Kanagawa Kamakura

Kuroki Fusatada

El abrazo que me dió Shiori ciertamente me tomó desprevenido pero tampoco me resistí, solamente me dejé estar así como el breve beso, por lo que asentí.
—Gracias Shiori, admito que aún me cuesta ver a alguien así, ya lo he hecho dos veces y no ha salido muy bien. —rei mientras la veia pescar y sonreí, no se le había dado muy bien pero yo al menos había logrado atrapar dos los cuales ya había amarrado para cargarlos.

Poco después un buenos días familiar pero a secas llegó y por un momento recordé a Itami. Volteé y ahí estaba Rengo, con una mirada tan... similar a Kato, por un momento sentí una punzada al recordar el sueño, pero cerré los ojos y suspiré mientras volvía a verlo.
—Buenos días, amigo mío—. Dije, acompañado de una tranquila sonrisa cuando Shiori se explayó un poco más y Rengo respondió.

La verdad es que ya me estaba pensando muy seriamente qué hacer con respecto a seguir aquí, pero no me quería ir sin mi padre, quiero decir, pensaba que estaría con Rengo y compañía pero por la manera en como hablaba parecía no ser así...

Explicó que, quería un favor de nuestra parte si es que decidíamos permanecer en Kamakura, o si nos iríamos que nos guiara... Que confiaramos en él, Shiori sin en cambio reaccionó extraño y la miré, con ceño fruncido...

Aún así, dejé que Rengo se explicara, miró hacia mi obi e hice lo mismo, toqué el látigo no para ocultarlo si no para confirmar que lo tenía y volteé a verlo, no tenía razones para ocultarme y agobiarme yo tampoco en pensar lo que podría creer o similar... ¿No? Había crecido a su manera así como yo también en un mismo día...
—Quema... si—. Dije con calma, dando un par de pasos hacia él para acortar la distancia sin temor y relajé la postura.
>>Corta, desgarra... Azota—. Añadí mientras me cruzaba de brazos—. Sin embargo, merezca o no estar con Nozomu... ¿porqué preocuparme por ello? Tú un día en Nagoya dijiste que un sitio se vuelve especial, de forma positiva o no dependiendo de la clase de dias que pasaste ahí. Con Benkei es positivo... con Itami no por obvias razones, ¿con un objeto sería similar? —asenti...—. Claro que sí...

Di un par de pasos a un lado, viendo todas las tablas recogidas del barco que había terminado de destrozar.
—¿Pero porqué dejar un objeto maldito oculto y olvidado? ¿Solo que acumule polvo y que al final del día llegue otra persona a darle uso desconociendo su historia? Eso no es digno de darle un final... tampoco de simplemente enterrarlo, sabes que yo no soy de dejar situaciones así, a medias. Y aún me siento... en parte, en deuda con Itami. Sí, ya sé que en esencia ya cumplí, que los que fallaron han sido ellos. Pero me niego a qué un arma tan peculiar como un látigo quede en nada por el pasado, tu sufriste por este látigo, yo no... y si yo puedo darle un sentido distinto, azotando a los que merecen ser azotados y no a inocentes... —miré a Rengo—. ¿Porqué no hacerlo? Por eso, es que sé que merece que le de una oportunidad, e incluso esté a lado de Nozomu... Itami me encargó tu cuidado, portar su látigo me hace sentir que aun le tomo en serio—. Finalicé mientras me acercaba, de ser antes lo habría abrazado, pero ahora simplemente palmee su hombro un par de veces y sonreí.
>>Me entristece que no podamos volver a ser tan explosivos como antes, Ren. Pero entiendo tu cambio, espero que también entiendas mis decisiones. Si todo te va mejor a partir de ahora y te sientes bien... entonces no cambies, has crecido, por mucho que parezca que no—. Dije, para dejar mi gesto y me giré para alejarme unos pasos de nuevo y volví a mirar al océano, hundiendo mis manos en el Haori y sentí la escama...

