Colección A house made of cards, and us, inside [Gakkou Roleplay | Explícito]

Tema en 'Mesa de Fanfics' iniciado por Amane, 26 Febrero 2021.

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  1. Threadmarks: XVII. She's so magnetic, pulls you in every time [Alisha, Joey & Jack]
     
    Amane

    Amane Equipo administrativo Comentarista destacado bed chem stan

    Piscis
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    10 Julio 2013
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    Escritora
    Título:
    A house made of cards, and us, inside [Gakkou Roleplay | Explícito]
    Clasificación:
    Para adolescentes maduros. 16 años y mayores
    Género:
    Drama
    Total de capítulos:
    21
     
    Palabras:
    1669
    n/a: tengo como otros cinco fics empezados que quiero acabar, pero estoy super atorada en todos y me frustra muchísimo JAJAJ ahora se me ha presentado esta oportunidad, la he pillado con muchas ganas y genuinamente necesitaba acabar algo para no deprimirme (?) also, que llevaba sin publicar aquí desde MARZO, wth

    Reual Nathan Onyrian Gigi Blanche la salida de los nenes <3 esto sería canon para el día 51 por la noche y el sábado siguiente por la mañana uwu7





    Can't tame her magic energy
    She's so magnetic, pulls you in every time
    But she don't care, she gonna do what she wants
    Because she never needed any reason


    .alisha welsh.
    .joey wickham.
    .jack atkinson.

    La idea de salir por la noche con Jackie-chan me resultó bastante atractiva, especialmente porque cuanta más gente hubiese alrededor para vigilarme, mejor iba a ser la salida para todos. El muchacho aceptó nuestra oferta, por supuesto, y dada la situación, decidimos que incluso podía servir de celebración por haberle conseguido una cita a su crush; fue, de hecho, honestamente adorable lo nervioso que se puso cuando mencionamos la posibilidad de que ciertamente fuese una cita.

    Decidimos ir de nuevo al Villa, más que nada por ser un sitio que el muchacho ya conocía y en el que, posiblemente, se sentiría más cómodo. A nosotros, de todos modos, nos daba bastante igual en tanto tuviese alcohol y buena música, algo que aquella discoteca cumplía bastante de sobra. Llegamos un poco justos de tiempo al lugar, entre que tuvimos que ir a comprarle la sorpresa la muchacho y dejar la misma en el piso de Joey, pero al final conseguimos hacerlo con tan solo un par de minutos de retraso. Como cualquier otro viernes por la noche, había un montón de cola y, una vez conseguimos entrar, la disco nos recibió con el mismo nivel de apabullamiento.

    Entrar acompañada de dos muchachotes como Joey y Jackie no iba a ayudar para nada a mi bodycount, pero la verdad era que lo único que quería meterme en el cuerpo aquella noche era una cantidad indecente de bebidas alcohólicas, así que no podía sentirme menos preocupada por el detalle. Además, no nos podíamos olvidar de que era yo la que había entrado junto a dos chicos bien guapos, así que en definitiva ya había ganado en ese sentido.

    La primera fue una ronda de chupitos entre todos, para inaugurar la noche, y luego cada uno fue bebiendo a su ritmo. Ninguno de los tres parecía tener mucho límite, pero, a decir verdad, tampoco le presté demasiada atención a lo que ellos decidieran o no beber, pues bastante ocupada estaba con mis propias copas.

    Arrastré a Joey a la pista de baile, hice lo mismo con Jackie a pesar de su pierna, seguí tirándole los trastos a ambos sin ninguna clase de reparo, y ni siquiera procesé del todo cómo rayos acabé liándome con Jack. Había acabado con tanta cantidad de alcohol en la sangre que primero asumí que era Joey, a decir verdad, luego me di cuenta de que aquel no era para nada su estilo y al final… la verdad, no hice nada. Mi flirteo hacia el muchacho se había vuelto bastante suave desde hacía un buen tiempo, pues ya había pasado la etapa de considerarlo como un tío más al que tirarme, pero a ver, era de mí de quién hablábamos y ni de coña iba a dejar pasar la oportunidad si se me presentaba; porque el cabrón me correspondió, eh, y con ganas.

    Así que acabamos en mi casa, ¿qué más íbamos a hacer? No solía llevar a ligues a mi casa, era una regla autoimpuesta que siempre había cumplido a rajatabla, ¿pero tenía tan siquiera sentido considerar a Jack un ligue? Más bien diría que calificaba ya de follamigo, lo que le daba cierto privilegio por, al menos, ver mi casa por dentro. No es que le hubiera dado mucha oportunidad de verla tampoco, vaya, pero se entendía el punto.

    A la mañana siguiente me desperté con un dolor de cabeza impresionante, un Joey entrando en mi cuarto como si nada y un Jack que, ni idea, parecía algo estresado, la verdad.

    —¡Buenos días, mis polluelos! —entró el primero gritando, haciéndome gruñir con obvia molestia mientras me echaba la sábana por encima de la cabeza—. ¡Os traigo el desayuno, que seguro estáis sin energías! Por cierto, más os vale haber usado protección, que todavía no quiero ser tío.

    —Tranquilo, mi primer embarazo no deseado probablemente será contigo —murmuré, todavía protegida por la capa de tela, y quizás con un tono de voz un poquitín más animado tras haber escuchado que había comida disponible para mi querido estómago.

    —But daddy Joey sounds so much better! Right, Jackie-chan?

    No llegué a escuchar si Jack le respondió algo o no, pues apenas terminé de procesar sus palabras, salí de mi escondite y le tiré un cojín a la cabeza; o lo intenté, al menos, porque el idiota ya me conocía lo suficiente como para haberse anticipado a mis intenciones, habiéndose refugiado en el umbral de la puerta de antemano.

    >>Por cierto, granny está abajo.

    Joey soltó la bomba y se fue como si nada, por supuesto, lo que provocó que yo tardase un buen rato en procesar toda la información. Cuando lo hice, eso sí, casi que olvidé la existencia de Jack con tal de pillar algo de comida, echarme algo de ropa por encima y querer salir corriendo hacia la planta baja; de puro milagro lo miré antes de hacer la última parte, ladeando ligeramente la cabeza con el ceño algo fruncido.

    What’s wrong with you?

    —Seguimos siendo amigos, ¿cierto?

    ‘Course! —exclamé con incredulidad, a medio camino de la risa, y aunque lo intenté, al final no pude evitar soltar una carcajada ligera por toda la situación—. ¿Quieres conocer a mi abuela?

    La respuesta fue afirmativa, aunque creo que ambos fuimos conscientes de que realmente no tenía otra opción, y le indiqué que bajara cuando estuviera preparado sin problema, como si estuviera en su casa. Cualquier persona decente lo hubiera esperado, pero 1) yo no era una persona decente y 2) tenía muchísimas ganas de ver a granny, así que no tuve ninguna vergüenza por irme de mi cuarto y dejarlo solo con tal de cumplir mi objetivo.

    La abuela estaba en la cocina con Joey, ambos tomándose un té y hablando como las dos chismosas que eran, y ambos notaron mi presencia antes de que me tirara encima de la mujer para abrazarla y llenarle la cara de besos. Teníamos una relación bastante independiente, en la que ella se podía ir a hacer sus cosas sin preocuparse demasiado por dejarme sola y yo hacía un poco lo que me venía en gana, pero coño si no la echaba de menos cuando no estaba, aun así.

    Jack apareció no mucho después, bastante más presentable, y las presentaciones estuvieron a la orden del día. Supuse que la abuela querría saber más sobre el muchacho, pero desgraciadamente no le dimos demasiado espacio para curiosear porque teníamos que prepararlo para su cita. Al fin y al cabo, el principal motivo por el que Joey había venido aquella mañana había sido, seguramente, para traer lo que le habíamos preparado; lo del desayuno había sido un añadido porque, en el fondo, sabía que le gustaba mimarme.

    Arrastramos a Jack de vuelta en mi cuarto y le presentamos la sorpresa en cuestión, que no era ni más ni menos que un conjunto que le habíamos comprado entre ambos. La ropa no era para nada su estilo —de hecho, lo habíamos comprado en la tienda donde Joey normalmente iba—, pero creíamos que, si quería conquistar a su crush, más le valía hacer uso de todas sus armas de seducción. Se le notó algo avergonzado por todo el asunto, especialmente cuando empecé a chillarle como si fuera un modelo de pasarela, pero al final pareció aceptar su destino (tampoco tenía muchas más opciones, era eso o lo que había llevado la noche anterior) y, eventualmente, pudimos sacarlo de casa para despedirlo y dejar que se fuera con su querida.

    Suponía que era un poco raro, ¿no? Habernos acostado la noche anterior de la tan famosa cita, pero honestamente, aquello no sonaba como si fuese mi problema a resolver, así que no me preocupé por dedicarle ni un mínimo de pensamiento.

