Nagano Ueda

Tema en 'Prefecturas' iniciado por Amelie, 19 Febrero 2022.

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    Ikoma-kun

    Ikoma-kun Rolero, dibujante

    Virgo
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    Tome una de las agujas arrojadizas para estudiar su aspecto, liviana...ideal para un ataque sorpresa, por supuesto a no ser que mi oponente sea shinobi, llegamos a agudizar el sentido del oído. Como suponía las agujas contaban con un transfondo interesante.

    En cada armería los encargados exhibian sus creaciones a todos los interesados; yoroi, tantō, kodachi, naginata, kunai...un arma de apariencia tan simple estaba fuera de los estantes de los armeros.

    —Un artesano anónimo...—dije intrigada para regresar la aguja a su caja, parecía un arma simple, pero cada una podía imitar muy bien la mordida de una serpiente y administrar una dosis certera a un enemigo.

    —Las comprare, hace mucho me preguntaba sobre cómo obtenerlas—ofreci mis monedas por las agujas y el uso de las herramientas para veneno no sin antes dejar todo en orden—no esperaba una historia tan intrigante como las de estas agujas, desearia un día poder conocer a tan prodigioso artesano.

    Tome las agujas y los frascos con venenos.

    —Muchas gracias por la información y por sus servicios señor, los dioses sin dudas me guiaron a un buen lugar está vez—agradeci inclinándome ante el herborista, me había hecho con unas armas muy útiles para mi habilidad, aunque podían ser algo difíciles de conseguir si el artesano no frecuenta ciertas herbolarias por un tiempo.

    Mire a mis acompañantes y les sonreí, les indique que debíamos partir.
     
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    Amelie

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    Herbolaria

    [Yin; Ayame; Misato]

    El herborista les agradeció la compra; y con eso, decidieron seguir su camino, el cual fue tormentoso; seguramente caerían enfermos por el mal clima.







    El rol continúa en Comerciantes ambulantes
     
  3. Threadmarks: Día 52_Riku y Tai
     
    Amelie

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    El rol de Riku proviene de Kofu







    [​IMG]

    Capítulo IV
    古い鉄 Furui tetsu - Hierro viejo
    Afueras de ciudad
    [Riku]


    El golpe de la carreta contra una gran piedra hizo que Riku volviera a recuperar el conocimiento; el sol parecía ir saliendo, era de madrugada aun. Trató de moverse; pero tenía atadas manos y piernas; miró hacia adelante, era ese herrero quién dirigía la carreta.

    Riku aun portaba su ropa, su anillo; aun sentía el peso de sus objetos; pero no sentía a Hinode, tampoco al arco.

    —Rompiste mi forja — mencionó el herrero —Entonces no era un buen arma, no puedo llamarme un discípulo de Keisho. —Jaló con fuerza la brida de su caballo quién relinchó con fuerza. El herrero se giró, mostrando su rostro nuevamente hacia Riku; esta vez estaba completamente limpio; pero su semblante seguía siendo poco agradable.

    [​IMG]

    —Así como tampoco tú puedes llamarte su nieto...

    El herrero volvió la vista al camino, dirigiendo a su monta hacia la pequeña ciudad frente a ustedes.

    —¿Eres el cobarde no? El que escapó de Himeji dejando atrás a su familia — negó — Detesto cuando a los cobardes les sonríe la suerte —soltó una risa sardónica — ¿Has vuelto? A Hyogo...— negó — Pésima idea...

     
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    Monpoke

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    Riku

    Afueras de la ciudad

    Desperté dando fuertes respiros, ajetreado, y rapidamente forcejee con las ataduras de manos, pies y del cuello. Lo sentía, ese anillo con el podría descargarme la piel.

    El sol, la arena, la caja, las risas.. El veneno...

    Parpadee, volviendo lentamente de la confusión inicial, volviendo al presente. Saliendo de la imagen que tenía de esa ciudad.

    Es similar, es lo mismo. Pero diferente. De nuevo, de nuevo, estoy así.

    El herrero. Lo mire al frente en la carrera en cual me transportaba. ¿Por qué?

    "Era una buena forja". Dije, en voz reseca. "Pero era un arma, y debía ser más que eso".

    No podría explicarme el porque conteste. Y aún si lo hice, a un si romper esa nodachi era lo que me trajo aquí, decir esas palabras no eran las correctas.

    Lo sabía. Pero no podía evitar mantenerme firme sobre lo que pasó.

    Fueron sus siguientes palabras las que de verdad me drenaron.

    ¿Su nieto? ... Significa mucho o nada, era una confirmación a una posiblidad de las que ha tenía. De alguna, la misma pregunta sigue permaneciendo, ¿Quien fue Keisho? Mí abuelo.

    Cobarde
    ...

    Cerré ambos ojos, no en escape, sino en recuerdo.

    "Si, soy ese cobarde". Admití con una demora menor. "Es pronto para decir si de verdad me ha sonreído, puede que solo me este dejando sentirme feliz una última vez solo para hacerme derrumbar con mayor fuerza...". Abrí los ojos y realmente no mire hacía ninguna parte, una mirada vacía, pérdida en un futuro que deseo evitar.

    El hogar, mí familia, Dazai. He tenido felicidad tanto como culpa. Lo único que puedo llegar a prometer es que está vez lucharé.

    Por ello, debo vivir.
     
