Casino Engrane

Casino Engrane

Fuera: Sabana Engrane
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Esta edificación se alza en el medio de la desértica sabana, como si de un oasis se tratase.

Se trata de un edificio de color rojo y negro, con dos palmeras junto a la entrada. Por dentro es lujoso y hay una gran variedad de juegos, desde máquinas tragamonedas hasta mesas de poker. Hay una fuente de agua pura en el centro del lugar. Este lugar es visto como un lugar de descanso por los viajeros que atraviesan la sabana.

No hay requisitos especiales para atravesar esta zona.
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Sí, un casino. Esa era la edificación a la que Lilith y Palmon acababan de ingresar.

Hacia donde mirara, había todo tipo de juegos de azar en progreso. Había mesas de blackjack, de poker, ruletas… y, por supuesto, una larga fila de incontables máquinas tragamonedas. Digimons de todas las formas y tamaños se encontraban jugando a estos juegos, y más al fondo había una barra donde algunos de ellos se dedicaban a relajarse y tomar un fresco trago de agua para soportar el calor de la sabana. Además, curiosamente, había ventiladores colgando del techo, lo cual hacía que el ambiente del lugar fuese fresco y agradable.

—¡Mira, son Gazimons! —exclamó Palmon, señalando hacia el frente.

Y era cierto. Había Gazimons por doquier; atendiendo las mesas, sirviendo en la barra, como camareros que pasaban ofreciendo tragos a los digimons apostadores… al parecer, este casino era manejado por ellos. Pero, no parecían agresivos como los Gazimon que ellas habían encontrado en la guarida de Elecmon, parecían ser más… serviciales… por llamarlo de algún modo.

 

Uno de los Gazimon que estaba sirviendo tragos en una mesa de blackjack se volteó al ver que Lilith le dirigía la palabra.

—¿Sí? ¿En qué los puedo ayudar? —preguntó Gazimon.

>> Opción A: Me gustaría apostar en el casino…

>> Opción B: Me gustaría algo de beber…

>> Opción C: Me gustaría irme de aquí…

 

—Ah, claro, es comprensible si vienes de la sabana —dijo Gazimon—. El agua está 5 dólares, las gaseosas 10 dólares, y el refresco digimon está 20 dólares…

>> … tienes dinero para pagar por ello, ¿verdad?

 

Gazimon ladeó la cabeza, confundido ante lo que decía la chica.

—¿De verdad has venido a un casino sin nada de dinero? Eres rara… —dijo el digimon—. Bueno, supongo que si no tienes dinero nada puedes hacer, las cosas no son gratis por aquí…

—Pero… pero… ¿no hay alguna forma de conseguir? —preguntó Palmon, esperanzada.

—Bueno, supongo que… podrían pedir un préstamo al casino, aunque no se cuales serían las condiciones… para eso tendrían que hablar con el dueño del casino… ¿estáis dispuestas a ello?

 

—Muy bien… esperen aquí un momento…

Y tras aquellas palabras, Gazimon se retiró de vista. El digimon regresó pasados unos minutos, y anunció que su jefe estaría dispuesto a recibirlos, de modo que siguieron a aquel Gazimon hasta la parte de atrás del casino, a través de unas largas escaleras de caracol que los llevaron a una gran puerta dorada. La puerta se abrió de par en par, y tuvieron que ingresar para encontrarse en… ¿un escenario?

—¡Welcome, ladies and gentlemen! —anunció una fuerte voz desde las penumbras.

Las luces de aquel largo escenario se encendieron, y alumbraron directamente a un digimon bastante alto que estaba parado en el centro del lugar, con un micrófono en la mano. Se trataba de un digimon con forma humanoide, similar a un mono, con gafas de sol que ocultaban sus ojos. Parecía ser bastante más animado de lo que uno esperaría del jefe de un enorme casino como este.

—Señor Etemon, estas son las invitadas que venían a pedir un préstamo…

—Pero, ¿qué tenemos aquí? ¿De verdad vienen por aquí a apostar? —preguntó el tal Etemon, y dio una pirueta en su lugar—. Bueno, ¿quién soy yo para juzgar? ¡Espero estén listas! ¿De verdad lo quieren? Porque para obtener un préstamo del gran Etemon… ¡deberán atenerse a las consecuencias si no cumplen las condiciones!

