Wow! Me encanto :D Eso si me dio un poco de miedo Kushina, pero solo un poco y después me dio pena Tonto alemán, mas le vale que no mate a Lenard o si no yo lo mato xDD Me encanta Ian es tan inteligente, me gusta la forma en que piensa todo antes de que pase. Puchis yo todavía sigo creyendo que Kai va a aparecer, sé que es cuento pasado, pero tengo esa pequeña esperanza, juro que a él lo amabo y a Lenard igual xD y a Ina y a Kato xDD creo que no se me olvido ninguno jajajajaja!!! XD Espero el próximo capítulo con ansias ^-^ y gracias por avisarme :D Saludos!!!!
Cap 45: Al rescate (1ra Parte) Adler había llevado a Lenard a una bodega separada del resto, en los rincones más alejados del lugar, y allí se dispuso a interrogarlo. Mandó a que lo atasen a una silla metálica y así lo hicieron. Poco a poco nuestro pobre francés recuperó la conciencia y al analizar su situación maldijo por lo bajo. Lo habían atrapado, al igual que una rata lo acorralaron y lo redujeron, resultado del cual ahora se hallaba maniatado golpeado y siendo interrogado por el arrogante al cual buscaba atrapar. Lastimosamente el atrapado resultó ser él. Nunca fue uno de esos típicos policías que informan hasta cuando iban al baño, así que ésta vez tampoco avisó nada a nadie, por lo cual ahora estaba completamente solo y sin ningún refuerzo. Salir de esta situación estaría un poco complicado, pero él siempre había sido alguien en exceso optimista, y estaba seguro que hallaría la forma de salir vivo de esa. ―Muy bien― dijo el alemán― comencemos con el interrogatorio― sonrió haciendo tronar sus nudillos. ―Estoy de acuerdo con eso― sonrió Lenard siguiendo su juego de palabras ― ya es hora, así que dime, ¿Quién eres en realidad? ― la sorpresa en los ojos del alemán fue notoria, parecía impactado, por una corta fracción de segundo se quedó mudo al cabo del cual estalló en carcajadas a la cual le acompañaron otras dos. ―Creo que no estas captando bien tu situación detective― dijo acercándose a él desafiante conservando aún rastros de una sonrisa burlona en los labios ― el prisionero eres tú, no yo. ―Eso depende mucho del ángulo visual… ―No juegues con mi paciencia muchachito― amenazó el alemán― es cierto que me gustan los juegos, pero me gustan más cuando los manejo yo. ―¿Miedo a perder el control quizá?― preguntó― ¿Algún trauma de la infancia? Quizá podría recomendarte a un buen psicólogo en el departamento de… Un golpe seco en pleno rostro lo calló partiéndole el labio inferior. Casi cae de la silla por la fuerza del impacto siendo detenido por el africano que lo volvió a colocar en su sitio. ―Cuida tus palabras muchachito― amenazó furioso― no sabes con quien estas tratando. El alemán se paró delante suyo con aire de superioridad mirándolo con desprecio, Lenard le devolvió la mirada con arrogancia, demostrando que a él no lo intimidaba nadie. ―Si sé quién eres, y sé con quién estoy tratando― respondió Lenard arrogante― un sucio traficante de armas, y uno demasiado mediocre debo aclarar―soltó burlón escupiendo un poco de sangre a un costado. ―¡¿Mediocre?!― rugió furioso― ¡¿qué sabes tú de mi detective?! ¿Acaso crees simplemente lo que te dicen los periódicos? ―Pues soy del tipo que prefiere fabricar sus propias columnas de periódico― contestó. Su forma de actuar tan suelta, ligera y sin importancia comenzaba a exasperar a Adler. Él era una persona poco paciente, tenía la sangre alemana tan metida en las venas que era un tipo tajante, de palabras cortas, órdenes rápidas y acciones precisas. Ese mocoso no lo sacaría de casillas tan fácilmente. ―¿Quién te mando?― insistió nuevamente el alemán siendo ignorado por Lenard quien simplemente se dedicó a mirarlo burlón y desafiante, como si el que estuviera esperando una respuesta fuera él y no Adler. Completamente furioso estaba por perder las casillas hasta que cayó en cuenta de algo y su furia fue transformada en ego personal. Causándole una risa casual y divertida. ― No puede ser cierto― dijo entre risas, Lenard lo miro con cara de loco― ¿Será acaso que te mando Filippo? El brillo en la mirada del francés al escuchar ese nombre era evidente, y no pudo ser disimulada a tiempo. Las respuestas que quería, la información que ansiaba estaba por ser obtenida. Debía ser cauto e ir con cuidado si quería obtener lo que ansiaba. ― ¿Acaso fuiste tú su última voluntad para conmigo?― continuó entre risas. ―No creo que ése sea el caso señor ― habló alguien a sus espaldas pero Alder hizo oídos sordos a esas palabras, siguió con la mirada fija en Lenard. ―Que dulce y tierno de su parte― dijo con voz melosa. Lenard lo miró intrigado― una respuesta póstuma para con su hijo negado… que lindo. La sorpresa dejó a Lenard seco. ¿Su padre? Nunca hubiese imaginado semejante relación entre ambos, él buscaba una relación monetaria, de negocios, algo referente a ese mundillo, pero jamás hubiese esperado una relación sanguínea. Al ver su cara de sorpresa Adler sonrió por lo bajo, e inclinándose hasta llegar a su altura lo vió directo a los ojos. ―No me digas que no sabías que soy el hijo bastardo de ese infeliz― al no obtener respuesta continuó― muy pocos saben de nuestra lamentable relación de… parentesco―dijo con sarcasmo― pero me alegra de sobremanera ver que el infeliz yace bajo tierra y siendo abono de plantas; aunque para ser sinceros hubiese preferido que terminase como alimento de peces― levanto los hombros― no siempre obtenemos lo que queremos― rió. La malicia en su tono era evidente, y el placer de que terminase de esa manera también― mi pequeño retoño cumplió muy bien su misión, lástima que no soportara la tensión y tuviera que volarse los sesos. Aunque eso era de esperar, era un elemento débil y quería tanto a su familia― rio a carcajada abierta. La ira de Lenard se hizo presente, el autocontrol del cual se estaba vanagloriando se fue al tacho cuando escucho aquellas palabras de ese maldito y sucio alemán. Él había sido el desgraciado que acabó con la vida de ese niño, él lo había mandado a una muerte segura, el desgraciado que ahora estaba delante suyo con una sonrisa estúpida en su rostro había sido el culpable. Presa de cólera intento librarse pero estaba demasiado bien sujeto. Forcejeó sus ataduras intentando liberarse, pero fue inútil. ―¡¡MALDITO DESGRACIADO!! ―gritó ―¡¿Cómo pudiste mandar a un infante a hacer semejante trabajo sucio?! ―¿Cómo? ―pregunto burlón― pues simple mi querido detective, son mano de obra barata― rió tan descaradamente que Lenard volvió a removerse inquieto en su sitio intentando librarse para partirle la cara. ―¡Eres un cerdo!― le gritó ciego de ira― ¡un desgraciado! ¡un maldijo hijo de p…! Nuevamente otro golpe calló sus palabras arrojándolo a un costado. Pataleó, se sacudió pero nada, las malditas cuerdas no cedían un solo milímetro, solo conseguía lastimarse las muñecas. ―¡Pagaras por lo que hiciste! ― rugió con un odio tan profundo que casi era palpable ― tu alma no hallará reposo ¡yo mismo me encargaré de mandarte al infierno! no tendrás juicio justo ¡No lo mereces! ¡Yo seré tu juez y tu verdugo! ― gritó desde el suelo donde permanecía tirado. ―Eso suena tan… excitante…― rió con malicia ―¡levántenlo! ―ordenó al gigante. Una vez incorporado y estabilizado Adler se acercó a él, demasiado para el gusto del francés― ¿mi verdugo dices?― preguntó repitiendo las palabras de Lenard. Había algo en el brillo de su mirada, en su cercanía que le gritaba peligro ―¿sabes que me gustan ese tipo de juegos entonces?― volvió a preguntar acercándose un poco más invadiendo su espacio personal. Su rostro estaba a menos de veinte centímetros del suyo, hubiese podido golpearlo, darle un cabezazo, de no ser por el gigante ese que lo tenía fijo en su puesto, con una mano en sus hombros y la otra en la cabeza inmovilizándolo por completo. La mano de Adler se elevó, y lo que Lenard supuso sería un golpe directo, fue todo lo contrario, su mano llegó hasta su rostro y tomando un mechón de pelo dorado lo enroscó en su dedo jugando con él. Con un movimiento brusco Lenard se alejó lo más que pudo de él, pero Adler lo tomo por la barbilla con más fuera obligándolo a mirarlo. Los ojos del alemán eran extraños, ansiosos, expectantes. Por el contrario los de Lenard expresaban frustración, odio puro, y un increíble deseo de venganza que alegró a su captor. ―Creo que acabo de corromper tu alma detective― susurró entre risas contenidas sin soltar su mentón― ¿sabías que esa mirada tuya es tan… encantadora? Y esa boquita tuya tan… parlanchina provoca que me den unas ganas locas de… callarte… ―dijo bajando su mirada a los labios de Lenard deslizando un dedo por toda su extensión, en sus ojos brillaba el deseo. Furioso y asqueado intentó morderlo, alejarlo de él. Pero Adler adivinó sus intenciones y alejó su mano al tiempo justo para evitar salir lastimado. ―¡Asqueroso y sucio animal!― rugió frustrado al verse inmóvil― no te atrevas a tocarme otra vez. ―Pues déjame decirte que a diferencia de muchos otros yo no tengo una inclinación sexual definida― dijo sonriendo― basta con que sean seres hermosos están más que bien para mi― soltó su mentón y se alejó un poco para observarlo con mayor detenimiento ― tu no estas nada mal francesito, y ese acento tuyo tan marcado es tan… seductor― dijo acariciando las palabras― muero por saber qué tipos de sonidos dulces y encantadores puedo obtener de esa boquita. ―Degenerado― masculló. ―Lo soy― admitió victorioso. Se alejó de él un poco más y paseando por la habitación dio vueltas alrededor como si estuviese modelando. Un suspiro exasperado salió de la mole tras suyo quien murmuró algo por lo bajo que Lenard no alcanzo a escuchar o simplemente no le importó. ―Ése mismo pequeño defecto mío es el que intentó aprovechar ese malnacido de Filippo, quien fue enviándome regalos… hermosos regalos debo aclarar― dijo relamiéndose los labios― del tipo de los que son difíciles de rechazar, tan dóciles y complacientes. ― dijo soltando un pequeño suspiro al rememorar algo― Uno por uno fue intentando obtener información referente a mi querido Acel. ― dijo acariciando el nombre con la voz como si fuera terciopelo. Guardo silencio por unos intantes, con la mirada perdida en la nada y con la mente en quien sabe que recuerdos. ―Él es tan hermoso, tan perfecto― volvió a soltar un suspiro enamorado― esos ojos negros, ese pelo rebelde rojizo, esos labios tan endemoniadamente sexys que te hacen decir que si a cualquier cosa que te pida, y que cuando te besan te dejan tan… Lenard tuvo una sensación de arcadas al imaginar semejante escena, en definitiva ese tipo estaba demente, pero había dentro de todas sus palabras de ensoñación unas características que él podría buscar del sospechoso, esas descripciones física podrían ser de ayuda, si es que salía vivo de esa situación ―Pero nunca antes me había mandado a un policía― dijo saliendo de su ensoñación― éso es nuevo― ¿voluntad post mortem? Muy dulce, típico de él― dijo restándole importancia como si ya estuviese acostumbrado al hecho― debo admitir que tú eres muy hermoso detective, no tanto como Acel, pero tienes el rostro como una estatua de David, me pregunto si el cuerpo será igual―dijo mirándolo con malicia y de manera lasciva de la cabeza a los pies. A Lenard el ojo le quedo cuadrado, antes lo habían llamado guapo, apuesto, simpático, pero nunca jamás hermoso, y nunca de los nuncas lo hizo otro hombre. Sus palabras le provocaron pánico. Ese tipo estaba demente, si la cosa seguía por ese lugar, podría ser víctima de violación. El color se le fue del rostro al imaginar la escena, y busco de todas las maneras posibles que su cerebro pudo maquinar en esas cortas fracciones de segundo para cambiar de tema y salir de la incómoda situación en que se encontraba. ―¿Quien dice que soy un obsequio para ti? La mirada de Alder lo puso nervioso. ―Nadie, pero podría asumir que eres uno, te pongo un lazo en el cuello y listo, estaré gustoso de… ― lo miro de pies a cabeza nuevamente con poco decoro― desenvolver mi regalo. Un escalofrío recorrió su espina dorsal. Preferiría morir mil veces antes de dejar que ése imbécil lo tocase. ―¿Tanto rencor le tenías a tu pobre padre que lo mandaste a matar?