Nagano Nagano

Castillo/dojo
[Togashi; Tetsuo; Miyuki; Kojiro]

Kojiro sonrió levemente al ver que Togashi también dejaba su yoroi a un lado; estarían completamente en mismas condiciones; armas iguales, vestimenta similar; sin protecciones adicionales. Sólo su técnica y arduo entrenamiento se revelarían en ese momento.

El maestro observaría con ojo crítico; el alumno tomaría en serio aquel embate.

Kojiro no se contuvo, atacó con su técnica en el primer movimiento; tan rápido como severo para el cuerpo de Togashi. Su cuerpo se había endurecido por su entrenamiento como guerrero y como herrero, pues a pesar de la gran fuerza, aun podía mantenerse de pie. Kojiro asintió para después esquivar el ataque de Togashi; en él, notó la falta de impacto, aun le faltaba desarrollar más músculos como guerrero, los cuales no eran los mismos que los de un maestro de la forja.

En el siguiente movimiento; Togashi utilizó la técnica de Kojiro, este la esperó con ansias, no pretendía esquivarlo ni bloquearlo; pero el impacto no desquebrajó la defensa de Kojiro; su mirada se tornó desaprobatoria, para después acometer sobre de él con un golpe que se sintió como un latigazo; un castigo que Togashi resistió con la fuerza de su cuerpo entrenado en aguantar los golpes.

Kojiro se separó; aun con su mirada en desaprobación la cual se sincronizaba con su movimiento de rostro; no estaba satisfecho.

El tercer impacto llegó en Togashi casi sin aviso, otra reprimenda por su falto desempeño al usar su técnica. Este, a diferencia de los dos anteriores, provocó que su cuerpo se estremeciara, perdía fuerza; sus músculos estaban muy heridos. Togashi intentó dar un último ataque a su maestro; el cual nuevamente no pretendió esquivar el ataque, sólo pisó el pie de Togashi, anticipando su movimiento para detenerlo en seco. Togashi golpeó a Kojiro pero su impacto no logró romper la fuerte mirada de Kojiro, pues este no sintió dolor alguno.

Togashi sintió como el arma le era arrebatada para después ser lanzada a un lado.

Allí estaba Kojiro, frente a él; sin una herida encima; sin una gota de sudor rodando su frente. Esto no había sido un entrenamiento para él, había servido para comprobar algo.

—Eres el mejor herrero de todo Japón; pero aun eres un simple estudiante con el sable — Inició Kojiro —Con esa fuerza no podrás proteger a nadie; tus pasos son torpes y la gran mayoría de tus movimientos son innecesarios. No podrás alcanzar a Riku si no aceleras tus pasos; y no podrás alcanzarme a mí si no aprendes a volar.

Kojiro le miró con más calma —Es por ello que yo soy tu maestro; hay aves que vuelan solas si sus padres las lanzan del nido, otras se mueren al impactar el suelo. Yo te aventaré del nido todas las veces necesarias hasta que al caer abras las alas —le extendió su mano —Pero jamás te dejaré que impactes en el suelo —le sonrió, genuino —Es suficiente por hoy, que atiendan tus heridas.

Y fue en ese momento que Satoshi entró a la habitación; así de rápidos fueron sus movimientos.

Togashi habrá perdido el combate ante su maestro y hermano; pero había ganado algo más...

Tetsuo y Miyuki los miraban con asombro; para después desviar sus miradas a la puerta corrediza por dónde Satoshi entraba; así de rápidos fueron sus movimientos, tan rápidos que el médico del castillo no pudo ni presenciar el combate.

• Kojiro
• Togashi

• 
  PV= 100
  Fuerza= 15
  Protección= 15 (-2 rezago por nodachi)
  
• 
  Nivel= 2
  PV= 28 Desarmado
  Fuerza= 5
  Protección= 10
  Agilidad= +2 defensa
  Avaricia= -2 suerte
  

Contenido oculto

Bruno TDF

 

Togashi
Castillo (Dojo)

Cuando sus manos se cernían en torno a las armas, dejaban atrás, por un instante, su relación de hermanos. Ahora sólo se hallaban presentes el maestro ante su alumno. Togashi lo tenía en claro. Era consciente de que no sería una pelea pareja porque conocía de antemano la fuerza y disciplina de Kojiro. Si lograba hacer por lo menos un rasguño en su piel, lo consideraría un pequeño logro… Objetivo que estuvo lejos de concretar.

