Ya es muy tarde...

Hola! Vengo con un nuevo fic, ¬¬ jeje en realidad son una serie de Drabbles que se conectan entre sí... ya lo verán! :D espero les guste!​

​

Ya es muy tarde…​

— ¡Maldición! ¡Maldición!—resoplé viendo el reloj en mi muñeca, no llegaré a tiempo a agarrar el último tren, así que corrí a lo máximo que daban mis piernas, esquivando a cuanta cosa se atravesara en mi camino, el semáforo aún estaba en amarillo, sobraban unos segundos antes de que cambiara, así que corrí…Mis piernas se enredaron entre sí y caí al suelo, justo en la mitad de la calle al momento que el semáforo cambiaba de color. Escuché el chirrido de los cauchos al frenar y no supe más nada, todo se desvaneció al instante, sumergiéndome en una oscuridad absoluta, seguida de una pérdida de conciencia.

Mi hora estaba cerca, podía sentirlo, tenía la sensación y la certeza de que mi tiempo había llegado. No sabía que venía, pero todos los recuerdos de mi vida se apiñonaron en mi mente, momentos tristes, felices, amargos, dulces, dolorosos, alegres…Tantas cosas por las que alegrarme, y muchas más por las cuales arrepentirme.

Recordé aquella vez, cuando mi mejor amigo se me declaró.

Flask Back # 1 “El amigo…que no debí perder”

—Hannah, vallamos a nadar hoy, ¿Quieres?—Me invitó.

—Por supuesto, sabes que amo el agua…—Contesté encantada con la idea, mucho más en ésta época del año, un verano caluroso perfecto para ir a nadar.

—Lo sé…—Y su sonrisa se amplió dejando ver una hilera de dientes blancos y perfectos, y sus ojos azules refulgieron con una renovada ternura.

Charles…Mi mejor amigo desde el jardín de infancia, amable, sincero, dulce y protector. Bello, alto de cabello lacio castaño y afables ojos azules. Ese chico que siempre ha estado allí para mí a lo largo de mi vida.

—Pero, tú le pides permiso a mamá, ya yo le pedí permiso para salir el fin de semana.

—Yo me encargo de eso…—Me tranquilizó confiado, y razones tiene para estarlo. Mi madre lo adora, no se resiste a una petición de Charles, él es el encargado de convencerla siempre que me dice que no…— Vamos, súbete.

Él se colocó su casco y subió a su radiante y nueva moto azul oscura. Se veía tan sexy montado ahí, sólo pude reírme ante ese absurdo pensamiento, él me miró con una ceja alzada preguntando silenciosamente cual había sido el chiste. Yo sólo le sonreí y me subí a la moto detrás de él, rodeé su torso con mis manos y me agarré fuerte antes de que arrancara. Era una sensación maravillosa ir en moto, sentías la adrenalina subir poco a poco en cada curva, sentir el viento en tu cara despeinando tu cabello, viendo tu alrededor pasar rápido, y darte cuenta que eres tú la que va a esa velocidad, lo demás nos e mueve, sólo tú. En pocos minutos aparcamos en el garaje de mi casa. Ambos nos bajamos de la moto y entramos a la casa, mamá estaba en la sala tejiendo mientras veía un programa de cocina en la televisión.

— ¡Hola Sr. Cornelia! Buenas tardes, ¿Cómo ha estado?—La saludó Charles respetuoso con una gran sonrisa.

— ¡Charles! Hola, yo muy bien gracias a Dios, ¿Y tú cariño como has estado?—Le respondió efusivamente mamá, repito, lo adora.

—Muy bien, gracias por preguntar.

— ¿A qué debo el honor de tu visita a estas horas tan tempranas del día?—Inquirió suspicaz, estaba segura de que ella ya se imaginaba el motivo.

— Pues, la verdad es que vengo a pedirle permiso para llevar a Carlie conmigo a nadar…—Se acarició el cabello con una sonrisa cohibida, el también sabía que había sido descubierto en su juego.

—Me lo imaginaba…—Sonrió mamá…— ¿Sólo irán a nadar?

—Si…—Le aseguró…—Y…a lo que hablamos la última vez, ¿Recuerda?—Añadió con un leve sonrojo, eso logró picar mi curiosidad. ¿A qué se refería?

— ¿En serio?—Inquirió mamá, más emocionada de lo normal, él sólo asintió y yo los veía a ambos tratando de entender de que hablaban, pero preferí no decir nada hasta que mamá me diera el permiso…—Entonces no veo ningún inconveniente, pueden ir. Pero, no lleguen muy tarde, ¿está bien?

