Enfermería

Tema en 'Primera planta' iniciado por Yugen, 9 Abril 2020.

  1.  
    Gigi Blanche

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    Somebody told me and I think they're right
    There is a change on its way tonight and I feel it's so

    But I fear it though

    [​IMG]

    Me sorprendían las confianzas que de repente había agarrado con un tipo al que, media hora atrás, no pude esperarle una respuesta tras decirle de almorzar. Ahí estaba, invitándolo a bailar en medio de la enfermería cuando muy probablemente deberíamos estar en clases. Sostuve su mano con fuerza en cuanto la acercó a la mía y lo jalé hasta el espacio libre de camas y muebles, el pasillo que daba directo a la puerta.

    Era gratitud.

    No deuda.

    Y se sentían tan diferentes.

    La gratitud me llenaba de felicidad.

    Solté una risa casi incrédula al oírle aquel tono prepotente que ya conocía y no tuvieron en verdad mucho efecto sus palabras, puesto que asumí que estaba jugando conmigo como yo solía hacer. Una cucharada de mi propia medicina, ¿eh? Pues bien. No era como si fuera a creerme, de todos modos, que Altan Sonnen iría a verme como una auténtica princesa.

    Saqué mi móvil y me puse a bajar por muchas, muchas canciones sin tener una idea muy clara de cuál elegir.

    —Muy bien, bebé —enfaticé en español, apostando a que no supiera su significado sólo por molestarlo—, puedes confiar en mí. Se me dan muy bien los niños, ¿sabes? Me aman.

    Sonreí, no estaba siquiera pensando en las canciones que veía, sólo esperaba divisar una y que algo me empujara hacia ella. Y pasó. Le di play, dejé el móvil sobre el escritorio y volví a buscar sus manos.

    —En especial los llorones~

    Contuve una nueva risa para no tapar la música, que aún sonaba baja, y fui moviéndome y gesticulando según lo que decía la letra. Mantuve mis ojos en los de Altan, como si quisiera indicarle que me imitara.

    Me llené los pulmones de aire, de forma casi teatral, y dejé ir sus manos. Retrocedí girando y me detuve en la misma línea, frente a él, para guiñarle un ojo y extender mis manos justo debajo de mi barbilla, como si la sostuvieran. La sonrisa me salió sola.

    Mis movimientos eran lentos, a decir verdad, la canción lo permitía. Cuando el estribillo llegó, lo hizo con suavidad y volví a girar para acercarme, volviendo sobre mis pasos. La cascada bicolor realizó un amplio vaivén a mi alrededor y sostuve una de sus manos a tientas, la alcé y la dejé caer, casi para molestarlo. Solté una risa insonora por la nariz y seguí moviéndome al ritmo de la canción, realmente sin ningún orden.

    Era la brisa empujándome aquí y allá, a su voluntad. De vez en cuando buscaba sus manos y me echaba hacia atrás, giraba o lo hacía girar, lo acercaba a mí de golpe o lo liberaba con suavidad. A veces me detenía por completo y sólo le sonreía, mientras murmuraba la letra en voz baja.

    No me avergonzaba. Bailar jamás me había avergonzado, era mi lenguaje y el eslabón flojo de todas mis cadenas, era mi forma de trazar el arcoiris.

    Y en ese momento la alegría se desbordaba a través de cada una de mis grietas.

    Cuando la canción aumentó su intensidad fue como si la mano regulando el grifo se hubiera distraído. ¿Pensaría que estaba loca? Bueno, no era del todo mentira. Lo sujeté con fuerza de las manos y lo hice girar sobre mi eje, hasta jalarlo de repente y detener mis palmas sobre su camisa un instante antes de alejarlo otra vez. Era un poco errático, haciendo y deshaciendo, pero no era mi culpa. Si tuviera que traducir el lenguaje de mi cuerpo a un idioma comprensible, sonaría similar a esa canción.

    Tuve que contener la risa al tener esta idea lunática y de un salto limpio me paré sobre uno de los taburetes junto al escritorio, de cara al mismo. Por suerte no tenían rueditas ni nada, porque siquiera me había fijado. Extendí los brazos, eran mis alas, y le sonreí con franca malicia al verlo de reojo.

    —¡Piensa rápido, niño!

    Y me dejé caer, fue un jodido salto de fe.

    this happy crazy bitch
     
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    The sudden jolt, a tender kiss.
    I know I'm gonna die of this.
    .
    Another day, another night
    Stuck in my own head but you pull me out,
    you pull me out.
    1-2.png
    Bebé.

    Pero a ver, si sigues hablando en español voy a tener que desenterrar no el italiano, sino el alemán.

    Fruncí apenas el ceño, porque seguía sin entender, pero intuí sus palabras, siendo que seguíamos en el mismo tren de conversación.
    Por otro lado nadie iba a poner en duda que esa chiquilla fuese buena con los niños, ciertamente, no solo porque ella en sí misma pudiese ser como una jodida niña si le daba la gana sino porque lo había visto ahora de primera mano. Sabía cuidar de otros, podía ser un pilar.