    Última edición: 1 Abril 2023
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    Amelie

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    Afueras de ciudad
    [Riku]

    El herrero soltó otra carcajada sin voltear a verlo, siguiendo su rumbo hacia Ueda —Si, debía ser más que eso —negó — Sólo los malos guerreros culpan al arma en lugar de a las manos que las sostienen. Ni aunque tuvieras la forja de Kyuzo no dejaría de ser eso... una simple arma. Porque eres un simple... hombre. Tu alma no está templada adecuadamente...portabas el emblema de los Fujiwara pero no por ello eres mejor que cualquier otro guerrero. Eres como el hierro viejo que se usa una y otra vez, golpeado constantemente por manos que no saben como trabajar el metal, quebradizo...

    El herrero avanzó entrando a la ciudad, algunos lo miraban y saludaban; después miraban a Riku y se preguntaban que sucedía; pero nadie detuvo el avance del herrero que se dirigió a una vieja casa de armamento.

    [​IMG]

    —Eres un arma sin alma —dijo bajando de la carreta con fuerza; levantando el polvo a sus pies. Miró la casa de armamento y antes de abrirla suspiró — Aunque tengas por quién pelear, aunque tengas un nuevo presente con nuevos nombres y familia...—abrió de par en par las puertas corredizas.
    —...No eres nada si no entiendes tu pasado— el herrero se acercó a la carreta y jaló de las ataduras de Riku, haciéndolo caer al piso para después arrastrarlo al interior de aquel lugar.

    [​IMG]

    Llevaba tiempo abandonado; y el polvo lo delataba; el pasto y el arrozal a un lado de aquel sitio estaban creciendo salvajemente. En el interior de la casa de armamento aun habían algunos objetos, demostrando que los habitantes de aquella ciudad respetaban a los antiguos dueños.

    El herrero lo siguió arrastrando, hasta que lo llevó frente a una tablilla de madera, allí estaba algo tallado a mano:

    温和な魂

    —Alma templada— mencionó el herrero con desdén al leer la tablilla— No puedo creer que un cobarde como tú sea su nieto... pero gracias a tu cobardía, aun existe el apellido Okudera.

    El herrero avanzó y amarró a Riku a uno de los postes de madera; al terminar, salió de aquel lugar, no deslizó la puerta para dejar el sitio cerrado; se escuchaban sus pasos en el exterior de aquel sitio; después el sonido de golpes secos, fuertes. Aquel hombre no tardaría en regresar con leña, la cual llevó directamente al fogón central —Keisho Okudera fue un hombre sencillo; al verlo por las calles podrías creer que era un simple hombre; pero cuando lo veías a los ojos... veías el fuego de su espíritu —miró a Riku — En ti veo a simple vista un guerrero formidable; pero no soporto mirarte a los ojos... un jarro vacío.

     
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    Monpoke

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    Riku

    Herreria abandonada

    Amarrado al poste asentí tanto como negué. "Si, mis ojos podrán estar vacíos, y podre estar más tiempo sin el fuego que con el. Pero siempre volverán a arder, no lo creas extinto". Mantuve la mirada, sin bajarla, mirándolo con esos ojos que dice odiar. Y, una chispa presente en ese vacío, la de nunca rendirme.

    Lo he intentado, luchando con todos los niveles de motivación, con tal de permanecer firme. Mantener promesas. De seguir ardiendo.

    Por cada día que pasa se vuelve más difícil. Más se demuestra que mí presencia podría ser un error.

    "No me he llamado mejor guerrero que nadie, tampoco me considero como tal". Aspiro serlo, algún día, pero no como una meta por orgullo. Para ser capaz de proteger, de mantener aquello que me queda. "No culpare al arma por ser sostenidas en mis manos. Manos que podrían soltarlas, manos que podrían perder su vida antes de que sea destruida".

    "Un arma sin alma". Repetí esas palabras que dijo anteriormente. "Yo podré ser eso y, a un así, se lo pedía a la forja que llegara a sostener. Un hombre simple que portaría toda arma por simple que sea, pero... porque tiene un valor que es imposible reemplazar".

    "Por cobardía, por hallarme perdido, dejé mí hogar y familia. Dejé la guerra antes de que llegara... Y, demasiado tarde, años después, decidí formar parte de ella". Seguí hablando, tirando mayor voluntad en cada palabra. "Me prometí no volver a huir".

    pero gracias a tu cobardía, aun existe el apellido Okudera.

    "¿Soy el último?". Pregunté, nuevamente vacío ante esa posible revelación. Vacio, pero decidido.

    Tenía que preguntarlo, a un si mí destino es incierto... A un si se acerca el final del apellido, debía saberlo.
     
    Última edición: 2 Abril 2023
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    Amelie

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    Casa de armamento
    [Riku]

    El herrero escuchó atentamente, y antes de responder con el odio que se veía en su mirada, se detuvo. La última pregunta de Riku lo descolocó.

    —Tenía claro que no sabías mucho; pero nunca creí que no buscarías saber de ellos —apretó los puños — No sé si eres el último; no estuve en la invasión a Himeji. No sé si alguien pudo escapar, sólo sé que Keisho no lo hizo. Tampoco tu padre y madre. Su valentía sobresalió, a pesar de sólo ser campesinos.

    El herrero desvió la mirada a las brasas —Dices que no huirás... —de su manga sacó un tanto y se acercó a Riku, lo liberó sin delicadeza alguna para después sentarse frente al fogón —...Siéntate y escucha.

    Riku pudo reparar en que la puerta seguía abierta, seguramente sus armas estarían en la carreta. Sería fácil escapar ahora que estaba alerta.

