Zafiro & Rubí.

Tema en 'Historias Abandonadas Originales' iniciado por Sakurash, 12 Agosto 2010.

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    Sakurash

    Sakurash Entusiasta

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    Zafiro & Rubí.
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    Zafiro & Rubí.

    Hola!, bueno esta es una historia que se nos ocurrio a mi hermana y a mi hehe.
    la escribiremos Orosaiha y yo.
    espero que os guste.
    Aqui os dejamos el prologo.





    Prólogo.

    Año 3000


    Estábamos en la nueva época después de la gran guerra universal. Habían pasado cien años de dolor, las cinco dimensiones del universo se unieron a la tierra. Ahora éramos una única dimensión, una única galaxia. Ya no existían extraterrestres, animales y personas. Éramos uno solo, mestizos.


    Los planetas se habían unido formando un único planeta, llamado Aililanul, el que estaba rodeado de treinta lunas, que cada una recibía el nombre de una piedra preciosa. Cada habitante de aquel planeta poseía el color de ojos de su piedra. Cada habitante era rival del planeta contrario, hasta que un día pasó algo que nadie hubiese podido imaginar jamás.


    Nacieron dos hermanas con los ojos de distinto color. Zafiro y Rubí. Esas hermanas cambiaron el mundo por completo, ahora la gente empezaba a relacionarse con los planetas vecinos. Y desde aquel instante reinó la paz.



    Esperamos que os haya gustado el prólogo.
     
  2.  
    leshlyperez

    leshlyperez Guest

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    Zafiro & Rubí.
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    Re: Zafiro & Rubí.

    & aquí el primer capítulo escrito por Orosaiha. Espero que os guste ^^





    Capitulo 1 Orosaiha


    20 años después…


    Aquella mañana cubierta por una niebla oscura y profunda, causada por la lluvia del día anterior. Me encontraba mareada, ya que la lluvia nos causaba mareo a todos los habitantes de Zafiro y el resto de las lunas, al ser mitad gatos. Nuestras orejas se doblaban al sentir el aire húmedo, pero la nariz lo agradecía al ser un aire limpio.


    Me levanté con desgana de la cama y me dirigí al armario a ponerme mi vestido blanco azulado con una brillante piedra azul en medio, que me describía como princesa de la luna Zafiro. Me peiné mi delicado pelo rubio rosado con suavidad y me coloqué la pequeña corona dorada sobre mi cabeza, como un accesorio.


    —Buenos días, princesa— Mi sirvienta Yuuna abrió tímidamente la puerta. —Perdone que la moleste. —Hizo una reverencia a modo de disculpa—Su desayuno está listo, y su hermana la espera en el vestíbulo, acaba de llegar.
    —Muchas gracias Yuuna, puedes retirarte—Hice una reverencia con la cabeza y desapareció por la puerta.


    Anduve por el pasillo lentamente y bajé las escaleras de cristal en forma de espiral que llevaban al vestíbulo. Allí plantada, vi a mi querida hermana con su hermoso pelo negro terminado en tirabuzones, vestía su precioso vestido rosa acaramelado, y en el cuello su brillante collar de una hermosa piedra roja que la distinguía como la princesa de la luna Rubí. Al oír mis lentos pasos se giró con una rápida pirueta mostrando su mayor sonrisa y observándome con sus ojos de un rojo intenso.


    — ¡Buenos días hermanita! —Me saludó con alegría dando palmadas. Había algo extraño en nosotras al ser hermanas mellizas, ella era siempre muy feliz y sonriente y yo siempre era seria y fría, igual que el color de nuestras piedras.
    — ¿Cómo estás? —Le pregunté con dulzura.


    Fuimos a desayunar, nuestra alimentación en todas las lunas eran cosas dulces, tartas, caramelos, chocolates…Ya no existían frutas y verduras. Ya no existían obesos y delgados, feos y bellos…Nos veíamos por igual aunque nuestras caras fuesen distintas.


    Aún se habían conservado algunos sentimientos humanos, como amar, llorar, sonreír y odiar. Las lunas del color oscuro sabían más lo que era odiar, las de los colores azulados sabían más lo que era llorar, las de los colores fuertes sabían más lo que era amar y las de los colores verdes sabían lo que era sonreír de verdad. Habíamos aprendido de cada uno.


