Viendo entradas en la categoría: Despidiendo el 2017

  • Hygge
    La verdad es que nunca me hago metas a grandes rasgos cuando llega fin de año, básicamente porque o no se me ocurren en ese momento, o porque a la hora de la verdad no las cumplo y me siento mal. Por qué soy así (?

    Peeero... ¡sorpresa! Este año fue diferente, y a finales del 2016 me empeñé fervientemente en querer escribir de una buena vez una historia como dios manda, completarla hasta el final y sentir esa satisfacción de haber hecho un buen trabajo. Tenía muchísimas ganas de escribir una novela original, un long-fic, ¡lo que sea! Y así fue que me propuse hacer (o al menos empezar) este proyecto de una buena vez. Me compré una libretita monosa (otra más) y decidí que ahí iría apuntando todas las ideas que se me fueran viniendo a la cabeza, pues no tenía muchas en mente aún, y toda emocionada empecé a investigar sobre los géneros que me gustaban.

    A principios de año ya tenía en mente personajes y una trama ligera. En abril o por ahí decidí comenzar de cero porque no me gustaba y comencé con otra. En las vacaciones de verano me compré otra libretita (sí, ya dije que me encantan, problem? (?) y decidí que esa sería la buena. Seguí desechando ideas una tras otra porque no me convencía nada y...

    ¡Sorpresa también! A día de hoy, esa libreta está intacta. Y va a acabar el año y estoy tal y como al principio, después de todo el interés al final no hubo manera xD ¿Veis? Por algo digo que me conozco. Me he dado cuenta de que todos estos años me estuve centrando tanto en fandoms que necesito explotar más mi lado en originales, porque me cuesta lo suyo a día de hoy xDD

    Ahora mismo realmente lo que más me apetece escribir es un long-fic original de Danganronpa, porque comencé este año con este fandom y lo voy a acabar con él. Así que... bueno. Quizás todo vaya a su debido tiempo, y deba esperar simplemente a que las ideas lleguen, no ir tras ellas. Así solo se consigue esa angustia por no lograr lo que te propones, cuando en verdad las cosas salen solas cuando menos te las esperas. Así que probaré a completar al menos un long-fic de la temática a la que más enganchada estoy ahora, y a raíz de eso al menos habré practicado para saber cómo se construye y solidifica un argumento hecho y derecho.

    Y nada, eso es todo por el momento. Si alguien se ha sentido identificado con esto, espero que al menos le sirva mi consejo de último momento; a ver si a mí me funciona de ahora en adelante (?
  • Hygge
    No tenía muchas ganas de llegar a esta entrada, pero a la vez es en la que más quiero desahogarme. Básicamente esta es la razón por la que este año para mí ha sido regular tirando a mal, y gracias a la cual logré sacar en claro que cambiar de ambiente e irme a estudiar a otra ciudad me vendría muy bien. Realmente siempre tuve en claro que algún día mi grupo de "amigos" acabaría distanciándose, pero nunca creí que sería de una manera tan descarada e hiriente como esta...

    ...y que básicamente nos echarían a mí y a Lucas.

    Mi grupo de amigos se formó hace cinco años, lo recuerdo bastante bien. Comenzaba el instituto y empecé a juntarme un poco más con unos amigos del colegio, que dadas las circunstancias acabaron volviéndose más cercanos a mí. Lucas y yo seguíamos siendo tan amigos como siempre desde pequeños, así que eso no cambió mucho. Nuestros amigos íntimos de antes ya no estaban con nosotros, así que cambiamos de aires y conformamos un nuevo grupo. Por aquel entonces me sentía feliz de ver como, cada año, el pequeño grupo se iba haciendo cada vez más grande, e iban uniéndose personas de lo más variopintas en él.

