Y para enamorarse, hay pay de queso

Re: Y para enamorarse, hay pay de queso

Vuelvo con un nuevo capítulo, que me costó mucho trabajo hacer, realmente mis pensamientos no han sido muy felices últimamente.

Espero que mi esfuerzo haya valido la pena.




Y para enamorarse, hay pay de queso...


Capítulo 5

Aceite



-Sakura, ¿tienes fiebre?

Miro hacia el espejo más cercano, que es el que está encima del peinador de mi madre. El rostro que me devuelve la mirada tiene en sus mejillas un tono tan rojo, que se asemeja al de un tomate recién cortado. Abro los ojos desmesuradamente, negando con la cabeza.

-¡No, mamá! ¡E-estoy perfectamente bien! Yo creo que es por el calor de la estufa mientras estaba haciendo el caldo…

Mi madre sonríe, mostrando esa dentadura tan blanca que hace que su sonrisa fulgure de una manera hermosa y transmita una paz inmensa al verla.

-Un caldo que por cierto te quedó muy sabroso –dice, con voz dulce.

A juzgar por el calor que vuelvo a sentir en las mejillas, parecido al que sentí tras recordar esa tarde junto a Syaoran, sé que me estoy sonrojando otra vez. La verdad es que, sin la ayuda de mi príncipe de ojos color chocolate, no hubiera podido preparar el menú que había recetado el doctor para mi madre. Tengo que agradecérselo, eso, y además de que me hubiera consolado cuando más lo necesitaba. Sin embargo, algo en mí siente que unas simples palabras no bastarán, por lo tanto he estado pensando en obsequiarle algo.

Y la pregunta del millón es: ¿QUÉ LE PUEDO REGALAR A SYAORAN?

-Nosotras te ayudaremos, claro está –La voz de Meiling era determinante, y lejana a recibir cualquier clase de objeción-. No desaprovecharemos la oportunidad de ayudar a Sakura a escoger el primer regalo para su primer amor, ¿verdad, Tomoyo?

-Definitivamente -chilló Tomoyo, muy excitada, levantando con su mano derecha la cámara de vídeo-, no desaprovecharé la oportunidad de filmar a Sakura escogiendo el primer regalo para su primer amor.

Meiling sonrió satisfecha, mientras yo las miraba con resignación.

Esa tarde quedamos en encontrarnos en la parada del autobús y así, juntas, tomarlo e ir al centro comercial.

Y ya estaba siendo hora de partir.

-Mamá, tengo que irme –digo mientras me levanto de la silla donde estaba sentada junto a ella. Recojo con mis dos manos la bandeja donde hacía rato había traído la comida a mi madre y me dirijo hacia la puerta.

-¿A dónde vas, hija? –Lejos de sonar recelosa, la voz de ella es más bien curiosa.

-Voy al centro comercial, quiero comprar algo –Sin poder evitarlo, vuelvo a ponerme roja.

-¿Algo? ¿Cómo qué? –La sonrisa de mi madre se torna pícara-. ¿Un regalo a una persona?

Las palabras que pronuncia tienen tal impacto en mí, que la bandeja casi resbala de mis manos. ¿Mi madre posee alguna especie de magia para leer los pensamientos? ¿Cómo ése mago Gandalf que vi en una de las películas que rentó Meiling la noche que dormimos en su casa?

-Eh, eh... yo... ehm, no... este...

-¿No supiste qué decirle, entonces? –pregunta Tomoyo con una sonrisita.
Niego con la cabeza, apesadumbrada. ¿Cómo podía inventarme algo en ese momento? Me había puesto rojísima y mi lengua se me trabó horrorosamente. Aún siento los residuos del entumecimiento de ésta. Por eso no dije nada más a Tomoyo.

Recibo un fuerte golpe en la espalda que me hace trastabillar.

-Calma, Sakura... es sólo el primer regalo para tu primer amor. No tienes por qué ponerte nerviosa.

Lo sé. Sé que no debo estar nerviosa, y aclarando, no estoy nerviosa...

