Viajes por el mar

Tema en 'Prefecturas' iniciado por Amelie, 29 Mayo 2024.

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    Amelie

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    [Yuzuki; Riku; Murai; Noishi; Tsubaki; Hayato]

    En todo el trayecto; Tsubaki había evitado la mirada de Noishi, su maestro por muchas estaciones cuando aun vivía bajo protección de Ogen. Fue Noishi quién lo enviaría con Takeda y alejaría de Ogen, fue a quién le encargó la seguridad de Takeda. Pero jamás reveló su plan a Tsubaki, y aquello en su momento a Tsubaki no le importaba, confiaba en su maestro; pero había algo que no entendía y era por qué le había ocultado su nombre.

    Tsubaki ahora miraba con preocupación a su maestro —¿Batracotoxina?

    Murai tomó las vendas y comenzó a ocultar nuevamente las manos de Noishi; al sentir cómo Murai fallaba en cada vuelta, Noishi tomó la acción y volvió a vendar sus ojos para volver a abrirlos.

    —No —respondió Murai a la pregunta de Tsubaki — Esa mujer... —dijo con rabia — Fuiste expuesto a Genbu ¿No es cierto? —le preguntó a Noishi.

    Tsubaki miró a Noishi con incredulidad y después soltó una risa —¿El shijin?

    —Existe tanto su bendición como su maldición —
    mencionó Murai.

    —¿Los shijin son corpóreos?— aseguró Tsubaki —Son espíritus ¿No es cierto?

    —Si no me crees a mí; puedes preguntarle al Fujiwara que nos acompaña —
    mencionó Murai — el porta uno de sus venenos. Y a menos que se lo robara a Ogen, algo que no creo probable; significa que se encontró con Genbu.

    Tsubaki miró a Riku para que le confirmara.

    —¿Ogen te envió hacia Genbu? — preguntó Murai a Noishi.

    —No; ella me prohibió buscarle —respondió Noishi haciendo que Tsubaki lo mirara confundido —Fue Kanon; esa es la razón de mi habilidad... me dijo que al recibir la mordida y lograr sobrevivir a ella, sería otorgada la bendición de Genbu.

    Murai negó —La bendición la otorga la tortuga; es la serpiente quien te maldice...

     
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    Monpoke

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    Fujiwara no Riku

    Y a menos que se lo robara a Ogen, algo que no creo probable; significa que se encontró con Genbu

    "Gracias por creer que no seria capaz de perpetuar un robo". Comente con cierto humor, sacando un significado diferente a sus malas.

    "Hiciste que Kiba que guiara hacia ella, ¿No es asi?". Dije hacia Tsubaki para resolver su confusión. "En Iwade, cumpliendo la deuda que tenia contigo, Ogen nos llevo hacia una cueva en la cual se ocultaba Genbu. Ahí el Shijin nos sometió a una prueba y se nos fueron entregadas recetas y sus ingredientes. En ese momento, no habíamos echo ningún tipo de contacto visual con la criatura".

    La bendición la otorga la tortuga; es la serpiente quien te maldice...

    Espere, creyendo que querría hacerme alguna pregunta sobre Genbu. Sobre su maldición y bendición. No se equivoca al pensar que no tendría el conocimiento que desea, pero tengo mi pocas piscas de algo que vive. La pregunta... ¿Debería decírselo?

    "Los llamo regalos. Seria su equivalente de lo que son las escamas de Seiryu". Comencé contando aquello que sabia, por una vida que realmente no sabia si me importaba. "Al veneno, un regalo de oscuridad, de muerte. Su lagrima, un regalo de luz, de vida. Yin y Yang".

    "La razones se me escapan, pero fuimos aptos para ser sometidos a una segunda prueba para probarnos dignos de su conocimiento. Genbu adopto forma humana, dos, cambiando entre la serpiente y la tortuga. Tuvimos que luchar contra ellos. Hiriendo la serpiente conseguimos los frascos. Hiriendo a la tortuga, recibimos una lagrima, su bendición. Si quieres una oportunidad de sobrevivir a su maldición, su veneno, su bendición es tu mejor apuesta".
     
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    Zireael

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    Yuzuki Minami

    La mención a la batracotoxina me hizo suspirar de forma audible, pero conforme Murai fue hablando y también lo hizo Riku sentí que habría sido mejor que fuese un veneno, algo que pudiéramos tratar por medios tradicionales. La mención a Genbu me dejó claro que todo era mucho más complejo, que de hecho escapaba a mi conocimiento y el de Riku; había terminado enterándome de algunas cosas por Rengo y Kohaku, pero no era tanto para poder decir algo concreto.

    —Es más complejo que eso —apañé cuando Tsubaki preguntó si eran corpóreos, pues eran espíritus.

    Volví a suspirar al escuchar que había sido Kanon quien lo llevó con Genbu, Murai había dijo que la bendición la daba la tortuga, pero era la serpiente quien daba la maldición y pensé que era terriblemente acertado. Lo que añadió Riku solo me hizo más consciente de la complejidad de esto y arrugué el ceño, pensando en Kohaku pues era el que podría explicarnos mejor estas cosas a un montón de herboristas enfocados en antídotos y venenos. De todas formas, la idea de Riku tenía sentido.

    Pero recordé a Inuzuka y los ojos que Amanozako había tomado.

    Y la misiva de Hashimoto.

    —Te entregó algo arrebatándote otra cosa. —Otro suspiro—. Escapa a nuestro conocimiento, pero las suposiciones que podemos hacer en efecto apuntan a lo que dice Riku.
     
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    Amelie

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    [Yuzuki; Riku; Murai; Noishi; Tsubaki; Hayato]

    Tsubaki escuchó a Riku sin entender demasiado; sabía de la obsesión de Ogen por el conocimiento; pero nunca imaginó que estaba detrás de una criatura como aquella. Y las palabras de Yuzuki le obligaron a soltar el aire contenido en frustración.

    —La escama de Seiryu... —dijo Murai con derrota en su voz —El Yin y el Yang... más cosas en las que superan a la humanidad y lo excusan en su justicia. Y aun así... pueden matarles, no son Dioses —sus palabras parecían más un monólogo a una explicación hacia Riku, un pensamiento que se escapó en su voz.

    —Pero su veneno no es tan mortal como para su beneficio — dijo Murai hacia Riku — Tu fuiste sometido a una prueba de confianza, Noishi fue sometido a un castigo, uno que seguramente también tiene que ver con el Yin y Yang; pero a los criminales no se les explica nada, sólo se ejecuta su castigo. Genbu siempre se ha considerado como el shijin menos predecible, los demás parecen ser más simples de comprender.

    Murai se sentó en el nevado suelo de madera en el barco, en completa derrota —Somos indefensos a lo sobrenatural... es tan injusto.

    Un pensamiento que compartía con Kato.

    —Hoshi podrá ayudarnos en esto, siempre lo ha hecho.

    Noishi obligó a Murai a levantarse mientras le sacudía la nieve de encima —Vamos a llegar enfermos...

    —Oh Noishi —dijo apretando su hombro con fuerza —Ese es el menor de mis problemas... —Se dirigió a Riku — Genbu ha muerto, si la maldición sigue vigente, seguramente también tu bendición. Considérate muy afortunado.

     
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    Yuzuki Minami

    El suspiro de Tsubaki contuvo la frustración que al menos yo sentía, el tema escapaba a nuestros conocimientos y no por ello no excluía en lo más mínimo. Una escama de Seiryu había salvado a Takano, Riku había tenido un encuentro con Genbu y yo había visto a Rengo convertido en un cascarón vacío, así como los ojos que tomaba Amanozako. La complejidad no nos excluía, todo lo contrario, aumentaba nuestra confusión.

    Escuché a Murai, en cierta medida compartía la idea aunque no fuese a decirlo, y al pensarlo me llevé la mano al rostro para enjuagarme los ojos. Puede que no fueran dioses, que pudieran morir, pero sus dones, bendiciones o maldiciones seguía existiendo en el mundo que habitábamos cambiando la forma en que funcionaba. Alargaban vidas o acortaban otras.

    —Pues evitemos añadir enfermedad a la otra torre de problemas —insistí sobre la idea de Noishi, pues era lo único que podía hacer realmente—. ¿Qué podemos hacer con esta información en este barco? No creo que mucho.
     
