Armero errante

Misato Aoyama

Al recibir los kunai escuché las palabras del armero y justo en cierta parte había conseguido información interesante.

Kuroki no dijo sus nombres. Pero la había visto antes en compañía de una mujer de facciones malévolas, cabello negro y un maquillaje interesante. Esa misma niña iba con ella, ahora está con Kuroki

Mordi mi labio por el dolor que aquella descripción provocaba, esa descripción coincidía justo con aquel par de Chiryu, pero ¿Que hacía esa niña con Kuroki?

—Ya veo, se a quien se refiere—mire a Ayame quién durante esos fatídicos días nos acompañó —la mujer malévola responde al clan Taira y justo cuando fui con Kuroki y otros de mis acompañantes tuvimos el disgusto de encontrarla, obviamente ella estaba esperando a Masaki que de seguro iba a investigar a Chiryu. Fue un día de horrores

Me sentí algo consternada y confundida.

—Esa niña atacó a Kuroki en un santuario hace mucho tiempo y ahora ¿Está con el?—como deseaba no haber tenido tanta fiebre y dolor en ese momento de haberla reconocido no les hubiera dejado ir sin respuesta— ¿Que pudo haber pasado?

En medio de aquello Yin menciono el apellido Ise frente al herrero cosa que no le vino en gracia.

—Esta bien Yin —toque su antebrazo para darle algo de calma.

—Ese día sin darme cuenta ayude a alguien relacionado a ese apellido en Chiryu y eso me llevo hasta la pista de un hombre que azoto a distintos clanes armeros, alguien conocido como Hainu.

 

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[Misato; Yin; Ayame]

El armero reaccionó ante las últimas palabras de Misato, dejando pasar el tema de Kawa y Kuroki —Hainu... —dijo señalándola, no con desdén o enojo; era como un movimiento de emoción, uno que seguramente se debía por recordar algo. Y antes de que pudieran preguntarle algo sobre este personaje, el herrero siguió:

—Era un cazador...—musitó. Parecía que se hablaba a sí mismo, se estaba obligando a recordar.

—Los cazadores del Imperio... él era uno; si. Uno de los perros...

El herrero miró a sus alrededores, temeroso; después volvió la vista a ambos —Los perros... Inu... Son así conocidos en el lenguaje imperial a aquellos que fungen la labor de cazadores. Los cazadores no es un término que se lleve a la ligera en el Imperio; a diferencia de los cazadores tradicionales en las villas. Los cazadores imperiales son ciervos fieles a sus amos, es por ello que se les conoce como perros... los Inu, quienes se encargan de dar caza a los enemigos de sus amos. A diferencia de los zorros... los kitsune; estos también son cazadores pero no son leales a nadie más que a sí mismos, aun así son útiles para ciertos fines.

El herrero parecía conocer más de lo que un herrero común sabría.

—Hainu es el cazador de herreros; y su amo era Gendo Mori; pero el famoso Hainu dejó de ser un perro... y se convirtió en un zorro. Uno muy astuto, uno cruel... —dijo advirtiéndoles — En cambio hubo un cazador conocido como Kogane no inu; el perro dorado. Este cazador fue quien ayudó a los herreros.

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Misato Aoyama

En cuanto pronuncie aquel nombre la cara del herrero cambio, sentí algo de inquietud en cuanto me señaló y llegue a pensar que había cometido un desliz peor. Pero en su lugar el herrero reveló cierta información sobre aquel asesino de herreros, se trataba de un cazador uno muy peligroso y de cuidado...un Kitsune.

Y no solo eso. También menciono el nombre de un cazador con la misión de salvar herreros conocido como kogane no inu....¿Será a caso?

