Shiga Otsu

Akihito Shishio

De todas las cosas que hubieran podido suceder, que Hoshi dijera que quien los había dejado en ese estado tan preocupante no fuera prácticamente otro grupo armado sino mas bien tan solo una mujer lo preocupó. Esa declaración tan solo aumentaba más la extrañeza del estratega de ese ataque, ya no era nadie que inmediatamente se le viniera a la cabeza y tampoco entendía porque necesitaban llevarse el cuerpo del señor Akamatsu, ¿buscaban decirle al mundo que ya no estaba con nosotros? ¿Era simplemente mostrar poder?

Suspiró apoyando su espalda nuevamente contra la pared en derrota hasta que una voz familiar lo hizo tensarse con ligereza.

Se cruzó de brazos en un instinto de intentar luchar contra ese sentimiento, ignorarlo y centrarse todavía en lo que sucedía con los demás hasta que la inevitable confirmación llegó y sintió su corazón hundirse en confusión y preocupación, lo menos que quería era simplemente estar en un lugar confinado con él cerca sin saber cómo pudiera reaccionar.

Ya ni siquiera le interesaba la revelación de aquel desconocido, solo deseaba que se fuera con Matahachi y poder fingir que no existía en su vida nuevamente.

 

Seikanji Yamagawa

Con cuidado siguió las indicaciones de Aki, dejándose llevar por sus enseñanzas y por el trato amable que tenía para con todos los heridos; no era simplemente algo tan simple como coser una herida con pelo de cerdo y una aguja, era mucho mas. Casi parecía un ritual y Seikanji, absorto en los delicados movimientos de la arquera, observaba el tacto amable y la curación rápida, algo que simplemente hablaba de toda una vida ejerciendo la profesión. Intentó ser cauteloso con sus compañeros, tanto con Dozan, Akihito, Aoi y el propio Ryoshi; pero practicaba un poco más o experimentaba distintos tipos de corte con el resto de aliados que no conocía.

Con las manos rojas de la sangre de enemigos y aliados por igual, se quedó en silencio, observando el rostro de Matahachi muy fijamente. ¿Qué hacía esa persona allí entre ellos? Hoshi le informó que había ganado dos enemigos muy poderosos al dejarse ver por el cazador de los Taira y el propio general Mori. No entendía la razón de su presencia allí: ¿era un aliado o simplemente un infiltrado entre sus filas? Estaba seguro que su shihan daría las respuestas necesarias una vez recupere su espíritu nuevamente, se veía herido, abatido y cansado. Las cosas se complicaban muy rápido en aquel mundo de sombras que estaban destinados a afrontar y andar.

—A mi me gusta Hannya. —dijo en un susurro hacia Aki, mirando al hombre que rompió su naginata en combate. —Creo que lo llamare así.

Observó a Hannya unos breves momentos para poder tener su rostro presente y luego miró a Hoshi.

—¿Quién es esta mujer que nos atacó? —preguntó al herrero de Koga, esperando tener mas información de una enemiga que parecía formidable y temible a partes iguales. Y aunque no se había quitado la máscara al igual que Aoi y Akihito, sus ojos siempre volvían al rostro de Matahachi, esperando encontrar la respuesta a lo que su mente se preguntaba. ¿Cuál era su rol aquí con ellos?

 

Escondite subterráneo
[Hannya; Cuervo; ¿?; Murai; Hoshi; Oshin; Kushina; Midori; Haku; Ryoshi; Dozan; Aki; Seikanji; Akihito; Aoi]

Ryoshi afirmó a la pregunta de Aoi —Estuvo en Ritto; intervino cuando intervine en la pelea de Gendo con Dozan —mencionó mirando a Matahachi —Salvó a su hombre y ambos escaparon. Conocían a ese hombre, era evidente.

Matahachi sonrió tranquilo, aun pálido por la pérdida de sangre — Sabía de ustedes; pero no sabía nada de éste ataque. Otsu era un sitio seguro para nosotros.

Mientras Seikanji practicaba su nueva habilidad adquirida por Aki; Akihito esperaba en silencio. Hoshi notaba el cambio de actitud con los nuevos integrantes, incluso él se sentía incómodo.

—Aki —mencionó Hoshi hacia la arquera, quién lo encontró con la mirada al instante. No necesitó decir más para que ella se acercara a Hoshi. Él se mostraba tenso ante la presencia de Matahachi y Rei.

Hannya afirmó ante Seikanji —Tengo deudas que pagar contigo —dijo sin mostrar vergüenza alguna — La mujer de la máscara de zorra era muy rápida, una mujer muy hábil que murió con el esfuerzo de cuatro guerreros. Si ella sólo era una distracción, tiene sentido que la mujer que se quedara en Otsu fuera mucho más letal —Observó a los presentes, sus heridas, sus espíritus de lucha —Debemos ir a Koga, no perdamos tiempo.

Hoshi miró a Hannya —Ustedes jamás han pisado Koga ¿No es cierto? —interrogó —Lo lamento, no puedo dejarlos ir con nosotros.

—Necesitan nuestra ayuda —interrumpió Matahachi —Aun no lo entiendes, ¿Verdad, anciano? —miró Hoshi y después a Murai —No atacaron a matar; no huyeron cuando podían hacerlo. Nos mandaron señuelos para desviar la atención, hacernos perder nuestro tiempo. Si crees que Otsu era el objetivo final estás equivocado — Murai no reaccionaba; había por fin, caído inconsciente; Matahachi observó a Hoshi nuevamente —Están torturándolo, y dudo que esto sea lo único que tienen planeado —Matahachi le extendió su arco a Hoshi — Necesito una nueva cuerda... vamos a necesitarla.