— ¡Está bien!—Contestamos ambos con una sonrisa.

—Entonces voy a subir por mis cosas y cambiarme, bajo en un minuto…—Le dije a Charles.

—Tómate tu tiempo Carlie, te espero aquí.

Yo asentí y subí corriendo las escaleras hasta mi cuarto, agarré un de mis bolsos playeros grandes y metí bloqueador solar, una muda de ropa, mi monedero, un cepillo y una toalla, agarré en el closet mi traje de baño y me lo coloqué, y luego me puse una ropa sencilla arriba. Me coloqué mis lentes de sol, me observé en el espejo, y ya lista bajé a la sala, donde Charles estaba sentado en el mueble, riendo y conversando con mamá. Me aclaré la garganta para demostrar que estaba ahí.

— ¿Lista?—Preguntó.

—Sí.

—Entonces vámonos. Nos vemos ahora Sra. Cornelia…—Se despidió sacando las llaves de su bolsillo y encendiendo la moto. Mamá sólo le sonrió después de desearle suerte. Yo más perdida que nunca me subí a la moto. Después de unos 15 minutos en moto nos detuvimos en un amplio y cristalino lago. Me bajé y sonreí encantada con la vista. Es un día soleado maravilloso para nadar. Él me ayudó a tender el paño y a poner la sombrilla a la orilla y sacó una bolsa con chucherías y unos refrescos, y nos sentamos juntos.
— ¿Qué era toda esa conversación secreta con mi mamá?

—Mmm, ven conmigo a nadar y te lo diré…—Y con una amplia sonrisa se quitó la camisa y el pantalón quedándose en un bañador azul oscuro que contrastaba su piel bronceada y perfecta. Y sin darme tiempo corrió al agua y se lanzó de clavado. Su reacción me hizo reír, y mi curiosidad sólo aumentó, así que me quité la franela y los Capris, quedándome en un traje de baño de dos piezas blanco. Y me lancé al agua, lo alcancé bastante lejos de la orilla, él se sumergió y me haló por los pies. Luego fui yo la que lo hundí y estuvimos así un buen rato, jugando en el agua.

— ¿Ahora sí me lo dirás?—Inquirí mientras me mantenía a flote.

Él me quitó un mechón de cabello que me caía en el rostro.

—Sí, te lo diré. Te diré que, desde hace un tiempo ya no te veo igual, que cuando te veo ya no siento lo mismo, que es difícil ocultarlo, tenerte tan cerca y no hacer nada, oírte hablar de otros y verte llorar por ellos. Te diré que…Estoy enamorado de ti Carlie, que no has salido de mi mente ni por un segundo, y que cada día que pasa…este sentimiento sigue aumentando.

— ¿Esto es una broma no?—Inquirí escéptica y más brusca de lo que debí.

—No, no lo es. Te estoy diciendo todo lo que siento, porque no podía seguir callado. Te amo, te he amado y sé que te amaré.

Y se acercó a mí rozando sus labios con los míos, el shock no me permitió reaccionar mientras sus labios se movían suavemente sobre los míos, cuando recobré la compostura lo empujé alejándolo de mí.

— ¡¿Qué demonios crees que haces?!—Le grité…—No me vuelvas a besar Charles, sabes que estoy enamorada de otra persona. Tú más que nadie lo sabe.

— ¿De ese enclenque? ¿De “Edgar”? ¡Ese maldito mujeriego que no toma a nadie en serio! ¿Eso es lo que quieres para ti? ¿Alguien que quiere tu cuerpo más no tu corazón?

— ¿Y quien te crees tú para juzgarme?—Me alejé lo más que pude de él furiosa.

—Soy alguien que te ama de verdad, no como ese bastardo. Y no intento juzgarte, sólo quiero abrirte los ojos.

—No quiero escuchar una palabra más en contra de Edgar de ti. Me largo…—Y sin darle tiempo me sumergí y comencé a nadar lo más rápido que pude a la orilla. Me puse arriba la ropa y salí corriendo.

— ¡CARLIE! CARLIEEEE! ¡ESPERA!—Escuchaba Sus gritos a mi espalda, pero no me detuve, me alejé lo más que pude de la vía principal, adentrándome en el pequeño pueblo en el que estaba ubicado el lago. Mi teléfono empezó a vibrar y a sonar, así que lo apagué y lo lancé en mi bolso. Me detuve al ver una línea de taxis, me subí en uno y le indiqué la dirección de mi casa, gracias a Dios había traído dinero.