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    Amelie

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    [Yuzuki; Riku; Murai; Noishi; Tsubaki; Hayato]

    Noishi aprovechó las palabras de Yuzuki para forzar a Murai a volver al interior. Ambos caminaron alejándose de la nieve.

    —Genbu... —dijo Tsubaki para después mirar a Yuzuki y Riku —Volvamos al interior también, debemos prepararnos para entrar al hogar del enemigo. Procuremos no separarnos demasiado y mantenernos informados de cualquier información

    Monpoke
    Zireael
    Ya no es necesario que contesten si no lo desean; ya en mi siguiente post bajan del barco. Pero denme un poco de tiempo mientras acomodo personajes y tiempos :3







    El rol de Yuzuki y Riku continúa en Omori
     
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  7. Threadmarks: Día 58_Clan...¿?
     
    Amelie

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    El rol de Kohaku proviene de Shima





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    [Kohaku; Reijiro; Tamura; Yume; Inagaki; Matahachi; Rei]
    [Eiji; Shino; Konan]


    Kohaku despertó; lo primero que vio fue la madera sobre él, en ella se escuchaban pasos y crujidos de la misma marea. Se dio cuenta que estaba acomodado en un futón, Reijiro dormitaba recargado en la pared junto a él, con su sable listo para cualquier eventualidad.

    Y junto a Kohaku, una mujer descansaba sobre una mesa de madera; no parecía estar dormida. Se le notaba cansada y su cuerpo aun delataba un posible embarazo. Parecía estar sufriendo.

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    Ella abrió los ojos y los enfocó en Kohaku; sonrió al verle mejor —Dormiste todo el día de ayer; ya comenzábamos a preocuparnos de que no estuvieras despertando — Recolectó un frasco y se lo dio en las manos —Yume te ha preparado algo para que recuperes tus fuerzas, bébelo.

    Reijiro también ya había abierto los ojos y miraba también a Kohaku — Ella es Taira no Shino —la presentó con formalidad —Ella tampoco se encuentra muy bien y ha descasado aquí mismo, yo les he cuidado a la par de Rei —suspiró —Menos mal dormiste todo el día de ayer; cayó una fuerte tormenta pero nada que el capitán no pudiera controlar.

    Reijiro le explicó a Kohaku lo sucedido, de las despedidas en Shima y de las presentaciones en aquel barco. Shino Taira fue una de ellas, la ex-emperatriz quién acababa de perder a un hijo; explicando como fue Takeda y Yuzuki los que se negaron a tomar su sangre, y que aun no sabía quién lo había hecho y por qué.

    Otra de las presentaciones fue un joven arquero llamado Konan.

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    Uno de los shinobis de Koga que habían sido capturados en la guerra de Koga de dónde Matahachi y Rei pudieron salir con vida. Había estado encerrado cerca de dónde Yuzuki, y él junto a Murai le entregaron la llave de salida a Yuzuki.

    El último integrante había sido una sorpresa, incluso para Matahachi; Rei, Yume y Tamura. Esta sorpresa fue el capitán del barco, Eiji Soto.

    [​IMG]

    Un gran navegante quién conoció a Murai tiempo atrás; este se había presentado ante Eiji como Ibuki Miyazaki; y fue él quien le ayudó a que un viejo pirata lo entrenara en el mar; desde entonces tiene una deuda con Murai, una que estaba cumpliendo ahora.

    — Llegaríamos hoy a Shimane; pero por la tormenta se ha atrasado un poco el viaje, así que descansen. Tendremos tiempo después para ponernos al corriente con pormenores —dijo Reijiro mientras al fondo se escuchaban los truenos.

    Gigi Blanche si quieres podemos tirar los dados de "náusea" cuando lleguen a Omori :P así avanzo también con los demás ya en Omori.







    El rol de Kohaku continúa en Omori
     
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  8. Threadmarks: Día 60_ Alianza Minamoto/Taira
     
    Amelie

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    El rol proviene de Omori







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    Interior del barco
    [Reijiro; Yume; Inagaki; Matahachi; Rei; Konan; Murai]
    [Shino; Noishi]
    [Yuzuki; Riku; Hayato; Togashi; Kojiro; Tamura; Tsubaki; Genichi; Masaharu; Kohaku; Eiji]

    lluvia.png

    La lluvia era serena; una brisa que acariciaba.
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    Todos abordaron y de nuevo el ambiente se tensó, Murai estaba rodeado. Un joven con un búho en su hombro estaba frente a él, respondiendo al nombre de Konan. Rei e Inagaki también a su lado.

    Matahachi estaba junto a Yume y Reijiro; Tamura se unió a ellos de inmediato. Reijiro levantó la mirada y después sus piernas temblaron, extendió su mano y corrió a abrazar a sus compañeros de armas, Genishi y Masaharu. Los tres se hundieron en un abrazo fraternal, con lágrimas contenidas y explicaciones que no podían darse.

    Hayato se mantuvo junto a Yuzuki al igual que Tsubaki.

    Kojiro se presentó sin temor alguno; esta vez lo hizo con su apellido; esto hizo que Eiji cambiara el semblante, él también se presentó con su apellido y ambos se alegraron. Sasaki y Fujiwara. Parecieron olvidar su reciente rivalidad y ahora conversaban sobre los barnices para las maderas secas y soltaban las cuerdas del puerto para iniciar su viaje.

    Era un grupo bastante curioso.



    Shino y Noishi salieron del castillo de madera que daba hacia el interior del barco.

    —Sean bienvenidos aliados Minamoto —inició Shino con una leve reverencia mientras se ayudaba a mantenerse en equilibrio a manos de Noishi — Mi nombre es Shino Taira —se presentó sin ninguna formalidad — Espero que nuestras disputas queden en puerto; ahora nos dirigimos a nuestro nuevo hogar dónde aprenderemos los unos de los otros, siéntanse en confianza de hablar conmigo —dijo mirando hacia Yuzuki, al hacerlo sus ojos se llenaron de lágrimas. Fue entonces que Yuzuki notó la ausencia del pequeño Kinsuke, una madre no dejaría a su hijo recién nacido. Parecía que Shino deseaba decirle a Yuzuki lo sucedido, romper en llanto nuevamente; pero apretó sus párpados para después dirigir su mirada a Noishi; él también mostraba dolor en su mirada cuando afirmó ante ella.

    Noishi miró a los presentes —Mi nombre es Noishi...— dijo con gran dificultad — respondo ante los Minamoto; pero también ante los Taira. Nuestra alianza ha quedado sellada en Nara — tragó grueso —En este puerto nos ha llegado la noticia de la muerte de Akishino en Kioto; no hay demasiados detalles seguramente porque se han tratado de disimular... pero es evidente que esto es un golpe de estado.

    —Ahora sin Akishino; estoy segura que el ejército enemigo se movilizará pronto; así que debemos actuar con premura — agregó Shino —Hoy más que nunca el dominio de nuestras habilidades será indispensable. No podemos dejar caer Japón en manos de un hombre como Gendo Mori y el clan Sawayama —esto último lo dijo con fuerza, fue tal que perdió ligeramente el equilibrio y fue sostenida por Noishi.

    —Viajen ahora con calma, tenemos que recuperarnos para atacar con la mayor de las fuerzas —dijo Noishi ayudando a Shino — Con fuerzas recuperadas podremos detener al enemigo.

    Noishi y Shino volvieron al interior del barco.

    Bruno TDF Gigi Blanche Monpoke Zireael

    Si me olvidé de alguien díganme por favor xD sería una pena dejarlos en puerto.
     
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    Gigi Blanche

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    Piscis
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    Kohaku Ishikawa

    La mano de Yuzuki se afirmó en torno a mi espalda y murmuré un sonido afirmativo ante la pequeña pieza de información, puesto que ya lo sabía. Noté eso, que me había correspondido con un brazo, pero asumí que llevaría la otra mano ocupada y no le concedí mayor relevancia. Intentó resumirnos lo que había ocurrido alrededor de Takeda en el último tiempo, el apresamiento en Kioto y el escape, hasta alcanzar lo que había deducido: que las negociaciones habían sido exitosas.

    Hacia Murai no sentía ningún rencor particular. Mis recuerdos de aquella época eran difusos y superficiales por culpa de la enfermedad con la cual ascendí a Kamakura. Sólo sabía con claridad que Mao lo había ayudado a escapar y que esa traición le costó la vida a la niña. La figura del hombre me generaba algo de reparo, eso era todo. Además, su imagen de embustero se había superpuesto con la del padre de Yume. Era difícil trazar límites rígidos o juzgar en blancos y negros.