Contenido oculto

rapuma Nekita Ayeah Pueden hacer un último post si lo desean; pero ya los voy a etiquetar en el siguiente tema.

 

Seikanji Yamagawa

El ambiente tenso parecía expandirse en aquél túnel subterráneo como si fuera una mancha de aceite que sin freno fluía entre los nuevos personajes que se presentaban como aliados. Seikanji sólo despegó sus ojos de Matahachi cuando Hannya le habló.

—Mantente leal a nosotros. —dijo con su voz amortiguada por la máscara. —De esa forma tu deuda quedará saldada, Hannya. Y eso empieza por explicar qué rol cumples en este momento.

Observó a sus compañeros; Akihito consumido en un enigmático silencio, Ryoshi y Aoi unidos ante las dificultades y Dozan por supuesto siempre allí, atento y suspicaz. Murai estaba fuera de acción y Hoshi herido, incluso Haku parecía desconcertado, su voz se había apagado junto con la de las mujeres de su nueva familia.

—El enemigo de mi enemigo es mi amigo. —dijo en dirección a Matahachi, recordando aquél fatídico encuentro con el general Mori y el propio cazador en Ritto. —Creo que debemos movernos. Habrá tiempo para respuestas luego. —"si es que seguimos con vida", pensó con un mal presagio antes de ayudar con el traslado de Murai.

 

Akihito Shishio

Su mirada fue a dar directamente hacia Ryoshi mientras hablaba, ¿los habían topado desde Ritto? ¿Eso era lo que había causado aquella alteración en el Oyaji y por alguna razón habían tenido la necesidad de salvarlo, causando sentimientos encontrados. Primero, decepción de que probablemente no estaría allí viéndolo si se hubieran mantenido alejados y luego, desgraciadamente entraba lo segundo, gracias a eso había podido ir a apoyar en aquella batalla y en cierta forma, incluso en una pequeña escala lo hacia sentirse agradecido.

Y prefería con todas sus fuerzas solo sentirse decepcionado.

Respiró hondo para tratar de apagar todos esos sentimientos y se acercó a Hoshi para poder murmurarle algo, asegurarse que tampoco pudiera ser escuchado por los demás, aunque de igual forma estaba seguro que iba a decir un sinsentido.

—Se que su relación con el dios Mara no está en los mejores términos, pero si usted a diferencia de Rengo es capaz de comunicarse con él todavía, pudiera ser incluso útil que sepa lo que se va a desencadenar y quizás...¿pasar el mensaje a Rengo?, necesitaremos mucha ayuda si ellos ya van a tener que venir con nosotros...

O en el peor de los casos, los encontrara.

Solo ese pensamiento lo hizo deslizar su mano sobre su kimono, encima de aquella bolsa que mantenía dentro de su kimono donde guardaba sus ingredientes, y ahora también aquel listón de Rengo guardado en un frasco para mantenerlo lo más asegurado posible para cumplir su parte del trato.

Definitivamente prefería la mejor opción, mantenerse vivo y disfrutar otro día más.

 

Escondite subterráneo
[Hannya; Cuervo; ¿?; Murai; Hoshi; Oshin; Kushina; Midori; Haku; Ryoshi; Dozan; Aki; Seikanji; Akihito; Aoi]

Hannya miró a Seikanji —¿Mi rol? —preguntó confundido —El mismo que el tuyo, defender a los Sugita —dijo con firmeza. Después miró a Murai, quién seguía ausente.

Matahachi afirmó ante las palabras de Seikanji.

Hoshi observó a Akihito y negó con tristeza —Mara es quién decide que mente alojar; la conexión que alguna vez pude tener se perdió hace muchos inviernos. Deberemos confiar en que Rengo sabrá como encontrarnos. Y si él está cerca, podré saberlo.

Contenido oculto

rapuma Nekita Ayeah continúo en la guerra

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El rol continúa en Batalla por Koga​

 

Yuzuki Minami

Habernos adelantado no sirvió de gran cosa y no me quedó más que agradecer cuando Kumo, Inukawa y Ukita nos alcanzaron porque en caso contrario, por lo que se veía, habríamos acabado perdidos. Ni Rengo ni yo estábamos en las mejores condiciones para ubicarnos perfectamente, parte de mi mente seguía en Kohaku y los demás, en su reunión con Takeda y mi ausencia allí, una vez más. De nuevo, no se trataba solo de la misión de Inari, iba más allá de eso. Era simplemente lo que hacía, como madre suya, pero últimamente sentía mucha simpatía por mi propia madre, por los sacrificios que habría hecho por nosotras.

Otra parte de mis pensamientos, también, estaba en Kamakura y mis hermanas, en vistas de lo que había pasado con la niña. Incluso así cuando la voz de Mara retumbó, lo que me sorprendió fue notar que empezaba a habituarme a ello y no me sobresaltó para nada. De cierta manera escucharlo también me permitía empatizar más con Ren, así que de alguna forma me consolaba y me acercaba más a él.

Rei fue quien nos recibió y eso de alguna forma no me tranquilizó, estaba con un perro, Inosuke, el perro de los Fujiwara y pensé que con este desastre nadie podía descansar en verdad. Ni Rei, ni Hashimoto ni un pobre perro. Me agaché un momento para saludar a Inosuke, aunque no podía acariciarlo como no podía tampoco tocar a Hashimoto, y al erguirme escuché a Rei y pasé saliva con dificultad.

—Iremos por ellos —dije hacia el hombre, firme—. Iremos por Aki, Rei, te lo prometemos.

Tomé aire, lo solté y me puse al corte detrás de Rengo, llevando la mano a Ankoku, tensa. El silencio que cubría este lugar no me gustaba y no sabía cómo interpretarlo en combinación con las palabras de Rei de que nadie había salido.

