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Hace poco me fui unos días "de vacaciones" y justo ayer regresé. Durante el tiempo que estuve fuera de casa eché en falta algunas cosas y momentos que hasta ahora nunca había tenido en cuenta. Por supuesto añoraba a mi familia -no tanto mi casa-, pero creo que eso es demasiado evidente. Sin venir a cuento me invadía una increíble sensación de nostalgia, especialmente durante la noche. Echaba de menos darme un baño de agua caliente a aquellas horas y comer mi chocolate favorito; poder tener uno de esos momentos en soledad perfectos para tranquilizarme y meditar sobre las mil cosas que tengo en la cabeza. O aquellas veces que me encerraba en mi habitación a escribir mientras veía desde mi ventana las estrellas. Aunque también extrañaba algunos momentos en compañía, como bajar al salón y ver una película con mi madre y mi perra, acompañando la noche con pepsi y palomitas. Justo entonces recordé una noche que no podía dormir, y Takara -mi preciosa perrita albina- se quedó en vela conmigo. Yo estaba perdida en mis pensamientos, para variar, hasta que me di cuenta de que pronto amanecería. Puse entonces mi canción favorita -que está abajo-, una y otra vez, mientras ambas, tumbadas sobre la cama, contemplábamos la llegada del sol. Era uno de esos momentos mágicos que solo se ven en las películas, aquel instante preciso que jamás se volverá a repetir. Y es que pensando me di cuenta de lo especial que es disfrutar de esos pequeños placeres del día a día. Es lo único que se me vino a la mente cuando mi perra lloraba desde la ventana viéndome llegar, ansiosa porque abriese la puerta. Y justo aquella noche, tras ver una película en compañía, salí con ella a dar un paseo. Echaba de menos a mi compañera, pero sobre todo tener uno de aquellos momentos.
a Misuzu Nyan y Cygnus les gusta esto.