Romántico Enamorandose del Demonio [Terminado]

Tema en 'Novelas Terminadas' iniciado por Milmel, 17 Mayo 2011.

  1.  
    Syel

    Syel Extraña

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    Primero \(^.^)/
    ¿Qué decir? Me has dejado con el ojo cuadrado, no puedo creer que tanto Kay como Mel creyeran que estaban muertos mutuamente: en parte los comprendo ya que con Kay encontraron al cachorro y el cuerpo; con Mel, encontraron su cadena y su sangre; aun así... ¿cómo creyó que estaba muerta sin encontrar sus restos? Ok, la buscó pero, ¿no pensó que al igual que él había cambiado todo de ella? Como escribió en la nota: "No cantes victoria hasta ver mi cadáver "
    Dejando eso de lado... Es increíble que aún Mel siga siendo su debilidad, incluso después de "muerta", es decir con solo los recuerdos se desploma totalmente, hasta el punto de tener que respirar aire fresco. Además esta eso de que vio a la "pelirroja" y la recordó a ella, sabía que eran diferentes. Él mismo lo mencionó: Mel era luz e inocencia... Esa mujer era peligro y oscuridad, pero aún así no dejo de relacionarlas y volver a sentir celos de Lenard, un francés que conocía solo de vista.
    ¿Y él? Fue grandioso como logró recuperar todo en un tiempo, como si nada hubiera pasado... Lo único que le falta es volver a tener a su lado a Mel, ¿verdad? Espero que lo logre, lo siento por Lenard pero no puedo dejar atrás a Kay. Aunque, es probable que no pase ya que si quiere crecer tendrá que casarse con Dorothy y olvidar a Melina... Todo por el poder y la venganza *suspira* Que desperdicio...

    Lo último hizo que en mi cabeza sonará el "clic" de la unión del rompecabezas... El que rescató a Mel fue Zafrán, recuerdo que él tenía los ojos azules y además la llamó: "mi señora", es obvio que ya sabe quien es... su verdadera identidad.
    Me preguntó que sucederá después de esto, cuando le diga que sobrevivieron y están buscando venganza, cuando la lleve ante Kay y este descubra que su Melina sigue viva pero que es diferente, que él se va a casar con Dorothy solo por conveniencia, que el francés esta detrás de ella y que detrás de estos esta el ruso. Toda una revolución se acerca.
    Me explayé demasiado pero no pude evitarlo ^^'
    Excelente narración y pocos detalles que no valen la pena mencionar.
    Sin más nos leemos ^^.
     
    Última edición: 12 Diciembre 2014
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    Borealis Spiral

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    Ah. qué capítulo tan intenso y Syel vuelve a quitarme las palabras xD (Por cierto, Syel, si te llega una alerta de "no me gusta" en tu comentario, ignórala, error de mano ._.). Sin embargo, está bien porque ella dedujo algo importantísimo que no había detallado yo, y fue eso de que en realidad Zafrán rescató a Melina, no Kay, y es verdad; tuve que releer la parte final del otro capítulo después de enterarme que él Áscar perdieron contacto, pero sí, tiene razón y me quedo en paz.

    Kay, no sabes cómo me emociona leer de él; supongo que al final sí lo quiero demasiado, rayos. Imaginarlo luchar con salvajismo por salir de la cama en la que quedó postrado fue épico xD Tan él, sin duda; manteniendo el deseo de cobrar venganza en nombre de todo lo que perdió, en nombre de Mel a quien cree muerta. Una razón de vivir que comparte con ella misma; tenía que suceder que sus caminos se cruzaran de nuevo y vaya, Kay ha vendido técnicamente su alma con tal de conseguir su objetivo. Mira que aceptar los términos de los Sho, pero bueno, es él. Ansío el momento en que se reencuentren de manera más "tranquila" Kay y Mel. ¿Será el amor de él tan grande como para aceptar que su Melina no es más la chica inocente, rebelde e iluminadora que solía ser? ¿Será el amor de ella tan grande como para, cielo, aceptar al menos que está vivo? Claro que por ahora simplemente ella es para Kay una mujer cualquiera... o no tan cualquiera, pues le recuerda quiera o no, a su amada xD

    Espero ansiosa la continuación, pues ya todos están relacionados con todos y esa lucha que se avecina, uy, emoción pura. Además, sigo intrigada por eso de los clanes. Habŕa que ver. Me despido por ahora y nos estamos leyendo. Te cuidas mucho.

    Hasta otra.
     
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    Milmel

    Milmel Con un sueño en el pecho que pronto florecerá

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    Gracias @Syel , @Borealis Spiral , ustedes mis lectores mas allegados siempre... :')
    perdon por no hacer spam, jejeje, lo subí a la pacotilla
    y asumí que no subió, pero me regreso y sip, aparece que salio bien publicado jejejeje
    este cap me trajo nostalgia al escribirlo, y a ver que tal salen los siguientes, que sinceramente, aun no tengo idea de como irá...
     
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  4.  
    Milmel

    Milmel Con un sueño en el pecho que pronto florecerá

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    Título:
    Enamorandose del Demonio [Terminado]
    Clasificación:
    Para todas las edades
    Género:
    Romance/Amor
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    68
     
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    Cap 63: A contra reloj

    La ansiedad corría por sus venas, había recorrido cuanto lugar pudo por ese inmenso mar verde, pero no podía perderlos de vista ¿Por qué buscaban a su señora?

    Al cabo de un par de minutos dejó de sentir ruidos siguiéndolo. ¿Los había perdido? Sabía a ciencia cierta que esa no era su gran noche. Y que quizá la suerte no estaría de su lado, y como si sus temores fueran fundados un par de ramas a sus laterales le dieron la tan mala noticia que no quería saber.

    Estaban rodeados.

    Una daga lanzada de la nada rozó su brazo derecho logrando casi derribarlo del árbol al cual estaba arrimado. Estaban en peligro. Nunca antes le importó enfrentarse ante una multitud, siempre lo hizo con la seguridad y el aplomo del cual era poseedor. Pero esta noche en particular, llevaba consigo un plus muy particular.

    No estaba solo.

    Su señora yacía en sus brazos, inconsciente, gravemente herida y necesitaba ser urgentemente atendida si quería que siga con vida. Lo que menos tenía en esos momentos era tiempo, y lo que más le urgía era eso mismo… tiempo.

    Debía salir de allí con urgencia, no había tiempo de pelear. Con desesperación intentó escapar nuevamente, pero un ninja del clan de la cobra se interpuso en su camino, cortándole el paso. No le quedaba de otra, debía enfrentarlos.

