Kanagawa Odawara

Tema en 'Prefecturas' iniciado por Amelie, 9 Noviembre 2021.

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    Amelie

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    Herbolaria interior
    [Kohaku; Take]

    Take afirmó; la resolución de Kohaku era firme —Entonces no me opondré a tus deseos— dijo dirigiendo su ataque junto al de él pero fueron esquivados por aquel sujeto que se llenaba de cólera; este enfocó su ataque a Kohaku quien logró esquivarlo, estuvo muy cerca.

    —La sangre derramada llena mi espíritu de energía —mencionó aquel hombre — Sea la de mi enemigo, aliado o incluso la mía. El carmesí es un color perfecto, es vida y muerte...

    Yáahl me sigo con Gigi ya para que maten a este hombre... espero xD
    Gigi Blanche


    • Nivel= 5
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    • Nivel= 3
      PV= 5
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    • Nivel= 2
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      Fuerza= 9
      Protección= 6
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      Intuitivo= +3 suerte
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    • Nivel= 2
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      Fuerza= 6
      Protección= 9
      Katana= +19 ataque
      Agilidad= +2 defensa
      Avaricia= -2 suerte

    • Nivel= 4
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    Gigi Blanche

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    Kohaku Ishikawa
    Herbolaria (interior)

    El enemigo seguía esquivando nuestros ataques pese a las heridas que ya llevaba encima, aunque sus movimientos al arremeter se tornaban algo lentos y eso me permitió evadirlo sin mayor complicación. Habló, entonces, habló del rojo carmesí y yo fruncí el ceño debajo de la máscara.

    —Nadie debería alimentar su espíritu con sangre —sentencié, ajustando el agarre en mi katana—. Sólo los llena de ponzoña.
     
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    Amelie

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    Herbolaria interior
    [Kohaku; Take]

    Aquel sujeto comenzó a reírse desquiciadamente mientras apuntaba con la katana a Kohaku —¡Eres un maldito niño! ¿Tú que sabes de sangre? —atacó con furia cortando a Kohaku mientras Take intentaba atacarlo sin éxito, aquel sujeto seguía esquivando.

    —¡Basta!—gritó Take — Tú perteneces a un grupo de cobardes.



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    Gigi Blanche

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    La destreza del enemigo era formidable, o quizá fuera más correcto decir que lo estaba impulsando la locura. Una fuerza desquiciada, nacida del puro frenesí, que me congeló la sangre al oír su risa. Brotó de su pecho, cargó una energía extraña y de alguna forma sentí hilos cortándose. Su espada no tardó en alcanzarme el cuerpo y el olor a sangre me enfermó. Dolía, joder que dolía y esa no era la peor parte.

    —¿Que nada sé? —siseé, tapándome la herida abierta con la mano libre, y junté fuerzas para volver a erguirme—. Conozco este olor mejor de lo que nunca podrías imaginar.

    Porque olía igual a mi villa, olía igual a mi maestro despertándome a mitad de la noche, implorándome que corriera al bosque y no mirara atrás. Olía como los gritos de mi gente, las columnas de humo bañando el cielo y la quietud del amanecer. Olía a sangre, olía a lo que encontré de mi familia y a lo único que me quedó de ellos.

    —Tuve que enterrarlos con mis propias manos, así que no te atrevas a decir que no sé nada de sangre.

    Respiré con cierta dificultad y apreté con fuerza el agarre en torno a mi katana, esforzándome por mantener la vista enfocada en nuestro enemigo. Miré a Take de reojo, fue un instante. Odiaba sentir que la agilidad se me drenaba con la sangre que perdía, lo odiaba pero no había tiempo para preocuparse por eso.

    —Los niños... —No tenía una idea realmente clara y me llevó un segundo formularla—. Los niños están a salvo, ¿verdad?
     
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    [Kohaku; Take]

    —Entonces sabes del carmesí; sabes de dolor...— aquel individuo parecía invencible ahora que estaba cubierto de sangre, esquivando nuevamente ambos ataques—... pero nunca es suficiente, nunca es demasiada sangre; siempre puede haber mas. No me importa tu sufrimiento —rio — Y sabes... después de matarlos a ustedes... siguen ellos; los cobardes que huyeron, los encontraré; porque amo el olor de la sangre, y una de ellas está cubierta de ella. Es así como cazamos nosotros, es así como nos alimentamos...

    El enmascarado se lanzó sobre Kohaku quien no lograría escapar; Take se interpuso con su cuerpo, logrando bloquear el ataque, y con ello logró nuevamente desarmar a su rival, esta vez no pudo quedarse con el arma pues tenía las manos llenas.

    —Los niños están bien; Kohaku —mencionó Take con voz tranquilizadora —Deberías ir con ellos —sonrió.




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    Herbolaria (interior)

    Nunca le había puesto un rostro a mis demonios, y a día de hoy aún no lograba saber si se trataba de una bendición o una maldición. Irónico, la verdad, hablar de bendiciones. Irónico que los Ancianos hubieran encontrado la luz de los dioses en mis ojos, que los hubieran tapado para mantenerlos puros, y que por un capricho de la tradición me hubieran negado tantas libertades. Irónico que hubiera crecido pensando que no había más, que eso era todo, mi deber, mi responsabilidad y ya. Irónico, terriblemente irónico, que me creyeran afortunado.

    En especial cuando no me sentía así en absoluto.

    Nunca le había puesto un rostro a mis demonios y a veces así lo habría preferido; de esa manera podría canalizar lo que llevaba dentro de alguna forma, habría podido redireccionar mi ira, mi tristeza, y volcarlos en alguien que no fuera yo. Pero los demonios eran manchones negros, las pesadillas acaecían y en ellas sólo estaba yo. La nieve, el silencio y yo.