― preguntó recordando al niño. ―Puede decirse que si― dijo acercándose peligrosamente― el imbécil quería usarme. Al ver mi posición, al darse cuenta de las cosas que podía hacer y los contactos que tenía y más aún a quien tenía a mi lado, pues… ― hizo una mueca como restándole importancia, fue acercándose hasta quedar nuevamente a centímetros de él, su mirada era indescifrable. ― buscó sacar provecho. ―completó, sus ojos aun fijos en Lenard― Solo que no contó con que Acel fuese alguien tan de… pocas pulgas. Nunca le gustó ser una marioneta. Se inclinó y rozo su labio con el dedo nuevamente, Lenard se alejó de su tacto como si fuera acido lo que lo tocara, Adler rio por lo bajo enderezándose. ―Muy resistente― sonrío― me recuerdas tanto a él… solo que tu acento francés no se compara a su voz. Ese acento ruso tan marcado, tan deliciosamente seductor, es tan… whaaa― soltó otro suspiro enamorado― si tengo que escoger un bando, entonces diría que soy gay, pero no lo podría decir a ciencia cierta, porque también me encantan las mujeres. Se alejó un poco, la malicia en su expresión era irritante. El aire de autosuficiencia le decía que estaba escondiendo un as bajo la manga y no le daba muy buena espina. ―Ellas tienen un cuerpo tan delicado, unas curvas tan… uff, y hay algunas que tienen ese tipo de belleza exótica tan particular que… te saca una sonrisa boba― lo miró desafiante, metió la mano en su bolsillo trasero y sacó un papel deteniéndose por unos instantes a observarlo― Y más aún cuando esas bellezas son latinas, tienen los ojos cafés y… los cabellos rizados― sonrió con malicia sacando un papel de bolsillo y enseñándosela. Lenard se quedó helado, de piedra. Por un momento su corazón se olvidó de latir, y sus pulmones de respirar. Adler tenía en sus manos la foto de Melina, ésa que el guardaba recelosamente en un bolsillo secreto de su pantalón, de manera que nadie pudiese encontrarlo. De manera inconsciente dirigió rápidamente su vista a su costado y vio su pantalón rasgado y partido en ese sector. Habían encontrado lo que no quería. La foto de ella. ¿Cuánto sabían esos sujetos de ella? ¿Sabían quién era? Tenía un mal presentimiento, la piel se le puso de gallina al imaginarse lo peor. Que tan estúpido había sido para conservar una foto suya para ponerla en peligro. Si Adler descubría que Melina estaba viva, tenía la certeza que el futuro de su musa estaría en grave y evidente peligro. Continuara…
¡Noooo! Permíteme, Mel, primeramente insultar a Lenard antes de a cualquiera. ¡Grandísimo idiota! ¿En serio? ¿Una foto de Melina en medio de una situación así? ¡Eres un verdadero torpe! ¿Qué pasa si en verdad se enteran de ella; de su verdad tras su "muerte"? Ah, hombres enamorados ¬¬ Son insufribles. Ejem, ahora. Ah... me he quedado con la misma sensación de arcadas de Lenard por tener que leer tan desagradable sitaución con ese enfermo metal de Adler. Ah, pude sentir cada sensación del detective cuando éste lo tocaba. ¡Ay, Dios! Me has enchinado la piel tanto de terror como de náuseas :confused: Uf, Lenard necesita ser rescatado ¡DE INMEDIATO!, o lo que pueda pasarle allí lo traumrará el resto de su existencia. Jajaja, sería genial (habla mi lado psico-sádico), pero no quiero terminar yo también en un hospital psiquiátrico por leer cosas que no debería. Hm, esto se está poniendo medio raro y ya no sé si esperar con ahínco la parte dos de este capítulo o no XD jajajaja. Desgraciadamente quiero saber qué pasa, así que ni modo; me aguanto lo que tardes en publicar. Espero que Cerberos apareza en el próximo y se lleven a Lenard de allí. No me interesa si también lo maltrata, con que no siga con Adler porque entonces podría camibar de bando XD Ay ya, estoy volviéndome loca. Nos leemos y que estés bien siempre. Hasta otra.
Noooooooo!!!! Que impreción!! Que horrible!!! Asco pobre Lenard que esta pasando por esa situación. Adler es un pervertido sádico!! :mad:!!, me imagine la situación y medio mucha risa imaginarme la expresión de Lenard al escuchar como le hablaba Adler... x3 Por favor que en el próximo lleguen a rescatarlo si no el pobre quedara trashumado el resto de su vida...jeje Aun se lo merece por idiota, que le den ese susto para que aprenda a no cargar fotos, si sale vivo de esta no se le ocurra volver a tener una foto de alguien ni menos de Mel... >.< Concuerdo con Borealis Spiral, solo a él se le ocurre tener una foto de Mel, tremendo idiota!!! Sin decir mas me encanto el capitulo fue fenomenal muy interesante y divertido de cierta forma bueno para mí..jejejeje Sigue así!! espero con ansias el próximo capitulo ^^:D Saludos !!!^^ :3
Bueno mis queridos fans aquí les traigo la portada de esta historia, se me ocurrió hacerla que les parece? Y sin más aqui les dejo la segunda parte del capitulo anterior :D Cap 46: Al rescate (2da parte) Lenard no podía explicarse cómo es que llego a semejante situación, cómo todo lo que hizo se le fue volando de una manera que el no quería, debía recuperar el control nuevamente, tenia que ponerla a salvo, si algo le sucedia a esa muchacha, no se lo perdonaría el resto de su vida. ―¡Devuélvemela! ―rugió furioso. ―¿Tu novia? ―preguntó burlón ―tiene una belleza promedio se podría decir, nada que envidiar a nadie, una belleza exótica ―repitió. Lenard lo miro con odio ―aunque admitiré que he tenido en mi cama mujeres mucho más hermosas que ella. Aunque no estaría de más dar una probadita a aquello que te gusta sólo para ver como reaccionas―. La burla en los ojos del alemán estaban desquiciándolo, ¿Cómo se atrevía? ―No la tocaras― rugió furioso. ―¿Celoso detective? quizá tu mujercita halle más placer conmigo que contigo. No le gustaba el giro de la conversación debía ingeniar algo, cualquier cosa, pero su cerebro estaba tan cegado de furia que no podía pensar con claridad, hasta que como una bendición un fugaz recuerdo vino a su mente. Ellos no sabían que ella seguía con vida. ―¡Deja la foto de mi difunta prometida en paz maldito infeliz! ― volvió a rugir furioso intentando liberarse de su opresor que lo tenía firmemente sujeto en su sitio. Adler lo miro sorprendido, claramente no se esperaba esa respuesta. ―¿Difunta? ― preguntó sorprendido― oh ya veo ―dijo volviendo a contemplar la fotografía ―un policía nostálgico… típico de ustedes los comunes― dijo restándole importancia. Con alivio Lenard vio como Adler se tragaba el cuento de su prometida muerta, pero su alivio y alegría duró solo una fracción de segundo. La maldad en los ojos del alemán volvió a poner sus nervios de punta ―No me lo trago― sonrió con malicia―, no creo que esté muerta, de lo contrario no hubieses reaccionado de esa manera. ―Pues algunos tenemos lo que se llama corazón y sabemos cómo usarlo― respondió tajante ―no espero que una maquina asesina como tu comprenda lo que es ese órgano vital y sepa cómo funciona. ―No me provoques niño, ―amenazó ―puedo ser alguien peligroso si me lo propongo. Ese era el punto que buscaba Lenard, alejar sus pensamientos de ella, la quería a salvo, si estaba escondida era por algo, ¿verdad? Si Adler descubriera que estaba viva, y que es de su interés podría ponerla en peligro. En ese momento se arrepintió en el alma haber mentido al decir que era su prometida, pensarían que ella tiene alguna relación con él, podrían buscarla, atraparla, torturarla para llegar a él, usarla de alguna manera para hacer que el haga todo lo que ellos quisieran. Y él lo haría sin dudar… Paró allí el hilo de sus pensamientos. Sabía que algo como eso era imposible, pero en esos momentos desesperados su cerebro no dejaba de tener locas y demenciales fantasías que involucraban a Melina poniéndola en peligro. Miró al alemán, su expresión era blanca, estaba desconcertado, sus palabras dieron justo en el blanco. ― ¡¿Que?! ―pregunto Lenard burlón ―¿te dolió mi comentario? ―rió con sarcasmo, ahora sentía que volvía a tener el control. Un chasquido de advertencia se oyó a sus espaldas proveniente de la mole que lo tenía firmemente sujeto. Lenard lo ignoró. La sonrisa nerviosa de Adler se hizo evidente. Si Lenard seguía presionándolo allí, quizá se arrepentiría, pero necesitaba alejar sus intenciones de Melina y obtener más información, algo que le dé más pistas de ese otro sujeto al cual él llamaba acel. ―Pero que chico más rudo― sonrió― ¿sabes que me gustan los de tu tipo? Rudos, fuertes, valientes al punto de la estupidez. ―Pues entérate, que tú no llegas ni a mi interés promedio―respondió desafiante. La mirada nerviosa, la sonrisa forzada y los puños crispados eran indicios de que estaba en el límite de su paciencia, debía presionar un poco más, lo sabía. ―Quizá a tu padre nunca le importaste. Simplemente envidiaba tu posición al lado de ese tipo ―el brillo de la mirada del alemán no fue buen augurio, pero a pesar de intuir el resultado continuó ―sólo quería llegar a él, usarte de escalón, tú lo sabias, y por eso lo mandaste matar. ¿Tenías miedo quizá? ¿Miedo a que te lo quitase haciéndole una oferta mejor? Y que tu querido novio te tire a un lado… ¿prefiriéndolo a él? Adler exploto, se abalanzó sobre el dándole un par de buenos golpes antes de que lo separasen del