Shiga Higashiomi

Natsu Gotho
♤♤♤

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Sus pasos se detuvieron por un instante al sentir el cómo su sexto sentido le advertía sobre un acontecimiento que se tornaba hostil a pocos pasos, percibiendo la escandalosa sangre en el suelo, reconociendo la voz del joven que se escondía en la herbolaria esa misma tarde. Estaba mal herido, por no decir muerto. Sus ojos se deslizaron con parsimonía mientras su mano izquierda se deslizaba sobre Shi.

Su nueva pertenencia, o maldición.

Se tensó al ver aquel cuerpo volar por los aires, presintiendo el mismo aura que había experimentado en el dojo, volteando a verlo. Aquel hombre estaba disfrutando del acto sanguínareo, y tal como le dijo horas atrás, dejaría escapar las pequeñas alimañas, ya que a fin de cuenta podría aplastarlas cuando le viniese en gana.

Takeda... no sería posible enlazarlo con los revolucionaron de ese pueblo, lo mejor sería mantenerse en silencio, moviéndose con precaución en el peor escenario.

En cuanto de disponía a que su cuerpo se desplazara se dio cuenta de lo tardío al ver el sujeto que lo guiaba en el suelo, provocando que su cabeza se ladeara levemente, sintiendo sus músculos tensarse.

—Sabes Natsu... me preocupa tu percepción del mundo.

Sus pequeñas manos limpiaban la sangre que emanaba su abdomen al ser lastimado aquella mañana por la mujer de los cultivos, envolviendo la laceración con algunas vendas viejas.

—¿A qué viene eso?

El anciano agregó hierbas medicinales en un vaso de agua, revolviéndolas con algunas hojas de lavanda.

—¿Qué harías si tratan de asesinar a una pequeña niña delante de ti? —por su edad, por su vida, podía analizar al pequeño niño abandonado que decidió acompañar hasta que su cuerpo llegase donde debía llegar.

Sus pestañas se movieron de arriba a abajo, como si comenzara a plantearse la posibilidad como algo que en cualquier momento podría pasar.

—No tiene por qué importarme —habló sincero.

El señor rió sin una pizca de gracia.

—Ojalá, algún día pueda sensibilizarte un poco, muchacho —sus cabellos negros fueron alborotados por las grandes y callosas manos.

Ese instante, se sintió cálido.

Respiró calmo pese a la cantidad de muertos postrados cerca suyo. Estar rodeado de muerte no lo aterraba, pero... lo hacía sentir extraño. Sus pulmones se ancharon al dejar que el oxigeno comenzara a entrar un momento por la boca, evaluando su alrededor. Estaba lloviendo fuertemente, el seguir un rastro no debía resultar tan sencillo con aquel clima permanente.

Su mano izquierda apretó la empuñadura de Shi, y en ese instante sintió como si la espada que había forjado el viejo palpitara.

¡Escapa Natsu!

Las fichas de su tablero mental comenzaron a barajarse ante aquella presbifonía. No tenía posibilidades de ganarle a ese hombre, lo más inteligente por ahora... sería seguir la voz decrépita de su cabeza.

 

​

 

Cementerio de Higashiomi

Masaki te observó correr de aquel lugar; no querías desperdiciar tu vida en aquel sitio. Satou te observó mientras te dirigías lejos, se levantó temblando por el impacto recibido, mientras se alejaba de aquel lugar.
Masaki comenzó a reir desquiciadamente —¡CORRE LIEBRE! Muéstrame esa espalda tan débil mientras escapas— dijo siguiendo a Natsu —Cargas una katana que se llama muerte; el mismo Dios te la dio porque te consideró fuerte— Masaki te alcanzó e hizo un corte transversal en tu espalda; lo suficiente profundo para hacerte caer. Pisó tu mano con fuerza, aun así el fango debajo de ti amortigüo el golpe, hundiendo la mano en el suelo —Debiste haber hecho caso a Kawa e ir directo a Kioto —tomó a Shi con facilidad mientras clavaba el filo de la katana en tu mano para que no intentaras resistirte —No te molestes mas en mostrar tu rostro en la ciudad imperial; Mara no necesita personas que tengan ese miedo a morir — quitó el filo de tu mano a velocidad. Antes de retirarse escupió al suelo dónde te encontrabas —Una cicatriz en la espalda es una vergüenza para un espadachín; aprende a vivir con ella, cobarde—

Masaki se alejó; no parecía volver a Higashiomi, aparentemente tenía una nueva misión.