¡¡ESTOY MURIÉNDOME DE NERVIOS!!

DE REPENTE, ENFRENTE DE MÍ MÁGICAMENTE APARECE EL REGALO PERFECTO PARA SYAORAN.

-¡OH!-EXCLAMA SAKURA-. SÉ QUE ESTE REGALO ES PERFECTO PARA ÉL.

LUEGO, INCLUSO EL PROPIO REGALO ME HABLA:

-EXACTO, SAKURA, SOY PERFECTO PARA SER EL PRIMER REGALO PARA TU PRIMER AMOR.

-¡REGALO! -GRITA SAKURA.

-¡SAKURA! –GRITA EL REGALO Y LOS DOS NOS ABRAZAMOS.

¿Qué diablos estoy pensando?

-¿Sakura? ¿Sakura? ¿Sigues viva? –La voz de Meiling surge de ultratumba.
Me había quedado de pie en medio del pasillo con un hilillo de saliva colgando de mi boca y la mirada desenfocada. Miro flojamente hacia el aparador de una tienda, y de repente...

ENFRENTE DE MÍ MÁGICAMENTE...

-¡¡REACCIONA SAKURAAA!!

Un golpe en mi cabeza me devuelve al mundo en el cual no hay regalos que aparecen mágicamente ni mucho menos que hablen.

-Eh.

-Volviste –Meiling suelta un suspiro de exasperación.

En ese momento, mi mirada se enfoca en el aparador de una tienda y veo... algo.

-Sakura ¿a dónde demonios vas ahora? –grita Meiling. Mientras, Tomoyo sigue con la cámara cada movimiento mío.

Me detengo hasta situarme enfrente del vidrio que separa de mí un montón de cachivaches. Allí, en medio de montones de objetos quién-sabe-para-qué-eran, estaba un osito viejo. Era pequeño, casi del tamaño de mi mano extendida. Pasaría por un osito ordinario, si no fuera porque estaba simpáticamente vestido con un gorro alto de chef y con su pequeño mandil.
Al verlo, inmediatamente sé que es el regalo perfecto para Syaoran.

-¿Un osito? ¿Le vas a regalar algo tan cursi como un osito? –pregunta Meiling mientras me miraba saliendo de la tienda con una bolsa marrón en la mano izquierda y con una sonrisa en los labios.

-¡¡¡¡AAAAAH!!!!

Dios mío, ¿a quién mataron?

-¡SAKURA, ES EL REGALO MÁS TIERNO Y ADORABLE QUE SÓLO PUEDE OCURRIRSELE A UNA PERSONA TAN TIERNA Y ADORABLE COMO TÚ! –gritaba Tomoyo mientras zarandeaba la cámara de vídeo peligrosamente.

Me sonrojé ante las palabras de mi amiga. Sí, últimamente me sonrojo mucho, desde que descubrí que me gusta mucho Syaoran. Mi príncipe de los ojos color chocolate. Un color tan dulce como su sonrisa.

Sakura, es hora de entrar en acción.

PLAN DE SAKURA PARA ENTREGAR EL REGALO​

A SU PRÍNCIPE DE OJOS COLOR CHOCOLATE, SYAORAN LI.​

PRIMERO.

COLOCAR EL OSITO EN UNA BOLSA PARA REGALO.

Hecho.

SEGUNDO.

ARREGLARME LO MÁS LINDA QUE PUEDA.

Difícil, pero hecho.

SALIR DE LA CASA PUNTUAL.

Hecho.

LLEGAR A LA CLASE A TIEMPO.

Tuve que correr, pero hecho.

LOCALIZAR DÓNDE SE ENCUENTRA EL OBJETIVO QUE RECIBIRÁ EL REGALO.

Hecho.

DIRIGIRSE HACIA ÉL SIN NERVIOS Y ENTREGARLE EL REGALO.

...

...

¡¡NO PUEDO!! ¡¡ME MUERO DE LA VERGÜENZA!!

Misión Fallida.

Game Over.

Sakura es una cobarde.