No logró evitar el Tsubame Gaeshi que impactó de lleno sobre él. De no ser por la musculatura que había ganado desde que empezara a desempeñarse en la forja, la pelea habría terminado sin permitirle contraatacar. Mantuvo la concentración para ser ajeno al dolor e intentó conectar un golpe sobre la defensa abierta de su maestro, quien esquivó sin dificultad, sin desperdiciar un solo centímetro en sus movimientos. En respuesta al esquive, Togashi hizo uso del Tsubame Gaeshi por primera vez desde que Kojiro se lo había enseñado…

Cuando terminó de realizar los dos movimientos de la técnica, tuvo la certeza de que acababa de deshonrarlo. Sintió sobre él la mirada desaprobatoria. El siguiente ataque cayó sobre él con la fuerza de un castigo, que lo hizo retroceder un poco. No tuvo tiempo siquiera de reposicionarse, pues un tercer impacto conectó con una rapidez inusitada. Ni siquiera logró ver el brazo de Kojiro moverse. Sólo podía sentir la forma en que ese ataque había mermado la fuerza de sus músculos… Se sostuvo en pie como pudo e intentó conectar un último ataque para enmendar su falta de habilidad; pero contrario a su intención, sólo remarcó lo buscaba corregir. Kojiro finalmente le desarmó y Togashi cayó sobre una rodilla, jadeando. En sus zonas golpeadas, los músculos habrían desatado gritos si tuvieran el don de la voz.

Alzó la mirada con dificultad. Allí estaba su maestro. Se mostraba calmo, pero en su mirada había intensidad. A Togashi le dolía más el haberlo deshonrado que los golpes en sí mismas; y no se sintió mejor cuando Kojiro le dijo que con su fuerza actual no podría proteger a nadie, porque eso le trajo ciertos malos recuerdos. Sólo se limitó a asentir ligeramente con la cabeza, con ojos cerrados, porque era clara la gran distancia que había entre él y Riku. Estaba más atrás de lo que había creído.


—Es por ello que yo soy tu maestro —dijo su hermano con una mirada más tranquila, sacando a Togashi de sus pensamientos negativos—; hay aves que vuelan solas si sus padres las lanzan del nido, otras se mueren al impactar el suelo. Yo te aventaré del nido todas las veces necesarias hasta que al caer abras las alas —le extendió su mano —Pero jamás te dejaré que impactes en el suelo —afirmó Kojiro con una sonrisa—. Es suficiente por hoy, que atiendan tus heridas.


Aquellas palabras, tan firmes como cálidas, sirvieron para tranquilizar a Togashi y no dejar que su moral cayera. Le devolvió la sonrisa a Kojiro y tomó su mano para incorporarse, no sin dificultad: aquellos golpes sí que habían sido fuertes.

—Con tus enseñanzas puedo confiar en mis alas —dijo—. No importa la cantidad de caídas, porque mientras me halle en este nido mi destino será volar, siempre que mi disciplina se mantenga firme como el acero —hizo una reverencia hacia Kojiro, de alumno a maestro, pero también de gran respeto hacia su hermano—. Haré de tus palabras el viento que me dará fuerzas para volar.

Satoshi se acercó a él y empezó a tratar sus heridas. Togashi se mantuvo quieto para no entorpecer su trabajo, mientras meditaba sobre lo que haría el resto de aquel día, antes de la partida a Wakayama.

—Está claro que en este estado no estoy en condiciones para entrenar —mencionó con una sonrisa mientras se masajeaba un hombro; pese al tratamiento, seguía doliendo—. Quizás vaya a recolectar madera, pues también necesito mejorar en la fabricación de arcos. Si alguien desea ayudar, estaría agradecido.

Contenido oculto: Movimiento

Sé que estamos en una zona montañosa pero me voy a recolectar ramitas (a ver si esta vez llegamos al nivel 3). Togashi extiende su invitación a Kojiro, Miyuki y Tetsuo (y por extensión a Terunobu) :P

 

Castillo/dojo
[Togashi; Tetsuo; Miyuki; Kojiro]

Kojiro suspiró; sabía que debía ser fuerte con sus palabras con sus alumnos, no podía permitirles bajar el ritmo o sentir que la fuerza actual que poseen es suficiente; él tampoco se sentía suficiente, no todavía, y le dolía pensar que tal vez nunca lo sería; pero no por ello no dejaría de moverse, no dejaría de superarse a sí mismo.