    Además, ¿qué objeciones podría tener, con el tiempo que llevaba viajando junto a los Taira?

    —Decidieron por el bien del clan y por el futuro del país —destaqué, sonriendo con calma—. Eso es lo que importa.

    Luego otro hombre me habló directamente, uno que no recordaba concretamente de ninguna parte, mencionó Ibaraki y que mi presencia aquí era parte del plan de los Taira. No tenía sentido ocultarlo, y menos a miembros de mi clan, por lo que asentí.

    —Fueron ellos quienes me propusieron ir a las islas, para reunirme con Rengo —afirmé—. Sabía que era arriesgado sin el resultado de las negociaciones de Nara, pero la Emperatriz había garantizado mi seguridad y sellé un pacto con uno de los Taira con el mismo objetivo. Aún así... —Solté el aire en una risa floja, relajado—. Verlos aquí me alivia mucho, me tenía bastante nervioso viajar solo.

    La intervención de Tamura me hizo reír, como siempre, y nos pusimos a trabajar. No esperé acabar el día minando, pero a veces la vida se componía de sorpresas. Era la primera vez que usaba un pico y acabé con algo de dolor en los brazos; al menos, el esfuerzo físico me ayudó a dejar de pensar tanto las cosas. En el zorro, mi padre, la invasión de hace dos años y las misiones de Ebisu.

    Apenas regresamos al puerto, subimos al barco de Eiji y finalmente zarpamos. Había... mucha gente a bordo, vaya. Me senté más o menos donde encontré lugar, para relajar los brazos y las piernas, y me vacié el pecho. Vi a Reijiro reunirse con otras dos personas, que no sabía quiénes eran pero la emoción de la escena bastó para dibujarme una sonrisa enternecida en los labios. La Emperatriz se presentó junto a Noishi, el hermano de Takeda, y mientras hablaban repasé a la totalidad de la tripulación con la vista. Era un grupo extremadamente peculiar, desde luego, pero en cierta forma me alegraba. Me habría pesado mucho tener que volverme contra Yume y Tamura si la alianza fallaba. Entonces Noishi habló.

    Akishino había muerto.

    Volteé a mirarlo, consternado, y pasé saliva. ¿No era el último de los Yamato? ¿Eso significaba que... Amaterasu...? Un torbellino de puro ruido se sacudió dentro de mi cabeza y exhalé con pesadez, agachando la cabeza. Tendría que esperar a hablar con Rengo, quizás él supiera algo.

    La lluvia repiqueteaba con suavidad sobre la madera del techo y la embarcación se mecía sin movimientos bruscos. Me quité la máscara de la cabeza y la sostuve un rato entre mis manos, pensando y pensando. Le había dicho a mi padre que no estaba solo, y quizá fuera cierto físicamente; había tanta gente aquí, de hecho, que me agobiaba un poco. Pero eso no era todo, ¿verdad? En ausencia de Hotaru tendría que esforzarme, para cumplir mi promesa con él y para no haberle mentido a mi padre.

    Me incorporé, pues, y fui donde Yume se encontraba. En el camino le eché un vistazo a Rei y me hizo gracia que Chiasa siguiera con él, creía que la habría ahuyentado apenas se le subió encima. Le sonreí al grupo en general y me senté junto a la chica.

    —¿Cómo te sientes? —murmuré, sin alzar el tono.

    Con el correr de los días mis recuerdos de Shima, del santuario, habían empezado a adquirir claridad. Yume se había apresurado por llegar junto a mi padre, aún si el esfuerzo le dolía, y también la había visto correr hacia Murai. No sabía qué condición la aquejaba exactamente, pero quizá pudiera ayudarla con los síntomas.

    —Al final no pude invitarte a cenar, lo siento. —Mi sonrisa se amplió, evidenciando la broma—. ¿Quieres un tecito de disculpa? Y... de agradecimiento, también. No recuerdo si te agradecí en Shima, recién ahora comienzo a ver ciertas imágenes con mayor claridad. No había nada que se pudiera hacer por mi padre, pero aún así lo intentaste y eso es importante para mí. —Reí en voz baja—. Ahora no me podrás decir que no, ¿verdad?

    Hinojo, menta, clavo de olor, cúrcuma, jengibre. Había muchas opciones que aliviaban el dolor muscular, estaba seguro que encontraría algo en el barco.
     
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    Zireael

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    Yuzuki Minami

    El sonido afirmativo de Kohaku fue suficiente, puede que de hecho esa información fuese la única importante entre toda la demás, el bienestar de Takeda. Por demás, él no pretendía juzgarnos por nuestra decisión de perdonar la vida de Murai y viajar con él, nosotros no los juzgaríamos por viajar con los Taira, el negro y blanco no existían ya. Estábamos en un eterno gris y todo lo que necesitábamos era sobrevivir. Su respuesta a la bomba de información me tranquilizó de todas formas y también me alegró que Tsubaki completara el resto de información, también que uniera los hilos faltantes, algo que Kohaku confirmó.

    Lo que dijo Tamura me plantó una sonrisa en el rostro y miré a Tsubaki, entretenida con el cuadro. El recelo era una cualidad valiosa, eso no lo negaría nunca, pero a veces se nos iba un poco de las manos, como todo. Al final con los cientos de problemas que nos rodeaban, tan siquiera ahora nos sentíamos un poco más acompañados.

    De todas formas volvimos al puerto, pues debíamos seguir nuestro camino. Subimos al famoso barco de Eiji bajo una ligera llovizna, el ambiente volvió a tensarse y me limité a observar este grupo que parecía formado por las personalidades más pintorescas que se le hubiesen ocurrido a cualquiera. Al notar el búho de Konan pensé en Kumo y Fukuro y suspiré sin darme cuenta.

    Hayato y Tsubaki se mantuvieron a mi lado, estábamos juntos cuando Noishi salió con Shino, que nos dio la bienvenida, presentándose y me di cuenta que al mirarme los ojos se le llenaron de lágrimas y entendí... Entendí ninguna madre dejaría a su niño recién nacido. La realización me lanzó un escalofrío por el cuerpo, estiré la mano hacia Hayato y busqué la suya, sosteniéndola con algo de fuerza. Takeda había cargado al pequeño Kinsuke, nos negamos a matarlo y el niño había muerto de todas maneras, claro, por alguien que sí poseía la crueldad necesaria.

    Noishi hizo lo propio, se presentó también, Shino añadió algunas cosas más con fuerza suficiente para perder el equilibrio y entonces se retiraron al interior del barco. Tomé aire, procesando lo que acababa de dar por asumido, y traje la manita de Hayato, le di un beso suave en el dorso. Observé el barco, noté a Kohaku con Yume y supuse que ya con tantas personas podía preocuparme menos.

    —Te dejaré con los demás un momento, cariño. Solo iré a hablar con Noishi y Shino, no te preocupes —avisé dejando ir su mano y le peiné el cabello con mimo—. Si necesito algo te llamo, ¿de acuerdo?

    Con eso dicho, me encaminé hacia el interior donde ambos se habían retirado. Anuncié mi presencia primero, para no parecer tan invasiva y esperé a recibir la atención de algunos de los dos o de ambos para dedicarles una sonrisa, el gesto fue calmo y en cierta medida conciliador. Sabía que no había tratado bien a Noishi, pero él entendía por qué y con Shino... ella me había visto negándome a matar a su niño.

    —Lamento la intromisión. Creo que con las provisiones de Eiji podría traerles algo de comer o de beber, puede que pudiera hacerles un té incluso, quién sabe. —La oferta fue genuina, porque ya estaba visto que apelar a mi simpatía no era tan complicado en verdad, no cuando mi punto débil era siempre la familia. Me acerqué despacio e hice una reverencia para Shino a pesar de que ella nos había hablado sin formalidad—. Me habría gustado conocerla en otras condiciones, pero le agradezco por el recibimiento que ha tenido con los míos.
     
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    Interior del barco
    [Yume; Matahachi; Kohaku; Tamura]

    Tamura cargó a Matahachi al interior del barco al notar la lluvia; algunos se mantuvieron un rato más al exterior, era una lluvia ligera que sólo molestaba a aquellos que no se encontraban tan bien de salud.

    Por lo que Yume avanzó junto a Kohaku al interior.