—Rengo confía en ti, Shiori, pese a su cambio aún lo reconozco. Sigue siendo mi amigo, solo que se ha vuelto más aburrido. —dije aunque con eso último como broma, aunque calaba un poco que supiera que no le haría reír a Rengo por su estado frío—. Y no le tengas lástima, Rengo lo dejó muy en claro cuando llegamos, no busca compasión, él sabe lo que quiere, y eso dice mucho... me costó bastante verlo, pero ahora lo entiendo—. Dije hacia Shiori para girarme hacia ambos con calma.
>>Dime Rengo... ¿Crees que merezca la pena quedarme con ustedes? Conozco bastantes cosas, y si no aún tengo un método con el que pueda hacerlo. Admito que estoy harto de estas cosas... pero Kohaku es alguien a quien también aprecio mucho y me parece cruel abandonarlo ahora. Sé que lo entrenarás bien y cuidarás de él como es debido, pero no quiero ser un estorbo si al final solo... seguiría cometiendo errores. Quiero escucharte, tengo datos que no sé si le sirvan a Kohaku—. Dije pero está vez en serio, volviendo a aproximarme.
>>Me quedaré, porque al final de cuentas si me voy lo haría con papá, y sé que Kato ha salido de Kamakura... y que tú estás a cargo, ya sabes que sé cómo escuchar a la gente... En esencia, gente importante casi no queda aquí, y si me voy, sería con Shiori y con Satou, mi padre. Claro, a menos que rechacen pero en esencia eso haria—. Dije firme, como si fuese un líder incluso.
>>Y no quiero tampoco dejarte tan expuesto, nadie aquí presente es un maestro, apoyarnos sería lo mejor. Pero si genuinamente me voy a quedar quiero que me digas... ¿De qué hablaste con Kohaku en privado? Sus labios, la actitud de Kohaku e incluso que pidiera estar a solas... no me gusta, Ren. Él no es asi, y a menos que sea algo bastante abrumador... no le vería sentido a su actitud—. Dije serio hacia Rengo, aún jugueteando con la escama en el Haori.

Ya no iba a estarme preocupando tanto por el qué dirán, no si hay cosas importantes de por medio. Mi padre tenía razón, era momento de que tomara mi camino y ver lo que me convenía a la par de mis capacidades y del resto...

 

Kuroki Fusatada

Escuché con atención a Rengo mientras se explayaba, en silencio como hizo conmigo, si nunca me interrumpió lo correcto era corresponder, suspiré reflexivo, no estaba muy de acuerdo con su forma de ver las cosas... no del todo.
Cuando acabó de hablar, me quedé un momento en silencio mientras lo veía, encarando al mar.
—Itami... confió en mí desde que te sacamos del Santuario los primeros días que llegamos aquí. ¿Recuerdas que entendió mis palabras? ¿Llamando a la paz? Él no confiaba en Natsu pero sí en mi, diciendo que me esperaría con una taza de té... en Tsu creo que sabía que estaba contigo, y ahora que por fin sabía que tenías a alguien que se preocupaba por ti de forma desinteresada, fue cuando llegó solo a hablar, tal como mencionó esa mañana. Que Kyogi arribó y torció todo fue distinto, y yo también me quedé con esas ganas de saber qué deseaba y porqué cambió tanto de actitud... Estaba cambiando Rengo, pero no tuvo el tiempo ni el lugar para demostrarlo—. Dije mientras daba un par de pasos hacia él, haciendo distancia entre Shiori y Rengo.
>>No concuerdo en pensar que el látigo es sólo un látigo como Shi es solo una katana más... Los objetos tienen valor como una persona, Nozomu es especial porque me lo regaló mi madre antes de morir, el látigo tiene un cruel pasado en tu contra, Shi es un arma que tiene parte del poder de Mara y Kaito enloqueció en su uso. Todo tiene historia, Rengo, incluso un viejo y destrozado barco... por muy simple que parezca, tienen algo que contar, pero a diferencia nuestra no pueden contar su historia si no se desea investigar... —dije mientras sacaba la katana que perteneció al Comandante Taira, enfundada y la puse en mis manos, mirándola—. Esta katana por ejemplo... es tan común y tan normal para mi que no me importaría destruirla ahora mismo, ¿porqué tenerle aprecio al arma de un enemigo? —la desenfunde y la coloqué en el suelo, con cuidado y a lado la funda, mientras sacaba a Nozomu y también la desenfundaba—. Nozomu solo está refinada por Yamamoto, se ve bien, es fuerte... ¿pero y luego? Alguien ajeno si no le gusta, la tirará, la destruirá, o le dará uso sin darle la gracia y significado que decidí darle...

