Clock Tower [Mansión O'Donell] Habitación B

Tema en 'Partidas Inacabadas' iniciado por Reual Nathan Onyrian, 23 Junio 2019.

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    Reual Nathan Onyrian

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    La habitación que se muestra ante sus ojos no parece nada del otro mundo, sin embargo, no parece faltarles nada. Se encuentran provistas de dos camas, cada una primorosamente tendidas, sin una sola arruga. Al lado de cada una pueden encontrar una mesita de luz, con una lámpara en cada una de ellas. La mesita de luz posee un cajoncito para guardar pertenencias, así como también un espacio para guardar el calzado. A los costados de cada cama se puede encontrar una pequeña alfombra, seguramente para ser utilizada al salir de la misma.

    Sendos armarios se encuentran enfrentados, apoyados sobre la pared, y un escritorio se encuentra bajo la única ventana que posee el cuarto. El escritorio posee también una lámpara de lectura, una silla, y un cajón. Un candelabro, mucho menos ornamentado que los que se encontraban en el vestíbulo, pero igual de manufactura fina, le da iluminación a toda la habitación.

    Y por último, como parecía ser costumbre en toda la casa, algunos cuadros podían encontrarse en las paredes. Vaya, al señor O’Donell parecía gustarle mucho el arte y la pintura.

    Conexiones:

    Esta habitación pertenece a Summer Haynes y a Hiroshi Koizumi
     
    Última edición: 14 Octubre 2019
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    Hiroshi Koizumi.

    Por algún motivo que no pudo explicarse de inmediato, la aparición de Marion le tensó los músculos de cuerpo y ni siquiera se dio cuenta de que apretó levemente la mano de Summer, a quien aún se negaba a soltar, sin embargo, en cuanto la mujer empezó a hablar su tensión se disipó de forma gradual.
    No era su actitud, porque seguía pareciéndole una muñeca rígida, sino la promesa de descanso lo que lo hizo relajarse de a poco.

    Subió las escaleras, siguiendo los pasos de la doncella sin perder de vista a Evan, al ritmo de Summer.

    No estaba prestando verdadera atención, hasta que Marion abrió la segunda puerta y dijo su nombre, junto con el de la niña que sostenía de la mano desde antes de entrar a la mansión.

    —¡Somos compañeros de cuarto! —dijo, dejándose llevar por la emoción a pesar del cansancio que hacía que ya le pesara el cuerpo.

    Una parte de sí se sintió más tranquilo por ello, como si temiera dejar a Summer o, quizás, como si él mismo temiera quedarse sin ella ahora que se había habituado a su presencia, al calor de su pequeña mano, a su silencio y la promesa de los pastelitos de Evan.
    Le dirigió una mirada a los demás antes de entrar despacio, con cautela, a la habitación guiando a Summer y sus pasos lo llevaron hasta acercarse a los cuadros. Se quedó allí, sin despegar la vista.

    >>¿A ti te gustaría tomar un baño? —preguntó al aire, aunque era claro que se dirigía a Summer.
     
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    Summer ~

    Había sentido cada uno de esos escaleras en sus piernas cansadas y un suspiro agotado se escapó de sus labios tan pronto como se vio en el último escalón, pues ya estaba a un paso de terminar con ese tormento. Además, para sumarle a lo pesado de la situación, aquella mujer hablaba... demasiado. Estaba muy cansada como para poder prestarle atención, y frunció levemente el ceño, dándose vuelta hacia Hiroshi cuando éste apretó su mano, pues a pesar de encontrar aquel contacto sumamente reconfortante, de momento, la estaba distrayendo de aquel monólogo sobre lo único que le había llamado la atención de tanto palabrerío: el descanso y el aseo.

    Devolvió su mirada luego a doncella, esperando no haberse perdido de demasiado, y para cuando se enteró de que estaban llegando a sus habitaciones, Hiroshi la había arrastrado tan rápido del montón que no supo exactamente a dónde mirar primero.

    ¿Y si había algo rojo ahí dentro?