    —El frío y la humedad siempre me hacen recordar mis viejas heridas —dijo recargándose en uno de los brazos de Kohaku para avanzar —Pero el ver a mi padre me ha llenado de nueva energía —apretó ligeramente el brazo de Kohaku —Nadie debería perder a sus padres tan pronto... —dijo con una voz más baja, no quería sonar impertinente; pero ella al hablar no se iba por las tangentes — En verdad lo siento mucho...—miró a Kohaku —Un té siempre es reconfortante; pero no me lo debes como disculpa. Podemos tomarlo como una simple reunión entre amigos —dijo sincera.

    Se acercaron a Tamura y Matahachi; Tamura recibió la mano de Yume de parte de Kohaku y este hizo una reverencia en burla; algo que hizo reír a Yume mientras se sentaba junto a ellos, iba a revisar nuevamente a Matahachi; pero este rápidamente extendió su mano izquierda a la muñeca de Kohaku quien ya avanzaba a buscar los materiales para el té —Tengo que decirte algo...

    Tamura y Yume los miraron en silencio; después Matahachi soltó a Kohaku notando la mirada de sus amigos —Puede ser después, tal vez sea mejor que te lo de por escrito. Si mejor.

    —¿Por escrito? ¿Qué vas a escribir? —
    Tamura indagó mientras Matahachi se cubría con la piel de lobo.

    —Nada que te importe a ti, Tamura. Déjame descansar — dijo debajo de la piel.




    [Shino; Noishi; Yuzuki]

    Hayato afirmó ante Yuzuki; después corrió hacia Tsubaki y este lo recibió. Hayato se sentó junto a él y abrió su tarro de miel.

    Yuzuki avanzó hacia dónde se encontraban Shino y Noishi; en el pequeño castillo del barco había un largo espacio dónde ahora Tamura y Matahachi parecían estarse acomodando; al fondo había un pasillo con un par de habitaciones, incluso con unas escaleras que seguramente llevarían a la bodega y remos.

    Ninguna de las habitaciones tenía puerta, así que pudo ver a Noishi y Shino sentados en una de ella, la invitaron a pasar y Shino le sonrió sincera ante las palabras de Yuzuki — Los tuyos también son ahora mi familia. Tus acciones y las de Takeda me demostraron más de lo que necesitaba saber. Yo autoricé a Matahachi que trajera a Kohaku y los suyos aquí debido a tus acciones y las de Takeda en Kioto. Aun no se consolidaba la alianza Taira y Minamoto; pero sabía que podía confiar en ustedes —miró a Noishi y tomó su mano entre la suya; sabía que su reunión con Takeda no había sido tan favorable como él hubiese querido.

    —Estas familias jamás debieron haberse separado —continuó Shino mirando a Yuzuki —Aun corre la sangre Yamato en nosotros, aun podemos restaurar el Imperio.

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    Yo sigo etiquetando a todos; no se preocupen, todos a su ritmo. :3
     
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    Zireael

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    Hayato me hizo caso, corrió hacia Tsubaki para sentarse a su lado, donde abrió el frasco de miel que le había dado Takano y el pecho se me comprimió al ser consciente de que ver algo tan sencillo como eso me hizo extrañarlo. Me habría gustado que nos quedáramos a su lado, como debía ser, pero tenía que balancear mi nueva debilidad con otros conocimientos y más importante tenía que ver a Rengo. Habían cosas que no podían ser, pero volveríamos a su lado.

    Suspiré, volví a mi objetivo y caminé por el espacio, noté a Tamura, luego las habitaciones y como ninguna tenía puerta no tardé en ubicar a quienes buscaba. Pasé, noté sinceridad en la sonrisa de Shino y seguí pensando en Kinsuke, tan pequeño, indefenso y sobre todo inocente, era un recién nacido, pero su imagen se fundió con la de Hayato, su llanto y el peso de la cabeza de su padre en mis manos al sacarla de la pica.

    ¿Por qué eran los niños los que pagaban las atrocidades de las que solo nosotros debíamos ser responsables?

    —Permiso —murmuré antes de contestarle y tomé asiento frente a ellos.

    Sonreí para ambos, escucharla decir que mi familia era la suya me tranquilizaba aunque era algo que todavía estaba por verse, pero al menos Shino, en su agotamiento y su duelo, parecía sensata. Nosotros también le habíamos parecido sensatos por nuestras acciones, las mismas que nos habían llevado a Kioto, a mi mano cercenada y el encierro.

    —Perseguimos una justicia que nos asegure que ningún niño deba vivir lo mismo que nosotros —contesté descubriendo el muñón que llevaba ocultando desde que habíamos visto aparecer a Togashi—. Takeda y yo, quienes lo seguimos, hemos sido juzgados como débiles por todo lo que eso implica muchas veces. Como si no hubiese sacrificios y pérdidas en este camino también, como si una cosa anulara a la otra.

    Hice una pausa, usé la mano para esculcar entre mis pertenencias con algo de dificultad y extraje la misiva de Hashimoto, que de repente parecía innecesaria, pero había información del viejo Inugami que Shino necesitaba. De todas formas, no se la entregué de inmediato, la mantuve en mi mano y miré a Noishi.

    —Tu hermano es admirable, ha crecido mucho desde que lo encontré en Tsu y aunque todo ha salido... bueno, no como lo esperabas seguramente, te aseguro que sigue siendo el Takeda que recuerdas. Eres su hermano y si yo que solo aparecí para suplir un lugar vacío puedo sentirme amada por él, sé que la sangre que los une es más fuerte que eso. Defendí al hermano que cuidé, pero jamás podré separarlo de ti y él lo sabe, solo espéralo. Quería hablar contigo antes de desembarcar en Omori, pero tuve que cuidar que Riku y Murai no se arrojaran al mar. —Tomé aire antes de decir nada más, regresando la atención a Shino—. ¿Aspira a a restaurar el Imperio?

    Al preguntarlo el mon Taira se deslizó de la misiva otra vez, donde lo había dejado, así que lo acomodé encima y volví a pensar en el mon de los Cuatro Rombos que llevaba todavía en el haori. No supe qué más preguntar o decir, así que extendí las cosas hacia Shino con delicadeza.

    —Un viejo perro de guerra envió esto conmigo para usted. Es... —La realización en la que caí de la nada quiso hacerme reír, pero contuve el deseo tras una sonrisa nostálgica—. Se parece bastante a un padre, así que no pude decirle que no. Está en libertad de aceptarla o rechazarla, por supuesto, pero si elige no leerla le pido que me permita conservarla.
     
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    Gigi Blanche

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    Interior del barco

    Yume se sostuvo de mi brazo y comenzamos a caminar hacia el interior, adecuándome al ritmo que ella necesitara. Tamura y Matahachi nos rebasaron y miré a la chica de soslayo mientras hablaba. Su apretón, en cierta forma, me anticipó lo que diría y deslicé la vista al frente, esbozando una sonrisa triste. No podría decir que estaba acostumbrado, uno jamás se habituaría a perder a quienes amaba, a quienes conformaban su pequeño mundo, pero llevaba ya dos años transitando ese sendero. Pensé en el espíritu de Kamakura, en Hotaru, Seiji. Mi padre.

    —Mis ojos pueden ver muchas cosas ahora —murmuré, al mismo volumen que ella, y posé la mano opuesta sobre su brazo para afirmar el agarre—. La muerte no es el final de las cosas, no tiene que serlo. ¿Puedes oler la brisa? La lluvia, el sol de la tarde, los campos de girasoles. No estamos solos, Yume. No lo estamos en absoluto. En la energía, el aroma y el color de cada pequeña cosa podemos encontrar a quienes amamos. Pueden acompañarnos siempre.

    Por eso había permanecido en el Onmyodo, rechazando la escuela del Shugendo. Quería ser capaz de ver, oír y ayudar, de intentar apalear la soledad de los yūrei. Le sonreí, y aprovechando que aún no alcanzábamos a los muchachos agregué:

    —Disparó por mi culpa. —Había regresado la vista al frente—. ¿Cómo está?

    Mi sonrisa se renovó al oírla aceptar mi invitación. Extendí la mano de Yume hacia Tamura, quien ejecutó una reverencia bastante teatral y solté una risa leve por la nariz. ¿Este chico siquiera sería consciente? Estaba a punto de voltearme cuando Matahachi alcanzó mi muñeca. A mi chispazo de confusión le siguió otro de vergüenza, me soltó y se retractó. Al parecer aún prefería no hablar conmigo. Debía disculparme con él, por lo de la clínica y porque mi imprudencia lo había forzado a usar su arco, pero temía... bueno, no quería seguir incomodándolo.

