Romántico Enamorandose del Demonio [Terminado]

Tema en 'Novelas Terminadas' iniciado por Milmel, 17 Mayo 2011.

  1.  
    Milmel

    Milmel Con un sueño en el pecho que pronto florecerá

    Capricornio
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    Título:
    Enamorandose del Demonio [Terminado]
    Clasificación:
    Para todas las edades
    Género:
    Romance/Amor
    Total de capítulos:
    68
     
    Palabras:
    2732
    Cap 37: Cerberos
    Tal como lo había dicho, Haddadrimon se autonombro padrino de Katniss, lo que causo gran revuelo en la mansión, puesto que Melina se convirtió de la noche a la mañana en la favorita del dueño de casa. Muchos sospecharon que habría un interés de alguna de las partes, quizá amoroso o tal vez monetario, pero los hechos fueron los que demostraron lo contrario.

    Ambos se llevaban de maravilla, compartían muchas cosas juntos y demostraron que el interés en la cercanía de ambos no tenía nada que ver con los chismes de barrio como solía llamarlos Haddadrimon. Pero un día ya cansado de que Melina siguiera recibiendo miradas de recelo por parte del personal, Haddadrimon hizo una reunión entre sus empleados y con voz potente aclaró la situación.

    ― A partir de hoy Katniss Vrettos es mi protegida ― dijo a la multitud.

    Pero inmediatamente comenzaron los murmullos de la servidumbre, los cuales fueron acallados enseguida por la gélida y fría mirada de Ian, Kato y el mismo Haddadrimon.

    ― No tengo interés en saber si eso es problema para ustedes o no, ― habló tajante ― pero a partir de ahora, Katniss será tratada con el respeto correspondiente a su rango y atendida como corresponde.

    Más murmullos.

    ― Eso no es necesario abuelo ― intervino Melina.

    Lo llamo abuelo ― comenzaron los murmullos nuevamente.

    ¿Que se cree? ― susurraban otros molestos.

    ― ¡A CALLAR! ― era la potente voz de Varinia la jefe de personal ― si el lord dice que es su protegida nosotros acataremos sin reclamo, así que cuiden sus lenguas si quieren mantener sus puestos ― recalcó con tono amenazante mirando a cada uno de los revoltosos. Y dirigiéndose a Haddadrimon añadió ― me encargare de que la señorita sea tratada como se debe mi lord, y que…

    ― No quiero ningún trato especial Varinia ― Le cortó Melina ― Nada ha cambiado, yo sigo siendo alguien que trabaja en esta mansión, al igual que ustedes. Todo sigue igual― la mirada decidida y la sinceridad en sus palabras dejo sorprendidos no solo a Varinia― Y un trato diferencial, implicará problemas… ― el tono de su voz, su gélida mirada y sus frías palabras, fueron suficientes para poner un alto en esa discusión, dando a entender que quien comenzara un murmullo a algo en su contra, las pasaría negras.

    Desde allí en adelante, los que anteriormente tendían a mirarla de menos y molestarla comenzaron a esquivarla, no querían problemas con la protegida del jefe. Pero a Melina no pareció importarle, aunque nunca perdía de vista a quien ellos tenía en continua vigilancia… Damián y compañía, los cuales estaban más que molestos por la decisión del jefe.

    Pero no todo fue amargo y desilusorio para el personal.

    Aquellos sirvientes, guardaespaldas, y demás personas que estuvieron al lado de Haddadrimon durante los días oscuros, como solían llamar al atentado, notaron el gran cambio ocurrido en su jefe, porque fue brusco, y muy notorio, parecía ser que por fin estaba reponiéndose a la pérdida de su nieta. Y para muchos, el espectáculo que mostraban al estar juntos, era digno de recordar, porque las raras sonrisas de su jefe y las de su protegida, eran auténticas, felices y contagiosas.
    Melina por su parte se sentía plena, no completa, pero sí feliz. Después de más de tres meses de estar ahogándose en penas y dolores, al fin, su corazón dio un respiro, porquehabíalogradoformar otra familia, una familia de extraños, pero al final… una familia. Tenía a su abuelo Haddadrimon, Kato su hermano e Ian que muchas veces actuaba como un padre tiranamente estricto, pero igual lo quería.

    A pesar de vivir entre esa hermosa familia, su corazón estaba incompleto, el vacío que dejaron su verdadera familia y el amor de su vida formaban un hueco que ella estaba segura jamás se completaría. Pero Melina era una persona positiva, encontraría la forma de vengarlos para que así pudieran descansar en paz, y por ellos seguiría adelante.

    Ian no dejo de entrenarla, de instruirla en los diferentes artes que existían en el mundo de la mafia, le enseño artes marciales, es decir, le ayudó a pulir sus conocimientos en las artes, que fueron un poco ampliadas por Zafrán, aunque no era mucho lo que le faltaba por aprender. Su sed de conocimiento la llevo a perfeccionar muchas técnicas, y a conocer distintos tipos de pelea, convirtiéndose al poco tiempo en una verdadera arma letal.

    Los puntos que jugaban a su favor como ser la belleza, la inteligencia y la intuición combinada con sus conocimientos, fueron más que suficientes para sus propósitos… venganza.

    Su fanatismo por los juegos extremos, y la excesiva necesidad de adrenalina, fueron un dolor de cabeza diario para Ian. Y más aún al ser Kato uno de los incitadores al deporte, aunque últimamente los papeles llegaban a invertirse siendo Melina la que proponía el juego y Kato el que la seguía. Ese dúo, llegó a congeniar de una manera que nadie jamás lo hubiera siquiera pensado, para alegría de muchos y estrés de otros.

    Muchas veces solían hacer travesuras como ellos inocentemente solían llamarlo, lo que en realidad eran juegos peligrosos. De nada servían los sermones de Ian, ese par era incorregible. En una de sus últimas travesuras habían salido a desmantelar ellos solos una banda de vendedores de droga que funcionaba sin la autorización de su abuelo en una zona de su dominio.

    El dúo incorregible, como los llamaba Ian era demasiado competitivo. A ambos les gustaba medir habilidades y ver quien andaba de puntero en las competiciones que hacían, siempre comparando, siempre compitiendo, sus puntajes… cosas cotidianas: Ver quien detonaba con mayor rapidez y eficacia, quien desmantelaba todo con la menor cantidad de sangre derramada, con la mayor realizada, quien mataba a más y cosas por el estilo.

    Melina había perdido el significado de la vida y la muerte, aunque era cierto que no mataba por placer, solo por necesidad, seguía siendo una vida arrebatada, había adoptado demasiado bien el concepto de daño lateral, así que cuando se refería a hacer un sabotaje o algo por el estilo, buscaba terminarlo sin la mayor cantidad de contratiempos.
    Con el paso de los días, y la felicidad obtenida de esos pequeños logros, había olvidado por completo su pasado, había adoptado tan bien el papel de Katniss que cualquier otro pasado simplemente le sonaba algo un poco vago. Ian y Kato lo habían notado, pero al verla feliz, habían optado por callar, nada bueno vendría de recordar el pasado, siempre es mejor vivir el presente apuntando hacia el futuro.

    Su destreza en muchos artes, su porte y la sutileza de andar, la convirtieron en candidata perfecta para ser la guardaespaldas personal de Haddadrimon, una manera perfecta e ideal para ser protegido sin ser atosigado disfrutando a la vez de grata compañía. De manera que cuando era invitado a banquetes, celebraciones o citas de negocios, Melina iba con él colgada del brazo.

    Cuantas veces no fueron las ocasiones que algunos príncipes Persas quisieron hacerse con ella para completar su harem con bellezas exóticas, pero Katniss fue sumamente delicada al negarles sus tesoros. Y cuando eran muy persistentes, una espada en la garganta, o simplemente unos cuantos golpes en las partes nobles era suficientes para ponerlos raya. Cosa que por más curiosa que sea la convertía en un objeto de deseo mucho mayor.

    Lo que más intrigaba y seducía a los extranjeros era ese carácter frio y distante que siempre mostraba, porque era casi imposible sacarle una sonrisa. Solamente cuando alguno de sus hermanos estaba cerca o con su padrino era posible observar atisbos de alegría en sus ojos y una pequeña sonrisa asomarse en sus labios. Por tal motivo la bautizaron mujer de hielo.

    ― Ustedes son un trio perfecto ― les dijo un día Haddadrimon que los habia llamado a su despacho para hablar asuntos importantes.

    ― Gracias ― respondieron a unísono.

    ― Es por eso mismo que quiero que los tres formen un equipo.

    ― Pero si siempre trabajamos juntos ― intervino Kato.

    ― Lo sé, pero este será un grupo oficial, con nombre clave y demás, que trabajará para mí en secreto. ― Los ojos brillantes de Kato y Katniss causo gracia a Haddadrimon, sabía que ese par estaría más que emocionado por andar haciendo cosas en secreto.

    ― ¿Secreto? ― preguntó Ian confundido.

    ― Así es, verán ― dijo mientras llamaba a Melina para sentarse junto a él ― ustedes son personas unidas por el destino y las circunstancias que han llegado a formar una unidad tan fuerte que sinceramente no creo poder volver a encontrar en lo que me resta de vida. De modo que quiero que ustedes se hagan cargo de esos asuntos que nadie mas puede.

    ― ¿Pero porque nosotros abuelo? ¿Que tenemos de especial? ― Haddadrimon miró a su protegida con dulzura.

    ― Ustedes mismos son especiales tesoro ― le dijo con una sonrisa acariciándole la mejilla ― ustedes son una unidad, donde cada uno cubre las falencias del otro. ― y mirando a cada uno aclaró cada aspecto ― Ian, tu inteligencia es deslumbrante, a pesar que lo sigas negando, has superado hace muchísimo tiempo a Xian el experto en investigaciones y no hay nadie mejor que tú para planear las cosas ― Ian sonrió agradecido ― Kato, ― dijo refiriéndose al segundo, el cual lo miro expectante ― el más grande experto en espionaje y sabotajes que he conocido, el más ágil y diestro en el arte ― y con una sonrisa agregó ― sinceramente me alegra tenerte a mi lado. ― Y por ultimo mirando a su protegida agregó ― tu mi pequeña, eres la mejor en el manejo de bombas, sumamente hábil en combates cuerpo a cuerpo e ideal en el manejo de trampas y señuelos, en pocas palabras, eres la trampa perfecta, sin mencionar ese don innato que tienes que vale oro. ― concluyó pellizcándole la mejilla suavemente.

    El leve sonrojo de sus mejillas demostraba lo feliz que estaba, ella sabía de lo que era capaz, y hasta de lo que nunca se imaginó capaz, pero ver sus habilidades detalladas una a una por su abuelo, la lleno de júbilo y orgullo.

    ― Es por eso ― continuó Haddadrimon sacando a todos de sus pensamientos ― que quiero que formen un equipo, ¿están de acuerdo?

    ― No es muy diferente a lo que hacemos siempre así que yo no opongo resistencia ― sonrió Kato divertido ― cuente conmigo jefecito ― Las miradas decidas de los otros fue su respuesta.

    ― Muy bien mis muchachos, entonces a partir de ahora ustedes serán conocidos como… Cerberos.

    ― ¡¿El guardián de las puertas del infierno?! ― preguntó Kato sorprendido.

    ― ¿Porque ese nombre tan raro? ― preguntó Melina.

    ― Porque cerberos es un guardián. Y ustedes son mi guardián.

    ― Un guardián de las puertas del infierno, eso me suena divertido, así que… ¿Vivimos en un infierno abuelo? ― pregunto divertida.

    ― No querida, no vivimos en un infierno… creamos uno… ― dijo con una sonrisa que Melina pudo interpretar de mil maneras, coincidiendo todos en una sola palabra… Kaboom.

    ― Y como primera tarea, tendrán a bien averiguar qué es lo que sucede con las minas de carbón de Australia.
    ― ¡Australia! ¿Viajaremos hasta allá?


    ― No querida, no es necesario, quiero que investiguen a Filippo quien es el encargado del funcionamiento de esa mina, él se halla aquí, en Italia. ― aclaró ― Tengo entendido que está haciendo excesivos lavados de dinero, y están por volverse demasiado evidentes. La policía está comenzando a investigar y no quiero contratiempos. Encárguense de él.

    ― ¿Te afecta en mucho los actos de Filippo abuelo? ― pregunto Melina.

    ― No es eso querida, es solo que también esta perjudicando una de las empresas que estoy solventando, una que quiero que surja y si el sigue en ese plan, será descubierto.

    ― Eso no es nada bueno.

    ― Además, tenemos a un grupo de detectives que nos siguen la pista y están en busca del más mínimo tropiezo para caernos encima, debemos ser cuidadosos.

    ― ¿no seria mejor deshacernos de ellos también abuelo?

    ― Seria demasiado evidente, pero podemos claramente darles pistas falsas y hacerles creer lo que nos plazca, allí deberás entrar tu preciosa, tu deberás ser la encargada del lavado de cerebro ― sonrió divertido.

    ― ¡¿Quieres que seduzca a un policía?! ― pregunto escandalizada. Provocando una risa general

    ― Para nada querida, aunque es más que obvio que caería en tus encantos ― sonrió divertido mirándola de reojo ― simplemente necesitaremos que cambies la trayectoria de su investigación y lo dirijas hacia otros sitios, Ian te ayudara en eso.

    ― De acuerdo.

    ― Será fácil ― dijo Ian ― es un agente joven, no es mayor que Kato.

    ― Pero a pesar de su corta edad ya le asignaron casos importantes ― aclaró el aludido ― así que podríamos decir que el muchacho tiene habilidad.

    ― Cierto, pero jugaremos bien nuestras cartas para poder deshacernos de él, o en el mejor de los casos, lograr hacer que él juegue con nosotros. Pero eso dependerá de ti Kat, de ver que tanto puedes atraparlo.

    ― ¿Es un reto? ― la sonrisa desdeñosa de Ian le dio su respuesta ― de acuerdo.

    ― Bien entonces encárguense del asunto de Filippo, ― hablo Haddadrimon en tono serio ― averigüen sobre él, ¿Qué es lo que quiere?, ¿quién está detrás?, y terminen con eso.

    ― ¿Tenemos alguna restricción en cómo actuar? ― preguntó Kato haciendo tronar sus dedos.

    ― Ninguna ― respondió.

    ― ¿Cómo podemos acabar con él? ― preguntó Melina curiosa ― ¿En el plano físico o…?

    ― ¿En el financiero? ― Completo Ian.

    ― Vean la más conveniente para ustedes ― dijo ― pero… de preferencia… lo querría borrado del mapa, ― declaró ―me está causando demasiados dolores de cabeza.

    La sonrisa cómplice de Kato y Melina hizo que Ian soltara un suspiro cansado.

    ― Así que queridos míos ― dijo mirándolos a todos con orgullo ― creo que es hora que cerberos comience a trabajar.

