Shimane Omori

Tema en 'Prefecturas' iniciado por Amelie, 15 Junio 2024.

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    Amelie

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    Costa puertearía de Shimane; es bien conocida por comerciantes de mariscos y pescado en general. Además de que es un puerto que recibe mercancía del exterior como China.

    No sólo es bien conocida por su desarrollo mercantil sino también por su mina conocida como Iwami Ginzan, de dónde se ha podido extraer plata:

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    Gobierno:
    Siguen al Imperio. El clan que antes dominaba esas tierras era el Ikeda. Ahora tiene un mandatario del clan Mori en la capital.




    Puerto:
    De los puertos más grandes y activos de Japón. Incluso se especula que está aliado al puerto de piratas en Sakata, por lo que a cualquier turista se le recomienda no estar distraido.



    Locales:

    Shukusha:
    Frecuentado por varios comerciantes que están de paso.
    Santuario: Budista
    Cuartel este y oeste: Solo los guardias pueden entrar a este sitio; sus pagodas son utilizadas también como faros para los barcos.
    Casa de armamento (dentro de la mina): Un sitio frecuentado por mineros de la zona y algunos herreros que surten sus alamacenes de allí.
    Clínica: Un sitio frecuentado por varios mineros de la zona
    Herbolaria: Un sitio frecuentado por mercaderes y algunos médicos.
    Comercio: Especialista en pescados y mariscos
    Oyaji: Un sitio lujoso para pasar la noche del lado más bello que da hacia el mar.
     
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    Amelie

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    El rol de Riku y Yuzuki proviene de Viajes por el mar






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    Puerto
    [Yuzuki; Riku; Murai; Noishi; Tsubaki; Hayato]
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    El recorrido del grupo de Murai llegó a su fin por la mañana; descendieron del barco para ser guiados por Noishi. Los llevó hacia el shukusha y allí pudieron descansar un poco en sus habitaciones, recuperándose un poco de todo el viaje.

    Hayato permaneció con Yuzuki; Tsubaki con Riku y Murai con Noishi.

    —Vendrá alguien a buscarnos cuando nuestro siguiente barco esté listo —dijo Murai sin mas, se le notaba extremadamente agotado, así que avanzó hacia su habitación.

    —Procuren descansar — indicó Noishi para después seguir a Murai.

    @Zizrael






    El rol de Kohaku proviene de Viajes por el mar







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    Interior del barco
    [Kohaku; Reijiro; Tamura; Yume; Inagaki; Matahachi; Rei]
    [Eiji; Shino; Konan]

    La noche los recibió en el puerto de Omori, un sitio que a esas horas se notaba tranquilo.

    Todos estaban bastante cansados y mareados por el viaje tan difícil que se les presentó; todos menos Eiji y Tamura. Eiji con una gran sonrisa avisó a sus tripulantes que haría una escala rápida. Tamura aprovecharía para bajar y recolectar víveres y suministros, dejando a los demás descansando.

    —¡ADIOS ESTÓMAGOS DÉBILES!— gritó Tamura mientras salía del barco y viendo como Rei vomitaba desde la barandilla.

    Gigi Blanche espero a Kohaku le vaya mejor. Ficha actualizada

    [Tiramos dados nada más para reirnos un rato, no son dados que se usen siempre en un viaje en barco :3 a sugerencia de Gigi]


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    Shukusha
    [Yuzuki; Riku; Murai; Noishi; Tsubaki; Hayato; Eiji]

    Eiji entró al establecimiento y habló con el hombre a cargo; este afirmó y avanzó hacia las habitaciones para dar dos golpecitos en la puerta de Murai y Noishi; ambos salieron y escucharon el mensaje del señor para después agradecerle mientras este volvía a su puesto.

    Murai fue a avisarle a Riku y Tsubaki que ya los esperaban en la entrada del local; Noishi fue a hacer lo mismo con Yuzuki y Hayato.

    Ya reunidos en en el salón principal, Murai los llevó hasta dónde se encontraba un joven que los esperaba sentado en una esquina.

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    —Murai-sama — dijo como un susurro haciendo una leve reverencia.

    —Este joven es Eiji...— dijo con precaución — Él será nuestro capitán hacia nuestro destino final. Es un especialista en el mar, ha sido adiestrado a ser navegante. Yo podría asegurar que es mejor que su padre —dijo dándole unos golpecitos en el hombro a Eiji.

    —Este joven era el famoso navegante que tanto mencionabas ¿eh?—dijo Noishi para después dar una leve reverencia. No dijo su nombre.

    —Tsubaki — se presentó Tsubaki para después presentar a Yuzuki y Hayato.

    —Eiji, ven...—dijo Murai para después apuntar hacia dónde creía se encontraba Riku —El es Riku y responde al clan Fujiwara —pausó —Riku... el es Eiji, hijo de Sumitomo. Eiji es un Fujiwara.

    Eiji hizo una reverencia a los presentes —Así es; soy un Fujiwara. Pero no soy como mi padre, pueden confiar en mi

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    Kohaku Ishikawa
    Cubierta del barco

    El mundo bajo mi cabeza se sacudió ligeramente y recobré la consciencia con menos sutileza de la que habría deseado. Vi tablones de madera, había una oscuridad artificial, similar a la de un encierro, y en pocos segundos comprendí dónde me encontraba. Incorporé el torso sobre mis codos, percibiendo los sonidos de la tripulación sobre lo que era su suelo, y vi a Reijiro adormilado contra la pared. ¿Cuánto tiempo había pasado? ¿Habría montado guardia aquí desde que nos embarcamos? Un chillido suave vibró contra mi pecho y los ojitos de Chiasa me observaron, acurrucada en su cola. Le rasqué la cabecita y se corrió a un lado de mi cuerpo.

    Pensé en Hotaru. No haber sido consciente de la distancia que pusimos entre nosotros, cada vez más profunda, se sentía extraño. Vacío, quizá. Fue entonces cuando noté a la mujer en la habitación, quien reparó en mí y sonrió. Parpadeé, correspondiéndole el gesto en automático, y Reijiro también se espabiló. Acepté el frasco que la desconocida me extendió y estaba murmurando un agradecimiento sencillo cuando Reijiro la presentó.

    Decir que no había abierto la medicina o me habría atragantado.

    Abrí grandes los ojos, al instante intenté modular mi sorpresa y todo acabó convirtiéndose en un revoltijo de nervios y vergüenza. Era... Dioses, tenía que ser la mujer más noble que conocí nunca, y había dormido como un cerdo frente a ella, y estábamos compartiendo habitación y...

    —Es un honor conocerla, señora. —Los espacios eran reducidos, pero me las ingenié para incorporarme y ejecutar una respetuosa reverencia; el movimiento me mareó levemente—. Por favor, disculpe el estado en que me presento frente a usted.

    Luego de eso volví a sentarme en el futón, Chiasa se pegó al costado de mi pierna y sentí el vaivén de la embarcación en las entrañas. Oí la historia de la señora Taira y mi expresión se comprimió, en silencio. Parecía estar gestando un embarazo, y verla en ese estado me hizo pensar en mi propia madre. Siempre me había gustado oírla tararear sus melodías suaves cuando el sol bañaba la estancia de un halo dorado y ella acariciaba su vientre, cargando a Itsuki, primero, y a Hinata pocos meses después. De allí recordé las tardes de verano, el sonido de las cigarras y el tintinear de las campanillas. Hinata corría como atolondrado e interrumpía mis sesiones de meditación para mostrarme las piedras que había recolectado junto al río. Muchas las pulíamos, agujereábamos y enhebrábamos.

