Fantasías

Tema en 'Wonderland' iniciado por Insane, 2 Junio 2019.

  1.  
    Insane

    Insane Maestre Comentarista empedernido

    Leo
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    Los rayos solares entran por el techo cristalino que cubre el lugar, permitiendo que se vean las nubes y el azul del cielo, dando reflejo en el agua clara de la playa artificial. Las olas, la blanca arena, las sillas con sus respectivas toallas, y canastas que dentro contienen fruta fresca picada, champaña, bebidas tropicales y postres de coco.

    Sobre las sillas también están distintos trajes de baño femeninos y masculinos. Agnes ha pensado en el estilo de cada uno, y ha hecho que diseñen los mejores estilos para sus preciados prisioneros.

    Reglas de fantasía

    • Este sitio puede modificarse cada que lo visiten.
    • Cada que estén aquí su salud mental se estabilizará por el despeje que tendrán.
    • Agnes no entrará aquí, al menos no mucho. Ya que quizá cuando lo haga sea solo para divertirse tal y como ustedes, así que no habrán órdenes de ella, ni serán amenazados al estar en esta zona.
    • Solo podrán ingresar a este espacio cuando se los ordenen por los altavoces.
     
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    Gigavehl

    Gigavehl Equipo administrativo

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    Galen Rutonver

    No pasó ni un minuto cuando al fin había llegado, los guardias me dijeron que era libre de hacer lo que se me diera la gana detrás de esa puerta, y a menos que Agnes nos ordenara hacer otra cosa. No habría nadamas por preocuparse...
    No evité fruncir el ceño ante tal acto, ¿porqué se estaban comportando de esa manera tan neutral? Volteé hacia la puerta y la abrí, parece que soy el primero. Pues el sitio esta desértico, de la manera un tanto literal.

    Sin dudas, era nuevamente, un sitio que no me esperé en lo más mínimo. Una playa artifical, con sillas, bebidas, trajes de baño, frutas frescas... Literalmente, era un pedazo de paraíso...
    No evité sentirme sumamente confundido y la puerta fue cerrada, caminé sin más mirando alrededor, y aunque no quisiera, tomé una bebida de piña colada que estaba ahí y agarré una charola de frutas que estaba cerca para comerlos y beber. Estaba sediento y hambriento, desde Joker que no he consumido casi nada. No evité sonreír ante el alivio, aunque a la vez tenía miedo. ¿Porqué todo cambió repentinamente? No creo que el ser dramático haya afectado las cosas, no creo que Astaroth por las buenas nos deje sin más aquí. Pero, al paecer, de alguna manera, así es por el momento...

    Me senté, y seguí comiendo desesperadamente, si alguien entra seguro me verá como un loco pero no me importaba. Si me ven como un estúpido ya no me interesa, apenas me sienta satisfecho me pondré un traje de baño que hay de distintos tipos, al parecer Astaroth nos tiene asignado uno, el punto es, que me aventaré al agua. Necesito desesperadamente despejarme, necesito cambiar, no quiero pensar que estoy en Wonderland por ahora... Aprovecharé este corto lapso de soladad ahora.

    Habría metido una canción con el ambiente para acompañar todo esto pero no sé si hacerlo... De momentos siento que es mejor así e.e
     
    Última edición: 3 Junio 2019
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    Zireael

    Zireael Equipo administrativo Comentarista empedernido

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    Laila Meyer.


    Salió la enfermería después de haberse puesto la ropa limpia y meterse en el bolsillo el botecito de crema que aquellas extrañas chicas le habían entregado. Lo cierto es que las pastillas le habían ayudado mucho con el dolor de su cuerpo resentido.
    Caminó guiada por los guardias, creyendo que iba a ser asignada a una habitación, si es que tenía la suerte de que no la mandaran a Joker de nuevo, pero en cuanto fue dejada frente a la amplia playa artificial se quedó clavada en su lugar, sin comprender absolutamente nada.

    Volvió la vista hacia los guardias que, sorprendentemente no la empujaron dentro, solo señalaron el lugar. Dio el primer paso hacia la playa, sobre la arena, y sin darse cuenta un sonido de sorpresa se le escapó de los labios.

    Sueño. Eso era un sueño, ¿no?

    Clavó la vista sobre el agua clara, en las suaves olas que rompían en la arena húmeda y por algún motivo deseó llorar como una niña. Luego de la noche en Joker y la batalla en la jaula, aquel paisaje le resultaba imposible de creer.
    Recordaba sus viajes a la playa con su padre, con su madrastra y con Richard. Recordaba la vida de la Laila que Shawn había dicho que ya no existía.

    Continuó avanzando lentamente, hasta detenerse a cierta distancia de las sillas y mecánicamente se desató el cabello, colocándose la coleta en la muñeca, antes de seguir caminando.
    Cuando estuvo junto a la orilla del agua, regresó la vista hacia atrás y reparó en las canastas de frutas y las bebidas; pero además vio al chiquillo, prácticamente atragantado con una de las canastas y una bebida.
    Sintió lástima por él, a pesar de su comportamiento, y se hubiese detenido en ese pensamiento de no ser porque ella misma se encontraba en el mismo estado de desesperación.
    Se acercó, tomó una de las canastas y dos vasos de lo que parecía un cóctel de frutas. Pasó de largo y se sentó a varias sillas de distancia, para luego tomar el primer trozo de fruta y metérselo en la boca; esa sola acción desencadenó las demás, en cuanto se dio cuenta, se había terminado las frutas y estaba bebiendo como si la vida se le fuese en ello, llenando el estómago que tenía vacío desde hace quién sabe cuanto tiempo.
    Una vez terminó, dejó la canasta vacía y los vasos en la arena, junto a la silla, y suspiró con pesadez. Se quitó los zapatos y colocó los pies sobre la arena blanca, sintiéndola en su piel.