    Al ver a ese hombre bañado en sangre, riendo con semejante locura y una fuerza que ciertamente parecía sobrenatural, al recordar el apodo que él y su grupo cargaban sobre sus espaldas, pensé que podría llegar a servirme; que, si me lo proponía, podría convertirlo en mi propio demonio.

    Uno que tampoco sería capaz de vencer.

    El cuerpo había dejado de responderme a la velocidad que habría querido, notaba el peso de mis músculos y la densidad de mis pensamientos con una clara nota de desesperación. No quería irme, no quería dejar a Take solo contra ese monstruo, no quería... no...

    Su voz logró enderezar un poco mi mente, sobre la cual poco a poco perdía el control. Parpadeé, notando cuán encorvado estaba y lo mucho que me dolía el cuerpo. Lo noté y deseé no haberlo hecho, pues quise enfocar la vista en mi espada y, Dioses, no pude. No pude hacerlo de ninguna manera ¿y qué acababa de decirle a Yuzuki? Que tomara las decisiones prudentes, ¿verdad?

    Los niños están bien.

    ¿Y de qué podía servir que yo me quedara allí?

    Kohaku.

    Si era inútil.

    Deberías ir con ellos.

    Era absolutamente inútil.

    Jadeé por aire, una especie de sollozo se me coló en medio y toda la expresión debajo de la máscara se me contrajo. Era la ira, era el dolor y la tristeza que cargaba desde hacía más de un año, esa que había embotellado a presión y me había negado a sentir.

    —Lo siento —balbuceé, la voz se me quebró, y con toda la reticencia del mundo di un paso al costado—. Lo siento tanto.

    Eran los demonios empapados en sangre los que reían, reían y reían, mientras yo sólo podía huir a esconderme. Eran los que me arrebataban aquello que apreciaba, aquello que habría deseado proteger, y me convertían cada vez más en el cascarón que los Ancianos se encargaron de moldear.

    Me alejé lentamente de Take, con un dolor que no me cabía ya en el cuerpo, y cuando finalmente le di la espalda para salir de la herbolaria ya no lo aguanté. Mis rodillas encontraron el césped y con el impulso de la caída clavé la katana en el suelo, de ella me sostuve y volví a sollozar. Y me levanté, y seguí caminando y las lágrimas fluyeron sin permiso alguno. Ni siquiera estaba dirigiéndome a un lugar concreto, pero de alguna forma di con Yuzuki, con los niños y Kotono, y volví a desplomarme en el suelo. Solté la katana, me encorvé sobre mí mismo y me cubrí la máscara con ambas manos, sin parar de llorar. No sentía ninguna clase de alivio, el corazón se me estaba desgarrando y me creía a punto de ahogarme.

    Take, Hana, Chiasa, Itsuki, Hinata, mamá, Satsuki.

    Nadie.

    Jamás podía salvar a nadie.

    llevo llorando desde ayer de sólo imaginar este post y ahora que lo escribí guess what *c mata*
     
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    Amelie

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    Herbolaria interior
    [Kohaku; Take]

    Take vio como Kohaku escapaba y sonrió mientras recibía el ataque del enmascarado quién se burlaba de aquella situación a pesar de estar desarmado — El tiempo que hagas para ellos es inútil; los alcanzaré y los haré sufrir.

    Take sostuvo ambas armas sin titubear —Pasé años exiliado al pie de la montaña de la tierra que debía proteger; oculto de aquel hombre que podía eliminarme; me mantuve así para algún día poder volver a ser útil; mi señor quería que yo protegiera a todos, ya que él no podría hacerlo mas. Hoy puedo cumplir esa promesa, protegeré Kamakura, a las semillas que quedan del bosque incendiado; a las flores que luchan por mantenerse en pie

    [​IMG]

    —Habla lo que quieras; Kamakura será nuestro nuevamente. Ahora que el águila a volado no hay un verdadero guardián, es cuestión de tiempo. Sólo es eliminar a unos cuantos niños— alegó el demonio carmesí con una sonrisa burlona

    Take negó —Subestimar a esos niños será tu último error; yo los defenderé —la vida de Take se evaporaba; pero sus palabras se mantenían firmes.


    • Nivel= 5
      PV= 20
      Ataque= 17
      Defensa= 13
      DESARMADO
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    • Nivel= 3
      PV= 5
      Ataque= 7
      Defensa= 8
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      Ataque especial: ?



    • Nivel= 2
      PV= 70
      Fuerza= 9
      Protección= 6
      Katana colmillo = +17 ataque (+1 kensei)
      Intuitivo= +3 suerte
      Débil= -1 defensa

    • Nivel= 2
      PV= 10
      Fuerza= 6
      Protección= 9
      Katana= +19 ataque
      Agilidad= +2 defensa
      Avaricia= -2 suerte

    • Nivel= 4
      PV= 7
      Fuerza= 15
      Protección= 15
      Katana Aka = +10
      Yari= +10 ataque
     
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    Amelie

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    [​IMG]
    Herbolaria interior
    [ Take]



    Take y el demonio carmesí colisionaron en un feroz ataque; el demonio recuperó su arma y con ella traspasó el pecho de Take mientras este clavaba su naginata en el pecho de su rival y su katana directamente en el corazón; en esa posición permanecieron por un breve instante en silencio.

    —No soy el único —rio el demonio carmesí—vendrán por ellos; los destruirán y harán sufrir; tu sacrificio ha sido en vano....

    Take arrancó sus armas del cuerpo de su rival para también escapar de la katana de él; aquel sujeto cayó muerto al instante; Take logró mantenerse de pie; pero su cuerpo se desvanecía a ojos de el otro hombre que estaba en el suelo, incrédulo ante lo que veía.