-Ahora vamos a hacer un pescado asado, muchachos, las instrucciones están en el pizarrón. Cualquier duda, háganmela saber –La voz de Syaoran llega hacia mis oídos como lejana, como si estuviera a kilómetros de distancia.

No podía. No podía. Darle ese regalo suponía una determinación y una valentía que no poseía. Yo, la tímida, la débil, la torpe Sakura. No sé en qué momento se me pasó por la mente que podía hacerlo.

Me dirijo a mi estufa, arrastrando los pies. Me inclino para dejar el regalo en el suelo, al lado derecho del aparato, y me incorporo. Tomo el sartén, lo coloco en la llama y vierto aceite en él.

Luego, miro a la mesa situada a mi lado izquierdo y la trucha congelada me devuelve una mirada burlona.

¿¿Burlona?? ¡Pero si ya está muerta!

En efecto, en su ojo vidrioso puedo denotar ese brillo macabro de mofa.

Sakura, estás alucinando.

Pero no se burlará más de mí, ¡no, señor! ¡¡¡Ahora sentirás el aceite hirviendo en toda su furia!!!

Qué cruel.

Tomo con mis dedos la trucha y cuando estoy a punto de lanzarla al aceite hirviendo, siento un empujón de uno de mis compañeros que pasaba por allí.

¡Zaz!

El sartén cae a un lado, vertiéndose todo el aceite encima de...

Me arrodillo lentamente.

Mis oídos no escuchan ninguno de los gritos y exclamaciones. Mi cerebro sólo funciona para observar con ojos desorbitados el lugar donde cayó el aceite.

-Kinomoto, ¿estás bien?

No puedo articular bien las palabras.

-El re... el re ... –balbuceo.

-¿Estás bien? ¡Kinomoto, tu brazo!

Unos brazos fuertes pero a la vez delicados, me levantan del suelo en el que estoy arrodillada. Y una mano firme me jala hacia la puerta.

Yo me dejo llevar por la voluntad de aquella mano, sin dejar de ver aquel lugar donde yace la bolsa, quemada por el líquido ardiente.

Aquella bolsa en el que estaba el primer regalo para mi primer amor.


Continuará (!!!!!)

 

Re: Y para enamorarse, hay pay de queso

Y para que se enamoren, les traigo un capítulo más, después de batallar con ciertos errores al intentar subirlo a Cz, en fin.
Muchas gracias a Pami, Ying Fa, Yuri, Satoshi y Pam por su apoyo, este capítulo va dedicado especialmente a uds.

Felices fiestas.



Y para enamorarse, hay pay de queso...

Capítulo 6

Helado

-...por muchachos descuidados que no se fijan por dónde caminan...

-¡KYAAAAAAAAAAA!

Un ardor descomunal en mi brazo me hace volver a la realidad de golpe. Miro a mi alrededor y descubro que estoy en una habitación pequeña, sentada en una cama, la cual está rodeada por cortinas blancas...

-¡JOVENCITA!

¡Dios! Debería ser un crimen asustar a la gente de este modo.

Una mujer robusta con uniforme blanco me observa con sus gafas, las cuales poseen tremendo aumento que casi puedo ver su cerebro a través de su pupila. Su voz me recuerda al sonido de una olla al estar haciendo ebullición.

-Debe tener más cuidado al cocinar –advierte en un chillido-. La cocina parece divertida pero también es muy peligrosa. Cocinando sin usar guantes... si le hubiera caído todo ese aceite hirviendo no sólo en el brazo, ahorita estaría en urgencias. Y ese montón de chicos... creo que también deben aprender a tratar de fijarse por dónde van y cerciorarse de no empujar a nadie del modo que lo hicieron con usted, ahora mismo iré a advertirles eso...

Mis oídos descansan al dejar de escuchar su chillona perorata. La mujer se aleja de mí y se dirige hacia la puerta de lo que yo supongo es la enfermería.

-Puede pasar, ella está mejor –le dice a alguien que estaba justo en la entrada y alcanzo a escuchar cómo los sonidos de sus potentes tacones van disminuyendo a medida que la mujer se va alejando.