    Con la agilidad de un lince Zafrán saltó de la rama para caer suavemente al suelo. Con mucho cuidado pero sin quitar la vista de su oponente colocó a su señora en el suelo. Y la apoyó a la rama del mismo árbol.

    Ya libres sus brazos. Se puso en posición de ataque, ambos se miraban fijamente, estudiando los movimientos del otro, buscando un punto donde atacar, ni un ruido, ni un soplo de aire corría entre ambos. Parecían un par de panteras esperando el más mínimo movimiento de su oponente para lanzarse al ataque. Podrían seguir así por horas, fueron entrenados para eso. Pero un quejido proveniente del árbol donde estaba su señora le recordó que no tenía el tiempo del mundo.

    Arriesgando el todo por el todo, corrió contra él, dando el primer paso y lanzándose al ataque.

    Su señora lo requería, lo necesitaba, y él no la decepcionaría. No una segunda vez.

    Aún le pesaba en el alma haberla dejado ir ese día, haberla abandonado cuando más lo necesitaba, cuando entre sollozos le rogó que la acompañara y no haberlo hecho. Pero ahora sería distinto, ahora que la había vuelto a encontrar no le fallaría.

    No ahora.

    No después de tanto tiempo sin saber de ella, de sufrir silenciosamente su ausencia, de derramar lágrimas internas por su perdida. Al fin, después de tanto tiempo lograba la liberación de la verdad, una verdad que le gritaba su corazón cuando le decía que ella no estaba muerta.

    Todos habían perdido la esperanza, incluso su señor, pero él no, él la mantuvo viva y esperanzadoramente oculta en su corazón, sabía que la volvería a encontrar. Lo soñaba, lo ansiaba, y sus plegarias fueron escuchadas.

    Ahora que la sabía viva, no la perdería. Daría su vida si fuera necesario para mantenerla a salvo. Pero para saberla a salvo, no podía morir, no sin antes ponerla a salvo.

    Con la desesperación, las nuevas fuerzas y la nueva adrenalina corriendo por sus venas, atacó con todo. Su oponente no se esperaba tal ataque, tal mordacidad y tal ferocidad. Luchaba como fiera herida, como alma furiosa y desesperada. Atacó con todo, lanzó sus ataques más letales y mordaces. Por un momento dejó de ser Zafrán para convertirse en Áscar al cien por ciento.

    Dejó la piedad de la cual casi siempre fue característico y se convirtió en la muerte misma, no preguntó, solo atacó y asesinó.

    —"Uno menos” — pensó.

    Y siguió así hasta acabar con los otros tres que para fortuna suya, no eran tan diestros como el primero. Pero no había salido tan ileso como esperaba, estaba herido, lo habían lastimado, pero no importaba, no había tiempo para nada. Así que sin darse un solo respiro de descanso, corrió al lado de su señora y cargándola nuevamente corrió lo más que pudo. Los demás podían estar cerca, no había tiempo que perder.

    Fue saltando de rama en rama, buscando poner la mayor distancia que pudiera entre ellos y sus perseguidores, necesitaba ponerla a salvo. Pero para ello debía salir de ese enorme mar verde. Estaba seguro que no faltaba mucho para salir, habían recorrido gran distancia.

    Y como si fuera el indicador de una bomba de tiempo la humedad en su pecho le gritaba que corriera aún más rápido. Su señora seguía perdiendo sangre y en grandes cantidades, estaba más pálida que la luna y eso comenzaba a espantarlo.

    La estaba perdiendo.

    Ayuda.

    Necesitaba ayuda urgente, y la necesitaba ¡YA!

    Y como si el cielo escuchara sus plegarias, una muy vaga iluminación entre las hojas llamó su atención. Un pequeño letrero medio escondido entre los arboles lo guió hacia allá. Estaba por fin nuevamente cerca de la civilización. Con mucho esfuerzo logró enfocar a la distancia el letrero.

    «Riberto Fortini – médico… »

    No leyó las demás palabras que había posterior a eso, no le importaban, eso era lo que necesitaba. Corrió como alma que lleva el diablo, y sin soltar a su señora, saltó al segundo piso donde por una ventana semiabierta pudo descubrir movimiento. Un hombre un tanto mayor estaba quitándose una bata blanca para sentarse frente a una mesilla a servirse lo que le pareció una hamburguesa muy mal elaborada.

    Sin importarle nada ni pedirle permiso. Zafrán se internó dentro de la habitación cerrando la ventana tras suyo dándole un susto de muerte al doctor.

    — ¡¿Pero quién demonios eres y que haces aquí?! —preguntó alarmado el anciano.

    Zafrán lo ignoro completamente y viendo una cama coloco a Melina con mucho cuidado allí.

    — ¡¿Pero qué haces?!

    Zafrán lo ignoró y dirigiéndose a él lo tomo por la solapa y lo arrastró hasta la cama.

    —Está herida, ¡Atiéndela!

    — ¡¿Qué?! —Preguntó el doctor alarmado intentando recordar donde quedaba el norte — ¡¿estás loco?!

    Zafrán no perdió tiempo, sacó su daga y la presionó contra su garganta.

    — Si no quieres hallar tu propia muerte en mis manos, la salvarás. —dijo en un tono tan frío que heló la sangre del pobre médico.

    — No puedo hacerlo —dijo en un último intento —soy un medico partero, atiendo partos, traigo niños al mundo, ¡no salvo vidas!

    Zafrán lo ignoró y comenzó a quitar el abrigo de Melina con mucho cuidado para descubrir la herida. Se espantó al máximo, su corazón latió con fuerza al ver la cantidad de sangre que rodeaba la herida, y el terrible color pálido que la rodeaba.

    Parecía como si la muerte estuviera rodeando a la joven, y su apariencia antes jovial, lozana y hermosa, parecía irse perdiendo con cada segundo que pasaba.

    —Si no quieres morir —dijo mirándolo por lo bajo —la salvarás —completó.

    El doctor sintió sus piernas convertirse en gelatina pura, y si no hubiera estado apoyado a su mesilla de noche habría colapsado en ese preciso momento. Zafrán no estaba de bromas, sus ojos no mentían, su mirada desplegaban fuego, furia, y la promesa de una dolorosa muerte si no cumplía con lo que le pedía.

    Debía salvarla, si es que quería ver otro día amanecer.

    Con mucho temor y evitando al máximo acercarse al joven, el doctor se acercó a la joven que ahora yacía en su cama inconsciente. Con las manos temblorosas terminó de quitar el abrigo, palideciendo casi al instante al ver la herida.

    Tenía un trozo de algo atravesando el hombro, y habría que dar gracias al cielo de que no haya muerto hasta ahora.