    ― Si ― dijeron todos a la vez mirándose de manera cómplice.

    Continuara…
     
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  2.  
    Syel

    Syel Extraña

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    Haddadrimon se convirtió en una dulzura de hombre, me encanta la forma en la que trata a Mel, ser su protegida a tal punto, es algo difícil de creer, pero me fascina! Esas malas lenguas siempre han existido...no importa cuánto te esfuerces en tus propios méritos siempre, siempre habrá personas envidiosas, por lo menos a ella le consta que Haddadrimon solo la ha adoptado debido a que empatizaron en historias y en sentimientos. Que bueno que al fin unió a estos tres (que concuerdo contigo parecen una familia, este Ian muy maduro y Kato y Mel parecen niños chiquitos haciendo sus "travesuras" que más que nada consisten en sangre, pelea y sangre jajja:D) en un grupo en el que estoy segura ninguno de ellos resultara dañado, porque se complementan fácilmente el uno al otro, además el nombre que les ha puesto me ha gustado mucho "Cerberos" porque son sus guardianes. Cuando menciono las habilidades de cada uno, llegando hasta Mel, debo admitir que me emocione un poco por que se me hace tan lindo que él piense de esa manera de ella y no la consideré solo como alguien a quien tiene que proteger por que luce frágil, porque la quiere, etc sino que le recalco lo util que suele ser.
    ^^ Muy buena continuación...sigue así! ^^
     
  3.  
    Dista Nyas

    Dista Nyas Iniciado

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    Me encantó, sin lugar a dudas, ese par son el dolor de cabeza del pobre Ian, jajaja lo quisiera como hermano, ¿Por qué creas personajes tan buenos? Primero Kay, despues Ian, luego Kato y ahora Hadradimon, ¡Por Dios! Espero con ansias el siguiente capitulo.

    ¿Ya no hay ni una pisca de esperanza de Kay aparezca o resucite? :(
     
  4.  
    Milmel

    Milmel Con un sueño en el pecho que pronto florecerá

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    Enamorandose del Demonio [Terminado]
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    Dedicado para todos los que esperan lo inesperado.​
    Cap 38: Trampa
    El plan base era fácil, una trampa simple, inocente al punto de lo astuto, como era de esperarse de algo ingeniado por Ian. Guiarían a los investigadores a Filippo, jugarían sus cartas de modo que quedara como culpable de venta de armas y lo inculparían con otro grupo con el que siempre andaba en disputas, más exactos con los causantes de su banca rota. Cuando lo estuvieran escoltando, Kato lo mataría desde algún punto escondido para que no abriera la boca y se vería como un simple ajuste de cuentas.

    ― Descubrí cual es el asunto con las minas del señor Haddadrimon ― dijo Ian esa tarde.

    ― ¿Que averiguaste?

    ― Pues resulta que la empresa que el jefe quiere que surja es nada más ni nada menos que una mina de geodas accidentalmente descubierta cerca de las minas de carbón del jefe.

    ― Geo… ¡¿Que?! ― preguntaron Kato y Katniss completamente perdidos.

    ― Creo que me falte a la clase de mineralogía, ¿Que demonios es eso? ― pregunto Kato.

    ― Es una especie de mineral muy escondido, por fuera tiene la apariecia de una roca, pero por dentro contienen minerales, a veces cuarzo de las cuales pueden salir joyas interesantes.

    ― ¿Así que el nuevo socio del abuelo es el dueño de esa empresa?

    ― Así es, pero tal parece que no solo encontraron geodas allí abajo sino algo más, algo que aún desconozco. Filippo tenía la intención de hacerse con esa mina, pero entro en quiebra recientemente, así que busca recuperar su fortuna de manera rápida.

    ― ¡¿Quiere robar la mina del abuelo?!

    ― Eso supongo, pero aun no estoy del todo seguro, pero de que algo se trama es más que seguro, debemos averiguar qué es lo que se trae entre manos.

    ― En ese caso debemos seguirle el rastro de cerca ― dijo Melina pensativa.

    ― El jefe dijo que nos deshiciéramos de él ― sentenció Kato.

    ― Eso será fácil, una bomba en su auto con detonante de larga distancia para acabar con él por el camino será algo simple.

    ― No ― contradijo Ian ― el jefe dijo que la policía esta tras el rastro de ese sujeto, así que necesitamos dirigir su investigación hacia ese punto.

    ― ¿Sugerencias? ― pregunto Melina cansada de tanto parloteo.

    ― Iras con Filippo ― ordenó ― le seguirás el rastro y veras que puedes averiguar.

    ― ¿Como? ― pregunto Melina.

    ― Hay un banquete mañana al que no puede faltar, averigua todo lo que puedas, nosotros registraremos su casa, y veremos que encontramos.

    ― De acuerdo.

    Al día siguiente y de acuerdo al plan que idearon, Melina asistió al banquete propiciado por el mismo Filippo. Para pasar desapercibida se colocó una peluca para esconder sus cabellos rubios con tintes rosados que llamaban demasiado la atención y lo cambio por una peluca completamente lisa de color negro, lentes de contacto negros, y un poco de maquillaje, le cambiaron el aspecto por completo.

    De esa manera pudo pasar desapercibida por su presa, a la cual siguió con sigilo y con la oreja siempre pegada a la conversación que llevaran. Allí confirmo sus intenciones de hacerse con la mina.

    ― Yo no le veo tanto provecho a esa dichosa mina ― le dijo uno de los sujetos con los cuales estaba hablando Filippo en esos momentos, parecía ser un sujeto árabe, por el aspecto, el porte y el acento.

    ― Es que no es la mina la que importa, sino lo que contiene ― le dijo casi en un susurro que Melina casi no logra escuchar.

    ― No tengo interés en esas rocas sin importancia.

    ― Te aseguro que si me ayudas con esto, no te arrepentirás ― le dijo completamente ansioso.

    ― Filippo, sabes que soy hombre de negocios, quiero pruebas para asegurarme de mi inversión ― y dándole la espalda comenzó a alejarse ― te enviaré a Dragón el sabrá juzgar si vale la pena o no arriesgarme. ― Filippo lo siguió de cerca, avanzando tan rápido como la concurrida asistencia se lo permitiera, y los conocidos que lo saludaban lo dejaran avanzar.

    Melina estaba a punto de seguirlos cuando algo llamo su atención, era Damian.

    ¡¿Qué demonios hace este malnacido aquí?! ― se preguntó furiosa.

    ― Hola ― dijo una voz a su espalda, desviando su atención.

    Al voltearse encontró un muchacho de cabellos dorados, no mayor que ella, de aproximadamente metro setenta, poseedor de unos ojos tan azules como el mar que la miraban con intensidad.

    Melina no respondió, simplemente lo ignoró y busco con disimulo a Filippo, lo vio frente a ella alejado unos tantos metros, pero aun en su campo visual. Cuando se disponía a alejarse, el muchacho volvió a interceptarla.

    ― ¿Por qué tan sola? ― pregunto galante en un acento francés.

    ― ¿Qué demonios quieres? ― pregunto de una manera grosera, nunca le gustaron los pedantes y menos cuando estaba trabajando.

    ― Pero que chica tan ruda ― comentó sorprendido ― Veo que tu aspecto y tu carácter no van de la mano, ¿Verdad? ― pregunto divertido ofreciéndole una copa de champan que uno de los mozos llevaba en una bandeja ― ¿Gusta una copa de champan?

    Melina simplemente lo miro molesta y se alejó de él, molesta miro a su alrededor, había perdido de vista a Filippo, maldijo por lo bajo.

    ― No creo ser tan terrible compañía como para que una dama como usted me esté esquivando de una manera tan cruel señorita ― volvió a insistir galantemente ofreciéndole la copa de champan.

    Melina simplemente lo ignoro y se dispuso a salir del salón, había visto a Filippo dirigirse a los balcones, así que supuso que debería andar cerca, ella no debía perderle el rastro, de lo contrario todo el trabajo que realizaron con sus hermanos se iría al tacho. Su guardaespaldas. Debía buscar al guardaespaldas de Filippo, está de más decir que siempre andará cerca de su jefe por cualquier contratiempo. Pero este sujeto del champan no la dejaba tranquila, cada que giraba lo tenía delante con la copa de champan en la mano.

    ― Escúchame bien grandísimo idiota ― dijo habiendo perdido la paciencia por completo ― Creo que no entiendes indirectas, así que te las diré una sola vez ― habló mientras inspeccionaba todos los alrededores en busca del guardaespaldas de Filippo ― ¡No me interesas y no vas a interesarme!, así que no pierdas tu tiempo y desaparece de mi vista, no estoy de humor y no tengo paciencia para estar jugando con imbéciles como tú. ― Lo miró molesta ― Tus jueguitos de seducción absurdos no funcionan conmigo, así que no pierdas tu tiempo y ve a hacerle ojitos a otra idiota que caiga en tus redes ¡Porque conmigo no funciona! ― Y dicho esto se alejó de él nuevamente.

    El tipo se quedó estático, parecía realmente sorprendido, tenía una expresión como si lo hubieran abofeteado en el rostro y con fuerza.

    ― Wow, ― dijo el muchacho mirando a Melina alejarse de él ― Es la primera vez que una mujer me dice eso… Una mujer con carácter… ¡Genial! ― replicó feliz.

    “Demente” ― Pensó para sí ― “¿Es que nunca entienden?” ― pregunto cansada, ya tenía demasiado con los estúpidos príncipes persas esos que no la dejaban en paz como para ahora estar preocupándose por ese baboso ― “¿Porque no se entienden una negativa? Idiotas…”

    Seguía protestando internamente por su suerte hasta que llego a las puertas del balcón, y algo le dijo que las cosas no estaban bien, así que salió de allí con cuidado, no había nadie alrededor, todo estaba sospechosamente tranquilo, demasiado para su gusto, tomando en cuenta que fue hace solo instantes que los vio desaparecer.

    “Maldito imbécil” ― volvió a protestar ― “Por su culpa perdí el rastro”

    Unos pasos a su espalda la obligaron a esconderse entre unas columnas cercanas logrando ver al guardaespaldas de Filippo salir de un lateral del balcón que ella ni siquiera noto y volver al salón.

    “Estas demasiado lenta el día de hoy Kat” ― se recriminó a sí misma ― “Pon tus sentidos alerta”.

    Con el sigilo de un gato, se acercó hasta la puerta de la cual había salido el guardaespaldas ese y giró la perilla tan silenciosamente como su experiencia en esos asuntos se lo permitió. Abrió la puerta lo suficiente como para que pudiera espiar, allí, al fondo de una gran oficina, pudo ver a Filippo sentado al otro lado de un escritorio hablando con alguien a quien no alcanzó a ver, solo pudo percibir un marcado acento ruso que creyó haber escuchado en algún otro lugar. Un mal presentimiento le cayó encima, recordaba haber escuchado ese acento en algún lugar… ¿Pero en dónde?

    ― ¿Espiando? ― pregunto una voz con acento francés en su oído. Melina casi pega un grito del susto, pero una mano logró taparle la boca a tiempo ― Shhh… no hagas ruido ― susurró ― no queremos que nos descubran… ¿O sí? ― preguntó divertido con su mano aún en la boca de Melina que furiosa reconoció al pedante del salón. El simplemente esquivo su mirada observando atento dentro del salón ― ¿Tu novio? ― preguntó ― ¿Esposo? o quizá… ¿Tú amante? ― pregunto curioso mirando por la misma rendija que ella.

    ― Lárgate… ― susurró molesta quitándose su mano de la boca.

    ― Quiero saber qué es lo que te llama tanto la atención, así quizá lo pueda poner en práctica contigo ― le guiñó el ojo. Acercándose más hacia ella presionado su cuerpo contra la pared.

    Su cercanía realmente le irrito, ¿Cómo era posible que no hubiera llegado a sentir esa presencia?, ¡¿En qué momento llego a estar tan cerca suyo que ni lo noto?!

    Logro empujarlo lo suficiente para liberarse, debía deshacerse de ese tipo, de lo contrario, no podría cumplir con su objetivo. Pero lastimosamente al hacer eso, soltó uno de los vasos de champan que el sujeto llevaba en las manos llamando la atención de los sujetos dentro de la habitación.

    ― ¡¿Quién anda allí?! ― pregunto el ruso, acercándose con rapidez hacia ellos.

    “¡Maldición!, Nos descubrieron” ― pensó Melina furiosa, esto no había salido de acuerdo a su plan, debía salir de allí, de lo contrario, estaba segura que no viviría otro día para contarlo. Desesperada miro a sus alrededores, la única escapatoria segura era saltar por el balcón, no sería la gran cosa, ya lo había hecho anteriormente, pero nunca con un vestido y tacos de fiesta, así que habría que intentar.

    Cuando estaba a punto de saltar, una mano la sujeto con fuerza del brazo atrayéndola hacia él, chocando contra su pecho tomándola de la cintura con fuerza.

    ― Sígueme el juego o los dos estaremos muertos en menos de un segundo ― susurró el francés a su oído y sin dejarla siquiera analizar a que se refería le plantó un beso que la dejo helada.

    El francés había logrado detenerla antes que saltara por la baranda de modo que ahora la tenía acorralada contra una de las columnas y el barandal, sujetándola firmemente de la cintura con una mano, mientras que en la otra estaba la segunda copa de champan.

    Melina estaba a punto de empujarlo cuando sintió los pasos tras del francés. Molesta con ella misma, no le quedo de otra que seguir el juego propuesto por el francés. En contra de todos sus principios de besar extraños tuvo que tragarse su orgullo y seguir en el juego de los amantes.

    El francés comenzó a besarla con lentitud, pero al sentir los pasos cerca, la beso con pasión, obligándola a separar los labios para poder disfrutar de un verdadero beso francés dado por un experto en el tema. Melina jugó su papel más que bien, mostrando a los espectadores el espectáculo que realmente quería mostrar.

    Una pareja devorándose el uno al otro.

    Las manos de Melina comenzaron a trabajar recorriendo la espalda, el pecho y perdiéndose entre los cabellos del francés, sin darse cuenta y sin proponérselo siquiera recordó otros besos, otros labios, otro sabor… entregándose por completo al placer de aquel beso robado.

    El francés se sintió sorprendido, esta mujer que tenía acorralada entre sus brazos le estaba devolviendo el beso de la misma manera, su cuerpo reaccionó antes que él, y terminó por soltar la copa de cristal que tenía en la mano, para acariciar la espalda de la doncella que tenía en sus brazos, subiendo su mano lentamente hasta la raíz de sus cabellos, frunciendo el entrecejo mientras la besaba.

    “¿Una peluca?” ― se preguntó ― “¿Quién eres preciosa?”

    Pero Melina no lo dejo avanzar más, tomó su mano y volvió a llevarla a la cintura. Ella comenzó a jugar con la corbata que colgaba de su pecho llevando su mano libre hasta la nuca del francés, a fin de evitar que vieran su rostro. El francés había perdido el norte, estaba completamente perdido entre esta belleza de piel delicada, maneras torpes y labios endiabladamente sensuales.