—Atentos a cualquier cosa —advertí a los demás.

Mantuve la atención dividida en Rengo, Hayato y cualquier cosa que pudiese notar. Algo que me diese una pista de lo que ocurría, de lo que podíamos esperar allí dentro.

 

El rol de Akihito; Aoi; Misato; Seikanji y Riku proviene de Retoma de Shiga

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[Kumo; Yuzuki; Hayato; Inukawa; Ukita; Rengo]
[Yurei: Hashimoto; Rei; Inosuke]

Hashimoto tuvo que esperar fuera junto a Rei e Inosuke.

Rengo se abalanzó a entrar y al instante sintieron un frío anormal y el olor pestilente, la fragancia de la muerte.

Fueron avanzando y encontrando cadáveres uno tras otro en aquel sótano, al no encontrar a nadie subieron a la planta baja.

—Por qué no puedes encontrarlo, Mara —reclamó Rengo con frustración mientras registraban la caballeriza desde el patio interno del castillo, encontrando a los caballos dormidos.

—Algo interfiere

Kumo entró y los revisó al instante la caballeriza, preocupado de que los caballos no reaccionaran. Sacudió a uno y lentamente abrió sus ojos. Fue entonces que Yuzuki levantó su mirada y vio una silueta extraña saliendo del piso de arriba; era una especie de criatura, tal vez si el sol cubriera aquellas tierras habría podido verlo con mayor detalle. Tenía colmillos encorvados que cubrían una gran trompa; su cuerpo parecía un gran oso con patas de tigre.

Rengo estaba ocupado entrando en una crisis personal al no encontrar a Akihito; por lo que no pudo ver nada. Ukita, Inukawa y Hayato buscaban por el patio, con arma en mano por si encontraban algún enemigo aun con vida.

¿Habría sido una alucinación de Yuzuki?

Pero aquello le indicó que era mejor subir; ignorando la planta baja y subiendo las escaleras hacia el dojo; al entrar sintieron aquel frío con mayor fuerza. Pero no había olor; los cuerpos en aquella habitación permanecían frescos, la sangre aun rojiza y no oxidada.

Y allí estaban.

Misato y Yin parecía que dormían juntos, sus rostros demostraban paz. Ukita se acercó a ellos confirmando que tenían pulso.

Inukawa revisó a Keita y Daigo quienes también parecían estar dormidos, Inukawa afirmó confirmando que tenían pulso.

Kumo revisó a Sei y Aoi también seguían con vida.

Hayato confirmó de la misma manera que Riku estaba bien.

Rengo corrió junto a Yuzuki a dónde se encontraban Noishi y Aki; Yuzuki pudo sentir al instante el cuerpo frío de Noishi; quién se encontraba a un lado de un cadáver de un hombre obeso que parecía haber sido aplastado por un animal enorme.

Rengo abrazó a Aki y comenzó a llorar; pero no eran lágrimas de tristeza, sino de felicidad; su cuerpo aun tenía fuerza, Akihito aun respiraba. Lo acomodó entre sus brazos, lo vio detalladamente para después sonreír levemente al verlo con bien; y por un impulso se acercó a sus labios y lo besó. No lo pensó, fue un beso rápido para no acortar su respiración, para Rengo aquello se sintió como una necesidad.

Contenido oculto

Zireael
Nekita Monpoke Ikoma-kun Ayeah rapuma

 

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Hibiki avanzó junto a ambos Komuso en silencio siguiendo el rastro de Rengo; esto los llevó a Otsu en dónde pudieron ver la ciudad.

—Avanzaremos juntos; seguramente intentarán recuperar el castillo — mencionó Hibiki revisando sus opciones de ataque —Recuerden lo que ha dicho Kuroki; seguramente no estará solo.

—Le causaremos estrés simplemente con un sonido —Dijo uno de los komuso con voz masculina.

Ambos Komuso emitieron un silbido; para Hibiki sólo fue molesto, pero para su enemigo hubiera sido un ataque psicológico; Hibiki comenzó a morderse las uñas, nervioso de lo que se aproximaba; jamás había actuado sin un plan elaborado por Kuyo, para él esto le parecía precipitado.

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Kato dejó de avanzar cuando escuchó aquel silbido. Lo reconocía perfectamente, inmediatamente desenvainó ambas katanas y Oori también se preparó con su naginata, aun sin ver peligro cerca.

Hideyoshi salió corriendo al bosque; él también había escuchado aquel silbido; pero tenía asuntos más apremiantes por resolver.

Oori distinguió cuatro siluetas a la distancia; una etérea como lo era Sora.

—¿Enemigos? — preguntó en voz baja a Kato —¿Los atacamos por sorpresa?

Kato negó —Son shinobis, nos descubrirán antes de acercarnos lo suficiente —dijo mientras seguía avanzando sin el más mínimo apuro de ser descubierto.

—Maldición— replicó Oori al ver que estarían en desventaja numérica; así que inhaló profundo a su pipa para después comer algo.

—Criticaste demasiado a Ginko y haces lo mismo — le respondió Kato al ver como la mujer guardaba su pipa.

—Quería intercambiar con él unas cosas cuando vi que era de los míos —sonrió sin miedo alguno al combate — Luego fue grosero y se me olvidó hacerlo. Tal vez será después de esto.

—Si sobrevives — Respondió Kato mientras los enemigo reparaban en la presencia de ambos guerreros.

—Necesito volver a Shimotsuke; el paraíso. No tengo que aguantar hombres como ustedes; sólo a mi Gon — Oori corrió a un lado de Kato para atacar, con una energía distinta. Fuerza prestada

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Ambos komuso voltearon al instante, desenvainando un par de katanas respectivamente. Hibiki miró alrededor buscando más enemigos; pero no encontró a nadie más y sonrió, comenzando a escapar.