    —¿Cu-cuan-to… ti-tiempo lle-lleva la jo-joven a-así? —preguntó el medico temblando como una hoja.

    Zafrán lo meditó por unos segundos, no sabía la respuesta. En sus brazos debió estar cerca de veinte a treinta minutos, lo cual era mucho, no tenía idea de cuánto estuvo con ese extranjero, pero ya comenzó a preocuparse mucho más aún.

    —No lo sé con exactitud, —dijo sinceramente —pero asumo que más de dos horas.

    —E-eso es mu-mucho tiemp-po —respondió.

    — Deberás salvarla si no quieres que me deshaga de ti por inútil y por hacerme perder el tiempo que no tengo—amenazó.

    — ¡Soy partero! —Exclamó casi histérico— ¡no sé si pueda atenderla como se debe! —Los ojos de Zafrán brillaron con furia —pero al menos podré darle los primeros auxilios —respondió rápidamente.

    —Entonces no pierdas más tiempo— concluyó acomodándose en una esquina lejos de ellos para no ponerlo más nervioso.

    El doctor soltó un suspiro resignado, ese día no podría haber salido peor. Lo supo desde que recibió en su consultorio la demanda de esa mujer. Una demanda que muy a su parecer era injustificada. La mujer llegó a su consultorio con un parto muy riesgoso, estaba embarazada de trillizos esta vez, la anterior fue de gemelos. ¿Hace cuánto la había atendido? ¡No era más de un par de años! ¡O incluso menos! ¿Es que no conocía lo que eran los preservativos? ¿Anticonceptivos? ¡¿Algo para evitar el embarazo?!

    La mujer era una prostituta y drogadicta. Adicta hasta decir basta. ¡Se suponía que ella mejor que nadie debería saber cómo cuidarse!

    Él había atendido el parto como siempre lo hacía en esos casos aceptando de sus pacientes lo poco que podían pagar por sus servicios. Ya sea en efectivo, o en bienes materiales que después el vendería en el mercado negro.

    Se había rebajado hasta ese punto para poder sobrevivir. Su mujer lo había abandonado de la manera clásica, engañándolo con su mejor amigo, colega y socio en una pequeña clínica que abrieron y lo peor del caso es que se quedaron con todo dejándolo como se diría vulgarmente, en la cochina calle.

    Al verse de tan mala suerte, buscó el hueco más oscuro para descargar sus penas, durante mucho tiempo había dormido bajo los puentes, ido a hogares de acogida, y fue allí donde había vuelto a ver cómo sobrevivir en ese salvaje mundo al ayudar a una mujer de la calle a traer a su hijo al mundo. La mujer agradecida le pagó con lo que tenía. De allí que se hizo conocido en ese bajo mundo. No era el único, había muchos como él, en mejor o peor situación. Pero había.

    Los parteros de su clase también eran aquellos a los cuales mujeres de muy alta categoría y de distintas partes del mundo buscaban. Aquellas mujeres o parejas que no podían concebir y que deseaban cumplir su sueño de paternidad.

    Al ser partero era fácil para él hacerse con alguno de los muchos niños que traía al mundo. Las madres que tenían más de uno, que no podían criar, o que simplemente no querían tener. Aunque también estaban los casos en que las mujeres estaban tan drogadas que no sabían siquiera que estaban embarazadas.

    Sí, es verdad ha habido casos de drogadictas que llegaban en tal estado de falta de lucidez que pensaban que tenían un malestar estomacal, un muy raro malestar que les hinchaba el estómago por muchos meses. O eran traídos por sus compañeros de juerga para hacerse con el infante y venderlo a personas desesperadas por un niño.

    El caso de esta mujer que osaba demandarlo no era distinto, pero a diferencia de los anteriores, ella sí sabía que estaba embarazada, y sabía que en su vientre no tenía un solo infante, la ecografía que él mismo había realizado revelaba a tres criaturas en su interior. Pero él le había indicado la existencia de simplemente dos.

    El parto había resultado simple, por el tamaño del vientre tuvo que practicarle una cesárea, y antes que la misma madre despertara de la anestesia, los nuevos padres se llevaron al recién nacido infante. Un par de noruegos de buena apariencia que estaba seguro le daría una buena vida al pequeño. Antes de vender un infante siempre se aseguraba que los padres sean buenos y que realmente quieran al niño. Esa era una leve manera de limpiar su conciencia al traficar con niños. Solo era necesaria una venta más, y tendría el dinero suficiente para salir de allí y comenzar otra vida en otra ciudad, comenzando nuevamente desde cero.

    Pero el plan no había salido como él lo esperaba. La mujer se había realizado una ecografía en otro lugar, y al parecer, ella pensaba de la misma manera que él. Porque de los gemelos que habían nacido previos a estos no había rastro, era de suponerse que los había vendido. Y ahora que esperaba tres, al parecer ya los habría vendido mientras estaban en el vientre.

    Los desesperados ricos padres de esa criatura ya vendida habían presentado la demanda, alegando que fue vientre en alquiler y que ella había llegado al consultorio del doctor en un caso desesperado al no poder acceder a un hospital por falta de tiempo. Una mentira muy burda a su parecer. Pero en ese mundo siempre tiene razón el que más dinero posee. Y lastimosamente el doctor no era uno de ellos.

    Estaba más que perdido, era obvio que lo meterían a la cárcel por tráfico de infantes, era solo cuestión de tiempo. Y si los abogados indagaban un poco más encontrarían su muy negro historial de muertes de muy variada categoría en los últimos años que le duró el título de médico pediatra.

    Él sabía que era un boicot de su ex-mujer y su ex-amigo y colega para quedarse con la clínica. Y lo habían logrado. Aunque no tenía como probarlo. Esos días negros, todo había estado en su contra, pero había logrado sobrevivir, entre las sombras, pero lo logró. Salió vivo de ese infierno para caer nuevamente en el ojo de la tormenta.

    Había pensado que ese día no pudo haber sido peor hasta que apareció ese joven en su habitación, ordenando que devuelva a la vida a una joven que prácticamente tenía un pie en el cementerio.

    ¿Había pasado situaciones semejantes alguna vez? Después de pensarlo unos segundos, concluyó que siempre había una primera vez.

    Y si es que quería realmente ver otro día amanecer debía hacer lo que el joven le pedía. Aunque… ¿realmente valía la pena vivir otro día más? Irónicamente le temía más a la muerte que a la vida misma.

    Resignado a su suerte soltó un largo suspiro y con aire cansado se volvió a acomodar las gafas que en algún momento cayeron de sus ojos.

    —Necesito llevarla abajo, —dijo casi en un susurro —aquí no tengo nada. Abajo en el consultorio tengo algunas cosas que nos serán de ayuda.