    Pero no, ese tipo de personas, como comprobaría más tarde, no eran como yo. No eran como nosotros. Más bien, nosotros éramos los diferentes allí. Podía verse claramente que nuestras personalidades no se combinaban en lo absoluto, y lo peor: existía una clara burla hacia mi mejor amigo. Y eso hizo que desde ese entonces, Lucas lo pasase muy mal y yo no supiese qué hacer para remediarlo. Se reían de él, y yo siempre le contaba las cosas que hacían a sus espaldas, tampoco me iba a callar de ninguna manera.

    Pero éramos tontos, tímidos e inseguros. No teníamos otro grupo más que aquel, y callábamos. Y con el tiempo, Lucas estableció mejor relación con los integrantes del grupo, y la aparente burla desapareció, volviéndose en algo que similaba ser amistad. Aún así jamás se nos olvidaría todo lo que sucedió anteriormente. Pero nos lo pasábamos bien todas las tardes cuando salíamos. Éramos felices en nuestro grupito extraño, nos sentíamos integrados en algo, sí. Porque fuera de ese grupo no nos juntábamos con nadie más, eran nuestro bote salvavidas en cuanto a relaciones sociales se trataba. Eso era lo peor de todo, estar anclados a un lugar al que ni siquiera pertenecías.

    Digo que estos amigos nuestros eran muy diferentes a nosotros por obvias razones: algunos de sus integrantes tenían aire de cani (persona malhablada y brusca, barriobajera o como quieras decirle). Son las típicas personas que se preocupan por su imagen y sus seguidores en instagram. Cada día. Cada hora. Cada minuto. Siempre que salíamos había días que eran solo para fotos, todo para su postureo, pero oh, qué problema... a mí no me gustaban las fotos, era muy timidilla para eso. Con esto, ya me veían como una rarita sin redes sociales. Me quedaba apartada en su sesión de fotos, a veces hacía de fotógrafa y todo, y veía en la distancia cómo estrechaban sus lazos con una falsa sonrisa e irremediables ganas de irme a casa.

    Por suerte, Lucas siempre estaba ahí. Entre nosotros nos hacíamos compañía, sentíamos la misma incomodidad y frustración al respecto, nos apoyábamos entre sí. Y al final siempre acabábamos, cada vez que salíamos juntos, yo hablando con él y los otros cuatro un metro más adelante en la calle, como si no fuésemos juntos. La distancia entre nosotros era notable, pero todos seguíamos fingiendo. Algunos peor que otros, cabe destacar.

    Este año todo se fue a la mierda, y no sé si alegrarme o entristecerme por ello. Hubo una riña bastante importante y acabamos diciéndolo todo, como tuvo que hacerse desde un principio. Todo empezó a desmoronarse desde ahí, sabíamos que el grupo se estaba desintegrando. Pero no nos dimos cuenta hasta que fue demasiado tarde, que lo que ellos querían eran que nos fuésemos de allí, nosotros éramos los que sobrábamos.

    Este verano dejaron de llamarnos para salir. Salían entre ellos, subían fotos descaradamente a Whastapp y veíamos lo que nos habían hecho desde nuestras casas, aburridos y muertos del asco. Les dijimos de salir nosotros, fingiendo que no sabíamos nada, pero aquella última vez fue la gota que colmó el vaso. De camino a casa ambos estábamos tan entretenidos hablando que no nos dimos cuenta de que todos ellos habían cogido una distancia importante, y que doblaban la esquina y cruzaban por la calle contraria, marchándose frente a nuestras narices como si no nos conociesen. Y ambos seguimos nuestro camino a casa, dolidos por dentro. Porque dentro de ese grupo había quien nos caía bien, y que él también hiciese lo propio fue un golpe bastante importante.

    Este verano me sentí más sola que nunca. El sentimiento de frustración, soledad y envidia por aquellos grupos de amigos que veía por la calle reír y divertirse me fueron pasando factura. Una vez no pude más, y acabé quebrándome con mi familia. Les conté el motivo por el que no salía, el cual había estado ocultando porque no tenía ganas de confesar que mis amigos en realidad nunca lo habían sido. Que había sido cruelmente engañada e ilusionada por cinco años, y que en realidad su hija no tenía tantos amigos como habían creído.