Le pagué al taxi y me bajé en la entrada de mi casa. Escuché la voz de mamá llamándome pero la ignoré, subí corriendo a mi habitación y cerré la puerta tras mí y le coloqué le seguro. Vi las fotografía pegadas en la pared, de Charles y yo a los 6 años, de Charles y yo en un karaoke a los 9, de Charles y yo en mi cumpleaños número 13, de Charles y yo en la playa…de Charles y yo…de charles y yo…Llena de furia comencé a arrancarlas de la pared y a despedazarla, las tiré en la papelera histérica. No sabía que era lo que me molestaba realmente, sólo sé que estaba furiosa con él, lo detestaba, y mucho más por lo que dijo de Edgar.

Y pasado los meses él siguió insistiendo, siguió llamando, e intentó disculparse, pero no lo escuché, corté toda comunicación con él, nuestra amistad se fue a la borda…Y no supe más de él luego de irme a la universidad.

…Fin de Flash Back #1…

En ese momento no supe porqué estaba molesta, ahora lo veo con suma claridad. No estaba molesta con él, lo estaba conmigo misma por no corresponderle, por estar empecinada en un amor enfermizo teniéndolo a él al frente, el prototipo de el chico perfecto, dulce, amable, cariñoso, atlético, inteligente, guapo…Por eso dicen, es más fácil aceptar una mentira que te guste que una verdad que te desagrade.

Él fue un amigo que no debí perder, porque era un verdadero amigo. Lo dejé ir por un amor imposible….por ese tipo que destruyó mi vida.

 

>Flash Back #2 “El hombre…al que no debí amar”

—Estás muy guapa…—Me halagó mientras subía al auto.

—Gracias…—Me sonrojé ligeramente…—He esperado este día con ansias.

—Yo también corazón, yo también. Más de lo que te imaginas…—Sonrió lujuriosamente.

— ¿A dónde vamos?—Inquirí nerviosa, no sé si estaba acorde al lugar, después de todo era una cita sorpresa, mi primera cita con el amor de mi vida, Edgar, después de tantos años enamorada de él, al fin ese chico hermoso de cabello rubio como el oro y ojos azules cual mar, guapísimo y deseado por todas, al fin se fijó en mí, y me invitó a salir.

—A un lugar que nunca olvidarás preciosa…—Y sin decir más arrancó, sentía las piernas temblarme nerviosas, sentí maripositas en el estómago cada vez que me hablaba aunque sólo dijera estupideces.

Me sobresalté al sentir su mano en mi muslo desnudo, puesto que llevaba un vestido sumamente corto, regalo de él mismo. Respiré profundo y no intenté quitar su mano, se sentía bien. Él me sonrió y yo le sonreí de vuelta, él subió un poco más la mano y acarició mi piel mientras con la otra mano conducía. Yo cerré los ojos disfrutando su toque. A los minutos aparcamos fuera de un lujoso bar.

Él se bajó y me tomó de la mano para que bajara con él. Entramos al local, donde estaban en plena fiesta. Me sorprendí por haber elegido este lugar tan poco…privado, pero no objeté. Mientras estuviera con él todo estaría perfecto.

Bailamos un rato y nos tomamos una que otra copa, me sentía muy a gusto con él y estaba exhausta, él me susurró al oído que lo siguiera, yo asentí y lo hice, l seguí hasta afuera del local. Él subió al auto y me hizo una seña para que lo imitara. Y lo hice.

— ¿A dónde vamos?—Inquirí cerrando la puerta.

—Te llevaré a un lugar especial…—Me sonrió, y arrancó, a los pocos minutos el carro se estaba deteniendo otra vez y nosotros bajamos de él. Estábamos en la orilla de una hermosa playa. Las olas rompían en el malecón y la luna se reflejaba en el agua. Era una vista verdaderamente hermosa…—Este es un lugar especial para mí, ahora será “nuestro lugar”.

Yo le sonreí completamente feliz y lo abracé, él levantó mi rostro y me besó, yo me dejé llevar por le momento y le correspondí, ¡Oh! ¡Cuánto tiempo estuve esperando por este beso! Es incluso mejor que en mis sueños. El beso subió de nivel, y me sentí nerviosa por lo que eso podría suponer, así que me aparté. Él intentó besarme de nuevo pero volteé el rostro.

— ¿Qué pasa cariño? ¿Acaso no quieres estar conmigo? ¿No me amas como yo te amo a ti?

Parpadeé sorprendida en shock…. ¿Acaso escuché bien?

— ¿Tú….me amas?

