Shawn Amery El dolor de cabeza martilleaba sus sienes a un ritmo endiablado. Sentado frente a una de las mesas con su codo sobre su superficie, apoyando su frente sobre la palma de su mano, intentaba una y otra vez plasmar en palabras aquella carta que Agnes les había encomendado escribir. Pero ante sus ojos solo se erguía un lienzo en blanco, imperturbable. Se dio cuenta entonces, en su lucha interna por mantener los párpados abiertos, por ignorar las voces a su alrededor, que por primera vez no había dirigido ninguna réplica ante el mandato de Agnes. No recordaba en qué momento había tomado asiento, mas cuando quiso darse cuenta ya estaba allí. No sabía si se debía al cansancio, o quizás su terquedad inquebrantable comenzaba a flaquear. Sea como fuere, la presencia de aquellas personas tan solo aumentaba su malestar. No había levantado la cabeza en ningún momento, pero comenzaba a perder la paciencia. Tensó su mandíbula, aguantando, moviendo su pie bajo la mesa mientras sentía su tensión aumentar con el pasar de los segundos. Y aguantó. Aguantó. Hasta que ya no pudo más. Apretó el lápiz en su mano con tanta fuerza que sintió que se quebraría. —Galen —su voz sonó tan firme que hubiese causado un respingo a su interlocutor, girándose para mirarle con una severa expresión bastante inusual—. Basta. Ya es suficiente. Y volvió a concentrarse en el papel que tenía enfrente, exasperado. Apenas podía ordenar sus pensamientos, mucho menos podría plasmarlos en palabras. Y con las réplicas de Galen y de los allí presentes su irritación aumentaba, impidiendo que pudiese razonar adecuadamente. Cuando sintió que le tocaban el brazo quiso alzar la voz, pero al reconocer el tono de Connie se relajó. Soltó un tenue suspiro, agitando su cabello albino con cierta frustración, y se giró hacia ella por mera cortesía. Era incapaz de mirarla a los ojos con el aspecto tan horrible con el que se había despertado, pero mucho menos podría ignorarla ahora que al fin volvía a encontrarla. Estaba feliz de saber que seguía siendo la misma chica que conoció en el autobús, y él intentó ser el mismo con todas sus fuerzas, en un burdo intento por aparentar normalidad. —Hola. ¿Cómo te encuentras? Me tenías preocupado —inquirió en un murmullo, observándola de reojo, sin dejar de atender a su carta. Su pie siguió moviéndose bajo la mesa, incansable, reflejando el estrés que guardaba con esfuerzo. En ese estado jamás escribiría una mísera palabra.
Connie Dubois Su sonrisa perdió vigor cuando Shawn se giró brevemente hacia ella y le respondió. Estaba claro que no era, ni por asomo, el chico que había conocido en el autobús. Se preguntó qué le habría ocurrido por la noche, ¿quizá le habían hecho algo a su novia? Su pie repiqueteaba, y en ese momento era el único sonido de la sala. Sus ojos cansados permanecían fijos en la hoja en blanco, y Connie apretó los labios. —Ánimo con eso —le susurró, sonriéndole aunque no estuviera viéndola, y se volvió a su propia hoja sin aguardar por una respuesta. Mejor dejarlo en paz. Connie frunció el ceño. Conque una carta, ¿eh? Veamos, ¿cuándo fue la última vez que le escribió una carta a alguien? Tenía que haber sido en preescolar o primaria, más de eso imposible. Y si lo hizo, fue por obligación de sus maestras. Alzó la vista a Agnes. ¿Qué se suponía le dijera a ese súcubo del infierno? Volvió los ojos al papel, y luego a su mano, donde sostenía el bolígrafo, y frunció el ceño. —¡Profe! —exclamó, alzando el brazo en el aire, tal y como si fuera una alumna en clase—. ¿Podría usar un bolígrafo rosa? Realmente dudo poder expresar la inmensidad de mis sentimientos si no me siento cómoda con las herramientas. Le sonrió a Agnes, ladeando apenas la cabeza, con tanta inocencia y animosidad que era difícil de creer.