    ¿No meterse en el agua salada? Qué fiasco.

    Volvió a suspirar y se levantó, avanzando hacia el agua nuevamente, y se sentó cerca de la orilla, abrazándose las rodillas, donde la marea apenas le alcanzaba los pies. Mientras el agua no le alcanzara los cortes y la herida suturada estaba bien, ¿no? Además, ni siquiera iba a ponerse el bañador, no deseaba que Agnes cuidara de ella.
    Sintió la calidez del sol, que mezclada con la maravillosa sensación de tener el estómago lleno, hizo retroceder por fin el terrible frío que le recorría el cuerpo y su piel, pálida como la de un muerto, empezó a recuperar algo de color.

    Ahora solo quería que trajeran a Shawn, ver que estaba bien, que estaba en una sola pieza y que ella, a pesar de que le faltaba una parte, estaba en condiciones y supiera que no tenía nada de lo que preocuparse.
    La verdad es que solo quería verlo para pedirle perdón por las cosas horribles que le había hecho.

    No merecía a Shawn. Ahora más que nunca tenía certeza de ello.

    When Giga no se decide a poner una canción, así que la pongo yo bc why not.
     
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    Ceci

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    Noah Briggs ~

    Un suspiro se le escapó de los labios no bien llegó a ese lugar que se le hizo tan extraño como posible. Los hacían pelear en una jaula, los llamaban por nombres de aves, tenían que comer caramelos que nada de dulce tenían, así que por supuesto que tenía que haber una playa metido en esa prisión.

    ¿O acaso ya había perdido la cabeza y ahora estaba en su propio lugar feliz?

    Tenía la certeza de que nunca lo averiguaría por completo.

    Avanzó hacia la playa, sin pensar muy bien a dónde iba o al paso al que se movía, pero con la vista clavada en la costa. El ruido de las olas rompiéndose en la arena era casi hipnotizante, como bombas explotando lo suficientemente cerca para ser escuchadas, pero lo suficientemente lejos para sentirse completamente a salvo.

    Se detuvo a la orilla de la playa, justo antes de pisar la arena mojada, y dejó salir un suspiro mientras se metía las manos en los bolsillos. Había ignorado todo en aquel lugar con tal de seguir caminando hasta el inmenso mar azul, tan distraído en sus pensamientos que ni siquiera había distinguido a Laila sentada en la orilla.

    —Hey —le dijo en voz baja, sin dignarse a mirarla, sin ser capaz de separar la vista de aquella línea difusa en donde el cielo se volvía el mar y viceversa.

    No se sentía con derecho a hablarle, no luego de haberle dicho que todo estaría bien justo para que todo se fuera a la mierda en el segundo en el que se lo había dicho, pero tampoco quería asustarla por aparecerse allí.
     
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    Mahou

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    Mercurio Milano

    Los guardias lo guiaron hasta un nuevo lugar. Abrieron las puertas y sólo se quedaron lado a lado, dándole lugar para entrar primero. Era similar a cuando visitó la oficina de Agnes, con la diferencia de que ésta vez no se colocaron detrás de él cortando su paso. De todas formas… No es como si tuviese más opciones. Sabía que nunca las tendría, así que sin quejas avanzó.

    Al entrar, sintió una suave brisa acariciar su rostro haciendo que sus cabellos se mecieran un poco. Sus ojos se entrecerraron un poco el cambio de iluminación. Era una playa de belleza artificial, creada al placer de alguna persona. Reconocía que las verdaderas eran hermosas, pero ninguna era tan perfecta como la que tenía frente a sus ojos.

    Era las imperfecciones lo que las hacían bellas, si le preguntaban.

    “¿Qué se sentirá surfear?”

    Recordaba la voz de Shade. Hubo una ocasión en la que hablaron de lo interesante que sería viajar, experimentar algo fuera de la zona de confort. Eran sólo ideas que surgían viendo las revistas deportivas que solían mantener en el gimnasio, charlas espontaneas que, al menos él, no tenía con nadie más.

    ¿Eso era extrañar a alguien? Qué extraño. Se sentía distinto ahora que estaba allí… Antes sabía que estaba prisionero. Ahora… ¿Ahora dónde estaba?

    Si realmente lo había logrado, esperaba que huyera lejos, a una playa, a donde fuese.

    Todavía sin cambiar de lugar, sus ojos dieron un rápido vistazo por el lugar. Arena blanca, aguas traslucidas, sillas, trajes de baño, un chico hambriento y una joven que, mucho más lejos que ellos, permanecía en la orilla del agua. Si había alguien más, todavía no los veía.

    Había dos personas además de él, ignorándose mutuamente. Aunque se sentía como un intruso en ese ambiente de paz, también tenía la impresión de que….cada quién estaba con lo suyo, a su manera. Dudaba realmente que un rostro nuevo llamara la atención.

    Se acercó a la mesa y tomó una canasta junto con una bebida, como supuso todos harían al entrar. Ladeó el rostro y se acercó a donde el muchacho devoraba su comida. En silencio, le dejó los duraznos de su canasta para que los comiera. Él no los iba a necesitar ¿Y para qué desperdiciarlos?

    Con el mismo silencio, recogió sus cosas y se dirigió a una silla.

    Observar y esperar era todo lo que le quedaba, siendo que cada quien estaba en su mundo.
     
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    Gigavehl

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    Galen Rutonver

    No podía dejar de comer, mi hambre era insaciable, seguro habría repercusiones. Sin embargo, ví como alguien me dejaba unos duraznos, y al voltear a verlo ya se estaba retirando. Otro sujeto nuevo, completamente nuevo... Pero sin dudas no parecía otro "Alice" no sabía quién era pero se veía un poco tenso.
    Queriendo no incomodarlo decidí dejarlo hacer lo que quiciese, terminando y tomando lo que me dejó.

