Celia Ackerman ¡Sí, la había encontrado! Guau, impresionante, había encontrado mi primera MonoMoneda gracias a Karen. Seguramente fuera una especie de recibimiento de Monokuma, o quién sabe qué. Pero era genial contar con algo de dinero, por si acaso. Ahora sí, con la moneda en mi poder, salimos hacia el supermercado Rocket, donde esperaba una amplia gama de productos que nos íbamos a llevar porque sí. Al entrar encontramos una máquina expendedora y gran cantidad de pasillos con todo tipo de productos. Además, las cajas estaban vacías, por lo que suponía que no había que pagar nada. ¡Mejor! Así no gastaría mi moneda ni tendría que llevarme nada... "prestado". Aunque quizás eso no era tan mala idea para llamar la atención de lechuga... En cualquier paso, agarré a Karen de la mano y la llevé a la zona de playa. —¡Mira, mira este negro! —dije señalando una prenda de baño—. Me encanta tía, ¿crees que me quedará bien? Voy a probármelo y así me das tu opinión, ¿vale? Y si te gusta nos hacemos luego un par de fotos en la playa. Aunque no pueda subirlas a Instagram... bueno, estará bien tenerlas, ¿no? Supongo —añadí, entre entusiasmada por el plan y preocupada aún por mi teléfono. Entré entonces al probador, y en unos minutos salí con el conjunto.
Karen Foster Luego de que Celia encontrara su propia moneda también, partimos en dirección al supermercado. El viaje hasta allí resultó rápido y solitario, pero no por ello menos interesante. Cada tanto tomaba algunas fotos mientras me preguntaba en silencio dónde y qué estarían haciendo los demás. Tampoco sabía cuántos de ellos habían aceptado los walkie-talkie para comunicarnos entre todos y... Bueno, la verdad es que no estaba segura de cómo se usaba. Y, por lo que había visto, Celia no tenía uno. ¿Sabría cómo se manejaba? Al entrar, vimos la máquina expendedora de la que Monokuma me habló, pero eso podía esperar. Lo primero era abastecernos y conseguir ciertas cosas para disfrutar sin problemas de la playa. Así que dejé que Celia se adelantara en buscar un bikini e ir a probárselo al tiempo que echaba un vistazo a los demás artículos presentes en aquel pasillo. Pero como seguía sosteniendo la cámara y el walkie-talkie en las manos, no podía ver muchas cosas de forma libre. ¿Dónde podría hallar algún bolso cómodo? En ese momento Celia salió y sonreí. Ciertamente tenía buen ojo para la ropa. —Qué lindo. ¡El color sí que te sienta bien! —Y me quedé mirando los demás trajes de baño, sin poder decidirme—. Podrías... ¿Elegir uno para mí? Es que éstas cosas no se me dan tan bien a mí, ¿sabes? Contenido oculto Nami, estuve leyendo los objetos que los demás encontraban por pasillo, pero en ninguno mencionaban las mochilas. La verdad que no sé para dónde ir...
Celia Ackerman —¿Te gusta? ¡Genial! Pues hala, este me lo llevo puesto, para mí. Y para ti... hm. A ver, date la vuelta que te vea bien —le pedí a Karen, haciendo el gesto con el dedo de que se girase. Su tez era bastante clara y su pelo naranja. ¿Qué podría quedarle bien con eso...? >>A ver, este violeta nada, no te pega... Y este... ¡ugh, no! Naranja y rojo, patada en el ojo. ¡Oh mira este! Hm... verde con flores... nah, no me gusta, es muy feo y muy hortera —Iba analizando y descartando todas las posibles combinaciones—. ¡Este, este sí que sí! Míralo, ¿no es genial? Además parece que te queda bien, ¡pruébatelo! Así lo hizo Karen, y minutos más tarde salió con un bikini naranja con líneas blancas. Le quedaba muy bien y le hacía ver muy inocente, lo cual sería un punto a favor en esta situación. —Mírate, estás genial. Si te gusta, ahí lo tienes, para ti. Y este bolso te combina a la perfección, tómalo —le dije acercándole uno que estaba ojeando—. ¿Qué te parece tu nuevo look? Si te gusta nos vamos ya, yo ya tengo todo lo que quería... aunque bueno, quizás me pase antes por la máquina expendedora para ver qué nos ofrecen. >>¿Y bien? Contenido oculto Rediseñando tu estilo con Celia (?) Así solucionamos el problema del bolso, adjka xD Si te gusta, podemos irnos ya :D O si quieres cambiar tu ropa porque no te gusta el estilo de Celia, como veas (?? <3