—Tsk— se quejó el komuso con voz masculina.

—Tendremos que rastrearlo después, maldito cobarde— respondió a su compañero la komuso con voz femenina.

Kato les sonrió y por primera vez se detuvo antes de atacar—Voy a despojarlos de mi técnica. Ichi y Nana del clan Nobunaga.

—Maestro — dijo con gran sorpresa el komuso de voz masculina.

—Veamos si han entrenado lo suficiente —respondió Kato.

Ambos se despojaron de su canasta de komuso; al parecer no necesitaban de las máscaras de demonios carmesí para que Kato los reconociera de inmediato; la pose de su propia técnica fue suficiente.

Contenido oculto

—Tu escuela ya está con el enemigo — respondió el hombre.

—Calla, Ichi —le reprochó la mujer a su camarada —¿Cómo fue que diste con nosotros? — preguntó Nana hacia Kato.

—Fue mera casualidad — Respondió Kato con la verdad.

"Los demonios carmesí jamás morirán; aquellos que buscan el verdadero poder siempre terminarán por reunirse, y así acabar con la peste que dice llamarse guerreros"​

Kato arremetió contra Ichi pero ambos lograron nulificar el ataque de su oponente. Nana atacó a Oori a quién no reconocieron, sus tiempos en Kioto no habían coincidido en absoluto. Oori recibió daño pero ella también lo infringió logrando desarmar a Nana.

Oori utilizó el otro extremo de su naginata para atacar; una estaca de madera finamente tallada se quebró en el pecho de Nana quedando incrustada en ella; a pesar de querer arrancarla, le fue imposible. Frustrada atacó con todas sus fuerzas a Oori quién se vio forzada a borrar su sonrisa. A pesar de haber consumido cierta "ayuda" no podía ignorar el dolor que ahora sentía, jamás la habían lastimado a ese extremo; pero por fortuna Nana no pudo alcanzar su segunda katana, haciendo que el daño fuera un poco menor. Mientras tanto, Kato e Ichi volvían a esquivar sus ataques.

El siguiente movimiento fue un descanso para los cuatro; quienes bloquearon a sus enemigos. Nana logró recuperar su arma y estaba lista para atacar nuevamente.

Oori y Nana se atacan simultáneamente. Nana cae muerta y Oori afirma satisfecha. Había perdido demasiada sangre pero las drogas la mantenían de pie; y cuando dio un paso para ayudar a Kato, ella se desplomó inconsciente mientras Kato e Ichi volvían a esquivar los ataques.

—Nana...— Ichi se distrajo por unos momentos viendo a su compañera en el suelo; fue allí dónde Kato aprovecho para causarle terrible daño. Ichi respondió al ataque pero Kato lo esquivo.

Ichi atacó con rabia hacia su antiguo maestro, el ataque alcanzó a Kato pero no lo hizo dar un paso atrás. Kato quebró ambas katanas de Ichi con las suyas, cortándolo en dos piezas.

—No merecían mi técnica después de todo —sentenció Kato sacudiendo la sangre de sus armas para después volver a envainarlas. Miró a Oori y negó.

—Sigue viva — Sora señaló a Oori —Aun respira, llévala a la ciudad para que un médico la atienda —le rogó.

—Es territorio enemigo —respondió Kato para al fin darse cuenta que se había equivocado de prefectura —Van a reconocerme.

Sora señaló el sombrero de komuso, uno como el que Ginko lo había obligado a usar no hace mucho tiempo; Kato bufó, aun así recogió el sombrero para colocárselo y cargar a Oori hacia la ciudad.

Sin saberlo; Kato y Oori habían frenado el avance del enemigo hacia su hijo. El último intento por eliminar a Rengo había sido frustrado.

• Kato
• Mujer Armera

• 
  Nivel: 5
  Pv: 137/200
  Fuerza: 20
  Protección: 10 + 10 (yoroi)
  Katana Hi o Karuso (Mata fuego)= +20 (irrompible)
  Katana Sayuri= +20 (irrompible)
  Katana Sasarindo= Rota
  Katana Iori= +15
  Escuela= Niten Ichiryu
  
• 
  Nivel 5
  PV= 16/100
  Fuerza= 20
  Defensa= 10 + 3 sode
  Naginata= +15
  Escuela=?
  

• Ichi
• Nana

• 
  Nivel: 5
  Pv: MUERTO por Kato
  Fuerza: 20
  Protección: 10
  Katana= +10 ROTA
  Katana= +10 ROTA
  Escuela= Niten Ichiryu
  
• 
  Nivel 5
  PV= MUERTA por Oori
  Fuerza= 15
  Defensa= 15
  Katana= +10
  Katana= +10
  Escuela= Niten Ichiryu
  

Contenido oculto: Datos adicionales

Demonio carmesí hombre
Demonio carmesí mujer

 

Aoi Nobunaga

Algo extraño había sucedido.
Apenas terminó la batalla un sueño profundo y antinatural se había aprovechado de ella.
Escuchó ruidos s su alrededor y se tensó. ¿Habría sidonun nuevo ataque? Repasó su cuerpo y lo sintió como siempre. No parecía estar herida ni atada, sino más bien descansada.
Sus ojos pesaban pero se esforzó por abrirlos lentamente, con disimulo, y miró a su alrededor: reconocía a aquellas personas.

Suspiró con alivio y se incorporó lentamente, comprobando que, en efectivo, estaba en perfecto estado.

El recuerdo de los últimos acontecimientos la atacó de golpe y sus hombros se hundieron presa de la frustración.