    Llevaba dos charolas enteras de frutas y la bebida se me acabó pronto, pero al fin estaba satisfecho... Suspiré de alivio puro, soltando una lágrima de alivio. No me podía creer lo que sucedía, digo, no es como que de verdad esto pueda mejorar de la nada. Pero de pronto, ví una sombra pasar y me sorprendí al ver a Laila ahí, no me miró, y no es como que debiera hacerlo. No evité sentirme apenado... Primero la frustración con Aimi, luego mi agobio por no lograr averiguar los planes de Agnes, luego decpecionar en cierta medida a Shawn que hasta lo molesté, y ahora el tema de Laila y el tremendo ridículo que hice frente a todos... Tal vez y de alguna forma no he estado actuando como debo, igual. Me relajé un poco y volteé. Pude ver a ese tal Noah acercarse a Laila.

    Justo cuando me iba a levantar a pedir disculpas, él llegó. Maldita sea... Igual, no es como que importara ahora... ¿O sí? Ví otra charola más, realmente eran bastantes, así que tome otra, no sin antes quitarme mi chaqueta al fin, revelando mi playera negra y con bastantes franjas blanzas que la chaqueta cubría. Y tomando algo de, tal vez... Valentía o más idiotez. Me dirigí a ambos, aunque la charola no era para mí.

    —Oye, Quebrantahuesos... Disculpa mi gran idiotez ahí atrás. Solamente quería lo mejor para Shawn, pero creo que hay que admitirlo. Así atacara a alguien completamente desconocido, no se hubiera atrevido... Es un buen sujeto, fui su compañero en Joker como dijiste. Y aún sientas que mereces haber sido derrotada, creo que realmente ninguno aquí dentro merecemos estar aquí.

    >>C-Creo... Que lo menos que puedo hacer es disculparme, si es que te desepseré. Tampoco era mi intención... Laila, ¿verdad? Yo soy Galen. Y te traje esto por sí acaso...—le extendí la charola para que lo tomase, aunque poco después lo deje con cuidado en la arena y añadí como último—Creo que no es el mejor momento y si quieres hacerme algo ahora mismo, adelante. Realmente no he actuado de la mejor manera últimamente, supongo que... Ya disfrutarás cuando me toque pelear. Verás como este reverendo idiota se calla al fin, ¿no?—. Dije, un tanto irónico y sin poder sonreír en ningún momento, suspiré, miré a Noah un momento y simplemente hice un gesto con mi dedo índice y el de medio en mi frente, como si me despidiera y me dí la vuelta para alejarme, era más la pena que tenía con todos ellos, más con Laila y Shawn que realmente no quería quedarme ahí.

    Era mejor aprovechar ahora que no había mas gente, al rato sería imposible. Así que me regresé a las sillas y me dispuse a relajar un poco, ya si alguien quiere hablarme, adelante. Igual, no es como que pueda hacer algo mejor ahora...
     
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  7.  
    Etihw

    Etihw The Golden Witch Comentarista empedernido

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    Bueh, este post lo tengo desde ayer y teniendo en cuenta que Aimi salió primera pues... idk no quise cambiarlo y por eso están los vestidores sorry(?) para que no os confundáis al leer y eso (?)

    Aimi Shiotani~

    Cuando entró tuvo que ponerse la mano frente a la cara y entrecerrar sus rojizos ojos por la gran luz que había en aquel lugar. Poco a poco trató de acostumbrar sus adoloridos orbes a la luminosidad de aquel gran espacio, confundida, incrédula ante el paisaje frente a sí. El sonido de las olas era lo único que se oía en el silencioso y vacío lugar. Claro que no había nadie, si ella se marchó tan pronto pudo de allí.

    Avanzó mirando cada rincón, sin poder comprender cómo podía existir aquel sitio en medio del infierno que estaba siendo su día a día. Se sentía la paz allí, con una suave mezcla de olores marinos y frutales. Incluso daba gusto sentir aquellos cálidos rayos del sol sobre su cuerpo.

    Se acercó a las sillas, viendo las toallas y todos los bañadores que había encima de ellas, cada uno siendo distinto al otro. Se paró en seco frente a un bañador que le era muy familiar, y lo cogió, sentándose en la silla en la que estaba.

    Debía estar de broma.

    Se abrazó las rodillas, enterrando su cara en ellas, y suspiró. Se dio cuenta de que era la primera vez que estaba completamente sola, sin Agnes, sin un compañero de cuarto, sin guardias cerca. No había ojos que pudiesen mirarla en cualquier momento. Solo estaba ella entre aquellas cuatro paredes.


    —Hiciste bien en cerrarlos.


    Aquella voz volvió a perturbar su calma, y miró hacia el lugar del que provenía, con clara duda en sus ojos. Con sospecha. Volvió a esconder su cara entre sus piernas, sin entender qué estaba pasando. Aquello le estaba poniendo de los nervios.

    Se levantó, algo molesta, y se giró en dirección contraria a la voz, buscando los vestidores, en los cuales se metió y se puso el bañador. Se sentía algo incómoda porque la talla era perfecta, pero el color y el estampado de este le gustaba mucho. Nunca tuvo realmente el gusto de poder usarlo. O eso creyó hasta ahora. Era un buen momento para meterse en el mar y dejarse llevar por el vaivén de las pequeñas olas, dejándose mecer con su mente en blanco.

    Tras haber doblado bien su ropa salió de allí, viendo para su sorpresa que dos personas se encontraban ya en aquel recinto. Uno de ellos era Galen, que se encontraba comiendo como un glotón la fruta que había allí. Comprendía que tuviese mucha hambre, pero así solo iba a lograr ensuciarse y quizá atragantarse.