francés, el cual estaba tirado de espaldas con el rostro sangrante. ―¡Dragón jamás haría algo así! ¡él me necesita más que a cualquier otro! ¡Yo diseñé el sistema de bombas expansivas! ¡Yo robe la idea, y tomé a los tipos que hicieron el trabajo para mí! Luego los maté ¡y soy el único que tiene el conocimiento de su manejo! Acel no puede deshacerse de mí. ¡Yo soy su mano derecha! ¡SOY SU ÚNICA OPCIÓN! No permitiré que nadie se meta en medio. ¡NADIE! ―rugió furioso ―ni siquiera un niñato como tú ―no me lo quitaras, ¡No me lo quitaran! Acel es mío ¡y de nadie más! ―rugió con un fervor único. Cada palabra cargada de emoción y posesión. Esa era la información que Lenard buscaba, éso era lo que quería saber, la relación que tenía Filippo con el alemán, era esa,… Adler simplemente resultó ser un puente… para un pez más gordo. ―Quizá me ponga de buen humor y piense quitártelo Adler ― sonrió burlón provocándolo. Sabía que se estaba jugando la suerte al provocarlo de esa manera, pero sus instintos suicidas siempre estaban a la orden del día. Escupió sangre nuevamente, habían vuelto a partirle el labio y se había mordido la lengua, el sabor metálico de la sangre la sentía en toda la boca. Nunca le gusto el sabor de la sangre, era demasiado desagradable, y mucho peor cuando era la suya propia. ― ¡Maldito malnacido! ― rugió liberados de su opresor y propinándole una patada en las costillas que lo dejo sin aire e inconsciente. ―¡¡DESPIERTENLO!! ―ordenó furioso ―te enseñaré a no burlarte de mí muchachito, ¡ningún mocoso se atreverá a insultarme de esa manera! Volvieron a poner la silla de Lenard de pie nuevamente, con un balde de agua fría arrojado directamente al rostro lo despertaron en el acto. ―Hare que te arrepientas de lo que acabas de decir y me supliques perdón ―amenazó. ―Pues te deseo suerte― se burló― ni en tus más lindos sueños ocurrirá algo como eso. Con furia en el rostro, y odio saliendo por cada uno de sus poros, Adler se dedicó a propinarle golpes a diestra y siniestra dejando a un Lenard bañado en sangre. Le había abierto la ceja, y magullado gran parte del rostro. Ser un niño bonito otra vez le llevaría tiempo. ―!Ya basta Adler, terminaras por matarlo! ―dijo el mastodonte alejándolo de él― a partir de aquí, yo me encargaré, tu tienes otros asuntos que atender, si consigo averiguar algo te lo hare saber. Adler lo miro completamente furioso, quería matar al francés, lo tenía sujeto de la solapa con una mano y la otra con el puño listo para asestarle otro golpe, pero era detenido por la mole. Furioso, frustrado y con el orgullo herido se hizo soltar con un movimiento brusco, miró al francés con asco y escupiendo sobre él salió de allí dando trompones, pateando todo lo que se le cruzaba en el frente. Nadie dijo nada, todos estaban atentos a sus pasos. Tirado en el suelo y adolorido Lenard escuchó un par de puertas no muy lejos abrirse y cerrarse, el rugido de un motor, llantas patinando contra el suelo al pisar a fondo y los golpes de unas cuantas cajas al estrellarse contra ellas, el ruido del escape fue haciendo más y más débil a medida que se alejaba. ―Demonios, lo que nos faltaba ― suspiro Dan con aire cansino cuando se oyó solo silencio― solo espero que no vuelva a causar otro accidente y tengamos que comprar un Ferrari nuevo― miró de reojo a Lenard que seguía tirado en el suelo respirando cansado ―sí que lograste sacarlo de sus casillas, ¿no aprecias tu vida verdad? ―preguntó el menudito ―debo admitir que me sorprende tu resistencia, mira que soportar todos los golpes de Adler y seguir respirando. ―Un hueso duro de roer. ―Eso parece ―y mirando a su gigantesco acompañante preguntó― ¿qué piensas hacer con él para que hable y te diga lo que quieres? La sonrisa maliciosa en su rostro causo cierto temor e intriga en Dan. Acercándose a la silla donde Lenard estaba atado lo soltó con movimientos bruscos y alzándolo como si fuera una muñeca de trapo lo saco de allí. Dan lo siguió sin decir una sola palabra a través de pasillos, habitaciones y demás llegando a una especie de calderos. ―¡¿Piensas freírlo?! ―preguntó horrorizado. Nunca le gusto la violencia excesiva, él prefería la muerte piadosa. ―Si lo hago Adler me matará ―respondió ―simplemente hare que nuestro muchachito pruebe un poco de mis técnicas de tortura. ―No sé qué tan prudente sea eso Bocar. Una carcajada que rondaba en lo tétrico salió de la garganta del gigante de nombre Bocar, causando cierta repulsión en Dan, Éste tipo era completamente opuesto a Dan, él disfrutaba de la tortura, por más que las victimas estén dispuestas a hablar, él simplemente las torturaba por el mero placer de hacerlo. Bocar tomó las manos de Lenard y las ató con una cuerda de hilo trenzado, lo dejo tirado en el suelo alejándose en busca de unas cadenas que colgaban de lo alto del almacén que tenían un gancho al final. Arrastro con fuerza las pesadas cadenas hasta donde se hallaba un Lenard semiconsciente y un Dan irritado. Levantándolo como si no pasara nada lo colgó del gancho haciendo uso de su gran estatura, un leve quejido salió de la boca de Lenard al sentir sus músculos estirados. Bocar sonrió; mirando a los alrededores halló una especie de saco, lo lleno con unas cuantas cosas que encontró por allí y lo ato a sus pies, buscó la cadena paralela que hacia contrapeso y la hallo un poco alejada, estaba oxidada por falta de uso, pero lo tomó con firmeza y haciendo uso de su poderosa musculatura tiro de él elevando a Lenard y contrapeso unos cincuenta centímetros sobre el suelo. Sus pies estaban colgando, inmovilizados por el contrapeso que le colocó, Lenard estaba tan elevado que su pecho quedaba a la altura de la cabeza de Bocar. Con una sonrisa de autosuficiencia Bocar admiró su labor y acercándose a Lenard su sonrisa se amplió. Saco debajo de su chaleco un látigo del mismo material de las cuerdas y desenroscándolo lo contempló con fascinación demencial. ―Hora de cantar gorrioncillo ―dijo y acercándose a Lenard desgarró su camiseta por completo, mostrando una piel blanca como la seda, sin una sola marca en ella, un cuerpo perfecto. ―Mira esto ―dijo Bocar pasando los dedos maravillado a través de cada musculo tensionado ―me siento como un artista, admirando un lienzo en blanco analizando que figura puedo trazar en él. ―Ya deja eso ―le corto Dan con asco ―termina de una vez, suenas como un pervertido ―lo acusó. ―¡Pues me siento como uno! ―dijo con una extraña emoción en la voz ―voy a violar y corromper esa blanca piel. Y dicho esto lanzó el primer latigazo con tanta fuerza que abrió una brecha en la espalda de Lenard despertándolo completamente con un tremendo grito de dolor. Bocar sonrió de placer al escuchar el grito de Lenard ―Música para mis oídos ―dijo y lanzó el segundo golpe que cayó a centímetros del primero. La aletargada conciencia de Lenard volvió a la vida, sus sentidos se pusieron alerta y pudo darse cuenta con frustración cómo ahora se encontraba en peor situación que hace unos minutos atrás. ―“Esto no podría salir peor” ― se dijo. Un rápido análisis de su estado le informó que se hallaba maniatado, colgado, y siendo torturado por un negro gigantesco con claros indicios de disfrutar lo que hacía. Maldijo por lo bajo; en definitiva, ése día se había levantado con el pie izquierdo. Intento moverse, soltarse, pero el contrapeso de sus pies se lo impedía, una gota de sudor por el esfuerzo realizado resbalo por su mejilla deteniéndose por unos leves instantes en su mentón yendo a parar al suelo, casi dos metros abajo. ―Me alegro que ya hayas despertado princesita― dijo Bocar pasando su dedo por la llaga abierta en su espalda provocando un leve gemido y un gesto de dolor en el rostro de Lenard―este color te sienta bien. Lenard lo miró con odio, se sentía impotente, no podía mover un solo musculo, le dolían los brazos, el rostro y la espalda le ardía horriblemente, el lugar por el que paso el dedo su verdugo le dolía aún más. ―Dime preciosa, ¿que hacías aquí? ― pregunto clavando un dedo en la llaga, Lenard trago en seco, y refreno un grito que sonó a bufido. ―Veo que no quieres hablar, quizá necesites un poco más de incentivo. Con mano firme y certera distribuyó media docena de golpes alrededor de su cuerpo, generando una risa casi alegre en Bocar. Este se detuvo por unos instantes con una sonrisa maliciosa admirada y pervertida en los ojos, las marcas rojas de los latigazos le cubrían la espalda y algunas partes del pecho. Los ojos embelesados de Bocar causaron repulsión en Dan que lo miraba con irritación mezclado con asco. ―Parece que… te gusta… el gore… ¿verdad? ― pregunto Lenard con un hilo de voz― veras… yo no soy muy… amante de… esos juegos… pervertidos… ―Aun no comienzo a jugar contigo primor― soltó una carcajada― éste es solo el calentamiento― dijo tomando el látigo con las dos manos haciéndolo tronar en el aire. ―Vinimos a interrogarlo, no a matarlo―aclaró Dan que se cansó de ser un espectador en un acto vandálico como ése. ―No seas llorón Dan, no me quites la alegría de disfrutar de uno de mis juegos favoritos. Con un suspiro cansado Dan miro a Lenard que comenzaba a cambiar de color, la sangre que le brotaba de las heridas comenzó a manchar sus vaqueros y a debilitarlo. ―No soy muy amante a la violencia innecesaria niño, pero te aconsejo que hables si no quieres que la cosa se ponga fea ―dijo en dirección de un Lenard casi consiente. Lenard lo miro con burla, no se rendiría con facilidad. ―No sé qué es lo que quieren saber, pero sí sé lo que yo quiero saber ―respondió autoritario ―¿quiénes son ustedes? ¿Y porque siguen a un rarito como su jefe? ―Cuida tus palabras ― amenazo Dan. ―Creo que debemos enseñarle quien manda aquí, quizá con algún otro incentivo ― dijo Bocar y tomando un balde de agua lo arrojó sobre sus heridas. El grito de Lenard era desgarrador ― un poco de agua con sal quizá te ayude a recordar cómo se habla ― rió. El dolor fue demasiado intenso y constante, un mareo se apoderó de él sentía claramente como su cuerpo comenzaba a adormecerse, la sensación previa al desmayo, cerró los ojos, no se sentía capaz de soportar algo más, pero era terco y no caería nuevamente en la inconciencia. Cerró los ojos, los apretó con fuerza y se obligó a mantenerse consiente. ―Eres un idiota, lo necesitamos vivo, no muerto― aclaró Dan, ― deja que me haga cargo. ― ¡NO! ― rugió Bocar, empujándolo― el jefe me lo encargó, así que yo lo interrogare. Dan lo miro furioso, el sabía muy bien que Bocar no obtendría nada y terminaría matando al sujeto, ya había pasado otras veces, y siempre era el mismo resultado, cansado, molesto e o irritado, volvió a pedir. ―Terminaras matándolo como la otra vez. ―Es mi problema, yo sé lo que hago. ―Como gustes, ― soltó molesto― no es mi problema entonces, ― y tomando un pequeño maletín que tenía cerca se lo llevo de allí, ― si terminas matándolo sin averiguar nada no me culpes, de igual manera se lo informare al jefe― rugió y salió de allí dando trombasos cerrando de un portazo ―Vete niñita―rugió ― de cualquier forma, esto es trabajo de hombres, no de nenas lloronas que se asustan con la sangre. Bocar miro con los ojos inyectados de sangre en dirección a la puerta. Odiaba a Dan, era un niño mimado y consentido, Adler lo prefería a él. ―«Es más ágil que tú».