Agnes Astaroth Asintió desde su lugar con la cabeza a la pregunta de Galen, pues sí, efectivamente ella leería cada una de las cartas a solas en su oficina... o eso pensaba hacer por el momento. Pacientemente comenzó a mover su pie derecho al estar su pierna derecha sobre la izquierda, viendo el comportamiento de cada uno de los chicos, no tenía planes de intervenir, solo esperar, recibir la carta, mandarlos a dormir y que llegase el mejor día para sí misma. Continuó jugando con el caramelo en su boca sin expresión alguna en el rostro, hasta que Connie le dirigió la palabra. —Ha de ser la mejor carta de todas —habló con simpleza, bajándose del escritorio para sacar de uno de los cajones una caja de bolígrafos de colores, entregándoselos en la mano, mirando las páginas en blanco—. No tarden mucho, que no demoraré en sentir prisa —, susurró bostezando. Al parecer estaba sintiendo sueño, o lo estaba fingiendo. A pasos lentos volvió a su puesto de docente, mordiendo el caramelo entre sus dientes mientras miraba el reloj que estaba sobre la puerta. Los siguientes en llegar... tenía un buen trato para uno de ellos.
Galen Rutonver Negué con mi cabeza y voltee los ojos al escuchar semejante petición de esa mujer hacia Agnes. Como sea, cada quién con su mundo, lo que menos quiero es armar un teatro ahora. No creo que Agnes quiera vernos pelear aquí... "Galen... Basta. Ya es suficiente." Me dijo Shawn, maravilloso... Ahora todo es mi culpa, ¿No? Como si yo hubiera roto esa fina capa de sutileza y cuidado que había en el ambiente. - Sí... Como sea... Tan sólo terminemos con esto - Dije y seguí en lo mío. Me sorprendió ver cómo Agnes le daba el bolígrafo. ¡¿Es en serio?! Ugh, supongo que estarse matando aquí dentro será lo adecuado. Tan sólo suspiré molesto y comencé a escribir, sin muchas ideas en mente en realidad. No se me da escribir algo corto y sencillo, algo que pensara sobre Agnes. Y con toda la presión sobre esa mujer y el ambiente en general no ayuda, no evité soltar una expresión presionada y perdida. El sueño era agobiante y el cansancio no me ayudaba a concentrarme... Como sea, tan sólo despejé mi mente y aún me hablaran los ignoraría, tenía que terminar rápido. Lo siento si alguno de ellos no lo hacen a tiempo, esta es una actividad simple, no necesito indagar mucho realmente. Al menos no lo leerá ahora, eso ya es algo que me dio un poco más de confianza. Contenido oculto Bueno ya tengo la carta, supongo que en el próximo roleo puedo decir que la tengo lista (?
