Microrrelato UN ÚLTIMO INTENTO

UN ÚLTIMO INTENTO​

La tarde llegaba a su fin y, a pesar de haber corrido como un condenado durante casi media hora, su desesperación lo obligaba a olvidar su cansancio y correr con más fuerza que nunca, ni siquiera se fijaba donde pisaba, “Solo un poco más, un poco más” se repetía incesantemente mientras llevaba en sus pasos, él último aliento de su corazón.
Había pasado casi un año desde su último encuentro y, a pesar de la distancia, aún no había podido olvidarla, ¿Cómo hacerlo? ¿Cómo vivir sin ella?
Un año, la había abandonado durante tanto tiempo y al final; todo fue en vano. Nuevos amigos, fiestas, bebidas aletargadoras, jóvenes y sensuales labios femeninos, nada, absolutamente nada lograron borrarla de su memoria, la amaba demasiado, tanto; que nunca pudo ver la realidad que desfilaba tan irónicamente frente a él, quería tanto poder brindarle un futuro mejor que, sin dudarlo ni un poco dejó su patria y familia por amor a ella, la creía tan sincera que, nunca se le cruzó por la cabeza que ella podría olvidarlo y… buscar en otros brazos la suntuosidad que ella tanto deseaba.
Ya nada importaba, al borde de la locura; y sin ninguna esperanza, mientras corría no podía evitar pensar en que si tan solo su cabeza hubiera podido definirlo antes, sin tan solo hubiera podido convencerla de que el dinero no compra la felicidad… hubiese sido él, el que estuviera diciendo “Acepto” en este momento.
Finalmente y, tras una larga carrera pudo vislumbrar frente a él la antigua iglesia de la parroquia dándole la bienvenida con el retocar de unas trémulas campanas anunciando lo inevitable… la había perdido.
Su paso se hizo más y más pesado, apenas podía seguir de pie, la lluvia finalmente se había detenido, pero eso ya no le concernía, nunca lo hizo en realidad, solo pensaba en llegar y salvarla pero…
Con la cabeza inclinada; se acercó moribundamente al umbral de aquella nefasta iglesia sintiendo el perdedor más grande del planeta. Ya no podía continuar, mientras sus rodillas golpeaban sórdidamente el pavimento, sus ojos volvieron a cubrirse de lágrimas, se había rendido.
Los gritos de felicidad no se hicieron esperar, el caer de flores fue su último aviso, ella había aceptado, su corazón se quebró en pedazos al ver a los recién casados salir de la iglesia y perderse en el horizonte sin siquiera notar su presencia.
Los gritos de felicidad no se hicieron esperar, el caer de flores fue su último aviso, ella había aceptado, su corazón se quebró en pedazos al ver a los recién casados salir de la iglesia y perderse en el horizonte sin siquiera notar su presencia.

Era todo.