― Le había repetido cientos de veces creando un rencor acumulado en él. Odiaba al menudo, lo quería muerto, pero no lo podía hacer, al menos no por el momento; esperaba paciente su oportunidad, llegaría el día en que acabaría con él, y ese día disfrutaría torturándolo por hacerlo quedar en ridículo cientos de veces frente a su jefe. Acabaría con él, y allí demostraría su supremacía frente a todo el personal. El seria en nuevo al mando, el dirigiría las tropas en esa zona, esa volvería a ser su zona, como era antes de que el menudo apareciera, se haría respetar, deberían recordar quien era más peligroso, si el menudo o él; sería como una pelea estilo David y Goliat, donde él a diferencia de la historia original, terminaría pisando a esa hormiga que osaba picar el talón de su pie. Bocar estaba furioso, se sentía sumamente frustrado, necesitaba descargar su furia, su molestia y mirando de costado sonrió por lo bajo, allí al lado suyo estaba Lenard, una víctima, un conejillo con el cual se desquitaría de todo lo que el menudo le hizo pasar. ―¿Piensas irte al país de los sueños sin despedirte primor? ―sonrió con malicia y acercándose a una especie de mesón tomo un bote, lo coloco en un trapo sucio y lo paso por la nariz del francés. Todos los sentidos de Lenard se pusieron a mil, el olor de lo que sea que puso en el trapo lo despertó por completo. ―Hablarás ahora― dijo tomando su rostro con fuerza obligando a mirarlo― me dirás que es lo que hacías aquí y que es lo que buscabas. Lenard no dijo nada, lo miro con una expresión vacía, que altero a Bocar quien tomando el látigo en las manos nuevamente volvió a llenarlo de golpes, cada golpe era una pregunta sin responder. Cada herida una nueva razón para callar. No hablaría, no diría nada, así tenga que morir a manos de ese monstruo torturador no diría nada. Era terco, necio hasta el extremo, y aun hallándose en una condición semejante no abriría la boca. Continuara…
¡Lenard es un héroe! ¡Oh, cielos! El tipo me parecía intrigante y llamaba mi atención desde el principio, pero admito que al ser un tanto seductor y coqueto no me caía del todo bien. Ahora en cambio, has logrado que llegue admirarlo por completo. !Es increíble, Mel! ¡Qué buen personaje has hecho de Lenard! Mira que soportar semejantes matratos y torturas y latigazos y no hablar. ¡Qué fuerza; qué tenacidad; qué principios! ¡Es asombroso! Se está volviendo uno de mis personajes favoritos, sin duda. ¿Y Kay? :( ¿Kay? ¿Quién es ese? XD LOL... Ok, no. Muy bien, soy alguien que sí es un poco sádica, aunque lo prefiero en el ámbito psicológico; no obstante, este capítulo me gustó, le dio un sabor interesante y confieso que el porqué de que me gustara tanto tiene que ver con el hecho de que si bien, haces que el policía sufra de una manera poco ortodoxa, no exageras con el gore y el sadismo extremo como el que has mostrado en otros capítulos. Este está moderado, pero me hizo sentir por completo el supicio que constiuye para Lenard tener que soportar tantas crueldades sin darse por vencido y manteniendo la conciencia. Es, ¡wow! Me dejaste con una sensación de tormeto increíble. Me pregunto si la tortura seguirá. Necesito saber. Espero ansiosa el siguiente capítulo con ansias. Sobre la portada. ¡Está fantástica, en serio! En cuanto la vi pensé de inmediato que era un póster para la cartelera del cine de esta historia, jajaja. ¿Ves? Me has dejado con las ganas de ver este fic en la pantalla grande XD. De verdad, hermosa imágen para hacerle publicidad a tan sorprendente historia. Anda pues; ya me dejo de adulaciones que voy a caerte pesada XD. Gracias por avisarme y nos estamos leyendo. Hasta otra.
Woooo!!! No puedo creer que Lenard allá podido aguantar todo eso sin decir palabra alguna es mi héroe el Terco ese .. sacarle de esa manera la información a Adler nunca me hubiera imaginado que el alemán fuera tan distraído cuando sus emociones lo siegan junto con la rabia soltando toda la sopa jejeje Gracias a Dios!! por lo menos el pervertido de Adler no lo violo eso me alivio bastante u.u de la que se salvo mi lindo francés! Que bueno que Lenard supo como sacar a Mel de los pensamiento del alemán feo ese...~.~ Pero ahora temo por su vida que quedo en manos del sádico mastodonte de Bocar, que le hará a hora a pobre de Lenard que ya esta por sucumbir ante el... No Lenard tienes que ser fuerte waaa T-T vas a salir de esta como sea !!! En donde estará Cerberos que aun no llegan a salvarlos ?? Que habrá pasado con el otro policía? Haaa!!! me encanto el capitulo me fascino, espero con ansias el próximo capitulo quiero saber que pasara ahora !!!! Y por cierto me encanto tu portada me enamore!!! Quedo espectacular!! me imagino que el rostro de la mujer representa a Mel..:D Gracias por avisarme que ya avías subido el capitulo!!!:D Saludos sigue así Adoro tu Hitoria!! Hasta la próxima!!!
Asco, asco, asco, guacala. Alder no genera sino repugnancia en mi. Espero que muera tortuosamente. Amo ese poli, espero que (si es que kay esta muerto, que lo dudo ¿Tú no me harias eso, verdad?) el y melina tengan mas de un encuentro furtivo con distintos e intrigantes resultados... No quiero parecer fastidiosa pero si vas mejorando, volviste a escribir como antes: excelente, no olvides mi
Al fin la continuación!! había esperado leerla hace tiempo!! te quedo increíble la portada, enserio que me enamore y le quedo perfecta :) Ese Alder en serio me pone de malas, ¡¿¡¿como existen personas así?!?! pero si que tiene talento para hacer a los personajes, solo te pido que Kay no este muerto Porfas invitame a la conti, porque aunque no comente mucho digo lo que en verdad pienso que deberías de saber sobre lo que opino, o eso creo... bueno Sayo
Cap 47: Al rescate (3ra parte) Pasó cerca de cinco horas desde que Lenard y Kushina desaparecieron, la manilla de Kushina se desactivó, lo que implicaría dos cosas, o estaba muerto o alguien se lo quitó, lo mismo pasó con el colgante. Ian, Kato, Melina y un par de hombres más se adentraron en la central, todos llevaban pasamontañas, no querían ser descubiertos, y menos llamar la atención. Con la experiencia propia de ellos, cada uno se dividió en distintos flancos. Todos confiaban en sus habilidades, no era la primera vez que hacían algo como eso, así que cada uno se dirigió a donde correspondía. Melina fue al norte, investigando; halló varios documentos, papeles que parecían ser importantes, tomando la mochila que llevaba consigo los metió dentro tomando cuidado de no ser descubierta inspeccionando de tanto en cuando los alrededores. Haciendo presión en el auricular que llevaba y acercando la muñeca a la boca habló bajo. ―Acabo de hallar unos documentos interesantes que quizá te sean de ayuda― susurró por el micrófono que llevaba en la muñeca. ―Yo también acabo de descubrir un contenedor interesante―era la voz de Ian― tal parece que nuestro alemán se dedicaba al tráfico de personas. ―No solo de personas, ―se escuchó la voz de Kato por el intercomunicador― acabo de encontrar una bodega con un par de tanques llenos de nitroglicerina, la suficiente para volar todo este maldito lugar desde las fundaciones. ―Esto me huele raro―dijo Ian pensativo― ¿alguien hallo al policía? ―Negativo―respondieron todos. ―Sigan buscando, necesitamos a ese loco miserable con vida. ―Entendido― dijeron y cortaron comunicación. Melina tomo fotografías de la habitación, parecía ser una especie de oficina, hurgó entre los papeles y hallo una interesante hoja de vida, un tipo que se le hacía familiar de algún lugar, con un leve presentimiento tomo el folder y se lo llevo consigo, no lo estudió siquiera, no contaba con tiempo. Lenard era su prioridad, así que llevándoselo consigo retomó camino en busca del estúpido francés. Siguió recto por entre las sombras encontrándose ocasionalmente con uno que otro guardia que eliminó con facilidad, gracia y elegancia propias de un asesino con experiencia. Llego hasta un cruce, guiada por una corazonada giró a la izquierda donde halló unos escalones metálicos; bajó con cuidado, siempre atenta a cualquier movimiento y con el arma en la mano lista y cargada, preparada para cualquier contratiempo. Unos sonidos de golpes y gemidos llamaron su atención hacia el fondo del pasillo. Cuando llegó al fondo vio por el rabillo del ojo una sombra que se movió a su costado llamando su atención, por solo unos centímetros logró esquivar un cuchillo que iba directo a su garganta. Un disparo certero acabó con su atacante, la caída del cuerpo generó un ruido sordo y seco, sin proponérselo había indicado su posición, pasó al lado del cuerpo del fallecido, y con irritación comprobó que se trataba de una mujer que aun agonizaba, un tiro certero entre las cejas acabó con su sufrimiento. Estaba segura que ahora sabían que ella se encontraba allí, debía ir con cuidado si quería seguir con vida. Vio una puerta entrecerrada al final del pasillo, un leve rayo de luz salía de allí. Volvió a escuchar otro gemido, un quejido de dolor. Con mayor sigilo se aproximó y dio una mirada fugaz por los alrededores. No podía ver casi nada, necesitaba adentrarse un poco más. Al empujar la puerta para ver mejor, se quedó helada y reprimió un grito de sorpresa. Allí colgado en el centro de la habitación estaba el estúpido francés textualmente bañado en sangre, tenía heridas por todo el cuerpo, la ropa desgarrada, y mojada; era más que evidente que lo habían torturado. Pero ¿porque? ¿Que buscaban de ese estúpido? ¿Quizá lo mismo que ellos? Sintió un poco de envidia por el sujeto que lo dejó en ese estado. Ella quería ser quien le causara semejante daño por haberse atrevido a besarla, aún recordaba la sensación de ese día, y le daban unas ganas enormes de tomar su pistola y terminar con su vida. Pero Ian había sido muy claro y especifico al respecto, lo quería con vida. Con un suspiro resignado dio el informe. ―Lo encontré― susurró lo más bajo que pudo al micrófono― voy a por él. Se adentró en el ambiente, no había nadie, o al menos no lo parecía. ¿Sería acaso que la mujer que mató hace