Satoshi obligó a Togashi a recostarse mientras lo revisaba, pues este movía su hombro y no lo dejaba trabajar —Luego irás a buscar ramitas y hojitas; pero por el momento aguanta, que puedo lastimarte más que ayudarte si te estás moviendo bruscamente.

—Sé amable, Satoshi. Es un gran amigo —mencionó Tetsuo.

—A usted lo trataría igual si no me deja ejercer mi profesión — replicó Satoshi; haciendo que Miyuki riera levemente.

—Te acompañaré— mencionó Kojiro a Togashi — Si es que el médico te permite moverte.

—Estará bien; no hay nada roto— mencionó Satoshi.

Kojiro se había cerciorado de no herir tan gravemente a Togashi; a diferencia de Benkei, esa pelea lo había preocupado.

—Yo debo atender otros deberes— mencionó Tetsuo para después mirar a Miyuki — ¿Deseas acompañarlo?

Miyuki afirmó —Las diligencias de un herrero siempre me han parecido interesante.

Contenido oculto

Bruno TDF En tu siguiente post puedes narrar que irás a la montaña a recolectar madera; Kojiro y Miyuki te acompañarán. Puedes tirar allí tus dados.

 

Togashi
Castillo (Dojo) --> Montaña

Satoshi le hizo un par de recriminaciones al momento de tratar sus heridas, pero finalmente le dio el visto bueno para ir a realizar las labores que le aguardaban en lo que quedaba del día. Togashi admiró la habilidad de Kojiro para golpearle con la fuerza justa sin extralimitarse: si se hubiera tratado del enemigo, habría perdido el último aliento sin advertir sus golpes. Esperaba poder retomar pronto su entrenamiento como guerrero.

Kojiro y Miyuki lo acompañaron. La presencia de la segunda hacía que Togashi sintiera algo de responsabilidad por tratarse de la hija del señor de Saitama y futura esposa de su amigo, señor de Nagano; pero seguía intrigado por la fuerza que yacía en su interior, pensó con gracia que quizás era él quien terminaría siendo protegido por Miyuki si algo sucedía. Pero estaban en Nagano y el ejército del enemigo se había marchado herido, por lo que optó por quitarse esos pensamientos.

Llegaron a la montaña, donde se podían apreciar pequeños grupos de árboles con la promesa de una buena madera.

—Tetsuo y yo nos vimos las caras por primera vez en estas montañas —contaba Togashi, que miraba el paisaje con detenimiento. Les indicó que los siguieran con cuidado hasta unos árboles y, conforme iba recolectando ramas prometedoras del suelo, seguía hablando: —. Yo formaba parte de un grupo junto con Takeda y fuimos emboscados por unos Taira en la entrada de la ciudad. Fue tal el alboroto causado que Tetsuo y su guardia vinieron a detenernos, pero Takeda lo convenció de que estábamos de su lado y nos permitió terminar esa contienda —suspiró—. Por entonces venía saliendo de un mal momento personal. Aquel día volví a luchar por primera vez en años, con la katana que Takeda me legó.

Contenido oculto: Recolección de ramas

5 dados de 5 caras
Suma de 5-10= no obtienes nada
Suma de 10-15 = obtienes 5 ramas muy delgadas que no sirve para crear un arco; pero si flechas. (10 flechas por rama)
Suma de 15-20 = obtienes 5 ramas
Suma de 20- 25 = obtienes 10 ramas

 

Bosque
[Togashi; Miyuki; Kojiro]

Ambos escuchaban atentos a las palabras de Togashi; el bosque posiblemente tuvo mejores días, así como Nagano. El fuego había consumido un poco de su vegetación; pero aun había demasiada materia prima.

—Entonces es cierto lo que se dice; que Takeda ve por los suyos —mencionó Miyuki mientras veía como Kojiro se trepaba a uno de los árboles para recolectar ramas, ya lo había hecho antes así que se sentía confiado —Que tu señor te brinde un arma es un gran halago —sijo Miyuki observando como Kojiro no extraía las mejores ramas, había tomado algunas de un árbol seco, aquello era basura para un ebanista.

—Lo siento, hermano; estas ramas no sirven —dijo apenado al notar que las ramas eran quebradizas al momento de bajar del árbol.

Togashi tomó las ramas que se veían fáciles de desprender de los árboles; pero eran muy delgadas, al menos servirían para crear flechas.

Miyuki sonrió y sacó uno de los tantos forjados por Togashi; y con gracia cortó varias ramas fuertes mientras se recargaba en los árboles; el corte fue preciso y cada tajo liberaba el aroma de la resina que desprendía el árbol. Miyuki obtivo cinco ramas que servirían para crear arcos.