    De pronto se vio a sí misma aterrizando contra la espalda de Hiroshi tan pronto como él se detuvo en seco, sin atreverse a salir de ahí, y suspiró de nuevo, profundo, tratando de calmar las cosquillas en su estómago y el nudo que se apretaba cada vez más en su pecho.

    «No sabrás si no miras» pensó, y luego de uno que otro suspiro más, como si eso le estuviera dando valor, despegó lentamente su rostro de la espalda del niño, escaneando la habitación por entre sus pestañas, como si así pudiera cerrar los ojos más rápido en caso de encontrarse con aquel nefasto color.

    Nada. Nada de rojo a la vista.

    Un suspiro, mucho más largo y profundo que el resto, volvió a salir de sus labios, casi que imitando el ruido de un tenue silbido, pero volvió a fruncir el entrecejo mientras lo miraba con cierta desaprobación, aprovechando que estaba distraído y no la veía. Devolvió luego la vista al resto de la habitación, como si estuviera buscando algo en particular, y la puerta era tan grande que no pudo evitar no notarla.

    '¡Somos compañeros de cuarto!'

    Sí, sí, lo que fuera. Tenía algo más importante ocupando su atención.

    Un armario.

    Un señor armario.

    Summer se sonrió con alegría, sensación que llevaba mucho rato sin sentir. Sus piernas olvidaron todo el cansancio mientras, por sí solas, se habían encaminado hacia esas puertas, con las manos estiradas frente a ella, como si así pudiera llegar más rápido, sin saber exactamente cuándo había soltado a Hiroshi.

    —Wow... —se susurró a sí misma sin ser realmente consciente de ello, parpadeando un par de veces mientras su rostro quedaba casi que paralelo al techo por levantar tanto la vista para seguir las puertas hasta el final.

    '¿A ti te gustaría tomar un baño?'

    Asintió entusiasmada con la cabeza mientras devolvía su atención a Hiroshi, girándose para verlo con una enorme sonrisa.

    De pronto el cansancio, la angustia y las preocupaciones se habían esfumado, porque Summer tenía un armario en donde esconderse cuando no se sintiera segura.

    Ahora solo le restaba abrir las puertas del armario y corroborar que, en efecto, ese podía ser su escondite perfecto.
     
    Última edición: 24 Junio 2019
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    Reual Nathan Onyrian

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    Los cuadros de la habitación eran bastante parecidos a los que se podían hallar en el vestíbulo. En particular, estos dos representaban lo que podrían ser paisajes, panorámicas de la mansión vista desde distintos ángulos. Sin embargo, había uno que llamaba la atención. No por la pintura en particular, sino por los colores utilizados. Hiroshi conocía bien el problema que Summer tenía con el color rojo, y ese cuadro representaba un bellísimo atardecer, en el cual el sol aparecía como un brillante disco de color...rojo. Tal vez lo más sensible sería ocultar o sacar ese cuadro de ahí, aprovechando que la niña parecía abstraída con el armario.

    El armario, de hecho, podría ser un escondite perfecto. No solo tenían suficiente espacio como para albergar allí dentro una persona adulta, sino que las puertas poseían pequeñas rendijas, seguramente para ventilación, que podían ser utilizadas para mirar al exterior, si bien de forma algo incómoda. Otra cosa que se podía notar, era que poseía una cajonera con cuatro cajones, y bastante ropa colgada de perchas.

    A pesar del asombro que la pequeña Summer podría estar teniendo en estos momentos, debido a aquel lugar tan familiar, algo la hizo congelarse en donde estaba. Era un bellísimo capote para la lluvia, recién lavado y planchado, con un gran aspecto de nuevo, colgado primorosamente de una percha. Estaba lleno de bolsillos en los cuales seguramente guardar muchas cosas y tesoros. El capote era de un color rojo brillante, seguramente para ayudar a encontrar a alguien por si se perdía en una lluvia torrencial.