Ignoró a los recién llegados y también a sus compañeros, y se dirigió a paso ligero a la única persona coherente que había participado en aquella misión.

Con un último rayo de esperanza tomó su pulso y, finalmente, sacudió la cabeza con una apesadumbrada negativa.

— Ésto es culpa vuestra. — Comentó al aire, con su habitual tono indiferente. No era una acusación, simplemente relataba un hecho.
Acomodó el cuerpo en el suelo de la forma más digna que fue capaz y tomó su katana, guardándola en la funda tras limpiarla con su propia ropa.
Al menos su conciencia estaba tranquila y, a pesar de todo, habían cumplido con la misión sin más bajas.

 

Fujiwara no Riku

... Fui regresando a la conciencia, lento, tomándome mi tiempo en reponerme de aquel... ¿Sueño? Por arriesgado que podría ser permanecer inactivo.

¿Había caído? No lo recordaba con exactitud, estaba él conflicto en el dojo, la tragedia, la ira. Hasta final, hasta acabar con todos... entonces, ¿Nada? El dolor y...

Emociones. Podía sentirlo, o más bien no, la ausencia de aquellas emociones que brotaban a la muerte de Noishi. Al fracaso. El fraude de promesas que quise mantener conmigo mismo.

Todo había desaparecido en un sueño literalmente reparador.

Había silencio en el dojo (si todavía permaneciamos ahí), uno casi escalofriante, pero eso mismo me ayudó detectar aquellas presencias que me ayudaron a despertar en primer lugar.

No eran silenciosos, a pesar de que ninguno decía alguna palabra, varios de los pasos se fueron dispersando alrededor de la habitación. Hasta que uno se fue acercando hasta mi...

En el momento en que está figura se estaría arrodillando, entre en alerta, abriendo los ojos de manera inmediata y estirando la mano para alcanzar a Setsuzoku.

Estaba medio intentar incorporarme cuando reconocí al niño en frente de mi, todavía medio recostado dónde estaba, fui reconociendo a las demás personas que ahora ocupaban el dojo.

Me deje caer nuevamente, casi sin ninguna ligereza, me quedé en el piso rodeado de cadáveres como si quisiera ser uno más. "Voy a quedarme aquí un rato...". Le dije al niño, a cualquiera que quiera escuchar mis palabras.

Ahora todo estaba en mejores manos. Con ellos aqui, podía, esperaba, aprovechar está situación y descansar.

Ésto es culpa vuestra

Lo era. Lo era.

 

Soga no Hideyoshi 曽我秀吉

Otsu: bosque

Los acontecimientos recientes, con el recuerdo de la sangre de los frascos y la mezcla de unos hongos en mal estado que había recogido y comido, contra la recomendación de Kato, terminaron provocando sensaciones encontradas en el diplomático, quien se halló en el bosque, solo, enemistado con un contricante mucho más poderoso de lo que podría haber imaginado alguna vez.

Apresurado su andar, esperó haberse alejado lo suficiente tanto de Kato como de Oori, para que no pudieran ver u oler nada, absolutamente nada. Estaba preocupado, esto no era habitual en él, siempre había ostentado de unas entrañas de hierro, de un aparato digestivo formidable, de los mejores que podían encontrarse en todo Japón.

El sonido del metal llamó su atención. "¿Un enfrentamiento?", pensó. Que pésimo momento que era, él tenía su batalla interior, y que interior que era esa batalla.

Luchó, pero perdió. El desafortunado árbol que halló los restos de la comida de ayer, junto a los hongos en mal estado, debió ser de la madera y raíz más noble jamás encontrada, simplemente por no salir corriendo de allí, a pesar de tratarse de un árbol que pies no tenía, y olfato, evidentemente tampoco.

Dejó todo de sí, con toda la fuerza que tuvo. La batalla de su espíritu la había ganado hace mucho, pero la de su interior más profundo acababa de perderla. Dejó aun más, dejó todo.

Al acabar, su rostro evidenciaba el agotamiento, el crimen, la desazón, la crisis. "Agua", pensaba, esta vez no hablaba su mente, sino su instinto más primario. Las hojas de otro árbol habían compartido el infortunio del momento, en la oscuridad, ya que sirvieron para limpiar y barrer todo el lodo intestinal del diplomático más hábil del país, quien no había podido llegar a un buen acuerdo en este último caso.

Un pequeño charco de agua bastó para hacer el resto, una buena higiene era importante. Estuvo un rato, hasta que se aseguró estar completamente limpio. Solo ahí, decidió beber agua, mucha agua.

Decidió regresar a buscar a los suyos, esperaba que no hubieran ido demasiado lejos.

 

Akihito Shishio

Su cuerpo ya no respondía pero no cayó en el frio inmediato como pensó, solo una vaga imagen de alguien sosteniéndolo antes de simplemente perderse en la oscuridad que le aterraba. La voz de Mara lo acompañó por una pequeña brevedad, impidiéndole perderse por completo, de ya desconectarse del dolor que estaba sintiendo y descansar, era un pequeño consuelo, uno que le permitía no sentirse tan asustado o solo, pero tampoco duró demasiado.

La oscuridad volvió a consumirlo por unos instantes hasta que otra voz lejana lo hizo tratar de estar atento, en ese instante no pareció reconocerla por la calidez con la que le hablaba, pero pronto pudo entender de quien se trataba.

Cada palabra construía un pesar en su pecho, no se sentía con el derecho de escucharlo, incluso si entendía que no eran para él era... totalmente indigno para él estar allí escuchándolo por última vez con todo lo que se había salido de control.

Con todo lo que no había querido que pasara.

Con todo lo que pudo evitar si hubiera sido más listo, si no hubiera opinado, si solo hubiera sido un soldado y se hubiera olvidado de lo que quería intentar conseguir.