    ― Vayan a un motel ― dijo uno de los secuaces que estuvo viendo la escena desde el principio. ― solo es una pareja de amantes jefe ― informó volviendo al interior de la habitación.

    ― Oigan ustedes, esta es zona privada, aléjense de aquí o se las verán realmente mal ― dijo otro que acababa de salir de allí.

    La pareja lo ignoró por completo y seguían en lo suyo.

    ― Déjalos ― dijo el sujeto con acento ruso ― tenemos cosas más importante que hacer que estar importunando parejas fogosas como esas ― rio divertido y se alejaron de allí seguidos de Filippo que no dio más de una mirada simple a la pareja.

    Cuando Melina sintió que los pasos habían desaparecido, empujó al francés lejos de ella y le dio semejante puñetazo en la cara que casi lo gira por completo abriéndole una brecha en la ceja.

    ― ¡Vuelve a tocarme desgraciado y te juro que te mato! ― amenazo con furia.

    ― Pensé que lo disfrutabas tanto como y… ― no pudo terminar la frase porque una poderosa patada fue a estrellarse en su estómago estampándolo contra la pared dejándolo sin aire.

    A pesar de estar golpeado y sin aire, tenía una sonrisa de idiota en el rostro que no se le quitaba no con cirugía plástica.

    ― Aléjate de mí, ¡¿Te quedo claro grandísimo imbécil?!

    ― No sabía que podías besar tan bien ― jugó incorporándose con dificultad.

    Melina completamente fuera de sí, le dio una patada tan fuerte en el rostro que lo dejo inconsciente y tirado en el suelo.

    ― ¡¡IMBÉCIL!! ― rugió furiosa y salió de allí para no matarlo a patadas.

    Estaba completamente histérica, frustrada y sumamente furiosa, pobre del infeliz que se le cruzara en el camino porque terminaría pagando los platos rotos del francés. Había perdido a su presa, y ahora debía volver a buscarlo como al principio, solo que esta vez no tenía ni idea de donde estaban. Los vio alejarse por ese largo pasillo lateral, pero desde allí perdió el rastro.

    Así que resignada, cansada, y esperando que no hubieran salido de la mansión, se dispuso a buscarlos. Vago por todo el lugar, inspeccionando de aquí para allá, pero no encontraba nada, había perdido alrededor de media hora registrando todo hasta que volvió al mismo lugar.

    El francés seguía tirado en el suelo inconsciente. Al verlo allí y recordar el beso la lleno de tanto coraje que le dio una patada tan fuerte entre las costillas que escupió sangre.

    ― Imbécil ― volvió a mascullar y siguió su camino.

    ― Pero que… mujer más… linda… ― dijo entre susurros entrecortados mientras recuperaba la respiración ― Creo que… estoy enamo… rado… ― dijo entre leves risas y comenzó a incorporarse con lentitud ― ¡Que fuerza…! ― dijo limpiándose la sangre de la boca ― Ni siquiera… Dariusha… sido capaz de… noquearme… Como tú… lo has hecho… ― dijo sonriendo volviendo a escupir sangre.

    Melina no se había siquiera inmutado de esas palabras, así que siguió su camino. El francés al verla desaparecer, soltó un suspiro enamorado y se volvió a incorporar con lentitud. Le habían dado una paliza… ¡Y había sido una mujer!, eso pasaría a la historia, bueno, al menos le consolaba el hecho de saber que había sido una hermosa mujer… una misteriosa mujer

    Después de casi una hora de búsqueda, logro encontrar a su presa, estaba en una especie de biblioteca, había un montón de libros por todos lados y tenía unos papeles en mano, los revisaba con ansiedad y se notaba que estaba sudando frio mientras hablaba por celular. No veía a ninguno de sus secuaces cerca, estaba solo.

    “Perfecto, al fin algo bueno…”― pensó para si.

    ― ¿Estás seguro que no tendremos problemas con esto? ― pregunto Filippo a alguien en el otro lado de la línea ― Sabes que mi reputación está en juego, esto no puede fallar ― volvió a hablar ― espero que sea como dices, porque si Haddadrimon descubre que yo lo traicione y te vendí estas propiedades, soy hombre muerto ― Lo que hubiera dicho el interlocutor lo enfureció ― ¡Eso es exactamente lo que estoy haciendo!, ¡¿Es lo que querías o no?!. ¡Ya deja de amenazarme! ¡¡No me importa lo que hagas con ellos, solo deja mi fortuna en alto, y yo te daré lo que quieras!!

    Melina no estaba segura de lo que hablaban, pero estaba segura que no era nada bueno.

    ― Te enviare los documentos con Jusepe, y tú le darás lo acordado, pero esta vez será en metálico, no quiero transacciones bancarias, sé que la policía esta tras mío, así que lo haremos todo en el lugar acordado hoy a las media noche. ― Fue lo último que dijo y colgó el teléfono.

    Si antes estaba nervioso y temblando ahora estaba peor, parecía que estuviera por colapsar en cualquier momento. Tomo los documentos, los metió en un sobre y salió de allí. Melina por poco y no consigue esconderse, pero lo siguió de cerca, ahora sabía lo que tenía que hacer, le quitaría el sobre y el celular pero antes acabaría con él.

    Pero recordó que su abuelo dijo que debía hacer que la policía siguiera otras pistas. Con el sigilo de un gato lo siguió por uno de los corredores antes de que se le escape, logro interceptarlo y de un golpe en la nuca lo dejo inconsciente, le quito la maleta, abrió el sobre y reviso los documentos que tenía, ¡¿Los papeles de la mina de carbón?!

    ― ¡ALTO! ― grito alguien y por poco no esquiva un disparo que dio cerca de Filippo.

    ― ¡Cuidado con el jefe imbécil!

    ― Es tu jefe, no el mío ― dijo el ruso.

    Melina aprovecho la discusión y se dispuso a correr, ya les llevaba bastante distancia, pero justo cuando estaba girando la primera esquina se chocó de lleno con el francés libidinoso de hace unos momentos.

    ― ¡¿Tú?! ― pregunto furiosa, pero justo en ese momento llego el guardaespaldas de Filippo con arma en mano dispuesto a disparar a quemarropa, en un acto reflejo el francés tomó a Melina del brazo y se colocó delante de ella protegiéndola con su cuerpo recibiendo el impacto de bala en el brazo. Melina se asomó por uno de sus flancos y sacando la pequeña arma que llevaba en el pecho y apuntando a la cabeza lo mató.

    Todo ocurrió en cuestión de segundo y los tres cayeron al suelo, uno muerto, uno herido y otra con el peso del herido.

    ― Grandísimo Idiota ― dijo Melina ayudando al francés a estabilizarse.

    ― De… nada… ― respondió con un intento de sonrisa, realmente, ese no había sido su mejor día.

    ― ¿Estas bien? ― preguntó al fin. Revisando la herida ― no es nada serio, así que no morirás ― informó con ojo experto. Pero al ver que no podía moverse lo estiró hasta apoyarlo en un sofá cercano. ― ¿Tienes un teléfono? ― el francés asintió con la cabeza mirándola curioso ― perfecto, entonces llama a una ambulancia para que te atiendan ― dijo mientras terminaba de acomodarlo.

    Se oyeron pasos por otro de los corredores, debía salir de allí, miro a su lado al estorbo francés, aunque le cueste aceptarlo, le había salvado el pellejo en dos ocasiones aunque siendo sinceros, no habría estado metida en ese lio de no ser por su culpa. Cansada soltó un largo suspiro y se puso de pie.

    ― ¿Dónde vas? ― preguntó tomándola del brazo deteniéndola.

    ― Me largo, esos tipos vendrán por mí, así que es mejor que te quedes y llames a la policía ― al ver la indecisión en su rostro, sonrió con aire de suficiencia ― se cuidarme sola.

    ― ¿Quién eres?

    ― Alguien a quien no necesitas conocer ― le dijo, los pasos estaban cada vez más cerca, así que se soltó de la mano, pero algo rasgo su muñeca, causándole una pequeña herida, por la adrenalina en las venas no le tomo importancia y desapareció. Los pasos que se oyeron cerca llegaron hasta él.

    ― ¡¿Lenard?! ― pregunto uno de los tipos.

    ― ¡¿Porque demoraron tanto?!

    ― ¡¿Pero que te paso?! ― preguntó el recién llegado en tono preocupado ― ¡Pareciera como si te hubiera atropellado un camión! ― jugó.

    ― No estoy herido de muerte si eso te preocupa ― contestó molesto, cosa que el otro no se tragó por lo magullado que se veía.

    ― Si no estás herido… ¿Quién te hizo eso? ¿El viento? ― volvió a preguntar divertido.

    Cansado de sus indirectas, lo miro y durante unos instantes dudo en responder, pero al final lo hizo.

    ― ¿Me creerías si te dijera que fue una hermosa mujer con labios de seda, olor a rosas y que besa muy bien?

    El otro lo miro con cara de loco

    ― Te pesco el marido, ¿Verdad? ― pregunto curioso ― Igual que la vez en Grecia.

    ― No es eso… pero parecía que ella buscaba lo mismo que nosotros o al menos algo parecido ― dijo mirando a un tipo alto y fornido que llevaba en hombros a un Filippo inconsciente.

    ― ¿Un espía?

    ― No lo sé… pero lo averiguare ― dijo mirando su brazo derecho.

    Allí sobresaliendo de un reloj de pulsera estaba una pequeña aguja con forma de punzón que tenía gotas de sangre y un pequeño pedazo de piel, eso fue lo que rasgó la muñeca de Melina.

    ― ¿Tomaste una muestra de sangre? ― pregunto el otro tipo sorprendido ― ¡Que ingenioso!

    ― Averiguare quien eres preciosa, y todo lo que no quisiste decirme…

    Continuara…
    Nota.- Bueno como ya les había adelantado antes, ahora es cuando los cambios realmente comenzarán, nuevos personajes aparecerán y muchas otras situaciones que llevaran a nuestros personajes a vivir cosas que jamas se las imaginaron siquiera. Quien es este nuevo personaje? bueno, pues lo sabrán en la próxima entrega, gracias por tomarse su tiempo en leer y dejarme sus inspiradores y divertidos comentarios!
     
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  5.  
    Ana inukk

    Ana inukk Gurú

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    eiiii, tenia varios cap sin comentar, me encanta este personaje, lo pongo al mismo nivel de kay. ¿Otro mafioso sexy? ¿Podrias darnos alguna descripcion fisica? eso es lo unico que falta, no olvides hablar sobre el espacio, los esecenarios y la descripcion de los personajes...¿este nuevo personaje podria trabajar para kay? nooooo mejor que sean socios, este tipo tiene que ser de los lideres no un simple mercenario
    Un beso...
     
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  6.  
    Milmel

    Milmel Con un sueño en el pecho que pronto florecerá

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    Título:
    Enamorandose del Demonio [Terminado]
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    Género:
    Romance/Amor
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    Cap 39: Asesinato
    Después del asalto, por la noche se reunieron todos en el despacho de Haddadrimon para informar lo que había ocurrido, los resultados obtenidos y la información recolectada.

    ― ¿Cómo les fue? ― pregunto Haddadrimon acomodándose en uno de los sillones de terciopelo blanco.

    ― Perdí el rastro de Filippo ― suspiro Melina frustrada. ― Pero logre recuperar los documentos de las minas ― dijo orgullosa entregando a su abuelo un folio con papeles.

    ― ¿Perdiste un rastro? ― pregunto Haddadrimon sorprendido, era la primera vez desde que su protegida trabajaba que le había ocurrido algo como eso ― ¿Qué paso?

    ― Un grandísimo imbécil me cayó encima y no pude deshacerme de él a tiempo ― respondió exasperada ― ¡Y por culpa suya casi fuimos descubiertos! ― soltó furiosa.

    Haddadrimon miro a Ian y a Kato esperando respuestas.

    ― Nosotros estábamos investigando el ala oeste señor ― informo Ian.

    ― Kat estaba sola en el banquete siguiendo la pista de Filippo ― completo Kato.

    ― Por estar separados no pudimos ser capaces de recuperar a Filippo. ― se disculpó Ian.

    ― Pero yo seguí el rastro ― informó Kato feliz, mirando a sus hermanos agregó ― Aunque no son muy buenas noticias que se digan ― Miren ― les ofreció una serie de fotografías que había tomado al momento que salían de la mansión con Filippo.

    Las fotos fueron pasando de mano en mano hasta llegar a Melina, que casi perdió el color del rostro al reconocer a uno de los tipos de la foto.

    ― ¡Este es el grandísimo imbécil que me arruino el plan! ― indico molesta, todos estiraron el cuello para poder apreciar mejor.

    En la foto se observaba a un grupo de cinco personas saliendo de la mansión, un tipo alto y fornido pelo negro y aspecto latino, que cargaba con Filippo; otro bajito y regordete de pelo castaño claro, al lado de un tipo delgado, que no pudo ver con detalle por ser cubierto por unas ramas, pero lo que sí pudo ver con tanta claridad que le hizo hervir la sangre fue a un sujeto alto, fornido, de camisa blanca, pelo rubio y herido del brazo.

    Era el francés.

    Ian y Kato se miraron con inquietud, al ver ese cruce de mirada entre sus hermanos Melina pregunto curiosa.

    ― ¿Quién es este sujeto?

    Ambos la miraron y dudaron un instante en contestar, pero luego de unos segundos Ian se dirigió a la mesa del despacho, saco un folder y se lo ofreció a Melina.

    ― El sujeto de la fotografía que señalas es Lenard Caprioli, ― dijo en tono solemne, Melina lo miro intrigada, pero al abrir el folder se le fue el color del rostro.

    ― Es el jefe de investigaciones del departamento de policía de Grecia. ― agregó Kato que miraba a Melina de la misma manera que Ian… preocupado ― Está a cargo de todas las investigaciones de tráfico de armas, narcotráfico, ganancias ilícitas, lavados de dinero y todo lo que tenga que ver con asuntos delicados de nuestra rama. Pertenece al FBI de este país.

    ― No me digas que el sujeto de ayer…

    ― Era un policía ― completo Kato.

    ― ¡Maldición!

    Melina nunca se había encontrado cara a cara con un policía de ese rango, generalmente eran sujetos de bajo calibre, seres que eran fácilmente confundidos, sumamente manejables y manipulables.

    «Sígueme el juego o los dos estaremos muertos en menos de un segundo»― recordó las palabras del francés.

    Era un tipo que sabía lo que hacía, que podía cambiar situaciones y hacer pensar a los demás lo que él quería que piensen, se lo había comprobado ese día, porque hasta ella tuvo que seguirle la corriente. Debía ser más cuidadosa, no debía dejarse embaucar tan fácilmente y mucho menos por un policía. Ella era una asesina, y él era alguien que perseguía a personas como ella.