unos segundos fuese la que causo semejante daño? Con cuidado y precaución se acercó hasta Lenard, la vista siempre en las sombras esperando algún movimiento, una corazonada le decía que no estaba sola. Estiro la mano hasta el pecho de Lenard para comprobar si respiraba y su corazón aun latía. Un gemido broto de su pecho, sorprendida giró la cabeza y noto que había tocado sin darse cuenta una llaga. ―“Lo siento”― pensó. Por un breve instante Lenard abrió los ojos y la observó fijo, ella le devolvió la mirada. ―Detrás… de ti…―dijo en un susurro apenas audible. Oyó un zumbido a sus espaldas y en un acto reflejo se agachó evitando por poco el látigo que iba directamente hacia ella el cual impactó con fuerza en el pecho de Lenard abriendo una herida más al lado de muchas que ya tenía. Con sus sentidos alertas y agazapada como un gato siguió la dirección de dónde provino en ataque, observando a un negro gigantesco al otro lado del lugar preparándose para lanzar otro golpe. Apenas pudo esquivar el segundo, pero ya no el tercero el que por suerte fue a parar en su mochila destrozándola. Rodó de costado y fue a refugiarse detrás de un murete que había cerca derramando a medio camino su pistola. ― “¡Maldición!” ―pensó al verse semidesarmada, miro al francés que aun colgaba indefenso y lo odió aún más. Siempre que lo veía, que tenía alguna relación o roce con ese imbécil, todos sus planes se iban por el drenaje, y algo siempre terminaba saliendo mal― “mi gato negro de la mala suerte”― concluyó. Otro golpe cerca suyo la sacó de sus pensamientos, llevó su mano a su espalda y sacó uno de sus tantos cuchillos, el cual lanzo sin ver en dirección del último golpe. Un quejido y una palabrota le indicaron que había dado en el blanco, pero no tan acertado como hubiese deseado, el tipo aún estaba vivo. ―“Este sujeto me dará más de un dolor de cabeza”. ―Vuelve a lanzarme uno, y usaré a tu amiguito de escudo― amenazó Bocar con voz de trueno. Melina analizó su situación, el tipo era grande, demasiado, necesitaba estar cerca para acabar con él, y decidida se puso en pie, encarándolo. ― ¿Porque no vienes por mí en ese caso? ― preguntó desafiante. Sus palabras parecieron dejarlo quieto por unos instantes. ―¿Una mujer? ―preguntó ―vaya, esto sí que parece interesante― dijo tomando su látigo nuevamente― me encantará jugar contigo. ―Dijo enjuagándose la boca ―me encanta jugar con mujeres y más si son menudas como tú, son las que más gritan cuando las cojo duro y fuerte ―dijo haciendo muecas obscenas con las manos y el cuerpo. A Melina le dio un asco increíble, había osado insultarla, y eso no tendría perdón. ―Sigue soñando si eso te hace feliz, pero te aseguro que no me tocarás. El negro se abalanzo a ella con fuerza, Melina le lanzo todos los cuchillos de su repertorio, pero el tipo no parecía imputarse, daba la impresión de ser una roca corriendo colina abajo sin nada que pueda detener su camino, logró esquivar por centímetros su agarre saltando en el último instante, pero no fue tan afortunada en su segundo embiste, la tomo por la pantorrilla y con una fuerza única la arrojo contra la pared más cercana de Lenard. Un quejido salió de su garganta, el golpe fue tan fuerte que casi la lleva al país de los sueños, pero se mantuvo firme, ese maldito desgraciado se las pagaría. Se incorporó con dificultad, le dolía el brazo, lo sentía húmedo, lo que implicaba que estaba herida, un hilillo de sangre broto de su frente a través del pasamontañas. Aun mareada miro al suelo, y allí a unos metros de ella se hallaba su arma, solo debía correr, tomarla y acabaría con la vida de ese desgraciado. ―Ni lo pienses― dijo Bocar lanzando su látigo alejando la pistola de ella aún más― no te dejare tocarla muñeca. Melina lo miró furiosa, pero estaba decidida, corrió hacia su pistola y se abalanzó a ella. Bocar lanzó el látigo intentando detenerla casi lográndolo, desgarrando su pasamontaña pero enroscándose en su muñeca. ―No tan rápido preciosa. Melina actuó sin pensar, su mano llego a su objetivo así que con pistola en mano descargó el cartucho contra su opresor tumbándolo por completo. Liberando su muñeca. El tipo aun respiraba, estaba completamente herido, pero aún se movía, parecía tener intención de seguir en la lucha. Un montón de pasos se oyeron en la lejanía, molesto y frustrado Bocar lanzando un rugido levantándose como pudo. ―Me las cobraré― dijo amenazante con los ojos inyectados de sangre y salió huyendo del lugar. ―Monstruo― se dijo Melina al verlo correr sangrando, había vaciado medio cartucho en el sujeto, lanzado sus seis dagas sobre él, pero aún se movía. ¿Acaso era un humanoide, un experimento biológico o algo por el estilo? Se preguntaba. Un leve quejido la saco de sus pensamientos. Miro a su costado, Lenard parecía estar inconsciente, su respiración era lenta, quizá demasiado, debía bajarlo o moriría desangrado. Los sonidos de disparos y peleas le dio a entender que sus hermanos y compañía estaban pasándola bien arriba. Un ardor en su muñeca llamó su atención, allí donde el látigo de Bocar se había enroscado comenzaba a escocerle, una marca roja y áspera rodeaba su muñeca, estaba segura que para más tarde tendría un cardenal rodeándolo, ya podía verlo formándose. Soltó un suspiro exasperado, ése realmente se estaba volviendo en un día que no quería recordar; miro al francés colgado, respiraba con dificultad. Debía bajarlo de allí, la incómoda posición de sus brazos dificultaba su respiración, no podía esperar a que sus hermanos llegasen para ayudarla, debía actuar rápido o el francesito moriría. ― “Moriría…”. Por un breve instante sintió la tentación de dejarlo allí, no es que le importase mucho si vivía o moría, es solo que vérselas con un Ian molesto con ella por tiempo indefinido con ella no estaba dentro de sus planos, temía más a las represalias que a cualquier otra cosa. Soltando otro suspiro cansado se acercó a Lenard y tomando el cuchillo de su bota corto la cuerda que ataba sus pies al contrapeso, un suspiro de alivio se oyó sobre su cabeza, Lenard apenas podía mantener los ojos abiertos, estaba demasiado débil. Estaba a gran altura para su estatura, no alcanzaría las cuerdas superiores, necesitaba apoyo. Inspeccionó los alrededores y frustrada vio que no había forma de bajarlo, ni tampoco algo en lo que pudiera subirse para cortar la cuerda que lo tenía sujeto, no había de otra, la única manera de soltarlo era trepando por él. Soltó un suspiro irritado, ya perdió la cuenta de cuantas veces suspiró en ese día; molesta aún más se llevó la mano a la cara para limpiar el hilillo de sangre que seguía brotándole de la herida en su frente, tenía la máscara desgarrada gracias al látigo de Bocar y ya no le servía de nada; se la quitó con fuerza y la arrojó al suelo. Hizo un pequeño berrinche interno antes de mirar al pobre desgraciado colgado sobre ella, no valía de nada seguir con eso, debía ser objetiva, ella era una asesina, y ese tipo era una valiosa presa que necesitaban para sus propósitos. ― “La razón antes que el corazón” ―se recordó a sí misma, y mirando hacia arriba nuevamente se puso manos a la obra―esto te dolerá― le advirtió al francés que aún tenía los ojos cerrados― pero necesito soltarte, trepare a través de ti― explicó― pero si gritas de dolor, no me molestaré― agregó con una sonrisa sarcástica. Lenard apenas abrió los ojos para verla pero volvió a cerrarlos casi en el acto. Con un impulso Melina saltó lo más alto que pudo colgándose de sus hombros, un quejido lastimero broto de la garganta de Lenard, Melina hizo oídos sordos, y apoyándose en él tomo otro impulso para llegar al gancho en la parte superior, debía liberarlo. Se colgó del gancho para ya no generar peso en el herido, un poco más de peso extra en sus brazos podría terminar por desmayarlo. Lenard sintió el calor de un cuerpo pegado contra el suyo alertando sus sentidos, un aroma embriagantemente familiar golpeó su nariz despabilándolo, por unos instantes abrió los ojos y se quedó embobado, la vista que tenía ante sus ojos era asombrosa. Por la posición de Melina, ahora la cabeza de Lenard quedaba justamente a la altura de sus pechos, donde momentos antes Bocar había abierto una brecha en su traje, dejando al descubierto parte de su piel. ― Si eres mi princesa… de brillante armadura… al rescate de pobre desdichado… entonces buscare que me atrapen… nuevamente. ― rió por lo bajo. ―¡Ya cállate! ―protestó Melina dándole un leve puntapié mientras alcanzaba el cuclillo que puso en su cintillo para cortar la cuerda. Melina giro los ojos, el sentido de humor de este sujeto era demasiado irritante para su gusto. Lenard entre la conciencia y la inconciencia, cansado, agotado por el dolor y la tortura recibida sintió que todos sus sentidos estaban aletargándose, pero uno en particular parecía estar funcionando demasiado bien. La cercanía de la muchacha le trajo un nostálgico aroma, uno que había sentido, y lo dejo aturdido desde el primer momento que lo percibió. ―“Rosas”― percibió levantando inconscientemente la cabeza buscando sentir ese delicioso aroma con mayor claridad, fue paseando la nariz por el cuello de Melina aspirando con fuerza buscando embriagarse completamente de ese aroma ―“este aroma” ―recordó―Rosas… ―dijo en voz alta, se sentía embrujado ―delicioso… ― dijo originando un leve rubor en ella, Lenard aspiraba y expiraba con lentitud sobre su cuello. La impresión de semejante acto la dejo helada, ni ella misma sabía porque pero no pudo reaccionar como usualmente lo hacía, se sintió extrañamente cohibida, la respiración de Lenard en su piel le ponía la piel de gallina causándole cierto pánico y ansiedad. ―Si eres… un sueño… no quiero… despertar… ― dijo entre suspiros entrecortados, estaba demasiado agotado, cansado e incapaz de mantenerla firme por más tiempo apoyó la cabeza en el pecho de Melina. ―“¡¿Qué tipo de pe-pervertido es este?!” ―se preguntó Melina sumamente molesta y nerviosa consigo misma por no reaccionar de la manera en la que siempre lo hacía, pero este maldito desgraciado la desequilibraba ―“un momento” ―analizó Melina dando un vistazo rápido hacia abajo, a la zona de calor que sentía en su cuerpo ―“¿Está apoyando su cabeza en… mis pechos?” ―se preguntó escandalizada, solo veía cabellos por todo el lugar. Con un suspiro furiosamente cansado corto con más fuerza la cuerda que lo mantenía colgado ya había pasado más de la mitad, sólo un poco más y se rompería por si sola. Quería terminar lo más pronto posible con esa embarazosa situación. ― No creí… volver a verte…―dijo Lenard soltando un suspiro cargado de alivio― desde el día de… la fiesta hasta ahora… no me di cuenta que… te