Karen Foster Acepté el bolso que mi compañera me tendía, algo apabullada con su rápido hablar y con la imagen de mí misma en aquel bikini. Nunca me habría imaginado que podía verme tan bien. —Gracias —sonreí mientras guardaba en el bolso el resto de mi ropa y el walkie-talkie y luego lo dejaba a un lado del pasillo—. No tengo problemas con nada de lo que has propuesto, pero primero hay que tomarnos una foto. Acomodé la cámara en uno de los estantes superiores y activé el temporizador. Deprisa, nos acomodamos en mitad del pasillo cuando... La voz de Ziro, aquel chico que se había presentado como el súper patinador y nos había traído los walkie-talkies, se hizo oír desde mi nuevo bolso. Por tanto, en el último segundo me distraje y la foto se tomó mientras yo observaba asustada hacia un lado. Pocas veces me gustaba salir en las fotografías para que, encima de todo, hubiera salido mal. —¿Dijo el edificio viejo? Yo aún tengo la llave que me traje del lobby, pero parece que ya no es necesaria para entrar ahí. Creo que deberé regresarla... —comenté mientras tomaba nuevamente mi máquina y la apagaba—. Como sea, nosotras continuemos con nuestros planes aunque no es una mala idea hacerle saber a los demás en dónde estamos, ¿cierto? Al menos así será más rápido recolectar información. "¿Hola? Aquí desde el supermercado les hablan Celia y Karen. Estamos investigando este lugar, hemos encontrado unas monedas que parecen funcionar con la máquina expendendora." Intercambié una mirada con mi amiga, pensando qué más añadir. "Y no hemos visto a Aika. Ah... ¿Cambio?" Contenido oculto En realidad no tengo idea de si podemos comunicarnos así... Nekita Amane Graecus Bruno EVF
Evangeline Jones Cualquiera de por sí pensaría que un supermercado ubicado en una isla desconocida y poco transitada como esta no contaría con demasiados lujos. Un establecimiento que ofreciera lo justo y necesario para sus huéspedes, y poco más. Pero a medida que me fui acercando a la supuesta tienda, la sorpresa aumentó al ver que aquel lugar desde fuera era realmente grande y bastante moderno, cabía agregar. Las puertas se abrieron mecánicamente en cuanto puse los pies frente a ella, y comencé a caminar hacia su interior sin dar crédito a lo que veían mis ojos. El establecimiento era enorme, sí, y por lo que podía ver con echar un simple vistazo, contaba con cualquier capricho que quisiese darme. Desde alimentos de todo tipo, zonas de recreación, ropa y hasta herramientas para cualquier tipo de necesidad. Absorta en la inmensidad de aquel lugar, me encaminé hacia la caja registradora, preguntándome si acaso habría alguien que atendiera el supermercado o serían los mismos Monokuma y Monomi los encargados de ello. Mas como toda respuesta, una pequeña nota se encontraba pegada en la caja. Me incliné hacia ella dispuesta a leer, y abrí los ojos con verdadera incredulidad al ser consciente de que todo lo que veía allí era totalmente gratis. ¿Todo aquel inmenso supermercado, hecho para que unos chicos como nosotros lo usasen a su antojo? Con algo de pesadez di media vuelta, dirigiéndome hacia el pasillo que me llevase a la máquina expendedora. Era tan frustrante ver cómo se tomaban las molestias de hacer la estancia tan lujosa y acogedora cuando la situación en la que nos encontrábamos distaba mucho de ser así. Nada de esto podría sustituir todo lo que hemos dejado en nuestro hogar, por muy bueno que pareciese. Pero si debía elegir entre matar o quedarme en la isla mientras tanto... supongo que podría aprovechar los lujos para hacer la espera más amena. Dejando atrás el pasillo de misceláneos, me dirigí hacia la susodicha máquina, descubriendo a las dos personas que ya se encontraban allí.