    La jodida enana podía ser un pilar.

    La sola idea me arrancó el aire de los pulmones unos segundos, mientras la observaba hacer y deshacer, siguiendo la melodía que ahora llenaba el espacio monocromo de la enfermería.
    Entendí su mirada, su sonrisa y sus intenciones, pero vaya era un maldito poste.

    Cuando retrocedió girando, la falda de tablas siguió su movimiento, casi vaporosa como humo y me quedé mirando a Anna como un imbécil, embobado. Pude jurar que algo de color me había subido al rostro.

    No importaba si lo que estaba haciendo me parecía una locura o un sinsentido, si no lograba sincronizar mi cuerpo al ritmo de nada. Solo verla bailando, saber que ella podía hacerlo y disfrutarlo surtió el mismo efecto del violín de mamá, incluso podría jurar que había tenido más fuerza.

    Lo había dicho con tono de broma, con aquel tinte prepotente que ya debía conocerme, pero Dios, no era mentira. Que alguien me reventara la cabeza si me atrevía a pensar que era mentira.

    Princesa.

    No importaba dónde hubiese estado metida, lo que hubieran hecho con ella. Podía salir adelante, no ahora, no pronto quizás, pero podía. Confiaba en ello.

    Los píxeles muertos revivieron, aquí y allá, y me dejaron ver el azul del cielo a través de las ventanas. El magenta y el fucsia, moviéndose con una brisa que no estaba allí, y como ya era obvio de por sí me dejé hacer por ella, por la brisa de Anna.

    ¿Pretendía robarme su color?

    Ni de coña. No había color, que no fuese el rojo, que se adhiriera a mi lienzo.

    Pero los tonos neón se veían jodidamente hermosos sobre fondos negros, resaltaban como faros en la oscuridad.


    Estaba trazando un camino con colores que físicamente no estaban allí y por un instante sentí deseos de seguir llorando como un crío. No era ya de ira, frustración o plana tristeza, la idiota me había conmovido al punto de las lágrimas.

    La vi saltar sobre uno de los taburetes y estuve por regañarla por ser tan malditamente errática e imprudente como, bueno, ¿siempre?
    ¿Qué hubiese pasado si esa mierda tuviese ruedas? Se habría partido la puta jeta, como una imbécil.

    "¡Piensa rápido, niño!"

    Maldita suicida.


    Se dejó caer y mi cuerpo, por fin, reaccionó de una manera que pude identificar como propia. Cuando me di cuenta, ya la había recibido en mis brazos. Era ligera como una pluma.

    Una pluma flotando sobre la brisa del océano.

    Giré sobre mi eje y de nuevo se me escapó una risa de verdad, sonaba algo incrédula, pero era genuina. La dejé con cuidado en suelo de nuevo cuando las últimas notas de la canción se desvanecían.

    La dejé, sí, pero me permití abrazarla unos segundos antes.

    —Serás imbécil, confiando de esa manera en que no fuese a dejarte caer —murmuré—. A leap of faith, ¿huh?

    La solté entonces con cuidado y en un impulso extraño, porque ella había alcanzado y liberado irremediablemente una parte de mí, estiré la mano y tomé un mechón de su cabello.
    De nuevo hablé bajo, quizás un poco como quien no quiere la cosa.

    >>Recién ahora te veo con el cabello suelto. —El mechón se deslizó entre mis dedos y sonreí como un genuino idiota de nuevo—. Te ves bonita, princesa.
     
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    Gigi Blanche

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    There's things I wanna say to you but I'll just let you live
    Like if you hold me without hurting me you'll be the first who ever did


    [​IMG]

    Lo había dejado entrar, ¿verdad? Llevaba tantos años bailando sola, para una audiencia vacía, para el concreto y las luces amarillentas, que hacerlo frente a él era prácticamente mi forma de abrirle la puta puerta.

    Esto es lo que soy.

    Todo en lo que soy buena.

    Lo único que podría llegar a dar.

    Cuando desenredó mis brazos y me jaló fuera del cascarón lo pensé, lo pensé con una intensidad capaz de rayarme el cerebro. Pensé que, quizás, sólo quizás, ese idiota también podría ser un lugar seguro. No había muchas chances de que estuviera errada, ¿verdad? Me había abrazado, había llorado y... no lo sé. No encontraba las palabras para describirlo.

    Quizá por eso acabé bailando, necesitaba comprenderlo.

    Finalmente lo hice cuando me atrapó en el aire.

    Su cuerpo apareció en mi campo de visión. Era un cuervo fugaz, un manchón oscuro, que abrió las alas, salió al vuelo y me consiguió como a una de sus baratijas. Lo detallé, pese a cuán breve resultó el momento. Detallé sus hombros anchos, la gasa en su cuello, la línea afilada de su mandíbula. El cabello azabache, los ojos almendrados, la nariz recta y los labios pálidos. ¿Qué había querido decirle?