    —Como prefieras —le respondí con suavidad, junto a una sonrisa leve.

    Agaché apenas la cabeza hacia los tres, fue un "permiso" silencioso y me retiré a preparar el té. Mientras ejecutaba la tarea no pude evitar darle un par de vueltas a mi propio aspecto, a lo que los Ancianos se habían empeñado en ocultar. Todo... había sido una mentira, ¿verdad? Portar la máscara no había sido un honor ni un deber del primogénito, no era un designio de los dioses. Empecé a entender muchas cosas, el miedo que había malinterpretado como respeto, la forzada distancia que todos en la villa habían puesto siempre conmigo. Los susurros tras las paredes. La máscara sólo ocultaba al hijo del demonio al cual temían.

    ¿Debería... volver a usarla?

    Fue un pensamiento casi intrusivo, me esforcé por ignorarlo y suspiré, recogiendo la pequeña bandeja con las tazas. Mi padre me había pedido que no volviera a ocultarme, debía esforzarme por honrar su voluntad. Mientras regresaba fui tarareando una canción para distraerme, la canción que había cantado junto a Hotaru en lo alto del monte Tateyama. Al llegar me callé y deposité la bandeja. Había cuatro tazas de té.

    —Todos necesitamos recuperar algo de energía, ¿verdad? —me excusé, riendo apenas, y ya que Yume estaba revisando a Matahachi me senté junto a Tamura, extendiéndole una taza—. A todo esto, ¿cómo acabaste en la mina casi matándote con alguien más? ¿No habías salido a hacer recados?
     
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    Interior del barco
    [Yume; Matahachi; Kohaku; Tamura]

    Yume reflexionó sobre las palabras que Kohaku le obsequió en su pequeño recorrido al interior del barco. La llenaron de una esperanza indescifrable para ella; pues consideraba que no había perdido tanto físicamente hasta ahora... pero si que había perdido tiempo valioso con esas personas que amaba. Ya no pudo contestar de inmediato a la pregunta sobre Matahachi por culpa del recibimiento de Tamura pero podría contestarle más adelante.

    Yume había destapado nuevamente a Matahachi simplemente para terminar los vendajes; y en el proceso Tamura le entregó papel y un carboncillo para que escribiera a voluntad. Matahachi escribía con la mano izquierda, algo que era conveniente en ese momento cuando era su hombro derecho el que le dolía. Yume después lo ayudó nuevamente a vestirse y cubrirse con la piel de lobo, justo cuando Kohaku volvía con el té.

    Yume afirmó a las palabras de Kohaku mientras extendía su mano para tomar una taza con emoción.

    Tamura también tomó una y sonrió ante la pregunta de Kohaku —¡Salí por cosas, y regresé amenazado y casi destripado! —dijo haciendo reír a Yume mientras Matahachi seguía escribiendo muy concentrado, aun no tomaba la taza de té —Bueno, ese matón es un shinobi. El tal Tsubaki — miró a Yume —Qué bueno que no pudiste acompañarme—volvió a mirar a Kohaku —Yo iba muy tranquilo caminando cuando ese hombre me reconoció ya saben... como el hijo de Saizo. Yo me hice el que no sabía nada de eso, pues se supone que Inagaki logró mentir perfectamente sobre mi muerte. ¡Pero este matón me señaló al grupo dónde iba Murai!— exclamó con las manos al techo — Y me dijo que iba a matar a Murai si no lo seguía —sonrió — No creía que Yuzuki fuera a hacerle algo a Murai porque me la presentaron como buena persona y llevaba a Hayato, el niño. Pero a los otros dos no los había visto y pensé que ellos podrían ser los peligrosos...

    La historia de Tamura se tornaba larga; lo que le dio buen tiempo a Matahachi de detallar todo lo que parecía estar trabajando en el papel.

    —Así que Tsubaki me llevó alas afueras de la mina, yo creo que porque allí podía matarme si no respondía lo que él quisiera. Comenzó a preguntarme de mi padre, y de por qué estaba allí con vida ¡Pero me le escapé! — dijo entre risas —Me metí a la mina y allí me escondí; pero no se tardó en encontrarme; significa que además de shinobi y matón, también rastrea. ¡Y fue allí dónde aparecieron ustedes por suerte!

    Yume lo miró sorprendida —Peligroso ese tal Tsubaki.

    —¡Ah si! —agregó hacia Yume —Se presentó como un Sugita. Hijo de Hiro, tu tío. Eso lo convierte en... tu primo. Esos Sugita... salen por debajo de las piedras.

    Yume lo golpeó sin fuerza alguna entre risas —Excelente té —dijo Yume hacia Kohaku.

    Tamura volvió a mirar a Matahachi —¿Qué tanto escribes? Lo tienes aquí, ya mejor dícelo —le reclamó Tamura.

    No es algo así de sencillo — mencionó Matahachi sin despegar los ojos del papel hasta que por fin dejó el carboncillo junto a él levantando la vista hacia Kohaku —Estabas armado, sé que podrías haberte defendido de aquel zorro; pero actué por verdadero miedo.

    Tamura lo observó; jamás lo había visto así de preocupado.

    —Cuando conocí a tu compañera, Misato...—dijo con dificultad —Me rastreó con una estatuilla que yo encontré hace tiempo; una con el hanko de los Fusatada —dijo sin vacilar a pesar de los eventos ocurridos en Shima — Yo había encontrado esa estatuilla en una cueva en Chiryu, junto a un niño de pelo negro y blanco; se veía herido. Por un momento creí que ese niño era Kuroki... y lo llevé a la clínica de Chiryu para que cuidaran de él.

    Tamura y Yume sabían lo que iba a revelar Matahachi y se miraron el uno al otro con cierto temor.

    —Yo... yo fui parte de la misión que masacró su aldea a órdenes de Gendo y sé que Shiori escapó con Kuroki. Yo creí que ese niño que encontré podría ser Kuroki, a pesar de que no parecían tener la misma edad — se notaba que el tema lo carcomía por dentro; su respiración era más agitada — Decidí buscar en la cueva, tal vez encontraría a Shiori o a alguien más de los Fusatada. Pero la búsqueda en la caverna me llevó a Tsu y allí salí por un comercio local y conocí a Taki y le comenté del niño que encontré herido, el hombre lo describió a la perfección y me dijo que era su hijo... yo me quedé con esa estatuilla de zorro blanco con ropas de monje. La revisé a detalle y encontré la manera de abrirla...

    Taki, ese era el hombre que cuidaba el acceso a las cuevas dónde Kohaku conoció a Seiryu. Matahachi le extendió el papel en dónde había escrito.

    Facciones_Yokai-Kitsune.jpg

    —Eso fue lo que encontré en el interior —dijo con temor —Acompañé a Taki a Chriyu para reunirlo con su hijo; ambos se reconocieron de inmediato y así supe que no era Kuroki. Después devolví la estatuilla dónde la encontré, creyendo que era alguna especie de ofrenda, siendo que la entrada a esa cueva se abrió porque un templo se desplomó en ella. No quise perturbar nada de allí después de eso...

    Miró a Kohaku —Después de que dejara al grupo de Kuroki en Shimotsuke después de Mito... le entregué mi apellido a Kuroki en una misiva que disparé en una flecha hacia él. Quería volver a contactarlo después para hablar de lo que encontré en ese zorro... el cual ahora tiene Misato.

    Las manos de Matahachi temblaban y no eran de dolor —Recordé tarde... "Falso Ishikawa" eso estaba escrito en aquel papel, lo recuerdo bien. Y cuando vi a ese zorro atacándote... actué sin pensar. Otra vez —desvió la mirada avergonzado.





    [Shino; Noishi; Yuzuki]

    Cuando Shino miró el muñón su rostro se fue palideciendo mientras negaba al escuchar las palabras de Yuzuki; no pudo decir nada a pesar de que Yuzuki hizo una pausa para buscar la misiva de Hashimoto.

