Clock Tower [Mansión O'Donell] 1° Vestíbulo

Kaede

La pequeña niña fue incapaz de decirle que no a Laura, menos cuando la señorita Marion tenía esa mirada tan extraña clavada en su persona, por lo que torció una pequeña sonrisa incómoda y asintió sin mucha energía, abrazando el pijama entre sus brazos para despedirse de la chica con la cabeza para comenzar a caminar hacia el vestíbulo, escaleras abajo. No tenía ninguna gana de quedarse a solas con aquella mujer tan extraña, pero más difícil se le hacía negarse en una tesitura así.

Descendieron en silencio, con la misma sensación que tuvo en el cuerpo cuando todos los niños se dispusieron a seguirla anteriormente, solo que esta vez estaba completamente sola a primera vista. Deseaba con todas sus fuerzas que alguno de los niños estuviese esperando abajo, aunque le diese vergüenza hablar con ellos, solo para sentir algo de compañía familiar.

Soltó un pequeño bostezo de un momento a otro y se frotó los ojos; Laura tenía razón, el sueño iba a acabar venciéndola pronto si no se daba prisa.

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Reual Nathan Onyrian

 

Luego de salir de la habitación B cargada de cosas, Marion pasó la mirada por la parte superior del Vestíbulo, para encontrarse que Kaede, somnolienta, se encontraba descendiendo las escaleras. Aceleró el paso, sus tacones resonando levemente en la madera del piso, hasta alcanzar a la niña dormida. Pudo ver como se frotaba los ojos y bostezaba, y una sonrisa fugaz cruzó por su rostro de porcelana.

— Señorita Kaede, no tiene permitido descender las escaleras a estas horas, por mucho que me pase darles las noticias. Si desea ir a asearse, con gusto la acompañaré. El baño se encuentra en el mismo nivel que sus habitaciones.— luego de quedar a su lado, la guió suavemente con la mano que tenía libre en la espalda, diligente, escaleras arriba.

Luego de un par de segundos en silencio, y llegar al fin de las escaleras, la doncella, notando el cansancio de la niña, le extendió su mano libre, junto a una sonrisa cálida.

>> ¿Quieres ir de la mano, tesoro? Se nota que estás a punto de caerte dormida.— preguntó, con voz suave.

La mano que le extendía a la niña parecía estar llena de pequeñas cicatrices de corta longitud en los dedos y en la palma. Vaya, al parecer no era muy buena utilizando el cuchillo en la cocina, ¿eh?

 

Kaede

Pegó un pequeño respingo, saliendo de su ensimismamiento cuando la voz de la señorita Marion llegó hasta sus oídos. Alzó la mirada, confusa y aturdida, pues el cansancio no le había dejado pensar con claridad. Cuando quiso darse cuenta, efectivamente, había descendido las escaleras cuando el baño se encontraba arriba. Sus mejillas se colorearon por la vergüenza y abrazó su ropa contra su pecho, escondiendo la mirada de la mayor con un asentimiento de cabeza como toda respuesta. Así, se dispuso a seguirla de vuelta.

No obstante después de regresar al piso superior, Kaede alzó la cabeza al notat cómo la mujer le extendía amablemente la mano, notando su cansancio. La sonrisa fugaz y el tono de voz que había empleado la animaron a tomar su mano, algo indecisa al principio, hasta aferrarse a ella ligeramente, como quien encontraba apoyo en medio de la oscuridad de la noche.

—Hm-uhm... —asintió, cabizbaja, comenzando a caminar junto a ella hacia los baños. Se animó a alzar la voz una vez más, tímida—. Gracias...

Solo esperaba que no quedase demasiado lejos, aquel lugar era enorme y empezaba a tener algo de miedo. Apenas tenía fuerzas para refugiarse en sus propios mundos de fantasía.

