Tochigi Shimotsuke

Tema en 'Prefecturas' iniciado por Amelie, 15 Febrero 2022.

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    Gigavehl

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    Kuroki Fusatada

    Intuía que el hecho de que fuese un niño, la mujer le naciera un interés y ternura por mí, tal vez esperaba cualquier nimiedad, pero vaya que ese no sería el caso. Aún así, no dije nada, seguí a la misma cuando se nos llevó a una habitación privada. Después de resolver mi duda, afirmé, tenía sentido.

    Una vez pasado el tiempo, Ukita se me acercó y cerré los ojos un momento, serio.
    —De todo menos cosas gratas y buenas noticias—. Respondí de la misma manera y lo invité a sentarse, una vez aceptada o no la oferta, me dispuse a contarle calmado y centrado todo el viaje desde que habíamos dejado Shizuoka tras la guerra...

    Así, aunque tal vez no sirviera de mucho los datos de Kaito, el lugar seguro de Rengo, las acciones de mi padre y demás. Decidí hacerlo, cierta persona tenía razón con no ocultar detalles relevantes a los que había confianza o debían contarse, si faltaba, al menos dejaba la semilla ahí.

    También conté sin problemas todo lo relacionado a Yamato, la pérdida de Nozomu pero también la inclusión de Momoka, el estado de Sho, la razón de nuestro arribo allí y todo lo que Matahachi y Rei habían hecho, la amenaza que representaban y como se nos encerró a lado de otras personas en Mito, cómo habían tomado el mismo (al menos lo poco que sabía) y como Rengo, disfrazado de Takeda, había engañado al mismísimo Emperador. Además de explicar sin tapujo alguno el estado actual de Hideyoshi y que prácticamente no se podía contar con él de ninguna manera...

    Llegados al punto actual, al arribo de la actual zona, me detuve unos instantes, reflexivo, como queriendo decir algo más pero aún no estaba seguro... Así que terminé por hablar.
    —Noté algo importante en Mito, algo que me mantiene muy preocupado, pero no sé cómo proceder, no es falta de confianza, Ukita. Necesito estar en terreno aliado para expresarlo. Mi intención es ir a Nagoya, desarmado poco y nada puedo hacer, tal vez pueda pedirle un favor a Yamamoto u otros conocidos de allí. O ir a Niigata, donde me parece fueron Takeda y el grueso del clan. Debo hablar con urgencia con él, o con otro, siendo este Kohaku... Y si no es posible, entonces visitar a una persona en específico en Nagoya. Pero cualquiera de las tres opciones son necesarias, como ves, Rengo se ha sacrificado por nosotros, pero temo por él...

    Después de una breve pausa, y sin haber dejado de hablar con un tono discreto, volví la vista a Ukita.
    —¿Que hay de ustedes? ¿Algo relevante?
     
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    Amelie

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    [Kohaku]
    El joven afirmó ante Kohaku, para después levantar la vista detrás de Hideyoshi una silueta se acercaba, no era amenazante, se movía con el mismo aura que desprendía Hideyoshi. Lentamente los pasos lo fueron alcanzando.

    —Mi... señor...— Era Reijiro, una de las seis montañas de Hideyoshi; el cual se desplomó frente a él, con su haori lleno de sangre, aun respiraba.

    [/QUOTE]


    [​IMG]
    Shukusha
    [Kuroki; Shiori; Momoka; Hideyoshi; Sho]

    Ukita escuchó con su calma habitual, sus expresiones no cambiaban, se mantenía atento a cada palabra —Entiendo que aun no puedas hablar de todo; pero agradezco toda la información que me has dado. Creo que con ello entiendo un poco al joven Rengo, su actitud de sacrificio entonces no fue una decisión tomada con su espíritu, sino con el puro estado de su mente, una obligación impuesta desde nacimiento. Nos ha regalado valioso tiempo a cambio de su libertad —mencionó preocupado, recordando como Rengo se movía y hablaba desde que lo conocieron en Shizuoka con Natsu —Entonces... fueron llevados de Yamato a Mito, y de Mito fueron abandonados aquí— recordó su encuentro con los dos sujetos a las afueras de Shimotsuke, y cómo Kiba los había llevado hacia la carreta —Por lo que me has contado, hemos visto a Matahachi y Rei antes de ingresar a la ciudad; Kiba siguió el rastro de sangre de Rengo, gracias a olfatear el mismo talismán que te dio a ti. Seguramente alguno de esos dos trae el talismán, y también yo he plantado un cebo para poder rastrearlos si era necesario —Ukita recargó su mano en el hombro de Kuroki y lo apretó ligeramente

    —Entiendo lo que es perder una katana tan importante—inició —Yo perdí la que representaba a mi difunta esposa; no ha sido fácil estar sin ella, me reconfortaba buscar en su brillo la mirada de mi mujer. Entiendo tu frustración —lo soltó para no invadir demasiado su espacio personal y su propio duelo el cual Kuroki estaba experimentando.

    Ukita después comenzó a explicarle lo que sucedió en Aomori; como en el camino consiguió un gran amigo y aliado en Rokujou, con quién ahora compartía confianza absoluta. Cómo ellos tuvieron que enfrentarse al padre de Ukita: Soreku. El cómo tuvieron que ir a las montañas Hokkoda para enfrentarse a un destino que Ukita había estado evadiendo, y cómo ambos habían salido victoriosos en una misión que se creía imposible de conseguir; ahora, Kuroki no sólo hablaba con el viejo guardia de Nara: Ukita Nagasada. Estaba frente al actual líder de los emishi; los clanes del Norte. Y con ello llevaba una cicatriz en el rostro, y una mirada distinta, revitalizada pero melancólica.

    Tras explicar que había sucedido a grandes rasgos en Aomori, Ukita procedió a explicarle lo sucedido con Takeda; cómo había perdido su brazo derecho en Sado ante Fuyu; y cómo gracias a la ayuda de Riku, se había planteado la posibilidad de un ataque en Nagano. Por lo que el clan se dirigía a ese sitio, esperando encontrar ejército enemigo.

    —No servirá de nada alcanzarlos con ustedes desarmados —mencionó Ukita —podemos ir a Nagoya; allí podemos intentar alcanzar a Hashimoto, quién se adelantó para ir en búsqueda de Togashi, Fuji, Masamune y Kojiro. Y así terminar de reunir al clan — mostró una ligera sonrisa — Lamento el tormento por el que han pasado; pero me alegra saber que están con vida, gracias a las palabras de Rengo.

     
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    Gigavehl

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    Kuroki Fusatada

    Escuché con gran calma las palabras de Ukita, no pudiendo evitar mostrar ligera sorpresa... ¿Habría sido suerte que viesen a Rei y a Matahachi? No podía saberlo, pero tal vez si, me preguntaba qué clase de cebo pudo haberles dejado para seguirlos.

    —Efectivamente, eran ellos... Y si, el sacrificio de Rengo fue admirable, pero fue por mera inercia a lo que tenía que cumplir. Confieso que no lo ayudé ni me desvivi por él para que esto acabase así... Pero, tal vez y el destino lo quería así. Tal vez no sea el Rengo que me habría gustado tener, pero no deja de ser mi amigo... No cambié ni acepté su vestimenta por nada...
    Eso era lo que más me pesaba, había dejado el blanco y el azul por él, portando ropas negras y rojas. No simbolizaba una aceptación a que tenía mi propia oscuridad y que, tal vez, algún día podría explotar de mala manera, si no también era un simbolismo de que había cambiado, había madurado... Era símbolo de la clase de empatía que tenía con Rengo, aún si habíamos tenido inicios tan distintos... Aún si Rengo tenía energía y yo no...

    Luz y Sombra...

    Tal como el Yin y Yang... En la oscuridad hay un poco de luz, así como en la luz hay un poco de oscuridad. Eso, fue por eso que había aceptado el cambio, y fue mi sentencia indirecta para haber cometido la locura que hice ante Kenzo.

    Haber fingido un cambio radical con tal de sacar a Rengo de todo eso...

    Aún me mantuvieran confuso y contradecido. Creo que esto me pesaba mucho más que la propia Masuyo o Natsu. Rengo había sido la primera persona al que le había dedicado horas y horas en darle una perspectiva completamente distinta de la vida, de la gente... De la clase de comentarios que había dado la primera vez en Kamakura a las que le dedicó a Kawa en Nagoya o inclusive a mí justo después de la muerte de su madre...

    Se lo había dicho, ¿No?

    Ese... Era mi amigo de verdad, y aún a pesar de todo esto, me negaba a dejarlo ir así como así.

    Tal vez genuinamente no podía abandonar este camino ya, tal vez no eran señales de que debía abortar, si no de que debía hacer algo más... ¿Pero qué? Aún ahora, sentía que me faltaba algo muy importante, y madurar, ser más fuerte o perceptivo y cauto no eran precisamente la respuesta...

    Fue que Ukita me tomó del hombro que le dirigí la mirada nuevamente y me comentó la empatía que sentía acerca de perder un arma tan valiosa e importante...