—Por supuesto mi vida, he estado enamorado de ti desde hace mucho tiempo. Así que ven aquí…—Y se acercó de nuevo, pero ésta vez no me aparté correspondí a su beso con pasión, y a sus caricias con otra caricia, con la respiración entrecortada y el corazón a mil, hasta que sentía que la ropa sobraba, así que con su ayuda me la quité…Y terminé desnuda sobre la arena con él arriba de mí. Entregándole todo lo que tenía, mi castidad, mi corazón y mi alma…a ese hombre que desde hace años amo. Y me uní a él siendo uno sólo, fue todo tan perfecto. Después de acabar, me llevó a mi casa, le di un beso de buenas noches o “madrugada” antes de entrar. Subí a mi habitación en silencio y me metí en la ducha, aun me dolía un poco el cuerpo, pero el recordar ese maravilloso momento siendo todo el dolor esfumarse.

Pero la burbuja de mi felicidad se explotó muy pronto. Entre más sueñas, más subes, y aún más difícil es la caída. Pasaron los días y me desvelé frente al celular, pero este no sonaba, o al menos no lo hacía para lo que esperaba. No recibí ni un misero mensaje de Edgar, y empezaba a preocuparme, así que a las semanas decidí ir a su casa su madre me dijo que estaba en una fiesta, así que tomé un taxi hasta ese bar…ese bar tan especial para mí. Aquel donde fue nuestra primera cita. Entré y pregunté por él, parecía que lo conocían muy bien allí, me dijeron que había salido.

— De seguro está en su “lugar especial” con una de sus víctimas…—Me dijo una de las camareras riéndose por lo bajo. Mis ojos amenazaron con aguarse ante sus palabras, intenté hacer caso omiso de ellas, seguro que hay otra explicación, él me ama, ¡Me ama! Él me lo dijo. Lo sé. Agarré otro taxi, que me dejó en la orilla de la playa, el carro negro de Edgar estaba aparcado allí. Le pagué al taxi y bajé a la orilla. Escuchaba unos ruidos raros de debajo de una palma, así que me acerqué silenciosamente. Abrí los ojos con sorpresa y mis ojos se llenaron de lágrimas. Allí estaba el amor de mi vida, empotrando a una chica rubia contra la palma, completamente desnudo al igual que ella, unidos como hace pocas semanas estuvimos él y yo.

— ¡Edgar!—Chillé con lágrimas.

Ellos se separaron con sorpresa, él fijó los ojos en mí y sonrió cínicamente, sin n una pizca de remordimiento, ella sólo me miró indiferente analizándome de pies a cabeza.

— ¿Co…como pudiste?—Le espeté.

— ¡Cariño! ¿Acaso estás molesta porque no te invitamos a nuestra pequeña fiesta privada? ¡Lo lamento! Pero lo hago ahora, ¿Acaso quieres hacer un trío con nosotros?, sé lo fogosa que puedes llegar a ser…—Se estaba burlando de mí descaradamente en mi cara, no sabía si ponerme furiosa o llorar aún más. Me acerqué con decisión hacia a él y le volteé la cara de una cachetada.

— ¡Desgraciado! ¡Maldito! ¡Me engañaste!—Le grité.

—No te confundas zorra…—Me siseó con rencor…— Nunca te pedí ser mi novia ni mucho menos, sólo te dije que te acostaras conmigo más nada, tu accediste, problema tuyo, no es mi culpa que seas una pequeña zorra.

Le volteé la cara nuevamente de otra cachetada aun más furiosa.

—Estas me las pagas….Te lo juro, niña.

—Di mi nombre…—Le pedí en un grito.

— ¡Ni me acuerdo! Para mí no fuiste más que sexo, y uno ni tan bueno para que te enteres.

Me d la vuelta mientras aun me quedaba dignidad y salí corriendo de allí con el corazón desmoronándoseme y cayéndose a pedazos. Toda mi realidad cayéndose al darse cuenta de que todo era mentira, mi corazón pisoteado y mi alma mancillada. Llegué a mi casa hecha un desastre, caminé unos 10 kilómetros, tomé una ducha, quería ahogarme con el agua que se mezclaba con mis lágrimas amargas y abundantes. Me sentía más que traicionada, me sentía usada, y tirada como a una asquerosa muñeca.

Al día siguiente intenté tapar mis ojeras antes de ir al liceo, había llorado toda la noche así que por mucho maquillaje que usé aun no logré taparlas por completo. Hoy entraba el mediodía, gracias a Dios, no tenía que encontrarme tanta gente el los pasillos. Caminé directo ami salón, habían muchas miradas curiosas que me veían y se reían, lo noté, pero no dije nada. Pero al entrar al salón se hizo aún más obvio. Las chicas se reían y me veían, algunas soltaban uno que otro “Zorra” “Puta”, como indirecta, intenté ignorarlos, después de todo no tenía nada que ver conmigo…al menos eso había pensado. Aileen entró al salón, una muy buena amiga y me dirigió una mirada de desaprobación.

