás... Quizás... Podría pedirle que le dejase ver de nuevo al gatito a Laila.

    Laila... Laila seguía allí. Se volvió hacia ella cuando aquella mujer le dejó salir de su cautiverio, y en su mente la palabra protección chocó contra la realidad que estaba viviendo. ¿Cómo pretendía proteger a alguien más si era incapaz de proteger a la persona que amaba? Se detuvo un momento, con una de sus manos en su propia frente mientras intentaba situarse, respirando hondo. Se sentía algo mareado, sofocado, pero aún así se acercó una última vez, a pesar de que ella no quisiese, porque debía hacer un último esfuerzo si querían salir de allí. No fue capaz de mirarla, simplemente se acercó hasta su oído y cumplió con su parte como el estúpido juguete que era.

    —Lammergeier tiene... —hizo una pequeña pausa, sintiendo que la información se dispersaba. Concéntrate, Shawn, concéntrate. Solo un poco más—. ...Tiene permiso para ser sincera con el Sinsonte respecto a Agnes, sin repercusiones —al separarse de su oído comenzó a rebuscar entre sus bolsillos hasta que halló el caramelo que había ganado por ser el vencedor de la batalla, tomando la mano de Laila y dejándolo así sobre su palma, volviéndose inmediatamente—. Casi se me olvidaba... Es todo tuyo.

    Shawn permaneció en el medio de ambas, como había estado durante todo el maldito juego, aguardando por el permiso de poder marcharse finalmente de allí. De vez en cuando cambiaba el peso de su cuerpo de un pie al otro disimuladamente.

    Agnes Astaroth

    Sus orbes se elevaron con un tinte divertido al ver a Shawn ahí, en medio, como sin saber qué hacer... era tan tierno. Miró el reloj del portátil. Era tiempo de llamar a su preciado sinsonte.

    Reglas:

    • Ambos deben postear en la sala de espera. Shawn debe hacer mención del estado de su cuerpo, lo mareado que está y el cómo sus mejillas arden, percibiendo aún el aroma de Agnes impregnado en su piel.
    • Laila debe mencionar la cólera que hospeda su cuerpo a causa de la atrevida cercanía que mantuvo Agnes sobre Shawn hasta el último momento.

    • La habitación asignada para Shawn sigue siendo la misma
    • La habitación asignada para Laila ha sido

    Agnes Astaroth

    Sus orbes se elevaron con un tinte divertido al ver a Shawn ahí, en medio, como sin saber qué hacer... era tan tierno. Miró el reloj del portátil. Era tiempo de llamar a su preciado sinsonte.

    Reglas:

    • Ambos deben postear en la sala de espera. Shawn debe hacer mención del estado de su cuerpo, lo mareado que está y el cómo sus mejillas arden, percibiendo aún el aroma de Agnes impregnado en su piel.
    • Laila debe mencionar la cólera que hospeda su cuerpo a causa de la atrevida cercanía que mantuvo Agnes sobre Shawn hasta el último momento.

    • La habitación asignada para Shawn sigue siendo la misma
    • La habitación asignada para Laila ha sido
    Alice Dumont

    Alice abrió la puerta sin hacer ruido y se coló silenciosa en la oficina cerrando con su mano tras de sí. La luz le molestó momentáneamente a los ojos.

    ¿Dónde estaba aquella lúgubre oscuridad que inundaba cada rincón la primera vez que pisó la oficina? Había sido eclipsada, opacada por aquella luz intensa. ¿Le gustaba? ¿Le desagradaba? Ninguna era la respuesta correcta. El contexto era superfluo y prescindible cuando entraba en aquel cuarto. Ni siquiera reparó en que el ojo de Connie seguía sobre el escritorio. Si lo hubiera hecho no dudaría que el riñón derecho de Laila debía haber corrido su misma suerte. Pasar a ser un mero trofeo, un souvenir de coleccionista...

    Alice se humedeció los labios con la punta de la lengua, sintiendo su boca repentinamente seca ante la imagen que la recibió. La Reina de Corazones, cubriendo su desnudez con tan solo una bata blanca. Mordió sus labios. Su cabello negro y húmedo caía como una cascada de brea sobre sus hombros torneados. Ese cabello azabache, brillante y liso... como un manto tan oscuro como la noche. Un color que hacía tan buen par con sus ojos.

    Era como una muñeca. La muñeca más especial de todas.

    "Ah, qué delicada belleza. Qué desprotegida y vulnerable se veía a pesar de que tan solo con una palabra podría destuirlos a todos"

    Era tan... hermosa. Parecía no haber notado su presencia, tan sumida y abstraída en la pantalla de su ordenador como parecía estarlo. Y aquel leve instante lo aprovechó Dumont para recrearse en aquella vista. ¿Sería muy osado desear jugar con la Reina de Corazones como si fuese una pieza más en el tablero? La erótica del poder era un juego peligroso. Y ella, como una damisela poderosa, estaba más que dispuesta a participar en él.

    Recorrió con sus ojos las delicadas gotas de agua que discurrían, imperturbables por su piel. Aquellas que corrían por su cuello, por el sensual valle que discurría entre sus senos y se perdía más allá, quién sabe donde. Quiso lamer aquellas gotas. Quiso morder aquella piel. Deseó poder rasgarla con sus uñas hasta que las gotas de agua se tornasen rojas. Oscuras. Como sus ojos.

    Pero cuando habló, siempre con cortesía y gentileza, ninguno de aquellos pensamientos parecieron pertenecerle. Ella era una dama calmada y educada. No tenía pretensiones de ser más que eso.

    Una mentirosa.

    Discúlpeme—dijo. Ni siquiera necesitó aclarar su voz—. ¿Me llamaba? Tuve un pequeño contratiempo con el encantador... Sinsonte.

    Aquella palabra vibró en su voz con un tono distinto. Hosco, irritado.

    Aimi Shiotani~

    Tuvo que cerrar los ojos al notar la gran claridad que iluminaba el lugar, llevándose una de sus manos frente a sus ojos, y cerró con cuidado la puerta, aún sin abrirlos. Se apoyó en esta, sintiendo cómo sus piernas estaban débiles, y abrió poco a poco los ojos, tratando de acostumbrarse a la gran claridad del lugar. Pero sus ojos dolían, comenzaban a aguarse de lo irritados que estaban, y no podía permitir que más lágrimas cayesen de ellos. Mantuvo su mirada en el suelo, con los ojos entrecerrados, y pronto vislumbró cerca de ella la figura de una muchacha que se le hacía familiar. ¿De qué le sonaba aquel rostro que se le hacía tan bello? Por algún motivo... verla hacía que su corazón doliese más. Se sentía incómoda.

    Dio unos pasos al frente, acercándose a Agnes y a la chica en cuestión, y observó que la primera parecía haberse acabado de duchar, cosa que le molestó. Hinchó sus mejillas, viendo su propio cuerpo, el que aún no pudo limpiar porque el baño siempre estaba ocupado. ¿Cuándo será capaz de bañarse? Se sentía sucia. Muy sucia. Tanto dentro como fuera. Su corazón se comenzaba a pudrir metida en aquella jaula en la que Agnes la mantenía presa, a su antojo.

    Desvió la mirada hacia un punto en el que sus ojos no se sintiesen tan adoloridos, cruzando sus brazos en silencio. No pensaba hablar, parecía tan enfocada en su tarea que temía que el interrumpirla acabase mal.

    Solo iba a esperar. Iba a esperar, temblorosa, a ver con qué palabras dolorosas la recibiría esta vez.

    Agnes Astaroth

    Los orbes carmín se elevaron al escuchar la voz de Alice, denotando la presencia de ambas chicas que estaban en su oficina presente, escudriñándolas con sumo cinismo. ¿Quién diría que alcanzaría a escribir tal documento importante?Oh, pues ellas que se tomaron la osadía de tardar bastante, quizá debería llamarle la atención a sus guardias, pero más que eso, llamárselas a ellas. Deslizó su mano por el mouse y dio un clic, cerrando la portátil sin apartar sus ojos de ellas.

    —Oh, entiendo —susurró en respuesta—. Es que Noah es encantador, imposible no tener contratiempos con él.

    Apoyó su codo derecho en el escritorio, inclinándose hacia adelante para apoyar su mejilla en éste. Su cabello aún no se secaba, ¿así que qué importaba mojarlo un poco más? Fijó su vista por un instante en la puerta que daba al baño, la cual estaba posicionada al lado de la estantería de libros en donde reposaba una manta afelpada y encima de ésta una grabadora. Entrar a aquel baño le reviviría la primera vez que se topó con Noah, y ahora... la segunda vez que se encontraba con ellas dentro de esas cuatro paredes.

    —Dime Aimi, ¿qué crees que se puede hacer en un baño? —preguntó con voz calma, para luego dirigirse a Alice—. Y ahora dime tú, ¿qué crees que no se puede hacer en un baño?

    Sus orbes continuaban severos, pese a que su voz sonaba suave.

    Alice Dumont.

    Los labios de Alice se apretaron ligeramente.

    Noah. Noah. NoahNoaNoahNoah. Noah era encantador. El Sinsonte. Noah.

    Todo era Noah.


    Oh, sería tan ridículo mencionar que estaba celosa. Pero estaba celosa. Tan malditamente celosa. Su sonrisa leve se tornó más forzada, más cínica. Más falsa aún. Algo se retorció dentro de sí misma. Ni siquiera pareció sorprendida por la presencia de la otra joven. Escuchó la puerta cerrarse y notó aquella sombra deslizarse sin hacer ruido. Esforzándose de forma desesperada por pasar desapercibida, hacerse pequeña y solo desaparecer.

    Casi podía oler su miedo.

    En ese momento pudo vislumbrarla por el rabillo del ojo. Aquella chica joven que conocía tan solo de vista. Aquella chiquilla frágil, vulnerable, aquel pequeño pajarillo sin alas que ella había destruido con su falsa acusación. No sentía el más mínimo remordimiento por ello. Hizo lo que debía hacer, lo más fácil.

    Vendarse los ojos y señalar un culpable al azar. Lástima que aquella chica había estado en su mira desde un inicio.

    —Comer sería muy inapropiado—respondió. Mas se sintió ligeramente contrariada por la pregunta—. Aunque realmente me siento confusa. ¿Poder? ¿Deber? No se trata de lo que no se puede hacer si no de lo que no se debe. Porque si hablamos de posibilidad, la lista de cosas que no pueden hacerse se reduce de forma significativa. No debes comer pero puedes hacerlo. Es una posibilidad viable. Creo que hay cosas que no deben hacerse, pero dudo que haya algo que no pueda hacerse. Incluso en un lugar tan antihigiénico como un baño.

    Y ladeó la cabeza con aquella sonrisa calma. Seguía irritada, muy irritada. Pero aquello no se reflejó en su expresión.

    >>Desconozco si era este el objetivo de su pregunta—sentenció—. Pero espero que sea una respuesta satisfactoria.

    Aimi Shiotani~

    Escuchó la voz de Agnes elevarse ante el silencio que había en la oficina, mencionando a Noah, y miró de soslayo a la muchacha dando por sentado que ella había estado en la misma habitación que él. No sabía mucho del chico, pero sí que se le vio lo encantador cuando lo vio junto a Cathy en la playa. Se preguntó cómo estarían ambos en aquel instante, y luego su mente divagó pensando en lo mismo para Laila y Shawn. Y por último Balto fue quien apareció en su mente. ¿Dónde estaba? ¿Qué había sucedido con él? ¿Cuándo... lo vería?

    Se tensó cuando escuchó la pregunta que la mujer le había hecho, y desconcertada escuchó la respuesta que la chica hizo a la suya. Se veía tranquila, como si aquel lugar no le afectase en lo más mínimo. No entendía cómo podía sonreírle, cómo se mantenía tan calma.

    Ella... debía calmarse también.

    —Uhm... puedes, como es obvio, bañarte —arrugó su ceño insegura, respirando hondo, jugueteando con sus dedos. Miró a Agnes a los ojos, no entendiendo esas preguntas extrañas, pero lo mejor era responder—. Y... puedes... ¿hacer lo que quieras? Di-digo...

    No, no pudo calmarse. Estaba muy nerviosa, su mente se puso en blanco. ¿Qué esperaba Agnes que respondiese? ¿Buscaba que le dijese algo en concreto? ¿Qué era aquello? ¿Iba a regañarla por darle una respuesta tan... simple?

    Se encogió de hombros, no sabiendo qué más decir, y apretó los labios mirando de nuevo el suelo.

    Se sentía patética comparada con... Alice.

    Agnes Astaroth

    Se mantuvo en silencio escuchando las respuestas de cada una, sintiéndose más satisfecha por la respuesta de Alice que por la de Aimi, aún así el castigo sería para ambas. Una espectadora, la otra... oh, la otra.

    Se levantó de su silla y caminó con lentitud, descalza hacia Aimi, sujetándola de la mano y arratrándola con delicadeza hasta el baño.

    —Alice, sígueme —ordenó, abriendo la puerta y dando paso al suelo de mármol, y la tina grande en todo el centro de baño—. Espero agrede el olor —susuerró al sentirse las velas de incienso, y la temperatura ambiente al aire acondicionado no filtrarse.

    Soltó a aimi y abrió el grifo del agua fría, llenando la tina hasta el punto en donde el agua estaba por desbordarse. Se echó el cabello largo a un lado y volvió hasta Aimi, sujetando las puntas de su blusa para quitársela com parsimonia, esperando a que ésta alzara los brazos.

    —Alice, cada que ella llore, grite o gima, no jugaré contigo —advirtió—. Y me dedicaré solo a ella... así que esperemos Aimi como asimila la situación.

    Una sonrisa insana se dibujó en sus labios, ajustando el nudo de su bata de baño, que al correr su propio cabello se notaba la totalidad de su hombro derecho. No era que le importase quedar desnuda frente a ellas... pero el castigar a Alice de manera implicita le resultaba tentador, el no mirarla, el no ser ella quién tendría la oportunidad de retorcerce entre sus manos, de quitarle la esperanza de ser reprendida de forma fisíca.

    —Noah ya estuvo aquí una vez —comentó risueña, jalando a Aimi de un tiró hasta hacerla arrodillar en el borde de la tina—. Noah... —murmuró y sus manos se ataron del cabello de Aimi—. Él nunca llega tarde, y amo eso de él.

    Aimi Shiotani~

    Observó, aún más tensa, cómo Agnes se acercaba a ella y le cogía de la mano, guiándola al baño. ¿Sí había errado al responderle? No, no, eso no era lo importante. ¿Por qué las guiaba a ambas hacia el baño? ¿Por qué estaba llenando la bañera de agua fría? Solo se quedó allí de pie, quieta, preocupada y con miedo de lo que podría pasar, de lo que estaba planeando Agnes.

    Volvió a acercarse a ella, cogiéndole de la blusa y levantándosela. Estaba muy confundida, trataba de procesarlo todo, y en medio de aquellos pensamientos simplemente levantó los brazos, sin saber por qué se dejaba hacer. Al notar el frío recorrerle el torso se tapó con sus brazos, roja, avergonzada. ¿Qué estaba sucediendo? ¿Por qué no la había detenido? Se sentía todavía más patética.

    "Alice, cada que ella llore, grite o gima, no jugaré contigo. Y me dedicaré solo a ella... así que esperemos Aimi como asimila la situación."

    —E-espera... ¿qué planeas?

    Su rostro mostró lo preocupada que estaba tras esas palabras, y dejó de respirar por un momento por el repentino miedo que sintió, apretando su corazón con inseguridad, sintiéndose todavía más vulnerable tras quedarse sin su blusa, con los ojos de Agnes brillando con maldad. No pintaba nada bien.

    Y así fue como acabó arrodillada en el suelo a la fuerza, con la mano de la mujer agarrando su pelo, impidiéndole moverse. La tina estaba a escasos centímetros de ella, con el agua casi desbordándose de agua fría. Si se agachaba un poco seguro que podría tocarla con su nariz. Su corazón latía a mil, haciéndose una idea de lo que podría suceder ahí, en esa posición, con lo pedido a Alice. Miró el cristalino reflejo de sus propios ojos en el agua, oscuros como los pensamientos que invadían su mente en aquel lugar.