    Una vez volvimos a entrar en casa, arrastré a Joey hasta el sofá para acurrucarme en sus brazos, pues la jaqueca había vuelto a asolarme la cabeza y, por cheesy que pudiera sonar, cuddling with him almost always helped. Granny se había metido en la ducha y, de todos modos, era casi seguro que el chico se quedaría a comer con nosotras aquel mediodía, así que no me preocupó demasiado tenerlo secuestrado de enfermero personal.

    So… daddy Joey sounds good to you? —le solté después de un rato, con clara intención de molestarlo.

    It does sound good, doesn’t it? —me contestó, no sin antes haber soltado una carcajada divertida por mi propia pregunta, y yo me encogí de hombros antes de alzar la cabeza para mirarlo—. Maybe someday.

    Asentí con la cabeza, volviendo a mi posición anterior justo después, y extendí el brazo para coger el mando de la televisión y encender la misma.




    no es mucho, pero es trabajo honesto, and like i said, llevo tanto tiempo medio estancada en todo que me siento orgullosa solo de haber acabado algo JAJAJ also, quizás se note que no le he puesto apenas diálogo a Jackie o que quizás no sale tanto, pero pues no me siento tan cómoda manejándolo a él como a los otros pendejos, so yeah, perdón por eso unu
     
    Última edición: 13 Noviembre 2023
    • Fangirl Fangirl x 2
    • Ganador Ganador x 1
  2. Threadmarks: XVIII. You look so broken when you cry, one more and then I say goodbye [Aiden Carter]
     
    Amane

    Amane Equipo administrativo Comentarista destacado bed chem stan

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    10 Julio 2013
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    Pluma de

    Inventory:

    Escritora
    Título:
    A house made of cards, and us, inside [Gakkou Roleplay | Explícito]
    Clasificación:
    Para adolescentes maduros. 16 años y mayores
    Género:
    Drama
    Total de capítulos:
    21
     
    Palabras:
    3689
    n/a: baia baia, no será que necesitaba acabar la cantidad de un (1) fic para dejar de estar tan estancada en los otros cinco (5) (?) welp, ni os voy a decir desde cuando tengo empezado este fic ni desde cuando lo tengo planeado, porque ya me da hasta vergüenza JAJAJA solo diré que tenía muchas ganas de hacerlo and here we are finally, i'm so proud of it even tho no fue el viaje que había planeado inicialmente uwu

    TW: no hay nada escrito explícitamente, but still, sí que se mencionan cosas de dudosa moralidad y, bueno, cuando se conocen Ali tiene unos 13 años y Aiden unos 17, lo que quizás pueda llegar a ser incómodo de leer para algunas personas; ¡avisados quedáis, pues! anyway, esto es canon.





    I don't wanna be alone
    You know it hurts me too
    You look so broken when you cry
    One more and then I say goodbye


    .aiden carter.

    june.2015

    Haber conocido a Alisha nunca había estado entre mis planes, pero era bastante probable que no fuera a vivir el tiempo suficiente para agradecerle al destino por haberla puesto en mi camino.

    Fue una noche a principios de junio, cuando el húmedo calor del verano empezaba a ser tan insoportable que hasta los colegios tenían que cerrar para darle vacaciones a los niños. Para mí esos días significaban más trabajo del normal, así que había salido bastante temprano de casa para dirigirme a una de las tantas discotecas con las que solía hacer negocios.

    Vi a Alisha de puro milagro; justo cuando yo me estaba acercando a la entrada, la chica, que parecía haber estado hablando con el guarda hasta el momento, se dio la vuelta para alejarse del lugar a paso apresurado, y tuve la sensación de haber conectado con su mirada apenas un instante antes de verla desaparecer.

    —¿Por qué no la has dejado entrar? —le pregunté al hombre en cuanto llegué a su lado, chocándole el puño como todo saludo antes de ver como se llevaba un cigarrillo a la boca.

    —Apenas tiene trece años.

    —¿Y?

    —Significa que es menor.

    —No recuerdo la última vez que eso fue importante, sobre todo para una chica —comenté, con un tono realmente ligero a pesar de poder parecer que le estaba reprochando por ello, y moví la mano a modo de negación en cuanto el hombre me ofreció un cigarro después, mirándome en el proceso con una leve chispa de diversión en los ojos.

    —No es cualquier chica, es la hija de Welsh.

    —¿Welsh?

    —General Welsh… no tienes ni idea de quién es, ¿verdad? —negué con la cabeza, sonriendo con algo de culpa, y el hombre soltó el humo en una carcajada breve—. Deberías saberlo, fue un alto rango del ejército y es bastante conocido por el barrio. Ya está retirado, de todas formas, y ahora trabaja en seguridad privada… En resumen, mi jefe le come la polla al padre de esa niña —acabó por aclarar en cuanto vio por el rabillo del ojo que seguía con la confusión clavada en el rostro—. Si se entera de que la he dejado entrar sin más, que solo me despidan sería el mejor de los escenarios posibles.

    Dejé salir el aire por la nariz, en una especie de risa a media camino de ser un resoplido, y deslicé la mirada por el paisaje que tenía delante. Grande fue mi sorpresa al distinguir la rubia melena de antes en un banco no muy lejano a nuestra posición, y el impulso de acercarme ya se había apoderado de mi cuerpo antes de que la idea siquiera tomase forma en mi cabeza; supongo que nunca hubo escenario posible en el que no le hubiese ido a hablar.

    >>No te metas en ese lío, rubito —escuché decir al guarda, haciéndome girar el rostro para mirarlo de nuevo y acabar dando con la mirada de advertencia que me dedicó mientras tiraba la colilla al suelo—. No merece la pena.

    No respondí nada, aunque me dio la sensación que el brillo de mis ojos me delató delante de él, pues dejó escapar un suspiro resignado mientras negaba con la cabeza, antes de adentrarse al club. No me importaba demasiado lo que aquel tipo me dijese, así como tampoco me preocupaba demasiado que el padre de la niña fuese un alto rango militar, porque la chiquilla ya había logrado despertar mi interés y, como con todo, haría lo que fuera por conseguir que fuese mutuo. Me pasé la mano por el cabello, pues, despeinándolo apenas, y me dirigí a paso ligero hacia el banco en cuestión.

    La niña prácticamente se había apoderado del banco, echándose a sus anchas por toda la extensión del mismo y jugueteando con la lata de un refresco entre sus manos. No sabría decir con exactitud si se trataba de una chica demasiado perspicaz que me había sentido de antemano, o si más bien, había predicho que el breve encontronazo de antes conseguiría despertar lo suficiente mi curiosidad como para acercarme a ella; sea como fuere, la cuestión es que se dio cuenta de mi presencia antes de que terminase de caminar hacia el banco, y no pude evitar repasarle minuciosamente con la mirada en cuanto se irguió, probablemente para permitir que me sentase a su lado.

    El segurata había dicho que apenas tenía trece años, e iba a creerlo simplemente porque parecía saber demasiadas cosas del señor general aquel, pero dudaba que en cualquier otro contexto le hubiese adjudicado menos de quince, porque la niña no estaba nada mal. La repasé con la mirada desde los pies hasta la cabeza, pausando concienzudamente en un par de zonas que llamaron mi atención, y di de lleno con su sonrisa satisfecha cuando terminé el recorrido en su rostro.

    El cielo de sus ojos chispeó con aire travieso.

    Y en ese instante ambos supimos que había logrado atraparme.

    —Señorita Welsh~ —canturreé, sin pretender esconder mi propia satisfacción ante todo el asunto, y me acomodé en el sitio que me había dejado en el banco, ocupándolo sin ninguna vergüenza.

    —Oh, tú también conoces a mi padre.

    Su voz sonó entre harta y decepcionada, lo que me hizo soltar una carcajada divertida que logró llamar su atención; me di cuenta de ello porque giró la cabeza con algo de brusquedad, mirándome con el ceño fruncido y los labios en una mueca de, supuse, molestia, aunque a mí me pareció francamente adorable.

    —Qué va, soy un negado social —admití, con cierto aire de derrota impostado, y hasta me encogí de hombros mientras negaba con la cabeza antes de relajar el cuerpo contra el respaldar del banco—. El tipo de la entrada me lo ha dicho, tan buen samaritano que es…

    —¿Lo conoces?

    —Supongo —contesté, encogiéndome de hombros una vez más, y deslicé la vista hasta mirarla de reojo, dando de lleno con la expresión de curiosidad que había esperado encontrar—. Cambian de guarda cada fin de semana, y a estas alturas ya solo los saludo a todos como si fuéramos colegas de toda la vida. Total, creo que todos comparten la misma neurona.

