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  • Morde
    Nota: Este fic contiene gore. No recomiendo su lectura a menores de 18 años

    Un reguero de sangre ensuciaba la hierba a su paso. No podía apenas moverse, tenía la cara desfigurada, sus colmillos arrancados de cuajo, su pelaje destrozado, dos patas magulladas, una tercera iba colgando y la cuarta ni siquiera existía ya. A Raikou no le importaba; debía seguir huyendo de aquel que quería capturarle.
    a LizzaRade y dango les gusta esto.
  • Morde
    Nota: Este drabble contiene gore. No recomiendo su lectura a menores de 18 años

    La cueva estaba llena de cuerpos inertes de personas y Pokémon, todos ellos congelados y mutilados. Sus miembros restantes estaban esparcidos por el lugar, ensangrentados y descomponiéndose lentamente. Froslass entró y depositó otro cadáver en el suelo. Se trataba de una chica de unos doce años, que previamente había sido desnudada y que llevaba consigo una Pokéball. El Pokémon fantasma pulsó el botón de la misma y no pasó nada. Agarró a su víctima de la cabeza y la puso en un trozo vacío de pared, para acto seguido usar su gélido aliento y dejarla allí colgada.

    Froslass entonces se dirigió al fondo de la cueva. Allí estaba colgado de similar manera el cuerpo de otra chica bastante mayor en cuanto a edad, a la que sin embargo ya apenas se reconocía entre el hielo. Junto a ella, cinco Pokémon que alguna vez formaron parte de su equipo y que habían corrido la misma desgracia.

    – De nuevo, gracias por todo, Campeona –dijo sarcásticamente–. Y gracias por querer liberarme, porque me has permitido esto.

    Froslass besó el trozo de hielo que contenía a su antigua entrenadora por la zona de la frente y desapareció…
  • Morde
    Nota: Este drabble contiene gore. No recomiendo su lectura a menores de 18 años

    La luna llena brillaba intensamente en el cielo nocturno. En el bosque, el silencio solo era detenido por numerosos aullidos amenazantes. Un Sawsbuck despertó, consciente de que estaba en peligro. Dos pares de ojos rojos, brillantes y sedientos de sangre le observaban. El ciervo hizo ademán de mover una pata para huir de allí, pero ya era demasiado tarde. Dos Lycanroc, negros como la oscuridad de aquella noche, estaban ya abalanzándose sobre él. Uno destrozó la pata que había movido, haciéndole caer. El otro le arrancó de un mordisco la cabeza y comenzó a comérsela.

    El festín de aquellos dos Lycanroc fue interrumpido por un invitado inesperado. Un tercer Lycanroc, este con un pelaje marrón y ojos de un azul igualmente intenso que el rojo de sus contrapartes, embistió con rapidez al que se estaba comiendo la cabeza del Sawsbuck. Acto seguido, se abalanzó sobre el Lycanroc nocturno que quedaba, le rasgó la cara y le espetó fríamente:

    – Mi territorio, mis presas. Fuera de aquí.

    El Lycanroc diurno soltó a su contraparte nocturna, que huyó del lugar junto con su compañero, y comenzó a comerse el cadáver de aquel Sawsbuck…
  • Morde
    Nota: Este microrrelato contiene gore. No recomiendo su lectura a menores de 18 años

    La habitación estaba salpicada por sangre. Un cuerpo decapitado se encontraba sentado en una silla, fuertemente atado. Sus verdugos mostraban entre risas despiadadas la cabeza arrancada de la víctima ante una cámara que grababa impasible, y uno de ellos comenzó a descuartizar el resto del cuerpo con una espada, chupando de ella, a la vez, la sangre del condenado a muerte. Él solo había levantado ligeramente la voz contra la policía religiosa
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