Long-fic de Inuyasha - Ni contigo ni sin ti [inu&kago]

Tema en 'Inuyasha, Ranma y Rinne' iniciado por aLeTheia_anGeL, 24 Febrero 2013.

  1.  
    aLeTheia_anGeL

    aLeTheia_anGeL Usuario común

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    Ni contigo ni sin ti [inu&kago]
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    Comedia Romántica
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    Hola chicas! Lamento en serio la demora xD Tuve varios asuntos que atender estos días y se me hizo imposible colgar el capítulo, les pido mil millones de disculpas.

    Muchas gracias por sus constantes 'Likes', eso me demuestra que les ha gustado este capítulo :) lo cual es genial de saber.

    eliamantedeanime: xD Hahaha! Lo siento por ese pequeño trauma pero me alegra que te haya agradado, espero sea lo mismo con el siguiente.

    Kyouko Kiryuu: Totalmente de acuerdo contigo! >o< Y que bueno que lo sentiste intenso, eso era precisamente lo que quería reflejar en esas escenas: acción, emoción, preocupación, desesperación xD Hehe... Ohh! Espero te guste la continuación!

    Nuevamente ¡Gracias Totales! :) Aquí el siguiente capítulo!

    --------------------------------------------------------------


    Cap. 8

    Las paredes de esa extraña habitación se le cerraban, estaba acostada en el piso y por más que deseaba moverse no podía hacerlo. De pronto escuchó una risa maquiavélica que se acercaba más y más haciendo eco en todo el cuarto, arqueó las cejas en señal de miedo y miraba a todos lados desesperadamente para saber quién era la persona que se reía de ese modo tan perturbante.

    —Eres perfecta para mi Kagome… eres únicamente perfecta.

    Escuchó de pronto esa voz masculina y fijó su mirada al frente: Kouga estaba semi desnudo y la veía hacia abajo con esa sonrisa lasciva.

    —¡Aléjate! ¡Aléjate de mí! —gritaba ella empezando a inquietarse más que antes.

    Se movía con intenciones de ponerse de pie y salir huyendo de ahí pero era inútil, no podía ni siquiera girar a los lados. En ese momento los ojos de Nagasaki cambiaron de color a unos rojos escarlata, siguió riéndose sin parar y siempre repetía esa misma frase.

    —Eres perfecta para mi Kagome… eres únicamente perfecta.

    Se le abalanzó encima y empezó a besarla por todo el cuerpo que ahora estaba sin ropa, sentía como le lamía sus mejillas, su boca, su cuello y empezaba a bajar más y más…

    —¡Detente! ¡Ayuda! ¡Por favor ayúdenme! ¡No!


    —¡No! —exclamó fuertemente y sentándose de inmediato en la cama.

    Respiraba muy agitada y bañada en sudor, miró a los alrededores y se dio cuenta que se encontraba en su dormitorio. Se tocó la frente y comenzó a llorar de nuevo al recordar que a pesar de haber tenido una pesadilla, lo que sucedió anoche fue completamente real; se vio las muñecas y pudo notar que estaban moreteadas a causa del fuerte agarre, empezó a temblar de nuevo así que se abrazó a sí misma.

    —Kagome, te traje el desay… —decía el joven ambarino mientras entraba al cuarto de la chica con una bandeja de madera.

    Pero al verla en ese estado se preocupó y dejó rápidamente el recipiente encima de la cómoda para ir a su lado de inmediato.

    —¿Qué te pasa? ¿Tienes fiebre? —intentó acercar su mano para sentir en su frente si tenía calentura.

    Sin embargo ella lo rechazó en un solo gesto: se movió a un lado, frunciendo el ceño y cerrando los ojos, se cohibió físicamente como queriéndole decir que no la tocara. Eso le dolió mucho pero se preguntaba el por qué de su actitud si ayer incluso dejó que la cargara para llevarla a la cama. Se limitó a observarla con algo de culpa y tristeza, si él no hubiera dejado el teléfono en la oficina de su amigo ella no estaría de ese modo ahora.

    Escondió su mirada en el flequillo y apretó los dientes, sentía de verdad que todo era por falta de su responsabilidad.

    —Voy a arreglar esto Kagome, te lo prometo —susurró para después ponerse de pie y dejarla sola.

    Al irse Inuyasha, ella se fue relajando poco a poco abriendo sus ojos y respirando cada vez más normal. No era que tuviese miedo de que Taisho la tocara pero después de haber pasado por ese mal momento no se sentía lista aún para afrontarlo; ayer estaba muy cansada tanto física como mentalmente por lo que no deseaba continuar caminando ni un segundo más, es por ello que le pidió al joven ambarino que la llevara a su habitación, pero hoy en la mañana se encontraba con algo más de energía y lucidez así que sus instintos de protección la hacían reaccionar de esa manera.

    Deseaba mucho poder sonreírle y decirle “gracias” otra vez por haberla rescatado y llevarla a la cama para que descansara y haberse tomado la molestia de prepararle el desayuno, pero… no todo era sencillo; aún así pudo recordar a la perfección esa cálida sensación cuando Inuyasha le plantó un suave beso en su frente, aquello fue suficiente para terminar de acunarla y hacer que se duerma en el acto.

    :::::::::

    Ya habían pasado un par de horas, se dedicó a hacerse un ligero desayuno que lo sostendría hasta en la tarde para luego sentarse en el sofá y llamar a la oficina del jefe.

    —No ¡Joder! ¿No entiendes? No iré a trabajar así que será mejor que pases la sesión de hoy para mañana —hablaba por teléfono Inuyasha.

    Obviamente usando la línea de la chica ya que él aún no recogía su celular.

    —Iré por mi móvil como a las tres más o menos ¿Ok? —seguía explicándole las cosas a su amigo, quien estaba algo fastidiado.

    Correcto, Taisho era el fotógrafo de la revista pero esta era la primera vez que cancelaba una sesión fotográfica y la postergaba para el día siguiente, eso en parte incomodaba un poco a Miroku ya que debía volver a coordinar todo los horarios otra vez; bueno que más daba además no era usual en su amigo ambarino dejar trabajos a la ligera.

    Terminó de hablar con Kayama para luego ponerse de pie y organizarse: primero haría que Kagome se quede en el apartamento todo el día, de ese modo estaría segura y así él no tendría preocupaciones; segundo, debía ir de inmediato a ese restaurante para obtener esa copia del video de seguridad.

    Estando decidido lo que haría, se puso de pie y se dirigió hacia su habitación para poder cambiarse y salir pero antes de entrar, se le dio por mirar de reojo la puerta del dormitorio de Kagome y justo en ese momento vio como ésta se cerraba rápidamente ya que se encontraba entreabierta porque cierta personita estaba espiando desde ahí. Sonrió de lado, la actitud infantil que estaba tomando la chica le causaba en cierta forma ternura, al menos no estaba tan afectada como para estar en su cama todo el día; supuso entonces que cuando él se fuera, ella aprovecharía para salir y estar por el apartamento unos momentos.

    Le tomó sólo unos minutos ponerse unos jeans vaqueros junto con una remera negra algo apegada al cuerpo lo que, obviamente, le favorecía de por mucho ya que se veía muy sexy. Cogió su billetera y su mochila cruzada para salir de su habitación, estaba a punto de caminar por el pasillo pero se detuvo unos segundos mientras meditaba si debía o no hacer lo que tenía en mente.

    —Qué más da… —murmuró a la vez que se dirigía al dormitorio de ella, sostuvo con su mano derecha la perilla con intenciones de girarla para entrar pero improvisadamente se le ocurrió algo mejor —Ya regreso Kagome, por favor no vayas a trabajar y quédate en el departamento todo el día… cuando vuelva espero darte buenas noticias, nos vemos —le dijo todo esto mirando el suelo y apoyando su mano en la puerta.

    Decidió que lo mejor era hablarle sin ingresar a su pieza, no quería alterarla de nuevo, estaba seguro que ella pudo oírlo desde cualquier lado en donde se encontrara ahí dentro así que una vez hecho esto se retiró del apartamento para dirigirse a ese dichoso restaurante de nuevo.

    Efectivamente ella pudo escucharlo y entenderlo a la perfección ya que ahora estaba de pie mirando a través de la ventana de su habitación que también daba a la calle, sonreía suavemente a la vez que recostaba su cabeza de lado en el vidrio y apoyaba su mano derecha, observaba con detenimiento como él cruzaba la calle y lo siguió viendo hasta que su silueta se perdió al dar vuelta en una esquina mientras que se arreglaba la mochila y acomodaba la remera negra.

    —Gracias Inuyasha… —susurraba ella en un tono dulce para luego suspirar un poco.

    ::::::::::

    El taxi lo dejó exactamente al frente del restaurante, era increíble cuanto se demoraba un automóvil particular si iba a una celeridad normal. Ayer por la noche no se había percatado de ello ya que tenía mucha adrenalina por dentro además de que sobornó al chofer para que rebasara el límite de velocidad e hiciera un glorioso tiempo récord al dejarlo en ese mismo establecimiento en menos de diez minutos; era obvio que después de todo lo que sucedió recién se le haya ocurrido agradecer a todos los santos porque ningún policía los detuvo.

    Bajó del auto y le pagó al conductor, se volvió a poner su mochila y con una mirada seria se encaminó directo a ese lugar que tan malos recuerdos le traía.

    Al parecer aún no estaba abierto al público lo que consideró como una ventaja ya que no había ni un solo cliente además que todo estaba desordenado, supuso que recién iban a limpiar el suelo de madera del lugar porque vio a unos cuantos del personal de limpieza alistando sus materiales.

    Una señorita vestida formalmente pasó por ese salón, giró su rostro y se percató de su presencia; al ver que Taisho miraba a todos lados como si estuviera desorientado se acercó a él agitando su lapicero que traía en mano.

    —Disculpe, hoy es domingo y no atendemos sino hasta en la noche —le informaba muy cortésmente.
    —¿Usted trabaja aquí? —cuestionó ignorando lo que hace unos segundos le dijo ella.
    —Sí, soy la jefa de mozos ¿Sucede algo? —y de este modo empezó la explicación.

    Inuyasha dejó atrás, por el momento, el tema del divorcio y se hizo pasar por el legítimo cónyuge de Kagome, de ese modo algo serio al principio le contó lo que “su esposa” había pasado la noche anterior en los baños de este lugar y luego con un tono de furia contenida pidió que se haga algo al respecto o no dudaría en demandar a todo el restaurante.

    La señorita se encontraba sumamente sorprendida y como mujer totalmente indignada, se sentía en la obligación de cooperar con este hombre así que le pidió calma pero tenía todas las intenciones de ayudarle, que le haya pasado una cosa tan horrenda como esa a su esposa le hacía tenerle la mayor de las consideraciones.

    —Lamento mucho que esto haya sucedido señor Taisho, dígame ¿Tiene alguna idea de cómo el personal puede colaborar para que no surjan más inconvenientes? —preguntó la joven mirándolo algo preocupada.
    —Cuando fui a rescatar a mi esposa, me percaté que en el baño de mujeres hay una cámara de seguridad —le contestaba el joven ambarino muy suspicaz.
    —Enseguida le proporcionaré las facilidades del video de anoche —le indicaba la chica de inmediato y le pidió que lo siguiera.

    Y de ese modo se dirigieron al cuarto de vigilancia en compañía del guardia en turno quien se encargaría de sacarle una copia de esa parte grabada.

    :::::::::::

    —¿Cómo que no vas a venir a trabajar? —preguntaba la castaña a través del teléfono.
    —Lo siento Sango pero no me siento en condiciones de ir —explicaba la azabache en un tono aún deprimente.
    —¿Te pasó algo amiga? ¡¿Fue Inuyasha?! ¡Si te hizo algo juro que…! —se apresuraba en reaccionar sin sentido alguno.

    Aunque así era su querida amiga, un poco precipitada, no le importaba ya que la quería demasiado. Le sacó una sonrisa.

    —No amiga… Inuyasha no hizo nada, al contrario él… —iba a decir algo comprometedor pero se acomodó el cabello unos momentos para luego añadir —él es un… gran apoyo para mí.

    Al terminar de decir esto, sabía que ahora Ishikawa no se quedaría callada y empezaría el cuestionario sobre si sentía algo por él o ese tipo de cosas, sin embargo… nada, ni una sola palabra.

    —¿Sango? ¿Sigues ahí? —quizás le causó un shock al decirle lo anterior, fue demasiado para ella.
    —Presiento que esto irá por buen camino, después de todo están casados —mencionó lentamente al parecer con una sonrisa.

    Cuando Sango volvió de su viajecito por Canadá con ese tal Miroku, Kagome tuvo el coraje de contarle a ella y a su amiga pelirroja sobre lo que sucedió la noche pasada y como terminó casada con Taisho; al principio el enorme y estrepitoso “What” que soltaron ambas chicas, la dejaron sorda por varios minutos para luego tener que soportar las constantes risas y mofas que le hacían con el fin de irritarla más.

    Esta vez fue diferente, Sango no se lo decía con el afán de molestarla, la notó muy sincera y quizás fue eso lo que la confundió un poco ¿Por qué se expresaba así de Inuyasha? ¿Le estaba cogiendo cariño? Sonrió e hizo una mueca de diversión por las ‘absurdas’ cosas que se le pasaban por la mente y se despidió de su amiga colgando finalmente la llamada.

    —Bueno quiero hot cake —se dijo así misma para darse ánimos de prepararse uno.

    Se puso de pie con la intención de ir hacia la cocina pero justo en ese momento la puerta de su apartamento se abrió tan rápido que no le dio tiempo a reaccionar. Se quedó congelada al ver que Taisho estaba entrando como si nada al departamento, cerraba la puerta y se quitaba la mochila.

    Sus mejillas se pusieron de un color carmesí profundo y se le encrespó la piel, reanudó sus movimientos de inmediato y dio media vuelta para tratar de ir corriendo a esconderse otra vez en su habitación sin embargo fue demasiado tarde.

    —Oye ya estás fuera de la cama, eso es genial —le hacía un inocente comentario.

    No obstante, ella no respondió, se quedó parada dándole la espalda con los brazos abajo.

    —¿Kagome? ¿Te pasa algo? —se volvió a preocupar por su comportamiento y se acercó a ella.

    Sin tocarla se limitó a hablarle por detrás, le entristecía mucho que ella siga con su rechazo hacia su persona, maldijo mentalmente en todos los idiomas a ese despreciable de Nagasaki por provocarle ese trauma a la chica, ahora por su culpa, él ya no podía ni siquiera acercársele mucho.

    —Oye… te dije que te traería buenas noticias y quisiera que me escucharas —le decía en un tono suave tratando de actuar comprensivamente.

    El hecho de que ella no le contestara le hacía ponerse más impaciente y nervioso. Deseaba con todas sus fuerzas que la renegona y mandona chica volviera de inmediato, no había pasado ni un día completo y ya la extrañaba… extrañaba su voz.

    —Hace buen rato que estás así entonces eh… yo… —intentaba pedirle que por favor le respondiera.

    Y ya cuando sus esperanzas estaban a punto de desaparecer… al fin sucedió pero no como él esperaba.

    —Lo lamento… voy a recostarme —le habló cortante y sin mirarlo.

    Caminó de inmediato hacia su habitación para volverse a encerrar dejando a Taisho sumido en la más profunda resignación de no volver a ver esas lindas expresiones que ella hacía: sonriente, riendo, enojada, pucheros, encaprichada, etc. Se había dado cuenta que en cierta forma le gustaba verla en esos estados de ánimo.

    Por otro lado, ella también se había percatado de algo y necesitaba desaparecer de su lado lo más rápido posible para poder meditar que si eso era posible o no; el enrojecimiento en sus mejillas aún estaba presente por lo que se llevó ambas manos a su rostro, respiraba un poco agitada porque a su bendito corazón se le ocurrió acelerarse de un momento a otro. ¿Qué rayos estaba sintiendo? ¿Presión alta? Eso sufrió su madre a los cuarenta, ella aún era demasiado joven para tener que pasar por eso.

    Iba descartando cada posibilidad de que fuera alguna enfermedad hasta que no le quedó de otra que tocar esa alternativa.

    —No… eso no es posible —decía la chica mordiéndose la uña del dedo pulgar izquierdo.

    Analizaba cada sensación que tenía y la puso en orden: primero, era obvio que aún tenía la conmoción que experimentó esta mañana cuando despertó de esa pesadilla: un profundo rechazo a que algún hombre la toque, ya sabía que eso se debía al pequeño trauma que le ocasionó el miserable de Kouga pero muy aparte de eso había algo que la incomodaba, al extremo de querer alejarse por completo de Inuyasha.

    Se dio cuenta que se sentía avergonzada tan sólo al verlo, que su pulso aumentaba en menos de cinco segundos y que sus mejillas se enrojecían además de que se quedó prendida en la ventana observándolo largo rato mientras se iba.

    —No estoy enamorada, eso es absurdo… —se aclaraba a ella misma para no crearse malos entendidos personales.

    Desechó por completo esa loca idea, entonces fue ahí cuando se le vino la posible solución.

    —Eso es —no lo exclamó para no hacer tanto barullo pero agitó los brazos como si hubiera conseguido algo perdido.

    Su “razonable” explicación era sencilla: se sentía así cuando estaba cerca de él ya que en el momento en que se lanzó para detenerlo e impedir que siguiera desfigurando el rostro de Nagasaki, sólo se había abrochado dos botones de la blusa lo que obviamente dejaba al descubierto sus senos y que éstos estuvieran pegados a la espalda de Taisho por un largo momento la hacían sentirse muy avergonzada. Eso, sumado a que cuando ya estaban en casa lo obligó prácticamente a que la cargara en brazos y la lleve a la cama, encima de que él la besara de esa manera tan dulce en la frente, la hacían ponerse mucho peor y por ello reaccionaba así.

    Eso era… totalmente eso debía ser.

    Inuyasha tuvo que volver a salir porque ya eran las tres de la tarde y como había quedado con su amigo por teléfono pasaría a recoger su celular a esa hora; tuvo que ir dejando su mochila en su habitación por precaución, lo que tenía ahí dentro era de suma importancia y no quería que la chica lo viera sino hasta que él mismo se lo mostrara personalmente.

    Kagome aprovechó otra vez para salir de su habitación y comer algo porque no había probado nada desde el desayuno que le dejó su inquilino ambarino en su cuarto; ahora que lo pensaba estaba actuando muy infantil con él, podía percibir que el joven se sentía algo culpable y supuso que si seguía así lo más probable es que se harte de su comportamiento.

    —No quiero que se vaya, si el juez viene será complicado pagar esa multa —se decía a ella misma mientras comía un pedazo de pan.

    Obviamente se estaba engañando a ella misma pero resolver esos sentimientos extraños era asunto que sólo le concernía a ella y que debía solucionar poco a poco.

    :::::::::

    —¿Me estás diciendo que ella te repele? —no sabía si reírse por eso o animarlo.
    —Creo que es por lo que le pasó —respondía Inuyasha mientras que revisaba su teléfono y las miles de notificaciones que tenía, entre ellas las de Kagome.

    Estaba en la oficina de su amigo, le había contado lo que sucedió anoche en ese restaurante y él compartía la opinión sobre que definitivamente debería denunciarlo usando ese video de seguridad pero tenía que ser cuidadoso y saberlo usar en el momento preciso ya que prácticamente tenía a ese sujeto en sus manos.

    A todo esto, se le hacía extraño que su amigo trate de ayudar a esa chica si hace unas semanas había dicho que ambos se odiaban a muerte pero por todo lo que le comentó supo de inmediato que algo sucedía; no… no iba a preguntarle a Inuyasha si empezó a sentir algo especial por la mujer que había desposado por error en esa iglesia de Las Vegas pero estaba dispuesto a escucharlo en cualquier momento que sea necesario.

    De pronto sintió como su celular vibraba así que lo sacó de su bolsillo para fijarse quien podría ser, se dio con la sorpresa de que aquella hermosa mujer lo estuviese llamando, era la primera vez así que no dudo en responder de inmediato.

    —Bellísima señorita ¿En qué la puedo atender? —como siempre dándose aires de ser todo un galán.
    —¿Está Inuyasha contigo? —preguntó ella de frente sin mayor rodeo.

    Miroku se quedó en cierto modo decepcionado, esa chica lo llamaba únicamente para saber de su mejor amigo, no le gustó en lo más mínimo pero sin responderle le pasó el móvil a Taisho quien confundido contestó.

    —¿Quién habla?
    —Menos mal estás ahí, soy Sango, oye tienes que venir ahora mismo al café, Kagome ha venido y creo que pasó algo con Kouga porque apenas lo vio se metió a su oficina —le informaba rápidamente ella desconociendo por completo la gravedad del asunto.

    Dejó el celular de Kayama encima de su escritorio y sin dar ninguna explicación salió corriendo del lugar con un semblante entre preocupación y fastidio, sí ese miserable se atrevía a tocarla de nuevo ésta vez no iba a dejarlo solamente inconsciente.