    Aprovecho esta oportunidad para explicar algo. Summer, en este momento, hubiera ganado pánico, debido a la visión de un objeto que repercute en sus subconciente y le trae traumas vividos con anterioridad. El pánico, como ven, también puede ganarse con acciones u objetos que le recuerden su vida pasada, no solo con eventos propios de la Mansión. Si estuviéramos computando el pánico en estos momentos, Summer seguramente hubiera ganado un 15%-20% a su medidor de pánico, debido a lo severo de su trauma.

    Y volver a recordarles que dejen bien demarcado en el post si interactúan con algo, así puedo identificarlo mejor y ustedes no se quedan esperando una respuesta que nunca va a llegar.
     
    Última edición: 24 Junio 2019
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    Hiroshi Koizumi.

    El corazón le dio un vuelco cuando reparó en el cuadro del atardecer, ese atardecer rojizo que a él le había parecido hermoso momentos atrás en el bosque, pero que había alterado a Summer, ese atardecer que ahora estaba colgado en su habitación, en un cuadro.
    Ni siquiera notó cuando la niña había soltado su mano para dirigirse al armario.
    Se quedó estático un momento, como si su de por sí cansado cerebro estuviera debatiéndose sobre qué hacer con aquello.

    Se acercó lo más silenciosamente que pudo, bajó el cuadro de la pared y lo observó más de cerca.

    ¿Y ahora?

    Su vista se clavó en las camas tan bien arregladas y caminó hasta una de ellas, levantando un poco el colchón de su soporte de madera y deslizó el cuadro boca arriba debajo del colchón, antes de bajarlo nuevamente para intentar reacomodar las sábanas lo mejor que le fue posible. Dejó salir un pesado suspiro.
    Tenía que recordar tomar esa cama, lo menos que quería era que por accidente Summer fuese a encontrar el cuadro debajo.

    Se giró por fin, solo para ver como su compañera habría el armario y entre las ropas que había adentro, prácticamente refulgía un capote rojo. El alma le cayó a los pies, impidiéndole reaccionar.
     
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    Summer

    La ilusión que tenía por explorar el tremendo armario se había muerto tan pronto como la luz del candelabro aclaró la oscuridad que se escondía tras las puertas, pues había revelado ese nefasto capote que no hacía más que acaparar su atención. No podía identificar si estaba en el centro, en la esquina o en qué parte exacta del armario se encontraba, pues de pronto lo único que Summer era capaz de ver era esa terrible prenda acaparando completamente su atención.

    Le habían dicho que en sus habitaciones tendrían ropa para ellos, y si ese era su armario... ¿acaso tendría que ponérselo alguna vez?

    ¿Y si era para Hiroshi y no para ella? ¿Y si ya no podría ver a Hiroshi nunca más porque él usaría ese capote?

    Sus dedos soltaron los picaportes de las puertas y sus brazos cayeron a los costados de su cuerpo, prácticamente inertes. Lágrimas caían de sus ojos sin que ella pudiera darse cuenta, pues su completa atención le pertenecía a esa prenda y a las imágenes que se reproducían una tras otra en su cabeza, sin darle ni un segundo de descanso.

    El rostro de mamá vuelto una mancha roja y sin forma.

    El cuello de papá vuelto una mancha roja y sin forma.

    El pecho de Tommy vuelto una mancha roja y sin forma.

    Ella misma usando el capote rojo y jugando en los charcos y la lluvia, tratando de correr un barquito por la cuneta de la calle, deteniéndose frente a un señor que le impedía el paso y apuntaba hacia su pequeño cuerpo con un lo que parecían ser dos largos tubos metálicos unidos a un mango de madera, y de pronto...

    Bang.

    No pudo evitar llevarse las manos hasta sus propios oídos, como si el ruido viniera de la habitación y no de sus propios recuerdos, empezando a parpadear con fuerza, hiperventilando.

    De pronto solo podía verse a sí misma transformándose en una mancha roja y sin forma.
     
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    Hiroshi Koizumi.

    Probablemente Hiroshi llevara tiempo sin sentir una ansiedad tan poderosa como la que lo dominaba ahora, con Summer clavada frente al capote, el terrible capote rojo brillante, aún más saturado de pigmento que el atardecer rojizo.

