Una niña más. Negué en cuanto Takeda mencionó que sabía quién era Murai, negué con suavidad, mientras respiraba con dificultad entre inhalaciones y suspiros erráticos, haciendo presión en el punto más grave de la herida, pero era imposible; todo era grave a estas alturas. Quería intentar explicar por qué no conocía a Murai, y podría haber sincerado mis sentimientos respecto a la real cara del shinobi. Respecto a Hajime, respecto a... a cosas que di por sentadas, a cosas que perdí, a la verdad que ahora podían ver mis ojos. Una verdad que nunca sería total, pero ahora se sentía como la luna iluminando el oscuro bosque. La verdad que te acompaña, te permite intentar ver más allá. —¿Por qué lo hice, Matsuda? —hablé, hablé con una sonrisa en la cara, con mis ojos perlados y el rostro más rojizo que nunca. Le sonreí amplio, siempre con los ojos tirando lágrima tras lágrima—; porque me sentía inútil, quería dejar de ser un estorbo, quería ser capaz de salvar algo con mis propias manos... Miré el suelo, observando como las gotas rojas cubrían de a poco el pastizal blanquecino a la luz de la noche, cada vez con la voz más y más débil. >>Pe-pensé en aprender... de Murai... de... de caminar al lado de los Taira... Pe-pensé muchas cosas...— Miré a Takeda, con una leve sonrisa en mis labios, con la piel pálida y el pelo cortado—; en entregarle una flor a Hajime, en defender a los Fujiwara... a pesar de mis errores... Miré el suelo otra vez, jadeando cada vez con más dificultad, debido a la herida, debido a las lágrimas. >>Pensé... que podría ser alguien... pero al final del día no soy más que un mal recuerdo...— De quienes murieron ese noviembre, al inicio del invierno... Di un último suspiro pesado, alzando la vista para mirar a Takeda con fuerza. —Quería que usaras mi katana... para que no mancharas la tuya... con... con mi... sangre...— Y le sonreí amplio, otra vez, ya sin nada que ocultar—, pero ya no tiene sentido, po-porque... ya la ensangrentaste... Silencio, arrodillada, lista. >>Dile a mi padre... que siempre lo querré...— Alcé la vista, le sonreí a Takeda—, y sí no le van a tirar mi cuerpo a los perros o lobos hambrientos... del bosque... Una última sonrisa, filosa; venenosa. >>Más les vale entregarme intacta a Kenzaburo o Hideki... Otras vez el suelo, con una leve sonrisa, la angustia representada en mis cejas... —Eso es todo... Y di un último suspiro, esperando la condena. "Solo quería ser una gran aliada" Contenido oculto: Chouwa Oto
Yuzuki Minami Campo de flores La chiquilla se desplomó y todavía seguía sin ser capaz de provocarme nada, no había cosa que pudiera hacer en sus últimos vida que tuviera la fuerza suficiente para hacerme, no sé, ¿sentir algo por ella? Lo que fuese, lástima, tristeza, frustración, cualquier cosa pero me había cerrado por completo, posiblemente desde el momento en que bajé a la mazmorra y encontré a Kirara paralizada, llorando sin poder mover un músculo. Había traicionado a los Minamoto, a los Fujiwara y con ellos a todos y cada uno de los clanes de las flores sin detenerse a pensar realmente en las consecuencias últimas, como si todo lo hubiese hecho para que le dieran caza y la libraran de la decisión de tomar su propia vida. Era como si hubiese querido que nosotros hiciéramos el trabajo sucio por ella, cuando habría podido tomar su vida con más honor por su cuenta y sin hacer que el señor manchara a Genji con su sangre. Prefirió la vida de un asesino por encima de la seguridad de su líder, de la cabeza del clan que la recibió, y no importaban las razones que tuviese ahora debía tomar lo que ameritaba. Porque el amor estuvo allí para ella, pero lo rechazó para regresar a su miseria una y otra vez, hasta que fue ella quien se condenó a sí misma. Adoptar niños decía. Claro, debíamos ser responsables de las vidas que aceptábamos pero no era únicamente algo que nosotros debíamos hacer, niños o no, la cuestión es que Kobayashi se iba a ir de esa vida sin cambiar su convicción, sus ideas y sus supuestas motivaciones, nos iba a seguir culpando. Eso era suficiente motivo para que yo tampoco cambiara las mías, ya de por sí fuertes. No supe realmente en qué momento mi llanto silencioso se detuvo, quizás justo en el momento en que terminé la canción, y permanecí allí, aferrada a la katana ajena usándola todavía de soporte, y respirando con pesadez mientras seguía escuchándola. ¿Que si pensaba matarla frente a un niño? Sí, porque ese niño había estado llorando hasta destrozarse la garganta frente a la cabeza empalada de su padre, en las afueras de su ciudad convertida en cenizas. Takeda inició su ofensiva, dispuesto a tomar la vida de la chiquilla con el arma que había pedido, y alcé la vista al cielo unos instantes antes de regresarla a ellos. —Habrías podido salvar una nación —murmuré prácticamente para mí misma. Había sentido detrás de su petición de usar la katana para evitarle a Takeda usar la suya, mancharla de su sangre, pero si ella no había tomado su propia vida ahora el señor debía cargar con su hedor a muerte, debía hacerlo para limpiar a otros de ello. La sangre de los traidores pertenecía al señor que habían defraudado. No podíamos cargar un cuerpo hasta Shizuoka. Si acaso podríamos dejarla descansando con algo de delicadeza, luego de empapar ese campo con su sangre. Contenido oculto nadie me llamó pero es hora del relleno
Campo de flores [Mao; Takeda; Shinrin; Matsuda] "¿Por qué lo hice, Matsuda? porque me sentía inútil, quería dejar de ser un estorbo, quería ser capaz de salvar algo con mis propias manos..." Matsuda cayó de rodillas ante las palabras de Mao; él se sabía torpe y a veces poco decidido; pensaba en aquel momento en el castillo con ella, cuando fue lastimada verbalmente por Hideyoshi, allí alzó la voz por ella para después seguirla cuando nadie mas lo hizo. La escuchó e hizo un intento por reconfortarla, le dio su cariño; pues odiaba ver a una mujer llorar. Las palabras de Yuzuki completaron el cuadro "Habrías podido salvar una nación" Takeda guardó la katana de Mao en su cintura; pues sabía que aquello sería lo único que podría cargar, eso sería lo que entregaría a Kenzaburo y Hideki, porque la katana era el alma del guerrero; y si bien, Masuyo no se identificaba como tal, su saya la representaba. Protegiendo el filo de la katana, con aquellos trazos suyos de las flores de cerezo. —No se puede salvar a todos en una guerra; se perderán vidas, tanto de enemigos como de inocentes— levantó a Genji envuelta en su sangre —Es un peso que debo cargar con cada paso que de; pero lo haré pensando en las vidas que salvaré con estas acciones —miró el filo de la katana frente a él —Genji está ensangrentada desde antes de que yo naciera — agitó a Genji con fuerza hacia abajo, de esa manera gran parte de la sangre se impregnó en el suelo, dejando el filo brillar a la luz de la luna. —Mi maestro también fue un criminal; Kenzaburo también fue un Taira; pero ellos actuaron en contra de lo que creían para cambiar —miró a Mao — El cambio debe nacer de uno mismo; Murai no cambió jamás, dejó en el suelo a Takano sin una pizca de compasión; ese no era un hombre digno a tu compasión —Cerró los ojos —No era un hombre digno para dar tu vida por él. Takeda abrió los ojos. —Siempre fuiste alguien para nosotros; sólo que no pudiste verlo. Eso es lo que cargaré para el resto de mis días; porque te he fallado — Sujetó a Genji con fuerza — Sayonara... —La katana bajó con velocidad sobre el cuerpo de Mao, un movimiento certero para que terminara sus latidos. El viento se agitó, haciendo que las flores blancas a su alrededor soltaran los pétalos con fuerza. Takeda clavó a Genji en el suelo, seguido de una lágrima cayendo sobre el campo de flores. —El cielo no pide permiso para llover... ¿Cierto... maestro? Shinrin corrió hacia Takeda, abrazándolo por la espalda, mientras este se quedaba allí por unos momentos, observando aquello que había hecho mientras sus manos temblaban.