Permaneciste allí por un tiempo; no podías definir cúanto tardo en llegar Ujihisa para cargarte en su carreta, esa que usaba Satou para cargar muertos, te levantó con cuidado y te depositó en la carreta, no dijo nada en el camino.

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Clínica

Llegaron a la clínica dónde Satou atendía a una persona que estaba en peor condición que la tuya; a su lado estaba sentado un hombre de cabello corto y negro, se veía completamente derrotado, sus vendajes eran rojos y parecía no despegar su mirada del hombre herido.
Ujihisa tocó el hombro de Satou para indicarle que te atendiera a ti; mientras este se ocupaba del hombre de cabellos largos y negros que parecía pelear por su vida.

Contenido oculto: ¿Qué ha sucedido?

Has intentado escapar; por desgracia Masaki te ha alcanzado porque su dado fue superior.
Has perdido a Shi pero aun conservas tu vida; aun tienes tu vieja katana

• Natsu

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Natsu Gotho
♤Clínica -> Shukusha

La sensación ardiente comenzó a crecer en su estómago, algo que había sentido tantas veces pero que en aquella ocasión se incrementaba como nunca antes. Cuando trató de apartar lo asqueroso del tacto ajeno sobre él, se sintió como un insecto. Aplastado, con las alas arrancadas antes de siquiera llegar a volar.

El dolor no llegó, hasta que su vista palideció perdiendo la orientación por la cantidad de sangre perdida, cayendo en el desmayo, escuchando la voz distorsionada.

Maldita sea.

Estaba perdiendo el conocimiento.

La luz ferviente de la clínica traspasó a sus retinas al comenzar a abrir los párpados, levantándose de golpe, quitándose las atenciones médicas que apenas comenzaban a rodearlo.

Hijo de puta... maldito hijo de puta.

Su cuerpo hervía... su herida no se sentía, la ansiedad en sus manos lo invadía como cuando era un chiquillo indefenso, abandonado, dejado de lado. Se levantó de la camilla, sujetando su vieja espada.

El dojo.

—Dame alcohol —solicitó en un leve siseo que se esparció como serpiente en el ambiente, arrancando de las manos aquel líquido para dejárselo caer en la espalda sin cuidado alguno.

Nadie debía curarlo, más que él mismo. Con afán buscó vendas y comenzó a vendar sus pectorales retirándose la parte superior del kimono, sin dirigir su mirada a ninguno de los presentes. Necesitaba aire, se estaba ahogando, se esta autocastigando por su asquerosa debilidad. Torpe caminó hasta la salida. Iría por su abrigo, por su boina, y por algún maldito que lo entrenaría hasta tener aquella cabeza aplastada bajo sus pies.

Con la herida vendada salió de la clínica, sin escuchar palabra, dirigiéndose al Shukusha sin preocuparse por siquiera sujetar la sombrilla que continuaba en la puerta.

Kawa.

 

Clínica

Satou no lo detuvo, le preocupaba la herida en la espalda, por más bueno que sea curándose eso le dejaría cicatriz, y si no la atendía como era debido sería una aun peor. Pero Satou le dejó ir, avanzó al hombre de cabello con vendajes para seguir atendiendo las heridas que tenía.


Shukusha

El hombre estaba recargado en la recepción; no se le veía ebrio pero si algo desorientado, levantó la vista al ver entrar a Natsu. Su típico semblante de fastidio se borró al ver el estado en el que se encontraba; se veía fatal, cubierto de lodo, sudor y sangre.

—¿Qué ha sucedido?—

• Natsu

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Natsu Gotho
♤Shukusha

Continuó su paso como si nada, hacia los baños. Pese a la tormenta, el frío, su cuerpo hervía como cuando lo azotaban y no tenía la capacidad de defenderse al ser un niño. Se echó agua encima con el kimono puesto, dejando que la sangre terminara disolviéndose en el suelo. Necesitaba calmarse... El agua helada comenzó a relajar sus músculos tensos, empapándose hasta sentir la necesidad de respirar profundamente.