    La vio llevarse las manos a los oídos, hiperventilando y se acercó a ella, tomándola con cuidado por los hombros y haciéndola retroceder despacio, como si temiera hacerle daño con cualquier mínimo movimiento. ¿Que si era una buena idea? No lo sabía. No sabía qué se suponía que debía hacer uno cuando alguien colapsaba de aquella manera, cuando se desprendía del presente y se anclaba a otro lugar, al que él no podía acceder y al que no accedería incluso su pudiera.

    No fue capaz de mirarla, solo continuó alejándola hasta que prácticamente estuvieron en medio de la habitación.
    Él regresó sobre sus pasos y extendió su mano hacia el capote, pero se quedó congelado. ¿Qué se supone que debía hacer? La casa no era suya, bueno lo era y a la vez no. ¿Se supone que podía tirarlo fuera de la habitación, arrojarlo por la ventana sin importar si era castigado por ello después? ¿Acaso debía esconderlo, a pesar de que ella ya lo había visto?

    La ansiedad burbujeaba, impidiéndole ordenar sus pensamientos y él mismo estuvo por comenzar a llorar por una razón completamente diferente. Pura frustración e impotencia.
    Había intentado ayudarla, calmarla, ¿y todo para qué? Para que apareciera esa cosa, ese monstruo de tela teñido de rojo.
     
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    Summer ~

    Justo cuando parecía que el rojo pretendía comérsela viva y no dejar nada de ella sin teñir, sintió una leve presión sobre sus hombros fríos, y de pronto, Hiroshi había entrado a su campo de visión, distrayéndola completamente de la prenda en el armario. No era como si se hubiera tranquilizado, no era como si se hubiera olvidado de su indiscutible presencia, pero poder mirar al niño en vez del capote era como un trago de agua helada en el más caluroso de los días.

    Las lágrimas le hacían cosquillas en la mandíbula y en la base del cuello, pero no había nada que pudiera hacer pues sus manos permanecían pegadas a sus orejas con tal fuerza que seguro se las vería de color tinto tan pronto se las descubriera; era como si aún estuviera expectante, esperando esas explosiones que recordaba con tanta claridad como si hubieran sucedido el día anterior, pero los segundos pasaban y los ruidos no llegaban, y el nudo en su torso se apretaba como si diera vueltas alrededor de sí mismo.

    'Quédate quieta y no hagas ni un ruido, Summer, ¿de acuerdo? Ni una palabra' recordó, y de pronto los viejos recuerdos de su hermano poniéndola a salvo se fundían con Hiroshi alejándola de aquel capote.

    Summer no se atrevía a despegar la mirada del rostro de Hiroshi, como si estuviera buscando que la mirara de vuelta, y sintió que la garganta se le cerraba a medida que él se regresaba sobre sus pasos, devolviéndose hacia el armario.

    'Todo estará bien, Summer'

    Nada iba a estar bien.

    'Volveré'

    Nunca lo hizo.

    Sus piernas se movieron solas, persiguiéndolo por la habitación, y sentía que no corría lo suficientemente rápido para alcanzarlo. Casi que podía verlo usando el capote rojo y caminando hacia ese señor sin rostro, ese que levantaba su escopeta en dirección a Hiroshi...

    Y de pronto ya no pudo ver nada, pues su frente chocó contra la espalda del niño, sus dos brazos pasaron a los costados de su cuerpo, y empujó las dos puertas del ropero para cerrarlas de un golpe seco y abrupto. Por fin dejó salir el aire de sus pulmones para volver a respirar agitada, tosiendo de vez en cuando, pero completamente inmóvil. No había podido ser capaz de impedirle a Tommy salir del armario aquella vez, pero al menos podía evitar que Hiroshi tuviera que lidiar con capote.
     
    Última edición: 28 Junio 2019
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    Hiroshi Koizumi.

    Allí estaba, debatiéndose mentalmente sobre qué era lo que debía hacer con esa cosa, cuando de repente sintió un golpe en la espalda, seguido por el sonido de las puertas cerrándose abruptamente, empujadas por las pequeñas manos de Summer.

