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Una carta suicida pone a flor de piel los verdaderos sentimientos de nuestros dioses de la muerte.
(No copiar, o adaptar a ningún tipo)
Esta historia la hice con mucho cariño, tanto para l@s lectores como para los personajes en si, gracias por confiar en mi, espero sea de su agrado.
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No es que le importara mucho, después de todo, las personas a su alrededor siempre le hicieron saber que era un error de la naturaleza, un estorbo y que el mundo sería mejor sin él. Quitarse la vida no fue tan difícil como imaginó, siempre le gustó el drama y a su parecer, fue una hermosa muerte.
...
No fue su intención, aunque tampoco le quita el sueño la inconformidad de los demás. Fue un error, la aparición del mayordomo del los Phantomhive no estaba en sus cálculos. El alma encomendada fue perdida y este pequeño descuido les costó a todo el despacho horas extras NO remuneradas, evidentemente nadie estaba feliz, los insultos no se hicieron esperar, en especial por parte de William.
Esa tarde incluso el demonio demostró su repudio hacia la muerte roja, hoy no era el día de Grell.
Ronald quien tanto lo admira le dio la espalda,incluso Alan que siempre es muy tranquilo y respetuoso, externó su absoluta molestia.
Grell sin ánimos de continuar con el trabajo de oficina, abandonó el edificio sin consentimiento de Spears y regresó a su casa, en el camino Eric le gritó algo que no logró escuchar claramente, aunque de seguro se trataba de un insulto.
...
Al siguiente día el carmín no se presentó a laborar y eso parecía no importarle a nadie, ningún empleado preguntó por él ni se extraño por su ausencia, todo fue adjudicado a la holgazanería de la parca extravagante.
Una semana ha pasado y del paradero de Grell Sutcliff no se sabe nada, el despacho se muestra tranquilo y en orden. William T. Spears se mantiene sereno, aunque después de nueve días de ausencia, el temor de que Grell nuevamente haya escapado al mundo de los vivos para jugar al descuartizador, le perturba. Algo no esta bien.
William emprende una visita al domicilio de su rojo subordinado, pero no va solo, le acompaña Ronald quien a pesar de tener una cita esta noche, se ofrece para buscar a su jefe carmesí. Odia las horas extra, pero si Grell no aparece, es completamente seguro que el trabajo se triplicara.
...
-¡Grell Sutcliff!- llama Spears con voz autoritaria, no hay respuesta. -Grell Sutcliff, por tubien, más te vale tener una buena excusa respecto a tu ausencia, no tendré piedad.
-Sempai, no creo que sea buena idea amenazar a Sutcliff- sempai, podría cometer alguna locura- advirtió Ronald. Aún así, la puerta permaneció cerrada.- Sutcliff-sempai, ¿podemos pasar?- preguntó el rubio pero no recibió respuesta. La paciencia de ambos se agotaba y el tiempo se acababa. El rugir de un motor se hace escuchar y la puerta es derribada, Ronald apaga su Death Scythe y senríe satisfecho.
-La reparación de esta puerta saldrá de tu salario Ronald Nox- sentenció William mientras ingresaba al apartamento, Ronald suspiro decaído.
La casa se veía en orden, nada fuera de su lugar. quizá una ligera capa de polvo, pero nada relevante, al avanzar hasta la recamara, lo que encontrarían les sacaría de balance.
Sobre el colchón de la cama, había un pequeño baúl, pero William no le dio importancia y siguió buscando, llamando a Grell bajo amenazas pero este no respondía.
-Spears-senpai, mire- el joven parca habló en un susurro, sus manos temblorosas sostenían una hoja de papel, "una carta" William se la arrebató del las manos con violencia y leyó el texto, su rostro palideció.
Esto es una adios difinitivo, no más molestias ni dolores de cabeza, la vergúenza de mi incómoda presencia se marcha junto conmigo. Un descanso de mi alma atrapada en un cascarón quebradizo.
No pretendo causar lástima con excusas, ni culpar a nadie por mi decisión, sé que a nadie le mortificará mi ausencia, sin embargo es mi deseo que conste en acta de que yo existí y que mi vida miserable sirva de lección por algún torpe desorientado y desamparado.
Todo está perdido, no guardo ni la menor esperanza de ser perdonado, porque ¿Cómo obligarle a que me ame, a que me acepte como soy?...
La carta se extiende unos cuantos párrafos más , pero William no prosigue la lectura, esto es demasiado fuerte para él, la hoja es arrugada entre sus manos, su ceño se frunce con extrema amargura y sin mirar atrás, abandona el lugar, Ronald le sigue en silencio, se sienten desvastados, "¿a caso Grell era tan infeliz?"
Ambas caminaron en silencio de regreso a la sede Shinigami, no lo podían creer, hubo sentimientos encontrados, confesiones jamás reveladas, se hicieron promesas que hoy en día nunca se cumplirían.
...
Tenía que preparar todo para la baja de Grell, pero... ¿dónde estaba su cuerpo? De pronto la razón volvió a ellos, si Grell había decidido quitarse la vida "nuevamente", entonces ¿dónde estaba su cadáver?, ¿cuándo de había matado? Y es que hace más de una semana de su desaparición quizá su cuerpo no esté en las mejores condiciones, visitaron todos los lugares que imaginaron serían los preferidos por la parca roja para bajar el telón de su dramática puesta en escena. Fue una búsqueda infructuosa, o es que quizá, ¿no conocían bien a Grell?
...
Pasaron la noche en vela y Ronald faltó a su cita, el astro rey amenazaba con salir de entre las colinas, cansados y confundidos, recurrieron a su última opción, "Underteker", Ronald menos que nadie quería ver al viejo enterrador pero no tenía opción, William fue muy insistente.
Las puertas del negocio se abrieron de par en par, la luz de la calle inundó el lugar deslumbrando a sus habitantes y pronto todo fue confusión, gritos, rabia y sangre.
El peliplateado yase sentado en uno de sus ataúdes finos bebiendo una tasa de té y frente a él una pelirroja descerada sostiene una bandeja de galletas, los dos hombres shinigami recién llegados quedaron impactados pues la muerte escarlata les dio una bienvenida con un cordial "Hola Will querido". La guadaña de William se clavó justo en la frente de Grell haciéndole sangrar, Ronald sintió enloquecer, "¿ a caso se trataba de un fantasma?", pronto el shinigami legendario soltó una gran carcajada que le hizo caer al suelo.
...
-Will, esa carta no es reciente, es de cuando estaba viva- explicó Grell avergonzado, jamás imaginó que alguien tan cercano a él descubriría esa carta.
-Honestamente-murmuró William mientras escuchaba la letanía de su rojo empleado.
-Es enfermo- escupió Ronald quien se ganó una mirada de reptroche por parte de William.
-Bueno, es que me gusta coleccionar cosas, después de que morí regresé a mi lecho de muerte y tomé la carta, nadie la había leído,-dijo con tristeza.- Después que perdí el alma, me puse nostálgico y comencé a revisar mis recuerdos- Grell dijo con picardía.
-Entonces, ¿Por qué no regresastes?- William preguntó con rabia mientras tomaba a Grell por las solapas del abrigo.
-Bueno, sólo no estaba de humor y una chica tiene sus días y...-Grell no terminó su dialogo pues William intentó estrangularlo.
-Después de todo, me alegra que saber que te importo Will- Grell tomó del brazo a su jefe y le abrazó con fuerza- gracias por buscarme chicos- el pelirrojo sonrió sinceramente lleno de felicidad.
Una vez aclarado el asunto, las tres parcas volvieron a su reino de la muerte, había muchas horas extra por cubrir, sin duda, Grell no vería la luz del sol por mucho tiempo. Pero al fianl, se sentía inmensamente feliz, pues al menos en esta vida si era importante para alguien.
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Bueno, no sé si es lo que esperaban, pero lo hice con amor, espero les gustara, no es romantico pero pues creo que se siente el feeling... XD
No se olviden de votar si les gusto y dejarme su opinión. -
(T/N) Tu nombre
(c/p) Color de pelo
(c/o) Color de ojos
***
"Qué patético." Se dijo a sí mismo, pasando el dorso de sus manos por sus mejillas. "En el fondo sigo siendo un humano."
