Armero errante

En camino a Gifu_Gifu desde Tateyama_Toyama
[Kohaku; Yume; Tamura; Hotaru; Soreku; Reijiro]

El armero recibió el arco con marcialidad, después lo miró a detalle mientras Kohaku hablaba, lo escuchó mientras el se hincaba.

—Entonces es cierto; Seiji murió en la montaña... —levantó la vista hacia Kohaku — ... pero tú no eres su hijo ¿Por qué tienes este arco? —el armero hablaba sin responder a la pregunta de Kohaku — No, no lo eres... no eres Hachi.

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Gigi Blanche

 

En camino a Gifu_Gifu desde Tateyama_Toyama
[Kohaku; Yume; Tamura; Hotaru; Soreku; Reijiro]

Reijiro se colocó a un lado de Kohaku; no tomó ninguna postura amenazante ante el herrero; pero prefirió mantenerse cerca si las cosas se tornaban violentas; el ya había visto como hombres se peleaban por armamento, no quería que eso pasara allí.

—Este arco; fue un regalo de despedida... —dijo sacudiendo la cabeza; notando que había respondido de manera emocional a ese reencuentro con el arco —Fue creado por uno de los famosos Sugawara, los herreros más conocidos por sus trabajos en madera. Y este arco estaba acompañado con un carcaj; uno de un gran valor —miró a Kohaku — Si el arco estaba allí; pero no estaba el carcaj, quiero creer que ese arco fue dejado como una ofrenda de alguna clase.

Hotaru se llevó una de sus manos a la frente; preocupado de haber deshonrado un recuerdo o el descanso de Seiji.

—Si... robamos una tumba — dijo Tamura sin tapujos.

—¡No digas eso! No fue así — Hotaru se escuchaba genuinamente preocupado

—Es real, el señor estaba allí; era un tumba. Pero me disculpé como era debido; y si se hubiera enojado seguro su espíritu no hubiera perseguido y no fue así.

—Buscan restaurarlo, creo que esa es una acción noble —interrumpió el herrero a Tamura.

Hotaru lo entendía pero no podía de dejarse de sentir culpable. El también fue un yurei por un tiempo; y robaron el arma que representaba su cuerpo, entendía de esa clase de sacrilegios.

—Buscan restaurarlo para después devolverlo a manos de la persona adecuada ¿No es cierto? — mencionó el herrero — Puedo ayudarlos, puedo restaurar este arco.

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Gigi Blanche

 

Togashi

La sonrisa del armero errante se impregnó de amargura y oyó la brusquedad con la que el aire fue expulsado desde las profundidades de su pecho. Togashi mantuvo los ojos sobre él con actitud calmada, pero preguntándose los motivos por el que el hombre frente a él se sentía tan interpelado por sus palabras. Sentía que la conversación entre ambos se había vuelto muy personal, y esa sensación era reforzada por el hecho de que estaban apartados de los demás. Detrás de él llegaban palabras de Kojiro y Yoshitame, algo ahogadas por el sonido de la brisa.

Comprendió esa sensación de extraña cercanía desde las primeras palabras del armero. Habló de lecciones, unas que Masamune no había comprendido a diferencia de Yukimura. Su mirada se enfocó con más detenimiento en el hombre frente sí cuando dijo que había creído comprender lo que le había dicho su maestro, incluso mencionando a Yamamoto. Otra vez, diciendo sus nombres con bastante soltura, pero en ese momento estaba más que claro que los había conocido en el pasado. Compartían un maestro. El de la historia que Masamune le confió en Nagano.

Te equivocas, Kyuzo si ha muerto; al menos el viejo Kyuzo.
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Era él. Su objetivo. La cima que había construido para sí mismo. Pero ahora… sabiendo la identidad del armero y repasando la conversación que habían empezado a forjar desde su primer encuentro, se daba cuenta de que aquella cima había sido erosionada por los vientos de la historia, que le otorgó una forma diferente. No dejaba, por eso, de ser una fuerte montaña. Frente a la que no encontraba el desafío de escalarla, sino a entenderse con ella. A dejar que la montaña lo erosionara a él.

Yo soy el mazo que forja el sable.​

Togashi sonrió frente a aquellas palabras.