Connie Dubois El rostro de Connie se iluminó al ver todos esos bolígrafos de colores, tanto como si llevaran a un niño a Narnia. La tarea adquirió una perspectiva totalmente nueva y se dejó absorber por la labor tan ardua de elegir la mejor lapicera de todas. Las inspeccionó una a una, muchas probándolas en el borde trasero de la hoja, hasta que luego de mucha evaluación se decidió por una. Comenzó a escribir, contenta... y de inmediato frunció el ceño y volvió al montón de bolígrafos descartados, eligiendo otro. Ahora sí estaba satisfecha con el resultado, a juzgar por la sonrisa divertida en su rostro. No lo sobreanalizó mucho, a decir verdad, como siempre había hecho en su vida. Fue escribiendo a medida que las palabras fluían, de la forma que fluyeran, en el orden que salieran. Lo único en lo que tuvo cuidado fue en mantener una caligrafía decente, ya que estaba mucho más acostumbrada a tipear en un teclado y su letra se había vuelto menos bonita con los años. Se concentró tanto en la tarea que el tiempo pasó volando. Cuando terminó, se sonrió al notar que había llegado justito al último renglón y dobló la hoja en dos. Se incorporó de su silla y caminó muy campante hasta Agnes, para entregarle la carta en mano. —Aquí tiene, su Majestad —murmuró, en tono caballeresco, y de inmediato volvió a su voz original al juntar las palmas frente a su pecho y sonreír—. ¡Ah, sí! ¿Puedo quedarme con el bolígrafo que usé, porfis, porfis? Es un color divino y me encantó un montón~
Shawn Amery Agradeció internamente que Connie captase la indirecta y se concentrase en su carta, pues no tenía fuerzas ni ánimos suficientes para charlar con nadie. Se inclinó hacia delante, atento al papel frente a él, sintiendo que de a momentos la carta se tornaba difusa y se dividía en dos frente a sus ojos cansados. Parpadeó, regresando la vista al papel, y finalmente las palabras llegaron a la punta del lápiz, comenzando a escribir. A pesar de que el mareo no cesaba, pudo plasmar lo que deseaba decir en esa carta. Volcó los pensamientos de los últimos días en el papel, usándolo en parte como un desahogo personal, mostrándose como quien era verdaderamente. Y a pesar de que existía el riesgo de que Agnes no cumpliese su palabra y dejase que el resto de presos hurgase en sus pensamientos más profundos, que Laila supiese lo que sentía de sí mismo, prefirió correr el riesgo. Sentía que con el paso de los días el nudo en su estómago se hacía más y más grande, y debía aferrarse a aquella oportunidad para aflojar el agarre al menos, temporalmente. Dejó el lápiz sobre la mesa y echó la silla atrás con cuidado, levantándose no sin cierto esfuerzo. Tuvo que permanecer unos segundos en su lugar, esperando que la cabeza dejase de darle vueltas, y comenzó a encaminarse a la mesa de Agnes para doblar cuidadosamente la carta, depositándola junto a la de Connie. Le dirigió una breve sonrisa de despedida a la chica, y un asentimiento de cabeza a la ya-no-tan-abogada, para darse la vuelta y encaminarse hacia la puerta una vez Galen hubo terminado, tras recibir la contestación de Agnes. Pero antes de llegar a la puerta un chispazo recorrió su cabeza, y todo se volvió blanco. Shawn se desplomó sobre el suelo, inconsciente. Sepultado bajo el cúmulo de cansancio y de inanición que había estado acarreando desde entonces.
Agnes Astaroth —No, no puedes —se inclinó levemente y le apartó de las manos aquel bolígrafo de color rosa, con una sonrisa hipócrita, como si la imitara en el proceso. Agnes recibió las cartas y siguió los pasos de Shawn curiosa, porque ni siquiera le había dicho a que habitación le correspondía volver, pero verlo desplomarse la hizo ladear la cabeza y reírse bajito, sin bajarse del escritorio, sin llamar a los guardias, sin decirle a nadie que le levantara. Solo lo miró ahí en el suelo, como un insecto que se dejaba morir. Qué débil, no llegaba a ser ni tan siquiera un príncipe de fantasía, y eso la estaba decepcionando. —Connie —le llamó divertida—. Llevatelo con tigo, arrástralo, o levantalo a golpes si no puedes con su peso —dio alternativas por si las necesitaba, aunque estaba segura que no necesitaba ninguna de ellas, y eso era muy gracioso para ella—. Pero llevatelo porque terminará ensuciando mi lindo suelo blanco de sangre si es que al caer se ha golpeado la cabeza. Volvió la vista al reloj. Cuánto quisiera que Laila presenciara aquello, la pequeña perra atravesada. ¿Qué mejor que ver en vivo y en directo al amor de tu vida vuelto mierda? Qué lástima que aún no pensaba llamarla. Instrucciones para Connie. Debes llevarte a Shawn de alguna forma, sea arrastrado, cargado, o despertarlo para que él mismo camine. Su habitación asignada es ♢
