Viendo entradas en la categoría: Limones, venga por sus limones xD
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Primero que todo, bienvenidos a mi segundo lemon "oficial" podría decir. Porque pase haciendo demasiados escritos pero ninguno me lograba convencer lo suficiente como para subirlo. De tal forma que llegué hasta el tercer escrito (que acontinuación verán) Debo decir que me costó mucho escribirlo porque tenia más de 2 o 3 años de que no escribia algo realmente """Decente""" pero aún así, como dije no estoy convencida, por lo que me gustaria cambiarle muchas cosas, pero al final creo que lo dejaré así, porque sino no termino por entregar nada xD
Será un lemon de mi anime favorito, Inuyasha.
Espero que al menos les haga pasar un buen rato. porque no pienso que sea bueno... :c
Disfruten, mientras les dejo unas cuantas cancioncitas para que escuchen. :)
Mi corazón puro y mí conciencia envenenada de lujuria.
Podría haber sido un día normal, pero simplemente no lo era. Por alguna razón la niña de cabellos azabaches quería fervientemente que llegara a su época. Ya llevábamos cuatro años desde que había finalizado nuestra batalla con Naraku, así que las cosas se habían calmado un poco a excepción de algunos demonios estúpidos que llegaban a la aldea.
No entendía por qué Kagome quería volver a su casa luego de que todo estuviera bien en mi época. Pero bueno…
—Dijo que iba a ser muy especial la ocasión, supongo que hará algo nuevo de comer. Normalmente habla de eso y aunque no lo acepte ella cocina muy bien—Me dije a mi mismo mientras me adentraba al pozo.
Había llegado a su época pero extrañamente no veía a nadie, ni siquiera al gato. Así que me fui a entrar por la cocina. Y tampoco vi a nadie…
—Esto se está volviendo sospechoso. ¿Será que algo pudo pasarle a Kagome? —Confesé en tono de preocupación.
Apresuré mi paso hasta llegar dónde ella, que sin quererlo había entrado a su habitación con tanto sigilo, que en realidad ella no se había percatado de mi presencia. Encontrando para mi sorpresa a una Kagome en prendas menores, escuchando una extraña música de su época, la cual no me molestaba realmente. Lo que llamó más mi atención había sido su pose.
Sentada en su silla ella se encontraba con unas prendas íntimas que dejaban volar mi imaginación, sintiendo cómo mi entrepierna se sentía caliente, y de a pocos se iba abultando.
Ella estaba de piernas cruzadas como toda una dama, su cintura levemente la poseía ladeada hacia su escritorio, observándose en el espejo, al mismo tiempo en que pintaba sus labios de un carmín intenso. Algo que me sorprendía en ella, ya que nunca le había visto tan vanidosa.
Estaba idiotizado apreciando cada contorno de su tersa piel, con cada parte que ocultaba sus prendas, simplemente me dejaba con la curiosidad de querer ver más, de tocar esa tela cómo la seda y romperla, para saborear con mi lengua cada parte de su cuerpo.
Me sentía realmente afortunado al poder contemplar un poco más aquella sensual escena con la mujer que tanto me excitaba, puesto que nunca había apreciado esa magnífica faceta de Kagome.
Y si ese tipo de ropa era la que llevaba puesta siempre, ¡Por los dioses no sabía de lo que me estaba perdiendo!
Sus prendas eran de un café oscuro, pero a la misma vez de un tono transparente, y con unas pequeñas florecillas que parecían dibujar más de lo obvio, pero que a la misma vez te incitaban a querer arrancarlas de su sitio.
También poseía unas medias igual de transparentes, pero distintas a las que normalmente usaba, ya que estas le llegaban hasta los muslos, y estaban completamente pegadas a ellos. Así mismo tenía puestos unos guantes del mismo estilo y color que toda su ropa íntima.
Mi rostro se sentía completamente caliente, mis manos se encontraban sudorosas y con un gran impulso por tocar cada parte del cuerpo de aquella bella mujer que tenía al frente.