    Monpoke puedes huir, no necesitas un dado para ello; el hombre no es un guerrero, no te sostendría combate a pesar de estar desarmado (sería pelear a un oponente nivel 1) O puedes quedarte.
     
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    Monpoke

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    Okudera no Riku

    Herreria abandonada

    Guardé silencio durante unos segundos que podrían haber permanecido eternos, solo para volver a hablar con voz baja. "Nunca busque saber que sucedió en Himeji... solo recientemente empecé a buscar respuestas, pero he dado con muy pocas o nada". Respuestas, es esa búsqueda lo que me trajo aquí.

    Seguí nuevamente en silencio, bajando la mirada, digiriendo esa revelación. Mis padres, muertos. Keisho, mí abuelo, la persona a la cual busque, muerto.

    Mis padres. Una parte de mí lo sabía, y a así no es posible que me dejara preparado para recibir la respuesta.

    Entre todo, a pesar de ser una espina intencionalmente dicha, saber que fueron valientes hizo una pequeña diferencia.

    No preste atención a cuando me desató, me libero, pero de nada más de lo que sería una prisión física. Libre, y a la vez encadenado a amarres que ningún arma podría romper.

    Seguí su orden sin ningún movimiento extraño o innecesario, me senté, permaneciendo con la mirada baja.

    "Si es así... ¿Qué razón me queda para seguir buscando respuestas?". Pregunté en palabras que se me escaparon.

    Apreté la mandíbula, respire y exhale en una rápida sucesión, todo para terminar suspirando. Fue entonces cuando levanté la mirada y deje de estar mirando al borde del barranco, me concentre en lo que realmente tenía al frente.

    "El apellido Okudera". Todavía me pertenece y, si existe, el peso de un legado. De una historia. El peso de las vidas que abandone.

    "Escucharé".
     
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    Amelie

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    Casa de armamento
    [Riku]

    El herrero afirmó —Keisho, él me enseñó a crear herramientas de arado y a mi esposa de joyería; él hacía lo mismo, o al menos eso dijo —mencionó sin separar la vista del fuego; pues tal vez eso era algo innato en los herreros, o podría ser que aquel herrero no quería mirar hacia Riku —Pero mintió, creó un arma cuando estuvo en Kofu. El arma para Kitetsu Shingen; quién fue padre de nuestra señora Hikari...

    El fuego chispeó cuando un trozo de carbón ardió en el interior; pero el herrero no se inmutó.

    —Esa arma me perseguiría a mi y a mi mujer por años —apretó los puños —Keisho escapó de Kofu sin avisar, nos dejó atrás y con esa acción nos condenó. Éramos los herreros de Kofu, por lo tanto nos creyeron responsables de forjar aquella arma. Quemaron nuestra herrería, nuestro hogar... quemaron a nuestros dos hijos,

    Levantó la vista al techo; se mantuvo así unos instantes, era evidente que contenía sus lágrimas de rabia e impotencia; sus puños seguían tan apretados que ya temblaban, su fuerza estaba contenida; por fortuna, Riku era libre, podía defenderse si era necesario.

    —El acero no puede aguantar al fuego tanto tiempo; al estar al rojo vivo pierde sus propiedades de templanza; pero si sabes golpear el acero de la manera correcta, creas una resistencia superior al fuego. A eso, Keisho lo llamó el alma templada; una técnica que pocos pueden aspirar a obtener...yo nunca aspiré a tenerla; pero cuando vi arder a mis hijos, lo entendí todo —bajó la vista a sus manos, las liberó de su propia fuerza mostrando la sangre dónde sus uñas se habían clavado —Si les hubiera dado a mis hijos armas, tal vez hubieran sido capaces de defenderse, de cortar sus ataduras... les habría dado la posibilidad de poder ser libres.

    El herrero acercó su mano a las llamas —Comencé a crear armas, y las firmaría... —cerró su puño como si atrapara el fuego en ellas; pero no era así, su movimiento fu rápido y el aire alejó la llama antes de que él pudiera tocarla. Miró a Riku y le sonrió; no fue una sonrisa afable — firmé armas con el apellido Okudera... —se levantó frente al fuego —... arma tras arma... esperando que alguna llegara a tu abuelo, y supiera que su apellido ahora estaba manchado con sangre.

    Parecía que el herrero se iba a amenazar a Riku, que sacaría un arma y lo retaría; que patearía el fuego hacia él. Pero no hizo nada infundido por el odio; y Riku lo sabía; porque había estado viendo su mirada, estaba vacía, de la misma manera como el herrero decía que también era la de suya.

    El herrero cerró los ojos, y de su ropaje sacó un pedazo de madera fino el cual colocó en su boca; comenzó a mascarlo mientras volvía a sentarse.

    —Se dice que sólo el herrero creador de su acero sublime puede doblarlo a su favor — El herrero continuó su historia como si no hubiera dicho nada de importancia momentos atrás — ¿Has escuchado de las armas que no pueden flaquear? Es un mito, claro. Nadie constata que algún filo no pueda romperse; pero también está la verdad inadmisible de que los aceros de Kyuzo jamás se han quebrado —sonrió burlón, tirando el pedazo de madera de su boca al fuego, haciéndolo levantar virutas — Pero hubo uno que se desmoronó en manos de su dueño... —miró a Riku — Kitetsu Shingen perdió aquel combate; pero cuando Gendo iba a cortarle la cabeza para humillarlo, la katana encontró el quiebre cuando la señora Akiko empuñó la katana defendiendo a su marido — cerró los ojos —Los hombres de Gendo terminaron el trabajo; y por desgracia, aquella arma quedaría en sus manos. Así como la vida de mis hijos al buscar a su herrero.