Quería tener aquel cuello morado entre sus manos.

...

Sujetó una prenda limpia de color marrón, colocándosela, ajustando su espada en su cintura mientras sus dedos se contraían como quién desea aplastar con la fricción de los mismos. Se encaminó con parsimonia y la mirada gélida, dirigiéndole la palabra al dueño del sitio.

—Dame el abrigo y la boina —solicitó—, voy a partir —avisó comenzando a que su tono de voz se ciñera por la calma pese a salir de forma tosca—. Si alguna vez viene un hombre llamado Takeda por acá, descríbele mis facciones físicas, y comunicale que estaré en Kioto.

Obtendría poder.

A cualquier costo.

 

Shukusha

El hombre le entregó sus pertenencias. Y se detuvo al oir aquel nombre "Takeda" parecía resonar en sus recuerdos pero no sabía de dónde; pero no fue eso lo que le hizo sentir escalofríos; fue el hecho de que aquel hombre iba a Kioto —¿Si sabes hacia dónde caminas? Esa decisión podría costarte la vida, Kioto es la ciudad Imperial, si no eres invitado eres enemigo— dijo preocupado.

Contenido oculto

Si decides ir a Kioto no olvides tirarme tu dado de 10 caras para el movimiento de prefectura
avanzarás dos días

• Natsu

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Natsu Gotho
♤Shukusha

Le miró como si por un instante evaluara su situación. No tenía a Shi... ¿continuaba siendo invitado a aquella ciudad imperial? Le quitó una culebra de encima a Kawa, una que no podía tocar... A cambio recibió una espada que le fue arrebatada, sin embargo le concedieron antes de ello el entrenamiento. ¿Se valía la traición dentro del mismo Taira? Sus dedos comenzaron a jugar con los frascos de veneno que traía entre sus ropas.

—Tengo una invitación —respondió sin apartar su vista del hombre—. Sin embargo, aceptaría escuchar sugerencias... ¿dónde cree que debería viajar al estar desarmado? —cuestionó con la voz gruesa, recibiendo el abrigo y colocándoselo al igual que la boina.

Ahora sí, estaba abrigado correctamente.

 

Shukusha

Las palabras de Natsu comenzaban a mermar en el hombre del Shukusha; ¿acaso había enviado a la persona equivocada con Harutomo? —La ciudad capital de Gifu en la prefectura del mismo nombre; y en Fukui también podrá encontrar buenas armas en la ciudad de Sakai; Nara tiene a un herrero famoso en la capital; en la prefectura de Mie suele rondar un coleccionista de armas, pero no sé si estará allí, siempre anda viajando— miró su katana, Natsu no estaba desarmado.

• Natsu

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Natsu Gotho
♤Shukusha --> Gifu

Ajustó su pesado abrigo y percibió la vista del hombre en la espada que aún portaba. Sin embargo se quedó meditando sobre las ciudades nombradas... Gifu, Fukui o Kioto. No volvería Nara por ahora. Le miró de perfil al darla la espalda.

—Bien —murmuró con una leve sonrisa ladina, destellando sus hermosos orbes felinos—, no olvide lo que le pedí —comentó recordándole el nombre que mencionó, perdiéndose al salir y cerrar la puerta, con la sombrilla ajena tomada antes de exponerse en la fuerte tormenta.

Era hora de viajar, hora de comenzar a desdibujar su camino.

 

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El rol continúa en Gifu_Gifu​

 

Seikanji Yamagawa

Durante el viaje tuvo tiempo de pensar en cómo dirigirse hacia sus nuevos compañeros que fueron incluidos en la misión conjunta. Seikanji, por un lado, sopesaba el plan de Murai al unirlos a dos personas que no conocían de nada. ¿Era otro plan orquestado por él? ¿Simple genialidad? ¿O una suerte de prueba? Murai lo había dicho: a él no le importaba si la misión fallaba; le importaba que a ellos no le pasara nada. Todo parecía apuntar a una prueba, en ver cómo se las ingeniaban para entrelazar habilidades entre cinco personas que aún no tenían un lazo definido. Lo único que los unía, de momento a todos, era un ideal, una convicción. ¿Sería suficiente?