    Noté la ausencia en mi cuello y exhalé por la nariz. Cierto, ese collar se lo había entregado a Matahachi.

    Había oído que no existía peor dolor que el de una madre al perder a un hijo. Si el pesar de esta mujer era aún más grande que el mío, sólo pude pensar en su fortaleza; y en la importancia que debía poseer el niño en su vientre. Mi madre había sufrido un aborto espontáneo luego de dar a luz a Chiasa, o al menos eso había oído de las ancianas de la Villa; ella jamás habló al respecto, pero la pérdida explicaba la brecha de edad entre Chiasa e Itsuki. Le había llevado tres años recuperarse.

    En cualquier caso, no me creía en el derecho de ofrecerle a esta señora de tan alta alcurnia ninguna palabra de ánimo o de consuelo. Extendí un silencio entre nosotros y, una vez más, agaché la cabeza.

    —Lamento su pérdida, señora —fue todo lo que dije.

    Tras eso, conocimos a dos personas más de la tripulación: Konan y Eiji. Conforme transcurría el tiempo me sentí peor y peor; al principio creí que se trataría de un efecto secundario de haber agotado mi energía, pero viendo el estado de casi todos deduje que sólo eran los embates de la marea. Acabé de regreso en mi futón, y ahora peor, con una cubeta a mi lado. Dioses, no me sentía tan mal desde el viaje entre Kamakura y Shizuoka.

    El tiempo se licuó hasta que atracamos en el puerto de Omori. El movimiento del barco disminuyó, abrí mis ojos lentamente y suspiré. Tenía que tomar agua o acabaría deshidratándome, y esa no era precisamente la promesa que le había hecho a Hotaru. Salí a la cubierta con la ardilla en mi hombro, la brisa nocturna y húmeda de la costa me estampó el cabello en la frente y llegué a oír la despedida tan airosa de Tamura. Me arrancó una risa leve.

    Recorrí el espacio con la vista hasta dar con Yume, y decidí acercarme a ella. Le sonreí y me senté a su lado, cargándome el pecho de aire fresco. Poco a poco me sentía mejor.

    —Gracias por la medicina, me ayudó a sentirme mejor... por un rato. —Me reí con suavidad y paseé la mirada por la cubierta—. Nadie se salvó de la tormenta, ¿eh? Ni siquiera nuestra médica estrella.

    Le toqué apenas el brazo con mi codo y bajé la vista a mis manos, que se distraían enredándose entre sí. En esa embarcación llena de extraños, ella y Tamura eran lo más cercano que tenía a amigos. No estaba seguro de que lo vieran del mismo modo, pero me sentía cómodo con ellos. Ahora necesitaba algo así como... ¿consejo femenino?

    Chiasa bajó a mi regazo y de allí brincó al de Yume. La miró fijamente desde abajo y emitió un chillido suave, con la cola estirada hacia atrás.

    —Estuve pensando... Cuando me desperté, el señor Reijiro estaba a mi lado y me pregunté cuánto pudo dormir, o si descansó en absoluto en esa posición tan incómoda, y encima el viaje nos estropeó a todos. A todos menos a Tamura, al parecer. Y antes de eso siempre veló por mí en Shima, y también en Tateyama. Me gustaría... ¿darle un obsequio? ¿O algo así? Lleva mucho tiempo protegiéndome y sé que lo hace por cumplir los deseos de su Señor, pero... me siento un poco desagradecido. Me gustaría reconocer su esfuerzo... o algo parecido. —Busqué sus ojos—. ¿Qué opinas, Yume?


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    Solté el aire por la nariz al ver que Noishi aprovechó mi intervención para arrastrar a Murai al interior, resguardándolo de la nieve, y asentí cuando Tsubaki nos habló para que hiciéramos lo mismo y al resto de sus indicaciones. El viaje en barco había sido... extraño, sabía que se repetiría una y otra y otra vez, porque estábamos en un territorio que no nos pertenecía, porque era esto lo que habíamos elegido con tal de sobrevivir. Sin embargo, por más que lo justificara no dejaba de sentirse fuera de lugar, porque en ninguno de mis escenarios posibles había pensado nunca que terminaría en el mismo espacio que la serpiente cuyo colmillo había imitado y, encima de eso, la escucharía reconocerme de una forma diferente a como había sido reconocida en Kioto.

    Tal vez no fuese correcto, quizás no tuviera sentido, pero la voz de Murai al decirme que era excepcional, que era buena hermana, hija, madre, general y hasta sería buena esposa no dejaban de rebotarme en la cabeza; tampoco su disculpa. Rebotaba, insistía y colisionaba con el resentimiento visceral que le guardaba, con la tensión que sentí al verlo tocar a Hayato. Me sentía demasiado confundida como para saber en realidad cómo proceder, todo lo que podía hacer era procurar que Murai y Riku no se mataran entre sí a punta de comentarios ácidos, porque teníamos un conocimiento que recibir.

    Desembarcamos por la mañana y Noishi nos guió al shukusha, donde pudimos descansar del viaje que había comenzado a trastocarme los nervios en todas direcciones. Hayato se quedó conmigo, su presencia me tranquilizaba un poco, al menos me hacía sentir menos sola aunque me preocupaba que estuviera aquí, que estuviésemos camino a meternos en el nido del enemigo que habíamos aborrecido por tanto tiempo de forma aparentemente inútil.

    Para cuando Noishi nos llamó me enderecé de golpe, pues había pretendido dormitar al menos unos instantes, pero al recordar con quiénes y dónde estábamos el cuerpo me había enviado una señal de lucha que no pude moderar del todo. Mi mano buscó la katana, solo después recordé que no podía empuñarla correctamente y aflojé los músculos a conciencia, buscando a Hayato con la mirada.

    —Perdona si te asusté —dije para él, dedicándole una sonrisa a modo de disculpa.

    Antes de salir busqué su mano, la tomé con la mía y entonces acudimos con el resto. Allí esperaba un joven que Murai presentó como Eiji, el capitán que nos llevaría a nuestro destino, Noishi comentó que entonces ese era el famoso capitán y al hacer la reverencia noté que no se presentó. A Hayato y a mí nos presentó Tsubaki, así que hice una reverencia ligera e insté a Hayato a imitarla, aunque al erguirnos lo atraje en mi dirección, dejándolo frente a mí. Apoyé la mano en su hombro con cariño, dedicándole caricias livianas que buscaban calmarme más a mí que a él, y mientras la serpiente presentaba a Riku mi tacto se arrastró hasta la nuca del pequeño Sugawara. Allí me puse a peinar su cabello con aire distraído, la parte que alcanzaba, y fruncí apenas los gestos cuando presentaron a Eiji como un Fujiwara, hijo de Sumitomo.

    El único recuerdo que pude alcanzar fue de Kirara en Shizuoka, diciendo que Sumitomo había dejado algunos hombres de mar antes de morir. Igual el comentario del joven fue, bueno, una aclaración en sí misma en cierta medida ahora que había tanta información suelta a nuestro alrededor. Aunque partir de un "no soy como mi padre, pueden confiar en mí" tampoco significaba que fuéramos a lanzarnos de cabeza al mar por él. Seguí distraída en Hayato, en la única ancla que poseía aquí, y miré a Noishi, luego a Murai.