Alguien entra a la habitación. Veo chocolate de nuevo.

-Hola Kinomoto.

Mi mirada observa el rostro de Syaoran, el cual posee, para mi sorpresa, una expresión de preocupación mal disimulada. Luego, de pronto, veo la bolsa que tiene entre las manos. Una bolsa café... quemada... que adentro contiene... o, más bien, contenía...

Y Sakura no puede evitarlo de nuevo. ¿Acaso llorar es uno de mis talentos especiales?

COMPRE “SAKURA LAGRIMITAS” EN SU JUGUETERÍA MÁS CERCANA. Y DIVIÉRTASE HACIÉNDOLE LLORAR UNA Y OTRA VEZ. LAS BATERÍAS NO ESTÁN INCLUIDAS PERO LAS LÁGRIMAS SÍ.

-¿Kinomoto? ¿Por qué estás llorando?

Eso. ¿Por qué estoy llorando? ¿Qué? ¿A poco me afectó que por un empujón accidental hubiera derramado el sartén con el aceite hirviendo sobre el primer regalo para mi primer amor, el que tanto batallé para encontrarlo, que me era difícil poder entregarlo a quien estaba destinado, y que, para variar, al final terminó estropeándose? Ay, Sakura, por Dios, qué exagerada.

Sin embargo, sigo llorando. Y no puedo evitarlo. De repente veo ante mí un pañuelo. Miro hacia arriba y descubro los ojos de Syaoran sonriéndome como sólo él puede sonreír con la mirada.

-Aquí tienes.

Y tomo el pañuelo.

-Gracias.

Mis ojos son como fuentes, alguien cierre el grifo, por favor.

-Lo siento, Syaoran... Es que, yo...

-Después de la clase, ¿te parecería ir a tomar un helado?

-...yo... ¿Qué?

-Que si gustas ir a tomar un helado conmigo, después de clase... si estás libre, claro.

Mi mente no entiende. Mi mente no procesa. Mi mente comienza a trabarse.

SAKURA, AHORA NO ES EL MOMENTO DE TRABARTE, TIENES QUE VOLVER A LA REALIDAD Y DECIRLE QUE SÍ A LA PROPOSICIÓN DE ESE MUCHACHO.

¿Desde cuándo mi consciencia comenzó a tener la voz de Meiling?

¿ESO QUÉ TE IMPORTA A TI? ¡ANDA YA, DESTRÁBATE!

Reúno toda mi fuerza mental para poder hablar con coherencia.

-¿Libre? ¿Yo? Eh... esto, sí, creo que estoy libre, ¿y tú?

SALVE OH SAKURA, LA REINA DE LAS IDIOTAS.

-Digo... sí me gustaría tomar un heraldo, digo, helado contigo.

BUENO, AL MENOS, LO INTENTASTE.

-Bien –responde Syaoran-. Te veo al rato, entonces. Y no es necesario que vuelvas a entrar a la clase, podrás ponerte al corriente después.

Mi príncipe de ojos color chocolate se da una media vuelta y sale de la habitación. Y yo me quedo como alguna clase de germen, inmóvil y silencioso.

¿Syaoran invitándome un helado? ¿Después de clase?

¿QUÉ ES LO QUE TE IMPRESIONA? ¿ES LO QUE QUERÍAS NO?

En estos momentos ya no sé qué es lo que quiero en verdad.

Después de muchos minutos, el tiempo de la clase termina. Me miro el vendaje que hay en mi brazo, antes de tomar mis cosas, entre ellas la bolsa quemada, para salir de la enfermería.

Al caminar por el pasillo hacia la puerta de salida del edificio, diviso una figura alta que espera por mí.

Si me preguntaran, de las escenas que han contemplado mis ojos, cuál es la más hermosa, contestaría inmediatamente que es la que estoy viendo en este mismo instante.

El viento, el sol, los árboles, los edificios... todo parece haberse dispuesto para crear esta clase de armonía con la figura de Syaoran.

