Gifu Sekigahara

Tema en 'Prefecturas' iniciado por Amelie, 1 Marzo 2025.

Cargando...
  1. Threadmarks: Día 72_ Alianza
     
    Amelie

    Amelie Game Master

    Sagitario
    Miembro desde:
    12 Enero 2005
    Mensajes:
    8,493
    Pluma de
    Escritora
    El rol de Kohaku proviene de Fukui







    Amanecer eclipse.png
    [Hachi; Tamura; Yato; Byakko; Inuzuka; Togashi; Kohaku; Kawa]
    [Takano; Tsubaki]

    [Yurei: Taiki; Kumiko]
    En campamento había crecido; se veía lleno de energía, los guerreros estaban motivados. Fue complicado dejarlos pasar; tuvieron que esperar y pasar por varios filtros antes de que los dejaran acceder. Tsubaki tuvo que intervenir para revisarlos.

    —Takeda fue a orar cerca del río; fue con el espíritu de Kenzaburo y Matsuda los sigue de cerca —mencionó Tsubaki mientras los dirigía hacia el refugio dónde descansaba Takeda.

    Kawa ya había despertado; pero su mirada demostraba miedo y tristeza, avanzaba a un lado de Togashi y Kohaku mirando a los rostros conocidos. Parecía buscar a alguien en particular, y al no verlo se notó su frustración.

    Togashi había intentado comunicarse con Kawa en el viaje hacia Sekigahara, intentó trazando en la arena; con mímica. Pero nada parecía funcionar porque frustraba a la pequeña que sólo cubría su rostro en genuina desesperación; cómo había sucedido con Genichi y Masaharu. Byakko trató de comunicarse con ella en su mente; pero ella no respondía, sólo lloraba. El trauma había sido demasiado.

    Tsubaki tomó la tela para ingresar al refugio; pero se detuvo —Matahachi — lo llamó sin mirarlo —Tal vez sea pertinente advertirte que hace unos momentos llegó Tomoe. Al parecer con noticias importantes.

    —¿Dónde está?— preguntó al instante Hachi.​

    —Fue a buscar a Takeda, seguramente se está reuniendo con él en estos momentos —agregó Tsubaki, antes de que entraran al refugio.

    Aquel sitio no era muy grande; habían adaptado una mesa para hablar de estrategias, algunos asientos y algunos futones para descansar. No tardaron en ayudar a Kawa para que se recostara en uno. Togashi mencionó que iría a buscar a Kojiro; pero Kawa no reaccionó, en cambio abrazó a Kohaku y lloró ligeramente con él, esto obligo a los demás a dispersarse para darle su privacidad. Cuándo fue suficiente, Kawa se soltó y se recostó en el futón.




    Takano los recibió para ser informado por Hachi de la decisión de Rengo de ir a Shiga; algo que lo alertó de inmediato —Entonces, la misión de Noishi...— negó —Busquemos a Takeda.

    El grupo volvió a reunirse; pero faltaba alguien. Kawa no estaba allí, y tampoco estaba aquella katana que Kohaku cargaba.

    "Entonces está prácticamente solo"




    Takeda había avanzado al río para lavar su rostro junto a Kenzaburo y Matsuda.

    Kawa se acercó a ellos, haciendo ruido para que pudieran notarla; Takeda la miró —Kawa — él conocía la tragedia de Benkei en Shima; los había visto en Nagoya, a ambos tan felices, llenos de vida —No deberías estar en...

    Takeda notó un brillo único en el obi de Kawa, aquella katana desprendía una energía que antes no hubiera podido diferenciar.

    Kawa se acercó con timidez; sin alertar a Matsuda quién veía en ella a una niña lastimada. Kawa comenzó a llorar sin emitir ningún sonido y Takeda se hincó extendiéndole su brazo. Kawa corrió hacia él y preparó su ataque.




    Jiin había rastreado a Kawa hasta dar en un bosque en los alrededores de Kanagawa; en el saquito había un cascabel y varias cosas que reconoció de Yorokubi. Era un saquito de los objetos personales de Kawa; y allí había un espíritu, uno que contaba las ciento ocho cuentas de un mala entre lágrimas y dolor.



    —Partir, partir, partir a lo alto, partir a lo más alto. ¡Iluminados! ¡Que así sea!

    —¿Benkei?—
    Interrumpió Jiin al monje; quién abrió sus ojos para encontrarse con los de Jiin.