—Sin esfuerzo... —mencionó Kojiro asombrado al mirar lo tranquila que estaba Miyuki después de aquellos fuertes movimientos dignos de un cortador de leña.

Miyuki sonrió —Cuando la forja es buena; no se necesita tanta fuerza, el filo hace el trabajo.

Contenido oculto

Bruno TDF Ficha actualizada

 

Togashi
Montaña

Algunos árboles habían sobrevivido a la guerra, por lo que conseguir materia para hacer arcos era una posibilidad existente. Pero las cenizas y los troncos negros eran un recordatorio devastador de los días que se vivían. Así, pudo rescatar de un árbol quemado unas pocas ramas que no habían sido tocadas por el fuego, servirían para flechas. Pero Kojiro no tuvo tanta suerte: había trepado a un árbol seco. Togashi le hizo un gesto tranquilizador mientras agradecía su esfuerzo de treparse en busca de las mejores ramas. Hasta que sintió el aroma de la resina, que lo hizo voltearse en dirección a Miyuki.

La Fujita se había sumado a la recolección de ramas. Nunca fue la intención de Togashi el pedirle ayuda por una cuestión de respeto, pero allí se encontraba ella, realizando movimientos precisos con uno de los Tanto forjados por su mano. Hasta Togashi se sorprendió del filo del arma, tal vez porque seguía siendo humilde pese a sus buenos aceros. Lo que no impidió que el halago de Miyuki a su forja hiciera que sintiera un poco de orgullo… y más viniendo de ella.

—La eficacia del filo no radica solamente en la forja, influyen el espíritu y la habilidad de quien lo porta —mencionó tras un carraspeo, retomando la recolección de ramas—. Por tanto, considero que la identidad de un arma se construye a través de dos personas: el herrero y el guerrero. Dos caminos que confluyen en un solo río. Pero no todos lo hacen de la misma forma —con estas palabras, Togashi enseñó la saya de Asahi, su katana—. Esta katana es de un trabajo extraordinario. Perteneció a Takeda de niño, y sin embargo no tenía buena conexión con ella según me dijo —consiguió cinco ramas decentes y las colocó junto a las demás—. En mis manos recibió el nombre de Asahi, “Sol de la mañana”, el que siempre marca un nuevo comienzo. Fue como el nacimiento de un río, pues este acero y yo fluimos como uno solo —sonrió y miró a su hermano—. De la misma forma que mi hermano Kojiro fluye con su nodachi, Haiku, la cual también forjé.

A estas alturas era notorio el aprecio que la familia Fujita tenía a las buenas armas, y el interés particular de Miyuki por la herrería. Tal vez mencionar su mejor creación sería buena ocasión para volver esa reunión más amena. Además, seguramente a Kojiro le gustaría enseñar con orgullo su acero, eso también le haría bien a su espíritu, que de a poco se reconstruía.

Contenido oculto: Recolección de ramas

5 dados de 5 caras
Suma de 5-10= no obtienes nada
Suma de 10-15 = obtienes 5 ramas muy delgadas que no sirve para crear un arco; pero si flechas. (10 flechas por rama)
Suma de 15-20 = obtienes 5 ramas
Suma de 20- 25 = obtienes 10 ramas

 

Bosque
[Togashi; Miyuki; Kojiro]

Kojiro no cedió ante su decepción de no haber conseguido buen material para su hermano; no le gustaba conformarse, debía ser mejor en toda disciplina que desempeñara, aun así no dijo más.

Miyuki escuchó las palabras de Togashi y al instante se giró hacia Kojiro, mientras este sonreía preparando su katana; la extendió envainada, confiando en que aquella mujer la trataría con el respeto debido, y así fue. Miyuki extendió ambas manos para recibirla y la desenvainó a la mitad, mirando el brillo y el filo; no necesitaba probarlo para saber que cortaría la más ligera hoja. La envainó nuevamente y entregó a su dueño, quién la recibió orgulloso

—Asahi —repitió Miyuki — Tal vez algún día puedas mejorarla y hacerla también parte de tu forja. Una conjunta con su primer herrero. Así como es conjunta con tu señor y tú en combate —sonrió — Y tal vez, Haiku pueda pasar la prueba Shizan

—¿Qué es esa prueba? — preguntó con curiosidad Kojiro.