    La luna de mi hermana Yukira era vecina de mi luna, así que nos veíamos constantemente. La luna que más predominaba sobre las demás era el Diamante. Era el que más se acercaba al planeta Aililanul. El Zafiro y el Rubí predominabas en segundo lugar, después eran las lunas Esmeralda y Perla. Las demás eran menos importantes en la política del planeta Aililanul.


    Desayunamos en silencio, sin decir palabra alguna. Yukira me sonreía de vez en cuando.


    —Oye Yumiko, ¿Qué vas a hacer hoy? —Me preguntó.
    —Pues no sé, lo de siempre, creo—Le contesté fríamente.
    —Bueno…Yo creo que debo irme ya, o Yuta se pondrá nervioso de que me haya escapado de nuevo—Sonrió divertida. Yuta era su guardaespaldas y sirviente personal, como era para mí Yuuna. Aparte, era su mejor amigo desde siempre.
    —Bueno, está bien, ¿te veré más tarde? —Pregunté. Siempre me gustaba ver a mi hermana.
    — ¡Claro! — Sonrió dulcemente mientras se despedía con la mano y se marchaba por la puerta.


    Me levanté de la mesa minutos después de que se marchara mi hermana, y me dirigí hacia la biblioteca. Me gustaba mucho pasar una tarde entera leyendo las antiguas historias de hacía mil años, cuando los humanos predominaban el planeta tierra y los animales eran únicamente mascotas de la naturaleza. Me parecía bastante intrigante e interesante pensar que vivían de aquella manera.


    —Buenos días princesa— se oyó una voz a mis espaldas. —Le traigo los nuevos libros que me encargó de la luna Aquamarina.
    —Oh, gracias—Contesté sin girarme. Sentí como mis mejillas se volvían de un rojo intenso y mi corazón latía fuerte. Me giré lentamente y le saludé con una sonrisa. Era el chico más hermoso que nunca hubiese visto. Me enamoré de él en la primera vez que le vi cuando me trajo mi primer libro y ahora mis estanterías están llenas de ellos. Nadie podía saber que me había enamorado de un plebeyo, se veía muy mal entre los reyes y reinas de las lunas.
    —Los libros que me encargó de la luna Esmeralda, tardarán más de lo previsto, lo siento mucho princesa—Hizo una reverencia en modo de disculpa. Su pelo color azabache parecía azul a los rayos del sol y sus ojos color aquamarina llegaban hasta mi corazón.
    —No importa, puedo esperar—Le sonreí tímidamente. Él era de las pocas personas a las que yo sonreía, las otras eran mi hermana, Yuuna y mis padres.


    Se despidió con una reverencia y yo me senté en el sillón que había al lado del ventanal más grande y empecé a leer mis nuevos libros que contenían el olor de aquella maravillosa criatura que los había traído hacía un momento.


    Bueno esperamos que os haya gustado.
    un saludo.
     
  3.  
    Celas

    Celas Usuario común

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    Re: Zafiro & Rubí.

    q bonito el prolog y el 1r cap el amor imposible de la princesa por aquel individuo!
    el mundo q abeis descrito de las lunas me a parecio encantador, un mundo completamente nuevo y eso no es facil empezar todo desde cero, explicando todo a cada detalle. Es un gran trabajo^^!!!
    Avisadme para el 2n cap!!!
     
  4.  
    Sakurash

    Sakurash Entusiasta

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    Re: Zafiro & Rubí.

    aqui el segundo capitulo, esperamos que os guste.


    Capitulo 2 Sakurash



    La decisión de ver a mi hermana siempre me alegraba el día, ella era mi mejor amiga, mi diario, sin ella…mi mundo no tendría sentido, porque ella era mi mitad.


    Volví al planeta Rubí, mi planeta. Mi madre debía de estar esperándome, y Yuta se pondría nervioso si no me encontrara, porque nunca puede cuidarme como le manda mi padre, siempre me pierde de vista, pero me gustaba hacerle rabiar, era un juego de lo más entretenido y divertido. Tardé menos de un minuto en volver a mi casa con el transportador que habían creado mis padres, usando mi piedra y la de Yumiko, podíamos transportarnos cuando quisiéramos al trono de la otra. Nos dejaba siempre en el vestíbulo, pero aun no me había acostumbrado a la sensación de mareo que recibía al transportarme.