    Take se desarmaba en fragmentos de papel y pétalos de sakura. Take levantó su mano para ver como se evaporaba en el aire —Un arte muy hermoso; maestro. No me sorprende que usara su flor favorita

    [​IMG]

    Take miró al exterior de la herbolaria, esperando que todos se encontraran a salvo; no dejó de sonreír—Yo soy el que lo siente; Kohaku —sonrió —me hubiese gustado compartir el té nuevamente... jamás había probado la miel... fue dulce... muchas gracias.



    • Nivel= 5
      PV= MUERTO POR TAKE; KOHAKU Y YUZUKI
      Ataque= 17
      Defensa= 13
      DESARMADO
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    • Nivel= 3
      PV= 5
      Ataque= 7
      Defensa= 8
      Escuela= ?
      Ataque especial: ?



    • Nivel= 2
      PV= 70
      Fuerza= 9
      Protección= 6
      Katana colmillo = +17 ataque (+1 kensei)
      Intuitivo= +3 suerte
      Débil= -1 defensa

    • Nivel= 2
      PV= 10
      Fuerza= 6
      Protección= 9
      Katana= +19 ataque
      Agilidad= +2 defensa
      Avaricia= -2 suerte

    • Nivel= 4
      PV= 7
      Fuerza= 15
      Protección= 15
      Katana Aka = +10
      Yari= +10 ataque


    Gigi Blanche +533 EXP por derrotar al enmascarado 1 y 2
    Yáahl +333 EXP por derrotar al enmascarado 1

    +300 ambos por completar la misión
     
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    Zireael

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    Leo
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    Yuzuki Minami

    Me dolía la vida entera, cada músculo, cada herida ya cerrada sobre la marcha palpitaba como mi propio corazón y solo cuando llegamos al bosque ya el cuerpo se me rindió. Mis hermanas me sujetaban por los brazos porque sabían la clase de intensa que era, que podía volver e intentar seguir peleando.

    Pero no era eso lo que me dolía, no haber podido pelear.

    Era el niño dejado atrás lo que me estaba destrozando el corazón.


    Fue una lágrima, después la otra y cuando me di cuenta estaba descompuesta en llanto. Era silencioso, al menos lo fue al principio, hasta que ya no pude conmigo misma y un sollozo me rasgó la garganta, me dolió genuinamente e hice el primer intento de zafarme del agarre de mis hermanas.

    —Déjenme volver —murmuré entre lágrimas—, no puedo dejarlo solo, déjenme volver.

    Tomé aire con fuerza, fue brusco, y volví a hacer el intento de soltarme con mucha más intención. Nadie sabía detenerme, amaba a mis hermanas pero no sabía cuándo parar y ahora mismo sabiendo que uno de los niños se había quedado atrás no era capaz de tener tranquilidad alguna, no podía, lo había hablado con Takano luego de la guerra. Además no era solo eso, era la lealtad en el corazón de ese niño lo que me estaba despedazando, porque había estado con Takeda antes que yo.

    Porque me ayudaría a regresar a Rengo.

    Porque le dije que volviese a casa.

    Este era su hogar, Dioses, nosotros éramos su familia ahora, desde Takeda hasta Takano, pasando por mí y todos los demás. No podía con la idea de volver a Kamakura y decirle a Rengo que lo había perdido, que no había podido siquiera intentar salvar a Ko de los demonios. Logré soltarme del agarre de mis hermanas de un movimiento repentino, pero apenas lo hice con intenciones de volver reconocí la silueta de Kohaku un momento antes de que se desplomara en el suelo.

    No sé con qué fuerzas corrí a su lado teniendo en cuenta que no estaba en mejor estado, mis piernas cedieron y cuando me di cuenta las rodillas encontraron el suelo. El pobre niño estaba llorando, Dioses, y me rompió el corazón en tantas partes que no supe por dónde empezar a levantar los pedazos, no pude y tampoco pude detenerme a mí misma.

    Lo atraje a mí y lo envolví entre mis brazos con cuidado de no hacerle más daño, estaba débil todavía pero me encargué de imprimirle algo de fuerza al gesto pasado un instante. Ni siquiera sabía cómo lo recibiría, este muchacho era difícil de leer, pero con qué cara podía quedarme mirando cuando se desmoronaba de esta manera frente a nosotros, cuando estaba herido, agotado y quizás asustado.

    Y había dejado a nuestro salvador atrás.

    Contuve mi propio sollozo, pero atraje a Kohaku hacia mí y le dediqué la caricia en los brazos, la misma que le dedicaba a mis hermanas y a mi madre, a Takano y Rengo. Fue un burdo intento por traerlo de regreso o solo quizás decirle que estaba bien, que llorara si necesitaba hacerlo incluso si yo no sabía de los demonios que lo perseguían.

    Era egoísta, pero había regresado y solo eso me importaba.

    —Gracias —dije en un hilo de voz, rodeándolo con los brazos otra vez—. Gracias por regresar, Ko.

    Me voy de la vida bye im gonna cry with Ko-chan
     
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    Gigi Blanche

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    Kohaku Ishikawa
    Herbolaria (exterior)

    No estaba prestándole atención a mi entorno realmente, pero de alguna forma conseguí enfocar parte de mi mente lo suficiente para saber que ya estaba a salvo, que había alcanzado a los demás y que... ellos también estaban a salvo. Fue una mezcla estúpida de alivio, dolor e impotencia lo que me siguió sacudiendo el cuerpo en llanto, así las heridas en mi pecho aún sangraran y palpitaran; y cuando Yuzuki me alcanzó, cuando me rodeó con sus brazos y me atrajo, alcé una mano para aferrarme a la manga de su haori. Le imprimí la fuerza que necesitaba para no desconectarme del mundo, para aferrarme al pilar que me estaba ofreciendo y lo hice sin pensarlo ni dos segundos. Porque lo necesitaba.