Alethea Ethans Así, tras la aventura por el Rancho y el descanso por mi habitación, mis pasos se dirigieron hacia el Supermercado. Con dos monedas en mi posesión, tendría que hacer un buen uso de ellas. Entré y mis pasos fueron directos hacia el final del pasillo, donde se encontraba aquella misteriosa máquina expendedora. Allí, me encontré, además, con otras tres alumnas. Que sorpresa, pensé que ya habrían acabado mientras yo llegaba. Lo mejor era ser amable, claro. Habría que trabajar en equipo para lograr salir ahí sin ningún... problema. —Buenos días, chicas~ —saludé con una sonrisa al alcanzar su posición—. Disculpad mi intromisión, es solo que he encontrado un par de monedas que parece que van en esta máquina y quería probar suerte —informé, mostrando una de las monedas que sujetaba entre mis dedos—. Pero después de vosotras, claro~ Contenido oculto quiero tener amigos (?
Karen Foster —Ah, hola —respondí al saludo de la muchacha, quien se había acercado hasta nosotras sin que lo notáramos. No recordaba su nombre, pero por su forma de hablar me pareció alguien muy amable. Le eché un vistazo a Celia que seguía tan ensimismada en el objeto que había obtenido que ni siquiera había reparado en que ahora teníamos compañía. Y por su expresión, intuía que no querría hablar por un rato—. Nosotras ya terminamos aquí, así que puedes usar la Máquina. Es sencillo, sólo pones una o ambas monedas y luego presionas el botón verde. Me aparté más del lugar para dejarle espacio y fue cuando reparé también en la presencia de la pelirroja. Al parecer, ella también tenía MonoMonedas para usar. Pero, lo que era más importante, me había ahorrado el ir a buscarla. —Perdona, eh... —Y como tampoco me acordaba de su nombre, me apresuré en sacar el libro para colorear del bolso y tendérselo—. Obtuve esto de la máquina y no soy buena con estas cosas. ¿Te interesaría quedártelo?
Evangeline Jones Fue cuestión de doblar la esquina para percatarme de una nueva presencia más, quien parecía que acababa de llegar justo en aquel mismo instante. Debía haber estado muy distraída como para no percatarme de su presencia, pero no me supuso ninguna clase de problema esperar hasta que me llegase el turno. Dado que las tres chicas se encontraban frente a la máquina decidí esperar apoyada en un estante no muy lejos de la peliazul, con la mirada fija en el suelo hasta que tuviese que moverme de allí. Pero para cuando comenzaba a acostumbrarme al silencio, sentí que alguien se acercaba hacia mí. Abandoné aquella postura acomodada para erguirme de nuevo, y recibí a una de las chicas, la super fotógrafa si no recordaba mal, aguardando por sus palabras en silencio. ¿Necesitaba algo de mí? "Perdona, eh..." Por un momento, pareció intentar adivinar mi nombre. Pero rápidamente al verse en un aprieto, comenzó a urgar en su bolso en busca de algo, desviando la atención. Su reacción, lejos de llegar a molestarme, me causó cierta gracia; desde luego, sabía bien cómo disimular. De un momento a otro extendió frente a mí un libro bastante peculiar, y dudé por unos instantes en cómo reaccionar. ¿Acaso me lo estaba ofreciendo? —¿Qué es esto? —pregunté, tomando el fino libro entre mis manos. Por lo que la portada citaba, parecía tratarse de uno de esos libros para colorear que solía usar tanto cuando aún era una niña. "Obtuve esto de la máquina y no soy buena con estas cosas. ¿Te interesaría quedártelo?" Su ofrecimiento me cogió desprevenida. No esparaba que aquella máquina tuviese algo como un libro para colorear, y menos que aquella chica, de entre todas las presentes, decidiera dármelo a mí. No recordaba haber revelado mi talento, pero a juzgar por la atenta mirada de la chica, supe que no había pasado demasiado desapercibido aquel pequeño lápiz que asomaba en mi bolso. O simplemente... el bolso en sí. Creo que era demasiado obvio. Parpadeé entonces, volviendo en mí al recordar que aún esperaba una respuesta de mi parte. —Oh, eh... Claro, cuenta con ello —acepté su ofrecimiento con una pequeña sonrisa, guardando el libro con cuidado en mi bolso. No me sería de gran utilidad, es cierto, pero suponía que por el simple recuerdo que me daba, merecía la pena guardarlo—. Gracias. Supongo que diste con la persona indicada, buena observación. Para ese entonces, la peliazul ya había acabado allí, y con un pequeño asentimiento de cabeza me encaminé hacia la máquina. La curiosidad por averiguar su contenido me estaba matando.