    —La mataron maestro Jiin —dijo entre sollosos, sus manos temblaban —Y se llevaron su espíritu en un arma. Mi señor, por favor; ayúdeme a recuperar al menos su espíritu, por favor. Se lo suplico, era sólo una niña. ¿Cómo pudieron hacerle aquello? —señaló las cosas de Kawa — He quedado aquí, atado a un objeto que ella consideró demasiado valioso; eso hace que mi fé sea más fuerte. Si aun estoy aquí con un objeto suyo, su alma sigue luchando ¿No es cierto? —afirmó —Si debía quedarme atado aquí, orando para toda la eternidad, lo haría con toda mi convicción hacia Kawa, hacia esa alma llena de luz —Benkei lloraba; pero jamás dejaría de luchar por Kawa —Ahora usted está aquí, ayúdeme a moverme, ayudemos a Kawa; por favor.

    Jiin se hincó a recoger aquellas pertenencias y se vio embargado de aquella misma tristeza —Ha sido culpa mía, Benkei; no debí dejarla vagar por todo Kamakura. Debí haberla obligado a permanecer en el palacio.

    —Dar libertad no es un error, maestro Jiin. La crueldad en este mundo se expande —dijo mirando al eclipse — debemos hacer algo — miró sus manos que fueron incapaces de detener el ataque hacia Kawa, las manos que no pudieron sujetarla cuando se la llevaban de Kamakura —Si este eclipse me ha obligado a volver, a presenciar estos actos sin darme la capacidad de intervenir más allá de mi voz —miró a Jiin — Haré que mi voz sea suficiente. Necesito buscar a quién pueda darnos la oportunidad de replicar con mayor fuerza.

    —Benkei...—la voz de Jiin se escuchaba baja, sin energía alguna.

    —Esa no es la voz del señor de Kanagawa —sentenció Benkei aun con lágrimas — Si vas a lamentar este hecho; lo gritarás, lo harás con fuerza.

    —Te ayudaré, Benkei. Dime que es lo que debo hacer —dijo Jiin con fuerza.

    Benkei afirmó, seguro de si mismo.




    Kawa desenvainó a Nishokku en contra de Takeda; el ataque hubiera sido fatal de no haber sido por Todai. Takeda ya había cubierto su cuerpo con la saya de Todai, la cual se quebró al contacto dejando expuesto el filo de la katana; aquel acero lo había salvado de la muerte y respondió a la ofensiva con una inercia que no pudo frenar.

    Kawa estaba sangraba y miraba a Takeda con un odio que los presentes no podían entender.

    —Si esto es por Kuroki, debes entender qué...

    —¡Ella no es Kawa!—
    Se escuchó un grito lejano.

    Kawa no dejó que Takeda terminara su oración y se lanzó al ataque; esta vez Matsuda estaba también preparado. Pero aquello no fue necesario, una katana terminó el trabajo por ellos.

    Kawa cayó de rodillas, en su mirada se podía notar una frustración tan poderosa que gateó hacia Takeda hasta quedarse sin aliento. Había sido una muerte certera, como si aquello hubiese sido coordinado por Takeda y el segundo atacante.

    305d4d7ba5fa3026e175229aac835c9a.jpg

    La hermana de la antigua emperatriz; Tomoe Taira.

    Takeda reconoció a Tomoe; pero tembló ante la idea de que había terminado lo que él mismo había empezado. Takeda se hincó y buscó la mirada de Kawa; pero ya aquellos ojos no le respondían más, comenzaban a opacarse lentamente.

    Matsuda cerró los ojos brevemente y suspiró. Si Tomoe no hubiera tomado aquel ataque; estaba seguro que él lo habría hecho. Agradeció en silencio por la presencia de esa mujer, a la que no parecía importarle haber arrebatado una vida.

    Tomoe había crecido junto a Kawa; nunca fueron grandes colegas, a pesar de ello aquel ataque lo sintió personal.

    En ese momento; Takano y los demás alcanzaron a Takeda, quién sostenía a Kawa, aun sujetando aquella katana maldita; como si a pesar de la muerte, no quisiera desprenderse de ella.

    —No era ella— habló Byakko con la mirada nublada —Hace unos momentos pude por fin escucharla; no era su voz a pesar de que venía de su cuerpo. Dijo "Entonces está prácticamente solo" Y esa voz, era la de Satou Fusatada — dijo esta vez mirando a Kohaku con confusión.