    Como no, Yuta me esperaba en las escaleras del vestíbulo con los brazos cruzados y el ceño fruncido. Me maldijo con la mirada cuando aparecí delante de él. Yo me limité a sonreír tímidamente.


    — ¿lo siento? — dije observándole bajando un poco la cabeza mientras sonreía.
    —Oh, ya creo que lo sientes—se levantó de un salto y se acercó a mi deprisa. Estaba enfadado. Esta vez me puse sería y un poco avergonzada. — ¡¿por qué haces esto siempre?! ¡Podrías avisarme, por lo menos!—me gritó, yo bajé la cabeza—lo siento y-yo—se disculpó poniendo su mano en mi hombro, y me levantó la cabeza con la otra—Sabes, que me preocupo por ti Yu…princesa—quitó su mano rápidamente de mi rostro y se apartó de mi. Ese gesto me parecía muy dulce por su parte, pero no me gustaba que lo hiciera. Yo le amaba. El me amaba, todo era un secreto que no podíamos revelar.
    —Sabes que siempre voy a visitar a mi hermana, te preocupas demasiado—le dije dando un corto pasito en su dirección, sus orejas se levantaron un poco, y su cola empezó a balancearse poco a poco. Significaba que ya estaba tranquilo, le sonreí abiertamente.
    —Lo sé—contestó con dulzura.


    Me dirigí hacia el trono de mi madre, el me acompañó por detrás, con su deber de guardaespaldas. Por el pasillo anduvimos en silencio, solo se oía el ruidito que hacia el cascabel atado a mi cola, y el roce de la alfombra con nuestros pasos.


    Al entrar en la sala mi hermosa madre estaba sentada en su trono, como de costumbre, leyendo un libro de tapa dorada y de gran tamaño. Debía de ser el libro real de las lunas, todos los reyes y reinas lo tenían, era un manual de parte del gobierno de Aililanul.


    —Buenos días madre—saludé con una reverencia al igual que Yuta.
    —Yukira, querida—me sonrió dulcemente mientras apartaba su vista del gran libro que sostenía en sus manos. —Te estaba buscando, tengo que encargarte algo.
    — ¿De qué se trata, mi señora? —pregunté aun con una reverencia.
    —Acércate por favor—obedecí, me acerque más al trono y la observé atentamente para recibir la orden. —Haikuo, rey de la luna Perla, necesita tu ayuda.
    — ¿En qué puedo ofrecerle mi ayuda, majestad?
    —Necesita un guerrero con el poder del rubí para proteger a su hija Esme, que se casa dentro de dos días en Aililanul. —se levantó del trono y se acercó a mí, hizo una señal con el dedo para que Yuta se acercara, puso sus manos en el hombro de cada uno. —sois los mejores guerreros que tengo.
    —Entendido, mi señora—esta vez contestó Yuta.
    —Cuida de mi hija Yuta—se dirigió al nombrado y lo miró a los ojos largo rato.
    —Siempre lo hago, mi señora—contestó este haciendo una reverencia.
    —Bien, entonces podéis retiraros—se dio media vuelta y se sentó en su trono, cogió el libro entre sus manos—partiréis al atardecer.


    Con esa última palabra dimos media vuelta y nos dirigimos al comedor. La comida ya estaba puesta en la mesa, nuestro chef robótico era muy rápido, no le hacían falta utensilios ya que estaba formado con todos ellos para trabajar más rápido. El científico de la luna Rubí, era el más inteligente y conocido entre todas las lunas.