Y la coloqué a lado de la otra katana también con todo y funda para ponerme en pié y mirar ambos...
—Solo son katanas, una brilla más, la otra le falta una limpieza... Una tiene sangre de incontables hombres, la otra tiene parte de mi sangre acompañado de quién sabe qué tantos. Me niego a creer que una katana no es una extensión, y tal vez tengas razón. Pero si todo lo viese de una manera tan simple y común... sería alguien más frío y sin tanta energía como actualmente tengo. Porque si todo careciera de valor... ¿para qué preocuparme por su final o historia? Si, por si solas no hacen daño, alguien debe portarla y utilizarlas para hacer daño... pero carente de valor o no, si te quedas sin ellas no tendrás más que tus puños para defenderte... en cambio, desde que Nozomu me fue regalado, fue mi pilar por la que no enloquecí cuando los Fusatada fueron arrasados, fue lo que me mantuvo determinado a encontrar a los Minamoto, fue lo que me mantuvo determinado a insistir con ellos hasta destrozar el techo de su dojo... fue por esta simple katana, Nozomu, la que me mantuvo aterrizado y recordarme que quiero representar la esperanza... la esperanza para las personas como tú, Rengo. Que sufrieron perdidas como yo... que llegaron a cometer graves errores como Shiori. Por eso quise salvar a Kawa, a ti, a Natsu... y destruir a gente como Kyogi. Verte como eres ahora siento que no lo hice bien y por eso me duele... pero así como tú decisión fue precisa pero no perfecta, el resultado final de esto también, fue lo mejor... si... pero no perfecto—. Dije firme y sin titubear en ningún instante, mirando a Rengo.
>>Por eso me gusta creer que el látigo es especial, tal vez hasta para Itami era hasta desechable... pero después de todo quiero darle ese significado, así como mi madre me regaló Nozomu con el cariño del mundo y decidí respetarlo, así como he decidido portar una katana de un Taira para quedarme con algo que me puede servir a futuro, a pesar de que perteneció al clan que me lo quitó todo...

Luego volví la vista al horizonte...
—Shi es una extensión de Mara, si no lo fuese no causaría los estragos en cuerpo y mente que causa a uno, ahora mismo si me lo das escucharé al Dios, si me la quedo, aún si no la utilizo, me comenzará a enloquecer, porque es una corriente de energía esa arma, es un puente entre el Dios y el portador... y si el portador no está bendecido por energía espíritual, para colmo, no podrá hacer nada esa persona... poco a poco perderá el juicio hasta que sea tarde. Por lo que esa arma es exclusivamente tuya... aunque lo rechaces y lo veas como una simple katana, no lo es, es mística, es irrompible, es tuya porque eres el único que puede hacer fluir esa energía porque estás bendecido por Mara, utilizas su energía como dijiste para utilizar el verdadero poder del arma, y el que la porte escucha al Dios. Me niego a creer que tenga que ser así, que solo los especiales puedan hacer todo esto... siento... que la vida pierde demasiada gracia y misticismo, hasta fantasía e ilusión por ser especial de alguna manera, pero parece que así es... ser espiritista es sacrificar todo, literalmente, hasta los Shijin sacrifican todo... pero bueno, parece que así son las reglas de esto—. Añadí con calma, volviendo a hundir mis manos en el Haori.

Luego reflexioné lo último de Rengo sobre Kohaku...
—Ah, ahora entiendo lo de seguir a Kato—. Dije, pensaba que era porque anhelaba seguir su ejemplo, no tanto que literalmente saliera con ellos... ¿pero porqué? ¿Acaso no anhelaba buscar a mi hermana perdida?
>>Sigo aquí porque quería hablar con todos ustedes... pero creo que me tomé demasiado tiempo—. Dije con sinceridad, no había nada extraordinario atrás, un simple desliz era todo lo que había, literalmente.

