y bueno mi queridisima gente, como esta vez si me perderé la semana completa, por asuntos de trabajo, el carnaval que se viene encima, etc, etc, etc... les dejo otro capitulo doble, espero les guste. Un abrazo psicológico para todos y... que viva el carnaval!! XD divertirse y jugar con agua hasta resfriarse!... digo cansarse.... Capítulo 22: Entre perros y gatosMel se sentía cada día mejor, Sora estaba constantemente controlando su peso, pulso y de tanto en tanto le tomaba muestras de sangre. Aun debía tomar un montón de tabletas que según Sora eran vitaminas que su cuerpo necesitaba para restituir todo lo que había perdido el tiempo que había demorado su recuperación. La habían colocado en terapia para que su cuerpo vaya recuperando su agilidad y su dinámica porque últimamente se sentía como una abuelita. Debía aprender nuevamente a moverse con holgura, y como correspondía a una escuela de baile, debía recuperar toda su fortaleza si algún día quería volver a participar en un valet. O al menos regresar al suyo. Esa tarde mientras Mel hacia sus prácticas como siempre, le llego correspondencia, la cual fue alegremente a recibir, entre ellas se hallaban una carta y postales de su familia, Kay les había costeado un viaje a Punta Cana, un paraíso terrenal, un lugar al cual ella se moría de ganas por conocer. Aun desconocía como había logrado Kay que su familia accediera a hacer ese costoso viaje, pero supuso que tenía una muy jugosa propuesta para ellos. Las otras eran de sus amigos, eran postales de Madrid, Barcelona, y otros lugares que no se le hicieron ni un poco familiares. Sentía mucha envidia por ellos, estaban pasándolo de lo grande mientras que ella estuvo todo ese tiempo en cama, luchando por su vida. Pero si lo analizaba con calma no todo había sido malo, había tenido la oportunidad de conocer a Kay, un chico con un encanto especial que estaba conquistando su terco corazón. Kay le había confesado que estaba perdidamente enamorado de ella, que ella era su perdición, pero desde ese día, a pesar de los apasionados besos que se habían dado, no habían llegado a nada claro, a nada estable, seguían saliendo (si dar paseos por el jardín y la playa de la mansión se considera una salida), de cuando en cuando la sorprendía con una u otra cosa sacándole una sonrisa. — «Voy a conquistarte». ― Le había dicho una tarde, ― «Hare que te enamores de mí, de una manera en la que nadie más pueda hacerlo, y de una manera en la que nunca me puedas borrar de tus pensamientos». Y a partir de allí, las cosas se fueron colocando un poco tono rosa para Mel, eran detalles de todo tipo, rosas, joyas, paseos, retratos y hasta una mascota propia. Kay le había dicho que era hora que ella tuviera su propio guardián. — Es cierto que Rex y los demás estarán gustosos de parar alrededor tuyo, pero no lo estarán todo el tiempo, son perros de guardia, así que eso harán la mayoría del tiempo, tú necesitas a alguien que pare al lado tuyo, solo contigo y te obedezca solo a ti. — ¿Me regalaras un gato? — bromeó con el — déjame recordarte que no soy muy afecta a los gatos. — Lo sé — sonrió — es por eso que dejare que tu escojas a quien quieres para ti. Estaban dando un paseo por el jardín y la mayoría de los perros estaban por los alrededores, mirándolos, y solo Nagoya y Kiara estaban caminando tras ellos y Rex estaba al lado de Melina, con su cabeza al alcance de su mano. Mel acaricio suavemente la cabeza del canino. — “Mi propio perro… me pregunto, ¿Cómo estarán mis pequeños en casa?, ¿Me extrañaran?” — Hoy vendrá el veterinario, — hablo Kay, sacándola de sus pensamientos — traerá unas cuantas fotografías de perros que nacieron en su criadero, para que veas que raza de… — ¡Pastor Alemán! — casi gritó, interrumpiéndolo. — ¿Pastor Alemán? — Si, manto negro, ¡Como Rex!, me encantan esos perros, son tiernos, cariñosos, — decía mientras se agachaba, tomaba la cabeza de Rex en sus manos y lo llenaba de mimos — y muy pero muy protectores — termino su frase abrazando al perro. — Si sigues en ese plan afectuoso, creo que sentiré celos de mi propio perro… Ambos se miraron y sonrieron de una manera alegre y calma. Por la tarde, tal como lo había dicho Kay, vino el veterinario y le mostro fotografías de cachorros. Kay había indicado al veterinario que le trajera muestras de sus mejores prospectos, y que sin importar el precio él debía traer solo lo mejor de lo mejor, de preferencia cachorros que ya tuvieran un leve conocimiento en cuanto a obediencia. Y así fue, como ese mismo día por la tarde, Mel había escogido a su cachorro entre una pila de buenos muchachos, no se había fijado en la estirpe ni el pedrigree, sino en lo lindo y tierno que se veía. Pero, le había llamado mucho la atención uno llamado Radamanthys, desde ya su atención se fue por completo al nombre, a su parecer, un nombre muy peculiar para un perro peculiar. Por lo tanto ése sería su perro ideal. — ¡Quiero ese! —le habia dicho Mel. — Excelente elección señorita, este cachorro es hijo de uno de los ganadores de los premios caninos de este año, su madre es de raza pura. — El nombre de Radhamantis, ¿Es por qué es de la dieciochoava camada verdad?. El veterinario la miro asombrado. — Usted parece saber mucho de perros de raza señorita. — Solo lo elemental, tengo un pastor en casa. — Ya veo. Y parece que es muy querido suyo. — ¡Si lo es!, creo que en casa lo malcriamos demasiado, es un niño muy mimado. — Estos perros pueden ser fácilmente malcriados. — rieron alegremente mientras veían la foto del cachorro. Unos sonidos a sus espaldas llamaron la atención de los dos jóvenes, eran Kay y Rex que se acercaban a ellos para ver cómo les había ido con la elección. Al ver a Melina, Rex meneo la cola en señal de alegría, pero no se movió un solo centímetro lejos del lateral de Kay hasta que este con un ademan de la cabeza lo consintió. — ¡Ya encontré a mi pequeño! — le dijo parándose y mostrándole la fotografía. — Si usted lo autoriza milord, estará aquí para mañana en el primer vuelo. — ¿Primer vuelo? — pregunto Mel curiosa. — Así es señorita, el cachorro es de raza pura, criado en los criaderos de sus tierras, es un pastor alemán, por tanto vendrá desde Alemania. — ¡Woow! ¡¿Lo escuchaste Kay?! — Pregunto sumamente emocionada — ¡¡Vendrá desde Alemania!! — dijo dando leves saltitos alrededor suyo. — Señor, el té está servido — dijo Sora apareciendo por detrás. — ¡Sora! — grito casi abalanzándose a ella mientras la tomaba de las manos completamente emocionada — mi perro vendrá desde Alemania, ¡¡En avión!! Una gota de sudor apareció en la frente de todos los presentes, incluyendo a Rex, la alegría desbordante de Mel, era en muchos casos excesiva. — Me alegro por usted señorita, tendrá un perro muy refinado. — Es verdad… — dijo meditándolo — pero si es que viene desde allá… ¿Podrá entenderme?, yo no hablo Alemán… Una carcajada general fue la respuesta de todos ante la ocurrencia de Mel. — No te preocupes, ten por seguro que el perro será bilingüe — y con una sonrisa alegre todos entraron a tomar el te. Pero un sonido en los arbustos alerto a Rex, que solo por inspeccionar regreso sobre sus pasos, acercándose con la guardia alta hacia aquello que había llamado su atención. Una sombra se movió rápidamente de rama en rama alertando por completo a Rex. Pronto un ladrido que más parecía un rugido se hizo presente en el tranquilo jardín, y en un solo instante todos los perros fueron alertados corriendo como locos hacia la parte sud de los jardines donde Rex había sentido el intruso. Solo Nagoya se quedó a hacer guardia al lado de sus amos, con el pelo de la espalda erizado. La alarma fue activada, un intruso fue descubierto espiando en las instalaciones. — ¿Que fue eso? — pregunto Mel al ver a todos los perros correr en esa dirección. — Nada. — respondió Kay en tono sombrío mirando a Sora que con un asentimiento de cabeza se alejó del grupo para luego desaparecer casi inmediatamente. — Debe ser solo algún gato señorita — dijo el veterinario con una sonrisa tranquilizadora —Usted sabe que los perros y gatos no siempre se llevan bien. — Es cierto, — dijo Mel — mis perros tampoco aceptan a los gatos, siempre los andan cazando, y cuando los atrapan se los comen. — Eso es lo mismo que harán ellos — sonrió Kay mientras recordaba con cierto placer macabro como sus muchachos muchas veces habían dado fin con esos gatos que osan entrar en casas ajenas. — Pobrecito… ser perseguido por tantos debe ser espantoso. — De ese modo aprenderán a respetar propiedades ajenas. — dijo Kay en tono sombrío. La mirada de Kay en esos instantes no le inspiraba mucha confianza, sospechaba que Kay hablaba en doble sentido, pero no entendía el porqué. — Entremos señorita, de lo contrario él se te enfriará. El grupo se fue dirigiendo hacia la mansión, mientras Mel y el doctor hablaban amenamente de las cosas que había tenido que hacer Mel cuando sus perros terminaban por matar los gatos y dejarlos a medio comer en el jardín. — Señor. — Llamo Sebastián esperándolo en la puerta de ingreso — hay un asunto urgente que debo tratar con usted en privado. — Ya veo — dijo mirando a Mel y el doctor. — No te preocupes Kay, yo me quedare a acompañar al doctor, ve con Sebastián, nosotros estaremos en la sala. — “¿Doctor?” — Kay enarco una seja — “Ese no es un doctor, es solo un veterinario” — se había dicho a si mismo, pero al ver como Mel le daba la espalda y se dirigía a la sala, sintió desconfianza. Ese doctor era otro a quien no conocía personalmente, y ahora no tenía ganas de confiar en nadie. Desde el asunto con los otros doctorcillos esos, se sentía desconfiado hasta de su sombra. Miro a su costado, Nagoya estaba sentado sobre sus patas, gimoteando, mientras le tocaba la pierna con la nariz y con su pata golpeaba suavemente el piso en dirección de Mel que se iba alejando con el doctor. — Lo sé, yo tampoco confió en el — volvió a mirarlo — Ve — le dijo — y cuida que ese medicucho no intente nada con ella. Nagoya asintió y meneando la cola corrió alegremente hasta estar al lado de ella y colocar su cabeza debajo su palma. — ¡Nagoya! — Dijo Mel — lo siento, pero no puedes entrar, Kay se molestará. — el perro gimoteo con tristeza. — Solo por hoy, te permitiré consentirlo. — le dijo Kay con una sonrisa, se dio vuelta y se dirigió hacia quien sabe dónde seguido de Sebastián. — ¡¿Lo escuchaste pequeño?! — jugueteo con el — ¡Tu papá dijo que te puedo consentir!, ¡No hay que desaprovechar estas oportunidades!, ¡Vamos! — decía mientras entraban al salón principal. La carcajada del doctor, no pasó desapercibida ni por Mel, ni por Nagoya que lo miraron sumamente extrañados. — No creo que el Señor Kay esté de acuerdo en ser llamado padre de un perro. Este comentario altero a Mel. — ¿Y porque habría de molestarle?, Padre no es el que lo trae al mundo ¿No sabias?, — preguntó molesta — ¡Padre es el que educa!, ¡El que te da un techo!, ¡Y eso es Kay para ellos, por lo tanto es su papá!, ¿Verdad Nagoya? La vehemencia con la que dijo esas palabras, por más que le siguieran sonando absurdas, dejo asombrado al médico, que solo pudo seguir sonriendo. — Ya veo porque el joven la tiene con él, usted es una persona simplemente espectacular. El sonrojo en las mejillas de Mel se hizo evidente. — Gracias… creo — alcanzó a decir, mientras se dedicaba a darle mimos a Nagoya, rascándole tras de las orejas, el cuello, y dándole pequeños besitos en la narizota. Nagoya no podría sentirse más que feliz por tanta atención. De repente el medico se levantó de golpe, provocando que Nagoya se colocara delante de Mel en posición de ataque gruñendo. — Tranquilo muchacho, solo quería sacar mi cigarro — dijo mientras le mostraba un cajetilla, pero Nagoya seguía gruñendo. — Debería dejar el cigarro a un lado doctor — le dijo Mel — a Nagoya no le gusta el olor del cigarro. — Ya veo — dijo mientras dejaba de lado la cajetilla. Nagoya simplemente lo miro con recelo, se colocó entre Mel y el doctor, poniendo algo de distancia, cada movimiento que hacía, era supervisado por la sigilosa vista del perro, el cual solo desviaba su atención cuándo Mel tomaba su cabeza en sus manos y le daba un beso en la cabeza o la nariz. — Por cierto doctor, a todo esto… ¿Cuál es su nombre? — Me llamo Stan. — Yo me llamo Melina, pero puedes llamarme Mel. — Mucho gusto nuevamente señorita. — Solo Mel, Stan — sonrio Mel. — No tiene por qué tomarse tantas confianzas— dijo Kay en tono sombrío entrando repentinamente al comedor — su coche lo espera afuera, lamento la demora. — Dijo tragando con la mirada a Stan. — Yo me retiro señorita, mañana tendrá aquí al cachorro, pero un consejo, no lo mime tanto, que después no será muy bueno obedeciendo órdenes — dijo mirando a Kay, y luego con una venia desapareció. — “Infeliz” — mascullo Kay por lo bajo. — ¿Kay estas bien? — Si, ¿Porque lo preguntas?. — Porque desde que entraste has estado mascullando entre dientes. — Yo no mascullo entre dientes. — respondió malhumorado. — ¿Y ahora que te tiene con ese humor de perros otra vez? — Pregunto molesta. — No estoy de malhumor, deja de preguntar ¿Quieres? — ¿Y ahora