Hay sentimientos en contra de nuestra voluntad [Sessho&Kago]

Capitulo 30
“Celos”
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Ya se habían puesto en marcha, no se habían detenido a desayunar pero ella no lo deseaba ya que la furia corría en sus entrañas y le hacían perder sus necesidades humanas. Sesshomaru había estado hablando con Kagura, "hablando"... Una conversación de verdad.

—¿Qué te pasa Kagome? —preguntó Rin preocupada por su estado.

—Nada —respondió secamente.

—¿Acaso pasa algo? —interrumpió Jacken, quien había rotó la fila al lado de su amo para colocarse al lado de la miko.

—Ya dije que nada— No les podía decir que ardía en celos al imaginarse al youkai al lado de la extensión de Naraku.

—¿A qué vienes? —dijo él en voz fuerte y clara. Interrumpiendo la conversación que se desarrollaba detrás de él. Todos voltearon a ver a quién se dirigía.

—Naraku me ha dejado en libertad —contestó mientras bajaba de su pluma.

—¿Y que buscas aquí? —Kagura se acercó poco a poco, hasta quedar frente a él.

—Estar contigo para vencer a Naraku, ¿no es obvio? —vio más atrás del youkai y se dio cuenta de algo que no le agradó. Kagome le dirigió una mirada llena de furia, primero la noche y ahora la mañana, estaba empeñada en arruinarle su vida. ¿No tenía algo más importante que hacer?

—Si no nos vas a decir la ubicación de Naraku no veo que haces aquí

—Cuando él me dio mi libertad, cambio de ubicación ahora no sé donde podría estar.

—Llévanos a donde antes se encontraba— Kagome miraba el comportamiento de Sesshomaru, ¿cómo era posible que hablará tan fluidamente con ella? Kagura miró al youkai y los condujo hacia aquel lugar, haría todo por ganarse su confianza, aunque ella sabía que no era precisamente eso lo que quería ganar.

Kagome no quería estar cerca de Kagura, temía tanto por su “relación” con el youkai como por su vida, ¿cuántas veces no la había atacado cuando permaneció con Inuyasha? Ella no siguió el camino que les estaba señalando si no que se separó del grupo inmediatamente cuando comenzaron a avanzar.

—¿Te vas? — La detuvo la pequeña.

—Sí— respondió secamente.

—¡No quiero!

—Tengo qué

—Rin déjala— interrumpió Sesshomaru quien iba detrás de Kagura, el solo ver ese gesto le hizo irse sin despedirse ni siquiera de Rin, Jacken o incluso Sesshomaru, aunque a éste último (quizá) ni siquiera le importaba.

—Adiós Kagome —La pequeña volteó a verla pero esta ya no se encontraba visible.

…………………….
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—Kagura, tenía que venir a interrumpir el orden —Se decía ella mientras pateaba las rocas que se le atravesaban en el camino.

—Su olor se encuentra por allá —Oyó una voz. Frente a sus ojos se apareció Inuyasha, Kikyo y detrás de ellos Kirara, Sango, Miroku y Shippo

—Si buscan a Kagura se encuentra con Sesshomaru— esquivó a sus compañeros y siguió su camino.

—Gracias Kagome— dijo Kikyo mirándola seriamente, podía sentir su furia.

—Kagome, ¿qué haces vestida así?— preguntó Sango admirada. No quería hacerse ver tan obvia pero vestida así, era el mismo reflejo de Kikyo.

—No pierdan el tiempo conmigo, ella le está mostrando a Sesshoamru el camino para encontrar a Naraku —Los miró finalmente—, si se detienen a hablar conmigo perderán el rastro— dio la media vuelta y se fue.

—Esperamos verte pronto— Miroku animó a Sango a continuar su búsqueda y esta a regañadientes tuvo que aceptar.

—Cuídate Kagome —Le dijo Inuyasha mientras corría con Kikyo para alcanzar aquel rastro.

Ella se sentía pésima, cuánto tiempo había vivido sin él y ahora tenía que hacerla sufrir de esa manera, se sentía como Kikyo en todos los sentidos, ahora la comprendía perfectamente: ella había estado interfiriendo en su relación con Inuyasha, ahora Kagura lo estaba haciendo en su relación con Sesshomaru, si así se le podía llamar

……………….
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Estaban a punto de llegar: adoraba tener al youkai tras de ella, sin embargo le molestaba saber que solo era por Naraku

—Aquí fue donde se ocultó pero como te dije él se fue tan pronto me dio la libertad —mostró la entrada con su mano e invitó a hacerlo pasar. Él por su parte solo miró la entrada y se retiró tratando de seguir el olor el cual había desaparecido a mitad de camino— ¿no vas a entrar?

— ¿Para qué?

—Pensé que querías ver por dentro, por si había dejado algo.

— ¿Cuál dijiste que era su plan?