    Porque el aire que siempre me había pertenecido, ahora me estaba abandonando.

    El pecho se me amplió y contrajo en respiraciones violentas, lo suficiente para puntualizar el dolor de las heridas. Empecé a sentir la cabeza liviana, no lograba dar con ninguna idea concisa y me aferré con aún más fuerza, pues las manos me temblaban. Luego el temblor se expandió a mis brazos, a mis piernas y me dije a mí mismo que debía calmarme, que debía dejar de llorar y regular mi respiración. Me lo dije y sencillamente no pude, por primera vez había perdido el control sobre mi cuerpo y no lo entendí. No entendí qué me pasaba, por qué respiraba con tanta fuerza y por qué me sentía tan mareado. No lo entendía pero quería que parara.

    Te escogí entre muchas almas, Kohaku.

    La voz de Ebisu se abrió paso, lo hizo con la contundencia suficiente para detener el huracán. Abrí los ojos de repente, dándome cuenta que prácticamente me había caído sobre Yuzuki, y por fin comencé a regular mi respiración. Detener el llanto, frenar el temblor, relajar el agarre y erguir el torso. Colé las manos debajo de mi máscara, me sequé las lágrimas y contuve una mueca tras moverme, puesto que las heridas me seguían palpitando.

    —¿Podrías...? —Mi voz se extinguió y me repasé los labios, con la vista clavada en el césped. Avergonzado—. ¿Podrías ayudarme, Yuzuki? Me...

    Me duelen.

    —Son dos —indiqué, señalando mi pecho—. Algo profundas.

    Ahora que lo pensaba, iban a dejar cicatriz, ¿verdad? Mis primeras cicatrices, de hecho. Solté el aire en un suspiro cansado y fui consciente de la enorme calma que reinaba en el bosque. Era una quietud inmensa, como si el mundo repentinamente se hubiera detenido, y las lágrimas volvieron a correr en silencio. Supe que eso sólo podía significar una cosa.

    La pelea de Take también había acabado.

    No tenía idea qué decir, así que no dije absolutamente nada. Su agradecimiento me había alcanzado, ahora era consciente de ello, y así siguiera retumbando entre mis paredes no encontré motivos para abrir la boca. Seguí pensando en Ebisu, en el flujo de su voz y las imágenes que había grabado en mi mente, y me vi a mí mismo hacía cinco minutos. Me había tapado la máscara con ambas manos aunque no tuviera el más mínimo sentido, aunque fuera ella la que de por sí cubría mi rostro, y me di cuenta entonces que eso no era cierto, había dejado de serlo. La máscara era mi maldito rostro y pensarlo me propagó por el cuerpo un impulso espantoso, como quien ansía arrancarse la propia piel a jirones.

    Me habían arrebatado las decisiones.

    —Deberíamos regresar —puntualicé en voz baja, cansada, y pasé saliva antes de proseguir—. Quizá necesite nuestra ayuda.

    Quizá siguiera vivo, sólo que muy malherido. Quizá... quizás aún no era demasiado tarde. Y de la forma que fuera, necesitaba comprobarlo. Necesitaba verlo con mis propios ojos y, de ser el caso, brindarle un entierro digno. Necesitaba despedirlo.

    Como ya había despedido a tantas personas.

    —Debería ser seguro ahora. Lo siento... de alguna forma.
     
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    Zireael

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    Yuzuki Minami
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    Todos los movimientos fueron automáticos, desde mi suerte de abrazo hasta la forma en que Kohaku se aferró a la manga de mi haori, todos hicieron las veces de las cuerdas que atan los botes al puerto. Lo sostuve, Dioses, porque sabía que estaba a un movimiento de desplomarse, no había visto la gravedad de sus heridas pero olía a sangre y su cuerpo estaba a nada de notarse frío, pasaba que antes de siquiera atenderlo necesitaba que se calmara y necesitaba calmarme yo.

    Ni siquiera me importó el hecho de que prácticamente me había caído encima, si el pobre niño estaba descompuesto por la pérdida de sangre, el llanto y quién sabe qué más. Me las tuve que arreglar para no presionarlo demasiado por temor a lastimarlo, pero suponía que no hacía falta que nadie dijese que lo iba a sostener el día entero si hacía falta, era lo que había hecho siempre y es que a pesar de todo, su figura se mezclaba con la de mis hermanas, porque debía tener una edad muy parecida.

    En algún punto pudo regular su desastre, no sé con qué fuerzas, pero consiguió detener el llanto, aflojar el agarre y erguirse, cosa que le permití aunque no me animé a dejarlo ir del todo por temor a que se fuese de boca al suelo. Deslicé el agarre a sus brazos otra vez y lo mantuve allí, a la espera nada más, y me pregunté cuánto le habría costado hablar realmente.

    Suavicé los gestos apenas escucharlo, no terminó la idea, pero alcanzó a indicarme las heridas señalando su propio pecho y asentí con la cabeza al instante, sin dudar ni pensármelo demasiado. No me estaba dando más importancia de la debida, pero agradecía enormemente en momento en que me habían entrenado para esto, porque ninguno de los dos habría logrado soportar estas heridas sin atención.

    —Te duelen, lo sé —completé en voz baja, fue más bien un murmuro—. Déjamelo a mí. Ya está bien, ¿oyes? Ya estás bien.

    Lo dejé ir por fin, aún temiendo que no soportara el peso de su torso y me dispuse a sacar las cosas que cargaba siempre para estas desgracias, su voz siguió alcanzándome y detuve mis movimientos cuando dijo que deberíamos regresar, que nuestro salvador quizás necesitara ayuda. No supe cómo decirle lo que ya sabía, que era posible que estuviese muerto ya, de forma que solo asentí con la cabeza porque a pesar de todo debíamos honrar su sacrificio.