— ¿Te volviste loca Carlie? ¡Como dejaste que te filmara!—Me espetó.

— ¿De que hablas Aileen?—Inquirí completamente perdida.

—Sabes perfectamente de que te estoy hablando Carlie, aunque veo que no confías en mí, no me lo habías contado.

— ¿De que demonios habas? ¡No tengo idea de lo que dices!—Resoplé exasperada.

— ¿No lo sabes en serio?—Yo asentí, ella me dirigió una mirada de lastima, sacó su teléfono y me mostró un video, el corazón se me detuvo al instante.

— ¿Quién más tiene este video?—Balbuceé con los ojos ardiéndome.

—Todo el liceo…

Oficialmente estoy muerta, prefiero morir antes de seguir viviendo este infierno que es mi vida. Agarré mi bolso y salí corriendo, mi casa estaba sola, entré ala cocina y agarré un cuchillo, no podía siquiera organizar los pensamientos en mi mente, hundí el cuchillo en la piel de mi muñeca, cuanto la sangre empezó a brotar sentí un extraño alivio, como si mis penas se fueran con mi sangre, el ardor era mínimo en comparación con la tranquilidad que me producía, así que hice un nuevo corte más profundo, veía como la sangre fluía a borbones y caía al piso, las cosas a i alrededor se empezaban a desvanecer y se hacían confusas, y yo sólo veía el líquido rojo abandonarme…

Mi primer intento de suicidio, completamente fallido, mi madre llegó y me llevó al hospital antes de que me desangrara. Desde esa vez empecé a ir al sicólogo obligada por mis padres, claro ayudado por una llamada del colegio por un supuesto video…

…Fin del Flash Back #2…

Claro, seguro se preguntan, ¿Qué video? ¿Qué pudo ser tan grave como para intentar suicidarte? Pues, fue el video que arruinó los días que me quedaban en el liceo, todos me miraban al pasar, y no de buena manera, nadie me hablaba, sólo inventaban chismes de mí. Fue una experiencia traumante, todo por ese maldito video, el video de mi primera vez con Edgar, él lo había grabado todo, y cuando digo todo es ¡Todo! Desde el principio al final, y lo esparció por todo el colegio. No pude soportar las miradas por mucho tiempo y le rogué a mis padres que me cambiaran de colegio.

Con esa horrible experiencia aprendí una buena lección: No confíes en quien te dice confía en mí. Esa fue la primea vez que mi corazón murió, él lo destrozó, se encargó de mutilarlo y reducirlo a nada. Pero mi vida continuó, aunque me negué a amar nuevamente…Pero en su lugar encontré amistades…aun más perjudiciales, pero en ese momento no lo pensé.


****
Gracias por su apoyo a todas! espero les guste! Y...Kagome Elric, borraron tus comentarios1 pero muuuuchas gracias por comentar espero te guste! :D

 

>Flash Back #3 “El placer… que nunca debí aceptar”

Estaba en una de esas súper fiestas universitarias, hace dos años que dejé el bachillerato atrás, estoy entregada de lleno a los placeres de la vida. Joder, salir, tomar… ¿Qué puede haber mejor que eso? Ya mayor de edad, sin nadie que te diga que hacer, ni a donde ir, ni con quien andar. Ésta es la cumbre de la vida y yo la estaba aprovechando al máximo. Y me di cuenta, que, ser libre es lo mejor que hay en esta vida. Al menos para los que saben aprovecharlo como yo.

— ¡Carlie! ¿Cariño que haces aquí sola?—Me saludó con un beso en la mejilla. Diane, una chica bajita de cabello rubio dorado y ojos azules como el cielo, su cuerpo destacaba en un conjunto de unos pantalones a la cadera ajustado de cuero, y un top de vinilo rojo que le llegaba un poco más arriba del ombligo.

—Acabo de llegar Diane, me retrasé un poco en la última clase…—Le expliqué mientras iba caminando tras ella, esquivando a la multitud de bailarines y parejas que se apretujaban en la pista de baile, dirigiéndonos al área donde estaban todos reunidos hablando en las mesas.

— ¿Aun pierdes el tiempo en esas cosas nena?—Se rió por lo bajo como una muñequita…— ¡Yo hace tiempo que me libré de ese estrés!

—Pero yo sí quiero seguir estudiando…—Me limité a decir, ella se encogió de hombros.

— ¡Carlie!—Gritaron todos en la mesa con una sonrisa al verme, yo les devolví el gesto.