—Kyuzo —dijo—. He oído diversos rumores sobre ti y, para ser honesto, imaginaba que el cruce de nuestros caminos estaría abrigado por la energía de esas leyendas. Yo… me disculpo contigo… —afirmó, dedicándole una lenta reverencia; al erguirse, le sostuvo la mirada—. Y al mismo tiempo, debo agradecerte por decirme que se debe forjar con la humildad de un artesano. Es un camino del que, seguramente, me habría alejado con el tiempo, al no verlo con total claridad —hizo una breve pausa para observarlo con detenimiento.

>>Entonces... ¿Por qué decidiste convertirte en armero errante? ¿Qué significa eso para tu nuevo espíritu?

 

En camino a Aichi_Nagoya desde Nagano_Nagano
[Togashi; Kojiro; Yoshitame]

Kojiro se acercó tranquilamente al notar que la conversación se extendía y Togashi mostraba grandes formalidades con aquel herroro.

Kyuzo negó ante las formalidades de Togashi —Es muy difícil vivir bajo las leyendas de Kyuzo, y más si ya no me interesa forjarlas —miró a Togashi, mientras Kojiro se mostraba asombrado de lo que acababa de escuchar —Soy un herrero sin fragua, eso me hace nómada. Y lo he decidido así porque me sentía cómodo en mis talleres; al caminar diferentes caminos, me obliga a trabajar con lo mejor que tenga en el momento; me obliga a ser mejor y no depender de nada más que mis habilidades —sonrió — Ahí está mi ego nuevamente, aun lo tengo, cargo con mi orgullo; pero no me es suficiente.

Bajó la mirada — Hay etapas en la vida que afectan el espíritu, Togashi — levantó la vista despacio —La primera es la pérdida de tus padres; el saberlos hechos de carne, el saber que no son eternos —su voz era firme; severa. Kojiro bajó la mirada — la segunda es la pérdida de tu maestro; el guía, ya no puedes seguir sus pasos, ya no vez hacia adelante con facilidad — negó cerrando los ojos — La tercera es perder hermanos, tus segundas mitades. Y la cuarta es perder tu linaje; a tus hijos. Saber que has perdido lo que tú mismo has engendrado... cuatro; como el máximo de cuerpos que un sable ha cortado. Cuatro, el número de la muerte; cuatro... porque nadie en esta era ha podido igualarse al cinco.

Kojiro sintió la nostalgia de aquellas palabras; miró a Togashi, también conocía su historia.

—Togashi; soy armero errante porque espero que los caminos me den un sentido, esa es la razón. He perdido mucho y estoy exhausto. Además de que he huido tras la persecución de los herreros, agrégale cobardía a mi senderismo— terminó de decir Kyuzo. No era nada heroico, no era algo increíble. Pero se sentía humano.

—Pero sólo has dado vueltas, conocido y olvidado rostros; avanzar sin saber a dónde vas es un desperdicio —Kojiro se hincó e hizo una reverencia de disculpa; Yoshitame lo miró confundido; pero Togashi sabía que su hermano se estaba disculpando antes de lo que iba a decir.

—Siento que usted lleva una pequeña flama en sus manos, siento que debe avanzar para buscar una hoguera dónde colocarla para que no muera; porque teme a quedarse sentado y que sus pensamientos le alcancen, le llenen de los recuerdos de los que trata de escapar; siente que esos recuerdos son el agua que puede extinguir esa pequeña flama —Kojiro miró a Kyuzo —Yo era igual; quise ahogar mi llama; pero Togashi volvió a avivarla —miró a Togashi y sonrió — Gané a un hermano; uno que me ha inculcado el valor necesario para seguir. ¿No es cierto, Togashi?

Kyuzo los miró —Porque el herrero siempre debe mostrarse con fuertes convicciones, se debe volver una inspiración; porque aquel que sepa afilar el espíritu de los demás, forjará un alma templada...

Kojiro lo miró extrañado.

—Era la frase de mi viejo maestro... — Kyuzo se detuvo, parecía que iba a decir su nombre.

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Bruno TDF

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En camino a Gifu_Gifu desde Tateyama_Toyama
[Kohaku; Yume; Tamura; Hotaru; Soreku; Reijiro]

El armero afirmó y tomó el arco con mucho respeto —Pueden esperar por allá unos momentos — dijo con brusquedad, absorto en aquella arma a la que observó por mucho tiempo antes de iniciar el trabajo.