    No. No. No. Tenía miedo. No quería.

    —¡Suéltame! —Agarró con sus dos manos la de Agnes, con fuerza, tironeando como podía en aquella incómoda posición, tratando de alejarse de la bañera. Se sentía desesperada, ¿qué había hecho para molestarla de esa forma, para que le hiciera eso? ¿Ese era su castigo por haber traído tanta mala surte a todos?— ¡Que me sueltes! ¡No quiero, no quiero esto!

    Cerró sus ojos, sintiendo el gran nudo que había en su garganta, apretándolos para que las lágrimas no rodasen por sus mejillas de nuevo. Tenía tanto miedo.

    Pero... ¿y si se lo merecía?

    Alice Dumont

    Observó como la Reina sujetaba la mano de Aimi. Como la tomaba con delicadeza y caminaba con ella hasta el baño.

    Aquel sentimiento en su interior se retorció con más fuerza. Deseó que aquellas débiles manos fuesen las suyas. ¿Por qué no podía ser ella? Su respuesta había sido mucho mejor que la de aquella niña. Merecía ser tocada, acariciada, arañada, besada y mordida por la Reina. No ella.

    No ella. No Noah. Noah. Noah.

    Todo era Noah.


    El baño, de azulejos blancos, presentaba el sutil aroma de las velas de incienso. En ese momento recordó su promesa. Si podía superar a Noah, si lograba ser el ave favorita de la Reina, ella la recompensaría con un baño. Un baño inolvidable. A su mente regresó el tacto áspero de sus uñas rojas clavándose en la piel de su cuello. Ah... qué maravilloso. Con tal facilidad que podría rasgarla.

    Romperla. Quebrarla.

    ¿Por qué no lo había hecho? Deseaba tanto, tanto a esa mujer. Era obsesivo e insano, profundamente enfermizo dado que solo la había visto una vez. ¿Pero acaso importaba? ¿Era un inconveniente, hacía sus sentimientos menos válidos? Era su adorada Reina de Corazones y ella su flamenco. El ave más manipulable de todas.

    La mano del pequeño pajarito fue finalmente liberada. Y su cuerpo también. Su fisionomía delgada, frágil como el vidrio, tan deleitable a la vista fue revelado ante sus ojos. Alice recorrió su cuerpo con ojos sombríos, vacíos. Pero no porque aquello que viese la desagradase—aunque daba la impresión de poder romperse con la brisa— si no porque deseaba estar en su lugar. Desnuda, siendo el objetivo de los planes de la Reina. Teniendo su atención, su cuerpo centrado en ella. Solo en ella. Sintiendo el frío de los azulejos en sus rodillas, el aire perfumado lamerle la piel desnuda.

    Noah. Otra vez Noah. El maldito pájaro entrometido. El Sinsonte.

    Maldito maldito maldito Sinsonte. Maldito Noah.


    Forzó aún más su sonrisa. Torcida, sardónica. No había la más mínima alegría en su expresión ni en sus ojos oscurecidos y opacos.

    Aimi gritó. Se retorció. A pesar de que cada uno de sus intentos por resistirse eran una oportunidad menos de sentir aquellas manos sobre su piel. Sus gritos de súplica y protesta despertaron algo en ella. Lascivia primero, asco y odio después. Si Aimi gritaba... Si el pajarito se rompía... ella también. No podía permitirse ser una mera espectadora y disfrutar aquel siniestro escenario si no era ella el objetivo de él.

    Ella debía ser la única. La perfecta. La mejor de todas. La Reina así lo deseó.

    Sus uñas moradas de arrastraron por sus propios brazos. El olor del incienso era delirante, penetrante y embriagador.Como ella. Apretó sus uñas aún más escuchando todas las protestas y gritos de Aimi.

    Cada uno de ellos era una oportunidad menos para estar con ella.

    —Cállate—siseó más que dijo. Sus uñas rasgaron su propia piel, pálida por la falta de sol, creando surcos rojos sobre su carne—. Cállate. Cállate. Cállate.

    Repitió. Cada vez con un tono más hosco, más constante, amenazante incluso. Cierra la maldita boca. Mortecina, dejó caer la cabeza a un lado. Lentamente, muy lentamente, esa sonrisa torcida y sardónica se dibujó nuevamente en sus labios.

    Pero la cordura había desaparecido de sus ojos.

    >>Si vuelves a gritar te arrancaré la lengua con mis propias manos.

    Agnes Ataroth

    Entrecerró sus ojos sumamente divertida al sentir como entre sus muñecas se retorcía la pequeña niña cautiva, el como con tanto movimiento brusco se hacía aún más daño, provocando que sus manos quedaran con unos cuántos cabellos sueltos que ella misma se había arrancado, y escucharle la voz le divirtió aún más, no porque esperase sus gritos, sino por intuir la reacción de Alice, reacción que no se hizo esperar.

    —Parece que habló alguien —cínica continuó con el agarre en el cabello de Aimi, sometiéndola contra el borde de la bañera y arrodillándose tras ella, imitando su posición al susurrarle en la nuca—. Pero debido a tu grito no veo a nadie más aquí —una de sus manos la liberó del agarre y con sus largas uñas le acarició la espalda desnuda, una, dos, tres veces en movimientos rectos hasta el inicio de su prenda inferior—. Dime Aimi, ¿crees que haya alguien más presente? —cuestionó y volvió a endurecer su agarre, obligándola a inclinarse hacia el agua que comenzaba a desbordarse debido a la fuerza de Agnes sobre Aimi en el borde de la tina.

    Elevó sus orbes hasta los de Alice, y la quedó mirando por unos momentos.

    —Parece que no hay nadie más que nosotras dos aquí presente —. Su piel se erizó por los ganas de reír—. Empecemos.

    Aimi Shiotani~

    Abrió los ojos al escuchar la voz de la muchacha. Al escuchar cómo le pedía que se callase, con una expresión que le daría miedo a cualquiera. Una sonrisa escalofriante, sin nada de amable pintada en ella, mientras se hacía daño en sus brazos por lo fuerte que se clavaba las uñas.

    "Si vuelves a gritar te arrancaré la lengua con mis propias manos."

    Apretó los labios intimidada, sintiendo cómo Agnes seguía agarrando con fuerza su pelo y le arrancaba algunos cabellos. Aún sujetaba su mano, ahora con menos fuerza, pero pronto tuvo que soltarla al ser empujada contra la bañera otra vez. Su mejilla había chocado contra el borde de esta, sintiendo cierto dolor en sus dientes tras el golpe, y pronto sintió el aliento de Agnes en su nuca. La mezcla de su voz , sus palabras, junto al paseo que hacían sus uñas en su espalda le erizaban el vello y la hacían temblar del miedo.

    No, no había nadie más allí.

    Agnes la empujó más cerca de la bañera, viendo nuevamente su patético reflejo en el agua, sintiéndose una tonta. ¿Por qué seguía luchando? Sabía que nadie la ayudaría, mucho menos esa chica llamada Alice. No tenía a nadie junto a ella, ni lo tendría. La calidez que Agnes le había brindado era efímera, la suficiente para tenerla en la palma de la mano y así obedecerla. ¿Por qué la trataba así? Estaba segura de que no había hecho nada malo.

    Enfermas. Ambas estaban enfermas

    Y ella misma comenzaba a sentirse enferma con su propia existencia. Se sentía tan sucia, tan maltratada. No se sentía ella misma.

    Agachó la cabeza, sintiendo un gran vacío en su pecho. ¿Por qué luchaba? No iba a cambiar nada, solo empeoraría todo. Estaba segura de que ya lo había empeorado. No le importaba. No debía de importarle, ya no más. Quizá si pensaba que el dolor no era tan malo, que sufrir sería una simple molestia que se desvanecería en unos segundos, podría soportarlo. Quizá si solo era una muñeca más en la colección de Agnes, una muñeca sin corazón y sin emociones, podría... No. Ya lo había intentado. Era difícil. Tan difícil.

    Qué asco le daba todo.

    "Empecemos."

    Cerró los ojos con fuerza.

    Agnes Astaroth

    Volvió su vista a la niña que tenía entre un de sus manos, se inclinó más a ella, apoyando parte de su peso en su espalda desnuda, teniendo la bata maltrecha, que si no fuese por apoyarse en ella sus pechos probablemente serían visibles ante los ojos de Alice. Pero no, el lindo flamenco no merecía tan siquiera mirar algo íntimo de su persona, pues así Aimi lo decidió al soltar el grito desgarrador. Qué cosas, dándole el poder a la golondrina de in-visibilizar la presencia del flamenco.

    —¿Sabes qué pasa cuando los pulmones se llenan de agua? —cuestionó sin esperar realmente una respuesta, pues con cautela volvió a mover sus labios para responderse ella misma—, una insuficiencia cardíaca que da paso a un edema pulmonar puede pasar... así que Aimi, ¿qué tan buena eres para aguantar la respiración bajo el agua?

    Sopló en su nuca y una sonrisa insana se apropió de sus labios, sin siquiera mirar a la espectadora, sin siquiera tenerla en cuenta en dirigirle la palabra. Apretó el agarre con fiereza y le hundió la cabeza en el agua, regándose el contenido por la baldosa a causa de lo llena que estaba, y ahí la sostuvo, por 20, 30, quizá 40 segundos, sacándola del cabello y viendo lo húmeda que se encontraba.

    —Está helada —susurró risueña, y volvió a hundirla luego de un par de minutos, dejándola esta vez un tiempo más corto que el anterior, quizá 15, 20 segundos si a mucho, sacándola nuevamente.

    Sus mejillas ardieron por lo divertido que le resultaba tener a aquel pajarito boqueando de aire. Ahora solo se preguntaba, ¿rogaría, lloraría, la maldeciría? Cualquiera de las tres opciones continuaría afectando a Alice, y eso le quemaba en burla.

    Alice Dumont

    Oh... la estaba ignorando. Realmente lo estaba haciendo. Qué situación tan irónica e injusta; jugar con el pajarito herido que no podía encontrar el más mínimo placer a sus acciones. Qué desperdicio. Agh... qué desperdicio. Aquello la frustraba tanto, tantísimo... podría enloquecer solo viéndolo. ¿Era ese su castigo? ¿Condenada a ser invisible por aquella niñata incapaz de mantener silencio? Desearía matarla. Destrozarla por completo. La Reina quebraría su psique, ella deseó quebrar su cuerpo.

    Pedazo a pedazo. Su lengua sería su trofeo. Usaría sus ojos para sus muñecas. Sus dedos. La reduciría a un ser inservible con calma y crueldad, de forma metódica. Y disfrutaría cada momento como si estuviese en éxtasis. Inculparla no fue suficiente.

    Debió correr el mismo destino que las demás, encadenada a su sótano.

    Alice apretó los labios, las uñas. Sintió aquella sensación áspera producida por ella misma sobre su propia piel. ¿Ignorarla? ¿A ella? Ella no debía ser ignorada. Debía ser cuidada, mimada. Agasajada como una dama consentida y caprichosa. El flamenco merecía una jaula de oro... no aquellas despreciables migajas.

    —Ah—murmuró. Su voz apenas se escuchó—Entiendo. Ahora lo entiendo todo.

    Sus uñas moradas terminaron rasgando la piel de sus brazos.

    Rojo.

    Como amaba ese color.

    El agua de la bañera salpicó las baldosas. Jadeos por aire. Los pulmones ardiendo, desesperados. El cuerpo no recuperándose del shock gélido del agua.

    Tortura.

    Deslizó sus heladas manos en sentido ascendente desde sus brazos desnudos. Despacio, tentativamente. Como si estuviese tocando un cristal muy frágil. Como si ella misma fuese vidrio. Si iba a ignorarla, si la Reina iba a negar su existencia, ella disfrutaría del espectáculo. Aquel pequeño show que estaba llevando a cabo para su completo disfrute y entretenimiento.

    "Mátala. Ahógala en el agua".

    Era eso. Debía ser eso. No había forma de que la estuviese ignorando. A ella no. Ella no merecía ser ignorada de aquella forma tan burda.

    Contuvo una risita áspera.

    —Ah. Este es mi castigo—murmuró. Su sonrisa se ensanchó, cínica—. Ser ignorada. Qué condena tan cruel, tan digna de la Reina.

    Nadie iba a impedírselo. Nadie iba a negárselo. Mientras aquella niña mantuviese la boca cerrada podía fantasear con esa idea. Imaginar que aquella que boqueaba por aire, que sentía su aliento en la nuca era ella.

    —Mas...—se humedeció los labios con la punta de la lengua. Hablaba en voz alta, pero con un tono ensismado—. los seres invisibles tienen ciertos privilegios. No pueden ser notados, su presencia no es perceptible a ojos humanos. ¿Qué haré? ¿Qué haré, me pregunto~? Hay tantas cosas que puedo hacer... tantas posibilidades en un baño...

    Se acercó hasta Agnes y rodeó su cuello desde su espalda. Sintió su propia piel erizarse, su respiración acelerarse cuando tiró de la suave bata blanca para tratar de quitársela. Ella era invisible, no habría represalias. Clavó sus uñas en el hombro descubierto de la mujer. Y entonces, despacio, deseando lamer aquella piel nacarada, dirigió sus labios a su oído.

    —No hay nadie más aquí.

    Noah no existía. Aimi no existía.

    Sus manos terminaron descubriendo ambos de sus hombros. Iba a aprovecharse, por supuesto. Deseaba demasiado a aquella mujer. Y estaba frustrada y harta y celosa. Dios, estaba tan celosa.

    Solo tenía que callarse. Solo debía mantener esa maldita boca cerrada.

    Aimi Shiotani~

    Sintió el cuerpo de Agnes presionarse contra el suyo, haciendo que la fría bañera se pegase a su propio cuerpo.

    "¿Sabes qué pasa cuando los pulmones se llenan de agua? Una insuficiencia cardíaca que da paso a un edema pulmonar puede pasar... así que Aimi, ¿qué tan buena eres para aguantar la respiración bajo el agua?"

    Sus ojos se abrieron, humedeciéndose por las lágrimas que seguía luchando por contener, y negó como pudo con la cabeza numerosas veces, temerosa, respirando con pesadez. Tenía miedo de lo que Agnes quería hacerle, le tenía miedo al agua helada y cristalina que estaba frente a sí. No sabía cuánto tiempo era capaz de aguantar la respiración, no lo había intentado antes, y eso la asustaba más. No sabía cómo manejar esa situación, cómo huir.

    No, no podía huir.

    —N-no... A-Agnes, ¿qué hi-hice...?

    Le recorrió un escalofrío por todo el cuerpo cuando sintió el soplido de la mujer en su nuca, temblorosa. ¿Temblaba de frío, o quizá por el gran temor que había apresado su cuerpo? Sin previo aviso, Agnes había agarrado con más fuerza su pelo y metió toda su cabeza dentro del agua helada, y ahí comenzó la lucha de Aimi por resistirse, por tratar de salir. Empujaba con sus manos en el borde de la tina, pero su posición y su falta de aire impedían que pudiese moverse, le quitaban las fuerzas. Su cabeza se agitaba bajo el agua, con los ojos apretados con fuerza, llorando, cerrando su boca para impedir que el agua entrase. Pero entre el pánico y lo que consideró demasiado tiempo, su nariz la traicionó dejando que algo de agua entrase en sus pulmones, buscando desesperadamente el aire que le faltaba. Un segundo después, Agnes, la sacó del agua al fin, y comenzó a toser sin parar, tratando de liberar el agua intrusa de sus pulmones, tratando de llenarse de oxígeno de nuevo. Sus lágrimas caían por sus mejillas sin parar, mezclándose con lo húmedo que ya estaba todo su rostro. Volvió a coger la mano de Agnes, temblando, no queriendo pasar por ello otra vez. Dolía, daba mucho, mucho miedo.

    Pero no pudo impedir ser arrastrada bajo el agua nuevamente, aún sin haber podido liberar sus pulmones de la intrusión dolorosa. Para su suerte, si podía decirle así a aquel horrible momento que estaba viviendo, Agnes fue considerada y la sacó de la bañera tras un tiempo más corto que el anterior. Tosió lo más fuerte que pudo, desesperada, jadeando en busca de aire, sintiendo frío en todo su cuerpo tembloroso. Se abrazó, respirando con gran dificultad, y abrió los ojos como pudo para mirar de soslayo a las muchachas que estaban a su espalda, quedándose incrédula al ver los movimientos de Alice en Agnes.