    La escena de Fukui tomaba mayor sentido. Ningún shinigami preocupado por la muerte de su líder; porque aquel no era su líder. Un plan que pudo haber resultado en la muerte del futuro Emperador, un plan que por fortuna no había dado frutos. A pesar de ello, no podían ver aquello como un éxito, Kawa. Ella había muerto inútilmente, y lo que era peor, a manos de un padre que ni siquiera pudo reconocerla por estar tan cegado en vengar a cualquiera que hubiera importunado a su hijo.

    —Nosotros podemos confirmarlo — intervino Jiin, la voz que gritó momentos atrás. Jiin se adentró seguido de varios guardias; Takano los detuvo y les ordenó marcharse, ellos obedecieron soltando a Jiin que los había arrastrado allí sin ningún problema. Y junto a él estaba el espíritu de Benkei.

    —La asesinaron y utilizaron — se lamentó Benkei al ver el cuerpo de Kawa.

    Byako se arrodilló junto a Takeda; tomó el hombro del Minamoto en solidaridad para después levantar el cuerpo de Kawa, quién por fin soltó aquella katana —Si no me hubieras entregado tu energía; lo lamento, Kawa.

    —La culpa no recae en aquellos de corazón noble —
    respondió Benkei.

    Byako levantó el cuerpo de Kawa y avanzó hacia el río frente a ellos, allí esperó mirando al eclipse mientras Benkei se unía a ellos.




    Tomoe se acercó a Takeda —Mis informes decían que eras un debilucho; que no podrías soportar ninguna clase de ataque —negó — Me mintieron. Tal vez debí haberlo supuesto si venía de las palabras de un ciego. Reaccionaste con la habilidad de un maestro.

    La escena de Shizuoka parecía retomarse en Sekigahara; Tomoe esta vez sin tomar el papel de Shino. Takeda, Kenzaburo y Matsuda también estaban allí. Tomoe los miró y recordó la escena dónde tenía de rehenes a Hashimoto, Fuji y Masamune. En esta ocasión había más presentes; y junto a Tomoe, se distinguía la parca silueta de Kozaemon, el maestro de Kenzaburo.

    "Kenzaburo, ¿Cierto? ¿No eras tú el discípulo de Kozaemon? Te gusta rodearte de traidores, tiene sentido; vienes de una familia de ellos, los Minamoto; traidores al Imperio, a mi padre."

    Aquellas habían sido las palabras de Tomoe hacia ellos en aquel momento, mientras aparentaba ser su hermana mayor, Shino.

    Takeda la miró —Recuerdo que en Shizuoka me dijiste que no entendías por que la gente se afanaba en defender a los Minamoto —no lo dijo con burla; su reacción fue genuina —Y esta vez tu has hecho lo mismo de lo que te quejabas.

    —Tenías razón, para ser un líder, debías caminar junto a tus súbditos — dijo señalando todo Sekigahara — A mí nadie me recuerda. Nadie lloró mi supuesta muerte — señaló a Todai, la katana que antes perteneció a Kenzaburo— La última vez tenías a Kaishi, ahora tienes a su hermana gemela — miró a Kenzaburo —Lamento las muertes que han tenido que soportar.

    —¿A qué ha venido la heredera del clan Taira? —
    mencionó Takeda con calma, aun visiblemente afectado por el destino de Kawa.

    —He venido a dos cosas — dijo Tomoe con seguridad— Vengo a consolidar nuestra unión; la que siempre quisieron nuestros padres antes de que todo ardiera en llamas.

    Aquella declaración no sólo tomó desprevenido a Takeda, sino a todos los presentes.

    —Murai ya ha tomado esa decisión y...

    —Murai no tenía nada que hacer decidiendo por los Taira
    —interrumpió Tomoe a Takeda — mucho menos los Tachibana —esto último lo dijo con enojo, haciendo que Hachi sintiera una flecha imaginaria traspasar su cuerpo — En esta alianza están ignorando la verdadera voz Taira. Murai es un fiel aliado; pero los Sugita no hablan por los Taira; son shinobis, no políticos.

    Kozaemon afirmó; aquel hombre ya había hecho sus movimientos ante el fallo de su alumno Tachibana. Takeda iba a argumentar y Tomoe negó mientras Takano se cruzaba de brazos y bufaba.