Sus cabellos marrones meciéndose al compás del viento que sopla en su rostro. Su ropa, que parece haber sido situada de modo artístico en su delgada y alta figura, crea el aura ideal de juventud y frescura de un joven que casi es adulto. Su postura, que aunque es informal no llega a ser vulgar, permite resaltar cada parte de su anatomía, propiciando el balance perfecto de ésta. Sin embargo, lo más hermoso de aquel retrato es su mirada. Esa mirada del color tan dulce como el chocolate, que mira fijamente, perdida en mundos que me muero por conocer, todos y cada uno de ellos, cada detalle, cada historia, todo. Si yo me pudiese perder en esa mirada, de seguro encontraría algo más que muchos mundos: hallaría ante mí el Cielo mismo.

Y EL PREMIO A LA MEJOR POETIZA ES PARA... ¡SAKURA KINOMOTO!

¡APLAUSOS! ¡APLAUSOS, GENTE! Y UN GOLPE A LA CABEZONA QUE SE QUEDÓ PARADA EN MEDIO DEL PASILLO DE SU INSTITUTO DE COCINA.

-¿Kinomoto? –llama Syaoran, con un dejo de preocupación en su voz.

-¡EH! Eh... ¿eh?

-¿Nos vamos?

Asiento torpemente con la cabeza y corro para situarme a su lado.

Caminamos en silencio. La verdad es que no sé qué decir.

COMO SIEMPRE ERES TAN ELOCUENTE.

Pero haré un esfuerzo.

-¿Terminaron todos de guisar el pescado?

Me esforcé, es lo que cuenta.

Syaoran me mira con sorpresa, luego asiente:

-Claro. Todos terminaron, excepto tú -¡Gracias por la directa!- Pero, tranquila, la próxima clase haremos un repaso sobre lo que hicimos el día de hoy. Mira, allí están los helados.

Syaoran se adelantó con algo de prisa para alcanzar al señor del carrito de helados, que al no ver más posibles clientes, se estaba retirando. Sin embargo, Syaoran lo alcanzó.

Yo lo miro, sorprendida. ¿Repaso? ¿Qué acaso no todos habían terminado de aprender el guiso de pescado?

TORPE COMO SIEMPRE SAKURA. ¿QUÉ NO TE DAS CUENTA QUE LO ESTÁ HACIENDO POR TI?

-¿Ah?

-¿Qué pasa? –pregunta Syaoran, que ya estaba de vuelta y traía en cada una de sus manos, dos conos de nieve-. Traje de chocolate... no había de otro sabor.

-¡ME ENCANTA! –exclamo.

Syaoran se sobresalta un poco, luego vuelve a sonreír con su mirada. Me gustaría que sonriera así para mí por toda la eternidad. Divisamos una banca cercana y nos dirigimos hacia ella para sentarnos.

-Vale, ahora dime porqué estabas llorando.

Casi escupo la nieve al escuchar esta pregunta.

-¿Llorando yo?

-Sí, tú.

-Ehm...

¿Qué diablos podía decirle? No se me ocurría nada para inventar... sólo decir la verdad. Fijo mi mirada en la bolsa quemada que aún la llevaba conmigo.

-Es que... la verdad, quería hacerte un regalo para agradecerte lo mucho que me ayudaste la otra tarde, al enseñarme a cocinar el caldo que necesitaba para el menú de mi madre. Estaba resuelta a dártelo –Omito por ende mi nerviosismo y cobardía-, cuando le cayó todo el aceite hirviendo encima y pues... se estropeó... y yo...

No puedo evitarlo. Otra vez abrieron el grifo de la fuente.

Sin embargo, antes que pueda darme cuenta, Syaoran me abraza y comienza a hablar.

-Tontita...

Además de torpe, tonta.

¡SAKURA! ¡NO LO ESTÁ DICIENDO DE ESE MODO!

-...no tenías porqué darme ningún regalo. Para mí, el mejor regalo es verte feliz y con esa sonrisa que muestras todos los días en mi clase. Nada más. Así que ya no llores y sonríeme de nuevo, ¿sí?