Soltó un suspiro bastante quebrado y entrecortado, manteniendo en todo momento la cabeza baja. Frente a él, muy cerca, había un espejo, y no quería ver su reflejo en un momento en el que lucía tan lamentable.
"Aun así, no pienso olvidar esto." Susurró una vez más, en su mente.
***
El primer recuerdo que tuvo de ella, de esa chica de (largos/cortos) cabellos (c/p) y ojos (c/o) que nunca abría, pues entendía que no estaban perfectamente centrados y no valía la pena mostrarlos si no vería nada con ellos.
Él, quién tan malo, arrogante y egoísta era, tenía compasión por tal clase de persona inferior a él, e incluso lamentablemente recalcaba en su cabeza lo hermosos que eran sus ojos anque no fueran como los de los demás. Ni siquiera él entendía por qué tenía que haber fijado su mirada en una figura tan deplorable.
La pequeña ciega, que llevaba una carpeta entre sus manos y acababa de pasar la entrada de su colegio para irse, fue empujada por una niña que pasó corriendo por su lado en la dirección contraria. El impacto le hizo caer al suelo y soltar el palo que usaba como guía a la hora de caminar. Se escuchó el desperdigamiento de los papeles que había dentro de la carpeta y un quejido salir de su boca al tocar el suelo bruscamente.
La chica que había provocado aquella caída ni siquiera se molestó en disculparse y ayudarla a modo de compensación. Ni siquiera tuvo lástima. No, ni siquiera dejó de correr en ningún momento. Ni tan siquiera giró la cabeza para mirar el efecto que había causado con aquel empujón hombro a hombro.
La gente la miraba con lástima, pero ninguna se acercaba. ¿Qué clase de mundo era este? ¿Nadie tenía agallas de acercarse y ayudar a una pobre ciega? Bueno, él tampoco era la mejor persona del mundo. Él no solía ayudar a nadie. ¡A nadie!
... Pero algo en su interior le movió hacia donde la chica seguía tirada en suelo, palpando con sus manos en busca de recuperar su carpeta, el contenido de ésta, y su bastón blanco.
Lo primero que hizo él, mientras ella seguía tomando un que otro papel lentamente y sin decirle nada ya que ni notaba la presencia de alguien ayudándola a recoger, fue juntar todos los papeles, y antes de juntarlos con aquellos que estaban en las pequeñas manos de la chiquilla, tomó el bastón blanco y se lo dio todo. Aquellos papeles no tenían letras, pero sobresalían pequeños bultitos. Esa debía ser el método de lectura de los ciegos. Aquello de lo que tanto había oído hablar. Pasaban los dedos por aquellos puntitos y con ello formaban una letra en su cabeza. Luego, unían todas las letras y formaban frases. Eso es lo que él entendía.
La chica parecía sorprendida, incluso abrió los ojos. Pero en seguida los cerró y dio una pequeña sonrisa.
--"Gracias." --Dijo ella con su tierna voz. Tan adorable, y a la vez vulnerable.
Él frunció el ceño y se mordió el labio.
--"Ten más cuidado." --Le dijo fríamente, y cuando la chica, de nuevo asombrada, creyó que la dejaría de nuevo sola entre la multitud. Pero él tomó su mano izquierda con la derecha propia.
Ésta misma mano derecha, emitió un pequeño tintineo... un cascabel.
El chico siempre llevaba en su muñeca derecha un brazalete del que colgaba un cascabel, y éste mismo sonaba cada vez que movía aquella mano.
La chica escuchó con curiosidad el ruido de aquel cascabel, moviendo un poco la mano del chico entrelazada a la suya propia.
--"¿Qué es ese sonido?" --Preguntó, ladeando la cabeza.
--"Un cascabel." --Respondió él. La chica, aunque no sabía muy bien lo que era aquello y nunca lo había escuchado, sonrió.
--"¡(T/N)! ¡Lo siento por llegar tarde!" --Exclamó una mujer adulta mientras se acercaba a ella. Miró al chico que estaba con ella y le sonrió.-- "Adiós." --Se despidió también de él, imaginando que quizás sería uno de los amigos de su hija.
Él asintió. Ni siquiera iba a aquella escuela. Él iba a una escuela privada, como era esperarse de alguien de buena familia como él. Observando como la que parecía ser su madre ayudaba a la tal (T/N) subirse al coche y luego arrancó para irse, dio la espalda a aquella dirección y se fue.
Durante los próximos días, Ruki se pasaría 'por coincidencia' por la entrada de aquel colegio público a la hora de siempre. La hora a la que los alumnos de aquel centro escolar salían. Aún si ella no le veía, siempre hacía el mismo gesto. Alzaba un poco su mano derecha, y la agitaba, dejando aquel tintineo que a la (c/p) comenzaba a hacérsele familiar.
--"¡Hola!" --Exclamó ella, reconociendo al chico que le había estado visitando todos los mismos. Él respondió de igual manera.
--"Oye, nunca me dijiste tu nombre." --Añadió la pequeña (T/N), sonriendo. No lo decía con mala intención, pero sí que le daba curiosidad saberlo.
--"... Ruki." --Dijo él. Ella soltó una risita.
--"¡Es un nombre hermoso! Yo me llamo (T/A) (T/N). Puedes llamarme (T/N), Ruki-kun." --Dijo la inocente chica. Él asintió, aunque ella no lo pudiera verlo.
Una vez más y como todos los días, la madre de (T/N) venía a buscarla en su coche, pero esta vez, en vez de simplemente ayudarla a entrar, arrancar el coche e irse, la ayudó a entrar pero se paró a hablar un momento con los padres de otra alumna del colegio que parecía conocer.
Por alguna razón, (T/N) sabía que Ruki seguía ahí, así que sonriendo, apoyó la palma de las manos y la cara en la ventana derecha de los asientos traseros, donde ella estaba sentada. Y él, también pegó ligeramente su rostro a la ventana, haciéndolo ver como si casi se hubieran besado, tan solo con el fino cristal de distancia.
Incluso si ella jamás sabría que se besaron indirectamente, él deseó repetir el momento una y otra vez, egoísta como siempre.
Ella no lo recordaría, pero él no lo olvidaría.
***
Pasaron muchos años. ¡Muchos! Tantos, que casi no podían contarlos con los dedos. Después de tanto tiempo sin encontrarse, un agradable tintineo resonó en los oídos de la chica, sacándole una sonrisa llena de esperanzas.
--"... ¿Ruki-kun?" --Llamó, sin perder la sonrisa. Él nuevamente, asintió. Aquella mala costumbre que ella jamás podría notar...
No recibió respuesta, pero él entrelazó su mano con la de la chica, haciendo sonar aquel cascabel de nuevo. Ella rió.
--"¡Tanto tiempo sin hablar contigo! ¿Qué te ocurrió? Dejaste de venir aquí." --Él rió entredientes. La chica jamás se imaginaría lo que le había pasado, así que no se lo contaría.
--"Me mudé." --Puso, como excusa.
Estaban en la entrada de la que parecía ser su universidad. ¿Cómo había descubierto que ella estudiaba allí? Eso no importaba, simplemente lo hizo.
Justo al soltar su mano y retroceder un par de pasos para darle su espacio a la muchacha, una chica salió corriendo, riendo con sus amigas y chocó con ella, dejándola suspensa en el aire y a décimas de segundo para caer al suelo.
Extendió su mano derecha hacia ella en un intento de sostenerla, dejando sonar el tintineo de su cascabel, pero esta vez no estuvo en sus manos ayudarla. Esta vez, y por primera vez, otro chico la tomó de los hombros por la espalda y la sostuvo con delicadeza y extrema ternura. Ruki abrió los ojos como platos mientras miraba la escena, estupefacto.
--"¿Estás bien, (T/N)?" --Preguntó. ¿Quién era aquel chico que nunca había visto y que tanta confianza tenía con la chica que quiso proclamar como suya?