    La otra persona… era Laila. Laila parecía bien, ¿lo estaría también Shawn?

    Dejó su ropa en su silla, sin quitarle la mirada de encima a la muchacha, que estaba sentada en la orilla del mar. Una parte de sí quería acercarse, pero por otra parte estaba llena de dudas. Laila había cortado la barriga de Balto, lo vio, vio cómo lentamente apretaba con el bisturí y la sangre comenzaba a brotar en hilos.

    Se mordió con fuerza el labio al recordar que no había visto a Balto todavía. Que no tenía noticias de él, ni de cómo estaba. Pero no ganaría mucho preocupándose por ello en ese momento, estaba segura de que nadie sabría dónde estaba más que Agnes.

    Además, aún estaba molesta con él y su actitud.

    Dio un pequeño respingo al ver otro de los chicos pasar a su lado, dirigiéndose a la costa también, donde Laila se encontraba, y al final decidió coger la toalla y envolverse en ella, sentándose en la silla de nuevo. Se abrazó una vez más las piernas y ocultó su rostro, cerrando los ojos y tranquilizando su respiración. Encerrándose en su mundo.

    Había decidido que lo mejor era no acercarse a nadie, no abrir la boca como se había propuesto desde un principio. Era lo mejor para ella y para todos.

    Sí, más que disfrutar de aquel lugar, debía alejarse de los demás.
     
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  8.  
    Gigi Blanche

    Gigi Blanche Equipo administrativo Game Master yes, and?

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    Connie Dubois

    La verdad, apenas reflexionó sobre lo surrealista e idílico de aquella... ¿habitación? ¿Se le podía llamar así? Esa institución podía hacer sentir a cualquiera como si fuera Alicia en el País de las Maravillas; esto, más que inquietarla, le lanzó una chispa de emoción por el cuerpo. Connie sonrió amplio y juntó los puños frente a su pecho, como una niña pequeña conteniéndose las ganas de hacer algo hasta que le dieran permiso. Se giró hacia los guardias que la habían llevado allí, pero en ese preciso momento ellos cerraron las puertas en perfecta sincronía. La chica volvió la cabeza, apreciando la arena, el oleaje, la brillante iluminación del recinto, las frutas y bebidas.

    ¿Cómo era que solían decir? ¿Siempre sale el sol luego de la tormenta? Bueno, eso se le parecía bastante.

    Caminó con lentitud, no tanto porque estuviera en calma, sino porque mil y un detalles absorbían su concentración a cada paso que daba. Reparó en las personas cercanas al agua: Noah, de pie frente al mar, y Laila, unos metros más allá, sentada sobre la arena. Connie se mordió apenas el labio, preguntándose cómo se sentiría luego de haber perdido. Sabía lo que era una derrota en aquel lugar; nada bonito, ciertamente. Iba a acercarse, pero vio entonces que otro muchacho, más pequeño, hacía lo que ella había planeado. Lo reconoció, era el niño con el que había tenido algunos problemas en el rincón de juegos. Ya luego podría hablar con él. Soltó un suspiro corto, abandonando su idea de acercarse, y su estómago rugió al aproximarse a la mesita llena de frutas y bebidas. Sonrió amplio, su rostro iluminado por completo, al admirar los racimos de uvas verdes, el kiwi troceado en pequeños cubitos, las rebanadas de sandía y melón. Toda fruta llena de agua, fresca y revitalizante; era su favorita. Le dio una probada a un licuado rojo que había ahí, corroborando que era de frutilla, cuando su mirada se posó en la hilera de sillas. Allí, al fondo, había una persona que...

    Espera, ¿qué?

    —¿Curicuri? —balbuceó para sí misma, dejando en la mesita todo lo que había agarrado para apresurarse hasta el chico. No había dudas, era él—. ¡Curicuri! —exclamó, quizá demasiado fuerte, con la sorpresa y la alegría impresas en su expresión—. ¿Qué haces aquí? ¿Viniste a visitarnos?

    Se giró en todas direcciones, paseando su mirada por el lugar. ¿Dónde se habría metido Shade? ¿Otra vez andaría rezagado?
     
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  9.  
    Zireael

    Zireael Equipo administrativo Comentarista empedernido

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    Laila Meyer.

    Estaba tan absorta en el océano frente a ella, sintiendo el agua fresca en sus pies, que ni siquiera notó que alguien se acercaba a ella. Así que cuando el chico anunció su presencia, dio un respingo de todas formas y alzó la mirada hacia él. Tuvo que taparse el sol con los ojos para distinguirlo.

    Noah.

    El corazón se le aceleró en el pecho y se levantó de golpe, como impulsada por un resorte. Sus músculos lanzaron una queja hacia su cerebro, aún adormecido por los medicamente.
    No la mirada, tenía la vista clavada en el mar al igual que ella apenas momentos antes, y a pesar de eso, por una razón que no lograba ubicar, rodeó el cuello del joven con los brazos, atrayéndolo hacia sí, en un abrazo que deshizo con la misma rapidez deslizando su agarre desde sus hombros, hasta sus manos, apretando levemente.

    —Lo siento —murmuró, como si lo que acababa de hacer fuese ajeno a ella—. Yo... solo me alegra ver a alguien aquí. Quiero decir, alguien que haya sido bueno conmigo.

    No se atrevió a mirarlo, como si no tuviese su permiso y solo se mantuvo allí frente a él, sujetando sus manos, buscando consuelo en alguna parte porque la ansiedad de no ver a Shawn estaba comenzando a comerla viva, a pesar de su aparente calma.

    Otra voz la distrajo y la reconoció con una precisión ridícula. El niño.

    Oye, Quebrantahuesos.