 

Marion le devolvió los agradecimientos con una inclinación de cabeza y una sonrisa, mientras le indicaba el camino hasta el final del pasillo. Allí, abrió la puerta de la habitación, para dejar ver un baño que, a pesar de la lujosa mansión en la que estaban, no parecía llamar demasiado la atención. La luz que Marion encendió dejó ver que, en sus principios, era un baño funcional: un lavabo, inodoro, bidet y una ducha con bañera, que podía taparse usando una cortina para dar mayor privacidad. Varios de los elementos de higiene se encontraban en un estante cerca de la bañera. La sirvienta se internó en el cuarto y se dirigió hacia un armario que se encontraba apoyado sobre la pared del extremo opuesto, en donde retiró una toalla, que colgó de la percha que se encontraba al lado de la bañera.

— Tómate el tiempo que quieras, tesoro. Yo estaré afuera esperándote. Cualquier cosa que necesites, no dudes en avisarme.— le aseguró la mucama, con otra de sus fugaces sonrisas, y cerró la puerta, dejando a la niña sola en la habitación.

Haciendo honor a sus palabras, la sirvienta se quedó inmóvil al lado del baño, como si estuviera haciendo guardia, con un parecido mayor al muñeco de alguna exhibición que a una persona real. Cualquiera que pasara por allí, debido al cansancio y a la poca luz que había, podía confundirla con alguna decoración estrafalaria de un ricachón excéntrico. Sin embargo, en cuanto Kaede salió del baño, completamente limpia, con su ropa nueva, y sus ojeras, Marion pareció volver a la vida. Volvió a ofrecerle la mano, que la niña tomó, y juntas, se dirigieron hacia las habitaciones.

Cuando llegaron allí, Marion dejó a Kaede, para ocuparse de Laura y Anne, que se encontraban esperando allí, ambas batallando el sueño como podían. Después de unas idas y vueltas, todos se encontraban ya acostados, algunos con olor a limpio, disfrutando de sus camas mullidas y calentitas, que había que destacar, eran mucho, mucho más cómodas que las del orfanato.

FIN DE LA INTRODUCCIÓN
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Bueno, ufff. Al fin pudimos terminar la introducción. Con permiso de Liza para utilizar a Kaede, aceleré un poco las cosas, así podías seguir con el rol lo antes posible. Dentro de poco comenzará el segundo día. ¡Estén atentos!

 

DÍA DOS​

La mañana del día siguiente los recibe con la débil luz del sol filtrándose por las cortinas de sus habitaciones, como así también el suave tintineo de lo que parece una campanilla, un tañido que resuena puro en sus oídos, provocando sonidos que tan solo el metal puede llegar a crear. Marion se encuentra paseando por el pasillo, frente a cada habitación, tocando aquella campanilla de plata bruñida, mientras también golpea la puerta de cada habitación con sus nudillos.

— El desayuno ya se encuentra preparado, damas y señoritos.— anuncia, abriendo la puerta apenas, para asomar la cabeza.— Disponen de unos quince minutos para prepararse y asearse. Yo los esperaré en las escaleras.

Dicho eso, Marion caminó con paso tranquilo hasta el nacimiento de las escaleras, para esperarlos, con las manos cruzadas al frente, sosteniendo el instrumento. Se encontraba como siempre. Inexpresiva. Inmóvil.

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Comienza el segundo día en su nuevo hogar. Deben postear sí o sí en la habitación, pero pueden no hacerlo en el vestíbulo si prefieren, pues se sobreentiende que salen de la misma. Si quieren postear en el Vestíbulo para agregar reacciones extras y demás, pueden hacerlo.

 

A medida que todos los niños iban llegando al Vestíbulo, Marion los iba recibiendo con su típica sonrisa cálida y suave, que parecía ser una de las pocas expresiones que la mujer podía lograr con su rostro.

— ¿Han podido dormir bien, niños? Espero que las habitaciones hayan sido de su agrado, y su nuevo calzado también. El señor consideró que lo mejor sería reemplazar aquel que los trajo hasta aquí, pues debía estar demasiado sucio y roto. Espero no haberlos despertado cuando realicé el cambio a la noche.— anunció, con una pequeña reverencia, a modo de disculpa.— Por favor, vayan formando una fila. Cuando todos sus hermanos lleguen, iremos a desayunar.