    ¿Ya ves, Al? Confío en ti.

    Pero me consiguió.

    Mierda.


    Era tan estúpidamente pequeña cuando me sostenía, nada más que una baratija de exposición. Una punzada de emociones inconexas me atravesó el corazón y tragué grueso, incapaz de hacer nada al respecto cuando me depositó en el suelo y me abrazó de vuelta.

    Mierda, mierda, mierda.

    El aire corría irregular por mis pulmones y, cuando me soltó, estuve segura de sentir algo de calor en mis mejillas. Y recogió mi cabello, y abrió la puta boca, y quise tanto salir huyendo como esconderme entre sus alas. Lo miré porque había algo casi magnético jalándome hacia él y apreté los labios. Una sonrisa floja se me resbaló del corazón, aunque doliera, y dejé caer mi frente sobre su pecho.

    —A veces dices pura mierda —susurré, no sonaba molesta ni irónica, era casi una broma sin fuerza.

    ¿Qué rayos, Al?

    Volví a erguirme, no le di tiempo realmente a nada y alcé la mirada hasta encontrar sus ojos. Sonreírle ya no me costaba nada, ya fluía con una facilidad irrisoria; todo se derramaba entre las grietas y no había nada que pudiera hacer al respecto, ¿verdad? La había cagado otra vez.

    No digas esas cosas.

    Se supone que estás enamorado de la dulce Jez.


    —Deberíamos ir yendo —sugerí, retrocediendo unos pasos para volver a recogerme el cabello—. Mierda, ni sé qué hora es.

    La música se había seguido reproduciendo en mi móvil, una nueva canción que probablemente se grabara a fuego en mi cerebro con la intensidad de todo este desastre. Me acerqué a detenerla, ya no quería escuchar ni un segundo más, y me guardé el aparato en el bolsillo de la falda. Luego volví junto a él porque era, al final del día, una irremediable estúpida, y deslicé apenas los dedos sobre la gasa.

    —¿Te duele? —pregunté como quien no quiere la cosa, avanzando hacia la puerta.

    Temía salir al pasillo y que todo ese hechizo se rompiera.

    Lo temía porque sabía que afuera esperaba la realidad.

    E iba a ser una mierda.


    Me las arreglé, aún así, para arrastrar fuera de mi garganta las palabras que se merecía. Las palabras que quería envolver, besar y extender hacia el cielo para que las atrapara al vuelo. El regalo de la estúpida que sacaste de las profundidades.

    Me detuve justo antes de alcanzar el pomo de la puerta y giré medio cuerpo hacia él.

    —¿Ya ves, Al? Confío en ti. De verdad lo hago.
     
    Última edición: 18 Septiembre 2020
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    Zireael

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    You might kill me with desire,
    wind me tighter than a wire.
    It's something that you do to me.
    I run away like mercury
    and I know you think it's rough
    when you're tryna patch us up.
    And I say, "Honey, what is love?".
    1-2.png
    Cuando dejó caer la frente en mi pecho no sentí aquel impulso de gato arisco de apartarme, no lo sentí en absoluto, y permanecí estático.

    “A veces dices pura mierda”.

    Claro, lo sabía yo bien. Si no eran datos inútiles que almacenaba en la cabeza, eran palabras bruscas, eran una sarta de insultos o no era nada, pero siempre era mierda.

    Había hablado porque esa jodida cría me había zafado las conexiones del cerebro, algo que tuviese que ver con la autoregulación, lo que fuese. Porque estaba hablando sin pensar, de hecho que hablara también en inglés lo dejaba en claro, no estaba filtrando demasiado bien.

    Me miró de nuevo.

    Magenta.

    Y volvió a sonreírme y desarmarme. Si esa tonta se diera cuenta del poder que ahora tenía sobre mí no sabría decir si se reiría hasta mearse, no terminaría de creérselo, lo ignoraría o solo me soltaría de nuevo su “A veces dices pura mierda”. Porque lo tenía, no podía negarlo ya, se había colado en mis defensas y se había hecho lugar en mis memorias.
    No el mismo lugar que las lágrimas de Jez, ni la ira de Kurosawa. Un lugar diferente y me di cuenta entonces de la dirección extraña que todo había tomado.

    La enana se había dado cuenta de lo de Jez, ¿no?

    Claro.

    Pero yo también me había dado cuenta de algo.

    De que yo era, simplemente, un total imbécil.

    Anna Hiradaira me estaba atrayendo como un maldito imán.

    Su carácter errático e incomprensible, pero también su calor y su cuidado.


    Cuando regresó sobre sus pasos tragué grueso, ahora que había conectado los hilos, y pude jurar que mi cuerpo, repentinamente aterrado pero también confundido como la mierda, se erizó bajo su tacto.
    Me llevé las manos a los bolsillos, disimulado tan siquiera la necesidad que tuve de sacudirme casi como un perro ante la sensación.