Tamura lo observó atento; tenía temor de que aquel hombre saliera corriendo con el arco y las monedas de Kohaku.

Hotaru ya estaba mucho más relajado, y se sentó a esperar con Kohaku —Entonces... si aquello era una tumba...—Hotaru había llegado a la misma conclusión que Kohaku había obtenido unos momentos antes —¿Alguien lo enterró?

—No fue Yoshio, claramente — intervino Yume mientras esperaba frente a ellos —Tampoco creo que fuera Tamura —levantó la vista y observó a Tamura, después volvió a Kohaku —¿Crees que fuera Saizo?

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Gigi Blanche
-150 monedas
Tira un d25 para darle su bonificación al arma mejorada.

 

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[Kohaku; Yume; Tamura; Hotaru; Soreku; Reijiro]

Yume afirmó, tampoco sabía que pensar de todo eso; pero se le veía muy interesada en el tema —Seguramente Yoshio lo guardará con mucho aprecio.

Tamura miraba intrigado al armero mientras este terminaba de arreglar lo que parecía que sería imposible de hacer.

Hotaru miró a Kohaku — Mi madre ha perdido el arma que me hubiese gustado volver a tomar — sonrió — Y creo que Nyanko maneja mejor un arma que yo en estos momentos — dijo recordando al gato en Shimotsuke — Me gustaría tener una nueva arma; pero preferiría que usaras ese dinero en ti —lo miró con ternura — Ya sabemos que yo podría volver de la muerte, en cambio, tú...—negó — Podré recoger un arma en el camino, no debes preocuparte.

El armero se acercó al grupo; mientras Tamura y Reijiro lo seguían con interés.

—He reparado el arco — mencionó el armero extendiéndoselo a Kohaku con cuidado —La madera nunca ha sido mi fuerte; pudo haber sido un mejor trabajo; pero no supero el trabajo de carpintería de un Sugawara. Aun así es un gran arco; podrás usarlo si eso deseas.

El arco ya no estaba astillado; pero se veía prácticamente igual.

—Pensé que iba a barnizarlo al menos; ya sabe, para que dure más tiempo a la intemperie — mencionó Soreku al acercarse a ver el arco.

—Cualquier herrero lo hubiera hecho — contestó el armero hacia Soreku; después miró el arco, ahora en manos de Kohaku —Pero... — su voz se detuvo; se notaba la expresión de odio en su mirar — Ahora que ya no quedan Sugawara con vida... barnizarlo sin los compuestos que usaban sería un sacrilegio.

El armero se calmó y miró a Soreku —Esta es mi manera de honrar a esa familia de herreros. Le he regresado la vida al arma; pero no alteraré su valor —miró a Kohaku — Ya no existirán más trabajos de los Sugawara, así que cuídalo bien. No sólo estás sosteniendo algo único en su clase, también carga consigo una historia con mayor valor para la persona correcta —afirmó — Se cuidadoso al ver las reacciones que ese arco puede provocar, puede significar la vida para alguien, y para otros sólo puede significar una pieza más a su colección.

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Gigi Blanche
Antiguo arco de Seiji Tachibana restaurado, ficha actualizada

 

Togashi

Su hermano se acercó para formar parte de la conversación y ser oyente de la persona que tenían enfrente: un hombre igual que ellos, pero construido a través de leyendas que sobre sus hombros tenían la pesadez de unas cadenas robustas. Al ser un herrero sin fragua, la única herramienta de la que disponía era… él mismo: sus manos, sus músculos y la habilidad que había construido por largos años. Esa perspectiva permitía ver el oficio de la herrería desde un ángulo diferente, más desafiante, y Togashi cayó en cuenta de que era otro rasgo que los conectaba a ambos: él tampoco tenía un lugar fijo desde que abandonó su clan, a su propia familia. Fluía con los Minamoto por vastas tierras y, así, había pasado por otras casas de armamento. El conocer lugares diferentes, hablar con herreros de visiones varias y manipular herramientas de distinta índole, le habían permitido una amplitud de su visión y de sus propias habilidades, sin que lo advirtiera… Respondía a Takeda y a los suyos, pero también tomó diferentes caminos.

Era también, a su manera, un nómada.

