Armero errante

Tema en 'Prefecturas' iniciado por Amelie, 27 Septiembre 2020.

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    En camino a Shimotsuke_Tochigi desde Mito_Ibaraki
    [Rei; Matahachi; Kuroki; Shiori; Momoka; Hideyoshi; Sho]

    La carreta siguió su camino sin mayores contratiempos.








    El rol continua en Shimotsuke
     
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    El rol proviene de Ota

    En camino a Shimotsuke_Tochigi desde Fujimi_Saitama

    [Kato; Satou]

    Kato y Satou cabalgaban, por los campos hasta dar con un hombre cargando armamento; por unos momentos, ninguna de las partes levantó o bajo la mirada. Hasta que el herrero se detuvo.

    —Harima Kato...— después miró al hombre junto a Kato, reconociendo algunas facciones, recordándole a Kuroki.

    Kato lo ignoró; pero el ojo de Satou no pudo evitar ver un brillo singular que reconocía y actuó inmediatamente; el choque de las sayas de katana resonó, haciendo que el herrero cayera al suelo, vencido en un sólo movimiento.

    [​IMG]
    —¿De dónde has obtenido esa arma?— preguntó Satou señalando a Nozomu.

    —La recuperé para su hijo —dijo mostrándola para después lanzarla hacia Satou; pero Kato lo interceptó.

    —Si se la han arrebatado, no merece recuperarla tan fácilmente—aclaró Kato bajándose de su montura.

    —¿Qué ha sido de ellos? —Preguntó Satou con agresividad, jalando de las ropas al herrero. Este lo empujó con la misma agresividad, separándose de él y comenzó a limpiarse la tierra.

    El armero habló y explicó lo sucedido hace unos días; el cómo había visto amordazados a Kuroki con otros hombres y mujeres, y eran llevados de camino a Tochigi. Satou estaba preocupado.

    —Debo ir a ayudarlos — dijo hacia Kato.

    Kato se mantuvo en silencio.

    —Prometí darle algo a tu hijo si sobrevivía la guerra en Shizuoka —dijo el herrero tomando el hombro de Satou —Dile que estamos a mano; salvé sus pertenencias y las de los suyos y además...—mencionó acercándose a sus pertenencias; allí estaban las cosas robadas de Shiori; Kuroki; Momoka y Sho. Lo único que faltaba eran las cosas de Hideyoshi, pues esas fueron tomadas en Ibaraki por el Imperio; a su vez sacó un yoroi simple el cual entregó a Satou —Yo no debo deudas, era algo que hice para él. Es un trabajo rápido pero le durará un par de combates —dijo para después mirar a Kato —También hice uno para tu hijo, Rengo.

    —No lo necesita —mencionó Kato.

    Kyuzo suspiró para después volver hacia sus cosas; de ellas sacó una fina caja de bambú la cual ya se veía algo desgastada —Sé que Masamune es el herrero oficial de los Minamoto; mientras que Yamamoto siempre ha hecho armas para ustedes, los Harima; y sé muy bien que también tu forja es reconocida en pequeños sectores. Pero he cargado con esta arma ya varios inviernos. Fue una katana que un viejo amigo me encargó hacer, y me me dijo formalmente que te las entregara a ti si es que nuestros caminos se encontraban.

    Kato no contestó; mientras guardaba todo lo que Kyuzo le había entregado a Satou.

    —Hace varias primaveras cree dos katanas —dijo el herrero sacando dos cajas de bambú pintadas de negro —Te presento es Hi o korosu. Una promesa para extinguir la llama de Gendo Mori. Y esta segunda...— La caja de aquella katana se veía más extravagante, tallada a mano con el hanko de Kyuzo — Y esta es Kanzei; el arma que obedece al deber. No son armas para un justiciero; son armas para un guerrero que pelea en contra del código si es necesario. Estas son armas de un verdadero asesino.


    [​IMG][​IMG]

    Kato lo miró —Kyuzo, al armar a tu enemigo te vuelves un traidor —tomó las katanas, cargando un exceso de elementos, tanto que ahora él parecía el armero.

    Kyuzo rió —Creen que podrán matar a los portadores de mis armas y así, usarlas sin mi permiso, quiero ver que lo intenten—dijo mirando a Kato —Decide el destino de Hi o Karuso y Kanzei. Son lo mejor que he hecho. Y si mis armas caen en manos indebidas, no tardarás en oír que he cometido seppuku.

    —¿Quién te encargó darle estas armas? —preguntó Satou ante Kyuzo

    Kyuzo se limitó a sonreír — Hay secretos que se van conmigo a la tumba.

    —Puedes mejorarlas—declaró Kato sin siquiera preguntarle a Kyuzo.

    Kyuzo negó —Tus armas ya son perfectas; además debo irme; tengo algo de prisa —comenzó a avanzar pero se detuvo — pero puedo darles una afilada, si lo desean. Un tratamiento especial.

    Satou afirmó.

    Y después de ese tratamiento, se despidieron del herrero, listos para seguir si siguiente rumbo.​








    El rol continua en Shimotsuke
     
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    El rol proviene de Fuji







    En camino a Nagoya_Aichi desde Fuji_Shizuoka
    [Kuroki; Shiori]


    Ambos avanzaban en los caminos cuando aquel hombre los miró fijamente —Oh — inspeccionó rápidamente a Kuroki —Ya casi rompes el regalo que te di; es bueno saber que te ha ayudado —dijo revisando el yoroi simple; el hombre era hosco en su movimientos — No ha de ser grato ir amarrado en una carreta.

     
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    Kuroki Fusatada

    Seguimos nuestro camino, de forma constante, Fuji no nos presentó ningún problema y pronto ya estábamos en un camino rural y vacío... Sin embargo, pronto eso cambiaría un poco.

    Tuve que ir desacelerando cuando vi a un hombre por ahí, aunque pronto su porte y lo que cargaba me hizo identificarlo, a lo que no tardé en expresar sorpresa.

    Aquél es Kyuzo, pero tristemente mi padre no me había dicho nada, si no, de seguro la sorpresa habría sido emoción.