    —No realmente —respondí cuando ya ella había avanzado hacia la puerta.

    Si me dolía no lo sabría hasta más tarde, ahora no tenía cabeza para nada. El cerebro se me había descontrolado, maquinando a mil por hora, tratando de encontrarle sentido a toda la mierda en la que me estaba metiendo.

    ¿Ya ves, Al?

    Dios.

    Confío en ti.

    No sé ni cómo.

    De verdad lo hago.

    Pero… me alegra.

    Perdóname ser tan egoísta.


    No pude evitarlo ni con el desastre que tenía de repente en la cabeza, una sonrisa suave se me formó en los labios, aliviada.
    Sin embargo, aunque ella había detenido la música, no se detuvo en mi maldita cabeza de archivo.

    Maybe I'm defective
    or maybe I'm dumb.

    Estaba avanzando, hundiéndome en arenas movedizas, y me había dado cuenta demasiado tarde de ello. Tan tarde que no había podido cerrar la boca a tiempo, antes de que pudiese darle ideas extrañas. No había podido pararme a pensar… en el efecto de mis propias palabras sobre ella y sobre mí mismo.

    I'm sorry, so sorry for what I've done.

    Al final no era más que puto crío de diecisiete años, medio impulsivo, deprimido como la mierda y de mal carácter.

    Maybe I'm bad natured.

    Y aún así tuve miedo de que el hechizo se rompiera en cuanto Anna saliera al pasillo. Tuve miedo de que no confiara en mí nunca más, de que no volviera a sonreírme, que se convirtiera de nuevo en aquella criatura arisca y hasta temerosa del primer día. Que no creyera ya que la atraparía si se lanzaba de la mismísima azotea o que volvería a interponerme entre cualquier desquiciado que intentara írsele encima.

    Tuve miedo.

    Y el corazón se me detuvo en el pecho.

    I'm sorry, so sorry for what I've done.

    ¿Qué mierda... estaba pasando? ¿Y por qué no pude cerrar la boca?

    —Te veo en el descanso, An.

    No esperé una respuesta, justo como ella no había esperado una de mi parte antes.

    Estaba hecho un absoluto idiota.

    Para cuando me di cuenta había salido al pasillo, a la realidad, y seguía cagado hasta las patas. Me despedí con un movimiento de mano, sin atreverme a mirar atrás. Me retiré el cabello del rostro con ambas manos, suspirando con fuerza contra ellas, antes de regresar los puños a los bolsillos y seguir mi camino al tercer piso.
     
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    Insane

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    El aroma a alcohol etílico le inundó las fosas nasales, entrando con las manos en los bolsillos para sentarse en una de las camillas, con la cabeza gacha. No tenía ademán de levantar la mirada, permaneciendo ahí sentado pese a que Eris lo había seguido, tal y como se lo pidió.

    —Necesito parar —confesó en un siseo arisco—, hazme parar, Tolvaj.

    Maldita sea.
     
    Última edición: 21 Septiembre 2020
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    Zireael

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    Here we are.
    You're pins, I'm needles, let's play.
    Here we are.
    You want this? Then come on.
    eris c2.png
    Lo había seguido con los brazos cruzados bajo el pecho, sin molestarse en mirar atrás o revisar si la chica estaba bien. Tampoco era tan buena y, en todo caso, era mejor que otra persona se asegurara de eso. Ella había cumplido con sacarle a Gotho de encima.

    ¿Qué sabía ella de Natsu? No demasiado y lo que sabía la traía bastante sin cuidado.

    Enarcó las cejas al escuchar sus palabras. Si quería apoyo emocional, había dado con la peor de todas las personas porque no podía importarle menos.

    ¿Parar? Pff.

    Tuvo que contener la risa al verlo allí, sentado en la camilla, como un perro con la cola entre las patas. Si es que era imbécil.
    Recorrió el espacio con la mirada, solo para dar con una de las cámaras que había visto también en otras partes de la escuela el día anterior. Tenían la enfermería sola, claro, pero vigilada desde otro sitio.

    Bueno, nadie iba a quitarle el maldito gusto. Le traía unas ganas al cabronazo.

    Se acercó a él y estiró la mano, posándola con cuidado en su mejilla. Lo acarició casi con mimo, montándose el teatro bien, e incluso sus gestos se suavizaron, asemejándose más a los de las princesas que había en esa maldita Academia. Lo hizo levantar la mirada hacia ella, colocando sus dedos, con las uñas pintadas de rojo borgoña, en su mentón.

    —No puedo —admitió. Su voz corrió como la seda, casi como la voz de Akaisa, grave pero sin dejar de ser femenina—, pero puedo apagarte un rato, Nat.

    Unió sus labios, fue apenas un roce al principio, por si tenía siquiera el impulso de hacerla a un lado y largarse. Cuando creyó que tenía algo parecido a su permiso, se deslizó dentro de su boca, presionando la lengua contra la ajena.

    No le sacaría el polvo que se estaba deseando, pero si tenía suerte al menos le iba a comer la puta boca hasta sentir que iba a ahogarse.