porque soy yo quien paga por tus platos rotos?, eres el colmo Kay, — dijo molesta levantándose de repente. — ¡No tengo porque soportar tus rabietas!, ¡Me voy a dormir! Y diciendo eso se levantó, dio una última caricia a Nagoya y salió de la sala en dirección a su dormitorio. Kay lanzo un suspiro resignado, era cierto, ella no tenía la culpa, pero la situación de hace unos momentos, lo puso realmente nervioso, alguien los había estado espiando, alguien había sobrepasado sus defensas, alguien estaba husmeando, y eso no lo ponía de muy buen humor. Rex había logrado alcanzarlo llegando a herirlo, pero los demás habían llegado demasiado tarde para detenerlo y los perros lo habían matado. Había mandado a Sebastián a investigar de quien se trataba, debería hablar seriamente con los hermanos de las sombras, esto era algo que no podía tolerar, ¿Acaso también tendría traidores entre sus filas?. Molesto se levantó del sillón en el cual descansaba, y se dirigió a su despacho a pensar con mayor tranquilidad, pero era en vano, se sentía demasiado nervioso, demasiado expuesto. — ¿Señor? Era Sora que aparecía en su puerta. — Pasa. — autorizó. — Hay algo sobre lo que quiero hablar con usted, es referente a la señorita. Kay la miro intrigado, la instó a tomar asiento y el hizo lo mismo. — He demostrado una hipótesis que estaba manejando con referente a la señorita. — Kay la miró con un rostro inexpresivo pero atento — he descubierto tal como se lo comenté anteriormente que la señorita llega a asimilar todo con demasiada facilidad, por ello su salud mejoro tan rápidamente. Pero eso es algo bueno y malo a la vez. Su cuerpo llega a asimilar cualquier medicamento con demasiada rapidez, disolviéndolo al cabo de pocas horas. — Quieres decir, ¿que puede llegar a ser inmune a muchos medicamentos?, ¿Por más que estos sean favorables para ella? — Así es. — Eso no es bueno para nada. — Eso mismo es lo que la ayudo a sobrevivir al veneno que le inyectaron. Kay no respondió, se mantenía pensativo pese a todo. — Senor, tengo una propuesta que hacerle. — El no respondió, pero volvió a mirarla — debemos hacer que el cuerpo de la señorita sea fuerte nuevamente, lo que implica entrenamiento físico. — Aun está débil. — Debemos fortalecerla. — Enfermará. — No si fortalecemos, con vitaminas, suplementos y ejercicio físico. — ¿Qué es lo que estás pensando hacer? — Para ser más claros señor, enseñarle defensa personal. — ¿Sabes de lo que estás hablando? — Si señor, y tanto como usted, sé que es lo mejor para ella. Ellos pueden aparecer en cualquier lugar y en cualquier momento, por eso debemos estar preparados, un solo descuido nuestro y puede costarnos muy caro. — ¿Tu qué piensas al respecto Zafrán? — pregunto mirando hacia la oscuridad. — Lo mismo maestro — dijo apareciendo de la nada con una mano en el pecho y la rodilla al suelo. — no debemos descuidar ningún aspecto posible. Lo sabe. Kay se sentía furioso, frustrado y sumamente molesto. Dio un golpe seco al escritorio que sobresalto a Sora e hizo que Zafrán levantara la vista para ver a su maestro, pero ninguno se movió. Tenían razón, él sabía que la tenían, debía protegerla, quería hacerlo, pero sabía que ella necesitaría aprender a defenderse sola en algún momento, porque siempre existen las probabilidades, y una de ellas, era que la ataquen sola. — Esta bien — dijo resignado — encárguense de ello, pero no quiero que sean bruscos, solo enséñenle lo básico, lo elemental, nada más, ¿Oyeron? — Si — respondieron los dos a la vez. Continuara…
Me encanto el manejo de los perros, los mas feroces guardianes convertidos en cachorros concentidos.... Un Beso... gracias por avisar y escribe pronto
waa me he quedadosorprendida encantar a todo tipo de perros eso es impresionante pero con todo y eso siguen fieles a su amo me has dejado en suspenso como siempre espero ver con ansias como responde mel a el entrenamiento sgue asi besos
Capítulo 23: EntrenamientoEl resto de la semana fue pesada para Mel Sora comenzó con ejercicios básicos para recuperar su movilidad, y lo fue logrando. Para el fin de semana, ya se podía valer por ella misma con total normalidad, ya podía hasta hacer algunos de sus calentamientos básicos para valet sin sentirse mareada o nauseabunda, lo cual fue un logro para todos. Kay había salido de viaje ese lunes a primera hora, Mel se hallaba en el jardín descansando y con ayuda de Thomas dando el entrenamiento básico de obediencia para Radhamantis. — Señorita, — la había llamado Sora — Es hora de su entrenamiento. Sora la condujo a uno de los laterales del gimnasio, Mel nunca antes había estado allí. — Esta mansión es enorme — le dijo — creo que no terminaría de conocerla en toda una semana. Sora le ofreció una mirada comprensiva, recordando la primera vez que ella llego a esa mansión y las veces que llego a perderse entre tantos pasillos internos y demás. — Hoy señorita, no haremos nuestros entrenamientos usuales. — ¿Entonces qué haremos? — Hoy practicaremos un poco de defensa personal — ¡¿En serio?! — pregunto completamente emocionada, las artes marciales siempre fueron su arte favorito, sin importarle lo brusco que parecieran. — Comenzaremos con las más básicas — le dijo — su cuerpo aún está recuperándose, así que tomaremos las cosas con calma. Durante el resto del tiempo y hasta que Kay llegara de su viaje, Mel aprendió con una rapidez impresionante todo lo que Sora le enseñaba. — Es solo recordar — le había dicho un día de esos — cuando era más joven practicaba karate estilo Kyokushin, y realmente ese deporte me apasionaba. — ¿Porque lo dejo? — Porque papá me lo prohibió — sonrió apenada — cuando fueron a mi primer torneo se asustaron demasiado, a pesar de ser de novatos, gane el primer lugar, pero ellos no parecían estar tan emocionados como yo. — Muchas veces los que más nos quieren son demasiado sobreprotectores. Al igual que… —Kay — termino la frase por ella. — Así es, — y al ver el rostro triste y confuso de Mel agregó — demostrémosle al maestro que usted no es una débil mujercita señorita. — Mel la miro emocionada — voy a darle un duro entrenamiento, pero deberá ser más o menos discreto, no le mostraremos toda su capacidad de la cual la veo muy capaz sino hasta más luego. Mel estaba que desbordaba de felicidad — Y… — agrego, Mel la miro interrogante — para ello tendremos ayuda de otro gran maestro, que a lo que pude oír de usted misma, le podrá enseñar eso que usted tanto quiso la primera vez que piso un tatami en el entrenamiento de karate. Mel volteo la vista hacia el lugar que indicaba Sora, y allí en una esquina pudo ver a un joven, vestido completamente de negro con el rostro parcialmente cubierto. — ¡¡Un ninja!! — grito emocionada poniéndose de pie en el acto, sentía que su corazón latía desbocado, siempre había soñado con conocer a uno en carne y hueso — ¿Es… es uno de verdad? ¿O solo está haciendo cosplay? — pregunto con duda en la mirada esperando ansiosa la respuesta de Sora. La cual con una sonrisa forzada miro hacia la otra dirección y con una venia indico que el otro podría hacer una leve presentación. El ninja, miro a ambas y dando unos saltos realmente impresionantes, y unas maniobras imposibles, llego con la suavidad del gato delante de Mel, manteniendo una rodilla al igual que un puño en el suelo en señal de respeto. — Mi señora — saludo. Mel miro interrogante al joven que estaba inclinado delante ella. Sora mediante señas le explico que era a ella a quien se refería. — No soy tu señora — sonrió un poco ruborizada y algo apenada, inclinándose a su altura para poder ver su rostro. — mi nombre es Melina, un placer conocerte — sonrió y le ofreció la mano. Mel supuso que al momento de tomarle la mano el ninja estaba sonriendo bajo esa mascara por el brillo de su mirada. — El placer es mío. — Él es Zafrán, uno de los más grandes… a…migos del maestro Kay — completo Sora, a la cual Zafrán miro divertido. — ¡¿En serio?!, Pero Kay nunca me hablo de ti… — Y no lo hará — respondió Zafrán en tono seco — hay ciertas cosas que es mejor mantener en silencio. — Pero porq… — Él es un excelente maestro en espadas señorita, — Sora corto su comentario — será quien se encargara de mostrarle los pasos básicos en el arte del Jiujitsu (arte que aplica la fuerza de tu oponente contra el mismo). De ese modo su entrenamiento básico estaría completo. — ¡Genial! — Y quizá… — añadió Sora — si usted muestra ser merecedora, pueda enseñarle algún otro estilo, en el que se empleen… espadas. — ¡¿Espadas?! — el sueño del Mel siempre fue aprender a manejarlos, espadas, arcos, cuchillos navajas, todas las armas peligrosas y que normalmente deberían aterrar a una mujer, eran su sueño utópico. — ¡Lo seré!, ¡Vera que le demostrare que puedo manejarlos! — Pero — añadió Sora — no debe contarle al maestro. — ¡Hecho! — Dijo sin un ápice de duda en su voz — ¿Cuando empezamos? — Ahora mismo — respondió Zafrán, indicándole a Sora que ya podía retirarse. Esa tarde hasta altas horas de la noche, Mel se quedó en el gimnasio practicando las posiciones y las katas que le había enseñado Zafrán. — Entrenaremos todas las tardes hasta que el maestro regrese, nuestro entrenamiento será secreto por el momento — le había indicado Sora — para el solo serán movimientos básicos de terapia y los necesarios para su valet. Zafrán le había enseñado los puntos básicos de jiujitsu para defensa personal. Aunque aún le faltaba mucho para ser una experta, ella podría al menos sobrevivir o escapar dadas las circunstancias. Kay estuvo fuera casi toda la semana, llegaba por las mañanas, y volvía a desaparecer por las tardes. Desacostumbrada a estar sola Mel tomo a Radhamantis con ella y lo acostumbro a seguirla a todo lado, era como su sombra, resulto ser un perro de por más listo, atento, cariñoso y… celoso. Cuando practicaban algunos de los movimientos bruscos con Zafrán, el solo gimoteaba en una esquina al lado de Sora, y la empujaba suavemente en la nariz cuando sentía que estaba siendo muy brusco. No se movía de donde le indicaran a no ser que sea Mel en persona quien le indicara hacerlo. Por algún extraño motivo, resulto ser un tanto esquivo con los demás, no se acercaba a nadie más que Zafrán, Mel y en algunas ocasiones a Sora, cuando esta se lo permitía, ya que no era muy amante a los perros como resultaron ser ese par. Zafrán le enseño algunos trucos de obediencia, lo convirtió en un perro de ataque, y también de defensa, y cuando Mel entrenaba con Sora, le enseñaba como desarmar asaltantes. El vio con mucha satisfacción como amo y mascota igualaban en todo, aprendían con rapidez, y eran agiles en extremo. Kay llego inesperadamente un día jueves a la mansión sin avisar a nadie, ni siquiera a los hermanos, sorprendiéndolos por completo cuando Sora estaba enseñando unas katas complejas a Mel y Zafrán estaba entrenando a radhamantis. Kay vio con disgusto como Sora lanzaba a Mel por los aires para caer en una colchoneta, hubiera matado a Sora si Mel y radhamantis no se interponían para evitarlo, Mel para evitar que Kay se las viera con Sora, y radhamantis para evitar que se acerque a Mel. — Vaya par de guardianes. — respondió molesto mirando del perro hacia Mel y de allí por ultimo a Sora. — ¡Maestro! — Dijo está sorprendida — no sabía que regresaría tan pronto. — respondió completamente apenada y asustada. — Creí haber sido muy claro en lo de nada de entrenamientos bruscos Sora — dijo amenazante. — Yo se lo pedí — respondió Mel por ella — quería un poco más de movilidad y algo más de defensa personal, así que yo se lo pedí, ella se rehusó al principio pero logre convencerla. Kay se fue acercando a Mel, pero Radhamantis comenzó a gruñir amenazante interponiéndose en su camino. Lo cual sorprendió a todos. A pesar de ser un cachorro era muy agresivo con extraños. — Tranquilo pequeño, no me hará nada, ve con Zafrán — ordeno, y con quejas y gimoteos fue hacia el lugar indicado, gimiendo de tanto en tanto mirando de Zafrán a Mel. Kay estaba que se sacaba lo pelos de lo furioso que estaba. — Sora, a mi oficina — dijo molesto y se giró para retirarse, siendo seguido por ella. — Si la despides, ten por seguro que me encargare de hacer tus días miserables — amenazo Mel. Kay se giró sobre sus talones, eso era el colmo, había tenido un día lo suficientemente pesado como para tener que verlas con una niña caprichosa y unos empleados desobedientes. — A mí no me amenazaras chiquilla — dijo en tono amenazador acercándose a ella, Mel no retrocedió un solo paso y le mantuvo la mirada todo el tiempo hasta que estuvo delante suyo nuevamente — si crees que puedes manipularme a tu antojo, ¡Estas muy equivocada!. ¡Soy yo de quien deberías preocuparte!, ¡A mí es a quien debes temer!, ¡Y de mi es de quien debes cuidarte! Porque yo… — ¡Señor! — Corto Zafrán, Kay lo miro con mas que furia escrito en la mirada — creo que la señorita comprendió sus palabras — dijo negando con la cabeza para que detuviera sus palabras. — A partir de hoy se acabaron los entrenamientos. — dijo tajante. — ¡No puedes prohibirme nad…! — Aquí se hará lo que yo diga — ¿Quién te crees que …? — El amo de este lugar