    El herrero me reconoció, y pronto habló refiriéndose a mi Yoroi, por lo que me lo inspeccionó de forma bastante hosca, no me quejé, pero me hacía un poco la idea si era alguien solitario y severo por la labor que poseia...

    —Me ha ayudado mucho, e incluso me ha salvado la vida—, comenté, sonriéndole agradecido, pese que Kato no me había tocado, presentía que sin el Yoroi de seguro me habría asesinado de tajo...
    >>Gracias—. Dije, para que poco después escuchara lo último, a lo que reí con evidente pena y miré al frente, negando.

    —Toda imagen épica y honorífica que pude ganar por Shizuoka se debió ir a la borda en ese día... Tuvimos muy mala suerte, unos shinobis pudieron capturarnos pese que luchamos con severidad, y acabamos ante el Emperador en consecuencia... Fué una experiencia horrible, no te voy a mentir—. Dije, tal vez estaba dando bastante información a un desconocido, pero en esencia, desde antes de Shizuoka y el gesto para lo que me relató mi padre me hacía pensar que, de algún modo, era de confianza.
    >>Pero si, no es agradable estar amarrado... Cegado... Incapaz de hacer nada mas que sacudirse para intentar... Lo que sea. Veo que desde ese momento me reconociste y después te encontraste con mi padre, gracias, en verdad. Me dijo lo que hiciste y, bueno, ahora el destino nos ha reunido nuevamente, estamos a mano—. Comenté, mostrando la saya de Nozomu, no tenía todas mis cosas lamentablemente, me dolía haber perdido el talismán de Rengo... Un trozo de su vida desperdiciado de forma tan miserable, pero ya de nada servía estar repudiando eso.

    Recordé algo... Y no tardé en externarlo...
    —Si me permites... ¿Porqué usted nos dedicaría algo como un regalo por sobrevivir a una guerra como la de Shizuoka? No me confundas, entiendo la importancia, la esencia y la severidad que representó, entiendo que es algo que no cualquiera sería capaz de confrontar, aún si debiese hacerlo, pero desde entonces... El único que me dedicó algo por sobrevivir a aquello fué usted, señor herrero—. Pregunté, con genuina curiosidad, aunque pronto recordé la parte de su incidente para con su pierna y solté un quejido por lo bajo, negando.
    >>No, olvidelo, creo que no hace falta...—. Dije como disculpa por si eso le molestase, pues no era la intención...

    —Me dirijo a Nagoya... En la prefectura de Aichi, ¿De casualidad ha escuchado de alguien que conozca de caligrafía? Sé que es una pregunta extraña pero es necesario...—. Pregunté, aunque en el fondo era simple capricho personal, Kato no me enseñaría a dibujar o manejar de forma más concreta un lapiz y tinta que no sea solo escribiendo.
     
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    En camino a Nagoya_Aichi desde Fuji_Shizuoka
    [Kuroki; Shiori]

    Kyuzo se mantenía tranquilo mientras Kuroki hablaba, incluso se podía pensar que su semblante era hosco; tal vez era algo de los guerreros más longevos, sus miradas, sus facciones se volvían más frías, su capacidad de asombro ya era prácticamente nula.

    —No me agrada que niños mueran —dijo sin un ápice de emoción — Siempre he creído que al incentivarlos, se mantienen más tiempo con vida — se dio a la tarea de explicarle a Kuroki aunque este había desviado el tema; pero tampoco ahondó en él, tal vez porque no había mucho más allá de esa idea en Kyuzo —Guardo aun el de tu amigo; era un trato para ambos.

    —Caligrafía...— pensó —Kumanosuke en el dojo de los Yoshioka.

     
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    Kuroki Fusatada

    La seca respuesta del armero dejó bastante en claro su postura e intención... Aún así, no evité afirmar, Kyuzo no lo sabía... Pero en realidad incentivos aún tenía pese que me lo hubiese encontrado o no.
    —Lo agradezco mucho, los dos lo hacemos; aunque debo admitir que yo ya iba bastante incentivado pese que nos hubiésemos visto o no—. Confesé, mientras escuchaba la última parte acerca de Rengo, a lo que apreté ligeramente el agarre en las cuerdas del caballo... Esperaba... Tener noticias de él pronto, y unas neutrales por lo menos.
    >>Lo sé, lamentablemente está ausente, y no de la mejor manera posible...—. Dije, siguiendo el rumbo junto al armero mientras recordaba lo acontecido en Mito...

    Luego me atreví a hablar:
    —¿Escuchó lo que pasó con el líder Minamoto en Mito? ¿Qué opina de ello?—. Pregunté, en realidad nada garantizaba que lo supiese, pero era el Emperador, sería absurdo que la noticia no recorriste rápidamente hasta los sitios más reconditos de Japón... Especialmente en estos tiempos ya tan convulsos.

    Habría pedido el regalo de Rengo, pero no me sentía digno de hacerlo, aún pese a todo, sentía que le había fallado ese día en el estudio y quería demostrarle que simplemente la emergencia nos había superado ese día...

    Luego escuché lo último y no evité sonreír un instante, aunque pronto borré esa sonrisa... Maldición, de seguro me habían quitado también la tabla que Kenpo me había dado aquél día... Menudo desastre.
    —Sonará extraño pero... ¿Se ha llegado a hablar de mí aunque fuese de pasada? Desde lo de Shizuoka... No dudo que varios me hayan destacado... De algún modo...—. Pregunté, si bien calmado, no pude evitar demostrar un deje temeroso.

    Con Kyogi de vuelta... No podía tomarme ya tantas confianzas ni relajarme demasiado ya.
     
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    En camino a Nagoya_Aichi desde Fuji_Shizuoka
    [Kuroki; Shiori]

    Kyuzo negó —Los viajeros no suelen contarme lo que acontece en sus pueblos o en Japón. Y no he pisado alguna ciudad ya en... —trató de recordar y sonrió ligeramente —... no sé cuánto tiempo llevo en los caminos. Tampoco pregunto por los rumores; procuro enfocarme en mis ventas y mis forjas. Además, he de admitir que vivo mucho en el pasado —buscó entre sus cosas y le entregó el yoroi que era para Rengo —Pero también me gusta imaginar el futuro, creo que es una generación interesante—afirmó —Si vuelves a verlo dáselo; seguramente podrá protegerlo un poco.