    —Bien —dijo y sin preguntarle nada volvió a cargarla en brazos para llevarla donde el pobre doctor los dirigía.

    Zafrán sabía de sobra que un partero no sería un gran maestro en el arte, pero por ahora era su única esperanza. Sus propios conocimientos eran insuficientes y realmente se sintió un inútil. Sabía suturar, detener hemorragias, pero una herida como la de su señora estaba fuera de su alcance.

    Con el corazón latiéndole a mil llevo a su señora escaleras abajo sin despegar la vista de ella. Se veía tan frágil, tan débil, tan… delicada. Parecía un pajarillo herido, estaba tan cambiada, pero aun pese a eso, era ella, su señora, la dueña de su vida y su destino. Tuvo que reprimir las enormes ganas de apretarla más contra su pecho.

    — Colóquela sobre la camilla —indicó el partero con aire cansino sacándolo de sus cavilaciones.

    Ante la mirada escrutadora de Zafrán, el doctor revisó todas las cajas que tenía en su pobre consultorio encontrando por la gracia del cielo los instrumentos necesarios para aquella labor. No sería una cirugía fácil, solo rogaba al cielo que los nervios no lo traicionaran en el momento menos indicado. Comprendía el peso que llevaba sobre sus hombros.

    La salvaba o ambos morían, ese era un hecho más que claro para el doctor.

    Miró de reojo al joven guardián el cual no despegó ni por un instante los ojos de la muchacha. Parecía alguien salido de alguna película de acción. Ese físico de deportista, esa aura de peligro y su intrigante vestimenta negra que solo permitía ver sus expresivos ojos, lo hacían sentir dentro del set de algún film asiático.

    Aun no comprendía como fue que la dama terminó en ese estado, tampoco tenía muy en claro el papel del joven guardián pero tampoco tenía tiempo para preguntar. Intentando concentrarse lo más que pudo, comenzó su labor.

    Le colocó un par de sueros y una bolsa de sangre que encontró en su pequeña nevera colgados de su muy precaria camilla. Todo en aquel lugar le generaban a Zafrán una desconfianza única, pero no había otro lugar como ese y su señora necesitaba socorro inmediato.

    Con todo instalado como debía y la conciencia clara y cierta de salvar a la joven, el doctor sabía que no podría hacerlo solo, habían varios aspectos que necesitaban asistencia, la cuestión era… ¡¿Cómo pedirla sin terminar atravesado?!

    Al notar la indecisión del partero Zafrán habló.

    — ¿Qué sucede? —preguntó en la espalda del médico dándole un susto de muerte.

    —Necesitaré de… su ayuda —dijo al fin tras dudarlo un segundo.

    — ¿Qué necesitas que haga? —preguntó sin un ápice de duda colocándose a su costado.

    Fue la hora más larga que vivió en toda su carrera como médico, y no es que fuera la cirugía más extensa. Sino que fue el estrés más grande de saber que la salvaba o ambos podían estar dándose saludos en el más allá. Cuando hubo terminado de cerrar la herida y suturar los últimos puntos, fue cuando pudo volver a respirar con normalidad. Vio con alivio como el pulso de la joven se había estabilizado, estaba débil, pero viva.

    Lo había logrado.

    Agradeciendo a todos los cielos, fue con prisa a su nevera, donde burdamente mezclado entre sus carnes en conserva y demás verduras estaba la sangre que debía reponer al desgastado cuerpo de la joven, pero comprobó con espanto que sus reservas estaban en cero. Su corazón dejó de latir y el color se le fue al rostro.

    ¡¿De dónde demonios conseguiría sangre a esas horas sin levantar sospechas?! ¡Ya bastante difícil era encontrarlo en horarios de oficina!

    — ¿Qué pasa? —preguntó Zafrán al ver la palidez del partero cuando abrió uno de los refrigeradores que había en aquella pequeña sala improvisada.

    —No… no tengo sangre, —dijo con espanto —la… dama necesita al menos un par de litros para recuperarse, ha perdido mucho, su pulso está bajo, y si no le ponemos sangre ahora mismo… —decía el medico atorándose con sus propias palabras completamente nervioso.

    —Aquí tienes la sangre que necesitas —dijo levantando su manga —Ahora date prisa —ordenó mirando nuevamente a su señora.

    El partero lo miró intrigado, en los ojos del joven se podía observar toda la devoción que sentía hacia la joven. ¿Sería su amada? ¿Su hermana? ¿Algún pariente? No lo sabría decir. Pero sin preguntar más se acercó al joven y usando un viejo aparatejo que tenía comenzó la transfusión directa. De Zafrán a Melina.

    —Avíseme cuando se comience a sentir débil que es cuando debemos parar.

    —¡Empiece ya! —Ordenó ansioso — ¡cada segundo que pasa mi señora se debilita!

    “¿Mi señora?”

    Sin dar tiempo a más el partero comenzó la trasfusión. La sensación de la sangre extraída de su cuerpo se sentía rara. Zafrán sentía como su vitalidad le iba siento robada, se sentía mareado, la visión fue volviéndose borrosa, pero aun así no decía nada, fue el médico que tuvo que detener la transfusión al ver lo débil que se encontraba.

    —Es suficiente —dijo el partero.

    —¡No! —Reclamó con voz débil — Aún puedo darle más ¡siga!

    La devoción de Zafrán hacia Melina enterneció al doctor.

    —Puedo ver claramente como la joven es la joya para usted, tenga por sentado que lo que dio ya es suficiente, y si la quiere tanto, mantenga la fuerza que le queda para sacarla de aquí cuando sea el momento —completó con vehemencia.

    Zafrán no pudo escuchar nada más, la vista se le volvió borrosa y perdió el conocimiento.

    El partero miro a los que ahora podría considerar sus pacientes, una joven dama que ya tenía algo más de color, y un extraño joven que podría asumir como un guardián, ambos inconscientes, ambos débiles, ambos ahora… a su merced.

    ¿Qué es lo que debía hacer?

    Sí.

    Quizá lo más conveniente sería llamar a la policía. Decidido subió nuevamente a su habitación y tomando el teléfono fue marcando el número indicado.

    Continuara…
     
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    Sheccid

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    ¡No! ¡Qué no se atreva a llamar al doctor! Aunque debo admitir que fue interesante la historia del médico partero. Uff, esto mejora cada vez más. No vi faltas de ortografía y me emocionó la llegada de Zafrán n.n
    Tarde pero segura continuaré leyendo, así que sígueme avisando.
     