    ― ¿Que te hiciste en la muñeca? ― preguntó Kato al ver que tenía una vendita en ella.

    ― Me raspe la mano en algún momento de mi escapatoria ― concluyó restándole importancia al asunto.

    ― Es muy raro de ti llegar lesionada después de un trabajo tan simple como el espionaje querida ― se mofó ― creo que aun te falta mucho para llegar a ser tan ágil y astuto como yo ― alardeo.

    ― ¡Oh ya cállate Kato! Ian me dijo que tú eras mucho peor que yo en tus comienzos y que a diferencia tuya, yo soy mucho experta que tú en ese entonces!
    ― ¡Ian! ― reclamó fingiendo irritación ― Deja de contarle cosas innecesarias a la nena ― se quejó ― Luego, luego ya no tendré con que molestarla ― agregó con cara de pánico fingido provocando una relajante risa general.

    Melina volvió a ojear los documentos que su hermano le ofreció, era una copia de los documentos privados de la policía. Ni siquiera se molestaría en preguntar como los obtuvo, estaba más que claro que no había sido mediante una carta de solicitud.

    ― Lenard Caprioli… ― susurro ― A partir de ahora debo cuidarme de ti ― dijo y cerró el folder con furia ― Debemos recuperar a Filippo ― agregó molesta ― si Lenard lo tiene, es obvio que lo llevaron a la estación de policía para investigarlo.

    ― Lo que implica que debemos entrar a la misma guarida del lobo a recuperarlo ― concluyó Kato con una sonrisa cómplice mirando a Melina la cual le devolvía la sonrisa de la misma manera.

    ― Solo tengan cuidado ― recomendó Haddadrimon ― No vale de nada decirles cómo actuar, porque sé que ustedes dos sabrán cómo hacerlo a la perfección ― Una sonrisa autosuficiente de ambos fue lo único que necesitaban para continuar.

    Esa misma tarde Melina y Kato se dirigirían a la estación de policía, ambos como abogados de la corte, donde Kato sería el experto y Melina simplemente su practicante aprendiz.

    Ian había fabricado los documentos de identidad falsos para ambos, Kato era el licenciado Colin Xenidis un experto en casos del estado, y Melina era Cherise Tziolis su ayudante y aprendiz. Para poder pasar desapercibidos, Kato, el experto en camuflajes, ya tenía el arsenal de su hermana y el suyo listos.

    Para el, una peluca de color castaño, lentes de contacto azules y un smoking negro con detalles dorados, dignos de alguien de categoría y peso en la rama. Para ella una peluca dorada lisa hasta los hombros y ojos color tierra, un traje de dos piezas simple, una falda negra y una blusa rosa de volados con tacones a juego.

    A simple vista, estaban completamente irreconocibles.

    ― Muy bien señorita Cherise, ― dijo Kato, como ensayando el tono que emplearían en el juego ― Le rogaría por favor tomar apuntes de no meter la pata esta vez ― enfatizo con sorna.

    Melina lo miro divertida y le incrustó su puño entre las costillas, quitándole el aire.

    ― Muy bien señor Colin ― sonrió divertida siguiéndole el juego ― Lo recordare.

    Y así jugando entre ellos salieron de la mansión en un hermoso camaro de color negro último modelo con rumbo a la estación policial. Pasar desapercibidos era su meta…

    Por otro lado, en la central de policías en Grecia, un joven apuesto quien no aparentaba tener más de veintidós años, miraba un pequeño punzón que tenía sangre seca en él, mientras su mente vagaba en sucesos ocurridos la noche anterior.

    ― ¿Quién eres preciosa? ― se volvía a preguntar por enésima vez mientras miraba el punzón que tenía en la mano― ¿Cómo serás en realidad? ¿Qué buscabas en ese lugar? ¿Era tu objetivo deshacerte de él? Y si así fuera… ¡¿Porque?!

    Esas eran preguntas que no dejaban de rondar por la mente de Lenard, no podía quitarse de la mente ese rostro, ese cuerpo, esos labios y ese sabor. Era cierto que él era un don juan, a quien las mujeres habían amado en incontables ocasiones, pero siempre eran distintas, jamás las mismas. No había mujer le interesara por más de una noche, y ninguna que despertara su interés de esa manera.

    Pero este caso era especial, había estado pensando en esa misteriosa mujer todo el santo día, esa mujer que lo sedujo sin proponérselo y que para colmo que terminó golpeándolo. Era la primera mujer que no cedió ante su encanto y sus galanteos. ¡¡La primera persona que había logrado dejarlo fuera de combate con un solo golpe!!

    Eso era lo que más le sorprendía, se sentía atraído e intrigado por esa mujer… ¿Quién sería? ¿Una agente encubierta? ¿Otra mafiosa? ¿Una asesina? No lo sabía, pero de algo estaba seguro, ella era alguien a quien él debía atrapar sí o sí.

    La intriga por saber quién era ella estaba que lo carcomiéndolo por dentro. Nunca le gusto sentirse así, si había algo que no sabía, él lo averiguaba, lo investigaba y no paraba hasta descubrirlo, por eso había logrado estar en la posición en la que ahora se encontraba, como jefe de investigaciones a su tan corta edad.

    No conocía a esta mujer, no sabía nada de ella, no sabía siquiera cuál era su verdadero aspecto, porque ese día, cuando la besó, y llevo su mano hasta su nuca, descubrió que usaba una peluca. Quitársela en ese momento para saber quién era, fue imposible, porque primero ambos estarían muertos y segundo… no habría podido disfrutar de un momento tan… placentero.

    Aunque si rememoraba los sucesos de esa noche… besarla… esa fue una estrategia que nunca uso para salir de un enredo como ese. Él para evitar esa situación simplemente hubiera saltado del balcón, total tampoco era la gran cosa, cinco metros y nada más, él había logrado saltar de lugares más altos y salir ileso. Saber caer es la clave. Eso fue lo que su entrenador siempre le repetía. Pero tenía el leve presentimiento que la muchacha no lo lograría.

    Aunque le sorprendió ver que ella también pensó de la misma manera que él, pero su temor de que alguien saliera herido fue más, así que la beso. Eso era algo de lo que nunca en toda su vida se arrepentiría. El beso que le robo y al cual ella correspondió, lo había dejado anonadado… hechizado. Estaba seguro que no podría encontrar otra mujer como ella, tenía que encontrarla, tenía que saber quién era, y si fuera posible, volver a probar esos labios.

    Unos golpes suaves en la puerta de su despacho lo sacaron de su ensoñación, allí en el umbral de la puerta una joven de pelo rizado rojizo, no más de veinticinco años con gafas de marco negro grueso, rostro de finas facciones, figura delgada y mirada tímida esperaba la autorización de su jefe para poder pasar.

    ― Pasa ― ofreció galante ― ¿Que se te ofrece Dodo? ― pregunto en afán juguetón provocando un leve sonrojo en las mejillas de la joven.

    ― L… los… documentos que solicito acaban de llegar ― soltó nerviosa, se notaba a leguas que estaba que echaba las babas por él, Lenard lo sabía, así que le divertía jugar con su nerviosismo ― el… el cartero acaba de… dejarlas y pregunta si… no tiene algún envió que mandar a la… distrital del sud ― concluyó tímida.

    ― Ah… los documentos ― dijo como si recordara su existencia, pero al mirarlos sin siquiera abrirlos preguntó ― ¡¿De qué eran?!

    Dorothy lo miro como si le hubiera crecido un tercer ojo en la frente.

    ― Son… los documentos de Filippo Pareto… señor ― respondió mirándolo sorprendida ― son los documentos que pidió esta mañana desesperadamente.
    Y al ver que el muchacho seguía con la mirada perdida acariciándose suavemente el vendaje de la mano derecha preguntó preocupada.

    ― ¿Está usted bien? ¿Aún le duele? ¿Quiere que le consiga algún calmante?

    ― ¿Eh? ― pregunto el aludido sin comprender las preguntas de su asistente.

    ― Su brazo…

    ― Mi… ― dijo volcando la mirada a su brazo el cual inconscientemente acariciaba ― ¡Ah!, no… no te preocupes, solo fue un raspón ― respondió restándole importancia.

    ― Escuche al teniente Evan que por poco y toca el hueso ― lo miro preocupada ― debe tener cuidado.

    ― Lo sé… lo sé… ― respondió cansado ― Pero no te preocupes, este disparo ― dijo tocándose el brazo nuevamente ― Valió la pena ― completo con voz soñadora. Al ver la mirada curiosa de su asistente añadió ― de lo contrario una bella dama pudo haber resultado herida.

    Ella no contestó, lo miro con expresión extraña se despidió con una venia y se dispuso a retirarse, pero cuando ya estaba a punto de salir, la voz de Lenard la detuvo.

    Dorothy, lleva esto a laboratorio por favor ― pidió a la joven ― dile a Lander que investigue todo sobre esta muestra. Y que me pase el informe lo más antes posible ― dijo mientras colocaba la aguja en un recipiente de muestras y se lo entregaba.

    ― ¿Alguien importante? ― pregunto sin emoción.

    ― Si ― respondió camuflando una sonrisa y se puso a revisar los documentos sin mirarla. Dorothy se detuvo un momento dudosa queriendo preguntar más, pero al ver que Lenard no le daría ni la hora salió de la oficina en dirección a los laboratorios de investigación forense.

    En su camino casi tropieza con un joven de aspecto elegante y cabello castaño, el cual le sonrió de manera amable. Era Kato, que había llegado a la estación de policía.

    ― Siga usted ― dijo haciéndose a un lado cediéndole el paso, recibiendo posteriormente un codazo de parte de Melina, con un claro pregúntale escrito en la mirada ― ¡Señorita! ― la llamo cuando estaba por perderse ― Disculpe que la moleste, pero ¿Dónde podemos encontrar las salas de interrogatorios?

    Dorothy lo miro con curiosidad.

    ― ¿Para qué busca llegar allí?

    ― Somos del departamento de leyes, ― dijo mostrando su credencial ― nos enviaron a atender el caso de un narcotraficante llamado… ― dijo pidiendo un folder a su asistente fingiendo no recordar el nombre y colocándose los lentes para poder leer mejor ― Pareto Filippo.

    Dorothy lo miro sorprendida.

    ― Pensé que llegarían para mañana ― contestó ― no los esperábamos para hoy, aun no hicimos ningún interrogatorio, el detenido se encuentra en las celdas.

    ― ¿Que aún no han realizado el interrogatorio? ― pregunto molesto ― ¡¿Cómo es posible que aún no lo hayan hecho?! ¿Quién está a cargo del asunto? ― pregunto alterado, pero cuando Dorothy estaba por responder él la corto ― Mejor no me lo diga, tengo la ligera sospecha de saber quién está a cargo, ― y mirando a Melina agregó ― toma nota de eso.

    Dorothy miro escandalizada como la muchacha tomaba apuntes en una agenda.

    ― Solicito entrevistar al detenido, ¿Podría por favor informar al detective Lenard de esto? ¿O es que se halla ocupada? ― pregunto mirando la pequeña bolsa de muestras que llevaba en las manos.

    Al verlo Kato tuvo un mal presentimiento. Pero cuando iba a preguntar qué y de quien era, una voz masculina se lo impidió.

    ― Yo los escoltare Dorothy, ve por Lenard ― Dijo un oficial de no más de cincuenta ― Dile que se solicita su presencia en interrogaciones.

    ― En seguida ― respondió regresando sobre sus pasos.

    ― Por aquí por favor ― les dijo y los guió a través de varios pasillos pasando entre un montón de escritorios, donde los oficiales los miraban de reojo por un instante volviendo posteriormente a lo suyo.

    ― ¿Mucho trabajo eh? ― preguntó el oficial que los guiaba dándole una palmadita en el hombro a otro que estaba esposando a una pareja de jovenzuelos que sin lugar a dudas cometieron actos contra la ley.

    Se detuvieron por un instante para que su guía firmara unos papeles que le trajo algún asistente de turno, un vejete que pasaba por mucho los ochenta, el cual miró de reojo Melina de pies a cabeza, deteniendo su mirada en lugares clave. Melina simplemente lo ignoró, es más se dedicó a inspeccionar el lugar con disimulo.

    ― ¿Algo interesante para ver? ― Pregunto Kato molesto al ver como el vejete miraba a Melina con poca decencia ― ¿O es que sus ojos se perdieron por accidente donde no correspondían? ― Agregó dándole un toque de amenaza claro en su voz. Nunca le había gustado que mirasen a Melina de esa manera, era su hermana y la haría respetar. El aludido no respondió, simplemente lo miro molesto y siguió su camino una vez cumplidos sus asuntos.

    ― Me disculpo por eso ― dijo su guía dirigiéndose a ambos ― Por aquí por favor ― les indico una puerta que conectaba a una especie de salón, a lado derecho estaba el típico vidrio de seguridad que te permitía escuchar sin ser escuchado y espiar sin ser reconocido.

    ― Prefiero esperar afuera hasta que lleguen tanto el agente como el interrogado ― dijo Kato, aunque la verdad era que nunca le gustaron esos espacios medio claustrofóbicos.

    ― Como guste ― respondió el oficial ―tomen asiento ― les indico una banca justo al frente del salón de interrogatorio, saliendo de allí posteriormente.

    ― No me gusta este lugar ― le susurro Melina, ― tengo un mal presentimiento de todo esto.

    ― Yo también. ― confirmo ― no te separes de mi lado para nada, si tenemos que aplicar el plan B, lo haremos de inmediato.

    ― De acuerdo ― respondió.

    Al cabo de quince minutos unos guardias policiales traían a Filippo esposado y con clara apariencia de haber sido golpeado. Melina no recordaba haberlo golpeado más que una sola vez y fue en la nuca para dejarlo fuera de servicio, entonces… ¿Quién?

    ― Fueron los mismos presos ― respondió uno de los oficiales que escoltaba a Filippo a la pregunta silenciosa de ambos ― Tuvimos que cambiarlo a otra celda completamente independiente.

    ― Ya veo… ― respondió Kato.

    ― Ya estoy aquí ― se oyó una voz de acento francés a sus espaldas que Melina reconoció de inmediato girándose hasta encararlo, lo que vio fue distinto a lo que esperaba de una persona de su rango.

    Empezando porque estaba vestido de manera informal, llevaba puestos unos jeans negros y una sudadera de color blanco pegada al cuerpo, que se tallaba muy bien a su escultural figura. Llevaba en el brazo derecho una venda con un parche, producto del impacto de bala recibido el día de ayer. Melina mascullo por lo bajo deseando que sinceramente la bala le hubiera dado en el pecho y no en el brazo. No le agradó desde el principio y mucho menos después del beso, de todo corazón lo deseaba muerto.

