Viendo entradas en la categoría: mi sombra

  • AikoSan
    ¡Cuánta falta hace la risa en este mundo!

    Es fácil darse cuenta de lo bueno que es reírse. Uno no debe pensar mucho para caer en la cuenta de que el sonoro sonido de la risa aleja la tristeza y nos llena por dentro como una cálida bola de luz que se extiende por cada una de nuestras moléculas hasta que la alegría nos invade. Es capaz de contagiarse en cuestión de décimas de segundo y, a veces, incontenible incluso en situaciones desafortunadas. Puede hacerte llorar y dejarte sin aire. La risa es algo maravilloso.

    Pero hasta hace unas horas no había comprendido de verdad el genuino potencial de la risa. Ahora mismo siento la convicción de que la risa puede vencer a todo.

    El título de esta entrada evocará sin duda al tercer libro de la saga Harry Potter, en el que el profesor Lupin enseña a sus alumnos a vencer el miedo mediante la comicidad y la alegría; mediante la risa.
    He de reconocer que esa siempre ha sido una de mis escenas favoritas de los siete libros. Creía que enseñaba al lector una actitud positiva hacia la vida que tan necesaria es hoy en día. Creía que nos decía "no temáis, pues la imaginación y el buen humor son capaces de cualquier cosa". Adoraba esa enseñanza.

    Y hoy he descubierto cuánta razón tenía. He podido comprobar que es completamente cierto.

    Desde hace unas semanas estoy yendo al psicólogo para tratar un grave problema de fobia. Aracnofobia, concretando un poco más.
    Bueno, es bastante común encontrarse a gente reticente a acercarse a estos pequeños artrópodos de ocho patas y ojos brillantes. Reconozcámoslo, no son precisamente bonitos. Además hay algunas bastante peligrosas además de desagradables.

    Por suerte para mí y para mi salud mental, vivo en España y aquí apenas hay arañas venenosas. Las más grandes que te puedes encontrar no llegan al tamaño de la palma de una mano y la mayoría son completamente inofensivas.
    Pero mi mente ha decidido obviar esa información y se desconecta cada vez que veo a una araña, por muy milimétrica que sea. Es algo completamente irracional pero precisamente por eso es una fobia.

    El caso es (que me lío) que como esta fobia ha empezado a afectar a mi vida cotidiana, he tenido que tomar medidas y por ello voy al psicólogo cada semana para intentar librarme de este miedo irracional.

    Y toda esta parrafada viene de que hoy, en la sesión de terapia, el psicólogo me ha hecho imaginar a estos bichos del demonio y después, me ha pedido que los imaginara en situaciones cómicas.

    Ejemplo de una de las cosas que me pidió que imaginara:

    —Ahora, ¿estás visualizando a esas arañas frente a ti? Son desagradables, ¿verdad? Bueno, pues ahora imagínatelas con sombreros de fiesta y gritando "PARTY HARD".

    Os podéis hacer a la idea de lo que ocurrió a continuación. Me reí. Mucho. Y con las siguientes imágenes me reí más todavía. Y a través de la risa, esa amenaza constante que suponen para mi mente comenzó a desvanecerse un poquito.

    Fue tan efectivo que al final de la sesión pude ver un vídeo de una tarántula sin apartar apenas la mirada. Parecerá una chorrada pero es un verdadero logro para mí.

    Lo importante de todo esto es que me sentí exactamente igual a como imaginaba que Ron debió sentirse cuando se puso frente al Boggart y lo venció utilizando el hechizo Riddikulus.

    La risa nos da fuerza así que, ya sabéis, cuando tengáis miedo, ¡reíd!

    ¡Abrazos!

    Aiko.
    a Jenivere le gusta esto.
  • AikoSan
    Hoy toca entrada nocturna y un poco oscura...

    Son las 00:20 y estoy llorando. No es nada grave, sólo recuerdos que se me han acercado por la espalda sigilosamente para darme una puñalada en el corazón.

    En el chat general, hace una horas, alguien ha hecho una broma de mal gusto sobre el cáncer. Y no me ha sentado bien. Ya aviso, desde el primer momento, que ese tipo de bromas nunca van a sentarme bien.
    Ya no es el simple hecho de que sea un tema delicado —que lo es—. Para mí, ese tipo de cosas son como recibir una paliza emocional con un bate de béisbol.

    Mi madre murió cuando yo tenía 12 años a causa de un cáncer de pulmón. Y lo he superado. En serio. Lo acepté y seguí con mi vida sin más problemas que los de cualquier otro desgraciado ser humano de este planeta.

    Pero a veces... a veces la sombra del recuerdo se cierne sobre mí. Me atrapa y, sin previo aviso, me sume en la más absoluta y pavorosa de las tristezas. A veces llega y exprime cada una de mis lágrimas como si fuera un limón seco. Y luego se va y me deja vacía.

    Lo más curioso es que después, siempre tengo ganas de escribir. Cuando mi madre se fue la única forma que tenía de sacar fuera mis sentimientos era a través de la escritura. El papel era mi mejor aliado cuando no quería que nadie escuchara mi voz temblar. Lo que sentía, lo escribía, y no hablaba con nadie de ello.
    Ahora sí hablo de ello. No tengo problemas en abrirme al mundo y desahogarme. Pero la costumbre de escribir cuando me pongo triste se ha mantenido a lo largo de los años.

    La tristeza me inspira.

    Y hoy, después del comentario desafortunado, tenía que escribir. Y lo he hecho. Y haciéndolo he llorado incluso las lágrimas que creía que no tenía. Pero me siento satisfecha. Ahora ya no tengo que llorar más.

    (Si os interesa leer la historia lacrimógena en cuestión, es ésta: La mitad de mi vida, pero aviso que no es precisamente alegre.)

    Abrazos,

    Aiko.
    a Cygnus y Jenivere les gusta esto.
  1. This site uses cookies to help personalise content, tailor your experience and to keep you logged in if you register.
    By continuing to use this site, you are consenting to our use of cookies.
    Descartar aviso