Aún así seguí pensando sus palabras.
—Ya... dices que soy merecedor de quedarme y de su confianza... pero después de lo que hemos pasado, en especial tu y yo, no puedes darme ni siquiera una insinuación, pero está bien... supongo que es lo mejor, a pesar de que somos un equipo. Me extraña, si te soy honesto, aprecio bastabte a Kohaku, mucho. Supongo que no estoy listo para escucharlo—. Dije respetando esa decisión, aunque no me había caído muy bien...
>>Mi duda me mantiene atado porque Kohaku necesita apoyo, tengo duda porque soy un Shinobi y ya atrasé demasiado ese tema por estar aquí, dejé escapar una oportunidad con Shinrin acerca de Ogen, una leyenda. Vine porque aprecio a Kohaku y no iba a irme hasta verlo preparado, al menos en un mínimo, y ya sería cuando tomara mi camino... pero en cierta medida todo se ha torcido, Kohaku no aprendió de inicio de la mejor manera, Kamakura está quedándose sola, me niego a dejarte tan expuesto y también quiero desarrollarme más como Ninja para poder hacer más... eso es lo que me mantiene atado Rengo, no es reproche, estás consecuencias son por mis decisiones y las acepto, pero no creas que no soy consciente y por eso pido opinión, para ver qué podrían opinar, ver... hacer... yo no dejo de tener la última palabra, después de todo—. Dije con calma para después soltar un suspiro.
>>Suzaku está muerto... Kyogi lo asesinó, el ave fénix no existe actualmente y Byakko está esforzándose por hallar la manera de traerlo de vuelta, la única manera es haciendo un gran sacrificio al fuego, algo de enorme valor, en una cantidad inmensa de fuego, pero no solo eso, para colmo los Shijin están muy débiles en energía espiritual, lo viste con Kibo. Actualmente está buscando la manera de recuperar energía y yo ya me determine a ayudarlos, mientras tanto, yo quiero hacerme más fuerte y terminar de descubrir los misterios que ser Shinobi representa, si nunca podré ser útil de forma mas directa como espiritista, entonces complementare siendo Shinobi, todos tenemos una función, y quiero ser un elemento importante y útil. No llegar a estropearlo como pasó allá abajo. Byakko está buscando a Genbu, la Tortuga, y se ha alejado bastante de aquí. Pero... por eso quería saber qué te dijo, tal vez estos datos no tenga en lo absoluto nada que ver, o tal vez si, no sé. Pero si me voy a alejar pasado el tiempo suficiente aquí, quiero al menos que lo tengan en cuenta...—. Dije con calma, no estaba alterado, simplemente me estaba sincerado y me crucé de brazos.

>>Esa es mi duda, Ren. No quiero perder ya más tiempo a lo que se me ha otorgado y puedo hacer, pero ahora mismo esta situación está delicada, y hasta que no los vea más estables no los quiero dejar, porque como dije, nadie aquí es un maestro y tampoco tenemos tantos recursos ahora, o al menos eso pienso. Mi padre era el fuerte, por eso también quise que viniera, pero ahora que no está aquí, no solo es una persona menos si no que de manera critica tenemos a un médico menos también. No sería muy inteligente irme, tal vez tampoco quedarme, pero seriamos solo Shiori y yo, y tampoco es que tenga al menos un Yoroi que me ayude a viajar con un poco más de confianza—. Finalicé, aclarando la duda que decía que tenía, si, la tengo, pero la situación actual tampoco es muy favorable...

—Es cierto que ya debo tomar mi decisión... pero sé la valía que tengo, Rengo. Por eso me volví Comandante en una guerra, por eso luché a tu lado, por eso decidí venir y por eso es que al final sé lo que digo, no de manera perfecta, obvio, pero la duda ya no me va a carcomer tanto... si quieres rematar el chiste, resulta que tengo a una hermana, Rengo, una hermana mayor... que tiene energía espiritual. —rei sin mucha gracia—. Y yo no tengo nada de eso y me he visto rodeado de temas sobrenaturales y místicos... ¿Destino?

Suspiré mientras empezaba a caminar a círculos.
—Regresaré a esto aunque no lo desee... así que llegaré al fondo, pero lo primero que quiero hacer es seguir aquí, contigo, quiero ver a Kohaku más tranquilo, verlos más estables, verlos más unidos y decididos... una vez eso suceda, tomaré mi rumbo para desarrollar lo que puedo desarrollar. Una vez me haya hecho lo suficientemente fuerte, armado y listo, entonces es cuando al fin podré volver para acabar con esto... solo espero no sea tarde para entonces.

 

Kuroki Fusatada

Escuché con atención a Rengo mientras hablaba, no... había salido como esperé... no buscaba conmoverlo o incluso recuperarlo... era insultar la decisión que el día pasado había tomado, pero esperaba otra cosa, aún así me mantuve callado y esperé...

