Crepúsculo Y vivieron felices para siempre

Drabble creado para la actividad Choque interdimensional. La historia se encuentra ubicada en el último acto del último capítulo de Amanecer, vista desde el POV de Edward.

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—Una noche de celebración —murmuré mientras la tomaba del mentón buscando sus labios.

—Espera —anunció y retrocedió.

La miré confuso. Ella no solía actuar de esa manera. Siempre correspondía a mis besos, esta era la primera vez que se alejaba. Pero, ¿por qué?

—Quiero probar una cosa —Anunció.

Me lanzó una mirada juguetona al notar la perplejidad en mi rostro. Puso las manos en mis mejillas y cerró los ojos con fuerza. ¿Pero qué intentaba hacer?
De pronto, habían otros pensamientos en la habitación a demás de los míos. De pronto, tuve una fugaz visión de Charlie. Era un recuerdo un poco borroso, de cuando fui a pedirle la mano de Bella.

—¡Bella! —susurré asombrado.

Ella abrió los ojos ligeramente para después volver a cerrarlos, ésta vez con más fuerza. Y lo que siguió fue realmente hermoso. No exactamente por las imágenes que me transmitía, ya que eran borrosas, sino por los sentimientos que lograba percibir.
La primera vez que me vio, cómo se sintió la primera vez que la cargué en el prado, el sonido de mi voz mientras ella yacía inconsciente cuando la salvé de James, mi rostro cuando la esperaba debajo de un dosel de flores para casarnos, todos los momentos inolvidables que vivimos en la isla Esme, mis manos frías acariciando a Renesmee a través de su suave y ardiente piel...
Y entonces, comenzaron los recuerdos precisos, con imágenes perfectamente definidas; mi rostro cuando por fin abrió los ojos después de la transformación, el amanecer interminable de la inmortalidad, aquel primer beso, esa primera noche...
Y no pude más con la sarta de sentimientos que ella me provocaba con sus recuerdos. Observé su rostro y esa divertida expresión con la que continuaba, y uní mis labios a los suyos.

—¡Uf! ¡Lo solté! —suspiró.

—¡Te escuché! —dije, jadeando—. ¿Cómo...? ¿Cómo lo lograste?

—Fue idea de Zafrina. Practicamos en varias ocasiones.

Estaba fascinado. Parpadeé dos veces y sacudí la cabeza, incrédulo de lo que acababa de ver y sentir.

—Ahora lo sabes —comentó, encogiéndose de hombros—: nadie ha amado tanto como yo te amo a ti.

—Casi tienes razón —esbocé una sonrisa—. Conozco sólo una excepción.

—Mentiroso —protestó, con una sonrisa divertida.

Me acerqué a sus labios y comencé a besarla, sin poder sacar de mi mente el hecho de que ahora podría saber lo que ella pensaba... claro, siempre que ella quisiera compartir sus pensamientos conmigo.

—¿Puedes volver a hacerlo? —inquirí.

Me hizo un mohín.

—Es muy difícil.

Aguardé con expresión ávida.

—La más mínima distracción me impide aguantar.

—Me portaré bien —prometí, aunque sabía que no iba a hacerlo.

Frunció los labios y entornó los ojos, pero luego me sonrió.
Apretó las manos sobre mi rostro una vez más y pude ver a detalle los nítidos recuerdos de la primera noche de la nueva vida de Bella. Traté de soportar lo más que pude, pero con cada beso que me transfería en sus recuerdos mi guardia cayó.

—Maldita sea —refunfuñé, mientras la besaba ansioso debajo del mentón.

—Tenemos todo el tiempo del mundo para perfeccionarlo —me recordó.

Era verdad. Ahora no había nada que pudiera separarnos. Los problemas, de momento, se habían esfumado, y aunque llegaran en otro momento, seguiríamos juntos, compartiendo nuestra vida entera.

—Por siempre y para siempre jamás —murmuré.

—Eso me suena a gloria.

Y entonces continuamos disfrutando con alegría esa pequeña pero perfecta fracción de nuestra eternidad.