    —¿Alguna otra sorpresa que debamos recibir antes de continuar? —pregunté con una calma que no sentía realmente.

    Esperé la reacción de Riku después de eso, si es que la tendría, pues era a él a quien involucraba esto en realidad. Lo involucraba tanto que por eso entendía los intercambios que habíamos tenido en el barco, porque su lealtad estaba puesta en Kirara, en los Fujiwara y de repente todo había cambiado.
     
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    Fujiwara no Riku

    Así es; soy un Fujiwara. Pero no soy como mi padre, pueden confiar en mi

    "Hijo de Sumitomo". Comencé lento ante esa presentación, repitiendo ese echo. Más que una leve demora en respuesta, de la sorpresa de saberlo que está junta a Murai. No le mostré más falta de respeto de manera intencional. "Voy a creer en tu palabra. He conocido a tu ¿Hermano?". Dije en pregunta, no seguro de si de verdad se conocerían. "Y considero sería una falta de respeto hacia él acusarte por lo mismo que tanto le persigue". A un si hay una diferencia marcado de en donde se encuentran ambos.

    "Espero podamos conocernos". Termine respondiendo a su reverencia con amabilidad.

    Todos: *Sacan bocho*

    Yo: Tenga *saca dos renglones*:muffin:
     
    Última edición: 16 Junio 2024 a las 6:46 PM
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    Interior del barco
    [Kohaku; Reijiro; Yume; Inagaki; Matahachi; Rei]
    [Shino; Konan]

    Shino había escuchado las condolencias de Kohaku y llevó su mano a su vientre —Tendría cinco soles... Mi vientre aun mantiene la forma que lo resguardó tanto tiempo —Entonces aquella mujer no estaba gestando, su cuerpo aun no terminaba de recomponerse de un producto que ya no estaba más; su cuerpo parecía no entenderlo, causándole dolor físico recordándole constantemente lo que había perdido; pero no se podía comparar con el dolor espiritual que en ese momento la obligó a llorar silenciosamente mientras ella también se recostaba en su futón.

    El tiempo pasó; Kohaku pudo levantarse y salir a buscar a Yume a cubierta; ella estaba recargada en una madera, estaba igual de pálida que Hohaku así que soltó una risa al oir sus palabras —Me confié; pensé que sería un viaje tranquilo —Sonrió al ver a Chiasa y acarició suavemente su nariz, más que caricia era una curiosidad infantil de sentir aquella textura —Ya he pedido a Tamura más suministros para hacer remedios, no nos volverá a pasar.

    —Tamura es bastante fuerte; pero también se enferma demasiado por exponerse. Esta vez tuvo suerte, no dejemos que se burle de nosotros —
    se burló para después mirar al cielo mientras pensaba en la pregunta de Kohaku, cuando pensó algo bajó su rostro y se encontró con los ojos de Kohaku, siempre le habían parecido muy interesantes — Un hombre que vive para servir no espera demasiadas recompensas —dijo fríamente — Tal vez debas conversar más con él, entenderlo para saber que obsequiarle. Hay personas que con monedas son muy felices; pero otras prefieren que todo lo que les den mejor sean obsequiados a sus seres amados —sonrió — Yo he notado que come con felicidad, no lo veo buscando bebidas alcohólicas pero siempre repite tazón.

    Yume era una médica comprometida demasiado con su trabajo; por lo tanto observaba todos los comportamientos que podrían desmejorar la salud de los suyos, conocía cierto hábitos e incluso con el simple tacto podía saber que les hacía falta —Omori es muy conocido por su buen pescado, en especial los nodoguros, son peces pequeños pero de un sabor muy especial. Tal vez podrías llevarlo a comer en el comercio local —dijo señalando a una de las orillas en la costa; ahí se levantaba un pequeño negocio.

    Yume bajó la vista y de entre sus cosas acarició una caja de madera —Los obsequios siempre son mejores cuando remueven algo que consideraste bello en el pasado. Yo creo que Reijiro recordará la comida de alguien a quién ama.





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    Shukusha
    [Yuzuki; Riku; Murai; Noishi; Tsubaki; Hayato; Eiji]

    Hayato avanzó con Yuzuki tomado de la mano; su cabello estaba desordenado y se mostraba letárgico, no siempre tenía reacciones como esas, reacciones de un niño de su edad. Después de despabilarse un poco al tacto de Yuzuki, concentró su mirada en el nuevo integrante, alertándose por si debía actuar en defensa de Yuzuki.

    Murai sonrió ante la pregunta de Yuzuki —Todo de ahora en adelante es una sorpresa. Conocerán a los míos, y todos son un obsequio de la naturaleza.

    Eiji miró a Riku —¿Hermano? —sonrió — He de tener muchos; mi padre siempre atacaba puerto y dejaba mujeres llor....

    Murai le golpeó levemente el estómago —No seas vulgar, frente al niño y la señorita.

    —El vulgar fue mi padre, yo...


    —Seguro podrán conocerse a bordo —Noishi lo interrumpió a Eiji.

    —Eso es cierto —dijo emocionado hacia Riku — Puedo enseñarte unos cuantos trucos de mar, me emociona conocer por fin a otro Fujiwara —jaló del brazo a Riku —¡ Este será el inicio de una gran amistad! Oye... qué te pasó en el cuello; por qué...

    —Es un joven muy entusiasta — interrumpió Murai —Es buen comerciante, y consigue excelentes descuentos.

    —¡Cierto! No he ido por las provisiones que me encargaste —
    dijo Eiji hacia Murai —Acabamos de llegar y todos a bordo andan vomitando; menos mal todo ha caído en el mar, limpiar eso sería horrible y no me imagino lo que implicaría para alguien que depende ahora del olfato para ver...

    Murai soltó una carcajada — Me alegra escucharte de nuevo, Eiji.

    —A mi también; que frustrante es que Koga no tenga puerto. Sabes, cuando mencionaste esas islas me emocioné, sólo los mejores llegan a ellas. Es un reto entre piratas...


    Al parecer aquel joven nunca se callaba.



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    Puerto
    [Kohaku; Reijiro; Yume; Inagaki; Matahachi; Rei]
    [Shino; Konan]
    [Murai; Noishi; Yuzuki; Riku; Eiji; Hayato]


    Avanzaron siguiendo a Eiji al puerto hasta llegar a un barco, no era tan grande como el de los comerciantes pero era de buena madera.

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    —¿A quién se lo has robado? —preguntó Noishi

    Eiji negó —Lo he comprado yo solito. Es bonito, ¿No es cierto? me encargué de encontrar el mejor y que no fuera tan grande —miró hacia Murai — Cuando mencionaste en tu misiva que iríamos a esas islas me emocioné; sabía que debía buscar calidad, muchos piratas toman esas islas como un reto, nadie llega vivo pero será divertido intentarlo —dijo posicionando sus manos en su cintura.

    —No sé si sea buen barco, no puedo verlo. Pero confío en tu criterio. —dijo Murai bromeando — Ahora ve por los suministros que te he encargado, y no los robes de la misma manera que hiciste con los medios que usaste para comprar este barco.