    La chiquilla dejó escapar una carcajada bastante sonora y, aprovechando nuestra posición, seguí mirándola disimuladamente, lo que me permitió descubrir que ni siquiera ella misma había esperado reírse de aquella manera por mi comentario. La tontería me sacó una sonrisa divertida, salpicada con algo de orgullo, y solté algo de aire por la nariz, acoplándome a su reacción con otra risa más suave. Ya se le notaba mucho más relajada ante mi presencia, así que también me permití echar un brazo por detrás de su espalda, acortando así un poco más la distancia entre nosotros.

    —Eso explicaría que haya dicho tantas tonterías.

    —Mhm.

    Suspiró entonces, echando la cabeza hacia atrás en el banco, y su pelo me cosquilleó la piel en el movimiento, haciéndome girar la cabeza para mirarla, en aquella ocasión con los ojos directamente puestos sobre su rostro. Era completamente absurda la manera en la que mi atención seguía virando hacia ella con tanta insistencia, pero en aquel momento no se me ocurrió darle la relevancia que merecía; solo consideré que era lo lógico al estar antes una chica tan bonita.

    >>¿Quieres venir a mi casa?

    Apenas fui consciente de que había sido yo quién había soltado eso, solo empezando a asimilarlo cuando la muchacha se giró con cierta brusquedad para mirarme, una vez más, con el ceño extremadamente fruncido. Me arrepentí al instante, notando una oleada de nerviosismo bastante impropia de mí apoderándose de mi cuerpo, y me pareció que la chica se dio cuenta, a pesar de todos mis intentos de disimularlo.

    >>Quiero decir, podemos poner mejor música que este antro y también tengo mejor alcohol. Y supongo que tu padre te habrá enseñado a no irte con desconocidos, algo que es muy lógico, pero como comprenderás, no planeo hacerte nada malo sabiendo que tu padre ha sido general del jodido ejército, no soy suicida.

    La chica estaba haciendo un esfuerzo titánico por no partirse el culo en mi cara, no había que ser ningún genio para percatarse de ello, pero tenía que admitir que, en ese mismo instante, aquella era la última de mis preocupaciones. Ella se levantó, dejándome con una sensación fría de lo más desagradable, y estuve a punto de sacarme un cigarro de los bolsillos cuando escuché de nuevo su voz colándose en mis oídos.

    —¿Y bien? ¿Dónde vives?

    Pestañeé un par de veces, levantando la cabeza para mirarla, y no tardé ni dos segundos en prácticamente saltar del banco, liderando la marcha hasta mi apartamento antes de darle oportunidad de arrepentirse de su decisión.

    >>Me llamo Alisha, por cierto.

    —Yo soy Aiden.

    august.2017

    Era verdaderamente vergonzoso, y probablemente nunca lo admitiría en voz alta, pero si tenía que ser completamente honesto conmigo mismo, me encontraba bastante nervioso, e igualmente emocionado, por la llegada de Alisha. Había pasado casi un año desde que se había mudado a Japón y, por lo tanto, había pasado casi un año desde la última vez que la había visto en persona. No era la primera vez que pasaba un periodo largo de tiempo sin vernos, pero sí que era la primera vez que no era por decisión mía si no por circunstancias de ella; era jodido a cagar, para ser franco, y durante mucho tiempo me pregunté si ella también se había sentido así de mal cada vez que yo desaparecía sin previo aviso. La conclusión a la que llegué no importaba, de todos modos, porque sabía que no había nada que pudiese hacerme actuar de manera diferente; todo lo que había hecho y seguía haciendo era buscando protegerla, al fin y al cabo.

    Sea como fuere, nunca estuvo entre mis planes que ella supiese lo absurdamente nervioso que estaba, así que me mantuve realizando mi rutina como si nada. De todos modos, sabía que ella vendría a buscarme en cuanto tuviera la oportunidad, y si tenía que ser completamente sincero, una parte de mí quería reafirmarse en aquella idea.

    Que seguía teniendo ese poder sobre ella a pesar de la distancia.

    Tenía alguna que otra duda al respecto y me preparé para que, como mínimo, la chica se presentase uno o dos días después de su llegada. Grande fue mi sorpresa cuando, esa misma noche, me la encontré plantada en la puerta de mi apartamento. Se veía más linda que cuando se fue, bastante más madura, pero lo que realmente llamó más mi atención, por absurdo que pudiera sonar, era lo estúpidamente pálida que se veía sin el moreno con el que me había acostumbrado a verla.

    —¿Puedo pasar o qué? —me espetó, pretendiendo sonar enfadada a pesar de la diversión que tenía plasmada en el rostro, y apenas entonces me di cuenta de que me había quedado estaqueado en el umbral de la puerta como idiota—. Gracias~ —murmuró al entrar, una vez me aparté para dejarle espacio a ello.

    La recorrí con la mirada mientras caminaba hacia el interior, sin escatimar en ningún detalle de su cuerpo, y cerré la puerta a mi espalda antes de seguir su camino. Alisha siempre había sido una chica muy segura de sí misma, incluso aquella noche en la que nos conocimos hacía ya un par de años atrás, pero ahora se le notaba que había llegado a otro nivel, uno en el que de verdad creía ser mejor que la mayoría de la gente. O al menos esa era la imagen que quería vender, claro, porque en realidad…

    —Estás triste.

    Lo solté sin pensar, justo al mismo tiempo en el que llegué a sentarme a su lado en el sofá, y le extendí la cerveza sin empezar que había dejado en la mesilla del centro. La aceptó sin dudar, soltando una risa nasal a medida que iba quitándole la chapa a la botella, y me repasó con la mirada al darle el primer trago, frunciendo el ceño al mismo tiempo.

    —No sabía que te habías sacado el título de psicólogo en mi ausencia —soltó, haciendo que me encogiera de hombros, y al ver que no añadía nada más, suspiró antes de volver a hablar—. He estado saliendo con alguien y hemos tenido que cortar poco antes de irme. Estoy bien, seguimos siendo amigos, pero… no sé, es extraño. También hay una chica… se supone que es mi amiga, pero bueno, que anda intentando animarme a pesar de que le he dicho que no hace falta. Sé que tiene buenas intenciones, pero es un poco agobiante, honestamente…

    Tenía que ser absolutamente sincero conmigo mismo, porque aquello había sido lo último que había esperado escuchar después de meses sin verla y la mierda dolió como una jodida bala en medio del pecho. Nunca había esperado que la chiquilla no se liase con alguien más estando allá, la conocía lo suficiente y no era ningún estúpido, pero… ¿salir con alguien y tan pronto después de haberse ido? Eso no había estado en lo absoluto entre mis planes.

    —Tengo algo que quizás pueda animarte.

    Alisha se giró para mirarme con una ceja alzada, el botellín de cerveza empinado en medio de otro de los tragos que le estaba dando, y me encogí ligeramente de hombros mientras me levantaba para ir a mi cuarto. No era la respuesta que ella había anticipado escuchar de mi parte y, a decir verdad, ni siquiera podía culparla por ello, porque yo tampoco sabía de donde había salido el impulso. Volví un par de minutos después, con una bolsita de plástico entre las manos, y la tanteé zarandeando la misma bajo su mirada, haciendo que los cristales bailaran en su interior. Logré llamar su atención, lo noté por el brillo de su mirada, y me mojé el dedo índice mientras recuperaba el sitio que había dejado libre, extendiéndolo hacia sus labios tras haberme impregnado el mismo con la droga; ella no dudó en aceptarlo y me sonreí, satisfecho con el desenlace.

    Los cristales no tardaron en hacerle efecto y, a pesar de pecar de masoquista, no pude desaprovechar la oportunidad para preguntarle más detalles sobre lo que me acaba de contar. Me enteré que el chico en cuestión se llamaba Joey, que su amiga era Konoe, y de todo el asunto que había pasado entre medias; lo hice para almacenar la información, incluso antes de saber lo absurdamente recurrente que iba a acabar siendo el nombre del primero.

    Después nos fuimos de fiesta, por petición de ella, y acabamos pasando el resto de la noche en mi apartamento, como en los viejos tiempos. A decir verdad, toda aquella semana se estaba sintiendo como los viejos tiempos. Quizás todo fuera gracias a los cristales, ni idea, pues Ali siguió pidiéndome cada noche y yo, por supuesto, no dudé en proporcionárselos. ¿Importaba el motivo acaso? Bebíamos, bailábamos, nos acostábamos y vuelta a empezar; ambos nos los estábamos pasando bien, así que era completamente indiferente.

    Estaba tan convencido de ello que ni siquiera fui capaz de entender por qué Ali pasó a dejarme de responderme a los mensajes después de los mejores cinco días de nuestra vida.