    :::::::::

    No supo en qué momento se le ocurrió salir del departamento para dirigirse hacia el café pero es que se sentía algo solitaria ahí dentro, no iba con intenciones de trabajar en lo más mínimo sólo deseaba ver a sus amigas y hablar con ellas aunque fuese por un rato pero no contaba con que Nagasaki estuviera acompañando a Ayame ese día.

    Su rostro estaba moreteado e hinchado por lo que había pasado ayer y su amiga pelirroja estaba muy preocupada por el “accidente” que su prometido había sufrido; era increíble la cantidad de mentiras con las que había llenado la mente de Ayame: que le pasó un incidente en su trabajo, que se golpeó todo el rostro con el cemento porque cayó desde una gran altura y que sus tan solidarios compañeros lo llevaron al hospital más cercano para que le sacaran radiografías, tomografías, etc. Afortunadamente no pasó a mayores y resultó con todos los huesos ilesos, solamente fueron hematomas que con el paso del tiempo desaparecerían.

    Kagome se había encerrado en su oficina sin querer salir hasta que ese sujeto se fuera, además había adoptado un comportamiento retraído abrazándose a sí misma en señal de protección, lo cual preocupó mucho a Sango que de inmediato quiso avisarle a Inuyasha sobre esto para que se la llevara a casa sin embargo al momento que sacó su móvil para comunicarse con él se percató que no tenía su número pero recordó casi al instante que Miroku era su amigo así que debía o estar con él o tener su teléfono así que no dudo en llamarlo.

    —Amiga ¿Qué sucedió? ¿Por qué actúas así? —le preguntaba la Ishikawa con la esperanza de que le comentara algo.

    Pero nada, Kagome parecía haber entrado en un shock temporal mirando algún punto fijo en el suelo de parqué de su oficina.

    De inmediato escuchó una fuerte discusión que provenía de afuera, rogaba a todos los santos porque los clientes no hubieran empezado alguna pelea innecesaria ya que no deseaba tener que meterse a separarlos pero a penas abrió la puerta de la oficina de Kagome para ir a ver qué sucedía, se quedó pasmada con lo que estaba viendo: Inuyasha estaba fuera de sí y amenazaba con golpear a Kouga si no se iba de una vez del café además de que Ayame estaba en medio de ambos tratando, obviamente, de proteger a su prometido.

    —¡Qué no entiendes miserable! ¡Qué te largues!
    —¡Quién te crees para hablarme de ese modo! ¡No tienes voz ni voto aquí!

    Ambos estaban echando chispas y en cualquier momento aplastarían a la pelirroja con tal de satisfacer sus bajos instintos masculinos y apalearse hasta la muerte.

    —¡No tienes ningún derecho a estar aquí! ¡Deja en paz a Kagome! —gritó de pronto el joven ambarino sin percatarse de lo que decía.
    —¿Por qué dices eso? ¿Qué le hizo mi novio a Kagome? —preguntó de pronto la joven de ojos verdes observando detenidamente al joven de cabellos plateados.

    Inuyasha estaba a punto de contarle la verdad a esa chica, le iba a decir absolutamente todo, el rostro de Kouga se deformaba más a causa del miedo que sentía si Ayame se enteraba de la verdad pero justo en ese instante Taisho sintió como un cálido cuerpo se le lanzaba encima abrazándolo con fuerza e impidiendo que siguiera hablando.

    —Por favor no digas nada… te lo suplico, no se lo digas a Ayame —rogaba en un murmullo la joven con los ojos cerrados.
    —Kagome… —susurró él tranquilizándose en el acto.

    Su respiración se normalizó y quedó con los brazos abajo, la chica lograba calmarlo sólo acercándosele de esa manera pero no entendía el por qué deseaba mantenerlo en secreto, Nagasaki debía pagar por el mal momento que le hizo pasar y Ayame debía enterarse la clase de hombre que era su prometido.

    La Higurashi se separó luego de un rato de haber estado así, levantó la cabeza y enfocó su mirada en la de él, aún suplicante movió sus labios sin articular palabra pero él pudo entender a la perfección lo que ella mencionó: un rotundo “No”.

    Sin importarle si estaban rodeados de más personas o si ella lo volvía a rechazar, puso su mano en una de las mejillas femeninas, se acercó más para apoyar su frente con la de ella y cerró los ojos soltando un leve suspiro.

    —Está bien, no lo haré — en un susurro confirmaba que obedecería sus órdenes.

    Se separaron luego de un rato, no le dieron tiempo a nadie para que hiciera alguna pregunta ya que casi al instante él se limitó a darse la vuelta para luego tomarla de la mano, guiarla hasta la salida del café y llevársela lo más pronto posible de ahí no sin antes girar un poco la cabeza para dedicarle una de esas miradas asesinas a Nagasaki quien le devolvió el gesto del mismo modo.

    Lamentablemente él ya no podía interferir, después pensaría mejor lo que haría con ese video de seguridad pero Kagome había hablado y si ella no deseaba contarle nada de lo sucedido a su amiga, él acataría sus órdenes sin chistar aunque todavía le quedaba la duda del por qué no debía hacerlo. Su única esperanza ahora era aquel dicho que dice “La verdad siempre sale a la luz…

     
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    Cami Chan

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    ¡Hola!

    Perdona la demora, he estado llena de pruebas así que no he podido entrar mucho al foro. En fin, me pareció genial, como siempre. Me gusta cómo va evolucionando la relación entre Inuyasha y Kagome. Y es que él se ha portado tan bien con ella... Siempre con su lado protector saliendo a relucir. La que más me da pena es Ayame, creo que merece saber la verdad. No entiendo mucho a Kagome en ese sentido, es decir, sí, sé que si le dicen lo que hizo Kouga le dolerá mucho, pero ¿no es mejor que se entere, lo sufra y lo supere a que siga con una persona así? Y ese Kouga... aún no entiendo mucho si tiene motivos para hacer lo que hace además de ser un mujeriego, pero es un desalmado. ¿Para qué está con Ayame si le gusta estar con cuanta mujer se le cruce? Uf, en fin, me tiene atrapadísima tu historia. Continúala pronto, ¿sí? ¡Nos leemos pronto!
     
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    aLeTheia_anGeL

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    Ohayo Minna'san :) Nuevamente me he demorado pero esta vez fue porque inesperadamente a mi hermano se le dio por llevarnos de viaje así que tuve que dejar toda mi 'vida virtual' para disfrutar un poco de lo que ofrece mi país.

    Bueno, el punto es que de nuevo les agradezco muchísimo por darle 'like' al capítulo, al igual que a Cami Chan, muchas gracias por su preciado comentario. Y sí, en verdad tienes un poco de razón al sentir pena por Ayame [yo también! D:] No me gusta hacerla sufrir pero ánimo! Ella será feliz xD Ya lo verás Hehehe... En lo que respecta a Kouga, aún faltan escenas importantes que se desarrollarán en este siguiente capítulo.

    Lo colgaré ahora mero y como siempre, espero que les guste :) Jya Ne!

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    Cap. 9 [Primera Parte]

    Lunes por la mañana, era normal que la mayoría de las personas despertaran cansadas después de un buen fin de semana y estuvieran con las ganas por los suelos de ir a trabajar otra vez, sin embargo, los motivos de ella eran obviamente diferentes.

    Agitaba con pesadez el café que tenía en esa taza blanca haciendo que a veces se quedara quieto y cuando recordaba que debía tomar su desayuno, volvía a moverlo usando esa cuchara de acero inoxidable. Llevaba así un buen rato sin poder animarse ni un poco, pensaba pasársela de nuevo en el apartamento pero su vida no era esa, quería hacer algo para distraerse y la mejor manera era yendo a su restaurante pero ¿Y si ese tipo estaba de nuevo con su amiga? No deseaba volverlo a ver, le había cogido cierto asco estar si quiera en el mismo espacio que él.

    —Debes ir al café —dijo de pronto su inquilino ambarino, quien estaba sentado frente a ella en la mesa a diferencia de que él si comía.
    —¿Ah? —exclamó ella perdida en sus pensamientos.
    —Debes ir, no siempre tienes que estar aquí, eso significaría que ese sujeto logró acabar con tu vida —le aconsejaba inocentemente mientras untaba mantequilla en la tostada y aunque le desagradara la idea de tener que exponerla, sabía a la perfección que su actual condición no le hacía nada bien, lo único que quería era que ella vuelva a ser la de antes.

    Y en sí, analizando la situación por su cuenta, Inuyasha tenía razón, si ella seguía cohibiéndose al mundo eso quería decir que Kouga logró arruinarle la existencia y en definitiva no le daría el gusto. Se puso de pie, se acomodó el cabello y se dirigió a su habitación, no sin antes girar un poco la cabeza con una media sonrisa.

    —Gracias, otra vez, Taisho —le decía en un tono suave.

    Él se limitó a mirarla también con una media sonrisa como queriéndole decir “de nada”. Apropósito la relación entre ellos estaba mejorando poco a poco, desde aquel abrazo instintivo que Kagome le dio para impedir que él contara todo lo que sucedió a su amiga pelirroja, la Higurashi había ido de a pocos relajándose más ante la presencia del muchacho ambarino; éste suponía que su raro temor hacía los hombres estaba bajando pero obviamente eran por sus “nervios” cuando él estaba cerca, cosa que ella estaba aprendiendo a controlar y que Inuyasha aún no sabía.

    De ese modo se dirigió a su habitación para cambiarse, se pondría algo sencillo, total lo único que deseaba era despejar su mente de todas aquellas cosas malas que últimamente estaban pasándole.

    —Ya me voy, nos vemos a las cinco ¿está bien? —le avisaba antes de salir.
    —Ve con cuidado —respondió él sentado en el mueble viendo las noticias matutinas.

    En realidad sólo estaba viendo la pantalla con esas imágenes que salían ya que no prestaba ni la más mínima atención a lo que pasaba ni en el país ni en el mundo. Su mirada ambarina estaba fija en la televisión sin embargo meditaba del por qué Kagome era tan considerada con sus amigas, que prefería tragarse todo el mal rato que confesarlo.

    Suspiró y siguió bebiendo de su taza; de pronto recordó aquella copia del video de seguridad que tenía en su mochila, se dio cuenta que desde que la obtuvo en el restaurante no la había visto ni una sola vez así que se puso de pie y fue a su dormitorio a buscarla.

    :::::::::::

    —No me fastidies, sólo porque fui a Canadá contigo una vez no quiere decir que lo vuelva hacer —le decía la castaña a Kayama por teléfono.
    —Pero Sango querida… —intentaba convencerla de algún modo a que se fuera de viaje con él otra vez.

    En ese momento, la puerta del café se abre y ve a su amiga ingresar pero con un comportamiento extraño mirando a todos lados como si estuviera huyendo de la justicia o algo así.

    —Sango cariño mira, lo que te propongo es…
    —Debo colgar, hablamos mañana —y una vez dicho esto presionó el botón con un icono rojo y guardó su móvil.

    La actitud que estaba tomando Kagome le causaba en cierto sentido, gracia y diversión así que no la detuvo, simplemente se limitó a caminar hacia ella con las manos en la cintura.

    —¿Quieres que te oculte de la policía? —le preguntó sarcásticamente.

    La aludida dirigió su mirada a ella y sonrió un poco, ya sabía que a su querida amiga le gustaba gastarse bromar así.

    Se quedó unos momentos conversando con Sango, explicándole el motivo del por qué quiso ir al café y que deseaba despejar su mente de algunos embrollos que había tenido en la semana; obviamente tuvo que tachar mentalmente la opción de contarle lo sucedido, si no se lo decía a Ayame mucho menos se lo iba a decir a la castaña. Mientras estaban platicando, la pelirroja salía de la cocina después de haber recogido unos platos sucios de alguna que otra mesa por ahí y al fijarse que la dueña del restaurante estaba presente no dudo ningún momento en acercarse; había pensado un poco las cosas sobre lo que le diría si la volvía a ver y creyó entender que es lo que sería más correcto decir.

    —Kagome… —sin contenerse ni nada fue a abrazarla estrechamente, añadió —Oh! Perdóname Kagome.

    Ella no entendía lo que estaba sucediendo, lógicamente Ishikawa menos, pensó que quizás se les había olvidado realizar alguna tarea extra que Kagome haya podido solicitar sin embargo hizo un conteo mental de todas las responsabilidades que le tocaba a cada una y no, en definitiva no era eso, entonces ¿Qué?

    —¿Sucedió algo? —cuestionó la aludida aún confusa.
    —Sé que tienes ese rechazo hacía los hombres y quizás por eso te incomoda la presencia de Kouga en el local, pero no te preocupes, ya hablé con él y le dije claramente que por ahora no se aparezca por aquí así que ya no hay problema, puedes venir tranquilamente amiga.

    Todo eso se lo comentó con una gran sonrisa inocente de creer saber que ese era el supuesto trauma que la chica presentaba actualmente.

    A la joven azabache se le partía el corazón de ver a Ayame tan inquietada por ella y que encima se haya tomado la molestia de decirle eso al miserable de su prometido, sin duda alguna ella no se merecía un tipo como Nagasaki.

    La abrazó fuertemente así como ella lo había hecho al principio, quería soltar algunas lágrimas pero se contuvo.

    —No te preocupes más por eso Ayame, muchas gracias —le contestaba cómo dándole la razón en todo lo que había dicho.

    ::::::::::::

    —¡Ya basta! ¡No! ¡No por favor!
    —Eres perfecta para mi Kagome… eres únicamente perfecta.

    Supo de inmediato que fue un error reproducir ese video que estaba grabado en un CD, pero no sabía cómo es que se reprimió tanto para poder soportar y llegar hasta ese punto de la escena justo cuando, unos segundos después, se veía como él mismo salía ahí y empezaba a golpear a Kouga.

    —Ah! Qué mierda.

    Cogió el control remoto, detuvo la cinta, sacó el CD del reproductor y lo guardó de mala gana en el estuche que correspondía: uno negro y con la portada que tenía por escrito el nombre de “Confidencial”. Vaya nombre para una copia de grabación, pensaba el muchacho ambarino, ni que fuera algo así como los ‘Expedientes Secretos ‘X’.

    No le importó más nada así que tiró donde cayera el estuche y fue a bañarse, quizás el agua de la ducha lograría que su tensión y fastidio se fueran un rato por culpa de lo que acababa de recordar.

    :::::::::::

    Se suponía que debía estar tranquila cuando no había tantos clientes en el café pero por esta vez hizo una excepción ya que en lugar de reflejar serenidad más bien lo que daba a entender a todas las personas a su alrededor eran tres cosas: no te me acerques o te mueres, estoy estresada en estos momentos y quizás la más directa de todas, no deseo hablar contigo.

    Era uno de esos días en los que Kagome maldecía por mucho la existencia de todos los hombres en general sin importarle parentescos ni nada por el estilo así que no intentaba reprimirse y mucho menos en las expresiones faciales. Sólo había dos personas en la faz de la tierra que podían calmar y domar a semejante mujer y eran: la señora Sonomi Higurashi, su madre y Sango Ishikawa, su mejor amiga; y cómo la señora se encontraba en Chicago actualmente, la única que podía enfrentársele era la castaña.

    —Bien ya fue suficiente ¡¿Qué te pasa?! Has estado así desde que… —hace unos segundos usaba ese tono alto de regaño pero al saber que mencionaría nombres, hizo pausa para luego continuar en un susurro —Desde que Ayame te abrazó contándote lo que le dijo a su prometido.
    —Ni me lo menciones, supongo que todo esto me deja un mal sabor —contestaba ella ambiguamente.
    —¿Ah? —exclamó su amiga con un gesto facial que indicaba su confusión.

    Ya era bastante tener que soportar a Kagome todos los días con ese humorcito especial dedicado al rechazo inapelable hacia el romance pero tener que aguantar encima ese comportamiento misterioso que no tenia ningún sentido lógico, eso sí era desquiciado, hasta daban ganas de asesinarla ahí mismo.

    La castaña inhaló y expiró varias veces con tal de recuperar su calma espiritual y así poder controlar una vez más a su amiga; al parecer funcionó ya que en menos de unos cuantos segundos esbozaba una sonrisa de lo más creíble.

    —Pijamada, hoy a las siete en tu apartamento, te servirá para que te relajes y de paso estarás con nosotras —dijo de pronto con todo el positivismo del mundo.

    Y en realidad, no le dio tiempo a la aludida para que refutara porque apenas hubo terminado de decir eso dio media vuelta y se fue de su vista para seguir trabajando. Kagome no tenía elección, cuando su amiga ponía esa sonrisa y planeaba algún encuentro o salida era porque ya estaba llegando a su límite de paciencia además si no se acataba lo que decía habría problemas, grandes problemas.

    :::::::::

    Estaba en su despacho, analizando las fotos que gerencia le había mandado en una carpeta digital para que retocara en la computadora y que de las diez existentes eligiera solamente cinco, puesto que esas se utilizarían para la nueva portada del mes de Agosto que empezaba mañana.

    Al final decidió ir a trabajar a la revista, si permanecía en el apartamento seguiría con esas ideas que lo atormentaban e incluso cavilaba en quemar ese CD pero no lo hizo porque se le pasó por la mente también que en algún momento esa grabación serviría de algo, además no se tomó tantas molestias en conseguirlo por nada.

    Era en vano, pasaba foto por foto de aquella modelo: Nakamura Kikyo, ya que fue la elegida para representar la portada de Agosto de Vogue, pero sin tomarle importancia a los detalles de su rostro; su mirada podía estar fija en lo que hacía pero sus pensamientos estaban con todo lo que ‘su esposa’ estaba pasando actualmente.

    —Mi esposa… ella es mi esposa —repitió de pronto en un susurro suave y con las mejillas un poco ruborizadas.

    Jamás se había puesto a pensar en lo especial que sonaba al llamarla de ese modo y quizás también en la suerte que tuvo al casarse, aunque fuese por error de una noche, con esa mujer.

    De pronto su celular vibró y regresó a su realidad, miró a todos lados como si hubiese estado soñando despierto, sacó el móvil de su bolsillo para fijarse quién era: un mensaje de texto de su señora esposa.

    —Hablando de la reina de roma… —se dijo a él mismo con una sonrisa y luego leyó lo que decía.

    Inuyasha, hoy no vengas al apartamento a dormir, Sango quiso hacer una fiesta de pijamas aquí y no pude contradecirla, sé que estarás riéndote en este momento con lo que te acabo de decir pero aunque seamos mayores de edad tenemos derecho a sacar nuestra niña interior así que no fastidies y ¡Deja de reírte! ¡Estúpido! Adiós, te veo mañana. Kagome.

    Al principio estaba algo sorprendido por la repentina noticia de que no podría ir al departamento porque hoy sería noche de chicas, pero poco a poco se le iba dibujando una sonrisa con muecas hasta que explotó en varias carcajadas divertidas. Era el mensaje más gracioso que recibió en toda la semana y superaba por mucho las tonterías que escribía Miroku.

    Aun riéndose le contestó el mensaje de texto con un simple “Ok, te veo mañana”, se recostó encima de su escritorio y releyó ocho veces seguidas ese correo escrito por ella con una sonrisa tierna en el rostro. ¿Qué era? ¿Qué podía ser eso que estaba sintiendo? No lo sabía pero se sentía demasiado bien.

    :::::::::::

    Las horas pasaron rápidamente y pronto fue hora de salida, al menos en el café; Kagome arqueaba la caja y juntaba el dinero con lo que habían vendido en todo Julio ya que hoy era fin de mes así que tocaba pagar al personal, por eso era necesario tener un inventario de todo lo que se retiraba e ingresaba a diario.

    De pronto sus dos amigas entraron a su oficina con la intención de avisarle que ya estaban listas para irse pero como siempre debían esperar unos momentos hasta que la jefa termine lo que estaba haciendo.

    Luego de unos minutos agarró dos sobres pequeños que contenían cierta cantidad de efectivo y se los entregó a cada una con una sonrisa pequeña.

    —Gracias por su trabajo de este mes —decía ella, quien siempre terminaba con esa frase.

    Ambas chicas le devolvieron el gesto para guardar su paga en sus carteras, una vez así pudieron retirarse todas juntas obviamente apagando todas las luces y cerrando el local como se debía.

    Pidieron un taxi y fueron directo al apartamento de la joven para empezar con esa imprevista reunión femenina que Sango organizó de pronto.

    Mientras tanto, Taisho subía por el ascensor del anterior edificio donde solía vivir; era un poco simple regresarse junto con Miroku desde el trabajo así que decidió irse por su cuenta después de que él se retirara y además deseaba ver ese rostro desencajado cuando le diera esa mini sorpresa tocándole la puerta de su departamento, resulta que era más divertido de ese modo.

    —¡¿Qué haces aquí?!