—No lo sé solo dijo que era algo que nadie se esperaría

—Vámonos— replicó mientras se alejaba de aquel lugar con la esperanza de encontrar a la miko en su camino.

—De acuerdo— contestó Kagura acomodándose inmediatamente en el lugar que antes ocupaba Jacken.

—¡Óyeme! ¿Qué haces? —Le gritó el pequeño demonio tratando de apartarla de su lugar, lo único que ella hizo fue pegarle en la cabeza con el abanico y decirle:

—Cállate— Él por el dolor, tomó lugar al lado de Rin quien iba burlándose de aquella escena.

— ¡Kagura, devuélveme los fragmentos de Shikon! —gritó Inuyasha desde atrás haciendo que todos voltearan, menos Sesshomaru— ¿Acaso la apoyas Sesshomaru?

—Yo no estoy con nadie —No volteó a mirarlo sino que se limitó a caminar y tras él se fueron Jacken y Rin.

—Tú no te vas hasta que me devuelvas los fragmentos —amenazó Inuyasha cuando ésta comenzaba a caminar.

— ¡Danza de las cuchillas! —agitó una vez su abanico— Si quieres tus fragmentos tendrás que pedírselos a Naraku, yo ya no tengo nada que ver con él, ya soy libre, tengo mi corazón en su lugar: ya no le pertenezco —giró sobre sus talones y siguió al youkai dejando a un hanyou, una sacerdotisa, un monje, una exterminadora, un demonio-zorrito y una gata de dos colas con rostros más que coléricos

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A pesar de que odiaba a la extensión de Naraku, le había dado una información valiosa y era lo único, lo único que le tenía que agradecer. Sin embargo si moría en el intento de derrotar a Naraku… Detuvó su caminata y volteó a ver el largo camino ya recorrido: con un suspiro de resignación regresó. Sabía lo que tenía que hacer, si perdía la vida… solo esperaba poder encontrarlo.

 

Capitulo 31
“Marcas”
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Buscó todo el día sin resultado alguno. Sus fuerzas humanas se habían agotado. Se sentó en el pasto y echo los brazos hacia atrás mirando la luna creciente, hasta ese entonces su astro favorito. ¿Cuánto tiempo más tendría que pasar para acabar con Naraku? ¿Cuánto tiempo tendría que pasar para tener que acabar su misión? La despedida se acercaría pronto, si él continuaba recolectando los fragmentos… Pronto todo acabaría, el deseo correcto tendría que ser pedido y la perla desaparecería haciendo que las guerras terminaran y tal como le había dicho alguna vez a Sesshomaru ella se iría para siempre.

—Sal de ahí —susurró en voz alta aunque nadie se encontraba cerca— Siento tu presencia— su voz era tensa y fatigada, recordó la vez en la que había ido a buscar a Kikyo para que le ayudara a ser más fuerte y una ligera sonrisa se poso en las comisuras de sus labios al encontrar una pequeña similitud entre las situaciones.

—¿Qué hacías con Sesshoamru? —preguntó el ser de ojos rojos.

—No creo que te importe.

—Veo que te ha pegado el humor —Kagura se acercó lentamente y se sentó a su lado.

—¿Qué haces tú con él? —Ella la miro fijamente, aun los celos le comían por dentro. Ahora era ella la que tenía que obtener respuestas.

—¿Acaso te importa?

—La verdad es que no —volteó a ver hacia otro punto ignorando el deseo de rodear su cuello con sus manos.

—Desde que conocí a Sesshomaru, supe que él sería el único capaz de derrotar a Naraku — Kagura comenzó a hablar atropelladamente, en su voz se podía percibir el nerviosismo. Kagome jamás la había conocido de esa manara, las únicas veces que hablaba con ella era en peleas—, sin embargo creo que mi confianza fue mas allá de la alabanza y… me enamoré de él— Aquella palabra había sido una patada al hígado de la miko; así que no era una si no dos quien luchaban por el amor del youkai. Que patético.

—¿Por qué te has enamorado de él? —preguntó tratando de controlar su voz y no estallar en ira.

—Supongo que fue su ímpetu, su poder, su confianza en sí mismo y no dejarse dominar por nadie.

—Ya veo, espero que seas correspondida —se puso de pie y comenzó a caminar.

—¡Espera! —gritó cuando la vio alejarse— Yo ya respondí aunque sea una sola de tus preguntas, ¿no es justo que tú también contestes una de las mías?

—Yo solo estaba con él por Rin, ella me ve como su única madre y yo la veo como mi hija.

—Es difícil aceptarlo pero me sentí celosa de tu presencia.

—El mundo es extraño —Fue lo único que respondió mientras se alejaba a continuar su misión— yo sentí lo mismo— dijo en voz baja, para sí misma.