    Eiji rió al sentirse descubierto por Murai —No te preocupes; no robaré nada aquí. No creo que sea buena idea que intenten seguirnos. Es buen barco pero no es el más rápido —miró a Yuzuki y Riku —¿Quieren venir conmigo o esperan en el barco? —dijo mirando al mar para contemplar su barco; pero algo le llamó la atención —¡Ese si es un barco horrible!— dijo señalando.

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    Este barco se fue acercando lentamente; y Yuzuki y Riku pudieron reconocer a las dos personas a bordo: eran Togashi y Kojiro.









    El rol de Togashi proviene de Kamakura







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    Puerto
    [Togashi; Kojiro]

    Kojiro había llevado a Togashi en un viaje extremo; tomando las olas con fuerza, aprovechando el viento, corriendo por el pequeño barco acomodando el peso para que este fluyera perfectamente; no pudieron descansar bien, pero vaya que la pasaron bien. La brisa de mal y el graznido de las gaviotas envigorizaban a tal grado a Kojiro que parecía que jamás perdería energía. Se detuvieron a comer y dormir; pero no descuidaron ningún segundo de una buena marea.

    Al llegar al puerto, buscaron un pequeño espacio para atracar, y fue allí dónde Togashi pudo distinguir a sus compañeros... pero con compañía.

    Bruno TDF ficha actualizada
     
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    Fujiwara no Riku

    Parece ser, recriminarle a Sumitomo y cargar con sus acciones es propio de sus hijos. Traición. Una que ha pasado y presionado la siguiente generación de quien la cometió.

    "He conocido uno de tus hermanos, entonces". Corregí, pescando lo que estaba implicando con las acciones de su padre en los puertos.

    Puedo enseñarte unos cuantos trucos de mar, me emociona conocer por fin a otro Fujiwara

    "¿Encantado?". Respondí con duda a su ofrecimiento y su repentino tirón. No estaba para intentar e empezar a llamarme un hombre de mar, pero no rechace la oferta.

    Me congelé medio instante por su pregunta. Pero a un así le respondo en voz baja. "Es... Un recuerdo".

    Recuerdo y promesas.



    ¿Quieren venir conmigo o esperan en el barco?

    "¿Pasas por una herbolaria?". Pregunté en repuesta. Quitando por esos momentos lo ojos que nos llevaría hacía una isla.

    Un viaje conocido por ser solo de ida, eh. Depósitar mucho en alguien que se acaba de conocer.

    Cambié la vista hacia el barco señalado, rápidamente llegando a percatarme de quienes lo abordaban. "No esperaba se agrandara más el grupo...". Comenté un poco distraído ante la visita inesperada. O los motivos que los trajeron hasta aquí.

    Creo no hace falta mencionar de porque la curiosidad de la herbolaria :mudv:
     
    Última edición: 19 Junio 2024 a las 5:32 AM
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    Shukusha —> Puerto

    Cada vez que Hayato era capaz de tener una reacción normal, una reacción de niño, sentía alivio y fue eso lo que sentí al verlo seguirme, adormilado y con el cabello desordenado. Puede que nunca olvidara el rostro de Takano al darse cuenta de mi mano faltante y la manera en que Hayato había levantado el rostro al notarlo también, sin una sola lágrima, el niño había esperado un nombre al que reconocer como culpable de mi mutilación. Luego había actuado como adulto cuando nos reunimos con los demás.

    Uno tras otro habíamos perdido nuestra niñez, mis niños incluidos.

    Mis hermanas tampoco eran niñas ya hace bastante, desde la huida.

    Izquierda y derecha.

    El tercer pensamiento fue inconexo, surgió del mismo rincón oscuro y con olor a muerte del que provenían todas las sensaciones desde Kioto, pero mis ideas volvieron a encastrar al notar que Hayato, espabilado de repente, se enfocó en el nuevo Fujiwara por si debía colar el cuerpo para defenderme como había pretendido hacer en el barco cuando Murai se acercó.

    Seguí acariciándolo, esperando que eso relajara un poco su estado de alerta, y comprimí los gestos al escuchar la estupidez que diría Eiji. Cubrí el oído derecho de Hayato con mi mano, el izquierdo con el antebrazo y suspiré al ver que Murai lo reprendía, diciéndole que no fuese vulgar frente a nosotros. Descubrí los oídos del pequeño Sugawara entonces y miré a Noishi agradeciéndole con la mirada por interrumpirlo una segunda vez. Alguien tenía que enseñarle a callarse, ¿no? A uno le cortaban las manos por esas cosas, muy mal.

    Continuó parloteando, pero al menos se enfocó en Riku y en Murai, así que nosotros nos limitamos a seguirlo al puerto. En algún punto del trayecto solté con cuidado la mano de Hayato, le di un toquecito en el hombro y le hice una seña para que me prestara atención, dedicándole una sonrisa. Aproveché alguna distracción, la primera que notara, para hacerme con algunas cuantas monedas y me reí en voz baja al mostrárselas.

    Ya en el puerto vimos el barco, no tan grande, pero de calidad. La conversación varió entre el robo, la compra justa del dichoso barco y encargos para Eiji, antes de que este preguntara si lo acompañábamos. Estaba por decirle que iba con ellos cuando me sobresaltó señalando otro barco por... por horrible, vaya. Cuando se acercó lo suficiente, eso sí, pude reconocer a las personas a bordo y sonreí.

    —Vayan ustedes. Parece que tengo algunas bienvenidas que dar —dije para Riku y Eiji, confiando en que volverían enteros. Luego me incliné un poco para alcanzar a mirar a Hayato, a la vez que procuraba cubrir el muñón de mi mano izquierda con la ropa para que no fuese lo primero que saltara a la vista para Togashi y Kojiro—. Entre tus labores de escolta, cariño, está la parte aburrida de ser mi acompañante. Como nuestro Señor no está aquí, somos nosotros los tenemos que procurar que nadie se mate por ahí, recibir a los nuestros y todo ese tipo de cosas.

    Bueno, no lo sabía, pero Togashi debería dar gracias que Takano no estaba aquí o lo que lo hubiese recibido habría sido un golpe en el centro de la cara. Sin embargo, yo también debía agradecerle a él por no dejar regresara dentro de la muralla por mí.


    por si no se cacha en la redacción y si se puede uso robo en el trayecto del shukusha al puerto, que hace rato ni he podido pensar en eso JAJAJA

    la gente normal le dice a los niños que no robe, yuzu meanwhile: mira cómo se hace :D
     
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    Gigi Blanche Equipo administrativo Game Master sixteen k. gakkouer

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    Puerto (interior del barco)

    El aspecto de Yume delataba su estado y me pregunté si yo luciría igual de pálido. Chiasa alzó el hocico al ver la mano de la chica acercándose y cerró los ojitos apenas alcanzó a tocarla. A los pocos segundos se empujó contra la punta de sus dedos, acentuando el contacto.

    Me sorprendió oírla hablar de los hábitos de Reijiro, no eran detalles que yo hubiera notado en absoluto y la idea me dio algo de pena. Quizá se tratara de la deformación profesional de Yume, pero aún así creía haberle prestado poca atención en el tiempo que llevábamos viajando juntos. Habían ocurrido muchas cosas y Reijiro se convirtió en la sombra que di por sentada. No era correcto.