    En efecto, el desconcierto que causó en Kayama fue mayor de lo esperado: él no pensaba que Inuyasha fuera a tocar la puerta de su residencia justo cuando tenía a una rubia semi desnuda en su cama.

    Taisho le hizo la seña de paz con los dedos de sus manos y con una amplia sonrisa le saludó de lo más normal del mundo.

    —Joder Inuyasha ahora no… estoy… estoy ocupado ¿entiendes? —intentaba decirle indirectamente que iba a tener relaciones sexuales con alguna mujer.
    —Ah no me fastidies, Kagome me sacó del apartamento por su fiestecita de pijamas así que no tengo otro lugar adonde ir —refutaba él frunciendo un poco el ceño.
    —¿Fiestecita de pijamas?

    Ok, quizás no fue buena idea decirle eso a Miroku ya que tan sólo al ver su mirada se podía saber que tramaba algo en sus pensamientos más profundos. Pidió unos momentos para que lo esperara y cerró la puerta; esto dejó embrollado al muchacho ambarino que se quedó en el pasillo apoyado en la pared y especulando las mil y una barbaridades que le haría a su amigo si éste se dignaba a abrir la puerta otra vez.

    Justo cuando escuchó el sonido de la perilla girando, volteó de inmediato para alistarse a decirle unas cuántas cosas a su querido amigo, sin embargo cuando vio que quién salía no era precisamente un hombre se quedó quieto y se limitó a observar como aquella escultural rubia con dos enormes razones operadas se iba de ahí con una expresión entre irritada y desilusionada.

    La puerta estaba abierta así que supuso que podía entrar, eso hizo y sin decir una sola palabra se quitó su mochila cruzada; estaba a punto de quitarse su chaqueta cuando vio salir a su amigo totalmente cambiado a un traje sport elegante y echándose perfume exageradamente.

    Se tapó la nariz y con las cejas arqueadas se le acercó para reclamarle.

    —¡¿Qué rayos haces?! ¿Vas a salir? —estaba totalmente confundido por todo lo que Miroku hacía.
    —Dirás, vamos a salir —le corregía innecesariamente para luego añadir —Esa fiesta no se dará sin nosotros, tío.
    —¿Ah? —exclamó el aludido sin podérsela creer cuando entendió las intenciones de su amigo.

    Kayama de verdad estaba alucinando si pensaba ir al apartamento de Kagome para espiar a las muchachas en esa reunión; lo tomó de la camisa y lo acercó a él con una mirada asesina para amenazarlo.

    —Tú no vas a ninguna parte, no mientras yo esté aquí.

    Usó un tono grave y serio lo que asustó más al mujeriego de su amigo, quien se retraía lentamente de hombros para indicarle que había entendido su advertencia y que no deseaba molestarlo más; desde que lo conocía era un aguafiestas de primera, a todos lados que lo llevaba él siempre se retiraba temprano metiendo tontas excusas como que se olvidó algo en casa o que debía trabajar al día siguiente.

    Se acomodó la camisa y resopló fastidiado, una vez más Taisho le había malogrado los planes; aunque su intención no era ir a ver a Kagome sino a Sango supuso que los inconscientes celos y deseos de protección hacia esa mujer se activaron en su amigo como algo instintivo así que se limitó a volver a su habitación para cambiarse y pasar una ‘divertida’ noche en su compañía.

    Pero precisamente en ese momento en que creía que ya todo se había decidido, escuchó un gemido de lamentación y volteó a ver qué era lo que sucedía: Inuyasha marcaba desesperadamente en su celular sabrá Dios qué número.

    Volvió a emitir una sonora queja de fastidio al escuchar como la estúpida contestadora automática le respondía, indicándole de buenas a primeras que el móvil al que había marcado estaba apagado; no perdió más tiempo y de nuevo marcó otro número telefónico esperando tener suerte ahora.

    —Contesta vamos, toma el teléfono —murmuraba él perdiendo la poca tranquilidad que le quedaba.
    —¿Qué sucede viejo? ¿Olvidaste esconder tus revistas porno? —le preguntaba con una sonrisa intentándole hacer una broma.

    Pero el aludido ni siquiera le tomó importancia, seguía esperando que aquel bendito tono de espera dejara de sonar y poder escuchar la voz de la chica de una vez, sin embargo, justo cuando oyó nuevamente esa fastidiosa voz de la contestadora pidiendo que deje un mensaje después del tono, se molestó más y colgó de inmediato diciendo groserías por lo bajo.

    —¡Maldición! ¡¿Por qué no contestas el desquiciado teléfono?! —le gritaba molesto al celular como si éste fuera a entender sus reclamos.
    —¿Sí sabes que un móvil no es un ser viviente no? —usando el sarcasmo se burlaba una vez más.
    —¡Miroku! ¡Dejé la copia del video de seguridad en la sala! ¡Sabrá Dios dónde habrá caído!

    Y ése fue el inicio de un problema que daría mucho de qué hablar.

    :::::::::::

    El teléfono fijo de su departamento no dejaba de sonar hasta que la contestadora hizo su trabajo y respondió para poder dejar el mensaje pero éste nunca se dio ya que la persona que hace unos momentos llamaba, había colgado.

    En todo el lugar se escuchaba la pegajosa canción de las Spice Girls además de las voces algo desafinadas y alocadas de las tres chicas que no dejaban de seguir la letra y obviamente moviéndose improvisadamente como si de adolescentes se tratara.

    —¡If you wanna be my love…! —exclamaban a coro sonriendo.

    Sango había propuesto noche de chicas sin estrés con la única condición de que los celulares estaban prohibidos, al menos por esa velada así que las tres apagaron sus móviles y los dejaron en la habitación de Kagome para luego ir a la sala, poner cualquier video de karaoke y así poder cantar sin afinación alguna, restándole importancia a los reclamos de los vecinos.

    En realidad se había convertido en un momento muy agradable ya que recordaban sus días de preparatoria y secundaria, aunque la pelirroja no estuvo con ellas en esas épocas es más que lógico que también tuvo sus experiencias similares.

    Después de haber estado bailando de ese modo tan enloquecido, saltando por doquier y desordenando los muebles se echaron a reír en el piso mirándose entre ellas, tratando de recuperar el aliento e intentando normalizar sus latidos de la emoción vivida: eran como niñas de diez años teniendo su primera fiesta sin un adulto supervisando sus acciones, se sentían libres y capaces de hacer lo que les fuera en gana.

    Kagome se puso de pie para acomodarse el short de entre las nalgas mientras seguía riéndose hasta que por fin pudo emitir su primera oración después de unos segundos.

    —Voy por los sándwiches —avisaba a la vez que se daba media vuelta e iba hacia la cocina.

    Sus dos amigas aprovecharon para ir calmándose así que también se levantaron del piso, fueron acomodando los sillones junto con los almohadones, que estaban tirados por todos lados y una vez así pudieron sentarse plácidamente para poder comer tranquilas.

    Si iban a merendar no podían estar a gusto sin algo que ver así que Ayame se puso de pie y empezó a rebuscar entre todos los estuches de DVD ordenados que su amiga azabache tenía en una mini repisa al costado del aparador del televisor, ninguno le llamaba la atención ya que la mayoría ya los habían visto; de pronto se dio media vuelta y logró ver uno que estaba mal acomodado como si hubiese sido tirado al azar en la mesa de centro; aquel detalle atrajo su curiosidad y lo tomó entre sus manos para leer la portada.

    —Oh! Me gustan las tramas policiales y de suspenso —dijo repentinamente con una sonrisa al desear ver esa ‘película’ que tenía por nombre “Confidencial”.

    ::::::::::::

    —Ok ya, cálmate Inuyasha.

    Ya era la tercera vez que le venía diciendo eso mientras que lo veía caminar de un lado a otro con su teléfono en mano intentando comunicarse por todos los medios con Kagome.

    Le había llamado cuatro veces seguidas al departamento pero no respondía lógicamente, luego se decidió de nuevo por el celular así que le volvió a marcar, pero sólo fue una vez ya que ni siquiera timbró porque, como ya se sabía, la señorita lo había apagado. Ahora estaba llamándole a Sango pero tuvo el mismo resultado anterior por lo que se hartó y tiró el teléfono al mueble, se cogió de los cabellos y se los estiraba un poco haciendo drama.

    —Sí su amiga ve ese video, Kagome me va a matar —vociferaba inquieto.
    —Pues ni modo, tenemos que ir al apartamento e impedir que reproduzcan el video —le intentaba dar soluciones para animarlo.
    —Sí es que no lo hicieron ya —contestó preocupado como vaticinando lo que se venía.

    Salieron de inmediato de la residencia de Miroku; la situación se ponía cada vez más tensa.

    ::::::::::::

    A lo largo de su vida siempre había escuchado muchas frases que, si bien algunas no le servían, habían otras que se asemejaban con lo que estaba pasando en algunos momentos; por tomar un simple ejemplo, cuando era niña y hacía travesuras, a su madre le gustaba repetir una frase singular que decía: “Después del gusto, viene el disgusto Kagome, así que no sonrías mucho porque luego puedes llorar”, esto mayormente quería decir que cada vez que algo va bien y te diviertes mucho haciéndolo, llega el momento en que las cartas se voltean y todo puede salir al revés provocándote malestares o desazones.

    En este caso, ella no había hecho nada malo pero hoy le tocaba llorar después de haberse divertido y reído; ahora ya no había hecho alguna travesura como echarle azúcar al frasco de la sal o romper algún adorno en la casa, su único pecado fue ocultárselo a sus dos amigas para que no se preocuparan y sobre todo para que no sufrieran; no le importaba llevar la carga sola, porque así había sido en gran parte su vida, ya estaba acostumbrada pero no se esperaba que justo esa noche tenía que romper el silencio de forma obligatoria.

    —¡Maldición Kouga! ¡Suéltame! ¡Ya déjame!
    —Grita todo lo que quieras cariño, alquilé el restaurante por esta noche y encargué que todo el personal se ‘fuera a dormir’, así que nadie vendrá por ti.

    En la pantalla se podía ver la fecha y hora de la grabación, se podía ver con claridad como Nagasaki tomaba por la fuerza a Kagome de las manos y le besaba con lujuria el cuello haciendo que ella emitiera gemidos asustados y desesperados. Soltó la bandeja de plástico donde traía los sándwiches haciendo que éstos cayeran al piso mientras miraba perpleja la reproducción de esa supuesta película policial y de suspenso.

    —¡Ya basta! ¡No! ¡No por favor!
    —Eres perfecta para mi Kagome… eres únicamente perfecta.

    Nagasaki la había echado en el piso y empezaba a desabrocharle el sostén pero justo en ese momento se vio como Inuyasha entró a los baños y detuvo en un segundo al agresor, empujándolo a la pared para empezar a golpearlo. En ese instante, el video se detuvo y apareció en la pantalla el símbolo de estar en pausa, esto hizo que se provocara un silencio sepulcral y sumamente incómodo en la sala.

    Sango no dejaba de ver el televisor con el rostro bañado en lágrimas y tapándose la boca con ambas manos, Kagome estaba de pie al lado del mueble donde ellas estaban sentadas, se encontraba con los brazos abajo y obviamente con los ánimos por los suelos. La pelirroja había entrado en shock, también se encontraba llorando pero sin emitir queja alguna, sólo dejaba que las lágrimas siguieran cayendo sin poderlo evitar y sin poder quitar la vista de la pantalla, tenía el control en mano después de haber pausado el video.

    —Kagome… —se escuchó de pronto la voz quebrada de Ayame, añadió —Ese… ese miserable ¿Logró hacerte daño?

    La aludida bajó la mirada, llorando en grandes cantidades sin poder detenerse.

    —No… Inuyasha me salvó —contestó ella teniendo varios sentimientos encontrados.

    ¿Qué estaba bien y qué no? ¿Sería lo correcto pedirle perdón en ese momento por lo que hizo su prometido o por habérselo ocultado? No sabía exactamente qué decir o cómo reaccionar, ya todo se había revelado y no podía hacer como si nada hubiera pasado, tenía que hablar, explicar qué fue lo que pasó exactamente esa noche en aquel restaurante.

    Sus pensamientos se detuvieron en el acto cuando sintió a Takahashi abrazándola fuertemente mientras que lloraba de forma desgarradora sin tener consuelo alguno.

    —¡Perdóname Kagome! ¡Por mi culpa te lo tuviste que guardar! ¡Tuviste que pasar por ese horrible momento tú sola! ¡Perdóname por favor!

    Nadie pensaría que hace unos minutos aquellas chicas hubieran estado riéndose y bailando como si no importara nada. Sango se limitó a sacar ese CD del reproductor de video para volverlo a guardar en su estuche maldiciendo a Kouga por lo bajo, ese tío no merecía vivir y mucho menos merecía el amor de Ayame, pensaba la castaña frunciendo el ceño de la cólera contenida.

    En ese momento, la puerta del apartamento se abrió e Inuyasha entraba presuroso para impedir que las chicas encontraran la grabación pero obviamente ya era demasiado tarde; aquella escena en que las dos jóvenes estaban de pie, abrazadas y llorando sin consuelo le hizo entender rápidamente que el secreto había sido revelado.

    La castaña volteó a fijarse quién era el que había ingresado y al reconocerlos fue hacia ellos con una expresión entre seria y decepcionada.

    —Esto no se va quedar así Inuyasha, tenemos que denunciar a Kouga —le dijo de frente con un tono de impotencia.
    —No haré nada Sango… no hasta que Kagome me diga lo que quiere hacer —sentenció de esa forma sus futuras acciones.

    Nuevamente se tendría que esperar la decisión de la joven azabache aunque ésta vez no sólo sería ella la que juzgue el destino de Nagasaki.

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    Hehehe xD Me salió muy largo este cap. por eso lo separé en dos partes.
    :confused:! Oh! ¿Qué harán para darle su merecido a Kouga? Ustedes qué piensan.
    Bueno nos leemos luego!
     
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    Nastya Taisho

    Nastya Taisho Iniciado

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    Bueno..
    Me encanta la trama y quiero mas estoy sedienta de mas historia, me dejaste nerviosa y quiero saber que pasa ( creo que me pusiste hiperactiva).
    En estos momentos puedes desir con orgullo que me sacaste de la burbuja de antisosialidad en la que estaba y que te ganaste un fan ferviente.
    No me defraudes...
    :3
     
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  5.  
    Misaky-chan

    Misaky-chan Entusiasta

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    Hola!
    Soy nueva en este fic! y la verdad me encanta es algo muy hermoso y la trama es muy interesante y atrayente, estoy esperando con ansias la continaucion, me encanta ese lado protector y tierno que tiene inuyasha para con kagome es verdad que es un poco gruñon pero asi lo queremos y kagome pobresita se nota que ha tenido que sufrir mucho en su vida primero con lo de bankotsu y ahora con lo de koga pobresita, pero bueno para eso esta nuestro querido inuyasha para ayudarla... oowww adorooo realmente esta pareja es muy entretenida y divertida... veremos que pasara mas adelante sin mas me despido.
    besos akane love
     
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  6.  
    Factummale

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    Hola!!!!
    Me gusto mucho este cap. No miento
    que tierno InuYasha siempre respetando la decisión de Kagome.
    Lo que yo le aria a Kouga sería desmenbrarlo luego prenderle fuego y los restos se los daría a los perros ^.^ ...que? Exagere XD
    Buano creo q está muy buena y nunca dejes de escribir yo te admiro
    chao
     
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  7.  
    aLeTheia_anGeL

    aLeTheia_anGeL Usuario común

    Piscis
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    Comedia Romántica
    Total de capítulos:
    24
     
    Palabras:
    3880
    Hola a tod@s! :)

    Como avisé por mi muro más temprano, dije que hoy por la noche colgaría la continuación en recompensa a su santa y admirable paciencia por haberme esperado antes ya que me demoré en colgar dos capítulos de las semanas pasadas. Me alegra tanto ver los comentarios de ustedes chicas: Nastya Taisho, Misaky-chan, eliamantedeanime, Akarilove; aunque a la última usser le borraron el coment no importa, de igual modo lo he leído y le daría 'like' si se pudiera xD

    Nuevamente muchas gracias por el apoyo! Y en fin, aquí les dejo la segunda parte de este dramático capítulo ¡Espero les guste!

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    Cap. 9 [Segunda Parte]


    —Ya casi llego cariño —hablaba por teléfono de lo más tranquilo mientras tomaba un café.

    Ya se le había hecho costumbre mentirle a su prometida cada vez que ella preguntaba cosas como dónde estaba o si ya iba a llegar; sencillamente le resultaba incómodo tener que contarle todo lo que hacía las 24 horas del día, el hecho de que se iban a casar no significaba que tendría que dar explicaciones de sus acciones o al menos así lo consideraba.

    A la vez que tomaba ese amargo pero delicioso café expreso se preguntaba ¿Cómo es que iba a tirar su vida de soltero al borde? ¿Por qué con Ayame? ¿Por qué no con Kagome? La única satisfacción que le quedaba era el “dulce” recuerdo de haberla besado aunque sea por la fuerza; esa mujer tenía la piel más suave y cálida que ninguna otra que haya tocado, ni siquiera la de su prometida se comparaba con la de Higurashi, la joven azabache era tan sublime. Hasta ahora nada se parecía a los excitantes momentos que había pasado con Kagome en ese baño del restaurante, deseaba mentalmente tener alguna grabación para verla una y otra vez con tal de revivir esos instantes.

    —Lástima que me voy a casar… —murmuró para él mismo con una sonrisa de lado.

    Dejó un billete con la cantidad exacta para pagar la infusión y decidió irse sin recoger su cambio, quizás serviría como una pequeña propina para el mozo que lo atendió. Salió de aquel local y apenas hubo pisado la calle paró un taxi con la mano para abordarlo e ir a su destino.

    Resulta que su prometida le había llamado anoche para pedirle un gran favor: que vaya a la mañana siguiente al café de Kagome exactamente a las once de la mañana porque le harían una fiesta sorpresa para animarla y esperaba que en esa reunión, trate de conocerla un poco más, con el fin de caerse bien mutuamente ya que la pelirroja quería como dama de honor a su querida amiga azabache por lo tanto el novio y la dama de honor se tenían que hacer amigos.

    A él no le parecía mala idea, al contrario, aceptó muy a gusto de poder participar en esa celebración con tal de estar al lado de la chica toda la velada, lo haría encantado.

    No creía estar enamorado ni nada por el estilo porque si no hubiera hecho algo distinto y menos salvaje con tal de sentir sus labios, lo que sucede es que esa mujer era una ‘potra indomable’ y eso era lo que lo cautivaba por completo, tal vez era atracción sexual lo que lo llevaba a alocarse tanto con la Higurashi. Siempre le ha gustado el tipo de chica que se hace la difícil, a un modo personal obviamente ya que no todas lo expresan de la misma manera; Kagome era algo así como “Sí me tocas, te desmadro”, supuso que lo tomó como un reto el hecho de dominarla en algún momento y sentía que lo había conseguido.

    El taxi dobló en una esquina y lo dejó justo en frente del restaurante, sonrió de lado y pensó “Voy de café en café, como si no tuviera otros lugares que visitar…”. Empujó la puerta del local e ingresó mirando indiferentemente a todos lados pero a los pocos segundos de darse cuenta que no había nadie, frunció un poco el ceño y creyó haberse equivocado de establecimiento pero no, no había errado al fijarle el lugar al chofer, éste era sin duda la cafetería de Kagome.

    —¡¿Hola?! ¿Ayame? ¿Hay alguien aquí?

    Parecía una escena de esas películas de ficción y suspenso en las que el protagonista se quedaba solo en algún lugar especifico, luego venían los extraterrestres a capturarlo para llevárselo en su nave espacial y hacerle varios experimentos prohibidos.

    Se aproximó a la barra, como era su costumbre, se sentó en una de esas sillas altas pero esta vez dando la espalda para poder ver todo el vacío y silencioso local; era raro que ni siquiera un miserable cliente estuviera sentado bebiendo algo.

    —Ni un alma… —dijo para él mismo cuando de pronto lo obligaron a callarse.

    Se le pasó por la mente de inmediato que quizás si habían venido alienígenas a secuestrarlo pero rápidamente se dijo idiota así mismo y trató de mantener la mente fría: quizás las chicas estaban atadas y encerradas en la cocina siendo tomadas como rehenes por unos ladrones que querían llevarse todo el dinero de la caja fuerte ¡Sí! Eso debía ser…

    —Qué bueno que llegaste, Kouga —aquella voz se le hizo muy familiar.

    Esa persona le había sujetado el cuello con un brazo por detrás, haciendo que su cabeza retroceda un poco, lo tenía de ese modo con tanta fuerza que no podía voltear para fijarse quién era, lo único que podía hacer era intentar zafarse.

    —¡Pero qué mierda! ¡Suéltame, maldición! —empezó a gritar muy enojado.

    De pronto escuchó pasos de zapatos con tacones que provenían desde atrás y se acercaban más hacía él.