Alethea Ethans La máquina hizo un extraño ruido y tras un rato, una bola salió. Al abrirla, descubrí que en su interior se escondía... ¿una pistola? ¿En serio era una pistola? Primero el rastrillo y luego aquello... verdaderamente el destino debía estar bromeando. Cogí el objeto con cuidado y, al observarlo mejor, descubrí que era relativamente inofensiva, pues se trataba de una pistola de a. Podía resultar dañina, sí, pero no serviría para matar a alguien... esperaba. Suspiré y me alejé de la máquina para dejar paso a la otra chica, la super artista, si no me equivocaba. En cuanto al juguete... —¿No había un chico que era super mercenario? —murmuré, más para mí misma que para el resto de personas del lugar. Sea como fuere, me encogí de hombros y guardé la pistola de balines en el bolso, dispuesta a dársela al joven cuando lo viese en el edifico viejo, no perdía nada por intentarlo... Así, me quedé cerca de un estante mientras todas acababan con lo que debían para ir juntas hacia el edifico.
Karen Foster Me limité a sonreír cuando aquella chica acepté mi oferta. No me había equivocado con respecto a su talento y me alegraba que fuera a disfrutar del libro. Después de todo, no mentía al hablar. Era pésima en el arte. Y estaba a punto de preguntarle su nombre cuando centró su atención en la máquina expendedora, así que la dejé partir de momento. Luego podría saciar mi curiosidad. En eso, la otra muchacha regresaba con una pistola en las manos. Por un segundo me alarmé, pero pronto descubrí que no se trataba de un arma de fuego real. Aún así, su pregunta acerca de si alguno de nuestros compañeros era un mercenario me impactó. ¿En serio uno de los chicos tenía tal talento? ¿De verdad sería prudente dárselo? Intenté hacer memoria al respecto ayudándome con las fotografías que había tomado. Tenía en mi cámara registrados a cada uno de mis compañeros y, aunque desconocía aún la especialidad de algunos o no recordara sus nombres, pronto di con quien podría ser a quien se refería esta chica. —No sé si será un super mercenario, pero creo que es a él a quién tú buscas, ¿verdad? —Y le acerqué la cámara para que pudiera ver a un joven alto y delgado, de cabello negro y mechón rojo. Pero lo más particular de su aspecto era los colores de sus ojos, aunque ahora me daba cuenta que, a causa del ángulo con que la había tomado, su mirada se veía oscurecida por su flequillo—. Al menos su postura demuestra que se trata de alguien imponente y muy capaz. Sé que me crucé con él cuando llegué al hotel, pero ni siquiera quiso hablar conmigo. Por cierto, me llamo Karen Foster.
Alethea Ethans Mientras estaba esperando, una de las chicas se acercó a mí. La miré con curiosidad, pues se detuvo para buscar algo en su cámaro de fotos. La súper fotógrafa, ¿no? Poco después, me mostró una de las fotos diciendo que posiblemente ese era el chico que buscaba. Me fijé detenidamente en su rostro, concentrada y posteriormente asentí, mirándola. —Sí, creo que es él. Cuando estábamos en el aula, me fijé en que tenía algo colgado en el hombro y luego, en el manual, lo comprobé. Monokuma no se anda con bromas, ¿eh? —le dije, con una mueca—. Pero yo no tengo nada que hacer con esto y, en fin, no creo que vaya a matarnos con una pistola de balines, ¿no? >>Además, es el chico que iba a traer una escalera, ¿verdad? Por ahora no parece peligroso... —me encogí de hombros.