    —Seré tu legítima esposa. No me importa cuántas concubinas tengas; lo que importa es que yo tenga el título de emperatriz. —estiró su mano para detener la voz de Takeda —No importan los pormenores en este momento, Takeda — dijo sin formalismos; y su semblante cambió por completo, sus ojos se enrojecieron y las lágrimas comenzaron a acumularse —Hay asuntos mucho más importantes que tus deberes con nuestro legado — limpió sus lágrimas.

    —He venido cargando con pesar una noticia que debo darte—Tomoe miró a Takeda a los ojos —Estas son palabras que debes escuchar, no leer. Al menos mi clan te debe eso —dijo haciendo una reverencia con sus rodillas tocando el suelo.

    Una disculpa antes de hablar; aquello no podía ser bueno.

     
    • Impaktado Impaktado x 2
  2.  
    Gigi Blanche

    Gigi Blanche Equipo administrativo Game Master

    Piscis
    Miembro desde:
    1 Abril 2019
    Mensajes:
    8,565
    Pluma de

    Inventory:

    Escritora
    Kohaku Ishikawa

    Una vez Rengo se marchó, me retiré a cavar las tumbas para los shinigami y agradecí, en silencio, que los demás me dieran una mano con la tarea. Estaba en ello cuando los reclamos de Hachi me alcanzaron, tensándome ligeramente el cuerpo. Me detuve un instante, deslizando la vista al lugar donde Rei y Hashimoto ahora descansaban, y me pregunté si era grosero de mi parte sencillamente haber... haber asumido que este lugar podría fungir como un pequeño cementerio. No había sido mi intención ofender su memoria, desde luego, tampoco creía que los dueños originales de estos cuerpos cargaran con la culpa de lo que les habían hecho.

    Reanudé mi tarea, clavando la pala en la tierra y removiéndola. No quería dejarme llevar por sentimentalismos ni nociones de culpa, posiblemente siguiera algo afectado por el rechazo de Mara y de Rengo.

    —Daidoji asesinó a mi familia y decapitó a Byakko frente a mis ojos; y, técnicamente hablando, también te mató a ti —respondí, sin mirar a nadie particular ni interrumpir mi labor, en un tono de voz neutro; después solté una risa nasal, amarga—. Supongo que yo también tengo mis límites.

    De cualquier forma, si alguien más hubiera querido enterrarlo no me habría opuesto. No me correspondía. Observé el pozo que estaba haciendo, lo consideré ya demasiado avanzado y proseguí. Habría movido los cuerpos de lugar si Hachi hubiese hablado antes, pero no creía que ahora tuviéramos el tiempo. Me disculparía con él más adelante. Los muchachos convirtieron la tarea en una competencia de velocidad y verlos... divertirse así me relajó un poco, aún con otra parte de mí preguntándose si era correcto exhibir esa falta de respeto hacia los muertos. Había ocurrido demasiado, no podía juzgarlos por buscar algo de normalidad incluso en estos escenarios.

    Me reí ligeramente al ver el talismán ensangrentado de Rengo y supuse que sería la fuerza del hábito, considerando que ahora él, así como yo, poseía ambas energías. Asentí al pedido de Kumo sobre los gatitos y me ocupé de taparlos bien dentro de la cesta, donde se acurrucaron listos para el viaje. Observé la ciudad a mi alrededor, las construcciones derruidas, el río más allá, y tomé mucho aire. Había ocurrido demasiado, y en tan poco tiempo.

    Ante la ausencia de Yuzuki sentí una mayor responsabilidad por Kawa y me enfoqué en permanecer cerca suyo y de Togashi durante el viaje. Usé el tiempo para reflexionar sobre los eventos recientes. El objetivo de Daidoji, la extraña batalla, la presencia de la niña, las inciertas noticias que llevaron a Rengo hacia Shiga. Regresé, también, en torno a las palabras de Hachi. ¿Había sido hipócrita mi accionar frente a los fallecidos? ¿Tenía derecho a velar por unos si a otros los despreciaba? ¿Había sido correcto enterrar a los shinigami junto a nuestros compañeros? Me pregunté qué habría dicho Hotaru de todo esto. Su consejo siempre me había ayudado, pero ahora... no podía alcanzarlo.

    Sin realmente pretenderlo, acabé sumido en un extenso silencio hasta nuestra llegada a Sekigahara. Habíamos obviado la capital, tal y como temía, y no reuní la voluntad de hablarlo con Hachi. Habíamos enterrado a los shinigami mientras el cuerpo de Kumiko, de su madre, se pudría a merced de la carroña. Como Daidoji. De sólo pensarlo, el corazón me pesaba.