    —Que no le duela mucho, Inuyasha… aún —la pelirroja se paró frente a su prometido con los brazos cruzados y una mirada llena de odio.

    Nagasaki intentó articular palabra nuevamente para pedir explicaciones y que lo suelten de una vez, estaba furioso, sí esto se trataba de alguna broma no era absolutamente nada graciosa, sin embargo cuando estaba a punto de volver a hablar, ella se adelantó.

    —¿Por qué Kouga? Yo… lo único que hice fue brindarte mi amor y tú… —empezaba a contarle ella hasta que se le quebró la voz.
    —¡Pero a qué rayos te refieres! —exclamaba él apretando con fuerza el brazo de Taisho.

    Esto ya era demasiado, estaba furioso y confundido, deseaba saber que era lo que estaba sucediendo y por qué lo estaban agrediendo de ese modo; sí ese tipo de ojos raros no lo soltaba ahora mismo, forzaría a que lo haga.

    —Suéltalo un momento, por favor Inuyasha —pidió ella de repente tocándose la frente.
    —¿Estás segura? —cuestionó no muy convencido.

    La pelirroja asintió lentamente sin levantar la mirada. Taisho le hizo caso y de mala gana lo dejó libre.

    Al fin podía moverse sin sentirse presionado en la espalda, se sobaba a cada momento el cuello para asegurarse de que los músculos vuelvan a reaccionar; sin demora fue a ver a Ayame quien seguía en la misma posición con un aura decepcionante para después voltear a encarar a ese sujeto y mirarlo con rabia.

    —¡¿Se puede saber qué te pasa animal?! ¡¿No tienes respeto por la gente?!
    —¡Claro que sí, imbécil! ¡Pero tú no eres gente! ¡Por eso te mereces ese trato!

    Nuevamente empezaron a discutir como si de un mercado se tratase, Ayame se sentía cada vez peor por lo que comenzó a hacer puños apretándolos con fuerza junto con esa expresión en su rostro de estar molesta y triste al mismo tiempo.

    —¡Esta vez sí te va doler, infeliz! —le gritó por última vez al chico ambarino con las intenciones de ir a pegarle pero enseguida recibió esa dura bofetada que lo hizo sorprenderse muchísimo.

    La chica de ojos verdes se había parado en medio de ambos y a una velocidad impresionante le propinó esa cachetada dejándole roja toda la mejilla izquierda. Ella se encontraba llorando y apretando con cólera la dentadura como si se sintiera impotente de algún modo.

    —¡Te odio Kouga! ¡Te odio, maldita sea! —vociferó directamente.

    Desde que la conoció en aquella parada de autobús, se sintió maravillado por la penetrante mirada que poseía esa chica, quizás eso fue lo que le gustó de Ayame porque obviamente estuvo enamorado de ella en algún momento de su vida, no por nada le propuso matrimonio después de un año de relación. Aunque después de meses sentía que tal vez cometía un error al casarse tan pronto, eso no quitaba los sentimientos de admiración que tenía por ella: era una mujer decidida que difícilmente se abría a los demás tratando de mantener un perfil bajo pero cuando llegabas a conocerla era una tierna y hermosa niña esperando que alguien la proteja.

    Al verla tan enojada, llorando y emitiendo un aura llena de desprecio hacia él, se sentía la peor basura del planeta ¿Qué había hecho para causarle tal remordimiento hacia su persona? ¿Qué era…?

    Abría los ojos poco a poco empezando a entender la situación, rogaba a todos los santos porque no fuera lo que estaba pensando, suplicaba que ella estuviera enojada por alguna otra cosa que pudo haber hecho mal pero optó por una pose más realista, Ayame estaba realmente furiosa, triste y decepcionada; entonces él tuvo que hacer algo realmente grave y estúpido para malograr su relación hasta ese punto, y lo único grave y estúpido que hizo en el transcurso de estos días era… eso.

    —Ayame déjame explicarte, no es lo que crees —decía él típicamente, a veces uno se preguntaba por qué esa frase tan clicheada y tan mal usada.
    —¡¿Qué me vas a explicar?! ¡Sí aquí lo dice todo!

    Sacó unas fotos de su delantal negro y se las tiró en la cara, él logró coger al menos una en el aire ya que las otras tres cayeron al piso.

    Antes de citar a Nagasaki en el café, Inuyasha se había tomado su tiempo en el estudio gráfico de la revista para capturar algunas escenas del video de seguridad y sacarlas en forma de fotografías, dárselas a Ayame y dejar que ella se encargue del resto.

    Al darse cuenta que sus sospechas eran ciertas, arrugó la foto en su mano con fuerza e impotencia; era cierto ¿Qué le iba a explicar? Una mentira más no tendría sentido y aumentaría las ganas de su ex prometida por querer golpearlo.

    —Ya no quiero saber nada de ti Kouga, eres un infeliz, espero que Kagome pueda perdonarte porque yo no lo haré… jamás —sentenció ella limpiándose las lágrimas para luego hacerle una seña con su mano al muchacho ambarino.

    Inuyasha tomó su celular y le marcó de inmediato a su amigo para decirle sólo una pequeña frase: “Listo, que entren”.

    No pasó ni un minuto cuando de pronto se escuchó la serena de la policía sonar fuertemente en toda la calle, dos agentes salieron del auto acompañados por Kayama quien los guiaba hasta el interior del local.

    —Es todo suyo, oficiales —les avisó Miroku para señalarles al culpable.

    Ambos señores se aproximaron a Kouga quien no hizo resistencia alguna, le pusieron sus brazos hacia atrás para luego esposarlo.

    —Kouga Nagasaki está acusado de intento de violación, tiene derecho a permanecer en silencio, todo lo que diga será usado en su contra, puede contar con un abogado —hablaba uno de los policías mientras lo arrestaba a la vez que su compañero lo sujetaba.

    El aludido estaba sonriente y resignado a afrontar lo que se le venía, mientras maldecía en sus pensamientos el hecho de haber deseado hace unos minutos atrás aquella grabación donde le recordaría los “bellos” momentos que le hizo pasar a Kagome en el dichoso baño. “Irónico…” meditó por unos segundos para salir del local junto con esos dos policías que no dejaban de sujetarlo.

    En el país Norteamericano, un crimen de ese tipo y con pruebas que lo justifiquen se pagaba con, por lo menos de ocho a quince años de cárcel así que no verían al publicista por un largo tiempo a partir de ese momento.

    ::::::::::::

    Costó mucho trabajo tener que planificar todo, al principio cuando las chicas se habían enterado de lo sucedido, la única que insistía en avisar a la policía era Sango quien estaba furiosa además de tener a Miroku a su lado para calmarla en algunos instantes. Las otras dos no decían ni una sola palabra, Kagome estaba en shock y abrazando sus piernas en el sofá mientras que Ayame miraba con tristeza a algún punto fijo de la pared.

    Inuyasha miraba con seriedad y frustración el rostro de la joven azabache, sabía que en esos momentos estaba sufriendo y deseaba enteramente poder consolarla de algún modo pero con todos ahí metidos no podía hacer mucho que digamos.

    —¡Les digo que tenemos que llamar a la policía ahora! —seguía gritando la castaña.
    —Ya mi querida Sanguito, tranquilízate —le pedía amablemente Kayama.

    Con la tensión en el ambiente ni siquiera se tomó la molestia de corregirle aquel apodo cariñoso que le había puesto. De pronto, la pelirroja se puso de pie haciendo que todos, excepto Kagome, voltearan a mirarla.

    —Tenemos que citarlo como si no hubiera pasado nada… yo me encargaré de eso.

    De ese modo empezaron a organizarse: Ayame lo llamaría en un par de horas para decirle que lo esperaba mañana en el café a las once en punto por alguna reunión improvisada metiendo de excusa a la Higurashi obviamente, le dolía mucho tener que aceptarlo pero era el único método a usar si querían que Kouga no ponga excusas y se presente al día siguiente. Después de eso, Inuyasha y Miroku se encargarían de dar aviso a la policía usando unas fotografías que tenían pensando sacar de la grabación de seguridad como base y finalmente Sango tenía la misión de quedarse con la joven azabache para cuidarla ya que al ver su estado actual tenían miedo de que haga alguna estupidez si se quedaba sola. No le dieron ninguna tarea a Kagome porque ya era bastante para ella tener que soportar toda esta situación.

    Cuando terminaron de planificar todo lo que se haría mañana, Ayame se puso de pie dejándolos un momento para dirigirse a su amiga, quien seguía sentada en el sofá abrazando sus piernas y con la mirada deprimente.

    Intentó parecer normal, tomando asiento junto a ella y viéndola de rato en rato, hasta que decidió hablarle pero sin mirarla.

    —Cuando tenía ocho años, mi abuela me regaló para mi cumpleaños un hermoso canario, me lo trajo en una jaula grande y hermosa. Yo estaba muy feliz porque era mi primera mascota, todas las mañanas me despertaba con el canto tan lindo de ese pajarito y me sentía dichosa de poder tenerlo. Pero un día, el canario dejó de cantar, dejó de revolotear, ya no comía lo que yo le daba ni tomaba agua; tenía miedo de que estuviese enfermo y poder perderlo así que le pregunté a mi abuela qué debía hacer para sanar a mi ave y ella me dijo: “Quizás el lindo canario ya no quiere estar en la jaula, quizás desea volar y ser libre”…

    Kagome no entendía por qué Ayame le estaba contando esa historia, pero no decía nada porque no deseaba interrumpirla, simplemente seguía escuchándola aún con esa inquietud y culpa en su corazón de haber destruido la relación de su amiga.

    —…Yo no quería dejar ir a mi canario porque era mío, porque lo amaba, porque me sentía feliz teniéndolo a mi lado. Un día estaba poniéndole comida nuevamente pero en el momento en que metí mi mano a la jaula, él revoloteó haciendo que me asuste e intente sacar mi mano rápidamente, al hacer eso lo rocé y él me picoteó varias veces haciéndome sangrar. Me dolió muchísimo, no por la herida sino porque sabía que no me quería como yo a él, así que tomé la decisión de dejarlo ir. Puse la jaula junto a la ventana, abrí el seguro y lo liberé, mi canario se fue volando rápidamente y jamás lo volví a ver.

    La pelirroja estaba llorando de nuevo pero ésta vez sonreía tratando de encontrar las palabras adecuadas para finalizar lo que intentaba decirle a su amiga.

    —Lo que quiero decir Kagome, es que no te preocupes por lo que está pasando, tú no tienes la culpa de que Kouga me haya dejado de amar así de pronto, ni tú ni yo tenemos la culpa de nada así que deja de sentirte tan miserable por algo que no tiene sentido. Mañana… dejaré ir a Kouga, tú seguirás siendo mi amiga y yo te seguiré queriendo como siempre.

    La aludida se tapó la boca con sus manos sollozando sin consuelo, bastó el cálido abrazo de Takahashi para poderla calmar aunque sea un poco. Ella era una gran mujer y se merecía a un buen hombre para pasar el resto de su vida así que con ese pensamiento se fue tranquilizando lentamente intentando convencerse así misma que las cosas suceden por algo, agradeciendo a Dios por haberle dado esa señal a su amiga antes de que hubiera cometido el error de desposarse con la persona equivocada.

    :::::::::::

    Se llevaron a Kouga en el auto de policía para encerrarlo esa misma tarde, mientras que en el local había una decena de curiosos viendo a todos lados, tomando fotos o grabando pequeños videos en sus celulares sobre lo que estaba pasando.

    Adentro, los muchachos trataban de organizarse viendo que harían después de todo este alboroto; al menos el principal problema ya estaba solucionado. Decidieron cerrar el local por el día de hoy y dirigirse hacia el departamento de la joven azabache donde también se encontraba Sango.

    Mientras tanto en el apartamento, la castaña estaba en la cocina preparándose una pequeña merienda con lo que había en el refrigerador y su amiga veía las noticias de la tarde donde salía una de último minuto: la reportera decía con voz firme que el conocido columnista de la revista literaria “Humanística” había sido detenido por intento de violación a una mujer de identidad anónima en el famoso restaurante “La Rata Negra”.

    —Qué rápido corren las noticias ¿No crees? —le comentaba Sango a la vez que se acercaba a ella para tomar asiento a su lado.

    La aludida asintió lentamente sin quitar la vista del televisor. La reportera seguía informando todo al respecto: al parecer la identidad de aquella mujer, víctima de Nagasaki, no se daba a conocer y eso le resultaba sumamente tranquilizante a Kagome ya que de ese modo no tendría problemas al salir a la calle o algo por el estilo.

    —Por el momento no se tiene conocimiento de quién es la agraviada pero esperamos que dicha persona se sienta más tranquila pues se ha hecho justicia —de este modo finalizó la nota informativa para dar paso a otra noticia.

    Kagome cogió el control remoto y apagó la televisión con una expresión entre serena y seria, se echó de costado en el mueble abrazando un almohadón del sofá.

    —Inuyasha hizo un gran trabajo, sino fuera por él, tú seguirías viviendo con esa carga tan pesada —opinaba al respecto la castaña.
    —Inuyasha… es… —estaba a punto de decir algo vergonzoso pero justo en ese momento su celular vibró.

    Estiró su mano para responder y apenas escuchó esa voz, sus ojos le brillaron un poco, contestándole inconscientemente con una sonrisa de lado para luego colgar suavemente y apoyar su móvil en su pecho con ternura.

    —¿Fue él cierto? ¿Dijo que ya venía?
    —No molestes Sango… sólo avisaba que estaba en camino —contestó la chica tratando de ocultar esa sonrisa en su rostro.

    Quizás se había acostumbrado a Taisho, quizás le cogió cierto cariño, sea lo que sea el mes de Agosto empezaba bien, tal vez con algunas futuras sorpresas que poco a poco se irían revelando con el tiempo.


    --------------------------------

    Oh!!!! Qué tal les pareció el desenlace? OwO
    No quise ser muy dura con Kouga porque le tengo mucho aprecio al personaje así que con un par de años de cárcel está bien xD Hehe~~
    Bueno, nos leemos pronto!
    Jya Ne! :)
     
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    Factummale

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    Virgo
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    hermoso, simplemente hermoso, Kagome esta aceptando el amor hacia InuYasha :D
    al fin se iso justicia, en cerio que me dio rabia lo de Kouga :mad:, aunque yo igual lo quiero.
    gracias por avisar, sigue así, no pares asta que tu pozo de creatividad este seco:p.
    te pido un favor que el próximo cap. le pase algo bueno a Kagome para que la pobre no sufra mas.
    chaolin bom bin (esto lo decía como a los 6 años XD :D)
     
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    Akarilove

    Akarilove Iniciado

    Virgo
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    Kouga recibió lo que se merecia por lo que le hizo pasar a kagome
    Realmente Yo crei que Ayame actuaria de una manera muy negativa hacia Kagome por haberle ocultado eso, pero me alegre mucho al saber que a pesar de todo su amistad fue la que triunfo :)
    Hay Kagome ya empieza a sentir maripositas en el estomago por Inuyasha :) Hay esperare con muchas ansias la continuación :D
     
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    Misaky-chan

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    Hola!
    :)
    Muchas gracias por invitarme y avisarme la continuacion :) Ehhhh me gusto la continuacion inuyasha es todo un herooeee jejeje no mentiras kouga en realidad tiene una mente algo retorcida y pobre ayame como esta sufriendo me da un pesar :C
    Pero muy madura su decision ademas de que se noto que queria a kagome poniendo porencima su amistad :) espero tu conti con emocion cuidate :)
     
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    Nastya Taisho

    Nastya Taisho Iniciado

    Géminis
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    AHH me encanto tu conty.
    Que bueno que el malo y sensual Koga recibiera su merecido, Koga era todo un pervertido y acosador sexual (le estaba quitando el puesto a Miroku).
    Me encanta como manejas los personajes y tu forma de narrar , si tuviste faltas de ortografia ni cuenta me di jejej es que disfrute la historia.

    Te leo cuando publiques de nuevo...
     
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  12.  
    ZaroM

    ZaroM Iniciado

    Acuario
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    OMG! Ame la continuacion! Perdon por no comentar antes :(. Que bueno que le distes su merecido a Koga, nunca pense que seria tan cruel :s! Me da mucha lastima por parte de Ayame, no merece soportar tanto engaño, Admiro su valentia♥!!
    Aw, ya comienzan a surgir cosas nuevas entre Inuyasha y Kagome *-*! Te dire algo, AMO tus capitulos Largos ;)! Buenos ya quiero leer el prox. Capitulo! Bye :-*
     
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  13.  
    aLeTheia_anGeL

    aLeTheia_anGeL Usuario común

    Piscis
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    Escritora
    Título:
    Ni contigo ni sin ti [inu&kago]
    Clasificación:
    Para adolescentes. 13 años y mayores
    Género:
    Comedia Romántica
    Total de capítulos:
    24
     
    Palabras:
    8627
    Wah! Estoy tan contenta de que les haya gustado tanto el capítulo. Infinitas gracias a eliamantedeanime, Akarilove, Misaky-chan, Nastya Taisho, Kary Yaruu y ZaroM por haber comentado, me gusta mucho leer los post de ustedes porque me anima a seguir publicando la historia y me dice también que el esfuerzo que uno le pone en hacer la trama interesante, sí que vale la pena :) Les agradezco también por sus constantes 'Likes' son muy importantes!

    Y para que vean lo feliz que estoy xD Les tengo una sorpresa: Capítulo largo y con algo de mini-romance!

    xD ¿Qué tal? Hahaha~ Espero que les guste mucho, de verdad me salió largo (18 páginas!) y no quise cortarlo porque no se veía bien. Que lo disfruten! :) Gracias por leer!

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    Cap. 10

    Veía con pesadez el calendario, era la cuarta vez que hacía eso, resopló con fastidio y maldijo por lo bajo. Ya faltaba una semana para su cumpleaños y a decir verdad era una fecha que no le agradaba mucho celebrar, deseaba pasarlo como un simple día más de vida pero su adorada amiga jamás perdía la oportunidad para realizar alguna reunión sorpresa o ese tipo de cosas: la última vez se atrevió a reservar un salón de conferencias de un hotel en Las Vegas, la llevó con engaños a ese lugar y cuando la puerta se abrió lo único que pudo ver fue un largo y grande banner que decía “Feliz Cumpleaños Kagome!” y mucho, muchísimo confeti volando por todos lados; le tomó un día entero quitarse todo ese papelillo de colores del cabello.

    —Kagome... —le llamó su ambarino inquilino trayéndola de nuevo al mundo real.
    —Eh ¿Qué sucede? —respondió ella parpadeando un par de veces para luego fijar su mirada en él.
    —Te decía que me contrataron en una galería de arte y quieren que haga una exposición fotográfica ¿Quieres venir? Puedes invitar a Sango y Ayame si deseas —volvía a contarle ya que hace unos momentos la joven no le había prestado atención.
    —Ah, seguro y ¿Cuándo es? —no le estaba tomando mucho interés que digamos pero si era un evento de ese tipo le agradaría ir por un rato.
    —El sábado 19 de Agosto a las ocho de la noche —respondió sin inmutarse y comiendo el último trozo de tostada que le quedaba.

    Abrió un poco los ojos y separó tenuemente sus labios, estaba un poco sorprendida de lo que estaba sintiendo en ese momento ¿Decepción? ¿Nada más porque, obviamente, Inuyasha no recordó en lo absoluto su fecha de nacimiento? Nada más verlo así de tranquilo al decirle el día en que sería su exposición, se sentía un poco incómoda; jamás había experimentado tal desilusión de que por primera vez una persona cercana a ella, no se haya acordado de su cumpleaños.

    —¿Y bien? ¿Vendrás? Oye no es por insistirte, pero es para mandarles las invitaciones en caso que deseen asistir —explicaba sumido en la serenidad.
    —Claro, iré —respondió cortante sin poder evitarlo.
    —Genial, entonces mañana te entregaré las tres invitaciones —hablaba mientras se ponía de pie y se colocaba su chaqueta, añadió —Ya me voy, suerte en el café.

    Al terminar de decir eso, fue a coger su mochila cruzada del sofá para ponérsela y una vez así salió del apartamento dejando a Kagome aún sentada en el comedor con su taza de café intacta; se le habían ido las ganas de comer, estaba incómoda porque él no recordó su cumpleaños y molesta porque se sentía incómoda. Se preguntaba a sí misma el por qué se sentía así de fastidiada, al fin y al cabo se repetía siempre que no deseaba celebrar su cumpleaños, entonces ¿Por qué? ¿Por qué tenía que estar así después de enterarse que Inuyasha no recordaba su fecha de nacimiento?, sí así era él entonces ¿Recordaría la fecha en la que se casaron? Ella lo recordaba a la perfección.