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    Syel

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    ¡Hola!
    Ya estoy aquí :3
    Primero, faltas de ortografía... no noté muchas, narración buena, coherencia excelente y fluidez mucho más.
    Ahora, pasando a lo interesante... ¡No puedo creer que Zafrán haya aguantado tanto! Ir corriendo entre los árboles con Mel en los brazos y luego tener que luchar contra los infelices que los perseguían, más que eso atravesar la ventana junto con ella, es decir, ¿de dónde salió este chico? Bueno, también hay que darle sus méritos a Mel ya que aguanto sin mucha sangre algo de tiempo. De hecho esa parte en la que el médico le pregunta cuánto tiempo lleva así, me dio mucha risa, me imaginé la cara de Zafrán con cara de "Oh, oh" xD.
    También como reaccionó el doctor, ¿quién no pasaría por lo mismo? Tu estas tranquilo, a punto de comer y ¡Pum! Llega un sujeto con cara de malo y una mujer desangrándose en sus brazos y te exige que la cures o morirás... Que común ;-; Ese doctor necesita una limpia, tanta mala suerte en un sujeto no es normal, su vida ha sido un desastre casi casi desde que nació.
    Dejando eso de lado, me alegró que él pudiera curarla (sabiendo que era partero) y ojalá que Mel recupere el sentido antes de que la policía llegue, aunque, sinceramente no creo que esos policías puedan hacer algo, Zafrán y Mel son armas de asesinato, así que personas normales como la "Policías" no pueden hacerles nada, es por eso que no me preocupo mucho ^.^
    Cada vez más interesante, gracias por el aviso.
    Nos leemos ^^.
     
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    Borealis Spiral

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    Lamento mucho, mucho, mucho, mucho la tardanza en comentar, pero he llegado y lo bueno es que esta historia no se va a ningún lado, jejeje.

    Un buen capítulo, me tenía al borde de la silla, comeiéndome las uñas en cuanto a si Mel conseguiría salvarse o no, o si Zafrán conseguiría llegar a tiempo a un hospital o clínica o algo, y mira llegó, aunque no exactamente con el especialista que necesitaba. Eso me preocupó también, pues que el médico fuera partero lo limitaba mucho en conocimientos, habilidades y utensilios para salvar a alguien de tan mortal herida que además ya estaba medio morbundo por la pérdida de tanta sangre. Eso sí, la angustía de Zafrán fue más clara que el agua y me llegó a mí de una forma asombrosa; mira que hasta tal grado su preocupación por su señora que se despojó de ese atisbo de humanidad que siempre lo caracterizaba para convertise completamente en su hermano Áscar en cuanto a volverse una máquina de matar. Awww, yo queiro un guardián así de leal que de su vida por mí. ¿Dónde los venden? xD

    En cuanto a la historia del partero, me pareció interesante aunque ciertamente maldita o.o Pobre diablo este hombre; pero eso pasa cuando se trabaja para esos bajos mundos, ¿no? Y para rematar su desgracias, llega este matón amenzándolo con exterminar su vida si Mel muere ._. Sólo espero que no se le ocurra llamar a la policía en verdad porque entonces sí Zafrán lo hará pedacitos, jajaja. Espero el próximo capítulo con ansias, pues no veo las ganas de ver qué más pasa con estos dos, con Lenard que quedó maltrecho el pobre también y claro, por saber qué onda con Kay. Y nada más, por el momento me despido deseándote lo mejor del mundo. Te me cuidas mucho.

    Hasta otra.
     
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    Milmel

    Milmel Con un sueño en el pecho que pronto florecerá

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    2819
    Hola gente!!
    Sé que me perdí increiblemente un monton. Pero aqui les vengo a dejar un capi ni tan nuevo, pero si retrasado en publicacion. Para los que aun se acuerdan de que iba el cuento u_u


    Cap 64: A mano


    Cuando estaba por completar el último digito de la policía, colgó el teléfono. Era un hecho que en más problemas no podía estar metido. Pero quizá podría sacarle provecho a la situación. Quizá, y solo quizá, podría sobornar a ambos jóvenes y salir bien parado de la situación, o por lo menos vivo.

    Regresó sobre sus pasos, vio en su consultorio a la dama en la camilla, y al debilitado guardián en una muy incómoda posición en la silla que había colocado al lado de la dama. No supo cómo, no supo por qué, ni siquiera supo en que momento. Pero Riberto Fortini estaba allí al lado del joven acomodándolo mejor en el sillón para que su cabeza pudiera descansar de una manera decente evitando así una contractura o quizá una migraña tremenda si llegaba a despertar en la posición anterior.

    Era imposible negarlo, llevaba su profesión en las venas, si alguien necesitaba su ayuda, siempre lo haría, era su vida, su profesión. Pero lastimosamente era algo que le estaban quitando de por vida.

    Era un hecho entero que terminaría tras las rejas. Y nuevamente la idea loca rondó su mente. Si quizá… si simplemente quizá…

    Decidido a arriesgarlo el todo por el todo, regresó por sobre sus pasos, sabía lo que tenía que hacer y si quizá lo lograba estaría salvado. Debía jugar bien sus cartas, debía ver cómo hacer las cosas, pero debía ser sumamente precavido.

    Al cabo de lo que a Zafrán le parecieron unos cortos minutos, volvió a abrir los ojos, sentía una leve pesadez en la cabeza, pero después de eso nada. Lo primero que sus ojos buscaron con ansiedad fue a su señora. Recorrió con ansiosa mirada todo el recinto, encontrando en una camilla no muy lejos a su señora que aun dormía conectada a un par de sueros y una bolsa de sangre.

    Cuando intentó incorporarse para acercarse a ella, sintió un pequeño pinchazo en el antebrazo, y al bajar la vista pudo observar otro par de sueros ingresando en sus venas. Inquieto y ansioso intentó deshacerse de ellos, pero las palabras del médico frenaron sus movimientos.

    —No le recomiendo hacerlo —dijo con voz segura. Zafrán lo miró con desconfianza —ha perdido usted mucha sangre. No puedo conseguir la sangre necesaria para ambos, apenas y si pude conseguir un pequeño paquete esta mañana para la dama pero nada más. Usted deberá reponer energías simplemente con sueros. —Zafrán volvió a mirarlo con recelo —son efectivos, pero de igual manera deberá reposar al menos otro día más.

    — ¿Otro día más? —preguntó Zafrán sumamente intrigado.

    —Usted también sufrió graves heridas joven —aseguró acercándose a Zafrán con una bandeja llena de implementos médicos —déjeme cambiarle los vendajes.