    Cerré los ojos cuando acabó, soltando una lágrima pese a la genuina calma que tenía encima. Claro que era un duelo... Uno que me mantenía algo cegado y confundido.
    —Gracias, Ukita... Como siento lo de tu caso, me alegra saber que no soy el único. Nozomu... Tiene incluso un peso simbólico por Masuyo, ella fue la que me recomendó el nombre, y últimamente pienso que solo fue manipulada... Perder mi katana no es solo perder la esencia o el símbolo el cual no dudo se burlen o utilicen de forma sucia, si no que también es perder de los pocos recuerdos de mi madre... Pero tampoco me puedo sentar y mortificar por ello... ¿Sabes? En cualquier momento podemos perder a un ser querido, a un amigo, una voluntad o incluso la esencia original de uno... Así es esto, no solo la guerra, si no también la vida. Si algún día vuelvo a ver a Nozomu... Siendo empuñada en mi contra, y debe ser destruida por mi mano... Que así sea, sé que mi madre y mi extinto clan no me culparía por ello. Después de todo, vale más la lucha que uno mismo hace aún pese a las adversidades, que detenerse a llorar por un objeto. Nosotros somos los que le damos el peso simbólico, y creo que está bien, si sirve como motivación, creo que es bienvenido. Es darle color a las cosas, señor Ukita. Es ser un artista de la vida...—. Dije realmente dejándome llevar por el momento, sonriendo hacia uno de los Minamoto con quién menos había convivido, no quería tumbar nada, solo compartir un punto de vista, y en ese momento me di cuenta que necesitaba esto... Desahogar un poco no solo frustraciones, si no incluso ideas, comentarios...

    Tal vez era el momento y el lugar, tal vez no. Tal vez estaba desesperado o tal vez había tenido bastante confianza con Ukita pues le había ayudado en el caso de Hidetoshi cuando Chikusa había sido asesinado... Jamás olvidaría ese día... Pero tampoco con quienes había iniciado ese caso, siendo parte de aquellos el mismísimo Natsu Gotho...

    Se veía tan lejano ese día ya...

    —Duele... Y mucho, si, pero no te preocupes, no me incómodas de ninguna forma, al contrario. Creo que desde hace tanto que necesito un poco de... Consuelo. —y reí un instante—. No dejo de ser un niño, por lo que veo...

    Luego centre mi atención en todo el relato de Ukita, desde su viaje personal hasta la actualidad... Incluido lo que Takeda había perdido pero también había ganado.

    A pesar de mi calma y mi seriedad, no pude evitar genuina sorpresa en algunas partes, siendo concretamente lo de Rokujou, la responsabilidad que ahora cargaba Ukita, el simbolismo de su cicatriz y todo lo que pasó Takeda en Sado, y la actualidad... Una que me pesaba.

    Una guerra en Nagano...

    Me pesaba porque ese tipo de eventos eran cruciales, tanto que faltar en uno solo sentía que era motivo de deshonor y no simbolizaba otra cosa más que decepción. Pero también tenía razón... Poco y nada servía ir sin armas y débiles, además, ya desde hace mucho que me había exigido demasiado, si no podía ir, no iría... Tal vez el destino estaba acomodando las piezas de manera extraña.
    —Será lo mejor... Inclusive que Kohaku vaya allí, quiero presentarle a alguien—. Dije, para mirar a Ukita y sonreírle.
    —No lamentes nada, seguimos vivos, tal vez no en el mejor estado, pero yo al menos seguiré peleando y levantandome las veces que hagan falta...

    Y llevé mi mano derecha a mi pecho, con la palma abierta.
    —Estamos luchando por un nuevo Japón, uno próspero y lleno de futuro... Masuyo quería eso, Kenzaburo también... Hasta Rengo. Muchos lo anhelan, Ukita, los Taira me han arrebatado todo, aún a día de hoy. Pero ni aún con eso me van a corromper ni a derribar. Mi lealtad no solo está con ustedes, si no con ese futuro, con la justicia. Y ya he aprendido lo suficiente para saber, que definitivamente puedo con esto, solo debo apoyarme con ustedes... Mi familia—. Dije, seguro y firme de dicha convicción, sonriéndole de manera radiante.

    Lo había jurado en la guerra de Shizuoka...

    Nunca jamás los Taira me derrumbarian, y así será...
     
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    Amelie

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    Ukita escuchaba la relación que Kuroki le explicaba, no habían estado en misiones juntos, por lo que desconocía el vínculo que Kuroki compartía con Rengo, entendía que eran amigos; pero no sabía que Kuroki lo sentía como un amigo muy cercano, recordando la amistad que había visto en Matsuda y Yamagata, o Takeda y Chikusa. También le explicó el por que perder su katana había sido tan importante, el recuerdo de Mao también parecía perseguirlo.

    —Los fantasmas de viejas amistadas siempre llegan a atormentar la mente en calma; por Mao ya no podemos hacer más que valorar su memoria, traerle respeto a su recuerdo y de alguna manera restaurar el honor perdido. En cuanto a Rengo, aun no es tarde; tal vez sus caminos vuelvan a cruzarse, así como lo planteas con Nozomu; pero siempre recordar que si bien, a un objeto se le puede someter a tu voluntad, a una mente no; o al menos no es lo adecuado —sonrió —Yo recuerdo que Yamagata y Matsuda peleaban constantemente; debido a que ambos son muy diferentes uno del otro; Yamagata siempre apelaba a su poder para hacer que Matsuda lo obedeciera; pero Matsuda nunca se doblegó; Takeda me contó que fue el odio de ambos contra Takeda lo que los unió —soltó una risa ligera, casi un murmullo — Cada quién es un mundo.

    Ukita continuó escuchando y reaccionaba con tranquilidad — Así es, siempre podrás apoyarte en nosotros; ya hemos pasado demasiadas adversidades juntos como para mantenernos separados ¿No es cierto? —afirmó — No hemos tenido el tiempo de detenernos a descansar, y eso nos hará más fuertes que el enemigo; pero si dejamos que el enemigo entre aquí —dijo colocando su mano en su sien —Nos ganarán. Es por ello que nuestra mente debe estar despejada, y si para ello debes llorar, llora. Si para ello debes golpear algo, hazlo. Cada uno de los miembros del clan tiene maneras de sacar sus frustraciones para no acumularlas en el interior, debes encontrar la tuya, la que te haga sentir bien.

     
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    Gigavehl

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    Kuroki Fusatada

    Me sorprendió ampliamente el dato de Yamagata y Matsuda. No tanto que se pelearan constantemente, uno por su posición y el otro por su voluntad y hasta orgullo. Si no que odiaran a Takeda... ¿Pero porqué? ¿Por sus acciones e historia, tal vez?

    Tal vez y ya tenía la respuesta pero por ahora no lo recordaba, igual reí con él, no me podía imaginar el contexto y el escenario en el que el odio de ambos se convirtió en camaradería. Así empecé a intuir que era la manera más efectiva de convertir un enemigo en aliado y hasta en un futuro en un amigo...

    Suponía que algo así había pasado con Natsu y Rengo, que más que odio, era la necesidad de sentirse amados, como el propio Rengo me dijo en Nagoya, suponía que por mi parte, el resentimiento que le tenía a los Taira por sus acciones, era lo que me hacía estar aquí sin dudar. Así como inclusive conmigo y Shiori... Yo estaba desolado y asustado por la masacre y Shiori estaba arrepentida, lo que gracias al arrepentimiento y al miedo, sumado a ambos compartir la desolación aunque fuese distinta, fue lo que ayudó de alguna manera a conectar y confiar aunque fuese un mínimo.

    Así, me quedé pensando en Shiryu... Incluso en cierta persona... ¿Que los habrá hecho confiar lo suficiente para hacer lo que hicieron? Tal vez era evidente, pero sentía que había una razón poderosa el cual no era tan sencillo de descifrar.

    —Sé que Yamagata se ha estado esforzando mucho últimamente, gracias a Kenpo Yoshioka, de Nagoya, supe eso, tal vez no sea descabellado pensar que podríamos volver a verlo... Me gustaría, solo pude verlo en el comercio y Dojo de Nara. Igual, no me sabía eso de ambos contra Takeda. ¿Porqué fue? Admito es algo que me sorprende—. Dije de la misma manera, para después afirmar a lo segundo.

    —Lo sé... Por eso me deprimió profundamente ver el estado de Hideyoshi... Siendo el hombre que conocí en Kamakura, no se semeja al actual, lo compadezco... Perder una obscenidad en tiempo récord es y siempre será arrollador, intenté reanimarlo, aunque fuese un mínimo, pero... O ya he perdido mi toque o no quiere escuchar, igual lo dejaré, sé que necesita tiempo para asimilarlo. Igual... Aún no sé cuál es mi manera de desahogar las cosas, hablar siempre es bueno, pero no me deja satisfecho, tampoco lo es entrenar, no me alivia al cien... O tal vez el hablar si lo sea, pues hablar temores, fracasos o hasta tormentos me hace sentir un poco mejor. Tal vez buscar algo de confort o una opinión ajena a algo, me alivie, pues no es la primera vez que confieso cosas y las hablo que, aún si no obtengo la respuesta que me gustaría oír, si que siento que lo puedo tener en cuenta para seguir creciendo como persona. No sé, jamás me había detenido a pensarlo—. Dije, reflexivo, genuinamente no lo había reflexionado.

    ¿Que me hacía desahogar las cosas?