    El haber salvado a las flores de Kamakura.

    —Si no nos han alcanzado es seguro volver —atajé todavía sin alzar la voz mientras me enderezaba un poco para quitarme el haori de encima, el gesto revivió el dolor de mis propias heridas y comprimí las facciones antes de extenderlo hacia él. Era el abrazo de mi madre, al prestarlo digamos que prestaba el propio, también un fragmento de la protección de los Minami... Había hecho lo mismo con Kenzo y Kobayashi en Tsu—. Sécate la cara, mi niño. Quédatelo en lo que atiendo esto, quizás necesites morderlo o algo.

    Tomé aire, lo solté despacio y me dispuse a revisar sus heridas, en estas condiciones lo que iba a hacer era lo mismo que había hecho con las propias, detener el sangrado. Le iba a quedar cicatriz, eso sin duda, por la profundidad de los cortes era inevitable pero debía insistir en que era preferible llevar cicatrices que perder la vida.

    Me sentí terriblemente débil, me pesaba el cuerpo y todavía no podía enfocar demasiado bien la vista, pero habían cosas que se hacían en automático, esta era una de ellas. Además era lo menos que podía hacer, ¿no? Este idiota había estado dispuesto a quedarse y me había dicho a mí que hiciera lo prudente, ¿pero lo prudente para él no habría sido irse también?

    —Si te estoy lastimando demasiado dímelo, por favor.


    VENGO A TOPE, PERMISO

    perdón por la demora uwu para que quede registro de lo narrado: curo a Kohaku
     
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    Gigi Blanche

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    Yuzuki completó la idea que no había logrado brotar de mis labios y oírlo en su boca me arrojó una extraña cuota de vergüenza que no llegué a reflejar, simplemente me quedé quieto. Asentí como un mocoso al reafirmarme que ya estaba bien, no me sentía así en absoluto pero tampoco había sentido alguno en discutir. Sabía que lo decía para tranquilizarme, además, y no era el plan arrojarle encima nada de lo que llevaba encerrado dentro de mí desde hacía tanto tiempo. No era la idea arrojárselo a nadie.

    Y bajo ese principio era que había llegado adonde estaba, ¿verdad?

    Para eso servía la máscara, también.

    Noté de reojo cómo se quitaba el haori, aunque no conecté cabos hasta que lo extendió en mi dirección. Dudé visiblemente al principio, y si lo acepté fue por la misma razón que, al final, nunca le decía nada a nadie. No iría a morderlo ni estropeárselo, pero me lo había ofrecido y lo correcto era tomarlo.

    —Gracias, Yuzuki.

    Distraje la vista en el diseño del haori en lo que ella se encargaba de mis heridas. Escocía un poco, pero también era gentil y no encontré idioma en el cual quejarme o esbozar algún tipo de molestia. Por ello meneé la cabeza ante su pregunta.

    —No te preocupes.

    Me habían educado para soportar, para aguantar, callar y seguir, así que eso hice. Me mantuve quieto, prácticamente sin respirar o contraer mis facciones, hasta que ella acabó de atender mis heridas. Recién entonces le regresé su haori justo como me lo había dado, también la miré por fin y le concedí una pequeña sonrisa. Me dolía el alma, pero eso no le concernía a Yuzuki.

    —Gracias —repetí, logrando incorporarme no sin esfuerzo ni ayuda de mi katana, y liberé el aire antes de agregar—: ¿Vamos?

    Ven, niño, el día es largo.

    No huyas de mí.

    Era una nana que mamá nos había cantado de pequeños. Primero a mí, luego a Chiasa, entonces Itsuki y Hinata. Su voz resonó en mi mente y lo siguió haciendo con cada paso que nos acercábamos a la herbolaria. Tenía el corazón en un puño, me sentía terriblemente cansado y sin embargo, todo eso lo reemplazó la sorpresa. Allí estaban los dos enmascarados, uno muerto, el otro malherido y...

    Descansa, niño, el día ha acabado.

    La oscuridad se aproxima al fin.

    —¿Dónde está? —inquirí, con una nota de impaciencia que lo convirtió en un apremio hacia el moribundo—. ¿Dónde está Take?


    Y así como la noche engulle al sol,

    sé que vendrás por mí.
     
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    Amelie

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    Herbolaria interior
    [Kohaku; Yuzuki; Kotono; Yorokubi; Himawari; Kyoko]

    Kotono los observó interactuar, iba a intervenir pero los dejó solos en ese momento. Himawari y Kyoko se notaban muy preocupadas por Kohaku y sus heridas y observaban a Yuzuki atenderlo. Yorokibi se aferró a Kotono; pero no separó la vista de Kohaku y Yuzuki, intrigado.

    Después avanzaron nuevamente hacia la herbolaria, temerosos en sus pasos. Kohaku entró directamente y miró al enmascarado de cabello corto, aun con algo de vida en sus pupilas agónicas —Se mataron uno al otro —su voz se escuchaba muy baja, cansada, la sangre en su cuerpo se coagulaba emanando un aroma a metal — Aquel hombre... se convirtió en flores y ceniza —trató de sonreír pero le fue imposible.

    Yorokubi señaló el suelo; eran pétalos de flores de cerezo, alrededor de papel quemado.


    • Nivel= 5
      PV= MUERTO POR TAKE; KOHAKU Y YUZUKI
      Ataque= 17
      Defensa= 13
      DESARMADO
      Escuela= ?
      Ataque especial: ?

    • Nivel= 3
      PV= 5
      Ataque= 7
      Defensa= 8
      Escuela= ?
      Ataque especial: ?