Kyuzo entonces le contó sobre sus pérdidas. Era un tema de conversación que podía mantener con otra persona, pero el dolor siempre latiría desde la profundidad, recordándole su inmortalidad. Togashi había tenido una doble pérdida con sus padres: la física, cuando dejaron el mundo para renacer, y también la pérdida causada por la decepción que ambos le hicieron sentir. Su padre, por la infidelidad que había perpetrado; y su madre, por haber caído en la extrema crueldad de acusar a la pequeña Kanade, apenas una niña inocente, de ser la responsable principal de su suicidio. Su maestro había sido también su hermano: Gonsake, el que le enseñó a manejar la katana y de quien no sabía nada actualmente; desconocer su destino era más doloroso que saberlo muerto, porque le permitía mantener una esperanza que, quizás, nunca hallaría su cumplimiento. Y la pérdida de Kanade… fue lo que causó una herida mayor en su espíritu. Una que podía suturar, pero jamás cerrar.

El armero era errante porque buscaba, en los caminos, algo que pudiese llenar sus manos vacías. Togashi lo miró con una mezcla de respeto y comprensión. Hasta entonces, los demás los habían equiparado como hombres extraordinarios, los mejores en la manipulación de algo tan resistente como el acero. Pero no eran iguales en la habilidad, sino en la vulnerabilidad como individuos marcados por un pasado demoledor. No era leyenda lo que encontró en Kyuzo, sino humanidad. Era, probablemente, un hallazgo superior al que había pretendido.

Kojiro fue quien intervino antes, después de que Kyuzo hablara. Le dijo que debía encontrar un lugar donde colocar la llama que había en sus manos, para mantenerla viva. Mencionó la dura experiencia por la que había pasado y cómo Togashi lo ayudó a mantener viva la llama que había pretendido extinguir. Él asintió frente a las palabras del joven Sasaki y le devolvió la sonrisa.

Era cierto. Así como había perdido personas queridas, otras habían aparecido. Kojiro, y muchos más… le servían como motivación para seguir avanzando en el sendero de la vida. Las palabras de su hermano alejaron la pesadez que estrujaba su espíritu con el recuerdo de las pérdidas. Eran el fuego que templaba su espíritu.

Aquel que sepa afilar el espíritu de los demás, forjará un alma templada...

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Togashi y Kojiro se giraron hacia Kyuzo. Mientras que se hermano se mostró extrañado, Togashi expresaba interés en su semblante ya que reconocía parte de esas palabras. La mismas que le había dicho Masamune en Nagano. Un alma templada. Sin embargo, cuando Kyuzo mencionó que eran las palabras de su maestro, le pareció advertir que estaba a punto de decir su nombre.

Decidió interrumpirlo.

—Tu maestro... —empezó— Sé que deseaba el anonimato, por lo que estaría agradecido si no me dices su nombre. Quiero respetar su voluntad, aún sin haberlo conocido —hizo una reverencia leve para remarcar la petición, que era sumamente respetuosa—. Pero sí me gustaría que me hablaras un poco más sobre su visión y su humildad, de aquello que ahora integra tu espíritu y pasará a formar parte del mío —asintió—. Así como me ayuda aprender de Yamamato, de Masamune y de tí, me gustaría quedarme con una pequeña parte de tu maestro —se permitió unos momentos para pensar una pregunta que, probablemente, sería difícil para Kyuzo—. La mejor katana forjada en Japón, aquella que no destaca... Nació en sus manos, ¿no es así?

>>¿El sable de los cinco cuerpos?

 

En camino a Aichi_Nagoya desde Nagano_Nagano
[Togashi; Kojiro; Yoshitame]

Kyuzo escuchó con atención; mientras que Kojiro mostraba un rostro de total seriedad.

Kyuzo negó —¿Cómo puedo hablarte de algo que sigo sin entender del todo? Tal vez al hablar de su espíritu no logre representarlo correctamente, te daría una idea errada, un concepto vago... —seguía negando — Su muerte me ha causado demasiado pesar; no me he puesto a reflexionar exhaustivamente su dogma, no puedo hablarte de algo que aun no he comprendido del todo... no sé como ayudarte.

Kojiro clavó su mirada en Kyuzo —¿Los Arau?