"Es por ello que tanto el látigo como shi son sólo eso; armas."

Si lo fueran uno podría usarlo sin enloquecer y el otro si bien es un arma, no deja de ser también humano darle el uso como arma, la noche pasada descubrí que tiene distintos usos, así como una katana ser usada para cortar cosas que no sea necesariamente carne humana.

Negué a ojos cerrados mientras me aproximaba a las armas y comencé a enfundarlas y dejarlas en su respectivo sitio, visiblemente insatisfecho, pero ya no dije nadamas... Rengo mismo cuando vinimos aquí la primera vez había dicho cosas realmente importantes cuando aventé mi katana hacia él, palabras que sentí sabías e importantes... ¿Y ahora me sale con esto..?

"no necesitas buscar en mi un significado para tu propia redención"

Volteé a verlo serio mientras acababa de guardar todo, entendía que sin emociones lo veía tan fácil... pero su mismo tono seco lo había dotado de un tono muy... negativo.
—Si pensara así... admiraria el ideal de Kato—. Dije sin darle más vueltas y después me ergui para mirarlo a brazos cruzados de nuevo.

"Los miedos de mi viejo yo hicieron ese sello de sangre, y si bien, ya está roto; parece que sigues atado a una deuda."

—Ren... eres mi amigo...—. Dije, pero decidí pausar un momento y me explayé un poco más.

—Nunca dije que Kohaku me atara a esto, caí en cuenta bastante tarde que era a él quien te referías cuando me comentaste que había alguien del clan al que podías entrenar. Tal vez fui muy directo o no me expresé bien o ambos... Pero no soy tonto Rengo, no cometería una imprudencia de tal calibre... Y con respecto a lo último... Ren, yo te lo dije en Nagoya, ¿no? Yo te veo como el hermano que siempre quise tener, el amigo que hubiese anhelado tener cuando yo tuve y pasé la injusticia que pasé... No eran palabras cualquieras, y aún ahora lo mantengo—. Dije, visiblemente afectado pese que mis palabras habían sonado firmes, suspiré mientras me tallaba la frente.
>>Yo jamás te vi débil, nunca lo fuiste, solo tenías el defecto de temer y huir, y eso te hace humano, porque no somos perfectos, ahora no huyes, no temes, has mejorado, así como yo aún tengo mucho que aprender. Pero está bien... De todas maneras consideraré lo que dices—. Finalicé cuando se aproximó a tomarme de los hombros y lo escuché con atención, me quedé callado por un momento, y al final solo suspiré.
—Admito que por esas cualidades envidio a los espiritistas... —comenté mientras lo miraba fijo—. Hazlo, quiero encontrarla, mi padre se ha ido con Kato y por lo que escuché no suena muy lindo... si no llegase a volver quiero al menos cumplir ese anhelo suyo, es mi familia... Ren. Pero vuelvo y repito, me quedo en Kamakura, dime qué es ese favor que nos quieres pedir, después de todo, si me voy eso no va a decir que vas a contar con nosotros, pues no estaremos presentes... o bueno, tal vez solo yo, ya que Shiori dijo que desea quedarse y no la voy a forzar a nada. Cuando acabe aquí, ya tomaré mi rumbo...

 

Kuroki Fusatada

Rengo me soltó y Shiori se acercó preguntando de que diantres estábamos hablando y yo solo pude reír un poco apenado, el Harima ya había dicho todo lo que se tenía que decir. Pero aún así, después de su comentario decidí hablar:
—De cualquier manera luego puedo relatarte los detalles Shiori, pero no miento cuando digo que es una larga historia—. Comenté tranquilo para mirar a Rengo y escucharlo, asentí, conforme con el trato sobre lo de mi hermana y después lo escuché con atención.

Ahora tenía una misión, viajar a Yamato e ir ante un tal Sho Kamino... una persona muy amada por la prefectura y era el primer paso a dar para levantar de nuevo Kanagawa, bueno... de cualquier manera esto era ayudar a los Minamoto.
—De acuerdo Ren, si me permites le daré a Shiori tu caballo, claro, si es que viene conmigo, igual si quiere separarse y tomar su camino es libre de hacerlo, no creo que puedas alejarte de aquí después de lo de Kato. Si eso es todo... partiré de inmediato...—. Anuncié con calma, ni siquiera había desayunado o dormido pero no me importaba realmente, aún estaba muy afectado por todo aunque ahora solo me mantenía al margen de tantas emociones, prefería centrarme en el ahora, vi la misiva con calma y después lo guarde para mirar a Shiori con calma.
—¿Vienes..? ¿O quieres ir con los Minamoto mejor?