Por su parte, Lotte había decidido ignorar la cháchara de Hanabi, y simplemente se dirigió hacia donde Marion estaba. Anne llegó después de los chicos, y abrió la boca para decir algo, pero se calló al ver como Hanabi atosigaba al pelirrojo. Bueno, ahí tenía la respuesta de por qué se había levantado antes que ella. No tenía mucho más sentido indagar. Como era la mayor, carraspeó y se puso al frente, delante de Marion.

— Bueno, los que estemos vayamos armando la fila. Así vamos ahorrando tiempo y le ahorramos también a la señorita Marion cualquier disgusto extra.— dijo, con una sonrisa radiante, que intentaba ocultar sus propias ansias de desayuno.

Jenniffer apareció después de unos segundos, arrastrando los pies y bostezando. Era la única que parecía demostrar verdaderamente el sueño que tenía. Buscó a Laura con la mirada, y al no encontrarla, se dirigió hacia el resto de los chicos, quedándose un poco alejada e ignorando las indicaciones de Anne. Esta hizo un gesto de disgusto, que también fue ignorado. Pobre Anne, no mucha gente parecía tomársela enserio.

 

Evan salió de la habitación, mirando todavía dormido alrededor, algo molesto de que Anne se hubiera sin esperarlo. Sin embargo, sabía que la muchacha tenía esos aires de ser la mayor y que quería ser la primera en todo, confirmado todo por la actitud que había tomado al ordenar la fila. Vestía un atuendo similar al que había usado para caminar hasta la mansión, aunque ahora sus zapatos eran unos lustrosos mocasines negros. Echó un vistazo alrededor, buscando a alguien, y su rostro tuvo una pequeña decepción cuando no vio a Summer allí todavía. Pensó en tal vez ir a tocar su puerta, para ver si estaba todo bien, pero rechazó la idea de inmediato. La caminata había sido larga, y todos estaban con mucho sueño y cansados. Obviamente, no podía esperar que se levantara con las mismas energías que el resto, en especial porque no parecía estar muy emocionada con la idea de mudarse a esta mansión.

Así que simplemente se dedicó a contentar a Anne, haciendo la fila y dedicándole una sonrisa a la muchacha, y respondiendo la reverencia de Marion con un asentimiento. Lo único que lamentaba en estos momentos era que el desayuno ya estaba preparado, por lo que no podía hacer el postre de frutilla que le había prometido a la niña. Bueno, probablemente para el almuerzo. O incluso para medio mañana. Seguramente les dejaban usar la cocina sin problemas. Era su casa, después de todo.

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Insane, lamentablemente, me informó que no podrá continuar con el rol, debido a falta de tiempo por estudios. Así que yo tomaré el control de Evan como NPC, a partir de ahora. Espero hacerle justicia al personaje, y cualquier cosa, si Insane logra hacerse un tiempo (y Evan se encuentra vivo, obviamente), podrá retomar con el rol en el lugar en el cual se encuentre.

 

Kaede

Cuando Laura y Kaede llegaron al vestíbulo, pudieron ver cómo Anne formaba a los niños no sin cierta dificultad, aguardando a que llegaran todos. Soltó la mano de su amiga cuando llegaron escaleras abajo al notar la mirada de Jennifer en Laura, y con una sonrisa se encaminó hacia el resto, llegando junto a Nuvoir y Evan. Algo insegura extendió el brazo hacia Nuvoir, a punto de tocar su hombro. No era buena relacionándose con los demás, pero el chico no parecía ser una mala persona.

Finalmente, animándose, le dio un pequeño toque, saludándole con la mano tímidamente cuando se dio la vuelta.

—H-Hola... —dudó durante unos segundo acerca de qué decir. Miró hacia el suelo, luego a Nuvoir y luego de nuevo al suelo. Finalmente se animó a articular un par de palabras con sentido—. Esto... W-Wooloo está bien. Sano y salvo, y pues... Gracias.

Y le dedicó una pequeña sonrisa, volviéndose al frente para atender a Anne. ¡Tenía mucha hambre!