—Siento que debo sincerar un poco sobre la mención del apellido Ise...como dije en algún momento pude contactar con alguien de los Ise—prefería omitir ubicaciones por respeto a los herreros y mi abuelo—durante el trayecto me enteré que mi abuelo Aoyama Toru fue un cazador que ayudo a los herreros entre ellos a los Ise a escapar de la muerte ahora pregunto...Kogane no inu ¿Ese era el apodo de mi abuelo? ¿fue alguien que colaboró con su misión para salvar clanes herreros?

Me detuve un momento para asimilar aquella información y mentalizar que Hainu era un enemigo temible.

—Parece que usted sabe tanto como si fuese un herrero de prestigio en Kioto, tal como el legendario Kyuzo o alguien más—opine intentando hilar ciertas suposiciones pues me resultó llamativo que supiera toda aquella historia sobre Hainu y Kogane no inu como si fuese alguien muy cercano a los círculos del imperio.

 

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[Misato; Yin; Ayame]

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La mirada del herrero se volvió más profunda; cómo si un manto de mentiras se difuminara dejando en el olvido al simple herrero viajero, su mirada era más profunda y con mayor sabiduría. Los rasgos se envejecieron, mostraba una edad superior a lo que seguramente él poseía.

—La primera vez que te vi estabas en compañía de un guerrero que portaba una de las katanas forjadas por Kyuzo; recuerdo bien que compraste kunai, justo cómo el día de hoy —sonrió —Aquellos que compran este tipo de armas suelen ser más como los... kitsunes; jamás hubiera imaginado que serías nieta de uno de los grandes Inu. Una Aoyama.

Yin escuchaba atento; recopilaba cada palabra pues todas las misiones de Misato ahora también las consideraba suyas. Había intervenido hoy por ella, dejando escapar aquel apellido con miedo a fallar. Parecía que no lo había hecho; él y Misato se complementaban perfectamente pues ella acomodó la última pieza para que el herrero mostrara su verdadera mirada.

—Sé de leyendas; y Kyuzo no es una de ellas. En cambio tu abuelo fue una, a pesar de que no muy conocida a simples voces. Kogane no inu, así fue como lo llamó el mismísimo Emperador difunto; Yamato no Haruki. Aoyama no Toru fue su cazador; uno muy discreto que no vivía en la villa Imperial. Un hombre que siempre fue viajero y también fue muy sigiloso sin querer serlo realmente. Tras la muerte del Emperador Haruki, el cazador Aoyama se deslindó del nuevo Emperador Akishino. Fue inteligente.

El herrero suspiró; su mirada seguía demostrando un cansancio digno de una vejez avanzada; pero sus manos aun mostraban atisbos de juventud.

—Tu abuelo ayudó a los clanes de herreros; no pudo salvar a todos, y algunos de los que logró salvar han caído recientemente. Los primeros fueron los Arau en Shimane —negó cerrando brevemente los ojos — Los descubrieron porque el alma de un herrero siempre brilla a pesar de estar oculta; creaban utensilios de cocina tan buenos que llamaron la atención del General Mori; esto los llevó a su destrucción al rehusarse en crear armas para ellos.

Sus hombros se tensaron —Estos eventos comenzaron porque Kyuzo, carente de soberbia —apretó sus puños con fuerza— Instó a los guerreros del Imperio a competir para obtener sus filos. ¡Vaya idiota! Utilizando su habilidad, creó un deseo absurdo en los guerreros de Japón. ¿Quién no querría un arma creada por el gran Kyuzo?

Yin lo miró con preocupación, las emociones del herrero se tornaban volátiles; pero no desprendían temor o rabia a pesar del peso de cada palabra, se sentían en una tristeza absoluta.

—Kyuzo hizo cinco katanas y fueron entregadas en una gran ceremonia llena de festejos que evidentemente ninguno de los celebrados quería llevar a cabo; a Gendo Mori le entregó la katana inspirada en el fuego a la cual llamo Konton; a Hiro le entregó las katanas inspiradas en agua y madera. Una de estas la portaba tu amigo en nuestro primer encuentro; Hiro las llamó Kaishi y Owari. A Moromichi Fujiwara le entregó la katana inspirada en la tierra a la cual llamó Doryoku; y por último la que era inspirada en metal fue otorgada a Sayuri quien la llamó Chiame. Estas cinco espadas... —negó — Parecería que esas cinco llevarían a las cinco casas de herreros a sufrir las consecuencias de la vanidad, el deseo y el poder.