    Apoyó su frente en el borde de la bañera, todavía siendo sujetada por Agnes por su cabello, y siguió respirando con irregularidad, cansada, con las mejillas rosas del esfuerzo. No había podido siquiera dormir bien, apenas pudo probar bocado sin que su estómago se negase a aceptar comida. No se estaba sintiendo bien en lo más mínimo, pero si se quejaba, si lloraba o hacía cualquier cosa, quizá volvería a sentir el agua rodearle, incapaz de escaparse de aquel lugar en el que el sonido era tan siniestro.

    La oscuridad bajo el agua era aún más aterradora.

    Sentía cómo perdía las fuerzas en su cuerpo, pero peor era sentir el gran vacío de su pecho, entendiendo que nadie iba a ayudarla, que el mundo en verdad era un lugar injusto. No importaba lo buena que trataba de ser, iba a salir siempre lastimada y no podría huir de ello. Dolía, sus pulmones escocían, su cuerpo quería rendirse y entregarse a lo que fuese que quisieran hacerle.

    Era tan débil, tan cobarde.

    Agnes Astaroth

    Sintió el tacto de Alice y una sonrisa insana se formó en sus labios. El flamenco era... ¿impaciente quizá? Ladeó su cabeza por unos segundos, permitiéndole ver por completo la piel de su cuello, como si le mostrase en dónde quizá ella no podría lamer jamás, volviendo su cabeza recta sin permitirle despojarla de la bata de baño debido a que su pecho se apretaba contra la espalda de Aimi.

    Soltó el agarre del cabello ajeno y se levantó ajustándose la prenda blanca que se transparentaba debido a la humedad, clavando sus ojos en los de Alice mientras levantaba a Aimi de la muñeca y la abrazaba como una madre abraza a su hija.

    —Oh pequeña, que buenos pulmones posees —murmuró con cinismo en cada palabra—. ¿Quizá necesites un poco de aire? —continuó con el tono de voz bajo, como si fuese un pequeño secreto, un secreto al que Alice no podía acceder—. El agua helada es... deliciosa Aimi, me alegra la hayas disfrutado.

    Y la soltó, sin importar si en el proceso la niña caía al sulo, encaminándose descalza hasta los cajones del lavamanos, sacando una toalla y dándosela a Aimi para que se secara, volviendo su vista a Alice.

    Imaginativa, observadora... qué lástima que no era Noah.

    —¿Te ha gustado acariciar mi piel? —su voz salió serena, prestándole atención por primera vez en la mayor parte de la sesión, sujetándola ahora de la muñeca para atraerla hacia ella en un abrazo, haciéndola hundir su rostro en la curvatura de su cuello mientras sus uñas las deslizaba por debajo de su cabello, acariciando la piel de su nuca con sutileza, jugando con el metal del collar a su paso—. Dime, ¿qué harías conmigo... a solas?

    Una risa breve se escapó de sus labios al hacer la pregunta, porque ella sabía que pasaría si le diera la pequeña oportunidad a Alices de hacerle lo que quisiera así fuese tan sólo cinco minutos lo permitido.

    Su mirada se oscureció y apretó sus uñas al meter las manos heladas por debajo de su blusa, dejándole la marca de éstas en su pálida espalda.

    —Te has portado tan bien estos días Alice... tanto que Noah desea que te haga desaparecer —susurró, sacando esta vez a Aimi de aquel pequeño secreto que solo le correspondía a ellas—. Deseo... deseo algo —sus uñas se clavaron aún más, apretándola contra su cuerpo—. Deseo que quiebres a Catherine. ¿Lo harías por mi?

    Alejó el tacto de sus uñas y sus palmas subieron hasta el rostro ajeno, sujetándola del mentón para que la viera directo a los ojos, porque sabía que no había necesidad de explicarle a Alice que no debía quebrarla fisicamente, tan solo... que la hiciera llorar, padecer, gritar quizá.

    Pasemos al objetivo del rol y la historia de Agnes.

    El objetivo del rol era sorpresa, puesto que la idea es que quede un sobreviviente, éste pasa a asesinar a Agnes sin ningunos dados, meramente narrativo, éste pasa a ser dueño de la prisión y cierra el rol como si se fuese a iniciar nuevamente lo de los prisioneros con un nuevo dueño o dueña. Los prisioneros seleccionados son escogidos desde bebés, al ser inyectados, otorgándoseles ese "poder" de la sangre, y siendo vigilado durante toda su vida hasta que la máquina "la de la suerte" avisa que es hora de iniciar el nuevo inculpamiento para los próximos en llegar. Hablando de Agnes ella fue prisionera del lugar hace un par de años, fue llevada con su gemela como dúo y ésta murió en sus brazos. Al ser la única sobreviviente el que era en ese entonces el dueño fue asesinado por ella, transplantado así ésta sus poderes y siguiendo con la cadena que viene de tiempo atrás.

    En el portátil y los cajones habían documentos y noticias, aproximadamente 4 jugadores tuvieron la oportunidad de acceder a la opción de hurgar en ello pero ninguno optó por hacerlo. En la prisión había presente una persona, o mejor dicho cosa con mayor poder que el de la actual dueña de la prisión, la cual era la máquina que decidía si morían o no en ella. Al así me planteé para dar inicio a est rol.

    Listo, esto es todo de mi parte.

     
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  8.  
    Gigi Blanche

    Gigi Blanche Equipo administrativo Game Master

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    Es re loco leer a la orishinal Connie y contrastarla con lo que estaba hecha últimamente, un trapito inútil y endeble. Qué cosas, qué cosas.

    Agnes

    —¿Cómo te sientes? Connie —cuestiona sentada sobre una pequeña mesa de madera. Tiene un collar de metal en la mano y juega con éste pesado objeto entre sus dedos.

    Tus manos están atadas por unas esposas. Los oficiales te esperan fuera del cubículo pero no puedes salir de éste hasta dialogar con la mujer que tienes al frente, mujer que fue tu abogada.

    Connie

    Connie observó a la mujer frente a ella largo y tendido, despidiendo odio y rechazo por sus ojos. Tenía unas ganas inmensas de agarrar su cabeza y golpearla con violencia, una y otra vez, contra el borde de la mesa; hasta que la sangre salpicara todo su cuerpo y el jodido rostro de esa hija de puta quedara desfigurado por completo.

    Pero más se odiaba a ella misma, por no haberle hecho caso a su primer instinto.

    —Hola, perra —soltó con liviandad, cruzándose de piernas; tenía una sonrisa juguetona en los labios—. ¿Te estás divirtiendo? Dándonos instrucciones y caramelos. ¿Finalmente me llevarán a un reformatorio para niños? —Una risa estruendosa rebotó entre las paredes del recinto—. Mis profesoras siempre me amenazaban con eso. Podía ver en sus ojos cuántas ganas tenían de agarrarme del cabello y zamarrearme hasta que gritara. —Se inclinó sobre la mesa, colocando encima sus brazos esposados, y le sonrió a Agnes—. Ah, cómo me encantaría hacerte gritar ahora mismo~ Pero, ¡mira! Qué injusticia, ni siquiera son bonitas estas esposas... y ese collar que llevas ahí tampoco. —Hizo una mueca, y su tono de voz fue tornándose más y más oscuro—. ¡Adivino! Es otro regalo para mí, ¿verdad? ¿También me pondrás una correa y me sacarás a pasear, eh? ¿Es eso lo que quieres, hija de puta?

    Agnes

    Agnes sonrió inmensamente ante sus palabras, manteniéndose sobre la madera con una pierna cruzada sobre la otra. Su mirada continuaba firme y sintió la necesidad de levantar los brazos con el collar en sus dedos, como si de una celebración de tratara.

    —Ya casi es hora de llegar a un mundo maravilloso Connie —comentó y se relamió sus gruesos labios, levantándose del escritorio para pararse tras ella y sujetarla de las dos coletas del cabello son fuerza, susurrándole en el oído—. Tus instintos son del asco, ¿no es así? —le soltó y abrió el collar, mirándola altiva—. Este no es el colegio pequeña, este es mi mundo —le acarició la mejilla con deseo en sus ojos—. Pareces un colibrí cuando aletea las alas con fiereza.

    Connie

    Apretó los labios y soltó un gruñido bajo al sentir cómo tiraban de su cabello. Su cabeza se echó para atrás y entornó los ojos. Realmente quería matar con sus propias manos a esa mujer. Sentir su respiración cerca y sus dedos sobre su rostro le revolvían el estómago.

    —¿Y cómo es tu mundo? —escupió, viéndola de reojo—. ¿Tan asqueroso y... plástico como tú? —Curvó los labios en una sonrisa ladeada, bajando la vista hacia sus prominentes pechos.

    El pensamiento fugaz de que Shade babearía por esas tetas la hizo menear la cabeza. Estúpido inútil.

    —¿Y Shade? ¿Ya hablaste con él?

    Agnes

    Sus mejillas se tiñeron del carmín al mencionar el nombre de aquel hombre. Que guapo, que atento, que lindo se había comportado. Obediente, decidido, arisco, odioso, temeroso... cuántas palabras más podría pensar al recordarlo. La extasiaba.

    —Le colocó el collar en el cuello con delicadeza y lo cerró al rededor del mismo. Notó desentendimiento en su mirada y procedió a explicar mientras le soltaba las coletas y le peinaba el cabello con los dedos—. Si no comes un dulce cada tres días el collar liberará un ácido inyectado desde tu nuca hasta tu estómago... morirás inevitablemente. Esa es una regla de oro en mi maravilloso mundo —explicó y continuó con el movimiento de sus dedos entre sus hebras capilares, ignorando el responder sobre el joven mencionado—. Lo he decidido, serás un colibrí, un hermoso y asqueroso colibrí.

    Connie

    Desvió la mirada hacia un punto en concreto del homogéneo recinto; sólo intentaba desviar su atención de la sensación tan desagradable que le producían los dedos de aquella mujer peinando su cabello.

    Qué asco le daba.

    Chasqueó la lengua; al parecer no soltaría palabra sobre Shade. El muy cabrón seguramente ya se había encargado de prometerle sexo oral o algo similar a cambio de dulces. Abrió los ojos ante su repentino conocimiento de la situación.

    —¿Y cómo conseguiremos estos dulces? Porque dudo que nos los regales gracias al poder de tu misericordia.

    Agnes

    Sonrió levemente ante su pregunta.

    —Aquello lo averiguarás cuando visites mi oficina en Wonderland, te esperaré en cantada, pequeña ave enjaulada en el mundo maravilloso —tarareó en su tímpano derecho y apartó el tacto de su cabello, caminando hasta la puerta y sujetando el pomo. Connie eran interesante, la más interesante mujer hasta el momento. Salió y entraron los guardias, llevándosela sin delicadeza con aquella mochila vieja de tela hacia el autobús.

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  9.  
    Mahou

    Mahou Iniciado

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    Ya que justo Gigi habla de eso, del contraste entre el antes y después de Connie, les comparto cómo es que quedó la pobre, en lo que se hizo del dúo xd
    Agnes está encerrada en el baño, se escucha el secador encendido y el como lo desliza de arriba a abajo, al parecer está acomodándose el cabello. El computador está encendido, reflejando la luz.

    Opciones para Connie:

    • Quedarse de pie, esperando a que Agnes termine con su cabellera.
    • Dirigirse al portátil.
    Connie
    Ingresó a la oficina, asomando primero la cabeza dentro. Frunció un poquito el ceño al no ver a Agnes, advirtiendo luego el sonido del secador. Sus ojos viajaron hasta la puerta cerrada sobre la pared derecha y caminó dentro de la habitación, cerrando la hoja detrás suyo. Permaneció allí parada, viendo los detalles aquí y allá, mientras tarareaba una canción en voz baja. No le parecía prudente llamar también en la otra habitación, por lo cual esperaría.

    Agnes Ataroth

    Abrió la puerta del baño con lentitud, deslizando sus orbes carmín en la recién llegada. Aún faltaba alguien más ahí, qué caballero tan impuntual. Ladeó el rostro al cerrar la puerta y recostarse en la madera, jugando con sus uñas en el pomo metalizado y causando un ruido molesto.

    —Connie —siseó su nombre con parsimonia—. No te creí tan manipulable, tan débil —comentó con simpleza, pero más allá había un tinte de decepción en su voz—. Eres tan inútil como para cuidar de una persona que te encomiendo.

    Se retiró de la puerta y caminó hasta ella, rodeándola y posándose tras ella para sujetarla del cabello y halarla hacia abajo, esperando que sus piernas flaquearan por el fuerte agarre en su cabello, inclinándose hasta el lóbulo de su oído derecho.

    —Inútil —su tono de voz salió quedo—. Pequeña colibrí inútil.

    Mercurio
    Todavía le resultaba confuso como funcionarían las cosas allí. Había salido primero de la habitación pero no estaba seguro si acaso debía o no esperar a la otra persona. Dejó pasar unos minutos antes de entrar como tal a la sala de espera, apenas escuchando el sonido de la puerta cerrarse. Alguien ya había entrado.
    Suspiró de forma cansina y golpeó la puerta dos veces antes de abrirla, volviendo a sentir ese escalofrío en su nuca.
    No llevaba mucho allí, pero sin duda ese lugar no le gustaba. Después de su primer encuentro, no le resultó extraño encontrarse con aquella escena. Cerró la puerta en silencio, aguardando por las palabras de Agnes.
    Primero ella, y el resto después.

    Connie

    Agnes salió del baño, y la sonrisa brillante de Connie al verla se desvaneció ante sus palabras.

    "Eres tan inútil como para cuidar de una persona que te encomiendo."

    Recordó de inmediato la nota que había encontrado junto al esmalte y palideció, pues había olvidado su misión con Noah por completo. ¿Por qué? ¿Cómo era posible? Si en un primer momento había captado por entera su atención.

    No tuvo realmente mucho tiempo para pensar al respecto, porque Agnes se acercó a ella y la rodeó con lentitud. Connie no entendía por qué comenzaba a sentir tanto miedo.

    —L-lo siento, Agnes, y-yo... ¡Ah!

    Soltó un chillido ante el fuerte tirón hacia abajo, sus rodillas viajaron directo al suelo pero evitó el impacto por poco, buscando estabilizarse y erguirse por reflejo.

    "Inútil"

    Las lágrimas comenzaban a acumularse en sus ojos. Lágrimas de dolor, de miedo, de tristeza, de ansiedad.

    "Pequeña colibrí inútil"


    —Lo siento, lo siento —farfulló una y otra vez, rodeándose el rostro con las manos. Alguien había entrado a la oficina, había oído la puerta, pero no le interesaba—. Lo siento, Agnes, por favor, perdóname.

    Agnes Astaroth

    La luz en sus orbes se volvió mordaz al escucharla disculpase. La usencia de Shade en verda la había dañado... qué niña tan dependiente. Soltó su cabello, mirándola desde arriba con cinismo.

    —¿Perdonarte? —una sonrisa en mofa se dibujó en sus labios—. Te perdonaré.

    La sentencia en su voz fu maliciosa al desviar sus ojos hasta los de Mercurio.

    —Consiéntela —ordenó recostándose en a fría pared mientras cerraba sus parpados, como si estuviese acomodando su ajedrez mental—. Mercurio, hazte su novio, protegela y consiéntela en demasía —y abrió sus parpados con suma lentitus hasta clavar el insano resplandor de su mirada en la de él, esperando que acatara su orden al pie de la letra.

    Mercurio Milano
    Se encogió de hombros, removiéndose un poco en su lugar con algo de incomodidad. Odiaba a las personas llorando, odiaba verse envuelto en una situación donde se esperaba que alguien se preocupara. Quizás si fuera Galen, por lo poco que había visto de él, ya estaría colocándose de cuclillas frente a Connie. Parecía del tipo que quería ayudar a otros.

    Mercurio no era así.

    Él sólo observaba y se preguntaba. No entendía. ¿Por qué lloraba tanto? ¿Por qué se disculpaba?