    Luego miré hacía la ventana, ya había atardecido... En ese momento me puse a pensar lo que podría estar pasando en Nagano y Nagoya, suponiendo que Togashi y compañía estuviesen bien, a estas alturas, ya ni confiar podía... Solo rezar que estuviesen con bien y tranquilos, al menos.
     
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    John Whitelocke

    John Whitelocke Usuario popular

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    Soga no Hideyoshi 曽我秀吉

    Shimotsuke: cascada y alrededores

    Cuando el chico se giró y preguntó, pudo ver que lo hacía como si terminara de conversar con alguien más antes de disponerse a hablar con él. Sin su máscara, su rostro evocaba cierta serenidad nerviosa, cierto temple de un guerrero inocente como tímido. "Este chico podría ser un verdadero hitokiri si se lo propusiera, con su espada y temperamento, nadie lo vería como una amenaza, sería subestimado constantemente... y rebanaría a cualquiera que lo hiciese", pensó.

    —Kohaku-kun... no todos... pero sí algunos. Vengo del shukusha, podríamos—cuando fue interrumpido por la llegada de alguien más.

    Sus ojos se abrieron y sus manos empezaron a temblar. Había intentado cercenar sus emociones respecto de lo que había sucedido en Mito, pero eso ya no sería posible. Reijiro se hallaba ante él, el mayor de todos sus hombres.

    —Reijiro-san...

    "Significa esto que... no todos necesariamente murieron... puede que no... y Aoshi", pensó, mientras sus razonamientos se concatenaban con miedo y lentitud.

    —¡Reijiro-san! ¡Respiras con dificultad! Tenemos que llevarte de inmediato a la clínica, debes ver a alguien que pueda sanarte. ¡Kohaku-kun, ayúdame a llevarlo por favor!

    Las heridas del pasado seguían abiertas, pero una herida abierta era también una posibilidad.
     
    Última edición: 5 Abril 2022
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    Gigi Blanche

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    Kohaku Ishikawa
    Noreste de Shimotsuke > Clínica

    Quizá fue lo repentino de la intromisión que me tomó un par de segundos extra notar la especie de... vacío que ahora encontraba en el rostro de Hideyoshi. Jamás había llegado a tratarlo demasiado pero siempre se había mostrado como un hombre recto, sagaz y confiado de sus habilidades. Un hombre seguro de sí mismo. ¿Qué era, entonces, la falta de convicción que ahora había en él? ¿Qué había ocurrido?

    El corazón había comenzado a golpearme el pecho de un momento al otro, palpitando entre los huesos, la carne y la incertidumbre. La aparición del muchacho Ohara me había distraído lo suficiente de los fantasmas que, insistentes, como cuervos, rondaban y rondaban en torno a mi cabeza. El pequeño misterio que su existencia implicaba había aplacado la preocupación constante, el deseo silencioso, pero desesperado, de que aquellos a quienes buscábamos estuvieran bien.

    Que Rengo estuviera bien.

    Y la respuesta de Hideyoshi no consiguió aplacar la incertidumbre, si acaso encrudeció y me relamí los labios, dispuesto a preguntar, cuando una cuarta presencia se acercó entre la maleza. No lo reconocí, pero no era conmigo con quien tenía asuntos. Mi cuerpo se tensó tras observar su estado, aquel hombre se encontraba realmente herido y...

    Volteé el rostro hacia Hideyoshi apenas oí mi nombre con apremio. Asentí, fue automático y tuve que detener a mi cuerpo de cumplir con su demanda para girarme hacia el muchacho Ohara. Dioses, otra vez las cosas comenzaban a superponerse.

    —Volveré a buscarte bajo la cascada apenas pueda. Por favor, espérame allí.

    La solicitud cargó con la firmeza de mi voluntad y con la súplica, quizá, de un corazón que ya no desea otro trago amargo, otro plan frustrado, otras palabras en vano. Comprendía, sin embargo, que el asunto de Hideyoshi era más urgente, de modo que sencillamente hice lo de siempre.

    Cumplir las órdenes que se me encargaban.

    Le sonreí al chico Ohara, puede que fuera débil pero también honesta, y me apresuré hacia el hombre herido. Reijiro, ¿cierto? Me agaché junto a él, pasé su brazo tras mis hombros y con un impulso de mis piernas lo insté a incorporarse. Trastabillé, sin embargo lo reafirmé contra mí y empecé a caminar en dirección a la ciudad. Lentamente pude sentir cómo mis ropas se empapaban en sangre y recordé la piel de lobo, esa que llevaba a la espalda y que había abrigado a Rengo en Kamakura. Su propio padre lo había abierto en dos.

    ¿Y hablábamos de justicia?

    —No todos —repetí en cierto punto del camino, algo agitado, y busqué mirar a Hideyoshi sin detenerme—. Dijiste que no todos estaban aquí. ¿Quiénes vinieron?

    Porque insistía, repiqueteaba como el pico de un carpintero, como la comezón de una avispa y necesitaba saberlo. Necesitaba la esperanza de poder espantar a los cuervos.
     
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    Kaisa Morinachi

    Kaisa Morinachi Crazy goat

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    Momoka Ashikaga

    Expectante quedé por mis palabras a la espera de una reacción por parte de Sho, cosa que por un momento parecía que no llegaría y temí por haberle hecho enojar o incomodar, por lo que su sonrisa ligera me agarró por sorpresa que reflejé de manera clara, pero no exagerada.
    —Jejeje —solté sin cortes, calmada y con un ligero sonrojo, claro, quería molestarlo un poco y al final la que salió perdiendo fui yo. Supongo que solo quedaba seguir practicando~

    Por otro lado, las preocupaciones de Kuroki no demoraron en salir a la luz, era un chico bastante sincero y eso siempre me era agradable. Aparte, la preocupación respecto a la deuda que podría generar una comida solo demostraba aún más su valía: Viendo la integridad de los otros antes que su propia hambruna, reflejando su fuerte moral siendo honesto con sus preocupaciones antes de siquiera solo llegar y comer. Claro que logró robarme una sonrisa en extremo enternecida y amplia que ni se me ocurrió ocultar, me mantuve sosteniendo su mirada y antes de responder cualquier cosa el grupo de mujeres habló al respecto.

    Primero calma ambigüedad, casi me roban una sonrisa, pero al escuchar como las subestimaban miré a la oradora con extrañeza e intriga, para terminar con los labios separados con ligereza en un gesto de clara sorpresa, se notaba en mis ojos tan redondos como dos platos. Claro, las mujeres no siempre eran guerreras, pero yo misma era cercana a todo lo que se refería a medicinas y, por ende, calmantes, somníferos... incluso contraproducentes venenos: Cualquier comida era peligrosa, miré de reojo mi porción reducida casi a la mitad, sin sentir nada más que mi corazón preocupado por un ligero momento.

    Ya comiste, Momoka, no te preocupes ahora... En cualquier caso, las palabras de nuestra servidora lograron devolverme la sonrisa amplia a la boca y mis ojos brillaron con entusiasmo. ¡¿Podríamos pagarle con cualquier cosa?!

    —Jejeje... ¿Qué les gustaría hacer? —pregunté ladeando la cabeza, para luego comer otra porción ligera sin prisas—. Desde las artes musicales hasta las culinarias...— Sonreí de manera calma y sobria, mirándolas más bien de costado. No demoré en dirigir mi rostro por completo hacia a ellas, sonriendoles a ojos cerrados y con pudor, avergonzado, pero no por ello abatida—, no seré la mejor, ¡pero es trabajo honesto! Jejeje—. Y ahí volvió en mi una sonrisa más radiante, calma a de agregar, el sociego de saber que no estás haciendo ningún inconveniente.

    Mi real tranquilidad, aunque se vio interrumpida por la llegada de alguien, más bien un dúo, al local. Miré de reojo sin darles real importancia, no más de la necesaria. Se notaba que eran guerreros, fruncí el ceño, no parecían ser Taira... iba a ignorarlos, pero en una segunda mirada de reojo noté que miraba al grupo y, bueno, alguien precavido vale por dos, ¿no? Al menos en mi caso, así que decidí guardar silencio, cerrar los ojos y comer con calma mientras centraba mi atención en todo lo que era capaz de oír, buscando distinguir sus pasos de entre el resto de individuos. No parecían... alterados ni en extremo acelerados, pero se estaban acercando: Sabían a lo que venían, eso me trasmitían.

    "Nuestro líder nos envío a buscarles" Con las manos sobre los utensilios, sin ejercer mayor presión, afronte la mirada del forastero, nosotros también pertenecíamos a ese grupo, espero. Al inicio con el deje de intriga, pero no demoré en sentirme algo intimidada, por lo que la función del ceño varió en una expresión más recelosa que curiosa, líder... Soga no Hideyoshi, miré de reojo al hombre moribundo más en cuerpo que en alma. Estaba sucio, si, medio demacrado también... pero... seguía siendo un buen cuerpo, sin atracciones de por medio, claro, mero juicio de quién le a tocado remendar distintos músculos y reubicar algún que otro hueso.

    Algunas uniones empezaban a tener sentido, el bordado se iba tornando claro a medida que los distintos puntos empezaban a unirse, un panorama cada vez más diverso, pero aún descolorido y lejos de ser claro.