    Después sus palabras se dirigieron a Noishi, pero Noishi negó sutilmente, su mirada era triste —No, mi hermano ya no es el mismo. Pero eso está bien. ¿Cómo iba a serlo? Nadie es el mismo de cuando fue niño... todos crecemos, cambiamos —miró a Yuzuki —Pero entiendo a qué te refieres; su esencia está allí, no mató a quién fue sino que creció a su lado —sonrió ligeramente hacia Yuzuki —Gracias por cuidar de él, es una deuda que siempre tendré con todos ustedes —bajó la mirada —Quiero volver a conocerlo... pero temo que cuando me conozca a mí, vea que yo sí he cambiado demasiado.

    Shino apretó la mano de Noishi con delicadeza, sabía lo que todo esto le dolía.

    ¿Aspira a a restaurar el Imperio?
    Shino miró a Noishi cuando se hizo aquella pregunta; pero antes de contestar, Yuzuki mencionó las palabras escritas de Hashimoto en aquel papel en sus manos. Shino dudó, después miró a Yuzuki y notó las emociones que la envolvían en ese objeto y sonrió ligeramente mientras extendía su mano para tomar la misiva —Yo también lo imaginaba como alguien cercano a mí, un tío que siempre protegía a mi padre. Pero eso cambió cuando no estuvo presente aquel día... —volvió a mirar a Noishi; pues era doloroso para ella y para él de igual manera — La leeré —dijo ante Yuzuki — Pero no ahora; esperaré a reunirme con mi hermana —sonrió, remarcando las ojeras que llevaba consigo debajo de su mirada melancólica.

     
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    A Shino se le fue el color del rostro en el momento en que expuse la falta de mi mano, notarlo solo hizo que mis gestos se tiñeran de resignación y no dije nada, ella me había visto cuando todavía estaba entera. Era la decisión que había tomado al no cerrar la boca con Akishino, al no matar a Kinsuke, uno de los que creíamos nuestros me había privado de abrazar a Takeda, Shinrin, Hayato y Takano con toda mi fuerza, de abrazar a Rengo cuando volviera a verlo y de poder abrazar también a Kohaku cuando apareció en las minas. Me había privado de tanto y los motivos me importaban más bien poco, porque el corazón me dolía cada vez que no podía aferrarme a ellos como quisiera y cada vez que sentía miedo.

    Izquierda y derecha.

    Era el costo de no guardar silencio.

    —Lo que nutre su ser permanece con él, es la base de su carácter y se ha mantenido a pesar de la adversidad y las pérdidas —apañé a las palabras de Noishi, serena, y negué con la cabeza—. Pudimos cuidarlo porque él nos lo permitió y eso puede que sea algo que debes entender, aunque es un poco extraño que una niña como yo venga a darte esta clase de lecciones. Permite que te conozca de nuevo, como tú quieres hacerlo, esa es la clase de sinceridad que Takeda aprecia. Puede que solo él pueda reconocer tu esencia, incluso si tú crees que has cambiado demasiado. Es doloroso, lo sé. Soy la mayor de mis hermanas y al verte... Temí haber cambiado demasiado para ser reconocida, porque también las dejé atrás por algo que me supera, pero son ellos quienes deben valorar si realmente somos tan diferentes de cómo recuerdan, Noishi, no nosotros. A veces somos demasiado crueles con nosotros mismos y también con otros por miedo. Lamento la forma en que te hablé en Nara.

    Al terminar de hablar tomé una pausa, me cansaba con más frecuencia ahora. Suponía que mi cuerpo seguía demasiado ocupado tratando de sanar las heridas físicas y emocionales que cargaba como para permitirme alcanzar la energía que poseía antes. No debía exigirme tanto, pero aquí estaba.

    Shino miró a Noishi cuando pregunté lo del Imperio, pero lo dejé estar y continué con la tarea que el viejo Hashimoto me había encargado. Ella pareció notar las emociones contenidas en el objeto, así que aceptó la misiva y sonreí con cierto pesar al escucharla decir que para ella Hashimoto también había sido alguien cercano, lo que se sobreentendió al leer la misiva, pero escucharlo de ella fue un poco más pesado. Entendía que esa clase de afecto se resquebrajara como lo había hecho.

    —Cuando a usted le parezca mejor. Gracias por recibirla.

    Habiendo dicho eso seguí pensando en esta mujer, su hijo y su estado general. Pensé y pensé hasta donde era mejor o peor hacerla consciente de ello de forma constante, pensé tanto y dudé incluso más. Abrí la boca para decir algo, pero volví a cerrarla de inmediato y deslice la mirada a algún punto del suelo del barco, pero luego de otro conflicto mental solté el aire por la nariz.

    —Lamento su pérdida —murmuré aunque no me atreví a mirarla, de hecho tuve que parpadear con tal de deshacer las lágrimas que se me habían formado en los ojos y evitar llorar cuando era ella quien debía hacerlo—. Ninguna madre dejaría a su niño. Lo lamento mucho.
     
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    Interior del barco

    La historia de Tamura fue lo que cualquier historia de Tamura esperaba que fuera: extraña y graciosa. Bueno, y un poco preocupante también, pero al final todo había salido bien. Su desenfado y sus gestos al relatar la anécdota me aflojaron un par de risas, más tímidas que las de Yume, pero risas en fin.

    —Dioses, sólo a ti te pasan esas cosas —dije, aún divertido, y le apoyé la mano libre, la que no sostenía mi té, en el hombro—. Me alegra que estés en una pieza. Eso de que quieran matarte... tal vez lo sacaste de tu padre.

    Fue una broma un poco arriesgada, pero Matahachi parecía totalmente metido en su escritura y Tamura siempre se había tomado el asunto con liviandad. Yume me dijo que el té estaba rico y le sonreí con genuina alegría, murmurando un "me alegro" sincero. Entonces Matahachi acabó su tarea y empezó a hablar. Me puso un poco nervioso recibir su atención por todos los líos mentales que me venía haciendo, pero al oír que había actuado por "verdadero miedo" y al ver su expresión, yo también me preocupé.

    Mencionó una estatuilla, unas cavernas, la invasión a la aldea de Kuroki y un niño herido que sólo podía ser Kibo. Tenía que serlo. ¿Taki... era su padre? Byakko había dicho ser su abuelo. ¿Quién era Taki, realmente? Quizá pudiera pedirle a Hotaru que lo consultara con Byakko.

    Observé la hoja con detenimiento tras dejar el té a mi lado, cada pequeña porción de información, mientras Matahachi seguía hablando. Suponía que esto confirmaba la conexión de los Fusatada con los zorros, pero... ¿de qué lado se encontraban, exactamente? También estaba Hoshi, el abuelo de Rengo. No lograba entender, aún así, por qué Matahachi parecía tan afectado por todo esto. ¿Era por su desconocimiento de los asuntos espirituales? ¿Le causaba temor la noción de la incertidumbre? ¿O vería a los zorros como criaturas muy poderosas?

    Deslicé la vista lejos del papel y noté que sus manos temblaban, lo hacían de verdad. Mi primer impulso fue tocarlo, pero preferí respetar su espacio y recogí su taza de té, la que le correspondía. La extendí en su dirección y busqué sus ojos.

    —Se te enfría, Hachi —murmuré en voz extremadamente baja, valiéndome de que sólo nosotros cuatro estuviéramos allí.

    Quizá fuese extraño para él, pero para mí, Matahachi era el nombre ajeno. En mi mente había sido simplemente Hachi desde nuestra estadía en Tateyama. Volví a observar el papel, los nombres, las descripciones, y suspiré con pesadez. ¿Debía... decírselos? Pero era una historia demasiado larga, demasiado dolorosa, y... sería la primera vez. Nunca se lo había contado a nadie, quizá por temor a que todas las heridas se abrieran.

    —El niño que encontraste en las cuevas, tiene que haber sido Kibo. Es el shijin Seiryu, que ahora se encuentra a salvo. —Le sonreí a Matahachi—. Gracias. Si no fuese por ti, quizás habría muerto. Gracias, de verdad.

    Apreté los labios y regresé la vista al frente, presionando la hoja sin darme cuenta.

    —En Omori, en el santuario... hablé con mi padre. Su energía estaba contenida en un oso de madera que llevaba conmigo, y el oso poseía recuerdos que él no. —Mi gesto se comprimió y tomé mucho aire, intentando no dejarme llevar por esas imágenes, por la sangre en la nieve, las flechas y los piedrazos—. Yo vivía en una pequeña aldea costera muy al norte, en Akita. Al parecer, Tamano no Mae se hizo pasar por Inari y manipuló a los Ancianos de mi villa. Cuando mi padre lo supo, intentó sellar su árbol y alejarla de nuestras tierras... pero ella le juró venganza.