    No lo entendí en lo más mínimo, aunque eso no significó que hiciera nada al respecto. ¿Qué iba a hacer? ¿Buscarla en su casa, con su padre odiándome incluso sin haberme visto la cara? Todo lo que podía hacer era mandarle mensajes, de hecho, y si eso no funcionaba… bueno, eventualmente volvería a buscarme.

    Porque siempre volvía.

    april.2020

    Nunca supe que Alisha había acabado teniendo una jodida sobredosis por mi culpa, aunque probablemente solo Dios supiera en que podría haber afectado eso a mis futuras decisiones. Ella intentó recuperar el contacto conmigo después de verano, y aunque yo no estaba realmente molesto, preferí ir cortando nuestra comunicación hasta ser inexistente. Dudaba ser capaz de olvidarme de ella alguna vez, pero joder, tenerla presente constantemente dolía un huevo y no ayudaba con nada, ¿así que para que insistir con el sufrimiento?

    Debía admitir que la primera vez que volvió a Chicago después de haber estado meses sin comunicarnos, me sentí bastante ansioso, y mentiría si dijese que, con el tiempo, no me arrepentí de lo que hice. No me malinterpretéis, el polvo que echamos fue espectacular, y todo habría sido bastante más fácil de sobrellevar si no hubiese recibido la llamada de aquel jodido inglés, pues fue estúpidamente efectivo recordándome que echaba de menos verla así de feliz todos los días. ¿Habría sido así de feliz alguna vez conmigo? Quería creer que sí, aunque quizás me estaba engañando a mi mismo. La dura y vergonzosa realidad era que me había puesto celoso, y por eso había pretendido meter a la chica en problemas para que no pudiese volver a Japón. ¿Tenía siquiera alguna clase de sentido? Lo dudaba, pero obviamente no estaba pensando con mucha claridad.

    Suponía que debía agradecer que Ali no volviese a Chicago después de aquello, así como también que hubiese dejado de intentar contactarme, pero no era yo del tipo de pedir perdón ni dar las gracias. Me jodía, la verdad sea dicha, y ni siquiera importaba las tías con las que me acostase ni el alcohol que me metiese en las venas. Intentaba no darle demasiado pensamiento al asunto, pero eso no quitaba que se hubiera ido acumulando hasta que en algún momento tuvo que explotar; que hubiera sido dándole un puñetazo al maldito cabrón que me vendía armas no había estado entre los planes, pero, ¿qué se suponía que podía haber hecho? ¿Dejarlo pasar mientras insultaba a Alisha en mi cara, mientras la trataba como si fuera poco más que una zorra de turno? Ni de puta coña.

    Y así es como acabé teniendo que irme del país.

    A ver, eso era un poco dramático hasta para mí; posiblemente hubiese valido con haber mantenido el perfil bajo durante el suficiente tiempo y ya. La cosa era que se me había presentado la oportunidad de irme, y el hecho de que Alisha hubiera querido contactarme después de tanto tiempo, justo en ese momento, pareció casi una señal para tomar dicha oportunidad.

    Sabía que la chiquilla no estaría nada contenta de verme en la puerta de su casa, pero también sabía que, bien en el fondo, seguiría siendo incapaz de rechazarme. Así que le regalé un móvil, suponiendo que algo le había pasado al suyo cuando no me contestó a los mensajes, y saqué la carta del pobre extranjero perdido para convencerla de pasar tiempo conmigo. Todo era una paripé absurdo, y estaba plenamente convencido de que la bondad se le pasaría en cuanto se diera cuenta que el móvil que le había dado tenía truco; no me importó demasiado cuando se deshizo de él, pues su reacción al verme con otra chica en la discoteca me dijo todo lo que quería saber. Por supuesto, acabó tan absurdamente borracha aquel domingo que ni siquiera se me pasó por la cabeza cualquier cosa que no fuera meterla en la cama para dormir, y realmente nunca había sido mi intención mentirle al respecto, pero ni siquiera lo pensé cuando la escuché nombrar al jodido inglés nada más despertar.

    Los putos celos.

    Me arrepentí al día siguiente, por eso la llamé para decirle la verdad, pero suponía que todas las cartas ya estaban sobre la mesa. Podía haber entendido aquello como una señal para volver a Chicago y dejarla en paz, pero lo cierto era que los celos seguían cegándome, así que lo que hice en su lugar fue llamar a Frank para aceptar su oferta de trabajo. Lo había conocido el sábado por la noche cuando, por algún motivo desconocido, ambos acabamos escapando de una pelea que puede o puede que no hubiéramos creado juntos; el asunto fue hilarante y, ni idea, el tipo era extraño a cagar, pero me había caído bien. Me ofreció trabajo y le dije que me lo pensaría, a pesar de que lo tuve bastante claro desde ese momento; aceptarlo implicaba empezar desde cero, pero…

    …joder, y lo bien que finalmente me lo estaba pasando.




    por si a alguien le interesa la timeline, que ahora mismo es un poco messy con este fic, la cosa sería algo así:
    1. Primera entrada de este fic
    2. Got me up so high I'm barely breathing
    3. Segunda entrada de este fic
    4. Please tell me I'm your one and only
    5. Ehwaz
    6. Tercera entrada de este fic (en la que se mencionan eventos que suceden en otros fics, pero ya todo es actual so i think it's clearer (?)
     
    Última edición: 13 Abril 2024
    • Ganador Ganador x 1
    • Fangirl Fangirl x 1
  3. Threadmarks: XIX. Well, if you wanna leave, there ain't nobody stopping you [Aiden & Alisha]
     
    Amane

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    Género:
    Drama
    Total de capítulos:
    21
     
    Palabras:
    1758
    n/a: después del speedrun que me metí con la colección de san valentín, yo me dije que no iba a escribir nada más hasta acabar el TFM, BUT ALAS, such is life and yet, here i am once again. No tengo excusa, recordé que había mencionado esto en un post de Ali y sé que quería desarrollarlo un poquito más, so that's that. Es un fic muy cortito, anyway, so tampoco es que haya perdido mucho tiempo, ¿vale? No me juzguéis (????)

    Está dividido en dos partes, pero todo el fic es canon: la primera parte ocurre el día 44 in rol (3 de junio) y la segunda parte ocurre el día 57 in rol (22 de junio).





    What you thinking?
    You think that you could be better off with somebody new
    You say you're leaving
    Well, if you wanna leave, there ain't nobody stopping you


    .aiden carter.

    —Aria-chan, bienvenida a mi humilde hogar~

    La muchacha dejó salir una risa nasal estúpidamente irónica ante mi recibimiento, aunque no supe definir muy bien cuál era la parte que tanta gracia le había hecho de la misma. No pareció querer comentar nada al respecto, de todos modos, así que no me quedó más remedio que dejarla pasar sin más. Ella se dio un paseo por la habitación, como si fuera la primera vez que pusiese un pie dentro, y yo me quedé mirándola con una sonrisilla divertida, con la espalda apoyada en la puerta que ya había cerrado a su paso.

    —¿Hasta cuando te vas a quedar viviendo aquí? —me soltó, con esa indiferencia que tantas veces mostraba por fuera de sus actividades del club.

    —Hasta que encuentre un piso decente donde quedarme, reina. No es tarea fácil, ¿sabes? —contesté, sin llegar a inmutarme por su tono de voz tan plano, y le dediqué una sonrisa encantadora mientras pasaba a su lado.

    —Ah, ¿no? Quizás no has mirado por la mejor zona. ¿Dónde has estado buscando?

    —Bueno… tampoco he buscado tanto…

    Intenté sonar lo más inocente posible al admitir aquello, pero fue bastante difícil mantener el teatro cuando vi a Aria rodar los ojos con una obvia expresión de desesperación, pues cada vez me hacía más gracia intentar buscar una nueva manera de tentar su paciencia; lo más efectivo era mostrarse incompetente, por lo que iba a tener material para aburrir. Solté una carcajada, pues, y me dejé caer en la cama mientras ella desbloqueaba su móvil y empezaba a teclear algo en el mismo.

    —Te voy a enviar la dirección del piso en el que me quedé cuando vine a Tokio. Si le dices al casero que vienes de mi parte, seguramente te lo alquile a buen precio.

    Me causaba algo de curiosidad esa bondad tan repentina por su parte, así que no me quedó más remedio que revisar su mensaje y comprobar la dirección del piso en cuestión. Mientras yo me distraía con la aplicación del mapa, ella se alejó hacia el minibar para coger algo de beber y, después de un rato, sentí el colchón cediendo bajo su paso a mi lado.

    —Está un poco lejos de Minato, ¿no? —murmuré, claramente no muy convencido con la localización.

    —Está mucho más cerca del club. Y está al lado de Minato, en realidad —especificó, aunque el asunto seguía sin convencerme demasiado, y mi rostro me delató más de lo que habría sido inteligente—. Cierto que queda lejos de esta parte de Minato, pero eso debería darte igual… ¿no?