había extrañado tanto… ―hablo haciendo mucho esfuerzo. La sorpresa la dejo helada. ¿Fiesta? Un escalofríos recorrió su espalda y un mal presentimiento se apoderó de ella. ¿Sería posible que éste maldito infeliz la recordara? ¿Que supiera quien era ella? ¡¿Pero cómo?! ¿Cuánto sabia este sujeto? La desconfianza que le generaba ese francés iba en aumento a medida que pasaban los segundos y su mente maquinaba mil y un razones para matarlo. Pero antes que pudiera hacer nada la cuerda se rompió, no le dio tiempo para reaccionar y alejarse siquiera un centímetro del francés, ambos cayeron al suelo con un sonoro golpe. Lenard cayó primero y ella sobre él; el impacto de la caída hizo que Lenard soltara un grito, su rostro contraído indicaba que el golpe realmente le había dolido. Con un rápido movimiento Melina se quitó de encima, aunque no ayudó mucho, el daño ya estaba hecho, con expresión preocupada vio cómo su respiración comenzaba a ser irregular, cambiando de sumamente agitada a una demasiado lenta y prolongada, estaba por perder la conciencia. En el estado en el que se encontraba si volvía a perder la conciencia podía implicar un coma seguro; debía mantenerlo despierto. ―¡Ni se te ocurra dormirte grandísimo infeliz! ―susurró a su oído mientras lo ayudaba a incorporarse ―me costó mucho tener que venir a buscarte como para que te mueras ahora, ¡¿me oíste?! ―dijo sacudiéndolo levemente procurando que se mantenga consiente ―¡Así que abre los ojos ahora mismo, o veré la manera de hacértelos abrir! ― amenazó furiosa. Las comisuras de los labios de Lenard se elevaron levemente formando una diminuta sonrisa. ―Lo que tú ordenes… mi diosa… ― susurró apenas. ― “Demente”― pensó Melina― “el dolor debe haberlo llevado al límite de la cordura” ― se dijo. Miró a sus alrededores, aun podía escuchar el sonido de lucha en los pisos superiores, supuso que sus hermanos aún estaban divirtiéndose, giró la vista y miró a Lenard a su lado tirado en el suelo, era peso muerto, estaba lo suficientemente debilitado como para no ser capaz de dar un solo paso, debía cargarlo. Corto las cuerdas que aun mantenían sus manos juntas y las bajó con cuidado hasta colocarlas a su costado, lo que generó otro suspiro de alivio de su garganta, Melina sonrió satisfecha, esperó un par de segundos hasta que la sangre vuelva a recorrer normalmente por sus brazos, necesitaba tenerlo despierto y consiente, no podía provocarle más dolor, al menos, no por el momento. Con gran esfuerzo lo arrastró hasta el murete cercano y lo sentó como pudo, las heridas abiertas de su cuerpo aún sangraban dejando su piel resbalosa, de esa manera seria difícil cargar con él, irritada, y al ver que no tenía otra opción se quitó la camiseta de cuero negra que llevaba encima, era elástica, así que debería poder ponérsela. Aunque sacársela sería lo difícil, eso ya no le interesaba, una vez fuera de ese lugar ya sería asunto de Ian mantenerlo con vida, pero hasta entonces estaba a su cargo. ―¿Piensas hacer un… striptease particular… para que no pierda… la conciencia? ― pregunto burlón. Había abierto los ojos durante un breve instante y lo que vio le gustó. ―¡Ya cállate!― ordenó molesta, ese tipo realmente la irritaba Melina vestía una delegada camisola negra semitransparente que se pegaba a la piel completamente dejando a la vista su muy escultural figura. Tenia manchas de sangre por algunas partes pero Lenard supuso que eran suyas ―Eres hermosa… ― dijo sin poder evitar el comentario provocando un leve rubor en Melina. ―Cállate ―volvió a amenazar mirándolo irritada― Voy a ponerte esto― dijo acercándose a él― estas resbaloso, y para lidiar contigo necesito que al menos estés manejable. ―Soy todo tuyo ―dijo con una sonrisa boba levantando con gran dificultad los brazos hasta media altura, Melina puso los ojos en blanco y con mucho esfuerzo logró meterlo en su camiseta― huele a ti― susurró. Ella lo ignoró. ―¿Crees poder ponerte en pie? ―Probemos. Con ayuda de Melina y haciendo un esfuerzo sobrehumano logró ponerse en pie, pero ni bien estuvo erguido y debido a la notoria pérdida de sangre, un mareo hizo que se tambaleara y de no ser por Melina hubiese ido a parar al suelo nuevamente. ―Estás demasiado débil― analizó Melina y al ver que no tenía otra opción se colocó delante suyo y tomando sus brazos lo cargó de caballito. ―Esto es humillante― le dijo al oído en un susurro― debería ser yo… el que te cargue a ti. ―Vámonos― dijo Melina rodando los ojos cansada de sus estúpidos comentarios machistas. Lenard la miro y con una sonrisa boba le respondió. ―Contigo hasta el infierno me parecería un lugar maravilloso. ―Idiota. ―Por ti. ―¡Ya cállate!― dijo dándole un codazo, provocando un quejido de dolor seguido de una suave risa. ―Hombre herido… ¿lo olvidas? ―dijo entre leves risas y quejidos. Respirar le dolía, reír aún más, pero era reconfortante saber que ella estaba bien. Se sentía debil, no tenia fuerza suficientes para hacer nada ―Me siento como… un muñeco de trapo…― dijo entre suaves susurros, se sentía tranquilo, y el cansancio estaba por cobrar factura. ― un apuesto… muñeco de trapo… ―Idiota― volvió a repetir Melina pero con una leve sonrisa en el rostro. Ese tipo era imposible se dijo a sí misma. Busco con la mirada por los alrededores hasta encontrar lo que quería, su pistola estaba no muy lejos de ella. Con un grácil movimiento de los pies tomo su arma, cualquiera al verla haciendo eso podría pensar que era una experta en el futbol. Se acercó a la pared y tomo una de sus dagas que termino incrustada y se dirigió a la puerta con paso seguro y los sentidos alertas. Un ruido en las afueras seguidas de pasos apresurados llamó su atención, se alejó una distancia prudente de la puerta y pistola en mano apunto el objetivo. Por la puerta, con pistola en mano listo para cualquier cosa apareció Kato con el rostro bañado en sudor y claras muestras de haber estado en una pelea. Al ver a su hermana con las manos llenas de sangre, una herida en la cabeza y sucia se puso nervioso. ―¡Kat! ― dijo Kato corriendo al lado de su hermana, no se percató de lo que llevaba consigo hasta que estuvo cerca ―¿una dura pelea? ―preguntó al ver el peso muerto que estaba cargando. ―Casi tanto como la tuya― sonrió feliz de ver a su hermano con ninguna herida más de las acostumbradas. ―¿Es este? ― preguntó sorprendido viendo al sujeto irreconocible que estaba colgado en la espalda de su hermana. ―Si, ¿me ayudas? ―pidió ―es peso muerto y pesa una tonelada ―Kato tomó el brazo del francés y se lo puso al cuello, su hermana hizo lo mismo y entre ambos distribuyeron el peso y comenzaron a cargarlo. Aunque la diferencia de alturas hacia que Kato cargara con casi todo el peso de individuo, Melina al menos servía para hacer equilibrio. Lenard nuevamente abrió los ojos con lentitud al notar un cambio de peso y distribución de su cuerpo y mirando a alguien nuevo a su costado lo observó curioso. ―¿Tú quién eres? ―preguntó a Kato directamente, miro a Melina y nuevamente a él ―éste bombón es mío ―dijo desafiante acercándose un poco más a ella ―así que… pierde esperanzas… ella es mía. Kato lo miro burlón mordiéndose el labio para evitar que se le salga una risotada, Melina lo amenazó con la mirada para que se quedase callado. ―Esta chica…― continuó Lenard con un suspiro ahogado pegándola hacia él con las pocas fuerzas que le quedaban hundiendo la cabeza en su cabello. ―Esta chica…―volvió a repetir aspirando― …con sus rizos hermosos y… cabello castaño es… la mujer más bonita del planeta… Tanto Kato como Melina se quedaron helados, congelados a medio paso miraron a la nada con los ojos completamente abiertos. ―No niego que… la peluca del otro día… te quedaba espectacular, ―siguió hablando entre balbuceos, aun le costaba hablar ― y que este color de… pelo te queda fenomenal, pero… sigo pensando que… te ves más hermosa… con tu color natural, ― y aspirando su cabello nuevamente dijo ― creo que estoy… obsesionado contigo…, desde la primera vez que… te vi, creo que… termine enamorándome de ti― susurro, en un hilo de voz ― estoy loco por ti… Melina… Continuara…
¡AAAAHHHH! Lo dijo, finalmente Lenard lo dijo. ¿Qué dijo? 1.- Confesó estar enamorado de ella desde el primer momento en que la vio. ¿Amor a primera ¿vista? Bueno, ya qué XD 2.- Declaró que sabía quién es ella: ¡Melina! Y hasta la describió. Pss, ah, Mel, esto está poniéndose por demás interesante. No puedo esperar a ver qué pasará de ahora en adelante. El capítulo estuvo increíble. No sólo nos diste una pizca de acción con la pelea de Melina y Bocar (el que por cierto me decepcionó por infeliz cobarde ¬¬), sino que también un cuadro de romance... extraño, lo admito:confused:, pero qué se esperaba si es que hablamos de Lenard XD Ese tipo es un caso completo. Claro, tu inagotable comedia también hizo acto de precensia. Ay, esos dos hacen una pareja bastante divertida. Yay, espero ansiosa la próxima actualización. Por ahora me despido y ojalá sigas bien. Hasta otra.
Wooo!! Esto se pone cada vez mas interesante Hola!! gracias por avisarme te lo agradezco, aquí estoy un poquito tarde pero aquí estoy ^^ x3 Haaa me encanto el capitulo!!! Mel es lo máximo, pobre francés jeje debería de darle las gracias a Ian sino Mel lo termina de matar xD... Que pervertido recostándose en sus pechos xD... Por otro lado, Quede totalmente impresionada y en shock cuando Lenard le confeso que se enamoro de ella desde el primer momento que la vio!!.. y no solo eso que él sabia quien era¡Melina!, la describió y todo eso deja helado a cualquiera! ¿Que pasara ahora como reaccionara ante esto Kat o mejor dicho Melina? Cada vez se pone mejor, que emocionante, por cierto que paso con Kushina? espero que todos salgan ilesos de ese lugar.. Espero con ansias el próximo capitulo ^^ Esto se vuelve cada vez mas emocionante !!! Sigue así!! por favor no te olvides de mi cuando publique el próximo capitulo ;) Te agradezco mucho me tomes en cuenta:p Saludos!!! Nos vemos^^
¡ya llegué! AHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHH!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!! ¡Ya la vío!¡Ya se le declaró! Enn estado seminconscete pero bueno, eso es lo de menos, je ¿como reaccionará ella? ¿Le dará una bofetada, lo apuñaara, se sonrojara o lo besara? Je, eso de la princesa de brillante armadura rescatando al pobre desdichado me dio mucha risa, je. Y esos capis anteriores: wow, me dejaste impactada, primero con el parentezco y luego con el mod atroz de tortura que sufrió el apuesto detective...je, ahora si que hasta tiene pegue con hombres ¿tan bien esta? Acuerdate de invitarme al proximo capi, por fa, y perdon por tardarme en comentar.