Seikanji dejó tranquilo a su cerebro y miró la espalda de Aoi mientras avanzaban por la noche, habiendo vivido los últimos rayos del sol de ese rojo atardecer. El ojo azul, extrañamente profundo, le hacía recordar a Yuki-Onna, un yurei de hielo que robaba la vitalidad a sus víctimas para convertirlas en estatuas congeladas para la eternidad. O al menos eso decía la leyenda. Pobres incautos que se perdían en las montañas serían las estatuas eterna de Yuki-Onna. Y es que para el joven Yamagawa, ese ojo eléctrico, misterioso, le quitaba el aliento.

—Higashiomi, una ciudad que antaño fue la cuna del arroz hasta que los campos se secaron con el descuido. —dijo mientras ingresaban por la entrada, viendo con curiosidad lo abandonado de aquella ciudad. Observó el rostro de los campesinos, cansados, irritados. —Al parecer Masaki se divirtió mucho por aquí. —fue más bien un susurro para sí mismo, agudizando el oído a los chismes locales mientras seguía avanzando hasta detenerse por las palabras de Ryoshi. Le miró por unos momentos y le dedicó la mejor sonrisa de cortesía, como invitándolo a que se retirara. —Tendremos que hacer un plan. —dijo con voz suave, sonriendo con sus ojos ahora al resto de sus compañeros. —Podremos separarnos, obviar que somos Taira. —escondió el mon imperial que colgaba de su kimono. —Solo somos simples viajeros que buscan un sitio cómodo para sentar cabeza antes que la noche nos llegue en los caminos. Si esperan una comitiva seguro tendrán las habitaciones reservadas en el shukusha. Busquemos respuestas sin decir las preguntas. Es un lugar pequeño, no tardaremos en dar con la información necesaria para poder planear una estrategia.

Reiko, su loba negra, alzó las orejas y se internó entre los habitantes del poblado; si alguien podría olfatear una pista con agudeza era, sin duda alguna, su loba.

—Señorita Yuki-Onna. Debería esconder el ojo azul, llamará la atención. —se dirigió a Aoi con sus manos entrelazadas por detrás de su espalda. Le sonreía en todo momento, mostrando sus dientes. —Claro, solo si usted así lo quiere. —miró entonces a Akihito y a Kaien. —Iré a la clínica de momento. Sugiero movernos en parejas, el que queda impar podrá cazar algún animal para poder vender las pieles y tener oro por si lo necesitamos.

 

Akihito Shishio

Durante su viaje aprovechando que no hubo ninguna clase de conflicto entre los cinco, se centró únicamente en el mapa y seguir bien el camino para que no se vieran retrasados por no estar atento a lo que estaba haciendo y vamos, tampoco quería ser el responsable de no haber llegado en tiempo y forma a su misión, ni siquiera se sentía preocupado por que dos de ellos estuvieran algo más expuestos por no tener que ser tan discretos en lo que iban a hacer.

Y aunque la gente tampoco parecía importarle mucho su presencia para seguir con lo suyo, hizo lo que Seikanji y escondió el mon entre sus ropas.

—Si los vamos a interceptar podríamos suponer que no se instalarían en el shukusha, ¿no? —Miró hacia el cielo, no dudaba que la madrugada pronto acabara para dar paso al amanecer e iluminar los caminos, además, con su posición y hombres acompañándolo no sentía que no se diera el lujo de incluso moverse a caballo—, podrían aprovechar la luz del día para continuar su viaje hasta Kameoka si necesitan alcanzar a Gendo, pero buscar información mientras esperamos su llegada puede ser útil.

A menos que estuvieran ya alojados en Higashiomi y esperaran precisamente la luz del día para seguir avanzando, lo cual haría que tuvieran que moverse con más cuidado y justo eran impares.

