[Yuki&Zero] Sentimiento Prohibido

Este es solo un prologo, depende de ustedes el que lo siga o no:

"Toda nuestra historia comenzó con un simple encuentro. Su rostro frio, angustiado y cargado de dolor y odio jamás lo olvidaré. Sentía que, si no lo ayudaba, aquel niño enfrente de mi se desmoronaría. Mi padre lo trajo a casa una noche de invierno. Su cuerpo estaba ensangrentado, al igual que su ropa. Lo ayudé a lavarse, y luego le preparé la habitación de huéspedes para que pudiese dormir allí. A la hora y media llegó el presidente Cross, mi padre, con comida y bebida. Cenamos, y acompañé al muchacho a su recámara. Allí lo dejé, solo durante toda una noche. Jamás supe porque, pero me costó cerrar la puerta del dormitorio a la hora de dejarlo. No quería dejarlo, no podía dejarlo...
Todo esto fue hace ya cuatro años, y Zero no ha cambiado. Su mismo corazón hermético, las mismas expresiones, y la misma profunda y fría voz. Debido a nuestro trabajo de delegados permanecemos mucho tiempo juntos, pero aún así jamás pude derretir su cobertura de hielo. Por momentos sentía que no era nada para él, que sólo era una chica más del internado, y no significaba nada en su corazón. Claro, que cambié de parecer cuando me demostró lo contrario, cuando sus brazos me rodearon, y sus labios casi hicieron contacto con los míos. Ese sentimiento, el que todo ser humano anhela sentir y disfrutar, lo tenía frente a mí, y no sabía como reaccionar. No creía que fuera lo correcto sentirlo; sentir, aquel sentimiento prohibido hacia un vampiro..."

 

Nombre: [Yuki&Zero] Sentimiento Prohibido
Fandom: Vampire Knight
Tipo: Long-fic
Clasificación: Apto para todo Público


Chapter 1: "El viaje recién comienza..."

Volteé hacia donde estaba Zero, tomé mi sombrero, y mientras me lo colocaba iba corriendo hacia él.

— ¡Zero! ¡Apresúrate! ¡El tren parte en media hora y ni siquiera hemos llegado a la estación! —Lo tomé de la mano y lo arrastré hasta el taxi, donde nos esperaba Cross Kaien. Equipamos el baúl con nuestras maletas y nos subimos al vehículo. Durante el viaje, el director no paró de darnos consejos y advertencias, como si tuviéramos apenas cinco años. Zero, como era lo habitual, se dedicaba a observar por la ventanilla, sin prestarle atención.

— Vamos, niños, vamos, vamos… —Nos apresuró el director Cross. Le pagó al conductor, quitó nuestras valijas y en unos minutos ya estábamos en el tren, con destino a Transylvania. Yo, como una vampiro purasangre, y él, como un vampiro estable con profesión de cazador de vampiros, nos habían asignado una lista de seres en Nivel E peligrosos para esa sociedad. Zero aceptó sin escrúpulos, y debido a que no nos separábamos desde hacía ya meses, no tuve más remedio que acompañarlo. No nos consideraríamos “novios”, ó “pareja”, pero el lazo entre nosotros era grande, desde el día en que casi me mata por ser un purasangre…

— Yuuki, tenemos que hablar… —Me anunció Zero en el tren. Estábamos sentados en una de las cabinas del fondo, delante de los baños. No había nadie más que nosotros. Tampoco se escuchaban voces o sonidos del tren, sólo se hacían notar las ruedas metálicas al chocar contra los rieles.

— Zero, ¿Qué sucede?

— Aquella vez, hace un par de meses…Cuando estuve a punto de matarte…Lo siento.

— ¿Q…qué? —Mi mente hizo un pantallazo del aquél momento— ¡Ay, Zero! Ya no te martirices con eso…Fue hace varios meses y estabas en shock por mi transformación…

— Aún así, jamás debí haberte apuntado.