Wow Esto se puso demasiado interesante, pobre de Lenard, todo golpeado y todo pero consciente de lo que dice. Aunque debo admitir que fue una confesión en un lugar extraño, en un momento menos indicado pero no dejo de ser bonita: esa manera en la que le dijo "estoy obsesionado contigo" ahh, me atrapó en esa parte. NO puedo esperar a lo siguiente, quiero ver que va a hacer Mel, pues Lenard ya conoce absolutamente todo de ella...pero sobre todo Ian que hizo todo por ocultarla y ahora sabrá que todos sus esfuerzos fueron en vano...Será interesante ver su furia al descubrir su fracaso. Debo admitir que me dio risa y un poco de ironía leer que Lenard estaba celoso de Kato, muy gracioso... Ahora sí comienzo a perder las esperanzas de que Kay siga vivo, es triste el tener que reconocerlo, pero ya que (a menos que me des una sorpresa, lo sé aun guardo un poco de esperanza y optimismo :D) Nos veremos en el otro capítulo.
ufff, se que me perdí bastante, sorry, pero esto de trabajos fuera de la ciudad y entre ciudades me trae loca, en fin, aquí les dejo la continuación, y si me da tiempo subiré el siguiente cap hoy. Gracias por seguir leyendo a pesar de mis desaparecidas prolongadas :p Cap 48: Al descubierto Después de semejante confesión Lenard simplemente cerró los ojos y cayó inconsciente. La reacción de ambos hermanos fue inmediata, Kato lo cargó en su espalda y salieron de allí con rapidez, debía recibir atención médica o de lo contrario terminaría muerto por desangramiento. ―¡Ian! ―llamó Melina por el intercomunicador ―el malnacido éste cayó inconsciente, posible coma, necesitamos atención médica con urgencia. ―Entendido, ¡sáquenlo! Corrieron lo más rápido que su pesada carga se los permitía. En un quiebre, mientras inspeccionaban los alrededores para avanzar al siguiente nivel, Melina tocó el cuello del francés. ―Su corazón aun late, está vivo ―y mirándolo de reojo añadió ―aunque quizá no por mucho. ―El hospital más cercano queda a kilómetros de aquí ―dijo Kato corriendo escaleras arriba lo más rápido que pudo cuando su hermana le dio la señal de avance. ―Lo sé, veremos que puede hacer nuestro cerebrito ―sonrió Melina y siguió corriendo por delante limpiando el camino de trabas e indeseables. Cuando llegaron a la parte externa de la bodega, Ian, ya los esperaba en la furgoneta con los implementos necesarios para despertar a Lenard y lo recostaron en la improvisada camilla, Ian miró de reojo a Melina al reconocer la camiseta pero ella lo ignoró. ―Necesitamos tener su pecho al descubierto, quítenle la camiseta, ¡rápido! Al primer intento de quitársela, Lenard pegó un grito de dolor, tenía la tela demasiado pegada a la piel. ―No hay de otra, corten los extremos y sáquensela de un solo movimiento ―ordenó. Los hábiles dedos de Kushina cortaron el material, y removieron la tela, el desgarrador grito de Lenard cuando la tela se llevó algo más que sangre seca los preocupó. Poco a poco la respiración paulatina de Lenard fue haciéndose más débil hasta el punto de detenerse. ―¡Infarto! ―gritó Melina―¡debemos revivirlo! ―Las baterías del auto ―gritó Ian mirando a Kushina ―¡Ahora! Colocaron a Lenard en el suelo inmediatamente, no había tiempo que perder. Melina vagamente podía comprender lo que su hermano se proponía, había visto hacer esas cosas en películas, pero nunca en la vida real. Con la pericia de un experto Ian conecto la batería del auto al cuerpo del francés. La primera descarga elevó el cuerpo de Lenard, pero no fue suficiente. ―Necesitamos una batería más grande, Kushina, saca la batería de la otra vagoneta, ¡rápido! ―gritaba Ian mientras presionaba rítmicamente el pecho de Lenard procurando que su corazón vuelva a latir. En un abrir y cerrar de ojos, Kushina tenía lista y conectada la otra batería. ―Esta es la decisiva ―se dijo Ian― si esto no lo revive, lo mata. Solo esperemos no explotar su corazón. Un par de nuevas descargas levantaron el cuerpo de Lenard haciendo que su corazón volviese a latir, aunque débilmente. ―Bienvenido de vuelta al mundo de los vivos ― sonrió victorioso mirando a un Lenard aun inconsciente ―. Necesitamos atención especializada ―miró a la gente a su alrededor ―esto solo fue primeros auxilios. Aún puede morir en cualquier momento ―dijo alargando la mano a su muñeca y comprobando el pulso con su reloj de pulsera ―su pulso es demasiado débil. Melina miro a Lenard furiosa, ¡no se podía morir! Les costó mucho trabajo sacarlo de esa madriguera como para que ahora el imbécil ése se dé el lujo de morir. ―¡Vámonos! ―ordenó Kato al resto de su personal― guarden todo y larguémonos de aquí antes que sepan que aún estamos cerca. Melina no apartaba la mirada de odio de Lenard, ese desgraciado le había proporcionado más de un dolor de cabeza, había muchas cuentas que tenían que saldar, y para ello lo necesitaba con vida. Decidida se acercó al francés inconsciente, pero segura de que la escucharía. ―Ni se te ocurra morirte grandísimo infeliz― susurró con fiereza en su oído ―aún tenemos muchas cuentas que saldar ―le recordó. Lenard entre la conciencia y la inconciencia, pudo claramente reconocer la voz de su amada abriendo minúsculamente los parpados para ver a su portadora. Los ojos avellana que lo miraban con odio y preocupación le alegraron, eso significaba que aún estaban vivos, un leve suspiro de alivio salió de su pecho cerrando los ojos nuevamente al no poder mantenerlos así más tiempo. ―Necesitamos estabilizarlo ―dijo Melina a sus hermanos al ver a Lenard. ―No podemos ir a un hospital, ―Kato miró al francés inconsciente― pueden reconocerlo, harán demasiadas preguntas y lo necesitamos. ―Tendremos que llevarlo a la mansión ―dijo Ian analizando la situación ―habla con Yurina, dile que tenga todo listo para nuestra llegada, la veremos en la bahía. Que traigan el helicóptero lo más a prisa que puedan. ―De acuerdo. ―Kushina, ―llamó Ian mientras abordaban la furgoneta nuevamente ―encárgate de borrar cualquier huella de nuestra presencia aquí. ―Entendido ―y cerrando la puerta partieron haciendo rechinar las llantas. Al cabo de unos minutos, que les pareció eterno se detuvieron en las cercanías de una bahía donde ya se hallaba un helicóptero esperándolos para llevarlos directo a la mansión. Con cuidado colocaron a Lenard dentro y despegaron, las luces de la ciudad poco a poco fueron reduciéndose hasta desaparecer. Al llegar al helipuerto de Haddadrimon, Yurina ya los esperaba lista con una camilla donde transportar al herido hasta las instalaciones correspondientes. Debían atenderlo de urgencia, era un presa clave y lo necesitaban vivo. ― ¡¿Pero qué diablos le pasó a este?! ―preguntó Yurina al ver el cuerpo de Lenard. ―Tortura― respondió Kato que iba con ella empujando la camilla hacia la sección médica. ―Ya veo ―dijo mirando a Kato de reojo chequeando su estado ―¿Una pelea dura? ―preguntó. ―Kat me hizo la misma pregunta ―sonrió juguetón guiñándole el ojo ―estuvo divertido. Yurina asintió con la cabeza, esa siempre era la respuesta de Kato. ―¿Y Kushina? ―preguntó nerviosa. ―Tu clon está bien, no te preocupes por él ―sonrió con calidez ―es imposible que Kushina termine muerto, hierba mala nunca muere ―rió, ella lo miro con cara de pocos amigos. A Kato le encantaba usar el juego de palabras con ellos, siempre se refería a ellos como clon, copia, negativo y demás adjetivos empleados en los mellizos, que según la mayoría, parecían más gemelos que mellizos, y de no ser porque ambos son de distinto género, todo el mundo pensaría que son gemelos. ―Kato ―llamó Ian ―deja que ellos se encarguen del detective, nosotros tenemos otras cosas que hacer. Llama a Kat, el señor Haddadrimon nos espera ―dijo y se retiró depareciendo por un pasillo contrario al que ellos estaban tomando. ―Entendido ―dijo y guiñándole el ojo se alejó de Yurina que giró los ojos y se dirigió a su destino para estabilizar a su paciente. Este le costaría mucho trabajo, estaba demasiado magullado, heridas por todo el contorno de su cuerpo. ―Bueno, al menos ya tengo en quien practicar la nueva fórmula cicatrizante ―dijo sonriente a su discípulo. Quien la miró sorprendido y un poco temeroso. ―Es un paciente clave doctora. No creo que sea conveniente que usted juegue con él. ― ¡Tonterías Hernán! ―dijo restándole importancia ―no es veneno, es solo una pomada, además es para aliviar sus males. ―O para empeorarlos… ―susurró por lo bajo. ―¿Qué dijiste? ―Que mejor si nos apuramos ―sonrió nervioso al ver la cara de medusa que ponía la doctora. Por otra parte, Cerberos y Haddadrimon estaban en una reunión de emergencia. ―¿Qué fue lo que descubrieron? ―preguntó directamente como siempre. ―No gran cosa ―respondió Ian decepcionado ―esperaba conseguir más información de la que obtuvimos, pero parece que no se nos hará tan fácil como esperábamos. Necesitamos al detective, tengo la corazonada que descubrió algo valioso. ―¿Así que por el momento se convirtió en tu mal necesario? ―sonrió burlón. ―¡Abuelo! ¡No te rías! ―reclamó Melina ―ese maldito infeliz nos hizo pasar tragos demasiado amargos, y el muy desgraciado… ―Lo entiendo mi princesa ―dijo tiernamente, acariciando su mejilla con dulzura ― es solo que me resulta divertido ver el estado de frustración en Ian. Él siempre es tan calculador, pero parece que esta vez sus planes fueron saboteados por su presa. Las palabras de Haddadrimon sonaban a burla, pero todos sabían que lo decía en serio. Había alguien quien logró burlarlos, y no era alguien cualquiera, era un detective. Y eso, en su rama era sumamente peligroso. ―Corregiremos este error ―contestó Ian seguro de que sus palabras pronto se volverían hechos. ―Revisen toda la información que consiguieron, vean que nos puede ser útil y que no. ―Si ―respondieron los tres al unísono. ―No nos queda más que esperar que nuestro inquieto ratoncillo ―dijo refiriéndose a Lenard ―abra los ojos y pueda contarnos que fue lo que pasó. Miro a cada uno de ellos, deteniéndose en Ian. ―Muchas veces las cosas no salen como las planificamos, pero está en nuestras manos reforzar nuestros puntos débiles cuando estos son expuestos. ―Así se hará ―respondió apenado, esta era una mancha en su impecable currículo, una segunda mancha, porque la primera era una que ni el mismo Ian ansiaba rememorar. ― Bien, ahora retírense, quiero un informe detallado de cada uno de ustedes sobre los sucesos y descubrimientos hasta el momento. Una vez fuera, se dirigieron en silencio hasta su departamento, nadie abrió la boca hasta llegar a la seguridad de sus aposentos. ― ¿Qué paso allí? ― preguntó Ian. ―El detective reconoció a Kat ―dijo Kato sin preámbulos, Ian los miró intrigado ―la reconoció como Melina. Ian sintió