    —Sí, sí. Era porque ya había empezado a conocerme bien esta zona, ¿sabes? Pero tienes razón: está más cerca del club y eso es importante. Me pasaré a verlo un día de estos, te lo prometo. Y gracias, preciosa~

    Estaba convencido de que mi desliz no le había pasado para nada desapercibido a la chica, por mucho que me estuviera esforzando en esconderlo al responderle como si nada, pero ella no pareció querer indagar más de lo necesario en el asunto y yo me permití relajarme gracias a aquella tregua.

    >>Bueno, ¿empezamos con esas clases o qué?

    Efectivamente, señoras y señores, Aria Everleigh había venido a mi habitación de hotel para darme clases de japonés; lo había estado haciendo desde hacía un par de semanas ya, de hecho. Había mejorado mucho en este par de meses, simple y llanamente porque no me quedaba más que escucharlo a cada rato, pero sabía que iba a necesitar toda la ayuda que pudiese recibir si quería apañármelas de verdad en el trabajo; le pedí ayuda a Aria, pues, y ella había aceptado (ante mi sorpresa inicial, cabía aclarar).

    Estuvimos buena parte del día con eso, hasta que Aria se fijó en la hora que marcaba su móvil y dejó salir una grosería que no le pegaba nada de nada a esa boquita bonita. Solté una risa nasal en consecuencia, dejándome caer hacia atrás en la cama, y me quedé viendo de reojo como empezaba a recoger sus cosas con bastante apuro encima.

    —¿Ya tienes que irte…? —cuestioné, echándome encima un tono de completa decepción, y hasta hice un mohín con los labios para remarcar todavía más mi punto.

    —Sí, Teruaki-san reservó en un restaurante que acaban de abrir. Tengo que cambiarme y… —empezó a explicarme, aunque a medio camino se paró en seco, haciendo que me levantase un poco por la curiosidad.

    Ella me clavó la mirada con intensidad, tanto que por un segundo sentí que me mataría ahí mismo, y mentiría si dijese que no me quedé paralizado en el lugar cuando la vi acercándose a mi posición. Al final resultó que me había echado encima de su chaqueta y solo quería cogerla de ahí, but boy was I scared.

    La acompañé hasta el exterior, como todo el caballero que realmente era, y una vez en la puerta, la chica se despidió dejándome un beso en la mejilla. Me tuvo que quitar algo de labial con el pulgar después del mismo, provocando así que toda la tontería me hiciese más gracia de la debida y se me formara una sonrisa bastante divertida; sonrisa que mantuve mientras la veía alejarse, antes de volver a subir a mi habitación.

    .

    .

    .

    I never cheated
    Deleted everyone 'cause they made you uncomfortable
    These accusations
    I can't apologize for something that I didn't do


    .alisha welsh.

    ¿Era buena idea salir a tomar algo recién empezada la semana? Hombre, casi todo el mundo coincidiría en decir que no, pero siempre me había gustado ser un poco rebelde, así que ahí estábamos. ¡Además! Había prometido portarme bien y no pasarme con las bebidas; I did a pinky promise with Joey, and I would never, ever, ever break a pinky promise with him.

    Me junté con Ri-chan después de clases, pues, y decidimos ir a un bar que quedaba a medio camino entre su casa y la mía… and it was really funny, honestly. La niña era muy simpática y me contó un montón de chismes interesantes: que si efectivamente andaba liada con el señorito estirado, que si Abby había sido su amiga cuando eran más pequeñas, que si se había liado con algún actor famoso, y también me contó más en detalle lo que había hecho con Joey cuando lo invitó a su casa. Me cayó bien, en definitiva, y le di mi bendición una vez nos despedimos en las puertas del bar. ¿Bendición para qué? ¡Ni idea! Yo solo sabía que se la había dado.

    La chiquilla se ofreció, muy amablemente, a pagarme un Uber que me llevara a casa, y yo por supuesto que acepté, que tonta no era. No habíamos bebido mucho, pero sí que estaba un poco achispada, y por ello mismo me costó un tiempo extra darme cuenta que el tío que había parado al lado de la puerta de mi casa era, ni más ni menos, que Aiden. Solo lo procesé cuando, después de haber estado un rato para sacar las llaves del maletín, giré la cabeza para repasar su cara con la mirada.

    —¿Qué coño quieres, Aiden? —solté de mala gana, no sin antes haber soltado un bufido de hastío, y apenas me dio tiempo a distinguir la sonrisa que se le plantó en los labios antes de girarme para abrir la puerta.

    —Ver esa carita bonita que hace mucho que no veo~ —contestó como si nada, siendo completamente indiferente a mi molestia, y no pude hacer más que soltar otro resoplido para remarcar el punto—. Aunque, vaya, no esperaba encontrarte borracha. Y un lunes, such a baddie~

    —No estoy borracha. Desgraciadamente, porque si lo estuviera, sería más fácil aguantarte.

    —¿Sabes por qué sigo buscándote, Ali? —soltó de repente, cruzándose brazos mientras se apoyaba de lado en la pared que teníamos delante.

    —Ilumíname.

    —Actúas como que te molesta verme, pero ni una sola vez me has ignorado de verdad, siempre acabas hablando conmigo. Si tanto te molestan mis mensajes, ¿por qué no me has bloqueado? Because you love this little banter of ours. Crees que, si eres borde conmigo durante el tiempo suficiente, acabaré dejando de importante, but honey, tú y yo sabemos que eso es imposible.

    Leave me the fuck alone, Aiden, I’m serious —murmuré, de mucha peor gana que al principio, y finalmente abrí la puerta para colarme dentro de casa.

    —Lo haré cuando me demuestres que no tengo razón~ —le escuché, a través de la puerta, antes de oír sus pasos alejándose a ritmo ligero.

    Saqué mi móvil de la cartera, busqué su contacto y pulsé en la opción de bloquear… pero acabé tirando el aparato en el sofá antes de realmente atreverme a pulsar en la confirmación. Me jodía tanto que tuviera razón, porque el cabrón la tenía; no era capaz de bloquear su número, igual que no era capaz de ignorarlo cuando lo veía, y si tenía que ser completamente sincera, a veces ni siquiera sabía cómo tenía la voluntad de no mandarlo todo a la mierda para echarle un polvo.

    Por eso me había molestado tanto verlo con otra chica a las puertas de un hotel.

    Por eso me había molestado tanto verlo ligando con otras chicas en mis narices cuando me lo crucé en la discoteca de turno.

    Fuck this.

    Un par de chupitos extra antes de dormir no podían hacerme mal, ¿cierto? Who cared, anyway.
     
    Última edición: 13 Abril 2024
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  4. Threadmarks: XX. They say 'what doesn't kill you makes you aware', what happens if it becomes who you are? [Alethea & Riamu]
     
    Amane

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    Título:
    A house made of cards, and us, inside [Gakkou Roleplay | Explícito]
    Clasificación:
    Para adolescentes maduros. 16 años y mayores
    Género:
    Drama
    Total de capítulos:
    21
     
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    n/a: tenía planeado esto de alethea desde hace un montón de tiempo, y hace ya un rato también desde que finalmente se lo conté a belu, pero hasta ahora no me decidí a escribirlo porque no tenía muy claro cómo quería desarrollarlo y demás. But the other day me estaba duchando y se me vino a la cabeza como toda la plotline del fic, so obviamente tuve que tomar el impulso y hacer el fic de una vez... and here we are :D

    pd: es posible que empiece a usar cada vez más canciones de taylor swift en mis fics, just bear with it (?)

    Esto vendría siendo canon para la tarde del día 59 (24 de junio) y la mañana del día 60 (25 de junio) in rol.





    I was in my tower weaving nightmares
    Twisting all my smiles into snarls
    They say, "What doesn't kill you makes you aware"
    What happens if it becomes who you are?

    .alethea ethans.
    .riamu yumemi.

    No era común que mis padres viajaran fuera de la ciudad más de dos días seguidos, y mucho menos lo era que esos días fueran entre semana, pero suponía que había situaciones urgentes que ni siquiera ellos podían controlar. Al parecer, había habido un error de gestión bastante grande con los envíos de nuestra empresa y ambos iban a tener que viajar a Kioto para solucionar el embrollo; sabía que no les agradaba la idea, pero a mí no me desagradaba del todo. Quería mucho a mis padres, de eso no cabía duda, pero también era cierto que a veces pecaban de ser algo sobreprotectores.

    Antes de irse, eso sí, habían puesto la condición de que Riamu pasara la noche en nuestra casa. No era como que mis padres pudieran poner ninguna condición, en realidad, si ellos tenían que irse y yo tenía que quedarme sí o sí, ¿pero que Ri se tenía que quedar a dormir en mi casa? ¿Qué clase de queja iba a ponerle a esa condición?