— ¡Hola chicos!—Los saludé antes de sentarme en la mesa con ellos.

Mis amigos…en la mesa estaban sentados tres chicos, Samuel, de cabello negro azabache y ojos del mismo color, con un cuerpo torneado trabajado en el gimnasio, hijo de papi y mami, Víctor, alto y delgado, un experto nadador, su cabello castaño llegaba hasta sus hombros, y u mechón ocultaba sus ojos café, otro hijo de papi y mami, y Diego, bajito, pero de complexión robusta rebelde cabello negro, y ojos avellana. Mis amigos, mis compinches, mis cómplices en mis aventuras.

Estuvimos un buen rato en la fiesta, comimos, bebimos, y bailamos hasta agotarnos. Pero ya aburridos nos fuimos, todos subimos al auto de Samuel, quien manejó hasta nuestro Point favorito, apenas me bajé encendí un cigarro y me lo llevé a los labios, el ansia que sentía se desvaneció dejando sólo la sensación de tranquilidad mientras el humo pasaba por mis pulmones.

— ¿Qué tienen hoy chicos?—Inquirió Diane sentándose en el piso.

— Un poco de todo nena, te harán ver el cielo…—Rió Diego sacando una bolsa de papel del auto.

— Ufff. Si yo quiero…—Rió alegre Diane aplaudiendo como un niña pequeña.

— ¿Tú vas a querer linda?—Me preguntó Víctor.

—Mmm, no. Paso…—Negué mientras expulsaba el humo de mis pulmones…— Mañana tengo examen en la Universidad.

—Aunque sea pruébalo nena, claro, sí es que eres libre de verdad…—Lanzó el señuelo, una manipulación sutil y directa.

—Por lo que veo aun no te has quitado la correa de papi y mami…—Lo apoyó Samuel, sabía que estaban conspirando contra mí para que me les uniera, lo sabía, pero aun así mi orgullo estaba herido, quería demostrarles lo contrario, boté la colilla del cigarro y me senté junto a ellos.

—Eso lo veremos…—Les contesté desafiante.

— ¡Perfecto!—Sonrió Víctor.

Agarraron unos vasos de plástico y una botella de vodka de frutas, y en cada vaso echaron una pastilla y una cucharadita de un polvo. Lo removieron y le entregó una a cado uno. Yo me tomé el mío de un solo trago antes de poder arrepentirme, la garganta me escoció por el alcohol, me di cuenta que todos habían hecho lo mismo que yo, fondo blanco. Me recosté de la pared y cerré los ojos por unos segundos. Soy libre, pensé, nadie puede decir lo contrario. Abrí los ojos y sentí un mareo, empezaba a ver todo de colores brillantes, pasando lentamente, como si el tiempo se hubiera detenido…aparte, sentía un calor apoderarse lentamente de mi cuerpo, me sentía embriagada, borracha, y feliz.

—Menos mal te animaste linda…—Me dijo Víctor, pasando su mano por mi hombro en un abrazo.

Esto me hizo reír, porque no sé, sólo que no podía dejar de reírme. Y sentir sus brazos me hizo hervir. Vi como Diane se quitaba la chaqueta quedándose en su sexy top.

— ¡Que calor!—Se rió. Yo asentí y me reí junto con ella. Y también me quité mi suéter. Quedándome en una franela de tiritas blanca. Ya todo me daba vueltas, era como i estuviera en un torbellino de color. Me quedé viendo embobada el cielo, viendo cada punto brillante de color moverse. Un ruido atrajo de nuevo mi atención al grupo, era Diane, que gemía mientras Diego le arrancaba el top y empezaba a estrujarle los senos, esa visión me excitó. Era algo extraordinario, ver como Diego la desvestía con rudeza y la empotraba ahí mismo contra a pared.

— ¿Tú también quieres jugar cariño?—Inquirió en u susurro sexy en mi oído Víctor, yo asentí besándolo, no necesitaba muchas estimulación, ya estaba excitada.