    ¿Por qué se veía tan sumisa?

    Agnes volvió su atención a él. Su voz era como unas cuerdas que tiraban de él, obligándolo a centrarse en ella.

    Sabía que fuese lo que fuese que dijera, era la palabra final.

    Hazte su novio

    No dudaba de que en su rostro debía verse reflejado lo descolocado que la orden lo había dejado. Consentirla, mimarla, cuidarla… No era la primera vez que se lo pedía, no era muy distinto a lo que hacia Shade en su momento.

    ¿Pero qué se supone que debía hacer como novio?

    —Debería… ¿Pedirle que sea mi novia? —preguntó extrañado, sintiendo esa parte demasiado ambigua para él. Su mirada fue directo a Connie, pequeña y destruida.

    Y realmente no sabía qué mierda era lo que debía hacer.

    Se acercó a ella, cada tanto disparando miradas hacia Agnes, inseguro de si ese era el procedimiento a seguir, si acaso eso era lo que quería. No tenía mucha experiencia en eso, apenas y alcanzaba a recordar el intento de romance que había tenido en secundaria.

    Recordaba su cabello corto y sus brazos rodeando su cuello. Curiosamente era algo que le traía paz, aunque nunca supo por qué, ni por qué se los daba.

    Actuó en base a su experiencia, rodeando a Connie con su brazo, acercándola a su pecho.

    —No entiendo por qué lloras —pronuncio, mirando un punto inexistente detrás de ella—, pero no vamos a divertirnos juntos si lo sigues haciendo. ¿No dijiste eso? ¿Qué nos divertiríamos? —agregó, utilizando el tono más suave que podía… o conocía.

    Era el tono que Shade usaba para contarle un secreto, una picardía. Una mezcla entre complicidad y simpatía.

    Qué raro era.
     
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  10.  
    El Calabazo

    El Calabazo Y dime, ¿Quién soy yo?

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    Vengo a traer memes sad (?)



    [​IMG]


    [​IMG]

    Ahora sí, oficialmente Maxwell se fue ;w;
     
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  11.  
    Zireael

    Zireael Equipo administrativo Comentarista empedernido

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    YO QUERÍA QUE LAILA VOLVIERA A VER A RICOCHET
     
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  12.  
    Ceci

    Ceci Usuario VIP

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    ejem (?)

    antes de recortar el contenido explícito de mis pms: upload_2019-6-19_20-50-7.png

    demasiadas palabras xd demasiadas xd

    La razón por la cual decidí censurar mis pms es porque debido a las circumstancias en las cuales se dieron dichas situaciones explícitas (?), personalmente siento que no es una situación agradable de leer para nadie y por lo tanto no me siento del todo cómoda compartiéndolo al mundo entero :< espero sepan entender, que después de todo, solo se están perdiendo escenas explícitas (?)

    aviso: me dio tremenda caliweba poner formatos porque ese pm es realmente interminable de largo, así que feliz lectura, supongo.

    Entrevista

    Estás en una celda detenido, esperando el traslado a Wonderland. Tu anterior abogada da autorización para que te lleven hasta un cubículo. En éste cubículo se te ha hecho entrega de una miserable mochila de tela vieja, la cual conlleva dentro 2 objetos.


    1 cuadernillo con instrucciones de la prisión. (Podrás leerlo al llegar a wonderland)

    1 caramelo para consumir cuando lo veas necesario en Wonderland.


    —¿Cómo te sientes? Noah —cuestiona sentada sobre una pequeña mesa de madera. Tiene un collar de metal en la mano y juega con éste pesado objeto entre sus dedos.


    Tus manos están atadas por unas esposas. Los oficiales te esperan fuera del cubículo pero no puedes salir de éste hasta dialogar con la mujer que tienes al frente, mujer que fue tu abogada.


    Reglas de conversación:

    Eres consciente de que puedes manipular tu sangre, pero aún no sabes utilizarla con fluidez. Has mantenido ese secreto que quizá solo lo sepa tu dúo y no sabes si la mujer que tienes al frente también sabe de ello.

    Puedes hacer tantas preguntas como gustes, más no se asegura que todas sean contestadas con sinceridad.

    Puedes insultarla y todo lo que gustes. No hay regla en cuanto al trato personal.

    Puedes acercarte a ella, pero tus manos continuarán presas.


    Noah Briggs ~


    Ni siqueira se inmutó ante la pregunta, su presencia, o el ambiente. Lo único que podía ver frente a sí era la traición hecha persona; lo único que recordaba era cómo él, desesperado, le había propuesto aceptar el trato de la fiscalía, aquel en el cual si él se declaraba culpable, dejarían a Cathy fuera de todo esto.


    Cómo ella le había prometido que todo saldría bien para Cathy si confesaba y bueno, el juez había dicho todo lo contrario.


    Había algo en ella, en la forma en la que lo miraba fijamente, que le hacía dudar hasta de su propio nombre, temer hasta de su propia sombra. Pero no iba a ser él quien desviara la mirada, ya que se había propuesto perderse en los ojos de Agnes, hundiéndose en esa oscuridad carmesí, con la peor cara de dolor en el trasero que se le pudiera manifestar en el rostro.


    Y no estaba dispuesto a dirigirle una puta palabra, al menos no de momento.


    Agnes Astaroth



    Agnes sonrió altivamente. ¿Silencio? No, a ella no le gustaba el silencio, no cuando ella hablaba y quería una respuesta.


    —Supongo que debo optar por ir a hablar con Catherine, seguro se alegrará al verme —se bajó del escritorio y le acarició el cabello, abriendo el collar y poniéndoselo al rededor del cuello—. No seré amable con ella, no sino hablas conmigo Noah —advirtió sujetándolo del mentón para que su mirada continuara encima de la de ella. Era tan lindo, tan niño, tan inocente.


    Noah Briggs ~


    Casi que podía sentir cómo el tacto de aquella mujer le quemaba la piel. Quizás era algo psicológico, quizás muy en el fondo él reconocía que no podía creerse tan poderoso como se creía, o quizás simplemente el hecho de que pudiera decir tan fácil que se podía desquitar con Cath, su Cathy, le ponía los pelos de punta.


    Esa mujer podía cortarle los testículos ahí mismo y comérselos con puré de patatas como acompañamiento, no le importaba, no le iba a dar la satisfacción de una reacción, pero con solo nombrarla a ella había logrado que se le tensaran todos los músculos de la espalda.


    Pero, aún así, no pensaba ser él quien desviara la mirada.


    —¿Por qué Cathy? —preguntó, entrecerrando los ojos de tan fruncido que tenía el ceño, casi que desafiante, aunque en el fondo se desafiaba a sí mismo para no perder aquella batalla que nadie más que su conciencia había establecido—. ¿Qué coño puedes obtener tú de alguien como ella?


    Agnes Astaroth


    Continuó peinándole el cabello con suavidad. Olía bien. Y se sentía aún mejor el verlo tensarse al nombrar aquella mujer. Se sentó en su regazo y empezó a dar la explicación sobre el collar, ignorando primero la pregunta sobre Catherine.


    —Si no comes un dulce cada tres días el collar liberará un ácido inyectado desde tu nuca hasta tu estómago... morirás inevitablemente —le besó la mejilla—. El collar se activará en cuánto pises la prisión a la que te trasladarán, prometo que será un mundo maravilloso el que vivirás, al lado de Catherine, o Cathy, como bien le llamas pequeño —explicó y continuó sin apartarle la mirada. Sus ojos carmín brillaban inmensamente en deseo—, tienes similitud con los sinsonte. ¿Sabías eso?


    Noah.


    Tuvo que controlar el instinto de sacársela de encima a como diera lugar, con cualquier miembro que tuviera libre para hacerle daño, pero nuevamente, lo fácil que aquella mujer lo había tenido para amenazar a Cathy, lo obligaron a controlarse. La tensión pasó de su espalda hasta los músculos de sus piernas, volvió a subir a sus brazos y terminó por cerrarle los puños tan fuerte que sus nudillos se volvieron blancos.


    Quería escupirle en la cara, quitarle el derecho de siquiera decir su nombre, pero no podía. Noah nunca había aprendido a controlarse, pero el miedo que estaba sintiendo en esos momentos, aunque él no quisiera reconocerlo, lo tenían clavado en su silla, incapaz de lanzársele al cuello e intentar estrangularla como quería.


    —¿Es eso lo que quieres de mí? —le preguntó, ladeando la cabeza, en un intento de controlar sus nervios; quizás, si movía su cuerpo solo un poco, cualquier parte que fuera, liberaría algo del estrés antes de que le terminara por explotar la cabeza—. ¿Un estúpido pájaro? Siempre pensé que algo querías, porque, ¿qué persona pasa todo ese trabajo para encarcelar a alguien que no conoce? Pero nunca pensé que me fueras a hablar de un pájaro.


    Agnes Astaroth.


    Sonrió ladina al verlo pasar el estrés al movimiento de las piernas. Le gustaba tenerlo así, tan sumiso por el nombre de una mujer que le daba vergüenza estar con el públicamente. Definitivamente Noah sería su preciada ave, pequeña, débil y agresiva ave.


    —Me gustan los niños como tú, en verdad me gustan mucho —Agnes se relamió sus gruesos labios, rodeándolo para obligarlo a recostar su rostro en sus senos mientras susurraba varias veces las palabras de "un mundo maravilloso, para una hermosa ave enjaulada" Se alejó luego de unos minutos y caminó hacia la puerta, sujetando el pomo de ésta—, Voy a ver a Catherin Noah, te has portado bien conmigo, ¿no es así? No le haré daño, no te preocupes —reflexionó sus últimas palabras y su mirada mostró deseo en ella—. Los conozco, a cada uno de ustedes. Pero ustedes apenas ahora me conocen a mí.


    Noah Briggs ~


    Se sentía sucio, tanto que creía que podría limpiar su cuerpo aunque el agua estuviera sucia con lodo. ¿Por qué no la había apartado de su cuerpo, por qué no podía siquiera apartarle la mirada? Quería creer que se trataba de alguna cuestión inexplicable relacionada con su ego, con su orgullo, con no volverse a mostrar vulnerable nunca más en la vida ante aquella mujer, no como lo había hecho aquella tarde en su oficina, rogándole que se preocupara de salvar a Cathy.


    Sabía que no debía confiar en aquella mujer, y si su primer instinto siempre era destruir todo aquello que lo hiciera sentir inseguro, ¿por qué no había podido siquiera mandarla a comer mierda?


    Bien decían que el miedo te obliga a salir corriendo o te paraliza. Esa vez, a él, le tocó lo segundo.


    Agnes Astaroth


    Salió por la puerta dándole un último vistazo y los oficiales entraron, sujetándolo sin delicadeza y llevándoselo hacia el autobús con aquella mochila vieja y sucia.


    [No se permiten más mensajes]

    Agnes Astaroth


    Sus ojos expresan ambivalencia, y no los aparta ni un segundo de tu persona.


    —Noah, has de sentirte orgulloso de Catherine. Cuéntame, ¿la felicitaste? —susurró pasando el pasador a la puerta luego de que entraras por ella, recostándose en la madera de ésta mientras jugaba con sus uñas en el aún sujetado, pomo de la puerta, causando un chillido por el arrastre de sus largas uñas en el metal.


    Noah~


    La última vez que había estado frente a Agnes no podía quitarle los ojos de encima, como si tuvieran una guerra silenciosa de egos; no era justo llamarle guerra a algo en lo que él no tenía ni la más mínima oportunidad.


    Ahora estaba clavando los ojos en el piso, inmóvil, sin poder dejar de pensar en el frío que había dejado Cathy en su cuerpo cuando lo abrazó. Estaba helada, pero más helado se sentía él de haberla tenido que soltar.


    No se atrevía a levantar la mirada. No sabía si estaba esperando a que Agnes le diera permiso de hacerlo, o si el ojo (que asumía era de aquella chica contra la que Cathy había peleado) que reposaba sobre el escritorio lo estaba mirando de forma acusadora. No quería pasar por otro juicio.


    —Le agradecí por volver —le contestó casi de inmediato, sintiendo que no era buena idea hacerla esperar.


    Y sus hombros se tensaron por el chirrido.


    ¿Cómo podía felicitarla por todo aquello aquello?


    Agnes Astaroth


    —Eso está bien, Noah —murmuró acercándose a él y sujetándolo de la mano que tenía manchada de sangre, suponía y pertenecía a Catherine. Le llevó hasta la silla del escritorio y le indicó que se sentara, buscando entre sus cajones un pañuelo limpio para pasarlo por el rostro de Noah, con suavidad—. Eres tan lindo —susurró continuando su labor—. Y no te angusties, Catherine ha ganado, y tendrá una recompensa merecida.


    Dejó el pañuelo sobre el escritorio y deslizó la yema de sus dedos por sus mejillas, volteando la silla para arrodillarse y quedar frente a él, clavando su mirada en la suya con parsimonia.


    —¿Deseas ducharte Noah? No quiero que estés sucio —sugirió con una sonrisa amable en sus labios—. Todo estará bien por unos días, lo prometo—continuó sujetando los extremos de la camiseta ajena para retirarla, pidiendo el permiso al avanzar con suavidad para poder despojarlo de esta—, levanta los brazos, pequeño sinsote.


    No esperaba un no como respuesta.


    Noah~


    Sintió un cosquilleo en el estómago cuando dijo que todo iba a estar bien. Aquellas eran noticias excelentes, pero, ¿cómo podía confiar en ella después de todas las oportunidades en las que lo había traicionado?


    No bien sintió el tacto de las manos frías de Agnes en su piel tuvo toda la intención de dar un paso hacia atrás, de alejarse de ella, de alejarse del peligro, pero se quese quedó estático en su lugar, con la mirada clavada en el piso. Él sabía que aquella mujer no era ninguna tonta, que seguro ella se había dado cuenta de lo mucho que Cathy significaba para él, y su mayor temor era que tomara represalias en contra de ella.


    Haz todo lo que Agnes te diga y como te lo diga.


    Levantó los brazos, tal como ella le dijo, y no bien vio su pecho desnudo se dio cuenta de que la sangre de Cathy había manchado hasta su piel. No solo era eso, sino que además, se avergonzó de que ella lo fuera a ver desnudo. Nunca nadie lo había visto desnudo, nadie que no fuera Cathy.


    —Agnes —le llamó en voz baja, desviando la mirada hacia un rincón en la habitación, cubriendo su pecho con sus brazos, ligeramente sonrojado—. Usted... ¿Usted puede ayudar a Cathy? Necesita atención médica... ¿Hay algo que yo pueda hacer?


    Algo le decía que viviría el resto de sus días a base de trueques, y tenía miedo de empezar a deberle cosas a aquella mujer, pero le habían devuelto a Cathy casi muerta y tenía que ayudarla a recuperarse, fuera como fuera.


    Agnes Astaroth


    Sonrió con dulzura por sus palabras, por sus acciones. En verdad era tan similar a aquel pajarito pequeño que le causaba estragos de emoción.


    —Noah —situó sus palmas en las mejillas varoniles y le volteó con suavidad el rostro, para que la viese a los ojos—. Recibirá atención médica, no te preocupes de más —deslizó sus manos por su pecho desnudo y llegó al botón de sus pantalones, desajustándolo —. Ven.


    Se levantó y le cogió la mano, guiándolo a una puerta ubicada al lado de la grabadora en donde la canción se repetía una, y otra vez al acabar. Posó su mano libre en la manija de ésta y abrió la habitación que correspondía al baño, dejando ver una tina llena con burbujas y agua caliente, entrando con Noah detrás sin soltarle la mano.


    —Quítate la ropa, Noah —ordenó en un suave susurro—. Si te sientes más cómodo, puedes quedarte con la ropa interior puesta—, accedió a ello por Catherine ganar la batalla, siendo amable, al menos esta vez.


    Agnes se quitó su saco rojo, seguido la blusa blanca que tenía abajo. Continuó con su falda, sus tacones y sus medias veladas, acariciando su propio cabello con parsimonia mientras clavaba sus orbes carmín en Noah, teniendo su ropa interior de lunares aún puesta. Sus mejillas se mancharon tenuemente como las de Noah en un inicio.