y aquí se hará lo que yo diga — ¡Tú no eres mi dueño! — reclamo furiosa — ¡Mientras estés aquí harás lo que yo diga! — ¡Vete al infierno! — le respondió, furiosa al igual que él — ¡Yo haré lo que me plazca! Furiosa se giró sobre sus talones en dirección a su habitación, e iba a salir disparada de allí, pero fue detenida por una mano de hierro que la sujeto con fuerza. — Tu no iras a ningún lugar si yo no lo autorizo — rugió furioso. — ¡Tú no eres nadie! — Le grito — Puedo hacer con mi vida lo que me plazca, así que ¡Suéltame! — demando, obteniendo como respuesta un agarre más firme. — ¡¿Quién te crees que eres?!, Crees que por ser tú, ¿Puedes hacer lo que te plazca? Ya he tenido demasiados dolores de cabeza por culpa tuya, estoy harto de que las cosas salgan fuera de mi control, ¡Y tú eres capaz de destrozar todo mi control! — rugió furioso. — ¡No es culpa mía que seas un paranoico exagerado! — ¿Y gracias a quien crees que me convertí en alguien así?, Antes que aparecieras todo estaba bien, pero desde que apareciste todo se trasformó en un caos. — No sabía que era una carga tan pesada para usted mi lord — dijo con los ojos brillosos, sus palabras realmente la habían lastimado — perdóneme por haberme cruzado en su camino — y con un movimiento combinado aprendido de Zafrán logro liberarse de él. — pero eso tiene solución, ¡Me largo!, total y ya estoy sana, no necesito de tus cuidados nunca más. Y nuevamente perdona, nunca quise ser una carga para ti. Una vez libre se giró para correr, pero fue detenida nuevamente por un agarre más duro, más firme — ¿No entiendes? — pregunto con furia en la mirada. — ¡Suéltame! — grito y le dio un golpe directo en la mandíbula alejándolo de ella en el acto. Provocando que Kay retrocediera un par de pasos, se tocara la mandíbula y la mirara sorprendido. Entonces comenzó… Una serie de vagos recuerdos, que poco a poco se iban volviendo más claros, más vividos, más reales. Un viaje a Italia, un libro, una hamburguesa, una persona siguiéndola, amenazándola. — No… — dijo Mel mientras miraba de su puño al mentón de Kay — …No… — retrocedió unos pasos más, intentando alejar los recuerdos, pero era en vano los recuerdos comenzaron a invadirla llenando nuevamente sus lagunas mentales y siguió recordando, una tienda de trajes, una prueba de vestidos, un baile — … no… — repetía, comenzó a ponerse pálida y su cuerpo a temblar. Se sujetó la cabeza con ambas manos, mientras todas esas imágenes seguían inundando su mente. La furia de Kay fue remplazada por el miedo al verla en semejante estado. — ¿Mel? — Pregunto acercándose a ella, intento tomarla del brazo, pero ella de un grito se alejó de él. — ¡No me toques! Tu… — dijo mirándolo aterrada —…en el jardín… eras tú… tu… tú me seguiste… tu… ¡Fuiste tú! — grito al fin. Continuara…
Capítulo 24: ¿Nuevo Enemigo?.El descubrimiento de esa realidad la dejo espantada, estaba conviviendo todo ese tiempo con el causante de sus pesares, ¿Cómo no se dio cuenta? ¿Porque no hizo caso a sus instintos? Todo encajaba ahora, las cosas extrañas que sucedían, el hecho de estar en ese lugar, el hecho de estar lejos de su hogar, la incomunicación con los demás, el nerviosismo de sus amigos cuando hablaba con ellos, la insistencia de sus padres en saber dónde estaba, ¿Porque? Siempre se lo había preguntado, pero había ignorado sus propias preguntas. Había sido tentada por el diablo, había sido distraída y completamente manipulada, sabía que las cosas que le dijo Kay eran extrañas, pero no les tomo importancia, ¿Porque?, ¡¿Porque?! La respuesta era simple… porque se había enamorado. ¿Y ahora que hacia ella allí?, ¿Quién era esta persona delante suyo mirándola con ojos asustados y suplicantes?, miro a su alrededor… muchos rostros, pero ¿Quién era amigo y quién no? Kay intento acercarse a ella nuevamente, pero ella solo se alejó de él, pegándose a la pared, tomando distancia entre ambos, no lo quería cerca, tenía miedo, todo el pánico del primer día, y de los días posteriores se anidaron nuevamente en su cuerpo, provocándole un estado de histeria. Quería salir, quería escapar, tenía miedo, mucho, mucho miedo, ¿Pero dónde estaba? Su mente estaba desubicada. El gimnasio… ¡Estaba en el gimnasio!, pero no recordaba cómo salir de él. La puerta… ¿Dónde estaba la salida? Un gimoteo la saco de sus pensamientos, miro hacia la izquierda y vio a Radhamantis, su perro, el único en el que podía confiar en esos momentos, con leves y desesperados movimientos le indicaba una salida, sin pensar en nada se dispuso a correr. — ¡Melina! — grito Kay intentando seguirla, pero fue detenido por Zafrán — ¡Quítate! — lo golpeo, logrando hacer que retrocediera por el golpe, pero Zafrán siguió delante suyo impidiendo su paso. — ¡Sora ve por ella! — ordeno Zafrán, cosa que Sora hizo sin que tuviera que pedírselo dos veces. — ¡Muévete! — rugió y se dispuso a luchar con él. — ¡Maestro escúcheme por favor!, Tal parece que la señorita ha recordado todo, y por el momento se halla en un momento de histeria colectiva, debe calmarse. Si ahora va en ese estado con ella, solo lograra aterrarla más, y hará que cometa alguna estupidez igual que la última vez. Esas palabra frenaron a Kay, que con furia lanzo un grito estremecedor que parecía el rugido de alguna bestia fuera de control aterrando aún más a Melina que huía despavorida. — Señorita, deténgase por favor — era la voz de Sora que gritaba tras suyo. Pero Melina no escuchaba, corría como alma que lleva el diablo siguiendo a Radhamantis por donde este lo guiara. — ¡No vaya por allí! — Gritaba Sora casi desesperada — ¡Deténgase!, ¡Es peligroso! — seguía gritando, pero Melina no se giraba siquiera a ver qué tan lejos estaba, solo enfocaba a su perro delante y nada más, no veía obstáculos con los que tropezaba, muebles, sillas arrojadas en el camino, papeles tirados por todo lado, no veía nada. Un ruido sordo sonó tras suyo, pero ella lo ignoro, solo había algo en su mente en esos momentos, algo que nublaba toda razón o cordura, y eso era escapar… Kay estaba que se volvía loco, se sentía nervioso, furioso, impotente. — “ ¡¿Por qué tuve que reaccionar así?!” — era la pregunta que le estaba devanando los sesos — “¿Porque no puedo controlarme cuando tengo a esa mujer cerca?” — caminaba de un lado para el otro como león enjaulado delante de la puerta que era custodiada por Zafrán. — Primero debemos calmarla maestro, luego veremos la forma más sensata de arreglar las cosas. — decía Zafrán intentando calmar la furia de su señor — Así que por favor ¡Contrólese! — ¡¿Cómo quieres que me controle?! — Grito al fin completamente fuera de si — Ella esta… esta… — y dando otro grito completamente frustrado dio un golpe seco en la pared con tanta fuerza que logro lastimarse los nudillos sangrando en el acto. Pero sabía que Zafrán tenía razón, necesitaba calmarse, calmar el caos que sentía por dentro. — Maestro… — Zafrán intentaba ser razonable con su señor, pero este sujeto era muy difícil — Déjela alejarse un momento, necesita analizar las cosas con calma. Además la señorita no puede ir muy lejos, toda la mansión está custodiada. Pero ni bien hubo terminado Zafrán de hablar, una alarma fue activada, la mirada sorprendida de ambos les dio a entender que las cosas no saldrían como ellos esperaban. Melina dejo de escuchar pasos tras suyo, pero no le importó, corría como si no hubiera un mañana, siguiendo a su perro, el cual la guio pisos abajo, no se fijó por donde iba, no se fijó con quienes cruzaba, solo corría, corría y seguía corriendo, tenía miedo, y sabía que su perro también lo tenía. Cuando sintió que no podía más, detuvo su carrera, apoyándose cerca de una especie de mostrador para tomar aire, cuando vio a su alrededor, por fin capaz de analizar algo, el color se le fue del rostro, lo que vio la lleno de pavor, Radhamantis se escondió entre sus piernas temblando y lanzando pequeños gemidos. — “¿Dónde vinimos a parar?” — se preguntó completamente aterrada. A su alrededor, todo era muerte, doctores con sus batas blancas cubiertas de sangre, tirados por aquí y por allá, dos cercanos a ella aún estaban en sus asientos con la mirada perdida y un tiro seco en la frente, muertos. De pronto sintió su mano húmeda, giro la cabeza solo para comprobar con horror que era un charco de sangre proveniente de la garganta abierta de una mujer, la sangre aún estaba tibia… el corte era reciente. Con terror alejo la mano del mostrador limpiándosela inmediatamente, la sensación de sangre tibia recorriendo su mano le causó pánico. Nuevamente giro la cabeza y vio lo que al fin reconoció como una especie de laboratorio. — “¿Qué paso aquí?” — se preguntaba, miro a su alrededor y vio que solo había dos caminos, el pasillo por el cual había entrado y otro pasillo que seguía bajando. Al final su curiosidad venció a su miedo, y con lentitud avanzo por un pasillo que tenía a su derecha, habían otras habitaciones, otras puertas, dentro, otros cuerpos en camillas — “¿Es que todos están muertos?" — se preguntó con terror, un escalofríos la comenzaba a invadir su cuerpo. Radhamantis nervioso, y presintiendo algo malo, la jaloneaba del pantalón para que siguieran en la fuga, pero ella seguía avanzando por los cubículos hipnotizada, comprobando dentro otros cuerpos, algunos deformes, otros sanos, pero todos muertos, Radhamantis comenzó a gemir y jalarla ansioso, pero ella seguía caminando, necesitaba ver, saber… ¿Qué era ese lugar?, ¿Qué tantas cosas le había escondido Kay?, ¿Quién era Kay? Unos gemidos lastimeros llamaron su atención, miro alrededor y pudo ver en el centro de otra habitación parecida a una oficina a una mujer agonizante, tenía un disparo en el pecho, pero aun respiraba. Reuniendo todo el valor que pudo se acercó a la mujer, la cual al reconocerla abrió los ojos con terror, Melina la tomo de la mano a la cual se aferraba con las pocas fuerzas que le quedaban e intentaba hablar, acerco su oído a los labios de la mujer para poder escucharla. — Hu… ya… — susurro como pudo. Melina la miro interrogante, pero la mujer seguía repitiendo la misma palabra con ojos desesperados. Un disparo proveniente de algún lugar tras suyo acabo con la vida de la pobre mujer. Con un grito ahogado Melina se puso al resguardo cerca de un escritorio cercano temblando de miedo con Radhamantis a su lado temblando de la misma manera. — Vaya, vaya, vaya — dijo una voz con acento ruso al otro lado del escritorio — ¿Quién diría que encontraría lo que vine a buscar de una manera tan increíblemente fácil? Melina sentía miedo, nunca antes había escuchado esa voz, instintivamente abrazo a Radhamantis. Por una rendija del escritorio pudo ver a un tipo alto, fornido, de cabello rojizo y piel casi albina, estaba vestido todo de negro con ropas muy parecidas a las de Zafrán, tenía dos franjas que le cruzaban el pecho donde pudo observar una colección muy variada de cuchillos para lanzar como los que aprendió a manejar ese mismo día, dos pistolas, una en cada pierna, y lo que asumió como una muy buena dotación de recargas y granadas en su cinturón. Ese tipo vino con el objetivo claro de matar y destruir. — Sinceramente creí que estarías sumamente resguardada y casi imposible de alcanzar — dijo levantando del suelo unos documentos — pero mira que encontrarte aquí. Qué ironía… Melina estaba asustada. Desde su escondite busco con la mirada vías de escape, pero con frustración vio que la única salida estaba sellada por esa mole rusa frente a ellos. — “Debo salir de aquí” — pensaba. — Mira que descuidado de Kay… dejarte indefensa, a mi merced, pero no te preocupes — añadió, colocando los documentos en la mesa levantando otro fajo analizándolos — no tengo intención de matarte, te necesito con vida. Esas palabras dichas por el ruso, la aliviaron un poco, la quería viva… pero ¿Para qué? ¿Por cuánto tiempo? — ¿Sabes lo que es esto? — Dijo señalando un tablero delante de ellos donde se podía observar rostros de varias personas. Tomando uno al azar comenzó a analizarlo como todo un experto — Son historiales de los especímenes — dijo al fin — tal parece que alguien estuvo experimentando con ellos. Sin que se percatara siquiera, Radhamantis salió de su resguardo y se puso delante del escritorio gruñendo como advertencia al ruso, intentando protegerla. El sujeto pareció no percatarse del cachorro. Pero Melina pudo ver las intenciones de Radhamantis, el ruso se había alejado de la salida, lo suficiente para poder escapar. Reuniendo todo el valor que pudo salió de su escondite y se puso de pie detrás del escritorio, avanzando con lentitud hacia la salida, el ruso parecía ignorarlos, pero ellos sabían que no era así, que estaba al tanto de cada paso que daban. — Oh vaya — dijo fingiendo sorpresa, girándose sobre sus talones, encarándolos — Parece que tu novio estuvo en busca de un suero — dijo mientras ojeaba los papeles con lentitud. — y puedo asegurar que era para restaurar tu salud. No ha cambiado en nada, ¿Verdad? —Pregunto con un deje de rencor en su voz — Se nota que no escatima ningún esfuerzo en lo que refiere a ti Rosaly. — concluyó mirándola con fiereza. La mención