    Miré a Matahachi.

    —No sé si sepas de las tropas que el Emperador envió a Nikaho, hace dos años, para contrarrestar la invasión de los zorros. Resultó ser todo una mentira, los recuerdos en el oso nos lo revelaron. —Desvié la vista, sintiendo cómo el nudo en la garganta empezaba a dolerme y mis ojos se empañaban—. Fue el Imperio. Vi a Daidoji, a una mujer llamada Kira y a un hombre, Katsunaga. Ellos atacaron nuestra villa disfrazados de zorros, engañaron a mi padre, redujeron las tropas enviadas por Akishino... —La hoja se arrugó, surcos hondos—, y los mataron. A todos.

    Clavé los codos en mis rodillas y me sequé el rostro con una mano. Me dolía. Hablar de esto me dolía de formas que no sabía explicar.

    —Yo me escondí en el bosque durante un día y una noche, pensé que por eso había sobrevivido, pero... estos zorros... —proseguí un poco después, volviendo a observar el papel—. Los nogitsune. El Imperio había hecho un pacto con Tamano no Mae, uno que buscaba completar su venganza. "Y cuando se cumplan los dos inviernos el sacrificio se llevará a cabo", dijo Katsunaga. "Llegado ese tiempo la cría será sacrificada y la venganza se completará." Creo que por eso Kinko estaba en Omori.

    Yoko y Hakuzosu, eran los nogitsune restantes. ¿Estarían vivos? ¿Seguirían sirviendo a Tamano no Mae aún muerta, como lo había hecho Kinko? Tal y como había temido, las heridas se habían vuelto a abrir. La barbilla me tembló y agaché la cabeza.

    No queda nadie.

    No estoy solo.

    Ya no queda nadie.

    No me has dejado solo.

    ¿Cuál era verdad?

    —Lamento haber sido tan imprudente —sollocé, aún encorvado, y ya no pude contener las lágrimas—. Si no me hubiese alejado solo, Kinko no habría podido... y tú no habrías tenido que... —Otro sollozo; ya no sabía ni por qué lloraba—. De verdad lo siento.


    ame dijo que este info dump iba a estar divertido, pero yo sólo veo drama *smile in pain*
     
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    Bruno TDF

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    Togashi

    Observaba el mar en profundo silencio, concentrado en las pequeñas ondas que las gotas de lluvia dibujaban sobre su superficie líquida. Ocasionales olas se alzaban de vez en cuando, meciendo el barco con movimientos suaves que no amenazaban su equilibrio. Se hallaba pie sobre la cubierta, la ligera lluvia se rompía su yoroi con sonidos leves, sordos. Pero él no se movía, tan concentrado estaba en ordenar la información que habían recibido entre las paredes de Iwami Ginzan.

    La muerte del emperador Akishino. El indulto a Murai. La inesperada presencia de Shino. Una negociación en Nara, que había culminado con una alianza entre los Minamoto y los Taira.


    Y el nombre de Gendo Mori, otra vez.
    Resonando como una maldición.


    Cruzó los brazos bajo su pecho y cerró los ojos, para reducir el mundo al sonido de las aguas, tanto la del cielo como la que danzaba bajo sus pies. Encontró calma en esas melodías naturales, así como en las voces de sus compañeros, convertidas en susurros por obra del clima y de la pequeña distancia que había mantenido, para reflexionar sobre la nueva situación del clan. Le iba a costar acostumbrarse a la alianza con los Taira y Murai, pero estaba dispuesto a aceptarlo.

    Porque confiaba en sus camaradas, y no necesitaba más razones. Eran un grupo. Como había dicho Yuzuki en las minas, ellos eran una familia.

    La familia que le daba razones para seguir viviendo.

    Suspiró finalmente, y pasó una mano sobre su rostro para quitarse perlas de aguas, sobre todo las que se habían acumulado en su barba. El movimiento le hizo notar que su palma estaba algo rasposa, que los músculos de los dedos estaban ligeramente hinchados y más firmes. Eran las manos dignas de un herrero, de alguien que a su vez quería convertirse en artesano. Notar esto le hizo recordar la ausencia de Kyuzo en Omori, ante lo cual había asumido que aún debía estar recorriendo los caminos como el armero errante. Aunque igualmente se hubiera ido con sus compañeros si lo encontraba en las minas... Togashi era un hombre comprometido con los demás; por lo que, en ausencia de Kyuzo, aún podía seguir haciendo algo para concretar el encuentro en Omori en un futuro.

    De esta forma, volvió a limpiarse agua del rostro y recorrió el barco en busca de la persona que, sin saberlo, también estaba implicada en ese asunto. Lo hizo sin prisas, porque aquel viaje daba señales de ser largo. Tampoco fue difícil hallarlo, considerando que estaban rodeados por una gran masa de agua. Cuando lo detectó entre la gente, se le acercó.

    Riku —dijo, mirándolo con semblante tranquilo—. Hay algo de lo que debo hablar contigo. Sobre el motivo por el que Kojiro y yo aparecimos en Omori.
     
    Última edición: 13 Julio 2024
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    Fujiwara no Riku

    Estaba solo. Rodeado de tantos desconocidos, o apenas conocidos, me aisle de los grupos que se fueron formando.

    A un sabiendo había poco que podía hacer en esta situación, desde la distancia, no le quitaba los ojos a Murai. Rodeado de tantos de los suyos.

    Tan alegre de reunirse, y aún así dispuesto a sacrificarse en Nara...

    Sacudí esos pensamientos. Sentir simpatía por él no es algo lo cual me voy a permitir. Nunca.

    Por ahora, solo mire. Y dejé pasar el tiempo en el barco sin demaciada relajación o tensión. Dudando, si debería acercarme, si debería llegar al verdadero comienzo del final de esta enemistad.


    Lo mire al ser llamado, un poco sorprendido, peo aún así le asentí. "¿Estas seguro de eso? Entiendo... Intentaban mantenerlo en secreto".
     
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    Amelie

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    Interior del barco
    [Yume; Matahachi; Kohaku; Tamura]

    Matahachi estiró sus manos para recibir el té; afirmó como un símbolo de disculpa al no tomarlo al instante de ser servido. Abrazó la taza con sus manos. El nombre de Hachi era suyo, verdaderamente suyo. Le había sido por mucho tiempo arrebatado, un símbolo del pasado. Incluso ahora con el arco de su padre, revelaba su verdadera identidad, ya no tenía que ocultarlo ¿O si?

    "Hachi... él era una un buen niño. Matahachi es el asesino y es eso lo único que soy...ahora" Pensó Matahachi con melancolía. Observó sus manos recubriendo la taza; pero las palabras de Kohaku sobre Kibo lo hicieron levantar la vista en sorpresa absoluta. No les había dicho el nombre; Kohaku ya lo sabía. Entonces ayudó a Kibo, un shijin. Menos mal, un acierto.

    "Redujeron las tropas enviadas por Akishino..."

    Campanas sonaron en la mente de Matahachi; sabía de aquella misión de Katsunaga porque en ella había perdido a muchos de sus compañeros con los que entrenó desde la época donde aun estaba con él Shiori. Recordó que pudo haber estado allí sirviendo a Katsunaga; pero fue Kozaemon el que lo impidió.

    Matahachi se acercó a Kohaku cuando este comenzó a quebrarse, ganando la reacción de Tamura o Yume. Extendió la piel de lobo para que ambos se cubrieran en ella.

    —Nada de lo que yo hice fue culpa tuya; el imprudente fui yo —dijo con calma aun con su taza en manos — Tu atendiste a tus emociones; yo en cambio pude haber pensado una mejor estrategia. Pero estábamos lejos y sabía que el viento llevaría más rápido la flecha que la tierra mis pies, tal vez no debí haber usado toda mi fuerza en un solo ataque... pudimos haberlo interrogado. Yo lo siento.

    Era evidente que Matahachi no sabía consolar a las personas, dejando llorar a Kohaku; pero trataba de la mejor manera y creía que dejarlo llorar era mucho mejor a tratar de contenerlo. Dio un sorbo al té — Ahora que sé que no erré en mi disparo y me alegra haberlo hecho a pesar de todo. Yo no me quedé en Shima a esperar mi muerte a manos de Gendo; y tú no serás ningún sacrificio para yokai que sirven seguramente a Gendo y sus hombres.