    —Bañémonos juntos, Noah —sus labios se movieron con suavidad, esperándolo para guiarlo a la tina, y meterse con él dentro.


    Noah~


    Aquel tenue susurro en cualquier otro escenario le hubiera sonado a provocación, a insinuación, incluso, pero aquello le supo a orden. Y obediente, sumiso, se despojó de su ropa. Zapatos primero y medias después, porque nada más patético que hombre desnudo con medias puestas, y por último su pantalón.


    Cuando llegó la hora de quitarse la ropa interior, se desató en su cabeza un conflicto de intereses. Por un lado estaba Cathy y todo el asunto en el que ella era la única persona que lo había visto completamente desnudo desde su adolescencia en camino a su adultez, pero por otro lado, se sentía en pleno juego de ajedrez con Agnes, sintiendo que debía sobreanalizar todo lo que ella decía por miedo a no complacerla.


    Te dijo que te quitaras la ropa, y la ropa interior también es ropa. Quedártela es una opción que puedes tomar. Acata la orden, no tomes tus opciones.


    Noah había pasado de tener una única mujer en su vida a tener dos. Cathy, la primera, era la dueña de su corazón, era por ella por quien latía, y Agnes era la dueña de su destino, capaz de quitarle y darle todo al mismo tiempo en un batir de pestañas.


    Debes mantener a una feliz para mantener a la otra a salvo.


    Boxers fuera.


    Ni siquiera se permitió pensar en que tenía su orgullo colgando expuesto entre sus piernas para cuando ella tomó su mano, inhundándolo de toda la clase de sentimientos equivocados. Y estaba agradecido por el agua de la tina, tan cálida y reconfortante, porque iba a empezar a sudar de pleno nerviosismo y aquello no iba a ser bueno.


    No le des más información de la que ya tiene. No dejes que sepa cuánto te afecta.


    Agnes Astaroth


    Ella fue la primera en entrar a la tina, guiándolo hasta ella. Deslizó sus delicadas manos por sus pectorales , qudando ambos sentados en aquella agua cliente frente a frente. Agnes permitió que su largo cabello se mojara en el agua, tocándole las mejillas mientras juntana su frente con la de él.


    —Te enseñaré algo Noah —susurró con sus profundos orbes carmín sobre los de él, desajustándose el sostén y sacándolo de la tina. Pese a ello sus pezones se cubrían por la espuma que comenzaba a recorrer la bañera—. Luego podrás enseñarle a Catherine —una sonrisa leve se dibujó en sus labios, labios que aproximó a las mejillas de Noah, besando de apoco hasta llegar a la comisura de sus labios y besar en ellos, acariciándole ahora el cabello húmedo.


    Se alejó por un momento y le sujetó las manos, para que él la abrazara a ella y poder así acercarse a él. Casi desnuda entre sus brazos, mirándolo una vez más.


    —No cierres los ojos Noah —murmuró y sin más rodeos aprisionó sus viriles labios entre los de ella, besándolo con el aroma a chocolate por todo el lugar. Realmente no lo tenía en mente, pero verlo tan obediente había retorcido su mente.


    Deseaba corromperlo, de a poco. Con calma y paciencia.


    Noah~


    Todo aquello estaba sucediendo en cámara lenta ante sus ojos, pero su corazón latía con nerviosismo, acelerado y descontrolado. Una mezcla de emociones recorrieron su cuerpo todas al mismo tiempo.


    Sentía vergüenza de estar tan expuesto frente a aquella mujer, sentía vergüenza de lo rápido que su cuerpo se estaba acostumbrando a que ella no fuera Cathy y sin embargo estar dándole una reacción que siempre se había creído capaz de experimentar únicamente con ella. Sentía vergüenza de tener que contárselo luego a Cathy a tal punto de considerar ocultárselo completamente.


    Sentía miedo de decirle que no, de salir de esa extraña burbuja en la que estaba con Agnes, donde ella parecía complacida e incapaz de hacerles daño de nuevo. Sentía miedo de acostumbrarse a ello, de que no fuera su cuerpo el único que estuviera disfrutando de la atención. Sentía miedo de que a su propia alma le empezara a gustar tocar la suave piel de Agnes, que a pesar de sentirse como el más fino terciopelo, aún se sentía incorrecto.


    —Agnes —le llamó en voz baja, casi temblorosa, arrastrando su nombre por su lengua como si fuera un borracho pidiendo más alcohol.


    No. Demandando más alcohol.


    Su cuerpo, sus hormonas, su inexperiencia o el oscuro deseo de experimentar algo que no fuera a través de Cathy, o cualquiera fuera el responsable, lo estaban acorralando tal y como ella lo acorralaba contra la pared de la bañera.


    Estaba encerrado y las paredes se acercaban cada vez más a él, y tenía miedo de ser aplastado si se dignaba a siquiera distraerse al pestañar.


    —¿Qué quiere usted de mí?


    Ya no podía tutearla, no después de que había demostrado que en la escalera del poder, él se paraba en la base de la mism, y Agnes estaba tantos escalones arriba que ni siquiera podía distinguirla desde tan abajo que estaba.


    Y estaba mareado, asustado. No sabía cuánto tiempo más aguantaría sus juegos, y necesitaba algo de certeza para poder irse a dormir tranquilo a dormir esa noche.


    Si es que podía, claro. Si es que alguna vez podría llegar a despojarse de la sensación que Agnes había despertado en toda su piel.


    Aquella mujer encendía todas sus alertas, todas al mismo toempo.


    Quería... No, necesitaba aprender sus intenciones, necesitaba saber qué era lo que él tenía para ofrecerle, porque algo dentro de él sentía la urgencia de dárselo cuanto antes.

    [...]

    *aviso: aquí al principio noah tuvo opciones que hacer al recorrer la oficina él solo xd pero no las copié y ahora me da paja ir a buscarlas (?)

    Noah Briggs ~


    ¿Qué se suponía que tenía que hacer en ese lugar? No iba a ponerse a comer porque dentro de la poca educación que su familia le había inculcado, sabía que tenía que esperar a que todos llegaran a la mesa antes de ponerse a comer. Y era obvio que no iba a tener dos porciones servidas para él, por más que no tuviera ni la más mínima duda de que se las podría comer sin sentirse del todo satisfecho.


    Tampoco iba a atreverse a meterse en la computadora de Agnes, porque Noah podía ser estúpido pero no era inculto: en toda película sorprendían al protagonista cuando estaba haciendo lo que no debía, y bueno, Noah se había decidido a que su propia película no iba a ser semejante fracaso.


    ¿El piano? Nah. No sabía ni cómo hacer ruido con él de otra forma que no fuera golpeándolo.


    El baño.


    Y de hecho le urgía lavarse los dientes antes de que se le fuera a raspar la lengua por lamerse los dientes.


    No pudo evitar abrumarse por los recuerdos a entrar en aquella habitación. Así como la advertencia de Agnes de que no se pusiera a husmear nada resonaba en su cabeza, casi que podía sentir las manos de Agnes sobre su cuerpo, recorriéndolo en caricias.


    Aquellas caricias.


    Desvió la mirada de la ropa interior luego de unos segundos, sintiendo sus mejillas encenderse sonrojadas y calientes. Sentía cierta vergüenza por estar en presencia de algo tan íntimo.


    Suspiró. Solo esperaba que Agnes no se enojara por tomar el cepillo de dientes.


    Una parte de él (muy pequeña parte de él) se sentía ligeramente aterrado de tener mal aliento si Agnes se decidía a besarlo o alguna otra cosa similar a la anterior situación. Por supuesto que no era algo que deseara, pero aquella mujer era tan impredecimble como un estornudo en época de alergias.


    —Por qué me preocupo por estas cosas tan estúpidas —se preguntó, procurando enjuagar el cepillo lo mejor que pudo no bien terminó de cepillarse, tratando de dejar todo en su lugar.


    Se miró en el espejo del baño, asombrado de su propio aspecto. Estaba acostumbrado a verse llegar de peleas, de cualquier otra actividad dudosa, pero nunca se había visto tan cansado. Estaba pálido, ojeroso y con los párpados hinchados. Realmente estaba cansado.


    Salió del baño mientras se tambaleaba, ligeramente mareado. Quien había dicho que uno se despertaba más por las mañanas con aliento fresco no conocía el agotamiento que Noah traía encima.


    Agnes había dicho que nada de husmear, que no lo había hecho, pero no había dicho nada de no tomarse una siesta, y estaba justo por hacer eso.


    Se sentó en el sillón de Agnes, dejando que el cuero envolviera su cuerpo. En otro momento se habría dado cuenta de lo cómodo que era, pero se le hubiera hecho cómodo cualquier rincón en el suelo. Pero, hey, si Agnes quería matarlo o algo por su escena de más temprano, iba a pasar sus últimas horas con algo de comodidad.


    Se echó ligeramente hacia atrás, lo suficiente como para que la cabeza no le colgara hacia delante, aunque no bien se durmió (o más bien cuando estaba en proceso de), su cabeza cayó sobre su hombro derecho. Seguro le iba a doler el cuello cuando se despertara, pero eso era mil veces mejor que el dolor de cabeza.


    Agnes Astaroth


    Abrió la puerta con delicadeza, asomándose curiosa y maliciosa, notando que la comida seguía en donde sus trabajadoras la habían dejado, encontrándose con Noah dormido en su asiento. Caminó con lentitud y abrió la puerta del baño, notando el cepillo de dientes húmedo, pero el resto seguía en su lugar. Sacudió su falda como solía hacerlo cuando estaba especialmente orgullosa de sí misma y con parsimonia se acercó a él, deslizando su ropa interior hacia abajo aún con su falda puesta, y seguido el saco rojo que solía llevar a diario. Guardó las bragas en uno de los cajones y se subió a ahorcadas sobre él, con lentitud y paciencia para no despertarlo en el movimiento, y en su lugar se abrazó a él y le susurró contra el lóbulo de su oído, en donde lo había dejado marcado la última vez que se vieron.


    —Noah —murmuró y le besó la mejilla—. Despierta —murmuró esperando a verlo a los ojos, preso bajo su cuerpo—, ¿me has extrañado Noah? —preguntó como si el resto de la prisión no existiese, y fuese un encuentro entre amantes común, entre ellos.


    Noah Briggs ~


    Sintió un tirón en el cuello no bien entreabrió los ojos y trató de mover la cabeza para ver quién lo estaba llamando. La siesta no se sentía para nada suficiente, pues aún se sentía como si le hubieran pasado con cincuenta camiones por encima, pero había sido suficiente como para que la cabeza dejara de dolerle como si alguien le estuviera practicando una lobotomía a sangre fría.


    Dejó salir un gemido ronco cuando intentó volver a enderezar la cabeza, optando por recostar la frente en el hombro de Agnes, sin haberse dado cuenta aún de que era Agnes. Parpadeó un par de veces, llevándose una mano al cuello para presionar donde le dolía, forzándose a levantar la cabeza.


    —Joder —murmuró en voz baja, rasposa, mientras parpadeaba un par de veces para distinguir a quien tenía frente a él—. Oh...


    Hizo una pausa, mirando a Agnes con los ojos como platos, sintiendo un ligero sonroso en sus mejillas.


    '¿Me has extrañado?'


    —Usé el cepillo del baño —dijo en voz baja, como haciéndose pequeño contra el cuero del sillón, tal cual un niño al que habían atrapado en plena travesura.


    Su cerebro había paniqueado y había contestado algo que ni siquiera le habían preguntado, lo suficientemente nervioso como para terminar de despertarse. ¿Por qué seguía delatándose cuando nadie se lo pedía?


    Agnes Astaroth


    Una suave risa brotó de sus labios ante lo que había dicho, como si le causara ternura el que fuese tan fácil de delatar, se preguntaba si era así solo con ella o también se mandaba al frente cuando Catherine le preguntaba algo, porque si fuese así no es como si tuviese ella que esforzarse en molestarlo al tener un secreto en común con él. Deslizó la yema de sus pulgares por sus labios, como si los delineara y luego delineara los ajenos a ella.


    —Por eso hueles a menta... y me encanta el olor a menta, ¿sabes? —susurró mirándolo a los ojos, esperando con calma que terminara de despertarse y llegara a la realidad por completo—. Ahora dime, ¿me extrañaste? —cuestionó de nueva cuenta, moviendo las cadera levemente al tratar de acomodarse sobre él, ya que sentía el contacto directo con la tela de su ropa y eso la lastimaba un poco.


    Un sonrojo llegó de lleno a sus mejillas y pegó su frente con la de él.


    —Te veías enojado en el rincón de juegos Noah, lo cual fue muy curioso porque hablaba del baño de Cathy, nunca te mencioné a ti —fingió demencia, direccionando el tema de habla.


    Se hizo aún más pequeño en su lugar, como si estuviera esperando que el sillón se lo tragara entero y lo fuera a proteger de Agnes, y al tenerla tan cerca la idea de haberse lavado los dientes de pronto no le pareció tan estúpida.


    —A usted le gusta hablar muy cerca de mi boca. —Demasiado cerca, si se lo preguntaban—. No quería ser desagradable.


    Porque no estaba en ninguna posición de perder terreno sobre Agnes, especialmente cuando parecía que todo lo que había logrado obtener lo había arruinado con su escena.


    'Ahora dime, ¿me extrañaste?'


    Había algo que Noah había hechado de menos de Agnes, a pesar de la constante sensación de querer salir corriendo: había extrañado la forma en la que ella lo miraba.


    —Un poco —contestó en voz baja, dejando salir un suspiro cuando empezó a sentir la presión la presión del cuerpo de Agnes sobre sus piernas, algo que no había notado apenas había despertado. Se estaba sentando peligrosamente cerca de su ingle y ya sentía el sudor frío en su espalda de solo recordar la última vez que agnes había estado ahí—. Yo...


    Verdaderamente no sabía qué decir ni qué hacer, así que llevó una de sus manos a la cintura de Agnes, casi inerte, porque no le quedaba rebeldía para alejarla y no tenía intención de acercarla.


    'Te veías enojado en el rincón de juegos Noah, lo cual fue muy curioso porque hablaba del baño de Cathy, nunca te mencioné a ti'


    Suspiró de nuevo y apartó la mirada, algo avergonzado. Sus mejillas se tornaron rojas otra vez, y su mano apretó ligeramente la tela de la camisa de Agnes, como si tratara de encontrar algo de lo que aferrarse, porque a pesar de estar bien sentado en aquel sillón, sentía que se caería en cualquier momento.


    —Yo... —Volvió a mirarla a los ojos—. Lo siento, fui un crío maleducado por contestarle así. Usted no tiene el mejor historial en cumplir las promesas que me hace, así que sentí miedo de que fuera a traicionarme de nuevo. —Noah estaba decidido a ser todo lo que Agnes quisiera con tal de ser feliz, pero tampoco sería humano si se olvidara de que Cathy estaba ahí en la prisión con él cuando le había prometido que nada le pasaría si él confesaba el crimen—. Pero no lo hizo, y quedé como un idiota y la molesté y lo siento.


    Aquella era la disculpa más sincera que Noah había dicho en mucho tiempo.


    Agnes Astarorh


    Noah acostumbraba a ser tan lindo, y eso la hacía sentir tan extasiada, por solo tenerlo ahí hablándole como si fueran los mayores confidentes del mundo. Y el tono de voz que usaba, aquella manera de prepararse para estar cerca de ella, de fijars en esos pequeños detalles comenzaban a que Agnes disfrutase aún más el tenerlo ahí, solo para ella.


    —Nunca serás desagradable para mí, Noah —afirmó con jna sonrisa tenue, llevando una de sus manos al bolsillo de su falda, sacando un caramelo de chocolate.


    Le escuchó cada palabra atenta, como siempre lo hacía. Corrió mechones de su largo cabello negro y empezó a quitarle la envoltura al dulce.


    —Disculpas aceptadas —concluyó el tema, posando la bola de chovolate entre sus labios— Compartiré contigo —susurró divertida, pero sin acercársele al sentir una de sus manos en su cintura, como si buscara que esta vez él llevara más iniciativa que en la anterior—. Come —murmuró con el caramelo en la boca, para que se lo comiera dentro de ésta


    Pues Agnes también había extrañado algo de Noah, algo que sólo poseia él... y quizá él podría saberlo en algún momento.