    Intrigado Zafrán bajo la vista a su propia figura, le habían quitado toda la parte superior de la ropa, incluyendo aquella que cubría su rostro. Ahora sus rubios cabellos caían libremente por su rostro acariciando sus hombros. Había olvidado que tan largo lo tenía. Mirando su pecho vio en uno de sus costados una venda que le cubría gran parte del torso. Y muchos otros parches pequeños alrededor de su pecho y brazos.

    —No le preguntaré como fue que se hizo eso. Pero si le diré que logré curarlos todos. ¡Fue una locura dar su sangre en la situación en la que se encontraba! —dijo el médico. Zafrán no respondió. —aun me sorprende su resistencia para poder realizar una transfusión con semejantes heridas en el cuerpo.

    —No tenía opción —respondió sin ningún atisbo de emoción. Y era verdad, era ella o simplemente ella.

    Dejo que el médico lo atendiera y limpiara sus nuevas heridas que de seguro dejarían nuevas cicatrices. Pero no le importó, menos ahora que sabía que esas eran pruebas de que había dado todo para ponerla a salvo y que esta vez sí lo consiguió.

    No pasó desapercibido para el doctor la mirada perdida de Zafrán hacia la camilla de Melina. Su rostro ahora sin ningún tipo de tapadura mostraba su completo semblante, allí se podía observar su completa devoción, no había otra manera de describirlo más que esa. Una vez hubo terminado le ofreció una camiseta blanca a la cual nuestro guardián miró intrigado.

    —No creo que quieras andar con tu ropa toda llena de sangre por todos lados —dijo —me disculpo contigo, pero me tomé la libertad de lavar tu ropa. Los pantalones que llevas puesto son míos, de mis años de juventud, aunque puedo ver que en estatura yo era mucho más corto de piernas que tú. —sonrió con melancolía.

    Zafrán miro su vestimenta, no dijo más, sabía que se veía ridículo con esos extraños pantalones cortos, pero era eso, andar oliendo a sangre o peor, andar desnudo por toda la ciudad llamando la atención donde menos los necesitaba.

    Agradecido por el gesto del doctor, se incorporó con cuidado y arrastrando su silla se acercó a su señora. Una alegría inmensa lleno su pecho, lo había logrado, la había salvado, sus suplicas y ruegos fueron escuchados. Su señora estaba con vida, y ahora estaba a su lado. Después de tanto tiempo, al fin la sabía con vida. Sin poder evitarlo más, Zafrán tomo la mano libre de su señora, y en una reverencia la besó con vehemencia, llenando cada resquicio de su ser con ese extraño aroma a rosas que ella poseía.

    —Gracias a los dioses —susurró —gracias.

    El medico observaba desde la distancia, y la pregunta no dejaba de rondar su cabeza ¿Qué relación tenía con la joven? ¿Quién era ella para él?

    La curiosidad pudo más, y con mucho cuidado a modo de revisar el pulso de la dama se acercó a la joven pareja.

    —Veo que la dama es muy importante para usted. ¿Puedo asumir que es su novia?

    El color carmesí mezclado con el pálido de la luna dejó mucho más intrigado al doctor. Quizá toco un tema que no debía, pero la curiosidad pudo más con él.

    —No —respondió tajante —yo soy simplemente un sirviente. Ella es la pareja de mi amo.

    — ¿Amo? —no pudo evitar preguntar el doctor —pero, yo creí que ella era su…

    —Es mi señora, mi dueña —dijo con fervor —aquella por la cual daría todo. La perdí una vez, no pienso volver a hacerlo. Esta vez no la dejaré, no me alejaré de ella. Sacrificaré mi vida de ser necesario pero esta vez ella no morirá.

    — ¿Esta vez?

    Zafrán no dijo más, se dedicó a contemplar a su señora descansar plácidamente. Estaba más que seguro que jamás en toda su vida volvería a tener la oportunidad de tenerla tan cerca, así que debía grabar en su memoria cada uno de sus rasgos, cada línea, cada curva, cada detalle, cada color, cada hebra de pelo…

    Sin pensarlo y de manera inconsciente tomo uno de los mechones dorados que cubrían su rostro. Aquellos cabellos dorados con jaspes rosas que debido al calor y la humedad iban rizándose poco a poco, recuperando su forma original.

    Ella podría disfrazarse de lo que quisiera, pero él siempre la reconocería, él sabía que era ella, a pesar de ese cambio, a pesar de todo, Zafrán sabía que se trataba de Melina. Su corazón le gritaba que se trataba de su señora y no dejaba de saltar de gozo dentro suyo. Ahora la verdad estaba dicha, su señor estaría dichoso, la había encontrado. Nada más grande que esto, ninguna dicha más feliz. Ya se imaginaba el reencuentro, entre su amo y su señora, un reencuentro tan añorado, tan deseado, tan esperado. Y aunque sintió un pinchazo de celos, la dicha lo superó.

    Debía ir a buscarlo, informarle, pero no podía dejar a su señora, no confiaba en el medico ese, no confiaba en nadie, temía que si la dejaba sola la perdería de nuevo, y no estaba dispuesto a perderla nuevamente, menudo dilema.

    El doctor leyó la duda en sus ojos.

    —No confía en mí ¿cierto? —preguntó sin preámbulos. Zafrán lo miró desconfiado. —Es cierto que intenté llamar a la policía para informar del hecho, pero en el último instante cambié de parecer. — Zafrán no respondió y se le quedó viendo expectante, —estoy al borde del precipicio, no tengo nada más que perder —dijo al final agotado —me quitaron todo lo quería y todo lo que quise, pero aun ahora me rehúso a rendirme, o quizá sea simplemente mi miedo cobarde a morir viejo y olvidado en una cárcel de porquería —completó con desprecio.

    Zafrán lo miró con atención, una fuerte corazonada le dijo que el médico no mentía.

    —Dentro de un par de día o es probable que hoy mismo venga la policía por mí, o quizá solo aquella mujer con otros matones para deshacerse de mi a cambio de la información del infante. —los ojos curiosos de Zafrán lo observaron con curiosidad — no se la daré —dijo con terquedad — ese niño está en un buen hogar, son unos buenos padres, lo supe en cuanto los vi, lo supe en la forma como abrazaron al bebé y se abrazaron ellos, ese infante tendrá un futuro, ¡tendrá una vida y será feliz! — Exclamó eufórico— no me arrepiento de lo que hice, fue lo que dictó mi corazón, además esa mujer no era madre, lo vendería al igual que hizo con los demás. Y estoy casi seguro que uno de los gemelos fue a parar a manos de traficantes de órganos. Dios tenga en su gloria el alma de esos pobres inocentes.

    — ¿Porque me cuenta todo eso? —preguntó Zafrán, no dudaba de las palabras del médico, pero no le veía un sentido claro a contarle todo eso.