—Es cuando un maestro del Iado prueba la verdadera naturaleza del filo de un sable nuevo; lo hacen con troncos de sauce posicionados para que el maestro espadachín pueda cortarlos de un sólo tajo. En el sable se graban el número de cuerpos que el filo logró cortar. Y con ello se certifica la calidad de una espada. Los herreros como Masamune, Kyuzo y Yamoto son conocidos como los tres grandes, ambos tienen sable de cuatro cuerpos; pero se dice que hay un sable que logró los cinco cuerpos de árbol — su sonrisa desapareció.

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Togashi
Montaña

Haiku pasó de unas manos a las otras. Era tratada con un respeto inmenso, casi como si fuera una persona de gran relevancia en aquella reunión del bosque. Miyuki inspeccionó de cerca el acero y fue esa sola visión la que, al parecer, sirvió para que se diera cuenta de la calidad del filo. Devolvió la nodachi a su portador, quien ahora se mostraba orgulloso, olvidando por un momento la frustración que le generaba lo de las ramas.

Miyuki le mencionó que podría mejorar a Asahi algún día, lo cual lo dejó pensativo.

—Admito que no se me había ocurrido esa posibilidad, pero hacer de Asahi parte de mi forja es un buen objetivo —mencionó con gesto reflexivo—. El camino para lograrlo es extenso, pero confío en que llegará el día que pueda elevar la calidad de esta espada —asintió, animado por la nueva meta que Miyuki le había sugerido.

En tanto, ella mencionó a Kojiro la prueba de Shizan, lo que despertó al instante su curiosidad. Oyó con atención lo que contaba. Cuando mencionó la existencia de un sable que había logrado cortar cinco cuerpos de árbol, la sonrisa en el rostro de la mujer se desdibujó, acrecentando su propia intriga.

—¿Podrías hablarnos más sobre ese sable? —preguntó.

Si existía o había existido un arma semejante, Togashi necesitaba saber más al respecto para aprender. Pero, sobre todo, pero superar ese sable de cinco cuerpos.

 

Bosque
[Togashi; Miyuki; Kojiro]

Miyuki miró hacia Togashi; por unos momentos permanecía así, en un silencio que comenzaba a tornarse incómodo, sólo oculto por la ligera brisa de las montañas de Nagano. Miyuki bajó la vista.

—Desconozco la historia completa, nadie quiere hablar mucho al respecto. Lo único que sé con certeza es era un arma del antiguo señor de Yamanashi; Kitetsu Shingen —volvió a levantar la vista sin ver específicamente a nadie —Fue asesinado por Gendo Mori, y ahora es él quién porta ese sable. La mejor arma de Japón la porta un asesino.

Kojiro se acercó a Miyuki, interesado en aquella historia —La mejor arma de Japón la porto yo —dijo con seguridad, Kojiro no hablaba por adular a Togashi, en verdad lo creía.

Miyuki sonrió, después miró a Kojiro quién por un instante le generó la ternura de un niño pequeño y afirmó. Después miró a Togashi — De su creador no conozco nada, temo decir. Pero muchos aseguran que es un filo de Kyuzo. Muchos artesanos creen que Kyuzo llegó a la perfección de su obra con esa katana, y que ya no pudo volver a replicar esa maestría y por ello tuvo que ocultarse en el anonimato. Otros dicen que el mismo Gendo lo atrapó y mató para que ya no forjara más armas como esa y él pudiera ser dueño de la única en su clase. Y otros tantos dicen que ese sable jamás tocó las manos de Kyuzo. Es una historia interesante.

—Son sólo habladurías si nada está comprobado —interrumpió Kojiro — Tal vez el mismo Gendo divulgó esas mentiras para que la gente de Japón le tuviera más miedo.

Miyuki afirmó ante Kojiro — Y si es así, logró su objetivo

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Togashi
Montaña

Posó sus ojos sobre él sin decir una palabra más. No tuvo forma de saber si estaban mirando expresamente hacia su persona o si sus pensamientos volaban lejos de las montañas, pero de igual forma le resultó sobrecogedor. No era sólo su personalidad, su manera de expresarse; la propia presencia de Miyuki resultaba imponente. Comúnmente le provocaba una mezcla de curiosidad y admiración, pero en ese instante en que lo miraba tan fijamente, llegó a sentirse incómodo. Temió haber hecho una pregunta indebida cuando la mujer finalmente bajó los ojos.