    Y esto fue lo peor del año, sí. Ya no tengo un grupo de amigos con el que salir, pero realmente ahora mismo ya no me importa tanto. Ahora es cuando me doy cuenta de que estuve tan centrada en caerles bien a todos que siempre andaba tras ellos, y eso me impidió acercarme a otras personas dentro del entorno académico, incluso. Intentar ser quien no era no me ayudaba en nada, al contrario, me hacía muy mal. Ahora tengo una clase con la que estoy más tranquila y cómoda, en los recreos me junto con amigas de la infancia y en la salida igual, me vuelvo a casa con personas distintas. Y me siento bien, porque ya no estoy atada a ese grupo que me estaba haciendo daño. Con el que no me sentía plena y bien conmigo misma.

    Por supuesto que el brusco cambio duele, y aún estoy en transición de superarlo. De hecho, ayer Lucas fue a felicitar a una de las integrantes del grupo por su cumpleaños, y al rato vimos esto en su estado:

    [​IMG]

    Joder, duele. Duele que te lo restrieguen con tanta insensibilidad como si no pudiésemos verlo, como si ya no nos afectara. Pero mira, que sean felices. Que sigan saliendo y pasándolo bien, y espero que, cuando sea mayor, vuelva a encontrármelos y recordemos los buenos ratos que pasamos. Porque sí, ahora mismo esos son los recuerdos que más atesoro. He reído mucho con ellos, me lo he pasado muy bien, y para mí es con eso con lo que debo quedarme.

    Estoy segura que dentro de muy poco, cuando cambie de aires, encontraré mi lugar. Tengo fe en ello. Pero me alegra mucho que de entre todas las amistades erróneas que saqué a lo largo de mi vida, al menos me quede con una que espero continúe mucho tiempo más a mi lado. Después de todo, ambos hemos pasado por lo mismo, y necesitamos un buen cambio y un nuevo inicio con el pie derecho.

    Gracias por todo, Lucas, de corazón. Te quiero mucho <3
    a Bruno EVF, SweetSorrow, Rider y 10 más les gusta esto.
  • Hygge
    Si ayer me costó un buen rato re-ordenar mi cabeza hasta que di con algo con lo que responder con respecto a una sorpresa... ¡ahora no me pidáis elegir una sola cosa buena! Quizás si hubiese tenido un año movidito, con experiencias diferentes que me sacasen de mi rutina. Quizás si me hubiese ido de viaje a algún nuevo lugar. Quizás si me hubiesen dejado tener una mascota de una buena vez (por qué todos tenéis perritos y gatitos, por qué, voy a llorar). ¡Pero no, nada de eso!

    Podría definir mi 2017 como un año monótono, soso. No sé qué destacar de él porque no siento que hiciese nada destacable, lo cual es triste. Pero oh, en el ámbito emocional... Este año fue un vaivén de emociones increíble. Y es que no fue si no hasta este año que me di cuenta de la enorme crisis existencial que me estaba embargando. Sí, esa típica crisis pre-cumpleaños número dieciocho, en el que la realidad te choca como si te lanzasen un balde de agua fría a la cara. Te das cuenta de que la mayoría de edad sí que trae consigo cambios bruscos en tu vida, y oh, no sabéis la enorme contradicción que he tenido durante todo el año punzándome en el pecho.

    Por un lado amo los cambios, salir de la aburrida monotonía que no me hace disfrutar del todo de los días que pasan. Hasta tal punto que a veces escojo caminos distintos para volver a casa del instituto, porque me cansa seguir siempre el mismo xD Pero por otro lado... estoy aterrada. Porque si este año fue soso y simple, el que viene va a ser totalmente distinto. Va a traer cientos de cambios, y viéndolos desde aquí, es normal que te den miedo. Miedo a la incertidumbre, más bien. A no saber cómo resultará el camino que has decidido escoger. Si el cambio será para bien o para mal.