    ¿Ahora qué iba a decirle? Se asomó desde un costado de Noah, de alguna forma sintiéndose más segura con alguien de por medio. Ahora no tenía energía para discusión alguna, pero lo que salió de los labios del chico fue completamente diferente. Era una disculpa.
    Asintió cuando preguntó por su nombre y le dijo el suyo.

    Extendió frente a ella una canasta de frutas, pero ni siquiera le dio tiempo de tomarla, la colocó sobre la arena.

    Supongo que... Ya disfrutarás cuando me toque pelear. Verás como este reverendo idiota se calla al fin, ¿no?

    Frunció el ceño. Era un verdadero estúpido, daba las cosas por sentadas cuando no tenía ni puta idea.
    Lo vio hacerle un gesto a Noah y regresar sobre sus pasos hasta las sillas. Bufó, soltó las manos de Noah por fin y se agachó, tomando la canasta de frutas que Galen había dejado para ella. Tomó un par de uvas que había en ellas, se metió una a la boca y la siguiente la arrojó hacia Galen, con una puntería tan certera que le dio justo en la frente.

    —¡Gracias por la fruta, pero lo idiota no se te quita! —chilló por encima del ruido de las olas—. Lo menos que quisiera es verte entrar a esa maldita jaula.

    Vio que había un par de personas más. Un tipo que nunca había visto en su vida, al que Connie se había acercado, y Aimi. Dejó la vista en ella un momento, envuelta en la toalla, como si quisiera desaparecer en ella.
    Quería acercarse, disculparse o lo que fuese, pero le pareció que aún no era el mejor momento.

    Volvió a sentarse sobre la arena, colocando la canasta de fruta en su regazo y clavó la vista en ese objeto que actuaba como signo de paz entre ella y Galen.

    —Noah. —Lo llamó desde abajo—. ¿No quieres sentarte? Al menos hasta que llegue Cathy. Yo... perdona, no quisiera estar sola, no puedo dejar de pensar en Shawn. Si no quieres estar conmigo está bien, realmente no te culparía. No después de lo que pasó.

    La energía con que había actuado hace un momento había desaparecido, opacada completamente por el remolino de imágenes confusas sobre la batalla en la jaula que su cerebro le enviaba.
     
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    Nekita

    Nekita Amo de FFL

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    Catherine Whitman

    Y persiguiendo a la pequeña niña fue como pareció a entrar a otro pequeño espacio nada esperado dentro de aquella prisión: una playa. En un principio pareció algo abrumada por la cantidad de lugares en las cuales la pequeña pudo haberse ido antes de que pudiera llegar tras ella, comenzó a caminar de un forma algo torpe por sus zapatos sobre la arena, buscando a donde pudo haberse ido hasta que la vio salir de lo que era un aparente vestidor.

    Suspiró de forma un poco más aliviada, volviendo a ponerse en marcha para poder acercarse a ella, observando en el proceso como llegaban más y más personas y tomaban sus respectivos puntos de la playa mientras ella, ya algo más tranquila seguía su camino, deshaciéndose en el proceso de su suéter para poder amarrarlo a su cintura por el calor, pero realmente dudaba que se viera capaz de ponerse un traje de baño para mitigarlo.

    Terminó sentándose tras ella, apoyando su cabeza sobre su hombro mientras volvía abrazarla.

    —Te encontré —murmuró ya bastante tranquila, podía seguir cumpliendo lo que había dicho—, ¿quieres que te haga compañía? No deberías de estar sola...

    Cualquier cosa porque la verdad no se que hacer uvu
     
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    Ceci

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    Noah Briggs ~

    No pudo evitar soltar una risa por lo bajo, y de lo mucho que intentó reprimirla porque sabía que no era lo adecuado, empezó a toser mientras trataba de mirar a otro lado para no empezar a reírse de la situación. Aquel chiquillo no sabía cuándo callarse ni cuándo rendirse, y dentro de lo trágico, le resultaba cómico lo inoportuno que era. El hecho de que Laila hubiera reaccionado de esa forma, tirándole la fruta, tampoco lo ayudaba a contener la compostura.

    A pesar de saber que no tenía motivo alguno para reír o para ser feliz, tampoco quería detenerse a pensar en sus sentimientos. Se sentía bien reír, aunque fuera un poco, pues sentía que aquello había sido como un pañito húmedo limpiando un poquito su alma, esa que cargaba con tanto peso dentro de sí; una distracción a su consciencia.

    —No tienes que pedirlo —le contestó a Laila, dejándose caer a su lado, mientras volvía a perderse mirando al horizonte.

    Con la forma en la que lo había abrazado para atraerlo a ella y con la velocidad en la que sus manos se apresuraron a las suyas, Noah sintió que todas sus dudas respecto a Laila se disolvieron a la velocidad de un parpadeo. Al parecer no estaba molesta por el desplifarro de palabras innecesarias que le había dicho antes de que se la llevaran, y esperaba no se fuera a molestar por no haber tenido el coraje de levantar la cabeza para verla pelear.

    Por fin tuvo el valor para desviar su atención del mar y así poder concentrarse en Laila, sin poder contener una sonrisa cuando escuchó el nombre de su Cathy salir de sus labios. Giró el rostro para verla mejor, sonriendo un poco más al verla comer algo, aunque fuera, porque él sentía que no podría comer nada.

    ¿Acaso estar en la jaula podría sentirse liberador de alguna forma? ¿Podría liberar todo lo que sentía en esos momentos si se metía ahí dentro, como Laila?

    —No te preocupes por Cathy —le contestó, devolviendo la mirada hacia el mar, recostándose sobre sus codos—. No me creo capaz ni de decirle los buenos días en estos momentos.