Contenido oculto: Mou Ichido Masuyo Kobayashi No podía hacerlo, de inmediato mi atención había recaído en Takeda, pero en verdad era incapaz de ver a alguien sufrir, mucho menos a Matsuda. Tal vez por eso mismo yo huía cuando todo se me desmoronaba encima: Débil, sin capacidad de levantarme, vulnerable... No me gustaba verme así, porque... tenía que protegerlos. Tenía que ser aquel que ellos necesitaran, su refugio, su hogar no importa dónde vayan. Y al no tenerlos, perdí el rumbo. No supe qué hacer, mi vida se volvió insípida y ya nada volvió hacer lo mismo... Y puede que nunca volviera a tener a mi clan de vuelta, pero mi sonrisa amplia escuchando las palabras de Takeda era sumamente genuina, con algo de ternura filtrada en aquella mirada rasgada. No era como las de antes, las de cortesía para los habitantes de mi hogar; las cordiales y templadas para mamá, ni las cariñosas o reconfortante para mis hermanos. Lo sentía, era una última y fresca sonrisa. No era como la empalagosa primavera, con sus flores y colores; tampoco las cálidas hojas de otoño o el sol radiante de verano... que aunque era abrazador y reconfortante, te hacía sudar de una manera que odiaba. Alcé mi mano, hacia la mejilla izquierda de Takeda, pero era claro que me sería imposible alcanzarlo. Mi respiración cada vez se hacía más dificultosa, y tal vez esa misma falta de oxigeno impedía que mis heridas dolieran. Eso, o a esas alturas ya no sabía discernir el real dolor de aquellas cosas pasajeras. Mi mano suavemente empuñada cayó sobre el pasto, ese mismo que había cedido a mi peso, y ladee la cabeza hacia el lado derecho más por voluntad que por flaqueza. —No es tu culpa no haber logrado comprender a Murai, Takeda —musite frío, áspero, con los últimos alientos que me brindaban mis energías tras haber perdido tanta sangre. Cerré los ojos, con la sutil sonrisa en mis labios, tranquila, hablando lo más audible que se me permitiera a esas alturas—, pero te puedo asegurar... que tiene... compasión...— Y volví a subir la vista, con mi mirada despejada, gracias a cortarme el cabello con anterioridad. ¿Tal vez... en el fondo lo sabía? ¿Sabía que terminaría así?... Solté una risa floja, cerrando un momento los ojos, para luego volver a encarárle, siempre tranquila, ya sin nada que me perturvara. >>Es un gran padre... Cerré los ojos, cabizbaja, escuchando el sonido de Genji; se me arrugó el gesto, no perdí la sonrisa, y recordé a una última persona antes que nada. >>Dile a Kenzo que también lo fue...— Volví a alzarla, entornando la mirada por última vez, ya no sintiendo nada más que solo hormigueo, nada más que mi cabeza más y más perdida en la nada misma, casi como un estado de vigilia, sueño... ¿Un último sueño? No, pues esto era la realidad. Una de las más hermosa que pude haber imaginado. Pensaba eso mientras le sonreía,mirándolo a los ojos...... "Te he fallado" —De seguro tú también lo serás... —concluí con las últimas lágrimas sinuosas, alzando un poco la voz mientras extendía esa sonrisa de pálidos labios—, o al menos yo creo eso—, para luego dar un suspiro final, profundo que me recordó un poco el dolor de todo mi cuerpo, bajando la mirada al suelo... >>Jā ne —cerrando los ojos, anticipando el sonido del corte. Aquel que acabaría con todo... pero bueno...nosotros sabíamos que siempre hay un lugar a donde ir. Incluso después de la muerte...En el futuro... ahí estaría. Ryouma ahí estaría...Jejeje... Más le valía que no la usara ningún engendro de pacotilla. No quería tener que volver a incordiarles...¿Verdad...Minamoto no Ryouma? Contenido oculto: Umaretate no Shiro
Yuzuki Minami Campo de flores La palabras de la chica alcanzaron a derrumbar a Matsuda, cayó de rodillas y lo miré con genuino dolor, quizás verlo así me había dolido más que ver la vida escaparse de la niña. Matsuda nos había ayudado con el plan de Kato, había estado pendiente de mi seguridad y lo mismo había ocurrido cuando fui a encontrarme con el padre de los Harima en las afueras de Kamakura antes de iniciar la cacería. Podían ser sólo órdenes, pero ya con eso Matsuda me preocupaba. Por eso había venido también, ¿no? Quería alivianar la carga que debía representar para él moverse junto a dos Harima, entre hijos de Kamakura, incluso si yo misma era una y ahora estaba allí derrumbado. Sin Fuji. Saqué la katana de Aoi de la tierra, obligándome a sostener mi propio peso, y regresé el arma al cinto junto a la otra katana, la que había conseguido gracias a ella en Iwakura justo cuando más la necesitaba. Tomé aire con algo de fuerza mientras veía al señor guardar la katana de Kobayashi en su cintura, sabía que era lo único que recibirían de ella quienes correspondían. Tomó mis palabras, se apropió de ellas y entendió que sí, que había sangre con la que cargaríamos el resto de nuestras vidas en nuestro intento por salvar a otros. Así funcionaba la guerra, la naturaleza, todo seguía ese patrón y era imposible evitarlo de una u otra manera, pero nosotros... Los hijos nacidos de la sangre derramada, podíamos llevar las vidas de los demás a cuestas. No sabíamos hacer nada más en realidad. Que Takeda volviera a mencionar lo que había hecho Murai me hizo arrugar los gestos, una cosa era decirlo yo, otra muy diferente que alguien más lo trajese a coalición nuevamente. Dolía más cuando la realidad salía de boca de otra persona, incluso si tú eras consciente de ella, tenía una fuerza distinta con la que no sabía muy bien cómo lidiar. Aún así me obligué a mantener la atención en la escena, porque era precisamente por esa realidad que debía hacerlo. El golpe certero, la ventisca y las flores. El señor clavó a Genji en el suelo, Shinrin hizo lo que debía hacer, acudir a su lado y yo caminé en dirección al cuerpo de Kobayashi. Se había ido con una sonrisa y quise pensar que eso era bueno de alguna, que uno no moría sonriendo porque sí. Nos había complicado la existencia entera pero al menos eso le quedaba, porque no dejaba de ser una niña. No sé de dónde saqué las fuerzas, mucho menos con mi estado, pero levanté el cuerpo para apartarlo unos metros de nosotros y lo volví a colocar en el suelo con toda la delicadeza que me fue posible. La sangre de mi ropa se revolvió con la suya ahora fresca, sumándose a la peste, y como si fuera normal comencé a colocar flores y pétalos a su alrededor con un cuidado exagerado. —Se lo diremos —murmuré mientras acomodaba su cabello, colocando también algunas flores en sus hebras—, lo haremos cuando le entreguemos a Ryouma, Masuyo. Limpié un área de tierra a un lado suyo, cerca de las flores con que la había rodeado, y una vez hecho retiré una flecha del carcaj para trazar con ella los kanjis correspondientes. Kobayashi no Masuyo. Permanecí allí unos instantes luego de haber guardado la flecha hasta que recordé algo y esculqué despacio las cosas que cargaba hasta dar con un broche para el cabello que había venido