Y sin olvidar que mi entrepierna había comenzado a molestarme demasiado, por una parte sabía el porqué de ello pero por otro lado me sentía como un completo idiota al no tener una explicación exacta de lo que ocurría en mi cuerpo. Me sentía confundido al no saber cómo reaccionar con tal belleza al frente, pero ciertamente este pedía a gritos que tomase a Kagome, pero… ¿cómo?
— ¡INUYASHA!—Y ya me jodí…
Definitivamente me había quedado como un completo estúpido mientras observaba a Kagome medio desnuda, y para terminar de fregar mi larga vida, mi sangre se encontraba en “otra cabeza” por así decirlo.
— ¡Perdón, es que yo me preocupe!—Contesté mientras tapaba mis ojos con mis manos y ladeaba mi cabeza hacia el lado opuesto. Estaba muerto de miedo por el castigo que iba a tener esta vez, y con obvias razones.
—Je, je…—Escuché reír a Kagome—H-hoy es 14 de febrero…— ¿Y a mí qué mierda me importa eso? Digo, ¿A qué carajos eso viene ahora?
De pronto al oír sus pasos me percaté que ella se aproximaba a mí, así que abrí sutilmente uno de mis ojos sin que ella lo notase, siendo aún tapados por mis manos.
¡Es exquisita! Al menos moriré sin ser virgen de los ojos, aunque eso signifique que me los arranque…
—¿Recuerdas que te dije que tenía una sorpresa para ti?
¿Pero qué carajo? ¿Está es su sorpresa?
—Ven, acércate—dijo ella—solo relájate, yo cuidaré de ti.
¿Es un sueño, verdad?
Inmediatamente sentí como su mano con aquella suave tela tomaron de las mías, siguiéndole el paso hasta llegar a su cama, y sentarme en ella.
—Inuyasha abre los ojos tonto. Esta vez no te haré nada. Es tu sorpresa y premio atrasado por derrotar al monstruo de Naraku—Confesó Kagome con una traviesa sonrisa mientras hacia un guiño con uno de sus ojos, a lo que yo solamente tragué grueso al no saber qué podía esperar de ella en un momento así.
No lo comprendía, me sentía como Miroku y sabía que eso era una mala señal.
Quería tomarla entre mis brazos y hacerle cuántas cosas pasaban por mi mente, pero debía seguir siendo… ¿Fuerte? Alguien de corazón puro…
Bueno no tan puro pero al menos no me atrevería a hacer tales cosas a Kagome sin su consentimiento.
¡Espera un momento! Ella pero si ella está…
—No comprender, explícate mujer— Le respondí con un claro calambre de cerebro, ya que sentía que mi cabeza haría “¡Boom!” en cualquier momento.
—Ya te lo he dicho. Además hoy nadie vendrá Inuyasha— ¡Kagome quiere violar mi corazón puro!… ¡Y por los dioses, que la voy a dejar hacerlo! Y ojalá me perdonen por ello.
Seguidamente ella se fue hacia la mesa de estudio y cambió la música por otra de un estilo… ¿más erótico?
—E-esto nunca lo he hecho Inuyasha así que no te burles de mí, ¿de acuerdo?—Confesó apenada—haré un “street tips”
—¿Un qué?—pregunté completamente confundido.
—Sólo cállate y observa, s-si te ríes juro que te mato a punta de conjuros
—¿¡Y eso por qué!? ¿¡Acaso yo tengo la culpa de que estés de calenturienta!?
—¡ABAJO!—Me hubiese quedado callado…—¡Ahora siéntate, mira y cállate!—Espetó roja como un tomate.
Una vez que me había recuperado y ella calmado un poco, me senté en su cama nuevamente y le observé serio. Notando lo nerviosa que se encontraba esta bella mujer al frente mío.
Nuevamente la música volvió a sonar con una canción distinta a la anterior, pero sin dejar de ser igualmente erótica, no sabía cómo podía ser eso, pero lo era.
Cuando de un momento a otro, Kagome comenzó a mover su cuerpo de una manera que nunca había visto.