    No sabía de dónde había salido la fuerza para confesar aquello, pero qué bien se sentía exteriorizar sus sentimientos, con un demonio; casi que sentía capaz hasta de comerse un kiwi.
     
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    Mahou

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    Mercurio Milano

    Era extraño sentir tanta calma en un lugar así, en un contexto como ese. De su canasta había tomado una manzana verde, las que más le gustaban.

    He hizo lo que mejor sabía hacer: Observar.

    Porque ¿Honestamente? ¿Qué más es lo que podía hacer? No era lo suyo entablar conversaciones, mucho menos con ellos que a sus ojos eran simples… extraños, desconocidos, pero no era solo ellos, era todo ese lugar.

    Lo habían arrancado de lo que conocía y ahora… Mentiría si dijera que no se sentía perdido. Y esta vez, no estaba Shade para arrastrarlo en su locura.

    Ahora desde donde estaba pudo ver mejor el panorama. Otro chico se aproximó a la joven que estaba en la orilla. Bien… No todos estaban en su propio mundo, al parecer. El muchacho a quien le había dejado los duraznos se aproximó a ellos, llevando consigo lo que de lejos se veía como una ofrenda de paz. Mercurio les veía atento, enarcando una ceja mientras bebía del batido frutal que había tomado al azar.

    Y luego lo vio volver a las sillas.

    Oh.

    Una cara nueva. ¿En qué momento había aparecido? Era una figura pequeña, envuelta en toallas. Inclinó la cabeza con curiosidad, no solo por ella, sino también por los comportamientos que había alcanzado a ver.

    Sí, él no sería el ser más sociable del universo, porque honestamente no le nacía y con eso estaba perfectamente bien.

    ¿Por qué, viendo a otros hacer lo mismo que él, le daba la impresión de que nada estaba bien? Raro. Raro. Muy raro.

    Algo le estaba faltando.

    "¡Curicuri!"

    La manzana casi se le resbaló de las manos cuando escuchó el apodo tan peculiar. Alzando la vista para encontrar con el único rostro conocido en ese lugar. El único que, aunque muy ocasionalmente, formaba parte de su rutina cuando todavía era libre.

    Sonrió un poco en reconocimiento, dejando la fruta a un lado mientras la veía aproximarse.

    —¿Era necesario que el parche tenga esa forma? —preguntó incrédulo, endureciendo sólo un poco su expresión ante la mención de lo último. Se veía venir un nuevo cambio de humor, si era tal y como Shade la describía. Suspiró con cansancio, desviando por unos segundos la mirada mientras ella observaba en todas direcciones. Lo estaba buscando.

    Negó con suavidad antes de hablar.

    —En realidad… Me quedaré aquí —respondió, sentándose derecho en la silla, estirando apenas un poco el cuello para tocar el collar con la punta de las uñas. Era el mismo que Connie usaba—. Las cosas cambiaron… un poco.

    ¿Para él? Todo había cambiado.
     
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    Zireael

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    Laila Meyer.

    Lo escuchó intentar disimular la risa por lo ocurrido con Galen y de repente a ella también le resultó cómico, porque como esa playa, contrastaba violentamente con todo lo vivido anteriormente.
    Creyó que se iría, pero pronto dejó caer su peso junto a ella y sintió como si le quitaran parte del peso que le aplastaba los hombros, y cuando por fin notó que giraba el rostro para mirarla, luego de haber mencionado a Cathy, le dedicó una breve sonrisa.
    Siguió comiendo, esta vez despacio, porque eso y la presencia de Noah eran lo único que la distraían.

    Enarcó las cejas al escuchar lo que decía y sin querer, se le escapó una risa ronca.

    —Y yo no me creía capaz de tocarle un pelo a Shawn, Noah, pero mira nada más cómo terminan las cosas. —Suspiró, mientras colocaba la canasta de frutas en la arena nuevamente—. Es por ella, ¿no? La bruja, quiero decir. Siempre es por ella.

    Volvió a abrazar sus rodillas, mirando el mar.

    >>Cathy es lo único que tienes, Noah. No importa lo que la bruja haga o te obligue a hacer, si eso te aleja de tu Cathy, estás dejando que se salga con la suya aún más. —Extendió su mano hacia el chico, colocándola sobre su hombro—. Pero está bien si por ahora prefieres no verla.
     
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    Ceci

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    Noah Briggs ~

    Rodeó los ojos al escucharla y bufó, tratando de no largarse a reír como un incrédulo. Le habían sacado un riñón y Laila aún así tenía energías como para insultarla, para negarse a aceptar esa realidad en la que más que una bruja, Agnes era la reina en su propio tablero de ajedrez, aquella que siempre parecía inalcanzable.

    —Eres todo un caso —se limitó a decir, porque en realidad sí que lo era; Laila era un caso de valentía y cojones que Noah jamás tendría como para desafiarla cuando lo tuviera bajo su zapato—. No puedes seguir comportándote así, Laila... —dijo en un murmullo, aunque más bien para sí mismo mientras negaba la cabeza, mirándola de reojo con preocupación.

    No podía olvidar lo que Agnes le había dicho en su oficina pero tampoco podía decírselo a Laila, porque a pesar de no conocerla del todo aún, algo le decía que en vez de calmarla terminaría por encender una chispa al lado de un barril de pólvora.

    Suspiró pesadamente y se dejó caer del todo sobre la arena, cerrando los ojos. No sabía si era el cansancio acumulado o si era el aire salado que terminaba por resecar sus ojos ya de por sí irritados, pero tampoco se sentía capaz de hacerle frente a la brillante luz del sol que le daba de lleno en el rostro.

    Y así su lista de incapacidades crecería tanto que se convertiría en algo más alto que él.

