Germany

Claire Hannover.



Ya no tenía tiempo ni de replicar; lo admitía, el alemán había ganado. Se para bien temprano a supervisar todo, tenía que ir al hotel, ver que los colores fueran los correctos, la mantelería los utensillos, la organización, las invitaciones, el entretenimiento. Recorría la ciudad de un lado a otro visitando las distintas tiendas de las que requería los servicios. Después de todo, su cena de compromiso debía ser por todo lo alto. ¿Qué importaba que fuera una mentira? Ella lo disfrutaría como si fuese verdad.

Llegaba completamente exhausta de nuevo a la casa, a seguir impartiendo órdenes y supervisar. Cenas con importantes empresarios que recibía el heredero Hannover, visitas rutinarias de sociedad: damas, sastres, lamebotas. Claire -próximamente Hannover- suspiró con cansancio bajo el agua tibia de la regadera, enjaboó rápidamente su cuerpo níveo y salió del baño enrollada en una toalla. Sin detenerse ni siquiera a replicar por la presencia de su esposo en la cama, tomó una cómoda bata de seda, se la colocó sin miramientos y se acostó al lado del pelinegro, sin siquiera levantar el rostro para registrar su expresión.

Estaba demasiado cansada, necesitaba el calor de su cama. Y aunque no lo admitiera, el calor que emanaba el cuerpo de ese hombre a su lado.

En ya un mes compartiendo su lecho, se iba acostumbrando a sentirlo a su lado, a como en las noches, después de que la sentía dormida le acariciaba con parsimonia el cabello mientras leía. A veces se hacía la dormida disfrutando de la caricia, porque sabía que automáticamente al abrir los ojos, él alejaba las manos como si sostuviese veneno. Por eso prefería acurrucarse un poco más a su cuerpo, y fingir un sueño profundo para disfrutar de esas caricias, que convertían ese engaño en verdad.

*.*.*

—Buenos días —Su sonrisa fue un poco nerviosa. Derek tomaba café mientras leía el periódico en el comedor después de desayunar.

—Buenos días —contestó el mismo tranquilamente.

—Ya todo está listo. Dentro de 2 días, estaremos tomados de la mano, anunciando nuestro matrimonio "querido" —Su sonrisa se amplió más aceptando el desafío en los ojos dorados. Nada podría salir mal.

 

Derek Hannover.




Saludó a un importante comerciante chino, le dio las felicitaciones correspondientes, a su lado, Claire, completamente encantadora le respondió en perfecto inglés.

Sus ojos dorados brillaban con orgullo propio, era una joya en perfecto estado. Desde su pequeño "castigo" la había monitoreado sin que se diese cuenta. Le informaban a cada segundo qué hacía, a dónde iba, qué elegía. De vez en cuando él mismo escuchaba sus órdenes por los micrófonos que habían instalado estratégicamente. Le había dado rienda suelta a sus decisiones, interviniendo de vez en cuando, cuando algo realmente no le parecía, ¿cortinas floreadas en su cena de compromiso? Definitivamente no, sólo le bastanba una pequeña llamada de su asistente para que la tienda le hiciese llegar la negativa a Claire, no estarían a tiempo, no había material en el momento, etc, era problema de ellos qué inventar.

No tenía nada que decirle, que agregar o que reprocharle. Estaba simplemente perfecta. Usando un vestido color crema, ceñido en el busto y que caía en delicados pliegues hasta sus pies, como bañado en oro por las diminutas escarchas doradas que reflejaba bajo las luces. Había captado las miradas lujuriosas a su alrededor. Era una mujer que resaltaba.

Ya transcurrida la velada, tomamos asiento para comenzar con la recepción de la cena. Estaban pasando unos videos, típicos sentimentalismos de las bodas. Las luces se apagaron de pronto, la sala se removió inquieta, escuché a Claire maldecir por lo bajo en inglés, y yo sonreí. Acababa de descubrir que mi futura esposa no era alguien a quien le gustaran los inconvenientes. Touché, punto para ella.

Las luces volvieron, y todos se sentaron nuevamente. La pantalla se volvió a encender y una foto mía con uniforme militar apareció en ella. Se escuchó el chillido de la chica a cargo de eso forcejear con alguien vestido púlcramente de negro, que le arrebató el micrófono sin miramientos y se montó en la tarima.

—Buenas noches, alta sociedad. —Su voz destilaba burla y sátira—. Derek Hannover, déjenme dedicarles unas amables palabras sobre éste caballero, aunque no haya sido invitado como es debido, quizás mi invitación se extravió en el correo.

Mi sangre empezó a hervir, pero me distrajo la presión de las uñas de Claire a mi lado, quien palideció ante las palabras del desconocido -para ella-.

—Querida cuñada, te has ganado la loteria: rico, apuesto, responsable, insípido, aburrido, poco mujeriego. El sueño de cualquier mujer, —rió con diversión—, lástima que no tenga sangre en las venas.