    El herrero negó molesto, luego golpeó sus rodillas con sus puños cerrados — Un día de otoño; un hombre llamado Bokuso llegó a la armería en Kofu; preguntó por las armas firmadas por Okudera. Yo no negué nada, dije que eran mías. Si moría, lo haría sin llevarme a mi mujer conmigo —El herrero cerró los ojos y frunció el ceño, recordando —Ese hombre se rió de mí. Me amenazó, diciendo que si seguía escondiendo a ese viejo me degollaría en ese momento y destruiría la ciudad entera si era necesario para saber la verdad —abrió los ojos — Le dije mi verdad. Él pareció no creerme en un inicio; después, desenvainó una katana y con ella golpeó el suelo con fuerza, quebrándola. Era una de mis armas. Con eso, el hombre creyó mi historia y se fue sin represalias.

    Bajó la vista al fuego nuevamente y guardó silencio mientras entrecruzaba sus dedos —Esa visita me dejó aun más molesto. Tan molesto que tomé de las pocas pertenencias que me quedaban de mi viejo maestro, y las lancé a la fragua. Jamás había visto algo que tardara tanto en fundirse, era... algo más que sublime. Y lo entendí, su alma templada. Y mientras yo miraba a la fragua, alguien me observaba. Era aquel hombre quien se hizo presente en mi forja, diciéndome que Keisho seguía vivo, que había ido hacia Ueda con la idea de que sus alumnos habían sido asesinados. Y que ahora se dirigía a Himeji, para responder ante la persona que lo buscaba.

    El herrero bajó la mirada —Keisho no nos había dejado a nuestra suerte; nos creyó muertos. Keisho jamás fue un cobarde, fue tan valiente que cuando amenazaron a la aldea de Himeji; el regresó allí y enfrentó las consecuencias. Pero el enemigo jamás respetó las condiciones; no sólo él sufriría; lo hizo toda la aldea. Lo mismo hubiera pasado con Kofu si el hubiera permanecido allí.

    Levantó la mirada hacia Riku —Tenía que disculparme, rendirme ante él y sus nobles palabras. Debía ir hacia Himeji... al llegar allí, sólo pude enterarme de lo sucedido al escuchar a un rapiñador. El cómo habían rodeado la pequeña aldea con un ejército enorme, esperando que cualquier Okudera regresara y proclamara ser Keisho. Escuché cómo Keisho llegó a Himeji y como la lluvia de flechas inundó la aldea como una lluvia asesina. Fui a Himeji, no quedaba nada. Estuve allí, enterrando a los que quedaban completos, limpiando el suelo de buitres y saqueadores, arrebatándoles cuerpos ya irreconocibles de sus asquerosas patas. Limpiar Himeji me llevó cuatro soles — cada palabra la decía con odio dirigido a Riku, cómo si aquel muchacho tuviera la culpa de todo lo que lo aquejaba en el interior.

    —El quinto sol lo usé para descansar. Y encontré a una mujer que llevaba sake a la espalda, al parecer una vendedora. Portaba una máscara completamente blanca, sólo tenía dos pequeñas rendijas en los ojos. La mujer me miró, me extendió un masu con sake...

    —¿Acaso tú eres Riku? — preguntó la mujer de la máscara blanca

    Tai la miró desconcertado, pero recibió el masu con sake y lo bebió antes de dar la negativa.

    —¿Quién es ese Riku? ¿Por qué creerías que soy yo? — preguntó Tai devolviéndole el masu con una ligera reverencia con su cabeza. Se veía agotado, completamente rojo por el inclemente sol, sus manos sucias y llenas de tierra.

    —El nieto de Keisho... creí que eras tú, que habías vuelto a Himeji descubriendo... —miró la ausencia de la vieja aldea de Himeji —... esto.

    Tai negó —Fui su alumno, mi nombre es Tai. Lo conocí en Kofu.

    La mujer afirmó, sentándose a un lado de Tai para después devolverle el masu con sake, nuevamente lleno. Después se sirvió uno para sí.

    —Yo soy Kumiko, también fui su alumna.

    Ambos, sin decir más. Levantaron su masu, y dejaron caer el sake en el suelo al unísono.

    —Ninguno de los dos llegamos a tiempo... — mencionó Tai con tristeza.

    —Ninguno de los tres— corrigió Kumiko

    —Riku ¿eh? —mencionó Tai — Tal vez podemos esperarlo un poco más.

    —Y esperamos, vaya que lo hicimos — mencionó Tai, el herrero — Y jamás llegaste.

     
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    Monpoke

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    Okudera no Riku

    Escuché en silencio cada palabra, sin interrumpir. Prestando atención a su historia, una que decidio contarme...

    Su historia, el final de sus hijos y el de Keisho. Un final para mí familia, para mí hogar por razones de las cuales desconocía... Razones más complicadas, engaños y manipulación...

    Y él haciendo la tarea que me estaba correspondida... Porque ni siquiera para limpiar había llegado.

    "Llegué... Demaciado tarde". Respondí a sus palabras finales, no deseado de manchar su historia con mis opiniones.

    Suspiré en silencio y mire hacía el fuego que tanto ha observado. "Me odias ¿Verdad?". Pregunté, pregunté aquello que bajo ninguna otra situación habría echo. No me sentí culpable al preguntar aquello.