    • Nivel= 2
      PV= 80
      Fuerza= 9
      Protección= 6
      Katana colmillo = +17 ataque (+1 kensei)
      Intuitivo= +3 suerte
      Débil= -1 defensa

    • Nivel= 2
      PV= 70
      Fuerza= 6
      Protección= 9
      Katana= +19 ataque
      Agilidad= +2 defensa
      Avaricia= -2 suerte

    • Nivel= 4
      PV= 7
      Fuerza= 15
      Protección= 15
      Katana Aka = +10
      Yari= +10 ataque


     
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  14.  
    Zireael

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    Yuzuki Minami
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    Sabía que mis palabras de que ya estaba bien eran humo al viento, el pobre tenía el pecho abierto y yo lo estaba consolando como si se hubiese raspado las manos al caer al suelo, pero era lo que había y a veces pecaba un poco de tonta. Claro que si supiera siquiera la mitad del caos que el muchacho tenía en la cabeza jamás hubiese abierto la boca, pero no había forma de que siquiera me imaginara nada de eso.

    Era leal, ¿no? Claro, al punto de la estupidez.

    ¿Pero qué sabía de Kohaku en realidad además de eso?

    Un poco sí noté que aceptó el haori por no ir a negarlo, incluso si estaba enfocada en mi tarea, pero si al menos mirarlo le servía para distraerse con algo a mí me parecía que había cumplido su función. Al final del día mis manos habían sido entrenadas para esto, algo que ya de por sí estaba en mi naturaleza, así que hacía mi mejor esfuerzo para evitarles a todos más dolor que el que ya sentían. Me manchaba con sangre ajena con tanta frecuencia que ya había dejado de importar demasiado, no imaginaba el mundo de otra forma.

    Aunque la peste estuviese siempre conmigo.

    Él se quedó quieto, tan quieto que me hizo preguntarme cómo era posible, pero con eso ayudó a que mi trabajo fuese significativamente más sencillo de realizar y también más rápido para sí mismo. Cuando terminé lo vi regresarme el haori, de forma que lo recibí y me lo volví a colocar con movimientos algo rígidos, recibí su sonrisa, la reflejé y pensé que a todos nos pesaba algo.

    Que nos pesaría toda la vida.

    —No es nada —respondí luego de haber tomado aire y asentí con la cabeza para ponernos en marcha.

    No estaba mirando a mis hermanas, no lo había hecho en todo el rato, pero imaginaba su preocupación porque eran sangre de mi sangre y conocía a los míos. Ya en Kamakura podría intentar tranquilizar a todos, aquí no encontraríamos consuelo y lo sabíamos, de hecho quedó todavía más claro cuando llegamos a la herbolaria otra vez y la pregunta de Kohaku me alcanzó desde otro plano. Sacudió mi aparente calma y repasé todo el espacio, recordé la voz del hombre y las piezas cayeron al suelo.

    —¿Era Take? —pregunté con un hilo de voz, al seguir hablando el tono se me quebró—. No... yo no. No lo reconocí, Dioses.

    La voz del que había quedado malherido se alzó, giré el rostro en su dirección, estaba más cerca de la muerte que de cualquier otra cosa pero aún así logró responder y la peste a sangre me alcanzó el fondo de la cabeza de un golpe seco, haciéndome arrugar los gestos. Había dejado de oler a sangre fresca o yo me lo estaba imaginando, vete a saber.

    Con el rabillo del ojo noté que Yoro señalaba algo, así que me acerqué a allí solo para notar los pétalos de cerezo y me quedé prendada a la imagen. Eso era lo que había quedado de Take, nos había permitido descansar cuando subimos a Kamakura, ahora nos había salvado... y solo eso quedaba. Me arrodillé en silencio sin atreverme siquiera a tocar los pétalos, tampoco el papel quemado y tomé aire con fuerza para encontrar mi propia voz.

    —Gracias.
     
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    Gigi Blanche

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    Kohaku Ishikawa
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    Oí la breve explicación del enmascarado con la vista puesta en el montículo de cenizas y pétalos, y arrugué el ceño debajo de la máscara. No tenía sentido. No tenía el más mínimo sentido. ¿Qué se suponía que Take era, entonces? ¿Humano? ¿Lo habría sido en algún momento? Yuzuki se agachó junto a sus restos, le agradeció en voz baja y tomé aire para liberarlo lentamente. Las heridas se resintieron y lo ignoré.

    Había tenido una idea, ¿verdad? Y parte del sacrificio de Take debería implicar la posibilidad que nos había obsequiado.

    Anduve con calma hasta acuclillarme frente al hombre. Su peste a sangre era... era nauseabunda, pero me las arreglé para hacerlo a un lado. Removí mi máscara, pues, repetí el proceso con la suya y mis movimientos fueron absolutamente cuidadosos. Sabía que era el enemigo, que había intentado matarnos, que de contar con una segunda oportunidad probablemente volvería a intentarlo, pero nada de eso me concernía. No creía en la venganza.

    Repasé sus facciones con un aire de tristeza y cansancio en mi mirada, lo hice sin apuro y tras suspirar suavemente me incliné, encontré su piel y presioné mis labios a la altura de su frente. Me dio por pensar que, en cierta forma, también estaba absolviéndolo por lo que nos había hecho. Una energía extraña se revolvió en mi pecho, en todo mi cuerpo, y me recordó al susurro del bosque.

    —He forzado un contrato sobre ti —expliqué con calma, regresándole su espacio y viéndolo a los ojos—. Deberás contestar a las preguntas que te haga con honestidad y tendrás prohibido decirle una palabra a nadie sobre lo que ocurrió hoy aquí. De lo contrario, morirás. Esto es irrevocable.