    ― ¿Porque tanto jale…o? ― preguntó Lenard al ver quien tenía en frente, una muchacha de delicadas formas y porte elegante. Una corazonada le decía que había visto a esta muchacha anteriormente, solo que su pésima memoria en mujeres no la recordaba. ― Hola preciosura ― habló galante ― ¿Es usted quien me buscaba para el interrogatorio? ― dijo extendiendo su mano para saludar.

    Pero antes de que siquiera se hubiera acercado lo suficiente, otra mano sujeto la suya con fuerza mirándolo con irritación.

    ― Lamento informarle que mi asistente no será su compañía en el interrogatorio detective ― habló Kato con severidad ― Seré yo ― Aseguró, sorprendiendo a Lenard que no se había percatado de su presencia ― Mi nombre en Colin, vengo de parte del departamento de leyes del estado para interrogar al sospechoso de narcotráfico Filippo Pareto.

    ― Mucho gusto entonces ― respondió mirándolo con fiereza devolviéndole el apretón.

    ― La señorita aquí presente es mi asistente ― la presento.

    ― Cherise ― dijo Melina sin darle más vueltas al asunto, evitando a toda costa el contacto físico.

    ― Si las presentaciones ya están hechas entonces… comencemos ― dijo Lenard guiando la comitiva hacia la sala.

    Pero justo en ese instante, un disparo de bala se oyó por todo el ambiente, y el cuerpo de Filippo caía al suelo sin vida, víctima de una herida en el pecho. El perpetrador… un niño de no más de once años de edad que sostenía la pistola en alto, aun en esa dirección. Tenía la mirada perdida, el rostro pálido y temblaba de miedo.

    La respuesta al hecho fue inmediata, todos, excluyendo a Melina y Kato sacaron sus armas y apuntaron en dirección del infante. Tenía más de cincuenta armas apuntando en contra suya.

    ― Suelta el arma niño ― habló Lenard con firmeza, pero sin dejar de apuntar a su cabeza.

    El niño miro horrorizado a su alrededor, sorprendiéndose el mismo de lo que tenía en manos, con pánico miro alrededor, como su hubiera despertado de un sueño. Y mirando hacia el frente, más específicamente a Melina tomo el arma en sus manos y sonrió de manera demencial.

    ― ¡¡NO!! ― grito Melina desesperada intentando llegar al niño, adivinando lo que iba a hacer, siendo detenida por Kato.

    ― ¡Deténganlo! ― gritó Lenard, adivinando sus intenciones.

    Pero el niño fue más rápido que ellos y antes que cualquier bala le cayera en la mano para que soltara el arma se volvo los sesos frente a todos.

    Todos estaban en shock, nadie se esperaba un hecho como el que sucedió. Melina estaba de piedra, congelada, sujetando con fuerza los brazos de Kato que la sostenían para que no se derrumbara. Miro a su hermano con el pánico escrito en sus ojos. Era cierto que ellos venían con el mismo fin, pero… ¡¿Un niño?! ¡¿Un muchachito que no tenía siquiera la idea bien definida de como limpiarse los mocos había sido el causante de un asesinato y posteriormente de un suicidio?!

    ― ¡¿Pero qué demonios están haciendo todos?! ― grito Lenard ― ¡Averigüen que paso aquí! Castor, has un seguimiento de las cámaras de seguridad, necesitamos saber Cómo diablos es que este niño llego a parar aquí. Steven, ve por los forenses, que hagan un levantamiento de los cadáveres, y ustedes dos ― dijo refiriéndose a los guardias de escolta ― Averigüen todo lo que puedan sobre este niño, tuvo que venir con alguien, no creo que haya estado solo… ¡Búsquenlo!

    Mientras Lenard daba órdenes a diestra y siniestra, Kato se acercó a Filippo para confirmar y colocando su mano en el cuello comprobó que no tenía pulso… estaba muerto, la bala había cumplido su cometido.

    ― Creo que perdimos a nuestro informante ― dijo Kato irritado mirando a Lenard que maldecía por lo bajo.

    En la estación de policía todo era un caos, griterío por aquí y correteos por allá. Vinieron los forenses y se llevaron los cuerpos. Todo el mundo estaba impactado, un niño había sido el responsable de la muerte de un narcotraficante… ¡¡Un niño!!


    Continuara…
    pd.- A que no se la esperaban!
    jejejejeje
    nos leemos en el siguiente cap...
     
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  7.  
    Dista Nyas

    Dista Nyas Iniciado

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    Sí fue completamente inesperado. ¡¿Un niño?! Es en serio, ahora cualquiera puede matar, es increíble, bueno, me gustó mucho el capítulo, sinceramente te voy a escribir lo que pensé cuando Lenard saludó a Melina, es decir Cherise.

    "Una corazonada le decía que había visto a esta muchacha anteriormente, solo que su pésima memoria en mujeres no la recordaba."

    ¡¿ES EN SERIO?!¿Tan maldito eres? y encima es Jefe, y no la reconoce, a una chica que besó e incluso recibe un balazo por ella, como sea no importa...

    Se te escaparon algunas comas y tildes, hasta una parte de coherencia pero el resto esta excelente, estaré esperando el próximo cap. Sigo pensando en Kay ¡Jamás lo borraré de mi mente! Y todo por tu culpa, sigo con la esperanza de que sigue vivo.
     
  8.  
    Ana inukk

    Ana inukk Gurú

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    Kay esta vivo por supuesto ¿cierto? ¿Cierto? Si, claro, confio plenamente en ti. Policiaaaa no lo pense, ni mafioso ni socio ni mercenario; Policia. Amor? amor entre katiss y el poli, hasta que el último atrapa a Kay. Si, describe (Parece que a veces se te olvida) transportanos al lugar como en capitulos anteriores, llevanos y atrapanos en ese lugar...eso es lo unico que debes mejorar o retomar.

    Un Beso...
     
  9.  
    Milmel

    Milmel Con un sueño en el pecho que pronto florecerá

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    Gracias por sus comentarios, y tienen razon, hay algunos dedasos, falta de tildes y demas, que procurare enmendar.
    en lo referente a la descripcion del ambiente... pues no lo note, pero ya lo corregire
    XD
    gracias por eso!
    y si... todos extranamos a Kay... duele saber que no esta entre nosotros... verdad?
    je je je je XD
     
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  10.  
    Sheccid

    Sheccid Usuario común

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    Wow, le dejaste bien interesante...
    ¿Ella si lo reconoció, cierto?
    ¿Se enamorará del don juan?
    Sólo de solamente lleva acento, es todo lo que puedo decir.
    ¿Quién envió al niño?¿Por qué?
    Invitame a la conti XD
     
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  11.  
    Milmel

    Milmel Con un sueño en el pecho que pronto florecerá

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    Título:
    Enamorandose del Demonio [Terminado]
    Clasificación:
    Para todas las edades
    Género:
    Romance/Amor
    Total de capítulos:
    68
     
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    Cap 40: Fantasma
    Luego que las cosas se hubieran calmado un poco más, Lenard fue a su despacho para poder pensar mejor, aclarar las cosas y poder respirar un poco, aunque sinceramente en esos momentos necesitaba una fuerte dosis de tequila.

    Camino a través de los pasillos sin saludar a nadie, todas las miradas curiosas de sus subordinados estaban sobre él, el caso se le había ido de las manos, nunca antes le había ocurrido tal cosa, ya suponía que dentro de poco tendría alguna llamada de sus superiores o de algunos tipos de la gobernación, pero sabía que tendría un dolor de cabeza en cualquier momento.

    Su despacho era más simple de lo que cualquiera se imaginara, un escritorio, dos estantes grandes, y una baulera, cualquiera podría pasar un guante blanco y ni una sola mota de polvo saldría e allí. Un orden tan impecable que nadie siquiera pensaría que se trataba del despacho de un detective.

    Cansado, se acercó a uno de los estantes de su izquierda y abriendo una pequeña caja sustrajo de su interior una botella de tequila, y sirviéndose una copa llena fue a sentarse en su sillón. La ventana frente a su escritorio le permitía una visual completa de toda la planta, y mirando sin ver fue tomando su tequila con sorbos pausados meditando lo ocurrido.

    Pero por más que lo analizaba y seguía analizando, no encontraba razones para que el niño hiciera lo que hizo, se notaba que el pequeño estaba asustado.

    “¿Obligado quizá?” ― se preguntó ― “No lo creo… si hubiera estado obligado no se habría suicidado” ― volvió a sorber su copa ― “asustado quizá, no encontró salida y se mató” ― colocó su vaso en la mesa ― pero quien lo mandaría? Algún traficante de niños? Es muy probable ― comenzó a jugar con su vaso haciéndolo girar mientras observaba el movimiento del líquido en su interior ― pero que traficante de niños tenía problemas con Filippo?! El rubro de Filippo era fabricación y venta de acero, para lo cual tenía una mina de carbón en algún lugar del mundo, de donde obtenía un producto de alta calidad, aunque últimamente el negocio no andaba muy bien ― volvió a levantar la copa y se la termino de un solo trago ― ¡¿Entonces quien?! ― preguntó en voz alta.

    Se levantó de su escritorio y dirigiéndose a una de las paredes estiro un pequeño sobresaliente de cordel, el cual al extenderse mostro un mapa, que parecía muy elaborado, donde había fotos de muchas personas, entre ellas Filippo. Todas las fotos estaban conectadas de una u otra forma con otras con hilos de distinto color.

    “Aquí faltas tú preciosa” ― dijo añadiendo cerca de Filippo un punto de color rosa ― “Me falta saber… ¿Quién eres y que hacías allí? ¡¿Qué relación tenías con él?! ¿Y qué fue lo que le quitaste?”

    Mirando su trabajo volvió a tomar asiento sin quitar la vista de la pared.

    “Debe haber una relación, ¿Pero dónde? ¿Acaso seria alguien nuevo?” ― volvió a preguntarse. ― Un momento ― dijo recordando ― “Anoche en el banquete había otro sujeto, uno enorme, y estoy seguro que no era el guardaespaldas de Filippo, porque tenía acento ruso. ¿Qué tiene que ver un ruso en los asuntos de Filippo? Aquí está cocinándose algo grande, y debo averiguar que es.”

    ― Si sigues preocupándote de esa manera, te saldrán canas prematuras Lenard ― dijo una voz que muy bien reconoció como Philip, uno de sus mejores amigos y miembro de su selecto grupo de trabajo ― Si vas a beber, por lo menos invita a los amigos a compartir una copa ― bromeó al ver la copa vacía sobre la mesa.

    Lenard lo miró y sonrió.

    ― Lo tendré en cuenta ― respondió divertido parándose para llenarse la copa nuevamente y convidar a su amigo otra ― Por cierto ― dijo ofreciéndole la bebida ― ¿Dónde están los del departamento del leyes? ― pregunto casual ― La muchacha se llevó menudo susto con lo del niño.

    ― Así es, estaba en shock ― respondió Philip ― pobrecilla… quizá fue la primera vez que vio algo como eso…

    ― ¿Dónde se encuentran ahora?, me gustaría disculparme con ella en persona.

    ― Pues no lo sé, desaparecieron en el caos ― Respondió Philip. Lenard lo miro curioso como esperando respuestas, a lo que completó ― Nadie los vio salir, simplemente se esfumaron.

    ― ¡¿Sin hacer el escandalo usual ni nada?!

    ― Así es ― respondió Philip ― A mí también me extrañó eso.

    ― Aquí hay algo que no encaja… ― respondió pensativo mirando el punto rosa de la pared ― “Tengo un mal presentimiento” ― pensó y mirando a su amigo dijo ― Pídele a Dorothy que me traiga sus hojas de vida, necesito saber quiénes son, porque nunca antes los había visto.

    ― ¿Crees que tengan algo que ver?

    ― No estoy seguro, pero debemos averiguarlo.

    La mirada pensativa que tenía no era algo muy normal en él, Lenard siempre se caracterizó por ser alguien de fácil raciocinio. Alguien que encontraba solución a los problemas más complejos. Así que verlo en un estado como el que se encontraba ahora, no era nada común. Indicaba que un problema complejo se aproximaba.

    Su cuerpo reaccionaba antes que siquiera él lo notara, pero no antes que Philip lo notara, lo conocía demasiado bien, llevaba años a su lado como para no conocerlo, lo vio empezar de cero, desde lo más bajo y llegar hasta lo que se podría llamar la cima, abriéndose campo en ese rubro que de por si es muy complejo y complicado.

    Siempre se guio por su instinto, por sus corazonadas, por eso cuando decía que quería averiguar algo por si acaso, era mejor no contrariarlo porque podría llegar a ser una pista muy valiosa e importante.

    ― De acuerdo ― dijo levantándose de su sitio ― ahora mismo me iré a ver a Dorothy ― y salió cerrando la puerta tras de sí dejando a un Lenard pensativo y extrañamente irritado.

    Lenard estaba de muy mal talante, irritable, y eso no era nada productivo cuando se trataba de realizar análisis e investigaciones, debía volver a poner su cabeza fría y pensar las cosas con calma, pero eso en estos momentos le resultaba algo difícil.

    La tensión de los sucesos ocurridos unas cuantas horas atrás comenzaron a cobrar factura, sentía que su cabeza iría a explotar en cualquier momento frotándose las sienes de manera inconsciente aliviando un poco la tensión.

    ― Es extraño verte así ― dijo Philip entrando en su despacho nuevamente tomando asiento frente a él.

    Lenard no respondió, tenía el rostro inexpresivo y la mirada perdida. Philip lo miro con nostalgia, y mirando a su amigo habló.

    ― Es por el niño, ¿Verdad? ― preguntó, sobresaltando a su amigo que parecía haber vuelto a la realidad.

    Lenard lo miró sorprendido, y por un segundo dudo en contestar, miró a su amigo de tantos años y vencido soltó un suspiro. Sería imposible tratar de engañarlo, Philip lo conocía demasiado bien como para caer en un engaño, así que cansado respondió a su pregunta.

    ― ¿Quién pudo haber sido tan cruel como para mandar a un niño a hacer el trabajo sucio Philip? ¡¿En que estaba pensando ese mocoso cuando se suicidó?! ¡¿PORQUE LO HIZO?! ― pregunto completamente alterado dando un golpe a su escritorio completamente furioso.

    Philip lo miro sin expresión, y tomando un sorbo de tequila lo miro con rostro severo.

    ― Sigues sin poder olvidar lo que paso en Francia, ¿No es así?

    Lenard no respondió, sabía a lo que su amigo se refería, solo que ese era un tema que no le gustaba tocar. Soltando un suspiro cansado se recostó en su sillón.

    ― Lo que paso allá Lenard ― explico con voz serena ― No. Fue. Tú. Culpa. ― deletreó con fuerza cada palabra con la esperanza que su amigo por fin lo comprendiera ― ¡Y lo sabes! ― aclaró ― Eran rehenes… ¡Carne de cañón!

    Al recordarlo los ojos de Lenard se llenaron de odio y frustración.

    ― ¡Pero podría haberlos salvado!