Por primera vez, alguien me tomó por sorpresa... Estaba tan concentrado en las formas que aniquilaría a ese pequeño insolente que no noté que Claire ya no estaba a mi lado. La busqué por todos lados con mi mirada, la encontré subiendo las escaleras a la tarima con paso armonioso y elegante.

Maldición.

 

Claire Hannover.





Ese...Ese... ¡ESE IMBÉCIL! Sentía como mis mejillas ardían con furia contenida. Clavé mis uñas en la piel de Derek, para evitar gritar de la rabia. ¡Todo mi mes lanzado a la basura por ese imbécil allí en la tarima! ¡Que para colmo, sabrá Dios quien es!

Respiré profundo, controlando mi semblante en cada escalón que subía. Le dediqué una sonrisa radiante, antes de arrebatarle el micrófono discretamente.

—Buenas noches a todos, primero que nada, bienvenidos y gracias por asistir. —Luego mis ojos se fijaron en el extraño, todo en él gritaba que era familia de Derek, el porte, la misma autoridad...—. ¿No te llegó la invitación, querido? Tsk...—dejé escapar un suspiro de exhasperación—, quizás el correo no encontró el iglú en el que te la pasas, pero bueno... No hay mujer más afortunada que yo ésta noche...

El desconocido intentó interrumpirme, pero levanté la mano haciéndole callar.

—Por favor, todos brinden conmigo. y por mi felicidad futura al lado de un hombre tan maravilloso. —Levanté mi copa de vino—. ¡Salud!

Todos brindaron conmigo, y bajé del escenario dejando al grupo de música entretener a todos mientras comían. Tomé al extraño del brazo, guiándolo conmigo hasta el pasillo principal, sabía que Derek se había levantado y venía. Lo solté apenas vi que no había nadie observándonos.

—Hermo..—Sus palabras fueron interrumpidas por mi mano que impactó contra su rostro, en una cachetada fuerte y sonora.

—Imbécil —gruñí con toda mi indignación a flor de piel. Sus ojos se abrieron de par en par, completamente anonadado, no se esperaba esa reacción de parte mía.

La sorpresa en su rostro, pronto fue reemplazada por fría diversión en el momento que Derek me tomó de la cintura y me separó prudentemente de él al ver mis intenciones de sacarle los ojos a ese idiota.

—Hermanito, hermanito —sonrió con satisfacción—, estoy en casa.

—Bienvenido, Frederick. —Las palabras de Derek eran como puñales de hielo.

Quizás él se encargaría de sacarle los ojos, sólo tal vez...

 

Derek Hannover.



Respiró profundo llevándose las manos al rostro. Sentado detrás de su escritorio de madera pulida se encontraba Derek Hannover, un poco más pálido de lo normal y su -normal- malhumor visiblemente triplicado. Lanzó la taza de café contra las paredes pulcras, creando un estrépito. Sentía que la sangre le hervía nada más al recordar las palabras de Frederick en la cena de compromiso. Le había pedido a Claire que los dejara solos, le costó más de una mirada para que su mujer lo dejara, no la culpaba, la entendía, Frederick estuvo por tirar a la borda lo que ellos poco a poco habían construído.

—Una mujer con carácter. —Observó con burla—. Pero no pensé que te rebajabas así, hermanito.

—Deja los rodeos, Frederick. ¿A qué viniste? —Le cortó.

—¿Por qué siempre tienes que quedarte con lo mejor? También soy un Hannover y soy más guapo. Así que vine por ella. —El gruñido de Derek fue audible, pero Rick ni se inmutó, seguía desafiándolo con la mirada.

—Es mi futura esposa.

—Pero puede ser la mía. Tranquilo hermano, todo queda entre familia...—Se detuvo a su lado antes de seguir su camino a la puerta palmeándole la espalda—. Después de todo, ella ya ha sido mía. —Le guiñó el ojo antes de cruzar la puerta y cerrarla tras él.

Nada más de recordarlo sus orejas se encendían con furia. Maldito mocoso. Observó las fotos en su escritorio, Frederick había conseguido la información de Dasha, tenía fotos de ellos en cafés y otros sitios casuales. Arrugó la foto en su mano, no podía simplemente romper relaciones con Dasha, al menos la mitad de sus negocios actuales los llevaba con ella, no por el dinero, sino por el prestigio de su empresa al no cumplir con los acuerdos. Pero, ya la llamaría o quizás una charla personal le vendría bien. Y, ¿qué había querido decir con eso de que ella ya había sido de él? Quería tomar la cabeza de ese pequeño mocoso y estamparlo contra la pared. La única forma de salir de la duda, era hablando con Claire. ¿Qué garantía tenía de que ella le dijera la verdad?

 

Claire Hannover.




