Arrugué la nariz por reflejo al sentir las gotas de agua y sacudí la cabeza como un gato, el cabello se me alborotó un poco. No me dio tiempo a nada, pues cuando enfoqué mi vista en ella ya se había incorporado. La seguí con la mirada desde mi lugar, sentándome junto al estanque con el codo apoyado sobre la rodilla. Eh~ No era el mayor partidario a cortar flores porque sí, pero si se lo decía la haría sentir mal, ¿verdad? Mejor dejarlo estar. —Muchas gracias, señorita —murmuré con cierta caballerosidad impostada, aceptando la flor y llevándola hasta mi nariz para olfatearla. Luego la escuché responder a mi pregunta mientras jugueteaba con el agua entre mis dedos y observaba los peces deslizarse con semejante elegancia—. Bueno, yo veo muchos vivos así que tan mal trabajo no debes haber hecho, ¿verdad? Me permití una risa suave y recosté la mejilla sobre mi puño, aún distraído con el estanque. Estaba usando la flor para dibujar figuras en la superficie del agua. —Tengo unas galletas de agua destruídas dentro de mi bolso. ¿Cree que eso las mate, señorita bióloga marina?
Emily Hodges Reí ligeramente mientras lo escuchaba, volviendo a mirar hacia el estanque con una ligera sonrisa. Si estaban todos tan vivos seguro que no era gracias a mí pero, ciertamente, tenía un buen punto: al menos no los había matado. Volví a dirigirle un rápido vistazo con las cejas alzadas, sorprendida, para finalmente volver a carcajearme con suavidad. —Según mis investigaciones... —hablé, con un fingido tono serio y una expresión solemne, levantando el dedo índice—. …estarán más que bien~ Si las carpas aceptan tu comida, oficialmente puedes formar parte del club. Si te las rechazan... lo siento, pero no podemos estresarlas con tu presencia~ Y me encogí de hombros, negando con la cabeza en el proceso, con resignación. >>Que la suerte esté de tu parte, aspirante.
La miré con toda la diversión estampada en mi rostro mientras se ponía a hablar con aquel tono tan maduro y ceremonioso. Sólo le faltaba una bata de laboratorio y un par de gafas que acomodarse de tanto en tanto. Le seguí el juego sin debatirme nada al respecto, sin dudarlo o avergonzarme. Puse cara de expectativa ante aquella pausa llena de suspenso y, luego, cara de preocupación al librarme a mi suerte en medio de aquella misión tan importante. —Muy bien, ¡aquí voy! —dije, cargado de energía, y me busqué el paquete de galletas para volver a sentarme donde estaba y sostener un puñado de las mismas justo sobre el agua—. Pequeñas carpas, vamos, no me traicionen, ¡realmente quiero estar en el club! Miré a Emily por el rabillo del ojo y liberé un fragmento de la diversión que estaba sintiendo en una pequeña sonrisa ladeada. Entonces abrí la palma y las galletas cayeron al agua. Me incliné hacia el estanque, con ambas manos aferradas al borde de piedra, y observé a los pececillos con la intensidad suficiente para perforarlas o algo. ¡Ah, las malditas no estaban comiendo! No fui muy consciente de que había arrugado el ceño como un niño, hasta que empezaron a acercarse a la superficie para succionar las migajas con una velocidad increíble. Sonreí muy emocionado y solté una risa suave. Al final, sí que me había compenetrado con todo el asunto, ¿eh? —Están comiendo, Hodges-san —destaqué, contento—. Qué alivio~
Había pasado en el invernadero el resto del día, cuidando de los rosales. Durante el receso no se acercó nadie y aquello ciertamente la preocupó. ¿Dónde estaba Cerasus-chan? ¿Qué había pasado con la chica y su ataque de asma? Tantas preguntas sin respuestas. Kohaku y Emily no tardaron en escuchar una sueva risa detrás de ellos. Se detuvo a espalda de ambos, sonriendo con amabilidad. —Oh cielos, ¿no son hermosas las carpas? Tan llenas de vida y color... son como flores bajo el agua—dijo. Era Ai Mamiya, por supuesto, y llevaba una maceta de hortensias violetas en las manos. Sus ojos azules de párpados caídos se posaron sobre Emily—. Gardenia-chan. Veo que traes compañía. ¿Gardenia-chan?