    El plan inicial había sido que Ri viniera conmigo directamente después de clases, pero a medio camino de salir de la academia, ella se acordó de que había quedado con Shinomiya-san para tomarse un café y yo me reí un poco, asegurándole que no pasaba nada. La realidad era que no lo hacía en absoluto, pues la idea de poder estar tranquila en casa, sin nadie que pudiese irrumpir aquella paz, era terriblemente tentadora. Además, tampoco tenía intenciones de entorpecerle la relación a Riamu, incluso si ella se negaba a llamarlo así.

    Decir que hacía mucho que no disfrutaba tanto de algo como de aquellas horas de calma habría sido subestimarlo de manera considerable; podía haberme pasado días así, simplemente leyendo con algo de música ambiente de fondo. La pura realidad es que acabé tan metida en mi propio mucho que casi había acabado olvidando que Ri tenía que venir, lo que hizo que el sonido del timbre me sobresaltase ligeramente. Por ese mismo motivo fue que tardé un poquito más de lo esperado en abrirle, aunque vaya, la chica entró completamente ofuscada a mi casa, y dudé que la motivación hubiera sido mi pequeña tardanza; tardanza que ni parecía haber notado, para variar.

    —Ri, ¿qué ha pasado? —cuestioné con evidente preocupación, llegando a su lado tras haber cerrado la puerta a su paso.

    Por regla general, pasar tiempo junto a Shinomiya-san se había convertido en una de las actividades que más disfrutaba hacer, sobre todo si también conllevaba comer dulces (que era su otra actividad favorita), así que no entendía muy bien qué podía haber pasado para que llegara en ese estado.

    —Thi, tengo que contarte algo que no te va a gustar nada…

    Su tono de voz fue el más solemne que le había escuchado alguna vez y, para más inri, me rodeó las muñecas con sus manos para poder sentarnos en el sofá que teníamos en el salón.

    —Me estás asustando un poco, Ri… ¿Ha pasado algo?

    —Escucha… Atkinson ha estado almorzando hoy con otra chica.

    —¿Jack?

    —Mhm.

    Riamu se me quedó mirando bien seria, como si me hubiese dado la peor noticia del mundo, y yo, que aquello era lo último que había esperado escuchar tras aquella introducción, no tuve más remedio que quedarme en silencio, asimilando la información. Fueron un par de segundos, en los que hasta acabé pestañeando un par de veces con aire confundido, y, al final, lo único que pude hacer fue dejar salir la risilla que se me había empezado a formar en los labios.

    —Oh, Ri… ¿y cuál es el problema? ¡Pensé que había pasado algo grave!

    —¿Cómo que cuál es el problema? ¡Se supone que te gusta, Thi! ¡Debería molestarte que ande almorzando a solas con otra chica!

    —Yo nunca dije que me gustara.

    —Se sobreentiende.

    Suspiré, negando ligeramente con la cabeza en el proceso, y me levanté del sofá sin intención de ser demasiado brusca, alejándome hasta la mesa donde había dejado mi libro antes de ir a abrirle; ni siquiera había tenido tiempo de ponerle el marcapáginas bien, así que me encargué de eso tras recuperar mi calma habitual. Le había dicho por activa y por pasiva que solo éramos amigos, pero Riamu podía llegar a ser muy cabezona con este tipo de cosas y había aprendido que era mejor dejarlo estar… por muy difícil que pudiera resultar a veces.

    —¿Para eso habías quedado con Shinomiya-san? —cuestioné al rato, girando apenas la cabeza para mirarla—. ¿Acaso lo tienes espiándonos en clase o algo?

    —¿Qué? ¡Nada de eso, Thi! El tema surgió de manera completamente aleatoria, ¡te lo prometo! Es que Kouchii es un chismoso de corazón, ¿sabes?

    —Ya…

    Por supuesto, ambas dejamos morir el asunto ahí.

    Riamu sí que me contó un poco más sobre su salida con el chico, pero se centró en otras cosas (como la absurda cantidad de dulces que obligó al chico a comprarle, por ejemplo) y así fue como mantuvimos la calma el resto de la tarde. Nunca me había peleado con ella, en realidad, y dudaba enormemente que alguna vez fuera a pasar, pero… lo mejor era no tentar demasiado a la suerte, ¿verdad? Después de ponernos un poco al día, decidimos que sería divertido aprovechar para ver una película juntas, y yo no tardé en dirigirme la cocina para prepararnos algo de picotear mientras ella se encargaba de preparar la televisión con Netflix.

    —Thi, ¿cuál es la contraseña?

    La voz de Riamu se coló en la cocina apenas un par de minutos después y, al girarme, vi que estaba asomando la cabeza por la puerta con el mando de la televisión bajo la barbilla.

    —Ah, mira en el despacho de mi padre. Tiene que tener una nota con sus contraseñas apuntadas en algún cajón.

    —¡Voy!

    Confiaba plenamente en Ri, así que no tuve ninguna clase de reparo en darle aquella información; de todos modos, ¿qué podría hacer ella con las contraseñas de mi padre? Aun así, mentiría si dijese que no me empecé a preocupar un poco cuando la chica no apareció al rato, pues salí con el bol de palomitas y ella todavía no había vuelto al salón. Fruncí el ceño, dejando los aperitivos junto a las bebidas en la mesa, y me dirigí a las escaleras, subiendo las mismas hasta alcanzar el despacho de mi padre.

    —Ri, ¿pasa algo?

    Asomé la cabeza por el hueco que había dejado la puerta al estar entreabierta, pudiendo comprobar así que la muchacha seguía dentro de la habitación. Ella dio un respingo antes de girarse, y en el movimiento me di cuenta que tenía algo entre las manos; intentó esconderlo tras la espalda, pero yo ya lo había visto y mi mirada se quedó fijada en aquel punto mientras me adentraba por completo en la estancia.

    >>¿Qué es eso? —cuestioné, señalando con el índice a sus espaldas mientras me acercaba a ella, frunciendo una vez más el ceño.

    —Thi… yo… lo siento, no tenía que haber metido las narices, pero… bueno, toma.

    No iba a negar que, conociendo a Riamu, pensé que estaba exagerando de nuevo. ¿Qué era aquello tan terrible que podía haber encontrado en el despacho de mi padre? Lo que me estaba extendiendo, además, era ni más ni menos que un simple papel. Claro que, por otro lado, la expresión de arrepentimiento de mi amiga era tan genuina que no podía negar el ligero temblor que se apoderó de mis manos al extenderlas en dirección al papelito.

    Certificado de adopción.
    ¿Un certificado de adopción con mi nombre escrito en él? ¿Significaba eso que yo era… adoptada? ¿Mis padres me habían… adoptado? ¿Y ni siquiera habían tenido la decencia de contármelo alguna vez? ¿Acaso no consideraban que yo debiese saber aquella información sobre mi misma? Claro que ahora ya no sabía que pensar de mis padres, si es que podía seguir llamándoles así…

    >>¿Thi?

    La voz de Riamu sonó algo lejana, pero de alguna manera logró viajar hasta alcanzarme, y consiguió con ello que levantase la mirada del papel. Pestañeé un par de veces, intentando enfocar su figura una vez apareció en mi campo visual, y estiré el brazo para devolverle aquel certificado, en un movimiento que ni siquiera llegué a procesar del todo.

    —¿Puedes devolverlo a su sitio? —le pregunté, con un tono de voz extrañamente tranquilo que para nada se sintió como mío.

    —Uhm… s-sí, claro.

    Ri pareció sorprenderse por mi reacción, y lo cierto era que podía entenderlo, pues yo tampoco entendía muy bien de dónde surgía toda aquella calma. Seguí con la mirada el camino que hizo, guardando el bendito papel en una especie de cajón oculto del escritorio, y poco después paseé la vista por la superficie, hasta que di con la nota que tenía las contraseñas apuntadas. Me acerqué para cogerla y le dediqué una mínima sonrisa a la chica, indicándole después con la cabeza que me acompañase de vuelta al salón.

    >>Thi, ¿seguro que no quieres hablar más sobre…?

    —No —la interrumpí, quizás algo más brusca de lo que había anticipado en un principio—. Gracias por preocuparte, Ri, en serio, pero no tiene mucho sentido. Con quien tengo que hablar es con mis padres… cuando vuelvan. Por ahora, tenemos unas palomitas que comer y una película que ver, ¿o no?

    Era obvio que Riamu no se quedó del todo satisfecha con aquella resolución, pero sabía que no me llevaría la contraria, y con ello el asunto acabó muriendo. Nos pusimos a ver la película en cuestión y, bueno, podría decir que algo sirvió para distraerme, pero no demasiado. El documento seguía dándome vueltas en la cabeza, por mucho que quisiera lo contrario, y aunque intenté por todos los medios disimularlo, mi angustia pareció ser demasiado obvia a ojos de mi amiga; propuso irnos a dormir en cuanto acabó la película y yo acepté el plan con la excusa de que teníamos clases al día siguiente.