    —Últimamente no hago más que estar fuera de casa—me quejé sentándome bruscamente en una de las sillas del comedor.
    —Bueno, si no te escaparas tanto pasarías más tiempo dentro que fuera —comentó Yuta sentándose en la silla que se encontraba a mi lado.
    —Sabes que necesito ver a Yumiko—protesté—la reina no hace más que mandarme ordenes todos los días, me trata mas como a un soldado suyo que como a su propia hija.
    —Sabes que está muy ocupada, y eres su mejor guerrera, tanto en fuerza como en magia del uso del rubí. Tú eres el rubí, eres más poderosa que la reina…—me sonrió dulcemente—venga anima esa cara princesa.
    —Es que le prometí a Yumiko que la visitaría.
    —Explícaselo.
    —Siempre estoy explicándole todo, ya casi no puedo ir a verla…—hundí mi rostro entre mis manos. Sentí una mano acariciándome el pelo con suavidad.
    —Lo sé—me susurró al oído—serán únicamente dos días, no estés triste—levanté un poco la mirada y le observé a los ojos. Sus preciosos ojos rojos que contrastaban con su piel blanca, con el pelo y las orejas del mismo color blanco. Era hermoso. Le acaricié la mejilla suavemente con mis fríos dedos.
    —Ya sabes porque estoy triste…—susurré para que solo él me oyese—aparte de no poder ver a mi hermana…—mis dedos se pararon en sus perfectos labios—que me perfora el corazón…—el me miró con tristeza y apartó mi mano de sus labios, la acarició suavemente.
    —Lo sé…—susurró acariciando mi mano con sus labios, sentí el calor de su aliento sobre mi piel fría al hablar. —Lo sé—susurró de nuevo apoyando su cabeza en mi regazo mientras le acariciaba el pelo lentamente.


    Después de unas horas nos volvimos a reencontrar en el vestíbulo, vestidos con nuestros trajes de guerreros, el suyo era blanco entero, llevaba unas botas negras y una larga capa blanca por fuera y roja por dentro. En los hombros de la camisa llevaba el dibujo de una cruz roja. Mi vestido era corto, el corsé negro y la falda roja, muy corta. Llevaba unos calcetines, el de la pierna derecha era negro y con dibujos rojos, el de la izquierda me cubría toda la pierna y era de rejilla. Las botas me llegaban hasta las rodillas, eran negras. Llevaba unos guantes largos negros también, y un adorno para el pelo rojo. Mi rubí destacaba sobre toda la armadura a pesar de que era muy pequeño. Cogí mi arma que disparaba flechas laser y coloqué la espalda en el cinturón que llevaba atado a la cintura.


    Nos subimos a la nave que esperaba fuera y nos pusimos en marcha hacia la luna Perla.


    bueno y aqu el final de este capitulo cortito
    espero que os haya gustado.
     
  5.  
    leshlyperez

    leshlyperez Guest

    Re: Zafiro & Rubí.

    Capítulo 3 Orosaiha


    Esperé unas horas preguntándome dónde se encontraba mi hermana, pero no apareció. Seguí esperando un poco más, mirando por mi gran ventana, describiendo mentalmente cada detalle de mi paisaje, hasta que Yuuna entró por la puerta.


    —Señorita, su hermana no vendrá hoy— Me dijo.
    —Vaya…Pensé que vendría— Contesté tristemente — Y ¿A dónde ha ido?
    —No lo sé exactamente señorita—Me contestó.
    —Bueno, no pasa nada, ya vendrá mañana— Le dije levantándome de mi sillón — ¿Qué llevas allí? — Le pregunté.
    —Ah, es un libro de parte del señorito Shin — Dijo mientras me lo entregaba — Me dijo que os dijera que más tarde vendrá para saludaros.
    —Oh, gracias Yuuna— Le contesté con una pequeña sonrisa mientras cogía aquel libro.
    —Me voy a prepararos la merienda, disfrutad de vuestro libro princesa— Decía mientras salía por la puerta.


    Me quedé callada analizando aquel libro, cuando lo abrí, vi unas preciosas ilustraciones doradas. En el libro había imágenes de la antigua vida, me quedé sorprendida al ver unos seres que tenían una forma parecida a los simios. Más tarde descubrí que aquellos seres vivieron mucho antes que los humanos, me pareció interesante. Pasaron horas y horas y yo seguía analizando cada detalle de aquellas imágenes, hasta que Yuuna interrumpió de nuevo.


    — ¿Sigue aquí princesa?— Dijo.
    — ¿Qué hora es?— Pregunté extrañada.
    —Ya son las ocho, lleva aquí desde las cinco— Me contestó.
    — Vaya, si que ha pasado el tiempo— Le dije— ¿Ocurre algo?
    —Ha venido el señorito Shin, como le dije antes— Me contestó.
    —Ah…Que pase— Le dije sonriendo.