Celia Ackerman ¡Puag, menudo ascooo! Para esto había gastado una de mis preciadas monedas, para un insignificante estetoscopio. ¿A quién le importaban estas cosas? Esto era para quien lo supiera utilizar y por aquí no había de eso, ¿no? Al menos no recordaba que hubiera ningún hospital: supuestamente estábamos aquí para matarnos, no para andar jugando a los médicos. Qué desperdicio... Justo al salir aparecieron dos chicas: una parecía una estrella completamente, su mera presencia ya denotaba talento, fama. Iugh... qué horror. No podía con este tipo de petardas que se creían famosas por haber hecho un videoclip. ¡La fama hay que ganársela, y seguro que ella no se lo merecía! Encima andaba con una falsa amabilidad. "Disculpad mi intromisión ñiñiñi". Esa Alethea de momento estaría en mi lista negra, hasta que me demostrase que no se le iba a subir a la cabeza la popularidad. "Uy sí, qué bien canto, todo el mundo me conoce", podía leer en su cara. Niñata... Con un gesto con la cabeza desvié mi mirada y le quité mi atención, la cual no se merecía. Ahora me fijé en la otra chica, cuyo nombre no recordaba. Era la que le había dado una patada a la puerta al inicio, se veía muy... fuerte. No parecía temblarle el pulso en absoluto. Karen se despegó de mí para acercarse a ella y tenderle el cuaderno que había conseguido, para ver si ella lo quería, y así fue: lo tomó revelando su talento para la pintura y eso pareció calmarla en cierto modo. Sin embargo, aún había algo en ella que me impedía apartar la vista. —¡Hala tía, es un café de "Starbucks"! ¿Dónde te lo has comprado? ¡Yo quiero uno, así puedo hacerme una foto en la playa con él! Mira Karen qué guay, ¿no me digas que no quedaría genial en una puesta de sol? —le comenté a la fotógrafa para que fuese planificando la sesión. Desde luego no me lo pensaba tomar; quién sabe si era todo un truco y en verdad el café estaba envenenado... pero oye, para el postureo quedaría genial. A ver si la muchacha pillaba la indirecta y no me hacía tener que ir a por uno... >>Por cierto —murmuré ahora para Karen—, ¿por qué le has dado el cuaderno? No sé yo si es conveniente fiarse de los demás... —añadí algo desconfiada. Contenido oculto Holi, que conste que Liza me pidió ayuda para que no pareciese tan raro :c (? PD: Gabi te amo
Luego de que Karen le diese a Evangeline aquel libro para colorear, hubo un pequeño destello. Y de la nada, una especie de cristal apareció en manos de Karen. Era pequeño, no mucho más grande que las MonoMonedas, y era de color verde esmeralda. Tenía un brillo peculiarmente hermoso. —¡Felicidades Karen, tu primer Fragmento de Esperanza! —exclamó una vocecita a sus espaldas. Al darse vuelta, las chicas se encontraron cara a cara con Monomi, quien había acudido en cuanto apareció aquel cristal. —Los Fragmentos de Esperanza… antes de que llegara Monokuma, su tarea iba a ser encontrarlos relacionándose con los demás y llevándose bien entre todos —dijo Monomi, y bajó la mirada con tristeza—. Pero ahora… todo ha cambiado… por él… pero al menos, ¡aún pueden conseguir estos cristales! Sin mi bastón mágico, no puedo hacer mucho, pero… al menos puedo hacer esto… >> Los Fragmentos de Esperanza les servirán para las clases de juicio, les darán ciertas ventajas para intentar descubrir la verdad. Sé que no es mucho, y que sería fabuloso que nunca tuviésemos una clase de juicio, pero… es lo único que puedo hacer… sniff sniff… Y, tan rápido como había aparecido, Monomi desapareció. ¡Fragmento de Esperanza obtenido!
Evangeline Jones Regresé entonces sobre mis pasos, admirando entre mis manos el vaso de Starbucks que acababa de obtener de la misma máquina expendedora. No tenía ni la menor idea de lo que iba a hacer con eso, el café no era algo que me atrajera demasiado, y menos estando frío. Me fastidiaba haber gastado una de esas monedas en algo como esto, cuando podría haberlo obtenido de otra forma, probablemente, en la zona alimenticia del supermercado. Reparé entonces en las chicas que aún aguardaban allí, pensando en ofrecérselo a alguna de ellas o si no, dejarlo por ahí al alcance de cualquiera. Después de todo, entendía que nadie quisiera aceptarlo. Teniendo en cuenta nuestra situación, yo tampoco lo haría. Podría