Emily Hodges Una sonrisa enternecida se me plantó en los labios al ver su reacción. Podía haber empezado como una manera de seguirme el juego pero al final había acabado metiéndose bastante en el papel, ¿verdad? Era... Se veía muy tierno, la verdad. Observé las carpas desde arriba, con las manos tras la espalda, y con cierta expectación de igual manera. "Vamos, pequeñas, tenéis que comer...". ¡Hasta que lo hicieron! Di una pequeña palmada de emoción y me carcajeé ligeramente mientras lo escuchaba, asintiendo con la cabeza un par de veces. —Ah~ Felicidades, aspirante, has superado la prueba. Me agaché de nuevo y coloqué mis manos sobre su cabeza, a modo de corona improvisada, antes de retirarlas y volver a reír ligeramente. >>Siento no tener nada preparado pero bienvenido al club~ Tan metida estaba en aquella pequeña broma que ni siquiera me di cuenta de la presencia de alguien más hasta que la escuché hablar. Y cuando lo hice... me levanté con tanto ímpetu que realmente no sabía como había logrado mantener el equilibrio. ¿C-cuánto tiempo llevaba ahí? ¿A-acaso lo había visto todo? Me llevé las manos a las mejillas, en un intento de bajar el sonrojo que nuevamente se había apoderado de mí, y me moví de manera algo errática mientras hablaba. >>M-Mamiya-senpai... Ah, él es I-Ishikawa-senpai, un... ¿uhm? ¿A-Amigo? Quería unirse al club y-y le estaba enseñando el invernadero... ¿Cómo me había llamado? ¿Gardenia-chan? Contenido oculto JUST HOLD MY SOFTNESS FOR A SECOND I CANNOT HANDLE IT
Ai sonrió ante el nerviosismo más que evidente en el rostro de Emily. Bueno, no había que ser muy inteligente. Estaba allí a solas con ese chico. Ni siquiera esperaba que ella estuviese por ahí. —Ah, ¿un nuevo miembro?—cuestionó con evidente emoción, cálida, y se giró para dejar la maceta de hortensias sobre una mesita de jardín. Era un ramillete extenso donde se mezclaban flores azules y violetas, esponjosas y acaroladas. Caminó hasta Ishikawa y tomó sus manos entre ambas suyas, presionándolas—. Bienvenido entonces Hydrangea-kun. Los amigos de miembros y de hecho, futuros miembros del club son más que bienvenido a este pedacito de Edén particular. >>Mi nombre es Mamiya Ai—se presentó y con delicadeza liberó sus manos de las suyas—. Soy la presidenta del club de jardinería. Sobran las presentaciones con Gardenia-chan, pues—comentó con una risita y pasó los brazos por encima de los hombros de Emily—. La gardenia representa la pureza, la dulzura y la belleza femenina. También se relaciona con el amor secreto.
Emily Hodges Conseguí que mi rostro fuese recuperando poco a poco el tono pálido que lo caracterizaba al ver que Mamiya-senpai se alejaba para darle la bienvenida al chico. Era una tonta, ni siquiera tenía motivos para ponerme así pero ahora le daría motivos a la chica a pensar que sí... ¿verdad? Verdad. Di otro respingo al sentir los brazos de la chica por mis hombros y el sonrojo volvió a aparecer, casi con más fuerza que antes, al entender las implicaciones de sus palabras. —N-n-no es lo que p-p-piensas, s-senpai... —murmuré, agachando la cabeza y llevándome las manos a las mejillas de nuevo. Además... ¿qué era eso de la dulzura, la pureza y la belleza femenina? ¡Yo no tenía nada de eso! Contenido oculto El rico relleno bc adoro hacer a esta pendeja sufriendo (?)
Ai afianzó el agarre en torno a los hombros de Emily y sosteniéndola por detrás, se apretó contra su cuerpo. Sin dudas, podía pecar de rara, incluso de excéntrica, pero no era ninguna tonta. Gardenia; el amor secreto. Hydrangea; la dualidad. —Hm~—murmuró con una risita— ¿y qué es lo que pienso Gardenia-chan? Lo estaba disfrutando. Cómo no tenía idea. Disfrutaba torturar a Konoe hasta que trastabillaba con las palabras. Con Emily, que era mucho más fácil de poner nerviosa y molestar no iba a contenerse. >>En cualquier caso, estaba por tomar una taza de té—comentó con aquel tono casi maternal y soltó a Emily para alivio de la joven dirigiéndose hasta la mesa que había en el centro del invernadero. Tomó una tetera y sirvió el contenido en tres tazas de delicada porcelana blanca. Todo en el invernadero tenía esa aura sofisticada, onírica, como de cuento de hadas—. Hydrangea-kun, Gardenia-san; por favor. Señaló los asientos libres en la mesa y se sentó ella misma en la silla que la presidía. Tomó un sorbo de la taza. Té rojo. >>Bueno, cuéntame Hydrangea-kun... ¿qué te llama la atención del club de jardinería?