--"S-Sí... Gracias, Arata." --Arata. Ese debía ser su nombre.
Él besó su mejilla, lo cual causó una sonrisa en el rostro de la chica.
... ¿Por qué?
... Creyó... que él era el único...
¿Porqué llegó a pensar tal estupidez? Nunca tuvo evidencias de que él fuera el único en la vida de aquella chica.
... Se había ilusionado él solo.
***
No debía estar llorando apoyado en el pasillo de un restaurante, cualquiera podría verlo. Pero no lo pudo evitar. Lo primero es que ni siquiera debió aceptar la invitación de (T/N) de ir con ella y Arata a cenar, como amigos.
¿Cómo que como amigos? Ese chico no dejaba de coquetear con ella...
Puso como excusa que iría al baño, pero cuando volvió, lo escuchó...
La declaración que ambos compartieron. Y el silencio que les siguió, debió de ser un beso de unión. De que ahora ambos empezarían una relación. Y Ruki quedaría atrás.
... ¿Pero es que él qué pintaba ahí? Haciendo amistas con simples humanos, y habiéndose enamorado perdidamente de una humana. Además fingiendo felicidad, fingiendo ver el cielo de un tono que no fuera gris, oscurecido por su propia tristeza.
Sin dejar que le descubrieran y supieran que les había escuchado, retrocedió y se quedó apoyado en la pared del pasillo del restaurante. En esa situación se encontraba.
Pero en cierto momento, (T/N) se acercó. Él se llevó la mano derecha a la boca para cubrir un suspiro cortado que demostraría que estaba ahí, llorando.
Pero fue un error. Incluso si él mismo no quiso hace ruido... El cascabel sonó, y ella se giró en aquella dirección.
--"... ¿Ruki-kun?" --Le llamó. Escuchar su nombre salido de esos labios le hizo soltar un sollozo. Y luego se maldijo a sí mismo por dejar que le oyera.-- "¿Estás llorando? ¿Qué te pasa?" --Preguntó, preocupada.
Frunciendo el ceño, tomó a la chica de la muñeca con su mano derecha y tiró de ella, aferrándola a él. Una vez la tuvo pegada a su cuerpo, envolvió su cintura con el brazo libre. Sin decir nada y sin tampoco dejarle hablar a ella para preguntar qué hacía, la besó.
Ella no correspondió. Por lo que el beso quedó algo roto. Eso le dolió a Ruki.
... Incluso al cielo gris le dolió, que estaba tan triste como él. Parecía como si el cielo fuera a llorar.
Aun así, aunque deseara que el beso fuera correspondido, se conformaba con aquello. Y aunque ella no respondiera, desearía repetir aquella escena una y otra vez, y que sus labios se encontraran una, y otra vez más...
A partir de ahora, tras realizar que los tiempos de ahora jamás serían los mismos que los de aquella hermosa infancia... Decidió era mejor empezar como si todo fuera algo nuevo y superar lo que ocurrió.
--"... Nunca te dije mi nombre completo." --La chica le miró con los ojos bien abiertos. Y él sonrió forzosamente.-- "Ruki Mukami. Me llamo Ruki Mukami." --Para sellar la decisión de empezar de 0 como en su segundo nacimiento cuando Karlheinz le hizo vampiro... también empezaría a usar su nuevo apellido con ella.
Ella simplemente sonrió. Aquella sonrisa que no olvidaría y que le dio fuerzas.
Superaría aquello, superaría el efecto que sus sonrisas tenían en él.
... Pero no lo olvidaría jamás. No recordar algo... No significa haberlo olvidado. Nada se olvida. Todo queda en tu memoria, por inalcanzable y lejano que sea aquel recuerdo que no puedas recordar.
Quisieran o no...
Aquello quedará quemado en sus memorias.
***
El tiempo pasó, y ellos dos jamás volvieron a verse.
Un día, Ruki salió de noche a pasear por la ciudad. Aquella familiar ciudad. Y vio una pareja. La chica tenía el cabello (largo/corto) y (c/p). Ella sonreía al lado de un hombre que también se le hacía familiar. En la mano en la que ella solía sostener un bastón blanco para ser guiada pero ya que no usaba ya que tenía a alguien que le indicara el camino, había un anillo de plata.
... Una alianza.
Ruki sonrió y pasó por al lado de ellos, comenzando a alejarse caminando en la dirección contraria.
Así estarían bien.
Si no fuera por que el tintineo de un cascabel pasando por su lado y alejándose en dirección contraria, reabrió una cicatriz en el corazón de aquella mujer, al menos por los segundos en los que lo escuchó.
... Por un segundo, la mano derecha de aquella chica, entrelazada a la que de aquel otro chico, pareció temblar. -
(T/N) Tu nombre
(T/A) Tu apellido
(c/p) Color de pelo
(c/o) Color de ojos
***
La (c/p) caminaba por el enorme espacio que lo era todo y no era nada. Una sonrisita plantada en su rostro. En los siglos y siglos que pasaron desde su fallecimiento, quiso echar de menos muchas cosas. El cielo azul y el sol de día, las estrellas y la luna de noche, el frío en invierno, y el calor en verano. Incluso quiso llegar a echar de menos las clases. Eran muy aburridas, ¡pero eran parte de una rutina! ¡De su vida! Quería echar de menos tantas cosas...
Pero solo consiguió extrañar una de ellas. A cierto chico de cabello blanquecino, y orbes rosadas.
En realidad... Con solo extrañarle a él era suficiente.
Se sentó en la superficie que no veía, pero sobre la que había estado caminando. Cerró los ojos, pues no tenía ningún otro lugar donde mirar. Años después de haber muerto, decidió que prefería tener los ojos cerrados, pues le era cómodo. Era como siempre estar durmiendo plácidamente. Solo que no dormía. Allí no sentía necesidades de nada, bueno, de casi nada, ni siquiera de dormir. Solo... Solo tenía necesidad de amar. Y ella ponía los pocos sentimientos que quedaban a su alcance para amar.
-" No te culpo de nada, ¿sabes? " --Soltó, sin borrar la sonrisa de su cara.-- " Lo siento si te hice sufrir. " --En realidad, jamás sabría si sufrió o no, o si simplemente pasó página.-- " Te amé, te amo y te amaré. "
Eran las frases que repetía todos los días. Bueno, decir días no era la expresión más adecuada, pues allí tampoco pasaba el tiempo. Con la ausencia de un cielo al que mirar, o un reloj por el que guiarse, nunca sabía cuánto tiempo pasaba. Pero ella sabía que era mucho. Mucho más de lo que pudiera suponer.
Su rostro, y todo su cuerpo en sí, se mantuvo intacto desde su muerte. Con un único cambio. Las mordidas a lo largo y a lo ancho de su cuerpo, se habían borrado. Pero ella ni siquiera notó eso. Ella no se miraba a sí misma.
A decir verdad, recordaba todo lo malo que ocurrió en su vida. No podía señalar nada bueno en ésta misma.
Pero en su interior, sabía que sí que hubo algo bueno. ¡Alguien bueno! Alguien por el que siempre repite las mismas frases. Aquel chico. Se decia a sí misma, que él de una manera u otra, una que otra vez, la habría hecho feliz. El único problema, era que con el tiempo, lo había olvidado.
Vampiros... Él también fue un vampiro. Pero él jamás la dañó. Ni siquiera la tocó. Ya que no le recordaba con exactitud, ahora, a veces, pensaba que sin palabras él estaba intentando conservarla y cuidarla.
Por eso tenía que agradecer. Le agradecía con esas mismas frases, que eran las únicas capaces de salir de su boca.
" No te culpo de nada. Lo siento si te hice sufrir. " Porque algo en ella le decía que él realmente lo pasó mal con su ida. Creyó que ya que él fue como los que tuvieron la culpa de esa misma ida, se echaría parte de las culpas a sí mismo. ¡Quizás incluso toda la culpa!
" Te amé, te amo y te amaré. " Porque era lo que sentía. Era lo único que podía sentir y no quería perder ese sentimiento.