    Gigavehl obtienes Yoroi simple

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    Kuroki Fusatada

    —Ya veo... Aunque admito entonces me extraña un poco que sepa la parte de Kumanosuke... Pero tampoco me sorprendería si son cosas como pasa con Kato, después de todo, los Yoshioka tienen lo suyo—. Dije tranquilo mientras continuaba el camino junto a Kyuzo, luego lo seguí escuchando y volteé a verlo calmado, pero noté la parte de su sonrisa y su afirmación para con el tiempo que llevaba en los caminos.

    No evité encarnar una ceja, curioso.
    —¿Se ha hecho alguna especie de promesa? La verdad seré honesto, me sorprende que lleve tanto sin pisar una ciudad y no haya pasado algo malo como un asalto o la falta de alimento y agua, lo admiro—. Comenté, honesto, para seguir el rumbo.
    >>Vivir en el pasado... Entiendo el sentimiento, antes de encontrarnos aquél día, aún lo hacía, en cierto modo, pero mucho antes aún más. Al menos espero que hayan sido buenos tiempos, aunque intuyo no hace falta decir que no es muy positivo estar anclado al pasado—. Comenté, aunque sin reproche alguno ni similar, incluso se podría decir que estaba disfrutando de la plática.

    Luego me extendió el Yoroi, por lo que lo tomé y escuché, afirmando, aunque una ligera expresión de pena se me coló.
    —Lo haré, lo prometo. Le mandaré saludos de tu parte, seas quien seas—. Dije, aunque bromeando un poco en eso último.
    >>También le diré que estamos a mano, y concuerdo, será una generación interesante... aunque el tinte será severamente influido por el clan que gane este conflicto—. Dije como último antes de guardar silencio unos instantes...

    —¿Usted se ha encontrado de casualidad a un hombre que también carga un montonar de armas? Casi como el monje que está en Nagoya—. Pregunté, intentando ver si sacaba algo, aunque sentía que no iba a ser gran cosa...
     
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    En camino a Nagoya_Aichi desde Fuji_Shizuoka
    [Kuroki; Shiori]

    Soltó una fuerte risa al escucharlo decir que le sorprendía que no había vivido un asalto o falta de alimento —Los he vivido; pero los he sobrevivido. Nadie ha logrado quitarme nada, y no lo harán. Tendré una pata de palo pero no por ello soy un inútil, se cazar; se buscar agua; se cubrirme de las tempestades y sé dónde asentarme mientras fabrico mis armas. No le debo nada a las grandes ciudades, no quiero pisarlas porque no me agrada estar entre tanta gente. Por algo viajo solo.

    El sonrió al escuchar su plática sobre el pasada, y afirmó al escuchar sus palabras —Sea quién sea... puedes llamarme Mokuzai.

    Mokuzai afirmó ante la pregunta de Kuroki —Más veces de las que me gustaría. Un hombre peculiar.

     
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    Kuroki Fusatada

    Escuché con atención a Kyuzo mientras hablaba, su risa no me tomó por sorpresa, pero sí su breve relato, este hombre sin dudas llamaba mucho la atención, pero lo aceptaba, tampoco era mi plan sacarle toda la información porque en primer lugar no tenía nada...
    —Mokuzai... —y ahora yo sonreí—, es un nombre muy curioso, está bien Mokuzai, creo que no me presenté... ¿verdad? Me llamo Kuroki, Kuroki Fusatada, un gusto—. Dije, agradeciéndole el gesto, aunque era evidente que no era su nombre real, pero hey, algo era algo.

    —Ya veo, si, era alguien que lo buscaba mucho a usted, no sé qué quería pero no es un mal hombre, espero que el encuentro haya sido interesante—. Comenté, mientras seguíamos el rumbo.
    >>Hmmm... ¿A cuánto vendes una katana de las buenas? Ya sabes, las que fabricas, debo admitir que tengo mucha curiosidad, pero también odio decir que... desde mi captura, que todos mis ahorros se fueron al olvido, pero si quisiera saber el precio, si el destino y la fortuna me sonríen, tal vez crucemos caminos de nuevo y ahora sí pueda pagarle—. Comenté curioso y honesto, siempre podría intentar revender los kunai que pudiese comprar si se me presentaba una buena oportunidad, de seguro Yamamoto me ayudase un poco en eso.

    —O bueno, no sé si podamos llegar a un trato, usted no habla con un niño, señor Mokuzai, habla con un hombre, y puede pedirme lo que sea, si es que me lo permite, por supuesto—. Finalicé, calmado, si me rechazaba no iba a tener ningún problema, solo era el intento y por intentar no perdía nada, pero al final le dediqué una sonrisa calma si es que me volteaba a ver.
     
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    [Kuroki; Shiori]

    Mokuzai, como se presentó con Kuroki, soltó una risa —Yo no hago tratos a menos que yo los inicie; yo hago negocios. Mis katanas están en dos mil monedas; sé que no tienes mucho, te acaban de atracar; pero yo necesito esas monedas... créeme — dijo indicándole que siguiera su camino — Nos estaremos encontrando en los caminos, ya lo hemos hecho un par de veces; espero que la siguiente no sea como la pasada. Fue incómodo verlos así — Se alejó de Kuroki para desviar su camino.









    El rol de Kuroki continúa en Nagoya
     
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    El rol proviene de Nagoya






    En camino a Shima_Mie desde Nagoya_Aichi
    [Kuroki; Shiori]

    Mokuzai soltó una risa seca mientras observaba a Kuroki acercarse —¿Acaso me estás siguiendo? —preguntó entre risas.

     
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    Kuroki Fusatada

    Yamamoto estaba devastado y no era para menos, todos aquí debían estar arruinados a su manera, pero ya se le había dado muchas vueltas al asunto, ahora imperaba ultimar detalles.

    Yamamoto ya vería qué rumbo tomar, luego Sachi haría lo que le dije, por lo que le afirmé, conforme.