—¿Perdona? — preguntó Kyuzo confundido, no entendía que quería saber de los Arau

—¿Shibata?

Kyuzo se notaba aun más confundido.

—¿Sugawara? — volvió a preguntar Kojiro; pero esta vez mirando a Togashi después de ver que Kyuzo seguía igual de confundido —Hace unos soles hablaste de las familias de los herreros —mencionó Kojiro hacia Togashi, para después mirar a Kyuzo con fijeza — El apellido Okudera...

Inmediatamente Kyuzo reaccionó, abriendo ligeramente su boca.

Kojiro sonrió —Su maestro debería estar en esos clanes que nombraste en Nagano, Togashi. A menos que el hombre fuera completamente anónimo; pero si fue perseguido, debería estar en esos clanes.

—Basta — mencionó Kyuzo, no quería que Kojiro siguiera deduciendo cosas.

—Señor, le aseguro que no todo el linaje está muerto.

Kyuzo rompió su ya establecido carácter apacible; se abalanzó a Kojiro, tomándolo fuertemente de los hombros — ¿Qué estás diciendo?

—Conozco a un Okudera.

—¿Dónde puedo encontrarle?

Kojiro negó — Creo que es algo de familia... pasar en el anonimato —sonrió — no puedo decirle quién; he hecho una promesa, así como usted. Cada uno con el Okudera que conoció. Pero créame, le diré que debe verle. Sólo dígame cómo puedo hacer para que él lo encuentre a usted...

Kyuzo lo soltó— Existen armas con el mon Okudera, armas falsas; tal vez esto es igual.

—No lo es; yo confío en esta persona, sé que no me mentiría. Y si de algo goza es de humildad. Permítase conocerlo, y usted crear su propio juicio —dijo Kojiro para después mirar a Togashi —Tú podrías acompañarlo

—Dile que lo esperaré en Omori; en Shimane — mencionó Kyuzo para después mirar a Togashi — Pregunten por Iwami Ginzan; les estaré esperando

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Bruno TDF

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En camino a Gifu_Gifu desde Tateyama_Toyama
[Kohaku; Yume; Tamura; Hotaru; Soreku; Reijiro]

El armero afirmó —Mokusai; ese es mi nombre —le sonrió al escuchar el nuevo encargo y le indicó que se acercara.

El armero comenzó a inspeccionar a Kohaku, comenzó tomando su katana con respeto; pidiéndosela a Kohaku antes de revisar el filo —Un arma de muy alta calidad, el ligera; te hace más rápido en combate; por lo tanto más letal — devolvió el arma para después inspeccionar los músculos de Kohaku. Fue invasivo; pero el armero sabía lo que hacía.

—Has enfocado tu entrenamiento a la defensa — dijo con seguridad — tus piernas son mucho más fuertes que tus brazos.

El armero se alejó para después regresar con el armamento; un sode y un yoroi —El yoroi es uno que compre ya hace varias estaciones; te servirá para un par de combates; pero el sode es de mi fabricación; tiene una aleación muy especial, y ayudará a tu defensa; si tienes suerte podrá ayudarte más de lo que esperas.

Hotaru sonrió al ver cómo aquella indumentaria comenzaba a vestir a Kohaku; haría que sus combates fueran menos peligrosos.

Después de ello; siguieron su camino.

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Gigi Blanche
Sode irrompible=

+3 defensa
+2 suerte
Por combate podrás tirar un d3; si sale 3 se agrega un bono de +3 de defensa. Una vez en un combate por guerra.
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Yoroi simple=

0/3 combates​

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El rol de Kohaku continúa en Gifu​

 

Togashi

Sentía interés por saber las cualidades del hombre que había forjado a los herreros más reconocidos de Japón, pero el ademán negativo de Kyuzo le hizo comprender que su curiosidad quedaría lejos de verse satisfecha. Era innegable que se trataba la primera vez que se veían y que Togashi formó un concepto errado con el sólo uso de las leyendas. Pero, incluso sin conocerlo, aquel hombre estuvo haciendo gala de un significativo cambio de perspectiva, de una evolución en su modo de ver las cosas. Le señaló un camino diferente para transitar, y sentía que era un sendero que se acercaba mucho a la filosofía del hombre humilde, de su maestro de nombre desconocido. Pero incluso así, Kyuzo dijo que no lo comprendía del todo y que cualquier descripción podría incurrir en una injusticia. Tampoco respondió a la pregunta del sable de los cinco cuerpos.