Sus manos se fueron hacia sus caderas, mientras las movía levemente llegando hasta abajo, luego se acercó a mí, provocando que abriera de par en par mis ojos, notando cómo ella ponía sus manos en mis piernas.
Y en un lento, pero sensual movimiento de sus hombros hizo que mis ojos se posicionaran en sus pechos mientras se movían cómo péndulo, siendo tan hipnóticos que no podía quitar mi vista de esos hermosos y grandes puntos visuales que tenía al frente.
Al estar tan distraído con sus senos había olvidado el hecho de que tenía mis piernas abiertas, provocando que se notase aún más mi erección, por lo que me sentí sumamente avergonzado de que ella me viera en ese estado.
Pero parecía casi no importarle cuán sonrojado estuviera, ya que a pesar de verse completamente como un tomate, seguía con su sensual danza. Llevando una de sus manos hacia mi rostro, acariciándolo con el dorso de su mano con sutileza y femineidad. Parecía como si con solo sus manos me estuviese besando, realmente disfrutaba cada caricia que me regalaba. Hasta que tomó de mis manos e hizo que quitara ambos guantes de a poco.
Luego de que se los quitase, inmediatamente puso uno de sus pies en aquel pequeño espacio que había quedado entre mis piernas y la cama, apoyándose de esta para mantener el equilibrio, e hizo que con mis manos le quitase la prenda que llegaba hasta sus muslos.
Así que me acerqué tanto como pude y acaricié desde la punta de su pie has su muslo, si me lo hubiera permitido más me habría fascinado poder explorar más su cuerpo semidesnudo. Luego de hacer el mismo movimiento con su otra pierna. Ella tomó una de esas medias y vendó mis ojos.
—Oye, eso no es just—contesté siendo interrumpido por ella, para que sólo callara con uno de sus dedos en mis labios.
Ahora no podía ver mucho, más que una leve silueta de Kagome. Notando como seguía moviéndose al compás de la música.
Me sentía a la expectativa, atento a lo que se venía, mis oídos escuchaban su respiración rápida y profunda, lo que provocaba que me sintiera cada vez más excitado y hambriento por deleitarme más de su esplendoroso cuerpo.
Sintiendo que nuevamente tomaba de mis manos para posicionarlas en su cintura y bajar hasta su cadera, siguiendo su movimiento de derecha a izquierda, de manera circular siempre desde el mismo sitio en el que estaba.
Era fascinante todo lo que ella podía hacer siendo tan tímida, ¿quién iba a pensar que ella fuera así? Me sentía extasiado aún sin poder ver, mi cuerpo ardía y ya no quería esperar más.
Inesperadamente fui jalado por ella, poniéndome de pie. Percibiendo sus suaves manos rodear mi rostro, bajando ligeramente por mi garganta con gran delicadeza e introduciéndose entre mis ropajes, hasta dejarme con el pecho al descubierto y con estas guindando gracias a lo ajustado de mi obi.
Sentí una pequeña brisa, la brisa provocada por mi propia respiración la cual se había tornado muy fuerte y caliente, tanto que parecía como si me quemara tanto por fuera como por dentro al sentir la piel de Kagome rozar con la mía.
Quería tocarla, así que decidí mover mis manos hacia su cuerpo, pero cada vez que intentaba hacerlo ella me detenía, señalando que fuera paciente.
¿¡Pero cómo podía ser paciente si ella estaba así!?
— ¡Ah!—suspiré ante la sorpresa que me había dado Kagome.
Ella nuevamente rozaba su cuerpo contra el mío, pero esta vez de frente, apreciando como se estrujaban sus pechos contra mi pecho, era simplemente una delicia sentir aquello, eran tan suaves y esponjosos, que no podía evitar imaginar cómo sería tenerlos a mi merced.
Al estar tan distraído imaginando cosas e intentando tocarla, que no había notado que Kagome se había desecho de la prenda que aprisionaban sus senos, fue una gran sorpresa para mí sentir esa delicia contra mí ya desnudo pecho.
Simplemente NO pude más, y llevé una de mis manos a sus pechos mientras que la otra la llevaba a su cintura, aprisionándola contra mi cuerpo.