    Comenzaba a sentir el cansancio en mis piernas, de modo que resolví por sentarme en el suelo. Lo miré, lo miré y lo seguí mirando, cobrando consciencia con cada vez mayor fuerza de que ese frente a mí también era un ser humano. Una persona.

    —¿Por qué nos atacaste? ¿Cuál era tu objetivo con eso?


    Para que quede claro: usé un sello de luz sobre el enmascarado 2
     
    Última edición: 8 Enero 2022
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    Amelie

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    Herbolaria interior
    [Kohaku; Yuzuki; Kotono; Yorokubi; Himawari; Kyoko]

    Kotono se hincó frente a los pétalos y papel quemado bajando a Yorokubi, ambos se miraron y no se necesitaron palabras, simplemente comenzaron a recolectar esos trozos, arrastrándolos para crear pequeños montículos. Las hermanas también se acercaron e hicieron lo mismo; a pesar de que sus manos temblaban ante la presencia del enemigo que aun seguía con vida.

    "¿Era Take?"

    El enmascarado se giró hacia Yuzuki con dificultad, ya ni siquiera podía enfocar su vista en ella —Pobre imbécil... sacrificó su vida por gente que ni sabía quién era...— miró a Kohaku después, confundido por sus acciones; pero incapaz de poder moverse demasiado, aceptando su destino —Nuestro objetivo...—su agonía era notoria, no quedaba mucho de él —... matar a todos los de familias nobles como ustedes. No habrá Imperio... no habrá nuevos líderes. Todos seremos libres de las familias de casta ...— lo decía aun siendo consciente de que no tardaría en morir —Ustedes... ignoran a todos las personas, no se detienen a hablar con campesinos, no se detienen a escuchar las quejas de un comerciante... sólo buscan muerte y guerra; ustedes son el mal en nuestra sociedad. Y lentamente caerán todos esos apellidos... todos sus emblemas arderán ante nosotros. Así, gente como este tal Take no serán simples piezas que deben sacrificarse para salvarlos; porque la gente humilde también tenemos valía y no somos inferiores a ustedes — sonrió — ¿Fui demasiado honesto? —escupió sangre hacia Kohaku —malditos sean los samurái y sus señores... que mi sangre ensucie su estirpe...— con esto, cerró los ojos y cayó muerto; aun con la sonrisa en el rostro.


    • Nivel= 3
      PV= MUERTO POR KOHAKU
      Ataque= 7
      Defensa= 8
      Escuela= ?
      Ataque especial: ?


    Gigi Blanche +300 EXP +50 EXP de uso de habilidad
    Yáahl
     
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    Gigi Blanche

    Gigi Blanche Equipo administrativo Game Master

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    Kohaku Ishikawa
    Herbolaria (interior)

    Era un hombre de ideales firmes, eso quedaba claro. Respondió a mis preguntas sin molestarse en disimular, parchar o excusar, lo hizo con las palabras que llevaba grabadas en el corazón y éstas, con la misma fuerza, me perforaron el pecho. Ni siquiera reaccioné con rastro alguno de desdén cuando me escupió su sangre, pues entendía. Entendía que aquí no había héroes y villanos, y así este hombre y su compañero estuvieran dispuestos a matar a un montón de niños inocentes y fuera mi deber detenerlos, su deber les dictaba algo diferente que no me concernía. Todos fuimos ubicados en el tablero y nos movíamos acorde a diversos vientos pero, al final del día, ¿no éramos lo mismo?

    Peones de los dioses.

    Tampoco podía decir que sus fundamentos fueran totalmente erróneos. Yo, dichoso primogénito de familia noble, ¿qué había hecho por mi villa? Ni siquiera se me había permitido el hablar con ellos. Podía alegar que no era mi culpa, podía señalar a un montón de Ancianos ya muertos por la eternidad, y ¿de qué iba a servirme? Absolutamente nada. Cargaba responsabilidad también.

    Por las órdenes que acataba y las personas ante las cuales agachaba la cabeza.

    El hombre no resistió, se desplomó frente a mí y tomé aire lentamente, liberándolo de la misma forma. Tanta... tanta sangre. Estos niños habían tenido que ver demasiado. Volví a atar la máscara a mi cabeza y me giré hacia ellos, luego miré a las mujeres.

    —Quizá no estén de acuerdo conmigo, pero ¿podrían ayudarme a enterrarlos?

    Lo haría solo, realmente, pero estaba agotado. Me incorporé con cierta dificultad y le eché un vistazo a mis ropas, a la sangre que el hombre me había escupido. Tras erguirme les concedí una pequeña sonrisa.

    —Todos merecemos un entierro digno.
     
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    Zireael

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    Yuzuki Minami
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    Lamentaba no haberlo reconocido pero mi contacto con él fue breve y, para variar, había tenido el rostro cubierto por una máscara también, su voz me había sonado familiar pero en el momento no supe darle un nombre. Ahora dolía, pesaba, pero ya estaba hecho y estábamos vivos gracias a él, un sacrificio que jamás olvidaría.

    Eran las vidas de mis hermanas, las de la familia de Jiin, la propia y la de Kohaku.

    Seguí los movimientos del muchacho con el rabillo del ojo y lo vi repetir lo que el espiritista Taira había hecho con Rengo, el beso en la frente, y comencé a tomarle cierta tirria al gesto si debía ser honesta. Me había arrebatado a mi niño y ahora estaba repitiéndose a mi lado, así fuese sobre el enemigo, aunque pronto la situación se explicó por sí misma y me quedé en mi lugar, escuchando. Kotono, Yoro y mis hermanas estaban haciendo pequeños montículos de cenizas que yo todavía no me atrevía a tocar.

    Un contrato.

    Si contaba algo moriría. Ya estaba muerto de por sí.