La mención del apellido Arau lo confundió tanto como a Kyuzo. Ambos se giraron para mirar a Kojiro. Su hermano se notaba extremadamente serio, lo que llamó bastante su atención. Guardó silencio frente al intercambio que se produjo frente a él, un pequeño desfile de clanes de herreros. Apellidos que, supo enseguida, fueron los que nombró en Nagano cuando estuvieron en compañía de Miyuki, por esa razón asintió con tranquilidad cuando el joven se lo recordó, mas no cambió su semblante solemne.

La mención de los Okudera que provocó en Kyuzo la reacción que Kojiro buscaba. Togashi los miraba a ambos con bastante interés y pensó en lo inteligente que fue su hermano al indagar de aquella manera, y en la afortunada coincidencia de que fuese él quien nombró los apellidos delante de su hermano unos días atrás. Con eso lograron obtener una pista de la procedencia del maestro de Kyuzo, Masamune y Yamamoto. Al pensar en éste último, un recuerdo afloró en el pensamiento de Togashi, un registro que en ese momento perdió toda vaguedad: el arador que le había mostrado en Nagoya, una herramienta que conservaba desde la niñez. La especialidad de los Okudera, según le dijo, eran las herramientas de trabajo; y le encomendó la tarea de que su trabajo fuese tan duradero como las creaciones de aquel clan. Recién ahora, caía en cuenta de que parte de la respuesta a su pregunta… la tuvo en todo momento.

Cuando Kojiro mencionó que conocía a un descendiente de los Okudera, se mostró igual de sorprendido. Si su reacción se distinguió de la de Kyuzo, fue porque éste se dejó llevar por la ansiedad al punto de agarrar a su hermano por los hombros. Togashi estiró la mano con cierta duda, confundido, pero al final no intervino y los dejó seguir hablando.

Kojiro confiaba plenamente en el Okudera que conocía. De ser el caso, intuyó que debía encontrarse entre los Fujiwara. Y en particular… pensó en Riku, su alumno convertido en maestro. Él desconocía muchas cosas, pero algo le decía que se trataba de él, era una persona cercana a su hermano. Mas, prefirió guardar silencio. Si debía confirmar su sospecha, dejaría que Kojiro le ofreciera la respuesta por su cuenta, pues a él tampoco lo llevaría a romper la promesa de guardar su anonimato.

—No tengas dudas de que, si acepta, estaré con él en Shimane —respondió al joven Sasaki con una sonrisa, para luego enfocarse en Kyuzo—, y que preguntaremos por Iwami Ginzan.

Asintió y sonrió hacia el armero. Todo el desafío que había existido al principio, se hallaba ausente de su semblante. Era un gesto de igual a igual, entre camaradas que seguían forjando su camino.

—Kyuzo, debemos continuar nuestro camino —dijo entonces, a sabiendas de que no podían extender más aquel encuentro tan determinante—. Pero como bien dije al principio, no planeo alejarme con las manos vacías...

Sin embargo, no solicitó una arma. El movimiento fue inverso: de entre sus pertenencias, ofreció dos katanas personalizadas y dos arcos de alta calidad.

—Así como caminamos el sendero del herrero, también somos comerciantes —reveló con seriedad. No hablaba con el tono desafiante que solìa utilizar al comerciar, porque respetaba a Kyuzo y eso lo dejaba ver—. Si te interesan estas katanas personalizadas, ofrezco ambas por 2600 monedas; los arcos, por su parte, a 1000.

>>Por mì parte, estoy interesado en comprar una katana, un arco y un sode de tu repertorio.

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Uso mi habilidad de Comerciante:

*Vendo dos katanas personalizadas. Pido 2600 monedas por ambas.
*Vendo dos arcos de alta calidad. Pido 1000 por ambos, ya que no están personalizados.