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Pues tan pronto madara decida, se puede decir que partimos de inmediato a Yamato si no hay nadamas a decir.

 

Kohaku Ishikawa

Me sorprendió bastante que aquel pequeño, al principio tan tímido y reservado, se hubiera dispuesto a jalarme de la ropa para limpiarme la máscara. Lo dejé hacer, sin embargo, no puse ni una pega y permanecí quieto, en silencio. Había repasado su expresión una o dos veces, aunque la mayor parte del tiempo mantuve los ojos pegados en el suelo. Se lo veía tan concentrado en su labor que... sentí que ya no era del todo un niño. Que la guerra arrebataba este tipo de cosas.

En cuanto acabó, le sonreí con calma y le agradecí. Me erguí al tiempo que Kotono nos alcanzaba, y su caricia en mi cabello se sintió extremadamente cálida. Me aflojó las piernas, en cierta forma, me hizo pensar que daría muchas cosas del mundo a cambio de poder volver a recibir un gesto así de mi madre. Claro, no que fuera posible, pero el sentimiento permanecía y vete a saber si alguna vez me abandonaría. Lo dudaba, siendo honestos.

Lo dudaba ampliamente.

Me limité a asentir en cuanto nos agradeció. No hacía falta, de veras, pero comprendía sus intenciones y no era mi intención minimizarlas. Luego nos dispusimos a enterrar a los difuntos, y lo que Kotono dijo me hizo pensar en mi villa, en todos los cuerpos que no había podido enterrar. ¿Se habría convertido en un pueblo fantasma, lleno de espíritus errantes incapaces de descansar? La idea me arrojó un escalofrío por la espalda y, en cierta forma, no pude evitar pensar que era mi culpa.

Que debería haberlos enterrado a todos, aún si eso me llevaba semanas.

El viaje a Kamakura fue agotador, el cuerpo entero me pesaba como acero y lo único que ansiaba era poder descansar. La gente allí estaba trabajando, sin embargo, esforzándose por recuperar la ciudad que alguna vez habían tenido, y la idea me dibujó una pequeña sonrisa en los labios. Me incliné ante Ryohei con profundo respeto, y no fue hasta erguirme nuevamente que levanté la voz.

—¿Rengo está?

Había muchas cosas que no había podido hablar con él pero, antes que nada, realmente me preguntaba si sabría responderme qué le había ocurrido a Take. O qué había sido, más bien.

 

Yuzuki Minami

Kotono consiguió un jarrón para guardar los restos de Take, el sonido que produjo fue parecido al del agua al caer, pero sabiendo lo que lo producía habría preferido no oírlo. En realidad habría preferido que muchas cosas no ocurrieran en ese día, incluido el gesto de Yoro se limpiar la máscara de Kohaku, porque pensé que incluso para el hijo de Jiin ya era tarde.

Que era un hijo de la guerra de todas formas.

Recibí el jarrón con los restos de Take con extremo cuidado, casi como si me estuviese entregando un niño recién nacido y lo envolví entre mis brazos mientras la escuchaba decir que los llevaríamos a dónde pertenecían. Oírla hizo que se me formara un nudo en la garganta, de forma que no respondí nada y solo asentí con la cabeza, dado que también veía la tristeza en mis hermanas incluso si no se enteraban de nada.

Habían tenido que ver esto, ya eso era horrible en sí mismo.

Kotono dijo que enterraríamos a los demonios para que no vagaran en Odawara y pensé, de nuevo, en Fujimi, en Hayato y su ojo perdido y la cabeza de su padre en la pica. Respiré con cierta dificultad, todavía siguiendo los movimientos de la mujer que acarició la cabeza del pequeño, repitiendo el gesto en Kohaku antes de mirarme y agradecerme también. Era la familia de Jiin, era su esposa, era su hijo y él había salvado nuestras vidas, ¿cómo iba a dejarlos morir? Si podía cuidarlos, si quiera intentarlo, lo haría todo igual de principio a fin.