haber echado cualquier cosa ahí, y aprovechado el momento para envenenar a quien fuera o quien sabe. Agité mi cabeza, incómoda con esos pensamientos, y decidí quedármelo mientras tanto. Entonces, para nuestra sorpresa Monomi apareció junto a nosotras, y en las manos de Karen, un fragmento de cristal brillante. Parpadeé, intentando entender cómo había podido hacer eso, pero entonces el término de Fragmento de la Esperanza captó toda mi atención. —¿Y lo ha obtenido por entregarme ese libro? —indagué, reparando en el objeto, pero cuando alcé la cabeza para dirigirme hacia Monomi esta ya se había marchado. Las chicas tampoco parecían saber muy bien cómo reaccionar. Sin embargo, me mantuve expectante durante unos instantes, revisando todos los objetos que habían salido de la máquina. Volví a dirigirmes hacia ellas, meditabunda—. ¿No os ha parecido eso demasiado conveniente? La extraña moneda le otorgó el objeto, y al entregarmelo... Miré entonces a la peliazul, como si sus anteriores palabras me hubiesen dado la idea. Señalé entonces su pistola, y asentí. —Si no estoy demasiado errada, es muy probable que al entregarle esa pistola al chico que dices, obtengas un fragmento como ese. Y tú... —Me dirigí a la que quedaba, observando su estetoscopio—. podrías probar suerte dándoselo al super médico de preparatoria. Es como si esos objetos estuviesen representándonos a cada uno, de alguna forma... Sentí entonces las miradas de las tres, y mis mejillas se tornaron rojizas súbitamente. Desvíe la mirada, avergonzada, y agaché la mirada hacia el vaso entre mis manos. >>Supongo que estoy siendo algo conspiranoica... "¡Hala tía, es un café de "Starbucks"! ¿Dónde te lo has comprado? ¡Yo quiero uno, así puedo hacerme una foto en la playa con él!" La voz de la tal Celia, al reparar en mi café, me sorprendió. Parece que le hacía especial ilusión un café como este. Fruncí el ceño, dando un paso atrás abrumada ante tanta motivación. —Eso significa que lo quieres, ¿no? —inquirí, alzando una ceja a la espera de su respuesta. Después de todo, si ella lo quería yo no tenía ningún problema. Se lo tendí sin mucho ánimo—. Es todo tuyo entonces. No me gusta el café y... Bueno, si solo lo usarás para fotos, tampoco correrás un supuesto peligro. Me giré entonces hacia las tres, encaminando mis pasos hacia la salida. —¿Vamos? No queda mucho más por hacer aquí. Contenido oculto Gracias a la ayuda de Lucas no quedó tan raro xDDD Pero sí, le doy el café a Celia
Karen Foster Antes de que pudiera pronunciar palabra alguna, Usa... Es decir, Monimi desapareció tal y como había llegado. Desearía que ella y Monokuma dejaran de hacer gala de sus poderes, resultaba espeluznante el que aparecieran detrás de uno. Ni las puertas parecían poder detenerlos. Examiné aquel cristal a contraluz, maravillándome con su brillo. Era tan hermosa, nunca había contemplado una piedra tan preciosa como la que tenía en las manos. Y, si podíamos fiarnos de nuestra pobre profesora, sería de utilidad más adelante cuando alguien sucumbiera al homicidio. Debía cuidarlo a cualquier costo. Asentí en silencio antes las declaraciones de la chica pelirroja. Parecía ser que, regalando aquellos objetos obtenidos, conseguiríamos más de estos Fragmentos de Esperanza. Valía la pena buscar a esos chicos. —¿Me lo dices luego de quedarte con su café? —le pregunté a mi amiga mientras la enfocaba con mi cámara para una captura rápida. Luego señalé el vaso que sostenía—. De todas formas, el desconfiar de los demás no nos salvará la vida. Según Monomi, estos cristales demostrarían que nos llevábamos bien con los demás y yo obtuve el mío al obsequiárselo a la persona correcta. Pienso que mientras más de ellos ganemos, menos temores tendremos en que alguien cercano caiga en la tentación de matar, ¿no lo creen así? Del bolso saqué mi vestido y me lo coloqué encima del bikini, pasando de ir hasta el probador para vestirme correctamente. Aún cuando me hacía ilusión ir a divertirme un rato en la playa, teníamos asuntos más importantes que atender. Y Ziro nos esperaba en el Edificio viejo, al igual que El-alto-de-mechón-rojo. —Sí, lo mejor es ir con los chicos. Aunque me extraña que no regresara Monomi ya que Celia te aceptó el café helado...