    Noah Briggs ~


    'Disculpas aceptadas'


    ¿Cómo que disculpas aceptadas? Se había estado preparando mentalmente para un golpe, para un sermón, o quizás incluso para una de esas sesiones como la del baño, en donde lo había hecho sentir tan miserable que se sintió incapaz de volver a masturbarse nunca en su vida.


    Quizás eso era lo que Agnes quería hacer con él. Quizás ella quería que Noah rechazara todo lo que se le presentaba en la vida, que dejara de hacer cosas por sí mismo, y solo le permitera respirar si era del mismísimo aliento de Agnes. ¿Intentaría dejar de hacerlo sentir, también? ¿Qué más le iba a arrebatar?


    Noah estaba dispuesto a renunciar a todo con tal de que no tuviera que renunciar a Cathy. No podría renunciar a Cathy.


    'Come'


    Mantener a una feliz para mantener a la otra a salvo.


    —¿Lo prometes? —le preguntó, siguiendo la travesía del dulce hasta los labios de Agnes, despegando la espalda del sillón por primera vez desde que había despertado—. Que nunca te voy a desagradar —hizo una pausa, mirándola a los ojos—, ¿lo prometes?


    Ya se había prometido dejar que Agnes tomara lo que quisiera, pero había algo irremediablemente placentero en ser él quien tomara un chocolate de su boca, en ser él quien tomara algo de ella aunque fuera una vez, por más mísero e insignificante que fuera, considerando que ella había tomado hasta su propia vida.


    Agnes Astaroth


    Le miró a los ojos y no despegó su mirada de él, asintiendo suavemente con la cabeza, porque no había nada, absolutamente nada que le desagradara de él, y dudaba de sobremanera que le llegase a desagradar en algún punto, con esa inocencia, esa ansiedad de probar cosas nuevas y ese terror al mismo tiempo la hacía querer fundirlo en ella, dentro, muy dentro de su oscura alma.


    —Lo prometo —respondió con lentitud sin llegar a morder el chocolate, porque deseaba que él al morderlo y presionarlo en su cavidad contra la de ella explotara el chocolate derretido que traía el interior del dulce—. Come Noah... cómeme —la última palabra la dijo tan suave que fácilmente podría confundirse en lo que escuchó. A propósito, pues las ansias de ella por ver confusión y duda la animaba de sobremanera, las dudas sexuales y morales que podría hacer chocar en su cabeza le subía los ánimos a las nubes.


    Alejó sus manos de él y las apoyó en sus propias piernas que se permitían ver por la posición y lo corto de su falda, como si pidiese entre silencios sus acciones, atentas a analizarlas, a proyectarlas de ser necesario hacerlo. Sin ella mover un músculo más que el que él pidiese que lo hiciera, porque aunque dirigiera la situación le concedería esta vez a él el control dudoso de hacer con ella a su modo y a su ritmo.


    Noah Briggs ~



    La primera vez que había estado a solas con Agnes, en aquella primera entrevista, en aquella primera vez que la vio luego del juicio, en aquella primera vez que había tenido que tragarse la furia porque por primera vez en esos meses entre abogados y jurados, Noah se había dado cuenta de que estaba a merced de aquella mujer, de que llevaba tiempo a su completo merced, y se propuso jugar un juego: averiguar qué carajos pasaba por su retorcida cabeza como para hacer semejante cosa.



    Y ahí estaba en esos momentos, a completa merced de Agnes porque su mente estaba completamente en negro, su corazón completamente acelerado, y sintiendo que hasta su propio cuerpo le era ajeno.



    O quizás su conciencia era la ajena a toda la situación, porque la ansiedad que lo estaba recorriendo no se correspondía con lo que su cuerpo manifestaba.



    Sentía que sus manos se dormían, pero al mismo tiempo ya tenía ambas firmes a su cintura; que los pulmones le ardían como si llevara minutos sin respirar, y sin embargo, inhalaba el aliento dulce y la fragancia de aquel chocolate en la boca de Agnes con toda la paciencia del mundo; sentía los ojos secos, le picaban, pero no podía siquiera parpadear porque ya se había perdido en el interminable mar de oscuridad contenido en las pupilas de la mismísima Satanás.



    Para cuando se dio cuenta de que no podía jugar su juego y pretender conservar su propia salud mental, ya le había quitado medio chocolate de los labios, y apenas recobró el control de su propio cuerpo para cuando un hilo de lo que parecía ser caramelo había terminado en su barbilla. Se relamió los labios, siendo capaz de saborear el chocolate amargo, el dulce caramelo, y los dejes de locura que, aún a pesar de lo breve del contacto, había encontrado en los labios de Agnes.



    Se llevó una de las manos hacia el rostro, limpiando aquella sustancia amarronada del borde de los mismos. La miró por unos instantes, tan oscura pero tan deliciosa…



    ¿Así se sentiría perder la cordura?


    Agnes Astaroth


    Agnes se comió la mitad que le correspondía, lamiendo y chupando su propio labio inferior sin perder su mirada de la suya, para luego sonreirle levemente y permanecer quieta sobre él, sin apartarle las manos que él había posicionado sobre su cintura, sin removerse y aprovecharse de la posición en que ella estaba sobre él, tan solo lo miró y abrió la boca para susurrar al aire.


    —¿Otro? —sacó otro chocolate de su bolsillo y lo puso en la lengua ajena, acercándose ella y plasmando sus gruesos labios en los viriles de él, besándolo con parsimonia, esperando que él hiciese algo más, que le mostrase algo más.


    Se alejó brevemente y poso sus dedos en sus hombros.


    —¿Quieres darme otro? —cuestionó atenta—. Porque harás todo tú la noche de hoy... si es que quieres hacer algo Noah —susurró divertida, escapándosele una risilla por torearlo y molestarlo, como si desease saber su límite.


    Otra vez empezó a sentirse ebrio en aquella habitación, tal cual se había sentido la última vez que ella lo había tenido entre sus manos. Si Noah creyera en eso de las auras seguro describiría la de Agnes como abrumadora, como si fuera demasiado para él.


    Agnes era demasiado para él, y a pesar de haberse dispuesto a jugar su juego con sus reglas, aún no estaba listo para dejarse llevar por completo.


    Quería jugar, quería ser bueno y quería ganar para asegurar la seguridad de Cathy y así su propia tranquilidad, pero sabía que para eso tenía que dejarse ir por completo, dejar que Agnes lo sumergiera en su oscuridad, lo ahogara en ella, y lo resucitara a su propia voluntad, pero estaba aterrado de perderse a sí mismo en el camino.


    Porque iba a perderse, de eso no había ninguna duda, pero aún no estaba listo.


    —Respuestas —contestó, llevando su mano con su dedo sucio hasta el rostro de Agnes, sosteniendo su afilada mandíbula con la palma, poniendo el pulgar sucio de caramelo hasta sus labios—. Lo que más deseo de usted son respuestas, y haré lo que sea para conseguirlas.


    Agnes Astaroth


    Un brillo insano se instaló en los ojos de Agnes, ensimismada en que si hubiese espiado en la computadora probablemente hubiese obtenido las respuestas que buscaba, pero era tan buen niño que lo premiaría complaciendolo, pero claro, no por completo. Debía haber un tira y afloja siempre en los juegos de Agnes, y esta no sería la excepción.


    —Interesante —aceptó inclinándose hacia atrás para abrir uno de los cajones del escritorio y sacar 1 dado de ellos, entregándoselo a Noah—. Probemos tu suerte, si sacas los número 1 & 5 no responderé tus preguntas, y te besaré en donde yo desee, además que podré repetir el lugar en donde te bese —explicó con calma, sin apartar su mirada de la suya—. Si al contrario, los número son 2, 3, & 4 si responderé tus preguntas, y tú me besarás en donde desees hacerlo, con la condición que el lugar en donde me bese no puede repetirse.


    Le hizo cerrar el puño a Noah con el dado dentro de su palma, acariciando la piel de su muñeca.


    —Quizá cuando me levante de encima de ti esté húmedo tu pantalón... no traigo ropa interior Noah —murmuró y sus mejillas se mancharon del carmín, pese a la sonrisa traviesa de sus labios—. Entonces... empecemos a jugar con tu suerte.


    Noah Briggs~


    Se aferró a ese dado como si fuera un tesoro, porque para él, quello era el quivalente a un ancla que le garantizaba quedarse en el extremo de la sanidad mientras jugaba a tirar de aquella cuerda con Agnes.


    Por primera vez desde que había llegado Agnes había perdido el control de la situación, y su propio destino se encontraba a merced del azar.


    —Sé que es feo nombrar a otra mujer cuando me dice que no trae ropa interior, pero hablemos de Cathy. —Estaba ahí por ella, después de todo, y esa era la única respuesta que le interesaba obtener; si iba a tener algo de suerte ese día y no la usaba para obtener esa claridad que tan desesperadamente estaba buscando no podría vivir consigo mismo.


    Tiró el dado sobre el escritorio, y una sonrisa se formó en sus labios cuando volteó a volver a encarar a Agnes a los ojos, confiado. Había salido el tres.


    No se iba a andar con rodeos, no iba a perder su tiempo, y definitivamente no iba a darle ni un segundo para que pensara una versión alternativa a la verdad en aquella creativa cabecilla suya.


    —¿Qué quiere usted a cambio de garantizarme la seguridad de Cathy?


    Y no bien terminó de susurrarle al oído, se dedicó a darle un beso en la mandíbula, cerca del oído, quedándose casi quieto en ese instante, expectante a la respuesta.


    Todo lo que le pidiera después de esa pregunta, Noah se lo daría sin darse tiempo a pestañear.


    Agnes Astaroth


    Agnes al ver el resultado del dado le miró con suma diversión. Qué buen juego se le había ocurrido, había sido tan noble que hasta le había brindado un porcentaje más alto que el de ella para que llevase las riendas de la situación. Las ventajas de ser el favorito en su juego... o al menos así lo denominaba ella.


    —Mm —fingió pensar por unos breves instantes, pues le respondería con sinceridad, y con sinceridad Cathy no estaría en su tablero de juego como beneficiaria...—. Estará a salvo, ya ves que en la siguiente ocasión no batallará ni mucho menos, así que por lo menos unos días más podrás estar tranquilo —concluyó, negándose por completo al darle entender entre líneas su posición, porque cierto era también que Noah no podría brindarle algo tan precioso como para no ponerle los ojos encima a Cathy, porque a fin de cuentas Satán mandaba ahí, y Satán era ella en ese momento.


    Sujetó el dado y se lo entregó nuevamente, para que volviese a lanzar.


    Pff, pobre e iluso sinsonte.


    —Lanza los dados Noah.


    Noah Briggs ~


    Apretó la sonrisa en sus labios, como si estuviera haciendo fuerza por no perderla, para no dar a entender su frustración con aquella respuesta. Por supuesto que le iba a contestar una cosa así, que era Agnes, con un demonio. Agnes era excelente en su propio juego y él, ahí, sentado como un imbécil, pretendía jugar sin haber leído las instrucciones primero.


    Ella le había estado dando pistas desde el primer día en el que lo había encerrado en esa pesadilla, y él, como un tonto, había elegido ignorarlas, intentando crear su propio camino, intentando ni siquiera ganar, aunque fuera jugar, sin ensuciarse demasiado.


    No podía conservar su integridad y jugar al mismo tiempo, pero tampoco podía darse el lujo de no jugar.


    —Tres —advirtió tras tirar el dado nuevamente.


    No podía preguntar lo mismo y esperar una respuesta distinta, pero sí podía dar vueltas al mismo tema e incentivarla a buscar respuestas más sinceras.


    Tomó su camisa por la cintura, tirando hacia arriba para sacarla de dentro de la faja de la falda, y luego hizo su camino con sus dedos por los botones, desprendiéndolos uno por uno, como si tuviera todo el tiempo del mundo, como si quisiera darse suficiente tiempo para pensar en lo que hacía, para arrepentirse.


    Mantén a una feliz para mantener a la otra a salvo. Quizás, si la primera está lo suficientemente complacida, deje de pensar en la segunda.


    —¿Cómo puedo hacerla feliz? —preguntó en voz baja, con la mirada perdida en algún punto del pecho de Agnes.


    Y besó la piel de su pecho, sobre su esternón, dispuesto a jugar, convencido a no dar marcha atrás.


    Agnes Astaroth


    Sus palabras y su expresión la hizo sentir de nuevo con las riendas en las manos. Noah no tenía ese fervor que ella quería obsequiarle, pero poco a poco decían por allí, y poco a poco ella lograría lo que quería de él, lo que quería hacer de esa frágil alma benevolente que trataba de sacar fuerzas, fuerzas que ella absorbía cada que estaba con él.


    —Esa preguntas es muy buena Noah —aduló dejándose hacer, permitiéndole que desabotonara su costosa blusa y se viese la lencería negra que traía esta vez bajo aquella prenda—. ¿Sabes? Hay una niña que quiere ocupar tu lugar Noah, y me haría muy feliz que no lo permitieras —murmuró como transmitiendo un secreto que nadie más ahí dentro sabía—. Seré bondadosa como Dios con sus ángeles y te diré otra cosa que me haría feliz —su mirada se profundizó en la ajena—. Ver a Cathy llorar, y quizá a Laila también. Eso me hace feliz.


    Deslizó la yema de sus dedos por su camiseta y la deslizó hacia arriba, para dejar el torso masculino al desnudo. Era grato jugar con sus preguntas, y desviar hacia otros escenarios las respuestas. Porque no le diría a Noah que él también la hacía feliz, tenerlo bao¿jo ella tratando de mantener el control, de no perder la razón ni deviarse de su objetivo. Eso la hacía muy feliz.


    —Lanza de nuevo Noah, que tu suerte está en su cúspide.


    Noah Briggs ~


    De pronto algo en él se sacudió con fuerza al escuchar la respuesta de Agnes. Había invertido tanto tiempo y energía intentando hacerla feliz pensando que eso quitaría la atención de Cathy, y sin embargo, ahí estaba ella diciéndole que tenía que hacer llorar a Cathy.


    ¿Acaso Agnes sabía que eso era el equivalente de pedirle que se arrancara su propio corazón y se lo diera de comer a los cerdos?


    —¿En la cúspide? —preguntó luego de tirar el dado en la mesa con sumo desgano.


    Ya no tenía ganas de jugar, ya no quería tenerla encima de él, ya no quería seguir pretendiendo ser alguien capaz de hacerle frente. Quería salir corriendo y abrazar a Cathy y pedirle perdón por todas y cada una de las veces en las que la había hecho llorar sin darse cuenta, porque ahora que le estaban pidiendo que lo hiciera a propósito, sentía la urgente necesidad de recuperar cada una de las preciosas lágrimas que se hubieran escapado de sus ojos y devolvérselas como si fueran lo más valioso de ese mundo.


    Y de hecho, las lágrimas de Cathy se habían convertido en lo más valioso en el mundo de Noah, porque necesitaba conseguirlas a todo costo, pero sabía que ni con su porpia vida podría llegar a pagárselas a Cathy.


    —Creo que ya se me acabó.


    Volvió a recostarse sobre el asiento, a completa merced de Agnes, en su lugar de sumiso. Poco le había durado la valentía, porque ahora se veía completamente desarmado con aquel uno en el dado sobre la mesa.


    Agnes Astaroth


    Agnes le miró y rió ante su expresión de derrotado. Parece que había aplastado cada una de sus ilusiones con su franca sinceridad, por eso decían que era mejor mentir que decir la verdad. Quizá, si hacía a Noah mantener su energía podía comenzar a mentirle de manera descarada, a fin de cuentas un joven que siempre fue engañado sentimentalmente... terminaba acostumbrándose a eso. Quizá.


    —He de decirte como obsequio, que si me tienes feliz quizá mis ganas por hacer infeliz a Cathy terminen designadas a ti, o a la nueva chica que está por entrar —informó ladeando la cabeza y metiéndose en la curvatura del cuello ajeno—. ¿En verdad, tanto adoras ser la segunda opción Noah? Digo... para mí serás el único.


    Se desvió por un instante del juego, preguntando en modo de respuesta con lo mordaz en su voz.