En ese entonces, resonaban familiares sonidos en el lugar en el que anteriormente, el silencio era el rey. Esos sonidos seguían haciéndose cada vez más fuertes porque cada vez estaban más cerca. Pero en cierto momento pararon.
Y (T/N) (T/A)... Abrió sus hermosos ojos (c/o).
"Viniste para volver a hacerme feliz, ¿verdad? Quizás podamos recuperar varios sentimientos, juntos." Pensó, pero no decía nada. De su boca solo salían las mismas palabras. Y ambos, con la repentina necesidad de hablar, hablaron a la vez.
-" No te culpo de nada. Lo siento si te hice sufrir. "
-" Fue mi culpa. Lo siento si te hice sufrir. "
Inevitable y curiosamente, (T/N) soltó una risita. Él solo sonrió, sonrió con amplitud.
Finalmente, ambos terminaron de hablar, de nuevo a la vez.
-" Te amé, te amo y te amaré. "
Y por primera vez y para siempre, la distancia entre ellos pasó de serlo todo... A no ser nada.
-
***
Subaru hacía memoria, de cómo hace ya unos años, llegó a su vida la persona que más amó. Pero con la misma fugacidad que ella apareció... desapareció. En la interminable vida del peliblanco, esa velocidad era casi igual a la de la agitación de una cortina cuando corre el viento, al cambio de posición de una sombra a medida que el sol se va escondiendo, al efecto de pulsar el interruptor de la luz. Algo tan rápido en una vida como la suya... ¡No, todavía más rápido que todo lo mencionado!
Todo ese amor, toda la existencia de la persona amada, de su única persona amada de una manera tan pasional... Se esfumó en un abrir y cerrar de ojos.
Él estaba roto, en pedazos. Bueno, su corazón era el que estaba roto en pedazos, pero a veces, el desearía que TODO su ser se rompiera en pedazos. Así acabaría con todo. Así se reencontraría con ella de nuevo.
¿Pero ella le perdonaría su ignorancia en el tiempo que se conocieron?
La habitación estaba fría, congelada, era una noche de invierno. Pero eso a Subaru no le importaba, nunca le importó, nunca le importará. Su mente está cubierta y consumida por una sola cosa, por una sola presencia.
Ella.
(T/N) (T/A)
¿Estaba realmente seguro de que solo habían pasado unos años desde que se fue?
¿Estaba realmente seguro de que no hacía... décadas... o incluso siglos... desde que se fue?
No sabía cómo en su día a día podía seguir vivo. ¡Él debería estar muerto! ¡Más que muerto! ¡Su corazón debería haberse roto de verdad!
Al igual que todos los días de su vida desde aquel entonces, él solo ha hecho recordar y recordar. Y no pretendía dejar de hacerlo. Él quería recordarla. No quería olvidarla por nada. No importaba cuán duro fuera lidiar con aquella pérdida. Él quería atesorarla en sus memorias como nunca pudo atesorarla... Cuando ella vivía. Cuando ella estaba viva.
*** ¡Flashback! ***
Aquel día, realizó lo que le pasaba. Descubrió por qué su corazón latía así de rápido, con esa fuerza. Encontró la respuesta también, a por qué no podía hablar cerca de ella, a por qué parecía mudo cuando se acercaba o simplemente pasaba cerca.
Justo como en ese momento. Estaba completamente mudo.
Ella estaba unos 10 metros frente a él, en cuclillas, acariciando con las yemas de sus dedos los suaves pétalos de las rosas del jardín de los Sakamaki.
Mientras tenía aquel contacto con esas hermosas plantas, su rostro tenía dibujado una sonrisa. Y por alguna razón, esa sonrisa se la contagió a él.
Pero no se acercó. Él solo la miró en la no tan gran distancia. Era una pequeña distancia entre ellos, entre sus cuerpos. Pero sabía que entre los sentimientos de ambos, había una distancia mucho mayor.
Otro día, ella estaba encerrada en su habitación. Él estaba fuera, pegando la oreja a la puerta. No quería escuchar, pero tampoco quería dejar eso así.
¿Aunque de qué servía escuchar y no querer dejarla así, si no iba a hacer nada para detener sus lágrimas?
Así es, ella estaba llorando. Era un llanto intenso, que no paraba, ni parecía que fuera a parar. Ella no quería parar de llorar. En ese instante... Subaru no entendió el sentimiento de tener el corazón roto.
Aunque no fuera con su actitud, con su personaje, él quería consolarla. Quería destrozar aquella puerta que les separaba y de una vez por todas acercarse, envolverla entre sus brazos y aferrarla a su cuerpo. Quería aferrar su rostro a su oído, y susurrarle las más bellas y tranquilizantes palabras que ella hubiera podido haber escuchado en toda su vida.
En toda su vida... Que fue corta.
Pero en parte era su culpa.
Eran sus hermanos los que la consumían, poco a poco. La utilizaban como un objeto cualquiera, no más importante que cualquier otro trasto. La utilizaban.... como si fuera algo tan simple como un vaso de cualquier tipo. Solo bebían y bebían de ese "vaso". Y luego, lo dejaban en su lugar, sin darle más importancia. Porque es un vaso, no una persona. Para ellos no es una persona. Es un vaso.
Subaru no podía evitar estar un poco de acuerdo. Si él pudiera acercarse, también gustaría de poder probar de su sangre.
Pero él no hubiera sido como los demás.
Él la hubiera tratado... como si fuera un vaso de cristal. ¡O aún más delicadamente! Como si aquel vaso... fuera de porcelana. De la más fina porcelana. Como aprietes mucho el vaso a la hora de sostenerlo, como hagas mucha presión con tus labios sobre el borde de ese vaso... Podría romperse.
Y él no quería arriesgarse a romperla.
Así que nunca bebió de ella. De ese vaso con el que su persona era tan identificada.
Pero eran sus hermanos los que la hacían sentir mal por el hecho de ser vampiros...
Y él no podía evitar saber que... solo era un vampiro más.
... Una existencia que ella despreciaría igual que las de sus hermanos...
Su existencia también tenía la culpa de su sufrimiento.
¡Si tan solo hubiera podido desaparecer, y hacer desaparecer a los demás!
¡Ella habría sido y se habría sentido como la mujer más feliz! ¡Justo como se merecía!
Pero Subaru estaba vivo...
*** ¡Fin del Flashback! ***
Todos estaban vivos...
Se levantó y su puño se estrelló contra la pared, con una fuerza que nunca antes.
Una vez más, al igual que todos los días de su vida, Subaru se repetió la misma frase.
"Es mi culpa. No me merezco amarte."
Pero esta vez, no la dijo como ningún otro día.
Él gritó.
Gritó esa frase muchas veces. Muchas veces. Porque era verdad. Él no podía llamarse a sí mismo enamorado, el mayor de los enamorados... Porque no lo merecía.
Amar es algo tan hermoso...
... Pero él es un ser tan asqueroso.
Él podría haber cambiado las cosas... Con el simple hecho de haberse acercado. Con haber hecho todo lo que quería hacer. Con solo haberla apoyado... ¡Quizás incluso podría haber intentado protegerla! Haber intentado evitar que los demás se hubieran acercado a ella aunque tuvieran la sed más horrorosa del mundo...
Si él hubiera hecho algo, ¡cualquier cosa!...
Ella no habría colapsado...
(T/N), su amada, hermosa, y la más perfecta mujer... (T/N)...
... (T/N) estaría allí.
Pero ya se había decidido. Acababa de decidirse.
No volvería a dejar ni una sola vez más que el orgullo y la culpa le carcomieran por dentro. No volvería a permitir que ni un solo sentimiento de dolor punzara su pecho. No... Él haría, lo que siempre quiso hacer.
Él estará con ella para siempre. Y ahora nadie se lo impedirá.
*** OMAKE ***
Los otros 5 hermanos, habían escuchado los gritos de Subaru. Todos se acercaron al cuarto, la mayoría para pedirle que se callara la boca. Laito quizás habría sido el único que no le hubiera dicho directamente que se callara, pero aunque fuera con indirectas, ese era su propósito también.
Pero ninguno pudo hacer nada. Porque cuando llegaron a la habitación de Subaru, ya no había ningún sonido.