    Han visto que todos mis messes ocurren en la enfermería? glorioso
     
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    Se quedó quieto permitiendo el tacto en su pómulo, como nunca antes había permitido que alguien más que no fuese Balaam lo acariciara de esa forma tan, ¿cariñosa? Escuchando su voz deslizarse para informar lo poco y nada que haría al respecto; se lo esperaba, Eris no era más que ese tipo de chicas que sus amigos solía comerse cuantas veces ella quisiera, evitando a toda costa entrar en aquel costal de muñecos sin cabeza, sin embargo, estaba ahí, pidiéndole que le quitara la sensación asquerosa que traía encima.

    Si no se hubiese llevado a Lena de la azotea y se hubiese cruzado con Eris antes sin duda se la hubiese cogido en los baños, sin embargo ahora estaba abatido, aburrido hasta la médula con fastidio inerte, provocando que le diera el poder a ella de hacerlo, de bajarle el estrés, de invadir su espacio aunque la escudriñara con solo verla, de acercarse a sus malditos labios.

    <<Pero puedo apagarte un rato, Nat>>

    Se dejó hacer, sacando las manos de los bolsillos para dejar el peso de su cuerpo en los brazos sobre la colcha al elevar su mentón, dejándola entrar.

    Necesitaba parar.

    Y Eris, Eris lo estaba acolitando a continuar ardiendo.


    Sintió su lengua contra la suya, y por inercia enterró la suya en la boca ajena, sin apartar sus filosas pupilas de los orbes de ella, entrecerrando los párpados mientras lo invadía el aroma de su perfume.

    Se le podía montar encima si ella quisiera.

    Y él... no se sentía en sus cinco sentidos para detenerla.


    Su mano izquierda viajó desde la espalda baja hasta las hebras capilares, empuñando su cabello entre sus dedos, profundizando, alargando el beso hasta quedarse y dejarla sin aire, mordiéndole el labio inferior hasta sacarle sangre. Se alejó entonces por el sabor metálico, respirando apenas sin dejar de verla desde su posición, si se levantaba y ella lo tocaba terminaría acorralándola contra una de las esquinas, sacándole el aire de los pulmones por medio de otro beso que le pesaría al volver en sí.

    Necesitaba alejarse de ella.

    Necesita pintar.

    De lo contrario, se arrepentiría toda su jodida vida.
     
    Última edición: 21 Septiembre 2020
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    I'm a bad dream, and you can't wake.
    .
    Stand down there's a fire in my soul.
    All out and I'm losin' all control.
    .
    I'm a madman, in the trenches,
    leave you broken, and defenseless.
    eris c2.png
    Sintió su mano deslizarse hasta enredarse en su cabello, profundizando aquel beso vacío. No se quejó cuando la mordió, ni siquiera cuando sintió el sabor de la sangre en medio de la humedad de sus bocas, y en realidad la ponía un poco, no iba a mentir.

    Era un monstruo egoísta.

    Por eso le había sacado un beso a Amery frente a Laila Meyer.

    Por eso estaba allí, con Natsu, que a fin de cuentas era su capricho.


    Joder, si es que encima con ese porro que se había echado en el baño antes de salir no tenía por dónde molestarse a pensar con algo de claridad ni siquiera aunque le interesara.
    Se relamió los labios, recogiendo su propia sangre con la lengua, y esperó unos segundos.

    Si quieres largarte, Gotho, es tu momento.

    Trepó a su regazo entonces, pegando su cuerpo al ajeno, y volvió a estampar sus labios contra los del chico. Si antes le había dado espacio para negarse, ya no estaba dispuesta a ello. Volvió a colarse en su boca de inmediato, brusca, recorriendo cada centímetro de ella con la lengua. De nuevo hasta quedarse sin aire, hasta sentir que iba a ahogarse.
    Presionó sus caderas contra él, dejando salir un pesado suspiro antes de volver a consumirlo, como si de una llama viva se tratase.

    ¿Qué le importaba a ella el puto dilema moral de Natsu, si de por sí había metido a una chica a un maldito cuartillo de limpieza?

    Que se jodiera.

    Y si hacía algo de lo que iba a arrepentirse, bueno, consensuado sería aún así.

    Era una maldita hiena, escarbando entre los huesos y la podredumbre.

    Y disfrutándolo.
     
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    Tenía una facilidad increíble para verse envuelto en problemas tanto propios como ajenos, por el evitar involucrarse de lleno con personas que no considerara cercanas como lo eran los chicos de la pandilla a la que pertenecía, evitando ennoviarse de por sí o enredar emociones que implicaban salir herido. Podía ser un cobarde con aquellas situaciones, sino fuese por Violet sería más huraño de lo que ya era.

    La sintió trepársele encima y por inercia sus manos la sujetaron de las caderas, recibiendo el beso apasionado, correspondiéndolo al sentirla contra su cuerpo.

    Maldita sea.