    Sus ojos se abrieron grandes como platos, como si no pudiera procesar lo que acababa de ocurrir. Se quedó inmóvil, tras él la niña respiraba agitada e incluso tosía, pero a él le habían clavado los pies al suelo.

    ¿Qué acababa de hacer? No él. Él no había hecho nada.
    ¿Qué se supone que acababa de hacer Summer? Lo había salvado de su monstruo personal, cuando él estaba luchando consigo mismo para intentar enfrentarlo por ella. Es probable que ni siquiera lo supiera, que se había enfrentado a su pesadilla de alguna manera.

    Se volteó hacia ella por fin y la envolvió con fuerza entre sus brazos, dejando salir el aliento que ni siquiera había notado estaba reteniendo.

    —Gracias —murmuró sin saber muy bien por qué—. Ninguno de los dos usará esa cosa horrible.
     
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    Ceci

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    Summer

    Sentía sus orejas ardiendo en llamas de lo fuerte que se las había apretado, un intenso hormigueo en las palmas de sus manos por haberlas estrellado contra el armario, y también sentía una intensa comezón en sus mejillas, más precisamente, en los surcos de sus lágrimas que poco a poco se iban secando de su rostro.

    Pero también, sin haberse dado cuenta exactamente cómo había pasado, Summer podía sentir la calidez que desprendía el abrazo de Hiroshi. Y se sintió, además, pequeña entre sus brazos, tan pequeña como siempre se había sentido toda su vida al ver a todos los niños más grandes que ella, pero de alguna forma que no supo explicar, sintió que, por esa vez, no pasaba nada con ser pequeña, pues Hiroshi se sentía lo suficientemente grande como para envolverla y protegerla.

    Sus manos cayeron lentamente desde las puertas del armario hasta los costados de su cuerpo, inhertes y cansadas, y sus brazos colgaron de su torso cuales péndulos, como si no tuviera el más mínimo control sobre su cuerpo. Era como si, después de tanta angustia y ansiedad, hubiera encontrado una fuente infinita de tranquilidad y su cuerpo no supiera exactamente qué hacer sin tener todos y cada uno de las terminaciones nerviosas, gritando todas al mismo tiempo, que el mundo se le iba a caer encima.

    El capote había sido devuelto a la cueva, ya de repente no podía recordar ni qué se suponía que era el nefasto color rojo, y Summer estaba floja como un muñeco de trapo, pero se sentía abrumadoramente bien.

    'Gracias. Ninguno de los dos usará esa cosa horrible'

    Despegó su rostro del pecho del niño, parpadeando un par de veces para volver a acostumbrarse a la luz de la habitación, y alzó ambas cejas, incrédula. ¿Hiroshi, en ese pequeño capote?

    —No creo que sea de tu talla de todas formas.

    Summer se llevó una mano hasta su boca, cubriéndosela, sorprendida de sus propias palabras. Si bien había hablado incluso más bajo que cualquier persona normal, si bien apenas y era algo más que un murmullo, no había susurrado sus palabras como siempre lo hacía cuando realmente se sentía obligada a tener que decir algo.

    Sonrió apenas detrás de su mano, tratando de alejar cualquier pensamiento que tuviera que ver con el odioso color rojo, y desvió la mirada al piso, apretando los labios; apenas y recordaba el sonido de su propia voz.

    «Tú puedes, Summer» pensó, y un escalofrío sacudió su columna de pies a cabeza, pues aún estaba demasiado cerca de ese armario y de ese capote para su gusto, pero mientras no tuviera que verlo... mientras Hiroshi estuviera ahí para hacerla sentir tranquila, todo estaría bien.
     
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    Reual Nathan Onyrian

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    La puerta de la habitación sonó tres veces, demostrando que alguien estaba golpeando sobre ella con los nudillos. Luego de unos segundos, el pomo comenzó a girar, y la cabeza de Marion se asomó por la rendija que esta dejó abierta.