Estaba seguro que incluso en su inconsciencia alguna lágrima debió de haberse escapado incluso con todo el cansancio que sentía cuando el silencio volvió a reinar, deseaba desaparecer, que nada de eso hubiera pasado, poder intercambiar su posición con la de él porque se le haría lo más justo pero no. Eso no pasaría, y lo sabía.

Había dicho que haría su mayor esfuerzo por sobrevivir y Mara le había dicho que iban por él y debía resistir.

Y de pronto, el dolor se fue y el calor volvió lentamente a él.

Por un segundo creyó que oficialmente estaba muerto cuando aquel nuevo calor llegó a él, incluso con el eclipse, quiso llegó a pensar que la muerte podía llegar así de cálida y reconfortante lejana al dolor pero, cuando sintió unos labios sobre los suyos finalmente se animó a abrir sus ojos y al ver a Rengo sintió que se desarmaba.

Si habían llegado.

Sus ojos comenzaron a humedecerse y de inmediato terminó abrazándolo con fuerza para pegarse a él, casi como si quisiera esconderse de todo lo que sabía que iba a ver en el momento que decidiera apartaste. —Llegaste...llegaron...—dijo contra él con un alivio que no podía explicar pero al mismo tiempo llegó toda la culpa.

Sus decisiones le habían quitado otro miembro de su familia a Rengo, ¿no?

A los Minamoto también.

A los Taira.

Se aferró más a Rengo, escondió su rostro en el hueco de su cuello y su hombro su sintiendo su cuerpo temblar mientras iniciaba a llorar en silencio, como solía hacerlo cuando sabía que estaba en problemas o lo habían castigado por algo que había hecho y no quería que supieran que se encontraba así, evitar toda la atención posible hacia él aunque la intensidad se reflejaba en los temblores de su cuerpo y como más y más se aferraba a su persona. —Yo hice todo esto...—murmuró con voz cortada y temblorosa —, yo lo provoqué... fue mi culpa...

 

Yuzuki Minami

El frío que sentimos al ingresar no fue normal, lo sentí calarme los huesos, mezclado con el olor de la muerte y comprimí los gestos a pesar de estar acostumbrada a él. Un cuerpo tras otro y tras otro. Mara decía que algo interfería y empecé a angustiarme más que antes, necesitábamos encontrarlos y sacarlos de aquí, esto había salido mal, muy mal, ¿por qué?

Kumo revisó los caballos que dormían sin reaccionar y fue en ese momento en que, al alzar la vista, noté una figura en la parte de arriba, algo que no era humano en lo más mínimo. Llegué a cuestionarme si no estaría volviéndome loca por este eclipse y por la tensión, si no serían imaginaciones mías, a pesar de ello... Les indiqué que subiéramos, allí el frío era peor, pero aquí la peste a muerte no era la misma. La sangre estaba fresca.

Apenas distinguí a los nuestros corrí hacia ellos, Ukita, Inukawa, Kumo y Hayato revisaron a varios de ellos y yo fui detrás de Rengo hasta dar con Aki y Noishi. Aki estaba vivo, sí, pero Noishi estaba frío... el hermano de Takeda, el único hermano de sangre que conservaba, estaba muerto. Lo habían matado a aquí. Pensé en Takeda, sí, pero también en Shino y se me llenaron los ojos de lágrimas, fue imposible que pudiera detenerlas. Pensé en mi conversación con ellos, en la alianza, en cómo quería que luego de esto ambos tuvieran nuevas oportunidades.

Pero no quedaba ninguna.

Rengo abrazó a Aki y entendí la naturaleza de sus lágrimas, pero mis ojos seguían suspendidos en el cuerpo inerte de Noishi. La palabras de la mujer, de aquella que había aprendido a mi lado de Murai, me supieron amargas y no me faltaron ganas de decirle que se las tragara, que no hacía falta decir eso con estos resultados, pero guardé silencio. Akihito lloró en el mismo silencio que llora aquel que se siente culpable, aquel que espera un castigo, y escuché parte de sus palabras. Quizás debía alegrarme por una parte de esto.

Por haber llegado a tiempo para algunos.

—Llegamos —afirmé para el muchacho sostenido por Rengo—. Aquí estamos, Aki, aquí está Ren. Te cuidaremos.

Pero no había sido suficiente.

Pasé saliva con dificultad, con delicadeza me arrodillé y arrastré a como pude el cuerpo de Noishi hacia mí, peso muerto, la sangre del hermano del que me había separado, la única sangre que sí era como la suya se había perdido. Le hice un mimo en el rostro, luego en los hombros como mi madre conmigo y entonces pensé también en Murai, en que había perdido a uno de sus niños aquí. La relación compleja que tenía con la serpiente ahora no me impedía sentir simpatía por él y sabía lo que esto significaba.

—Cuidaré de Takeda, tú no te preocupes. Mientras yo viva no estará solo —le dije en voz baja aunque sabía que su fantasma, así como el de Hashimoto a mi lado, estaba en otra parte—. Y tal vez, si todo sale bien, Shino pueda ser mi amiga, ¿qué te parece?

El nudo en la garganta pronto me llenó los ojos de lágrimas. Había que terminar con esto pronto para que todos pudieran descansar de una vez, incluidos los muertos que seguían viviendo como espíritus atados a otros de nosotros. Pensando en ello tarareé muy bajo la canción de mi madre, la misma que los soldados había repicado para que llegara a Takeda cuando nos fuimos. Estuve así un rato, acariciando los hombros de un cuerpo inerte, hasta que guardé silencio y me acerqué a Aki y Rengo.