La habitación había quedado silenciada en su totalidad... Porque Subaru ya no podía hablar. Ya no iba a hablar.
Porque la daga que él mismo se clavó en su pecho, le quitó la vida por fin.
Aunque la relación entre los 6 hermanos no fuera muy buena, aquella vista fue impactante para todos.
Pero Subaru, estuviera donde estuviera ahora... No se sentiría mal.
No se iba a arrepentir de...
De haber cruzado el puente que le llevaría al lugar donde su persona más amada, residía ahora. -
***
El chico de cabello color granate no estaba prestando ninguna atención a la clase de matemáticas todavía en curso. El profesor podría regañarle si le pillaba distraído. ¿Pero le importaba eso a él?
La chica albina y ojos rosas sentada a su lado, se acercó un poco a él y murmuró en voz baja con tono preocupado.
-"Laito-kun, ¿estás bien? Estás mirando a la nada..."
Él no la miró aunque la hubiera escuchado. Él seguía con su mirada clavada en "la nada" que casualmente era una persona. Y no una persona cualquiera, era (T/N) (T/A), una de las chicas más populares de la escuela. Una chica de hermosas hebras (c/p) y brillantes y llamativos ojos (c/o).
Para qué decir que algunos (y algunas) incluso le montaron un club de fans.
-"Estoy bien, Bitch-chan~" -Dijo con su tono de siempre.
*** Punto de vista de (T/N) ***
El timbre por fin anunció el fin de las clases. Ya estaba deseando volver a casa. La verdad, es que había sentido como si la miraran desde atrás durante casi todo el día. Pero le ocurría tantas veces que ya hasta se le hacía normal o se concienciaba de que era solo su imaginación.
-"Aaaahh~" -Se quejó Berry mientras se estiraba, aún sentada en su sitio, que estaba a la izquiera del de (T/N).- "Odio matemáticas."
También, un poco más a la izquierda, escuchó como alguien movía su silla, y era Ciel, el mellizo de Berry, levantándose de su sitio y recogiendo su mochila.
-"No eres la única." -Dijo el chico que tenía el mismo pelo color marrón oscuro y los mismos ojos marrones que Berry. Por algo eran mellizos.
(T/N) se levantó de su sitio también y recogió sus cosas, lista ya para irse a casa.
-"¿Nos vamos?" -Preguntó. Los gemelos asintieron.
Por alguna razón, al salir de clase, volvió a sentirse observada... Giró la cabeza, solo para cruzar su mirada con un par de brillantes y encantadores ojos verdes.
No tardó el romper el contacto visual ya que sus amigos la llamaban. Se habían adelantado por lo menos 10 metros en lo que ella había sentido como una mirada de milésimas de segundo.
Caminaron a la salida del instituto, pero como de costumbre, algunos chicos solían pararla.
-"¡(T/N)-san!" -La llamaban sonriendo.
-"¿Sí?" -Respondió ella con una sonrisa tierna. Bueno, era popular, y eso no le desagradaba. Por eso no podia tratar mal a nadie que se le acercara. Ni siquiera a aquellas que eran obvio que solo le tenían envidia.
Pero estaba, su enemigo en cuanto a popularidad.
Laito Sakamaki. Justo aquel chico de ojos verdes.
¿Quién iba a decir que entre tanta popularidad, ellos dos ni siquiera habían hablado ni una sola vez? Y eso que eran compañeros de clase.
Tal vez, si intentaban acercarse, al ser iguales, se repelerían. Tal como aquel dicho que se les dice a los enamorados a veces.
"Los polos opuestos se atraen"; refiriéndose a una pareja donde la actitud de uno de ellos, suele ser casi completamente opuesta a la contraria.
¿Pero qué pasa con las personas, que son iguales o parecidas? Como Laito y (T/N). La popularidad era una de las muchas cosas que tenían en común.
Si ese dicho fuera cierto, ¿ellos no tendrían ninguna posibilidad? Quizás quedarían como mejores amigos. Ellos dos estaban enamorados, así que ese dicho debía aplicarse también para ellos dos.
Pero ninguno quería rendirse sin intentarlo.
... ¿Pero por dónde se empieza para intentarlo?
El tiempo pasó. Ya no era solo Laito quien lanzaba miradas a (T/N). (T/N) se las devolvía siempre. Una vez, incluso se llevaron una hora entera mirándose, sin romper la mirada por nada.
¿Quizás, esas eran sus primeras palabras? Unas palabras sin sonido, pero a veces no se necesita hablar para comunicarse.
Cuando el tiempo pasó aún más, la atención de ambos se centró más en los ojos ajenos, que en la gente a su alrededor. ¡Casi parecía que estaban solos en el mundo! A veces incluso Berry y Ciel perdían la cabeza cuando se llevaban 5 minutos enteros llamando a (T/N) y ella estaba tan concentrada en mirar a Laito que ni respondía.
-"Agh, lo que hace el amor."
-"¿Huh?" -Murmuró (T/N) al escuchar esa frase. Sí, eso sí lo escuchó. Recién había salido de su pequeño "trance". Ahora estaban en una clase de estudio libre, así que tenía libertad de sobra para distraerse.
-"Tú qué vas a saber de amor, si ni tienes novio." -Le contestó Ciel al comentario de Berry.
-"Como si tú tuvieras novia." -Respondió Berry.
-"Algún día la tendré."
-"Já, con esa actitud de idiota que tienes lo llevas crudo."
-"¿¡Cómo dices!?"
(T/N) suspiró antes de sonreír y luego apartó la cabeza de sus amigos. Automáticamente, sus ojos (c/o) y los ojos verdes de Laito se encontraron esta vez.
Pero esta vez fue... Diferente. ¡Aquí venía el auténtico primer paso!
Laito señaló discretamente a la puerta, y (T/N), para aclararse, vocalizó sin decir nada, si quería que saliera de clase. Laito asintió y sonrió.
Y así hizo. Berry y Ciel ni se dieron cuenta. Ambos gemelos seguían demasiado ocupados "peleando".
Un par de segundos después de que ella saliera de clase y se apoyara en la pared del pasillo vacío, el pelirrojizo también salió. Lo primero que oyó de él directamente, fue una risita.
Ella levantó la mirada de donde la tenía perdida para mirarle, y otra vez hicieron contacto visual.
-"Emm- Creo que podríamos ser amigos-" -Iba a decir (T/N). Pero Laito la interrumpió con un "Shhh", acercándose a ella y colocando uno de sus dedos índice sobre sus labios, sellándolos.
-"No, no, nada de eso." -Dijo con un tono juguetón en su voz.
-"¿Hm?"
-"Vamos a ser mucho más que amigos..." -Dijo el pelirrojizo antes de acercarse a ella todavía más y reducir a ninguna la distancia que había entre ellos.
***
Tres meses habían pasado desde aquel pequeño encuentro. Ambos mantuvieron en secreto cada paso que avanzaban en lo que parecía una relación amorosa en secreto.
Pero eso no podía quedar siempre así... ¿Verdad?
. . . ¿O sí?
. . . Era por el bien de ambos. Más que nada, por la popularidad de ambos que ninguno quería perder. Si se hacían pareja, parecerían dos estudiantes normales. Lo que les daba la popularidad era en realidad simplemente el pensamiento de cómo personas como ellas seguían solteras. Y por eso todos se acercaban a ellos. A ver si conseguían algo con ellos aunque fuera empezando por amistad.
Cada uno se comía la boca del otro sin ningún tipo de control. A veces, hasta las manos se movían del sitio en el que deberían estar por sutileza, creando caricias que más que amor, transmitían placer. Porque el placer era un concepto, que el chico de ojos verdes adoraba. Casi podía decir que él prefería un beso lujuriosos e impacientado a un beso lento y cariñoso.
"Te haré caer en el placer."
¿Porqué resistirse a la deliciosa tentación, sobre todo si esa tentación te la daba un chico como aquel que (T/N) tenía delante?
Ambos, son iguales.
Mantienen los mismos objetivos.
Una actitud parecida.
Y una popularidad que viene causada por el mismo motivo.