    —Me quedaré en el cuarto de invitados, Thi. Hace demasiado calor para dormir juntas aquí…

    La realidad era que mi cama era enorme y tenía aire acondicionado en mi cuarto, pero sabía que el verdadero motivo de aquella decisión era dejarme espacio para asimilar lo sucedido en el día y, una vez más, decidí hacerme la loca y aceptar aquella justificación sin queja alguna. Intenté irme a dormir en cuanto me quedé a solas, pero me fue imposible conciliar el sueño y acabé mil vueltas en la cama, hasta que me cansé de intentarlo y decidí salir de la misma para sentarme en mi escritorio.

    No había mucho que pudiera hacer para solucionar mi falta de sueño o la ansiedad que sentía al respecto de todo aquello, pero pensé que al menos podía aprovechar la noche para hacer algo útil. Consideré adelantar algo de trabajo de las clases, pero me rendí apenas unos minutos después, y al final lo único que me quedó fue abrir la libreta donde iba apuntando letras de canciones cuando andaba inspirada. Era un poco extraño, a decir verdad, estar pasando por aquello y, aun así, conseguir escribir lo mejor que había escrito en mucho tiempo; así funcionaba el arte, suponía.

    Lo siguiente que supe era que había amanecido.

    Levanté la cabeza de entre mis brazos y miré alrededor, descubriendo que me había quedado dormida encima del escritorio y que, además, alguien me había puesto una manta por encima. Al enfocar mejor la vista noté que también me habían dejado una nota a un lado, por lo que la cogí mientras dejaba escapar un bostezo de nada.

    “Thi, me da la sensación de que te has dormido muy tarde y me ha dado mucha pena intentar despertarte. ¡No te preocupes por perder un día de clases! Le pediré los apuntes a Kouchii para dártelos, ¡él también atiende mucho y es muy organizado! Deberías aprovechar para descansar lo máximo posible.

    Y, Thi, sé que no quieres hablar de ello, y tienes todo el derecho del mundo a sentirte mal, pero… tus padres lucharon por tener una hija y te escogieron específicamente a ti, creo que eso es algo muy especial.”

    La nota estaba firmada con un simple corazón, aunque no necesitaba nada más para saber quién había sido el autor de la misma. Suspiré ligeramente, sin poder reprimir una pequeña sonrisa enternecida, y le eché un vistazo al reloj que tenía colgado en la pared, antes de levantarme para meterme en la cama. Sabía que Ri tenía razón, que había algo especial en saber que mis padres me habían querido tanto que habían pasado por todo aquel proceso para adoptarme, pero eso no quitaba que me hubieran engañado toda mi vida… y que planeasen hacerlo por a saber cuánto tiempo más.

    Era doloroso pensar que había estado viviendo una mentira durante dieciocho años.

    Revisé mi móvil al tumbarme en la cama, comprobando que tenía un mensaje de Riamu avisándome de que mi grupo quería hacer la entrevista durante aquel receso. No era un escenario ideal, pues por primera vez estaba dispuesta a faltar un día completo a clase, pero suponía que si al menos podía descansar un poquito más aquella mañana… podría verlo todo con la mente mucho más despejada.

    El peso que sentía en el pecho acabaría desapareciendo con el tiempo, ¿verdad?
     
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  5. Threadmarks: XXI. A greater woman has faith but even statues crumble if they're made to wait [Riamu Yumemi]
     
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    A house made of cards, and us, inside [Gakkou Roleplay | Explícito]
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    Drama
    Total de capítulos:
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    n/a: este fic ha pasado por mucho, porque primero iba a escribirlo, luego me dio perecita escribirlo y solo iba a tenerlo como canon en mi cabeza, PERO LUEGO SÍ QUE QUISE ESCRIBIRLO (porque me va el drama como a nadie)... and so i did :D and here we are with it uwu7 no tengo nada más que decir al respecto salvo que es canon para el día 37 in rol (22 de mayo), y el fin de semana siguiente (23 y 24 de mayo); y también poquito del día 38 (25 de mayo). It was an eventful weekend (?)

    Ah, mentira, sí hay algo más. Gigi Blanche te etiqueto porque sale Abby and, of course, Kou es relevante para la trama even tho no sale específicamente, you already know uwu estuve mirando nuestra conversación y básicamente me dijiste que hiciera lo que me diera la gana, so that i did (?) but anyway, si tienes algún problema con algo que veas que not pegue or something, you can just tell me, of coursie <3





    And I look unstable
    Gathered with a coven round a sorceress' table
    A greater woman has faith
    But even statues crumble if they're made to wait

    .riamu yumemi.

    Me había acostumbrado a no darle demasiada importancia a mi cumpleaños. Era algo extremadamente irónico de mi parte, pues quizás no hubiera otra celebración en el mundo que me pusiera más en el foco de atención que aquella; la cuestión cambiaba un poco cuando ni siquiera en ese día lograba ser la prioridad de mis padres, claro. Con el tiempo había aprendido a no esperar nada de aquel día, y si bien era algo triste, también me ahorraba grandes decepciones al respecto.

    No tenía razones para pensar que aquel año sería diferente, pero entonces Kou me sorprendió con una invitación para cenar juntos el sábado de antes y, después de mucho tiempo, volví a sentir algo de emoción por aquella celebración. Seguía teniendo una vocecilla que me insistía en que no era buena idea, pero… Kou no me había fallado ni una sola vez, ¿cierto? Podía confiar en él.

    Por supuesto, una celebración tan importante requería ropa nueva, ¡y tenía en mente a la persona perfecta para que me acompañara! Iba a necesitar toda la mañana del sábado para prepararme… lo que significaba que iba a tener que ir de compras el viernes… lo que implicaba que iba a tener que saltarme las clases de la tarde… ¿y quién mejor que Abigail ‘Problemas’ Miller? Por supuesto que la chica se apuntó al plan sin dudarlo ni un segundo.

    —Misión: escapar de la academia durante el receso —empezó a murmurarme cuando nos encontramos en los casilleros aquel viernes por la mañana, habiéndose colocado las gafas de sol para pasar desapercibida (y logrando llamar todavía más la atención con ello)—. ¿Cuál es el plan de infiltración?

    —El plan… —le murmuré de vuelta, girándome en su dirección para bajarle un poco las gafas por el puente de la nariz con el dedo índice—. Es venir aquí durante el receso y salir por la puerta —terminé de decirle, con una risilla divertida.

    —¡Qué aburrida eres, Riri! —soltó Abby en respuesta, junto a un sonido quejumbroso, y yo solo me reí un poco más, encogiéndome de hombros.

    No era mi culpa que la seguridad del Sakura fuese tan laxa para algunas cosas, honestamente.

    Así pues, nos reunimos durante el receso y salimos de la academia como si nada, dirigiéndonos a la parada de tren más cercana a paso tranquilo. Tardamos un rato en llegar al centro comercial, porque la academia estaba a tomar por saco de todo, y una vez lo hicimos, nuestra primera parada fue muy clara para ambas: un restaurante. No habíamos comido nada todavía, ¡y era muy importante estar bien alimentado! Sobre todo, si íbamos a recorrer todas las tiendas posibles, que era exactamente lo que planeábamos hacer. Así pues, conseguimos sitio en un sitio muy lindo sin mucha dificultad y nos sentamos a comer; todo fue más o menos tranquilo, hasta que nos trajeron los postres y ella se enfrascó de repente en su móvil.

    —¿Milly? —le pregunté tras un rato, más bien preocupada de que hubiera recibido alguna clase de mala noticia o algo por el estilo.

    La chica no me respondió, aunque si levantó el dedo índice para indicarme que esperara, y asumiendo que aquello significaba que no había pasado nada malo, seguí comiendo mi tarta como si nada. Estaba terminando de llevarme la cucharita a los labios, de hecho, cuando Abby finalmente volvió a mirarme y extendió su móvil en mi dirección, con un audio empezando a reproducirse en el mismo.

    —Felicidades, Ri-chan~ —reconocí la voz de Eguchi al segundo y miré a Abby con los ojos abiertos, claramente sorprendida—. Susu también te manda saludos…

    El chico dijo eso, pero hubo un silencio bastante largo después de sus palabras, tanto que por un segundo pensé que había cortado el audio y no nos habíamos dado cuenta. Sin embargo, la voz de Suzaku sí que se acabó escuchando, soltándome un ‘felicidades’ bien flojito y apresurado, casi como si… ¿estuviera enfurruñado? No estaba segura, pero me lo iba a imaginar así porque era super adorable.

    —¿Y eso? —cuestioné hacia la chica, con una ceja alzada y una sonrisa divertida en los labios.