de ese nombre sobresalto a Melina. — “Ese nombre otra vez”. — recordó que también Kay la había llamado así una vez. — Juraba que estabas muerta — dijo el ruso furioso pero sin mover un musculo — Me sorprendió descubrir que aun estabas viva, y más aún, que estabas con él. — Sin quitarle la vista de encima retrocedió hasta apoyarse en la pared y cruzando los brazos siguió hablando —Podría jurar que esa vez al fin me había deshecho de ti, pero tal parece ser que resultaste todo un gato, podre suponer entonces que aun te quedan… ¿Cuánto?, ¿Cuatro vidas? — dijo y rio de una manera tan espeluznante que hizo que a Melina se le pusiera la piel de gallina. Radhamantis comenzó a ladrar, ese tipo tampoco le agradaba, Melina lo miro y negó con la cabeza, logrando acallar los ladridos del cachorro. El cual aún seguía con el pelo encrespado pero retrocedió hasta quedarse a su lado. — Casi no te reconocí, — dijo mirándola de pies a cabeza — en serio que esta vez casi logras engañarme Roza. Melina no podía articular palabra alguna, temblaba más que una hoja, delante suyo estaba un sujeto que jamás había visto, con claras intenciones de querer matarla y que para colmo la confundía con otra mujer. — Estas muy cambiada… El color y la forma de tu pelo — dijo analizándola nuevamente, señalando cada aspecto que según él era diferente — tus rasgos… — siguió analizándola acercándose un poco a ella — esta vez sí que estas mucho más cambiada que la última vez, ¿Te operaste? — Dijo deteniéndose finalmente a tan solo unos metros de ella, logrando que a Melina se le ponga la piel de gallina — nunca pensé que volverías a la guarida del lobo a esconderte de mí preciosa. Sus palabras le causaban un escalofrío en los pelos de la nuca, este tipo era en extremo peligroso. El ruso parecía no percatarse del efecto que provocaba en Melina, con pasos lentos y pausados, como disfrutando de un paseo, en solo tres pasos se acercó al escritorio cercano a la puerta apoyándose en él. — Esta vez debo darte crédito Roza, admitiré que esta vez me engañaste, — y mirándola detenidamente guardo silencio un momento, para luego añadir algo que descoloco a Melina — Quizá sea porque estas gorda… si, — dijo muy seguro de sí mismo — quizá por eso no te reconocí, lo cual me parece un poco raro ya que tú siempre cuidaste tu figura — seguía hablando solo mientras daba vueltas por el lugar. — ¡¡Yo no estoy g… !! — iba a reclamar, pero se mordió el labio, el tipo pareció no haberla escuchado. — “Debes controlarte, no dejes que te provoque” — se decía a si misma. Melina fue girando a la par que lo hacia ese sujeto, acercándose un poco más a una salida que le indicaba Radhamantis. — Pero sé que eres tú, y sé que él también lo sabe, — dijo — de otra forma Kay no se hubiera aferrado a ti de esa manera. El juro que si no eras tú, no sería nadie, y estoy más que seguro que no hay otra mujer como tú. Siempre fuiste su adoración… y mi envidia… — dijo mirándola con un odio tan palpable que la congelo — lograbas acaparar su atención como un imán. Cuando tu rondabas, se convertía en un estúpido idiota, lo cual me enfurecía en extremo — dijo arrojando los papeles a un extremos paralizando sus movimientos de escapatoria por completo — pero cuando termine contigo Roza… ¡Cuando desaparezcas para siempre!, sabrá apreciar las buenas cosas de la vida de las cuales se estuvo perdiendo, me lo agradecerá y volverá nuevamente a ser el de antes. Y sacando su arma la apunto contra ella. — Todo estaba bien desde que desapareciste, ¡Pero tenías que reaparecer y volver a meterte en mis asuntos! ¡Maldita mujerzuela! —Grito completamente fuera de si — ¡No me importa si te querían viva!, total, y los accidentes pasan — dijo con burla — Esta vez acabare contigo, ¡Y me asegurare que estés bien muerta! Cuando estaba por disparar, Radhamantis se lazo sobre el mordiendo su brazo evitando que de esa manera atacara a Melina. Pero el arma se disparó, dando en uno de los tanques de oxígeno de la habitación provocando una explosión. La fuerza de la explosión arrojo a Melina fuera de la habitación, estampándola contra la pared más cercana. El fuego de la explosión activó la alarma contra incendios del lugar. Sonando sirenas por todos lados. El golpe la dejo aturdida durante unos minutos, cuando pudo reaccionar y estabilizarse un poco vio a ese sujeto en el otro extremo de lo que quedaba de la habitación, inconsciente y no muy lejos de él, Radhamantis, cerca de la pared, se levantó lo más rápido que las adoloridas piernas se lo permitían y corrió hacia él, al llegar comprobó con alegría que su bebé aun respiraba y no parecía tener fracturas, como pudo se incorporó nuevamente y se dispuso a salir corriendo, pero un poderoso agarre en su tobillo freno su huida. El tipo estaba cubierto de sangre, atrapado entre los escombros de la habitación, el impacto le dio de lleno, tenia el pelo chamuscado y no parecía de buen humor. Tiro de su tobillo con fuerza provocando que Melina cayera al suelo sobre un montón de vidrios rotos generándole más cortes de los que ya tenía. Con su pierna libre le dio una patada en el rostro logrando liberarse, alejándose rápidamente de el para evitar otro agarre, se arrastró como pudo y se alejó de él. El ruso al no poder liberarse de su prisión rugió frustrado. — ¡¡Roza!! — grito el sujeto tras suyo generando un escalofríos de pánico en ella, se sentía reviviendo la misma historia nuevamente. Pero esta vez saldría viva, esta vez, no la atraparían. Corrió lo más rápido que pudo entre los escombros del lugar evitando los restos de fuego que se negaban a extinguir, estaba empapada gracias a los extintores, pero seguía corriendo sin soltar a Radhamantis. Cuando al fin creía estar a salvo oyó un disparo, y su pecho comenzó a doler como si mil barras de acero caliente atravesaran su piel. Continuara…
aaaahhhh Como puede ser ya no entiendo loque pasa aqui sera hija de la tal roza o es roza y no lo recuerda y se cambio el nombre que barbaridad pero lo mas importante es que espero que kay logre ayudarla en que quedara esto realmente no me lo esperaba sigue asi amiga
MALVADA... se acabaron mis ilusiones:( no entiendo algo muy bn y espero que lo expliques "Ella" estaba reviviendo la historia y de paso esta vez saldria viva?????... Vuelve a la teoria de una reencarnacion. AMO a ese perrito al que le pondre el apodo de "Radha" porque no estoy dispuesta a llamarlo con ese nombre tan laaaargooo... Un Beso... yo sigo disiendo que esta relacion volvera (de alguna manera) a ser dependiente, mucho mas que antes hasta la obsecion... EDITO... Milmel, Yo sigo pensando en cuestiones sobrenaturales... pero vamos a ver con que nos sales
bueno, algunas aclaraciones.... Ana inukk, ella se refiere a la persecucion que tuvo con Kay la primera vez en el jardin cuando se lanzo por el acantilado y perdio la memoria, esa era la historia que sentia que estaba reviviendo XD
Les dejo otro cap, aunque un tanto corto, pero en compensacion les llegara uno mas largo y mas cargado de... intrigas? XD disfruten su lectura.... Capítulo 25: Celos y confusiones La fuerza del impacto logro desequilibrarla y cayó al suelo herida y sangrando. Le habían disparado, estaba herida… comenzó a sentir como salía la sangre empapándola por completo, su camisa blanca comenzaba a cambiar de color con demasiada rapidez. Se incorporó nuevamente, y siguió corriendo, había un quiebre por delante, a unos cuantos metros más, debía ponerse lejos del flanco de tiro de ese sujeto, si era un asesino, estaba segura que su próximo disparo sería mucho más certero que ese. Como pudo se arrastró hasta allí, y giro por el cruce, siguió caminando, girando, subiendo hasta que dejo de oír los gritos del ruso. Su vista comenzó a nublarse por la pérdida de sangre. Se apoyó contra una pared donde había un poco de luz. Coloco a Radhamantis en el suelo con cuidado y se tocó la herida, era un disparo directo que le atravesó todo omoplato, aun podía mover sus dedos, así que supuso que tuvo mucha suerte y rezo para que no haya dañado seriamente su pulmón, porque le costaba respirar. Se quitó la faja del traje que llevaba y lo envolvió en su hombro como pudo. Comenzaba a sentir un poco de sueño se sentía desfallecer, estaba agotada su cuerpo le pedía descanso. — “No…” — se dijo a ella misma — “Debo salir de aquí” — y mirando a Radhamantis inconsciente cerca suyo, tomo valor de donde ya no lo tenía, lo tomo en brazos nuevamente y salió de allí. Un sonido sordo se escuchó por todos lados, un leve temblor y las pocas luces del pasillo que aun parpadeaban iluminando su camino se apagaron por completo dejándola en tinieblas. — “Esto parece de película” — pensó con ironía, mientras esperaba que sus ojos se habitúen a la oscuridad. Una vez que se creyó capaz de ver algo siguió recorriendo el pasillo apoyada a la pared para poder mantener el equilibrio, dejando una huella de sangre en su camino. — “No moriré”. — se dijo a sí misma y siguió, hasta que no pudo avanzar más, el único camino estaba bloqueado con escombros — “Grandioso” — pensó frustrada — “lo que me faltaba, un callejón sin salida” — y apoyándose en la pared se deslizo hasta caer en el suelo completamente agotada — “Creo que hasta aquí llegue” — pensó con ironía mientras se acomodaba en la pared y ponía a Radhamantis en sus piernas. Miro alrededor suyo, todo era polvo y humo. — El sonido que escuche… — analizó — volaron la entrada… ¿Qué es lo que esperaban conseguir con todo esto? — poco a poco su memoria le traía las palabras del ruso. — « Podría jurar que esa vez al fin me había deshecho de ti » — “¿A qué se refería?” — se preguntaba. — «Esta vez debo darte crédito Roza, admitiré que esta vez me engañaste» — Melina no paraba de dale vueltas al asunto, él también la había confundido, al igual que Kay. Solo pensar en eso le provocaba dolor de cabeza. — “¡Yo no soy esa mujer!” — Pensó furiosa, — “¡¿Quién demonios es Rosaly?!” — y luego con algo de melancolía añadió — “¿Acaso me parezco tanto a ella?, Kay también me llamo por ese nombre…” Las palabras del ruso seguían retumbando en su memoria una y otra vez. — «Pero sé que eres tú, y sé que él también lo sabe, de otra forma Kay no se hubiera aferrado a ti de esa manera. El juro que si no eras tú, no sería nadie, y estoy más que seguro que no hay otra mujer como tú.» — “¿Acaso Kay también me veía de esa manera? ¿Cómo esa tal Rosaly?” — el corazón le dolió al pensar que cabía la posibilidad de que él también la viera de esa manera y una onda de celos la recorrió, sentía celos de una mujer que no conocía, del fantasma de una mujer. — ¡Yo no soy su remplazo! — Dijo en voz alta, furiosa, pero al cabo de un momento, callo — “¿Pero porque eso me pone triste?” — se cuestionó, pero a pesar de eso, no podía sentir otra cosa que tristeza, celos y melancolía ante esa comparación. — Demonios Kay… maldito desgraciado, ¡¿Por qué tuve que enamorarme de ti?! ¡¿Por qué tuviste que aparecer en mi vida?! ¡Maldito malnacido! — grito a la nada. Los leves movimientos del cachorro la sacaron de sus remordimientos. Con cuidado y delicadeza lo acomodo mejor entre sus brazos. — ¿Estas bien pequeño? — Le preguntó, no pudo evitar que una lágrima rebelde rodara por su mejilla — gracias por defenderme mi valiente caballero — dijo dándole un beso en la cabecita, el cachorro solo meneo la cola y le lamio la cara. Radhamantis enseguida se puso alerta, miro a los extremos, olfateo el lugar y luego volteo a verla, le lamio el rostro nuevamente y meneo la cola, intento incorporarse, así que Melina lo deposito en el suelo con suavidad, con pena vio que estaba herido, a él también lo habían lastimado, cojeaba de su patita derecha. — Saldremos de esta — le dijo, acariciándole la cabeza. El pequeño comenzó a olfatear inquieto por los escombros cojeando de tanto en tanto para avanzar, de repente se detuvo, meneo la cola con alegría y comenzó a ladrar. — Radhamantis, ¡No hagas eso!, — dijo Melina asustada mirando con cierto temor hacia el fondo del pasillo por donde llegaron temiendo ver al ruso en cualquier momento. De pronto se escuchó movimiento al otro lado de los escombros, alguien estaba intentando llegar a ellos. Melina se puso tensa y alerta ante el suceso, no sabía que esperar, pero la alegría de Radhamantis le decía que estarían a salvo. Al cabo de lo que le pareció una eternidad se abrió un agujero por la pared dejando entrar un rayo de luz. Hasta ese momento Melina había olvidado por completo que estaba entre tinieblas, el agujero se fue haciendo grande poco a poco, primeramente Radhamantis se acercó al agujero con desconfianza, pero luego ladro con alegría, y una mano lo jalo hacia el exterior. Melina aún no se decidía a salir, pero un ruido tras suyo le dio el impulso necesario para tomar la mano que le era ofrecida y salir disparada al exterior, sin ver de quien se trataba. Cuando salió a la superficie el dueño de la mano que la saco del hoyo la envolvió en unos poderosos brazos. La sensación de calidez que sintió en ese momento se asemejo al de aquella vez en la playa, y supo de inmediato de quien se trataba. — Kay… Continuara….