El momento era de ellos, pero me tomé el atrevimiento de envolverlos entre mis brazos con firmeza. Me alegraba saber que al menos Aki estaba con vida, que Ren no había tenido que encontrar aquí un cadáver de la persona que amaba, como yo había podido librarme de ese mismo destino en Kamakura. Akihito era el amor de Rengo y como tal yo lo apreciaba también, no quería que nada le ocurriera.

—No permitas que cargue toda la culpa —le dije a Rengo en el oído, de forma que Aki no me oyera o al menos no tanto—. Da igual cómo o por qué ocurrió esto, que no lo cargue solo. Sé que puedes ayudarlo, que puedes sostenerlo. El amor nos da la fuerza para hacer esas cosas.

Le di un beso en la sien, le dediqué una caricia a Aki allí donde el abrazo de Rengo me lo permitió y los dejé de nuevo. Miré a Aoi, luego a Riku y aunque era inoportuno por sus reacciones, necesitaba que alguien me diera información, entender por qué teníamos un Minamoto de sangre muerto.

—¿Qué fue lo que pasó?

 

Akihito Shishio

"Llegamos. Aquí estamos, Aki, aquí está Ren. Te cuidaremos."

Su cuerpo se congeló en el instante que escuchó la voz de Yuzuki tan cerca, se había centrado tanto en que Rengo estaba allí frente a él que ni siquiera había prestado atención en la posible presencia de otras personas. ¿Quién más aparte de Yuzuki estaría allí? Había contado con que rengo aparecería junto con Mara, no con que llegarían más refuerzos.

Que era bueno para el grupo, pero a él le en esos instantes solo le removía el estómago.

Sin realmente quererlo apartó una de sus manos que se negaban a soltar a Rengo para dirigirla hacia su pecho, justo iniciando la base de su cuello para obligarse a respirar profundo y calmarse a la fuerza, obligarse de dejar de llorar porque sabía que tenía que hacerlo, que si había más personas de las que pensó eventualmente habría preguntas, y se tendrían que contestar aunque solo deseara tener el tiempo de llorar toda sus penas y vergüenzas hasta dormir nuevamente por el cansancio.

Lamentablemente sus esfuerzos no tuvieron demasiado efecto porque, cuando sintió otro abrazo llegar no pudo retener un sollozo un poco más audible, incluso terminó haciéndose un poco más pequeño en los brazos Rengo al escucharla también vagamente por la cercanía. ¿Se arrepentiría de tratar de brindarle consuelo cuando eventualmente hablara? ¿Cómo reaccionaría con su posición con lo que no tardaría en escuchar?

"No permitas que cargue toda la culpa"

Pero la tenía.

"¿Qué fue lo que pasó?"

Terminó por separarse de los brazos de Rengo aun entre un par de menos sonoros sollozos, no había podido parar las lágrimas del todo pero tan siquiera podía pretender un gesto menos descompuesto, más serio. Luego, tomó aire y limpió con la manga de su ropa parte de las lágrimas que se negaban a parar y que, de igual manera se hacían notorias por el rastro de líneas rojas que dejaban en sus mejillas por el maquillaje que continuaba corriéndose.

—Yo... provoqué este desastre... —Dijo en el tono más contenido que pudo, su mirada todavía la mantenía en el suelo, contemplando lo que intuía que era su misma sangre que había derramado. Todavía no quería ver lo que había hecho, ni quería enterarse de los demás testigos allí presentes —. Por querer cuidar a una traidora desobedecí las órdenes directas, convencí a casi todos los demás de hacerlos también, podríamos decir que prácticamente usé... su rabia para convencerlos de que no lo siguieran y al no considerar todos los detalles los puse en peligro.

Sus manos se encontraban reposando sobre sus piernas, fuertemente cerradas en un puño a tal grado de encajarse las uñas en la palma de sus manos para poder seguir hablando —Aun así él nos defendió... y... creo que la escena que pudieron observar también habla por si sola. —Respiró hondo y después de unos segundos, continuó. —Pensaba reportar esto a su señor Minamoto, el señor Sugita y la Dama Taira... no... planeaba ocultarlo... o... huir de cualquier posible consecuencia. Pero... si es su deber hacer algo aquí, tendré que aceptarlo.

Extendió su mano derecha hacia Rengo para apretar brevemente su hombro con un gesto silencioso de disculpas antes de volver a posarla sobre su regazo y cerrar sus ojos, porque a decir verdad, le aterraba que efectivamente tuvieran que actuar en nombre de su Señor y se vieran en la necesidad de atacarlo y no deseaba verlo en caso de que ese fuera su destino.

 

Misato Aoyama

El último ataque contra el guardia había sido efectivo, aquello marco el final de la misión, el dojo era un sitio lleno de cadáveres donde reposaban Wu Yon, Hainu y aquella mujer, incluso podía ver al noble que obedecía al control del imperio... Había muerto y Shiga quedó libre para reclamar.

Primero sentí el pesar de haber perdido al único hermano de sangre Minamoto, la familia de Takeda, pero el pesar escaló hasta un cansancio repentino, todo se desvanecía y lo último que recorde fue el abrazo de Yin para detener mi caída antes de ir a la oscuridad total.


Los sonidos de pasos y susurros finalmente me arrancaron del sueño profundo lo primero que hice fue ver a Yin aún dormido.

—Yin ¿e-estas bien?—Mi mano se posó delicadamente en su mejilla, había calidez por lo que supe estaba a salvo, frote mis ojos para ver mejor a los que estaban reunidos en el lugar, el letargo no me permitió ver bien a la primera.

—Al final el se fue—susurre un renovado pesar, ví el cuerpo de Noishi totalmente inerte y palido sin señal alguna de vida, todo por ver las nobles y loables intenciones de Akihito, algo que jamás esperaría ver en un Taira. Después de todo crecí con la advertencia de mi familia de esperar lo peor del Mon de la mariposa roja. Ver eso en el solo reafirmo la realidad de un clan manchado por la manipulación de los Mori.