    En ese momento alzó la cabeza y mostró sus mejillas enrojecidas de la vergüenza ¡¿En qué rayos estaba pensando?! "¡Él y yo no estamos casados de verdad, sólo es momentáneo hasta que podamos separarnos!", exclamaba en su mente hasta que ya no soportó más: se agarró de los cabellos y poniéndose de pie fue corriendo hasta su habitación para tirarse en su cama y gritar ahogadamente en su almohada; era una experiencia nueva para ella.

    ::::::::::

    —Así que toda la semana no podrás venir ¿Eh? —repetía lo que su amigo le había comunicado hace unos minutos.
    —Eso mismo, tengo que cumplir con esa exhibición, me pagarán bien por eso —contaba el muchacho ambarino ansioso por su presentación.
    —¿Cómo cuánto ganarás? —preguntó curioso Kayama sonriendo de lado.

    Inuyasha agarró un pedazo de papel que su camarada tenía por ahí en su escritorio para escribir la suma de dinero; las paredes de su oficina eran de papel y sabía de por mucho lo chismosos que eran en la revista así que decidió ir con cautela. Le pasó la nota para que pudiera verla y al darse cuenta de la cantidad, Miroku abrió los ojos y su boca a la misma vez para expresar su enorme sorpresa.

    —¿Es una broma? ¡Esto es lo que ganas en cinco meses aquí!

    El aludido estaba sonriente, era verdad: esa cantidad de dinero era fuerte para ser sólo una exposición de sus fotografías; por eso y más amaba su trabajo.

    —¿Y cuál es el tema de tu exhibición? —de seguro su amigo tendría muchísimo quehacer estos próximos días.
    —Naturaleza, quizás un cincuenta por ciento, lo demás es una combinación entre el medio ambiente y personas —contestó orgulloso de lo que hacía.
    —Claro, tu habilidad fotográfica se resalta en ese tema ¡Vaya! Sí que saben de ti para plantearte semejante propuesta —estaba feliz por su amigo a pesar de que el próximo sábado él ganaría el doble de su sueldo mensual.

    De esa forma Miroku firmó los papeles de solicitud de permiso para que su fotógrafo compañero pudiera estar ausente la siguiente semana ya que tendría bastante trabajo que realizar puesto que mínimo tendría que tomar unas mil doscientas fotos para empezar, ir desechando cuáles quedan y cuáles no, y así sucesivamente hasta tener mil por lo menos para mandarlas a imprimir en diferentes tamaños y colores. Eso, sumado a que también debe ir constantemente al local dónde se hará la exposición para organizar la ubicación de los paneles, los diseños de los marcos, etc. Inuyasha tenía demasiada responsabilidad los próximos días.

    ::::::::::::

    Como podía pasaba las facturas al registro que tenía en la computadora, a veces se le olvidaba lo que estaba haciendo y miraba al techo u otro lugar pero apenas recordaba sus deberes laborales se ponía a escribir nuevamente en su portátil, distraída… siempre distraída.

    No podía estar así todo el rato, ese pensamiento que la perseguía desde la mañana no la dejaba en paz así que decidió salir un rato de su oficina para poder despejar su mente. Se puso de pie y abandonó todo con tal de respirar y sentirse tranquila al menos por unos minutos; se dirigió a la barra donde estaba Sango leyendo una revista ya que no había muchos clientes a esa hora y todos los que estaban presentes ya estaban atendidos.

    —¿Sucede algo amiga? —como siempre ella sabía cuando le pasaba algo pero esta vez decidió no decirle nada.
    —Todo bien, y Ayame ¿Dónde está? —al no verla se sintió curiosa de su paradero.

    La castaña sonrió y señaló al costado izquierdo del café, Kagome tuvo que voltear un poco para fijarse y al darse cuenta de la situación disimuló muy bien para que no se dieran cuenta que los miraba.

    —Entonces si te compro una malteada y un soufflé de chocolate ¿Aceptas salir conmigo? —negociaba Ryan alguna forma de que ella aceptara.
    —Dos soufflés para llevar, y los comemos juntos en la noche cuando pase a tu departamento —contestó ella ganando el trato.
    —Hecho…

    La pelirroja estaba muy feliz conversando con aquel joven rubio de esa vez, sonriendo los dos se contemplaban fijamente; claro que Ayame era la primera en romper el enlace pero era porque se ponía nerviosa tener que verlo directamente por más de cinco segundos seguidos. Desde lo que sucedió con Kouga, ese chico había estado viniendo más seguido al café, al principio atendido por Sango pero en cuanto Takahashi se dio cuenta que su vecino estaba ahí todos los días decidió atenderlo ella misma hasta que fue cogiéndole costumbre.

    Kagome sonrió al ver a su amiga así de contenta, supuso que después de algo malo definitivamente algo bueno tendría que pasar y Ayame se merecía a un buen hombre en su vida, quién sabe, quizás el destino quería que ese tipo sea Ryan.

    Entonces… si lo malo es que Inuyasha se haya olvidado de mi cumpleaños eso quiere decir que ¿Él me dará una sorpresa? —se preguntaba mentalmente ella.

    Y aquí iba de nuevo, cavilando ideas las cuales tenían poca probabilidad de suceder pero aún así ella no perdía las esperanzas, a pesar de que no le gustaba celebrar su día.

    Los días siguientes estuvieron llenos de tensión para ambos: Inuyasha no podía descuidar su trabajo y muy pocas veces se le veía en el apartamento ya que la mayor parte del tiempo se la pasaba en los parques, en los centro de recreación o sino en los alrededores rústicos de la ciudad donde no había mucha gente además de que necesitaba ir cada cierto tiempo al local donde sería la exhibición para poder coordinar con el personal encargado como deseaba que estuvieran ubicados los marcos de las futuras fotografías y algunos paneles junto con la iluminación. Por su lado Kagome estaba sumergida en la nostalgia ya que esos días las pasaba completamente sola, lo que ocasionó que sus sentimientos se mezclaran y sintiera confusión respecto a lo que sentía por su ambarino inquilino.

    Hubo una oportunidad en la que ambos riñeron porque la ropa sucia no se había llevado a la lavandería puesto que se cruzaron horarios; en realidad era el turno de Kagome haberlo hecho sin embargo con lo distraída que se encontraba no pudo recordarlo y lo dejó pasar; no fue hasta que Inuyasha tuvo la necesidad de ponerse uno de sus polos favoritos para ir a trabajar en lo que se dio cuenta de la cantidad de ropa acumulada lo que hizo crear una ligera discusión entre ambos.

    Esto deprimió un poco más a Kagome, quien harta de esos reclamos fue a pasar esa noche en el apartamento de Sango y regresó a la mañana siguiente aunque Inuyasha no se dio cuenta ya que no estaba en la residencia, había salido a trabajar otra vez.

    Era viernes por la noche y ya faltaban cinco minutos para las once, Taisho aún no regresaba y eso la estaba preocupando; era la primera vez en toda la semana que se tardaba de más en llegar ¿Y sí le pasó algo? ¿Sí el taxi en el que venía tuvo un choque? ¿Si se encontró con alguna amiga fotógrafa y se quedó con ella en su casa? Miles, millones de pensamientos raros pasaron por su mente en menos de unos cuantos segundos, todos involucrando a Inuyasha en algún rollo. Bebió lo que quedaba de su vaso de whisky para después ponerlo en la mesa de centro, seguramente ya estaba mareada y por eso tenía esas locas ideas; sonrió un poco y luego fue cayendo lentamente de lado en el sofá, acurrucándose entre los almohadones, quedándose dormida en el acto.

    Con el duplicado que tenía abrió la puerta e ingresó al apartamento, estaba muy cansado porque todo el día se la pasó yendo de un lugar a otro viendo los últimos detalles del local puesto que al día siguiente ya era la fecha de la exhibición, sin embargo estaba de mal humor porque unos carteles grandes que deberían ir en la entrada de la galería no se pudieron imprimir a tiempo así que mañana a primera hora debía regresar a la imprenta para recoger los banner y llevarlos de vuelta al local; y aunque eso era responsabilidad de la misma empresa organizadora, él amaba tanto su trabajo que de ser posible todo lo realizaba él mismo con tal de que el evento saliera como lo estaba planeando.

    —¿Kagome estás por ahí? Ya llegué —decía con la voz apagada por la fatiga.

    Sin embargo no recibió respuesta; la habitación de la Higurashi tenía la puerta entreabierta y la luz prendida, lo que le hizo suponer que ella aún se encontraba despierta pero al no escuchar ni un mínimo ruido desechó esa idea. Aunque al dirigirse a la sala y prender una de las lámparas al costado del sofá, se llevó una gran sorpresa al verla plácidamente dormida y abrazando uno de los almohadones, estaba cansado, sí, pero eso no le impedía agacharse unos momentos a la altura del mueble para contemplarla mientras soñaba; se veía tan hermosa y frágil que le sacó una sonrisa de lado.

    —Dormilona, no me puedes esperar ni siquiera un par de horas despierta —fingía reclamarle, en realidad no le molestaba en lo absoluto.
    —Inuyasha… —murmuró de pronto ella.

    Eso lo hizo sobresaltarse un poco, no se esperaba que ella estuviera en realidad despierta ¿O no? Se acercó un poco para fijarse mejor, se había equivocado, ella seguía durmiendo lo que indicaba que estaba hablando mientras soñaba… eso quería decir que…

    —¿Está soñando conmigo?
    —Inu…Yasha… idiota…

    No se esperó eso por lo que se quedó algo serio por unos segundos como si en verdad le hubiese ofendido aquel apelativo, se sobó por un rato la cabeza y luego se animó a acercarse más a ella; sus labios eran terriblemente tentadores en ese momento pero él era un caballero y si alguna vez deseaba besar a una mujer lo haría pero cuando ella se encuentre despierta. Desvió su trayectoria hacia la frente femenina en donde acostumbraba a plantarle ósculos cariñosos, luego meditó si estaría bien cargarla hacia su habitación pero corría el riesgo de despertarla y sinceramente quería que Kagome siguiera soñando con él a pesar del gracioso insulto así que se limitó a traer una manta de la habitación de ella para poder cobijarla suavemente.


    Al día siguiente…

    La tenue luz que se abría paso a través de las cortinas dio precisamente en sus ojos, haciendo que frunciera un poco el ceño por la molestia causada; aquella luz la obligó a despertarse poco a poco para luego darse cuenta que se encontraba en la sala de su apartamento, felizmente no bebió mucho whisky o sino el dolor de cabeza que tenía en ese momento sería muchísimo peor, con una simple aspirina se le pasaba en menos de diez minutos.

    Se sentó en el sofá mientras se sobaba repetidas veces el cuello hasta que se percató de una pequeña nota debajo de su vaso vacio del trago de anoche; la tomó entre sus dedos para poder leerla.

    Dormilona y encima alcohólica. Oye si lees esto es porque ya no estoy en casa, hoy es la exhibición fotográfica y tengo que recoger unas impresiones pendientes, recuerda que es a las ocho así que te estaré esperando, las invitaciones están en tu dormitorio al lado de tus cremas y perfumes que tienes por montones. Los hot cakes están en el sartén, sólo tienes que servirte. Nos vemos en la noche. Inuyasha.

    Ni siquiera una posdata de feliz cumpleaños, ni siquiera una despedida de “cuídate mucho y pásala bien”… nada. El hecho de que en la nota le haya mencionado sólo su exposición de fotos y que encima sea tan considerado de dejarle la mitad del desayuno preparado la hacía sentirse totalmente desdichada y egoísta. Si a ella no le gustaba celebrar su cumpleaños entonces ya no debería darle mayor importancia, hoy era un día importante para él porque mostraría el trabajo en el que estuvo metido durante toda la semana, laborando arduamente para que quedara bien; hubo varias noches en las que se despertaba en la madrugada por diversos motivos y pudo encontrarlo en el sofá aún chequeando las fotografías en su portátil siempre con una taza de café a su costado.

    —Buena suerte Taisho… —murmuró para ella misma arrugando la nota y poniéndose de pie dirigiéndose hacia la cocina.

    Estaba resignada a pasar ese día sin él, sin su compañía, así que se limitó a destapar la sartén, coger un plato de la alacena y servirse sus panqueques junto con la miel que estaba en una pequeña jarrita al costado de donde ponía los cuchillos. Mientras comía un pedazo de esos dulces panecillos cogía una taza para servirse el café y una vez así poder endulzarlo.

    —No importa, hoy será un gran día —se animaba a sí misma aunque en el fondo sabía que no iba a ser así.

    De pronto escuchó una melodía muy familiar, hizo una mueca de confusión y miró a todos lados en su apartamento ¿Será que el whisky la dejó tan aturdida que se estaba imaginando sonidos? No, claro que no ¡Tenía que ser así de despistada! Recordó rápidamente que el celular estaba en su cartera, la cual dejó regada en uno de los muebles. Fue hacia allá de inmediato, abrió el bolso y por suerte aún la estaban llamando así que contestó a tiempo.

    —¡Feliz Cumpleaños amiga mía! —se escuchó desde el otro lado de la línea.
    —G…gracias Sango —respondió ella como usualmente lo hacía.
    —Anímate, hoy es tu cumpleaños y la vamos a pasar genial porque ésta noche nos vamos todos juntos a parrandear ¿Te parece? —planificaba la castaña con una sonrisa.

    Cierto, en toda la semana anterior no se le ocurrió avisarle a Sango que hoy era la exposición de Inuyasha y como invitada que era, podía llevar a sus dos amigas al evento. No era que no tuvo oportunidad de decirle, ya que eso le sobró en los días anteriores, simplemente no quiso hacerlo porque guardaba esperanzas de que su ambarino inquilino recapacitaría y se acordaría del famoso 19 de Agosto; ahora ya no tenía sentido decírselo por teléfono y quedarse sorda con el grito que daría la Ishikawa al enterarse de ese modo así que decidió quedarse sorda en persona ya que lo resolvió a último minuto: se lo diría en el café.

    —Ehm… nos vemos dentro un rato en el restaurante ¿Ok? —aparte de cambiarle el tema no le respondió a su propuesta anterior.
    —Uhm, está bien, al rato nos vemos —contestaba sin inmutarse para después colgar.

    Sí, quizás Sango la iba a matar, quizás sólo la regañaba, sea como sea tenía que decírselo, no podía quedar mal ante Taisho; ya le dijo que iría y eso… intentaría hacer.

    :::::::::::

    —¿Ves de éste lado? Entonces es mejor que las luces queden en ésta posición ¿Entiendes?

    Inuyasha daba algunas indicaciones al personal de mantenimiento que se encargaba de las conexiones eléctricas para iluminar cada fotografía de forma estratégica, de manera que toda la exhibición pueda apreciarse más.

    —Sí señor Taisho, enseguida lo acomodaré —le respondió uno de los muchachos para irse rápidamente a traer las herramientas.

    Mientras tanto, él se quedó mirando una lista de cosas por hacer, la mayoría ya las tenía con un símbolo de visto bueno lo que indicaba que ya estaban hechas y listas, lo único que faltaba era llamar al coordinador del catering para que se fijara la hora exacta en la que traerían las degustaciones y bebidas, eso y también dar una pequeña limpieza al piso y dejarlo brillante para la presentación de esta noche.

    De repente sintió unas cálidas manos que le acariciaban el cuello, estaba tan concentrado en lo que hacía que soltó el primer nombre que se le vino a la mente.

    —Kagome ahora no…
    —¿Quién es Kagome?

    Aquella voz pertenecía a otra mujer, así que volteó de inmediato y se dio con la sorpresa de que era su modelo la que le tocó hace unos segundos.

    —Kikyo… ¿Qué… qué estás haciendo aquí? —habló pausadamente, no pensó verla justo ahora.
    —Fui a la revista para trabajar, lo de siempre y me dijeron que no estabas así que averigüé algunas cosas ¿Por qué no me mencionaste esto? —exigió saber como si fuera una obligación de él contarle sus proyectos personales.
    —Disculpa pero no veo porque deba decirte mis asuntos privados —le respondió tajantemente.

    La creída modelo hizo un gesto peculiar como si se hubiera ofendido con ese comentario, luego esbozó una sonrisa de lado y se acercó un poco más a él.

    —Bueno no importa, vendré ésta noche de todos modos —sonaba más bien como una advertencia de lo que haría después.

    El aludido retrocedió un poco para mantener la distancia entre ambos.

    —Lo lamento, no puedes venir, tu nombre debe estar en la lista de invitados para que te dejen entrar y ya la mande a hacer —no lo hacía por fastidiarla, es más ni siquiera le tomaba importancia, sólo era sincero y le decía las cosas como en realidad eran.

    Tenía sus lentes oscuros en la mano, pero al escuchar lo que dijo Taisho se puso más seria de lo normal y se acomodó sus gafas en la cabeza. Se sentía discriminada e insignificante, hacía todo lo posible para que ese fotógrafo se fijara en ella, además ¿Quién no se fijaría en ella? Debía estar extremadamente ciego para no darse cuenta que era una mujer muy hermosa como para desperdiciar una oportunidad así; era eso o sencillamente el tipo era homosexual.

    —¿Así que… quién es Kagome? —cambió el tema radicalmente pero cuando pensó en la probabilidad de que él podía ser gay se acordó de inmediato que había mencionado a una mujer así que desechó esa idea en el acto.
    —Ella… ella es mi… —estaba a punto de decirle la palabra novia pero qué pasaba si esa modelo indagaba más, se metería en problemas ¿Y sí decía la verdad? No, no era necesario contarle los detalles a esa mujer; luego de unos segundos añadió —Es mi esposa.

    Aprovechando que tenía su mano izquierda en el bolsillo, maniobró un poco sus dedos para ponerse el anillo sin que ella pudiera darse cuenta, apenas lo tuvo puesto en el dedo anular sacó su mano y le mostró las pruebas de lo que decía era cierto; después de todo llevar el aro de matrimonio a todos lados que iba tenía sus ventajas.

    —¿Eres casado? —le sorprendió un poco saberlo.
    —Así es, por lo que te pediría que por favor no te vuelvas a acercar tanto como hace unos momentos —se consideraba un hombre fiel aunque Kagome no se lo haya pedido, pero sólo se comportaba así porque esa modelo no le gustaba, es verdad que era bellísima sin embargo no le atraía.
    —Y tu esposa no es por casualidad… ¿Higurashi Kagome? —preguntó de pronto captando la atención de él.
    —¿La conoces? —jamás se le paso que ambas podrían conocerse.
    Así que es ella… —pensó de inmediato mirando a otro lado.

    Kikyo había tenido una especie de flash back donde recordaba algunas partes pasadas de su vida, fijó su mirada hacia algún punto cualquiera en la galería para después retornar a la realidad cuando asimiló los llamados que Taisho le estaba haciendo desde hace unos segundos.

    —Oye ¿Te sientes bien? —estaba un poco preocupado, ya que ella parecía ida.
    —Si… no, no es nada… estoy bien, lo lamento querido, me tengo que ir —dijo de inmediato para acomodarse sus lentes oscuros y una vez así dar media vuelta, sin dar la cara añadió —Suerte ésta noche, nos vemos en la revista.

    Abrió la puerta de la galería para poder retirarse dejando a un Inuyasha muy confundido por su repentino comportamiento. Levantó la mano para así poder parar un taxi, abordarlo y seguir pensando en lo que hace unos momentos se acababa de enterar.

    —Interesante, muy interesante —murmuraba con una sonrisa de lado.

    :::::::::::

    Hace un par de horas que había llegado al café, estaba apoyando su mentón en sus manos viendo fijamente a la puerta de ingreso; su abatida mirada reflejaba soledad y decepción; sí, era cierto que todos los años solía ponerse indiferente hacia la fecha de su nacimiento pero ésta vez era distinto, ella no estaba como en anteriores cumpleaños, había algo más y eso lo notó su mejor amiga.

    Se acercó a ella con un pequeño plato de donas de distintos sabores, se lo puso en su delante y con una sonrisa le tocó el hombro para llamar su atención.

    —Va por cuenta de la casa, come.

    Sin embargo la aludida giró a verla y dedicarle una sombría mirada de “gracias por tu intento de animarme pero no sirve”, volteó nuevamente al frente y suspiró de forma trágica.

    —Pero qué… ¡Muy bien! ¡¿Quién fue y qué te hizo para asesinarlo?! —dijo la castaña algo alterada.
    —Inuyasha… se olvidó de mi cumpleaños —fueron las últimas palabras antes de quedarse sorda como lo predijo temprano en la mañana.

    La sonora exclamación que emitió Sango después de haberse enterado la hizo perder el sentido de audición por unos segundos, miró alrededor y los clientes habían fijado su vista en ellas hasta que Kagome tuvo que fingir una sonrisa para tranquilizarlos y hacerles creer que no pasaba nada grave.