    — Un sonido abrupto acaba de salir de este lugar. ¿Se encuentran bien ambos? ¿Ocurrió algo? ¿Precisan de alguna ayuda?— preguntó, con aquella cara inexpresiva de siempre. Sin embargo, tal vez de forma fugaz, se pudo notar un brillo de preocupación en sus ojos.— Cualquier cosa que los niños necesiten puede ser dirigida hacia mi persona, y veré de realizar su estancia aquí lo más cómoda que pueda.

    Esbozó una sonrisa, que duró apenas unos segundos. Se quedó esperando respuesta, con la misma parsimonia y calma que parecían patente de ella.
     
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    Zireael

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    Hiroshi Koizumi.

    No creo que sea de tu talla de todas formas.

    Parpadeó varias veces, incrédulo, clavando su vista en la niña por fin y una sonrisa cálida se formó en sus labios.
    Había hablado por fin, bueno había sido prácticamente un susurro, pero él había logrado descifrar las palabras por la cercanía del abrazo que ella había deshecho para decir aquellas palabras.

    Llevó una mano a la cabeza de la niña y la acarició, paciente, revolviéndole ligeramente el pelo.

    Cuando iba a abrir la boca para hablar, escuchó que alguien golpeaba la puerta antes de abrirla y cuando se giró, pudo notar el rostro de la muñeca mecánica se asomó ligeramente.

    La escuchó y cuando terminó de hablar se acercó a ella, mirándola.

    —Estamos bien —dijo rápidamente, para al menos sacar de aquella duda a la mujer quien, a pesar de todo, había parecido genuinamente preocupada un momento. Se llevó la mano a la mejilla, rascándose con cierto aire nervioso, y miró hacia un lado. No quería ser una molestia, pero tampoco quería que Summer tuviera que preocuparse por el monstruo del armario—. Señorita Marion, en el armario hay un capote y... verá, es que es de un color que no le gusta a mi amiga y la pone muy nerviosa, quiero decir, le da mucho miedo. Podría... ¿Usted podría llevárselo?
     
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    Marion miró con curiosidad a Hiroshi, para luego dirigir su mirada hacia le armario. Le dedicó un asentimiento de cabeza, en señal de aceptación, y se dirigió hacia el mueble, para abrir las puertas en apenas una rendija, y ver lo que había allí dentro. Al encontrarse con el capote rojo, lanzó un suspiro, y desprendiendo el abrigo, lo dio vuelta, para que el interior acolchado quedara a la vista, y el prohibido color estuviera oculto ante los ojos de los niños. Se desembarazó también del delantal, y lo dobló de tal manera que la mancha de sangre quedara por dentro, para ponerlo también sobre el capote, en el brazo. Se percató luego de los cuadros que habían sido bajados de las paredes, y luego de acercarse a inspeccionarlos, y ver que poseían aquellos pigmentos aterradores, se los puso bajo el mismo brazo, dispuesta a llevárselos.

    Se dirigió hacia la puerta, y realizó una reverencia hacia los niños. Debía ser bastante incómodo hacerla con todos aquellos cuadros y el abrigo en el brazo, pero parecía que la doncella tenía bastante habilidad para esos temas.

    — Si la señorita Summer encuentra este color incómodo o la intranquiliza, veré de eliminarlo de su habitación en cuanto me sea posible. Intentaré removerlo también en aquellos lugares que suela frecuentar de la Mansión, aunque aquella tarea pueda resultarme imposible. Me disculpo sinceramente por haber causado esos inconvenientes al preparar sus habitaciones. Veré que ese error no vuelva a ocurrir en un futuro.— dijo con voz mecánica, para luego traicionar su rostro inexpresivo con una sonrisa apenas visible, y agregar con voz cálida.— Ahora descansen. Deben estar exhaustos de su viaje. Mañana les espera un gran día de muchos descubrimientos. Buenas noches, señorita Summer, caballero Hiroshi.

    Dicho eso, realizó otra reverencia y cerró la puerta, despacio.
     