    Si algo logró quitarme la amargura del rostro fue la conmoción de Kuroki, otra vez logrando robarme una sonrisa llena de compasión y alegrías mezcladas, como si fuera capaz de sentir lo mismo que él sin mayores problemas. Era esa mera reacción la que hacía olvidar mis temores, segura de la naturalidad de la ajena. El chico me demostraba que la llegada de este dúo era buen augurio... Aparte, ¿no venían en nombre de Minamoto no Takeda? Fruncí con suavidad los labios al igual que el entrecejo, ¿quién era entonces el que se quedó allá en Mito? Mi rostro se entristeció, no importa el panorama, seguro era algo difícil de afrontar para la pobre criatura. Dar tu vida por los otros, para proteger a tu líder... El valor en aquello era incalculable, pero... no podíamos quedarnos sin "Líder", ¿verdad? Aún cabizbaja sonreí con amargura, me haría de cualquier pequeña esperanza para seguir teniendo energías, pues aunque las fuerzas físicas fueran primordiales, lo dicho, sin un corazón fuerte y una mente clara no llegaría más allá de lo que sería capaz cualquier otro ser vivo.

    Escuché entonces a Kuroki con atención, una que otra sonrisa, cuando se quiso marchar a hablar más en privado fruncí el ceño, claramente disconforme. Mientras escuchaba al chico había terminado por relajarme, apoyando mi mejilla sobre mi puño tranquilo. Me separé de él para cruzar con simpleza mis brazos.

    —No se pueden ir sin presentarse —regañe sosteniendo sin pudor la mirada del hombre con la cicatriz en el rostro, miré con un movimiento ligero de hombros al chico enmascarado y terminé sonriendo con picardía y sorna— Demuestren sus buenas costumbres —proseguí sosteniendo los ojos de quien se atrevía a ir con la cara destapada, al mirar mi plato en busca de algo más para beber o comer, hablé sin ese tono regañon con ligera fuerza, para concluir mis palabras con un hablar claro, monocorde, puede que frío y sobre todo serio, todo eso se reflejaba en mi rostro—, no dejen en vergüenza a quién sea su líder.

    Y tomé un sorbo de té. Sonreí y los seguí con la mirada sin mover nada más que mi cabeza y cuello, una sonrisa amplia y sosegada... Oh, una ligera sorpresa cubrió mi rostro en cuanto noté que el señor Hideyoshi comía sin dudar.

    —¡Jejejeje, me alegra verlo con energías renovadas, señor Hideyoshi! —sin descaro carcajé sonriente, no era mofa, solo genuina alegría, la sonrisa de cualquier niña divertida. Miré con cierta conmoción el vaso entre mis manos, las sonrisa se mantenía y la melancolía cubría con transparencia mi supuesta expresión alegre—. Me preocupara que no lo hiciera —sincere aunque fuera con un murmuro, tampoco buscaba ocultar mis pensamientos al respecto, pero era poco consciente de qué podría trasmitir la forma en que expresé esas palabras.

    Reí entonces ante las palabras de Sho, con ligereza.
    —¿Qué les pasa? ¿Por que deberían dudar tanto de la comida que les ofrecen?— Le miré con las cejas fruncidas con incomprensión, pero mi boca alegre era una expresión sincera. Volví a apoyar mi mejilla en mi puño, sonriéndole ladina al joven—. Uhmmm, supongo que tan solo eres un inexperto como Kuroki~ —hablé melodiosa, pero grave, buscando en realidad seguir mosqueado al joven Sho, qué decir, era divertido, ¿no? ¡Tenía que aprovechar estas pequeñas oportunidades! Apoyé mi mentón en mis ahora entrelazadas manos, mirando dirección a Hideyoshi—. Miralo a él, calló, comió, porque comprendió y confió...— La mirada sagaz no se apartó de mi, tal vez porque no quería divertirme como una niña, sino que más bien sacarle información al joven que tenía en frente—. ¿A qué le temes, joven Sho? —calmada y con la sonrisa amplia, ojos sagaces, pero sosegados, sostuve su mirada por pocos segundos antes de seguir buscando más aperitivos para poco a poco quedar satisfecha.

    Cuando el señor Hideyoshi se vio satisfecho por su cuenta, se disculpó con nosotros para retirarse. Con tranquilidad calma, sin sonrisa ni seriedad, observé en breve momento su condición... parecía reanimado, se alimentó... confiaría en que no haría ninguna locura.

    —Disfrute la tarde, señor Hideyoshi —sonreí a ojos cerrados entonces, soltando las palabras con una fluidez tranquila, pero sin perder los toques alegres en el tiempo de mi voz, eran palabras genuinas.

    Lo seguí un poco con la mirada, volví a mirar a Sho y el gesto me devolvió la sonrisa pícara, para luego voltear a hacía las señoritas con aires similares, aunque no demoré en ser genuinamente alegre y tranquila, ninguna segunda intención en mi observación y palabras.

    —¿Algo que les interese saber de mi persona, señoritas?
     
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    Amelie

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    Shukusha
    [Kuroki; Shiori; Momoka; Hideyoshi; Sho]

    Interior de habitación.

    Ukita sonrió ante la pregunta —Takeda se convirtió en maestro del sable cuando sólo era un niño; yo estuve presente en ese momento. Después, cuando volvió de Sado a Nara junto con Obata, seguía siendo un niño, uno que había arrebatado su primera vida, algo que lo cambió profundamente, cerrándose por completo a sus emociones. Ahora, imagina a Yamagata quién sólo es unas estaciones más joven que él; y a Matsuda, quién es mucho mayor a ambos. Tanto Yamagata y Matsuda fueron derrotados por ese niño, al que ahora debían llamar maestro —soltó una ligera risa —Lo odiaron por mucho tiempo, porque Takeda parecía un niño arrogante ante ellos.

    Después escuchó atentamente a Kuroki —Kuroki...—mencionó con seriedad para llamar su atención, pues parecía divagar en sus propios pensamientos —¿Crees realmente que necesitas una respuesta a ello? —le sonrió con tranquilidad; Ukita parecía haberse relajado un poco, el hombre completamente serio que conoció había cambiado —No siempre se necesita entender algo completamente, y eso se debe a que siempre estamos cambiando. Hoy podrías decirme que tu color favorito es el azul, y al pasar de las estaciones puede que esa perspectiva cambie, tal vez por el simple hecho de que viste una flor rosa, y te hizo feliz; y ahora tu color favorito es el rosa.

    Miró a Kuroki —No hay respuestas tajantes a todo lo que tiene que ver con nuestras emociones; quizás en este momento te este ayudando platicar conmigo, desahogarte aquí. Pero no por ello significa que yo soy el elemento que te ayude a ello, eres tu quién decide, son tus emociones, las cuales nunca son constantes... como el cambio de estaciones.


    Comedor

    Sho escuchó la pregunta de Momoka y bajó la mirada —Mi mayor temor ahora es una realidad —apretó el puño sobre la mesa, no golpeó ni apretó nada con él, era sólo un movimeinto que lo ayudaba a tranquilizarse —Se han llevado a Hina, he perdido todo por lo qué he luchado.

    Después las mujeres observaron a Momoka al escuchar la voz de aquella mujer —Tu alegría... no es común; no en esta mesa con tus amigos; no en Shimotsuke; en ningún lugar en Japón. De dónde viene ese... sentimiento
    Shimotsuke
    [Kohaku; Hideyoshi; Reijiro]
    El joven Ohara afirmó con un semblante de preocupación genuino hacia Reijiro —Esperaré —dijo sin más, acompañándolos hasta volver a oír la cascada mientras ambos corrían con Reijiro. Esta vez a velocidad hacia la clínica.



    [​IMG]
    Clínica
    [Kohaku; Hideyoshi; Reijiro]
    Entraron a aquel sitio, era pequeño; se sentía la frescura del aire gracias a las ventanas deslizadas, había un olor a alcohol y hierbas; un olor tranquilizador. Y frente a ustedes, se encontraba una mujer.

    [​IMG]

    Su mirada parecía desinteresada al verlos; pero su cuerpo avanzó con velocidad hacia ustedes, recargó a Rejiro en uno de los tapetes de paja que había en el suelo, mostrando la austeridad de aquella pequeña clínica; la mujer tomó un cuenco con agua; otro lleno de menjurjes y objetos variados y comenzó a revisar las heridas sobre el tapete de paja. Después inició con la limpieza, extrayendo de Reijiro puntas de flecha. Al parecer Reijiro las había rotó en su interior y dejado allí; deteniendo un poco la hemorragia pero propagando una severa infección.

    La mujer le dio un líquido blanquecido para que bebiera Reijiro; y lentamente el hombre se fue relajando hasta quedarse plenamente dormido; respirando con normalidad nuevamente. Ella no dijo nada, y siguió atendiendo a las heridas de Reijiro, con calma y precisión. Al terminar, limpió sus manos en el cuenco para después observar a cada uno, primero pasó su mirada por Kohaku, después por Hideyoshi; se levantó y buscó más objetos, extendiéndole a Hideyoshi una botella pequeña.

    Era sake, y por su olor; era sake barato.

    —No lo bebas, sólo huélelo —dijo por fin la mujer — Evitará que te desmayes... estás muy pálido.