Ahora podía verlo allí junto a Rengo, un Akihito totalmente arrepentido de su decisión. Al igual que nosotros que preferimos actuar al margen pero con buenas intenciones...la misión se cumplió pero a un costo muy alto.

 

Aoi Nobunaga

Cuando Yuzuki se acercó al cuerpo de Noishi, Aoi se hizo a un lado para concederle intimidad.

Ya había dicho cuanto tenía que decir por lo que dejó que Akihito se explicara entre sollozos. Los observó a todos en silencio y, tras unos instantes, decidió ignorarlos y ponerse a saquear los cuerpos inertes mientras el resto hablaba de lo acontecido, empezando por su antiguo maestro y siguiendo por el noble en busca de aquellos venenos de los que tanto los habían advertido.

Si aquella conversación se alargaba, comenzaría a recolectar las flechas que aún sirvieran para algo.

Todo lo demás era una pérdida de tiempo. Aquella no era la última batalla de esa guerra.

Contenido oculto

Aoi saquea todos los cadáveres que se le permita xD

 

Yuzuki Minami

Las islas me habían servido para encontrar una versión de mí misma más centrada, más compuesta y madura y capaz de escuchar antes de actuar. Comprendía que existía algo que hacía a Aki pensar aquello, todos teníamos motivos para sentir culpa o remordimiento, ¿no? Lo sabía, pero en cuanto él hablara si es que decidía hacerlo, a mí me correspondía escucharlo. No por eso le negaría mis palabras ni mi abrazo.

Ya no quería ser más esa persona.

Me erguí e hice la pregunta, pero no conté en lo absoluto que fuese Aki, en su desastre de lágrimas y maquillaje corrido, quien me respondiera. Giré el cuerpo para atender a sus palabras, para oírlo, a pesar de que su mirada estuviese clavada en el suelo en la sangre que debía pertenecer a todos aquí. Noishi nunca se levantaría de este suelo ni envejecería junto a su hermano, si es que llegábamos al final de esta historia para empezar. Escuché y escuché, pensando en cómo todos cometíamos esta clase de errores. Me recordé a mí misma en el campo, cuando aún poseía ambas manos, cazando a Kobayashi y cómo había muerto a manos de Takeda. Recordé a Murai en las islas, confirmándome que era una sombra suya, pensé en cómo había faltado a mi promesa a los Fujiwara para aprender del hombre que habría podido matar a Takano y pensé en Rengo, dominado por la sangre de Daidoji, matando a Hachi frente a nosotros.

Pensé en la mano que había perdido por ingresar a las murallas en vez de confiar en los demás.

Pero... si es su deber hacer algo aquí, tendré que aceptarlo.​

No fui consciente de en qué momento había regresado al colmillo a su saya, en algún punto entre la figura que vi y el haber encontrado los cuerpos, pero ahora no tenía nada en la mano y tampoco planeaba buscarlo. Akihito estaba allí, esperando lo que correspondiera, y pensé que me había dispuesto a no repetir los viejos errores nunca más. Que quería volver con Takeda e incluso cuando estaba incompleta, decirle que no nos dejáramos cegar, que escuchara a Kuroki. Eso, claro, antes de que escucháramos de su supuesta muerte. Debíamos oír. Este chico lucía diminuto de repente.

Respiré, pasando saliva, y volví a arrodillarme en silencio. No hablé, no opiné, pensé en las voces ajenas y en la suya y como, de alguna manera, habían accedido a seguir las palabras de Aki por cualquiera que fuera el motivo. Tendría que responder, sí, como todos, ¿pero si seguíamos llenando el camino de sangre que nos diferenciaba de Gendo? No tenía idea. Pensando en eso estiré la mano y la posé en su mentón, haciendo que alzara el rostro hacia mí.

—Y son ellos quienes deben pensar en lo que corresponde. Soy parte de Takeda, pero no tomo decisiones por él y tampoco quiero que nadie tome decisiones sin escuchar, sin pensar, porque ya ha pasado antes —le dije con suavidad, no porque fuese indulgente, si no porque quería entender. Solté su mentón para escarbar entre mis cosas y con un trozo de tela de las vendas le limpié el rostro con delicadeza, al menos los rastros de maquillaje—. ¿Lo hiciste con cizaña, acaso? ¿Prendías arruinar toda la misión? ¿Que Noishi acabara muerto? ¿Tu intervención respondía a un deseo sin motivo de desobedecerle? Quizás no te conozca lo suficiente, pero no creo que sea el caso.

Respiré con pesadez. A nuestro alrededor la mujer estaba vaciando los cadáveres y la dejé ser, ese tipo de cosas aunque desagradables, eran necesarias.

—Cometemos errores que nos cuestan muchísimo, todos lo hemos hecho y está bien que respondamos por ello, porque eso habla de nosotros, pero tampoco te entregues así nada más. Sé responsable de tu error, sí, pero tampoco te condenes por él inmediatamente. —Tomé una de sus manos, dejando allí el trozo de tela, y con la mía libre le acomodé el cabello como si fuese un niño, como había hecho con Rengo solo los Dioses sabrían cuántas veces—. Muchos han caído por esto y seguirán haciéndolo, todos sabemos donde nos estamos metiendo y cuál puede ser el costo. No digo que estuviera preparado para pagar ese precio ahora ni que eso excuse la decisión tomada, pero creo que me doy a entender. Luego avisaremos a quienes debamos avisar, Aki, y puedes darme más detalles de cómo se dio todo cuando lo necesites.