— Zero… —Ocultó su mirada debajo de su flequillo plateado, como solía hacerlo en momentos de impotencia. Lo conocía bien, y jamás se perdonaría por haber hecho eso, ni aunque yo lo hiciera por él.
El resto del viaje transcurrió en silencio. Trataba de divertirme observando por la ventanilla, apreciando los campos y los paisajes del atardecer. Eran tan bellos, que me recordaban a los días en la Academia Cross, y los desastres que se armaban cuando la Clase Nocturna salía de sus dormitorios para ir a clases. En esos tiempos, Zero y yo estábamos más unidos que nunca. Aunque su frialdad habitual imponía un muro entre nosotros, siempre me las arreglaba para traspasarlo, y contenerlo con un cálido abrazo.
El tren paró a medio camino, y a él subieron dos personas adultas. Al parecer eran matrimonio. Desde que lo miré a él a los ojos sentí una mala sensación. Su mirada, punzante y frívola, se clavó en la mía. Incluso me pareció haber visto un destello rojo vivo en ellos. Cuando pasaron delante de nuestra cabina, ellos y Zero cruzaron también mirada. En ese mismo instante el hombre se detuvo, y le sonrió levemente, luciendo unos grandes colmillos blancos. Mi expresión de asombro me delató.

— ¿Qué sucede, Princesa Kuran? ¿Le asombraron mis colmillos a una vampiro?

— ¿Q…qué dice?

— No importa…Adiós —Hizo un gesto y saludó con la mano mientras caminaba hacia el fondo. Me extrañó la dirección: Para la izquierda sólo yacían los baños. Me asomé por las cortinas y no estaban. En ese momento noté que detrás de las ventanas metálicas se divisaba otro vagón. La curiosidad me ganó, quería saber que habitaba más halla de los grandes ventanales metálicos. Me paré, y le dije a Zero que iría al baño, pero no bien puse un pie fuera de la cabina, me tomó de la muñeca.

— No vayas.

— ¿A dónde? ¿Al baño?

—Yuuki…Sé que iras al vagón siguiente. No lo hagas.

— ¿Por qué no?

— No es seguro. No son la mejor clase de vampiros.

No tuve más remedio que hacerle caso, y volver a sentarme, aunque continuaba observando hacia el fondo.
Una hora más tarde, me despertaron unos resonantes gritos, provenientes del fondo, seguramente del “vagón fantasma”, como había decidido nombrarlo en un momento de extrema aburrición. Un viaje de seis horas sólo con Zero no era el mejor plan que digamos. Miré a Zero, permanecía dormido. << Ahora que no puede vigilarme, podré adentrarme en aquel extraño vagón >> Pensé. Delicadamente abrí las cortinas, luego la puerta y salí. Al cerrar la cabina, el foco del pasillo comenzó a parpadear. Me dirigí hacia el fondo, y me detuve frente a las ventanas. Sólidamente no se encontraba, pero una leve silueta se dibujaba en la inmensa oscuridad. Comencé a pensar de que manera podría entrar allí. Las luces, que continuaban inestables, terminaron por quemarse. Quedé totalmente a oscuras, y decidí volver al vagón, caminando a tientas hasta tocar la tercera puerta. Cuando tomé la manija, ésta no reaccionaba. Estaba atascada. En el intento desesperado por entrar, oí una voz que me hablaba al oído, acompañada de una tibia respiración que acariciaba mi cuello. Creí que trataba de seducirme, mencionaba cosas muy extrañas y profundas. Pero no lo escuchaba. Cerraba mis ojos con fuerza y hacía más fuerza para entrar. En ese momento pensé en Zero. ¿Qué acaso no escuchaba el ruido que provocaba? ¿Tampoco oía mis quejidos? Opté por gritar su nombre….Nada…Seguí llamándolo, a medida que aumentaba mi desesperación. Esa voz no paraba de torturarme, mencionando cosas de mi pasado, y revolviendo mis recuerdos. De repente las luces se prendieron y volteé. No había nadie. Agité mi cabeza varias veces, de un lado al otro, buscando aquella voz. Tomé a Artemis, pero me repeló.