... Ambos, son iguales.
Pero están juntos. Nadie impide a nadie estar con la persona que ama, sean distintos o sean iguales. Por lo que...
Los polos iguales... No precisamente se repelen.
Los polos iguales... Tratan de ocultar todo encuentro para no ser repelidos, regalándolos a todos
la supuesta "verdad universal" de:
"Las personas enamoradas son como los imanes. Los polos opuestos se atraen, y los polos iguales se repelen."
*** ¡ESCENA EXTRA! ***
-"(T/N)... Últimamente está distante..." -Murmuraba Ciel.
-"... ¡Tal vez tenga novio!" -Exclamó Berry llevándose las manos a la cara y haciendo una expresión de sorpresa.- "Wahh... Yo también quiero un novio..." -Bufó antes de hacer un puchero.
-"Con esa cara tuya, como que no..." -Susurró Ciel.
-"¿Cómo dices?"
-"Nada, nada. Que yo también quiero una novia." -Improvisó. Aunque bueno, no era mentira.
-"Pues con esa cara tuya, como que no..." -Ciel la miró incrédulo, pero luego su incredulidad pasó a ser enfado.
-"¿¡Cómo dices!?"
-"Nada, nada.~" -
Tenía la cabeza apoyada sobre la mesa, los ojos cerrados. Sí, prácticamente estaba durmiendo. Ese día, se había desvelado para terminarse un anime que la tenía intrigada. Era razonable, ¿cómo iba a esperar hasta el día siguiente después de la escuela para poder verlo? ¡No podía quedarse con esa intriga!
Y cumplió. Se terminó las 2 temporadas del anime en un solo día. Aunque eso... Le supuso no haber dormido nada. Y eso le supuso... Inevitablemente quedarse dormida en clase.
-"(T/A) (T/N)." -Llamaba el profesor, pasando lista. La chica no contestaba. Obvio, ¡estaba dormida! ¿Cómo iba a contestar? Ni que fuera sonámbula.
Yui Komori era su amiga, y como buena amiga, intentó despertarla para que el profesor no la pillara dormida y la regañara o incluso la castigara.
-"N-Nee, (T/N)-chan... E-El profesor te llama..." -Dijo en un tono de voz no muy alto. Ese fue su error, si le hablaba tan bajito, aunque estuviera sentada en el asiento derecho al que tenía en frente, bastante cerca, no la iba a escuchar.
-"Por última vez, (T/A) (T/N)." -Era extraño cómo el profesor no se rendía y seguía llamándola en vez de pensar que no había venido a clase. Quizás es que se había fijado en que todos los asientos estaban ocupados y por lo tanto no faltaba nadie. Pero, también podrían los alumnos haberse chivado o algo.
-"¡Oi! ¡Despierta, demonios!" -Le gritó el chico que tenía sentado delante. Su cabello era rojizo y sus ojos verdes. Lo pudo apreciar mejor cuando abrió los ojos. Frunció el ceño mientras se frotaba los ojos y luego se desperezaba. Tener un despertar así de brusco no era nada agradable.
-"Tampoco era para que me gritaras, eh, no soy sorda..." -Resaltó la (c/p).
-"Incluso esta chichinashi te llamó y no te enteraste." -Contraatacó él, refiriéndose a Yui. Vaya bonito apodo que le tenía. Y eso que parecían amigos. ¿O más que eso?
-"Bueno bueno, pero tránquilizate y no te alteres. A ver si te va a dar una taquicardia con el enfado..." -Dijo, volviendo a desperezarse. Con esa frase le había dejado claro que le importaba bien poco lo que le reprochara. Tch, le importaba TAN poco que ni sabía cómo se llamaba.
Le importaba TAN poco que- que... ¡Que nunca se había fijado en el él! No, nunca se había parado a pensar en lo atractivo que era. O en cómo le llamaba la atención su actitud por rudo que pareciera. Para nada.
...
Bueno, eso era mentira. Es cierto que era olvidadiza para los nombres, pero teniendo a Yui hablando de él a cada rato, no pudo evitar comenzar a interesarse en el chico. Le hubiera gustado que su primera "conversación" con él no hubiera sido tan... así.
Pero era él el que no tenía ni un poco de interés en ella. Ni siquiera por ser la mejor amiga de su presa. Por eso, no tampoco le importaba si la trataba mal o no. Si nunca habían hablado o no.
-"¿¡Hah!? ¿Me estás vacilando?" -Preguntó él a la vez que la sacaba de sus pensamientos. ¿Pero cuándo la había vacilado ella?
-"¿Pero qué dices? Parece que tú sí que eres sordo. He dicho que te relajes." -Ella nunca se rendía en una discusión. Nunca. Pero sí que quería cortarla. Tampoco quería buscarse pelea.
-"Lo de sordo se te habrá escapado, ¿no?" -Preguntó él, ahora ¿quién estaba vacilando?
-"Creo que no. Ahora ignórame y déjame." -Él solo frunció el ceño y abrió la boca para volver a responderle, pero esta vez el profesor es el que irrumpió en la escena.
-"¡Calláos! Supongo que tú eres (T/N)." -Dijo el profesor, mirándola directamente a sus ojos (c/o). Ella asintió y se encogió un poco en humillación. Que el profesor le tuviera que llamar la atención y que todos la miraran... Era muy vergonzoso.- "Tú y Ayato os váis a quedar castigados después de clase aquí para reflexionar sobre lo que habéis hecho. Espero que tú, señorita..." -Volvió a decir, refiriéndose una vez más a (T/N).- "Aprendas que no se debe de dormir en una clase. Y usted, señorito..." -Cambió de perspectiva, ahora miraba a Ayato.- "Aprenda a controlarse un poco."
Ayato quiso protestar otra vez, pero Yui le paró, consiguiendo que volviera a sentarse.
Había sido... Como si Yui pudiera manipularle. Ayato se había sentado como un perro cuando Yui se lo pidió. ¿Era eso respeto? ¿Él tenía respeto por alguien? O tal vez... ¿Podría ser amor? ¿Ayato estaba enamorado de Yui? Bueno, tendría mucho sentido entonces su apego a ella... La verdad es que nunca lo pensó así.
Sacudió la cabeza y se dio un par de palmadas en la cara para espabilarse. ¿¡Quién era ella para ponerse a pensar esas cosas!? Bueno, si ambos estaban enamorados, ¡bien por ellos! A ella no le importaba.
Miró al frente y se fijó en cómo dos pares de ojos verdes y rosas la miraran. Quizás aquellas dos palmadas que se había dado a sí misma habían sido algo sonoras y ellos lo habían escuchado.
-"... ¿Qué miras?" -Le preguntó a Ayato.
-"¿¡Hah!? ¿¡Y a Chichinashi no le dices nada!?" -(T/N) resopló e infló las mejillas, mirando por la ventana e ignorándole mientras apoyaba el codo sobre la mesa y luego apoyaba la barbilla sobre su propia mano. La verdad es que le daba igual si Yui la miraba. Ella era su amiga, él no.
***
A la hora del castigo, todos se habían ido. Ayato estaba terminando de recoger. Una vez lo hizo, se encaminó a la puerta. (T/N) se levantó y le llamó.
-"¡Oye! ¿¡Dónde se supone que vas!? ¡Tienes que quedarte!" -Ayato frunció el ceño y la miró de reojo. Luego se fue, no sin antes murmurar un "No me da la gana."
La chica resopló una vez más, y ella por su parte sí que se quedó. Aunque no hubiera ningún profesor para vigilarlos en ese momento, quizás luego vendría alguno. Y cuando vieran que Ayato se escaqueó y ella no, quizás le subiera su rendimiento o relación con los profesores haciéndola ver como... Una chica aplicada.
Hmm~ Una chica aplicada, eso sonaba bien. Pero la verdad es que no era la mejor estudianta así que dudaba que eso ocurriera.
***
Al final, la hora del castigo pasó y ningún profesor fue a revisar que estuvieran los dos. Una real pérdida de tiempo. Lo bueno es que como ningún profesor podía contradecirla, en vez de decirle a sus padres que había estado castigada y por eso tardó en volver, diría que salió con Yui.