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Lo único que tenía que hacer era encontrar a Naraku lo más pronto posible, pero para eso necesitaba a la humana: ella podía percibir los fragmentos de Shikon y solo con ella podía llegar a él. Aun así cuando todos estos se reunieran… Recordaba que alguna vez le había dicho que su misión era recolectar los fragmentos y pedir el deseo correcto, una vez hecho eso tendría que irse. Una punzada atravesó su pecho: sería el final.

Lamentaba tener que haberle dado aquel collar, no podía percibir su aroma: era como buscar la aguja en un pajar, vivía oculta de él. No podía permitir que se fuera pero tampoco podía permitir que Naraku siguiera haciendo de las suyas. La opción permanecía en sus manos balanceándose de un lado a otro, no podía mantener a las dos por mucho tiempo. La decisión final tenía que ser tomada ya.

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No podía arrebatarle la felicidad a Kagura, no deseaba sentirse como Kikyo aunque sabía que no tenía que compararse con ella porque eran muy distintas, sin embargo era inevitable. Llegó al pozo cabizbaja pues tenía que visitar una vez a su familia… Tenía que despedirse de ellos por si algo llegaba a suceder en la batalla contra Naraku.

—¿Qué haces aquí? —frente a sus ojos se encontraba el hayou de ojos dorados que tantas veces le había robado el aliento.

—Recordaba buenos momentos —Se acercó a ella y la miró de pies a cabeza—. Eres tan parecida pero tan diferente.

—Seré la reencarnación de Kikyo pero solo en figura, ambas somos diferentes.

—¡Eso lo sé! —tomó una de sus manos— Te has vuelto tan fuerte Kagome.

—Todo fue gracias a Kikyo —jaló su mano tratando de soltarse de la presión que él ejercía sobre ella. No estaba de humor como para tener que lidiar con arrepentimientos sin sentido. Miró por unos segundos a Inuyasha y pudo notar por vez primera que su rostro era apaciguado, como si en esa época no existiera ningún mal.

—¿A dónde vas? —Él miró hacia otro lugar evitando su mirada, no quería tener que lamentar haberla perdido otra vez. Sus ojos eran su perdición y sin duda ya no le pertenecían en ninguno de los sentidos.

—Con mi familia a despedirme de ellos— Su mirada estaba llena de expresiones: confusión, dolor, arrepentimiento, deseo, furia.

—¿Despedirte?

—Si algo malo llegara a suceder en la batalla de la perla de Shikon y ya no pudiera regresar... me sentiría inmensamente culpable.

—Nada te va a pasar si todos luchamos juntos.

—Inuyasha… Eso es lo que piensas y quizás tengas razón, pero cada uno tiene motivos diferentes.

—Si eso es lo que piensas adelante. no puedo detenerte.

—Es lo que quiero —Se murmuro a sí misma en un suspiro; caminó al pozo y se metió en él.

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La había visto hablar con Inuyasha: otra vez él, ¿cuándo se iría de sus vidas? Lamentaba llevar la misma sangre que él. Quería entrar en aquella conversación, impedirle al hanyou acercarse a su humana pero eso no sería posible hasta que decidiera “marcarla”. En un momento ella había mencionado una despedida... Algo relacionado a su familia, ¿intuía que iba a morir? La observó en su trayecto al pozo. ¿Cuándo le pondría de una vez su marca para hacerla suya nada mas?

……………………….
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—¿Mamá? —entró a la casa e inmediatamente buscó a su familia por toda la habitación.

—¡Hija! Regresaste— dijo su madre mientras entraba junto con su abuelo.

—¡¿Kagome está aquí?! —preguntó Souta que saltaba detrás de estos con tal de mirar a su hermana.

—Hola Souta, mamá, abuelo —saludó a cada uno de ellos mientras movía una de sus manos—. Solo vine a pasar un tiempo con ustedes —contestó con el gesto descompuesto, no podía decirles que era un tipo de despedida.

—¿Por qué? —Souta se había acercado rápidamente al mirar el cambio de su hermana. Pudo mirar que las ropas que antes le había dado el abuelo (perfectamente limpias y coloridas), ahora estaban llenas de tierra y sin color alguno que admirar. Además de que su rostro presentaba uno que otro rasguño oculto ya en cicatrices.

—La perla esta apunto de reunirse por completo— contestó. Su voz sonó firme y directa.

—¿Y eso qué quiere decir? —preguntó confundido su hermano, mientras rascaba una parte de su cabeza tratando de entender.

—¡Pedir el deseo correcto!— intervino el abuelo con gran sorpresa.

—Así es, el deseo correcto —suspiró. Pronto todo acabaría, pronto sería el final, pronto todo no sería más que un pequeño recuerdo en su cerebro.

—Entonces eso significa que pronto estarás aquí a nuestro lado hija y podrás retomar tus estudios, últimamente muchos han venido a visitarte… He tenido que decirle que estabas en cuarentena, Joyo es el que más se ha asomado por aquí; pero bueno preparare algo de cenar— Su madre se dirigió a la cocina con la sonrisa expresada en su rostro, estaba tan feliz, pronto su hija regresaría y serían una familia unida de nuevo.

