Es un callejón apartado y solitario que, por las noches sirve de refugio para los drogadictos y macarras, y de día es usado de atajo para ir a la zona urbana. Desde este lugar se puede acceder a: Zona urbana Complejo de apartamentos Tragaluces Escalinatas Bar Centro Comunitario
Star La pareja de fugitivos había parado en un callejón para recuperar el aliento tras su larga carrera. Gervase ni siquiera sabía a dónde lo estaba llevando la misteriosa rubia, lo único que sabía era que el pecho le latía muy fuerte y no era por la fatiga: El fumador acababa de tomar una decisión que sabía era muy importante, por lo que estaba nervioso y la ansiedad lo estaba consumiendo. La incertidumbre de saber si había hecho lo correcto o si aquella era otra decisión más para su lista de decisiones estúpidas. Sabía que era peligroso, sabía que dejar el servicio comunitario le traería problemas, pero no había manera de que pudiese dejarla a ella. Ya la había "perdido" una vez. —Tengo que encontrarme con alguien en la zona urbana, pero necesito que me cubras por si algo sale mal —dijo de repente, interrumpiendo los pensamientos del muchacho—. Toma, espero que sepas usarla —comentó depositando el arma en las manos de Gervase. El revólver era mucho más pesado de lo que había imaginado, eso sí, tenerlo daba cierta sensación de seguridad. >>Te prometo que luego de esto, nos largaremos de aquí y dejaremos atrás a todos los pringados de esta ciudad de mierda. Star le dio una palmadita en la mejilla al muchacho y se volteó consultando su reloj, mirando luego hacia la otra boca del callejón. En todo momento mantuvo una actitud vigilante y alerta. Si Gervase quería decirle algo, ese era el momento.
Gervase Paramos en un callejón. Dios, ya estaba pensando que esta alocada carrera jamás terminaría y que acabaría muriendo. Es que además de ser un flacucho sin fuerza, también me caracterizaba por tener unos pulmones muy poco resistentes para algo tan bruto como una carrera. Cosas de haber fumado tanto imaginaba; eran momentos como éste los que hacían que me arrepintiera un poquitito de andar dándole a la nicotina. Sólo un poquito, porque era la única mierda que disfrutaba en esta vida. Aunque ella… Star... Había tenido un lugar incluso más importante hasta que la mala suerte nos separó. No estaba enamorado de ella ni mucho menos, pero tenía la suficiente importancia como para que la pusiera por encima del Servicio Comunitario. Y bueno, porque pasaba de atestiguar la locura de Grandote: si el calvito había matado a esos dos hombres, ya no era asunto mío. —Tengo que encontrarme con alguien en la zona urbana, pero necesito que me cubras por si algo sale mal —dijo de Star de pronto, interrumpiendo mis pensamientos—. Toma, espero que sepas usarla Puso en mis manos nada más y nada menos que un jodido revólver. Al sentir el peso del arma, tragué saliva y tuve que tomarla con ambas manos para disimular el temblor de la que sostenía el arma… ¿Cubrirla? —Te prometo que luego de esto, nos largaremos de aquí y dejaremos atrás a todos los pringados de esta ciudad de mierda —dijo Star. Me dio una palmadita en la mejilla que me tomó por sorpresa. El tacto me dejó desorientado y molesto. Había demasiado secretismo de por medio; me fastidiaba que apareciera tan de repente, pidiéndome como si nada que me agarrara a tiros con personas que ni siquiera sabía quiénes eran. Lo mejor que podía hacer era tratar de sacar más información. No tenía problema en ayudarla, pero necesitaba saber en qué me estaba metiendo. Me acerqué lentamente a sus espaldas y espié, mirando en la misma dirección que Star. —¿Y por qué se supone que deberías encontrarte con esa persona? —le pregunté.