    Una vez que todo volvió a la normalidad, se armó de coraje para explicarle las cosas a su amiga: sobre sus sentimientos en la semana anterior, sobre la exhibición fotográfica a la que Taisho las había invitado esa noche, etc. La Ishikawa no se lo podía creer, no culpaba a Inuyasha por no haberlo recordado ya que según la situación de ambos no era la obligación de él tener que acordarse del cumpleaños de su “esposa”, sin embargo el comportamiento de su amiga dejaba mucho que desear; en primer lugar si tanto le disgustaba ese asunto debió habérselo dicho desde un comienzo y en segundo lugar no tenía que sentirse decepcionada porque nadie estaba faltando a nada.

    —Pero Sango… —objetó ella sin embargo enseguida la interrumpieron.
    —Pero nada, tú estás en un completo error y… —meditaba cual sería la mejor solución salomónica para que ambas partes estén de acuerdo, añadió —Sí él ya te invitó entonces hay que ir, ya después de la exhibición se lo hacemos saber a manera de sorpresa y nos vamos juntos por ahí.

    Jamás pensó que su amiga le daría prioridad a su ambarino compañero que a ella misma, frunció un poco el ceño por eso; quizás se adelantó a los hechos así que se regañó mentalmente por haber imaginado que la castaña estaría de su lado. Su cumpleaños estaba quedando en segundo plano y aunque era verdad que no le gustaba celebrarlo, ahora empezaba a dudarlo: tal vez todos estos años lo único que quería era hacerse la interesante al fingir que no le importaba cuando en realidad era todo lo contrario.

    —Uy qué tontería —murmuró por lo bajo para luego dar media vuelta y meterse a su oficina el resto de la tarde.

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    Había dos grandes banner verticales en la entrada de la galería debidamente iluminadas con grandes reflectores; el del lado izquierdo tenía una imagen de una cámara profesional con un fondo destellante entre varias tonalidades de blanco y azul mezclados, debajo el nombre de Inuyasha y su profesión con letra corrida y muy notoria para que las personas pudieran darse cuenta, el banner derecho tenía varias fotografías de sus antiguos trabajos relacionados al medio ambiente y en letras corridas decía “XV Exhibición Fotográfica a la Naturaleza – Patrocinado por Estudios Fotográficos Kodak”.

    Dentro de la galería había un aproximado de mil fotografías de diferentes tamaños entre el tema al medio ambiente y miscelánea, es decir una mezcla de hombre y naturaleza. Cada foto estaba bellamente alumbrada con pequeños focos para que se pudieran apreciar mejor además de que cada una tenía un titulo a la cual referirse. Sin duda un trabajo digno de admirar por parte de varias personas encargadas de la preparación del evento, siendo guiadas por el ambarino fotógrafo y más aún hecho en sólo una semana, Inuyasha era un gran profesional.

    Faltaba solamente media hora para las ocho en punto y Taisho se encontraba en un cuarto estilo camerino abrochándose un par de botones ya que esa noche usaría un traje sport elegante: un jean, camisa y un saco deportivo junto con unos zapatos que hacían juego.

    —Vaya, sí que sé elegir ropa —comentó Kayama mientras que entraba a la habitación.
    —Sí claro, gracias a Dios que eres gay —se lo decía a manera de broma.
    —¡¿Gay?! Qué te pasa, sólo soy un hombre que tiene buen gusto —refutaba fingiendo estar ofendido.
    —¿A qué hora crees que vengan las chicas? —cambiaba el tema mientras que se acomodaba el flequillo.
    —Le consultaré a Sango, espera.

    Miroku fue a un lado del camerino y sacó su celular, rápidamente le marcó a la Ishikawa y no tardó ni tres timbradas para que pudiera escuchar su voz, aunque ésta vez no se oía tan melodiosa como en las otras ocasiones; al parecer la castaña estaba algo fastidiada, mucho trabajo quizás sin embargo no tardó en enterarse.

    —Ah claro, yo y Ayame iremos así que en un par de minutos estamos saliendo —dijo sin mucho ánimo.
    —¿Y Kagome no viene? ¿Pasó algo malo? —cuestionó en voz baja para que su amigo no pudiera escuchar.

    Escuchó un pesado suspiro de parte de su querida Sango y a continuación supo toda la historia: al final Kagome decidió no ir a la exhibición de Inuyasha porque se sentía culpable de no poder estar sinceramente feliz por el éxito de él y no le importaba que era su cumpleaños, prefería pasarlo sola que arruinarle la noche a Taisho. Kayama se quedó sorprendido por todo esto y supuso que a su amigo le interesaría saberlo de inmediato.

    —Señor Taisho, en cinco minutos el público empezará a entrar —una anfitriona tocó y abrió un poco la puerta para avisarle.
    —Excelente, gracias —le respondió con una sonrisa y volteó para ver a su amigo quien seguía al teléfono, añadió —¡Hey Miroku! ¿Vamos saliendo?

    El aludido se despidió de la castaña y con una expresión de preocupado se acercó a él. Sango le pidió que por favor no le contara nada a su amigo ya que Kagome así lo había querido sin embargo en la moral de Kayama no estaba bien guardarle ese asunto, además él y esa chica estaban “casados” ¿No? Tenía derecho a enterarse.

    —Tío debes saber algo, seguro no te va gustar —empezó a contarle cómo estaban las cosas.

    Había captado toda la atención del muchacho ambarino, quien se cruzó de brazos y algo serio esperaba que le dijera lo que sucedió.

    —Kagome… no vendrá, dijo que prefiere pasar su cumpleaños a solas que arruinarte la noche estando acá —creyó que lo mejor era que su amigo lo supiera.
    —Hoy… es el cumpleaños de… ¡Rayos! —exclamó de pronto agarrándose de los cabellos.
    —¿No lo sabías? Creí que tú… —intentó explicarle más cosas sin embargo lo interrumpieron.
    —Debo irme, el discurso que iba a dar está escrito en esa hoja, así que te encargo esta exhibición —no tuvo que pensarlo mucho para tomar esa decisión.
    —¿Qué? ¿Dejarás todo en nada? ¡Oye! ¡Inuyasha! —gritaba en vano, él ya no podía oírlo.

    Tomó su billetera junto con su celular para luego irse de inmediato del camerino, correr por un pasillo y luego salir por la puerta trasera de la galería así nadie impediría que se fuera. A penas estuvo en la calle, paró un taxi y lo abordó para darle la dirección del apartamento de la joven, en el camino sacó su teléfono y le marcó a Sango; ni bien ésta respondió la llamada, él alterado habló.

    —¡Oye, dime dónde está Kagome ahora! —exclamaba apurado.
    —¿Miroku te lo dijo? ¡Ay! Bien, bien, eh… ella debe estar en su departamento ahora —fue lo último que le dijo para después quedarse hablando sola.

    Era lo único que necesitaba saber por eso colgó el móvil sin siquiera despedirse o dar las gracias; de pronto a lo lejos pudo divisar una panadería que por suerte aún estaba abierta así que le pidió al chofer que se detuviera unos momentos y que por favor lo esperara mientras él compraba algo rápido.

    Salió velozmente del auto para entrar a ese local y poder comprar un pequeño pastelillo con una vela en forma de “K” por ser esa la primera letra del nombre de ella además de un pequeño encendedor, lo metió todo en una bolsa y se dirigió nuevamente al taxi.

    Estaba un poco desesperado por llegar ya que esperaba que Kagome estuviera ahí, no tan enojada por lo que había pasado aunque se preguntaba por qué no le hizo saber que hoy era su cumpleaños, por un lado estaba disgustado al ser el único idiota que no lo sabía y por otro lado deseaba verla para poder saludarla y hacerle saber que no estaba sola.

    No pasó mucho para que pudiera estar a tiempo en el departamento, ahora se encontraba nervioso por no saber cómo reaccionaría ella. Subió por el ascensor y una vez en el sexto piso se encaminó al número seiscientos, sacó el duplicado que tenía en su bolsillo y abrió la puerta suspirando por última vez antes de armarse de valor.

    Vio que todo estaba apagado, ni siquiera las luces de las lámparas en la sala estaban encendidas; fijó su vista al frente y se percató que el balcón tenía la puerta de vidrio entre abierta así que se encaminó hacia allá. El fuerte aire que corría en ese momento daba una pequeña sensación de frio aunque en realidad el clima, en esos meses, era caluroso incluso de noche; se asomó para chequear por si las dudas si ella podría estar en ese lugar, miró a su lado izquierdo y ahí fue cuando la vio.

    —Kagome, te he estado… —intentó hablarle pero al ver que ella ni siquiera se movió lo hizo preocuparse así que se acercó.

    Se tranquilizó al saber que la chica se había quedado dormida en aquella silla reclinable junto con los audífonos puestos y conectados a su reproductor de música. Sacó el pastelillo de la bolsa y colocó la vela encima, luego lo puso a un lado en la pequeña mesa que había al costado. Jaló la otra silla para poder sentarse al lado de ella, al parecer mirarla atentamente mientras descansaba se había convertido en un hobbie para él así que quiso disfrutar del momento por unos segundos.

    Suspiró lentamente, se acercó a ella justo al costado de su oído para luego quitarle el auricular derecho, entonces aprovechó para susurrarle en un tono suave.

    —Ya estoy aquí… despierta.

    La chica alzó su mano y la llevó hacia su oído, sobándoselo, como para espantar al “mosquito” que le estaba zumbando además de emitir una especie de queja ahogada. Él sólo sonrió por eso y se animó a acariciarle la mejilla, a ver si de ese modo al menos iría abriendo los ojos; sus suposiciones eran ciertas, la piel de Kagome era muy suave y cálida, empezó a imaginarse cómo sería el resto de su cuerpo hasta que ella se movió y el muchacho retornó a su realidad un poco sonrojado por esos atrevidos pensamientos.

    La Higurashi abrió poco a poco los ojos para luego darse cuenta que no tenía puesto un audífono, volteó a todos lados cómo buscando al responsable de eso y lo encontró a su lado derecho mirándola con una sonrisa de lado. Lo reconoció en el acto y se sorprendió muchísimo, se despertó de inmediato para acomodarse en la silla.

    —Inuyasha ¡Qué haces aquí! Tu exhibición… Son las…—tratando de conservar la calma se fijó en su reloj de mano, agregó —Las ocho y media ¿Qué sucedió?
    —Pues digamos que tuve algo más importante que atender —le iba dando pistas para iniciar la conversación.
    —¿Qué era? —ya lo había superado, ni en un millón de años volvería a adelantarse a los hechos.
    —Una personita no quiso decirme que hoy es su cumpleaños así que en cuanto lo supe me fui de la exposición —no fue tan ambiguo al decirle la verdad, esperaba que ella pudiera darse cuenta.

    La aludida se quedó observándolo atentamente, estaba muy conmovida, él había dejado el trabajo de su vida por ir a verla, quiso sonreír pero el llanto la venció y lo único que pudo hacer fue sollozar sin consuelo mientras que se limpiaba en vano esas lágrimas que no dejaban de caer mojándole las mejillas y las manos al mismo tiempo.

    Inuyasha era un tipo que se fastidiaba rápido pero era muy comprensivo, a su modo, tenía sus defectos y virtudes como cualquier hombre en el mundo, así como gustos y disgustos; y si algo había en esta vida que lo hacía sentirse la peor basura del planeta era ver a una mujer llorar, sin duda no lo soportaba.

    —Oye no llores, por favor, todo está bien, deja de llorar —se desesperaba un poco.
    —Es que… tú… eres un idiota, un adorable idiota… mira que… venir aquí y dejar… dejar todo tu trabajo… de ese modo… Inuyasha… tonto.

    Kagome no podía evitar lamentarse; se sentía la fémina más egoísta del universo entero; sentía que le había malogrado la vida a su “esposo” por haberlo hecho dejar esa importante exhibición donde estaba segura ganaría mucho dinero y más reconocimiento por su labor ¿Y ahora qué? ¿Qué pensarían de él? Seguramente que era un irresponsable y que no se tomaba en serio su profesión, ella estaba oficialmente maldita por todo esto.

    —Perdóname Inuyasha… yo no quería malograr tu trabajo… yo… —le decía mientras se agarra de los cabellos hasta que él pudo silenciarla en el acto.

    Taisho la cogió por el rostro, poniendo ambas manos en sus mejillas y apoyando su frente en la de ella; no podía hacer otra cosa ¿Besarla para callarla? Ni hablar, ella podría tirarle una bofetada por atrevido así que decidió optar por esa posición que era algo comprometedora que digamos.

    —Ya no digas nada y sobre todo ya no llores… por favor, porque cuando lloras… no sé qué hacer.

    Al escuchar esto, ella poco a poco iba dejando de sollozar, cerró los ojos y disfrutó de ese pequeño momento en que sentía toda la calidez de su tacto; empezó a sonrojarse sólo un poco ya que era la primera vez después de tanto tiempo, que en su cumpleaños podía pasar un rato así de agradable y con una persona especial. Así es, en el poco tiempo que convivían juntos había descubierto que él se convirtió en alguien muy importante en su vida.

    Era tan cómoda la situación que deseaba quedarse dormida para no separarse de él en lo que restaba de la noche pero fue justamente ese repentino pensamiento que la regresó al mundo real, abrió lentamente los ojos y deseó que lo que estaba sintiendo fuera nada más algo fugaz sino se volvería un problema, o al menos así lo creía.

    —Tonto… —le dijo para llamar su atención.
    —Sí, lo soy —contestó en un susurro y de repente comenzó a cantar.

    Aquella típica canción de “Happy Birthday to you” jamás le había llegado tanto al sentimiento como esa noche; Inuyasha interpretaba el tema agregándole un toque pop al ritmo para que suene más moderno y añadiéndole largas entonaciones. Al final quedó muy bien e hizo sonreír mucho a la cumpleañera, él estaba logrando en pocos minutos lo que sus amigas jamás consiguieron en quince años.

    —Más te vale que no llores ahora —le advertía en forma divertida, hizo un gran esfuerzo para cantarle y que sonriera.

    Ella se separó unos momentos de su frente para desviarse a un lado y con esa hermosa sonrisa plantarle un dulce beso en su mejilla en forma de agradecimiento que duró varios segundos, lo cual dejó con los ojos abiertos al muchacho. Tomaron algo de distancia después de eso y se miraron fijamente ¿Cómo podía contenerse tanto como para no lanzarse a comerla a besos en ese momento? Es que había aprendido a aceptar la personalidad de Kagome; a pesar de su rechazo constante a los hombres, seguía siendo una mujer que, aunque no lo dijera abiertamente, necesitaba sentirse querida.

    Tuvo de repente una sensación de querer quedarse a su lado toda la vida sin embargo pestañeó unos momentos y rompió el lazo de miradas que lo unía a ella, “Deja de pensar estupideces…” cavilaba en su mente hasta que al voltear, vio en la mesa el pastelillo que había comprado, necesitaba pensar en otra cosa y ese era el momento perfecto para cambiar el tema.

    —Bueno vamos a darle el pastel a la señorita —decía mientras tomaba en sus manos el postre y sacaba de la bolsa el encendedor.

    Prendió la velita con forma de “K” y se lo acercó un poco a ella, cubriendo con su otra mano la llama para que el viento no la apagase.

    —Pide un deseo.

    Kagome estaba muy contenta, al final sí le gustaba celebrar sus cumpleaños, es sólo que ya había olvidado lo que se sentía. Un deseo significa las cosas que anhelamos con todo el corazón y que no pueden cumplirse con facilidad, pero en un momento como ese ¿Qué tipo de deseo podría pedir ella? Se sentía envuelta en miles de sentimientos encontrados y lo único que se le vino a la mente fue un hermoso sueño que esperaba se vuelva realidad.

    Sopló la llama y el pequeño humo que quedaba de la vela se iba hacia arriba siendo guiado por el suave viento, perdiéndose en la inmensidad de la noche.

    Colocó el pastelillo en la mesa nuevamente y se recostó en la silla observando el paisaje de la ciudad con todas esas luces de diferentes colores. La joven azabache lo miraba de vez en cuando de reojo, esperando que él dijera algo pero en vista de que el silencio estaba dominando el ambiente, fue ella quien decidió romperlo.

    —¿Por qué te fuiste? Esa exhibición era muy importante para ti —retomó el tema, deseaba saber si fue un simple impulso o si de verdad a él le interesaba.

    Unos segundos de silencio hicieron que la muchacha empezara a desesperarse pero cuando estaba a punto de volver a preguntar, él intervino.

    —No es la primera vez que Kodak me elige para realizar una exposición de fotos, ellos me conocen y saben que soy responsable con mi trabajo, tampoco es la primera vez que me voy del evento y del mismo patrocinador, así que no hay problema.

    Contaba él con una sonrisa no tan pronunciada en el rostro, sin voltear a mirarla.

    —¿No es la primera vez? ¿Cuáles fueron esas otras veces? —cuestionó ella incrédula.
    —La primera vez fue porque me llamaron diciendo que habían internado a mi abuela en el hospital, la segunda fue cuando Miroku tuvo un accidente y tuve que ir a ayudarle y la tercera fue hoy —respondió con sinceridad.

    Al notar la mirada triste que tenía por hablar de esas circunstancias, Kagome supo que no debía preguntar más, como dice el dicho “Una mirada vale más que mil palabras” así que sola pudo sacar sus propias conclusiones, además no deseaba que él recordara cosas tristes por eso cambió el tema.

    —¿Quién te dijo lo de mi cumpleaños? —qué más daba, preguntaría cualquier cosa con tal que él enfocara su atención en algo distinto.
    —Miroku, así que no te enojes con Sango por si acaso —respondió volteando a verla.
    —Pero ella ha tenido que decírselo a él, de igual modo no me ha hecho caso —refutó con una pequeña sonrisa fingiendo disgustarse.
    —¿Por qué no te gusta que celebren tu cumpleaños? —supuso que para tener esa actitud y habérselo ocultado era porque no le interesaba mucho que las personas lo supieran o no.

    La chica suspiró lentamente y mientras veía al frente le contó un fragmento de su vida cuando era niña: Ese día cumplía diez años, como siempre se encontraba en su habitación cambiándose y esperando que su mamá la llamara para avisarle que su padre ya había llegado con su pastel de almendras; ella amaba ese tipo de pastel, pero más que nada amaba pasar su cumpleaños junto con sus padres. Se amarraba un pequeño moño rojo agarrando un mechón de cabello hasta que, de pronto, escuchó unos gritos que venían de abajo. Se asustó un poco y bajó lentamente las escaleras para luego asomarse por la cocina y ser testigo de una escena que la marcaría de por vida: su padre le tiró una bofetada a su madre después de que ella le gritara “Sinvergüenza infiel”. Corrió de prisa y se interpuso entre sus padres suplicando y llorando que por favor ya no se pelearan. En ese momento su madre la tomó de la mano y la llevó hacia la sala, ella volteó para asegurarse si su padre las seguía pero vio como él levantaba una maleta, abría la puerta trasera de la cocina y se iba con una expresión seria.

    —Nunca más lo volví a ver —finalizó así aquel pequeño y triste relato.
    —Tu padre… se fue con… —intentaba decirlo suavemente para que ella no se sintiera dolida.
    —Así es, él se fue con otra mujer, nos abandonó a mamá y a mi —decía sin inmutarse mientras se acomodaba en la silla.

    Eso explicaba una parte brusca de su comportamiento y el por qué odiaba su cumpleaños.

    Se sentía en parte identificado con ella porque había pasado por algo similar cuando era niño pero sinceramente no estaba para recordar cosas tristes en este momento; se quedaron un rato en silencio, divagó unos segundos en lo que estaría pasando en su exhibición y rogando a los santos porque Miroku haya dicho bien el discurso además de comportarse a la altura de un buen anfitrión. Quizás mañana ya llamaría a los señores de la empresa Kodak para explicar el malentendido, estaba pensando en decirles que era el cumpleaños de su esposa y que lo había olvidado por completo, decir media verdad no lo mancharía tanto.

    Sonreía mientras cavilaba en esas locas ideas, hasta que la chica se percató de su gesto y como si le hubiera contagiado los ánimos también sonrió del mismo modo.

    —¿Qué te causa tanta gracia? —después de todo él no mostraba su alegría así nada más.
    —“El sabio no dice todo lo que piensa, pero siempre piensa todo lo que dice” —le contestó haciendo uso de una frase célebre.
    —Aristóteles... —dijo ella acertando de inmediato en el autor de dicha oración.
    —Muy bien, la niña hace su tarea —y con esto empezaron un juego de palabras para pasar el rato.

    Estuvieron más o menos una hora intercambiando información sobre diferentes temas de interés cultural, ambos descubrieron que tenían afinidad por la literatura y filosofía hasta que Taisho se fijó en su reloj de mano dándose cuenta que aún había tiempo.

    Decidió que por esa noche ya habían hablado lo suficiente y la verdad es que ya comenzaba a sentirse hambriento así que se puso de pie seguido por la mirada confundida de Kagome y antes de salir del balcón giró un poco su cabeza para dirigirse a ella.

    —Te invito a cenar, cámbiate de ropa —y diciendo esto, sonrió para luego entrar al departamento.