Sin embargo para Kagome, su vida se había transformado en un gran sueño, un hermoso e interminable sueño que sin duda alguna tendría que llegar al final. Miró sus manos que temblaban a un ritmo constante, no sabía que deseo pedir ni mucho menos cual sería el correcto, no deseaba tener que despedirse de su familia pero de un momento a otro tenía que hacerlo. Maldito destino cruel.

 

Capitulo 32
“Pronto”​

Su humana se había marchado. Contaba una y otra vez los días: tres amaneceres y tres noches ¿pensaría en ya no volver?

—¿Qué piensas Sesshomaru, un plan para derrotar a Naraku? —Kagura se había posicionado a su lado; no entendía cómo podían caminar tanto y no cansarse: tres días caminando sin parar, siempre yendo en círculos, pensaba que jamás saldrían de aquel lugar donde se encontraba el árbol sagrado.

—No creo que tenga que ver contigo— replicó, no sabía que hacia ella ahí, es más ni siquiera le importaba que le siguiera como perro fiel a su amo.

—¡¿No tiene nada que ver conmigo?! Naraku ya lleva la mayor parte de la perla, si le llegara a quitar los fragmentos a la humana solo le faltarían de tres a cinco fragmentos.

—Ella es fuerte, puede lograrlo— fue lo único que dijo para defender a su humana.

—¿Cómo puedes estar tan seguro de ello?

—Kagome es demasiado fuerte, estoy segura que ella se defenderá— interrumpió la pequeña que se había colocado tras de ella apoyando de igual manera a la miko— Incluso ha peleado con el señor Sesshomaru y nadie ha perdido… o al menos eso creo yo

—Ya veo —volteó a ver al youkai— ¿has peleado con ella?

—Sí— respondió. Detuvo su parada y ladeó un poco la cabeza recordando el pasado, su humana era capaz de todo.

Ella por su parte ardía en los celos, odiaba oírle hablar de esa manera de una patética humana, tendría que ganarse lo más pronto posible su corazón, si tardaba demasiado alguien más se lo arrebataría: pero, ¿una humana como rival?

……………………
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—Kagome se ha ido, ¡rayos! necesito los fragmentos, necesito sus ojos —dijo él.

— No tardará en volver— respondió fríamente Kanna.

—Eso lo sé, no huiría como un vil insecto —rió para sus adentros. Naraku era prácticamente invisible en aquella enorme cueva del monte de las ánimas— cuando regrese me encargaré de quitarle los fragmentos lo más pronto posible.

— ¿Y Kagura?

—Libre como el viento —su tono de voz era de burla— pero eso no durara mucho —su plan estaba siendo llevado a la perfección, pronto la guerra se llevaría a cabo.

— ¿La mataras? —preguntó ella pero no hubo respuesta alguna, en su lugar solo se escucharon risas burlonas

………………….​

En ningún momento dejó de entrenar, si la batalla sería pronto tendría que entrenar y no confiarse de sus fuerzas, ella sabía que era fuerte sin embargo tenía que serlo más. Lanzaba una tras otra flecha apuntando siempre en el mismo punto: el árbol sagrado donde una vez había sido atrapado Inuyasha…

—Tengo que ser fuerte— se repetía una y otra vez. Cuatro días más y se iría para encontrarse con su destino.

—Hermana, no has descansado en ningún momento— interrumpió Souta trayéndole un vaso de agua fría que reposaba en una charola color plateada.

—No puedo descansar— se acercó, tomó el vaso y bebió en un sorbo rápido.

—Deberías, si llegas así a la época del orejas de perro no podrás ser de utilidad— Su hermana bajó la flecha que estaba a punto de tirar y lo miró fijamente.

—Souta, cuando hay un enemigo tan poderoso como lo es Naraku no te queda de otra más que luchar con todas tus energías, vale la pena perder en el intento si lo haces por las personas que más quieres— Él no había comprendido exactamente sus palabras pero lo que si podía comprender era que jamás había visto tan seria y concentrada a su hermana, con un asentimiento de cabeza y sin decir nada más se retiró de aquel lugar. Ella por su parte continuo su labor, no descansaría hasta que pudiera perfeccionar sus poderes a tal grado de que pudiera sentirse segura de ella misma.

………………
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El ser de ojos rojizos había decidido alejarse del grupo de Sesshomaru, la tensión y el silencio de ese grupo era tan atormentante que podría incluso molestar a cualquier ser vivo, y sin embargo no lograba comprender como una niña y un youkai de tan bajo nivel podían convivir con él. Respiró una vez más, lenta y profundamente para que el aire lograra cubrir las paredes de sus pulmones, era increíble la libertad, jamás había vivido algo así y estaba segura que nada podía ser mejor.