     
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    Kaisa Morinachi

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    Momoka Ashikaga

    La actitud de Sho estaba lejos de liviana, así que dejé lo hilarante de lado un momento y lo escuché con una seriedad sencilla, al menos en una primera instancia. Fruncí un poco más el ceño al notar como se tensaba, seguro que empuñando sus manos sobre su regazo, yo misma lo había hecho un montón de veces, también conocí diversas maneras en qué la gente expresaba su irá o frustración. O era muy controlado, o en realidad Sho no era de esos que se permitían nublar por la rabia, puede que incluso no la sintiera con fuerza...

    O tal vez estaba en que había quienes la descargaban con otros, luego estaban los que la acumulaban, a los que les carcomia por dentro. No sabía decir con exactitud cuál prefería, ¿era siquiera válido elegir una sobre la otra? Lo que si era seguro es que Sho parecía ser sincero conmigo, no sabría decir si era por ser yo y mis acciones o en verdad se comportaría de similar manera con cualquiera del grupo. Cuál fuera la respuesta me limitaría a agradecer por dentro aquel acto, yo aún no me atrevía a revelar nada sobre mi.

    Escuché el nombre de Hina y arrugue la expresión, una batalla entre la tristeza, seriedad e intriga que se debatía en mis gestos. Posé mi frente sobre mis manos, una aferrándose abierta a la otra cerrada con fuerza, cerré los ojos, inhale hondo y suspiré con fuerza, pero de manera lenta y sin buscar ser sonora.

    Era cuanto menos una situación adversa, así que me tomé un par de segundos más en hablar, las molestias de encontrar las palabras correctas, aparte de gastar tiempo e que cualquier emoción que no sirviera se quedará rezagada en algún lugar. Ya tendría tiempo para llorar, ¿cierto? Espero.

    Alcé la vista, buscando los ojos del joven, ladee la cabeza y le sonreí amplio con los labios cerrados, mirada entornada y no había que ser experto para distinguir la tristeza en el reflejo de mis ojos. Ergui la espada como correspondía, manos posadas con tranquilidad sobre mi regazo, palmas extendidas, acercando tan solo un poco el mentón hacia mi cuello.

    —Te lo quitaron...— Una vez pude pronunciar las palabras sin tambalear, el valor para alzar la mirada y enfrentar al joven Sho volvió. Con calma y un hablar más bajo que el anterior, pero manteniendo algo de firmeza, proseguí con esa sonrisa peculiar respecto a la desalentadora vibra de la conversación—, la cosa que más querías, la robaron y ahora... ahora quién sabe que podría pasarle...— Al volver a mirar mi regazo, incapaz de pronunciar las últimas palabras viendo su rostro, la sonrisa se esfumó un poco. Volví a alzar la cabeza, sonriendo con algo más de determinación, buscando seguridad en mis propias palabras, tratando de ver las posibilidades más beneficiosas antes que la desagradables que solo nos deprimirian más. Estábamos faltos de información, así que no conseguíamos cosas productivas alarmandonos sobre posibilidades inconfirmables—, pero no lo has perdido todo...

    Miré mi regazo.

    >>Tienes una comunidad que gobernar, eres joven y me pareces alguien que, a pesar de todo, al menos tiene un temple de admirar—. Alcé el rostro, para sonreír con vergüenza a ojos cerrados, ladeando la cabeza y mostrando mi hilera de dientes por un momento—. ¡Tienes a Hina!— Y luego lo miré con más tranquilidad, un poco más relajada y con los labios reflejando eso en otra sonrisa—, no está a tu lado, no puedes verla... pero la tienes—. Cerré los ojos, con la sonrisa suave—. En tus recuerdos y corazón...

    Y no lo decía por sonar cursi, de cualquier forma, opte por tomar seriedad en cuanto miré a Sho.
    >>¿Qué sacarían los captores con matarla? Sería demasiado desagradable siquiera pensar en que la torturarían —mi expresión se arrugó en un claro rechazo de desagrado cuando dije eso, como si sintiera las situaciones que expresaba, aún con eso seguí encarando a Sho y hablando con seriedad, pero sin pizca de enojo. Más bien determinación—. Aunque no todos, incluso el enemigo tiene sus propios límites. Aparte...— Le sonreí—, ¿por qué quieren Hina? —otra vez seriedad—, ¿Porque es Hina o para manipularte a ti, que caigas en sus redes y cometas un error?— Devolví mi cuerpo a su eje, ya que me había inclinado un poco sobre la mesa. Manos sobre mi regazo otra vez, cerré los ojos con tranquilidad y seguí con un temple serio—.Si no nos mataron desde un inicio, es porque somos bastante irrelevantes, que ni una amenaza les significamos... O porque, por algún motivo, les somos de utilidad estando vivos— Y tras sostener su rostro con seriedad al decir eso último, sonreí zorruna, así lo sentía—, si es lo último, tenemos que despejar la incógnita de por qué le somos útiles... más tú y Hina que yo, claro —solté eso con resignación y una voz monótona desalentada, desviando la cabeza a cualquier lado con los ojos cerrados, reflejando cierto rechazo que me causaban mis propias palabras—. Como sea —suspiré tras esas palabras—, no te rindas, Sho —comenté eso sonriéndole con esa mezcla de melancolía, mi voz salía como gotas de rocío. Mis manos se extendieron sobre la mesa, esperando por inercia encontrar con las suyas—, porque... Bueno, ahí podrás tú buscar el motivo —dije resignada, sin perder la sonrisa a pesar de haber desviado la mirada con algo de vergüenza—. Quería darte a entender eso, solamente, que no todo está perdido a pesar de que la adversidad parezca superarnos por mucho... Seguro Hina esperará que la rescates hasta el último de sus suspiros— Había apoyado mi mejilla sobre el mentón, sonriendo como tonta otra vez—, lo más que puedes hacer es intentar igualar esas espectatibas y esperanzas—. Pasé de la vergüenza y las sonrisas nerviosas a una expresión más determinada, una sonrisa segura—, por eso digo que no lo veas como un caso perdido... tan solo te a tocado superar un gran reto, al que no estabas preparado...

    Miré con melancolía mi regazo, sonriendo suave... Suspiré como si se me fuera por completo el cuerpo en ello, claro reflejo de todo lo que cargaba sin saber...

    —Y dudo que alguien pueda reemplazar nunca a Hina, el amor que le tienes y todo lo que significa para ti... porque las personas son irremplazables —sonreí otra vez con mis hileras de dientes y el ceño fruncido con pudor, extendiendo otra vez la mano sobre el mesón por si la quería tomar, que se yo, otra vez era un actoreflejo—, pero por eso mismo eres independiente a Hina. El dolor podrá ser inmenso— otra vez miré mi regazo con esa sonrisa tranquila, pero carente de alegría—, pero a mí, por lo menos, no me gustaría que lo enfrentaras solo... No estás solo, Sho, por ahora no—. Sonreí otra vez de manera amplia, con mi hilera de dientes y ojos cerrados, mostrándole esa sonrisa a Sho—, yo acompañé a Hina en su momento —segui con tranquilidad, para apoyar mi mejilla sobre mi puño y ahora sonreírle con más confianza y seguridad el chico—, ahora puedo acompañarte a ti...

    Todo lo que sea necesario, hasta que encuentre mi lugar otra vez, cuando el deber me llame y tenga que optar por mis propios tesoros. No había necesidad de separarse aún con eso, en cualquiera de los casos.

    Una última sonrisa, reflejando así mi propio sosiego y estoicismo, tras haber paso por una variedad inagotable de dolores, expresiones y colores.

    —¿Uh? —miré a las señoras cuando me llegaron con su pregunta... "Tu alegría... no es común; no en esta mesa con tus amigos; no en Shimotsuke; en ningún lugar en Japón..."

    Ni eran mis amigos ni nunca caí en cuenta lo realmente raro que podría ser esa forma de ser que cargaba. Lo acababa de mostrae con Sho, tenía seriedad, tristeza e incluso rabia dentro de mi... pero ante todo, incluso sin alegría, una sonrisa prevalecía.

    Anonadada por unos segundos, reflejado en mi expresión, solté sin medir palabra lo primero que pasó por mi mente.

    ¿De donde venía?

    —¡Del cariño de mis padres, claro! —exclamé como si fuera lo más predecible del universo, de todas formas no demoré en reír suave, por mera vergüenza—. Jijiji...—. Me erguí con rectitud, pero sin parecer tensa, es más, estiré más de lo normal mi cuello dejando la cabeza por dentras de mi espalda, apretando la tela del kimono que quedaba sobre mi regazo.

    La mirada media huidiza, el so rojo y otras cosas expresaban mi nerviosismo, que más allá de querer ocultarlo o no, se notaba de todas maneras. Reflejando así que me habían colocado en una situación incomoda para mi persona.