Connie Dubois Le sacó la lengua a Agnes cuando le arrebató el bolígrafo de la mano, sabiendo internamente que, de hecho, ya le había permitido unas cuantas libertades. Habría sido toda una novedad que acceda a otro de sus pedidos raros. Un golpe seco sonó a sus espaldas y se giró, sorprendiéndose sobremanera al ver desplomado en el piso el cuerpo de Shawn. ¿Qué rayos? ¿Tan afectado estaba? ¿Qué mierda le había pasado a ese tipo durante la noche? La voz de Agnes la hizo volver la cabeza y frunció el ceño, molesta. ¿Ah? ¿Era una mula de carga ahora? ¿Cómo carajo se suponía que ella llevara el peso muerto de un chico? Bueno, peor habría sido arrastrar a Shade. Chasqueó la lengua, sosteniéndole la mirada a la pelinegra durante varios segundos. Podía verlo en sus ojos, no era una petición que le conviniera rechazar. Connie sabía que su supervivencia idónea en ese loquero dependía, en gran medida, de su propia agudeza para saber percibir los límites; y allí lo veía, claro e inmutable. Soltó un sonoro bufido y no respondió, simplemente caminó hasta Shawn y se agachó junto a él. Lo giró, pues estaba boca abajo, y lo zamarreó un poco mientras llamaba su nombre. Nada. —Pero si será de Dios... —masculló, y lo inspeccionó unos segundos hasta que definió que lo mejor sería arrastrarlo con cuidado. Quizá le habían sacado un ojo, pero ahora ella misma se encargaría de sacar unos buenos bíceps. Qué lugar tan preocupado por el desarrollo personal. Giró el picaporte a sus espaldas, abriendo la puerta en su totalidad con la pierna, y enganchó a Shawn por debajo de las axilas para alzar su torso y arrastrarlo fuera de la habitación. —¡Auf wiedersehen, baby! —exclamó, en una mezcla extraña de alemán e inglés, desapareciendo por el hueco de la puerta... que dejó abierta, por supuesto. No iba a molestarse en hacer también eso.
Shade Mcartty. Entró en el lugar al que lo guiaron con la expectación quemándole en las venas. Estaba ligero, relajado, con su ansiedad al mínimo. Le faltaba un poco de sexo salvaje y podría olvidar que estaba en una prisión de mierda. Colocó la mano sobre la pared, dejando que el agua corriera por sus dedos. Una sonrisa se formó en sus labios sintiendo el algodón bajo sus pies. Aquello parecía un salón de clases para niños de preescolar.
Agnes Astaroth Observó el cómo Connie sacó a Shawn de su sala de juegos, bueno, el peso muerto. Qué decepción, hasta Galen parecía estar más fuerte pese a la linda habitación que les había asignado, no imaginaba si hubiese alargado sus días, bueno, sí lo imaginaba, y que gracioso le resultaba. Deslizó sus orbes por Noah y sonrió en sus adentros, hablándole. —Espérame en la oficina Noah —ordenó volviendo la vista a la puerta al ver entrar a Shade—. No husmees de más, Noah —susurró ésto último para llamar a Shade con tan solo su mirar. Esperó a que se acercara y empezó a explicarle con suma calma lo que debía hacer —. Obsequiame una linda carta Shade, y te daré un buen trato a cambio. Cuando la termines te diré de qué se trata, porque intuyo de que estás muy interesado en ello... o debería decir, en ella. Sus últimas palabras se sentaron en un murmuro para que sólo escuchara él, esperando cuidadosamente a que Noah no le prestase la más mínima atención. Instrucciones para Shade: Deben escribirle una Carta a Agnes de más de 100 palabras y menos de 500. La carta debe postearse Acá Está permitido seguir roleando sobre lo que piensa el personaje mientras la escribe, lo que se le dificulta o facilita y demás factores que puedan incidir en su proceso. Cuando termines de escribirla, le hagas entrega de ella a Agnes y esté publicada en el lugar correspondiente, Agnes procederá a hablar contigo sobre el trato que tiene para ti. Instrucciones para Noah: Debes postear en el privado correspondiente a la oficina, ahí tendrás opciones limitadas por la ausencia de Agnes.