— ¡¿Qué?! —su gritó retumbo el bosque, un insecto la vigilaba, aún y cuando su corazón ya no estuviera en sus manos, ¿es que jamás la dejaría? El insecto salió volando de ahí.

……………………..​

Tres días ya habían transcurrido, era el momento de hablar con su familia de la manera más tranquila posible

—Mamá, yo… Yo no les he dicho a que he venido con exactitud —comenzó a decir mientras desayunaban: ese era el último día.

—¿A qué te refieres? —Su madre detuvo a la mitad de camino el bocado que llevaba a su boca.

—Necesito que todos se relajen pero sobre todo que asuman mi decisión con tranquilidad y comprensión

—Suéltalo de una vez hermana— Souta y el abuelo habían dejado sus alimentos con tal de escuchar a la joven que tenía una lucha interior entre sus sentimientos y sus deberes.

—Como les he dicho la batalla está a punto de comenzar y junto con ella el deseo correcto de la perla de Shikon —respiró profundamente, sería ahora o nunca— pero… no sé si llegase a sobrevivir a esta batalla final, y con sobrevivir creo me entienden a lo que me refiero, esta semana fue para poder pasar tiempo con ustedes, como una familia completamente normal, no digo que esta vaya a ser la despedida porque no lo creo así sin embargo es bueno estar preparada en cualquier momento.

—Tú no vas a morir, tu fuerza interior es demasiada, la esperanza es la que muere al último, debes confiar en ti misma —Era la primera vez que escuchaba al abuelo hablar con tal seriedad.

—Lo sé, simplemente quería pasar un tiempo más con ustedes, a su lado.

—Pues ahora que lo hiciste, enfócate en eso y verás que todo resultará de maravilla— interrumpió su hermano: aquello también era una primera vez jamás había visto a su hermano con tanto apoyo a su persona.

—Gracias por su apoyo… ¿Mamá? —volteó a ver a su madre que aún mantenía la postura anterior— ¿Tú qué piensas?

—Lo único que me resta es apoyar tu decisión, te considero una mujer que toma ya sus propias decisiones. Si crees que lo mejor es intervenir en aquella batalla tan importante, entonces es mejor que lo hagas, todo depende de tu decisión.

—Gracias mamá, prometo que haré todo por regresar sana y salva— Se puso de pie y se acercó a ella para enterrar su cabeza en su hombro: en señal de consuelo. Se dirigió a su habitación, se miró al espejo y se dio ánimos a sí misma, se quitó la ropa de su época, se metió a la ducha y salió completamente vestida de sacerdotisa: era hora de cumplir su misión.

Se despidió una vez más con lágrimas en los ojos de su familia y entró al pozo. Al encontrarse en aquel lugar sintió que algo estaba mal, el ambiente no era el mismo la tensión podía agarrarse… ¿Acaso todo había ya pasado? No, eso no era posible ya que ella aún tenía unos fragmentos.

Corrió al sentir aquella presencia. Sus manos se crisparon en puños lastimando sus tendones y articulaciones. Lo que encontró frente a sus ojos era algo que jamás se hubiese imaginado, se tragó un grito y miró aquel cuerpo que yacía en el piso aún con vida.

 

Capitulo 33
“Flashback”
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No lo podía soportar, que solo le hablara por cuestiones de Naraku y nada más. Al fin podía ser libre y lo único que pensó en hacer fue en ir tras de Sesshomaru como perro fiel tal y como lo había hecho con Naraku. Desde que la humana había desaparecido él se había comportado más frío de lo normal; no aguantaba más. ​

—Sesshomaru —pronunció con cierta timidez. Éste no volteó ni detuvo su marcha—, bueno quería decirte que…

—Si no es de Naraku no me interesa, no pierdas tu tiempo.

—Estoy harta de tu comportamiento —No quería decirlo pero no pudo evitar que las palabras salieran de su boca— desde que la humana se fue tu…

—Cállate— por un segundo entornó los ojos, pero el movimiento había sido tan rápido que no se logró percibir.

—Eres más frío de lo que eras… ¿acaso...?

—Eso no te incumbe, no te metas en lo que no te importa— Por fin paró su caminata, el olor de Naraku se hizo presente en ese pequeño instante.

—Naraku— murmuró ella en voz baja, ¿qué era lo que buscaba ahora?

— ¿Te busca a ti? —Sesshomaru se dirigió a ella.

—No lo creo, ha de estar llevando a cabo su plan.

—Más vale que no lo haga —comenzó a correr siguiendo aquel aroma… No le daría la oportunidad a Inuyasha de terminar con él; pronto comenzó a volar, la satisfacción de matarle no era para nadie más que para él.