El armero se decidió por sentarse en el camino; buscó una roca dónde pudiera recargarse, haciendo notorio un impedimento físico en una de sus piernas la cual no se doblaba con facilidad.

—Gendo Mori se creía invencible con Koton; y por ello amenazaba a distintos líderes de Prefecturas para demostrar su poder y así obligarlos a unir fuerzas al nuevo Imperio. Uno de ellos fue Kitetsu Shingen; señor de Yamanashi. Gendo lo amenazó; pero Shingen no dejó que aquel guerrero lo amedrentara, lo enfrentó y lamentablemente perdió la contienda junto a su vida. Pero Gendo descubrió una katana muy especial en manos de Kitetsu, una mejor forja que la de Kyuzo —El armero imitó el desarme de una katana mientras explicaba cómo Gendo buscó la firma en el nakago de la misma; pero no encontró un nombre, nada. Gendo la volvió a armar y se apoderó de la misteriosa katana.

—Entonces eso fue lo que llevaría a Gendo a buscar a los demás herreros... —inquirió Yin

El armero afirmó con tristeza —Después de los Arau siguieron los Shibata, especialistas en lanzas, eran residentes de Fukui; Caerían después los Okudera en Tottori... —bajó la mirada al suelo y tragó grueso antes de continuar pero sin levantar la vista —Por último fueron los arqueros Sugawara en Fujimi —cerró su puño y golpeó su rodilla.

Lo dejaron calmarse en silencio unos momentos; era evidente que mostraba culpa en cada palabra.

—Los únicos que pudieron mantenerse ocultos como tu abuelo hubiera deseado fueron los Ise; ellos fueron los únicos en dejar crear armas con sus firmas, dejaron su calidad atrás para no delatarse; perdieron parte de ellos para sobrevivir.

El armero levantó la vista hacia Misato —Esa fue la maldición que Kyuzo dejó en las grandes casas de herrería. Ese es su pecado. Él creía que tendría que enfrentar a todos en el otro mundo; pero los kamis le han dado la oportunidad de redimirse frente a la nieta de aquel a quién le destruyó su legado. Yo soy Kyuzo Takamatsu. Por culpa mía todo el gran trabajo de Aoyama no Toru fue en vano; mi vanidad con mi arte llevó a alguien con gran deseo de poder a cometer crímenes que pudieron haber sido evitados —Hizo una pausa y se colocó de rodillas con dificultad — Usted es nieta de Kogane no Inu...— Se inclinó, descubriendo su cuello por completo — Puede ejecutar mi castigo.

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Misato Aoyama

Desde que era niña recordaba las miles de aventuras que mi abuelo solía relatar, más aquellos relatos eran más que todo alegres aventuras donde el se consagro en un héroe valiente, algo digno de contar a los niños más nunca contó a detalle sobre como y quién lo dirijio o si había enfrentado a Ronin y bandidos peligrosos. El prefirio dejar eso a mi tiempo, cuando de verdad fuera digna de portar una katana. Era en las palabras del herrero errante donde una leyenda del japón antiguo brillaba como una joya.


La primera vez que te vi estabas en compañía de un guerrero que portaba una de las katanas forjadas por Kyuzo

El por alguna razón sintió el peso de los años caer de repente, años y años de penas, así el herrero recordó al hombre con quién tuve el honor de emprender una primera y única misión de trascendencia; Kenzaburo

Entonces Masaki reveló la naturaleza valiosa de aquella katana en manos del Ronin. El lo confirmó.