Noah Briggs ~ Si bien había sentido el dolor del golpe de Shawn al caer al piso como propio por el ruido del impacto, ni siquiera había podido reaccionar al respecto porque bueno, él mismo estaba en una condición física relativamente similar: agotado hasta el punto en el que los párpados le pesaban treinta kilos cada uno. La próxima vez que decidiera quedarse toda la noche en vela mirando a Cathy en vez de dormir, que alguien le recordara que sus ojos se sentían como en un arenero en esos momentos. «No ragrets», pensó, sonriéndose a sí mismo mientras parpadeaba lento en su lugar, como si perdiera la consciencia de instante a instante, casi que dormitando. 'Espérame en la oficina Noah' Se despertó de su transe como si le hubieran cacheteado para traerlo en razón. ¿En la oficina? ¿Y qué con Cathy? ¿Acaso no iba a volver con ella? Suspiró pesadamente y se apoyó en la mesa con una mano para levantar su pesado cuerpo de la silla, intentando no exteriorizar su preocupación por ella, que no necesitaba ponerle más clavos a su propio ataúd. 'No husmees de más, Noah' Lo único que tenía planeado husmear era el sillón cuando se durmiera la siesta del siglo sobre él.
Galen Rutonver Llevaba aproximadamente media carta, sudando bastante ya que nada se me ocurría para decir de una manera sincera pero sutil lo que pensaba de esa desgraciada. Cuando menos me dí cuenta, Connie y Shawn ya habían hecho entrega de su carta, pero cuando éste pasó a mi lado y volteé a verlo, extrañado, pues no debíamos irnos. Le dije: —Eh, Shawn. Creo que no deberiam— pero antes de siquiera terminar de hablar, se desplomó sin mas en el suelo. No evité quedarme atónito ante la escena, dios mio de verdad terminó mal el sujeto, si bien yo estaba en las mismas, me devastaba verlo de esa manera. Al final Agnes terminó ordenandole a Connie que se lo llevara, si era a cualquier otro cuarto que no fuera a ese pesadillesco mundo por mí mejor... Me devasta el tan sólo ponerme a pensar seguir lidiando con él, tan positivo y yo ya dándome por vencido... —Vaya batalla dimos, ¿eh, Shawn?— Me susurré. Y tan sólo me di la media vuelta para seguir con mi carta... No pasó mucho tiempo hasta que Connie saliera al fin, y acto seguido entrara otro sujeto. A mí no me importa quién sea, tan sólo estaba por terminar, hasta que respiré aliviado cuando al fin lo concluí. Doblé con cuidado la hoja mientras me levantaba lentamente, y al tenerlo doblado. Me dirigí hacia Agnes y le otorgué la carta sutilmente —Aquí tiene, señorita Agnes. Espero que le guste...— Dije, aunque sin expresar ya nada en mi mirada, me sentía tan acabado y tan tocado por lo de Shawn, que ya no sabía cómo actuar. Agnes no tardó en dar las mismas indicaciones al nuevo mientras le decía a Noah que se fuera a su oficina. Hm, Buena suerte... Mientras no quiera arrancarte un ojo o algo peor por tu actitud tan obvia, date por bien servido. Así que solo me limité a sentarme de nuevo, casi que dejándome tirar ahí, colgando mi cabeza pues el cansancio en serio me mataba, por muy inocente que sea esta actividad. En realidad sí que me carcomía, maldita Agnes, aún con una clase de "literatura" me estas matando...