    ― Era imposible Lenard, ellos eran veinte y nosotros solo tres, ¡Entiéndelo de una vez!

    ― Si tan solo hubiera...

    ― No Lenard ― Philip le corto a media frase deteniendo las autocriticas destructivas de su amigo ― No hay nada que hubieras podido hacer.

    ― Pero hubiera podido salvar al niño Philip…. ―recordó, mirando su mano y cerrando su puño con fuerza provocando que sus nudillos se volvieran blancos ― ¡Hubiera podido salvarlo antes de que lo matara!

    Philip suspiro con aire cansado, el ataque terrorista que había ocurrido en Francia hacía más de cuatro años, había dejado secuelas muy profundas en Lenard, tan profundas que no le fue posible seguir viviendo en su ciudad natal, pidiendo su traspaso a otro país. A pesar de haber resuelto el caso, de haber detenido a los terroristas, su corazón no hallaba paz, y seguía atormentado, muchas noches despertaba sudando frio recordando la mirada de aquel pequeño que lloraba mientras intentaba soltarse del brazo de un tipo loco que lo apuntaba con un arma en la cabeza, gritando ¡Ayúdame…!, ¡Sálvame…!

    Siendo muerto a los pocos segundos por una bala que le explotó toda la cabeza. Lo que había pasado hoy logró desenterrar una memoria que él había buscado olvidar, pero parecía que esa maldición lo seguiría por el resto de sus días.

    ― Tienes que olvidar lo que paso allí Lenard, solo te atormentas sin ningún beneficio.

    Lenard no respondió, iba a seguir en su autocritica destructiva, pero unos golpes en la puerta lo sacaron de sus pensamientos.

    Sin ser autorizado siquiera, Lander, un joven de no más de treinta y cinco años, de aspecto de intelectual vestido con una bata blanca entró al despacho de Lenard. Giro la cabeza de Philip a Lenard, y enseguida supo que algo había pasado, era raro ver a ambos en ese estado.

    ― ¿Que te trae por aquí Lander? ― preguntó Philip intentando aliviar la tensión que se habia formado en el ambiente.

    ― Traje los resultados de las muestras que me mandaron analizar ― aclaró entregando a Lenard dos folios amarillos y tomando asiento en la silla libre al lado de Philip.

    ― ¿Una copa? ― ofreció Philip a Lander aunque sabía que él no bebía. Lander solo lo miro con cara de fastidio y volvió la mirada a Lenard. ― ¿Que pasa hoy con todo el mundo que esta tan irritable? ― pregunto a la nada.

    La escena aligeró un poco la tensión y tomando los folios Lenard se acomodó en su sillón para inspeccionarlos con calma.

    ― Por cierto… ¿Que análisis son esos? ― pregunto Philip curioso.

    ― Mande analizar la sangre de la joven de anoche y la del niño de hoy para encontrar alguna pista ― respondió sin emoción tomando el primer folder que Lander le indico como la del niño.

    ― ¿Y qué averiguaste? ― pregunto Philip de manera casual.

    ― No hay registro alguno del niño ― dijo extrañado mientras observaba como Lenard pasaba las hojas de su informe forense ― Parece ser un indigente.

    ― ¡¿Un indigente?! ¿Estás de broma? ― pregunto Philip exasperado ― ¡¿Y qué diablos conseguiría un indigente matando a un tipo como Filippo?!

    ― No tengo idea ― respondió Lenard con sinceridad ― Pero seguiremos investigando en los hogares donde quizá tengan algún registro de él.

    Philip miro a Lander extrañado, le extrañaba que haya entregado un trabajo incompleto, ese no era su estilo, generalmente Lander se caracterizaba por su impecable trabajo en el área de investigación forense.

    ― ¿Acaso no lo encontraste en la red? ― pregunto Philip.

    ― Aún existen hogares de niños que manejan sus documentos en papel, y niegan el uso de la tecnología ― aclaro Lenard restándole importancia al asunto pero asumiendo la sorpresa de su amigo.

    Lenard tomo el segundo folder que le entregó Lander donde estaban los datos de la chica que le había dado tremenda paliza la noche anterior.

    ― Ese es de la muestra de sangre que me entregaste ― explico.

    Cuando Lenard abrió la tapa y vio la fotografía del registro se quedó helado, un escalofríos le recorrió la espina dorsal en toda su totalidad. La imagen que mostraba el informe era de alguien completamente opuesto a quien él recordaba. Allí en la fotografía se podía apreciar a una jovencita de rasgos amables y carácter jovial, piel trigueña, ojos marrones, de mirada dulce y un hermoso pelo castaño rizado que le caía por los hombros.

    La muchacha que observaba en la fotografía, lucia completamente distinta en todos los aspectos a la mujer que había besado la noche anterior.

    ― ¿Que sabes de ella? ― pregunto Lenard aun en shock sin quitar la vista de las fotografías que había recolectado Lander.

    ― Falleció hace cuatro meses.

    ― ¡¿Qué?! ― pregunto Lenard escandalizado ― Eso es imposible.

    ― Según los informes que logre recabar, era estudiante universitaria, falleció en un accidente automovilístico al regresar a su hogar.

    Lenard volvió la vista rápidamente al informe y buscó corroborar lo que Lander le informaba. Era cierto, según el informe médico policial forense, esa muchacha estaba catalogada como muerta, la fecha de fallecimiento estaba marcada como hace aproximadamente cuatro meses.

    ― Extraño ― susurro Lenard.

    ― ¿Su familia? ― preguntó Philip intrigado más por la curiosidad de Lenard hacia esa joven que otra cosa.

    ― Muerta. Según los archivos indican que fue un robo agravado. ― Lenard lo miro intrigado ― mataron a todos los miembros… ― después de una pausa enfatizo ― incluidas las mascotas.

    “¿Muerta…?” ― ese era un cuento que él no se creía, la había visto, el había sido testigo ocular que la muchacha de la fotografía aun respiraba ― ¿Estás seguro que no confundieron las muestras? ― pregunto preocupado, revisando los documentos nuevamente ojeándolos uno por uno.

    ― Imposible, yo mismo me encargue de analizarlas ― añadió un poco molesto por la desconfianza ― me pediste un informe, y eso es lo que obtuve, son los registros y los datos de la muchacha ― recalcó molesto ― las fotografías, todo lo de allí le pertenece a esa joven.

    Lenard se quedó callado, pensativo durante unos instantes, no objeto nada, siguió mirando las fotografías pasándolas una por una, intentando en vano hallar alguna relación entre ésas y la mujer de sus recuerdos.

    ― Si lo que dices es cierto… ― analizó en voz alta ― “Entonces… con quien estuve ayer?!” ― se preguntó.

    ― ¡¿Un fantasma?! ― bromeo Philip adivinando los pensamientos de su amigo.

    ― Los fantasmas no sangran ― aseguro Lenard en tono serio sin mirarlo ― Aquí hay algo que no está claro, algo que no encaja… ― dijo ― tengo la corazonada de que esta mujer ― señaló la fotografía ― es la clave para solucionar todo esto… veamos…. ― analizó pensativo mordiéndose de manera inconsciente la uña de dedo gordo de la mano izquierda.

    Después de unos segundos de silencio tomo un papel de los muchos que tenía en el lateral de su escritorio y comenzó a dibujar garabatos analizando a los personajes involucrados en el crimen.

    ― Esta mujer estuvo ayer conmigo y con Filippo, ― dijo apuntando sus descubrimientos en una hoja de papel ― Ella le robó algo… la vi cuando la seguía, eran documentos ― explicó a sus colegas antes de que preguntaran nada volviendo a apuntar algo en la hoja ― Necesitamos saber quién es ésta misteriosa mujer ― y mirándolos con rostro serio añadió ― averigüen más de ella. Busquen pistas, sus orígenes, todo lo que puedan recolectar.

    ― ¿Pistas? ― pregunto Philip burlón ― creo que nuestra última pista acaba de morir frente a nuestros ojos hace como menos de cinco horas.

    Su respuesta desinteresada alteró a Lenard.

    ― ¡Pues busca otras! ― exclamo molesto ― Investiga sobre ella, busca a sus amigos, averigua todo lo que hizo antes de desaparecer.

    ― Morir ― corrigió Philip cansado ― Está muerta…

    ― Según esto ― dijo mostrándole el informe y arrojándoselo frente a él ― no hay registros del forense.

    ― Afirmativo ― corroboró Lander, Philip molesto tomo el informe y se dispuso a revisarlo ― el coche en el que viajaba cayó por un cañadón a un rio caudaloso, se perdieron varios cuerpos que nunca fueron encontrados, entre ellos, el de ella.

    ― Que conveniente… ¿No te parece? ― pregunto mirando a Philip ― No tenemos cuerpo del delito…

    Se notaba a legua y media que Lenard no se tragaría el cuento de cadáver andante, aún más teniendo en sus manos los documentos de registro sin informe forense y teniendo en sus labios el sabor a miel que lo seguía quemando.

    ― Entonces podremos asumir que nuestro fantasma sigue con vida… ― Reafirmó Lenard y mirando fijamente a ambos ordenó con tono severo ― Encuéntrenla.

    ― ¿Y cómo quieres que hagamos eso? ― volvió a preguntar Philip quien ya estaba perdiendo la paciencia.

    Lander lo miro con rostro severo analizando su pregunta durante unos segundos al final de los cuales cambio su expresión completamente. Parecía divertido por algo.

    ― Pues para empezar necesitaremos un experto sabueso ― respondió con una sonrisa burlona en el rostro. Philip lo miro extrañado ― Encuentra a Adler, y dile que necesitaremos de su olfato.

    ― ¡¿QUE?! ― Grito Philip levantándose de la silla por la impresión ― ¡ADLER! ¿Es que has perdido la razón Lenard? ― pregunto completamente histérico ― ¡¡Ese tipo esta demente y tú lo sabes!! ¡Se le quito la placa hace más de un año! ¡Está fuera de servicio y allí es donde debe quedarse!

    ― Necesitamos un sabueso experto Philip ― explicó paciente ― Y ― recalcó ― Ambos sabemos que no hay nadie mejor que él para rastrear.

    Philip giro la cabeza molesto, le guste o no Lenard tenía razón, su olfato para estos asuntos era algo tan envidiable que muchos lo buscarían, de no ser porque era un maldito desgraciado que no sabía seguir ordenes ni tampoco respetar a sus superiores.

    ― Búscalo, encuéntralo y trae su trasero de vuelta.

    ― No vendrá, lo sabes ― respondió Philip malhumorado.

    ― Eso aún está por verse ― dijo ― ve por él Philip, y tráelo de vuelta, estoy seguro que el estará tan interesado como yo en este tema, al fin y al cabo… ― dijo mirando la foto ― hay una hermosa mujer en medio.

    Con una mueca de desagrado Philip salió de allí cerrando la puerta de un portazo mascullando palabras por lo bajo. Lander que había estado muy callado durante toda la discusión miro a sus amigos divertido, extrañado y un poco preocupado.

    ― ¿Está seguro de eso? ― preguntó.

    ― ¿De seguir la investigación o de buscar a Adler?

    ― De ambos supongo.

    Lenard lo miro durante unos segundos y fijando su vista nuevamente a los documentos que tenía sobre la mesa respondió.

    ― Nunca estoy seguro de nada ― Lander lo miro intrigado pero sabía que su amigo había respondido con sinceridad ― Pero referente a eso tengo una buena corazonada, sé que Adler me ayudara con lo que quiero.

    ― Entiendo, entonces si eso es todo, me retiro ― dijo y salió del despacho dejando a Lenard solo con sus pensamientos.

    Una vez solo, Lenard volvió a tomar la fotografía en sus manos comparando nuevamente a ambas mujeres, la que tenía en la fotografía con la que tenía en mente.

    ― Melina Villarroel… ― susurro acariciando el rostro de la fotografía ― Me pregunto… ¿Que habrá pasado contigo en realidad? ¿Es cierto que eras una inocente doncella? ¿O es que tenías una doble vida y siempre fuiste lo que vi ayer? ― se preguntaba pensativo.

    Por unos instantes se perdió en los labios de la muchacha de la fotografía e inconscientemente acarició con el dedo índice sus propios labios recordando el sabor y la suavidad de los labios que había probado.

    ― Voy a averiguarlo… y ten por seguro que voy a buscarte hasta encontrarte…

    Continuara…


    Este cap si que me salio largo... ahora díganme... que les parece Lenard?
    les sigue pareciendo un perro desgraciado? o ya van tomándole cariño?!
     
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    Love Temari

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    Hola! me encantó el capitulo n.n, pero me encanta Lenard desde que lo nombraste me pareció interesante y atractivo XD! pero aun quiero que aparezca Kay lo adoro no pudo haber muerto T.T bueno espero el próximo capitulo :D
     
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    Pues como que me va gustando el tipo para Mel, además creo que esta demostrando poco a poco ser dueño de su amor.
    Wow, esto se pone interesante, me encantaría ver su cara de sorpresa cuando se dé cuenta de que a qíén buscaba la tuvo frente a sus ojos horas antes, je, je XD
    Excelente fic, Milmel, invitame a la conti
     
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  14.  
    Milmel

    Milmel Con un sueño en el pecho que pronto florecerá

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    Cap 41: ¿Descubiertos?
    Lenard estaba que echaba chispas por todos los lados, había sido un día demasiado caótico, y lo peor era que aún no terminaba. Su curiosidad innata lo estaba matando, necesitaba por lo menos hallar alguna pista, algo que lo guie hacia su nueva presa, así que a pesar de estar ya muy entrada la noche, el aún seguía en su despacho buscando información en la red referente a Filippo, cualquier información relacionada con él, tanto en los informes policiales, como en los periódicos amarillistas desde hace cuatro años atrás. Uno nunca sabe la valiosa información que pueden llegar a publicar algunos sin darse cuenta, o que fotografías claves pueden publicar sin enterarse siquiera.

    Unos suaves golpes en la puerta lo sacaron de su concentración. En la puerta de su despacho una tímida muchacha llevaba una bandeja con lo que parecía café caliente.

    ― ¿Dorothy? ― preguntó extrañado ― ¿Qué haces aquí? Pensé que ya te habías retirado igual que el resto.

    ― Pensé que le gustaría tomar una taza de café ― sonrió tímida.

    Lenard le devolvió la sonrisa agradecido. Ésta muchacha realmente podría llegar ser sumamente tierna y atenta por momentos, lastimosamente ella no entraba siquiera por poco a su lista de intereses, no por simplemente no ser su tipo, si no, porque ella a pesar de no aparentarlo, era muchísimo mayor que él. Aunque si lo pensaba con la cabeza fría, él se metió con mujeres muchísimo mayores que él, así que asumió que era una excusa para no mezclar trabajo con… placeres.

    ― Pasa ― le dijo e hizo espacio entre sus papeles para colocar la tasa.

    ― ¿Le… molesta si lo acompaño a tomar el café? ― preguntó con un leve tono rosa en las mejillas.