junto a las monedas que le robé a la niña en Tsu, suspiré y se lo coloqué sobre el pecho. Hecho eso me incorporé despacio, Genji seguía clavada en el suelo y deslicé los dedos suavemente por el lado sin filo de la hoja antes de volcar mi atención en Takeda y Shinrin, estiré las manos para alcanzar las del señor, temblorosas, y presioné con cierta fuerza. —El cielo no pide permiso para llover —secundé con voz suave—. Y la lluvia luego se evapora y las flores perduramos, sobreviviendo la más peligrosa de las tormentas. Había robado parte de las palabras que Takano me había dedicado en Kamakura antes de que Jiin interrumpiera todo, lo había hecho porque eran ciertas. Eran todo lo ciertas que podía ser cualquier comparación con la naturaleza que nos rodeaba. Dejé ir las manos del señor, le dediqué una caricia suave a Shinrin en la espalda y me acerqué a Matsuda, agachándome a su lado para hacer lo mismo, dedicarle una caricia tranquilizadora en la espalda. —¿Puedo seguir confiándote nuestras vidas como hasta ahora? —pregunté en el mismo tono de voz que venía usando—. A veces nuestra mayor fuerza recide en las órdenes que seguimos y las personas que quedan atrás, esperando por nosotros. Necesitamos de tu fuerza, Matsuda. Me incorporé otra vez para finalmente acercarme a Kyoko y Hayato, acuclillándome frente al segundo. Me volví a limpiar las manos en la ropa y revisé el estado de su herida por encima, antes de envolverlo entre mis brazos un momento. Fue un gesto corto para no pegarle el hedor a sangre, no tanto al menos. —Lamento que esto haya sido lo primero que tuviste que ver junto a nosotros —dije mientras lo dejaba ir para enderezarme. Estaba allí y de repente me di cuenta que parecía estar fungiendo de madre para todos ellos, incluso para los que me superaban en edad, como había hecho siempre cuando me sumaban a un grupo de personas. Era así con mis hermanas, era así con los Harima y ahora lo era con este grupo, incluso con el señor. —Debemos alcanzar a Kato —comenté un poco al aire—. Que de ser posible Kyoko y Hayato no deban presenciar nada más. Observé el campo de flores un rato. —Debemos volver a Shizuoka tan pronto como sea posible, nos esperan.
Campo de flores [Mao; Takeda; Shinrin; Matsuda] Las últimas palabras de Mao, hicieron que Shinrin abrazara con más fuerza Takeda; después llegó Yuzuki quien apretó con fuerza sus manos, sus palabras fueron muy acertadas para aquel momento, pues debían soportarlo; aun la misión no terminaba. Takeda afirmó. Matsuda levantó la mirada hacia Yuzuki para después levantarse mientras limpiaba su rostro con la manga de su kimono —Mi fuerza siempre estará con ustedes; no me separaré, permaneceré al lado de mi señor, siempre Después Yuzuki se dirigió hacia Hayato, quien negó a sus palabras; para después hincarse y recoger unas cuantas flores, para entregárselas a Yuzuki, no dijo nada; pero sus acciones demostraban su fuerza; hizo lo mismo con cada uno de los presentes. Contenido oculto Las palabras de Yuzuki hicieron que tanto Takeda como Shinrin reaccionaran, debían alcanzar a Kato, y terminar con Murai de una vez por todas. —Mi padre fue claro conmigo; dijo que él se encargaría del resto, nosotros sólo debíamos terminar aquí y regresar a Shizuoka— mencionó Shinrin mientras Kiba se acercaba nuevamente a ella. Takeda colocó su mano en el hombro de Shinrin —Sabes que no haremos eso; debemos presenciar todo. Además, nadie puede hacer todo solo, ni siquiera Kato Harima. Kyoko y Hayato decidieron esperar en el campo de flores; así podrían sepultar a Mao como era debido. Shukusha [Kato; discípulos del clan Hojo; Yuziki; Takeda; Matsuda] —...Tendrás primero que enfrentarte a nosotros, te detendremos, no podrás ni siquiera ver a mi maestro a los ojos—mencionaba el joven que estaba delante de otros —Esta será tu tumba... pues yo, Kenji del clan Hojo te derrotará. —Hmm— Kato detestaba a aquellos que alardeaban de sus habilidades; pero sobre todo, detestaba tener que escuchar las palabras de su enemigo antes de iniciar la batalla —Son una pérdida de mi tiempo. Yuzuki; Takeda; Matsuda y Shinrin llegaron siguiendo a Kiba, quien los había guiado, justo ante el encuentro de Kato, este desenfundo ambas katanas; era alguien que usaba dos armas en pleno combate, esa era su fuerza. Kato usó su habilidad Mizu no rizumu; atacando a tres oponentes simultáneamente, dejando a Kenji a un lado; atacó primero al oponente central; cortándole la cabeza de un tajo. Todos ante esta ofensiva se abalanzaron contra él pero su velocidad fue por mucho superior, logrando esquivarlos sin dificultad. El siguiente movimiento de Kato fue individual; enfocando toda su fuerza en el oponente más débil, de este modo logró cortarlo por la mitad para después esquivar los ataques restantes. En el siguiente movimiento enfocó su fuerza hacia Kenji; quien no logró detener su ataque; pero se mantuvo en pie; esta vez Kato logra bloquear ambos ataques con sus katanas, a Kenji de un lado mientras al otro discípulo del otro; los empujó. El discípulo restante se abalanzó hacia a Kato recibimiento ambas katanas de este; esta era la oportunidad de oro de Kenji; atacó por la espalda simplemente para encontrarse contra una defensa superior de parte de Kato, no esquivó, no bloqueó; pero sabía que su yoroi lo protegería, era la indumentaria otorgada por su viejo amigo Sogo. Kato avanzó hacia Kenji, quien ya estaba herido, no detuvo su ataque para escuchar sus últimas palabras, simplemente actuó con rapidez y eficacia, acabando con su vida en el acto, nuevamente sin recibir un sólo rasguño. El discípulo restante perdió toda esperanza; aun así se mantuvo frente a Kato, pues defendería su honor hasta el último segundo. Kato lo fulminó, si permitirle dañarlo. Esa era la temida reputación de Kato Harima; había derrotado a cuatro oponentes sin siquiera soltar una gota de sangre o sudor de su cuerpo. Contenido oculto —Qué admirable presentación— se escuchó una voz seguida de unos aplausos —Sólo vine a escuchar qué eran esos ruidos y ahora veo que eras tú eliminando a todos mis discípulos —mencionó aquel hombre saliendo del shukusha. Contenido oculto —Pensé que era la nueva discípula de Murai causando alboroto; pero no, era el mismísimo Kato Harima— mencionó el hombre con una serenidad envidiable —Seguramente buscas al shinobi —sonrió —pero ha escapado — soltó una pequeña risa — El muy desgraciado atrae a las abejas pero huye cuando estas aparecen; esa es su naturaleza, no debo culparlo. El enojo en el equipo de Takeda era latente; aquella noticia los dejaba sin rastro; pues Kiba seguía el aroma de Mao, no de Murai. Kato se acercó a él aun con sus katanas desenfundadas y llenas de sangre. —Oh... aun buscas más sangre; entiendo, entiendo. Yo también lo hago; todo el tiempo a todo momento; porque su aroma es algo aun mas embriagante que el perfume, es un color tan sublime; una textura única — miró hacia Kato —Pero yo no estoy solo, no. Del shukusha salieron otros dos individuos; el primero era alguien fornido, bastante alto e intimidante. Contenido oculto El siguiente era un anciano con una máscara tengu roja. Contenido oculto Al ver a este último; Kato apretó fuertemente sus armas —Kotaro — mencionó ante el primero que hablo de cabello claro —Kozaemon — miró al hombre con coleta —Dai— dijo ante aquel anciano. Kato extendió ambas katanas, apartando a Takeda y al resto —Regresen, no miren atrás. Contenido oculto Hitori son 3 Taira nivel 5 Yuzuki puede hablar en favor o en contra de huir y regresar a Shizuoka. Al tener a Kato adelante, no necesitan tirar dado de escape, sólo huir. Pero si no lo hacen en el siguiente turno, puede que se vean envueltos todos en esta pelea. Kato Discípulo 1 Discípulo 2 Discípulo 3 Kenji Kotaro Kozaemon Dai Nivel 5 Pv= 200 Fuerza= 20 Protección= 10 Katana Washi= +20 (Águila) Katana Karasu= +20 (Cuervo) Ataque especial: Hashira (pilares) dado de 50 Nivel 4 Pv= 0 Nivel 3 Pv= 0 Nivel 2 Pv= 0 Nivel 4 Pv= 0 Fuerza= 15 Protección= 15 Katana = +15 ataque Nivel 5 Pv= 100 Fuerza= 15 Protección= 15 Katana = +15 ataque Nivel 5 Pv= 100 Fuerza= 27 Protección= 3 Katana = +4 ataque Nivel 5 Pv= 100 Fuerza= 9 Protección= 21 Katana = +10 ataque
Yuzuki Minami Campo de flores —> Shukusha Mis palabras para cada uno parecían haber bastado para, por lo menos, levantar sus piezas en un momento de tanta importancia como ese. Alcanzar a Kato era nuestra prioridad incluso si este nos había dicho que partiéramos sin él, porque en nuestros principios no estaba dejar a nadie solo, ni siquiera a Kato Harima, de no ser que fuese lo único que pudiésemos hacer. La respuesta de Matsuda logró arrancarme una sonrisa más genuina, tranquila, porque no esperaba menos de él. Lo mismo pasó con el pequeño Hayato, que a pesar de todo lo que estaba viviendo sin dejarlo descansar un segundo, se agachó y me entregó unas flores que recibí con una sonrisa de agradecimiento. Las ajusté con uno de los trozos de tela con los que me ataba el cabello a la saya de la katana de Masamune. Kyoko y Hayato se quedaron en el campo de flores, lo que era lo más apropiado a decir verdad, y el resto de nosotros nos encaminamos siguiendo a Kiba. Decir que me sorprendió lo que encontramos era mentira, Kato estaba a mitad de un enfrentamiento y derrotó a cuatro sin siquiera inmutarse. Ese era el hombre al que habíamos derrotado en conjunto, en una mezcla de movimientos y habilidades que logró hacer que terminara postrado por una dosis de veneno. El hombre que hubiese podido matar de un solo movimiento. Pero a ciertos demonios era mejor tenerlos al lado, ¿no? Seguramente buscas al shinobi, pero ha escapado. Ha escapado. Una oleada de la más pura y destructiva ira me bañó el cuerpo, estuvo a punto de cegarme, y deseé irme encima del desconocido y rajarle el cuello aunque no fuese nuestro objetivo, pero lo cierto es que tampoco había que ser muy avispado para saber que esa no era la mejor de mis ideas. Permanecí en mi lugar, si acaso di unos pasos al frente para interponerme entre ellos y el señor, atenta cualquier movimiento que me obligase a atacar incluso si llevaba la de perder solo para darle tiempo a los demás de huir, llevarse a Hayato y Kyoko y alcanzar a Takano en Shizuoka. Otros dos hombres salieron y casi pude jurar que se me erizó el cuerpo, como el pelaje del lomo de un perro que se siente amenazado. Antes de que Kato hablara ya había desenfundado la katana de Aoi, fue un movimiento fluido, rápido e instintivo que me permitió extender el filo, dejándolo listo para cualquier movimiento. Podía pecar de imprudente, de desinteresado, pero en ese momento regresar con vida no era mi prioridad. Era regresar a los demás. Al resto de la manada y a mi líder. Regresen, no miren atrás. Escuchar a Kato pareció enfocarme de nuevo, me permitió darme cuenta de la clase de enemigos que se estaban alzando frente a nosotros y que entregar mi vida no necesariamente implicaría salvar a los demás, porque ya estaba visto que no me dejarían atrás. Tenía que irme con ellos o todos pereceríamos allí por un error diminuto asociado a mi entrenamiento. Debía llevarle la contraria a mi naturaleza para salir de allí. Aunque perdiéramos a Kato. Debíamos dejarlo porque no podíamos hacer nada más sin arriesgar la vida de nuestro señor, si nos quedábamos nuestras acciones no serían diferentes de las de Kobayashi al liberar a Murai Sugita. —Todos atrás —empecé y me di cuenta que no había alzado demasiado la voz, de forma que carraspeé antes de hablar con firme—. ¡Todos atrás! No podemos arriesgarnos a perder la vida aquí, mucho menos sin poder seguir el rastro de Sugita. Comencé a retroceder, sin regresar la katana a su saya, y una vez cerca de Takeda murmuré únicamente para él algo que no dejaba espacio a cuestionamientos. —Todos de regreso a Shizuoka, ya. Debemos sacar a Hayato y Kyoko de aquí también. —Busqué la mirada de Shinrin, consciente de que no querría dejar a su padre allí—. Debemos retirarnos. Miré a Kato que seguía separándonos de los hombres que había reconocido, sabiendo que posiblemente sería la última vez que lo viéramos con vida, antes de regresar la vista a los demás, presionándolos para que se pusieran en movimiento. Contenido oculto Salimos pitando de aquí, no me voy a dar de putazos con los lvl 5 con Takeda presente (?) Tío Kato tu sacrificio será recordado
Campo de flores [Mao; Takeda; Shinrin; Matsuda] Las palabras de Yuzuki entraron rápidamente en la mente de Matsuda quien sujetó del hombro a Takeda, pues si era necesario lo forzaría a irse. Shinrin miró a Yuzuki, no pudo decir nada, estaba en lo cierto; y su mismo padre ya se lo había dicho, el estar allí ahora ya era una desobediencia hacia sus órdenes. Kato bufó al escuchar a Yuzuki, ahora no sólo debía aminorar sus números; debía eliminarlos por completo, pues ahora el enemigo sabía hacia dónde se dirigían. Takeda sujetó a Genji mientras Matsuda se preparaba para detenerlo, el sonido del metal alertó a Kato que sin voltear a verlos decidió hablar —¿Qué están esperando? Su general los espera —apuntó a Yuzuki con una de sus katanas sin mirarla —Dile que lo esperaré en el castillo Yagura— comenzó a avanzar hacia sus rivales. —¿En verdad crees que los dejaremos escapar?— mencionó Kotaro mientras corría hacia la dirección de Takeda y Matsuda; Kozaemon hacia Shinrin y Yuzuki; y por último Dai hacia Kato. Pero este bloqueó primero a Kotaro, para lanzarlo hacia Kozaemon para terminar chocando filos con Dai. —Si me dan la espalda, me encargaré de que ese sea su último error —mencionó Kato para darle la oportunidad de escape a los demás. Contenido oculto Contenido oculto Hitori Voy a tirar la lista del dado de movimiento, si sale Yuzuki puedes tirarlo en tu último post :3 Y pues primero deben regresar a Yamanashi. Puedes volver a Kai o a otra ciudad, tu dime :3 El rol de Kato se mantiene en Saitama, Yuzuki y los demás avanzan a Minami Kato Kotaro Kozaemon Dai Nivel 5 Pv= 200 Fuerza= 20 Protección= 10 Katana Washi= +20 (Águila) Katana Karasu= +20 (Cuervo) Ataque especial: Hashira (pilares) dado de 50 Nivel 5 Pv= 100 Fuerza= 15 Protección= 15 Katana = +15 ataque Nivel 5 Pv= 100 Fuerza= 27 Protección= 3 Katana = +4 ataque Nivel 5 Pv= 100 Fuerza= 9 Protección= 21 Katana = +10 ataque