Aimi Shiotani~ Lentamente entró detrás de Shade por la puerta y sus grandes orbes revisaron con cuidado las paredes por las que descendían agua y la gran mesa redonda del centro, la cual hizo que pensase momentáneamente en la leyenda del rey Arturo, dudando de si alguien como la que fue su abogada siquiera la conociese. Tragó con ciertos nervios lo que le restaba del pequeño dulce viendo al resto de personas allí, incluida claramente Agnes, y comenzó a dar unos cuantos pasos algo insegura por aquel suelo acolchonado bajo sus pies, alejándose de la puerta. Nuevamente se encontraba en una habitación extrañamente cuidada y hasta bonita, sin entender por qué aquel lugar tenía zonas de aquel tipo. Pero supuso que hasta los juguetes merecían tener un agradable espacio en el que ser usados. Y se quedó quieta, de pie, muy cerca de la mesa, mientras miraba con gran duda a Agnes, esperando cualquier indicación para ella.
Shade Mcartty. Su mirada repasó a la pelinegra, con una sonrisa coqueta. Se mordió los labios mientras le susurraba de vuelta "Me interesa tenerte a ti". Se sentó en la mesa, tomando el lápiz y el papel. Se rió divertido, aquello era completamente absurdo, no era ningún párvulo de 5 años. Y comenzó a escribir. Por supuesto no haría una carta de amor o algo por le estilo, no la amaba, ni siquiera sentía algo remotamente por ella. Sólo le atraía, y aparte, no tenía nada mejor que hacer aparte de estar preso. Su mejor forma de drenar la ansiedad, era cazándola y jugando a aquel juego. También había notado, que era mejor seguirle la corriente, como quería mantener todos sus órganos completos su resolución de cogérsela sólo había aumentado. Mientras que escribía simplemente lo que le venía sinceramente al pensar en ella, también se permitió pensar en lo jodidos que estaban. Parecían marionetas en aquel enorme parque de diversiones. Suspiró mientras terminaba la carta y colocaba una pequeña nota al final. Se levantó y se la entregó a Agnes, reteniéndola un minuto nates de soltarla. —¿No me merezco al menos un beso?
Laila Meyer. Dejaron atrás las habitaciones y los pasillos, solo para topar con una extraña puerta con todas las cartas de la baraja en ella. "Pero bueno, si le va el rollo de las cartas que se monte un casino y ya está, ¿no?". Sin darse cuenta, apretó el agarre alrededor del brazo del joven que la acompañaba. La preocupación terrible que sentía le hacían querer lanzarse sobre la maldita Agnes y estamparle el rostro contra la pared, pero no tenía caso. Lo sabía. Mucho menos ahora que venía con alguien más. —Venga, entremos —murmuró más para sí misma que para su compañero, mientras entraba en aquel extraño cuarto con complejo de centro de recreo para niños. ¿No me merezco al menos un beso? El comentario le revolvió el estómago vacío. Estuvo por responder algo, pero finalmente guardó silencio. El tipo rubio y... los niños del autobús. Trató de no prestarles atención, de no preocuparse aún por más personas, pero no eran más que unos chiquillos. ¿Por qué someterlos a esto? Tan siquiera el besucón tenía sus años. Soltó el brazo de Ricochet y dirigió su vista a la abogada. —Aquí estamos, Agnes.