    ― ¿Me harías compañía? ― pregunto sorprendido, Dorothy nunca antes se había ofrecido a acompañarlo, se notaba que la muchacha se estaba volviendo más temeraria ― Pues claro ― respondió ― sería un honor ― inmediatamente después Dorothy salió del despacho y entro en menos de un segundo con otra taza de café humeante ― veo que ya venias preparada ― sonrió.

    Ella no respondió, simplemente se sentó frente a él, y juntando todo el valor del cual se sentía capaz intento formular frases adecuadas para iniciar una conversación.

    ― ¿Se quedara hasta tarde nuevamente detective? ― pregunto mirando su taza como si fuera la cosa más interesante del mundo levantando la vista de cuando en cuando.

    Lenard vio en su reloj de pared que daban más de las doce, y con un suspiro cansado tomo un sorbo de su café.

    ― Debes reducirle la cantidad de café que le pones a mi taza Dorothy ― exclamo haciendo muecas con la cara, nunca le gusto el café concentrado.

    ― Pensé que sería lo más adecuado para usted detective ― respondió un poco apenada ― ya que se halla tan ajetreado, estresado y con tanto trabajo, pensé que un poco de café cargado lo ayudaría a despabilar ― se defendió nerviosa.

    ― Bueno, pues… muchas gracias por la intención ― respondió con sinceridad ― Pero no está de más pedirte que para la próxima solo le pongas media cucharadilla no media docena ― sonrió amablemente ― de lo contrario estoy seguro que no podre pegar los ojos ¡En una semana! ― exclamo jovial, soltando una sonrisa divertida, a la cual Dorothy pudo acompañar.

    ― Lo tomare en cuenta para la próxima vez ― respondió feliz.

    ¿Vives sola? ― pregunto Lenard provocando que Dorothy casi se atragante con el café.

    ― ¿P… por… q… que lo p… pregunta? ― preguntó roja hasta las orejas.

    ― Porque son más de las doce ― dijo Lenard señalando con el dedo índice el reloj de la pared ― y es peligroso para una mujer andar sola por las calles a estas horas. ¿Tienes coche?

    ― Llamare a un taxi ― respondió nerviosa.

    Lenard sonrió divertido ante la situación. Volvió a mirar el reloj de la pared y soltando otro largo suspiro cansado miro a Dorothy que lo observaba aun sonrojada.

    ― Bueno, creo que es hora de descansar un poco, vamos ― dijo levantándose acomodando todos los documentos de su escritorio a un lado y apagando su computadora.

    ― ¿Se va? ― pregunto Dorothy ― pensé que se quedaría hasta más tarde.

    ― Tengo entendido que vives por la zona norte en un edificio de departamentos y que ese lugar no es muy seguro por la noche, así que te llevare a casa, total y me queda de camino ― dijo terminando de guardar sus documentos en su mochila.

    Nunca le gusto llevar el clásico maletín, eso es para abogados y ancianos decía el, yo aún soy joven, así que manejare algo que se me haga más cómodo, por eso llevaba siempre con él una mochila deportiva donde guardaba todos sus documentos, papeles y demás… incluyendo su portátil claro está.

    ― No… no se preocupe, puedo irme sola ― contesto apenada ― no quiero distraerlo de su trabajo.

    ― No te preocupes, es más, me harías un favor ― contestó ― De ese modo mi cuerpo te estaría completamente agradecido ― dijo en tono sensual.

    Dorothy cambio el tono rojo de su rostro a uno casi fosforescente, su imaginación le había jugado una muy mala pasada y ahora parecía que hasta echaba humos por las orejas. Lenard no pudo evitar soltar una carcajada.

    ― No te asustes Dodo, no voy a violarte ― dijo entre risas ― te espero abajo ― sonrió saliendo del despacho, dejando a una Dorothy que cambiaba de colores como el arcoíris.

    Lenard llevo a Dorothy a su casa, en el camino le contó que ella vivía sola con su hermano mayor y que sus padres habían fallecido hace un par de años en un accidente de tren. Aunque por el momento su hermano se hallaba en un viaje de negocios.

    Durante todo el camino de ida, Dorothy hablo sin parar, temía no tener punto de conversación y formar un incómodo silencio, por eso se puso a hablar como loro con batería extra, contándole casi los pormenores de su vida.

    ― Sana y salva ― sonrió Lenard estacionando en la entrada de su bloque.

    ― Muchas gracias ― sonrió nerviosa y apenada ― mis más sinceras disculpas por la molestia.

    ― Para nada ― sonrió ― gracias por el café ― Dorothy sonrió agradecida.

    Se notaba a leguas que estaba nerviosa, no solo porque estaba completamente roja, sino porque jugaba con el colgador de su bolso girándolo y apretándolo de tanto en tanto con tanta fuerza que no le extrañaría que se rompiera en cualquier momento.

    Lenard la miró durante unos instantes, Dorothy era un buen partido, era hermosa, buen cuerpo, no uno exuberante como muchas otras modelos que él conoció, digamos que… estaba en el estándar, y para sumar, se notaba que andaba que echaba las babas por él. Para él no sería difícil llevarla a la cama, sabía que ya la tenía dentro del saco, pero el problema era que ella trabajaba para él, y tenía por norma no involucrase con colegas del trabajo, clientes ni mucho menos… objetivos.

    Nuevamente por quincuagésima vez en el día recordó sin querer los labios le la misteriosa mujer, llevándolo a vagar en recuerdos, sensaciones y sabores que de por sí, lo marearon.

    ― Para la próxima recordare colocarle una dosis menor ― dijo Dorothy sacándolo de sus pensamientos ― pero solo por si acaso mañana llevare sedante para equilibrar el exceso de café.

    Lenard le sonrió nervioso.

    “Esta mujer quiere matarme” ― pensó para sus adentros.

    ― Nuevamente gracias por… traerme. Hasta… mañana… ― dijo y salió del automóvil lo más rápido que sus torpes y nerviosos movimientos se lo permitieron.

    Para cuando Lenard estaba por arrancar el automóvil la voz de Dorothy lo detuvo.

    ― ¡Detective! ― lo llamó.

    Lenard la miro interrogante y sacando un par de folios de su bolsón se los ofreció.

    ― ¿Qué es esto? ― pregunto intrigado.

    ― Iba a dárselo en la oficina, pero lo veía tan cansado que no quise que se estresara más, pero también sé que usted estará más estresado por no haberse quedado un par de horas extras más en el trabajo y yo me sentiré culpable por haberlo obligado a salir antes ― Lenard estaba por replicar algo pero Dorothy lo detuvo ― Así que decidí sacarlo de la estación y entregárselo para que pueda revisarlo cuando llegue a su hogar, al menos allí estará más cómodo… ― termino apenada.

    Lenard miro los folios que traía entre manos, uno de ellos llevaba escrito en la tapa el nombre de Colin Xenedis y se sorprendió, no había notado en ningún momento que ella estuviera cargando con esos documentos, todos sabían que era prohibido sacar documentos de la estación de la policía, pero ella los había logrado filtrar, y lo peor de todo, es que él no lo había notado. ¿Qué tipo de habilidades extraordinarias tiene esta mujer? ― se preguntó para sí.

    A partir de ese momento debería mirar a Dorothy con distintos ojos, ella no era lo que aparentaba. Tenía un sigilo que podría ser interesante y a la vez… preocupante.

    ― Gracias Dodo ― sonrió agradecido ― creo que ahora me llevare el trabajo a casa… ― agregó, pero al ver la cara de pánico que puso la muchacha la calmó ― no te asustes, dormiré temprano, gracias ― dijo y arrancando el coche salió de allí.

    Una vez en su departamento y después de servirse una humeante taza de té tomo ambos folios y se dirigió a su pequeño recibidor. Sentado cómodamente y después de dar un sorbo a su té, tomo un folio al azar y lo abrió.

    La tapa indicaba el nombre de Colin Xenidis, al abrirlo se llevó una sorpresa nada grata, la fotografía del sujeto en si era similar a la del tipo que estuvo con ellos hoy, era similar, pero no era la misma. Los rasgos del tipo de la foto eran más toscos, dignos de un sujeto amargado, cansado de la vida y con un carácter de perro, rostro cuadrado, y ojos ligeramente más pequeños que los del tipo con el que se dieron la mano hoy, los labios una perfecta línea recta que indicaba que no sonreía muy a menudo.

    Por el contrario el muchacho de hoy, era alguien ligeramente más joven que este sujeto, alguien que disfrutaba la vida y amaba lo que hacía, sonreía a menudo, eso lo supuso por las ligeras patas de gallo que se forman en las comisuras de los ojos, su rostro era un poco más afilado que las del sujeto de la foto. Solo un experto como él podría notar esas leves diferencias, porque ante cualquiera que los viera, esos tipos eran el mismo.

    Y cualquiera lo juraría de no ser porque según el informe que tenía entre manos indicaba que ese tipo había sido dado de baja hace aproximadamente un año, motivos… enfermedad de cáncer terminal.

    ― ¿Un impostor? ― se preguntó Lenard mirando la fotografía nuevamente.

    Miro de soslayo el otro folio que tenía al lado, y un mal presentimiento le volvió a invadir, el mismo que tuvo cuando vio el folio de Melina. Inmediatamente lo tomo entre manos y se dispuso a revisarlo, al abrirlo, ocurrió lo mismo que con el folio de Colin.

    Cherise Tziolis era alguien distinta a la muchacha de hoy, a pesar de tener el aspecto similar, color de pelo, porte y estatura, no eran la misma persona. Vagos y leves rasgos las hacían diferentes. Aunque en el caso de Cherise, el rasgo más característico era el peso, según el informe Cherise era una joven con algo de sobrepeso, pero la Cherise de hoy era alguien delgada, figura envidiable y rasgos ariscos.

    Notó desde el primer momento que la vio el rechazo hacia su persona, como si le irritara su presencia, entonces allí, nuevamente sus ojos se posaron sobre ese mismo lugar.

    Buscó su billetera extrayendo la foto de Melina que había sustraído hoy por la tarde del folio respectivo. Y tomando la fotografía de Cherise, la comparó con la de ella; colocándolas lado a lado ambas eran completamente distintas, pero algo en ellas era completamente iguales. Miro los rasgos, los ojos, los gestos, todos distintos, hasta que encontró el parecido exacto entre ambas.

    ― No puede ser…. ― dijo pensando en voz alta.

    La chica de ayer, la chica de hoy y la muchacha de la fotografía, tenían los mismos labios, la misma forma y podía adivinar que la misma textura y el mismo sabor.

    La había encontrado.

    ― Después de todo no eres un fantasma preciosa ― sonrió mirando la fotografía de Melina, la antigua Melina.

    Había tomado la foto de Melina y la llevaba consigo en su billetera, había cosas sobre esta muchacha que sabía serian la clave para solucionar todo este lio.

    Desde hacía mucho tiempo que no había sentido una adrenalina semejante, este caso era sumamente interesante, estaba ansioso por descubrir más sobre esa mujer, aquella que ahora sería la dueña de sus sueños y de sus pesadillas, siempre en su mente, con motivo o sin él, desde el momento en que la conoció en ese banquete supo que al probar esos labios había firmado un pacto con el diablo, había caído rendido en unas redes que el mismo trazo. Tenía que encontrarla, tenía que hallarla costara lo que costara, ahora sabía que había encontrado a su fantasma, y que su fantasma tenía pulso y sangraba al igual que él.

    Sin darse cuenta Lenard había caído víctima de su propio juego y aún no lo había notado, pero poco a poco comenzó una obsesión por conocer quién era esa misteriosa mujer…

    Continuara…
     
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  15.  
    Syel

    Syel Extraña

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    wOW!!
    Antes que nada ofrezco una disculpa por no haberme presentado antes a comentar, muchas cosas que hacer...
    Bueno, Leonard es una ternura de hombre, además de ser muy inteligente pero creo que ahora su obsesión por Melina lo va a llevar que pierda la cabeza fría que tenía para su trabajo, además no va a ser nada fácil para él acercarsele porque ella esta resguardada por Ian, Kato y Haddadrimon, así que pobre por él, a todo lo que se va a tener que enfrentar si quiere algo con ella...
    Me sorprendió lo del capítulo anterior, ¿Cómo un niño pudo haber matado a una persona tan importante para seguir el caso de Kay? por que estoy segura que si solucionan lo del ruso (maldito infeliz) solucionan lo de la muerte de Kay (que se que no esta muerto). Pero si que me dejo con la cara:eek:, aún así yo también me pregunto que fue lo que orillo al pequeño a hacer esto.Morí de la risa con los cambios de color de rostro de Dorothy, pobre, esta que se muere por Leonard, pero me da un mal presentimiento, solo espero que no sea una traidora por la gran sigilez que tiene....Espero el siguiente capitulo con ansias para ver lo que sucederá con Mel, ya que fue descubierta tan fácilmente, ok, avísame pronto ^^
     
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  16.  
    Sheccid

    Sheccid Usuario común

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    Que detective tan poco observador ¡como no se pudo haber dado cuenta de la semejanza!
    Dodo sí siento que tiene dos caras...y me dió mucha risa cuando dijiste que cambiaba de color de cara como un arcoiris.
    Te faltaron algunas comitas, pero sólo eso, la verdad es que se pone más interesante, perdón por la tardanza, pero esperaré el siguiente capi.
     
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  17.  
    Milmel

    Milmel Con un sueño en el pecho que pronto florecerá

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    Enamorandose del Demonio [Terminado]
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    Romance/Amor
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    Cap 42: Amargos Recuerdos
    El día anterior había sido demasiado estresante para Melina, había perdido a su informante, aunque eso no le era de gran importancia, de cualquier forma Kato y ella fueron con la clara intención de eliminarlo, tenían planeado envenenarlo después de hallar algunas pistas referentes a su socio ruso, pero nunca imaginaron que el sujeto ese fuera eliminado por otra mano… y menos por una inocente mano blanca… un pequeño niño.

    Ella había eliminado a cientos, se había convertido en una perfecta asesina, pero nunca jamás había matado sin justificativo. No era una asesina a sueldo, ella simplemente ajustaba deudas pendientes y ponía en orden cosas que estaban fuera del margen. Así la habían entrenado y era la filosofía que manejaba. Nunca había matado niños y nunca lo haría. Pero lo que sucedió el día de ayer la dejo completamente trastornada, y sin intención recordó el día del atentado a la mansión de Kay.

    Dolorosos recuerdos volvieron a su mente. No le gustaba recordar, prefería dejarlo todo olvidado, seguir adelante y continuar con su vida en su nuevo hogar. Siempre tendría un lugar en su corazón para todos ellos, pero la herida que dejaron con su partida era un veneno de efecto lento que la mataba de a poco, y si no recurría a su medicina diaria, el olvido, estaba segura que moriría pronto.