—¡Espera! Si Naraku estuviera llevando a cabo su plan, no te estaría dando la oportunidad de matarlo —Kagura iba detrás de él, montada en su pluma. Él no contestó. A medio camino el olor había desaparecido por completo, ¿estaba jugando con ellos?— ¿Lo ves? Ha desaparecido —Kagura miró al youkai mientras descendía por lo que ella decidió hacer lo mismo.

—Maldito— Murmuró para sí mismo. En ese efímero instante algo se sintió diferente dentro de Kagura: su corazón; su corazón ya no latía en su pecho, ¡¿por qué?! Llevó la mano a su pecho maldiciendo por dentro una y otra vez a Naraku.

“Kagura, necesito que vengas… Tu libertad se acabó” escuchó una voz en su mente, sin decirle nada al youkai salió volando inmediatamente, quería saber por qué Naraku le había quitado su libertad, Sesshomaru ni siquiera la volteó a ver. Cuando por fin llego al lugar que le habían indicado los insectos, lo buscó por todos lados.

—¡¿Qué quieres?! —habló por fin una vez lo hubo encontrado.

—Que carácter Kagura, ¿es así como agradeces tu libertad?

—¡¿Por qué lo hiciste?!

—Jamás dije que te dejaría libre por siempre, eso lo deberías haber sabido de antemano— Él seguía sin mostrarse, ¿qué era lo que pretendía?

— ¿Por qué te escondiste aquí? —En ese instante Kanna salió de la oscuridad, se acercó a Kagura y le mostró su espejo

—Te dije que llevaría un plan, tenía que esconderme para que nadie se diera cuenta— Mientras decía esas palabras, distintas imágenes aparecían en aquel espejo.

— ¿Y? —presionó el ser de ojos rojos

—Tranquila, bueno lo mejor de todo fue venir a este monte que tiene un aura de purificación enorme, tanta que nadie se acercaría a este lugar, no presienten mi olor.

— ¿Cómo lograste llegar aquí si dices que el aura es tan poderosa?

—Utilicé un poco de la ayuda de una sacerdotisa, que tonta fue al dejarse engañar con la vida eterna— rió de manera burlona al recordar cómo había sido tan ilusa.

— ¿Para qué me llamas?

—Ha llegado el momento de que me sirvas de nuevo

— ¿Qué pasa si me rehusó? —Kagura, quería obtener de nuevo su libertad, la deseaba, la anhelaba.

—Recuerda que tengo tu corazón en mis manos, si lo oprimo un poco morirás, ¿qué dices?

—¿Acaso tengo otra opción?—Se puso de pie hasta quedar frente a él.

—Necesito que me acompañes— Algo estaba mal, el cuerpo de Naraku se había hecho más pequeño, sin embargo su aura era tan poderosa,¿eso era parte de su plan?

—¿A dónde? —replicó rehusándose a seguirle.

—Necesito completar la perla Kagura, me sorprende que preguntes aún sabiéndolo— La miró y se cubrió con un escudo… Su olor no podía sentirse, ¿esas eran sus nuevas fuerzas? ¿Esconderse?

—Pero la humana se fue, no sé cuando regrese.

—Por eso iremos a esperarla

— ¿Y en que te puedo servir yo?

—Ya lo verás Kagura, ya lo verás— salió de la cueva y esperó a que su extensión se acercara, una vez que llegaron al lugar de destino ambos se miraron fijamente.

— ¿Qué hacemos aquí? ¿Acaso no fue aquí donde Inuyasha quedó atrapado por el conjuro de Kikyo?

—Así es… Kagome viene mucho por aquí tal vez porque le recuerda a su amor Inuyasha, aunque he observado que ella está ahora con Sesshomaru, ¿qué opinas Kagura? —dirigió su mirada a la mujer

—Cuando esto acabe, ¿me devolverás mi libertad? —preguntó ignorando el comentario anterior.

—¡Claro! Solo ruega por que la humana aparezca.

— ¿Qué esperas que haga? —El trabajo sucio le correspondería a ella siempre que estuviera con él.

—Nada… solo llamar la atención.

— ¿A qué te refieres? —Tan pronto acabó la frase, una especie de tentáculo atravesó su pecho llenándolo de veneno— Mal… di… to— articuló con dificultad.

— ¡Qué tonta eres! —se rió y separó su brazo-tentáculo de ella— Ahora que morirás permite contarte mi plan. Verás, he decidido hacer algunas extensiones, que a su tiempo se darán a conocer, es por eso que me vez un poco más pequeño. Si llego a ser derrotado ellos se encargaran de continuar. Corre a decírselo a tu Sesshomaru, anda… Es cierto ¡ya no puedes!— se burló de ella. Su plan había salido a la perfección, ahora solo faltaba Kagome para que todo siguiera viento en popa.