    —Podría desecharte si así lo quieres —lamió la piel pálida de él, para luego morderla con dureza—. Podría dejarte de lado —ascendió hasta sus labios y le mordió nuevamente, reventándole. Quien tuviese un mínimo de inteligencia sabría que eso era un llamado de atención, una reprimenda—. Podría hacer muchas cosas en realidad contigo al sacarte del puesto consentido que te has ganado a pulso —. Ironizó entre divertidas y sardónicas aquellas palabras, mordiéndole ahora la mejilla con la misma dureza, sin piedad—. ¿Mm?


    Le miró a los ojos por un instante, esperando respuesta. Esperando saber si debía retroceder y darle a la pequeña muñeca el puesto que Noah ocupaba para ella desde aquel baño que le dio. Quizá, si él terminaba desistiendo quemaría toda la furia con Cathy, porque sí... ella estaba compartiéndolo sin importancia alguna, pero si un títere quería perder los hilos que con cariño ella había cocido para él, otro títere caería roto al piso como satisfacción personal.

    Noah Briggs ~


    Aquellas palabras le habían dolido más que sus filosos dientes a punto de romper su piel, porque implícito en el tremendo dolor que lo había poseído cuando le había indicado que tenía que lastimar a Cathy, saber que su propio cuello estaba en riezgo también le había dolido.


    No era un dolor banal como su labio roto o su mejilla marcada, no. Le dolía saber que siempre había tenido un pequeño monstruo enojado con el mundo dentro de sí, monstruo que Cathy siempre había mantenido a ralla, pero que podría ser privado de la oscuridad que necesitaba para crecer.


    Aquel lugar y aquella mujer estaban sacando a flote lo peor de él, y ya no sabía qué hacer para mantenerlos a ralla.


    —Ambos sabemos que usted puede hacer lo que se le dé la gana conmigo —le contestó con simpleza, tomándola de nuevo por la cintura, pero esta vez, con intenciones muy distintas.


    Quería tenerla sentada en el escritorio y pararse frente a ella. A pesar de quedar por encima de ella debido a su altura, no tenía ninguna intención de pasar por encima, pero necesitaba alcanzarla. Se sentía como si estuviera corriendo escalera arriba, sin saber si corría por la necesidad de alcanzarla o por la necesidad de huir de la oscuridad que, irónicamente, lo envolvía a la par de que llegaba más y más arriba, más y más cerca de ella.


    Agnes estaba perdiendo la paciencia, no podía ser tan imbécil como para no darse cuenta, y él, en cierta forma, también. Tenía que encontrar la forma de proteger a Cathy, y las opciones del lado de la sanidad se le iban agotando como si estuviera intentando calentarse en el más frío de los inviernos a base de una caja de fósforos.


    Tenía que dejarse ir.


    —Y ambos también sabemos que yo haré lo que sea para hacerla feliz.


    Tiró el dado hacia otro lado de la habitación, hacia un rincón oscuro, porque de ese juego ya se había cansado. Tenía otro juego que jugar, tenía otro papel que interpretar: el de su propio monstruo interior al que iban nutriendo a base de oscuridad. Y tomó una de las piernas de Agnes, levantándola por sobre su hombro mientras él se iba agachando frente al escritorio, arrodillándose frente a ella, humillándose frente a ella, tal y como ella quería. Sabía que ella no quería amor, que no quería su felicidad, que no quería la bondad que él tenía para Cathy; sabía que Agnes no quería saber nada con lo que él tenía con Cathy, que ella quería su propio Noah, que ella quería que él mismo descubriera lo que la luz de Cathy había ocultado por tanto tiempo.


    Pero la luz de Cathy no llegaba a él en esos momentos, y él iba a ser plastilina en las manos de Agnes, su juguete, su secreto, su favorito, su todo. Y entonces besó el interior del muslo de Agnes, aquel que había puesto sobre su hombro, porque si él iba a perder la cabeza por ella y aceptar su invitación a despedirse de su cordura, lo justo era que ella también perdiera la cabeza esa noche.


    Agnes Astaroth


    Agnes sintió una corriente en la espalda, acompañado del cosquilleo bajo su vientre al verlo arrodillarse frente a ella, sin testigos, sin espectadores. Sólo ella y él, él y ella en aquel cuarto pecaminoso de esclavitud y placer. Inevitablemente tragó grueso, como no hacía hace mucho. Clavó sus largas uñas en los hombros de Noah, rasgando la claridad de su piel y dejando marca en ellas.


    Porque en su cabeza no podía apartar la idea de modificarlo, de desarmarlo y volverlo a armar a su gusto, de tenerlo arrodillado frente a ella con los labios en su piel erizada a causa de aquel leve beso que le proporcionó al interior de su muslo. Alice tendría difícil el superarlo, el aplastarlo y dejarlo de lado como bien le había prometido a Agnes hacerlo para que solo jugase con ella en la oscuridad de la habitación, pero Noah empezaba a desenvolverse de una manera envidiable por la evolución que estaba teniendo en su maravilloso mundo.


    —Noah —susurró su nombre con un tinte de voz distinto, distinto a lo que había mostrado a todos dentro de aquel oscuro lugar. Quizá él descubriría algo que nadie más podría ver de ella... a fin de cuentas era su favorito, y tenía ciertas ventajas sobre el resto.


    Tener sus ojos brillando al verlo entre sus piernas provocaba que su tono de voz ansioso fuese más calmo. ¿Precavida quizá? o más bien, ¿expectante?. Ser una Reina para aquel pequeño caballo, porque sí, no era solo un peón, Noah era más que eso. Mucho más que eso.


    Noah Briggs ~


    Y de una forma u otra todo aquello de 'mantener una feliz para mantener a la otra a salvo' había cobrado un nuevo significado. Tenía que mantenerla ocupada, ocupada pensando en él, que no tuviera tiempo de recordar siquiera de qué color era el cabello de Cathy. Joder, si tenía alguna posibilidad de hacerle olvidar su existencia por completo, entonces se convertiría en una esponja y absorbería todo lo que Agnes tuviera que dar.


    Absorbería su violencia.


    Absorbería sus caricias perversas.


    Absorbería sus ideas retorcidas.


    Absorbería su locura.


    Y ya no le importaba perderse en el proceso.


    —¿Puedo tener otro chocolate? —preguntó, levantado su falda con sus manos, acariciando su piel expuesta con sus manos, las cuales habían dejado de temblar.

    [...]


    Instrucciones para Noah

    • Postear en la sala de espera que has descubirto una nueva mirada en Agnes, y que posiblemente seas el único en ver eso de ella. Implicito.

    • Luego de eso postear en tu habitación correspondiente

    'L-Los dejo entonces...disfruten'


    Disfruten...


    ¿Qué se suponía que tenía que disfrutar? ¿La forma en la que Cathy lo había mirado, con los ojos llenos de lágrimas?


    ¿Disfrutar hacer todo lo que estaba a su alcance para intentar protegerla mientras ahora ella era consciente? ¿Disfrutar mantenerla a salvo mientras él era quien la destruía en el proceso?


    Quizás Agnes no le ponía una mano encima, quizás Agnes la protegía, pero él era el único responsable por hacerla llorar.


    Tal y como Agnes le había pedido.


    ¿Llegaría el día en el que Agnes tendría que proteger a Cathy del monstruo en el que él se estaba convirtiendo?


    Noah.


    De pronto toda la valentía que había tenido para caminar hasta Agnes y tratar de adueñarse de su atención se había desvanecido, y se quedó helado en esa posición, detrás de ella, sintiendo que las piernas se le harían de gelatina si se movía, pues de repente, se sentía como el gusano más pequeño, el gusano más débil.


    Una sonrisa triste se formó en sus labios y agachó la mirada, esquivando la de Cathy, avergonzado de encontrarse con sus ojos.


    Si tan solo Cathy dejara de decirle que lo quería a pesar de todo, si tan solo Cathy encontrara fuerzas para odiarlo, esas fuerzas que él jamás podría encontrar, quizás así, quizás si a Cathy dejara de importarle él...


    Quizás la posibilidad de perder la luz de Cathy no era del todo tan mala después de todo. Quizás, si no fuera porque ella lo iba a buscar para sacarlo de su propia oscuridad, de su lugar frío y silencioso, él podría seguir cuidándola a su manera sin sentirse tan expuesto bajo su luz.


    Quizás si se quedaba en la oscuridad él no podría ver el monstruo en el que se había convertido, ese que quería crecer dentro de su pecho hasta adueñarse de todo lo que él era.


    Cómo le dolía que Cathy lo perdonara.


    Agnes Astaroth


    Sus ojos permanecieron clavados en la puerta al intuir el cambio en el aura de Noah, sonriendo y llevando su mano a sus propios labios para reir bajito, como si le hubiesen contado un chiste pícaro. Pero en esta ocasión no había sido un chiste, había sido Catherin quebrándose. Patética, linda, tierna.


    Y habló, dejando salir su voz con toda la sinceridad y burla:


    —¿Así te quedabas de pasmado cuando Catherine tenía otro hombre entre sus brazos? —soltó al aire, dándole aún la espalda a su preciado pajarito —, ¿te quedabas tan quieto al verla besándose con otro? No me digas que también te quedabas pasmado al verla desnuda sobre otro cuerpo que no era el tuyo.


    Y con sus pies dio una delicada vuelta, haciéndo sonar sus tacones para ahora quedar mirándolo a los ojos, como sino parpadiara al verlo.


    —¿Siempre has sido tan débil? —murmuró, sonrojándose sus mejillas—. Noah.


    Noah.


    ¿Qué se suponía que tenía que contestar? Siempre había sido el mismo niño patético persiguiendo a Cathy por todas partes, siempre dejando que ella lo cuidara.


    Incluso alguna vez pensó en que Cathy le permitía seguir a su lado porque le tenía lástima, pero de alguna forma, siempre lograba encontrar amor en sus ojos. ¿Quizás era pena y él veía lo que quería?


    Frunció el ceño y levantó la mirada, encarando a Agnes cual pajarito lastimado que aún no quería ceder.


    No. No podía ser así. Cathy lo quería, él lo sabía, no podía dejarse dudar.


    —¿Acaso se está enterando de algo nuevo? —le preguntó, dibujando por sí mismo esa línea otra vez, sintiendo que esa insignificante separación era alguna clase de protección—. Siempre he sido así de patético, no creo que usted no lo hubiera notado desde la primera vez que me vio.


    Demasiado patético para decirle que no a Agnes.


    Demasiado patético como para haber dejado ir a Cathy en su momento.


    Demasiado patético para todo.


    Agnes Astaroth


    Algo es su pecho se removió, algo como emoción, risa, burla...


    Estiró sus brazos y deslizó la yema de sus dedos por sus mejillas con parsimonia, sin perder sus ojos de vista.


    —Oh, me estás dando la razón —murmuró con un tinte de orgullo— ¿qué sentías cuando la lengua de Catgerine estaba presa en otros labios? —cuestionó comenzando a presionar con más fuerza la piel de sus mejillas—. Qué hipocritas son.


    Su comentario retumbó en las paredes al haber levantado la voz más de lo normal.


    —¿Y aún así dices que te quiere? Noah, yo te quiero, yo te cuido —susurró —. Ahora, leéme la carta de Shade en voz alta —ordenó apartando su tacto de él, como un cachorro que había hecho algo malo y no merecía el cariño de su amo—. Sé que no la rompiste, leéla, ahora.


    Se encaminó hasta el escritorio y se apoyó en la madera, mirando las manos de Noah mientras jugaba con sus uñas en la madera, simulando el galapar de los caballos.


    Iba a atraerlo a la oscuridad, a hundirlo, por desobediente.


    Noah.


    ¿Quererlo? ¿Acaso aquella mujer era capaz de querer a alguien?


    《Cathy nunca se acostó con nadie más》 pensó, y sus labios temblaban mientras su mano se metía en su bolsillo, buscando el demacrado papel.


    《Cathy jamás hizo algo para lastimarme, jamás quiso hacerlo》 pensó, y sus manos, también temblando, desdoblaron el papel, logrando abrirlo a duras penas, sosteniéndolo frente a su rostro, viendo cómo se movía rabioso por el temblor de sus manos.


    《Cathy me ha cuidado siempre, incluso cuando nadie me veía》pensó, y aunque quería decir todo lo que cruzaba su mente en esos momentos, se había quedado mudo.


    Shade, Cathy... Shade sobre Cathy...


    Noah haciéndole a Agnes muchas de las cosas que Shade había descrito en ese papel...


    Cerró los ojos con fuerza, abriendo la boca para decir algo, queriendo leer la carta como le había pedido, sin encontrar su propia voz.


    El papel estaba prácticamente destruido, gastado, maltratado; las palabras apenas y se leían, borroneadas, manchadas. Poco quedaba de esa carta más allá de la representación física de ese papel, pero eso era suficiente para torturarlo.


    No podía más.


    —¿Cómo permitió que alguien le hablara de esta manera? —le preguntó en voz baja, quebrada, sin poder despegar la mirada del papel, refiriéndose a las palabras de Shade.


    ¿Cómo le había permitido a él haber sido tan brutal con ella la última vez?


    A pesar de leerla en su mente, a pesar de sabérsela de memoria, no podía leerla en voz alta.


    No podía narrar sus propios pecados.


    Agnes Astaroth


    Las mejillas en su piel pálida continuaron encendidas, y hasta quizá, se encendieron un poco más al Noah hacer referencia a la carta. Necesitaba su atención en ella, no en alguien que ya se había ido, no en la patética de Catherine. Sus hombros se relajaron, manteniéndose recostada en la madera mientras su mano derecha se situaba en su cintura.


    —Fueron fantasías de Shade —su voz se tornó perversa al pronunciar aquel nombre—, fantasías que él no pudo llevar a cabo, aunque... la primera vez que nos vimos fue tan osado que sus labios terminaron tocando los míos, lo reprendí severa pero él... él era diferente —comentó con una sonrisa cínica—. No se contenía en lo más mínimo, y siempre expresó abiertamente lo que quería hacer, el cómo me lo quería hacer, y aquella carta no fue más que una sublimación sexual al no poder tocarme más que el cabello en la ocasión que acabo de comentarte.


    Se subió al escritorio y cruzó su pierna derecha sobre la izquierda, sirviendo la pierna derecha como soporte para izquierda que se movía similar a un columpio.


    —Shade —volvió a pronuncia su nombre con la vista perdida en el techo, y sus manos perfectamente posicionadas sobre sus rodillas, sobre la tela de las medias veladas negras en sí—. Era un cuervo bastante particular y agresivo... es una lástima —sus orbes se deslizaron escudriñándolo con la mirada, como si lo culpara, como si culpara a Catherine el tener que haberse desecho de una pieza tan solemne.


    Y como castigo, no volvió a pronunciar su nombre en toda la conversación. Noah no estaba presente, era Shade quién ocupaba sus labios sin siquiera estar presente, al menos en ese instante.


    Noah.


    Shade.


    Podía escuchar a Agnes hablar, pero las palabras se distorsionabab en la habitación, como si fueran una clase de ruido indescifrable. Ese nombre, en cambio, era como una constante invariable, un sonido que le llegaba fuerte y claro.


    Shade le había puesto las manos encima a Cathy, a su Cathy.


    Shade le había puesto las manos encima a Agnes.


    Su Agnes.


    Sinsonte.


    Agnes se había deshecho de él, y sin embargo, ahí estaba ese maldito cerdo tan presente en esa habitación como su propia ansiedad, tan palpable como la tensión en el ambiente. ¿Por qué alguien cuyo cuerpo ya se habría enfriado seguía molestándolo tanto?


    Ya no estaba.


    Estaba muerto.


    Ya no era nada más que un cuerpo.


    Solo quedaba esa carta.


    La carta.


    ¿Y Noah? ¿Y Noah dónde estaba?


    Noah ya no sabía dónde estaba porque nadie llamaba su nombre en aquella oscuridad que lo rodeaba.


    Había empezado a despedazar la carta entre sus manos, rabioso, sin darse cuenta de nada.


    Estaba ido. Estaba perdido.


    Agnes Astaroth


    Sus orbes con una facilidad indescriptible notaron un clic en Noah, y continuó como víbora su discurso, con una sutilidad invisible y una maldad naturalizada en su día a día.