Sé de leyendas; y Kyuzo no es una de ellas. En cambio tu abuelo fue una, a pesar de que no muy conocida a simples voces. Kogane no inu, así fue como lo llamó el mismísimo Emperador difunto; Yamato no Haruki. Aoyama no Toru fue su cazador

Había llegado el momento de escuchar sobre la más grande hazaña del abuelo al servicio del antiguo emperador. Un hombre sigiloso al servicio del imperio. A pesar de ser mujer el siempre me trató con orgullo al poder aprender sus primeras lecciones de combate...fue un samurai que protegió a los débiles. En este caso a los herreros pero...si algo enseña la vida es que no todos pueden ser salvados.

Instó a los guerreros del Imperio a competir para obtener sus filos. ¡Vaya idiota! Utilizando su habilidad, creó un deseo absurdo en los guerreros de Japón. ¿Quién no querría un arma creada por el gran Kyuzo?

Competencia...poder...

—Demostremos que Hiroshima tiene legítimos guerreros dignos del acero forjado por leyendas—susurre las palabras de mi antiguo capitán, alentando a las pocas fuerzas que formábamos en Hiroshima, luchando por reconocimiento y el apoyo del imperio.

Y pensar que era parte de esa lucha.

Y tras esa historia cinco katanas forjadas no hicieron más que avivar la ambición y llevar a la perdición de familias completas, apenas podía mantener la vista pensando en como el abuelo lucho por tanto. Aún así Gendo no tuvo piedad...era como el maestro Shinzo y el señor Ichinose relataron...un guerrero cruel e implacable.

Observé al herrero y lucía demasiado abatido como si aquellas muertes tuvieran un peso muy personal, como si tuviera algo mucho más cercano con ellos. ¿Pero como?

Yo soy Kyuzo Takamatsu. Por culpa mía todo el gran trabajo de Aoyama no Toru fue en vano

Así que...se trataba de el, el hombre cuya reputación fue el aliciente de guerreros y armeros en una batalla por sus obras legendarias....obras que orillaron familias enteras a la muerte, el orgullo de un herrero derribo todo lo que mi abuelo logro.

—Kyuzo...—dije sin ninguna muestra de respeto ¿Porque lo tendría por alguien así?—De niña imaginé que tal vez sería un honor conocerlo.

Ante su gesto desenfunde a Aoyama, la hoja apuntaba directo al despojo de humano que ante mi mostraba el peso de las muertes provocadas por su vanidad.

Quedé en silencio observando como el filo de la katana amenazaba al herrero.

—El orgullo es un arma de doble filo—cerre mis ojos—nos da una razón para mantenernos firmes por el honor de nuestros antepasados, pero en cambio puede llevarnos a una ingenua visión de ser intocables no importa que...

Abro los ojos y veo al armero humillado ante mi.

—Segun el código Bushido no puedo pasar por alto tu grave error, tus acciones fueron una ofensa contra un noble guerrero, del cual herede su apellido y está arma creada por Ise no Katsuhiro, tu colega que debe vivir oculto con su familia por tus acciones egoístas. Estaría cumpliendo con justicia para tus colegas.

Respiré profundo apretando la empuñadura de Aoyama.

—Pero no soy la más indicada para tal misión, se lo que es ser dominada por el orgullo, creer ciegamente que podría estar un paso adelante — desvío la mirada—eso le costó la vida a un niño, un pequeño sin hogar que confío en que lo guiaria con rectitud.

Baje la katana en un gesto de honestidad.

—Se que el abuelo aprobaría mis acciones, el me enseñó a ser la mano que sostiene a quien no puede valerse de si mismo, mi objetivo es hacer justicia con esta katana, la misma que buscará a Hainu quien ahora colabora con el clan Sawayama y culminará lo que Kogane no inu no pudo en su tiempo.

Enfunde a Aoyama de nuevo.

—En mi código personal suelo ejecutar a quienes estan determinados a exterminar a quienes son importantes para mí o a gente inocente, en ti veo una genuina muestra de un hombre consumido por la culpa.