Aún estaba contagiado por la alegría general cuando Emily se agachó y simuló una especie de corona sobre mi cabeza. Cerré los ojos por reflejo, riendo apenas, y luego me encogí de hombros al oírla lamentarse. Ah, no pasaba nada. No había esperado una bienvenida, de cualquier forma. Estuve por responderle cuando una tercera persona apareció, aunque más bien parecía llevar allí más tiempo que nosotros. Hodges se irguió como un resorte y verla tan nerviosa me arrancó otra risa suave, que intenté contener para no torturarla aún más. Imité sus movimientos con considerable calma y, aunque me sorprendió un poco que aquella chica tomara mis manos con tanta facilidad, no me tensé demasiado ni intenté apartarla. Habría sido tremendamente grosero, más considerando que era la presidenta del club al que quería unirme. Dar buena nota era lo importante, ¿verdad? —Encantado, Mamiya-san —murmuré, regalándole una sonrisa de ojos cerrados—. Yo soy Ishikawa Kohaku, es un placer. No me quedaba muy claro si eran muy amigas o la rubia simplemente disfrutaba molestándola, pero mis instintos me arrojaron a la segunda opción casi sin dudas. Había visto a Emily con Anna y no reaccionaba así de nerviosa. Eh, qué sádica~ Hydrangea-kun, ¿eh? Las hortensias poseían ciertamente un amplio abanico de significados. Gracia y abundancia, pero también frigidez y... falta de corazón, si se quiere. Cada color se amarraba a una idea y al fin y al cabo ésto sólo dependía de la alcalinidad del suelo. Había historias bastante curiosas sobre las hortensias, pero siempre me habían sonado a disparates de lunático. Seguí los movimientos de Mamiya mientras servía el té y me senté a la mesa, sonriéndole a Emily en un intento por animarla. Tenía pinta de que esa chica podría prolongar su tortura si así se le antojaba pero nada que hacerle, ¿verdad? Tendría que aprender a tomárselo con calma. Alcé la taza con movimientos suaves y olisqueé el aroma que desprendía. —Las plantas —respondí con simpleza a la pregunta de Mamiya, podía sonar calmado y cortés aunque hubiera un ligero trasfondo de burla detrás de mi sonrisa, en definitiva, difícilmente detectable—. Siempre me gustaron, mi familia tiene un santuario y desde pequeño he crecido entre cientos de flores. He aprendido muchas cosas, disfruto pasar tiempo cuidándolas. Eso es todo. Contenido oculto este chico se me mueve entre la softness y la sassiness de una forma increíble JAJSJAJ
Ai escuchó con atención las palabras de Ishikawa. Qué curioso. Era el primer chico que decidía entrar al club. Hydrangea-kun. —Ah, una típica respuesta—contestó con suavidad y dejó la taza sobre la mesa. La luz anaranjada de la tarde se colaba entre las enredaderas, penetraba la cúpula de hojas e incidía sobre el invernadero cálida y nostálgica—. A todos acá nos gustan las plantas y las flores o la naturaleza en sí misma. En lo personal, yo amo no solo el hermoso lienzo que pintan sus vivos colores o sus dulces y embriagantes aromas, si no el significado oculto detrás de cada una de ellas. Incluso dependiendo del color de las mismas pueden implicar una u otra cosa. Es maravilloso. Desde las típicas rosas a las aquilegias. Pero que chico tan curioso. Crecer entre flores sonaba hermoso. >>¿Y tú, Gardenia-chan?—cuestionó, dirigiendo la mirada de sus orbes azules al violeta de los de Emily. Apoyó la palma de la mano sobre su mejilla sumamente entretenida y le dirigió una sonrisa de ojos cerrados— ¿Prefieres alguna flor en particular~? Las hortensias son hermosas, pero es una de las pocas flores que tiene significados tanto positivos como negativos. Contenido oculto Ara ara intensifies