Kato Kotaro Kozaemon Dai Nivel 5 Pv= 200 Fuerza= 20 Protección= 10 Katana Washi= +20 (Águila) Katana Karasu= +20 (Cuervo) Ataque especial: Hashira (pilares) dado de 50 Nivel 5 Pv= 100 Fuerza= 15 Protección= 15 Katana = +15 ataque Nivel 5 Pv= 100 Fuerza= 27 Protección= 3 Katana = +4 ataque Nivel 5 Pv= 100 Fuerza= 9 Protección= 21 Katana = +10 ataque
Fuera del shukusha [Kato; Kotaro; Dai; Kozaemon] Kozaemon rio al ver a los demás huir —Sabes que iremos detrás de ellos cuando tu caigas— preparó su katana. Kato clavó su mirada en Kozaemon, él conocía la fuerza de ese hombre; era el segundo más fuerte de los Taira, su fuerza era legendaria entre los que conocían el poderío enemigo. —No me dejas opción— mencionó Kato. No dijo mas y se abalanzó sobre Kozaemon esquivando los ya adelantados ataques de Kotaro y Dai; ambas katanas se colocaron en el cuello de Kozaemon en cuestión de un simple parpadeo; su cabeza cayó a los pies de Kato, quien no se detuvo a mirarlo, se volteó para esperar el siguiente ataque de Kotaro y Dai. La habilidad de Kato era formidable; pero el uso de esa velocidad y fuerza tomaban parte de su energía en cada movimiento, desgastándolo lentamente. —¡Harima!— gritó Kotaro en cólera al ver como la vida de su camarada se esfumó ante sus ojos —Tomaré tu cabeza y se la entregaré a Akishino, la valorará igual que lo hizo con la de Sogo... Kato abrió por completo los ojos, sabía perfectamente lo que habían hecho con la cabeza de su mejor amigo; exhibirla públicamente hasta que sólo quedara su cráneo. Esto lo hizo desconcentrarse mientras Dai aprovechó ese momento para desarmarlo, arrebatándole una de sus katanas y rompiéndola en el acto. Kotaro y Dai lo atacaron de ambos lados dañándolo fuertemente; aun así Kato se mantuvo de pie, sangrando. —Debieron haberme matado, han desaprovechado ese momento de debilidad—mencionó Kato estoico —No volverá a suceder —dijo respirando con fuerza. Ya sólo tenía una katana, el duelo se igualaba. Siguió un choque de katanas, Kato bloqueando los ataques de Kotaro y Dai mientras que Dai esquivó los de Kato. En el siguiente ataque Kato logra desarmar a Dai; pero este poseía una habilidad innata para recuperar su arma al instante, su cuerpo se dobló en una flexibilidad increíble y alcanzó su arma mientras Kato defendía del ataque de Kotaro. —Nadie puede desarmarme, alcanzaré mi arma siempre, no importa cuantas veces me la arrebates— mencionó Dai para abalanzarse sobre Kato Este bloqueó el ataque de Dai y después tomó su espada con ambas manos—Si no puedo arrebatártela, la romperé— destruyendo la katana de Dai en el acto. Levantando la mirada hacia el ahora desarmado hombre —Los demonios carmesí... caerán uno a uno por mi filo —con esto encajó su katana en el pecho de Dai, debajo de la máscara de Tengu, la sangre del mismo color comenzaba a fluir. Pero aun no no caía. Dos ataques seguidos donde todos esquivaron con agilidad; pero al tercer embate; Dai no pudo bloquear el ataque de Kato, sin una katana que lo defendiera, estaba completamente expuesto a su filo. Kato ataca con todas sus fuerzas destruyendo el pecho de Dai, quien lentamente cayó a sus pies. Kató sacudió su katana y la sangre embarró el suelo. Kotaro lo atacó con su ataque especial pero Kato lo recibió con un bloqueo formidable. —Uno mas...—dijo Kato empujando a Kotaro para volver a respirar con profundidad. Estaba más agotado por la presión que él mismo ejercía sobre su cuerpo que de los impactos recibidos. —Eres igual de temible que Gendo...—mencionó Kotaro maldiciendo en su interior la cobardía de Murai; si hubiera estado allí, sus venenos mortales hubieran ayudado, si no hubiera sido por él, Kato no estaría allí, si no fuera por él; sus amigos seguirían con vida. Miró a sus discípulos regados en el suelo, junto a Dai y Kozaemon. Su habilidad especial era inútil si ellos no estaban presentes, aun así, dejó caer un incienso al suelo, prendiéndolo con velocidad. Nadie vendría a ayudarlo, pero al menos podía colocar una ofrenda en esa gran tumba donde ahora peleaban. A sorpresa de Kotaro, pudo observar como flechas llegaban a la espalda de Kato; acertando. Pero Kato no cayó; se giró y pisó la mano del agónico Kenji, quien intentó salvar a su maestro con un arco y flechas —Sensei...— Kato clavó su katana en el corazón del joven, matándolo al instante. —Kenji...—mencionó Kotaro para después mirar a Kato con furia. Kato embistió a Kotaro, desarmándolo en el acto; cortando su pecho hiriéndolo de gravedad; si arma Kotaro comenzó a esperar lo peor, pero aun podía intentar recuperarla. En el siguiente ataque Kotaro esquivó a Kato y lo volvió a hacer en el siguiente, esta vez logrando recuperar su arma; atacando a Kato; pero el ataque fue tan bajo que Kato lo recibió impactando en su yoroi, rayando el emblema de los Minamoto. Ambos vuelven a bloquear el ataque; en el siguiente ataque Kato esquiva y Kotaro bloquea perfectamente; pero sus brazos comenzaban a temblar del esfuerzo. Kato atacó a Kotaro, rompiendo su defensa e hiriéndolo nuevamente. Kotaro comenzaba a respirar con dificultad —Pensaba... que... la locura se había llevado todo de ti; que ya no eras lo que la leyenda decía... Kato no respondió, Kotaro atacó pero su fuerza estaba mermada, sólo logró hacerle un ligero corte en el pómulo a Kato mientras este aprovechó su defensa expuesta y cortó nuevamente en el pecho; si no fuera por el yoroi que llevaba Kotaro, seguramente ya hubiera muerto tiempo atrás. Kato se alejó; haciendo que Kotaro pudiera recuperar el aliento; lo miraba y rodeaba como si fuera un águila esperando el momento de atacar a su presa, jugando un poco con el ritmo de su oponente. Ambos atacaron y lograron esquivarse uno al otro. Nuevamente atacaron simultáneamente; la katana de Kotaro atravesó el hombro de Kato; mientras que la katana de Kato perforó a Kotaro, quien al instante tomó el arma con sus manos, cortándose —Me la llevó al infierno conmigo —Kotaro sonrió y giró abruptamente su cuerpo; quebrando en su interior la katana de Kato; Kotaro sonrió hacia Kato Harima, para después desplomarse a sus pies —Tú... no eres humano... Contenido oculto —Jamás debiste haber pronunciado su nombre — mencionó Kato, refiriéndose al inicio de la batalla, dónde insultó la memoria de Sogo Minamoto. Esa fue la última imagen que vio Kotaro en este mundo. Los tres generales Taira, habían sido derrotados. Las personas en el shukusha veían aterrados desde la puerta de entrada; no