Yo en el mundo de Harry Potter

Capitulo 1: ¿Magia?
P.O.V Yuki:
Mi nombre es Yuki Carter, tengo catorce años. Vivo con mis padres adoptivos, Richard y Marina Carter, en Inglaterra. Ellos me adoptaron cuando yo tenía dos años de edad, y lo único que sé de mi madre biológica es que se llamaba Shiroi y que me puso el nombre Yuki. La verdad es que me encanta mi nombre, Yuki significa nieve en japonés y a mí me encanta los días nevados. Tengo el cabello de un color realmente extraño, lo digo así porque jamás vi a alguien joven con el pelo ¡¡blanco!! También tengo un flequillo que cubre completamente mi frente y dos mechones me enmarcan el rostro. El pelo me llega a la altura de la cadera y es muy suave y sedoso, me gusta mi pelo porque es blanco como la nieve, tal y como indica mi nombre. Mis ojos son color celeste y me encantan, la mayoría de las chicas de mi clase piensan que uso lentillas, pero no, y tengo la piel muy pálida. Mi color favorito es el blanco y mi comida favorita es una de origen japonés, el ramen.
Mis amigos dicen que soy la mejor amiga que se podría tener, soy leal, fuerte, audaz y puedo dar las respuestas más ingeniosas para confundir y hacerles una tortura mental a mis “enemigos”. Me encantan las aventuras, no le tengo miedo a nada y puedo asustar más que el mismísimo Voldemort si me lo propongo. Me encanta leer y soy una de las mejores de la clase. Jamás, repito, jamás me verán sin, por lo menos, un libro a mano.
Era domingo, 31 de Agosto, y me encontraba leyendo el último libro de la colección Harry Potter, Harry Potter y las Reliquias de la Muerte. Mis padres desaprobaban la lectura de estos libros porque decían que eran “Fantasiosos y Estúpidos” y que no me servirían de nada en un futuro. Yo los ignoraba cuando me reprendían y luego les enviaba una mirada cargada de odio y deseos de muerte, y a veces los hacía retroceder un paso cuando me sacaban de mis casillas. A las personas que más quiero en el planeta, además de mis amigos, son mis tíos, Gabriel y Kimberly. Son los mejores tíos del mundo. Cuando, en su último viaje, me trajeron una imitación a la varita de Ginny Weasley, casi los asfixio con mi abrazo.
Dejé el libro en mesita de noche y me dirigí a mi armario. Saqué una caja alargada y de color café y la abrí. La varita de Ginny estaba dentro, la saqué de su empaque y la sostuve frente a mí.
–Lumos- dije imitando el conjuro, casi me desmallo cuando la punta de la varita comenzó brillar-. Nox- la luz se apagó.
No podía creerlo, ¡¡estaba haciendo magia!! Esta vez iba a probar con un conjuro más difícil.
–Expecto Patronum- pronuncié, y una neblina plateada salió de la punta de mi varita. Me reprendí mentalmente, no estaba pensando en algo lo suficientemente feliz. Me concentré en pensar en el día que me regalaron la varita y pronuncié el encantamiento nuevamente. Una bella gacela hembra plateada salió de la punta de mi varita. Agachó la cabeza y desapareció en una estela de humo plateado.
Bajé a almorzar cuando me llamaron, y mi madre comenzó a reprenderme nuevamente sobre los libros de Harry Potter. Cuando ya no lo aguanté más, exploté y le grité las mil y una cosas que me tenía guardadas. Cuando terminé de gritar, subí dando pisotones a mi cuarto, cerré con llave, y comencé a leer el epílogo del último libro.
–Cómo quisiera entrar en el mundo de Harry Potter y olvidarme de todos ellos…- dije para mí misma. En ese momento se me ocurrió algo. Me dirigí a toda prisa a mi librero, saqué una libreta negra y la abrí. Pasé las páginas rápidamente hasta dar con lo que estaba buscando. Volví a mi cama, cogí la varita y dije-: Transmittant, Hogwarts, 2019- sé que era una estupidez, pero me valía. Abrí a más no poder los ojos al ver que una luz plateada salía de la varita, se dividía en dos rayos, y uno me daba a mí y el otro al libro.
Luego vi todo negro. Aferré mi mano a la varita al sentir que caía hacia adelante, esperando el golpe, pero este nunca llegó. Abrí nuevamente mis ojos con la sensación de haberme roto todos los huesos del cuerpo. Cuando me acostumbré a la luz, me di cuenta de que no estaba en mi cuarto. Todo era blanco, las camas, las sábanas, las cortinas, todo.
–Veo que ya despertaste, pequeña- escuché una voz de mujer que se me hacía vagamente familiar. Me di la vuelta y era, nada más ni nada menos, que…
–Señora Pomfrey- susurré, medio en estado de shock. La mujer me miró sorprendida, pero no dijo nada.
–Aquí está tu varita, niña- dijo, y me alcanzó mi varita. Estaba algo distinta, tenía algo así como una cadena enrollada y su color hacía cambiado de negro a blanco.
De repente, la puerta se abrió y una mujer entró, nuevamente me quedé de piedra, aquella mujer era…
–Profesora McGonagall- dije ligeramente temblando.
–Niña, veo que al fin despiertas- me dijo-. Has estado dos días enteros dormida. Si no fuera por el señor Potter, estarías en coma.
¿Acaso la profesora dijo Potter? ¿Cuál de todos? ¿Albus o James?
–Oh- dije en un susurro-. Entonces creo que debo darle las gracias- completé, esbozando una leve sonrisa.
–Ven, sígueme. Parece que eres bruja, ¿verdad?
–Bruja, ¿yo? No lo creo, profesora- dije, negando con la cabeza.
– ¿Entonces cómo explicas que tengas una varita?
–No lo sé.
–Entonces, haz un conjuro y si no funciona, te creeré.
Tomé la varita de nuevo, ya que la había dejado sobre la cama, y pronuncié:
–Expecto Patronum- nuevamente, la hermosa gacela hembra de color plateado apareció. Estuvo unos momentos ahí, e hice que se desapareciera en una neblina platinada.
– ¡Esa es magia muy avanzada! Ni siquiera los alumnos de séptimo curso pueden hacerlo- dijo la profesora McGonagall, exasperada-. Sólo recuerdo a una sola persona que pudo hacerlo a una edad tan temprana… Harry Potter.
La profesora McGonagall me indicó que la vaya a visitar en su despacho en veinte minutos y se retiró de la enfermería. Yo me volví a cambiar con la ropa que traía puesta antes; un blusón de mangas largas color blanco, un short corto de color celeste y unas Converse blancas. Me guardé la varita en la parte delantera de mi short y salí de la enfermería luego de saludar a la señora Pomfrey.
Estaba caminando por los pasillos de Hogwarts, pero llegado un momento me perdí, maldije mi suerte y eché a andar un poco más rápido. Cuando doblé en un pasillo, choqué contra alguien y ambos caímos al suelo.

–Lo siento- dije, luego levanté la cabeza, en frente mío estaba…