Según dijo, el arma de la que hablaban había pertenecido en el pasado a Kitetsu Shingen, quien fuese señor de Yamanashi. Togashi levantó una ceja cuando Miyuki dijo que había sido asesinado por Gendo Mori. Él era el actual poseedor de la mejor arma de Japón. Contuvo una sonrisa cuando Kojiro interrumpió para decir que Haiku era quien portaba ese título; aún no había visto su creación en acción, pero por algún motivo sentía que se hallaba muy lejos de la espada que portaba Gendo. Siguió escuchando a Miyuki. Pese a que lo que vino a continuación fueron rumores de lo más diversos, no dejaron de resultarle intrigantes.

Caminó algunos pasos, tomando distancia de Miyuki y Kojiro. Sus ojos se enfocaron en las cimas más altas que podían apreciarse desde la arboleda.

—Con que un Mori, eh… —dijo, más para sí mismo que para sus acompañantes, quienes igual pudieron escucharlo—. En la herrería de esta ciudad me hablaron sobre las familias Arau, Shibata, Sugawara y Okudera: todas fueron eliminadas por la mano del líder del clan Mori. Masamune y la casa Ise debieron huir por lo mismo —hizo una pausa, meditativo— Parece ser que la historia de los herreros guarda una trágica conexión con este apellido. Y si es verdad es que se ha extendido por Japón la historia de la creación de Haiku (Yito me dijo esto), quizá tengan algún indicio sobre mí —reflexionó. Sin embargo, no estaba preocupado—. Pero si la intención de Gendo Mori era infundir miedo, conmigo ha logrado un efecto contrario —se giró hacia Miyuki y Kojiro. Una cumbre montañosa muy alta se veía a sus espaldas, a lo lejos—. Le ha dado a un herrero… una cima que sobrepasar —afirmó—. Llegará el día que, con mi martillo y mi fuego, jamás podrá jactarse de tener la mejor arma de Japón. Haiku es el primer paso. Y si aquella arma fue forjada por Kyuzo, yo superaré a Kyuzo. Él también lo verá, porque yo no creo que haya muerto.

 

Bosque
[Togashi; Miyuki; Kojiro]

Miyuki no pudo evitar sonrojarse ante las palabras de Togashi, lo observaba con admiración, y al darse cuenta de que aquello podía ser vulgar, desvió su mirada hacia la ciudad.

—Acaba de escuchar historia —dijo con seguridad Kojiro hacia Miyuki, sonreía algo burlón pues se había dado cuenta de como ella había observado a Togashi —No debe sentir vergüenza de admirar a tan increíble herrero —a veces, Kojiro si mostraba su verdadera edad con sus acciones, esta era una de esas ocasiones. Molestando a una pobre mujer que ya no sabía dónde ocultar su rostro.

—Tal vez... debamos volver —dijo en voz baja Miyuki mientras avanzaba hacia Nagano —Si quiere ser el mejor debe entrenar ¿No es cierto? eso no puedo hacerlo en el bosque. ¡Oh no! vamos... no se queden atrás —Decía mientras sacudía su mano frente a su rostro en un inútil intento para borrar el rubor de su rostro.

Kojiro empezó a reír discretamente; pues tampoco buscaba ofenderla.

Miyuki apretó el paso hacia la ciudad, tal vez si corría podía justificar el color de su rostro al ejercicio.

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Togashi
Montaña --> Calles de Nagano

Las mejillas de Miyuki se encendieron al término de sus palabras y, para él, tampoco pasó desapercibida la mirada que le dirigió, sintiendo que los ojos de la hija del señor de Saitama lo atravesaban con más intensidad. Togashi habría esperado alguna palabra como respuesta, un silencioso y aprobatorio movimiento de la cabeza, pero aquella fue una reacción que lo tomó desprevenido porque no fue su intención provocarla, mucho menos tratándose de la mujer con la que su amigo iba a casarse. Por lo misma razón, lamentó el pensar que su belleza, grande de por sí, se había acrecentado de esa forma. Al reparar en que Miyuki comenzó a sentirse incómoda, Togashi se limitó a mirar disimuladamente hacia las montañas. No sólo para ayudarla a lidiar con lo que le pasaba, sino porque él también se sintió de la misma manera. Gendo Mori y Kyuzo habían quedado por completo en un segundo plano, y el comentario de Kojiro no ayudaba en nada, pero le hizo cierta gracia.

—Tienes razón —convino con seriedad hacia Miyuki mientras rascaba su nuca, con los ojos ahora puestos en las ramas recolectadas, las cuales ató y cargó sobre sus hombros—. Ahora que tengo suficiente materia prima, es momento de dedicar al día a seguir mejorando.