podían creer lo que sus ojos habían presenciado. El como un sólo hombre asesinó a cuatro discípulos seguido de tres maestros del clan Taira. Kato se irguió, sacó la katana de Kotaro de su hombro, ahora que las suyas ya no existían más, decidió tomar aquella. Había ganado esta batalla, en contra de todos los pronósticos; ese era el protector de Kamakura; el guerrero invencible, el águila que había salido de su nido a cazar, y eso era lo que haría el resto de sus días. Porque cuando hay una gran tormenta, los pequeños pájaros se esconden y escapan; mientras que el águila vuelva más alto. Kato Kotaro Kozaemon Dai Nivel 5 Pv= 77 Fuerza= 20 Protección= 10 Katana Washi= +20 (Águila) DESTRUÍDA Katana Karasu= +20 (Cuervo) DESTRUÍDA Ataque especial: Hashira (pilares) dado de 50 Nivel 5 Pv= 0 Fuerza= 15 Protección= 15 Katana = +15 ataque Nivel 5 Pv= 0 Fuerza= 27 Protección= 3 Katana = +4 ataque Nivel 5 Pv= 0 Fuerza= 9 Protección= 21 Katana = +10 ataque DESTRUÍDA Contenido oculto: Daño directo a Kato por turno -5pv (daño autoimpuesto por su habilidad) -38 pv (daño sumado de Kotaro y Dai) -5pv (daño autoimpuesto por su habilidad) -5pv (daño autoimpuesto por su habilidad) -5pv (daño autoimpuesto por su habilidad) -5pv (daño autoimpuesto por su habilidad) -5pv (daño autoimpuesto por su habilidad) -5pv (daño autoimpuesto por su habilidad) deja de activar su habilidad deja de activar su habilidad -15 pv (daño por flechas en la espalda) -5pv (daño autoimpuesto por su habilidad) -5pv (daño autoimpuesto por su habilidad) deja de activar su habilidad deja de activar su habilidad deja de activar su habilidad -1pv (daño de ataque de Kotaro) deja de activar su habilidad -5pv (daño autoimpuesto por su habilidad) -24 (ataque de Kotaro 78 pv de daño por enemigos 45 pv de daño por su habilidad Contenido oculto: Daño directo a enemigos por turno -106pv (ataque de Kato a Kozaemon, lo mata) --------------- ------------------ ------------------ -85 (ataque de Kato a Dai) -------------------- ------------------- -45 (ataque de Kato a Dai, lo mata) ----------------- ------------------- ------------------- ------------------- ------------------- -51 pv (ataque de Kato a Kotaro) -22pv (ataque de Kato a Kotaro) -13 pv (ataque de Kato a Kotaro) -43pv (ataque de Kato a Kotaro, lo mata)
El rol de Momoka proviene de Kai Afueras de Saitama [Momoka; Sho; Katsunori; Kumo] Katsunori los acompañó en su camino a Saitama; pues no quería que Sho viajara con desconocidos. Masakado se quedó atrás en Kai, aun debía defender el pequeño poblado. Kumo no habló con nadie en el camino más que con su búho: Fukuro. La lluvia los alcanzó a mitad del camino, y todos contrajeron la enfermedad del viajero; algo que los debilitaba mucho; pero Kumo al instante se bebió algo y parecía revitalizado por completo. —La espantosa ciudad de Saitama —mencionó Kumo con una sonrisa — Demasiada gente, demasiado calor. Contenido oculto Mori Estadísticas actualizadas
Contenido oculto: Gris y azul Tenía que colocar una canción mínimamente nostálgica para hacer honor a que Mao murió unos pocos post antes (?) Momoka Ashikaga Venía con el burro, dijo, ladee la cabeza extrañada. —¿Entonces él ya venía hacia acá? Oh, jejejeje —sonreí con cierta dulzura cuando vi que le costaba nombrar a Ashitaba, busqué otra vez al burrico, que no estaba lejos de mí, y le acaricié el lomo con una mirada llena de mimo. Así era, tenía mucho amor para entregar, o al menos eso decía mamá con su cara toda seria. Supongo que tenía razón, de por sí era muy entregada a ayudar a otros, pero con mis seres queridos, incluyendo animales como Ashitaba, se notaba aún más aquel perseverante sentimiento. Luego la mirada de Sho cayó sobre mí, había una determinación intensa que diría, incluso, hizo saltar de más a mi corazón, aunque solo me limité a sostenerla con seriedad. Miró luego a Kumo preguntando por sus métodos, parecía que nos habíamos encontrado con un joven bastante críptico. Masakado se sumó y Kumo respondió... Saitama... Me atemorizó solo escuchar eso, pero solo se notó en la tensión que mantenían mis manos entrelazadas. Era una gran capital, con sus riquezas, pero sobre todo bajo el yugo del señor feudal y... todos sabíamos por qué Japón estaba como estaba. Di un suspiro pesado cerrando los ojos, sí quería estar bien era necesario expulsar la tención que conseguí. Fue entonces que escuché a Sho dirigirse a mí y le presté la atención que necesitaba, aun seria. Mis ojos se abrieron con ligera sorpresa, apenas comprendí sus palabras el entusiasmo renovado dibujó una gran sonrisa en mi cara, emocionada. —¡Oh, claro! Jejeje —solté una risa melódica y suave mientras unía mis manos a un costado de mi rostro, ladeándolo, sonriente—, parece que aún nos queda camino juntos— Y soné ridículamente feliz, aunque no demoré en volver a la seriedad, ahora manos sobre la cadera—. Hay que prepararnos bien...— Sonreí con orgullo cuando mi mirada cayó sobre Ashitaba, luego me dirigí al resto con una sonrisa algo tímida incluso, pero amplia, mientras apuntaba con el pulgar al animalito—. ¡Con él podemos llevar más cosas!— Y puse un rostro serio bastante impostado, una mano sobre la cintura y la otra hice seña con el índice de hablar muy en serio—, es en verdad una criatura muy fuerte— Y otra vez la sonrisita alegre—, tan fuerte como testarudo. Admito que me costó despedirme de Masakado, aun cuando le brindé un sonrisa, un buen apretón con ambas manos y mis mejores deseos, aparte de agradecer el entrenamiento, mi corazón por dentro no podía evitar estar triste. Lo dicho, era alguien muy amorosa y, por más pequeño que fuera ese cariño, me costaba dejar atrás a quienes les guardaba aprecio, pero ya me iba acostumbrando cada día más a ese tipo de situaciones. Él se quedaría a cuidar de su gente, el viviría... era peor cuando las despedidas de quién su vida se escurría de tus manos. Otro sacrificio a pagar, uno que estaba más que dispuesta a pagar para ser una gran médica como mamá. Para poder demostrar a todos que merecía aquel apellido que me heredó papá. Nos pilló una lluvia y todos enfermamos, mis ánimos estaban decaídos por eso, pero tampoco quería dejarme derrotar por un ligero resfriado. Toqué mi cabeza para comprobar mi temperatura, el malestar provocaba en mí que mis ánimos bajaran y con ello mis energías, me volvía alguien más tranquila y puede que centrada, sí querían una descripción más larga. Saitama estaba repleto de personas y era un lugar muy concurrido, me hubiera agradado de no ser porque el ruido empeoraba mi malestar. Como fuera, me dirigí apenas pude hacia Sho, con la mirada preocupada. —¿Cómo te encuentras?— Mis ojos caoba buscaron los suyos y luego mi mirada se fijó en cada una de sus facciones, por sí al chico se le ocurría decir que estaba bien cuando no era así. Luego escuché a Kumo y no pude evitar sonreír con ternura poco después, algo conmovida. Era un chiquillo bastante honesto con su forma de ser, a pesar de que también hablara poco y eso le dejaba un halo de misterio a su alrededor. La verdad es que lo único que provocaba en mí de momento era querer ganarme su confianza. Cuánto mayor el reto, más sabrosa la victoria, ¿no es así?— Jejeje —solté una sonrisa suave aún cuando el cansancio me calaba los huesos, busqué la mirada de Katsunori con una sonrisa suave—. ¿Cómo se encuentra usted? Tras recibir su respuesta me dirigí a Kumo, tranquila, pero con algo por pedir. —¿Dónde conseguiste esa medicina que te has tomado? —pregunté con un deje de curiosidad tratando de ver desde lejos dónde las ocultaba, luego le sonreí con timidez, pero mi voz era clara—, ¿crees poder enseñarme la receta? ¡Solo sí quieres, claro!— Luego sonreí más animosa—, sí tengo que pagar o algo también se puede conversar. Contenido oculto: Movimiento A la herbolaría sí Kumo me quiere enseñar la receta, si no a la clínica, aunque Sho y el otro pueden ir al Shukusha sí gustan uwu