Doy unos pasos tratando de calmar mis nervios y hablar con claridad.

>>Soy un tipo especial de guerrera que aveces se desapega del código Bushido por momentos, aunque si me permite opinar me gustaría verlo ante mi señor y el señor Ise, descuide de alguna forma usted pagará por su error.

 

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[Misato; Yin; Ayame]

Kyuzo no levantó la mirada; estaba preparado para morir mientras escuchaba cada palabra. Pero el filo no descendió, aunque tampoco se suavizaron las palabras, algo que el herrero apreció internamente. Él no estaba buscando compasión, el buscaba redención. Él no se sentía completo, algo que había ya confesado a Togashi, se sentía carente, insuficiente. No era un herrero completo y tampoco un guerrero.

Sus armas tendrían gran valor; pero para Kyuzo, las manos que las fabricaron eran un cadáver, uno que seguía andando.

—Entonces...— dijo aun en el suelo — Usted es una leal guerrera a su señor. Si usted lo sirve a él, acudiré ante su juicio. Que el señor Ise esté presente cuando decidan mi destino. Tengo aun un asunto que terminar, uno que puede restaurar la herrería. Al terminar esta misión; acudiré frente a su señor. Asumiré el castigo que esté dispuesto a ejecutar; sólo dígame a dónde acudir, dígame cuál será mi señal

Misato aun lo permitía respirar. Era el legado ideal a su abuelo. Era una verdadera Aoyama.

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Misato Aoyama

El herrero parecía muy dispuesto a pagar por su ofensa, lo podía ver en su mirada decaida, siendo honesta mi admiración por el no nombre de Kyuzo era nula luego de su confesión, aún así debía reconocer su disposición a asumir las consecuencias frente a la única familia de herreros que permanece con vida aunque deban vivir ocultos con temor.

—Los kami muy pronto podrán cruzar nuestros caminos, además estoy puliendo mi forma de buscar información, de cualquier forma encontrare la manera de darle una señal muy clara.

Suspiré con algo de desdén, sabía que aún faltaba mucho para que mi señor Minamoto impartiera justicia, no mientras los Taira y otras familias poderosas prevalezcan. Aún había muchos asuntos pendientes.

—Si por su camino encuentra esto—tome un kunai—atado con un mensaje ya sabrá que hacer, si los kamis nos ayudan tendre aliados que puedan dar con usted...es una posibilidad

Actuaría como una Shinobi en ese caso, enviando mensajes y señales desde las sombras.

>>Por el momento agradezco la información, ahora tengo una idea de que tan peligroso es Hainu, solo resta esperar encontrar la táctica ideal. De su parte espero con gusto su encuentro con la justicia.

 

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[Misato; Yin; Ayame]

Kyuzo observó la kunai y afirmó —Permaneceré atento —dijo sin más, esperando que partieran.

Ayame; quién sólo había escuchado a una distancia prudente observó al herrero, después a Misato. Cada vez que unía caminos con esa mujer, la admiraba más. Ella hubiera tomado ventaja de la situación, usar esa culpa. Era su adiestramiento shinobi, uno que la obliga a siempre pensar en los beneficios y la supervivencia. Y si bien, Misato compartía el camino shinobi, sus raíces eran de bushi; una disciplina basada en la admiración y entrenamiento de su abuelo. Cada elemento aprendido creaba una una guerrera formidable.

Ayame lo supo en ese momento, podía confiar en ella y tardó en entender por que lo hacía. Sonrió levemente al darse cuenta que veía el mismo honor que veía en Kenzaburo; y ahora, también la admiraba a ella.

Ayame avanzó para que nadie pudiera ver su rostro —Sigamos — dijo para continuar con el rastro, su verdadero objetivo.

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El rol continúa en Shima

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CIERRO TEMA DEL ARMERO. Día 56 en rol
Él numero 5 en movimiento se vuelve= 7

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