Intuía que los nuevos no se separarían y tampoco entendía qué era lo que buscaría Seikanji a la clínica pero, de acuerdo a su plan, el que mas le convenía cazar algo para conseguir dinero era Kaien y quizás incluso aspi dejara de intentar cobrarle. —Te acompaño, puedes ir a cazar si gustas Kaien o acompañarnos... solo no te alejes mucho y ustedes dos, supongo que estarán juntos, vayan con cuidado, no sean imprudentes.

 

Aoi Nobunaga

Caminó en silencio junto al resto del grupo, sintiéndose extraña al tener que adaptar su paso al de otras personas, especialmente las sonoras pisadas de los menos sigilosos.

Sonrió para sí, memorizando la cadencia de los pasos de Kaien y Ryoshi con intención de reconocerlos en un futuro, hasta que el sonido se detuvo: habían llegado.

Alzó la mirada y reconoció el terreno aparentemente tranquilo con un rápido vistazo. La aridez y la escasa vegetación hacían difícil esconderse por lo que sería fácil reconocer su presa desde una distancia considerable. Eso era bueno.

Seikanji se dirigió a ella con una amplia sonrisa a lo que Aoi respondió enarcando una ceja ante el extraño nombre que había escogido para ella para después colocar su parche de modo que sólo su ojo negro quedara visible con un encogimiento de hombros.

– Como gustes, chico-lobo. – Respondió. Le gustaba la idea de separarse a pesar de ser una misión grupal, pues tenía costumbre de trabajar en solitario. Apenas habia comenzado a tolerar la compañía de Ryoshi como para verse envuelta entre tantos desconocidos.

Lo miró de reojo y asumió que irían juntos, especialmente tras las palabras de Akihito, por lo que se volvió para enfrentarlo y preguntó con ligereza.

– ¿Qué quieres que hagamos?

No sabían cuando aparecería su objetivo y, en otras circunstancias, Aoi habría permanecido oculta todo el tiempo hasta que así fuera, pero aquel no era un asesinato silencioso, por lo que decidió seguir el plan del grupo en la medida de lo posible.

Esperaba que aquello no terminara en desastre.

 

Akihito Shishio

Detuvo su andar casi al instante que escuchó a la chica, ladeando su cabeza con suavidad mientras pensaba en una respuesta por creer que ellos definirían lo que les gustaría hacer por tener seguro su propia dinámica pero...suponía que era ya un primer paso a la comunicación algo más grupal. Miró a su alrededor y luego señaló a Ryoshi.

—Él parece ser muy bueno hablando y tener algo de conocimiento en el comercio, ¿no? —Recordaba aquel sutil comentario del precio de las kunai —, ¿qué tal si van a esa área y ven si escuchan algo que pudiera ser de utilidad?

Que él hiciera el habla y ella filtrara lo importante pudiera ser bueno, ¿no? Tampoco tenía otras ideas de momento.

 

[Seikanji; Akihito; Kaien; Aoi; Ryoshi]

El mote que Seikanji le había dado a Aoi hizo que Ryoshi lo mirara molesto —Yo si soy un simple viajero; no soy parte de ustedes, tú mismo lo has dicho — el joven comenzaba a fastidiarse del grupo, principalmente por Seikanji que no dejaba de observar a Aoi; pero esta vez no dijo nada, pues la idea de cubrir le daría mayor anonimato, era más fácil recordar a un mujer con el ojo cubierto a una con dos ojos de distinto color de iris.

Después Ryoshi escuchó las palabras de Akihito —¿Quieres que escuché los chismes locales? Porque dudo que pueda comerciar con algo que ustedes quieran vender, ya he hurgado en sus cosas y no tienen nada interesante, y lo interesante que poseen dudo quieran venderlo — le mostró a Seikanji el frasco con veneno que era suyo; se acercó a él y lo entregó en mano. Ryoshi no quería realmente robarles nada; sólo quería demostrar el grado de habilidad que tenía al momento del robo, volvió a mirar a Seikanji —No soy alguien discreto; soy buen comerciante; pero sobre todo soy un excelente ladrón.

Su plática fue interrumpida por la visión al horizonte de caballos adentrándose a Higashiomi.

—¿Qué tan hábiles son ustedes en combate? —inquirió Ryoshi con una sonrisa —¿Y a todo esto... saben quién de todos es Shura? —comenzó a reírse mientras los caballos se acercaban a velocidad por el cementerio.