    ¡Pero eh, eh, eeeeh! Andrea, para, mujer. Que esto iba en el de hablar de tus emociones al final del año. Deja un poquito para luego, anda.

    Vale, digamos que eso de antes sirve de introducción para entender por qué esto es para mí lo mejor del año. Hasta este año, mis planes de futuro estaban un poco dispersos. Desde que era niña siempre amé la enseñanza, estar en contacto con los niños. Los amo, y por lo que me dicen sus padres, suelo hacerme de querer también entre ellos, porque siempre suelo hacer juegos y actividades que los entretienen muchísimo, y awns. Pero luego el entorno a mi alrededor me sacó de la burbuja de tranquilidad al saber desde pequeña lo que quería ser. Me decían que eso no tenía futuro, que no hay empleo, que esa carrera es a la que va todo el mundo porque es un mero paseo.

    Que si tiras una piedra, salen tres personas con la carrera de magisterio.

    Joder, creas o no, eso me causó mucho conflicto. Mis notas son buenas, y un mero 5 para dicho carrera es fácilmente superable, lo sé. Puedo aspirar a más. Pero, ¿por qué demonios iba a ir a una carrera que no me gusta, solo para poder tener más posibilidad de empleo? Si no eres feliz en lo que te gusta, no lo harás bien en dicho lugar. No tiene sentido forzarte en vano durante toda tu vida si tienes la posibilidad de remediarlo.

    Pero desde el año pasado, una segunda opción apareció en mi vida de la nada misma. Psicología. Oh, dios, la amo. Este año tengo esa asignatura, y puedo decir con seguridad que es mi signatura favorita de todas las que estoy dando. Disfruto como nunca, y su contenido me es interesantísimo. Hasta la biología misma, el cómo funciona nuestro sistema nervioso y nuestro cerebro, ¡todo! Y de las patologías ya ni os cuento. Así que volví a estar tranquila, porque ya sabía qué podría hacer en el futuro.

    Pero una vez más, la vida me lo ponía difícil en ese sentido. Psicología era una carrera de ciencias, y podías entrar desde letras/sociales, de donde soy yo, únicamente en mi comunidad. Y diréis, ¡pues vaya suerte, si lo tienes en tu ciudad! Pero yo no quiero estudiar aquí. Quiero mudarme e irme a estudiar a Sevilla, una ciudad a tres horas de la mía. ¿Las razones? Ya habrá tiempo para hablar de eso luego. Pero el caso es que, si quiero ir a psicología en Sevilla, tendría que descontar una parte de las notas que saque en el examen de selectividad, y por obvias razones es más difícil llegar al 9 que te piden. Entonces... ¿qué narices hago yo ahora?

    Este año, al fin, pude resolver mis dudas. Centrar mi cabeza de una buena vez, y es sin duda esto lo mejor que me pudo pasar durante el año. Lucas me recomendaba una y otra vez que fuese a informarme con la orientadora del centro, que me dijesen las posibilidades que podría hacer, que me aconsejasen. Y eso mismo hice. Acabaron recomendándome algo que no se me hubiese ocurrido por mí misma: psicopedagogía. Hacer la carrera de magisterio, y después de acabarla, hacer dos años de psicología. Especializarme en esa rama de la psicología, la que está en contacto con los niños.

    ¡Juntar mis dos gustos en uno! ¿Acaso podía ser mejor?

    Y por eso ahora estoy mucho más tranquila. Estoy en mi último curso antes de ir a la universidad, pero ya tengo las ideas claras, y sé que seré feliz con mi decisión. ¿Que ambas carreras tienen poco trabajo actualmente? ¡Me da lo mismo! Yo haré lo que me gusta, y ya después me buscaré la vida. Pero están claras mis prioridades, y eso es lo que importa.