    La aludida se quedó sorprendida por la repentina invitación, recogió su reproductor musical y su mantita, se puso de pie mientras cogía el pastelillo en sus manos y lo iba comiendo en el camino hacia su habitación.

    Esa noche fue el comienzo de una estrecha relación entre los dos, ambos conocían partes íntimas de sus vidas mutuamente y eso afianzó su lazo amical.

    ---------------------------------------------
    Hehehe~~ Bueno, qué les digo. Cada momento que ellos pasan así los quiero ir 'atesorando' así que trato de que las cosas vayan lentamente. Así es más emocionante.

    ¿Qué parte les gustó más de este capítulo? / ¿Les parece bien que Inuyasha haya dejado todo por ir a verla? / ¿Les gustaría que su chico especial haga lo mismo por ustedes?

    ;) Díganme sus opiniones, quiero saber! Vale! Nos leemos en el sgte capítulo!
     
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  14.  
    Factummale

    Factummale Straightn't

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    o por dios... Inuyasha es el idiota mas tierno del mundo, yo creo que en lo emocional si estuvo bien lo que hiso y en lo profesional mas o menos, y si me encantaría que hicieran eso, eso puede ser uno le los detalles mas tiernos del mundo al igual que uno de los mas arriesgados, se tomo el todo por el todo por ella y eso es... es... no tengo palabras para describirlo.
    bueno se me olvidaba gracias por el favor del capitulo de que a Kag le pase algo bueno ;), enserio que quería leer algo bueno para ella.
    creo que ya no hay mas que decir, todo esta dicho ya (por mi jejeje) :D. espero que subas pronto y que como dije en otro comentario "nunca dejes de escribir, asta que tu pozo de creatividad este vacío" (creo que eso fue lo que puse".

    besos ;)
     
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  15.  
    Mikura

    Mikura Usuario VIP

    Capricornio
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    Tienes Nueva lectora :)
    Supongo que ya te habías percatado que me había gustado tu historia, pero a decir verdad, no había tenido el tiempo para poder comentar.

    Tu Fanfic me hizo remontarme a un pasado no muy lejano, cuando yo comencé a leer FanFics. Por eso me gustó tu trama, muy buena y envolvente, la cual me hizo recordar muchos escritos que llegue a leer, gracias por traerme tan gratos recuerdos.

    Da mucha alegría ver que aún hay escritoras que se toman el tiempo para estructurar y escribir historias tan tiernas y llenas de suspenso, comedia y hasta un poco de acción en la misma, y todo llevado a cabo con mucha dedicación para no perderse en dicha trama, como dicen "Como la vieja escuela" lol Pero realmente eso fue lo que pensé al comenzar a leer todo tu Fic.

    Narras de una manera muy bella, dejando que los lectores logren imaginar cada escena con gran facilidad, y que se emocionen estas mismas. La lectura es fluida, muy fácil de llevar, los personajes muy bien utilizados, a pesar de que pusieras a Koga como el Malote de la película, y aunque hubo un poco Ooc en este personaje, siento que lo rescataste mucho con el papel que le proporcionaste.

    Tampoco noté faltas ortográficas, tal vez una escapada, mejor dicho algo mal escrito en unos capítulos anteriores, pero nada por lo cual debas preocuparte tanto, posees una escritura muy limpia, y te felicito, ya que esas son los constantes errores que nos cuesta a muchos arreglar, y sí; me incluyo.

    Ahora pasaré a responder tus preguntas :)



    1. Me encantó el capitulo, tuve que leerlo en partes porque no estaba en mi casa, pero por medio de mi tablet iba leyéndolo poco a poco, así que espero que eso te haya respondido fácilmente, qué tanto me gustó. xD

    2. Inuyasha fue encantador, dejar de hacer algo sumamente importante por ver a la persona amada es algo muy especial, de lo cual, Kagome ya se está percatando, y me parece estupendo.

    3. De hecho SÍ, es demasiado especial que le importes tanto a un chico, novio, esposo etc. Y eso demuestra Cuánto realmente está dispuesto a hacer, te lo digo por experiencia propia, es muy hermoso ese sentimiento.

    Y por último, Te felicito por tan buen escrito, de verdad es muy tierno, y la trama a pesar de ser algo normal (por así decirlo) logras hacer que nos dejes con ganas de más, y Eso es lo que vale en un escrito, que todo se confabule de cierta forma para que todo salga bien, y que guste a muchos, algo de lo cual muchas escritoras ya no hacen. Y por eso ya las tramas de ahora, ya no son lo que solían ser antes.

    Atte: K. Miku.
     
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  16.  
    Nastya Taisho

    Nastya Taisho Iniciado

    Géminis
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    Querida creo que me demore un poco con el comentario pero sabes disfrute mucho el capitulo extra largo y tu narración sigue perfecta.

    ¿Qué parte les gustó más de este capítulo? / ¿Les parece bien que Inuyasha haya dejado todo por ir a verla? / ¿Les gustaría que su chico especial haga lo mismo por ustedes?

    1°)Mi parte favorita, realmente no tuve ya que no suelo tener partes favoritas me encanto el capitulo en general.
    2°)Me parece muy romántico y tierno yo lo hubiera agarrado y.... bueno jejje.
    3°)See lo amaria tanto es tan tan lindo :3

    No te olvides de subir la continuación me hases sufrir mucho.

    Nos leemos luego.
     
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  17.  
    Sango-sama

    Sango-sama Iniciado

    Tauro
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    Hermmoso me encanta, lo vengo siguiendo desde, que actualizaste los 2 captulos, y como te has demorado, pero no importa, la verdad no soy escritora aquí, tego mis fics en Fanfiction.net, pero eso no es lo que cuenta, la cosa es que me encanta tu fic, pero ¿cuándo harás que se besen?, entré a este foro solo por dos fics otro y el tuyo, pero por fa amiga haz que se besen por favor. Me gusta síguelo
     
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  18.  
    Cami Chan

    Cami Chan Usuario común

    Acuario
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    ¡Hermoso! Me encantó, fue tan tierno. La verdad es que al principio pensé que todo ese cuento del evento de Inuyasha era una trampa para hacerle una fiesta sorpresa a Kagome, no pensé que de verdad se había olvidad, aunque bueno, ¿por qué lo sabría? Ella nunca se lo dijo. Pero no importa, al final arregló todo y de la forma más dulce del mundo. Me encantó el capítulo largo, ¡gracias! Siempre me pone feliz que pongas conti. Sólo me preocupan las sospechas que tengo en torno a Kikyo, pero bueno... ya se irán contestando mis dudas. ¡Espero la conti! No te tardes mucho, ¿sí?
     
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  19.  
    ZaroM

    ZaroM Iniciado

    Acuario
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    7 Marzo 2013
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    Simplemente te lo dire de nuevo, AMO TUS CAPITULOS LARGOS *O*!!
    Definitivamente es es mi Fic favorito♥, No solo por la manera en la que te desenvuelves escribiendo, tu ortografia, la coherencia, Si no que la Trama es muy buena, Perfecta!! Me parecio encantador de que Inuyasha dejara todo por el cumpleaños de Kagome, Tierno♥ ¡Muchas Gracias! Por este bello y largoo Cap. Y bueno con lo que Respecta respecto a Kikyo, me hace sentir muchas dudas
    Ahora respondiendo a tus preguntas:
    1- Pues, el Final, Super Tierno Inu!
    2-SII! fue encantador!
    3-En definitiva *--* Bueno nos leeremos despues! Espero tu conti, no tardes :c!
     
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  20.  
    aLeTheia_anGeL

    aLeTheia_anGeL Usuario común

    Piscis
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    Escritora
    Título:
    Ni contigo ni sin ti [inu&kago]
    Clasificación:
    Para adolescentes. 13 años y mayores
    Género:
    Comedia Romántica
    Total de capítulos:
    24
     
    Palabras:
    6242
    Oh Dios Mio! xD No había recibido tantos mensajes en respuesta a un capítulo durante tanto tiempo hasta el día de hoy, estoy tan agradecida con cada una de ustedes, minna´san: eliamantedeanime, Kohei M, Kira Yuno, Nastya Taisho, Sango-sama, Cami Chan, ZaroM; >o< No sé con qué palabras expresarles mi entera alegría!! ToT

    Me encantaría mucho poder responderles a cada una sus preciados comentarios pero creo que me explayaría demasiado y sé cuanto quieren bajar rápidín a leer este siguiente capítulo :) Hehe~~ Pero, nuevamente quiero que sepan las enoooormes gracias que les doy por sus post y sus 'likes', son tan valiosos para mi! >o<

    Waahh! Cami Chan espero que tus dudas respecto a Kikyo se aclaren en este capítulo ;) Me parece que tú & las demás lectoras se van a sorprender con la pequeña revelación Hehehe!

    Vale, vale aquí el siguiente cap', no es tan largo como el anterior pero está por ahí :) Espero les guste ^^ ¡Arigatoooo!

    ----------------------------------------------------------


    Cap. 11

    Ya era Septiembre, época de verano en Estados Unidos, la mayoría aprovechaba esta temporada para ir a la playa y pasar un momento entre amigos o familia además no podían faltar esos domingos de una parrillada feliz compartiendo ratos agradables, las parejas podían disfrutar de una tranquila caminata por la arena o un paseo por el gran cañón y mirar esos bellos atardeceres que no tenían comparación; en fin, todos deberían en esta estación salir de sus casas y relajarse por un tiempo.

    De repente se pudo escuchar el sonido de un delicado estornudo femenino.

    —Oh amiga, espero que no te resfríes —le decía Sango en forma de advertencia.
    —No lo creo, descuida, sólo fue un… —tuvo que callarse obligatoriamente pues volvió a estornudar.

    Era la sexta vez que estornudaba en el día y eso empezaba a preocupar; Kagome había estado bañándose con agua fría estos últimos días a la media noche, siempre con la excusa de que era verano, hacía calor y necesitaba dormir fresca, aunque era verdad que funcionaba y quitaba un poco la pesadez de sentir las sábanas calientes, el hecho de hacerlo a diario dio como resultado una severa alergia.

    Tomó un pañuelo y se limpió de forma suave la nariz como normalmente lo hace una chica.

    —Lo siento Sango, creo que me siento constipada —más o menos eso se le pudo entender antes de que ya no pudiera pronunciar bien algunas letras.
    —No te preocupes, será mejor que vayas a descansar —le recomendaba antes que su salud empeore.
    —Ni hablar, tengo que seguir trabajando además Ayame y tú no pueden atender solas a todos los clientes —como siempre terca sin entender razones, se tocaba la frente como si intentara disipar el dolor que de repente invadía su cabeza.

    Ishikawa se percató de ello y no le gustó nada ese repentino sonrojo en las mejillas de su amiga, supuso que era el típico resfriado de verano pero al ver lo decidida que estaba Kagome al coger un mandil para amarrárselo a la cintura, viró los ojos y resopló resignada a no decir más, sabía que si se ponía a debatir con ella sobre quién de las dos estaba en lo correcto, iba a estar ahí parada por más de una hora por lo que prefirió continuar en su labor de mesera.

    ::::::::::::

    Se encontraba laborando en el estudio fotográfico de la revista, este mes tenían que ser dos portadas puesto que se venía el aniversario de Vogue y por lo tanto habría doble trabajo que presentar. Más que todo por la celebración anual, este año se podría decir que eran las Bodas de Plata de la empresa así que era costumbre presentar dos números ese mes: el primero ya había salido hace una semana y el segundo debería estar listo para el día 25 exactamente haciendo referencia a los años por cumplir, a penas y faltaban dos semanas para ese día tan importante.

    —¡No, no y no! Cuando te digo con sutileza tienes que actuar como si miraras a tu madre con un ramo de flores ¿Entiendes? —le decía a un chico en un tono de regaño.

    Ésta vez le tocó fotografiar a hombres para un especial masculino que vendría como un extra de regalo que la revista daría a sus lectoras. Era una especie de calendario pero sólo de seis páginas en donde, en cada cara, estarían esos modelos en poses muy sexys con la finalidad de captar más público femenino y de paso fidelizar a las clientes actuales: una estrategia de marketing que se le ocurrió a Miroku en la anterior reunión ejecutiva.

    Le disgustaba tener que trabajar con modelos varones, por la sencilla razón de que se sentía raro tener que interactuar con ellos, acercárseles y a veces verse en la necesidad de tocarles algunas partes del cuerpo para acomodarlos en la pose correcta; pero había algo que detestaba en particular sobre ese asunto.

    —¿No crees que si el joven Taisho fuera modelo se vería estupendo? —preguntaba en un susurro una de las ayudantes en el estudio.
    —Me leíste el pensamiento Abbie… ese hombre es un encanto —comentaba la otra también en un tono bajo.

    Siempre que venían modelos con cuerpos esculturales al set de fotografía, despertaba la libido que su personal femenino de trabajo tenía escondido en su interior. Un poco sonrojado por esos comentarios, que a pesar de ser murmullos él podía oírlos a la perfección, carraspeó un poco la garganta haciéndoles entender a ese par que debía estarse en silencio mientras era horario de trabajo. Una vez así volvió a lo que estaba haciendo, rogando porque surgiera algún compromiso que atender o algo así.

    —Inuyasha tienes una llamada por el inter —le avisaba uno de sus compañeros.
    —¡Gracias, ahí voy! —dijo de inmediato y se colgó su cámara al cuello.

    Esa llamada no pudo llegar en mejor momento así que se fue a atender rápidamente.

    —Inuyasha Taisho al habla —respondió con una sonrisa.
    —Hasta que al fin, oye a la próxima carga el celular contigo ¿Ok? —reconoció la voz de esa mujer en el acto: la mejor amiga de la Higurashi.

    Sango le había marcado al móvil unas cinco veces seguidas pero él jamás cargaba con el aparato telefónico cuando estaba en sesiones fotográficas, obviamente para no desconcentrarse de lo que hacía; esto hizo que no le quedara de otra que llamar a Miroku y pedirle algún número en donde pueda ubicar al chico ambarino. Al tener de una vez donde llamar, ella le explicó de forma clara y directa que hace una media hora acababa de dejar a Kagome en el departamento porque al parecer estaba a punto de darle un resfriado así que esperaba que él pudiera cuidarla porque la verdad es que la joven se ponía más terca de lo usual en esas situaciones y que lo más probable sea que no le importe su condición de salud, esforzándose de más.

    —Está bien, lo tendré en cuenta, ehm… gracias, creo —intentaba sonar amable.
    —La cuidas bien ¿Vale? Ya nos vemos —y con eso cortó la llamada.

    ¿Cuidarla? ¿Era en serio? No sabía por qué pero se había dado cuenta que él siempre tenía que estar al pendiente de ella últimamente; no era que le molestaba hacerlo, al contrario, no tenía ningún problema pero se preguntaba si el rol de casados ya le estaba afectando a Kagome. Sonrió por eso.

    —Bien chicos es todo por hoy, vayan a cambiarse —les ordenó a los modelos que estaban perdiendo el tiempo por ahí.

    Ya casi iban a ser las cinco así que sí salía unos minutos antes no iban a matarlo, recogió algunas cosas y junto con su cámara en el cuello se metió a su despacho a descargar todas las fotos que había sacado y ponerlas en una carpeta digital, ya mañana se encargaría de seleccionar las que mejor salieron para mandarlas a gerencia. Se puso su mochila cruzada para irse de una vez de la empresa, aprovecharía y pasaría por una farmacia para comprarle algunas cosas para ayudarla a sanarse más rápido.

    —Perfecto… —dijo esa mujer con una voz sensual mientras miraba a lo lejos como el joven fotógrafo se alejaba.

    Y colocándose unos lentes de sol a la par que se acomodaba su cartera, salió disimuladamente de su escondite anterior para seguirlo.

    :::::::::::::

    —Bien, seré terca pero sé que puedo hacerlo yo sola —se decía a ella misma mientras intentaba coger temblorosamente la tetera para servirse un poco de café caliente.

    Al parecer los síntomas que presentaba se habían empeorado, ahora tenía escalofríos, su temperatura subió un grado desde que Sango se lo hizo saber y tenía un severo dolor de cabeza que no la dejaba pensar bien, todo esto sumado que estaba en pijamas y tenía una manta polar encima de ella.

    —Buenas tardes soy Julián, su reportero del clima, hoy estamos a 29° grados con un poco de variación al norte y… —hablaban en las noticias.

    Había prendido el televisor para poder distraerse un poco sin embargo el hecho de que ese tipo le recordara que era verano le hacía despreciar el clima cada vez más. Es decir ¿Quién en esta vida se enfermaba en esta época del año? Sólo a ella tenía que pasarle, lo único que le quedaba era escarmentar por sus acciones y proponerse a ya no bañarse tan tarde y con agua fría.

    De pronto escuchó el sonido que hacía el seguro de la puerta cuando la abrían, además de ella la única persona que tenía llave del apartamento era obviamente el muchacho ambarino así que no tuvo que adivinar quién era.

    —¿Qué haces fuera de la cama? Así jamás te sanarás —le regañaba con el ceño fruncido.
    —Déjame, estoy bien —respondió igual de testaruda que siempre hasta que al darse la vuelta le vinieron mareos y tuvo que sostenerse del refrigerador para no caer.

    Al ver eso él fue inmediatamente a su lado, la sostuvo de los hombros y la observaba detenidamente.

    —Kagome estás caliente —dijo serio y preocupado.
    —¿Qué? ¡Oye más respeto, pervertido! —quizás la alta temperatura que tenía la hizo malentender el asunto.
    —No tonta, hablo de que no es necesario tocar tu frente para saber que tienes fiebre.

    En efecto, las mejillas de la chica estaban demasiado rosadas, tenía la boca abierta, en la cual se notaban esos labios secos y morados además de mostrar esa constipación en las fosas nasales que no la dejaba pronunciar adecuadamente algunas consonantes.

    Sin importarle si ella se resistía o no, hizo unos movimientos rápidos y la cargó en brazos estilo nupcial para llevarla de vuelta a la habitación; al parecer la chica ya no tenía de donde sacar fuerzas porque se dejó hacer y hasta se acurrucó en el pecho masculino. Inuyasha quiso pensar que era por el efecto de la gripe nada más.

    Al recostarla en su cama, Kagome estaba con los ojos cerrados y el ceño fruncido, como si algo le estuviera doliendo además de respirar por la boca agitadamente; esto le hizo saber a Taisho que la chica presentaba una recaída repentina lo cual lo asustó y se fue de inmediato a llamar al médico. Por suerte, la joven era muy precavida y tenía anotado todos los números de emergencia en una pequeña agenda al lado del teléfono fijo, Inuyasha pudo ubicar el número celular de un tal doctor Takeda así que rápidamente se comunicó con él.

    No tardó en escuchar la voz de ese galeno así que ni bien contestó, Taisho le explicó la situación actual en la que se encontraba su “esposa”. En realidad, quería decir que sólo era una amiga o algo por el estilo pero al concluir que por su voz podría ser un tío de la misma edad que él y que encima, éste vendría a revisar a Kagome, se le dio por marcar territorios y hacerle saber que ella no se encontraba disponible.

    —Conozco a su esposa, no se preocupe, en veinte minutos estaré ahí —terminó por decir Takeda antes de colgar la llamada.

    Inuyasha dejó el teléfono inalámbrico en la base, algo ruborizado, con el ceño fruncido y haciendo pucheros.

    —Tsk! Sólo fue un impulso de momento.

    Obviamente no reconocería sus evidentes celos.

    ::::::::::::

    Había estado todo el tiempo en su auto, observando detenidamente la entrada de aquel edificio. Hace una hora que vio entrar a Inuyasha a ese lugar y hasta ahora no salía, lo cual le indicaba que ese debía ser su apartamento, lo raro era que no concordaba con la información que tenía impresa en unos papeles.

    La última vez que siguió a un hombre para asegurarse del lugar donde vivía, fue hace dos años cuando le interesaba el gerente general de una importante compañía en Los Ángeles.

    El lanzamiento de un nuevo perfume en el mercado obligaba a la empresa “Puig Beauty” a asociarse con una de marketing y publicidad con el objetivo de obtener una gran acogida del producto, así que eligieron a la compañía “Flyers LA” para tal trabajo. Ambas organizaciones realizaron una fiesta para exhibir el perfume al mercado y ella era la modelo encargada de publicitarlo, de ese modo lo conoció. Se lo presentaron después del evento, pasaron el resto de la reunión juntos y así fue como logró atraerla lo suficiente como para desear verlo otra vez.

    —Lo siento, estoy comprometido —le dijo un poco apenado.
    —No seas ridículo, sólo es por trabajo —contestó ella con una sonrisa para ocultar su fastidio.

    Ese hombre tenía todo lo que ella quería para su pareja ideal: era atractivo, porte elegante, posición económica y social muy buena; no quedaba opción, ese tipo debía ser para ella así que tomó la decisión de hacer hasta lo imposible por obtenerlo como si de un trofeo se tratase. Investigó todo sobre él durante varios meses: cuál era su horario de trabajo, en dónde vivía, cuál era su itinerario privado en su departamento, cómo se llamaba su novia, en dónde vivía ella, etc.