    Me recomendó un sitio para comer aquí, en Omori, y eché un vistazo sobre mi hombro, hacia el movimiento sereno que mostraba el puerto en aquellas horas. Noté de soslayo que Yume acariciaba una caja de madera, volví a repasar sus palabras en mi mente y chasqueé la lengua con suavidad. Chiasa reaccionó, trepándose a mi hombro, y yo comencé a incorporarme.

    —Alguien que vive para servir no espera demasiadas recompensas —repetí sus palabras en un murmullo, me erguí frente a ella y le ofrecí mi mano, sonriéndole—. Pero tú nos has cuidado desde que salimos de Tateyama, y estoy seguro que llevas mucho tiempo más cuidando a quienes te rodean. ¿Me permitirías agradecerte?

    Podíamos comer algo los tres, respirar el aire fresco de la ciudad y olvidarnos un rato del mal trago que habíamos pasado durante el viaje. Me aseguraría, también, de mantener un ojo abierto, para procurar su seguridad. En cualquier caso era una cuestión de supervivencia, Tamura me mataría si algo le pasaba a Yume.

    —Luego podemos alardearle a Tamura la comida tan deliciosa que tuvimos mientras él andaba de recadero —agregué, jocoso, con la esperanza de convencerla.
     
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    [​IMG]
    Interior del barco
    [Kohaku; Reijiro; Yume; Inagaki; Matahachi; Rei]
    [Shino; Konan]

    Yume bajó la mirada cuando Kohaku le devolvió amabilidad con sus palabras, sonrió con algo de melancolía, una ligera línea en los labios con ojos ausentes —No es que no me guste recibir halagos, la verdad los aprecio mucho, me indican que voy por el camino correcto pero... nunca es suficiente...— no quedaba claro a qué se refería Yume. ¿No era suficiente con los halagos? ¿No era suficiente su trabajo? ¿Qué era lo que buscaba Yume?

    Yume afirmó hacia Kohaku indicándole que aceptaba su ofrecimiento. Yume soltó una risa tan alegre ante el comentario de Kohaku sobre Tamura que llamó la atención de alguien... unos oídos que hace ya tanto tiempo no escuchaban aquella risa tan dulce.

    Gigi Blanche Continúa abajo :3





    [​IMG]
    Puerto
    [Murai; Noishi; Yuzuki; Riku; Eiji; Hayato] fuera del barco
    [Togashi; Kojiro] en barrco


    Eiji miró a Riku y sonrió —Si, debo comprar varias cosas, pasaremos por allí. Si —después desvió la miraba hacia el barco horrible y ver quienes eran ellos; pues al parecer sus nuevos compañeros parecían conocerlos.

    Hayato aun estaba maravillado con la técnica que Yuzuki le demostró en el camino al puerto; miraba sus manitas e imitaba el movimiento en Eiji; pero no conseguía el mismo efecto, puesto que Eiji se daba cuenta de inmediato y protegía sus objetos de valor mientras reía pensando "Principiante"

    Hayato escuchó a Yuzuki y miró hacia el barco, no recordaba mucho a aquellas personas; pero sabía que eran del clan así que se enderezó y esperó con respeto mientras Togashi y Kojiro terminaban de asegurar las cuerdas para poder bajar del barco. Hayato miró a Yuzuki —¿Y el señor Tsubaki?

    Aquello era cierto, se había alejado del grupo sin que nadie se diera cuenta.

    Fue entonces que Riku aprovechó los movimientos de los demás para susurrarle algo en privado a Murai, algo que pareció tensarlo de inmediato. Noishi lo notó, más no escuchó una conversación privada; se acercó a Murai cuando este se alejó de Riku.

    —¿Está todo en orden?—preguntó Noishi a Murai

    —Tendré que... —Murai interrumpió sus palabras al distraerse en una risa algo distante; una risa que lo obligó a sonreír de inmediato y girar su rostro hacia el barco apretando la ropa en su pecho con la mano derecha —Es... mi niña... —dijo indicándole a Noishi que lo ayudara a subir al barco, Noishi afirmó y lo ayudó mientras Togashi y Kojiro pisaban puerto.

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    [​IMG]
    Interior del barco
    [Kohaku; Reijiro; Yume; Inagaki; Matahachi; Rei; Konan]
    [Shino]

    Noishi y Murai ingresaron al barco e inmediatamente las voces comenzaron a aglutinarse. Matahachi y Rei corrieron a recibirlos, seguido de Inagaki y después Konan. Todos olvidaron su mareo y revolotearon cual mariposas alrededor de una flor.

    —¿Y la máscara? —preguntó Matahachi al hombre que se encontraba junto a Murai.

    [​IMG]

    —En un sitio tan ajetreado como este, llamaría más la atención con ella — dijo para después buscar con su mirada a los ojos que más ansiaba encontrar

    —Está dentro, ve a buscarla — le respondió Rei a la pregunta jamás mencionada. Noishi le sonrió y afirmó dejando al resto para avanzar sin detenerse hacia el interior del barco. Kohaku y Yume pudieron verlo pero no detenerlo.

    —Creo que llegaron los que...— Yume miró a Murai y sus ojos se llenaron de lágrimas. Kohaku vio algo que jamás creyó que vería, Yume corriendo.

    Yume se atravesó entre los presentes para abrazar con tal fuerza a Murai que lo desequilibró ligeramente; él no tenía vista por lo que al principio quedó con los brazos suspendidos sin saber quién lo abrazaba hasta que escuchó el llanto de Yume quien lentamente caía de rodillas por la flaqueza de sus piernas. Murai la abrazó con fuerza evitando que golpeara el suelo, y bajó con ella hincándose a su lado para después recargar su rostro en la cabeza de Yume mientras se inclinaba levemente para alcanzarla, inhaló su aroma y sonrió —Yume; mi niña... —dijo acariciando su cabeza — Cuánto has crecido —la voz de Murai se quebró al instante.

    —Dieciséis inviernos... —dijo Yume entre sollozos — Por fin que nos hemos reunido... y no puedes verme. Papá...—Yume no dejaba de llorar.

    Murai la consoló para después separarse de ella y sentir el rostro de su hija con sus manos —Puedo verte...— le aseguró obligándola a cerrar los ojos para limpiar sus párpados de las lágrimas que terminaron escurriendo por el dedo pulgar de Murai — Veo el cansancio en tus ojos, sigues esforzándote mucho por cosas que no deberían ser tu peso. Sentí tu peso, la debilidad en tus piernas... Yu-chan, cariño; deberías estar descansando...

    Yume miró a Murai —Supe lo de Kaji... lo siento mucho — abrazó nuevamente a Murai.

    —Tus menjurjes lo ayudaron mucho estas últimas estaciones— Murai trató de mantenerse sereno a pesar del dolor reciente por la muerte de un gran amigo suyo —Gracias, Yume — dijo con mayor formalidad; pues recordó que frente a él ya no tenía a una niña de diez años, era una mujer, una que lo hacía sentir tan orgulloso.

    —Nunca es suficiente...—Yume repitió las palabras que hace unos momentos le dedicó a Kohaku.

    Reijiro ya estaba a un lado de Kohaku, preocupado por lo que estaba sucediendo. Aun no entendía nada.