Caminó con impaciencia de un lado a otra, justo en la entrada al pasillo. Sentía un irremediable impulso a comerse las uñas pero lo reprimió. No iba a arruinar sus manos por un idiota. Tomó una copa de uno de los meseros que pasó a su lado y la tomó de un solo trago.

—No sabía que a Derek le gustaran borrachas. Realmente bajó sus exigencias. —Claire se volteó hacia la aterciopelada voz para toparse con unos ojos azules, como dagas de hielo. Y una larga melena negra, perfectamente alisada enmarcaba unos sensuales rasgos. La pelinegra la observaba con la cabeza ladeada, escanéandola descaradamente con una sonrisita de suficiencia en sus labios carmín.

—Disculpa, ¿y tú eres? —cuestionó tras una falsa sonrisa.

—Dasha —dijo sin más, como si le hiciera un favor al decirle su nombre—. Necesito hablar con Derek.

—Mi esposo...

—Futuro esposo —puntualizó. Las mejillas de Claire se ruborizaron—. Aún no es un hecho. Puede pasar, como puede que no.

—Indiferente los términos para ti. Pues soy yo quien va a llevar el vestido —respondió mordaz.

Dasha dejó escapar una radiante sonrisa.

—Dime eso, cuando te de el sí en el altar. En fin, ya encontraré a Derek por mí misma, aunque no creo que sea necesario... Él vendrá a mí.

Se quedó allí, como si le hubiesen dado una bofetada. ¿Quién demonios se creía esa tipa? Se había quedado demasiado aturdida para responder. Maldita bruja...

—Claire. —La potente voz de Derek resonó en su espalda. Se volteó hacia él, chocando con esos orbes caramelos encendidos en furia. Respiró profundo, fulminándole con la mirada, antes de marcharse a su habitación. Se sentía humillada. Nada podía salir peor esa noche.

 

Nombre del FFC: Germany
Personajes: Claire Hannover & Derek Hannover.
Mes:Mayo.
Palabra: Tatuaje.
PM número: 2.
Cantidad de palabras: 424.
Breve resumen: ' Simplemente no se podía ir en contra de Derek Hannover, mucho menos cuando lo tenías llenando todo el espacio con su presencia.'

Sus ventajas​

Buscó en su amplio armario el vestido que estaba buscando, ajustado y de un tejido muy fino y suave en la parte de las caderas, resultaba mortalmente encantador y sensual en su cuerpo. El tatuaje en forma de ave azulada en sus caderas se entreveía en la tela blanca, llamando la atención hacia esa zona. Derek entró en la habitación, sus ojos dorados la escanearon mientras buscaba algo en su gaveta de noche.

—Cámbiate el vestido —ordenó sin más. Apartó la mirada de ella, ojeando los papeles que sostenía en las manos.

—¡Pero…! ¡Me encanta este vestido! —replicó con enojo enfrentando a su marido. Después de que estaba lista él iba como si nada a gruñirle, literalmente, que se quitara el vestido porque no le gusta. ¡Pero si era hermoso!

—A mí también —repuso, pegándola a su cuerpo, con osos ojos ámbar derritiendo todo a su alrededor, mientras sus manos apretaban sus caderas—, especialmente porque no puedo quitar los ojos de allí. —Apretó esa delicada zona, haciéndola jadear. Se sostuvo de él, aunque sus ojos orgullosos querían replicar, su cuerpo no quería moverse de allí.

—Pero ya estoy lista —Se quejó aunque sabía que ya era una batalla perdida. Simplemente no se podía ir en contra de Derek Hannover, mucho menos cuando lo tenías llenando todo el espacio con su presencia.

Él deslizó sus manos por los muslos níveos de su esposa, subiendo el vestido sobre sus caderas, haciéndola jadear y suspirar a la vez. Dejó los papeles a un lado y la subió sobre la peinadora, haciendo todo a un lado con brusquedad.

—Creo que necesitas una lección de obediencia —repuso en su oído, mientras besaba la piel expuesta bajo su boca. La tomó allí, ignorando que tocaban la puerta –sólo una vez, nadie se atrevería a interrumpir lo que pasaba en ese cuarto luego de escucharlo-, saciando sus ganas de ella. Disfrutó de imponer su castigo unos minutos más de lo que debería, vio el reloj, dejándola en la cama mientras se arreglaba la ropa correctamente en el espejo. Todo nuevamente su lugar. Le lanzó una mirada fuerte a la rubia enredada en las sábanas que se sonrojó volteando la cara con enojo.

—Me cambiaré el vestido —contestó a la orden no pronunciada con el orgullo derrotado, pero completamente satisfecha asi que a la mierda su orgullo. Derek sólo sonrió altivo casi diciéndole: Lo sé. Y salió de la habitación. A veces tener una esposa, aunque fuese de mentira, tenía sus ventajas.