— ¿Cómo? ¿Artemis? Pero…Sino me repelías desde hace ya meses…

— Oh claro, aún no me he presentado… —Una figura salió de la oscuridad y divisé a un joven muchacho con un rostro muy familiar.

— ¿Ze…zero?

— No, Yuuki. Soy como él, pero en realidad no lo soy.

— ¿De…de qué hablas?

— Me llamo Kiryuu Ichiru, y soy el hermano gemelo de Zero.

— Lo eras… —Zero apareció por mis espaldas apuntándole a su hermano con la Bloody Rose.

— ¡Zero! Pero que agradable sorpresa…Hacía mucho que no nos veíamos…Cuatro, cinco años…

— Ichiru…Vete de aquí —Le quitó el seguro a la pistola.

— ¿O sino qué? ¿Me matarás cómo lo hiciste con tantos vampiros honorables?

— ¡Tú no tienes honor!

— ¡Zero! —Me paré entre los dos— No peleen así, ¡no se olviden de que son hermanos!

— Yuuki…Por favor, no te metas en esto —En ese momento lo miré. Tenía la mirada escondida en su flequillo. Comencé a caminar hacia él cuando Ichiru me rodeó el cuello con su brazo, tirándome hacia donde él. Puso mi cabeza contra su hombro y acarició mi cuello.

— Que suave es la piel de un purasangre…Demasiado tentadora…

— ¡Ichiru! —Gritó Zero— Suéltala o te arrepentirás! —Volvió a apuntarle con el arma, pero no podía disparar, su hermano me estaba utilizando como escudo. Éste mismo no le prestó atención y me continuó hablando.

— Me pregunto si tu sangre será tan satisfactoria como me han dicho que es… —Yo me limitaba a tratar de verlo a los ojos e intentar zafarme de sus brazos, pero no podía. Mis poderes de purasangre tampoco sirvieron. << No funcionan —pensé— Acaso… ¿Ichiru los estará bloqueando? No, no puede ser…Si tiene esa habilidad significa que él es un… >>
Mis pensamientos fueron interrumpidos por un sofocante ardor en el cuello, que luego se transformó en un dolor penetrante, causado por los colmillos de Ichiru.

— ¡¡Yuuki!! —Gritó nuevamente Zero. Extendió su brazo y dio un paso, pero se detuvo. Yo lo miré, rogándole con la mirada de que esperase a que terminara. Cuando el vampiro finalmente sació su sed, lamió mi cuello, llevándose a su boca la sangre que había quedado allí. Se remojó los labios, satisfecho, pero no me soltó.

— ¡Ichiru, suéltala!

— ¿O qué? ¿Me matarás? Adelante, pero Yuuki se va conmigo… —Zero trastabilló, y bajó la Bloody Rose.

— Buena elección, hermano. Por hoy perdonaré la vida de esta niñita, pero no volverá a haber otra advertencia —En ese instante me tomó de la ropa y, literalmente, me tiró hacia donde Zero. Éste, mientras me tomaba en el aire, se distrajo al momento de que Ichiru se escapaba.

— ¡Zero! ¡Ve tras él! —Le recomendé cuando me encontraba entre sus brazos. Él se limitó a no escucharme y abrazarme con fuerza.

— Yuuki…Creí que…. —Lo interrumpí, tratando de animarlo:

— ¿Qué me soltaría más rápido? Lo lamento, ¡es que tu hermano tiene una gran fuerza! —Cerró sus manos, sujetándome el saco.

— No…Creí que te perdería.

— Zero… —Lo miré a los ojos, y coloqué mi mano sobre su mejilla. Él la tomó, y cerró sus ojos pacíficamente. Yo también me relajé, y lo sujeté de su camisa, hundiéndonos mutuamente en un sueño del que jamás querríamos despertar…