    Me despedí, buscando transmitirles al menos un poco de ánimos antes de retirarnos, allí, me reuní con el resto para ver a Takeda, le sonreí apenado, pero igualmente le hablé:
    —Volveré Maestro, lo juro, ya no soy el niño ingenuo de antes, créeme, he crecido bastante—. Comenté, antes de reverenciarle tanto a él como a Tsubaki, y pronto di la media vuelta para empezar a retirarnos.


    Al final estuvimos los cuatro en nuestro camino cuando divisé una figura familiar, lo que me sorprendió.

    —¿Mokuzai?—. Murmuré, sorprendido, mirando al resto antes de empezar a aproximarme al hombre, por lo que su comentario me hizo reír con humor.

    —Creo que esa pregunta me corresponde... No me creo que esto sea casualidad—. Bromeé de vuelta para saludarlo.

    >>Mokuzai, ¿Cómo va todo compañero? Igualmente me alegra mucho verte, esta vez quiero pedirte algo más que solo unos Kunai—. Dije, mientras desenfundaba Nozomu y se lo extendía, no sabía si le gustaba verlos, pero poco después preparé el dinero.

    >>Es mi arma principal, y aunque de forma honesta no es la gran cosa, me gustaría que lo modificaras... ¿Cuánto sería por ello?—. Pregunté, antes de pasar a otro punto.

    —Y por cierto, si me permites el atrevimiento... ¿Tuviste a alguien con el que aprendiste esto de ser herrero? Quiero admitir que estoy buscando a alguien.

    Tiraré el dado de una vez por la Modificación, aquí cuesta 1000 monedas, justo las que tengo, espero no precipitarme
     
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    En camino a Mie _Shima desde Aichi_Nagoya
    [Kuroki; Shiori; Benkei; Kawa ]

    Mokuzai sonrió ante el comentario del chico —Tienes razón, no hay casualidades —dijo para después recibir a Nozomi —¿No es la gran cosa? Dices...— mencionó inspeccionándola para después sentarse en el suelo; sacó sus herramientas, sus piedras de lijado, y aceite — No habrá sido forjada por uno de los grandes; pero te ha mantenido con vida ¿No es cierto? Te ha permitido sobrevivir a una guerra, y es la única arma que siempre he visto en ti, aunque las demás varié esta siempre ha sido fiel a tu mano —lo miró con severidad — No desprecies nunca el filo que te protege, por más humilde que sea.

    Después inició su trabajo en silencio, tardó un poco; pero regresó a Nozomu con todo respeto hacia Kuroki —Cuida de ella, que ahora tiene parte de mi artesanía en ella, no es mi forja pero es mi modificación —sonrió satisfecho hacia Kuroki —Todos tenemos maestros. Quién diga que lo ha hecho solo es porque no tiene humildad. Si bien, no necesariamente tienes un maestro en carne y hueso, siempre tienes un maestro en la naturaleza misma.

    Mokuzai contó el dinero y se lolanzó dentro de un gran saco con monedas, para después guardar sus herramientas con suma delicadeza. Demostrando cuales eran sus prioridades y jerarquías —El nombre de mi maestro sólo lo sabe el viento, y el viento no habla muchacho —sonrió — ¿Pero a quién buscas? Tal vez puedo ayudarte a dar con algún viejo colega.

    Gigavehl ficha actualizada
     
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    Kuroki Fusatada

    Tal vez debí haberme expresado mejor, cuando me refería a "poca cosa" hablaba a quien fuese que lo haya forjado, porque la realidad es que entendía perfectamente el repentino tono serio y severo que Mokuzai me dedicó, no expresé nada, me mantuve tranquilo de hecho, serio, sí, pero al final asentí, como quién comprendía la lección que le querían dar.
    —No lo hago, señor Mokuzai, hablaba efectivamente del filo humilde, sé perfectamente el grado y peso que una Katana tiene, sé que podría acabar destruida en cualquier momento, o siendo usada en manos ajenas y nunca conocer su historia. Por algo esta Katana siempre lo he mantenido conmigo... fue regalo de mi madre antes de que falleciera por una enfermedad—. Confesé, antes de que iniciara, observando cómo sacaba sus artilugios, el mimo... el cuidado que le dedicaba a todo ello, me recordaba a lo que había visto con el mismo Yamamoto, cosa que me empezó a intrigar, aunque no era por lo que parecía un especie de breve ritual de preparación.

    >>Nozomu ha forjado una historia mucho más profunda de lo que pude creer, si esta arma pudiese hablar, usted conocería todo mi viaje hasta ahora, he pasado tanto a su lado, y la misma no solo resultó ser el regalo de mi madre, si no el nombre fue dado gracias a una amiga que tuve, también difunta, vivió un breve rapto y fue de vuelta a mis manos gracias a mi padre y a usted. Aunque también carga con lo que fue un breve duelo contra mi voluntad ante el Águila de Kamakura... Por eso, es que me parece idóneo este momento, que reciba un trato especial de su parte, no será la historia más agradable, tal vez sea una épica, pero eso no quita que sea igual de devastadora, como lo que nos revelaste con tu pierna... Así que entiendo perfectamente a lo que quieres llegar—. Añadí, mientras miraba directamente al hombre, incluso intenté ver si su rostro lo reconocía de algún lado, pero no era el caso, aún así, no titubeé, seguía cansado, eso era todo. Ya había experimentado bastante como para no captar la intención de sus palabras.

    Lo dejé trabajar, observando con atención su proceso, el como, de alguna manera, el arma parecía adquirir un nuevo tinte, un aspecto que, si bien no era intimidante, se percibía que era aún más singular, limpia, Mokuzai me devolvió el arma con todo respeto, y yo le reverencié agradecido por su trabajo, antes de tomarlo con cuidado y observar un instante el arma, por lo que la enfundé y le otorgué el dinero, una vez el hombre había acabado de guardar sus cosas con el mismo cuidado con el que los había sacado.

    Sonreí al hombre cuando habló, no solo sabía que tendría que cuidar profundamente a Nozomu aún más, si no porque sabía a lo que se refería... el arma, mejorada por Yamamoto y ahora modificada por este misterioso hombre, no sabía porqué, pero sentía la importancia de sus palabras, y sabía que era más allá que por la sencilla razón de que un herrero le hubiese dedicado empeño a ello, cosa que no le quitaba mérito alguno.
    —Algún día llegaré con el dinero para pedirle una forja suya, estoy seguro de ello—. Comenté bastante confiado de mis palabras, si ya era la tercera vez que lo veía, estaba seguro que, de alguna manera, había algo aquí.