—Inuyasha—Escuché gemir a Kagome, lo que provocó que mi excitación subiera a un nivel incalculable.
La tomé en mis brazos y la tiré en su cama, sin darle ocasión de levantarse. Con mi cuerpo sobre ella, no tenía oportunidad para escapar de mí ahora.
Y pensándolo mejor no tenía ni idea de cómo había logrado aquello, ya que aún me encontraba con su media en mis ojos. Pero no me importaba, la tenía para mí, y ella había sido la culpable por encender la pasión que poseía dormida.
Rápidamente me quité la prenda que tenía en los ojos, y con agilidad me dirigí hacia uno de sus pechos, masajeándolo con cuidado y deleitándome de su exquisita voz al escucharle gemir de placer.
—¿Y si hago esto?—Curioseé aproximándome a su suave cuello, y muy cerca de su oído.
Rápidamente noté cómo la piel de Kagome se ponía de gallina, mientras ella sentía como acariciaba sus pechos, los cuales eran tan adictivos que me volvían loco. Nuevamente volví a acercarme a su cuello y comencé a besarlo lentamente, deleitándome cada vez más de aquel dulce sabor de su piel, lentamente me fui acercando hacia su rostro, hasta poder juntar mis labios con los carmín de ella.
Sus labios simplemente eran tan deliciosos que no podía apartarme de ellos, no podía creer el cómo había sido tan estúpido de no volver a besarla, si era tan bella, y tan sabrosa.
Nuestro beso se había hecho más intenso, tanto que ahora nuestras lenguas jugueteaban entre sí, tratando de demostrar quién ganaría en ese apasionado beso. Pero la falta de aire hizo que nos separamos.
La observé fijamente a los ojos, notando un gran y hermoso brillo en los de ella, le sonreí con malicia y volví a centrarme en sus pechos, pero esta vez no solo mi mano era la que jugueteaba con ellos, mi boca ahora era cómplice, jugando con mi lengua mientras lamía la aureola que se había formado en este al estar tan parado.
De esa forma decidí que era hora de comenzar a succionarlos de a poco y con sumo cuidado, escuchando un sin fin de gemidos por parte de la boca de Kagome, los cuales se habían transformado en una dulce música para mis oídos, deleitándolos a tal manera de que mi ser quisiera escucharle hasta el final de los tiempos.
De pronto sentía un leve dolor en mi entrepierna, el cual me indicaba que de verdad ya no podría más estando en ese estado. Volví a ver a Kagome la cual estaba con sus ojos completamente cerrados, y con sus manos tomando fuertemente de su almohada, se notaba que de verdad lo había estado disfrutando. Seguidamente pasé a observar la única prenda de ropa que le quedaba puesta.
Aquí vas Inuyasha… Se valiente.
—¿Kagome, puedo…?—Al escuchar mi voz, Kagome abrió sus ojos levemente dejando ver un rubor hermoso en ella, notando cómo sabía muy bien lo que quería preguntarle.
—Se gentil—susurró ella con gran timidez.
Claro que sería lo más gentil que pudiese, ella es lo más preciado que ahora poseo. Seguidamente me puse en una mejor pose para poder deshacerme de aquella transparente prenda, para así dejar a una desnuda y dulce Kagome.
Me quedé observándola por un momento, aprecié su cuerpo siendo tan majestuoso para mi vista, que no podía evitar sonreír lleno de felicidad, y sobre todo lleno de amor.
Llevé mi mano a una de sus piernas, acariciándole con delicadeza hasta llegar a su pequeño abdomen, para luego acariciar su intimidad, a lo que no pude evitar escuchar un leve gemido de sorpresa por parte de Kagome.
Al ver su rostro de noté que ella había puesto sus pequeñas manos en su rostro, obviamente ambos éramos unos inexpertos en este tema, pero era feliz así.
Para mi sorpresa, Kagome abrió ambas piernas, permitiéndome tocar su intimidad con la yema de mis dedos.
— ¡Ha!—Gimió ella al sentir mis dedos.