Franklin Maxwell «♫♫ Cartas, cartas, cartas, cartas, car-TAS, CAAAR-TAAAS ♫♫ Querida Agnes, creo que tienes a little problem with the games, only a "little cut problem" ... lastima que el día de hoy, no sera el día de nuestro re-encuentro... LET'S GOOoo BROooTAaaAH! » Pude sentir a Laila apretando con fuerza el agarre entre nuestros brazos, la pequeña debe sentirse en verdad nada bien en un lugar como este, con aquella mujer rondando por aquí... Rico hizo lo correcto al cederme la presentación formal. Agnes hizo lo correcto al dejar mis lentes sobre aquella mesa en la habitación de donde salimos Laila y yo. En cuanto atravesamos aquella puerta, pudimos ver a un pequeño y selecto grupo de individuos, los mismos prospectos de jugadores que Agnes había embaucado en aquel bus durante el día cero. Prefiero no decirle nada a Laila sobre nosotros, no creo que lo entienda, no ahora, no hoy, son secretos, muchos secretos, es bastante fácil interceder e interpretar a Rico, es lo mejor por ahora para la salud mental de Laila, la de estos niños en este lugar... es lo mejor para lo que él tiene planeado a futuro. Todo se trata de las palabras, todo se trata... de la representación, la actuación. ¿Qué vio Agnes en todos ellos? ¿En nosotros? Hay muchos factores incomprensibles con respecto al desarrollo de esta historia, muchos mas si nos quedamos a niveles técnicos en la construcción física de estas locaciones... esto tiene algo mas detrás, una subtrama que todavía Agnes no quiere mostrar al mundo, seria encantador, si el resultado final no es tan mediocre como aquella primera pelea que ella creo. Me aleje por momentos de Laila y procedí a pasar mi mano izquierda sobre la pared mientras caminaba observando al lugar y a sus habitantes - Laila y Agnes incluidas - cuando retiré mi mano de la pared y la acerque delicadamente a mi rostro pude observar como la punta de mis dedos había absorbido el hollín y la suciedad, tanto dinero invertido aquí, y estos mediocres ni siquiera saben mantener limpia una sola habitación, que falta de pulcritud. Mostré una ligera mueca de repudio, me giré y camina hacia donde estaba Laila dedicándole una pequeña sonrisa para que supiera que todo estaba bien, no la abandonaría aquí. Cuando estuve a su lado, me acerque un poco a su oído para susurrarle unas palabras al oido — So-solo... solo finge ser va-valiente, fre-frente a ella... yo-yo haré lo mismo. — Y con ello, la puesta inicial en escena estaba predispuesta a nuestra planificación y horario correspondiente. — Ho-hola, Agnes... ha... ha pasado un tiempo, desde nu-nuestro ultimo encuentro. — Movió su brazo derecho como si fuese a realizar una reverencia con el para terminar extendiéndolo con su mano abierta hacia ella, mientras sonreía y le guiñaba el ojo amorosamente. — Si... si no recuerdo mal, es-esta vez te toca elegir nuestro juego, ¿verdad? — le dijo animosamente, mientras ladeaba ligeramente su cabeza y dedicaba una pequeña sonrisa juguetona para finalizar su presentación en aquella sala a todos.
Galen Rutonver Me perdía en mi agotamiento y cansancio, que de alguna forma estar ahí tumbado, sentado, sin nada que hacer que de alguna forma podía quedarme dormido. Cuando menos me dí cuenta, uno de los nuevos ya había hecho entrega de su carta, y me impresioné al ver a aquella niña, la misma que la sentaron a mi lado en el autobús. Pero decidí ignorarla hasta que a los... ¿Segundos? Nuevamente la puerta se abría. Resultaba que otra pareja entraba, una niña con una apariencia física peculiar, pero cual era la sorpresa el que iba detrás de ella... Era, Franklin. ¿Franklin? ¡Al fin lo veo! Lástima que en cierta medida tarde. Me alegre bastante en verlo pero apenas una tenue sonrisa se me dibujó en el rostro, vi su actitud... Ugh, no es el Franklin que conocí la noche de bienvenida, así que al ver su pequeño teatro volví a cerrar mis ojos y me acomodé de nuevo. —Como te ha ido, Franklin. ¿O cómo debería llamarte? Hace tanto que no podía dirigirte la palabra, pero yo que tú me portaría bien, estamos en clase y no creo que la profesora quiera que hagamos tanto escándalo, así que procura reservarte tus hábitos... ¿Hm?— Le dije, sin dignarse a mirarlo, no quería al rato que Agnes ande planeando cosas conmigo y Franklin, ya vi lo que esa bastarda es capaz de hacer. Me pregunto cómo se hallará Shawn... ¿Estará bien? ¿Estará en un mejor lugar? Espero que sí. Pobre diablo, con su determinación y todo, ojalá se de cuenta pronto que los finales felices y perfectos, no existen del todo.