    ¿Las palabras de Mokuzai me delataban que en esencia no tuvo un maestro tal cual? Entendía que mas bien la vida misma lo forjó como era ahora, y aunque seguía sin creerme del todo que tras una perdida de un miembro, solo entrenando en forja, y lo que parecía aún más en solitario llegase al nivel que tenía, es que no hacía falta siquiera indagar demasiado, la manera en como cargaba las cosas, y encima sacaba sus artilugios para mí lo delataba por todas partes... Este hombre... O en verdad tenía un entrenamiento milagrosamente sublime, o es que debía ser Kyuzo, porque el grado de respeto y cuidado casi que parecían afirmar que había una gran historia detrás, y su misticismo no ayudaba a pensar que era un cualquiera que simplemente había tenido demasiada suerte.
    —La vida... ¿eh? Sin dudas el mejor Maestro que cualquiera puede tener, siempre está a nuestro lado y por mucho que la rechacemos, está allí para enseñarnos y forjarnos como grandes personas, aunque no sea el mentor más delicado de todos—. Dije, afirmando, de acuerdo con sus palabras.

    Solté una breve risa cuando me respondió ante mi duda, no quería hablar... estaba bien, podía apuntar por otro medio, guardé mi ahora vacía bolsa de monedas, los cuales solo me quedaron dos monedas para mirar de nueva cuenta al hombre y escuchar sus últimas palabras, lo cual me hizo afirmar, me quedé pensando un momento... recordando algo que en su día parecía un simple comentario para alardear un poco...

    "Soy el mejor herrero de Japón porque mis armas son las más afiladas; no son toscas y pesadas como las de Masamune, ni extrañas y estéticas como las de Kyuzo. Yo fabrico armas, no toscos instrumentos o finos regalos de aparador; los verdaderos guerreros acuden a mi"

    Esas palabras... Por parte de Yamamoto...

    Siempre me habían llamado la atención, y desde que Matsuda me había referido la existencia de tres míticos herreros quienes son Masamune, Yamamoto y Kyuzo, todo ello empezó a llamarme mucho la atención, sin embargo, ni a día de hoy había tenido modo de dar con los dos restantes, cuando menos me había dado cuenta, Masamune ya estaba con los Minamoto.

    ¿Pero y Kyuzo? Seguía siendo todo un enigma, ni siquiera mis informantes de hace tiempo habían podido darme ninguna pista; mas allá de la confirmación de Matsuda... Kyuzo sigue desaparecido, si, pero también sigue vivo...

    Ojalá mi padre me hubiese dicho que el hombre ante mí es Kyuzo...

    Pero bueno, este era mi último intento, pero antes lo que era curiosidad, ahora era necesidad...

    La Katana de Hiraga Fusatada... parecía cumplir con ello... "Extraña y Éstetica"

    La Katana Blanca.

    Miré a conciencia a Mokuzai una vez más, y solté un suspiro, primero sonriendo apenado, pero luego me puse serio, pero no amenazante; en realidad, cualquier pista me ayudaría...
    —Kyuzo—. Confesé de una vez, directo, sin rodeos. Luego proseguí:

    >>Hace poco me topé con una serie de eventos que... para ser honestos, a nadie le habría gustado vivir de primera mano. Afortunado o no, ese fue mi caso—. Añadí, para suspirar de nuevo y miré a un lado un instante, cielos, las conversaciones no acababan para conmigo, aún así, segundos después volví mi vista a Mokuzai.

    >>Nagoya ha caído, tal vez lo has oído ya, o hasta visto, miembros del Clan Taira fueron a atacar al Castillo pese a las fuertes medidas de seguridad, matando al Señor Feudal, yo, los que ves aquí, los Yoshioka y otros más luchamos con todo para evitar aquello, pero no lo conseguimos pese que habíamos eliminado a los invasores. El punto, es que había alguien muy importante para mí en medio de todo el caos, quién resultó no sé si decir miembro del Clan Taira o aliado a ellos... pero este resultó ser un hombre de nombre Hiraga... Hiraga Fusatada. Mi Maestro...—. Revelé, mientras llevaba una mano al Nakago de la Katana y le daba un par de toques, para recalcar ese detalle, Yamamoto ya me lo había mostrado, estaba casi seguro que Mokuzai sabía por fin mi nombre completo gracias a esta recién labor.

    >>Mi punto con todo esto, es que no solo tuve que matar a mi viejo Maestro en pos de hacer lo correcto, si no que murió antes de siquiera poder decirme algo, señor Mokuzai, él tenía algo que siempre captó mi atención, algo que nunca me atreví a preguntar, porque antes quería ser un guerrero. Pero ese hombre portaba una Katana muy singular, una de color blanco, como una perla, siempre quise llegar a tener la oportunidad de portarla si alguna vez lograba vencerlo en un justo combate de igual a igual... Él lo sabía, pero pese que lo vencí, la Katana cayó y... se hizo pedazos—. Relaté, mientras no evitaba dejar salir un suspiro decepcionado.

    —Un amigo me llegó a relatar que le daba gracia un comentario de alguien diciendo que las armas de los tres grandes herreros de Japón se podían diferenciar con creces... Las de Yamamoto siendo unas que se hacían evidente estaban hechas para matar y dañar lo máximo posible con un simple corte, las de Masamune siendo dedicados a lo que el cliente le exigía, pese que se sentían... "pesados". Y las de Kyuzo... siendo únicos, sí, porque parecían siempre portar algo muy llamativo, algo... estético, sin quitarle letalidad—. Dije, sin temor, no me importaba llegar a creer que este hombre era el mismísimo Kyuzo y poner a prueba tal vez su ego, pero todo lo que decía era por una buena razón... y es que aquí iría ese detalle.