    —Provengo de Maebashi, dentro de la prefactura de Gunma —tras soltar eso con claro pudor, mirando a las servidoras, pude deshacerme del nerviosismo y seguir hablando con más tranquilidad y seguridad. ¡Lo solté, ya no había vuelta atrás! Apoyé mi mejilla sobre el regazo, hablando a ojos cerrados—, hermosa mi tierra, nací y me crié en ese lugar— Miré de reojo a las mujeres, recargando la sonrisa sosegada y ahora confiada hacia mi lado derecho...—. No tengo hermanos ni hermanas —comenté mirando a Sho, frunciendo el ceño con resignación, pero la sonrisa calma al igual que mi voz se mantenían—, ¡pero si varios conocidos a los que quiero un montón! —solté más enérgica y se me iluminó el rostro, la magia que provocaba Kenta, imagino—. Aunque algunos son tan irremediables —hice una boca de pato, murmurante, mientras fruncía el ceño en una actitud que, sabía, era infantil.

    Pero, como fuera, pasé al siguiente tema...
    >>Mi mamá es médico, trabaja en la clínica de Maebashi, ¡la admiro un montón! —expresé reflejando la alegría y entusiasmo de mis palabras en mi expresión—. De chiquita le regaba las plantas del lugar, esa fue mi labor por mucho tiempo y variedad de amigos me ayudaban de vez en cuando, haciéndome compañía o ayudándome a cargar el agua... Kenta sería el más relevante —arrugue la nariz al mencionarle, sonriendo rozando la sorna—. Lo quiero mucho.... Ufff —suspiré agotada, tan solo por imaginar que podría estar malherido o de frentón muerto—, ahora trabaja para el escuadrón armado de Maebashi —traté de seguir con la sonrisa, cosa que no se me dificultó tanto...—, lo admiro tanto como a mi madre, ambos superaron varias adversidades para ganarse el lugar que tienen, Kenta de momento solo es un guerrero más...— la melancolía de me coló un breve segundo en el rostro, pero no demoré en soltar un comentario en extremo desagradable, pero con la sonrisa de oreja a oreja y más clara que nunca—, ¡pero mientras no se muera, seguro que logra escalar! Tengo esperanzas fuertes en él, me ha demostrado su valía día tres día, mejorando y madurando desde que éramos pequeños...— Cerré los ojos, mentón sobre manos entrelazadas, al decir eso, logrando así recordar los colores y formas de nuestros recuerdos del pasado...— Ufff... en verdad espero verlo pronto...

    No indagué más en ese sentimiento, porque sabía en qué podría desencadenar. Así que decidí revelar el último dato importante.

    >>También soy la sirviente consentida de Ashikaga no Seizo...— La sonrisa ladina estaba llena de valor, calma, pero reflejaba que era consciente del peso de esas palabras, si es que conocían al jefe de la prefactura, claro.— Aunque eso no me da casi ningún beneficio —dije sin prisas cerrando los, fingiendo estar indignada—. Igual puedo probar a pedirle ayuda en tu problema respecto a Hina... ¿Tienes un lugar al cual volver, Sho? —expresé lo último sonriente, pero con la preocupación reflejado en mi ceño fruncido—. Porque a mí no me importaría arrastrarte~ —por poco y ronroneo con eso último, sonriendo amplio y con los ojos entornados con levedad.

    Aparte, ese desgraciado en Mito había dicho que querría hablar con mi padre, ¡tenía que hacer algo al respecto! No quería ser su punto débil, pero era incapaz, también, de impedirle lo imposible. Yo podría ser para mi padre lo que podía ser Hina para Sho, así que debía actúa rápido, informarle al menos que me encontraba sana y salva de momento...

    ¿De quien me podría fiar para hacer llegar ese mensaje? Yo misma era una opción, pero... ¿Sería prudente volver a Maebashi si los Taira tienen sus ojos puestos sobre la ciudad y mi padre? Porque una cosa es que esté a salvo ahora y otra es volver a caer en sus garras solo por querer confirmarle a mi padre que me encontraba sana y salva...

    Confianza... debía confiar en que mi padre y, claro, madre estaban seguros de mi valía, que no se creerían mi muerte hasta verme en persona y que podrían valerse más de lo que esperan de mi, que de lo que los Tairas quisieran hacerle creer.

    Con esa divagaciones, sin mirar un punto en especial, me sumi de momento en un silencio bastante absoluto.

    Una seriedad incomprensible, incapaz de reflejar cualquiera de mis divagaciones en mi rostro que perdía la expresividad al momento de divagar.
     
    Última edición: 9 Abril 2022
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    Amelie

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    [Kuroki; Shiori; Momoka; Hideyoshi; Sho]


    Comedor

    Sho no parecía reaccionar a las palabras de Momoka, ni a su tacto; escuchaba pero sus ojos estaban perdidos en un punto sobre la mesa —Gracias —logró decir, pero su garganta se había cerrado, sabía algo y no parecía querer hablar sobre ello, evitando ahondar en el tema.

    Después Momoka habló con la mujer que le preguntó de su alegría, haciendo que las demás se reunieran a escuchar su historia.

    —¿El señor Ashikaga no Seizo? —mencionó una mujer que parecía ruborizarse ante aquella mención —Un soltero muy codiciado.

    —Y acá tendremos a otro —mencionó otra mujer aun más joven mientras se sentaba a un lado de Sho —La señorita ha mencionado que tiene una comunidad que gobernar. Y viendo su estado puede que sea una a la cual ya no pueda regresar. Puedes quedarte aquí.

    —La señorita Momoka me ha ofrecido seguirla—dijo a la mujer sonriente que se había sentado a su lado, ella borró casi al instante esa sonrisa con las palabras de Sho, quien levantó la vista de la mesa hacia Momoka — Porque no puedo quedarme sin hacer nada por Hina.

    La primera mujer que le preguntó a Momoka sobre el motivo de su alegría, se giró ante Sho; mostraba mucho más calma y seriedad que la mayoría de las mujeres presentes que se había quedando cuchicheando sobre Seizo — ¿Qué le ha sucedido a esta tal Hina? —preguntó mientras la mujer que había escoltado a Kuroki y Ukita regresaba al salón.

    Sho volvió a bajar la mirada —Creo que está en camino a Kioto, junto a Miura no Shoko.

    El lugar se calló con esas palabras; las miradas de las presentes se tornaron de seriedad absoluta, cayendo sobre la mujer recién llegada.

    —Entonces su estado físico es por lo sucedido en Ibaraki...— mencionó la mujer a la que todas miraban; al parecer las noticias llegaban rápido; pero en el caso de Kuroki, Shiori, Sho y Momoka, no era sólo Ibaraki, era una avalancha desde Yamato — Aquí en Shimotsuke, entendemos el dolor de perder seres queridos a manos del clan Taira.


    Mori El nombre de su hermana es Hina :P no Hana
     
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    John Whitelocke

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    Soga no Hideyoshi 曽我秀吉

    Shimotsuke: clinica

    En el apuro y nerviosismo de la situación del traslado de Reijiro, Kohaku lo interrogaba mientras su ropa se manchaba de sangre.

    —Estás a punto de verlos, Kohaku. Shiori... Kuroki... ahora te los encontrarás, ¡no trastabilles!

    Era notorio que Hideyoshi estaba muy nervioso y sobrepasado. Sus emociones volvían a encenderse, pero eso no significaba que estuviera bien realmente, ni que su juicio fuera claro como el agua cristalina.

    Una vez en la clínica la mujer atendió a Reijiro de inmediato. Sabía muy poco de medicina, pero no quedaba más que confiar. Pero más allá de todo, lo sorprendió mucho más que haya ignorado a Kohaku, pero le haya ofrecido sake a él.

    Miró a Kohaku, en un momento de incomprensión, como pidiéndole explicaciones al chico, pero era obvio que él no las tenía. Hasta que la mujer le dijo que no bebiera, que solo oliera.

    "Perfecto, ahora entiendo más", pensó, irónicamente.

    La mujer siguió hablando, y Hideyoshi entendió que se trataba de una atención para él.

    —Estoy bien, solo cansado.

    En principio iba a rechazar la orden, pero la mirada de la mujer resultó ser persuasiva. Atinó a beber, pero claro, no era eso lo que debía hacer. Así que olió, respiró ese líquido con ahínco y fuerza. ¿Tanto se había desgastado su salud? ¿Tan mal se encontraba?
     
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    Kaisa Morinachi

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    Momoka Ashikaga

    No alteré el fluir y resonar que tomaron mis acciones, pero admitía que el rostro inexpresivo de Sho me desalentó por dentro. Al menos su escueto "Gracias" me sirvió como indicio de que, en una de esas, mis palabras no ocasionaban más pesares sobre sus hombros. Me quedaría con eso, esperaba que de crear algún inconveniente fuera capaz de decirmelo, aunque para eso primero debería ganarme su confianza. ¿Lo estaría logrando? Era esencial poder trasmitirla cuando eras médico, a pesar de que todos quieren sanar, algunos prefieren evitar cualquier intercambio ya sea por orgullo o temor, estancándose en su proceso de curación: Era mi labor poder enfrentar ese tipo de cosas... Aparte, entre todos los peces gordos de Japón, Sho podría ser un joven Koi, ¿no? La idea me ensanchó la sonrisa hacia a un lado, con sutileza y de una manera efímera, me regodeaba que las personas confiaran y me admiraran, para que negarlo, por eso quería dar lo mejor de mi. Quería lograr grandes cosas, por deber, pero también porque quería cumplir...