Eran cuatro samurái montados en sus caballos; uno cargaba una naginata; otro llevaba un arco, otro portaba kodachis y el último tenía una katana.


rapuma Nekita Insane Ayeah
Deciden interceptarlos o esconderse y atacar por las sombras. Pueden hacerlo solos o en equipo. Si lo hacen díganme a que samurai atacan (al de la naginata, al del arco, al de las kodachis o al de la katana)
Si atacan directamente tiren sus dados en su post.

 

Seikanji Yamagawa

—Masaki no era muy querido; al parecer destruyó la ciudad y se llevó con él a muchos hombres y niños. Hablan de un tal enfermero que quizá pudo escapar Quizá es importante, por eso quiero ir a la clínica. Quiero saber más de ese hombre, quizá tengamos que matarlo también. —explicó a Akihito con total naturalidad, como que lo que decía no era más que algo cotidiano, como el respirar. Pero así como comenzó a andar se detuvo. Se giró y observó a Ryoshi mientras éste sostenía el frasco de veneno; un frasco que le había entregado Murai. Como el fuego que se extingue bajo la lluvia, las voces cesaron y un silencio espeso se hizo alrededor de Seikanji. Lo miraba con intensidad: su rostro helado tenía un hálito de ira y soledad, una soledad total cobijada en sus pupilas rabiosas.

—Es usted muy hábil. —Seikanji hablaba con la calma absoluta del que es dueño de su tiempo y sus humores. Recibió el frasco y volvió a guardarlo entre sus ropas—Pero lamentablemente para este tipo de ataques... —señaló a los hombres que se acercaban. —Es mejor la sorpresa. —sonrió con malicia y con una mirada a todos los presentes, se escondió entre las sombras, como si fuera una materialización de las mismas.

 

Aoi Nobunaga

Observó el intercambio entre los jóvenes en silencio, ligeramente exasperada por la pérdida de tiempo que suponía, hasta que Ryoshi señaló los caballos acercándose.

Dejó escapar un leve suspiro y extrajo sus kunai, fijando la mirada en el arquero quien, en su opinión, podría darles más problemas antes de que llegaran a encontrarse.

Le hubiera gustado esconderse pero había escuchado caminar a Ryoshi y dudaba que el sigilo fuera lo suyo por muy buen ladrón que fuera por lo que tiró de su manga obligándolo a refugiarse con ella tras lo primero que encontró, un grueso árbol, para protegerse de las posibles flechas.

– Bien.– Susurró en voz lo bastante alta para que todos la escucharan. – Murai quería un alboroto... Y eso es exactamente lo que le daremos.

Asomó la cabeza por un resquicio del tronco y, sin pensarlo dos veces, lanzó el primero de los kunai a sangre fría contra el arquero.

Contenido oculto: offrol

etiqueté mal el primer dado, el de 20 sería sigilo no ataque xD
Mi pocho ataque es el 1 jodiendo mi tirada maestra :c

 

Akihito Shishio

No dijo nada sobre el primer comentario de Ryoshi, dudaba que algo que dijera lo fuera a hacer cambiar de opinión cuando lo sentía tan dirigido a Seikanji y en ese momento, prefería mucho más escuchar las razones por las cuales quería ir a la clínica que resolver problemas inmediatos cuando en cierta forma iban "a ir por sus caminos."

No fue hasta que mencionó que había revisado sus cosas que se vio obligado a darle toda su atención sin saber como sentirse al respecto de que hubiera hurgado en sus cosas solo porque sí y por suerte realmente él no tenía nada interesante en realidad que pudo haberse quedado en silencio si así lo deseaba.

—No era necesario hurgar 0... —Menos con lo que le había pedido, solo ir a escuchar lo que tuvieran que decir los comerciantes o algo similar. De igual forma no pudo decir más por aproximación de aquellos hombres, mordió el interior de su mejilla algo frustrado antes de perderse entre las sombras teniendo su vista fija en el hombre de la naginata.

Si la chica se iba a quedar allí y su acompañante se quedaba a su lado, mínimo podían intentar ganar terreno con base en la sorpresa.