    Quítate.


    Correspondió hasta extraer cada partícula de aire de sus pulmones, presionándola contra su cuerpo, apretando su piel sobre el uniforme escolar, escuchándola soltar aquel suspiro que le erizó la piel, pasando de besarle la boca a reposar sus labios en su cuello, respirando contra la piel expuesta al menearse el cabello por el movimiento casi animal de tenerla encima, en cuanto iba a marcarla con sus labios recordó el por qué estaba ahí.

    No debió tocarle un pelo.

    No debió arrastrar a esa chica de ojos esmeraldas para liberar su mal humor.

    Era un maldito imbécil.


    —Eris —le llamó ronco, con las pupilas empañadas—, bájate —ordenó casi como si su tacto le quemara la piel, apartándola mientras llevaba las manos a su cabello azabache, alborotándolo.

    Respiró profundo y entonces se levantó de la camilla. Si su uniforme solía estar fuera de lugar, ahora estaba peor. Fue entonces que observó las cámaras en una esquina del lugar.

    Las reglas del instituto.

    Konoe le atravesó el cerebro.

    ¿Qué mierda? Alta probabilidad de ser expulsado en menos de una semana
    . La idea casi y le causó gracia. Que lo sacaran, ya vería a quién encargarle a Violet para que la cuidaran en su ausencia, no tenía ganas de asistir nuevamente, mucho menos en escuchar a su padre reventándole los tímpanos mientras su madre tocaba el piano y fingía que su existencia era tan irrelevante como el polvillo acumulado en las paredes.

    Al volver en sí no miró a Eris , enterrando las manos en los bolsillos para salir por el pasillo.
     
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    Zireael

    Zireael Equipo administrativo Comentarista empedernido seventeen k. gakkouer

    Leo
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    El jodido no estaba seguro, lo sabía, pero había correspondido a su beso aún así, le había sujetado las caderas, la había pegado a su cuerpo. Le había besado el cuello e iba a marcarla, pero el puto cobarde repentinamente moralista se cagó.
    Además, ¿era imbécil, creyó que iba a hacer más que eso con las cámaras allí?

    Al verlo volver en sí ni siquiera suavizó su actitud, se limitó a observarlo aunque él no se atreviese a verle la cara.

    Jodido idiota.

    Lo observó irse entonces y cuando escuchó sus pasos alejarse por el pasillo soltó una sonora carcajada, estridente, y su cabello ahora completamente fuera de lugar cayó sobre su rostro en direcciones aún más aleatorias. Los ojos verdes, como peridotos, parecieron destellar entre el cabello castaño y el mechón albino. Parecía una genuina hiena, incluso los colmillos el dieron un aspecto de depredador mientras recuperaba la compostura.

    Se limpió los labios con el dorso de la mano, quitando el último hilillo de sangre que la mordida de Gotho le había sacado.

    Se acercó a la cristalera, a la bomba de tiempo sin vigilancia.

    Give it five years, few milli, get the fuck out. —Se sabía esa parte de la canción al dedillo, a pesar de la velocidad y de no ser su idioma materno—. Yeah I'm gonna do it, I tell you how it play out. Do you one better, leave you begging for way out~

    Esculcó entre las pastillas hasta que dio con algo que le sirviera, abrió el frasco y se guardó un puñado en el bolsillo de la falda.

    >>Yeah, I heard you want me back, you think about me often. Don't like it? Well, that's a you problem.

    Se saltó varias líneas de la canción mientras dejaba la enfermería, deshaciendo la media coleta para liberar su cascada castaña sobre sus hombros, y en tanto pasaba a comprar una lata de soda en la máquina murmuró una última frase:

    And I can't make peace with the truth.
    Pudo escuchar las cuerdas de la guitarra eléctrica en las últimas notas de la canción sin siquiera estarla oyendo realmente a falta de los cascos.

    Natsu podía haber quedado hecho un desastre emocional.

    Pero ella había probado el dulce que le había negado durante tanto tiempo.

    Win-win, ¿no?


    tremendo relleno jssjs
     
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    Gigi Blanche

    Gigi Blanche Equipo administrativo Game Master

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    Había acabado en la enfermería por mero descarte. Tenía que hacer algo de tiempo hasta que fuera hora de ir a su trabajo y, bueno, echarse a descansar un rato no sonaba como una mala idea. Ese día también le tocaba entrenar luego y no quería caer redonda a mitad de camino.

    Se tumbó en una de las camas; no había nadie, como siempre. Le echó un vistazo a su móvil porque era más o menos su rutina y se encontró con los mensajes de un número desconocido.

    Emily.

    Se permitió una pequeña sonrisa, aunque en líneas generales no le hubiera apetecido quitarse la máscara opaca del mundo de lobos. Era de lo más linda, ¿verdad? ¿Hacía cuánto que una amiga no la invitaba a quedar en fin de semana? Llevaba años rodeándose de hombres y el cambio de aires le agradaba por demás. La agendó bajo el nombre de Emi-chan y respondió con dedos ágiles.