    Tras unos minutos de espera mirando por la ventana mis mejillas se enrojecieron, pensaba sobre qué podríamos hablar…Mi corazón empezó a palpitar fuerte al sentirle entrando por la puerta. Seguí pensando cómo empezar una conversación con él. Hasta que le pregunté:


    — ¿Qué frase célebre me traes hoy? —.


    Él lo pensó un rato, hasta que contestó.


    —Para crear lo fantástico, primero debemos entender lo real…De Walt Disney—.
    — ¿Walt Disney?— Dije pensativa —Creo que lo leí en uno de tus libros.
    —Exacto princesa— Decía mientras se acercaba — Él fue un productor, director, guionista y animador estadounidense. Murió en el año 1954.
    —Cuantos conocimientos, Shin…— Sonreí —Me gustaría aprender y viajar contigo.


    De repente, nuestras miradas se cruzaron, nos miramos fijamente durante unos segundos. Cuando él se dio cuenta, apartó la vista rápidamente y miró por la ventana. Tenía cara pensativa, pero no creo que estuviera pensando en darme clases para aprender todo lo que él ya sabía. Tenía una pequeña pero dulce sonrisa en su rostro, los ojos le brillaban. Cada segundo que le observaba más me enamoraba de él, de ese rostro perfecto, de esos ojos grises azulados, de esos labios carnosos, de ese pelo largo, negro y brillante…Él era tan perfecto, pero tan imposible…


    — ¿Qué me dices? — Le pregunté.
    — ¿Sobre qué, princesa? — Contestó.
    —Sobre lo de aprender y viajar contigo—Le dije sonriendo.
    — ¡Ah!…perdone— Pensó —Princesa, no creo que eso sea posible, lo siento.


    Le miré con ojos tristes durante un rato, después puse cara de enfadada, me di la vuelta y crucé los brazos.


    — ¡No es justo! —Me roté un segundo para que me oyera— ¿Por qué?


    Él me miro tristemente, volvió a pensar un rato su respuesta. Seguramente no quería herir mis sentimientos diciéndome que no quería que fuese con él. Pensar eso me entristeció, pero si es eso lo que le pasa, pues que me lo dijese sería mejor. Mientras él pensaba, yo soñaba despierta. Durante un pequeño tiempo sonreí, me imaginé a los dos viajando por las lunas cogidos de la mano…


    —Princesa, no sé cómo deciros — Cuando oí su voz desperté de mi sueño—Usted tiene que estar en palacio, no puede ir por todas las lunas con un plebeyo insignificante que le trae libros… ¿Me entiende?
    —Sí, te entiendo perfectamente — Contesté —Pero, Si fuera por ti, ¿Querrías que fuera contigo?
    —Me encantaría — Me dijo rápidamente —Pero la decisión sería de vuestro padre, no mía.
    —Lo sé — Contesté con una sonrisa —Sólo quería oír que tú querrías que te acompañara.
    —P-Princesa…— Se sonrojó.
    —Dime otra frase célebre— Le dije para cambiar de tema.
    —Por hoy no os diré más— Me contestó con su mejor sonrisa.


    Volví a poner cara de enfadada y crucé mis brazos. Tras unos minutos se fue hacia la puerta.


    —Yo…ya me tengo que ir, princesa— Decía abriendo la puerta para salir —Dejaré mi alma en cada despedida y así tendré una excusa para volver…Shin Erizawa.


    Salió por la puerta y dejó las palabras en el aire. Las horas pasaron y yo no dejaba de pensar en aquella frase que él había inventado. Cada día de mi vida desde que le conocí, no dejaba de pensar en él, pero, siempre me he preguntado si él sentía lo mismo. Pero aunque él sintiera lo mismo no valía nada, jamás me dejarían casarme con un plebeyo. Siempre quise cambiarlo todo de cómo está.


    Yo y mi hermana siempre fuimos soñadoras, siempre quisimos cambiarlo todo, pero ahora que somos adultas, ni siquiera nos acordamos de aquellas promesas de cambiar las lunas. Pensamos que eran sueños incumplibles de niñas, pero, algún día…Cambiaremos todo.
     

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