    —Oye, Laila. —Hizo una pausa, porque a pesar de querer seguir hablando con Laila, sentía que iba a estornudar en cualquier momento con el sol en su cara, por lo que terminó poniéndose un brazo sobre los ojos—. ¿De dónde sacaste fuerzas? Para hacer lo que tenías que hacer, digo...

    No sabía exactamente cómo preguntarle que cómo había hecho para tajear a su novio con una guadaña hecha con su propia sangre en una jaula por si algún día tenía que verse en esa situación, pero, ¿alguien alguna vez sabría cómo preguntar algo así? Volvió a suspirar, frustrado, despegando su brazo de su rostro para mirarla apenas por debajo de la sombra que el mismo formaba sobre sus ojos.
     
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    Zireael

    Zireael Equipo administrativo Comentarista empedernido

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    Laila Meyer.

    Eres todo un caso.

    Se le escapó una risa genuina que hizo palpitar sus suturas y dejó salir un quejido, llevándose la mano a la herida por encima de la ropa.
    Su siguiente comentario la hizo encogerse de hombros. Eran palabras que había dicho el mismo Shawn alguna vez, refiriéndose a su sumisión.

    Lo vio tumbarse completamente sobre la arena, antes de llamarla de nuevo mientras se cubría los ojos con el brazo. Regresó su mirada a él.

    ¿De dónde sacaste fuerzas? Para hacer lo que tenías que hacer, digo...

    Volvió la mirada al frente, extendiendo sus manos frente a ella. Esas que habían lanzando cortes, uno sobre otro hacia Shawn, las mismas que habían intentado clavarle una guadaña en la cara y las mismas que abrieron un estómago ajeno.

    ¿De dónde había sacado las fuerzas?

    —No lo sé —admitió por fin. Sentía las lágrimas arderle tras los ojos y tuvo que tragarse el nudo que se le formó en la garganta—. No... no tengo idea. Las consecuencias de no hacer lo que la bruja quiere o de no comportarme como su muñeca me parecían peores, habían sido peores. Por ello habían metido a Shawn a ese cuarto del terror, que le gusta tanto a Agnes, por ello luego me enviaron a mí allí. No quería arriesgarme a averiguar qué le haría a Shawn si me negaba a enfrentarlo, ni permitirle a él rendirse y tener que pasar por lo mismo. ¿Qué hubiese sido peor, Noah? No lo sé. No sé si fue peor obligarlo a atacarme con tal de evitarle un sufrimiento mayor, pero en ese momento tenía lógica. Tanta que me convertí en un demonio con tal de poder hacerlo, supongo.
     
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    Gigi Blanche

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    Connie Dubois

    "¿Era necesario que el parche tenga esa forma?"

    Connie pestañeó, procesando su pregunta, y así como Mercurio acariciaba su collar ella hizo lo mismo con el parche. No lo pensó, simplemente imitó los movimientos que veía en el muchacho. Sus yemas apreciaron el objeto al detalle: la textura suave, ligeramente resbaladiza, y los relieves apenas distinguibles del motivo que llevaba encima. También estaba frío, más frío que su propia piel.

    Ella no había sido la primera en hacer eso. Ella se había quedado quieta, viendo a los ojos a la persona que, seguramente, advirtió las mismas características en el objeto. Ahora sentía que lo entendía un poquito mejor.

    Era extraño, sin embargo.
    Muy extraño.

    —¿Qué? ¿No te parece que pegue conmigo? —replicó, luego de alejar la mano de su parche intencionalmente y soltar una risa breve.

    Cuando Mercurio se irguió un poco, ella aprovechó el espacio libre para sentarse frente a él, al borde de la reposera.

    "En realidad… Me quedaré aquí. Las cosas cambiaron… un poco."

    Al oír esas palabras, Connie juntó las manos frente a su rostro y contuvo la exclamación de alegría que casi se escapa de sus labios. Se tapó la boca, viendo para todos lados, y rió traviesa; como cuando se quedaba hasta tarde charlando con sus muñecos de felpa, y debía hacerlo en voz baja para que su padre no la regañara al notar que seguía despierta.

    —¡Eso es genial! —susurró. ¿Por qué aún hablaba como si alguien pudiera reprenderla?—. Nos divertiremos mucho si tú también estás aquí. ¡Oye! ¿Quieres meterte al agua un rato? Ah, aunque también quería comer algo. ¿Cuál es tu fruta favorita?
     
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    Ceci

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    Noah Briggs ~

    Esta vez fue él quien puso la mano en su hombro, como si quisiera hacerse sentir presente, ahí junto a ella. Le dio dos leves palmadas con su mano, y luego bajó por su brazo, con suavidad porque sabía que Laila iba a estar tan lastimada como Cathy cuando se la habían devuelto (esas malditas guadañas, con un demonio), recorriéndolo hasta llegar a su mano. La tomó sin pensárselo demasiado, apartándola de su herida porque si él algo sabía de estar lastimado era que el reflejo de tocarse al sentir dolor lo único que hacía era hacerlo sentir peor, y entrelazó los dedos con los de Laila.

    —No sé si alegrarme por no ser el único que ha hecho cosas horribles con las mejores intenciones o si decirte que lo siento por ti. —Tiró levemente de su mano, como si la estuviera invitando a recostarse junto a él; nunca le habían quitado un riñón pero estaba seguro de que no podía ser la cosa más cómoda del mundo—. Aparentemente no soy el mejor dando consuelo.

    No creía en esas cosas del destino, en los malos augurios (no creía en nada, de hecho), pero tampoco creía en quedarse callado cuando alguien importante para él parecía estar ahogándose en sus propias lágrimas, y no había necesidad alguna de verla para saber que ese era el estado en el que se encontraba. Le bastaba escucharla para saber que a pesar de haberse perdido todo un día por haber estado metido en la oficina de Agnes, la idea de que todo hubiera estado tranquilo en su ausencia no era más que una simple idea.