Compro lo siguiente (creo que me va a alcanzar independientemente de los dados)
*1 katana personalizada
*1 arco personalizado
*1 sode

 

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En camino a Aichi_Nagoya desde Nagano_Nagano
[Togashi; Kojiro; Yoshitame]

Kyuzo negó al ver las katanas —Te doy dosmil por ambas — dijo con seriedad —Ya están trabajadas; me será más difícil hacerles algo, así que prefiero venderlas como están y así obtener ganancia vendiéndolas a mayor precio —Ambos eran herreros, ambos eran negociantes; no se iban con artimañas y mentiras, ambos sabían del negocio —Por los arcos te doy los mil que pides; aun puedo trabajarlos y venderlos más caros —sonrió.

Le entregó el dinero para después hablar de la venta. Observó a Togashi, ya lo había analizado con su plática; aun así, revisó su musculatura, su altura, los cayos en sus manos y pies.

—No alimentarse correctamente daña considerablemente el cuerpo —dijo sin vacilar — Tu fuerza puede mejorar, y para ello necesitas una katana que sea liviana, esto te ayudará a compensar la fuerza que te falta en brazos y abdomen, te hará más ágil; por lo tanto, fuerte—Kyuzo le mostró el arma que tenía para él — Brillas con lo que Yamamoto dominaba únicamente en el pasado; ahora que vea esta katana entenderá que todos dominamos el arte.

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Kojiro miró el remate de la katana y sonrió ante tal desempeño de ociosidad —Se nota que pasas mucho tiempo solo

—Es talento, muchacho. Se cultiva con los años —dijo ante un Kojiro que al instante borró la sonrisa cuando se refirieron a él como "muchacho" —Ahora, no te ves como un arquero; pero te daré algo que te ayudará cómo un amuleto de buena suerte

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—No es un Sugawara; pero es bastante bueno —dijo con orgullo

Por último le entregó un sode; mismos tonos que su actual Yoroi

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Bruno TDF
Estadísticas actualizadas
Katana irrompible: Podrás tirar un d5 por combate; este te dará un bono adicional de fuerza, una vez por combate, una vez por día en guerra. [Debes tirar +25 para darle su bonificación]
Arco irrompible: +3 suerte. [Debes tirar +25 para darle su bonificación]
Sode irrompible: +3 defensa. Sube tu habilidad de agilidad a +5 defensa

 

Togashi

Consideraba que su negociación no había salido del todo mal al haber obtenido la ganancia deseada con los arcos. Hubiera preferido sacarle un mayor provecho al tiempo que había dedicado en el ensamblaje de las katanas, pero los argumentos de Kyuzo fueron bastante contundentes y optó por aceptar la contra-oferta sin mostrar signo alguno de contrariedad. El herrero errante era un buen comerciante, demostró con su actitud, postura y palabras los años de experiencia que cargaba, también, en el terreno de los negocios.

Que el hombre analizara su físico le resultó sorpresivo, pero no hizo movimiento alguno porque no desconfiaba de él. Pudo sentir bajo los dedos de Kyuzo que a sus músculos les faltaban un poco más de entrenamiento y desarrollo, cosa que el herrero remarcó. La katana que le entregó estuvo basada en sus apreciaciones, y Togashi la admiró de cerca. Incluso sin tener un ojo completamente experimentado, pudo notar que la aleación del acero era muy diferente a la que acostumbraba ver. Recordó las palabras de Masamune: un arma irrompible. Y el acabado exquisito, tal como decía Yamamoto en su momento.

No se dio cuenta de la reacción de Kojiro cuando lo trataron de muchacho, pues su atención se volcó especialmente sobre el arco. Él no era un arquero, de modo que no sabía si llegaría a disparar flechas durante un combate. Su intención era estudiar el arma a través de la observación, las medidas y, por qué no, probándolo en algún lugar despejado para lograr calcular la distancia de los disparos. Con un arco de Kyuzo, quizá podría hallar las claves para mejorar su relación con la madera, su espíritu trabajador se negaba a ceder ante aquella dificultad.

Finalmente, se colocó los sodes. Se veían tan irrompibles como la katana y el arco, y el armero había tenido la suficiente consideración para elaborarlos en el mismo tono que su yoroi.

Se inclinó hacia Kyuzo en agradecimiento.

—Yamamoto verá esta katana más pronto de lo que piensas, ya que nos dirigimos a Nagoya —mencionó, tras lo cual asintió con la cabeza mientras le dedicaba una sonrisa—. Ha sido todo un placer conocernos —afirmó—. Espero que volvamos a vernos pronto, ya sea en los caminos o en Omori.