    Había pasado tiempo desde que habían planificado con Kato la venganza de los que habían fallecido, buscando pistas, enlaces, cosas que relacionen, pero de aquí a un tiempo, había olvidado preguntarle. Como si su mente la obligara a dejar el pasado atrás. Sus hermanos no se habían molestado en recordarle nada, parecían tranquilos con cualquier decisión que ella tomara, ellos siempre estaban allí para ella.

    Cuantas no habían sido las ocasiones en las que su corazón no hallaba alivio y se refugió en el regazo de sus hermanos quienes con suaves caricias en su cabeza como a un animalito herido y asustado lograban brindarle paz y tranquilidad para poder conciliar el sueño.

    Ese día en particular, sintiéndose un tanto perturbada por los sucesos ocurridos, vago sin rumbo por los pasillos de la gran mansión, no se fijó por donde anduvo, por donde giró, nada, cansada de tanto andar se apoyó en una pared, necesitaba pensar, calmarse para poder continuar, no quería preocupar a sus hermanos y no quería que ninguno de los empleados la viera y les fuera con el chisme, así que viendo un rincón escondido en uno de los laterales entre un mostrador y unas cortinas, se sentó allí quedándose callada y pensativa, cuando de repente oyó pasos… seguidos de un mal presentimiento, una corazonada, inmediatamente sus sentidos se pusieron alerta.

    Con un oído pegado a lo que allí sucedía contó

    “Uno, dos, tres… ocho”

    Ocho pasos, es decir cuatro personas. ¿Quiénes eran? Y ¿Qué hacían allí? Fue lo que más le intrigó. Con el sigilo propio de una espía, levanto con mucho cuidado una de las bebidas que le impedía la visual al ambiente donde se hallaban esos sujetos. Los cuatro entraron y acercándose a un pequeño bar que había en la habitación en la dirección opuesta donde Melina se hallaba escondida se sentaron y todos se sirvieron bebidas de distinto tipo, salvo uno, que claramente reconoció como Damián.

    “¿Qué hace ese infeliz aquí?” ― se preguntó.

    Fue pasando la vista de uno a uno, y reconoció al resto, eran los mercenarios de Roscov.

    Melina nunca estuvo en buenos términos con ese sujeto, cada vez que se veían era un ataque visual el uno con el otro. Y eso fue desde el primer momento que se topó con él, la primera vez que lo conoció, fue como si una alarma interna de emergencia fuese activada indicándole del peligro potencial que significaba ese sujeto.

    Al conocerlo a medida que pasaba el tiempo, descubrió que era un tipo pedante y por tanto le caída como patada en el hígado. Lastimosamente para ella, ese sujeto trabajaba con su padrino y de tanto en cuando venía a la mansión para hacer algunos tratos y negocios con él.

    Desde el momento que se supo que Melina era la protegida de Haddadrimon, ella pudo notar un odio evidente en su mirada, cosa que parecía nadie notar. Quizá fuera porque el tipo en sí era un increíble actor, que endulzaba el oído de la gente para después freírla en aceite caliente. Intento estar de galante seductor con ella, pero al ver que Melina no sedería ante sus encantos, terminaron en tan malos términos que ninguno soporta la presencia del otro.

    ― Tal parece que esto no resultara como lo habíamos pensado ― dijo uno de los tipos sacándola de sus recuerdos volviendo su atención hacia el cuarteto.

    Y asi con una oreja pegada allí los oyó hablar sobre un atentado, un complot, en contra de una de las pequeñas compañías a la cual su abuelo estaba dando algo de auspicio.

    “¿Un complot?”― se preguntó ― “¿Pero porque? Es solo una pequeña empresa en surgimiento, ¿Qué tiene de importante e interesante una peq…? Un momento”― se dijo Melina poniendo en orden sus ideas ― “Una pequeña empresa en surgimiento… No me digas que… ¡¿El tipo de las geodas!?”

    Casi grita de la impresión mordiéndose la lengua justo a tiempo. Aún más interesada en el asunto se acercó un poco más para no perder detalle de la conversación. Según lo que pudo oír, lo que realmente escondían las minas de geodas, era un extraño mineral que se halló en el interior de algunas de ellas, y el nuevo socio de su abuelo, no era un joyero como ella pensaba, era un científico, que había encontrado un extraño uso para ese mineral en armas laser. Tal parece ser que ese extraño mineral podría funcionar como una batería de muy larga duración.

    “¿Qué es esto? ¿La guerra de las galaxias?” ― se preguntó Melina alterada al imaginarse las armas laser ― “A este paso el mundo será destruido en menos de lo que canta un gallo”

    ― Ese mocoso parece saber más de lo que parece ― dijo uno de los tipos, sacando a Melina de sus imaginativas peleas con espadas laser semejantes a Star Wars.

    ― Es cierto ― dijo otro ― es imposible que haya descubierto así sin más semejante veneno.

    ― “¿Veneno…?” ― se preguntó intrigada ― “¿De qué veneno están hablando? ¿No que estaban hablando de láseres? Un momento… ¡¿Acaso intentaron envenenar al abuelo?!” ― pregunto mirando con furia a esos malnacidos ― “¿De qué me perdí mientras soñaba despierta?” ― se preguntó molesta consigo misma.

    ― Lo más seguro es que el maldito de Roscov nos esté traicionando ― Hablo con furia Damián sirviéndose un vaso terminándose el contenido de un solo trago.

    “¡¿Roscov?!” ― se preguntó alarmada ― “¿Que tiene que ver ese maldito infeliz en esto?” ― mirando al pequeño grupo siguió atenta cada palabra de la conversación analizando cada frase buscando respuestas.

    ― ¿Porque lo dices? ― pregunto uno que ella reconoció como Baltasar, el nuevo pupilo de Damián.

    ― Será lo mismo que con la chica. ― explicó ― Quedamos en que nos partiríamos las ganancias, pero ahora que la encontró… ― dijo volviendo a servirse otra copa de whisky ― no nos dio ni un centavo, indicándonos que aún no es tiempo, que aún debe estudiarla un poco más y un montón de ¡Basuras! ― replico furioso.

    ― ¿La chica? ― pregunto Snake ― ¿La mujer de Jameson? ¡¿Dices que la encontró?! ― pregunto completamente alterado ― ¡¿No que estaba muerta?!

    ― Así es ― afirmo mirando hacia la pared con furia volviendo a tomarse la bebida de un solo trago ― La encontró ― respondió volviendo a servirse una tercera copa ― Según lo que pude sacarle la semana pasada, me dijo que ya la encontró, que no necesitó de nosotros y que a partir de ahora él se haría cargo de todo.

    ― ¡¿Después de todo lo que arriesgamos te dijo eso?! ― pregunto Snake completamente furioso y fuera de si ― ¡Malnacido!

    ― Perdimos en vano esa cantidad de gente al atacar la mansión de Jameson ― dijo Damián mirando a la nada ― Pero este desgraciado me las pagara, no es más que un simple mocoso que se está dando aires de grandeza.

    Melina en su escondite escuchaba cada palabra con furia contenida, ahora tenía las pruebas que le faltaban, las que necesitaba, ahora sabía que Roscov había estado tras de todo esto. Miro a los que una vez fueron sus verdugos y los verdugos de su amado. El odio volvió a nacer en su pecho, un odio que poco a poco comenzaba a cegar su razón y su raciocinio.

    Con furia en la mirada estuvo a punto de salir de su escondite, atacarlos y acabar con sus miserables vidas de no ser por una mano que la detuvo y le tapó la boca para que no emitiera ningún sonido. Un leve aroma a lluvia indico a sus sentidos de quien se trataba, giro la cabeza con lentitud y vio a Kato moviendo la cabeza de un lado para el otro negándole cualquier acción.

    «Escucha» ― le dijo sin palabras tocándose la oreja, como solían hacerlo cuando estaban por realizar algún asalto.

    Ella solo asintió, y mirándolo con ojos suplicantes lo tomo de la mano con fuerza porque no se sentía capaz de seguir oyendo sin hacer nada y él se la devolvió de la misma manera.

    Atentamente ambos escucharon el plan base de esos sujetos, escucharon con una dolora claridad como llevaron a cabo el plan. Como el objetivo final era ella misma. La que aún tenía en su cuerpo el veneno y la medicina.

    Oyeron como tramaron todo con Roscov, como armaron las bombas en cada uno de los niveles, y lo peor no era solo eso, sino que aquellos a quienes ella había considerado amigos. Seres de confianza, como Thomas, habían sido los encargados de colocar las bombas en lugares estratégicos ocasionando la tragedia.

    Se enteró que el tipo que la encontró en el piso inferior era Dragón, un viejo amigo de Kay, que buscaba solo venganza. Aunque aún nadie entendía venganza ¿De qué? O ¿Porque?

    Lagrimas salieron de su rostro sin ya poder ser contenidas al oír como mataron a cada miembro de su familia, incluyendo sus mascotas, para así no dejar ningún testigo, sea humano o animal.

    ― Fue muy divertido cuando ese gigantesco perro negro intentaba escapar ― se mofaba Snake ― le di un tiro en la cola que le llego hasta los sesos ― rió de manera ensordecedora ― un perro asesino fue asesinado.

    La risa de ese sujeto hacía eco en Melina.

    Se sentía impotente y completamente frustrada por no haber podido evitar la tragedia a su familia, a la cual ella misma arrastró derramando lagrimas sin parar mordiéndose el interior de la mejilla sintiendo el sabor metálico de la sangre en su boca. El odio en su interior siguió creciendo llegando al punto de ya no poder contenerlo. Sentía que estaba perdiendo la razón, quería acabar con ellos de la peor manera.

    Si, lo haría, y sería mucho peor de cuando había acabado con Drew y la otra escoria.

    ― Hubiera sido grandioso si el desgraciado de Dragón se hubiera quedado enterrado junto con esa mujerzuela en ese lugar, nos habrían ahorrado muchos problemas.

    “¿Enterrado?” ― se preguntó Kato, recordaba que su hermana tiempo atrás les había relatado parcialmente lo que había pasado en la mansión de Jameson.

    ― Pero ese domador de perros tuvo que hacer acto de presencia y sacarlo de allí ― respondió frustrado Damián sirviéndose otra copa ― aunque aún no me explico cómo fue que lograron salir de allí

    ― ¿A quiénes te refieres? ― pregunto Baltasar curioso, quien escuchaba la historia por primera vez.

    ― Jameson ― respondió Snake ― Lo teníamos acorralado en una especie de bóveda. Yo logre herirlo, pero después alguien me arrojo una especie de dardo que iba directo a mi cabeza logrando esquivarla por centímetros distrayéndome. Cuando giré ya no había nadie y todo el edificio comenzó a desplomarse, tuve que salir huyendo de allí si es que no quería quedar entre los escombros.

    Kato escuchaba atento cada palabra, buscando pistas, pautas… recolectando información.

    Unos pasos se oyeron al fondo llamando la atención de los malnacidos dispersándolos en el acto.

    Ella estaba a punto de salir tras ellos pero un brazo la sostuvo con fuerza deteniendo sus planes asesinos. Con furia en los ojos vio a su hermano sujetándola, impidiendo su avance, observando frustrada como como Damián y compañía se alejaban de ella y sus planes macabros de eliminación.

    « ¡Suéltame!» ― le reclamo con la mirada, a lo cual Kato respondió reafirmando mucho más el agarre. Y llevándosela a rastras en sentido contrario de esos tipos la saco de allí ― ¡SUÉLTAME! ― grito completamente fuera de sí una vez estuvieron lo suficientemente lejos de ojos curiosos.

    ― ¡¡CONTROLATE!! ― le grito con voz potente logrando sorprendiéndola logrando así devolverle un poco de cordura. Kato nunca gritaba, salvo en contadas ocasiones, y esas eran generalmente cuando estaba por volverse loca otra vez. ― ¡Nada conseguirás si sigues así!, ¡Lo sabes! ― le recalcó.

    Melina lo miro con ojos llorosos, el dolor y la impotencia volvieron a ella con más fuerza, sin poder ya frenar su llanto grito histérica ya sin poder contenerlo más.

    ― ¡Fueron ellos Kato! ― gritó con lágrimas en los ojos ― ¡Fueron ellos! ― digo entre sollozos ahogados ― fueron… ellos ― lloro cayendo de rodillas tapándose la cara con las manos llorando desconsolada

    ― Lo sé ― respondió mirando a su hermana con pena.

    ― ¿Por qué Kato?... ¿Porque? ― lloraba ― Mamá… Papá… Perdón… ― lloró inclinándose en el suelo, sentía que se partía en dos, el dolor era… insoportable.

    ― Kat… ― susurro Kato con pena mirando como su hermana lloraba sintiendo la misma impotencia al no poder hacer nada por ella.

    ― ¿Porque?

    Continuara...
    lo se, lo se... un cap un tanto dramático, pero que le vamos a hacer? ando un poco melodramática estos días...​
    gracias por leer XD​
     
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  18.  
    Ana inukk

    Ana inukk Gurú

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    Bueno... no te tirare tomatasos, duelen mucho, me conformaren con tirar lechugas...

    Este capitulo aparte de apresurado y poco descriptivo, tuvo algunos errores en cuanto a redacción, lo que principalmente note fue lo de los pasos, y cito: "Ocho pares de pasos, es decir cuatro personas" ocho PARES de pasos corresponderian a 8 personas...

    Faltaron algunas comas, nada que no puedas arreglar releyendo. Sgo insistienedo en que describas, imaginate por un momento (con un capi tan dramatico) que podrias hacernos llorar con Melina y conectarnos nuevamente con ella.

    Te dare un reto (no necesariamente tiene que ser cumplido, ni en los proximos caps): me gustaria que te tomes al menos 1 pagina de word, describiendo un lugar nuevo, una personaje diferente o otra cosa especifica (no cuentan recuerdos o situaciones completas) tambien podria ser un objeto como un carro, anillo, vestido...
     
  19.  
    Milmel

    Milmel Con un sueño en el pecho que pronto florecerá

    Capricornio
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    jejejeje tienees razon con lo de los pares de pasos, deberian ser simplemente pasos, no pares, duplique la intencion
    XD
    y tienes toooda la razon, creo que me dare una semana sabatica para pulir la siguiente parte
    siento que ando perdiendo mi toque... :'(
    mucho estres laboral... me quejo!
    pero bueno, si queiro que algo salga tan bien como quiero, me tomare mas tiempo para estudiarlo, gracias por las observaciones Ana inukk !!
    las tomare en cuenta
     
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  20.  
    Sheccid

    Sheccid Usuario común

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    Primero lo de ortografía: así, cedería y algunos más en pasado van acentúados.
    Fuera de eso: ¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡AHHHHHHHHHHHHHHHH!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!! Malditos infelices, que autodominio de Melina...bueno, en parte también fue Kato quién la calmó, pero si yo hubiese sido ella me hubiera abalanzado a partirles la cara.
    Excelente capi, drámaticamente excelente.
    Me gusta el drama, je
     

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