    >>No lo sé, señor Mokuzai, solo conozco lo que Yamamoto podía hacer, solo me reía de ello tomándomelo con escepticismo. Sin embargo, ahora que volví a ver el arma de mi difunto maestro... he llegado a pensar que esa Katana fue forjada por el mismo Kyuzo, si en verdad esas palabras tienen veracidad... creo que tengo razones para pensar en esto. Y quiero serle honesto, este grado de detalle, el cuidado... el respeto. Me hacen sentir que no estoy ante cualquier herrero, ni siquiera uno que tuvo una determinación y dedicación extraordinarios a esta labor, lo que no quita mérito, por supuesto. Pero... mi punto es que... —continué, deteniéndome unos instantes para concluir al fin:

    >>Creo que usted es Kyuzo—. Finalicé por fin, quedándome callado unos segundos, no por mera tensión o por haberlo dicho al fin, presentando lo que para mí han sido las pruebas para aquello. Si no por repasar a velocidad todo lo que había estado pensando y visto a lo largo de todo este tiempo, y según yo, era todo lo que tenía...

    >>O puede me haya precipitado, y me esté equivocando, por supuesto, siéntase libre de reírse de mí si me equivoco, a veces peco de impulsivo—. Añadí al final, sonriendo algo nervioso, pues en realidad no es que tuviese algo directo para saber que este hombre era Kyuzo, más allá de haberlo visto trabajar por fin. Y también había dicho eso para calmar un poco cualquier posible tensión, porque yo si lo estaba y no entendía porqué en realidad... ¿nervios por mi atrevimiento, quizás?

    —Mi punto con todo esto es que... quiero dar con él, señor Mokuzai. Creo tener una buena razón, no quiero hacer nada malo, nunca quiero hacer algo semejante, solo... quisiera conocer algo que quizás solo él conozca. Mi maestro siempre fue una persona que ocultaba mucho, firme, decidido y con verdadero liderazgo... pero... ahora que sé que estaba con los Taira, que tuve que asesinarlo, que resulta que en todos estos años viví engañado... y parece que mi Clan tenía otro propósito del que ignoré por mucho tiempo... Quisiera verlo, conocer la historia de la Katana, sé que el mismo es un reflejo de su portador, una Katana no solo es un arma, es un objeto que también forja al guerrero, por eso es tan doloroso verlo destrozado, porque no es perder solo tu arma, es perder parte de tu esencia—. Dije, para después bajar un momento la mirada, a qué mentir, todo había sido hace poco y seguía demasiado fresco.

    >>Y sabiendo lo importante que es una Katana, sé y confío que conociendo su historia, la razón de ser... podré estar un paso más cerca a saber la verdad, y hasta en conocer en verdad a Hiraga. Ahora mismo me encamino a encarar ese pasado, y debo admitir que temo dicha realidad, pero tampoco tengo miedo de recibir de lleno lo que deba conocer, estoy listo, solo... espero poder procesarlo cuando lo sepa todo, o al menos eso quiero creer—. Añadí, para volver la vista al hombre, seguro de mis palabras.

    >>Si sabe algo de Kyuzo, o algún posible contacto, por favor, no tema en decírmelo... Lo que sea me servirá, esto se conecta con los Minamoto, el Clan al que pertenezco, y quiero dar con el fondo de ello, cueste lo que cueste—. Dije, para reverenciarle un momento.

    >>Gracias de antemano, lo siento... Todo esto ha sido demasiado repentino y no termino de asimilarlo del todo, admito que en cierto grado anhelo sacarlo. Por ello, me sorprende verlo por aquí, quiero decir, el sol no ha ni terminado de caer y... vernos de nuevo... Casi que me atrevería a decir que no ha querido abandonar del todo este perímetro.
     
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    Mokuzai soltó una leve risa cuando escuchó aquel nombre; levantó la vista al niño y siguió escuchando, y negó cuando escuchaba el detalle de la katana aperlada la cual se quebró al contacto con el suelo.

    —Los jóvenes corren demasiado —dijo señalando a Kuroki —Quieren saber todo lo más rápido posible —sonrió — No me importa de que clan seas; no me importa el apellido de nadie. Me importa ver cómo se desempeñan como guerreros. Tú, Kuroki... me pareces un gran guerrero, uno muy joven, uno que debe cuidar sus pasos para no arruinar todo lo que ha construido — extendió sus manos, algo sucias, callosas —Cuando ya eres más viejo, empiezas a entender muchas cosas, entre ellas a disfrutar de los silencios, de aceptar las obviedades sin esperar una confirmación — talló sus párpados delicadamente sin dejar a sonreír —Pensé que yo era una de esas obviedades —miró a Kuroki — Hace algún tiempo respondía a ese nombre, Kyuzo —afirmó.



    Kyuzo suspiró profundamente para después negar con fuerza —Yo no cree esa katana que mencionas; no puedo decirte nada de esa historia. Ni siquiera me interesa saber de armas que pueden quebrarse con tal facilidad. Se cayó ¿Dijiste? Bah—se mofó — Tal vez una katana aperlada era linda a la vista; pero no te equivoques, hay armas hechas para deleitar la vista; pero pocas son creadas para deleitar al cuerpo y el alma. Y Kuroki, yo puedo asegurarte algo. Habrá herreros que se jacten de ser los mejores, Masamune, Yamamoto e incluso yo he pecado de decirlo para que mis armas se vendan; pero no hay un herrero perfecto en Japón, no más... — se inclinó levemente, no como reverencia; sino por un instinto de sentirse inferior, después volvió a erguirse, no sin antes estirar su espalda baja con ayuda de ambas manos — Y si respondes a los Minamoto... — miró con severidad a Kuroki —Dile a tu líder que ha roto una de mis armas, a eso puedo llamar torpeza absoluta— sonrió, pues al parecer no estaba siendo tan serio en su acusación hacia Takeda — ¿Sabes contra quién luchó? Quiero saber quién fue capaz de romper una de mis más queridas katanas.

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    Mokuzai parecía muy pendiente de mis palabras, incluso en determinado momento llegué a pensar que se reiría a carcajadas de mí, bien pudo hacerlo... Bien pudo haber desviado el tema, como muchas veces había hecho con anterioridad.

    Pero hoy... Eso había sido distinto.

    Antes me dejó en claro que entendía mi curiosidad, a lo que sonreí con cierta vergüenza, tenía razón, no dejaba de correr, en cierto grado pero... ¿Estaría justificado por estar ante una persona que bien podría ser la última vez que viese? Viajaba mucho y en solitario, bien podría ser así.