    Tamura y Yume se acercaron al grupo, la piel de lobo no era tan grande para albergar a todos pero se juntaron alrededor de Kohaku como pajarillos en lluvia, tomando sorbos ligeros de té. Kohaku y Matahachi quedaron al centro, del lado de Matahachi quedó Tamura y del lado de Kohaku se acurrucó Yume.

    —Estas con nosotros, y ningún zorro va a vencernos—dijo Tamura con seguridad

    —Y si los dañan yo podré curar a todos— agregó Yume.

    —¿Dé dónde proviene tu gentileza, Kohaku? — preguntó Matahachi aun mirando el té —Yo tomé toda la violencia que sufrí y la convertí en estrategia, en venganza —miró el té restante en su taza, era una mezcla perfecta. Pero no sólo era una simple bebida, era un mimo —Tu gentileza no proviene de la ausencia de violencia como yo creía... proviene a pesar de la abundancia de ella. Eres muy fuerte Kohaku... perdóname a mi, por haberte juzgado débil, y hacerte llorar...

    —Esto merece un gran abrazo— dijo Tamura mirando a Yume quien estiró sus brazos envolviendo a Kohaku y alcanzando las manos de Tamura; así Tamura haría lo mismo del lado de Matahachi, estrujando a ambos al centro.

    —Basta, Tamura. Mi té...— dijo Matahachi dejando su té en el suelo para evitar accidentes.

    —Tu hombro debería importarte más — le reclamó Tamura.

    —Siempre puedes llorar con nosotros Kohaku — dijo Yume —Lo que Matahachi trata de decir es que a pesar de tu fortaleza, podemos protegerte.

    Yume dejó ir las manos de Tamura pues comenzó a entumirse en el fuerte abrazo. Tamura también se soltó y todos pudieron recuperar un poco de aire.

    —A ninguno de nosotros nos pudieron matar de niños —se burló Tamura — ¿En verdad creen que podrán hacerlo ahora que somos adultos?

    Matahachi tomó nuevamente el té en sus manos — ¿De qué es el té? Es muy bueno.




    [Shino; Noishi; Yuzuki]

    Noishi sonrió —Hablaste por el cariño que le tienes a Takeda; no me importa que eso se convirtiera en desprecio hacia mi. No me debes disculpas, no es una carga que deba pesar en ti jamás.

    Shino llevó la misiva a su pecho con cuidado para después escuchar las palabras de Yuzuki.

    Shino.png

    —No sé quién pudo haber sido tan cruel... —la voz de Shino era trémula — No sólo lo mataron; destruyeron su cuerpo, fue hecho con odio visceral. Mi hijo... a pesar que era fruto de ese... ese... monstruo —Shino apretó sus párpados mientras estos temblaban conteniendo las lágrimas — Yo amé a Kinsuke desde el primer momento... su muerte fue tan injusta —miró a Noishi con ojos vidriosos — Dejaron un crisantemo blanco, con ello me hicieron creer que todos me habían abandonado... junto a la flor había un tantodijo buscando entre sus pertenencias para después mostrárselo a Yuzuki — Me daban la opción de quitarme la vida —llevó su mano al cuello — iba a hacerlo; pero Noishi volvió a mí —cubrió su rostro — Pensé que él había matado a Kinsuke; pero no tenía sangre en su ropa.

    —El crisantemo blanco en una facción aliada al clan Taira — explicó Noishi hacia Yuzuki mientras llevaba el rostro de Shino a su pecho —Al dejar eso sobre tal crimen nos dejaba como los culpables. Llegué tarde para salvarlos a todos, pero pude rescatar a Shino y a un joven Ikeda llamado Fureku. El muchacho aun no despertaba cuando le entregué a los aliados en Nara; ahora se encuentra de camino a Aomori gracias a las acciones de Takeda.

    Zireael
    Gigi Blanche Perdón; pensé que sólo te daría el dato escrito pero se soltó Matahachi. Es su culpa.




    [​IMG]
    Cubierta del barco/ Babor (lado izquierdo de la embarcación)
    [Reijiro; Genichi; Masaharu]

    El trio parecían explicarse en señas burdas; Reijiro se notaba severamente molesto mientras observaba las bocas carentes de lenguas. No volvería a escuchar a sus amigos; pero gracias a las acciones de su señor Hideyoshi y un tal Jundo; ellos estaban vivos.

    Cubierta del barco/Proa (parte delantera de la embarcación)
    [Inagaki; Rei; Konan; Murai]

    Rei parecía congeniar con Chiasa, le daba constantemente semillas de girasol.

    —Esos son valiosos ingredientes de herbolaría —le reclamó Murai al escuchar como la ardilla tronaba las semillas

    —No la voy a matar de hambre, pobrecilla. Mira lo flaca que la tenía Kohaku—dijo extendiéndola hacia Murai — Ay... perdón. Pero confía en mí, está flaca.

    —Hey, Konan —dijo Murai ignorando a Rei. Konan se acercó y comenzaron a hablar entre ellos.

    —Oye Inagaki —Rei se acercó a Inagaki con Chiasa aun comiendo de sus manos y ambos comenzaron también a conversar.

    Cubierta del barco/ Alcázar en popa

    [Eiji; Kojiro]

    Kojiro y Eiji parecía que comenzaban a revisar el clima, marcando ciertos puntos con las estrellas.

    Cubierta del barco/ Babor (lado izquierdo de la embarcación)
    [Hayato; Tsubaki]

    —¿No quieres entrar a comer tu miel bajo techo?— preguntó Tsubaki hacia Hayato.

    Hayato lo miró y le extendió el tarro para convidarle un poco; dándole a entender que él estaba cómodo con esa ligera lluvia.

    Cubierta del barco/ Popa
    [Togashi; Riku]

    Detrás del alcázar comenzaron a hablar Riku y Togashi; teniendo a la vista a Kojiro y Eiji por si volvían a pelear.

     
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    Bruno TDF

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    Togashi

    Un barco en el medio del mar es más seguro que un puerto repleto de desconocidos —convino con un asentimiento; aunque, tras recorrer el barco con la vista, no pudo evitar soltar un suspiro ligero—. Además, todos a nuestro alrededor son aliados, aunque me cueste asimilar la idea. Pero… —regresó la mirada hacia Riku— Esta información que voy a darte, es posible que sea algo muy personal para ti… Ven conmigo…

    Con un movimiento de cabeza, pidió a Riku que lo siguiera hasta detrás del alcázar del barco, a un punto desde donde también podrían vigilar a Kojiro y Eiji por si volvían a enfrascarse en una disputa. No le causaba gracia mantener ese grado de secretismo, cuando se suponía que ahora todos estaban unidos por una misma causa. Pero lo hacía de esta manera para respetar el anonimato de Kyuzo, quien a través de la figura del "armero errante" intentaba reconstruirse a sí mismo. Revelar que seguía vivo, entre tantas personas, podría ser una afrenta contra esa búsqueda personal. Justo como había ocurrido con su maestro.

    Pero creía que Riku tenía derecho a saber esto, porque lo involucraba. Pues durante el viaje a Omori, Kojiro le había confirmado el apellido de su compañero de Escuela, al que ahora miraba a los ojos.

    Tuve un encuentro con Kyuzo —reveló—. Kojiro y yo nos lo cruzamos en uno de los caminos que llevan a Nagoya. Conversamos sobre el sentido de ser herreros y, también, mencionó a su maestro, de quien no se sabe su nombre —hizo una pausa, para darle tiempo a contextualizar—. Pero Kojiro fue hábil en esa charla, y supimos que este mentor pertenecía a una de las grandes familias de herrero: los Okudera.

    Una ola se deshizo contra uno de los costados del navío, salpicándolos de ruido y unas ligeras gotas que perlaron sus cabellos. Togashi mantenía una expresión seria.

    Kojiro le dijo que conocía a un Okudera, pero se aseguró de no mencionar tu nombre —aclaró—. Kyuzo se mostró sorprendido y sumamente interesado por tí, y nos dijo que podíamos encontrarlo en Iwami Ginzan. Sin embargo... —se llevó una mano al mentón, pensativo— No lo vimos en las minas, por lo que es posible que aún se encuentre errando por los caminos. Si estás de acuerdo, podríamos considerar volver en algún momento... si la guerra lo permite.
     
    Última edición: 13 Julio 2024
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