    —"¿Cómo me siento? Duro" —se cubrió la boca y rio brevemente—. Podía causar vergüenza cada que era tan... explícito, pero no se le puede hacer nada, a fin de cuenta Shade era un hombre de veintinueve años. Un hombre, no tenía nada de niño —repitió y ladeó su cabeza con lentitud—. Shade... qué carta más graciosa ha escrito, ¿qué piensas de sus palabras? —cuestionó, evitando nuevamente el pronunciar su nombre, y hablando nuevamente de alguien que no caminaba con ellos, ni de cerca— Carismática, gracioso, osado, así lo describí en mi reporte a las autoridades nacionales— murmuró y su mente viajó al pasado por un momento, citando otra de las cosas que le había dicho a solas— "¿Por qué dices querer ahorcarme cuando es obvio que quieres algo más? Seamos ambos adultos y admítelo."


    Comenzó a peinar su cabello entre sus dedos, como solía hacerlo y permaneció en silencio.


    Noah but not noah at the same time porque se perdió en sus pensamientos (?)


    Seguía en ese espacio oscuro, en esa ausencia de todo, y sentía que caminaba en todas las direcciones de su oscuridad sin poder encontrar un camino fiel que lo llevara a donde quería ir.


    ¿Y a dónde quería ir él?


    ¿Quién era él?


    Pasó saliva con dificultad, pues para cuando aquella carta se había destrozado entre sus manos, sus ojo se habían puesto vidriosos. Había intentado concentrarse en el ruido del papel rasgándose, viendo los papeles caer frente a él en el piso, como si eso lo fuera a llevar a algún lado.


    Como si el camino de la destrucción fuera lo único que tuviera sentido en esos momentos.


    ¿Cómo canta un sinsonte si el sinsonte siempre imita a los demás?


    Solo se quedó ahí, parado, con la mirada clavada en los trozos de papel tirados frente a él, completamente inerte. Escuchaba las palabras de Agnes, pero ninguna de ellas era lo que quería escuchar.


    Quería que alguien lo llamara, que le dijeran quién tenía que ser, porque él ya no podía decidir por sí mismo.


    Se sentía vacío.


    Agnes Astaroth


    Notó sus orbes vidriosos y sintió que ganó, que recuperó su posición, posición que había robado Catherine al irse y él dejarse afectar. Pero así aprendería, quién podría hacerlo llorar con el chasquido de unos dedos... pero más importante que ello, quién se encargaría de curar cada herida de él. Se quitó con calma los tacones y los dejó en el suelo, caminando en puntillas hasta él.


    Sus dedos se deslizaron desde sus muñecas hasta llegar su nuca, y aunque el fuese más alto que ella le hizo subir el rostro al sujetarlo de las mejillas, clavando sus orbes carmín en los suyos. Y se mantuvo mirándolo por un momento.


    —Aún así, no llegó ni de cerca a ser mi favorito —murmuró—. Nadie, hasta ahora, ha podido ser Noah —lo atrajo hacia ella y le abrazó acariciándole el cabello, como una madre que consiente a su hijo cuando ha tenido una raspadura—. Ni siquiera Shade.


    Una sonrisa enmarcó sus hoyuelos.


    —A fin de cuentas eres mi favorito. Y eso... te hace completamente mío.



    Noah but not noah at the same time porque se perdió en sus pensamientos (?)


    No había sido capaz de escucharla caminar, pues él ya no estaba en ese lugar.


    Él estaba en sumido en la oscuridad, viendo a la nada, incapaz de verse a sí mismo siquiera. Sentía que buscaba sus propias manos, que quería verlas, pero no había nada que ver.


    Todo a su alrededor estaba negro, todo a su alrededor era silencio, todo a su alrededor era soledad.


    Ya no sabía a dónde ir ni qué pensar.


    '...Noah'


    Ese era él.


    Parpadeó un par de veces, intentando acostumbrarse al tacto en su cuerpo, intentando acostumbrarse a la luz que podía ver. Estaba en la oficina, y de pronto la oscuridad que lo rodeaba se había ido. Frunció ligeramente el ceño y miró hacia los costados, tratando de encontrarla de nuevo, como si hubiera empezado a acostumbrarse a ella, como si la realidad se le hiciera abrumadora.


    'A fin de cuentas eres mi favorito. Y eso... te hace completamente mío.'


    —Tuyo —contestó con un hilo de voz, encontrando al fin sus ojos.


    En la mirada de Agnes se encontraba esa oscuridad que lo había bañado todo ese rato, ese abismo en el cual se había perdido de tan adentro que se había metido.


    En la mirada de Agnes podía ver su propia oscuridad.


    Agnes Astaroth


    El agarre en su nuca se ajustó y se empinó aún más, besándole como nunca antes lo había hecho. Con un tinte de suavidad, delicadeza, evitando ahogarlo en ella, sino más bien, buscando su ritmo calmo, como quien muestra a alguien cuan bueno y sincero se puede ser en algo nuevo. Se distanció un poco y le obsequió una sonrisa leve.


    —No vuelvas a decepcionarme Noah —advirtió—, y recuerda cuán mío eres, siempre.


    Se alejó de él y caminó hasta el cajón sin llave de su escritorio, sacando un paquete de frituras.


    —Cómelas, es hora de que te retires.


    Reglas:


    • Noah debe postear en la sala de espera, comentando cuán es de Agnes, y sin hacer ni una sola mención a Catherine.

    • También debe hacer mención sobre lo que Shade ha hecho con Agnes, y lo que ha sentido al escucharlo.

    • Tu habitación asignada es

    y eso es todo lo pg friendly que se perdieron en los pms de noah y agnes c:
     
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  13.  
    Zireael

    Zireael Equipo administrativo Comentarista empedernido

    Leo
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    Paso a dejar los MP de Laila y Agnes.

    No son 17k, no se me asusten (?)

    Me meo, ¿dónde quedó esta Laila?

    Estás en una celda detenida, esperando el traslado a Wonderland. Tu anterior abogada da autorización para que te lleven hasta un cubículo. En éste cubículo se te ha hecho entrega de una miserable mochila de tela vieja, la cual conlleva dentro 2 objetos.
    • 1 cuadernillo con instrucciones de la prisión. (Podrás leerlo al llegar a wonderland)
    • 1 caramelo para consumir cuando lo veas necesario en Wonderland.
    —¿Cómo te sientes? Laila —cuestiona sentada sobre una pequeña mesa de madera. Tiene un collar de metal en la mano y juega con éste pesado objeto entre sus dedos.

    Tus manos están atadas por unas esposas. Los oficiales te esperan fuera del cubículo pero no puedes salir de éste hasta dialogar con la mujer que tienes al frente, mujer que fue tu abogada.


    Laila.
    Suspiró, con la vista clava en el escritorio que la separaba de aquella mujer. ¿Cómo demonios todo podía terminar tan mal en tan poco tiempo?
    Alzó la vista en cuanto se dirigió a ella y casi inmediatamente, apartó la mirada de la suya.
    Sentía la garganta seca y los inicios de una espantosa migraña.

    —Me incomodan las esposas —dijo con voz queda, mirando el escritorio nuevamente—. Shawn.

    Tragó grueso y volvió la mirada a los ojos rojizos de la mujer frente a ella, formulando las únicas preguntas que se le pasaban por la cabeza.

    —¿Cómo está Shawn? ¿Qué harán con él?

    Agnes.
    Agnes se encaminó hasta ella y le peinó el cabello. Le parecía la mujer más linda de todas hasta ahora, con esa cabello largo, blanco. Lo contrario a ella. Bondad, ternura, angustia. Todo reflejado en esa mujer que solo preguntaba por su pareja, preocupada.

    —Está bien —respondió y estiró la mano para sujetar el collar y ajustárselo al cuello con suavidad—. ¿Has escuchado de la ave quebrantahuesos? Es todo lo contrario a ti, podría titularte su nombre en otra legua. Quizá ¿Lammergeier? —meditó mientras continuaba peinándole el cabello.

    Laila.
    Dio un respingo cuando sintió el tacto de la mujer en su cabello, pero pronto se relajó, acostumbrada a aquellos tratos.
    Además, esposada no es como si pusiese hacer la gran cosa.
    Apenas reaccionó cuando le colocó el collar.

    De alguna forma aquella respuesta no era suficiente, pero calló, distrayéndose con las siguientes palabras de la mujer.

    —¿Lammergeier? Es un ave de presa, rompe huesos, como dice su nombre, para poder tragarlos. Dudo mucho que le agradara que una desconocida le pusiera un collar. —Frunció el ceño ligeramente—. ¿Para qué vas a darme un nombre distinto?

    Deseaba decir que no lo quería, pero no tenía caso.

    Agnes.
    Agnes ignoró sus preguntas con una sonrisa altiva mientras continuaba peinando el cabello ajeno, procediendo a explicar el efecto del collar.

    —Si no comes un dulce cada tres días el collar liberará un ácido inyectado desde tu nuca hasta tu estómago... morirás inevitablemente —le haló un hilo del cabello—. El collar se activará en cuánto pises la prisión a la que te trasladarán, prometo que será un mundo maravilloso el que vivirás. Una linda ave enjaulada en un maravilloso mundo.

    Caminó hasta la puerta y sujetó el pomo de ella.

    —Dentro de poco verás a Shawn, lo prometo.

    Oficiales de policía entraron luego de Astaroth salir, sujetando a Laila y llevándose arrastras con la mochila vieja y desgastada de tela, hacia el autobús
    .

    Las cortinas están cerradas, siendo la iluminación unas pequeñas lámparas de noche, sonando música de una pequeña grabadora que es cubierta por una felpa color sangre. El escritorio solo tiene la silla de Agnes, y encima de la madera reposa un portátil, un vaso de agua y el contenido cilíndrico en el extremo derecho que contiene el ojo izquierdo de Connie, recién extraído. El lugar es medianamente amplio, en donde también hay un pequeño piano.

    Las paredes son de un tono chocolate oscuro y el suelo es de madera, el cual reluce de pulcritud. Hay un sitio para colgar chaquetas, abrigos, sacos y Agnes de por sí cuelga la suya ahí. El aire acondicionado mantiene encendido y se siente una atmósfera extraña al estar ahí, a solas con ella.

    El lugar tiene un dulce aroma a fresas, cerezas y chocolate. como el perfume de Agnes. Es el único sitio en donde no hay cámaras de seguridad, micrófonos y guardas.

    Agnes.
    Sus ojos expresan ambivalencia, y no los aparta ni un segundo de tu persona.

    —¿Qué tal tu día cuidando a Shawn, Laila, disfrutaron el espectáculo? —susurró pasando el pasador a la puerta luego de que entraras por ella, recostándose en la madera de ésta mientras jugaba con sus uñas en el aún sujetado, pomo de la puerta, causando un chillido por el arrastre de sus largas uñas en el metal.

    Laila.
    Sintió como si el ojo del colibrí se clavara en ella y las náuseas que había sentido en la jaula, regresaron.
    Tragó grueso antes de girarse hacia Agnes, atraída por la puerta cerrándose y el chillido metálico que le siguió.

    ¿Espectáculo?

    Nuevamente su mirada perdió brillo y adquirió aquel aire felino, con el ceño ligeramente fruncido.
    Se acercó al escritorio, apoyando sus manos, por fin libres, en este y luego el peso de su cuerpo, sin separar la vista de aquella mujer.

    —Te divierte, ¿no? —Sonrió ligeramente—. No, no. Peor aún, ¿te excita acaso? ¿Te van estos rollos?

    Suspiró antes de seguir hablando.

    —Hubiese sido excelente si no hubiese tenido que preocuparme de cuidar a nadie, ver a dos chicas peleando y a la perdedora quedar tuerta, querida, pero aquí poco importa lo que nosotros deseemos. El show es para ti y los enfermos que vienen al parque. —Quería lanzarse sobre ella, estrangularla, lo que fuese, pero en su lugar deslizó las uñas por la madera del escritorio. Levantó la mano y tocó el collar que indicaba que le quedaban dos miseros días—. ¿Cuando no tengamos el caramelo, qué tendré que hacer para detener esta cosa? La mía y la de Shawn.

    Agnes.
    Agnes caminó a paso lento hacia ella, sonriendo levemente ante sus palabras, de forma falsa, hipócrita. ¿Shawn conocería ese lado de ella? Oh, la curiosidad comenzaba a instalarse en su pecho a medida que llegaba más, y más cerca.

    —Quizá —respondió y juntó su frente con la de ella, posando sus manos en la madera del escritorio, acorralándola—. Esa manera de hablar —susurró divertida, alejándose y moviendo su largo cabello azabache, golpeándole el rostro con éste apropósito—. Ganar nuevos caramelos, y aquellos los ganarán al cumplir algunas demandas que pediré, puede variar entre juegos, competencias... y mucho más.

    Le volvió a mirar y señaló el vaso de agua.

    —Bebe Laila —le sonrió con dulzura mientras el ruido de la música aumentada—. Que hoy no estoy de buen humor.

    Y su mirada se fijó de golpe en la suya, relamiéndose los labios mientras apartaba cualquier rastro de suciedad de su falda al sacudirla.

    Laila.
    Le sostuvo la mirada en cuanto unió su frente a la suya y suspiró con hartazgo cuando sintió su cabello golpearle el rostro.

    —Más demandas de esas tuyas. —Estaba fastidiada.

    Empujó lentamente el vaso hacia el borde, como un gato a punto de tirar algo, del escritorio, sin apartar la mirada de Agnes.

    —El problema, querida, es que yo tampoco estoy de buen humor.

    Cuando el vaso estaba por resbalarse del borde, lo tomó y dio un sorbo, buscando apaciguarla y volvió a colocarlo en su lugar.

    Agnes.
    Agnes sonrió con altivez y se acomodó tras ella luego de unos suaves pasos, sujetándola del cabello y empuñando su mano derecha para atraerla a ella con violencia, susurrando cerca de su nuca.

    —¿Quieres que te reprenda, cariño? —preguntó y apretó más el agarre entre sus brillantes cabellos—. ¿Oh mejor quieres que me desquite con Shawn cuando él esté aquí? Pequeña perra.

    Le soltó y la miró divertida, ronroneando la canción que se repetía una y otras vez mientras sus uñas se movían sobre la madera causando un ruido similar a los de los caballos al galopar. Laila... ya empezaba a tener una idea de con quién situarla al salir de ahí.

    Laila.
    La forma en que le sujetó el cabello le arrancó un quejido, iba a quitársela de encima, pero tan pronto como la había sujetado, la había soltado. Sintió como algunos hilos de cabello se quedaban enredados en su mano.

    Clavó su mirada opaca en ella, a través del cabello revuelto.

    —Las mujeres como tú son todas iguales, ¿no es así? Les gusta tener el látigo en la mano. —Entrecerró los ojos—. Y bien, ¿qué show me obligará a montar entonces con tal de mantener a Shawn con vida, mistress?

    La última palabra salió de su boca como un ronroneo.

    Agnes.
    La escudriñó con la mirada. Le gustaba más cuando agachaba la cabeza y por poco lloraba en sus brazos... la chica a la que le hizo la entrevista, no a esa perra que tenía a un joven tan caballeroso como pareja. Definitivamente se desquitaría con él, le jalaría el cabello, le mordería los labios y le pegaría en donde se le apeteciera.

    —Curioso dicho —se recostó en la madera levemente—. He de decirte que el cómo se mantendrá Shawn, le concernirá únicamente a él —su tono de voz fue burlesco, ácido—. Así que Laila, tu comportamiento ha acentuado tan correctamente que ya te tengo un compañero de cuarto, al menos, en lo que concierne esta noche.

    Sonrió con ironía.

    —Hora de retirarte.

    Reglas:

    • Debes postear en la sala de espera. Mencionando que te duele la cabeza por como Agnes te haló el cabello, además de que has tenido indicaciones y te diriges a buscar tu habitación.
    • Luego debes postear en la habitación que te ha sido asignada, no podrás salir de ahí hasta que por los altavoces se escuche que pueden salir de sus habitaciones. (De lo contrario los guardias te cogerán a golpes y probablemente termines inconsciente)
     
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