—Pero tú vas a tener diversión doble…—Y sentí unas manos acariciando mi entrepierna, abrí los ojos y vi a Samuel, y comprendí al instante sus intenciones, me iban a tomar entre los dos. Iba a tener sexo rudimentario, formando un trío con mis dos amigos, sería tomada por dos a la vez….Y no podía sentirme más feliz por eso.
***---****---***---***---***
Abrí los ojos poco a poco, tenía la sensación de que la cabeza me iba a estallar de un momento a otro, tenía el cuerpo adolorido como si me hubieran dado una paliza, me di cuenta asustada de que no llevaba mi ropa puesta, estaba completamente desnuda, con Víctor y Samuel acostados sobre mí, en la misma condición que yo, desnudos. Los recuerdos de la noche anterior vinieron poco a poco a mi mente, provocándome un dolor de cabeza aun más fuerte, y unas lágrimas traicioneras escaparon de mis ojos, mi cuerpo, lo había usado como un objeto sexual, no sólo me limité a formar un trío, sino que me complací al hacer una orgía cuando Diane y Diego se nos unieron. Me sentía ultrajada, y a la vez traicionada, pero por mí misma. Me levanté con sumo cuidado secándome las lágrimas, y busqué mi ropa por el suelo. Me la puse lo más rápido que puede, me até el cabello en una cola alta con una colita que tenía en el bolsillo de mi pantalón. Y agarré un papel y lapicero en el carro de Samuel, les escribí una nota, y me fui…

<Hola! Lo siento chicos, pero tengo que irme, debo presentar mi examen hoy, nos vemos luego. ¡Besos! >

Un examen que fue hace horas, suspiré mortificada en mis pensamientos, llegué a mi casa y subí directo a mi habitación a tomar una ducha, necesitaba quitarme esa sensación de suciedad del cuerpo, quitar esas marcas invisibles con la que estaba marcada, ¿Cuántas personas pasaron por ese callejón mientras estaba dormida y me vieron en ese estado? ¿Cuántas personas sintieron lástima por mí…o se burlaron a mi costa?

Los días pasaron, los chicos me llamaron, e intenté desviar todas las reuniones poniendo excusas para no verlos, la verdad es que no quería verlos, porque no quería recordar lo que había hecho. Hoy estaba acostada en mi cama cuando la puerta de mi cuarto se abrió bruscamente y entraron mis padres.

— ¿Saben acaso lo que es tocar antes de entrar?—Inquirí ácida con sarcasmo.

—Perdiste ese privilegio Carlie, en realidad, a partir de ahora pierdes todos tus privilegios, ¡Como pudiste reprobar el semestre!—Me gritó molesta.

— ¡Es mi puta vida, déjenme, es mi problema! ¡Soy mayor de edad! ¡Mis problemas sólo me incumben a mí!

— ¡Pero somos nosotros quienes lo pagamos, un dineral a la basura! ¡Todo por tus malditos caprichos!—Me espetó papá…—Estamos hartos ya de esta situación, esta fue la gota que colmó el vaso. ¿Eres mayor de edad? Está bien, entonces responsabilízate de tus actos, ve buscando un trabajo, porque no pienso seguir pagando una universidad de adorno, este ya es el segundo semestres que repruebas.

—Me duele en serio hija ver como estás destruyendo tu vida. ¡Recapacita! Tienes todo aquí en tu casa, ¿Porqué buscas en la calle lo que tienes aquí?

— A veces deseo que se mueran, quizás así al fin me dejen en paz.
….Fin del Flash Back #3….

En ese momento me sentía libre, pero que equivocada estaba, ahora me doy cuenta que era cuando más atada me encontraba, atada a lo que pensaran los demás, libre sólo de facha. Malgastando mi tiempo en algo que sólo arruinó mi vida. Y pagué las consecuencias de mis actos, más caro de lo que debía. Cargar en la conciencia un aborto no es nada fácil de afrontar, pero no podía traer al mundo a esa criatura, al menos eso pensé cuando me presenté en el hospital, la prueba de mi desvergüenza. Un niño al que no quería, un niño del que ni siquiera sabía cual era el padre, cualquiera de los tres podía serlo. Acabe con una vida…mientras la mía se derrumbaba.

Y, nuevamente estaba pagando, este accidente, cuando iba a mi “trabajo” algo innecesario si no hubiera estado rebelde, si no hubiera querido ser “libre”. Algo de lo que pude haber prescindido de haber continuado en la tranquilidad de mi familia.

Escuchaba el leve pitido de una máquina a mi lado, así que hice el esfuerzo y traté de abrir los ojos. Veía todo borroso y ensombrecido, poco a poco mis ojos se fueron adaptando a la luz del cuarto y empecé a divisar con claridad mí alrededor. Estaba en la habitación de un hospital. Con las agujas agujereando mis brazos, y el marcapaso sonando a cada uno de mis latidos. Escuché unos pasos en el pasillo y en segundos mi madre estaba traspasando la puerta, abrió los ojos con sorpresa al verme despierta y se lanzó a mis brazos sollozando.

— ¡Gracias a Dios estás bien hija!—Lloraba en mis brazos. Y papá a su lado lloraba silenciosamente.