Siguieron a Miyuki, quien con el rostro aún colorado empezó a descender rápidamente hacia la ciudad. Al lado de su hermano que reía por lo bajo, Togashi intentó seguirle el paso con algo de dificultad porque era una tarea riesgosa bajar una montaña con esas ramas encima, que por su tamaño prometían ser formidable arcos. Una vez que alcanzaron las calles, los ánimos del grupo parecían haberse relajado un poco, al menos de su parte, ya que tenía en mente un desafío: que no se le rompiese la madera que estaba a punto de trabajar.

—Iré a la casa de armamento para trabajar con estas ramas, muchas gracias por la ayuda —dijo hacia Kojiro y Miyuki. Habían alcanzado a la segunda, pero estaba algo apartada y sólo podía verle la espalda. Aunque no lograba ver su rostro, el rubor de sus mejillas seguía demasiado presente en su memoria—. Si van a hacer otras cosas, intenten descansar mente y cuerpo lo más que puedan, pues al siguiente amanecer partiremos a Wakayama —pidió con tranquilidad.

Esta última noticia iba dirigida principalmente a Kojiro, quien no había estado presente en el castillo cuando habló con Tetsuo y el señor Fujita.

 

Nagano
[Togashi; Miyuki; Kojiro]

Tras el descenso a la montaña; el grupo de separó. Miyuki avanzó hacia el castillo aun desviando la mirada; pero se despidió con formalidad de ambos. Kojiro decidió dirigirse al río a pescar; por lo que Togashi se dirigió solo a la casa de armamento.


Casa de armamento
[Togashi; Masamune]

Al entrar, Togashi se encontró con un sitio casi desolado; seguramente, Yito había descansado a todo su equipo. Sólo se encontraba Masamune, quién limpiaba el taller con suma dedicación; en el momento que Togashi ingresó, Masamune se encontraba limpiando las pieles de mantarraya; y su mesa de trabajo ya estaba limpia de cualquier viruta o pedazo de metal perdido. La fragua ya no ardía pero aun se sentía su calor.

Masamune levantó la vista, observó las ramas a espalda de Togashi y sonrió levemente —Limpia después de terminar tu trabajo; es lo mínimo que podemos hacer hacia Yito-san quién nos ha permitido usar su honorable taller —dijo con tranquilidad mientras continuaba con su tarea.

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Togashi
Casa de armamento

En el taller sólo se encontraba Masamune, quien al parecer había permanecido en lugar tras su conversación con Togashi. Caundo notó las ramas que éste cargaba en su espalda, esbozó pequeña sonrisa y pidió dejar todo limpio al terminar su labor, tal cosa correspondía en respeto a Yito. Él asintió en silencio, notando los restos que el herrero limpiaba: para él saltaba a la vista que había puesto todo su empeño durante el tiempo que estuvieron separados y casi no se veían rastros del desánimo con el que Masamune se había dirigido a él por la mañana, de modo que guardó esperanzas en que hubiese recuperado parte de su motivación. Parte de su orden y disciplina era un ejemplo que Togashi esperaba seguir de manera adecuada. Depositó sus ramas con cuidado sobre una de las mesas más cercanas.

—Así será —respondió con un asentimiento de cabeza, y observó la madera con cierto recelo— Hoy espero ver mis habilidades con la madera un poco más óptimas: la última vez que intenté hacer arcos se me rompieron unos cuántos —contó mientras se rascaba la nuca, como si eso espantara la indecisión que lo amenazaba. Finalmente recuperó su mentalidad con un simple suspiro—. Mejor dicho, allá donde vea un límite, lo romperé y seguiré adelante —juró, mencionando otra vez esa frase que con el tiempo regiría sus pasos en la herrería.

Con calma ordenó materia prima, herramientas y se colocó el Mon de los Arau en la frente. Aunque la falta de fragua no hacía necesario refrescar su frente, el clan siempre lo acompañaba cuando de herrería se trataba. Togashi echó una última mirada a las maderas, con sus cortezas frescas y colores naturales, antes de ponerse a trabajar. Esperando encontrar un mejor entendimiento con la madera.