    Aún así, me sorprendió no solo que me tuteara, si no que me dijese que le parecía que yo era un gran guerrero, lo que, admito, me hizo tocarme el corazón por mero reflejo, no era incomodidad, al contrario, era hasta orgullo y consuelo, pues cualquiera que me reconociese eso de verdad que me calaba, pues a día de hoy seguía siendo una meta muy importante para mí, por lo que al final sonreí agradecido, no solo por el cumplido, si no incluso por el consejo.

    Sin dudas debía ser cuidadoso...

    Luego relajé mi postura para seguirlo viendo, miré sus manos, luego su rostro, aún con su sonrisa, y no evité sorprenderme ampliamente por su confirmación final... Efectivamente, aquí estaba... Kyuzo.

    ¿Porqué me sorprendía? Era una sospecha de hace tiempo, era algo que ya tenía bastantes pruebas, ¿Sería por la razón de que lo reconociera? Si sentía que... No era solo mis palabras, era la esencia de los mismos, y, quién sabe, tal vez el hecho de que aún fuese un niño hubiese influido según lo que me había confesado hace poco antes de llegar a Nagoya.

    Aún así, después de la breve impresión, no evité sonreír, y luego reí otro poco con pena, afirmando.
    —Hace tiempo daba por hecho lo que intuía, lo que para mí era obvio y terminé por equivocarme severamente, por eso prefiero una confirmación, si, tengo aún mucho que aprender, aún soy joven, mucho, no niego que me falta aún un largo camino—. Comenté, sonriéndole a Kyuzo, bueno, pese lo que me había contado Matsuda hace mucho, no lo veía como un enemigo, creo que era evidente que este hombre había deseado hace tanto cambiar su propio rumbo y esencia de sus acciones.

    Al final me frustró un poco saber que Kyuzo no tuvo que ver con la creación de la Katana Blanca, pero afirmé sin problema... Debería buscar por otro medio.

    Luego seguí escuchando con atención a Kyuzo, no reaccioné a su mofa, entendía que para él le pareciese algo lamentable y decepcionante, de cualquier manera, le sonreí, pues si bien seguía afectado por todo esto, tal vez también necesitaba un poco de verlo de otro modo.

    Entendí sus palabras sobre deleitar el cuerpo y el alma, para posteriormente pasar a la parte de un mejor herrero o no, por lo que al verlo inclinarse por pena, negué.
    —No habrá Herrero perfecto, como tampoco un Guerrero. Kyuzo, creo que compartimos eso, yo también anhelé convertirme en un guerrero capaz de vencer a leyendas, y, si bien es algo que tal vez consiga, nunca habrá alguien perfecto, ni como herrero, guerrero, ni como persona, agricultor, médico, y así podría seguir... Todos tenemos defectos, pero también virtudes. No subestimes tu experiencia ni tu trabajo, no quita que eres un herrero extraordinario, uno que a cualquiera le costaría demasiado alcanzar tu mismo nivel, si no tenemos algo de orgullo con nosotros mismos, es lo mismo como rechazar nuestros propios defectos, presumir lo suficiente nunca hará daño a nada ni nadie... ¿No crees?—. Dije hacia el hombre, manteniendo mi sonrisa, pues no era para enaltecerlo, genuinamente era para consolarlo un poco.

    Luego Kyuzo se irguió para mirarme y pasar a la parte de Genji. A lo que asentí, si, gracias a Ukita conocía todo el contexto...

    Crudo, pero lo hacía, por lo que suspiré profundamente.

    —Fuyu... O mejor dicho tu hijo, Yagyu Takamatsu... Él se encontró a Takeda en Sado, y tuvieron un brutal confrontamiento, no iba solo, ninguno de los dos, pero en esencia Genji no fué destruido en solitario, también lo hizo el arma de tu hijo—. Dije, sin mentiras, si Kyuzo había decidido ser honesto, entonces quería corresponder.

    >>Quiero aclarar que yo no estuve allí ese día, esto lo sé porque con el tiempo el clan me informó lo sucedido, tenían que hacerlo si Takeda acabó perdiendo un brazo. Según tengo entendido, todo ha sido por la ambición del Clan Taira, o eso es lo que entendí—. Añadí, para rascarme tras la nuca.

    —Si no me equivoco, hace varias estaciones, todo empezó porque Hiro Sugita huyó, dejando a los suyos atrás, lo que se traducía a una traición. Eras el herrero más famoso de Kioto, así que eso debió molestar a los Taira, así, Kumon Takamatsu, tu otro hijo, fué a buscar a Hiro para hacerlo pagar, pero antes se encontró con Takeda, y después de una confrontación en la que mi señor no quiso lastimarlo, se vió en la obligación de atacar a muerte, pues Kumon no quería detenerse. Así, recientemente, se topó con Yagyu buscando vengar a su hermano, y recuperar Genji, al ser esa katana forjada por ti, quería recuperar lo que para él le correspondía por derecho al ser forja familiar. El ataque de Takeda y Yagyu chocaron, y las Katanas acabaron hechas pedazos al mismo tiempo—. Relaté, mirando aún a Kyuzo.

    >>Takeda decidió dejar ir a tu hijo, porque no veía justo acabar con su vida, ya que Takeda se sentía responsable, y lo aceptó. Entendió las enseñanzas que Hiro le dedicó... Y sabía que, perder tu katana es como perder una extensión de ti, estar desarmado... Es sinónimo de estar derrotado. Esa es, a muy grandes rasgos, la historia—. Finalicé, para relajar mi postura.

    —Lo siento Kyuzo, sé el enorme valor que tenía Genji. Aún así, ya podrás recriminarme si algún día Nozomu es destruido—. Bromeé un instante con ello, intentando calmar cualquier posible tensión.

    Luego de unos momentos, añadí:
    —Si me permites la pregunta... ¿Para quién forjaste Genji? Creo que estaré mal con lo que voy a decir pero... ¿Era para Hiro Sugita? ¿Podría... ser posible que me digas algo más de él? ¿De todo lo sucedido? Tal vez incluso hasta Takeda y Yagyu tengan un malentendido y algo está marchando mal aquí.
     