    Podía entenderlo de algún modo. Soy merecedor del odio. Pero, cuando pienso en sus razones... Parecen ser demaciadas, no es simplemente una.

    "Tengo preguntas...". Dije, caso omiso de mí pregunta anterior, como si no la hubiera dejado.

    Tenía demaciado preguntas. Tantos nombres, tantos echos de los cuales quisiera saber y también...

    Entrelace mis manos y mire un brillo plateado en un dedo... ¿Quien la forjó? ¿Que tanto me importaba la respuesta?

    Negue, quitando y controlando el deseo. "Entonces, nos encontramos y me arrastras hasta aquí...". Dejé una pequeña pausa. "Me odias...". Repetí nuevamente esa afirmación. "pero, hay alguien a quien odias más...".

    Hay un culpable detrás de todo ¿No?
    Quien engaño a Keisho y lo hizo dejar Kofu y luego lo dirigió a su muerte, quien mandó a quemar la herrería y asesinar a sus hijos. De la destrucción de Himeji...

    Yo también... ¿Debo odiar a esa persona? Ahora que se está historia... Si, debería...
     
    Última edición: 9 Abril 2023
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    Amelie

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    [Riku]

    Tai avanzó hacia Riku; parecía que lo sujetaría del cuello del kimono pero no lo hizo, sólo apretó sus puños —Por supuesto que te odio — respondió con sus brazos temblando desde los hombros —Pero sé que no debo hacerlo.

    El hombre negó —No puedo odiarte como odié a Keisho sin saber su verdad; no conozco la tuya; por eso no debo odiarte— a pesar de sus limitaciones, aquel hombre comprendía lo que era correcto; y sus maneras torpes y salvajes los había llevado a Ueda. A un sitio que formaba parte de su historia.

    —Odio a Gendo Mori y odio al tal Bokuso; odio a todos los que persiguieron a los herreros el invierno pasado—apretó los dientes después de pronunciar aquellas palabras — Odio a los Mori, odio a todo clan que sirviera a esa misión; odio que ese malnacido de Gendo porte la forja de mi maestro...señaló a Riku — de tu abuelo —bajó el brazo.

    Y tal vez era eso. La mente de Riku hilvanaba todo lo que el torpe de Tai quería hacer envuelto en un odio que no sabía canalizar. Tai no quería culpar a Riku; no quería vengarse de él. De una manera mal ejecutada, Tai quería a Riku de aliado.

    —Ese hombre quemó a mis hijos; de la misma forma que posiblemente murió tu gente —Tai dejó de apretar sus manos y volvió a sentarse dónde inicialmente lo hizo —Kumiko... —dijo mirando nuevamente a las llamas —Ella y yo te esperamos en Himeji... y nos prometimos algo. Que si yo llegaba a saber de ti, viajaría a Ueda—Tai miró a Riku —Su padre ya me ha visto, sé que ellos la traerán... esta vez eres tú el que espere.

    Tai esperaba una respuesta positiva. Pero sus maneras de buscarla habían sido poco empáticas, si Riku aceptaba, aquello sería un milagro. Y si sucedía, no sería por Tai; sería por las respuestas que Riku podría obtener a cambio. Tai notaba las tribulaciones en la mente de Riku, era torpe pero no estúpido.

    —Puedes irte —Dijo Tai levantándose, avanzando lentamente hacia sus objetos —Pero sé quienes podrán decirme dónde te encuentras —dijo sacando el haori de los Fujiwara.

    ¿Ahora lo estaba amenazando? Tal vez Tai si era estúpido.

     
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    Okudera no Riku

    "Esos son muchos nombres". Dije en voz baja, haciéndose aclarado parte de mis pensamientos. "Si hay que tomar... represalia...". Evite decir venganza. "No será sencillo...". De alguna manera, afirme que estaba a su lado, que compartía en cierto grados las razones para si actuar.

    Pero no di impresión de demaciadas ira o enojo de saber aquella verdad, me encontraba perdido. Siendo hace tiempo acepte la muerte de mis padres, la caída de mí hogar... Ya había seguido esa emoción, el odio a los Tairas, la seguí y me guió hasta la guerra.

    Ahora... Ahora hay un objetivo específico.

    "Me quedaré". Le dije. "Antes no permanecí en donde debería, si tiene algún significado, ahora si lo haré".

    Habría dicho o juzgado su manera de hacer las cosas, habría aceptado si me explicaba, pero no lo mencioné. A un así me preocupa lo que pasará con Mirada y Shinko al verme desaparecido... Si llegan aquí.

    A un así, me levanté y lo seguí. "Pero tomaré la katana de regreso, prefiero no perderla". Extendí la mano, con intención de que sea su intención de si la recupero. "No te preocupes, prometí no mancharla de sangre inocente". Decidí agregar al final.

    Me habrá raptado y es cierto no conozco si el podría considerarse inocente como tal. Bueno, yo tampoco lo era.

    No sé si puedo informar a Kofu o mandar alguna misiva? Digo, no se cuánto se quedará aquí.
     
    Última edición: 4 Junio 2023
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    Amelie

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    [Riku]

    Tai sonrió por primera vez, acercándose a los objetos de Riku —Toma todo — dijo entregándole hasta el haori que usó para amenazarlo inútilmente. Después de eso Tai se sentó frente al fuego, esperando en silencio.

    Parecía que allí estarían por largo tiempo, en un silencio incómodo, casi doloroso.