— Tranquilos, estoy bien…—Les sonreí, el íntimo momento fue interrumpido por un chico que cruzó el umbral, mis ojos se encontraron con los del, ¡Dios! Reconocería esos ojos donde fuera…— No puede ser…—Balbuceé sorprendida…— ¡Charles!

— ¡Hola Carlie!—Me sonrió dulcemente entregándome un ramo de rosas blancas que traía en las manos, y me dio un tierno beso en la frente…—Me alegro de que estés bien.

— Pero… ¿Qué haces aquí?—Aun no podía salir de mi sorpresa.

—Es una larga historia…—Se pasó los dedos por su sedoso cabello castaño perfectamente peinado…— Verás, estaba de paso visitando a mi familia, y fue cuando me enteré de tu accidente, así que no lo pensé mucho y vine a verte. Espero no te moleste.

—Para nada…—Me apresuré a negar fervientemente—Por el contrario, me alegra mucho verte después de tanto tiempo.

Mamá tosió fuertemente para reclamar un poco de atención.

—Tienen mucho de que hablar después de tanto tiempo sin verse, así que, venimos en un rato mi vida, para que puedan conversar a gusto…—Nos sonrió agarrando la mano de papá.

—No es necesario Sra. Cornelia…—Se apresuró a asegurar un poco sonrojadazo.

—Tranquilo mi niño, vendremos en un rato…—Y cerró la puerta dejándonos solos.

Fue maravilloso poder hablar con Charles, no me había dado cuenta de lo mucho que lo he extrañado en estos años, su risa contagiosa, su dulzura desbordante, y me alegré al ver que seguía siendo el mismo chico que conocí desde mi infancia, no había cambiado, sólo era más maduro…y más atractivo.

—Carlie, yo sé que no es el momento adecuado…pero he esperado mucho tiempo. Te sigo queriendo, desde el momento en que huiste del lago, haciéndome a un lado y sacándome de tu vida no he podido olvidarte, mis sentimientos no han aminorado ni un poco, no he podido siquiera ver otra chica, porque hacerlo, te veo a ti en ellas. Y realmente vine con la intención de verte, de saber de ti, no soportaba la incertidumbre. Te quiero Carlie, y verte en esa cama, sólo comprobó mis sentimientos. Viéndote tan indefensa y débil…Sigo enamorado de ti.

— ¿Ha…hablas en serio?—Balbuceé incrédula, era demasiado bueno para ser verdad.

—Por supuesto, te amo, te amé y te amaré…

Sentí las lágrimas acumularse en mis ojos, esto era demasiado irreal, demasiado perfecto. Sentí mi corazón latir desaforado por la alegría, él me apretó la mano demostrándome que n era un sueño. Que la vida me estaba dando una nueva oportunidad. Su rostro se inclinó hacia mí comprendí al instante sus intenciones, pero no quise cerrar los ojos, quería mantenerlos abiertos y comprobar a cada segundo mi realidad, que no era un sueño, que él había vuelta y me decía que me aun amaba, que estaba ahí para mí.

Pero ha medida que la distancia entre nosotros se acortaba su imagen frente a mí y la del resto de la habitación iba perdiendo nitidez, volviéndose cada vez más borrosa.

— ¡Carlie!—Fue su grito lo último que escuché mientras me desvanecía, antes del que marcapasos se detuviera con un ruido agudo y atronador, marcando el último latido de mi corazón…Ahora muerto.

 

¡No hay segundas oportunidades!​

Estaba en una oscuridad aterradora que me envolvía, luché por salir, por salir a ese mínimo rayo de luz que se veía a lo lejos, pero entre más lo intentaba, más se alejaba de mí. Quise llorar, quise gritar pero nada salía de mi vacío cuerpo.

— ¡Detente!—Me ordenó su gélida voz, me volteé hacia el origen, una figura encapuchada tan siniestra que sólo podía ser la misma Muerte, no necesité muchas explicaciones.

— ¿Qué quieres?—Me atreví a retarla.

—Vengo a cumplir tu deseo…—Sus ojos rojo sangre se clavaron en mí haciéndome temblar de miedo.

—Mi deseo es una nueva oportunidad y se estaba cumpliendo.

—Lo siento…—Sonrió pérfidamente mostrando una hilera de dientes puntiagudos y afilados…—Tu oportunidad ya pasó. Tu tiempo aquí acabó.

—Por favor…—Le rogué. Eso sólo incrementó su helada sonrisa.

—Soy la Muerte querida, no le debo compasión a los mortales…Adiós…—Su hoz silbó mientras ágilmente cortaba el aire arrebatando mi alma en el fluido movimiento.

¿Querías ser libre? Ahora lo eres…eres completamente libre, porque estás muerta.