 

En camino a Aichi_Nagoya desde Nagano_Nagano
[Togashi; Kojiro; Yoshitame]

Kyuzo afirmó ante las palabras de despedida de Togashi; los miró marcharse.

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—Togashi... dejo mi mejor arma en tus manos— dijo con suavidad, consciente de que nadie lo escucharía, sólo el viento — Debes sobrepasarla...

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Bruno TDF
Estadísticas actualizadas

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El rol de Togashi continúa en Nagoya​

 

El rol proviene de Shizuoka​

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En camino a ... desde Shizuoka_Shizuoka
[Misato; Yin; Ayame]

En el camino, volvieron a encontrarse con el armero. Kuroki ya no estaba allí, evidentemente.

El armero levantó el rostro y al ver a Misato nuevamente su rostro se mostró molesto. Al instante se comenzó a oler, cómo un perro que acaba de pisar algo que olía fatal.

Yin notó ese comportamiento y sonrió —Perdone nuevamente armero; creo que sus caminos están coincidiendo mucho con los nuestros.

—Estoy creyendo que ya han aprendido a rastrearme; ¿Implantaron algún artilugio para ello? — preguntó mientras seguía buscando un olor en sí mismo, uno que no le resultara familiar.

Ayame negó — Créame que no hay manera de rastrearlo... a menos que usted nos de algo suyo para seguirlo.

El armero se tranquilizó y dejó de olfatear y mostrar un rostro molesto, suvizándolo casi al instante —Entonces es el azar... cómo un juego de dados.

Yin afirmó.

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Ikoma-kun

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Misato Aoyama

Nuestro viaje inicio una vez más guiados por Ayame en búsqueda de los cazadores Matahachi y Rei, el camino nos guiaba hasta un destino desconocido, sin embargo el destino nos daba una pequeña sorpresa al cruzar caminos con el armero errante, el hombre parecía algo ofuscado por aquello. Según sus expresiones pensaba que había estado siguiéndolo con algún escencia.

—Es bueno verlo de nuevo en mejores condiciones señor armero—salude con una reverencia, refieriendome a la pésima condición de salud en nuestro viaje a Nara—ahora creo que podré comprar algo de sus creaciones.

Pensé un momento para decidir que podía tomar de utilidad.

— 40 kunai simples llevaré eso—solicite con una cálida sonrisa, sabía que las armas del herrero eran más económicas que en las demás armerias, pensé en que podía vender parte de eso en algún lado

—uh y tengo una pregunta señor—dije mientras contaba las monedas—creo que debe recordar a un chico de cabello blanco como de 14 veranos, el me reconoció en nuestro último encuentro digame ¿Con quienes iba acompañado? No reconocí sus voces y la fiebre junto al malestar no permitió ver el rostro de la niña que nos entregó la medicina. Al menos quisiera saber si descripción.

Segui contando monedas esperando la respuesta del armero, aún seguía con la duda de quién pudiera ser aquella niña.

 

En camino a ... desde Shizuoka_Shizuoka
[Misato; Yin; Ayame]

Yin escuchó extrañado por la pregunta de Misato sobre la pequeña niña; Yin la reconocía y le había dicho su nombre a Misato; tal vez la pregunta fue para obtener aun más información del armero.

—Vaya...— dijo el armero mientras trataba de recordar y buscaba entre sus pertenencias las armas solicitadas por Misato —Kuroki no dijo sus nombres. Pero la había visto antes en compañía de una mujer de facciones malévolas, cabello negro y un maquillaje interesante. Esa misma niña iba con ella, ahora está con Kuroki. Una niña con semblantes parecidos a los de Kuroki; el cabello blanco y una estatura similar— le entregó las kunai que ella había solicitado, recibiendo el pago por ellas —El hombre era un monje guerrero. Uno fuerte diría yo.

Yin suspiró, miró a Misato con preocupación, pues daría un paso sin siquiera consultárselo —El apellido Ise...

Al instante, el herrero fulminó a Yin con la mirada —¿Por qué estás hablando de ellos?

—Lo siento — se disculpó Yin — Quería saber que significaba para usted.

—Notaste mi mirada, ¿no es cierto? No me gusta que mencionen a colegas que fueron eliminados simplemente por decisiones estúpidas.

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Ikoma-kun