     
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    Gigi Blanche

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    Puerto (interior del barco) → Santuario

    La respuesta de Yume fue ambigua y trajo ciertas palabras suyas de regreso, de cuando le hablé de los shijin y ella me confió que también los buscaba, pero por motivos diferentes. Pensé en lo poco que la conocía, la diligencia de su trabajo y la debilidad de sus piernas. Pensé que era pequeña y delgada, y que en su espalda parecía cargar un peso más grande del que dejaba ver. Aceptó, sin embargo, su risa fue dulce a mis oídos y me permití apartar esas ideas; al menos por ahora.

    —Entonces le diré a Reijiro si... —empecé a decir, y acabé interrumpiéndome al notar el repentino ajetreo en la cubierta.

    Mi cuerpo se tensó al reconocer a Murai, fue espontáneo y sorpresivo. De un lugar lejano recordé a Mao, su mano aceptando la piel de lobo, y la imagen se amalgamó con la información reciente. Estaba aquí, eso significaba que... la reunión de Nara...

    Yume echó a correr, arrancándome de mis cavilaciones. A destiempo, también, recordé nuestra conversación antes de partir de Tateyama. Murai Sugita era su padre y llevaban tiempo, mucho tiempo sin verse. No pude quitar la vista del reencuentro, del abrazo donde se fundieron, la firmeza del contacto, y no pude evitar pensar en mi propio padre. ¿Cuántas veces había fabricado ese momento en mi cabeza? Durmiendo a la intemperie, bajo el manto de estrellas, oyendo a los grillos y los sapos. Frente al fuego cálido de un anciano hospitalario, mientras sus ronquidos llenaban el silencio y se entremezclaban con el chasquido intermitente de la leña. Viajando, pescando, organizando mis escasas pertenencias. ¿Cuántas veces me había consolado la ilusión de verlo, de llamarlo, y que sus brazos me sostuvieran?

    Escuché mi propia voz contra mis oídos, descompuesta de dolor.


    No queda nadie.

    Ahora sólo quedarás tú.
    Ya no queda nadie.

    Perdóname.

    Lo había encontrado.

    Yume, mi niña... Cuánto has crecido.

    Y había muerto.

    Fue lento y constante, el agua se acumuló hasta empezar a desbordar y supe que no me correspondía estar aquí. No me correspondía empañar la alegría de todas estas personas, pero tampoco podía compartirla. Bajé la vista, luego giré el rostro y le sonreí a Reijiro.

    —Volveré en un rato, no es necesario que vengas conmigo —murmuré—. Quiero tomar aire.

    Crucé la plataforma que Murai y Noishi habían utilizado, bajé al puerto y lo atravesé en dirección a la ciudad. Poco a poco conseguí alejarme lo suficiente de las emociones intensas, esas que lamían la piel, se enterraban en el pecho y dolían en la garganta. Me distraje con el escenario nocturno, el ir y venir de las personas, y seguí caminando sin un rumbo fijo. Eventualmente se erigió ante mí un santuario, regio y taciturno, y pensé que era un buen lugar para regresar a mí mismo. Llevaba el oso de madera envuelto en la palma de mi mano, con tal firmeza que creía haber memorizado su silueta sin echarle ni un vistazo.


    no quise asumir nada así que corté el post ahí, y aviso que Chiasa hizo de las suyas y le robó a algún pobre omoriense(??) distraído

    yo quería mi cenita alegre chale :(
     
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    Amelie

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    Santuario
    [Kohaku]


    El lugar estaba desolado, posiblemente por la noche. Algunas de las lámparas permanecían prendidas indicando que algunos monjes budistas seguramente seguían rondando el recinto, aun así el sitio era grande, seguramente por ser un ciudad de puerto mercantil.

    El aire era frío y el aroma salado, el ambiento se sentía calmado. La brisa acarició su rostro, una breve caricia.

    —Por fin... te he encontrado



    Kohaku escuchó una voz detrás de él, y al girarse pudo ver un rostro familiar.

    [​IMG]

    Era familiar, no porque lo conociera sino que se parecía a él.

    —...Kohaku

    Gigi Blanche y voy a necesitar un d20 por favor :3
     
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    Si, debo comprar varias cosas, pasaremos por allí. Si
    .

    Asentí mientras hiba saludando con la mano en alto a quienes iban en el barco, con tal de asegurarme de ser notado. "¿Puedes esperar se termine con las presentaciones?". Le pedí mientras llegaban al puerto.

    Me preguntaba que los trajo hasta aquí.
     
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    Gigi Blanche

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    Ascendí las escalinatas en silencio, atendiendo al susurro prudente de la brisa y el aroma distintivamente salado que traía consigo. Chiasa había regresado a mi hombro y, la verdad, no pude preocuparme por lo que había robado. Lo dejé caer en mi bolsillo y ya. Observé alrededor, mis ojos ajustados a las penumbras, y pensé en lo que algunos Ancianos, la minoría, solían decir de ellos. Hablaban no sólo de la tonalidad peculiar, sino de la forma de las pupilas. Lo susurraban a media voz, como si fuese incapaz de oírlos, entre el humo de los inciensos y las finas paredes de papel.

    El recuerdo hizo eco y se desvaneció cuando una voz real, una voz del presente, rasgó el silencio. Me detuve y me di la vuelta, encontrando frente a mí un hombre desconocido. Cabello blanco, tatuajes escarlata, y los ojos... Ambarinos, de pupilas afiladas.

    Aberración.

    Es la mirada de un monstruo.

    —¿Quién eres? —cuestioné, con calma.


    ohmaigad whos that hottie
     
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    Bruno TDF

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    Togashi

    Su cuerpo se había acostumbrado con rapidez a la fuerza impredecible del mar, gracias a los diversos viajes que debió realizar en los tiempos recientes, que iban desde las pacíficas mañanas en Nagoya donde pescaba junto a Kojiro, hasta los traslados que se relacionaban con sus deberes para con el clan. Su sendero como herrero tenía un componente inevitablemente personal, pero Togashi jamás olvidaba el deseo de poner el conocimiento adquirido al servicio de los Minamoto y sus aliados. Y a favor del pueblo sometido por las crueldades del Imperio. Con esta motivación decidió encaminarse a Omori, con la idea de concretar el encuentro acordado con Kyuzo y, de ser posible, dar un último empujón a su habilidad en la creación de armas. Lamentablemente no logró dar con Riku, por lo que esperaba que supiera sobrellevar tal decepción. Así las cosas, colaboró con todo lo que pudo durante el viaje por el mar, aguantando con temple el fragor de las olas embravecidas, que su hermano parecía domar con osadía. Cualquier otra persona temería por la integridad del barco, pero Togashi ya había tenido otros viajes bajo el comando de Kojiro y confiaba plenamente en su capacidad, pues la había atestiguado. Apenas se detuvieron para comer y descansar.

    No obstante, Togashi ocupó los tiempos de descanso para realizar una suerte de estudio.

    Cuando el tiempo lo permitía, salía a la cubierta para practicar con su katana, Asahi,
    utilizando un solo brazo. Lo hacía, principalmente, pensando en la condición de Takeda. Desde que había notado la falta de su extremidad, que luego fue confirmada por Tetsuo, no dejó de pensar en el asunto. Quería hacer algo al respecto. Concluyó, mediante estas prácticas, que un guerrero perdía mucha fuerza al atacar con una sola mano. Pasada esta fase inicial de sus análisis, Togashi comenzó a utilizar ambos brazos para practicar: sin embargo, no usó la segunda mano, sino que primero apoyó la muñeca, emulando un muñón; luego, hizo lo mismo valiéndose del codo, y fue en este punto cuando cayó en cuenta de lo imposible de su empresa. Si a Takeda le habían arrebatado su brazo por encima del codo, sería extremedamente difícil crear una espada que compensase eso…

    Era terriblemente frustrante.