    Es por todo esto, que puedo considerar que esto es lo que mejor me vino en el año. Gracias a esto, podré enfrentar con algo más de seguridad el 2018, el año al que tanto temor le tengo. Y sé que, al final, acabaré saliendo victoriosa de ello.
    a Rider, Jaenie, Nekita y 6 más les gusta esto.
  • Hygge
    Hacía tiempo que tenía ganas de hacer entradas algo más personales en mi blog, pero la mayor parte de las veces no me sentí con el ánimo suficiente como para llegar a hacerlo. Son días y días, mi estado de ánimo llega a variar bastante. Ahora que estoy algo más relajada emocionalmente hablando, y aprovechando que el año se nos va, usaré la actividad de Shani para desahogarme un poquito en ese sentido.

    Y por qué no, tener un recuerdo de lo que este 2017 significó para mí.

    Bueno, empezamos con una sorpresa. Una sorpresa... Al principio no tenía mucha idea de qué responder. No sé si a vosotros os pasa, pero llegados a diciembre me cuesta mucho rememorar todo lo que me ocurrió durante el año xD Como que solo me centro en uno o dos sucesos y poco más, o al menos esta vez me ocurre más que nunca. Quizás eso significa que el 2017 no fue tan destacable para mí. O quizás es que tengo memoria de Dory, who knows. Yo lo veo viable.

    El caso es que sí que hubo algo que me sorprendió bastante este año, y es que volví a hablar con una buena vieja amiga con la que hacía, literal, años que no hablaba. Todavía recuerdo el mini paro cardíaco que me dio cuando vi la notificación que me indicaba que dicha persona me había enviado un mensaje. Era de madrugada, aún en vacaciones de verano, y estaba a punto de irme a dormir. Pero os prometo que en ese instante se me esfumó todo el sueño de repente. Me puse muy nerviosa, hasta el punto que sentí la garganta toda seca xDD En serio, me costó horrores saber siquiera qué decir.

    Ella me recriminaba el hecho de que viese sus historias en Whatsapp pero que nunca le dijese nada, y en ese instante me sentí muy culpable. Y confusa, y avergonzada, y mil emociones más. En serio, fue la primera noticia que tuve de que los estados te decían quienes los veían x'DDD Por eso me tiré más de quince o veinte minutos pensando qué demonios debía decir. Al final acabé disculpándome, y me sinceré, admitiendo que debido a que perdimos el contacto, ya no sabía qué podía decirle. Habíamos perdido el único gusto en común que teníamos en su momento, y que nos daba mucho de lo que hablar, y cada una siguió por su lado desde ese entonces. Me sentía incómoda en ese sentido.

    Pero ella, para mi sorpresa, lo comprendió bastante bien. Me dijo que no mordía, que podía ir a saludarla con toda confianza, y... que seguía significando lo mismo para ella que antes. Como si nada hubiese cambiado. Esa chica siempre sabía tocarme la fibra sensible, pero a la vez también me producía sentimientos contradictorios. Era una mezcla muy extraña, y quizás por ello no me animaba tanto a hablarle, porque a veces me quedaba sin saber cómo seguirle la conversación.

    Pero al menos, durante ese rato que hablamos y nos pusimos un poco al día, lo disfruté mucho. Fue muy agradable volver a saber de ella. Puedo considerarlo una buena sorpresa durante este año, y aún tengo pendiente volver a hablarle. Aún estoy en proceso de cambiar de una vez mi maldita timidez, la cual muchas veces me ha hecho alejarme de las personas que quiero. Pero eh, este año considero que hice un buen avance, y me siento bastante orgullosa respecto a eso. Pero de esto ya hablaré en otra entrada.

    Es probable que la aludida llegue a ver esta entrada algún día, así que si es así, ya sabes que sigues siendo importante para mí aunque ya no hablemos casi nada. Al menos me quedaré con los recuerdos, esos de ninguna manera los olvidaré nunca. El tiempo no pasa en vano, ¿eh?

    Después de todo, para mí, las personas que pasan por tu vida ya sean más o menos importantes... siempre dejan huella.
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