claramente como la sangre se le subía a la cabeza y la furia estaba por nublar su razón. La idea de su hermana descubierta no lo puso de buen humor. ― ¡¿Qué?! ―Que de alguna manera, el infeliz ése logro descubrir la verdadera identidad de Kat. Aunque no me explico cómo fue que lo logró, fuimos precavidos en cada aspecto, cada detalle, es imposible que hayamos pasado algo por alto. ―Maldito infeliz― masculló Ian apretando los puños, la simple idea de que alguien sobrepasara sus métodos tan exactos y estudiados lo llenaban de coraje. Pero no debía perder la razón, la lógica y el raciocinio siempre eran más importantes ―“la razón antes que el corazón” ―se recordó ―debemos tenerlo en constante vigilancia, necesitamos a esa escoria con vida y consiente. Melina miró a Ian sorprendida, nunca lo había visto tan furiosamente contenido, se notaba que estaba como una bomba atómica a punto de estallar, pero lograba controlarse de una manera asombrosa. ―“Quiero ser como el” ―pensó― “ser capaz de controlarme a mí misma hasta ese nivel” ―Ordenen a Yurina que lo lleve al ala norte y lo tengan bajo observación. ―¿El ala…? ―Cambien la sala de interrogatorios por una sala de recuperación médica ―explicó ―quiero tenerlo vigilado, y quiero verlo sin que me vea, escucharlo sin que me oiga. ―Entendido― respondió Kato al ver la fiera mirada en los ojos de Ian. Pobre de aquel que osara contradecirlo en esos momentos. Con el humor que se gastaba en esos momentos cualquiera seria víctima de asesinato y de uno mucho más sanguinario y brutal de los que Melina fue capaz de hacer hasta el momento. El tiempo fue transcurriendo lentamente, la información que lograron recolectar de los científicos que fueron secuestrados no fue de mucha ayuda en lo referente al alemán. Al parecer, ellos estaban encargados de una investigación referente al cultivo y estudio de determinadas familias de gérmenes poco letales que al ser adulterados químicamente se convertían en veneno letal. Los inmigrantes que encontraron en las bodegas, eran carne de cañón para estudiar los efectos del veneno. ―¿Acaso será que buscan encontrar el veneno de Kat? ―preguntó Kato intrigado al entregar sus reportes. ―Es una hipótesis que dada la situación no podemos pasar por alto, tendremos que tenerlos vigilados. Encárgate de averiguar el paradero del alemán, Kat dedícate a sacar un poco más de información de los científicos, ofréceles asilo político y protección de testigos si es necesario. ― ¿Tenemos protección de testigos? ―pregunto sorprendida. ―No. Pero ellos no lo saben, hazte cargo. ―Como gustes. ―No nos queda más que esperar que el detective despierte para obtener más información. Por la tarde con todas las mudanzas conectadas, la sala de interrogatorios se convirtió en una sala de cuidados intensivos donde estaba un Lenard entubado a un respiradero artificial, con un montón de sueros conectados a su cuerpo, y una dosificación de sangre para reponer la que perdió, pero aun inconsciente. ―¿Cómo va la recuperación del paciente? ―pregunto por el intercomunicador a Yurina que se hallaba controlando sus signos vitales. ―Estable― respondió ―si sigue así, podremos despertarlo dentro de un par de días. ―Perfecto. Lenard despertó a los tres días del atentado, sentía todo el cuerpo agarrotado, y entumecido. Intento mover los músculos, pero no tenía fuerzas para mover los brazos. Con mucho esfuerzo logro abrir los ojos y lo primero que vio fue una pared negra frente suyo y un montón de máquinas conectadas a su cuerpo, comenzando por una mascarilla en su rostro que le brindaba oxígeno más un montón de sueros colgados a un costado suyo, llamando su atención uno en particular, que parecía ser sangre. ―“¿Qué me paso?” ―se preguntó intentando en vano rememorar los sucesos pasados. Su cerebro aún se hallaba adormilado como para ponerse a trabajar nuevamente. ―Veo que al fin despiertas― dijo una voz gruesa proveniente de algún lugar en la habitación ―Lenard intento hablar, pero la garganta la sentía seca y rasposa ―ayer te quitamos la sonda de la boca ―dijo la voz al ver el esfuerzo que hacía para tragar. ―Casi te vas al otro mundo, detective ―dijo alguien detrás de él. El francés abrió los ojos en sorpresa al reconocer ese timbre, era la voz de una mujer, una que él recordaba perfectamente porque la escuchaba cada vez en sueños. Su corazón latió con anticipación buscando al portador de esa voz. La máquina que controlaba sus latidos comenzó a pitar rápidamente indicando el estado del joven, a él no le importó, quería verla, ansiaba hacerlo, en un movimiento forzado intento incorporarse, pero un mareo por el esfuerzo realizado lo devolvió a la cama de inmediato debilitándolo. ―¿Donde… dónde estás? ―pregunto con voz rasposa. El dolor de la garganta por el esfuerzo, y la punzante presión en su cabeza lo obligó a recostarse nuevamente y cerrar los ojos. ―¿Me buscabas? ―preguntó ella apareciendo delante suyo con un pasamontañas en la cara. Escondiendo su rostro. Lenard sabía que era ella, no importaba si tenía un pasamontañas o cualquier cosa encima intentando esconderla, su corazón le decía que la mujer delante suyo que lo miraba con ferocidad era la dueña de su corazón y sus pensamientos. Una sonrisa de alivio se formó en sus labios. ―Melina… ―dijo en un suspiro ―, sabía que estabas viva. ―dijo con dificultad, aun le costaba hablar. La sorpresa se formó en el rostro de todos los presentes incluida Melina que lo miró estupefacta, por una corta fracción de tiempo nadie dijo nada, algunos no entendían a lo que se refería, pero otros, específicamente tres personas, sí lo sabían. Cuando el mareo pasó, volvió a enfocarse en ella, que ahora lo miraba con odio puro. ―Melina… ―dijo con un suspiro cargado de alivio y emoción, quiso acercarse a ella, tocarla, pero al primer intento de levantar la mano, descubrió que estaba atado a la cama, completamente inmovilizado. ― ¿Qué es esto? ― pregunto molesto tirando de las cuerdas que lo sujetaban a la cama ― ¡suéltenme! ― demandó. Ian, quien se hallaba observando todo desde el otro lado, dio la orden a Yurina de dormirlo nuevamente. Melina se acercó a él, que detuvo su intento de liberarse al notar su cercanía, volcando toda su atención en ella, momento que aprovecho Yurina para inyectarle un líquido rosa en la intravenosa. ―Aun estas demasiado débil para sernos de alguna utilidad detective ― dijo Melina con tono soberbio ―nos veremos más tarde detective, cuando puedas sernos de alguna utilidad. Por ahora duerme. El medicamento hizo efecto rápidamente, y Lenard a pesar de su resistencia fue perdiendo la conciencia hasta caer dormido. Yurina miró a Melina una vez hubiese comprobado al paciente. ―¿Quién cree que sea esa tal Melina señorita Katniss? ―preguntó curiosa. ―No lo sé, y no nos interesa ― respondió tajante sorprendiéndola ―solo encárgate de mantenerlo vivo. ―Si ―respondió temerosa al ver su reacción. Melina miró sin ver a través del cristal consciente que sus hermanos y su abuelo vieron y escucharon lo mismo que ella. Continuara…
Gracias por el aviso, esto capítulo estuvo tan increíble como los demás. Por alguna extraña razón, me dio risa la parte en la que lo revivieron con una batería de automóvil, eso de que su cuerpo saltará con todas las heridas debió haber sido gracioso y doloroso, también la parte en la que intentaron quitarle la camisa me dio un escalofríos por todo mi cuerpo que casi grito de dolor también (lo sé estoy loca CX). Que lindo que el siga pensando en ella como un adolescente enamorado pero que pena también porque Ian lo torturará (no como el negro feo ese) si no psicologicamente por haber arruinado sus planes tan perfectos y Mel solo se dedicará a estar molesta con él por haber descubierto su verdadera identidad y seguir llamándola con ese nombre (que ahora parece maldito). Me dio pena cuando el se alegró de verla con vida (y que la maquinita adelantara sus niveles de palpitación) y ella solo se limitó a ordenar que lo durmieran, pobre de él en verdad que va a sufrir mucho ahí (yo que él no me despierto) Ojala puedas avisarme de nuevo, esperaré pacientemente. Hasta la proxima ^^
Vaya que si me has dejado una gran tarea. Me he leído todos los capítulos. Fue un gusto enorme, ya que soy muy aficionada a los longs fics :D Gracias por tu invitación. No sabía que había uno tan bueno en el foro. Me has hecho reir y mucho, intrigarme, sudar, morderme las uñas y ese molesto gusanito de seguir leyendo creció. No pude despegarme hasta haber acabado de leer :D Este capítulo estuvo genial. eres muy ingenioso al narrar las situaciones chuscas, pero jamás le pierdes el hilo al drama. :D Mi personaje favorito es Mel, uno por que es muy paciente y otro por que tiene toda la razón de molestarse. Estuve tan entretenida que no me fije si había faltas de ortografía o gramaticales. Avisame en cuanto subas el próximo capítulo, te has ganado a una fan :D
Me pierdo unos meses y me descubro con toda una obra literaria, muchas felicidades Mel, de verdad que tienes un gran talento y no pierdes el hilo de nada... un placer como siempre leerte y gracias por tenerme paciencia para darte mis comentarios.
Wah, se me olvidaba que tenía que comentar esto XD Ammm, ha sí, me dio risa la actitud de Ian. Jojojo, con el orgullo herido al saber que Lenard podría volverse un muy buen contrincante en cuanto a planes estratégico se refiere. Interesante. Insisto en que ese francés es un caso. Seré mala también, pero me gustó lo de los toques eléctricos de la camioneta para revivirlo XD Ay, no es que más irónico esto no puede ser. En verdad que necesitarla con tanta urgenica de, vale, llevarlo a la cámara de interrogación, pero casi recontruída a una de hospital para mantenerlo vivo es el colmo XD Con razón Ian y Mel no se terminana de tragar a este fuerte personaje. Kato, ammm, siento que Kato está más interesado en conquistar a Yurina, aunque quizás no sea nada así se lleven. Mah, todo Cerberos continúa gustándome. Espero ansiosa el siguiente capítulo. A Lenard todavía le falta por sufrir y quiero estar en primera fila para apreciarlo muajaja. Sí, soy cruel. Sin más que añadir, me despido deseándote bien. Hasta otra.
Wow, la verdad si hubiera estado ahí y viera que le dicen a Mel-Katniss Melina me hubiera quedado con cara de : el detective esta loco...y pobre Lenard, todo muerto y digno de consideración y Mel sólo lo ignora a pesar de sus repetidas declaraciones ¿Que no se da cuenta que el pobre sufre ? Aunque por otra parte, a Lenard le gustan los reto y Mel sin duda es uno...aunque lo vea como amenaza potencial por saber su nombre...excelente capi Milmel, acuerdate de invitar|al siguiente, sayito XD