    Recordaba a su hermano, Gonsake, y el pie de madera que le habían fabricado, un trabajo excepcional que permitió que siguiera luchando. Lamentó repetidas veces no haberle preguntado quién fue el ebanista que realizó semejante milagro. No sabía si alcanzar semejante nivel de habilidad le permitiría subsanar lo de Takeda, pero tampoco deseaba quedarse sin poder hacer nada… Tenía que haber alguna solución, en alguna parte, esperando a ser descubierta.

    Pero… pronto se enteraría que Takeda no era el único que había pasado por aquel infortunio.


    Cuando alcanzaron el puerto, distinguió a la distancia a un grupo de sus camaradas. Sintió un alivio inmenso, indescriptible, al ver a Yuzuki con sus propios ojos. La chica aguardaba con el pequeño Hayato a su lado, sonriente. A Togashi le pareció que se encontraba bien... navegando, esta vez, en las mieles de la ignorancia. Y, no sin cierta sorpresa, vio que Riku también se encontraba con ellos, lo que le hizo preguntarse genuinamente si el joven había hecho contacto con Kyuzo antes de que él y Kojiro le avisaran algo. Muchas preguntas surcaron su mente en ese momento, y tendría que valerse de su paciencia para que pudiesen ser respondidas a su debido tiempo y orden. Mientras tanto, se dedicó a atar las cuerdas para asegurar el pequeño barco al muelle, tras lo cual él y Kojiro hicieron pie sobre el puerto y se dirigieron hacia sus compañeros.

    Es un enorme alivio el volver a verlos —dijo a Riku, Yuzuki y Hayato con una sonrisa solemne, y se presentó rápidamente con Eiji, diciéndole su nombre y el de Kojiro; su expresión no tardó en tornarse seria—. Supongo que… tenemos mucho sobre lo que ponernos al día. ¿Todos se encuentran bien?

    Aunque la pregunta fue general, Togashi miró a Yuzuki al formularla. Ella había estado prisionera en Kioto, por lo que no sabía qué tipo de trato le habían dado a ella y Takeda, y si hubo bajas durante el escape de Kioto. Procuró no ser muy específico con sus frases, ya que no sabía qué tantos oídos indiscretos podía haber en el puerto.
     
    Última edición: 20 Junio 2024 a las 8:58 PM
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    Amelie

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    Santuario
    [Kohaku]


    Aquel hombre soltó una risa juguetona —¿No ves el parecido? —dijo para mirarlo a los ojos, una mirada que se sintió tan fuerte, tan profunda —Soy tu verdadero padre; sé que es difícil de asimilar pero tenemos tiempo para explicarlo con calma —su voz denotaba seguridad.

    —Ven, dame la mano; permíteme explicarte todo. Por favor...— dijo acercando su mano hacia dónde Kohaku sostenía la madera, aquel oso tallado que recordaba perfectamente con el tacto. Y fue por ello que sintió como se creaba una grieta en la madera. Algo que obligó a Kohaku a alejar su mano de aquel tacto haciendo que enfocara su vista en el pequeño oso de madera.

    —Un artefacto maligno... será mejor que lo sueltes— mencionó la voz amable de aquel hombre que se mostraba preocupado por lo que estaba sucediendo — Debiste haberlo quemado, su poder podría corromperte; vamos, dámelo. —extendió su temblorosa mano; esta vez parecía temer a aquel objeto.

    Pero Kohaku no detectaba una mala energía del oso; pero aquella grieta lo preocupaba. Era el recuerdo que le quedaba de... ¿Su padre?

    Observar nuevamente a aquel hombre frente a él lo llenaba de dudas; en verdad el parecido era asombroso. Y en su mirada se notaba preocupación, un genuino miedo al poder oculto de aquel objeto de madera.

    —Debes dármelo —Volvió a insistir, esta vea intentando arrebatarlo sin éxito; Kohaku fue más rápido. Y fue entonces que Kohaku sintió aquella energía.

    [​IMG]

    —¿Te atreves a venir a mentirle a mi hijo? —Era la voz de Taiki; y su espíritu contenido en aquel oso salió por fin — Déjalo, Kinko. No vas a engañarlo.

    —Y aquí está... el asesino de zorros —
    dijo aquel hombre que parecía responder al nombre de Kinko. Comenzó a reírse — Tal vez no sea su padre; pero tienes mi energía, somos... parientes —dijo señalando los ojos — No podrás negarlo.

    —Kohaku, debes irte —
    ordenó Taiki — Kinko es un yokai, uno de los tantos zorros que existen por Japón. Buscan engañar a la humanidad constantemente. Kinko es el zorro de la aldea, uno de los tantos enviados por Tamano no Mae. Todos los zorros buscan recuperar la energía espiritual que Tamano no Mae repartió generaciones atrás.

    —No pienso matarte —
    negó Kinko con una sonrisa —Vengo a liberarte de esa carga, no más maldiciones o misiones imposibles de Dioses caprichosos. Te estaría haciendo un favor, a ti y a tu descendencia —miró al espíritu de Taiki —O serás igual de egoísta que él y dejarás que tus hijos sufran lo mismo que tú.

    —Deja de mentirle... —insistió Taiki poniéndose frente a Kohaku.

    Kinko soltó una risa —¿Qué va a hacer un yurei? No puedes hacer nada —soltó un gran suspiro mientras su cabello se reacomodaba y ciertas facciones del rostro cambiaban ligeramente.

    [​IMG]

    —Pude haberte matado sin dolor alguno; pero al parecer tu padre quiere ver como te torturo lentamente...— Kinko se abalanzó traspasando el espíritu de Taiki y su energía se sintió poderosa.

    Pero un silbido irrumpió; uno que impactó directamente en el pecho del yokai quién no pudo detener el impacto; obligándolo a caer de espaldas.

    —¿Seiji? —Taiki se giró a la par de Kohaku para ver lo que sucedía. Era Matahachi, quien bajaba el arco de su padre ante la incredulidad del rostro de Rei al ver aquel disparo. Taiki sonrió ligeramente, en vida había sido tan ciego para no ver el parecido.

    Reijiro también estaba allí —Perdón, íbamos a permanecer afuera pero Rei nos mencionó de la energía que...

    Rei le dió un golpe a Reijiro para que se callara y así lo hizo, sabía que no debía justificarse por cumplir su deber. Tanto él como Rei envainaron sus katanas al saber que un enfrentamiento ahora sería innesesario.

    —Gracias, cazador— pronunció el espíritu de Taiki hacia Matahachi al ver al yokai en el suelo; agonizaba por un sólo impacto, se desangraría pronto. Después Taiki miró a Kohaku y acarició su cabeza —Estás a salvo.

    —Bueno... nosotros nos vamos, los dejamos solos —Dijo Rei cargando a Matahachi y dándole un codazo a Reijiro para que este despabilara y lo siguiera. Dejando al par solos, esta vez sin un yokai que los incordiara. Al salir, se escuchaba a Rei regañando a Matahachi.