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Arcos con madera

1-10- desperdicias el material
11-20- creas un arco de baja calidad
21-30 creas un arco de calidad común
31-50 creas un arco de alta calidad

 

Casa de armamento
[Togashi; Masamune]

Masamune afirmó, dejándole a la mano hilo de cáñamo para que Togashi terminara sus arcos, si es que la madera cooperaba en esta ocasión. Masamune se despidió con una reverencia y se retiró con tranquilidad mientras Togashi organizaba sus materiales.

La madera era difícil; si se excedía de fuerza, la madera se quebraba cuando Togashi buscara doblarla para crear su curvatura; si eso sucedía en su construcción significaría la muerte para un arquero, quién al tensar el arco se encontraría con el espeluznante sonido de la madera quebradiza.

Crack.

Fue el sonido de dos de las maderas que Togashi trabajaba; era un material frustrante, y hasta el momento ni el mismo Togashi había conocido a un herrero que se enfocara en la creación de arcos, posiblemente esa era la razón.

Cinco de esas maderas cedieron a su patético esfuerzo; eran arcos mediocres pero eran armas útiles. Nada que un arquero se dignara a presumir.

Otra madera pareció ser más amable al tacto del herrero; pues su calidad fue mucho mejor a las cinco anteriores.

Pero fueron dos maderas que se inclinaron ante Togashi; cómo si estas estuvieran haciendo una leve reverencia cuando Togashi comenzó a trabajarlas. Por fin, Togashi había logrado su objetivo, también podía crear arcos de una alta calidad. Togashi había mejorado rápidamente como herrero, algo que para muchos era un avance extraordinario, pues se estaba acercando al nivel de los tres grandes en muy pocos días de entrenamiento, y a ellos les tomó años llegar a dónde están.

Togashi tenía un don, uno que pocos poseían.

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Bruno TDF Togashi se convierte en Herrero nivel 3!

 

Togashi
Casa de armamento

El crujido de la primera rama quedó resonando en el aire como un mal presagio. Había aplicado una fuerza excesiva al intentar doblarla y ésta se precipitó al suelo convertida en dos piezas a las que ya no se le podía sacar provecho, rodeada de fragmentos de corteza. Fue un comienzo poco prometedor, cercano a lo pésimo. Pero todavía le quedaban nueve oportunidades y esa idea le permitió no dejarse alcanzar, siquiera, por la sombra de la frustración. De la misma manera que la primera madera se rompió, él rompería el límite de sus habilidades. Eso era lo que debía hacer un buen herrero para perfeccionarse.

Continuó trabajando sin descanso, sin temor al fracaso de su objetivo. Resultaba curioso que siendo un material más frágil que el acero, la madera fuera tan indomable y rebelde. Pero de su labor dependía la vida de los arqueros que decidieran portarla. Togashi tenía el pensamiento de que esas armas serían utilizadas por las personas de Nagano para defender sus hogares, por lo que no podía permitirse dudar; su trabajo significaba la vida de ellos. Así entonces, el proceso fue un poco más fructífero, pero no satisfactorio. Al menos había conseguido crear dos arcos decentes y con ellos creyó entender un poco más la naturaleza de la madera. Era difícil, pero no pensaba retroceder. La próxima vez le iría mejor.

Dejó sus creaciones a un costado de la casa de armamento y limpió la suciedad generada por su trabajo, tal cual le había indicado Masamune para respetar la noble hospitalidad de Yito. Una vez realizada su tarea, colocó encima de una mesa su yoroi personalizado para examinarlo de cerca, en el medio del pacífico silencio que otorgaba la soledad. Togashi miró de cerca los materiales con los los que Yamamoto había trabajado la confección de la armadura: grandes placas de acero, cuero y, asimismo, le pareció detectar algo de la seda que le otorgaba su característico color azul.

“Tal vez debería intentar hacer yoroi por mi cuenta” pensó con una mano en el mentón. Lo suyo no era arrogancia, orgullo ni confianza, él simplemente tenía la intuición de que estaba preparado para dar otro paso adelante.

Decidió salir a cazar como una forma de seguir haciendo su trabajo sin descuidar el entrenamiento. Antes de partir de la casa de armamento tomó uno de los arcos de calidad alta que había creado. Necesitaba probarlo para seguir comprendiendo los secretos de la madera. Además, contaba con las flechas que había creado gracias a las ramas que Kawa recolectó para él en Nagoya. Al recordarla no pudo evitar sonreírse. Esperaba que ella y Benkei se encontraran a salvo.

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-Salgo de caza para seguir ganando Exp.

-Voy a personalizar los dos arcos, aviso porque no lo he narrado. Togashi se queda con Arco Perfecto 1