Alethea Ethans Justo en ese momento, Monomi apareció delante nuestra para entregarle a Karen lo que había denominado como "Fragmento de la esperanza". Así qué no estaba tan equivocada... si le entregábamos algún objeto que sacásemos de esa máquina a la persona correcta, la que supiese utilizarlo, recibiríamos uno de esos cristales que nos serían útiles en las clases de juicio. Clases que inevitablemente acabarían sucediendo... Posteriormente, todas nos giramos hacia la pelirroja que explicó su teoría. Asentí con la cabeza durante toda su charla. —Tal parece que es así —dije, mirándola—. Así que nos vendrá bien usar esta máquina varias veces... Me incorporé y miré a las chicas con sus respectivos objetos. >>Entonces, si ya hemos acabado, nos vemos en el Edificio, los demás habrán esperado lo suficiente —en ese momento me giré hacia Karen—. Mi nombre es Alethea, por cierto, encantada~ Y tras aquella palabras, mis pasos se dirigieron con cierta rapidez hacia la salida.
Karen Foster Luego de esperar varios minutos por si Momomi aparecía de nuevo con otro de esos fragmentos, me di cuenta de que me había equivocado en mi suposición. Era eso o que el café helado debería haber sido para otra persona. Sin embargo, no tenía caso quedarse esperando allí, más aún cuando Alethea sabía quién de los chicos le iba mejor las armas y que Ziro seguía aguardando nuestra llegada en el Edificio viejo. Las otras dos chicas se nos habían adelantado, pero no importaba. Todas íbamos al mismo destino. Estaba acomodando mis pertenencias en el bolso cuando el monitor que reposaba en la entrada del supermercado se encendió. Y, a través de él, el oso Monokuma nos comunicó lo que debíamos hacer a continuación. Pero ¡ni siquiera me había dado cuenta de lo tarde que ya era! ¿Las diez de la noche? ¡Imposible! No comprendía cómo se me habían pasado tan rápido el tiempo... Aún así, y en silencio, nos encaminamos a la salida con dirección a la playa. No tenía idea de cuál podría ser el anuncio tan importante para reunirnos a todos en plena noche en lugar de mandarnos a nuestras habitaciones a dormir. Sea lo que fuera, lo mejor sería obedecerlo.
Celia Ackerman La noche empezaba a caer y antes de poder hacernos fotos debíamos investigar aquel extraño edificio desde donde habíamos sido contactados por Ziro, para investigarlo. Pasamos algo de rato en el supermercado hasta que, justo cuando íbamos a partir para allá, los monitores se encendieron repentinamente. Aquel oso panda de nuevo nos llamaba para un anuncio, sonaba realmente amenazante. Decía que acudiéramos a la isla central, a un parque, si llegábamos "vivo". ¿Debíamos temerle acaso? ¡Pero si parecía un peluche! Salí entonces del supermercado, entre confusa y molesta. Hacernos perder el tiempo de esta forma... ¡Y encima nos decía así por las buenas que por la noche no había agua! ¿Cómo me duchaba yo ahora? ¿Acaso iba a tener que bañarme en la playa? ¡¿Cómo me quitaba yo luego la arena?! Ugh... Esto no me gustaba. Aprovecharía mi paseo por la playa, de camino a la isla central, para tomar uno de esos walkies. Aquí serían nuestro único medio de comunicación, al menos... sustituiría al móvil.
Alethea Ethans Además del extraño anillo plateado, no parecía haber algo más de interés en el granero. Y hasta que Crow consiguiese unas ganzúas, ¿no habría algo más que explorar? Era extraño, tendría que haber pistas en otros lados también, esta isla no era tan grande. Mis pasos me dirigieron hasta el supermercado. Si lo pensaba bien, el arma tendría que haber salido de aquí, ¿no? —Vamos a investigar, entonces... Contenido oculto Nami Roronoa
Alethea, al llegar al supermercado, comenzó a andar por los pasillos del lugar. Al llegar al pasillo de misceláneos, sin embargo, se llevó una sorpresa al descubrir que no se encontraba sola; Monokuma se hallaba ahí, sentado sobre uno de los estantes con una sonrisa maliciosa plasmada en su cara. —¿Eh? Ah, Alethea… ¿qué haces aquí? —preguntó el oso—. Yo vine a hacer un poco de compras… debo prepararme para la ejecución al final del día, ¿sabes? >> ¿Acas… me estabas buscando? Upupupupu… ¿qué es lo que necesitas? >> Opción A: ¿Tú sabes quién mató a Aika? >> Opción B: ¿Qué es "El Suceso Más Trágico, Más Grotesco y Más Terrible de la Historia de la Humanidad"? >> Opción C: ¿Hay alguna pista aquí en el supermercado?