    —Buenas noches, les he traído té — una voz irrumpió aquel silencio, una voz inadvertida por pasos.

    [​IMG]

    —Señor Toshiko —mencionó Tai — No pensé que usted viniera.

    —Mi hija ha estado muy ocupada, y no puedes tener a un invitado contemplando el fuego hasta que ella aparezca — dijo en anciando Toshiko, el cual extendió una taza con té a Riku, su mano era firme, Riku notó los callos en las puntas de sus dedos —Es de lavanda.


     
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    Volví a colocar mis armas en su lugar, así como también vertirme nuevamente con el haori.

    Tal como Tai, no dije mucho por un tiempo, más dispuesto a permanecer sentado en silencio que en conversar.

    Así seguimos hasta que una tercera decidió sumarse a nuestra espera.

    "Gracias". Todavía en un limitado silencio, agredeci a la vez que aceptaba el te.

    Bebí del te segundos después de haberlo aceptado, tomando sorbor cortos y calmando la sed que se había empezado a sentir.

    "Puede... Haya conocido a Kumiko, su hija". Empecé a hablar en el silencio, dirigiendo mis últimas palabras a Toshiko. "¿Es un comerciante ambulante?". Pregunté esto último con tal de asegurarme, bien podría ser otra persona con la comparte nombre.

    "La conocí camino la capital de Nagano hace un par de soles". Obvie que fue en el momento en que se estaba llorando la guerra. Volví a mirar a Tai, hablando hacía él. "Estaba acompañada por alguien a quien también abandone... tiene todo el derecho de juzgarme de cobarde por mis acciones pasadas".

    No podría llegar a decir el porque lo dije, tal vez, previendo una conversación que abría entre los dos si se llegan a conocer.

    Suspiré, aceptando por echo que aquello no ayudaría en nada en esta relación. Pero tampoco podía esconderlo. "No voy a negar lo que he sido, y se que es algo difícil de convencer con palabras, pero... cuando me enteré sobre Hyogo, me prometí no volver a huir. Digo la verdad al decir que no volveré a repetir esas acciones e buscado remediarme".

    Una promesa echa cuando ya se ha huido de todo, es normal si prefieren odiarme por elegir cambiar demaciado tarde. De no estar, o no ser lo que soy ahora, cuando más hacía falta.

    Aquellos conectado a mí pasado tienen derecho a juzgarme. Si. Y, la verdad, no tengo porque de mostrarles si he cambiado o no. Deberán decidirlo por si mismos, también son quienes pueden decir lo que he avanzado.
     
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    [Riku; Tai; Toshiko]

    Toshiko le sonrió a Riku cuando dio el sorbo del té, lo escuchó atento mientras el también bebía tranquilamente, disfrutando el sabor y el aroma —Si, esa es mi niña — cerró los ojos sonriendo —Es muy activa; debería relajarse más, dejar que el viento mueva lo que debe de mover — abrió nuevamente los ojos —Mi hija no juzga con tanta facilidad a las personas, se detiene por estaciones a acomodar sus pensamientos —soltó una pequeña risa —debería hacer lo mismo con sus pies, los cuales nunca deja descansar.

    Tai sólo miraba a Toshiko, sostenía su té con ambas manos, expectante.

    —Hace un par de días me visitó Kumiko junto a Dazai; me han contado de ti —miró a Riku — Ambos hablaron de ti con respeto y comprensión, mi hija aun no sabía que opinar de ti; pero Dazai sólo pudo alagarte, decía que habías cambiado para bien, que eras alguien en quién podía volver a depositar su confianza, habló de tu fuerza, y de cómo defenderías a los tuyos antes que a ti mismo —pausó para darle el último trago a su té —Eso es un verdadero bushi; un guerrero implacable, uno que va a la guerra con la muerte al frente.

    Toshiko lanzó su taza vacía al fuego, avivándolo ligeramente; desprendió un aroma a lavanda — ¿Te agrada ese aroma?

     
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    Okudera no Riku

    Sonreí levemente a la mención de los halagos de Dazai, aunque confortantes a su manera, no dejaban de ser algo complicados de procesar que llegarán todavía. Despues todo, es alguien a quien abandone, a quien di por muerto.

    "Hasta ahora, me he ido metiendo en varios eventos en esta actual guerra contra los Taira. Incluyendo el estar en la defensa de dos Capitales". Mencioné solo con intención de agregar, pues no consideraba un tema de orgullo o de regodearme.

    Siendo varios de esos eventos como misiones personales, pequeños o acabaron mal... Todavía, todavía, no ha salido ese gran evento. Pero es uno que siento que se asoma por cada día, y que en algún momento llegará.

    "En un inicio era diferente, y solo busque morir, sin esperar formar realmente parte o crecer. Rápido y fácil, enmascararlo con la voluntad de luchar, cuando solo quería librarme de ser un cobarde". Suspire. "No me quedaba nada... Entonces conocí al Clan Fujiwara, quienes me acogieron".

    Sonreí, todavía agradecido por ese favor. Pero una sonrisa complicada y con su propio peso, igual a como conlleva permanecer con quienes he llegado a llamar familia.

    Entonces me detuve, al menos, dejandoles escuchar esa primera parte.

    "No soy uno de disfrutar de los aromas". Dije simplemente a la pregunta de Toshiko. "Pero es agradable". Terminen opinando así de aquel olor suave, pero persistente y notable.

    Yo: Mnn. ¿Tendrá un olor similar? *Asoma la nariz a un desoranre con olor a Lavanda*...