Era algo tarde para salir. Pero de día dormía, así que si tenía que salir, salía por la noche. Seguro que sus padres se lo creían.
Al llegar a casa, obviamente sus padres le preguntaron sobre donde estuvo, y ella puso en marcha su pequeña mentira. Justo como planeó, sus padres le creyeron cada una de las palabras que salieron de su boca.
Así pues, sus padres le sirvieron la cena y ella comió con tranquilidad.
-"Mañana a la noche hay un festival. ¿Vas a ir con Yui-chan?" -Le preguntó su madre con curiosidad.
La (c/p) no lo recordaba. Mañana no tenía clases por el festejo de ese festival. Así que podría darse una vuelta por ahí con Yui. La verdad es que no tenía teléfono para contactar con Yui, pero no importa. Seguro que ella también iba y se encontraban.
***
Durmió muy plácidamente. Cuando se despertó, tuvo tiempo de sobra para arreglarse e ir perfecta al festival. Para esta especial ocasión, había elegido un kimono de color (c/f) que se degradaba a un que otro tono del mismo color y tenía un que otro detallito a modo de 'decoración'. En el pelo, había recogido algunos mechones de su cabello en una flor de Sakura bastante grande. Obviamente, la flor era artificial y estaba unida por debajo a una pinza para poder enganchársela al pelo.
También, se había maquillado.
Cuando se miró al espejo, no podía negar que se sentía orgullosa de cómo se veía. ¡Seguro que llamaría la atención de muchos! Aunque no es como si ella quisiera llamar la atención de nadie...
Suspiró y sonrió un poco.
-"Ok, no engaño a nadie. Si ligo con alguien hoy, no estaría mal. No quiero quedarme soltera de por vida." -Admitió en su mente.- "Pero el chico al que le llame la atención debe ser sensual... Ojalá. Creo que estoy pidiendo mucho." -Añadió.
Segundos después, cuando ya iba bajando las escaleras con cuidado para dirigirse a la entradilla de su casa e irse, su cerebro le jugó una mala pasada.
-"Bueno, me conformo con alguien como Ayato. O como Ayato en sí." -Al darse cuenta de lo que había pensado, su corazón latió con mucha fuerza y ella se tropezó. Estaba sorprendida, ¿cómo demonios podía haber pensado algo así? ¿Y por qué Ayato?
Al bajar las escaleras, en el pasillo, había otro pequeño espejo. Se miró y estaba roja. ¿Quizás tenía fiebre...? Fue en un momento a la cocina y del cajón donde guardaban todos los medicamentos, sacó un termómetro. Se abrió un poco el kimono y se lo colocó debajo del brazo. Después esperó. En muy poco tiempo, el termómetro pitó. Miró las cifras marcadas. "36.4"
No tenía fiebre. Ni siquiera estaba templada... ¿Entonces qué le pasaba?
Guardó el termómetro y se despidió de sus padres antes de salir de la casa camino al festival. Éste mismo, estaba muy cerca de su casa. Una vez allí, justo en la entrada, estaban Yui... Y Ayato.
Por un segundo, recordó lo que pensó mientras bajaba las escaleras en su casa. Y por un segundo... No le importó si esa noche llamaba su atención.
-"¡Yuuuuuiiii~!" -Gritó su nombre en la distancia, entre la multitud, mientras alzaba la mano y la agitaba para que si la chica la escuchaba y se giraba, la viera entre toda la gente.
Y eso ocurrió. La chica sonrió, aunque se veía un poco sorprendida. Qué casualidad que se hubieran encontrado. Aunque se alegró, ya que tenía ganas de ir con ella al festival.
-"¡(T/N)-chan!" -Exclamó la albina con alegría.
Ayato se giró al escuchar el nombre de la amiga de su presa y la miró, abriendo un poco los ojos más de lo normal. Verla así de linda, tal diferente a cuando iba a clase... Le gustó. Debía admitir que se veía bien...
Esta vez, fue él quien se sorprendió bastante al realizar lo que acababa de pasar por su mente y fue su corazón el que comenzó a acelerarse. ¿Pero qué estaba pensando? Podía sentir incluso cómo se le calentaban las mejillas.
Aunque ella no lo notó. Es más, ella ni le miró. Tch... ¿Pudiera ser que no realmente no le interesaba ni un poco...?
(T/N) abrazó a Yui a modo de saludo. Ambas dijeron que se alegraban de ver a la otra ahí porque querían venir juntas. Ayato tosió para romper el ambiente tan agradable entre ellas.
-"Oi, estoy aquí." -Dijo, serio. Yui le miró y se ruborizó. (T/N) pudo notar eso y miró a Yui con curiosidad.- "Y a mí no me saludes, maleducada." -Le reprochó a la de ojos (c/o).
-"No hace falta que me lo digas, no te he saludado." -Respondió ella sin mirarle.
-"¡Lo dije con ironía!" -Exclamó él.
-"Qué bien, porque yo no."
-"Ch-Chicos por favor... N-No peleéis aquí..." -Interrumpió Yui. No quería que los dos volvieran a llamar la atención entre la gente como la llamaron en clase.
Una vez más, Ayato pareció hacer caso. Y una vez más, (T/N) lució sorprendida por tal hecho.
***
Los 3 caminaban juntos por el festival. Ayato y (T/N) no se hablaron en toda la noche. Solo hablaban Yui y (T/N) entre ellas. Ayato comenzó a pensar que fue aburrido y una mala opción haberse acoplado con Yui a ir al festival.
En cierto momento, el pelirrojo notó un olor familiar. Un olor que además le gustaba bastante.
Era... Era...
Takoyaki.
Sentía cómo se le hacía la boca agua. Sentía que como abriera la boca, se le iba a caer la baba. Así que tragó saliva y sin decir nada, fue a tal puesto. (T/N) fue la única en darse cuenta. En unos 2 minutos, Yui notó la desaparición de su otro acompañante.
-"¿Hm? ¿Dónde fue Ayato-kun?" -(T/N) la miró mientras ella buscaba con la mirada al chico.
-"Fue al puesto de Takoyaki." -Yui suspiró. ¿Por qué no le extrañaba?
Bueno, probablemente porque ya le conocía.
-"Nee, (T-T/N)-chan..." -La llamó su amiga, ella la miró y le sonrió, dejándole continuar.- "A mí... Me gusta Ayato-kun."
Y por un instante, el mundo de (T/N) se desmoronó. Y lo peor es que no sabía porqué. ¿Por qué de pronto se había sentido tan mal?
Aunque por dentro se sentía muy incómoda le sonrió todavía más y le dio un golpecito en el hombro.
-"¡Si te gusta debes declararte! Yo... Creo que le gustas también." -Aunque no lo dijera en voz alta, decir esas palabras le dolía mucho.
Yui se ruborizó y le devolvió la sonrisa.
-"Entonces, ¡me declararé!" -Afirmó, convencida y pareciendo segura.
Desde aquel puesto, con todo el Takoyaki devorado casi nada más comprarlo, se fijó en las dos chicas sonriendo.
Aunque era obvio que había algo mal con la sonrisa de (T/N). ¿Cómo Yui no podía notar algo así?
Se acercó a ellas justo cuando Yui acababa de irse.
-"¿Dónde ha ido Chichinashi?" -Preguntó.
-"Ha ido al baño." -Respondió.
-"¿Y por qué no la has acompañado?" -Volvió a preguntar, frunciendo el ceño.
-"Porque ella insistió en que me quedara esperándote."
De pronto, Ayato comenzó a caminar hacia otra parte. (T/N) le siguió y le llamó la atención.
-"¡Oye! ¿¡Dónde vas!? ¿¡No vas a esperar a Yui!?"
-"¿Ah? ¿Por qué iba a esperarla?" -(T/N) le miró confundida. Este chico... Es idiota.
-"Has venido aquí con ella, lo mínimo que puedes hacer es quedarte con ella y no irte por tu cuenta."
Él solo chasqueó la lengua. No decía nada. Y normal, ya que (T/N) llevaba razón.