    —¡Una sorpresa de casi cumpleaños!

    —Susu no parecía muy convencido, igual…

    —¡Riri! Just take the surprise!

    —Vale, vale… —cedí, dejando salir una risa nasal de derrota; puro teatro, de todas formas, porque solo estaba molestándola por molestar.

    Le pedí el teléfono para poder grabarles un audio de agradecimiento a los chicos y ella aprovechó el momento para pagar por las dos, detalle que me hizo fruncir el ceño con ligereza mientras acababa de enviar el mensaje en cuestión. Había querido invitarla yo a ella, la verdad…

    Good girl! Y ahora… ¡vamos de compras! —soltó una vez estuvo a mí lado, recuperando su móvil y enganchándome del brazo para ir saliendo del restaurante—. Dices que mañana tienes un cita…

    —No diría que es una cita, exactamente…

    —¡Así que necesitas algo bien bonito para ponerte! Un buen outfit, un par de zapatos… ¡y un conjunto de ropa interior!

    —¡M-M-Milly! ¡No digas eso! ¡Y menos gritando! ¿¡Estás loca!?

    Sobraba decir que me había puesto roja como un tomate y eso, obviamente, solo logró que ella se riese con todavía más ganas. Al menos no comentó nada más al respecto, lo que permitió que me fuese relajando a medida que avanzábamos por el centro; centro que, tal y como ya había anticipado, recorrimos de arriba abajo sin ningún reparo. Fuimos por todas las tiendas existentes y, en el proceso, Milly insistió en comprarme todo lo que necesitara para el día siguiente (y sí, eso incluía el bendito conjunto de ropa interior también); quise negarme, pero la verdad era que intentar llevarle la contraria a Abby era misión imposible, así que no me quedó más remedio que ceder.

    Pensé en invitarla a tomar algo en mi casa, pero luego me di cuenta que eso con nosotras podía acabar bastante mal, ¡y quería estar descansada para el día siguiente! Así que nos despedimos, tras también haber tomado un café juntas, y cada una se fue a su casa; obviamente no me escapé del interrogatorio de Abby una vez estuvimos sentadas en la cafetería, y la verdad es que me pilló tan cansada que, quizás, la lengua se me soltó un poquito más de la cuenta. Tampoco me importaba demasiado, a decir verdad, si no tenía intención de esconder mi relación (o lo que fuera) con Kou, y mucho menos de Abby.

    Sea como fuere, me acosté bien tempranito al llegar a casa y, al día siguiente, me desperté bien tarde, ¡y completamente radiante! Como ya tenía todo el conjunto elegido, iba a ahorrar bastante tiempo, y eso significaba que podía empezar a prepararme después del almuerzo (¡con tarta incluida!). Me bañé con un montón de cosas diferentes para oler super bien, me ricé el pelo para estar a la altura de la ocasión especial y, en fin, hice toda la parafernalia necesaria para estar lo más guapa posible. Me estaba retocando el maquillaje cuando llamaron al telefonillo, así que le dije a Naga-chii que esperara un minuto y, finalmente, me eché el último vistazo en el espejo antes de coger mi abrigo y bajar.

    Nagamori me estaba esperando a las puertas del edificio, tal y como había esperado que pasase, y al acercarme me di cuenta que llevaba una bolsa colgando de las manos. El detalle me sorprendió un poco porque, asumiendo que aquel era mi regalo, ¿acaso no tendría que dármelo Kou? Decidí no darle mayor importancia, a pesar de que la idea se me quedó clavada en el cerebro, y atravesé la puerta con una sonrisa plantada en los labios.

    —¡Buenas noches, Naga-chii!

    —Buenas noches, Yumemi-san —me respondió, con un tono de voz mucho más calmado y junto a una reverencia—. Lamento decirle que Shinomiya-sama no va a poder acudir esta noche a su cita y por ello me ha enviado a entregarle su regalo de cumpleaños.

    —¿Eh?

    Mi rostro se descompuso a la velocidad de la luz y, para ser sincera, ni siquiera sabía cómo había logrado aguantar mínimamente el tipo. Pestañeé un par de veces, con la mirada fija en la bolsa, y al final solo pude dejar salir un ‘mhm’ mientras recogía la misma con cuidado. Kou… ¿me había dejado plantada?

    —Felicidades, Yumemi-san.

    —Ah… gracias, Naga-chii —murmuré, levantando la vista para dedicarle una sonrisa completamente fabricada—. Si ves a Kou, dile que gracias… uhm, y ten una buena noche. ¡Nos vemos!

    Me despedí del hombre de manera algo apresurada, pero suponía que no podía culparme por querer irme cuanto antes de ahí; el viaje en ascensor se me hizo interminable, y con cada piso que iba subiendo, yo me sentía más estúpida. Se suponía que este tipo de cosas ya no me debían afectar, que me había acostumbrado a aquel sentimiento de decepción, que ya no me importaba, y sin embargo…

    Dejé caer la bolsa en cuanto alcancé nuestro apartamento y me tiré al sofá, hundiendo la cara entre los cojines mientras dejaba salir un gruñido de frustración. Estaba enfadada, y también estaba triste, y estaba segura de que no quería pasar esa noche sola. Rebusqué en mi bolso sin cambiar la posición en la que me había quedado y marqué el número de Alethea, poniendo la llamada en altavoz para poder hablarle sin tener que moverme.

    —¿Ri? ¿Ha pasado algo?

    —Mhm.

    —Shinomiya-san…

    —No ha venido.

    —Oh, Ri. Tiene que haber sido algo importante, si no…

    —Ya, siempre es algo más importante que yo.

    Hubo un silencio algo largo por parte de las dos.

    >>Bueno, da igual. ¿Puedo pasar la noche en tu casa? No me apetece estar sola. ¡Tengo tarta de Nana!

    —Claro que puedes venir, Ri. Ni siquiera hace falta que me sobornes con tarta.

    —Ya… —murmuré, reprimiendo una sonrisa de nada—. Voy en un rato.

    Colgué y, tras otro par de minutos hundida en el sofá, finalmente me preparé para salir. Me quité todo el maquillaje, claro, y también me puse un conjunto mucho más cómodo; Thi tenía pijamas de mi talla en su casa, así que ni siquiera me tenía que preocupar por eso. Sí que cogí algo de tarta para llevarle, ¡pues porque era un crimen no compartir un postre tan rico!

    Thi me recibió en su casa con los brazos abiertos, como siempre hacía, y me escuchó quejándome mientras lloriqueaba sin interrumpirme en ningún momento… como siempre hacía. A la mañana siguiente sus padres, que eran bien estrictos, pero me querían casi tanto como a su hija en aquel punto, me prepararon un desayuno especial de cumpleaños y… ¿a quién iba a engañar? No pude reprimir las nuevas ganas de llorar ante el detalle.

    Recibí mensajes felicitándome de Nana, Milly, Hitoshi… y ya está, por supuesto. Estaba absolutamente convencida que aquel año, como todos los anteriores, mis padres me enviarían algún regalo (que no sería para nada algo que me gustase) junto a una pseudo disculpa y felicitación… el día siguiente de mi cumpleaños. Aun así, acabé pasándomelo bastante bien aquel día; Thi era super linda y siempre disfrutaba mucho de su compañía, incluso si su personalidad era diametralmente opuesta a la mía.

    Cuando volví a casa, ya casi entrada la noche, vi la bolsa que había dejado a un lado del ascensor y abrí el regalo en mi cuarto. Eran unas botas altas, llenas de brillantitos blancos que, por supuesto me iban perfectas, y por supuesto me quedaban estupendas, y por supuesto me encantaban. ¡Maldito Kou! ¿Podía seguir enfadada con él cuando me había comprado algo tan bonito? Pues… ¡sí! O, por lo menos, iba a fingirlo durante un tiempo.

    Al menos él había tenido la decencia de querer organizarme algo, avisarme, así fuera por medio de su chófer, y darme el regalo antes, no después de haberse olvidado. Tampoco era su responsabilidad, al fin y al cabo, aunque eso no lo iba a salvar de un berrinche o dos solo porque sí. ¡Igual tenía mis sentimientos, eh!

    El lunes por la mañana, pues, estaba tan, tan metida en mi papel de chica enfadada que no quiere ir a clase el día siguiente de su cumpleaños que ni siquiera me inmuté ante la exposición de regalos que, tal y como había predicho, mis padres enviaron ya demasiado tarde. Había más cajas de las que había esperado recibir, por lo que supuse que por algún milagro se habían acordado que cumplía la mayoría de edad y habían decidido tirar la casa por la ventana para celebrarlo; con tantas opciones, sin embargo, quizás hubieran conseguido acertar en algo y al menos un regalo me iría a gustar de verdad.

    Ya me preocuparía de eso cuando volviera de clases, suponía.
     
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