    Presenciar la congregación de gente en aquel campamento le dio una nueva dimensión a la guerra. Sentí en mi carne, puede que por primera vez, la enorme relevancia de lo que estábamos haciendo, la cantidad de personas que creían en Takeda y ansiaban luchar por hacer de Japón un mejor lugar. Una pequeña chispa de esperanza, tibia, se encendió en mi pecho.

    —Es surrealista estar aquí —murmuré junto a mi padre, sorprendido—. Hace pocos meses me dedicaba a cumplir recados de aldeanos, y hace pocos años siquiera había puesto pie fuera de la villa.

    Le había ofrecido mi mano a Kawa por si deseaba permanecer aferrada a ella, preocupado tanto por su bienestar como su tranquilidad. Dentro del refugio, escuché a Tsubaki mencionar a Tomoe y seguí a lo mío, aún habiendo prestado atención al resto del intercambio. El abrazo de la niña me pilló desprevenido, pero la envolví entre mis brazos y le susurré que aquí estábamos a salvo, que podría descansar y recuperarse por el tiempo que hiciera falta.

    Jamás lo vi venir.

    ¿Cómo me descuidé tanto? No tenía idea. Tal vez fue sabernos dentro del campamento, la seguridad que debía garantizarnos. Allí adentro no se suponía que hubiera enemigos y, de hecho, el razonamiento no estaba errado, pues el enemigo lo habíamos traído nosotros. La ausencia de Kawa, de la espada en mi cintura, y su repentino abrazo dentro del refugio. Sentí mi cuerpo congelarse en cruda anticipación, en un miedo fantasmal, y me maldije. Me maldije con fuerza.

    Nos apresuramos hacia el río, hacia Takeda, y al ver a nuestro líder sano y salvo, aún con Kawa entre sus brazos, sentí alivio. Lo sentí de verdad, y la idea me asqueó. Clavé la mirada en Byakko, consternado, ante la información revelada, y regresé la vista a la pequeña Kawa lentamente. Pasé saliva. ¿Satou... Fusatada? ¿Su propio padre... la había matado? ¿Por qué? ¿Algo de esto era por Kuroki? Su padre la había matado. Se suponía que hubiera permanecido en Kamakura, a salvo, recuperándose de su sacrificio. Se suponía que viviera. Era apenas una niña, una que había ofrecido su vida por las ofensas de su hermano.

    Y su padre la había matado.

    El espíritu de Benkei finalmente apareció junto al guardián de Kamakura y, poco después, Tomoe y Takeda empezaron a hablar. Aproveché que el foco del grupo había virado hacia la conversación política y me acerqué a aquella espada, recogiéndola una vez más. Si hubiese sido más cuidadoso, quizá... Fruncí el ceño, contrariado, y empecé a caminar hacia Byakko y Benkei. No, ¿qué habría cambiado? Kawa ya estaba... muerta. Ni siquiera fue ella quien me abrazó, había sido...

    Me detuve junto a Byakko y observé a la pequeña de cerca, sus facciones serenas, el cabello albino. Todos los shinigami habían tenido pelo blanco, ¿habrían sido Fusatada?

    —¿Qué demonios le hicieron? —susurré, frustrado, con lágrimas silentes agolpándose en mis ojos—. Alcanzarla dentro de Kamakura, matarla, utilizarla de recipiente para el espíritu de otra persona... ¿Cómo demonios son capaces de cosas tan horribles? No lo entiendo.

    Miré a Benkei. Ahora que lo pensaba, ¿por qué él estaba aquí, en primer lugar?

    —Si su padre retenía su cuerpo, ¿qué fue de ella, de su alma? —Me llevé una mano al pecho, arrugando mi ropa; no había nadie que pudiera convocarla—. Nadie puede descansar más allá del río con este condenado eclipse. Si llamo por ella, si intento guiarla aquí... ¿podría encontrarnos?


    ooof perdón la biblia, pasaron muchas cOSAS
     
    • Fangirl Fangirl x 1
Cargando...

Comparte esta página

  1. This site uses cookies to help personalise content, tailor your experience and to keep you logged in if you register.
    By continuing to use this site, you are consenting to our use of cookies.
    Descartar aviso