    Gigi Blanche No pos... Matahachi ni dejó iniciar el combate.
     
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    Zireael

    Zireael Equipo administrativo Comentarista empedernido

    Leo
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    Yuzuki Minami
    Puerto

    Sonreí al ver que Hayato intentaba replicar lo que yo había hecho, intentando robarle a Eiji que lo notaba de inmediato y evitaba que le quitara nada, riendo. No era la clase de cosa que esperaba presenciar, con estas personas que eran aliados de la serpiente, pero tenía que valerme de las pocas distracciones que podía permitirle al niño y a mí. Era esto o perder la cabeza, posiblemente.

    Como fuese, Hayato miró el barco y se acordara o no, se enderezó con respeto mientras Togashi y Kojiro aseguraban las cuerdas. Fue en esos momentos que me preguntó por Tsubaki y miré a nuestros alrededores, frunciendo el ceño ligeramente, solo para confirmar que ya no estaba.

    Lo que me distrajo más, de todas formas, fue la reacción a la risa distante que llegó del barco de Eiji. Aparté el rostro, incómoda de repente, porque este viaje apenas comenzaba y las similitudes que encontraba en este hombre, en el que casi había matado Takano y había sido el motivo de la forja de Ankoku, no me gustaban. No me gustaba otorgarle más humanidad que la que podía darle a Kato, por decir algo.

    Respiré con cierta pesadez, percibí que Riku esperaba con nosotros por Togashi y cuando llegaron con nosotros saludé con un reverencia cuidada, al erguir la espalda sonreí con calma. Su pregunta fue general, amplia y corriente, supuse que porque estábamos en pleno puerto, pero me había mirado a mí al hacerla así que imaginé que al menos tenía cierta cantidad de información.

    Estiré la sonrisa, no alteré el semblante, pero las imágenes de Kioto me palpitaron en la cabeza a ritmos erráticos y el brazo izquierdo se me tensó ante el recuerdo desdibujado, extraño, del relámpago de dolor por el corte. Ante todo, lo cierto era que estábamos vivos y ahora había bastantes cosas que explicar, demasiadas tal vez.

    —Se encuentran bien, no debes angustiarte —concedí para ambos, le eché un vistazo a Riku, luego a Eiji y volví a Togashi, pensando en Murai y Noishi—. Algunas cosas han cambiado, aunque tener estas conversaciones sin siquiera una taza de té es un poco tedioso.

    Fue mi manera de decir que, bueno, habían cosas que tal vez no debíamos ir hablando por ahí sin más.

    —No esperábamos encontrarlos aquí. ¿Necesitan algo en la ciudad?
     
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    Gigi Blanche

    Gigi Blanche Equipo administrativo Game Master sixteen k. gakkouer

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    Arrugué el ceño automáticamente al oírlo afirmar que era mi padre, el corazón me palpitó en el pecho con fuerza renovada y sentí la energía cosquillearme en las piernas; era la sospecha, una advertencia silenciosa. Su introducción fue cuanto menos dudosa y permanecí atento a sus ojos, como si allí pudiera dilucidar la veracidad de sus palabras. Mencionó el oso de madera, que era un artefacto maligno, y retraje la mano. La reacción de Sora había sido opuesta a la de este sujeto, entonces ¿por qué...?

    La grieta latió dentro de mi mano y bajé la vista, comprobando que la pequeña figura tallada se había roto. La actitud del hombre mutó a preocupación, incluso miedo, y mi cuerpo reaccionó sin mi permiso ante su intento de arrebatármelo. Separé los labios, a punto de responderle, cuando una tercera figura se materializó junto a nosotros. Familiar, nostálgica, ligeramente translúcida. El alma se me cayó a los pies.

    Era mi padre.

    Lo miré sin darle crédito a mis ojos. Lo miré, lo miré y lo seguí mirando, hasta que pude reconectar con la realidad cuando me ordenó que me fuera. Volví la vista al tal Kinko, un enviado de Tamano no Mae, la yokai que había matado en Shima. La yokai que había convencido a los Ancianos de ser la mismísima Inari para ganar su confianza. La historia que Taiki me había confiado en su lecho de muerte regresó a mí de golpe, como si la hubiese escuchado sin oírla, y su figura se interpuso entre el zorro y yo.

    O serás igual de egoísta que él y dejarás que tus hijos sufran lo mismo que tú.

    No estoy sufriendo, quise decirle, pero las palabras no salieron y me pregunté hasta qué punto eso era verdad. El aura de Kinko cambió, sus ojos exudaron una energía diferente, casi bestial, y dejé caer el oso en mi bolsillo para llevar rápidamente la mano a la empuñadura de mi espada. Estuve a punto de desenvainar, retrocediendo, cuando una flecha silbó y se enterró en el pecho del zorro. Volteé, encontrando a Reijiro, Rei y Matahachi. Matahachi bajaba el arco de su padre y deslicé la vista de su rostro a su hombro sin siquiera ser consciente.

    Procesé los eventos a destiempo. Chiasa se había bajado de mi hombro, no sabía cuándo, y me relajé al ver que se había trepado a Rei y se marchaba junto a ellos. Solté el aire de golpe, el que había contenido sin darme cuenta, y la voz de mi padre volvió a pillarme con la guardia baja. Alcé a verlo, su mano se posó en mi cabeza y no pude sentirlo, no pude recibir la caricia; aún así, los ojos se me llenaron de lágrimas.

    Era él.

    Estaba aquí.

    —Padre. —La voz se me escapó en una exhalación y me sentí pequeño, me sentí asustado y confundido—. Padre, yo...

    Recordé la advertencia de Soreku, sus creencias animistas. Pensé en los Ancianos y en las contradicciones de la Villa. Los tatuajes similares, las costumbres aparentemente desarticuladas, los objetos de ceremonia que no había vuelto a ver en santuarios sintoístas.

    —¿Siempre estuviste aquí dentro? —Volví a recoger el oso de madera y lo sostuve entre ambos, con la palma abierta—. ¿Cómo... es posible? Y ahora está roto, ¿eso significa que...?

    Lo miré, apremiante, pero no pude formular la pregunta. Sólo busqué en sus ojos la confirmación que sentía reverberar en mi pecho. Iba a irse, ¿verdad? Había abandonado el oso y no podría volver.

    —¿Qué ocurrió? —inquirí, firme—. ¿Qué ocurrió en la Villa? ¿Qué fue ese ataque de hace dos años?
     
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    Fujiwara no Riku

    Supongo que… tenemos mucho sobre lo que ponernos al día. ¿Todos se encuentran bien?

    A las presentaciones de Togashi, continúe con lo mismo presentando a Eiji. Aunque le reserve si presentar como Fujiwara.

    A su pregunta, y siendo conciente de a dónde se dirigía su mirada y considerando si preocupación por los suyos, guarde silencio hasta que Yuzuki se explicará como viera conveniente.

    "... Hemos dejado la enemistad". Decidí expresar claramente sobre es asunto, mirando a Murai irse y abordar el barco de Eiji.

    "Pronto vamos a partir hacía unas islas". Les hice saber, al menos, que tal vez no pudiéramos cruzar información e intereses por demaciado tiempo. O tener la oportunidad para aquello.
     
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