Agnes Astaroth Recibió la carta de Galen, al rato la de Shade y esperó a que se aglomeraran más estudiantes en su salón de clase para explicarles a los tres a la misma vez, no sin antes mirar a Shade divertida. Qué impaciente podía ser ese hombre, y que feroz. Divertido y risueño desde el punto que lo veía, pero al menos, esta vez le tenía una propuesta bastante distinta a lo que él le solicitaba. Se inclinó y le besó la mejilla, sujetándolo de la camiseta y enredando sus uñas en la tela, para mantener la cercanía y evitar a toda costa que el resto de los presentes escucharan. —Será buena contigo... ¿Tienes ganas de desquitarte con la chica que derrotó a Connie, no es así? —le miró a los ojos—. No le dejes ninguna marca, maltrátala como se te venga en gana teniendo eso en cuenta... oh, y amenazala lo suficiente como para que no cuente nada Noah, porque él es mi pequeño consentido —hizo hincapié en su última palabra, quizá queriendo ver algo en el rostro de Shade, quizá no—. Tampoco menciones mi nombre cuando le estés haciendo lo que sea que tienes en mente, y recuérdalo, ni una maldita marca —sonrió y volvió a besarle la mejilla, alejándose de él y moviendo su largo cabello negro de una manera bastante elegante, con una sonrisa diabólica en los labios. Se bajó del escritorio y sujetó a Aimi de la muñeca como una nena pequeña, sentándola en la mesa circular y así mismo lo hizo con Laila y Maxwell, pasándoles a cada uno un bolígrafo para que escribieran en ésta. —Denme una hermosa carta, niños —ordenó caminando de nuevo hacia el escritorio—. Como la que me ha regalo Shawn estaría bien —comentó al aire, sin borrar la sonrisa que se le plasmó desde que le comunicó a Shade su nueva habitación. Miró a Galen y se quedó pensativa por un momento. —Galen, acompaña a tus compañeros de clase por un rato, luego te diré a dónde debes dirigirte. Instrucciones para Shade: Dirigirse a la habitación a la cual los guardias lo llevarán, y acatar lo que Agnes la ha solicitado entre líneas. La habitación del ♥ Instrucciones para Aimi, Maxwell, Laila Deben escribirle una Carta a Agnes de más de 100 palabras y menos de 500. La carta debe postearse Acá Está permitido seguir roleando sobre lo que piensa el personaje mientras la escribe, lo que se le dificulta o facilita y demás factores que puedan incidir en su proceso. Cuando terminen de escribirla, le hagan entrega de ella a Agnes y esté publicada en el lugar correspondiente, Agnes procederá a darles nuevas instrucciones.
Shade Mcartty. Se quedó de piedra por unos segundos, mientras el aliento de Agnes le hacía cosquillas en la piel. Luego recapituló todo lo que ella le estaba diciendo y su sonrisa se ensanchó expectante. Incluso el detalle de su consentido fue guardado en su mente, pero Shade no era un tipo celoso. Todas son de él y él es de todas. —Cómo ordene su alteza —Hizo una reverencia burlona antes de salir de esa habitación y dejarse guiar por los guardias. Al menos iba a poder dejar salir un poco de la ira que parecía arder en su sangre.
Galen Rutonver ¿Quedarme un poco más? Claro, por mí me daría igual de no ser que me estoy muriendo literalmente del sueño... Como sea, tal vez, solo tal vez. Y no tenga que regresar a tremendo agujero. —Como desee Agnes, no me va a importar estar aquí un poco más... Siempre y cuando esa mocosa engreída de Connie este aquí presente. ¿De casualidad le agrada? No la culpo si lo hace. Simplemente es curiosidad— Dije, vacío, sin mirar tampoco a Agnes y limitándome a cerrar los ojos. Quería reposar al menos, y esperaba que ese Franklin no enloqueciera de la nada... Abrí momentáneamente mi ojo derecho para mirar al resto. Hum, nada destacable... Simplemente me acomodé y esperé a que algo suceda.