    —Necesito tu ayuda —dijo sin preámbulos. Estaba al filo de la navaja, era seguir o seguir —lo más probable es que hoy vengan los matones de Kerem.

    — ¿Kerem?

    —Sí, un mafioso que controla esta zona. Hace un tiempo pedí un préstamo para mantenerme y sobrevivir, al principio él se ofreció a ayudarme, pero cuando conseguí parte del capital a devolverle, me dijo que los intereses y sobre intereses crecieron, que con la crisis, la inflación económica y un montón de patrañas más los costos subieron ¡y ahora quiere cobrarme el quinientos por ciento del préstamo original! ¡Un robo! Pero no hay quien se le oponga. Le dije que se lo daba hoy, pero no lo logre, y vendrá a ajustar cuentas, acabar con mi vida, quitarme todas las pocas monedas que logre ahorrar, y dejarme herido y tirado como perro de la calle. Y yo soy demasiado cobarde para ir a la policía a informar el hecho. Soy un indocumentado, parcial.

    — ¿A qué se refiere con eso?

    —Mi ex mujer y ex mejor amigo se encargaron de acabar con el poco prestigio que me queda, tengo un montón de demandas encima con las cuales no puedo lidiar.

    Zafrán escucho atentamente, ya sabía lo que el medico quería, estaba en deuda, así que para ahorrarle más trabas y más estrés se encargó de aclarar todo lo que el pobre balbuceaba.

    —Quieres protección ¿cierto? Aunque asumo que no solamente es eso.

    —No —dijo el médico avergonzado. —también necesitare algo de… sol… vencia económica. —completó más pálido que una hoja incapaz de levantar la mirada. Sabía lo que estaba en juego, si el joven no era capaz de ayudarlo, podía darse por muerto a corto o largo plazo pero muerto a final de cuentas.

    —Estamos en deuda con usted. Tiene mi palabra que vivirá tanto como el creador lo permita, y si su destino es morir en mil años, así será.

    — ¿Me ayudará? —pregunto esperanzado.

    —Debo pagar una deuda. Una vida con otra —dijo mirando a Melina descansar tranquila en la camilla —si de mi mano depende, protegeré su vida tanto como la de mi señora.

    Pero ni bien hubo terminado de hablar, unos golpes se oyeron en la puerta seguida de unas cadenas siendo arrastradas por el pasillo. El Medico palideció.

    —Son ellos, la gente de Kerem vino por mí —dijo blanco como el papel — estoy muerto.

    —No mientras yo respire —aseguró, y sin que el doctor se percatara siquiera Zafrán había desaparecido de su lado.

    Los golpes en la puerta se intensificaron.

    —Doctor —dijo una voz rasposamente burlona al otro lado de la puerta — llego el cobrador de impuestos, ¿puede abrir? —se oyó un conjunto de risas que provocaron un escalofríos para el doctor. — ¡Vamos Riberto no tengo todo el maldito día! ¡abre la maldita puerta o la bajamos a la fuerza!

    —El jefe espera su pago y si no lo tienes listo, bueno… nos llevaremos algo que tengas de valor —dijo otro.

    Riberto estaba que temblaba como hoja, no había rastros de Zafrán por ningún lugar, maldiciendo a su suerte abrió la puerta con todo el control que pudo.

    —¡Por fin! —Dijo uno de ellos —danos el dinero, no eres el único a quien debo cobrar, así que anda soltando el billete si no quieres quedar maltrecho.

    —No… no lo tengo —dijo con voz temblorosa, esos matones sí que le causaban pavor, aun recordaba su última paliza, los moretones no habían desparecido y el dolor seguía presente.

    —Esas no son buenas noticias Fortini —dijo otro — ¿es que acaso no recuerdas nuestra última advertencia? —preguntó burlonamente señalando su pierna —creímos haberte dicho que las deudas se pagan en la fecha indicada, tal como los bancos.

    —¡Pero la fecha es en un par de días! —reclamó asustado.

    —Pues decidimos adelantar el trabajo, y ya que estábamos por la zona, decidimos acercarnos a cobrar.

    —Parece que el vejestorio no tiene nada, bueno muchachos, ya saben qué hacer. —dijo el jefe y dio un paso atrás.

    Los cuatro jóvenes que estaban tras suyo fueron adentrándose en la morada del pobre doctor, haciendo sonar sus cadenas, palos y navajas.

    —No lo lastimen mucho chicos, recuerden que el viejo debe poder trabajar para poder pagar —dijo con una sonrisa burlona.

    Fortini corrió lo más rápido que pudo adentrándose en su vivienda buscando en vano asegurar con llave la puerta de su consultorio.

    —No tan rápido doctorcillo. —dijo uno, tomándolo del brazo. En un acto reflejo Fortini lo golpeo con todas sus fuerzas buscando liberarse logrando asestarle un golpe rompiéndole la nariz quedando libre — ¡esta me la pagaras maldito infeliz! —vociferó acercándose a él navaja en mano.

    Pero antes que el malhechor pudiera dar un paso más en dirección al doctor, salió disparado del lugar cayendo encima de dos de sus compañeros. Todos volvieron la vista intrigados hacia el nuevo integrante. Un hombre joven con traje negro que cubría su rostro con una tela blanca.

    Uno por uno fue entrando y con golpes simples y sencillos uno por uno iba saliendo fuera del recinto. Pero estaba perdiendo tiempo, tenía cosas más importantes que hacer, debía deshacerse de ellos, no quería soplones, no necesitaba que nadie supiera de ellos, los dejo correr un poco y cuando estaban a buena distancia del consultorio se encargó de acabar con ellos y silenciarlos para siempre.

    Nadie sabría de ellos, nadie sospecharía de él, estaban a salvo, al menos por algunos días más. Debía buscar ayuda, trasladar a su señora a otro lugar, esa zona se había vuelto peligrosa. Pero primero debía buscar a su señor. Informarle, contarle lo que había pasado.

    —Debemos irnos de aquí. —dijo en cuanto regresó —no estamos seguros—Y mirando al doctor pudo ver en sus ojos pánico —iras con nosotros, mi señora necesitara de tus cuidados. — Fortini lo miró intrigado —aquí no te queda nada. —Aseguró Zafrán —Yo puedo ofrecerte seguridad.

    —Es todo lo que por ahora me hace falta —aseguró sin un ápice de duda —me salvaste, estoy…

    —Estamos a mano —completó Zafrán —ahora te ofrezco un trabajo, cuidaras de mi señora mientras no estoy.

    —Pero…

    —Debo alistar todo para su llegada, ustedes me esperaran aquí, regresare lo más pronto que pueda, no te muevas, no abras la puerta a nadie.