Seguí estimulando su inocente y pequeña cavidad, hasta que una idea tan indecorosa pasó por mi mente, para seguir directo a la acción. Con gran rapidez dirigí mi cabeza a su intimidad, y primeramente di un pequeño beso en ella.
—Inuyasha no, es vergonzoso, no—Escuché decir a Kagome llena de vergüenza junto a unos cachetes rojos.
Pero ahora no importaba, quería que ella sintiera todo el placer del mundo, antes de que le hiciera derretirse junto a mí…
Llevé mi lengua y lamí ese pequeño botón que sobresalía en su intimidad, a lo que Kagome reaccionó aún más sonoramente que antes, dejándome estupefacto por tal reacción, que hizo que prosiguiera con más velocidad que antes, deleitándome con su sabor dulce y un poco salado. Hasta notar cómo un líquido casi transparente salía de su intimidad, mientras escuchaba a Kagome gemir hasta casi quedar afónica.
—¡Inuyasha!¡No puedo más! —Confesó mientras me apartaba y tomaba de su intimidad fuertemente, notando como temblaba—¡Tómame Inuyasha, por favor!
Por los dioses, esa era una petición muy clara.
No fui ni lerdo, ni perezoso ante esas palabras llenas de lujuria por parte de Kagome. Inmediatamente llevé mis manos hacia mi obi, y tiré de el para que la ropa que llevaba encima solo cayera al suelo.
Una vez que había quedado desnudo, Kagome me observó aún más roja que antes, aunque parecía que se disfrutaba quedarse hipnotizada, lo que logró ponerme nervioso y apenado.
Ella simplemente sonrió ante mi reacción, se acercó a mí señalando que me sentara.
Acarició mi rostro provocando que cerrara mis ojos para poder apreciar esa dulce caricia. Percibiendo como sus manos acariciaban cada parte de mi cuerpo.
Pero sorpresivamente había sentido algo que nunca me imaginé, provocando que abriera de par en par mis ojos, notando a una Kagome en mi entrepierna.
¿¡Pero qué diablos era esta dulce e insaciable sensación nueva!?
Ella había comenzado a jugar con su lengua en mi miembro, fácilmente sentía cómo rodeaba la base hasta la punta, en movimientos tan ágiles y sorpresivos que me dejaban sin aliento alguno, provocando que tirara mi cabeza hacia atrás, cerrando por segunda vez mis ojos, para solo centrarme en esa delicia de sensación.
Era simplemente increíble sentir todo aquello, cada vez sentía más placer del que ya sentía, no había explicación para ello, solo sabía que me encantaba como ella jugaba con su lengua en la punta, mientras que yo luchaba por no emitir gemido alguno, pero era casi imposible, y grandes bocanadas de aire salían de mi boca cada vez que ella “soltaba” mi miembro por así decirlo.
Hasta llegar a un punto en el que si no le detenía posiblemente no podría evitar que algo mío saliera hacia ella.
—¡Kagome, detente!—Dije al mismo tiempo en que me le tiraba encima.
No podía más, tenía y quería estar dentro de ella, quería ser uno con ella, mi corazón anhelaba perder esa pureza, anhelaba que ella fuera quién perdiera esa pureza que ambos teníamos, ahora que ya no había paso atrás y solo podíamos avanzar.
Con un ágil movimiento pude ponerme sobre ella, besando su ser al mismo tiempo en que ella también lo hacía, simplemente nos encontrábamos extasiados, y queríamos más. Seguidamente tomé mi miembro, indicándole que iba a intentarlo, a lo que ella solo afirmó con su cabeza que lo hiciera.
Me acerqué con sutileza hasta que nuestras intimidades lograron besarse, escuchando a Kagome gemir levemente.
—Aquí voy, dime si te lastimo, ¿de acuerdo? —Le dije con un pequeño temor.
Inmediatamente comencé a empujar hacia adentro de ella, escuchando como se quejaba, preocupándome a gran medida, al momento de llegar a detenerme.
—No te detengas por favor, no ahora—Confesó Kagome con sus ojos cerrados con fuerza mientras pequeñas lagrimas salían.