    Observé como las mujeres se iban aglomerando, visualicé las caras nuevas sin prisas y de reojo, en silencio sin ninguna expresión en especial, me abrumaba un poco tener tanta atención encima, esto podría deberse al cuidado que le ponía a mis palabras, cuanto más personas escucharan, más relevante sería la información... más personas me conocerían y, en primera instancia, sería juzgada por lo que dijera, aparte de siempre temer revelar información de más. No quería comprometer a otros por mi torpeza, pero arriesgarse era, en mayoría de ocasiones, necesario, sobre todo para los inexpertos. Puede que al final si aprendiera variedad de cosas a la mala.

    Fruncí el ceño con seriedad un momento, pero luego con extrañeza al enfrentar las palabras de una mujer ruborizada, terminé por sonreír con el regocijo haciendo palpitar mi corazón, la expresión si que era jocosa. Apliqué un poco de teatro, en base a movimientos fluidos y gentiles, coloqué mi mentón sobre mis manos entrelazadas y a ojos cerrados hablé con seriedad y calma.
    —Aunque ni los mayores tesoros parecen atraerle—. Fijé mi mirada sobre la mujer, mostrando mi hilera de dientes con una gracia zorruna—, aun con esa tozudez, hay rumores que podrían servirle a cualquiera de las pretendiente—. Y cerré los ojos, ahora con una seriedad algo altanera, de niña caprichosa—, pero creo que esa información podría vales más que un simple almuerzo...

    Demoré en recapacitar que había tachado de simple el acto desinteresado, en general, de nuestras servidoras. ¡No había caso! No me detendría a titubear solo para corregir un desliz. Aparte, la conversación giró su enfoque hacia Sho, así que yo también le miré y fui intercalando miradas con quienes comentaban o reaccionaban al acontecimiento que se estaba dando. No demoré en fruncir el ceño con ligereza, pues una de las mujeres, a quien se le notaba vibrante de juventud, se acercó bastante a Sho, llegando al punto de acomodarse a su lado. Mira, no me importaba qué hiciera o dejara de hacer ella o el chico respecto a ligues, pero juzgando por el poco tiempo que llevaba de conocerlo y su situación actual... dudaba que esa cercanía se le tornara grata.

    Puedes quedarte aquí... Miré con seriedad e l intercambio, aun con el mentó sobre mis dedos entrelazados. Más allá de las intenciones de la chica, mi expresión nacía debido al peso que le tomaba a sus palabras. Quedarse en Shimotsuke sí que era una opción, era un lugar agradable al menos y podría servirle para reponer fuerzas. Destensé el entrecejo cuando habló Sho, interesada, para luego mirar algo escéptica su rostro serio y luego mostrarme en una sorpresa silenciosa por las palabras con las que concluyó su respuestas. Era... hermoso, entre todos los sentimientos que me hicieron aflojar el agarre mutuo de mis manos, la alegría de verle querer seguir luchando y la calma de saber que, hasta cierta medida, confiaba en mi me hicieron sonreír amplio con los labios sellas, entornando los ojos con claro gozo. De seguro se me tiñeron las mejillas y todo, pero reflejo de mi corazón emocionado. Igual le admiraba, no tanto como Kuroki, pero saber que podía viajar con él me entusiasmaba un montón.

    —Parece que te he ganado —comenté sedosa, tranquila y arrulladora, mirando a la chica que se había amurrado con esa expresión zorruna—, tendrás que esforzarte más para la próxima~... Jijiji —solté cualquier tención con una risa avergonzada. Me divertía, claro, pero no por eso dejaría de avergonzarme actuar fuera de lo que yo u otros esperarían de mí, incluso si la gran mayoría de los ahora presente me conocieran poco y nada.

    Otra vez se rompió mi vibra risueña y juguetona cuando la que parecía ser la jefa del lugar hablo... qué le ocurrió a Hina. La preocupación hizo cerrar mis ojos, dejando una vez más mi mentón sobre las manos entrelazadas, teorizando para mis adentros, pero a la vez tratando de no visualizar nada, no quería ser capaz de ver, aunque solo fuera una ilusión o delirio, el sufrimiento de Hina en manos del enemigo. Apenas noté la voz de Sho alcé el rostro, lo miré sin temor a reflejar toda mi preocupación en el rostro, era una expresión preocupada cuanto menos, pero no rozaba las lágrimas, no por ahora. Era peligro ir a Kioto, así que tendrías que confiar en que no la matarían hasta saber qué hacer y en quiénes apoyarnos para lograrlo... enrabiaba como cada una de esas esenciales acciones valían valioso tiempo, momento que no quería que Hina tuviera que soportar con los Taira. Más aún teniendo en cuenta que varios otros podrían llegar a ser tan perversos como Rei...
    Era horrible saberlo...
    Pero entonces la conversación se vio interrumpida por la aparición de otra mujer más, volteé a mirarla más bien de costado, con la típica intriga y ligera sorpresa, pero la desconfianza tornaba mis expresiones ariscas, la cara de alguien preparada para la batalla. Claro, decía palabras agradables para quién quisiera cualquier apoyo, pero lo que me incomodaba era su llegada repentina y que, en cierto modo, pareciera haber estado escuchándonos desde antes. Por algún motivo, pueda que más bien temor, la mujer me generaba rechazo. Apreté los labios, conteniéndome de soltar cualquier tontería.

    —Deberías presentarte, antes de cualquier otra cosa...— Encaré su rostro con seriedad, hablando monocorde y sin tener necesidad de alzar mi voz, aunque eso no significara que estuviera murmurando. Luego volteé hacia el frente, donde estaría Sho, a ojos cerrados—. El dolor de perder a un ser querido podría compartirlo con cualquier con cualquier otro herido—. Le miré otra vez de reojo—, incluso los propios Taira...—

    Enderecé otra vez la cabeza sobre mis manos y exhalé por la nariz, suave, para calmar cualquier nervio y encontrar las palabras precisas. Opté por levantarme para brindarle una reverencia a las mujeres que nos habían atendido.
    >>Muchas gracias por su hospitalidad —sinceré, sin tener alegría en la voz y mucho menos empalagarla, pero espero que la seriedad al menos reflejara mi respeto. Miré seria a Sho, ya erguida y de pie con las manos sobre la cintura. Iba hablarle con seriedad, pero al final el amor me pudo y ladee la cabeza, sonriéndole amplio y relajada, con la ligera vergüenza frunciendo con levedad mis cejas—. ¿Terminaste de comer...?— Y volví a encarar a la mujer recién llegada, con todo mi cuerpo girado hacia ella y los brazos cruzados con firmeza—. Porque nos queda mucho por hacer y aclarar.
     
    Última edición: 9 Abril 2022
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  14.  
    Amelie

    Amelie Game Master

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    Shukusha
    [Kuroki; Shiori; Momoka; Rokujou; Sho; Ukita]

    Comedor

    Las mujeres reaccionaron con risas a las palabras de Momoka, no burlonas, eran un tanto pícaras; pero no ahondaron más, tal vez ellas sabían de antemano que buscar un hombre de alta cuna era un sueño ridículo. También la joven junto a Sho soltó una risa cuando Momoka mencionó que le había ganado, no había envidia en su rostro, era un juego agradable entre las mujeres, uno que tenía límites que no excederían.

    Luego Momoka habló sobre presentarse y aquella mujer que parecía demostrar liderazgo sobre el resto, sonrió al escucharla —Ninguna mujer en Shimotsuke tiene un nombre; somos una unidad. Respondemos al unísono.

    Sho afirmó ante la pregunta de Momoka para que ella se volviese a dirigir a aquella mujer.

    [​IMG]

    —¿Qué necesitas hacer y aclarar?— le sonrió —Mejor déjame adivinar un poco ¿Quieres? —se acercó a la mesa —¿Qué hacen rehenes del Imperio en este pequeño pueblo? ¿Por qué sus cabezas no están en una estaca o sus cuerpos en una zanja? ¿Qué los hace tan... especiales cómo para ser liberados?

    El ambiente se tensó un poco. Y ellas estaban armadas.

    Mori@Alisse Madness madarauchiha



    [​IMG]
    Clínica
    [Kohaku; Hideyoshi; Reijiro]
    La mujer negó —No lo estás; pero lo estarás. El cansancio es siempre subestimado— mencionó mientras colocaba un paño húmedo en la frente de Reijiro —El cansancio también puede matar a un hombre; puede llevarlo a una muerte segura. Yo no puedo hacer más por ti; pero deberías dormir un poco —miró a Kohaku —Cuidaré de su amigo —dijo refiriéndose a Reijiro— se ha desmayado, le daré de comer cuando despierte y lo mantendré hidratado para que se recupere pronto —volvió la vista a Hideyoshi —El color regresó a tu rostro. Al activar tus sentidos comienzas a vivir nuevamente. Si gustas puedes beberlo; pero no es de buena calidad.

     
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  15.  
    Gigi Blanche

    Gigi Blanche Equipo administrativo Game Master

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    Clínica > Cascada

    Comprendí el apremio de Hideyoshi, incluso que mi pregunta le resultara impertinente, de modo que simplemente retuve la información. Un peso me hundió el pecho, fue inevitable. Me aliviaba muchísimo que Kuroki y Shiori estuvieran a salvo, pero eso no quitaba que... que aún había personas perdidas en el camino.