Un capitulo largo para los que se quejaron del anterior... XD creo que me emocione demasiado con este, aquí les dejo la continuación Capítulo 26: AtentadoLa explosión que oyó en el sótano a los treinta minutos de que Melina huyera de él, casi acaban con su cordura, la busco con desesperación por todos lados, y con furia comprobó cómo varios de sus empleados yacían muertos en varios pasillos, Sora estaba en una esquina sangrando, alguien le había disparado, pero por suerte era una herida leve aunque estaba inconsciente. Sebastián estaba con ella, había corrido en esa dirección cuando Sora lo llamó. No muy lejos de ellos, un jovenzuelo completamente de blanco estaba muerto, con un disparo en la frente. — ¿Quién es él? — pregunto Kay a Sebastián. — No lo sé señor, pero él fue quien disparo a Sora. — dijo mirándolo con odio mientras con un torniquete detenía el flujo de sangre de la herida. — ¿Dónde está Melina? — No lo sé señor, no llegue a verla, cuando llegue Sora estaba en el suelo, y ese desgraciado estaba por darle el golpe de gracia. El pánico se apodero de él al imaginarla en peligro, recordó la manilla-alarma que le regalo a Melina, que en realidad era un GPS (un sistema de rastreo) para poder saber dónde estaba las veinticuatro horas al día. Corrió casi desesperado hasta su oficina, sin importarle contra quienes cruzaba en su carrera, saco el rastreador y busco su señal, era débil, pero aun, pese eso la encontró, estaba en el sótano, en los laboratorios para ser más exactos. Un escalofrío lo invadió al imaginarse la escena de ella en las celdas de los especímenes. — “Debo encontrarla” — se dijo. Y seguido de Zafrán y Áscar fueron en su búsqueda. Otra explosión se escuchó en los túneles, y con ello los ingresos a los sótanos fueron sellados. — Alguien está intentando evitar que ingresemos — dijo Áscar. Kay miro a sus muy fieles sirvientes. — Áscar quiero que pongas en alerta máxima a todos, alguien nos está atacando, quiero saber de quién se trata, aunque creo suponer que el ataque es desde dentro, que tengan los ojos abiertos. Sin más que agregar tecleo unas botones en la pantalla de su Ipad, apareció un mapa de toda la mansión y una luz verde parpadeo en la entrada norte de los laboratorios, era ella, la luz les indicaba que aún se hallaba con vida. Corrieron hasta allá y comprobaron que la entrada estaba bloqueada, pero el rastreador indicaba que ella estaba allí, a unos cuantos metros de él. Un suave ladrido se escuchó del otro lado. — ¡Es Radhamantis señor! — Dijo Zafrán con alegría — la señorita está viva. Con fuerzas renovadas se abrieron paso con sus propias manos a través de los escombros para poder llegar a ella. Radhamantis fue el primero en salir, Zafrán lo tomo en brazos y lo saco de allí. Kay abrió un poco más la entrada y estirando su mano la saco de allí. Ni bien hubieron sus brazos sentido su presencia, la abrazo con fuerza. Y solo al tenerla entre sus brazos, al tenerla cerca de su corazón se sintió en paz. Melina tampoco comprendía porque al sentirse en sus brazos, al tenerlo cerca, todo el pánico, el miedo que tuvo, desaparecieron, se sentía segura en ellos. Inconscientemente lo rodeo con su brazo sano, aferrándose a él, mientras él la envolvía por completo. Ella también lo necesitaba cerca, ahora que se había dado cuenta que estaba enamorada de él. Allí envuelta en sus brazos se permitió respirar. El cálido aroma que desprendía la llenaba por completo dándole algo de calma, pero su cuerpo se negaba a dejar de temblar. Kay olía a bosque, a mar… una muy extraña y relajante combinación. Por su parte Kay se sentía pleno y dichoso al saberla con el nuevamente, inconscientemente la apretó más contra su cuerpo hasta que un quejido de dolor lo obligo a separarse un poco de ella para observarla mejor, y al mirarla, se le fue el alma a los pies. Con horror comprobó que tenía el cuerpo completamente lastimado, tenía cortadas en varias partes del cuello, las piernas, los brazos, pequeños cortes superficiales de los cuales brotaban sangre, la más grande, la que lo lleno de pánico y furia, estaba ubicada debajo del omoplato con salida por el hombro el cual no dejaba de sangrar. — Estas perdiendo sangre…— Kay se quitó el saco y se arrancó la manga de su camisa para envolver la herida de su hombro y evitar que siga perdiendo más sangre — Haz presión aquí — le dijo tomando su mano haciendo que ella misma frene el sangrado, luego la cubrió con su saco. — ¿Quién te hizo esto? — pregunto furioso mientras la observaba con cuidado buscando alguna otra herida significante. — ¿Te hirieron el algún otro lugar? — pregunto, con la preocupación escrita en la mirada. — “¿Por qué te preocupas tanto por mí?” — era la pregunta que rondaba por su mente pero no llegaba a sus labios. — Te repondrás, lo prometo — le dijo mientras le acariciaba el rostro con ternura y la abrazaba con suavidad. — ¡Áscar! — Llamo, el tono de furia en su voz era muy palpable. Detrás de él apareció un ninja. — Maestro. Al verlo Melina, por un momento lo confundió con Zafrán, su sensei, pero había algo en él que a pesar de ser sumamente idéntico a Zafrán le decía que no lo era. — Averigua que está pasando — rugió furioso. — ¡Zafrán! — Volvió a llamar a lo que otro muchacho idéntico al anterior apareció detrás. — Maestro. — Ve por el botiquín de primeros auxilios, necesitamos curar sus heridas — y mirándola con un poco más de calma — quizá necesitemos algunas puntadas más. — Sí señor. El cuidado y la delicadeza con el que Kay verificaba sus heridas la estaban mareando. Se sentía como embobada mirándolo hacer, no podía quitarle los ojos de encima y el no parecía notarlo. — “¿Por qué haces esto? ¿Es por mí?” — era su pregunta silenciosa — ¿Acaso es porque sigues pensando que soy ella?” — pensó con melancolía sin poder dejar de sentir celos de un fantasma. Ella se rindió ante el tacto, cerró los ojos y dejo que Kay siguiera inspeccionando la herida de su cuello, su toque era suave e hipnótico. Al verla en ese estado de entrega tan profundo Kay no pudo resistirlo más, se inclinó con suavidad y deposito un beso en esos labios cubiertos de sangre y sudor que le sabían a gloria. No podía negar que estaba enamorado de esta mujer que lo volvía loco por completo. Entregados ambos al momento, olvidaron por completo las circunstancias que los llevaron hasta ese punto. Hasta que una voz los saco de su ensoñación. — Señor — era la voz de Áscar que los devolvía a la cruel realidad — He dado con Indira. — dijo. Las manos de Kay se congelaron en el acto al escuchar la mención de ese nombre — está muerta. El cuerpo de Kay se puso tenso, instintivamente abrazo a Melina. — Entonces debo suponer que sabemos lo que estaban buscando. — dijo mirando hacia la nada. — Sí. — respondió mirando a Melina directamente. Sus ojos mostraban frialdad absoluta a diferencia de los de su hermano. Las palabras de ambos causo temor en Melina, ellos lo sabían, ella lo sabía… su objetivo, era ella. — Zafrán, Encárgate de Melina — le ordeno al recién llegado — Necesito averiguar qué demonios paso aquí — dijo más para él que para otros. Melina entro en pánico, ¡¿Es que acaso iba a dejarla sola después de saber que ella era el objetivo?! De manera inconsciente su mano se aferró a su camisa con un agarre de acero, no quería estar sola. No quería separarse de él. Tenía un mal presentimiento, algo malo iba a pasar. — No vayas — dijo en un susurro. Kay la miro sorprendido, no se esperaba esa respuesta de su parte. Sus ojos se volvieron amables y le sonrió. — No te preocupes, no te pasara nada. — Su respuesta la descoloco, ¿Es que no entendía que no estaba preocupada por ella, sino por él? Un sonido, como el de un celular, sonó en el bolsillo de Áscar, volcando la atención de todos hacia él. Su mirada molesta les dio a todos a entender que no eran buenas noticias para nada. — Señor, — dijo Áscar después de desconectar el auricular — era Gabriel, dieron con los intrusos. Intentan abrir la bóveda principal. — ¡¿Cómo?! — pregunto Kay furioso. — No es todo señor, tal parece que cierto ruso es el que los guía. — ¿Sharapov? — pregunto sorprendido. — Negativo. Es alguien al que nunca han visto. — “Ruso” — inmediatamente Melina recordó al sujeto que intento matarla. Kay estaba de los nervios, se alejó de Melina por el lateral de uno de los muros, recorrió uno de los cuadros y saco un arma de ella. — Llévatela — le ordeno a Zafrán al ver a Melina temblar como una hoja — hay cosas que debo solucionar aquí. — Melina lo miraba con pánico escrito en los ojos. — Estarás bien, Zafrán cuidara de ti. — Ella negó con la cabeza, volvió a aferrarse a su camisa. Kay la tomo en brazos nuevamente y deposito un cálido beso en su cabeza. — Estarás bien — volvió a repetir. Tuvo que hacer uso de todo el autocontrol que pudo para separarse de ella, pero debía asegurarse que ciertas cosas estén en su debido lugar y no sean descubiertas. Tomo su mano con suavidad e hizo que ella lo soltara, le dio un beso en las manos con la delicadeza de un caballero, miro a Zafrán, el cual ya estaba a su lado tomándola por los hombros y se alejó de ellos perdiéndose por uno de los tantos corredores. Zafrán noto como Melina temblaba, en sus ojos se veía ansiedad, pena y dolor. El miro a su señora con pena, él se veía desecho, pero ella se veía aun peor… lucia frágil, débil y delicada. Parecía un pajarillo lastimado. Con un cuidado increíble la levanto en vilo, pues estaba seguro que ella no podría dar un solo paso más por todo el impacto de las cosas que tuvo que pasar. Radhamantis los siguió de cerca cojeando, el miro al cachorro y asumió que hizo un buen trabajo protegiendo a su ama. Se inclinó un momento, lo llamo y lo coloco en el regazo de Melina. Ella le acaricio la cabeza y lo miro con ojos vidriosos, comenzaba a sentir que todo el peso de los acontecimientos comenzaban a caerle sobre los hombros, miro a Zafrán a los ojos, desesperada, tomo un puño de sus ropas en su mano y derramo lágrimas en silencio temblando. Zafrán la abrazo con delicadeza y se la llevó en dirección a una de las habitaciones más cercanas para poder curarla. Ni bien hubo terminado de coserle un par de puntos en la herida de bala, haberla desinfectado como se debe y vendarla, se oyó otra explosión en el ala oeste, seguida de muchas otras más. — ¡Están atacando la mansión! — Le dijo Áscar que apareció inmediatamente a su lado — ¿Dónde está el maestro? Los sentidos de Melina se pusieron alerta de inmediato, ¿Dónde estaba Kay? ¡¿Es que acaso no estaba con él?! Sin darle tiempo a pensar en nada, Zafrán tomo a Melina en brazos nuevamente y corrió con ella fuera de la mansión. La secuencia de las explosiones solo demostró que todo ya estaba preparado alguien las había puesto a propósito en lugares claves desatando el caos. Corrieron hasta llegar a unos matorrales lejos de la mansión, donde la dejo con suavidad. — Mi señora deberá esconderse, no se mueva, no haga ningún ruido — se quitó la especie de camiseta negra que llevaba encima y la envolvió con ella, — el blanco llama mucho la atención — le dijo y con cuidado de no abrir la herida la ayudo a vestirse. Mel pudo observar por primera vez algo más aparte de los ojos azules de Zafrán que antes eran la única parte visible de su rostro, comprobó que Zafrán era americano, por el rubio de su pelo y la palidez de su piel, no tendría más de veintidós a veintitrés años, sin la camiseta se veía que tenía un cuerpo tan trabajado como el de Kay, quizá un poco más, pero el presentaba un montón de cicatrices, heridas de peleas asumió ella. — Incendiaron el helipuerto, — dijo frustrado mientras terminaba de vestirla con un ojo siempre alerta — quieren acorralarnos eliminando las vías de escape— Dijo mirando a todos lados. — Mi señora, debe esconderse — la empujo suavemente dentro del matorral. — Zafrán… no te vayas — rogo tomándole de la mano con fuerza, estaba temblando — tengo miedo… Zafrán la miro con pena, pero no podía quedarse, su maestro lo necesitaba. — Si la descubren, la mataran, debe esconderse mi señora, iré por el maestro y regresare por usted — le dijo, tomo a Radhamantis, lo acomodo en el regazo de Melina y dándole una caricia al cachorro desapareció casi al instante. La mansión seguía explotando, y delante de sus ojos vio con horror como todo se venía abajo poco a poco, de pronto no muy lejos de ella vio muchos carros negros que llegaron, por un momento sintió alegría al pensar que era ayuda, pero su esperanza se fue al tacho cuando comenzaron a disparar a quemarropa, matando frente suyo a muchos de los sirvientes de la mansión que huían despavoridos intentando salvarse. Vio con terror como los empleados que ella conocía morían delante de sus ojos, quería gritar, pero recordó las palabras de Zafrán. — «Si la descubren, la mataran». Se mordió los labios y lloro en silencio. De repente, tras suyo salieron muchas personas vestidas de negro, al igual que Zafrán, que como conejos salieron de la nada y comenzaron a matar a los que disparaban hacia la mansión, uno de ellos se detuvo al lado suyo, la miro por unos instantes como analizando si era enemigo o no y haciendo una venia siguió al resto. Estaba asustada y temblaba de miedo, apretaba a Radhamantis contra su pecho a cada explosión y disparo que veían y escuchaban. El cachorro no estaba mejor que ella, temblaba pero al igual que Melina se resistía a gimotear. De repente, allí, de entre todo el humo, explosiones y demás, vio tres figuras alejarse de las explosiones y acercarse hacia ella, una la reconoció rápidamente como Zafrán que llevaba una espada en una mano y una pistola en la otra, protegiendo a los dos que le seguían. El otro era el ninja que se parecía mucho a su sensei, Ascar, este segundo cargaba con un bulto, un cuerpo humano. Su corazón dejo de latir por un segundo y su cuerpo a temblar más de lo que ya lo hacía. El bulto que estaba cargando el otro sujeto… era Kay. Continuara…
¡¡¡¡¡Que!!!!!! nooooo que le paso a kay espero que los ninjas acaben con todos esos enemigos y le den hasta por debajo de la lengua. Que horror para melina, no te preocupes yo se que kay se va a recuperar y a todo esto donde quedaron Sora y Sebastian espero que esten bien sigue asi espero la conti pronto sayo!!