Emily Hodges Bufé, molesta, mientras me dejaba caer sobre la silla al ser liberada por la mayor. ¿Había pasado a ser el deporte de la Academia molestarme o cómo iba la cosa? ¡Pues no me hacía gracia, oye! Mientras ellos se dedicaban a hablar, saqué mi móvil y miré el número que Kohaku me había pasado durante el receso. Uhm, esperaba no molestarla. "Anna~ Soy Emi~" "Oye, no sé si sigues en la Academia pero... ah, no sé, ¿te gustaría salir este fin de semana a algún lado?" "Solo si te apetece, claro." Bueno, a lo hecho pecho. Si no quería... tampoco pasaba nada, a decir verdad. No la había invitado por nada en específico, solo... me gustaba pasar tiempo con ella. Dejé el teléfono sobre la mesa y apoyé la cabeza sobre la mano, echándole un vistazo de reojo a Kohaku en cuanto dijo que le gustaban las plantas, recordando la conversación del día anterior y provocándome una sonrisa casi sin querer. Que pillín. Miré a la mujer en cuanto habló y otro bufido de molestia escapó de mis labios, haciéndome dirigir la mirada hacia cualquier lado que no fuese ninguno de las dos. No era tan tonta, sabía muy bien porque había añadido aquello último pero aquella vez no iba a dejar que se me notase. ¡Ya basta de reírse de mí! —Las hortensias están sobrevaloradas —dije, sin pensar demasiado—. A mí me gustan los jacintos~ Contenido oculto Emi jugando a dos bandas what's new (?) Hola, estoy liadísima y he tardado media vida en hacer este post pero estoy usando los datos para postear porque así de fangirl soy (?)
Ni por un instante Ai Mamiya perdió su sonrisa. Pero qué linda Gardenia-chan~ —Ah, los jacintos—murmuró y cerró los ojos con cierta calma, embelesada por la respuesta—. Constancia, espíritu deportivo, sinceridad y celos. Una flor delicada y llena de belleza que como tantas otras está relacionada con la mitología griega. >>¿Conoces la leyenda de los jacintos, Gardenia-chan?—tomó otro sorbo de té, serena, antes de dejar nuevamente la taza sobre la mesa y empezar a contar con cierto tono dulce y ceremonial. Sus palabras se deslizaron sedosas, ligeras y atrapantes como una dionaea—. Los dioses Apolo y Céfiro se enamoraron de un apuesto príncipe llamado Hyakinthos. Tratando de ganar su corazón, Apolo le enseña como lanzar un disco. Pero Céfiro, devorado por los celos se molesta y sopla una ráfaga de viento del oeste hacía Apolo, lo que ocasiona que el disco retroceda en dirección a Hyakinthos, golpee su cabeza y lo asesine en el acto. Apolo, con el corazón destrozado por la pérdida de su amado impide que Hades reclame su alma y de la sangre derramada hace brotar una flor a la que llama Hyacinthus en honor al amor inmarcesible por aquel príncipe que pereció víctima de los celos. ¿No es una historia tan trágica como hermosa? Puede que no en simbolismo, pero la mayoría de flores están relacionadas con el romanticismo o el amor en su defecto. La pasión desmedida, irracional, o los celos por unos sentimientos no correspondidos. Contenido oculto
Emily Hodges Alcé una ceja, curiosa, cuando la mayor comenzó a hablar y no pude evitar reír ligeramente. Lo único que podía rescatar de ahí era lo de constancia, quizás, porque lo otro... Quizás los celos... o más bien la envidia. Pero era algo que había aprendido a esconder demasiado bien, casi se sentía como si no estuviese ahí. ¿Hm~? ¿Una historia de amor y celos? Si tenía que ser sincera, los mitos griegos fácilmente podían pasar por una serie adolescente de Netflix de esas que tanto me gustaba ver cuando tenía algún rato en vacaciones. Sin ir más lejos, a este mito le cambias los nombres y podría fácilmente pasar por un capítulo. —Claro, Mamiya-senpai, por eso se regalan flores a la persona que te gusta, ¿o no~? Mientras decía aquello, jugueteando con las uñas sobre el móvil, sentí como el mismo vibraba por haber recibido un mensaje y lo abrí con cierto nerviosismo, siendo pronto sustituido por un sonrisa emocionada. "¡Sí! Mañana me viene perfecto~" "Podemos vernos en mi casa y decidimos que hacer. ¡Luego te envío la ubicación!" "Gracias~" Tras responderle volví a dejar el teléfono sobre la mesa pero mi expresión había pasado a ser de completa alegría. Hacía mucho que no hacía una nueva amiga y salía con ella. Me lo pasaba bien con Liza y las demás, claro, pero poder enseñarle todos los sitios bonitos de la ciudad a Anna me emocionaba demasiado. Le di un sorbo al té, mirando de reojo a Kohaku. Quizás en otra ocasión podríamos salir los tres, ¡pero mañana iba a ser día de chicas! Sin embargo, cuando bajé la taza simplemente giré la cabeza para mirarlo mejor, con la mejilla apoyada sobre la palma. >>¿Y tú, senpai? ¿Tienes alguna planta que te guste especialmente~? Contenido oculto Ai: ara ara Gabi: respondiendo con relleno just para responderle a Anna bc Emi is that gay (?)