Afueras de Saitama [Momoka; Sho; Katsunori; Kumo] Kumo mintió como Momoka predijo, diciendo que se sentía bien; era evidente que no era así, sudaba y caminaba mucho más lento. Era Katsunori quién parecía menos afectado por la enfermedad, sólo un ligero brillo en su rostro mostraba que sufría de fiebre. —Será mejor atendernos; nunca es bueno dejar que una enfermedad avance —dijo ante Momoka y Sho —Ser joven no es una garantía para sobrevivir de una enfermedad, siempre hay que atenderlas con su seriedad pertinente. Sho afirmó a ambos —Me sentiré mejor cuando vayamos a la clínica. Kumo escuchó la propuesta de Momoka y se mantuvo sin una expresión en específico —No la he hecho yo, la hizo una amiga mía; me dio esta dotación para mi y para Kumo; lo lamento pero no puedo compartirla; lo lamento. Y tampoco sé como hacerlas, muy pocos médicos saben crear remedios como estos. Clínica [Momoka; Sho; Katsunori; Kumo] Al entrar en aquel sitio. Pudieron notar a varias personas de campo siendo atendidas, Momoka podía notar que la gran mayoría era por deshidratación. El clima de la ciudad no ayudaba; eran campos amplios sin demasiados árboles altos, muchos matorrales y pastizales; el viento era casi nulo pero la humedad del puerto se sentía bochornosa. Saitama era un sitio muy cruel para el trabajo físico, aun así; mostraba una gran variedad de flores y de aromas culinarios muy interesantes. Una mujer se les acercó al notar sus síntomas —La enfermedad del viajero, por favor; consideren adquirir nuestros remedios de Toyama; son diez monedas por cada uno Contenido oculto Mori
Momoka Ashikaga Fruncí los labios cuando recibí la respuesta de Sho... creo que me sentía algo... decepcionada. Tipo, quería que confiara en mí, aunque en parte comprendía por qué quería mostrarse fuerte incluso en la adversidad, incluso yo podía caer en esas actitudes. Entonces opté por sonreírle con suavidad, mi mano tomó la suya para ofrecerle una suave caricia en su dorso, efímera antes de soltarle. —Es necesario ser honestos con lo que sentimos, Sho —hablé con la misma suavidad y gentileza con la que había tomado su mano, creo que con eso quedaba claro que se notaba que no estaba bien, igual que Katsunori y yo misma. Incluso fue el mayor quien resaltó la importancia de buscar la recuperación lo más pronto que se pudiera. No pude evitar asentir con entusiasmo ante sus palabras, sonriente a pesar del malestar y cansancio—. Subestimar a la enfermedad es descuidado —hablé con calma, el cansancio de colaba en mi tono y la migraña no ayudaba, miré al frente con las mejillas sonrojadas por ese malestar, pero no perdí la sonrisa—, como también apresurar la recuperación de cualquier herida— Me permití reflexionar en voz alta otro poco, sentía que si me equivocaba Katsunori podría corregirme—, lo importante es curarte, no cuánto tiempo tome, porque... Eh... —miré el cielo, sin sonrisa, luego volvió con un deje de preocupación—, apresurarse no trae cosas buenas. Hay que hacer las cosas con precisión, solo cuando sabes cómo actuar harás las cosas con más velocidad. ¡Pero eso! —agarré cierta seriedad al final, levanté mi índice delante de Sho y Kumo, indicativa y con el ceño fruncido—, calidad no significa rapidez. Seguí caminando con la vista al frente, luego Kumo me respondió lo de la medicina y escuché con atención, hice un mohín triste, pero ni mis cejas llegaron a impregnarse de eso, terminé por sonreírle con ese deje de vergüenza. —No hay problema— Y luego otra vez con mera suavidad—, comprendo. Lo que nos esperó en la clínica fue cuanto menos desmoralizante, mi rostro apenas notó la situación se tiñó con esa preocupación casi que resignada a no poder hacer nada. Miré el suelo, triste, pero no podía emitir palabra alguna, porque no veía acorde romperme ahí por algo que... seguro sufrían más personas en Japón. Escuché los pasos de alguien acercándose e inhalé hondo, me erguí como correspondía a ojos cerrados y exhalé suave. Le sonreí a la mujer que nos recibió, mi cansancio era notable, pero mis fuerzas siempre terminaban en eso: Sonrisas. Puede que mi último suspiro también lo fuera... ojalá así fuera. —Yo puedo pagarles la medicina —comenté con tranquilidad, como sí hace un momento no estuviera batallando con mis propias emociones, el rostro sin prisas y la sonrisa presente. Rebusqué en mis ropas y saqué un bolsito... Le sonreí a la señora y le entregué treinta monedas— Tome...— Voltee a ver a Sho con el ceño fruncido, luego a Katsunori y sonreí hacia el frente, manos sobre las caderas—, ¡Me compran un almuerzo sí no quieren esos remedios gratis! Contenido oculto 110 (-10 diarias por manutención de Ashitaba) Esto me sale en la ficha de Momoka, así queeee. 80 (-10 diarias por manutención de Ashitaba). No tendrá mucho PERO MOMO-CHAN SUGAR MOMMY CUANDO PUEDA Y QUIERA. Tehee
Clínica [Momoka; Sho; Katsunori; Kumo] Sho no alejó a Momoka de él, de hecho afirmó a lo que decía —Me es difícil sonreír, siento culpa de ser feliz y no estar con Hina, tengo miedo... tengo miedo de lo que le hayan hecho. Kumo los observó atentó pero no dijo nada. Katsunori sonreía, Momoka le agradaba, su buena actitud le impedía ser pesimista. Al llegar a la clínica, Momoka pagó por los medicamentos, la mujer se los entregó y fue Katsunori quién primero bebió el suyo —Tienes un almuerzo asegurado; gracias. Sho también bebió el suyo con más calma; Momoka también. Ambos notaron que su sabor era dulce, a diferencia de otros remedios comunes que solían ser amargos. Kumo sonrió al ver que ninguno ponía mal rostro al beber esos remedios. —Muchas gracias, Momo —dijo Sho — también buscaré la manera de reponerlo. —Ahora que ya están más seguros de que se sentirán mejor... ¿seguimos? ¿O quieren pasar a otro lugar primero? —preguntó Kumo mirando a Fukuro. Contenido oculto Mori