Capítulo 27: SeparaciónCorrieron hasta donde ella se encontraba, siendo protegidos por muchos ninjas. Se acercaron hacia ellos y se subieron a la primera vagoneta negra que vieron cerca. — ¡Mi señora! — Le grito Zafrán, ella corrió hacia ellos, — ¡Suba debemos escapar!, no hay otra vía que por tierra, destrozaron el helipuerto y hasta el aeropuerto. Así lo hizo sin reclamar, Áscar metió un bolsón en el carro y acomodaron a Kay en el asiento delantero, estaba muy herido, se notaba a leguas, no se podía diferenciar donde eran las heridas, sangraba por casi todo el cuerpo, Zafrán le estiro el brazo y la puso al volante. — ¿Sabe conducir? Ella asintió con la cabeza aturdida aun. —Bien, usted debe manejar, deben huir, les daremos todo el tiempo que podamos. — ¡No! — Lloro Melina, — ¡Ven con nosotros! — Rogo. — Siga recto este camino, — dijo ignorando sus ruegos — en el primer cruce vaya por la izquierda, no se detenga ante nada, de allí todo derecho y cada cruce que vea gire a la derecha, solo a la derecha, hasta que pueda encontrar un claro, allí estará a salvo, cuidaran de usted. — le dijo Zafrán. — Tengo miedo, no me dejes sola. — volvió a suplicar con lágrimas en los ojos. Zafrán estuvo a punto de subirse con ella, pero el firme brazo de su hermano lo detuvo. Cerrando la puerta entre ellos. — ¡Váyase!, ¡Ahora! — grito Áscar. Las palabras de su hermano despertaron a Zafrán, él debía protegerlos, a ambos, debía darles todo el tiempo que pudieran para que logren escapar. — ¡Corra! — Le grito Zafrán, — cuide al maestro por nosotros. Unos disparos se oyeron revotando en el parabrisas del auto, Zafrán dio un salto hacia atrás y tomando una navaja la arrojo en dirección de los disparos. — ¡Ahora! — grito y con lágrimas en los ojos Melina piso el acelerador a fondo y salió de allí. Las lágrimas corrían por su rostro y se las limpiaba con brusquedad. — “No es momento de lágrimas Mel”—se dijo a ella misma — “Tienes a alguien a quien proteger.” Y con eso, siguió corriendo, girando en cada cruce tal como se lo habían indicado. — Perdóname… — oyó un susurro. Melina miro a su costado y vio con alegría que Kay estaba despierto. — No quise… mentir… — Eso no importa ahora. Lo importante es que estas vivo. — dijo con una sonrisa, pero sin poder dejar de llorar. — Perdóname — volvió a insistir. — lo digo de corazón. Melina lo miro de reojo, sin quitar la vista de la pista. — Eso quedo en el pasad… La mano ensangrentada de Kay acaricio su rostro con suavidad y añadió una frase que la dejo helada. — Te amo Melina… — y dándole una sonrisa perdió el conocimiento. — ¡¡Kay!! — grito casi histérica, lo miro, estiro una mano y con alivio pudo comprobar que aun tenia pulso, estaba vivo. Siguió conduciendo recto, a lo lejos unos kilómetros más allá podía ver el claro que menciono Zafrán, pero de repente, y de la nada otro carro salió a su encuentro arremetiendo contra ellos sacándolos por completo de la vía, Melina perdió el control del coche y fue rodando cuesta abajo a través del bosque llevándose por delante todo tipo de árboles pequeños hasta que termino chocando con uno enorme deteniendo su caída por completo. Melina que no llevaba el cinturón se golpeó la cabeza contra el volante abriéndole una brecha en la ceja izquierda, Kay se quejaba de dolor, no había chocado con nada por estar con el cinturón puesto, pero supuso que el impacto termino de romper algunos huesos que antes estaban fisurados, Radhamantis gimoteaba en el asiento trasero, pero con alivio pudo comprobar que todos estaban vivos, aunque aún no sabía por cuanto tiempo. Haciendo un esfuerzo tremendo, Melina salió del coche, se sentía muy mareada, y la sangre que brotaba de la ceja le nublaba la visión, le dolía todo el cuerpo, como pudo se acercó al lado de Kay, y no tuvo que hacer mucho esfuerzo para quitar la puerta, total y ya estaba suelta. Logro sacarlos a ambos y vio con pena que Radhamantis tenía la pata fracturada. Mel tomo un bolsón que había dentro del coche, comprobando con alegría que allí dentro había medicamentos, una caja de primeros auxilios, armas y lo que parecía ser agua en botella, coloco como pudo a Radhamantis dentro e intento cargar a Kay, pero resulto ser más pesado de lo que podía cargar, tomando en cuenta que ella también estaba gravemente herida. Intento despertarlo, y lo consiguió, y con su ayuda se alejaron del coche lo más que pudieron, a fin de que no los encontraran con facilidad. Estuvieron andando unos treinta minutos hasta que el cuerpo de Kay no resistió y colapso, las heridas de su cuerpo, y la pérdida de sangre que había sufrido favorecieron en el hecho. Melina estaba igual de cansada, pero no podía bajar la guardia, con cuidado bajo a Radhamantis al suelo, y sacando la botella de agua, dio de beber un poco al cachorro, ella también bebió un par de sorbos, y mirando a Kay, noto sus labios resecos. — Kay, bebe un poco — le dijo, pero él no respondía. Entonces tomando un gran sorbo de agua en la boca, se acercó a los labios de Kay, abriéndolos un poco le dio de beber. Vio con dolor y tristeza como le costaba tragar, respirar, y mucho más moverse, a ella también le dolía todo, pero aun podía estar en pie, al menos un poco más. Aliviada acaricio el rostro de Kay. Se veía tan vulnerable, siempre lo había considerado alguien fuerte, poderoso, casi inalcanzable, pero ahora se veía tan indefenso, que automáticamente activaba todos sus instintos protectores. Sin proponérselo siquiera se inclinó hasta rozar sus labios con la nariz, le aliviaba sentir en ellos su agitada respiración, y sin poder resistirse volvió a besar sus labios. Lo amaba, realmente lo amaba, y hasta ese momento no se había percatado hasta que punto. Los pelos erizados de Radhamantis y su leve gruñido la sacaron de su ensoñación, alertándola de extraños. A lo lejos pudo ver personas caminando, buscando en el suelo, instintivamente bajo la vista para comprobar con terror el rastro de sangre que habían dejado al escapar. Desesperada miro a su alrededor y pudo ver unos matorrales lo suficientemente grandes y espesos como para esconderse, arrastro hasta allí como pudo el cuerpo de Kay y tomo a Radhamantis con él. Sabía que por más que se escondieran, los verían por el rastro de sangre, debía alejarlos de allí, pero no sabía cómo distraerlos, hasta que al final se le ocurrió la idea más estúpida que podría pasar por su cabeza, pero en casos desesperados, medidas desesperadas. Tomo a Radhamantis, y lo coloco al lado de Kay, el cachorro gimoteo levemente presintiendo lo que iría a hacer, ella lo miro con pena, le dio un beso en la cabeza y le susurró al oído. — Cuida de él, solo cuando sientas que no hay peligro permítete alejarte de su lado. No hagas ruido, sé un buen chico y pórtate bien — le dio un beso en la cabecita y le acaricio las orejas. — “Ahora lo difícil” — se dijo. Se acercó a Kay, era lo más estúpido que pudiera hacer nunca por nadie. Lo miro, y le dio un beso fugaz en los labios, no tenía mucho tiempo. El despertó por unos instantes y le sonrió, intento levantar la mano para tocarla, pero ella lo impidió, lo callo con otro beso susurrándole un te amo en el oído y se alejó, el volvió a cerrar los ojos y a dormir. Entonces decidida se puso en pie, y con el sigilo que aprendió de Zafrán regreso por sus pasos, escondiendo las huellas de sangre que dejaron, cuando ya estaba cerca de los agresores, sintió un leve movimiento tras suyo, giro el rostro bruscamente y allí, encima suyo, en dirección al lugar donde Kay se hallaba, vio una sombra, muy parecida a la del muchacho que le hizo la venia en la mansión, era amigo de Zafrán, ¿Verdad?, ya no podía diferencia en quien confiar y en quién no. Iba a regresar cuando escucho pasos cerca. — ¡Allí esta! — grito alguien y ella corrió como si no hubiera un mañana. Continuara…
Llore, malvada sea ¡como se te ocurre hacerme llorar? estoy triste y a la vez feliz pq ya se aman. Ambos lo han declarado... Yeeeiiii- pronto, si conti
oh que nervios me alegro que por fin se hayan aceptado sin mentiras ni secretos pero cooomoo se te acurre dejar sin saber si son enemigos o no ahhh pobre mel debera pelear a no kay indefenso que kawai ahora es el turno de mel de "protegerlo" jaja sigue asi y no los vayas a matar a ninguno de los dos ni a los dos hermanos ninjas eh si no ya veras que te pasa sigue asi pon conti pronto y no me dejes con esta agonia besos
Capítulo 28: Acorralada Corrió lo más que pudo, pero al final la acorralaron, se hallaba al borde de un barranco, para ser más específicos en la base de uno, no tenía escapatoria, estaba entre la espada y la pared, pero en este caso era entre los malhechores y una muralla de piedra. — ¡La encontramos! — hablo uno de sus verdugos por radio. — Bien — se oyó al interlocutor. Y al poco rato, el mismo sujeto, el tipo ruso que la había atacado en la mansión estaba de pie frente a ella con una venda en la cabeza y otro en el brazo, aunque con pequeñas heridas por todo el cuerpo. — ¿Y dónde quedo tu perro guardián preciosa? — Pregunto el ruso mirando a los alrededores — ¿Te abandono? — Y observándola con un poco de rencor añadió — Esperemos que tu perro no haya estado enfermo de rabia canina preciosa — dijo en tono burlón mirando su brazo — pero solo por seguridad lo buscare, le arrancare la cabeza con mis propias manos y lo mandare a laboratorio para su análisis. Sus peones rieron con el de una manera escalofriante que asustaron a Melina. — ¿Qué es lo que quieres? — lo enfrento. — ¡Oh!, parece que nuestra gatita mostro sus garras — dijo uno de sus perseguidores. El ruso dio unos pasos más cerca, a los cuales ella respondió instintivamente de manera opuesta, retrocediendo unos pasos más cerca del muro de piedra. — ¿Sabes quién soy? — Pregunto — ¡Que estúpido!, —dijo — ¿Cómo podrías saberlo? Si ni siquiera sabias lo que tu noviecillo hacía en el sótano ¿Estoy en lo cierto? Ella no respondió, él tenía razón, no sabía nada, todo lo que antes había sabido ahora le parecía tan vacuo, tan incompleto. El ruso la miro con odio escrito en la mirada, dando un vistazo rápido a sus secuaces como si recordara su presencia añadió: — Mi maestro clama tu presencia — dijo al fin. — Pues que espere sentado porque no pienso ir — respondió orgullosa, sacando fuerza de donde no había, su voz expresaba una seguridad y confianza que no tenía. — Vaya, vaya, vaya, creo que no me explique muy bien, — dijo el ruso sorprendido — cuando dije que mi maestro clamaba por ti, no era una sugerencia ni una petición, era un hecho, algo que pasara quieras o no. — ¿Y porque quiere verme? — Para poder obtener lo que busca por supuesto… — y al verla confundida añadió — el suero. — ¿Suero? — pregunto completamente sorprendida. — Si, tal parece que tu noviecito logro encontrar el estabilizante al veneno que te aplicamos, y no solo lo estabilizo, escuche rumores que lo elimino, y tú eres la viva prueba de ello. — ¡¿Tu enviaste a matarme?! — No querida, ¡Yo quería matarte!, pero no podía acercarme a ti sin ser descubierto, así que opte por mandar a terceros a hacer el trabajo por mí, los cuales resultaron de lo más inútil, pero… no… espera... — dijo analizando la situación — Sí — rio — yo mande matarte. — ¡Como piensas obtener la cura si destrozaste toda la maldita mansión grandísimo imbécil! — grito furiosa — si lo que buscabas era la cura, ¡No debiste haber matado a esas personas!, ¡Destrozaste todo!, Los resultados, ¡Todo estaba allí!, ¡¡No era necesario matar a todos!! — Esos solo son daños colaterales, pasa todo el tiempo — dijo levantando los hombros, restándole importancia — lo mismo paso para contigo, tu estas viva, pero para ello, los elementos implicados están muertos — sonrió — ¿Qué? — pregunto sorprendida. — ¿Qué crees que eran esas celdas en el sótano? ¡¿Cuartos de huéspedes?! Pues si ese fuera el caso, de todas tus visitas casi la mayoría salió con los pies por delante. — una carcajada general se escuchó. Esas palabras dichas por el ruso la trajeron a la cruda realidad, por fin cayo en cuenta de los hechos, los motivos, razones, y resultados. Y por primera vez se sintió sucia, las vidas de esas personas solo por la suya, ¿Cuantas personas inocentes habían muerto hasta encontrar la cura a su mal? — ¡Mientes! — grito, intentando en vano negar la verdad que ya sabía. — Tenias las pruebas ante tus ojos y aun así dudas de mis palabras — y rodando los ojos añadió — ¡Típico de las mujeres!, Bueno no tengo más tiempo que perder, Damián, ¡Tráela! — ordeno y se alejó del grupo. — y Damián — añadió — viva y entera. Un gruñido de inconformidad salió de ese sujeto. — Pero si quieres puedes divertirte un poco con ella, solo no la mates — ordeno. Y subiéndose en una de las motos que estaban cerca salió de allí. — Sera divertido jugar contigo preciosa — dijo acercándose a ella, relamiéndose los labios — te dejare entera y viva como lo pidió mi jefe, pero antes… la pasaremos muy bien. Intento acercarse a ella, pero Melina se alejó, corriendo hacia un costado siendo interceptada por otro de los tipos, que al verla acorralada todos aullaban como perros. Melina no estaba con muchas ganas de jugar con nadie, le urgía volver con Kay, aunque no recordara exactamente el camino de vuelta, tenía un muy mal presentimiento. Pero sabia que si quería llegar a el, tendría primero que deshacerse de esos imbéciles. Recordó las enseñanzas de Sora y Zafrán, y corrió hacia ellos embistiendo al primer sujeto con una patada frontal directo hacia la garganta tumbándolo en el instante, no le importó si le hubiera matado o no, y salió corriendo al ver una vía libre, los sujetos que no se esperaban tal reacción de su parte se dispusieron a seguirla. Al ser pequeña y relativamente delgada, Melina tenía la ventaja a través de ese bosque, ya que podía esquivar los arboles con facilidad y de esa manera correr más rápido, oyó el sonido de un disparo, una bala le roso el cuello, pero pese a eso no se detuvo. — ¡La queremos viva imbécil! — grito un tipo que reconoció como Damián. No sabría decir a ciencia cierta cuanto tiempo llevaba corriendo, pero comenzaba a sentir el agotamiento en su cuerpo y como la suerte no siempre está de nuestro lado, y siempre llueve sobre mojado, su salida, su escapatoria, terminó de la misma manera como empezó, acorralada, otro borde de camino, y al fondo no muy abajo un rio caudaloso. — “¡¿Qué demonios tienen los ríos conmigo que me los encuentro a cada lugar que voy?!” — protesto internamente. — No tienes escapatoria preciosa — dijo uno de los sujetos cubierto de sudor. — Resultaste ser todo un conejo escurridizo — agrego otro. — Señor, lo hallamos — dijo una voz por la radio que llevaban. — ¿A quién? — Kay Jameson jefe, — respondió otro — estaba escondido entre los matorrales. El corazón de Melina se paró en ese instante para comenzar a latir nuevamente con furia desenfrenada. Lo habían encontrado. — ¡Mátenlo! — Ordeno Damián — el jefe no nos dijo nada acerca de ese imbécil, total y tenemos al conejillo de indias con nosotros, podremos hallar la cura nuevamente. El rostro de Melina palideció ante esas palabras, iban a matar a Kay. — ¿Está seguro jefe? Porque si…. ¡Ahh! Se oyó por la radio un gruñido, un ladrido y un disparo, el corazón de Melina se congeló. — “¡Radhamantis!” — Pensó — “¿Habían disparado contra él?, ¿Contra Kay?, ¡¿Contra quién fue?!” — Reporta, ¿Que sucede Oscar? — Nada jefe, es solo que había un maldito perro escondido por aquí que me mordió en el cuello, pero ya me deshice de él. — Debe ser el mismo perro de antes… — ¿Jefe? — Nada, solo acaba con ambos, y vente para acá, que tenemos una carga que llevar ante el jefazo. — Entendido — dijo y se oyó otro disparo y un grito, luego de allí nada, solo silencio. — Bueno, creo que esa molestia no volverá a incomodarnos — dijo con burla, mirando a Melina con ojos de un depravado. — el jefe estará feliz de saber que matamos al maldito perro, porque por tu rostro puedo asumir que era tuyo ¿verdad muñeca? — dijo con lujuria mientras se acercaba a ella con cautela. Melina estaba congelada en el mismo lugar, los ojos desorbitados y la mirada perdida, no podía gritar, menos hablar, estaba paralizada, sus ojos perdidos le daban la apariencia de loca. — Kay… — dijo en un susurro, su mente había creado una imagen del suceso. En su mente veía a Kay en los matorrales, tirado con una bala en el corazón al lado de Radhamantis, ambos sin vida… muertos… por su culpa. — Tantas vidas… tanto sufrimiento… ¿Para qué? — Preguntaba a la nada — ¡¿Por un estúpido suero?! ¿Cómo era posible que las personas puedan ser tan despiadadas? — se preguntaba a sí misma, pero no obtenía respuestas, los tipos esos la miraban de manera lasciva y hablaban entre ellos de quien sería el primero en el juego. —Hora de la diversión — dijo Damián que se relamía los labios de gusto de manera anticipada, imaginado los sabores que obtendría de la mujer frente a sus ojos. — ¿Era necesario todo esto? — pregunto aun en shock. Ellos la ignoraron y comenzaron a quitarse las armas para disfrutar mejor el juego. — El primero seré yo — dijo Damián — soy el jefe, así que voy primero. Total y solo es una, la repartiremos en partes iguales después. — Así que… ¿Ahora solo quedo yo? — Pregunto resignada. — Si preciosa — dijo de manera lasciva malinterpretando la pregunta de Melina — eres tú el único desestresante en muchos kilómetros, pero no te pongas triste por perder a tu novio mi amor, yo con gusto te complaceré de la mejor manera — dijo lanzando sonoros y grotescos besos al aire que los demás imitaron causándole repugnancia. Melina lo miro sin ver, se sentía perdida, triste, sola… sucia. No se percató de su presencia hasta que el sujeto la tomo por el brazo y la acerco a él para besarla a la fuerza. — ¡Suéltame! — le grito, intentando en vano soltarse de él, el sujeto la tomo por la espalda inmovilizándola con una llave jalándole del cabello para pegarla a él. — No te escaparas tan fácilmente esta vez preciosura — dijo lamiendo su cuello. — ¡Suéltame! — volvió a gritar, y con una llave muy hábil se libró de su agresor, dándole una patada en la cara llevándose con ella la pistola que este poseía apuntándole con ella. El sujeto levanto las manos en afán de rendición. — Tranquila preciosa, suelta el arma, ese es un juguete peligroso — dijo y los demás sujetos rieron con ella. — ¡¡¿Porque los mataron?!! — Pregunto llorando — ¡Ellos no eran culpables! — Daño colateral — volvió a repetir y sonrió — ahora preciosa devuélveme el arma, si no quieres salir herida. — Creí que no podías matarme — dijo con una sonrisa triste — Los accidentes pasan — respondió sin ganas — ahora zorrita, te conviene portarte bien. De lo contrario no lo disfrutaras tanto como nosotros. Una risa general se oyó, pero Melina aún estaba perdida en sus propios pensamientos, habían matado a Kay… al amor de su vida… la imagen mental volvía una y otra vez atormentándola. — La única prueba de la cura del veneno… La tengo yo en mi sangre… ¿Verdad? — pregunto mirando a la nada. Damián no respondió, por un momento una corazonada le dijo que esto no iba de acuerdo al plan, la mujer había enloquecido, lo podía notar en sus ojos demenciales. Y para confirmar sus sospechas Melina comenzó a reír como loca, para asombro de algunos y molestia de otros. — Que te parece tan divertido — pregunto Damián acercándose a ella nuevamente, pero ella retrocedía un poco más cerca de acantilado a cada paso que daba el. — Daño colateral… — repitió como si eso fuera la cosa más graciosa del planeta, siguió riendo mientras repetía esas palabras una y otra vez. — Creo que enloqueció por completo — dijo uno de los sujetos. Pronto la risa loca se convirtió en llanto desenfrenado. — ¡¿Por qué tuvieron que matarlo?! — Gritaba completamente fuera de si apuntándolos a todos con el arma — si tanto me querían, ¿porque no solo me secuestraron? ¡No era necesaria tanta muerte! — Las lágrimas apagaron su voz nuevamente y le nublaron la visión — ¡¡NO TENÍAN QUE MATARLO!! — Grito a todo pulmón — daño colateral… daño colateral — volvió a reír como loca — ¡Pues mira lo que obtienes con tu daño colateral! — grito y corriendo salto hacia el agua rio abajo. — ¡NOOO! — Grito Damián acercándose al borde — ¡Vayan por ella! — ordeno a sus secuaces. Pero ya era tarde, la fuerte corriente arrastro a Melina rio abajo. Quería morir, ya no tenía el valor para seguir en la lucha, pero justamente cuando estaba por perder todas las esperanzas, recordó las palabras de su papá. — «Nunca te fíes de las palabras, compruébalas siempre con hechos. Verifica antes de asegurar. Nunca faltara aquel que cambie la suerte en un santiamén.» En ese instante supo comprender la fuerza y veracidad de las palabras de su papá, no se dejaría vencer. Comprobaría con sus propios ojos la imagen que su inconsciente había creado para torturarla, así se rompa su corazón en mil pedazos, pero comprobaría que lo que escucho por radio realmente sucedió. — « Nunca faltara aquel que cambie la suerte en un santiamén.» — Esas sabias palabras hacían eco en su mente, y solo le indicaban algo. Kay podría estar con vida. Con fuerzas renovadas se mantuvo a flote como pudo, logrando a duras penas respirar, su cuerpo cansado comenzaba a pedirle factura, pero ella se negó a desfallecer. — Aun no — se decía. El rio llego a coincidir con otro mucho más grande, pero para su suerte, este rio era un transportador de troncas, por lo cual estaba lleno de ellas, resultando ser mucho más peligroso que el caudaloso en el cual estaba antes, corría el riesgo de ser aplastada por esos troncos gigantescos. Como pudo subió a uno de ellos, y procuro mantenerse allí. Solo allí se dio el lujo de descansar por un momento su agotado cuerpo, cerró los ojos por unos instantes hasta que sintió un bullicio cerca, con sigilo miro alrededor, el ambiente había cambiado completamente, vio maquinas, parecía un aserradero, ¿Cuánto tiempo había dormido?, se preguntaba, pero no le importó, se sintió aliviada… allí podría encontrar ayuda. Pero su alivio acabo casi al instante al comprobar que Damián estaba allí, hablando con lo que parecía ser uno de los capataces enseñándole una fotografía, que ella supuso era suya, entregándole un fajo de billetes. Ahora sabía que allí no obtendría ayuda, debía seguir escapando, no se detuvo a pensar, no era momento para analizar nada, solo para actuar, se volvió a sumergir en el agua con lentitud, procurando no llamar la atención, levantando la cabeza levemente. Solo lo necesario para respirar, esconderse sería fácil entre tanta madera menuda flotando en el agua, así que gracias a ello logro esquivar los malhechores y seguir rio abajo, siguió a la corriente como lo que ella supuso varios kilómetros, cuando vio una bifurcación del rio, un desvío. Sin pensarlo dos veces se dirigió allí, una corazonada le dijo que allí podría descansar. Se abrazó a una tronca pequeña que encontró, y abrazada a ella siguió nadando hasta salir de ese cause. Se abrazó como pudo al tronco, y siguió flotando, hasta que las fuerzas no le rindieron más, completamente agotada miro alrededor y viendo un claro al borde del rio, una especie de playa escondida se arrastró como pudo hasta salir del agua, y cansada cayo inconsciente. En las cercanías un muchacho vio la escena, se acercó con sigilo, la giró para ver de quien se trataba y la reconoció. — ¡¿Mel?! Continuara….