Mis hermanas acabaron por seguirnos a Kamakura, en el momento no pude decirlo, aturdida como me sentía, pero lo agradecí profundamente porque no creía poder despedirme de ellas en condiciones. No pregunté los motivos tampoco, no tenía fuerzas en el cuerpo y muchas menos me quedaron luego del ascenso a Kamakura. Presioné el jarrón que cargaba desde Odawara, incapaz de aceptar el sacrificio que había hecho y mis propias manos me resultaron frías en contraste con el objeto.

Los ciudadanos estaban en movimiento, reparaban el puente, los tejados estaban limpios y me di cuenta entonces que Kamakura se estaba levantando, que lo estaba haciendo en manos de Rengo y en ausencia de su padre. La idea logró regresarme algo de calidez en el cuerpo, suficiente para escuchar el comentario de mis hermanas y permitirme una sonrisa algo apagada luego de que Ryohei nos diese la bienvenida.

—La mano de Rengo es diferente a la de Kato —dije con voz suave.

No quería darles explicaciones a ellas todavía, decirles que Rengo ya no era el que conocíamos, así que lo dejé estar. Fue Kohaku el que, luego de inclinarse, preguntó por el menor de los Harima. Había un par de cosas que debíamos hablar con él, entre esas lo de Take, pero también quería que me dijera más sobre los demonios si es que lo sabía, sobre todo de este discurso de acabar con las familias de casta.

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perdón el tocho como siempre (?

 

Kohaku Ishikawa
Dojo

La reacción de Kotono ante la imagen de Kamakura fue realmente conmovedora. No estaba empapado con las historias de estas personas, si acaso las conocía superficialmente, pero creía que el viento arrastraba emociones, las asistía en su recorrido para alcanzar a otras personas y, en ese momento, sus emociones nos rodearon por completo. Había alegría, estaba seguro, pese a la tristeza y el cansancio. Eran los retazos a los cuales nos aferrábamos para mantener el rumbo dirigido hacia el Norte.

La sensación duró poco, sin embargo. Apenas oír las palabras de Ryohei, el viento viró completamente de dirección y trajo aparejada una nube negra, densa y muy ruidosa. No había certezas, sólo una sensación acuciante. Paseé mi mirada aquí y allá, intentando encontrar la disrupción, y cuando reparé en sus manos manchadas de rojo... el color se me estaqueó en el pecho. ¿Que sería difícil para Kamakura continuar sin él? ¿Por qué decía eso?

No tardé en comprenderlo.

La imagen me impactó, verdaderamente. Por un segundo creí tener a Takeda frente a nosotros, intenté hallar una explicación lógica, pero apenas volteó lo vi. Los ojos nunca engañaban, ¿verdad? Y esos, sin lugar a duda, eran los ojos de Rengo. Comprendí las manos rojas de Ryohei, comprendí por qué Kamakura debería continuar sin él. Comprendí un montón de cosas en apenas un instante y no pude sentir la angustia en carne propia, sólo preocuparme por las personas a mi alrededor. Busqué a Yuzuki por el rabillo del ojo, fue instintivo y antes de cualquier otra cosa di un paso al frente, dispuesto a tomar la palabra.

—Rengo —lo saludé, con una sonrisa pacificadora, y asentí con calma—. Sí, vamos a descansar, sólo queríamos hablar contigo sobre unos asuntos primero.

Ya la había visto. La había visto cuando Rengo renunció a ser lo que era e incluso antes, cuando le cepilló el cabello en Shizuoka, luego de la guerra, y cuando se reencontraron en el Shukusha mucho tiempo atrás. No estaba empapado en la historia de estas personas, no realmente, pero había visto lo suficiente para comprender el significado de sus vientos; y en ese instante, ante la figura de Rengo solapada con la de Takeda, todo lo que pensé fue que Yuzuki no se merecía lidiar con esto, que quizá no pudiera hacerlo.

—Take... —Tomé aire, volteando el rostro para encontrar el recipiente con sus restos, y regresé a los ojos de Rengo—. Take se sacrificó por nosotros, y todo lo que quedó de él fue un puñado de pétalos y ceniza. ¿Sabes lo que significa?

Y si yo sería aquí el único incapaz de sentir la angustia en carne propia, prefería utilizarlo para intentar proteger a quienes me habían aceptado entre ellos.