    Llegué a la clínica con los sentidos un poco embotados, la mujer que allí atendía se encargó del conocido de Hideyoshi de inmediato, incluso le alcanzó algo de sake a él para calmar los nervios. Le sostuve la mirada el breve momento que la posó en mí, y cuando simplemente me descartó supuse que había aprendido muy bien a cumplir mi papel.

    Demasiado, incluso.

    Seguí los movimientos de la mujer en silencio, su larga cascada azabache deslizándose por el espacio. Nos aseguró que cuidaría de Reijiro y asentí, volteando hacia Hideyoshi. Suponía que... ya no era necesario allí, ¿verdad?

    —Señor —busqué llamar su atención en un tono de voz bajo—, ¿nos encontramos más tarde en el Shukusha? Con los demás. Aún hay algo que debo hacer.

    Le concedí una sonrisa de labios cerrados, asentí brevemente con la cabeza y le agradecí a la mujer antes de salir de la clínica. Lo pensé un momento y me decanté por regresar, primero, junto a la cascada. Quería volver a hablar con la señora de la herbolaria también, pero preferí acudir a quien estaba esperándome.

    Repasé los alrededores con la vista, en busca del chico Ohara, cuando oí a Chiasa chillar y trepar hasta mi hombro.
     
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  16.  
    Gigavehl

    Gigavehl Equipo administrativo

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    Kuroki Fusatada

    No evité soltar una risa divertida ante el comentario de Ukita sobre el breve relato de Takeda y lo acontecido con Yamagata y Matsuda, eso explicaba muchas cosas. Recordaba esa parte de la historia, y después del relato de su retorno a Sado, aún más, había pasado algo del que por primera vez no sabía si habría sido bueno haber sido parte... Menos mal todo había salido bastante bien.

    Luego miré a Ukita mientras decía todo lo demás, sin dudas... Era una persona que había cambiado mucho, y suponía que al final, él también notaba lo mismo por mi parte.
    —Entiendo...—. Dije como respuesta sin darle más rodeos, no que me cortara nada, si no tenía sentido y cierto era que no hacía falta llegar a tanto. Era lo que a mí me hiciera sentir bien, me hiciera feliz.

    ¿Lo estaba ahora? Pues curiosamente a pesar de los recientes sucesos, si, había aprendido que de nada servía mortificarse demasiado por las cosas, era mejor levantarse y buscar una nueva solución. No quedarse estancado por el pasado...

    —Tienes razón Ukita, aún así confieso que me hallo a gusto... Creo que poco tiempo he tenido, o hemos, mejor dicho, para lidiar con conflictos, dilemas y similares. Ni yo sé cómo es que aún sigo aquí, cuerdo, si te soy honesto. Creo que cualquiera habría perdido la cabeza y el raciocinio... Sé que hemos hablado muy poco, pero tampoco me importaría quedarme a hablar, quiero decir, después de todo, somos un clan, y he aprendido que no hay nada peor como guardar información valiosa, porque eso acarrea muchos problemas. Vaya, ni decir que hace poco era alguien en extremo temeroso... Ni yo sé cómo insistí tanto para con ustedes, hasta el punto de romper el techo del Dojo—. Comenté riendo en lo último, era un recuerdo que aún ahora me daba pena siquiera recordarlo.

    —Por eso es que no dudo de tus palabras... Dioses, verme comandando un escuadrón en una guerra... ¿Pero cuando pude siquiera visualizarme en una situación así? Sin dudas mi padre tiene razón, he madurado a una velocidad apabullante, y aún así... Me deprime un poco, porque entiendo bastante tarde el valor de ser inocente, y me habría gustado haberlo vivido un poco más.
     
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  17.  
    Amelie

    Amelie Game Master

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    Shukusha
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    Ukita escuchó con tristeza; intentando no mostrarlo ante Kuroki —A veces tenemos que sacrificar algo para que otros puedan tenerlo en nuestro lugar—mencionó con seriedad ante Kuroki — Es difícil sobrellevar el dolor; cada uno lo carga a su manera; pero el dolor es similar, es algo que como seres humanos logramos entender, y es por eso que existe la empatía. Sólo aquellos con verdadero odio en su corazón, no conocen ese sentimiento.

    Ukita talló su mentón, recordando todo lo que el clan había enfrentado —Aun quedan los enemigos más fuertes; y si planeamos avanzar a un lado de Takeda; debemos ser conscientes de que seguiremos perdiendo. Cosas... ciudades... amigos... —sus palabras eran muy rudas, pero no quería que en Kuroki albergara la duda alguna— Saca todas tus frustraciones, todas y cada una de ellas; llóralas, grítalas, escríbelas; porque son dolores que pocos pueden entender, es sufrimiento que peleamos porque alguien más no tenga que pasar por ellos. Y es con todo ello que debemos seguir adelante.





    Cascada
    [Kohaku]
    [​IMG]
    Aquel chico esperaba en la cascada, levantó la vista algo sorprendido; reparó en Chiasa siguiendo sus movimientos hasta el hombro de Kohaku, y ya estando allí sonrió.

    —Eso fue rápido —miró al cielo — Aun no anochece— bajó la mirada a Kohaku —Gracias, es bueno no sentirse solo.

    Avanzó hacia Kohaku —¿Tus compañeros están bien? Uno parecía que me acompañaría pronto

     
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  18.  
    John Whitelocke

    John Whitelocke Usuario popular

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    Soga no Hideyoshi 曽我秀吉

    Shimotsuke: shukusha

    Se despidió de Kohaku luego de beber el sake de dudosa calidad. A lo cual agradeció a la mujer, acto inmediato tras despedirse de Kohaku.

    —Si, Kohaku, nos encontraremos con los demás allí. Iré a descansar, es verdad que necesito cerrar los ojos por un buen rato—miró a la mujer—Gracias por todo, el sake no era tan malo.

    Comer había comido, beber había bebido, y sus emociones habían regresado con el pasado en forma de Reijiro. Y al parecer estaría bien. No se olvidaría que Kohaku lo ayudó, ni se olvidaría de lo servicial que resultó esa mujer en un momento de desesperación.

    Cuando llegó al shukusha se dirigió directamente a una habitación para poder dormir, en paz, y en silencio.

    Cerró los ojos, respiró profundo, para luego lograr templar el ritmo de su respiración, encontrando una sintonía perfecta. Su cuerpo se relajó, su mente se dejó llevar, y sus párpados pesaban. Estaba cómodo, estaba cansado, e iba a dormir, profundamente. Esa idea lo hizo feliz por un instante, a veces, algo tan mundano como descansar podía traer una gran felicidad, aunque fuera tan efímera como el cantar de un ave.

    A medida que pensamientos que él no se propuso discurrir llegaban a su mente, la consciencia de Hideyoshi cedía paso al sueño, al sueño profundo, y con ello a una voz, una voz y unas palabras que tomaron las primeras fases de su descanso, una voz y un rostro, con unos ojos inundados en sangre, y con gusanos que carcomían la carne alrededor:

    "¿Por qué? ¿Por qué no huyó cuando pudo? Mi señor..."

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  19.  
    Amelie

    Amelie Game Master

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    Shukusha
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    Habitación

    Los sueños premonitores de Hideyoshi se habían convertido en pesadillas, unas que habían sido palpables, reales. Tenían un peso importante en su mente; por lo que a pesar de que su cuerpo se estuviera recuperando del cansancio, en su cabeza las tribulaciones no lo dejaban descansar por completo. Necesitaba sanar, no del cuerpo; sino de espíritu.


    [​IMG]

    La noche se hizo presente en Shimotsuke; el día se había escapado en pláticas interesantes. Aun había mucho por hacer a la luz de la luna.
     
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  20.  
    Gigi Blanche

    Gigi Blanche Equipo administrativo Game Master

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    Kohaku Ishikawa
    Cascada

    La silueta del chico Ohara era un trazo delgado, oscuro, sobre la constante lluvia de agua. El rugido de la cascada, intenso pero también silencioso, disfrazó mis sonidos hasta que estuve cerca. Volteó hacia mí, reparó en Chiasa y alzó la vista al sol; le sonreí sin más, aliviado e incluso agradecido de que hubiera esperado por mí. Asentí con movimientos suaves.

    —Lo dejamos al cuidado de la señora de la clínica, nos aseguró que se encargaría de él.

    El sol ya acariciaba el horizonte, junto a él descendió la temperatura del aire y el viento. Sentí cómo Chiasa se hacía un ovillo en mi hombro, debajo de la piel de lobo, y pensé que estaba anocheciendo. Lo hacía y no sentía una pizca de miedo.

    —Te haré compañía, si así lo deseas, aunque no puedo quedarme mucho —confesé, acercándome a él para que me oyera murmullar, y volví a sonreírle—. Por eso quería preguntarte... si hay algo. Algo que te gustaría hacer, algo que pueda hacer por ti. Aquello que no hayas podido quitarte de la cabeza, aquello recurrente o quizá...

    El rugido borboteó en mis oídos y pestañeé, sin moverme de sus ojos.

    ¿No quieres tu nombre?

    —Un arrepentimiento. Un peso del cual deshacerte.


    Puedo conseguirlo para ti.
     
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