    Vi que el tipo de la máscara giraba el rostro hacia mí, dudaba que pudiese enfocarme siquiera, pero sus palabras me dieron directo en el pecho y me hirvió la sangre dentro del cuerpo. No me quedaban fuerzas, pero la furia que las palabras de este moribundo despertaron fue tal que supe que de haber estado ilesa me habría levantado para rajarle la garganta yo misma y viera si podía hablar de sangre y guerra así, incluso si solo le daba la razón.

    Era hija de un clan acabado, había sido criada entre los Harima y para servir a los Minamoto, la hija mayor de un líder ya muerto... cargaba el peso de una casta, no era mentira. Sin embargo, había visto la muerte de los míos, había visto Fujimi, Hayato, Kobayashi y si deseaba algo en la vida era librar a todos de la peste a sangre que yo nunca lograría quitarme de encima, porque estaba cansada de esto. Estaba absolutamente agotada.

    Lo escuché escupir y el fuego no hizo más que alzarse, hice un movimiento brusco en dirección al enmascarado y Kohaku que terminó en nada porque todas las heridas me palpitaron a la vez obligándome a quedarme en mi lugar, sentada en vez de arrodillada. Lo que acabó por ceder fue una correntada de lágrimas, me cristalizó los ojos y finalmente corrió sin permiso de nadie; la calidez contrastó con el frío que sentía en el cuerpo entero.

    —Es mentira —dije tan bajo que dudaba que se me hubiese entendido algo.

    Tomé aire con cierta fuerza, no pude regularlo muy bien, y la voz de Kohaku me alcanzó un poco de repente. Estaba enfurecida como tantas otras veces en la vida y oírlo solo me hizo pensar que ni en el mejor de mis sueños podría lograr eso... Esto.

    Equiparar vidas, hacerlo de corazón.

    Pasaba que tampoco podía solo ignorar lo que uno de los míos pedía, mucho menos este chico en particular, y por más que el resentimiento me nublara la cabeza no podía quitarle razón en lo que decía. Además no tenía energía en el cuerpo para resistirme como hacía siempre, como había sido en Shizuoka en particular, últimamente solo atendía a las órdenes o solicitudes que se me hicieran. Era otro costado de ser un perro de guerra.

    Me levanté con movimientos lentos ya habiendo aprendido la lección del gesto brusco de hace un momento y me limpié el rostro con el dorso de la mano. Dudé de forma visible, no me importó en realidad, antes de asentir despacio a la solicitud de Kohaku de enterrarlos.

    —Los restos de Take —murmuré para nadie en particular—, podemos... ¿Podemos llevarlos de regreso a Kamakura de alguna forma?
     
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    Amelie

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    Herbolaria interior
    [Kohaku; Yuzuki; Kotono; Yorokubi; Himawari; Kyoko]

    Kotono; Himawari, Kyoko y el mismo Yoro ya habían recolectado lo que fue de Take; fue Kotono la que tomó un jarrón y guardó allí todo con cuidado, fue un proceso dónde un silencio grande hizo que el sonido de los restos caer en el jarrón se escucharan fuertes; como un palo de lluvia, como una pequeña cascada a lo lejos, era un sonido hermoso para un acto tan triste.

    Yoro se acercó a Kohaku, lo jaló de la ropa para obligarlo a inclinarse hacia él; ya a su altura, limpió su máscara, quitándole la sangre embarrada con su pequeña manga, no dijo nada, no mostró ni una sonrisa ni una lágrima; su vista estaba enfocada en limpiar.

    Kotono le entregó el jarrón a Yuzuki —Los llevaremos a dónde pertenecen; aunque me gustaría saber dónde colocarlos, qué hacer con los restos del hombre que salvó nuestras vidas.

    Kyoko y Himawari se notaban confundidas; pues no entendían lo que había sucedido con aquel hombre; pero no susurraron nada, no preguntaron ni siquiera con sus miradas, estaban genuinamente tristes, sin saber que hacer.

    Kotono avanzó hacia Kohaku —Los enterraremos; no dejaré que sus almas vaguen en Odawara — miró a Yoro y acarició su cabeza, haciendo que el pequeño sonriera al instante; ese era el tacto de una madre sobre su hijo; un respiro, un cobijo tan tenue pero poderoso. Kotono después acarició el cabello de Kohaku y sonrió —Gracias...— miró a Yuzuki —... a todos.

    Y así, en silencio iniciaron el entierro; fue en el bosque, no junto a la herbolaria, fue un silencio de voz; pero los elementos hablaban, el aire; la tierra; la madera... era naturaleza, era vida y muerte. En ningún momento removieron las máscaras; se quedaron allí, sepultadas junto a sus portadores, ocultándose entre cada terrón, perdiéndose para siempre.

    La mirada de Kotono se quedó perdida en los montículos de tierra —El sol no sabe de buenos, el sol no sabe de malos. El sol ilumina y calienta a todos por igual. Quién se encuentra a sí mismo es como el sol

    [​IMG]

    Gigi Blanche
    Yáahl

    Pueden regresar a Kamakura; tiraré lista para saber de Kyoko y Himawari y después para ver quién tira dado de movimiento; pero pueden postear aquí si quieren antes de volver.
     
    Amelie ha tirado dados de 10 caras para Movimiento Total: 10 $dice
    Elegir, al azar, de una lista

    De las opciones:

    • Kyoko y Himawari van a Minami
    • Kyoko y Himawari van a Kamakura
    • Kyoko va a Kamakura y Himawari a Minami
    • Kyoko va a Minami y Himawari a Kamakura

    Ha salido: Kyoko y Himawari van a Kamakura

    Elegir, al azar, de una lista

    De las opciones:

    • Kotono
    • Kyoko
    • Himawari
    • Yuzuki
    • Kohaku

    Ha salido: Himawari

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