Ai Mamiya dio otro sorbo a la taza de té. La sonrisa aún era apreciable en sus labios. —Exacto Gardenia-chan—convino—. Regalar flores es desde tiempos remotos la mayor forma de expresar devoción por la persona amada. >>¿Por eso le regalaste una aquilegia blanca a Hydrangea-kun?—entornó los ojos, claramente divertida. Ah, ¿por qué podía ser tan perra según que situaciones? Incluso si no era cierto, ver el rubor y el nerviosismo en el rostro de sus preciosas y delicadas flores era simplemente encantador—. Pero cortar las flores está mal Gardenia-chan. No vuelvas a hacerlo ¿sí~? ¿Cuanto había visto...?
Emily Hodges No me había dado cuenta, por supuesto. De que había cavado mi propia tumba con aquella afirmación. Por eso necesitaba encerrarme a estudiar cuando había exámenes, porque no era alguien que desatacase por mi inteligencia a decir verdad. Otro rubor se apoderó de mi rostro, apenas segundos después de haber logrado controlarlo, y rápidamente giré la cabeza hacia la mujer, evitando al chico a pesar de haberle hecho una pregunta directa. —Yo no dije que tuviese que ser a alguien que ames, ¿verdad? ¡También te puede gustar alguien como amigo! ¡P-pues eso! Me sorprendí a mí misma por ser capaz de responder aquello a modo de defensa. De todos modos, no me atreví a mirar a Kohaku después. En realidad tampoco miré a Ai, porque acabé bajando la mirada mucho mas avergonzada por el regaño de cortar las flores. >>Lo siento... pero luego crecen de nuevo, ¿o no? Y solo fueron dos... —murmuré, jugueteando con los dedos en la taza de té. ¿No se suponía que el invernadero era un sitio tranquilo? ¡No estaba siendo muy tranquilo para mí!
Le prestó atención a la respuesta de Mamiya sobre sus razones para unirse al club, pero realmente no tenía nada que agregar y se dedicó a beber de su té y observar las flores por doquier mientras oía el intercambio entre las chicas. Cuando guardaba silencio era aún más perceptivo de lo usual. Mamiya Ai no era una muchacha ordinaria, eso quedaba claro. Emily había estado mensajeándose con alguien, lo cual la puso por demás contenta, aunque la presidenta del club no perdió oportunidad de seguir poniéndola nerviosa. Le había dicho senpai, ¿verdad? Así que también iba a tercero. Hodges le hizo una pregunta, fue un manotazo de ahogado para, por fin, desviar la atención de ella misma, pero la rubia insistió. Cuando se hubo hecho un pequeño silencio, Kohaku sonrió mientras cerraba los ojos, tan calmo como el océano en perfecto reposo. —Mamiya-san —murmuró, suave, devolviendo la taza a su platillo—. Debes disfrutar mucho molestando a tus compañeros de club, ¿verdad? Fijó entonces su mirada ambarina sobre ella y ladeó apenas la cabeza, sin perder la sonrisa. —Me pregunto por qué será~
La expresión de Ai mostró cierta severidad. La taza hizo un ligero click al ser dejada sobre el plato. —Una o varias, no cambia el hecho de que cortar una flor y separarla de la planta es alejarla bruscamente de toda posibilidad de sobrevivir—replicó—. Tarde o temprano la flor se marchitará y morirá. Todas las flores y plantas son seres vivos; se alimentan, respiran, se comunican entre ellas. La Mimosa Pudica recoge sus hojas bajo el tacto. >>Todas las flores de este invernadero han sido cultivadas, agasajadas y cuidadas como merecen serlo. Un miembro del club de jardinería debe saber respetarlo. Su expresión se suavizó al darse cuenta de lo avergonzada y culpable que Emily parecía sentirse. Cuando buscaba ruborizarla ciertamente no era esa el tipo de reacción la que quería conseguir. Una cosa era el nerviosismo torpe, ese que hacía actuar a sus flores como pequeños conejitos temblorosos. Y otro era el nerviosismo que nacía de la culpabilidad, de la vergüenza por haber sido regañada con severidad. Mamiya Ai podía ser