    :Beca:
     
    Última edición: 30 Abril 2023
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    [Riku; Tai; Toshiko]

    Toshiko se levantó para servirse otra taza, la cual volvió a oler antes de beber; después volvió cerca del fuego —Las guerras, tan crueles y sin sentido. No me mal entiendas, no creo que estés peleando estúpidamente; entiendo por qué ustedes van a la guerra, la palabra guerrero proviene de ella. Y el ser un bushi va más allá de la simple palabra guerrero; un bushi pelea por sus señores. Y en tu caso...—miró a Riku —Te ha devuelto la vida misma. Esa lealtad a una persona. Y es ahí donde creo yo que está su debilidad —Toshiko sonrió.

    — ¿Cuál crees que es el objetivo de las guerras modernas? —preguntó, pero siguió su monólogo sin esperar respuesta — Por el momento parece ser una lucha del clan Taira por mantener su poder ¿No es cierto? Tanta sangre derramada detrás de esa cresta; pero realmente...— sonrió — ¿Crees que algo cambie si otro clan toma el puesto del clan Taira?

    —¡Todos son iguales! Todos buscan lo mismo, todos buscan poder —
    interrumpió Tai con su usual enojo.

    —Se cree erróneamente que el cambio lo generan aquellos con el poder necesario, los que nacieron en una casta noble. ¿Y por tener un apellido famoso, tienen el derecho divino sobre todos nosotros? —
    Toshiko negó — El cambio inicia mucho antes de tener un apellido, el cambio se genera siguiendo un ideal, no a una persona. Si sigues un ideal el cambio trasciende; si sigues a un persona, la lucha muere cuando esta cae.—sonrió hacia Riku —Esa es una frase que aprendimos de tu abuelo.

     
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    Fujiwara no Riku

    ¡Todos son iguales! Todos buscan lo mismo, todos buscan poder

    "Tienes razón, todos somos iguales". Respondí con una sonrisa quizás media descarada, incapaz de incapaz de esconder mis sentimientos de ese mismo tema. "Yo incluido". Procedí a explicarme un poco. "Pero no busco poder con tal de gobernar o de esperar someter a alguien bajo mis pies, solo el necesario para defender a aquellos que aprecio y derrotar a mis enemigos".

    Pero, soy exigente, y no podría conformarme con solo eso. Es necesario ir más haya. Y, si llego obtener poder, ¿Que tanto podré mantenerme a mí mismo? ...

    ¿Y por tener un apellido famoso, tienen el derecho divino sobre todos nosotros?

    Relaje un poco los hombros y los dejé caer un poco, suspiré en un corto silencio, interrumpido rápidamente por tomar un último sorbo de la taza.

    A su manera, se sintió bien escuchar que esa frace la aprendieran de mí abuelo... Keisho.

    "Hay quienes siguen un apellido y quienes prefieren seguir un ideal, yo estoy de acuerdo en seguir este último". Dije con simpleza, sin percatarme o importarme si significará algo a Takeda Minamoto. "Takeda Minamoto". Hice enfasis en el apellido. "Estoy seguro que habrá escuchado semejantes a esa frace, si, se ha encontrado con aquellos que no lo aprueban por su apellido y, si ha ido avanzando cada día, convenciendo a más personas en apoyarlo, será por algo. Que si tiene un ideal y la voluntad de llevarlo acabo".

    Me acordé de Nagato, Señor de Shizuoka, y su negativa inicial.

    Sacudí y baje los hombros, sin importancia, descartando aquello como nada muy importante. "Yo no le sirvo. Y, la verdad, nos hemos cruzado una pocas veces, pero por cada encuentro me fui encontrando con un Takeda diferente. Él ha ido demostrando ser más que un apellido".

    ¿Crees que algo cambie si otro clan toma el puesto del clan Taira?

    "Me preguntas que cambiaría y, la verdad, no tengo una respuesta". Reí un poco, de que a pesar de las palabras anteriores, no he imaginado nada como un futuro con Takeda al poder. "Una guerra entre dos clanes, pero somos la gente común la que se ve envuelta. No hay nada como una ganador absoluto al final de una guerra, yo solo tengo claro quienes son mis enemigos". Mire levemente a Tai, quien tiene sus razones para odiar a los Tairas. "Y, si debo elegir, prefiero apoyar al lado que se que defendería una aldea en vez de quemarla".

    La guerra traé más guerra, no es tan simple, ¿Que habría sido de todo si Takeda Minamoto no habría vivido? ¿Las acciones de los Tairas habrían sido las mismas hacía aquellos que se le aponen? Si hubiera terminado rápido siquiera antes de empezar ¿Que tanta muertes se habrian evitado?

    Sorry el embole de preguntas y respuestas. Pero tu empezaste :Beca::astronauta:
     
    Última edición: 6 Mayo 2023
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    [Riku; Tai; Toshiko]

    Toshiko sonrió —Entonces no estás ciego, me alegra saberlo. No eres un simple perro de guerra, uno que obedece sin reprochar a su amo — observó a Riku, su mirada se sentía pesaba; se mantuvo así unos momentos, esperando que Riku rehuyera su mirada; pero no lo hizo.

    Toshiko sacó de su obi, una pequeña caja de bambú; era alargada y tenía una calidad de tallado hermosa, y allí había kanjis que Riku podía reconocer:

    奥寺

    Era el apellido Okudera; no era el hanko con el que se firmaba; simplemente eran los kanjis que representaban su apellido.