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Al encontrarse en aquel lugar sintió que algo estaba mal, el ambiente no era el mismo la tensión podía agarrarse… ¿Acaso todo había ya pasado? No, eso no era posible, ella aún tenía fragmentos de la perla… Corrió al sentir aquella presencia. Sus manos se crispaban en puños lastimando sus tendones y articulaciones. Lo que se encontró frente a sus ojos era algo que jamás se hubiese imaginado, se tragó un grito y miró aquel cuerpo que yacía en el piso aún con vida.

— ¿Kagura? —murmuró con voz temblorosa, algo aterrada, acercándose vacilante.

—Ka...go...me —su voz se iba desvaneciendo, apenas era un hilo.

— ¿Qué te ha pasado?

—Na…ra…ku

— ¿Él… él ya ha acabado con todos? —Le costó trabajo decir aquellas palabras.

—No… él… él— Kagura tosió, tenía que decirle cuanto antes el plan de Naraku.

—Espera Kagura, te curaré —Se arrodilló y colocó una de sus manos en su pecho, la herida comenzó a cerrarse pero el veneno aún se encontraba en su ser haciendo que esta se abriera de nuevo, intentó una vez más, pero es resultado seguía siendo el mismo— No puedo… no puedo curarte— sus ojos se entornaron al ver a Kagura sonreír levemente.

—Mi vida ha llegado a su fin —Su voz era frágil, algo de la sanación de Kagome había dado efecto— seré libre como el viento… para siempre

—¡¿Qué es lo que dices?! ¡¿Qué te paso?!

—Naraku me dañó, él … su plan… es acabar… con todos— sus palabras comenzaron a debilitarse cada vez más y sus ojos comenzaron a cerrarse lentamente.

—¡Abre los ojos Kagura! —presionó la miko mientras tomaba una de sus manos, ella accedió y abrió los ojos con una sonrisa que se desvaneció cuando la observó.

—Cui…cuidado… ¡Kagome! —sus palabras eran lentas. Había sido demasiado tarde, los tentáculos de Naraku habían atravesado el pecho de la miko infectándolo de veneno tal y como lo había hecho con Kagura. Cayó desfallecida al suelo.

—Gracias Kagome— Naraku se alejó de aquel lugar con los fragmentos de Shikon. Para Kagome todo se redujó a un solo nombre.

—Sesshomaru —miró el cielo azul dejando que los rayos del sol de medio día golpearan su rostro por última vez y cerró los ojos dejando que la oscuridad se la llevara.

 

Capitulo 34
“Salvada”​

El aroma de Naraku estaba presente; se encontraba lejos pero aún así lo alcanzaría. Se transformó en la esfera de luz para llegar hasta aquel lugar lo más pronto posible.

Frente a sus ojos se encontraba Kagura que se iba desmoronando conforme el viento tocaba su ya desvanecido cuerpo: el olor prácticamente provenía de ella, pero lo que más le llamó la atención fue encontrar el cuerpo de la miko; inmediatamente sin pensarlo siquiera se dirigió a ella, colocó una rodilla en el piso y pasó uno de sus brazos por detrás de su cabeza de modo que quedará recargada en él.

—Humana —Él miró el cuerpo esperando una reacción pero nada paso, ni un solo movimiento— ¡Humana! —volvió a llamar pero una vez más nada sucedió.

—Amo bonito, al fin lo encontramos— Jacken se acercaba junto con Rin. Lo que sucedió a continuación fue desgarrador.

—KAGOME —la pequeña esquivó al pequeño demonio y se acercó con los ojos inundados de lágrimas hacia el cuerpo que permanecía entre los brazos del youkai.

—¡Jacken! —Sesshomaru se puso de pie interponiéndose entre el cuerpo y la pequeña, impidiéndole ver a la miko.

—NO —Rin comenzó a patalear y a lanzar gritos aún más fuertes.

—¡Obedece! —Jacken la jaló del brazo arrastrándola por el piso, tan pronto estos se fueron un motín de aldeanos llegaron a la escena.

—¡Ese youkai mató a una sacerdotisa!— replicó un hombre.

—¡Maldito! ¡Asesínenlo! ¡Mátenlo! —replicaban algunas voces más.

—Mi pelea no es con ustedes— dijo él. Se colocó frente al cuerpo de la miko y antes de que la tomara en sus brazos algo se enterró en su brazo. Había perdido la concentración, tanto que no se había dado cuenta cuando la flecha fue lanzada.

—¡No la toques! —dijo el mismo hombre que había lanzado la flecha.

—¡Ya les dije que mi pelea no es con ustedes! —volteó a mirarlo arrancándose la flecha de su brazo, la furia era claramente expresada en sus ojos. Tomó a la humana en sus brazos y salió volando de ahí. Aún respiraba; eso tenía que ser algo bueno, tan pronto se encontraron en un lugar más tranquilo descendió y la recostó en el suelo.