Esta vez fue ella la que frunció el ceño. Para rematarle la noche, tenía que lidiar con éste idiota.
Se giró y comenzó a caminar en la dirección contraria a él. Se iba a casa. Ya había tenido suficiente esa noche. Solo quería ir a casa y encerrarse en su habitación. Pero Ayato la detuvo, cogiéndola de la muñeca.
-"¿¡Dónde vas!?" -Parecía enfadado.
La (c/p) solo le miró. Y algo, le impidió responder. Ese algo, la dejó embobada.
Acababa de fijarse, en cómo la luz de los fuegos artificales que habían empezado a dispararse en el cielo, iluminaba agraciadamente el rostro del ojiverde. Se ruborizó ante aquel detalle. Pero al poco volvió a la realidad y se soltó.
-"V-Voy a mi casa." -Dijo, sintiéndose estúpida de golpe por haber balbuceado.
Él volvió a chasquear la lengua, pero no protestó. La dejó irse. Y eso hizo.
***
Un mes pasó, y tanto ella como Ayato, apenas volvieron a hablar. Es más, para ser de las primeras veces que hablaron, solo hubo choques así que decidieron distanciarse. Rendirse en intentar ser... Amigos. Aunque en realidad, no podía considerarse eso como "Rendirse" porque ni siquiera lo habían intentado.
Era la hora del almuerzo. (T/N) estaba sentada en la azotea, con Yui. Era raro que Ayato no hubiera seguido a ésta última. Hasta dónde podía llegar el 'amor', que él la seguía como un perro con la excusa de que tiene que vigilarla porque, directamente dice que es suya.
Si después de reclamar a una persona como de su propiedad negara estar enamorado de esa persona, nadie le creería. Por lo menos, (T/n) no le iba a creer.
-"¿Cómo te va con tu confesión?" -Preguntó ella misma para romper el ambiente silencioso una vez terminó de almorzar. Yui sonrió un poco.
-"Todavía no sé cómo hacerlo..." -(T/N) se quedó callada de nuevo, mirando el suelo. La verdad es que ella tampoco sabía cómo aconsejarle.- "¿Y tú, (T/N)-chan?" -Preguntó de pronto.
-"¿Hah? ¿Yo qué?"
-"¿Tienes a alguien que te guste?"
De nuevo, frases que venían de la boca de su amiga la golpeaban para hacerla pensar en la realidad. ¿Le gustaba alguien?
Bueno, no debía preguntarse si le gustaba 'alguien'.
... ¿Le gustaba Ayato?
... Probablemente sí. ¿Pero no era ya muy tarde para haberse dado cuenta de eso y querer hacer algo?
-"Supongo que sí." -Respondió sin darse cuenta de que su voz se estaba quebrando y estaba por llorar. Yui la miró sorprendida cuando las lágrimas comenzaron a salir de los ojos de su amiga.- "Pero no voy a intentar nada. No tengo posibilidades con esa persona." -Dijo.
... Yui, aunque (T/N) no lo notara. Parecía haber notado todo. Parecía haber notado... incluso de quién estaba enamorada su amiga. Esos ojos (c/o) brillantes y alegres ahora bordeados de lágrimas, lo decían todo.
Yui la tomó de los hombros y cuando la (c/p) le miró, ella sonrió.
-"¡(T/N)-chan! Ambas tenemos que dar lo mejor para confesarnos. ¡Debes intentarlo!" -Dijo, animándola. Aunque la chica no se sentía muy segura aunque Yui se lo dijera...
... ¿Acaso ahí había algo que intentar? Por supuesto que no. Todo estaba perdido. Lo mejor sería pasar de página. Sí. Reempezar.
Y Yui en realidad, le dio la razón.
-"¡Podemos reempezar! ¡Al final de esta semana, ambas nos declararemos! ¿Sí?" -Solo para hacerla callar, (T/N) aceptó, y luego se secó las lágrimas con el antebrazo.
Le dolía tanto el pecho que no tenía ganas de pensar en qué haría para conquistar a Ayato en esa semana. Le dolía tanto el pecho que quizás ni haría nada. Dejar a Yui ganar era lo mejor después de todo. Ambos... Ambos se gustaban.
-"Por favor, (T/N), no te rindas... Tú nunca te has rendido en nada..." -Le pidió una vez más su amiga. Ahí llevaba razón...
-"Bueno... Lo intentaré." -Dijo, sacándole una sonrisa y un destello a las orbes rosas de su amiga.
***
-"¡Buena suerte, (T/N)-chan!" -Exclamó Yui sonriente.
Ya había pasado la semana. Era viernes. A decir verdad, (T/N) no había hecho nada. Ni siquiera había hablado con Ayato. Había llegado a mentirle a Yui sobre que sí, que había intentado hablar con él.
-"¿Tú ya lo tienes todo listo?" -Preguntó ella. Yui asintió sin perder la sonrisa.
A decir verdad, Yui tampoco había hecho nada. Ni lo iba a hacer.
Yui le extendió la mano, dándole una nota escrita en un folio blanco recortado.
-"Solo tienes que dejarle esto sobre su mesa, y él lo leerá. Y os encontraréis en la azotea después de clase. ¿Sí?" -Planeó la albina. La (c/p) asintió sin muchas ganas.
Así pues, la última hora de clase transcurrió rapido. Y nada más tocó el timbre, Yui se fue rápido y sonriendo. A (T/N) no le había dado tiempo a preguntarle qué plan tenía ella. Se levantó y empezó a recoger. Ayato estaba en las nubes. Ni había seguido a Yui. Estaba recogiendo también.
Él terminó antes que ella y salió de la clase. Ella se preguntaba, si haría caso a la nota e iría a la azotea... A lo mejor incluso pensaba que en la azotea, se iba a encontrar con Yui.
(T/N) terminó de recoger un minuto después. Se colgó la maleta de un hombro y salió de la clase. Se planteó incluso irse a casa. Aunque tampoco era de dejar a la gente tirada... Bueno, eso si es que él no se había ido a casa ya.
Al final, se encontró a sí misma subiendo las escaleras a la azotea. Y en cuestión de segundos, abrió la puerta. Allí, se encontró a un ruborizado Ayato cuyo perfil era adornado por la luna. Esa iluminación, le recordó a cuando fueron al festival y mientras los fuegos artificiales explotaban, ella le miró y pensó en lo... lindo... que se veía.
Él la miró cuando la puerta se abrió. Y no tardó en decir algo mientras (T/N) se acercaba.
-"Así que eras tú, ¿hah? Menos mal que no te importaba nada." -Ella ni le miró a la cara. Ni siquiera cuando estaba frente a él.
-"Cállate..." -Fue lo único que murmuró.
-"¿Me citas aquí para mandarme callar? ¿Qué demonios quieres? Tch, tengo más cosas que hacer que malgastar mi tiempo aquí." -Escuchando aquello, a la (c/p) se le volvió a encoger el pecho.
Por un segundo, quiso reempezar. Pero esta vez para olvidarlo todo y hacer como si no se hubieran conocido nunca. Ayato se fijó en cómo, aunque ella no le mirara, sus ojos estaban bordeados con lágrimas. Quiso decir algo, pero no sabía el qué. En realidad, todo lo que había dicho, fue por orgullo. En realidad, no quería irse. En realidad, vino aquí con el sentimiento de que fuera ella la que vendría a decirle esa cosa tan importante que la nota mencionaba.
-"M-Me gustas." -Murmuró ella, con la voz quebrada pero haciendo el esfuerzo de no llorar. Con lo que él había dicho, ya se sentía rechazada y no le veía sentido a declararse.
Pero él no se quejó y no dijo nada.
Antes de que pudiera darse cuenta, se encontró a sí misma besando los labios de Ayato por impulso de éste mismo.
Y antes de que pudiera darse cuenta, se encontró a sí misma correspondiendo el beso.
Nunca se sintió tan feliz de haberse enamorado por primera vez. Porque nunca imaginó, que sería correspondida.
-"También me gustas, idiota." -Fue todo lo que quiso escuchar. ... Y lo consiguió.