    Última edición: 15 Julio 2019
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    Summer ~

    Si bien el tacto de Hiroshi sobre su cabeza la había tomado por sorpresa, su día había tenido tantas de ellas que ni siquiera había reaccionado a las caricias, como si estuviera acostumbrada a ellas. Primero se había sorprendido de encontrar semejante consuelo en Hiroshi, luego se había sorprendido al encontrar un capote rojo en el armario, y por último, se había sorprendido por haber encontrado el coraje suficiente para correr hacia él con toda la intención de afrontarlo en vez de salir corriendo.

    En ese día había experimentado más sensaciones juntas que en la totalidad de su vida como huérfana, y se le hacía de lo más agotador, tanto así que los suaves golpes en la puerta se escucharon demasiado lejanos como para que los tuviera en cuenta, y para cuando escuchó la voz de aquella mujer que se había introducido en la habitación, se permitió cerrar los ojos y dejarse llevar por las pequeñas manos de Hiroshi en su cabello, como si fuera un cable a tierra con el cual descargar todo lo que pudiera haber quedado del estrés acumulado en los últimos episodios. La voz de Hiroshi y la de Marion, así como los pasos que ambos daban por la habitación, se perdían en lo que ella escuchaba como murmullos y ruidos apenas audibles.

    '... veré de eliminarlo de su habitación en cuanto me sea posible'

    Summer sonrió apenas y se quedó quieta en su lugar, con los ojos cerrados. Si bien momentos atrás había sido poseída por una valentía inexplicable y a pesar de encontrarse ligeramente entregada al cansancio, la había escuchado caminar hacia el armario, y definitivamente, la pequeña damisela valiente en su pecho no había crecido lo suficiente como para enfrentarse al mismo demonio dos veces seguidas; era mejor no tentar a su suerte y conformarse con saber de que nada rojo iba a encontrar, de ahora en más, en su habitación.

    «Muchas gracias», pensó.

    Y sonrió un poquito más mientras, se animaba a entreabrir los ojos, clavando la mirada en el piso. Hiroshi también estaría a salvo de ese nefasto color.
     
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    Hiroshi Koizumi.

    Cuando vio a Marion hacerse con tantas cosas a la vez se sintió mal por haberle pedido ese favor, porque bueno, la mujer no tenía cuatro brazos para cargar todo aquello pero de alguna forma se las había apañado. Le devolvió el remedo de sonrisa, murmurando un tímido "gracias" antes de que la doncella saliera del cuarto cerrando la puerta tras de sí.
    Se volvió entonces hacia Summer de nuevo, quien tenía la mirada clavada en el piso.

    —¡Listo! —dijo con una sonrisa en el rostro y le revolvió el cabello con cariño—. Ya no hay nada que temer en el cuarto, podemos dormir un poco. ¿Te parece?

    Lo cierto es que sentía que su cuerpo dejaría de responderle en cualquier momento, sobre todo después del incidente del capote, así que se dirigió a la cama, sentándose en la orilla, se deshizo de sus zapatos y los colocó en el espacio que intuía era para estos. Un gran bostezo salió de su boca y se dejó caer sobre la cama.

    >>Si necesitas algo durante la noche o te asustas puedes despertarme, ¿de acuerdo?

    Sacó las sábanas de la orilla de la cama, metiéndose debajo y se dio la vuelta para poder mirar hacia la otra cama, al menos hasta que el sueño terminara por vencerlo.
     
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    Reual Nathan Onyrian

    Reual Nathan Onyrian Adicto

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    Pequeño post informativo: Su calzado viejo fue reemplazado por un reluciente y lustroso nuevo par. No, no tiene absolutamente nada de rojo. Parece que incluso le hubieran cosido y descosido ciertas partes, para adecuarse más a los gustos de los niños.
     
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    Ceci

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    Summer ~

    "Ya no hay nada que temer en el cuarto, podemos dormir un poco. ¿Te parece?"

    De repente y sin que ella se diera cuenta, la palabra 'dormir' le trajo a cuentas el sueño que traía. Se le escapó un bostezo tan pronto levantó la mirada ante las caricias de Hiroshi, y sin pensárselo realmente, empezó a seguir sus acciones como si fuera una especie de guía al que tuviera que imitar.