    Hey, linda~
    Sí claro, me encantaría
    Te parece mañana?
    Podemos tomar algo o ir al cine, o lo que te apetezca, realmente
    Im all yours~


    Luego de enviar los mensajes, se puso los cascos y siguió tonteando por diferentes aplicaciones mientras oía música.

    Este post es en respuesta a esto y weno Amane pa que te enteres (?

    la pendeja sigue con el flirty ass activado memeo
     
    Última edición: 6 Octubre 2020
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    Amane

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    Suspiré con resignación mientras caminaba por los pasillos, repentinamente agotada. Había sido un primer día intenso, ¿eh? Me había imaginado mil escenarios posibles de problemas o situaciones incómodas pero no... aquello.

    Al menos... no nos íbamos a aburrir, ¿eh? Podía ser un poco divertido, conocer a gente tan diferente y pasar por situaciones tan desconocidas para mí, entre todo el estrés del mundo del espectáculo.

    Todo era nuevo.

    Y era emocionante.

    Por ese mismo motivo había acabado dando vueltas por la Academia en busca de los responsables de los dos club que habían llamado mi atención a pesar del cansancio. Estar en un club... sonaba bien. Quizás era un poco cómodo no salir de mi zona de confort y querer unirme a un club relacionado a la música pero... poco a poco, ¿eh?

    Pero no tenía ni idea de a quien buscar, a decir verdad.

    Cuando vi a aquella persona tumbada en una de las camas de la enfermería y me acerqué, preocupada, no imaginé que estaba en realidad dando con la chica que estaba buscando.

    —Perdona, ¿te encuentras bien? ¿Necesitas ayuda?

    Si hubiese sabido que la enfermería había acabado siendo más un lugar de descanso que otra cosa...

    baia baia
     
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  13.  
    Gigi Blanche

    Gigi Blanche Equipo administrativo Game Master

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    Despegó los ojos del móvil brevemente al percibir el vaivén de la puerta por el rabillo del ojo, y volvió a lo suyo al comprobar que no se trataba de la enfermera, sólo era una estudiante.

    ¡Llevaba veinte niveles destruyendo naves alienígenas, nunca había llegado tan lejos!

    De cualquier forma, su visión panorámica le permitió darse cuenta que, aparentemente, aquella chica estaba hablándole. Imposible escucharla, entre los cascos y sus manos ocupadas.

    —Va —fue todo lo que dijo, concentrada como estaba en el juego.

    Un par de minutos después acabó el nivel y pudo pausarlo. Era muy probable que perdiera el momentum y la aniquilaran en el veintiuno, pero bueno. Igual no iba a demostrarle su molestia a esa chica. Bajó los cascos a su cuello y la vio desde su posición, echada muy cómoda en la cama, con las piernas cruzadas y la almohada tras su espalda.

    —Perdona, estaba marcando un nuevo récord. —Le concedió una sonrisa de dientes descubiertos, algo socarrona—. ¿Decías?
     
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    Amane

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    Contrario a lo que había creído, la chica parecía estar bastante sana. De hecho, parecía bastante concentrada en algo que había en su pantalla de móvil y vaya que tenía curiosidad por saber lo que era... pero me contuve de mirar, porque entendía el concepto de privacidad aun cuando no era algo que yo siempre tuviese.

    Fue esa misma curiosidad la que me hizo quedarme a pesar de que claramente estaba molestando más que otra cosa. Por suerte, la chica pareció no molestarse especialmente y la observé con atención.

    —Oh, lo siento —dije, genuinamente arrepentida al darme cuenta que en verdad le había hecho perder la concentración—. Pensé que no te encontrabas bien, al estar en la enfermería, pero supongo que estaba equivocada.

    Con una ligera sonrisa me dejé caer sobre la cama, a su lado, y la miré con un brillo de curiosidad en los ojos.

    >>¿Qué récord estabas marcando?
     
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    Gigi Blanche

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    La siguió atentamente con la mirada, casi como un gato precavido, aunque su expresión no indicaba desconfianza, hastío ni nada de eso. Puede que sólo se hubiera acostumbrado a fuerza de repetición a volcar su atención en la forma que las personas se movían a su alrededor; en especial las desconocidas.

    Porque había que ver las confianzas que esa muchacha se estaba tomando.

    Era linda, de cualquier forma.

    —Nah, nada de eso —negó, bloqueando el móvil y dejándolo caer sobre el colchón, a su lado—. Sólo estoy matando tiempo hasta que deba salir para mi trabajo.

    Alzó las cejas al oír su pregunta y su mirada chispeó apenas, presa de un orgullo pueril. Volvió a tomar el móvil y lo giró hacia la chica, para que viera la pantalla principal del juego.

    Space invaders, bueno, una versión bastante más nueva. Justo pasé el veinte. —Lo dudó un momento, pero al final agregó—: Soy Anna. ¿Cómo te llamas?