    Con esa información fue armando un plan que se puso en práctica en Noviembre, un sábado por la noche: hizo uso de unas cuantas artimañas para lograr entrar al apartamento de él, sabía perfectamente que llegó una hora antes así que tenía tiempo para preparar todo, se percató de los detalles de su dormitorio y otras cosas, sonreía mientras veía las fotos que tenía en sus aparadores, la chica azabache que estaba en todas las fotografías debía ser su noviecita. Resopló. Se fijó en su reloj de mano y se percató que ya sólo quedaban pocos minutos así que se escondió en el armario de limpieza. Pudo oír con claridad que la puerta se abrió, escuchó pasos y quejas de estar cansado, sonrió por ello y pensó que le haría pasar un rato agradable.

    Había investigado sobre él lo suficiente como para saber que ahora se metería a bañar y en efecto, escuchó pasos que iban directo al baño y luego el sonido de la regadera. ¡Ese era el momento! Aprovechó para salir del office e ir desvistiéndose, regando su ropa por doquier, hasta quedar sentada en el mueble con las piernas y brazos cruzados dejando sus senos al descubierto.

    Él salió del baño a los pocos minutos después, con un pantalón deportivo y el dorso descubierto, secándose el cabello con una toalla mediana; obviamente la sorpresa que se llevó al ver a una mujer desnuda en su sala no fue para menos. Hoy era su segundo aniversario y si su novia llegaba en cualquier momento viendo esta escena, las cosas se pondrían realmente mal.

    —¡Tú! ¡Pero qué…! ¡Ah maldición, cúbrete! —estaba desesperado por solucionar esto.

    Kikyo simplemente sonreía por lo divertida que era esta situación, se moría de ganas porque la prometida de ese sujeto llegase y los viera, de ese modo terminaría su relación con él y así ella podría hacerlo suyo. El tipo fue corriendo hacia su habitación, no se demoró ni cinco minutos ya que regresó puesto con una camisa blanca apenas y abotonada junto con unas sábanas cremas que sacó de su cama para intentar cubrir a esa loca chica.

    —Oh querido ¿En serio me quieres tapar? Por qué mejor no disfrutamos un rato —le incitaba a hacer cosas indebidas.
    —Ya me acordé de ti, eres la modelo del perfume Miracles —acertó de inmediato mientras terminaba de ponerle las sábanas encima.

    Sin embargo, ella no se detuvo a responderle, lo besó en los labios apasionadamente para luego bajar hasta su cuello a la par que sacaba y tiraba al piso esa molesta camisa que le impedía sentir su cálida piel, pasando sus manos por su formado pecho, Kikyo empezaba a sentir la excitación del momento y no era la única: él intentaba no sentir nada pero la realidad es que era hombre y un ser humano, imposible no sentir nada en esos instantes.

    Estaba a punto de caer en las redes de esa mujer hasta que en un microsegundo pasó por su mente la imagen de su novia sonriéndole, abrió los ojos rápidamente y separó a esa modelo de él mirándola fijamente con seriedad. Quizás no habían llegado hasta el final pero el tan sólo hecho de haberle seguido el juego de caricias por unos minutos, hacía que su conciencia lo tachara de imbécil e infiel.

    Todo pasó tan rápido a partir de ese momento, solamente atinó a reaccionar cuando volteó a ver quien había abierto la puerta y al darse cuenta que su novia estaba parada atrás de él con una mirada llorosa, furiosa y decepcionante le hizo entender la gravedad de la situación y el enorme malentendido que se había ocasionado.

    —Bankotsu… tú… por qué —susurraba la Higurashi escondiendo sus ojos llorosos en su flequillo.
    —Kagome… ¡¿Qué…?! ¡Mierda! —exclamó él de pronto tomando su camisa del suelo y volviéndosela a poner encima de su torso descubierto.

    Kikyo estaba sonriendo de lado, su plan estaba dando resultados, pero cuando vio la gran cachetada que esa chica le propinó a Bankotsu se quedó paralizada, esa tipa era de temer así que prefirió borrar su gesto divertido para no ganarse líos innecesarios, mantenerse al margen en estos casos era lo ideal.

    —¡No te me acerques más! ¡Quédate con esa golfa! ¡Me vale madres lo qué hayan llegado hacer en mi ausencia! ¡Me das asco Bankotsu! ¡Nunca más quiero volver a verte!

    Listo, procedimiento finalizado y resultados esperados, pero ¿Golfa? ¡¿Qué se ha creído esa zorra para llamarla de ese modo?! No le iba a reclamar nada, al final de cuentas lo que deseaba ya lo había conseguido ahora seguía el otro paso: demostrar que lo quiere en serio. Él quedó con el rostro volteado a un lado mientras que la chica se iba del apartamento a gran velocidad.

    —¿Te encuentras bien? Dime por favor ¿Estás bien? —repetía ella constantemente fingiendo preocupación.

    A los pocos minutos él logró reaccionar, igual de serio y observándola fríamente, apartó las manos de ella de su rostro.

    —Lárgate… o llamaré a seguridad —le dijo sin rodeos.

    La modelo se quedó sorprendida por tal advertencia o más bien, amenaza así que frunció un poco el ceño sin dejar de estar asombrada, recogió su ropa del suelo e iba poniéndosela lo más rápido que podía. Él caminaba sin fuerzas ni ganas hacia la cocina para sacar una botella de ron de la refrigeradora y servírselo en un gran vaso.

    —Bankotsu, es mala idea que be… —intentó decirle pero él no la dejó continuar.
    —¡Que te largues de una vez! ¡Maldita sea! ¡Déjame solo!

    El tono de voz que usó, intimidó a Kikyo lo suficiente como para salirse del apartamento sin ni siquiera ponerse los zapatos. Una vez afuera comprendió que de nada servía acercarse a ese tipo otra vez, lamentablemente éste era uno de esos tíos enamoradizos que al perder al “amor de su vida” se desmoralizaban por completo.

    —Hombres… quién los entiende —se dijo así misma para luego retirarse y jamás aparecerse por la vida de ese sujeto nuevamente.


    Aquel flash back la hizo darse cuenta de sus deslices pasados pero esta vez sería de otro modo; ese fotógrafo era lo que ella deseaba y de nuevo esa tipa: Higurashi Kagome, estaba en medio del hombre que quería pero no cometería errores esta vez… o al menos lo intentaría, nuevamente tenía la información sólo debía saber cómo usarla a su favor.

    :::::::::::

    Ese doctor había llegado desde hace buen rato y hace más de diez minutos que estaba con Kagome en su habitación; él hubiera querido estar con ella, observando todo lo que ese tipo estaría haciendo sin embargo el médico le pidió amablemente que lo dejara a solas para poder examinarla bien y detectar lo que tenía; Inuyasha, de mala gana, aceptó y ahora se encontraba en la sala esperando como estúpido sin dejar de dar vueltas de un lado a otro.

    —Cuídate Kag… nos vemos —le decía Takeda saliendo del cuarto.
    ¿Cuídate Kag? O sea que ¡¿Ella ya despertó y estuvieron conversando?! —pensó de inmediato el muchacho ambarino con algo de incomodidad.
    —Ah! Usted es el esposo de Kagome, mire aquí le entrego el recetario de algunos medicamentos que ella debe tomar —hablaba con una media sonrisa mientras le entregaba un pequeño papel.
    —Sí, está bien… yo me encargo de esto… Ehm ¿Doctor Takeda? —Y con esa pregunta llamó su atención de pronto, añadió —Por curiosidad… ehm ¿Qué tipo de relación tiene con Kagome? —intentó sonar algo despreocupado para que el galeno no pudiera sospechar.

    Sin embargo, la pregunta estaba por demás obvia así que el aludido se limitó a sonreír y de ese modo contestó.

    —Descuida, Kagome es mi prima y además soy casado igual que tú —y con esta respuesta lo hizo sentir aún más idiota que antes.
    —¿Es tu… prima? —repetía él como si no acabara de ponerse en ridículo.
    —Entiendo que te hayas sentido algo incómodo, no sabías que era su pariente pero que raro… me suponía que ella ha de haberte contado sobre la familia —esta conversación se estaba tornado un poco complicada así que Inuyasha rápidamente evitó contestar cualquier pregunta comprometedora.
    —Sí, me ha contado pero quizás algunas cosas se pasan por alto ¡Entonces! Tengo que comprar todo esto ¿Cierto? —de forma estratégica cambió el tema en el acto.
    —Así es, por favor no debes descuidarla, nos vemos —y de esta forma concluía la charla entre ambos tíos.

    El médico tomó su gabardina y salió del apartamento dejando a Taisho algo entretenido mirando la lista de remedios que debía ir a comprar de inmediato a la farmacia más cercana; anteriormente ya había adquirido algunas pastillas antigripales pero no pensó que los síntomas de Kagome serian tan graves, lo mejor era no darle esas píldoras y comprar las que el doctor acababa de recetar.

    —Bien… debo hacerlo ahora mismo —se decía así mismo, para luego tomar su chaqueta e ir poniéndosela a la vez que buscaba con la mirada su billetera.

    Una vez encontrada la metió a su bolsillo y desde donde estaba gritó.

    —¡Kagome ya vengo! ¡Iré a comprar tus medicinas!
    —¡Sí, gracias! —respondió ella como pudo, ya se encontraba mejor después de que su primo le había inyectado.

    Inuyasha fue hacía la puerta dispuesto a salir pero en cuanto la abrió sus ambarinos ojos se abrieron más de lo normal al ver quien estaba de pie frente a él con una sonrisa seductora.

    —¿Cómo es que tú…? ¿Cómo es que has sabido donde vivo? —cuestionó él muy asombrado.
    —¿Así tratas a todas tus visitas? Qué mal Inuyasha —le respondió fingiendo ofenderse.
    —No puedes estar aquí Kikyo, debes irte —la sola idea de que Kagome vea a esta chica ahí y pensara mal, le desesperaba.
    —Ah ¿Por qué? ¿Es tu apartamento no? Quién puede malinterpretar si se supone que vives con Miroku Kayama —según su información, Inuyasha era un tipo soltero que vivía en el mismo lugar que su amigo, pero al seguirlo descubrió que era una dirección diferente y además estaba el otro detalle donde él mismo le había dicho que estaba casado así que a ¿Qué o quién creer? Decidió averiguarlo por sí misma.
    —Estoy casado Kikyo ¿Ya no lo recuerdas? —le repetía lo de hace un tiempo.
    —Pero no veo a tu dichosa esposa aquí… o acaso me has mentido —se le iba acercando con la única intensión de acorralarlo.

    La misteriosa modelo tenía un extraño poder en la mirada, era tan profunda y penetrante que si te quedabas observándola por un buen rato era difícil romper el lazo visual; él cometió ese error, no pudo dejar de verla mientras que ella aprovechaba ese lapso de apenas unos segundos para acortar la distancia cada vez más.

    En el momento en que parecía que al fin ese fotógrafo cayó en sus redes, sucedió algo inesperado.

    —¿Inuyasha? ¿Aún estás ahí? —se escuchó de pronto la voz algo apagada de esa chica.

    Kikyo abrió los ojos muy sorprendida por todo y sintió una especie de dejavu en ese instante. Inuyasha, por su lado, logró separarse de esa modelo tan atrevida y rápidamente ordenó sus pensamientos para poder responder.

    —Aún estoy aquí, q…querida, ehm ya salgo —tuvo la necesidad de ponerle un apodo cariñoso para así evitar sospechas en Nakamura.
    —Apresúrate… —dijo ella, al parecer no tomó importancia al sobre nombre.

    La alzada modelo estaba incrédula ante tal situación, de nuevo, efectivamente, de nuevo esa chica tenía en sus manos al hombre que ella deseaba para establecer alguna posible relación pero eso era otra vez imposible ya que encima de compartir sentimientos mutuos ¡estaban casados!

    Ocultó su mirada en el flequillo pero aún así se podía observar la seriedad en sus labios: Kagome Higurashi logró malograr su plan con Bankotsu pero no lo haría con Inuyasha.

    —Debes irte ahora Kikyo, yo también saldré así que… —intentaba darle alguna solución a este problema.
    —No quiero, no me iré de aquí hasta conseguir lo que deseo —pareciere que la chica hubiera sufrido una especie de transformación en su personalidad ya que apenas levantó la mirada, mostraba unas irremediables ganas de aventársele encima.

    Aproximándose a su objetivo de forma sensual, sin quitar esa divertida sonrisa del rostro logró que Inuyasha retrocediera cada vez más hasta que se vio acorralado entre la pared de la entrada y la escultural mujer.

    —Bien Taisho, qué importa si eres casado, te quiero sólo a ti —le decía más bien en un tono de amenaza.

    Hacía buen rato que escuchaba ruidos extraños, murmullos que venían desde la sala; el médico le ordenó que por el momento guardara reposo pero no podía estar tranquila con aquellos barullos, así que sin pensárselo más tiempo dejó la cobija a un lado y fue a investigar, caminando lentamente cómo lo permitía su cuerpo en ese estado.

    Poco a poco se iba acercando y pudiendo notar con mejor claridad de quien se trataba; al principio su cerebro no deseaba colaborar al respecto, sobre decirle la identidad de esa mujer que se le hacía tan familiar, sólo estaba apoyada en el muro observando como esa tipa acorralaba a Inuyasha en la pared sin dejarle escapatoria.

    En ese instante sintió como se repetía un triste episodio en su vida: encontrando al hombre que quería con otra mujer. Hizo dos puños para luego abrir más los ojos muy sorprendida; recapacitaba en lo que había pensado hace unos segundos ¿El hombre que quería? ¿Inuyasha? ¿Quería a Inuyasha?

    Pero en ese momento él, sin haberse percatado de la presencia de Kagome a lo lejos, sujetó las manos de esa modelo y usando un poco de fuerza la alejaba de su espacio personal mirándola seriamente.

    —Deberías guardar la poca dignidad que te queda ¡Te pones en ridículo! además ¿No te importa que sea casado? ¡¿Qué demonios me quieres decir con eso?! ¡Estás quedando como una cualquiera y no puedo tener a una persona de ese tipo trabajando en el mismo lugar que yo! —le reclamaba completamente exaltado.
    —Pero qué rayos… ¡¿Estás loco?! ¡No puedes rechazarme y mucho menos despedirme! —refutaba envuelta en desesperación y enfado.
    —¿Quieres ver? ¡Fuera Kikyo! ¡Tengo que cuidar a mi…! —y para darle énfasis a lo que decía volteo a ver a donde se supone estaba la habitación de su esposa, sin embargo, pudo verla de pie sosteniéndose del muro —…Kagome.

    De inmediato fue a su lado, ella estaba a punto de tener otra recaída si no regresaba a la cama en el acto así que ni bien estuvo cerca, la cargó en brazos, nuevamente estilo nupcial y de ese modo caminó para llevarla a la habitación, no sin antes dirigirle una mirada amenazadora a esa modelo para asegurarse de que salga del apartamento de una vez por todas.

    —¡Maldición! ¡Bien! ¡Me largo! ¡Hasta nunca Taisho! ¡Felicidades Kagome, al parecer éste no es igual que Bankotsu! —y diciendo esto se marchó en definitiva.

    Al escuchar esto, una increíble curiosidad surgió en el interior de Inuyasha ya que no solamente le chocaron las últimas palabras de Kikyo sino también la reacción de sorpresa y susto que tuvo Kagome al oírla, le hicieron sentir que debía saber al respecto.

    La acostó de nuevo en la cama, al parecer a tiempo pues la supuesta recaída no se dio, así que pudieron estar tranquilos por ese lado, sin embargo no todo estaba claro.

    —Kagome, lo siento, no sé como esa mujer averiguó donde vivía —le intentaba explicar calmadamente.
    —¿No vas a preguntar? —murmuró ella mirando hacia otro lado esperando que le cuestionará sobre la identidad de ‘Bankotsu’.
    —¿Estás enojada? —era lo principal que deseaba saber.

    Se sorprendió un poco al escuchar eso sin embargo se alivió al saber que no tendría que hablar sobre su ex novio, aunque ahora que lo pensaba un poco ¿Qué debería responderle? ¿Estaba realmente enojada? ¿Por qué? El dolor de cabeza no la dejaba decidir con libertad y tranquilidad, así que dijo lo que su mente repetía a cada segundo.

    —Sí, porque esa tipa se atrevió a acercarse a ti… —seguía murmurando muy consciente de lo que decía.

    Él caviló en la posibilidad de que quizás Kagome esté alucinando por la mediana temperatura que tenía así que le “siguió la corriente”.

    —Ok, entonces ¿Tenías celos? —preguntó con una sonrisa de lado.
    —No… estaba preocupada de que te fueras con ella… otra vez —contestó con lágrimas en los ojos.
    —¿Otra vez? ¿De qué estas…? —le pareció muy extraña esa cuestión así que la miró pero en cuanto lo hizo se alarmó —¡Oye no! ¡No llores!
    —Inuyasha… tú… me elegiste en vez de ella… tú te quedaste conmigo —repetía la joven desconsoladamente haciendo referencia a lo que sucedió hace años cuando su ex prometido la cambió cruelmente por esa mujer.

    Ya no sabía cómo silenciarla, odiaba que las mujeres que le importaban llorasen; cómo podía ser posible que después de unos meses, empezó a sentir cariño por esa mujer, desde que la salvó del incidente con Nagasaki y pasaron esos bellos momentos en su cumpleaños sentía que Kagome era más que una simple amiga, estaban casados sí pero recientemente comenzaba a experimentar sentimientos especiales por ella.

    —Ya no llores… por favor —se lo rogaba como si su vida dependiera de ello.

    Entonces ya no se contuvo más, se acomodó en el filo de la cama echándose también para luego tomar su mano izquierda y sostenerla con fuerza; ella volteó para ese lado aún sollozando.

    —¿Inuyasha? ¿Qué haces? —estaba algo preocupada de contagiarle la gripe.
    —Sólo quiero que estés tranquila… —se había olvidado de preguntarle sobre lo que Kikyo había mencionado, ahora sólo le importaba su serenidad.

    Después de haberle respondido eso, se limitó a hacer lo que siempre le gustaba hacer cuando la tenía así de cerca: juntó su frente con la de ella y le acariciaba su mejilla derecha tiernamente.

    Kagome cerró los ojos instintivamente y se dejó llevar por la cálida sensación que le asestaba estar de ese modo con él y poder sentir su masculina fragancia.

    Se sentía de maravilla poder aspirar el delicioso aroma a durazno, característico de la chica, tanto así que hasta se podía quedar dormido ahí mismo, sin embargo en cuanto cerró los ojos para soñar un rato, una suave y dulce sensación lo hizo volver a la realidad en el acto.

    Quizás fue el efecto de la medicina inyectada por el doctor o la alucinación, producto de tener aún la temperatura en unos cuantos grados altos, no lo sabía con exactitud, lo único que tenía claro era que acababa de besarlo cuatro largos segundos.

    —¿Kagome? —preguntó él totalmente desorientado.
    —Lo siento si te contagio el resfrío —le decía por pausas hasta que no pudo más y se lanzó a los brazos de Morfeo.

    Ese no había sido el primer beso de ambos pues el primero fue aquella vez cuando se casaron por error en ese hotel de Las Vegas, este de ahora fue obviamente el segundo sin embargo fue mucho más especial que el anterior, ella lo besó de una manera tan delicada y propia de una mujer, tal vez no en una buena y saludable situación pero en realidad ¿Qué importaba eso en estos momentos? La dejó dormir así que se separó de ella con muchísimo pesar y se levantó de la cama para luego salir de la habitación.

    Después iría a comprar las medicinas del recetario, por ahora sólo quería quedarse en el sofá, tocar sus labios y meditar en lo bien que se sintió aquella segunda muestra de afecto.

    --------------------------------------------------------

    Como dije anteriormente, estos momentos los iré atesorando, por lo que los besos irán poco a poco así que Sango-sama >w< espero que te haya gustado esa mini parte Hehe~~ Vendrán más... probablemente xD

    Y bien! òwó
    ¿Qué les pareció la pequeña revelación? ¿Fue cómo esperaban? Si no era así ¿Qué es lo que más o menos se imaginaban que podía haber entre Kikyo & Kagome? ;)

    Espero sus respuestas Minna´san! Muchas gracias por leer! ^o^
    Nos leemos pronto!

    Edito: Me faltó agregar algo importante, a mi en realidad me gusta mucho el personaje de Kikyo y bueno hacerla quedar como la 'otra' en esta historia fue algo que tuve qué hacer. Siento que no hay otra chica que pueda personificar los momentos así como Kikyo xD
    Lamento mucho si se crea cierto recelo hacia ella pero no lo hago en mal plan! Para mi, Kikyo es genial! >o<
     
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