    —Tu abuelo amaba tanto su apellido, decía que lo representaba, que había nacido en la familia correcta.

    Toshiko señaló el primer Kanji.

    —Representa el interior de algo, se define como el kanji del corazón. Y junto a ese...

    Señaló el segundo Kanji; hablaba con la calma de un maestro explicando a un niño pequeño a leer.

    —Este significa templo —Toshiko miró a Riku —Muchos dirán que el significado del apellido se refiere a que el corazón debe estar en un templo; pero Keisho decía que era como decir que se tenía un alma templada


    Tai levantó al instante la mirada a la tablilla que le había mostrado a Riku llegando a aquel sitio.

    Toshiko abrió la caja de bambú a ojos de Riku, en su interior se encontraba un pañuelo blanco, una nota, y algo envuelto en aquel pañuelo blanco. Toshiko no espero a que Riku lo tomara, él tomó el contenido del pañuelo blanco para extenderle la caja para que la sostuviera.

    Colocó una de sus manos sobre el pañuelo blanco.

    —No eres un herrero; pero eres nieto de uno, y por ello debes entender tu legado — instruyó Toshiko — El simple acero es la mezcla de las impurezas que presentan dos materiales crudos, el hierro y el carbón. Ambos materiales normalmente tendrán efectos negativos en la apariencia y las propiedades del producto terminado. Un acero imperfecto.

    Toshiko levantó el pañuelo, mostrando lo que había en su interior.

    [​IMG]

    Parecía una simple piedra, una volcánica a simple vista. Un material feo, poroso, no tenía buena pinta. Pero engañaba a los ojos inexpertos de Riku en metalurgia.

    —Este es el acero creado por tu abuelo. Shirogami — dijo Toshiko mientras sonreía y mientras Tai también dejaba escapar una ligera sonrisa al ver esa materia.

    —Pero las finas impurezas en el shirogami incrementan la fuerza y filo de un sable a través de la forja y del doblado constante del metal —Continuó Toshiko — Este acero es el más raro y puro; este acero sólo lo saben fabricar dos herreros en Japón. Esos serían Keisho Okudera y Kyuzo Takamatsu. Y sólo ellos podrían forjarlo.

    Toshiko volvió a envolver el acero y lo depositó en la caja ahora a manos de Riku.

    —Nosotros sólo somos un grupo de herreros, artesanos y guerreros que buscan honrar el legado de tu abuelo. No buscamos que su nombre sea reconocido, él no quería eso. Pero buscamos que sólo el acero sea blandido para defender a aquellos que no pueden levantarse.

     
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    Okudera no Riku

    Dudaba de mis palabras, lleno de preguntas que se atoraban en mí garganta. Duda al pasar los dedos por la superficie lisa de la caja, por su contenido...

    Por todo, por tantos significados. Palabras que no se dicen y deberían entenderse. Palabras, que debido a mis sentimientos, necesito escuchar en vez de suponerlas.

    No eres un herrero

    "Es cierto, no lo soy". Estaba lleno de preguntas, a un así no voz no tembló y no impaciente, no podría cuando debo de mostrar la resolución que me ha traído hasta aquí. "Soy un guerrero, decidí este camino hace muchos años por encima de ser agricultor. Por proteger. Estuve dispuesto a mancharme las manos de sangre con tal de luchar por aquellos que no pueden. Aún si una parte de mí quisiera aprender...". Negué con pesar, sintiendo un malestar que ni era conciente de cargar que me apretaba el pecho. El dolor de un deseo que no podría cumplirse. "No. No puedo".

    ¿Qué es un herrero? Un ex-guerrero, alguien que busca ser agricultor o un comerciante podrían aprender y convertirse en uno. Es una profesión.

    Entonces ¿Por qué? ¿Por qué no puede ser para mí? No es tanto lo que significa ser un herrero o de que yo sea un guerrero, es más complicado.

    Esos serían Keisho Okudera y Kyuzo Takamatsu. Y sólo ellos podrían forjarlo.

    "No entiendo...". La verdadera pregunta. De aquello que no estoy seguro de saber la respuesta. "Me lo dices para... ¿Qué encuentre al herrero más buscado de Japón? ¿Y entonces que?". Mire hacía la caja nuevamente, imaginado el metal que se esconde debajo del pañuelo. "No sé con qué propósito me lo das... ¿Sería correcto darle ese uso?".

    No me interesaba la forja de Kyozo, o el herrero mismo. Antes destruí un arma de Tai, y no fue por simple capricho.

    No buscamos que su nombre sea reconocido, él no quería eso. Pero buscamos que sólo el acero sea blandido para defender a aquellos que no pueden levantarse.

    "Dices...". Negué, pensando y considerando esas palabras. Cruzando lo lógico con los sentimientos, de respectar la desición de un hombre de no forjar armas. "Es complicado de pensar, en si debo tomar esa decisión. Es tan poco lo que conozco de él y hay mucho que quisiera saber".

    "Quisiera saber...". Apreté los puños de una mano en reflejo, revelando y resaltando un anillo. "He cargado una katana por muchos años, y hasta hace poco no me interese en quien la forjó. Creí llegar a tener esa respuesta, pero me he dado cuenta que he estado equivocado". Termine, mirando Toshiko y ha Tai. "De verdad, quisiera poder saber tanto".

    Por una guía sobre una elección a tomar. Por una historia. Y la respuesta a una simple pregunta.
     
    Última edición: 13 Mayo 2023
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