    Esa muchacha estaba siendo por demás simpática, ¿verdad? Más le valía no ser un gato arisco o se daría la cabeza contra la pared luego.
     
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    Amane

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    Mis labios formaron una "o" al escuchar el motivo de que estuviese ahí. Así que trabajo, ¿eh? Me preguntaba en que trabajo estaría una chica como ella. ¿Una cafetería? ¿Una tienda de conveniencia? Eran los típicos trabajos a tiempo parcial que los estudiantes conseguían, ¿no?

    El pensamiento rápidamente pasó a un segundo plano cuando la chica me enseñó la pantalla del móvil y vi que se refería a un juego. Ah, que tierno, se veía emocionada por el logro.

    —¿Anna? —repetí, quedándome unos segundos en silencio ante la posibilidad de que la suerte me estuviese sonriendo—. No me digas que eres la Anna que se encarga del club de baile, ¡porque justo te estaba buscando si es así!

    La emoción escaló rápidamente por mi cuerpo y por un segundo casi olvidé la pregunta que me había hecho.

    Casi.

    >>Ah, soy Alethea Ethans, encantada —añadí, finalmente, algo más tranquila inclinando la cabeza a modo de reverencia improvisada.
     
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    Gigi Blanche

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    Click.

    Había que ver la facilidad que tenía para cambiar de ánimos como si fueran calcetines. La simple mención del club y la clara emoción de Alethea le arrancaron una sonrisa de lo más amplia y sus ojos rosados chispearon, irguiéndose para sentarse en su lugar con las piernas cruzadas.

    —¡Sí! Soy esa misma~ ¡No me digas que te interesa el club!

    Soltó una risilla emocionada y ladeó la cabeza, el cabello en la coleta cayó en cascada a su costado.

    —¿Alethea? ¡Qué nombre extraño! —Le sonaba muchísimo a aletear, de su idioma natal, y la idea le hizo gracia—. Muy bien, Chipe-chan, ¡un placer conocerte!

    Ya le había encajado un apodo porque sí. De aletear recordó los pajarillos que estaban viendo en biología, los más esponjosos y coloridos le llamaban mucho la atención, mucho más que las clases en sí, y así acababa entreteniéndose recorriendo las fotografías sin prestarle atención a la información. Recordaba la imagen del chipe celeste que tanto le había gustado esa mañana, y entre su nombre y el color de su cabello, la idea salió sola.

    Ah, esperaba que no le molestara~
     
    Última edición: 8 Octubre 2020
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    ¿Chipe-chan?

    Pestañeé un par de veces al escuchar aquello, algo confusa. Eso... era una especie de pájaro, ¿no? Azules... ah, quizás no entendía del todo la relación con el apodo pero sí podía ver algo de parecido.

    Rápidamente le sonreí, emocionada, y asentí con la cabeza. Nunca me habían puesto un apodo de ese estilo y era... era lindo, a decir verdad.

    —¡Encantada igualmente! Y síp, me gustaría unirme al club. ¿Hay algo especial que tenga que hacer para entrar, Anna-chan?

    Que las shippee ya dice (??
     
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    Gigi Blanche

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    Meneé la cabeza, agitando de igual forma mi mano antes de clavar ambas sobre el colchón, en el claro entre mis piernas, para inclinarme hacia la chica. Me permití una risa breve, fresca.

    —Nah, para nada. Es decir, igual si quieres mostrarme cómo bailas, es más que bienvenido. Pero no hay algo como un examen de admisión. Hoy, por ejemplo, un chico vino a hablarme durante el almuerzo y sí, bailamos un poco para ver qué onda, ¡pero como te digo, no es obligatorio!

    Hice una breve pausa antes de agregar:

    —Pero bueno, pensándolo mejor... podría tomarme la libertad de una pequeña entrevista, ¿verdad? ¡Suena divertido! —Me erguí, carraspeando la garganta, y seguí con voz impostada—. Chipe-chan, ¿tienes experiencia bailando? ¿Has tomado clases? ¿Ritmo favorito?
     
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    Amane

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    Suspiré aliviada al escucharla decir aquello. No es que tuviese problema en bailar, mucho menos delante de alguien, mi vida se basaba en eso pero... bueno, no quería tener que presionarme demasiado para entrar a un club a ser posible. Imaginaba que sería algo para despejarme, pasarlo bien, más que algo a lo que audicionar y demás.

    Reí ligeramente al verla adoptar aquella postura y tono de voz más serio y decidí imitar sus pasos, irguiéndome para hacerme ver como si estuviese en una entrevista de verdad.

    —Llevo... bailando y cantando toda mi vida —respondí, si bien seria, con tono suave—. Estoy entrenando para ser una idol, ¿sabes? Así que he tomado y sigo tomando clases. ¿Mi ritmo favorito? Me gusta especialmente la danza tradicional, pero me adapto a lo que sea~

    Ladeé la cabeza, jugando con las manos sobre mi regazo.

    >>¿Y a ti?
     
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