muchas cosas, podía ser rara y tener cierto ademán de puro sadismo, al menos en determinadas circunstancias. Pero hacer sentir mal, realmente mal a la gente no estaba entre sus hobbies. Tendía a parecer tan calmada, tranquila y sofisticada siempre que verla enojada o molesta resultaba totalmente extraño. Antinatural. Suspiró. —Ah. Al menos la aquilegia flabellata es una flor que no necesita muchos cuidados y se recupera pronto—añadió—. Solo no vuelvas a hacerlo, Gardenia-chan. Tomó otro sorbo de té buscando calmar sus emociones. Y entonces la voz dulce y suave de Kohaku la obligó a mirarle. ¿Molestar a sus compañeros? ¿Pero de dónde había sacado eso? —¿Hm?—murmuró y ladeó ligeramente la cabeza antes de dirigirle la misma expresión que él, aquella sonrisa calma de ojos cerrados. Todo en ella mostraba una inocencia que no existía en realidad—. No sé de qué me hablas Hydrangea-kun. ¿Lo disfrutas tú?
Bueno, no podía desentenderse enteramente de los fundamentos en el regaño de Mamiya. Él había pensado... más o menos lo mismo, aunque fuera partidario de otros métodos. Más sutiles, quizá, o directamente esquivos. Como fuera, con semejante sermón la rubia ya podría asegurarse que Hodges no volviera a cortar una flor en su vida, al menos en su presencia. En su invernadero. Mantuvo su sonrisa al oír su respuesta y contuvo el deseo de tornarla ligeramente burlona. Haciéndose la tonta, ¿eh~? Había esperado una réplica más ingeniosa, pero ya qué. De cualquier forma puede que, en el fondo, fueran más similares de lo que cualquiera creería. No lo había negado. —¿Eh~? Yo no tengo compañeros de club. —Soltó una risa suave y se encogió de hombros, lanzándole una mirada a Emily de reojo—. Bueno, no aún. Falta el papeleo. Volcó su entera atención en Ai una vez más y apoyó los codos sobre la mesa, inclinándose un poco sobre ella. —Después de todo, aún necesito la aprobación de Mamiya-san~
Emily Hodges No dije nada más porque bueno, para qué. Los mayores no tardaron en cambiar de conversación y, por mi parte, me quité la flor de la oreja para mirarla mientras la movía entre mis dedos, apoyando la cabeza sobre mi mano libre. Tarde o temprano, todos nos marchitamos y morimos, querida, por mucho que nos cuiden. Que pase antes puede ser incluso un favor, ¿hm~? Ah, qué tonterías estaba pensando. Dejé la flor al lado de la taza y le di otro sorbo, escuchando de manera algo desinteresada la conversación. Noté la mirada de reojo de Kohaku y simplemente levanté una ceja como respuesta, sin decir nada más. Pero si eran tal para cuál, por Dios. Volví a coger el móvil y, casi sin pensarlo, tecleé en el navegador en busca de las películas que habría en cartelera al día siguiente. Hacía mucho que no iba al cine, ni siquiera sabía lo que estaba más de moda estos días... aunque, tampoco sabía lo que podría gustarle a Anna. Levanté la vista durante un segundo, mirando al chico, pero pronto volví a centrarme en la pantalla. Podía preguntarle pero también podría pensar algún plan más divertido, ¿no? Tampoco había nada que llamase mucho mi atención... Contenido oculto Buenas, solo voy a marcarme un relleno y eso, don't mind me or her (?)
Ai abrió los ojos al escuchar las palabras de Kohaku y lo miró con cierta sorpresa. —¿Hm?—murmuró—. Ah, Hydrangea-kun ya eres miembro, por supuesto. El papeleo es un mero trámite, pero desde que decides entrar formas parte del mismo. El club de Jardinería no se reserva el derecho de admisión, ni siquiera lo hago yo como presidenta. No me siento con el derecho de decidir quién no puede o puede entrar... —apoyó la palma de la mano en su mejilla y suspiró con los ojos cerrados—Sería como negarle un lugar a las flores en este jardín solo porque son menos vistosas que el resto, o más complicadas de cuidar o menos hermosas...