Contenido oculto

 

—Je. Me alegro que lo preguntaras, chiquilla, porque estas son las condiciones… —dijo Etemon, y agarró su micrófono con firmeza—. Rock and roll!

>> En primer lugar, se les entregará una suma de dinero como préstamo. Cuando devuelvan el préstamo, deberán devolver esa misma cantidad, ni un centavo menos, yeah!

>> Pueden gastar el dinero del préstamo de la manera que quieran y en lo que quieran, pero no podrán dejar este casino sin haberme devuelto antes el dinero del préstamo, oh baby!

>> La suma total que se les dará será de 1000 dólares… cómo lo recuperen depende de ustedes, pero deberán devolvérmelo antes de irse, o atenerse a las consecuencias, yeah yeah yeah!

>> Pueden intentar recuperarlo usando los juegos del casino, pero si pierden todo y no tienen manera de pagarme… ¡deberán devolverme el dinero trabajando en nuestro casino! ¡Sí, puedo imaginarlas como nuestras bailarinas, para entretener a los clientes! Sexy dancers, yeah!

>> Esas son las condiciones… ¿aceptáis el préstamo?

 

Entré en el lugar. Miraba en todas direcciones, gratamente sorprendido.

—Hey, ¿un casino? ¿Aquí en medio?

Había múltiples Gazimons, aquellos bichos que nos atacaron tiempo atrás, cuando Patamon era un Tokomon, pero... Parecían demasiado centrados en su trabajo como para ser agresivos. Por un momento, los colorines y los ruidos propios de un casino me hipnotizaron.

—H-Hey, Patamon, ¿crees que podré jugar incluso siendo menor de edad?

 

—¡De acuerdo! Gazimon, ve a buscar el dinero —ordenó Etemon, chasqueando sus dedos.

En cuestión de minutos, Gazimon regresó con una gran cantidad de billetes verdes apilados uno arriba del otro. Se veían iguales que los dólares norteamericanos del mundo real… con una pequeña diferencia. En lugar del rostro de Benjamin Franklin, el que se encontraba plasmado en los billetes era el rostro del mismo digimon que se hallaba ahora ante ellas: Etemon.

—Debo irme ahora mismo, chiquillas, tengo que visitar mis otros asuntos por la Isla File, ¿saben? Pero no dejen de apostar y gastar su dinero por aquí —dijo Etemon, soltando una improvisada risa ante sus propias palabras—. Gazimon, quedan en tus manos… ciao!

Y tras decir eso, Etemon dio media vuelta y se marchó por el otro extremo de la habitación. Gazimon le entregó la suma de dinero en las manos a Lilith. Palmon miró aquellos billetes con incredulidad, como si jamás hubiese visto algo así en toda su vida.

—Wow… eso… eso es mucho dinero… —dijo Palmon, incrédula—. ¡Ahora sí! Vamos a tomar algo de agua, ¿sí, Lilith?

—Con este dinero, podréis hacer lo que queráis en el casino —explicó Gazimon—. Aunque creo que eso quedó claro ya. Veamos… ¿a dónde prefieren dirigirse?

>> Pueden ir a los Juegos del Casino. Hay varios juegos de azar para apostar y posiblemente ganar dinero.

>> Pueden ir a la Barra del Casino. Allí pueden disfrutar de una tranquila comida y una fresca bebida antes de regresar a las apuestas.

>> Pueden ir a la Caja de Cambio. Es aquí donde se cambia el dinero por fichas para apostar, y donde pueden hacer todo tipo de consultas sobre el sistema del casino.

 

—¿Menor de edad? ¿Qué significa eso? —preguntó Patamon, confundido—. No te entiendo, Dylan… pero creo que mientras tengamos dinero podemos jugar, ¿no?

>> Aunque… yo no tengo nada de dinero… ¿y tú?

 

Del otro lado de la barra, otro Gazimon los recibió, cruzado de brazos. Al parecer estaba a cargo de la barra de bebidas del casino, y le preguntó a Lilith si iba a llevar algo.

Había una carta de precios allí que ponía lo siguiente:

• 1 Botella de Agua: 50 dólares
• 1 Botella de Cola: 80 dólares
• 1 Onigiri: 50 dólares
• 3 Onigiri: 100 dólares (¡Digi-Promo del día!)
• Menú Especial Almuerzo: 200 dólares (comen 2)