    —Pero tu…

    —Encontrare mi forma de entrar, —dijo colocándose sus vestimentas originales —nos veremos al atardecer, ten listo todo para el traslado.

    Con el dolor de su corazón y la promesa del doctor que la mantendría a salvo partió en busca de su señor encaminando su rumbo hacia la mansión Sho. Seguro de que la dicha que sentía pronto sería compartida y todos juntos celebrarían el más esperado reencuentro entre Kay y Melina.

    Fin del primer tomo.

    Bueno, como lo habrán notado pienso ponerle fin a este libro tan largo que ya va siendo, ando en disyuntiva si continuarlo aquí o simplemente abrir hoja nueva y seguir. Ya llevo avanzados algo de tres caps de la siguiente parte, así que... espero sugerencias... :D

    Gracias a todos lo que me siguen leyendo, y solo para que sepan que no me olvido de ustedes.
     
    Última edición: 10 Junio 2016
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  9.  
    Marina

    Marina Usuario VIP Comentarista Top

    Tauro
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    Pluma de
    Escritora
    Comencé a leer esta historia en otra parte y voy lenta también allá, pero ya la tengo en mi lista de lectura. En la otra página me gusta porque puedo comentarte en cada capítulo que leo, además de votar. Aquí lo has dejado bien emocionante. ¿Podrá Zafrán encontrar a su señor? ¿Regresará antes de que otros matones visiten al médico? ¿Y de verdad se puede confiar en éste? Pero además Zafrán está muy débil por la pérdida de sangre, así que temo que le suceda algo en el camino. ¡Qué nervios! Tampoco quiero que pierda de nuevo a Melina y mucho menos que Fortini no la cuide bien.

    Sobre la continuación, si es por tomos, entonces abrir hoja nueva le quedaría bien, pero será como mejor te vaya a ti. ¡Gracias por no olvidarte de esta maravillosa historia!

    Otra cosita, o yo estoy mal y no veo bien o estoy en lo cierto y el capítulo 61 se titula Sombras, así que este último sería el 64.

    Saludos, nos vemos por aquí o por allá ewe
     
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  10.  
    Syel

    Syel Extraña

    Cáncer
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    Pluma de
    Escritora
    Hay tantas cosas que comentar que no sé por donde empezar D':
    Comenzaré con lo técnico: narración buena, no noté fallas en la ortografía o en el uso de alguna palabras y guiones así que pasemos a los importante xD

    Por Zeus, ¿en serio? Jugaste mucho meses con mis sentimientos TnT Yo creía que el "Dr. Mala Suerte" iría de chismoso con la policía y me sales ahora con que se volvió aliado de Zafran, eso fue muy cruel de tu parte, en serio.
    Ahora, ¿qué rayos? ¿Zafran siente algo por Melina? D: No creo que solo sea admiración o devoción por el hecho de que sea su "señora", es decir... se sonrojó, alguien tan rudo como él mostrando su lado más sensible ... No puedo pensar en otra cosa que no sea "amor", aunque el diga que solo es un sirviente que la protegerá (desearía tener alguien así xD)

    Créeme que no es el único que celebrara el reencuentro entre Kay y Melina, aquí ya hay alguien que esta lista con los globos. De verdad, no sabes cuanto espero ese reencuentro pero eso me lleva a lo otro: ¡¿Qué?! ¿Fin del primer tomo? Sentí un vuelco en el corazón, creí que ese sería el final pero afortunadamente no es así... En particular a mi me gustaría que lo continuaras aquí para no perder la emoción del escrito sin embargo si tu deseas abrir un nuevo tema y continuar ahí no me quejaré... me tendrás leyéndote cada que publiques capítulos.

    Creo que no queda nada más por escribir así que me retiro. Gracias por darme algo que leer después de mucho tiempo que permanecí alejada del foro :D

    Nos leemos ^^.
     
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  11.  
    Borealis Spiral

    Borealis Spiral Fanático Comentarista destacado

    Libra
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    Pluma de
    Escritora
    Lo importante es no abandonar las historias del todo, ¿no?
    ¡Hola, Mel! Me alegra verte por aquí y a tu historia también y como puedes vez, yo también suelo ausentarme por bastante tiempo pero no pasa nada.
    Interesante capítulo. De veras que creí que este Riberto el doctor llamaría a la policía en el último momento pero resulta que no o.o Al final terminó jugándosela de otra manera y le pidió a Zafrán algo de protección contra el mafioso que andaba detrás de él xD Algo arriesgado si me lo preguntas, pero es verdad que ya no tenía más que perder. Menos mal que Zafrán se rigió por la ley de mano a mano, jajaja. Él salvó a Melina por lo que le debía ese favor. Y siempre me gusta leer cómo pelea *u* Zafrán me gusta en realidad.

    Pero estoy igual que Syrel con la duda :/ Aquí hubo guiños de que a él le gusta Melina más que, bueno, simple sirviente. ¿Será así? Sería problemático, ¿no? Después de todo, el corazón de ella... ¿el corazón de ella tiene algún dueño? No lo creo, no de momento al menos. Hm, y ahora Zafrán desea darle la noticia Kay de que encontró a su señora, ¿pero por qué me late que las cosas no irán como esperan? ¿Por qué siento que ese esperado reencuentro que todos anhelamos en realidad no resultará bien? >.< Es que de veras lo siento. Pero nada, habrá que esperar a ver qué sucede.
    Vaya, el final del tomo uno. Pues si es por tomo, tal vez sería conveniente que abrieras un nuevo tema, ¿no? O al menos yo lo haría, así que esa es mi sugerencia. Y nada más por ahora; espero el siguiente capítulo con gusto y me despido no sin antes desearte lo mejor hoy y siempre. Te cuidas mucho.

    Hasta otra.
     
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  12.  
    Sheccid

    Sheccid Usuario común

    Géminis
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    493
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    Escritora
    Uff, regresé.
    Yo opino igual que Borealis, seguramente nos harás sufrir con el encuentro entre Kay y Melina, pero bueno, quiero sufrir XD
    Seee, yo digo que Zafrán tiene un enamoramiento por Melina, sintió celos y toda esa devoción creo que es por algo más que deber.
    El doctor merecía una segunda oportunidad, en pago a sus acciones, además ¿qué mejor trabajo que atender a Melina? tendrá seguridad y hará lo que más le gusta.
    La historia no tiene faltas ortográficas y esta bien narrado, como siempre.
    Sería mejor que abrieras otro tomo (o no sé si ya lo abriste, ya ves que soy algo tardada en leer) para no confundir páginas y que sea más sencillo seguir la historia.
     
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