 

Summer

Definitivamente no recordaba con cuál de sus pies se había parado primero de la cama, pero definitivamente había odiado el hecho de tener que haber salido de la bendita cama. ¿Ya había dicho lo mucho que había disfrutado su sueño? Por supuesto que no, porque Summer no hablaba, pero definitivamente habría expresado alegría si no la hubieran hecho salir de ahí.

¿Y Hiroshi? Había pasado de ser su héroe personal a ser su verdugo, aquel terrible ser malvado que la había sacudido de entre sus sueños para traerla a la realidad.

Summer bufó, clavano la mirada en el piso a nueva cuenta, arrugando la nariz cada vez que sus zapatos nuevos hacían ruido al caminar por los brillantes pisos de madera; definitivamente ella y Hiroshi eran los últimos en llegar, los últimos en mostrar sus caras de sueño cuando seguramente los llevaban esperando un rato, pero en vez de mostrar vergüenza alguna, Summer se veía notablemente molesta.

Sus ojos estaban hinchados por no haberse molestado en siquiera mojarse la cara. Su respiración se escuchaba tan fuerte como los bufidos de un caballo, incluso más alto que las palabras que susurraba como a modo de último recurso cuando le tocaba comunicarse. Se abrazaba a sí misma para soportar lo mucho que extrañaba estar hundida entre las mantas...

Y lo peor de todo era que no podía diferenciar si le molestaba más el sueño y el cansancio o si le molestaban las tripas por haberse ido a la cama sin cenar.

—Si alguien pone fresas sobre la mesa... —susurró para sí misma, frunciendo el ceño por entre el fleco, chasqueando la lengua.

Y la amenaza quedó incompleta, porque a pesar de haberse levantado con el peor de los humores, no es como si Summer tuviera el valor para hacer algo al respecto...

¿O sí?

 

En cuanto todos estuvieran en el pasillo, ordenados en una fila, Marion comenzó a encaminarse hacia la planta baja, bajando suave y mecánicamente por las escaleras, con todos los niños siguiéndola por detrás, Anne guiando la marcha, como toda buena niña mayor. A plena luz del día, el 1° Vestíbulo era muy diferente a como lo encontraron apenas llegaron, en especial ya mucho más descansados y sin todo el mal humor del viaje inicial. Por las ventanas se cuela un precioso y cálido sol, que pinta la habitación de un suave color amarillo, resaltado por el barniz de los varios muebles y adornos de madera del lugar. Los cuadros ahora parecen mucho más coloridos y menos siniestros que la otra vez, y de verdad se puede apreciar el trabajo y el arte que se volcaron en ellos.

Sin embargo, no tienen demasiado tiempo de admirar el renovado Vestíbulo, pues Marion se dirige directamente hacia la puerta por la cual la Señorita Mary se fue la otra vez. La abrió, y procedió a entrar, sus tacones retumbando en el pasillo que se encontraba a continuación. Los niños la siguieron, mirando curiosos esta nueva parte de la casa. Pueden notar que numerosas figuras cuadradas, colgadas de las paredes, se encuentran tapadas con sábanas o telas similares. ¿Serían cuadros, espejos, o algún adorno en particular? ¿Por qué estarían tapadas? ¿Para protegerlas, o tal vez para proteger a los otros de ellas? Era una práctica extraña, la verdad. Ya que podían verse también varios otros cuadros, todos siguiendo la misma temática de aquellos encontrados en el Vestíbulo, que no se encontraban cubiertos con nada. Pero más que aquellos cuadros y objetos cubiertos, y la ocasional mesa barroca para ubicar adornos encima, aquel pasillo se veía pelado.

Al final del trayecto, Marion se dirigió hacia otra puerta, que abrió prestamente, y la mantuvo abierta, dejando que los niños pasaran. Una vez que toda la fila estuviera en el nuevo pasillo, la sirvienta se dirigió a la primera puerta a su izquierda, y se hizo a un lado, para que los niños ingresaran.

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El rol continuará en el tema "Comedor". Esperen un poco que debo crearlo. Y otra aclaración: ambos pasillos que atravesaron tendrán su tema propio luego. Así que trátenlos como áreas separadas del 1° Vestíbulo y entre sí, hasta que tengan tema propio.