—Kagome, te estoy lastimando—Le indiqué lleno de preocupación.
—Confía en mi Inuyasha, estaré bien—Contestó con una dulce sonrisa en su rostro. ¿Qué debía hacer? La lastimaba, siempre le lastimaba aún si no quería, pero si decía que confiara en ella…
Decidí hacerlo, y de un pequeño empujón logré entrar finalmente en su intimidad, escuchando cómo ella emitía un grito de dolor, uno que me partió el corazón por un instante, siendo distraído por una sensación tan deliciosa en mi miembro.
Observé a Kagome, y noté que se había puesto muy tensa, arqueando su espalda mientras se acercaba con dificultad hacia mí, que a consecuencia de ello su intimidad me había apretado fuertemente, tanto como para hacerme sentir en los mismos cielos de los dioses…
Comenzamos a movernos juntos, como un solo ser, sintiendo pequeñas descargas eléctricas por todo el cuerpo, y un sinfín de nuevas sensaciones. Era simplemente exquisito, delicioso, el cuerpo de una diosa.
Tomé sus pechos con mis manos y les masajeé constantemente, mientras que mi cadera seguía aquel mismo movimiento junto a ella. Escuchándole gemir, logrando ponerme cada vez más excitado, provocando que cada vez me moviera más rápido, pidiendo más éxtasis para nuestros cuerpos.
—¡Inuyasha no puedo! —Gritó ella abrazándome con gran fuerza, mientras juntaba sus labios con los míos en un apasionado beso.
Ciertamente yo ya no podía dar más, pero lo intentaría una última vez, tan rápido y fuerte que le haría gritar de placer, que la haría derretirse.
Cambiamos de pose, y la puse acostada en su cama nuevamente, apreciando todo aquel bello cuerpo que tenía al frente. Inmediatamente inicié con lo planeado, escuchando nuevamente sus esplendorosos gemidos, sintiendo cómo su interior palpitaba, y apretaba aún más mi miembro. Empujaba y empujaba dentro de ella sintiéndome exquisito, saboreando todo su ser, todo lo que ella me podía brindar con su bello e insaciable cuerpo.
—¡Maldición no puedo más Kagome!—Confesé mientras la posicionaba aún lado de la cama, para no dejar algo mío dentro de ella. Escuchándole decir las mismas palabras que yo había dicho antes, logrando sorprenderme.
Habíamos quedado acostados en la cama, exhaustos y abrazados.
—Me encantó la sorpresa—Le dije sonriendo—¿Podemos repetirlo más de ahora en adelante? —pregunté con pena, a lo que escuché una carcajada de parte de Kagome.
Ella me observó sonriente, y llevó su mano hacia mi rostro. Limpiando mi boca de aquel intenso color carmín de antes.
—Que chico más insaciable eres Inuyasha. Me gustó mucho verte cómo eres realmente, y también sentirte dentro de mí—Escucharle decir eso último hizo que mi sangre hirviera, tanto que deseé poder tener las fuerzas necesarias para hacerla mía nuevamente. Pero no podía, si lo hacia mi corazón explotaría de lo rápido que iba.
Seguidamente me regaló un dulce beso y nuevamente me sonrió
—Yo también estaré encantada de hacer el amor mucho contigo Inuyasha—Dijo ella antes de quedarse dormida en mis brazos.
El cansancio también me había invadido, pero escuchar sus palabras… Simplemente ella deslumbraba cada parte de mí vida con su hermoso cuerpo, y su gran amor por mí, me sentía el hombre más especial del mundo por primera vez. Ahora estaba tranquilo de saber que ella iba a ser mía de ahora en adelante, y sobretodo saber que está fecha en especial significarían “Días felices”
más o menos me imgine la lenceria de Kagome xD
Segundo, solo pondré los links para que no se vean acá directamente, para no sé, evitar cualquier malentendido. En caso de que lo haya, solo me dicen y los queto :)
y más o menos me imagine así el baile de kagome xD
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Bueno, eso fue mi Lemon del anime Inuyasha. Espero que les haya gustado.
a Ichiinou le gusta esto.