—Humana— posó una de sus manos en la mejilla de la misma: estaba hirviendo, escuchó su corazón que latía a un ritmo lento, no normal en los humanos, su respiración disminuía considerablemente. Miró su pecho: había sido atravesado por un tentáculos y el veneno corría por sus venas, no la podía salvar con su espada. Miró su rostro, aún cuando estuviera muriendo su expresión era de una paz infinita. Esa sería la última vez que la vería, su humana se le había ido de las manos.

—Kagome— murmuró definitivamente.

…………………
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Se encontraba en medio de la oscuridad, no había ni principio ni fin, ¿eso era el final? Miles de personas se cruzaban frente a ella para luego desaparecer a su contacto. Primero su familia, después Yuka, Eri, Ayumi y Jouyo

—¡Sango! —gritó cuando apareció su amiga junto con el monje Miroku y el pequeño Shippo— ¿No me escuchan? —Luego Kaede y Kikyo— ¡Kikyo! Ayúdame por favor —Pero la sacerdotisa solo sonrió y desapareció. ¿Qué era aquello? Naraku, Kagura, Kanna, monstruos a quienes enfrentó... Una a una las personas aparecían frente a ella. Finalmente Inuyasha, que la miró y le sonrió

—Adiós— murmuró mientras desaparecía.

Sesshomaru se encontraba de espaldas, inmediatamente ella corrió hacia él y lo tomó por el hombro pero su mano atravesó aquella ilusión.

—¡Sesshomaru! —gritó con todas sus fuerzas sin obtener una respuesta. Recordó lo que había pasado: Naraku había matado a Kagura para después herirla a ella y quitarle los fragmentos.

Buscó por todos lados una salida aunque sabía que no la había. Aún con el arco en su mano tomó una flecha y la lanzó sin una dirección específica haciendo que la barrera que la mantenía presa cayera; ahora podía sentir el dolor, le costaba respirar, su corazón era lento, no quería abrir los ojos por miedo a que el dolor aumentara.

—Kagome —escuchó la voz lejana. Era él: la razón por la que decidió salir de la oscuridad. Sin importar lo que pasaría abrió los ojos de golpe encontrándose con los orbes dorados que anhelaba ver.

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—Sesshomaru… —pronunció con dificultad. El interpelado solo la miró: su humana era fuerte. A pesar de la gravedad de sus heridas podía pronunciar su nombre. La miko alzó uno de sus brazos y la llevó a su pecho: tenía que purificar el veneno, aunque fuera casi imposible tenía que hacerlo.

—¿Necesitas ayuda? —volteó a mirarlo. Esa era la primera vez que escuchaba la palabra ayuda de sus labios.

—No… no lo sé —su voz era tenue, parecía que en cualquier momento la brisa se la llevaría. La nube de veneno morada había desaparecido totalmente, sin embargo las heridas aún continuaban. Intentó ponerse de pie, afortunadamente no había atravesado ningún órgano vital, simplemente había incrustado sus tentáculos sin atravesar su cuerpo pero la sangre fluía constantemente— iré …a mi…mi época.

—¿Naraku te quitó tus fragmentos? —el youkai mantenía las manos en un puño.

—S…í—la dificultad de sus palabras expresaba la gravedad de sus heridas.

— ¿Cómo irás?

—¡Maldito Naraku! Atrévete a mostrarte y luchar conmigo —Inuyasha apareció sosteniendo entre sus manos a colmillo de acero, tal parecía que el veneno que se había desprendido del cuerpo de Kagome había dejado un rastro de olor inmundo. Los ojos dorados del hanyou se expandieron al ver el cuerpo de la miko en el suelo— ¡Kagome! —Se acercó tan rápido como pudo— ¡¿Qué le ha pasado?! —volteó a ver con odio a Sesshomaru.

—Naraku la hirió para quitarle los fragmentos de Shikon.

—¿No pudiste protegerla? ¡¿Qué rayos estabas haciendo?! —Sin decirle nada, Kikyo se acercó al cuerpo y colocó una mano sobre el pecho de Kagome, sanándola de forma simple y sencilla.

—Tenemos que irnos Inuyasha, si Naraku hizo esto quiere decir que esta cerca y esta planeando su golpe final —miró a Sesshomaru— Despertará el cualquier momento, la herida no era profunda así que lo mejor es que no la muevas de lugar.

Sesshomaru se acercó al cuerpo de la miko lentamente, cruzó sus brazos por su espalda y cargándola de forma matrimonial comenzó a elevarse.

—No permito que me digas que es lo que tengo que hacer —Se alejó tan rápido como pudo, para colocarla en un lugar seguro y tranquilo. Logró visualizar entre las copas de los árboles a Rin y Jacken, descendió lentamente y colocó el cuerpo de Kagome bajo la sombra de un gran árbol y antes de que alguien preguntara algo, habló con voz firme.

—Despertará pronto —Se recostó en el tronco del árbol y dijo una última frase—: No creo que se deje vencer por algo como esto.

—Ni por esto ni por nada —contestó ella en voz baja.