 

Yuzuki Minami
Dojo

A pesar de que éramos nosotros lo que habíamos preguntado, Ryohei nos llevó un poco a rastras y al entrar en el dojo el corazón me cayó a los pies, el cansancio, las heridas recientes y todo lo demás me pesaron en el cuerpo al distinguir la figura que estaba allí. No podía ser, simplemente no podía ser Takeda, y estuve a nada de entregarle el jarrón a mis hermanas para correr a su lado y bombardearlo a preguntas.

—Señor —dije con un hilo de voz, no debió oírme más que yo misma.

Sin embargo habló y reconocí la voz de mi niño en el acto, esa realización solo siguió quitándome sangre de la cabeza, porque recordé cuando Takano me habló de los sustitutos, como cada uno de ellos debía cubrir el lugar de un Minamoto y Rengo era el que debía cubrir a Takeda; no pude preguntar, me quedé estática con el jarrón en brazos, los restos de Take, y creí que me iba a desmoronar allí mismo.

No podía con esto.

Kohaku dio un paso al frente, lo saludó y le dijo que descansaríamos en cuanto pudiésemos hablar con él, no dije nada, pero busqué su silueta con la vista y le agradecí profundamente. Él me había visto, lo sabía, cuando perdimos al Rengo que conocíamos, en Shizuoka, luego de la guerra, incluso antes... Este niño había visto muchísimas cosas y así no pudiese sentirlo en su piel tenía claro que no podía lidiar con esto ahora mismo. Que estaba agotada, que me dolía todo dentro del cuerpo, y mis pilares estaban demasiado lejos de mí.

Pero en ese momento el hijo del cielo se convirtió en uno.

Liberé el aire contenido despacio, pude poner las piezas de mi templo de madera en orden y me adelanté un paso también cuando Kohaku buscó con la vista el recipiente donde traíamos los restos de Take. Hablé con calma, si acaso se me notaba un poco cansada, pero no hubo ni una pizca de todo lo demás que sentía y eso fue porque este chico le había dado dirección temporal a los vientos.

—Quisimos traerlo a su hogar, era lo que merecía —comenté y añadí algo después de un silencio breve—. Los demonios nos alcanzaron en Odawara, Ren, no pude, no pudimos... Sin Take habríamos muerto todos.

 

Yuzuki Minami
Dojo

Debía ser chocante para todos ver a este Rengo, el golpe inicial nosotros ya lo habíamos recibido, pero Kotono había conocido a otro muchacho y mis hermanas habían crecido con el mismo niño que yo, del que ya no quedaba rastro. Podía intentar culpar a la guerra, al caos de Shizuoka, al hecho de que había perdido a Gotho en el camino y quién sabe qué más, pero esto era resultado de una decisión de Rengo.

Se había entregado a sí mismo.

Respondió a lo de los demonios, que irían tras Kato y se disculpó por semejante bienvenida, que había resultado en el sacrificio de Take antes de explicarnos qué había pasado con él. Era al parecer de la misma naturaleza de Itami, un shikigami, para proteger y servir en resumidas cuentas; no importaba demasiado, surgido del papel para servir a un amo o no, Take nos había protegido... y Kamakura era su hogar como lo era para nosotros.

Rengo mantuvo otra conversación paralela, con Mara debí asumir, y suspiré con cierta pesadez. Lo que sí no pude contener fue la tristeza que me cruzó por las facciones al ver a Kotono acercarse con Yoro en brazos para abrazar al menor de los Harima, porque sabía lo que había sentido, mero vacío, y era horrible. La mujer preguntó, Rengo respondió y recordé el pacto de sangre.

Al final lo único que nos importaba a todos era la seguridad del niño.

Regresé la atención al muchacho cuando volvió a hablar y al oírlo presioné el jarrón con los restos de Take con cierta fuerza contra mi cuerpo, en un burdo intento de encontrar soporte físico en algo. Me pasaba el cuerpo, el corazón y todas las responsabilidades a nuestro alrededor, nunca había intentado hui de ellas, pero ahora, ¿ahora podía intentarlo?

No, esta versión de Rengo ya no sabía huir.

—Reemplazarás a Takeda entonces —solté con tono plano y busqué con la vista el mala que debía estar en su muñeca, el que pertenecía al señor. Teníamos que ir, no podíamos hacer nada más que ir a Niigata—. No tenemos opción de todas maneras.

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alto post de relleno, ni me gustó como quedó JASHJA pero weno