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    madarauchiha Gracias Andy!!! TWT Orientador Game Master

    Aries
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    Conocer que el jefe del taller había muerto me heló la sangre inevitablemente ¿Q-Que? Ya no sólo me sabía mal por el estado en el que se hallaba Sachi sinó que, eso significaba que tenía que cerrar ¿Que iba a pasar ahora en Nagoya? Sin su armero… Desde luego era una tragedia, tragedia de la que me sentía en parte responsable pese a haber estado más años fuera de Taira que dentro, algo que incluso los propios Taira no se iban a tomar nada bien si se tenía en cuenta que de hecho pertenecía a su claro clan rival y, ahora, con el nuevo gobierno… No quiero volver a Nagoya en un buen tiempo.

    Pese a mi lamento interno, traté de no perder palabra de lo que de hecho quería referirnos Sachi, aunque era una verdadera lástima que una técnica quedara perdida así porque si a causa de la muerte de su maestro, tal como indicaba Sachi.

    “¿Los últimos de los Yoshioka? Vaya… Al menos quería tener, aunque fuera la esperanza nímia de que más miembros de los mismos pudieran estar en otro lugar aunque, sabía que era un pensamiento tanto falaz como estólido”

    Así que Sasaki Kojiro es el hombre que lo derrotó, hijo de Jinrai ¿eh? Intentaría no olvidar ese nombre y, al menos sabía que en Nagano podría conseguir hierro.

    Al menos Kuroki no se quedó atrás y expresó con palabras lo mismo que iba a querer expresar yo, salvo con la diferencia de que yo opté por mantenerme callada, no por mala educación, sinó porque aún necesitaba asimilar la tragedia de Nagoya por lo que, agradecí que Kuroki tomara la iniciativa y dijera todo lo que yo no era capaz de expresar.

    Al final solo pude sonreir cuando Sachi tomó las palabras de Kuro y optó por irse tal como indicó así que asentí para finalmente reverenciarle a Takeda y le devolví la sonrisa ante sus palabras.

    — Puede que no hiciera gran cosa, más no te voy a quitar la razón, no moriremos tan fácilmente, Takeda-san, muchas gracias y, también aplicate esas palabras a tí mismo—. Comenté con una sonrisa.

    Al final y en silencio todos empezamos el viaje. Era natural que Yamamoto anduviera devastado y no era el único, el ataque de Nagoya había sido muy fuerte y, naturalmente raro es que eso no les hubiera afectado a todos de igual manera aunque de distinta manera si, sabía que el pensamiento podía sonar un tanto contradictorio, sin embargo, yo misma entendía a que se podía referir.

    Al final acabamos por encontrarnos con un viejo conocido de Kuroki, con quien aparentenemente se llevaba bien, así que tras unas pocas bromas empecé a no entender por qué Kuroki se preocupaba ahora de la calidad de Nozomi, quiero decir, era un arma, puede que no mejor o peor pero ¿No era el arma que le había salvado la vida en una gran cantidad de ocasiones? En cualquier caso, acabaron hablando de Katanas y de maestro en la naturaleza. No acababa de entender del todo de lo que hablaba, al menos no si se expresaba de manera literal pero si, en el contexto lo estaba entendiendo perfectamente, ese herrero era sabio, desde luego, aunque ¿Sería conveniente preguntarle si supiera de algún sitio donde conseguir una espada a buen precio? La necesitaba, eso y armadura.

    Igualmente no pude sinó reir ligeramente ante el comentario de Kuro sobre Nozomu destruido antes de mirar al herrero.

    — Hola, disculpe interrumpir la conversación, más ¿Sabría indicarme donde puedo conseguir armas o armaduras a buen precio?
     
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    Amelie

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    Kyuzo afirmó ante las palabras de Kuroki sobre la presunción —Es fácil caer en ese vicio, incluso disfrazarlo con modestia —sonrió — Pero tienes razón, es parte de un orgullo a nuestro crecimiento, no está más de vez en cuando aceptarlo.

    Después escuchó la historia de Takeda y Yagyu; se notaba que aquella narración lo había herido profundamente, dejándose caer de rodillas; haciendo que su pierna de madera sonara en el la tierra, tan hueco.

    —Pensé que Yagyu se había quitado la vida —dijo con los ojos vidriosos, levantó la vista hacia Kuroki —Mi hijo sigue vivo —sonrió para después limpiar sus ojos. Se quedó allí unos segundos para después incorporarse —Me has devuelto una esperanza que había perdido y ese joven... Takeda. Me ha quitado un hijo pero devuelto otro y por ello no tengo ya nada que recriminarle —mencionó sonriendo — Jamás le guardé rencor por la muerte de Kumon; sabía que había actuado por órdenes superiores y no iba a detenerse.

    Kyuzo suspiró dejando ir el cúmulo de emociones —Genji; esa arma era Hiro; siempre lo fue, aunque en su momento Hiro la llamaba Kaishi. Pero su hermana gemela no era para él; primero la pensé para Sogo Minamoto; este la rechazó pues sólo usaba acero de Masamune; aun así cree el arma. Esta katana también se la entregué a Hiro, y él la llamó Owari —miró a Kuroki —Ese hombre, Hiro Sugita. Es la definición de el hombre que ha nacido para ser guerrero sin querer serlo. Demostraba gran habilidad física, fue el gran orgullo de su madre. Y siempre se demostró como un hermano digno de envidiar; ese par... —soltó una pequeña risa — Eran inseparables, a tal grado que parecían ser gemelos; se entendían tan bien que podían actuar sin siquiera organizarse y salir victoriosos. Muchos trataron de separar ese lazo pero jamás lo lograron, hasta que Hiro fue forzado a huir —suspiró —Años de reflexión me hicieron pensar que seguí forjando a Owari como hermana de Kaishi... creo que forjé a Owari para que llegara a manos del hermano de Hiro. Creo que esa arma debió haberse llamado Kyōdai.

    Kyuzo después miró a Shiori, quién le habló; la escuchó y comenzó a reírse —¿Se está burlando de mí, señorita?


    Gigavehl
    Kyōdai= hermano
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