Momoka Ashikaga Me conmoví, pero aún cuando la tristeza hizo flaquear mis cejas mantuve la sonrisa, quise volver a tomar la mano de Sho, pero me contuve. Al final mi sonrisa fue una más tranquila que nunca, miré hacia adelante, cabizbaja, sonriendo con algo de melancolía. —Es complicado —dije... Busqué sus ojos, le sonreí con esa tranquilidad y las mejillas teñidas en gran parte por la enfermedad—, cada quien tiene su manera de afrontar lo que ocurre...— Miré adelante, sonreí con compasión—, no tengo hermanos... perder a un padre sería... muy diferente, creo —mi voz era tranquila, no había rastro de esa energía risueña, lo miré otra vez de regreso con esa sonrisa tranquila, esa que de alguna forma demostraba firmeza y confianza—, confiemos en que la rescataremos, ignoremos en cuál estado —sonreí con pena. Tomé su mano otra vez para brindarle un apretón que le brindara consuelo, miré al frente—, porque no lo sabremos hasta que la veamos... Y cuando alcé la vista enfrentando el horizonte mi rostro agarró una firmeza seria. >>Tampoco nos quedaremos sin justicia...— Y, como pocas veces, mi mirada se oscureció un poco notandose en la gravedad de mi voz—, es injusto tocar a los más pequeños... Apreté los dientes, solté la mano de Sho y endureci mi puño, porque aparte la pequeña era una chica ciega. Di un suspiro, no servía dejarse llevar por la ira, me hablaría el juicio y aquello no era correcto. Tras llegar a la clínica nadie se opuso en que pagara y a esas alturas había recuperado mi actitud alegre. —Jejeje— Me permití un poco de confianzas y codee suave el costado de Katsunori, sonriendo juguetona—, sepas que soy exigente —comenté calma, no había mentira en lo que decía, pero era claro que me comería cualquier cosa que me pusieran en frente si sabía que no me intoxicaria. Luego de eso preparé mi mente para probar el asqueroso remedio y tomarlo de una, pero cuando lo empiné mis ojos se abrieron con sorpresa, vi el frasco medio vacío y miré con ojos brillantes a la mujer—, es riquísimo... ¡Cualquier niño lo comería! —aun con entusiasmo no podía salir de mi propia sorpresa, le sonreí a Sho radiante—, ¿A que sí? Justo me dio las gracias y tras la leve sorpresa sonreí amplio a labios cerrados, el gesto me entrecerró los ojos y el rubor era por mera alegría. —Jejejeje— Mostré mi hilera de dientes a ojos cerrados, manos tras la espalda—, sí quieres me das un abrazo~— Me erguí como correspondía sin abrir los ojos, hablé con un poco se seriedad impostada—, me gustan mucho, pero recibo pocos—. Relajé la postura y le brindé una sonrisa tranquila al chico, básicamente podíamos quedar en que no me debía nada... ¡Pero Katsunori me debía el almuerzo, que no lo olvidara!— Jajaja. Miré entonces con atención a Kumo, que había hablado. Lo miré con extrañeza, luego le sonreí con algo de vergüenza. —¿Crees que haya algo por acá que me sirva para las recetas de herbolaria? ¡Podemos ver eso y luego seguir con lo que ustedes quieran! —comenté lo último más risueña y alegre. Ojalá el remedio funcionara pronto.
Clínica [Momoka; Sho; Katsunori; Kumo] Sho no pudo evitar ponerse por completo rojo cuando Momoka mencionó que podía abrazarle para pagar el favor; su vergüenza fue evidente, pero no era de esas a causa de una ofensa, era más bien simple y pura inocencia —Yo...— no sabía que hacer o decir; Sho era alguien bastante reservado, no había hablado demasiado de él o de sus hermanas, se mantenía callado la gran mayoría del tiempo y muchas veces parecía hablar en susurros. Se notaba que era alguien que quería pasar desapercibido. Katsunori notó la pelea interna que Sho llevaba y por ello interrumpió —Jamás me olvido de una deuda señorita Momoka, créame. Kumo escuchó a Momoka —¿Quieres comprar recetas? Eso sólo es con el herborista papanatas que se cree mejor que todos los herboristas juntos en Japón, ese que viaja con ropa bonita por todos los caminos... —mencionó con un cierto desprecio mientras se cruzaba de brazos —Las recetas no deberían venderse, eso es mala praxis —Aquellas palabras resonaron en los recuerdos de Sho quién parecía que diría algo hacia Kumo; pero este interrumpió antes de que la voz saliera de Sho —Puedes ir a la herbolaria y fabricar algo; eso hacen los herboristas; prestan sus instrumentos a precios razonables. No andan regalando ingredientes o vendiendo recetas. Contenido oculto Mori
Momoka Ashikaga Para mi sorpresa Sho no demoró en colocarse rojo, mi sonrisa desapareció y le miré con suma curiosidad y la boca algo entre abierta, aunque la emoción que palpitaba en mi corazón poco a poco hizo asomar otra sonrisa y terminé riendo algo agudo, a saber por qué, todo me causaba mucha gracia. —Jejejijeje —tuve que taparme la boca con el dorso de la mano y mis hombros vibraron con la risa más que sonora, mis mejillas también se colorearon por eso. Los pocos chicos con los que crecía eran o muy reservados para estar más de cinco minutos con ellos, o unos confianzudos de personalidades muy firmes y extrovertidas como Kenta, un poco bruscos también, ¡Nunca imaginé que el chico terminaría tan cohibido! Incluso me sentí mal al poco tiempo después y le sonreí con lástima sin poder sacarme la gracia de la cara. Mi mano se posó con suavidad sobre su hombro. —Tranquilo, Sho, solo quería bromear —cerré los ojos acentuando la lástima en mi mirada—, no tienes que hacer nada por la medicina, nunca me gustaría obligarte a algo —sinceré como si nada. En eso la voz de Katsunori llegó para quitarle la atención de encima a Sho, lo miré sonriendo con una ceja alzada, volví a fruncir el ceño con seriedad impostada mientras movía mi índice de arriba hacia abajo frente a él—, eso estará por verde, Katsunori-san. Luego de tanto teatro Kumo respondió a mis dudas, le presté la debida atención, me vi más centrada pero seguía sonrojada por la risa que tuve. —Jejeje —solté con una sonrisa cohibida al escuchar su descripción del herborista, se notaba su desagrado hacia el desconocido. Luego con calma escuché atenta sus ideales respecto a la herbolaria. Noté al vuelo y de reojo que Sho parecía querer decir algo, la seriedad en mi mirada reflejaba mi interés momentáneo, presté atencion a Kumo. —¿Por qué no se venden las recetas?— Que vergüenza me daba preguntar eso cuando mi padre se destacó tanto en la herbolaria, ladee la cabeza, confundida, pero tratando de recordar los motivos—, ¿Se debe a que siempre es mejor que te las enseñen de primera mano y mantener el secreto entre herbolario?— Sonreí luego un poco resignada—, no está mal, pero tampoco me quejaría si la gente aprende a cuidarse. Aunque en el caso de los venenos si que entendía que no había que andar dejando recetas tiradas por ahí, podrían desatar un caos, aunque tampoco me gustaba la idea de unos cuantos privilegiados abusando de su poder. Sonreí con suavidad, miré a cada uno. —¿Qué les parece ir a la herbolaria y preguntar por ingredientes de la zona? Contenido oculto A la herbolaria si a mos NPC les gusta la idea (?)