    Nunca había dejado a Cathy llorando sola y no iba a empezar a hacer eso con Laila.
     
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  18.  
    Zireael

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    Laila Meyer.

    Sintió el tacto de Noah en su hombro y luego como deslizaba con delicadeza su mano hasta la de ella, haciendo que la retirara de su herida, entrelazando sus dedos. No entendía qué había hecho para que ese muchacho que apenas tenía ojos para Cathy, estuviera allí con ella, intentando hacerla sentir mejor luego de todo lo que había pasado.

    Cuando tiró de su mano, accedió a recostarse junto a él, con la vista puesta en el cielo azul. En ningún momento deshizo el agarre de sus manos, porque la verdad era que lo necesitaba.

    —Supongo que todos accedemos a hacer cosas horribles si creemos que eso va a salvar a las personas que amamos. No debemos ser los primeros ni los últimos en hacerlo —murmuró y después de su siguiente comentario dejó salir una risa ahogada—. Estás siendo casi tan idiota como el chiquillo ese. Te agradezco lo que haces, de verdad. En realidad, no esperaba consuelo alguno y tú me estás dando más que eso.
     
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    Ceci

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    Noah Briggs ~

    Enterró su propio codo en la arena, sosteniendo la mano de Laila con la suya en el aire, pues no tenía intención alguna en acumular arena con el sudor de su mano. Las miró en silencio mientras la escucuchaba, balanceándolas de un lado a otro para tratar de mantener el equilibrio, casi como si su propio brazo fuera un péndulo emergiendo desde la tierra. Sonrió apenas mientras apretaba ligeramente el agarre de sus dedos, y luego por fin dejó caer las manos de ambos sobre su pecho, porque sabía que si seguía jugando con eso probablemente terminaría lastimando a Laila.

    —¿Recuerdas el autobús? —le preguntó, poniendo su brazo debajo de su cabeza para poder verla un poco mejor—. Si no me hubieras tomado la mano entonces no sé qué hubiera hecho conmigo mismo.

    Tragó grueso y con dificultad, como si la memoria de aquel día se sintiera pesada. Casi que podía palpar la inocencia con la que había entrado a ese lugar, totalmente convencido de que saldrían de allí, que todo estaría bien, que él no era una mala persona y que nunca sería capaz de lastimar a Cathy.

    Simplemente se aferró un poco más a la mano de Laila, de forma sutil, porque ya no estaba tan seguro de lo que pensaba de sí mismo.

    —¿Tenías miedo ahí dentro? —inquirió, sin poder evitarlo realmente; sabía que era más sensato cambiar el tema, no bañar las heridas de Laila con recuerdos que estaba seguro ella quería erradicar de su memoria.
     
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  20.  
    Gigavehl

    Gigavehl Equipo administrativo

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    Galen Rutonver

    A pesar de sentir mi pecho haciendo presión contra algo invisible, sentía que no debí hablar con Laila, que no merecía hacerlo de hecho. Me llamaba la atención que se pusiera detrás de Noah, ¿para qué? Digo, no es como que la fuera a agredir o pudiera hacerle algún daño. No creo que en serio de alguna forma la haya sensibilizado a pesar de haber peleado, viendo la actitud tan ruda que llega a tener.
    Al final me verificó que se llamaba Laila, y noté que queria decir muchas cosas, pero antes de hacer más incómodo la situación y que tal vez Noah me tome como una especie de amenaza, no quise ni dejarla hablar ni yo decir más. Vaya, que en su caso habría preferído hablar con Noah mismo o con Aimi o hasta inclusive con Connie que con ella... Apenas me dejaba perder en mi mente cuando una uva golpeó mi frente y Laila me gritaba de lejos. ¿Es en serio? Vaya... No lo dije necesariamente como ella lo piensa, realmente no quisiera que me vea estando allí dentro... No sé ni yo mismo en qué clase de persona me convirtiría.

    Al fin y al cabo, volví a acomodarme, como si nada hubiese sucedido y cerré mis ojos. En un momento dado me quedé dormido pero pronto desperté, dando un ligero salto. ¿Cuánto tiempo pasó? Uhm, no parece que haya pasado ni un minuto literalmente, todo seguía igual, aunque ahora Connie platicaba con alguien, la mujer parecía querer consolar a la niña. Noah y Laila parece que estan bien así, aún inclusive su dúo se halle en el mismo cuarto. No evité sonreír un poco ante la escena, pero parece que no tenía con quién platicar, y no es como que me sienta con las fuerzas. Siento que me van a juzgar...

    Di un suspiro y me levanté, toma otra bebida, procurando que fuera otro de Piña colada y por fortuna lo encontré, y regresé sin mas a mi asiento, dando un sorbo y volviendo a dejarlo en la mesa de a lado. Puse mis manos detrás de mi cabeza y me quedé viendo a la entrada un rato, esperaba de corazón que Shawn estuviese bien. Quería verlo entrar ya, que por mucha pena que sienta desde que nos vimos en el Rincón de juegos. Quería decirle de manera desesperada que estaba bien, que yo no estaría decepcionado en lo absoluto, y que, al fin y al cabo. Aún contaba con mi apoyo...

    Alcé la vista y volví a relajarme, cruzando mis piernas dejando apenas mi pie sobre mi pierna izquierda, pensando. ¿De verdad soy tan estúpido como Laila me lo dice? ¿De verdad me desbarranco? ... Supongo que es algo que de a poco iré descubriendo, y realmente. Ya esta haciendo efecto...

    Perdonen el corte, es que no sabía qué hacer con esa reacción de Yáahl xde. Ah, y habría puesto la canción pero al final esta mejor la de Yáahl, siento que de momentos desentonaría si habría puesto la mia jeje
     
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