    Summer se sintió extremadamente pequeña frente a su cama, quizás por el hecho de que prácticamente tuvo que treparse por un costado para poderse subir. Lo primero que notó fue la suavidad de las mantas bajo sus manos, la suavidad de las mismas bajo su tacto, y sentía que no podía esperar a meterse bajo las mismas y sentir todo su pequeño cuerpo calentarse bajo las mismas; después de las mantas, Summer notó lo fácil que sus rodillas se hundían sobre el colchón, casi como si estuviera apoyándose sobre una nube de algodón que podría tragársela entera en un abrir y cerrar de ojos.

    Cabe destacar que no recordaba haber tenido contacto con una cama más cómoda, ni siquiera la de sus papás en su casa.

    "Si necesitas algo durante la noche o te asustas puedes despertarme, ¿de acuerdo?"

    Giró su cabeza para ver a Hiroshi hacer prácticamente lo mismo que ella y sonrió apenas, asintiendo con la cabeza mientras se quitaba las medias húmedas después de sus zapatos viejos. El sudor frío se había secado en su piel y la necesidad de sentir algo de calor casi que superaba la necesidad de cerrar los ojos y dormir.

    Y así se metió dentro de las sábanas, asegurándose de que las mantas le taparan hasta las orejas, pero había algo más de lo que tenía que asegurarse antes de dormir, así que giró su cuerpo bajo el peso de las gruesas telas que la cubrían para encarar la cama de Hiroshi, quien había hecho lo mismo. Nada podía asustarla durante la noche si se despertaba y lo primero que veía era la persona en quien de momento más confiaba, ¿verdad?

    Y él también la estaba mirando y a él también se le cerraban los ojos como a ella, así que antes de que el sueño terminara por vencerla, sacó una de sus manos de debajo de su refugio de mantas y se aseguró de saludar a Hiroshi por una última vez antes de dormirse por completo.
     
  18.  
    Zireael

    Zireael Equipo administrativo Comentarista empedernido

    Leo
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    Hiroshi Koizumi.

    El último saludo que Summer le dedicó se amalgamó con sus últimos pensamientos y con sus posteriores sueños de tal manera que ya no sabía si se lo había imaginado o la chica realmente lo había hecho antes de que los ojos de ambos se cerraran de agotamiento.
    Cada ruido proveniente de fuera de la casa, cada traqueteo de la madera al enfriarse, cada susurro del viento lo mantenía atado al mundo real, impidiéndole caer en la oscuridad de su inconsciente, como si una parte de sí mismo se negara a abandonarse del todo al descanso con tal de estar pendiente de la otra cama donde reposaba la niña; pero aún así, en su mente parpadeaban el atardecer y el capote maldito, rojos... y también el saludo de Summer antes de caer rendida.

    Desde el pasillo llegó a sus oídos el tintineo de una campana y una voz que de repente no supo reconocer. Adormilado, se sentó al borde de la cama y vio los zapatos nuevos, relucientes prácticamente, y sin una pizca siquiera de color rojo. Marion debía haberlos dejado allí. ¡Marion! Era ella quien los llamaba desde el pasillo.
    Un gran bostezo hizo que se le humedecieran los ojos y después estiró el cuerpo, ligeramente adolorido por la caminata y las emociones del día anterior, y se puso los zapatos nuevos, pensando que quizás fuera de mala educación ir por la casa descalzo, aunque se suponía que era su nuevo hogar.

    Una vez se levantó, se acercó a la cama contigua y agitó suavemente a la niña, para no asustarla.

    —Summer. —Otro bostezo hizo que dejara de hablar un momento—. Nos llaman a desayunar.


    Gosh lo siento, esto de que fuera la primera semana de clases hizo que se me olvidara responder jsjsjs
    Si quieres responder de nuevo diciendo que nos vamos, hazlo, pues nos vamos al vestíbulo I guess, como tú prefieras
     
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