wow me has dejado simplemente sorprendida...no puedo creer que me haya perdido de tantas cosas y solo por tener mucha tarea en la escuela. Todo ha sido absolutamente hermoso y trágico, pero este último capítulo (que debería ser el 28 y no el 27) se ha llevado todas mis expectativas. Durante todo los capítulos quise llorar, quise reír y gritarle a Kay lo idiota que era por hablarle de esa manera a Mel, se que no es necesario consentirla tanto pero hablarle a gritos como lo hizo por su enojo no era justo; cuando Mel le dijo que se iba y recobró la memoria, un escalofríos recorrió mi cuerpo, decía "No, No lo abandones" lo bueno es que legó ese feo ruso y no lo dejo, sin embargo el infeliz daño a muchas personas y más que nada mató a muchos también, incluido mi pobrecito de Kay y mis hermanos favoritos ( a mi se me hace que Zafrán quería algo más con Mel) todo por su culpa ahora ella enloqueció transformándose en una demente bipolar que ríe y llora al mismo tiempo y con la duda de saber si Kay esta lastimado y si su perrito murió. en cierta parte me alegro de no haber leído durante un buen tiempo por que así no me quede con la emoción del momento y pude leer todas las continuaciones AHHHHHHHHHHHHHHH!!!! ya quiero saber que pasa, por favor avisame y te juro que ahora si seré hasta la primera en comentar, no me dejes con estas dudas y esta desesperación de saber que es lo que va a pasar con esos dos. Gracias y disculpa por la tardanza
Capítulo 29: Dejavu Nunca espero encontrarla en esas condiciones, y mucho menos en ese lugar, la había dado por perdida hace ya un tiempo atrás, la última vez que supo de ella fue cuando su jefe, el señor Haddadrimon, le pidió servir de guía a un grupo de personas a una de sus tiendas exclusivas de ropas de marca, sin darle ninguna explicación salvo la orden especifica de hacerles creer que era una tienda de alquiler y que escojan lo que quieran. Tampoco le dio más detalles, él no los necesitaba, su trabajo era así, una orden era dada y una orden era ejecutada. Y siguiendo una orden la conoció, una persona sencilla, tímida, agradable y muy sociable. Desde el día que la vio por primera vez, quedo impactado, el parecido con ella era increíble, pero no dijo una sola palabra, era muy bueno camuflando emociones, de modo que no sería descubierto, pero la inquietud que lo embargo la primera vez aún se mantenía. Cada día desde la fiesta del señor Haddadrimon se preguntaba ¿Qué habría sido de ella? La suponía en su hogar, en su tierra, en su país, tampoco investigo más. Pero nunca imagino encontrarla allí, y mucho menos así, ¿Destino?, no sabría decirlo con exactitud. Haddadrimon que lo tenía en gran estima, le había sugerido que tomara una semana de descanso. Inmediatamente Ian, supuso que se refería a que esa semana la necesitaba para encargarse de otros negocios en los cuales su presencia era innecesaria. Así que lo mando a revisar la nueva propiedad que había adquirido, que se trataba de una gigantesca mansión de campo en medio del bosque. En las lejanas cercanías de la misma había una pequeña cabaña, que era su bono de lealtad, un obsequio de su jefe. Él sabía cómo tener muy contentos a sus empleados más leales muy al contrario a lo que muchos pensaban, su jefe no era un explotador sanguinario como aparentaba ser, bueno era cierto que lo era, pero cuando daba recompensas, las daba muy bien dadas. Ian era una persona que no podía tomar un día descanso como Dios manda, sus instintos siempre lo obligaban a mantenerse alerta, atento ante cualquier cosa. Así que ese día opto por hacer un reconocimiento de la zona. Cuando estaba dando un par de vueltas la vio, allí al borde de un riachuelo, inconsciente, jamás se le hubiera ocurrido siquiera pensar que era ella cuando vio un cuerpo arrastrarse por la orilla hasta desplomarse en su borde. Un escalofríos le invadió cuando contemplo la escena a la distancia, y el temblor en su corazón incremento cuando constato de quien se trataba. La tomo en sus brazos como pudo intentando en vano despertarla, la levanto en vilo y se la llevo a su cabaña, los buenos conocimientos que tenía en la rama médica le sirvieron para salvarle la vida, su cuerpo estaba sumamente lastimado, pero aun así, con un poco de esfuerzo y algo de voluntad inconsciente de parte de ella, logro salvarla. Al cumplir poco más de la tercera semana Melina despertó. Se hallaba sola, lo primero que vio fue un techo de madera, y al inspeccionar un poco alrededor comprobó estar en una habitación, una alcoba, pequeña y sencilla, su corazón se aceleró y sintió una adrenalina recorrerla entera. ― “Kay” ― llamo inconscientemente ― “Fue una pesadilla” ― se dijo a si misma ― “Esta es solo otra de las muchas habitaciones en las cuales el me colocaba cuando enfermaba” ― sonrió un poco aliviada ― “¿Acaso será posible que haya vuelto a enfermar?” ― se preguntó. Intento incorporarse, pero fue en vano, le dolía todo el cuerpo, levanto las manos y las vio vendadas, se sorprendió mucho. Al hacer un análisis rápido de su estado físico, descubrió que tenía vendado el cuello, pequeños parches en el rostro, haciendo un esfuerzo levanto la cabeza y vio otras vendas más en las piernas, y una faja en las costillas, se veía como si el daño fuese serio. ― ¿Qué me paso? ― se preguntó en voz alta. ― Es la misma pregunta que me gustaría hacerte Mel, ¿Que te paso? ― dijo un joven que en esos momentos entraba con una bandeja con agua, viandas, vendajes y parches. ― “Conozco esa voz” ― pensó Melina al ver al joven, pero no lo recordaba ― ¿Quién… eres? ― pregunto al fin desubicada. ― ¿No me recuerdas? ― pregunto el joven acercándose a ella y sentándose en el borde de la cama colocando la bandeja en la mesa de noche. Melina lo miro, intentando recordar, la cabeza le dolía, recordaba esa voz, conocía esa voz, ese rostro… todo indicaba que conocía al muchacho, pero… ¿De dónde?, ¿Quién era? ― Soy Ian ― respondió al fin, bajando las manos de Melina que apretaban su cabeza con fuerza en un intento por recordar. ― ¿Ian? ― pregunto, de repente vagos recuerdos comenzaron a llenar su mente ― ¡Ian! ― exclamo al fin con los ojos como platos ― tu… tu nos llevaste a esa tienda, ― dijo recordando al fin ― tu… ¿Qué haces aquí? ―pregunto temerosa ― ¿Tu… estas con ellos? ― ¿Con ellos? ― pregunto sorprendido ― ¿Quiénes son ellos? ― ¿Tú también… quieres matarme? ― ¡¿Qué?! ― pregunto mucho más sorprendido ― ¿Quién te hizo esto? ― pregunto molesto. Su pregunta respondió a Melina las suyas, no sabía porque, pero su corazón le dijo que estaba segura, que podía confiar en él, que estaba a salvo. ― No lo sé… ― dijo al fin, lágrimas comenzaron a asomarse a sus ojos, recordó lo que había pasado momentos atrás ― ¡Kay! ― dijo casi gritando tomándolo por los hombros ― ¡Kay está en peligro!, Ellos le dispararon, lo oí por el radio, esos tipos lo encontraron, dispararon contra él y contra Radhamantis, los deje escondidos entre unos arbustos, ¡Debemos ir a ayudarlo! ― dijo casi sin respirar, se incorporó bruscamente, pero al primer paso perdió el equilibrio y de no ser por Ian habría terminado en el suelo. ― Melina, ¡Cálmate! ― La recostó en la cama nuevamente ― No entiendo ni una palabra de lo que dices, ¿De que estas hablando? ― Kay, está en el bosque… está herido, ellos le dispararon. ― Melina…. ― Debemos ir por él, ¡Ahora! ― grito casi histérica. ― Melina… ― dijo negando con la cabeza― escúchame por favor ― la miro a los ojos ― Si estaba herido, no creo que siga con vida ― respondió secamente. ― ¿Por qué… dices eso? ― pregunto con la voz temblorosa. ― Melina… llevas más de tres semanas inconsciente, si es que estaba herido, puedes darlo por muerto, no creo que siga con vida. ― ¡NO! ― grito empujándolo con toda la fuerza que su débil cuerpo lo permitía, alejándolo de ella ― ¡Esta vivo!, ¡Está herido!... ― dijo entre lágrimas ― No… él debe… ¡Debe estar vivo! ― lloraba ― ¡No puede estar muerto!, ¡¡NO!! ― Grito, la angustia lleno su corazón, no quería creerlo ― “El no puede estar muerto… no” ― se negaba a sí misma, no quería aceptar que hubiera desaparecido, no ahora que sabía lo muy importante que era para ella, no ahora que reconoció que lo amaba, que pese a todo era el hombre de su vida, no ahora, no podía estar muerto. ― ¡Está vivo!, ― grito ― No creeré una sola palabra de nadie hasta que lo vea con mis propios ojos, ¡Iré por el! ― se levantó de la cama nuevamente. ― Tus heridas están cerrando, tienes varias costillas fracturadas, no puedes ponerte en pie ― intentaba en vano razonar con ella. ― Kay… ― era lo único que salía de su boca ― está vivo, debe estar con vida, ¡Tienes que estar vivo! Ian se colocó delante de ella. ― Debes recostarte― le dijo tomándola por los hombros ― No puedes hacer nada, ¡Ya está muerto! ― ¡Muévete! ― Lo empujo. ― Lo siento ― le dijo colocándose nuevamente delante de ella, aplicando un punto de presión en el cuello la desmayo. La miro inconsciente con aire de tristeza, la tomo en brazos y la recostó en la cama nuevamente. ― No sé lo que paso Mel, pero averiguare que está sucediendo ― le dijo a la muchacha que yacía inconsciente en la cama. Cuando Melina volvió a abrir los ojos vio a Ian a su lado, y la suposición de estar viviendo una pesadilla se fue por el drenaje cuando sus ojos enfocaron a una persona, pero no a quien ansiaban ver. ― Despertaste. ― dijo aliviado, pero ella no respondió. El hecho de saberlo allí, le confirmaba lo que su corazón se negaba a aceptar. Kay estaba muerto. Gruesas lágrimas comenzaron a surcar su rostro, sentía que su alma se partía en dos. Se abrazó a si misma recordando todos los momentos compartidos, cada circunstancia que hicieron que el camino de Kay y el suyo se cruzaran. Ian la abrazo con cariño, le dolía verla así, tan destrozada, sola, sufrida, era muy joven aun, pero había pasado por un momento sumamente doloroso, y comprendía su dolor. Melina se aferró a él, no lo quería creer, pero era cierto, la viva prueba de ello eran sus heridas, y el hecho de estar ahora en brazos de Ian, y no en los brazos de Kay confirmaban su pena. ― Lo siento ― fueron las amables palabras de Ian, que solo lograron incrementar la intensidad de los sollozos de Melina, y aferrarse con mayor fuerza a él. Ian acaricio suavemente la cabeza y la espalda de Melina buscando tranquilizarla, hasta que sus fuertes sollozos pasaron a convertirse en gemidos y de allí a solo silencio. Se había dormido, el cansancio de las lágrimas la habían agotado. Con empatía la recostó nuevamente secándole las lágrimas que aun rodaban por sus mejillas. ― “¿Qué había pasado?”― era la pregunta que no dejaba de rondar su mente, no lo sabía, pero ella no dejaba de mencionar un nombre… Kay. Primeramente debía averiguar quién era ese dichoso Kay, tenía una leve sospecha, un presentimiento, el cual esperaba que no fuera real, porque si ese fuera el caso, entonces la historia seria otro dejavu. Otro maldito dejavu, que no estaba dispuesto a soportar. Continuara…
Benditos secretos... tienes razon no era nada de lo que me esperaba, pero no se la senti diferente, no tiene la profundida de capitulos anteriores, asi que espero mas en la proxima... un beso... (muy corto)
Hola, gracias por avisarme! Concuerdo con Ana, la verdad este capi esta algo flojo, me quede como las vacas esperando algun suceso impresionante... debe ser por tanta acción en los capítulos anteriores. ________________________________________ Tu historia me encanta en muchos aspectos pero, hay un detalle el cual me tiene un poco conflictuada. Pues en los primeros capítulos nos presentas a una Melina de caracter imponente, una chica muy segura, pero luego de que despierta en casa de Kay, no sé pero, como que se fue perdiendo... Obviamente despues de todo por lo que ah tenido que pasar, algo debía cambiar en Melina. A lo que me refiero es a que se le apagó la presencia que tuvo en un principio (¿esto se entiende?... no soy buena explicandome). ___________________________________________ Solo noté faltas con los verbos en pasado, olvidaste tildar algunos. ___________________ Listo! Chao!