The system founds an internal error.

Sakura is in shock mode until the next chapter*


Continuará.


*Traducción: El sistema encontró un error interno. Sakura está en modo de shock hasta el siguiente capítulo.

 

Re: Y para enamorarse, hay pay de queso

Quiero agradecer mucho el apoyo que le dan a esta historia, en realidad, todos esos comentarios y críticas me ayudan a seguir adelante con este proyecto, que es lo que más me anima en estas vacaciones aburridas y solitarias...

En fin, muchas, muchas gracias a todos, y espero que este episodio les guste, porque lo hice con mucho amor y buenos deseos.

¡Feliz Año 2mil8!




Y para enamorarse, hay pay de queso

Capítulo 7

Bombones

Cuando mi mente volvía a funcionar correctamente, yo ya estaba en mi habitación. Esperaba recostada en mi cama que se me quitara de una vez por todas, el temblor de las piernas que tanto me había atormentado todo el camino. Y es que, no me esperaba nada de lo que sucedió aquella tarde.

Esas palabras... esas palabras tan tiernas que habían pronunciado sus labios, y que me las dirigiera a mí. ¡¡A MÍ!! Había sido el detonante para que mi mente se trabara irremediablemente.

Había aguantado mucho sin idiotizarme completamente, pero aquello fue el límite, además, la forma en que me miró y, sobre todo, la forma en que me abrazó...

Me miraba al espejo y me preguntaba si colocándome en medio de la calle, los carros se detendrían. Mi rostro estaba teñido de un rojo intenso. En el camino, un niño de preescolar me preguntó si era un indio piel roja...

En fin, recuerdo que después de estar pensando mucho...

¿SAKURA PENSANDO? ¡SE VA ACABAR EL MUNDO!

...terminé por dormirme.

Y cuando desperté...

-Disculpe, señorita, usted parece que tiene un gran potencial para ser modelo, ¿me permite que la filme?
-¿Eh?

Miro a mi alrededor y veo una cámara apuntándome directamente al rostro, sostenida por Tomoyo, y a su lado, Meiling mirándome con expresión funesta.

-Sólo diciéndote ese tipo de mentiras haces caso.
-Perdón, es que me quedé pensando...
-¿A poco? Yo pensé que estabas bailando sentada...

Estamos en el centro comercial de nuevo, sentadas en las sillas pertenecientes a uno de los negocios de café más populares del lugar. Mis amigas y yo habíamos decidido juntarnos allí, bueno, más bien, mis amigas lo habían decidido, porque querían que yo les contara lo que pasó aquella tarde con Syaoran.

-Y entonces así pasó, ¿eh? –dijo Meiling, con tono pensativo.
-¿El qué?
-¡Tu tarde con Syaoran, torpe!
-Ah, sí...

Meiling suelta un suspiro de exasperación. Su expresión oscila entre la desesperación y lo que parece ser alegría. Por lo que mi torpe sentido de deducción puede decirme, me doy cuenta que mi amiga está muy contenta por mí, pero no lo demuestra del todo. En cambio, Tomoyo no oculta absolutamente nada.

-¡Aaayy, Sakura, qué emocionada estoy! –exclama mientras aprieta del botón zoom de su cámara a la máxima potencia-. ¡¡No puedo creer que todo vaya viento en popa!! Sin embargo... estoy un poco decepcionada.

Meiling la mira con expresión incrédula.

-¿Y se puede saber porqué estás decepcionada?

Tomoyo cierra los ojos y una mueca de dolor aparece en su rostro.

-Porque no pude grabar la escena “La tierna muchacha Sakura, y su primer amor Syaoran, tomando un helado de chocolate en una dulce, cálida y romántica tarde de otoño.”
-En mi vida, había escuchado un título de escena más largo que ése –protesta Meiling, bebiendo de su frappé.
-Hay que ser original –contesta Tomoyo, guiñando el ojo derecho.
-No hay forma que un título tan largo pueda ser usado para una escena.
-Claro que sí.
-¡Es obvio que no! Sería demasiado tedioso nombrarla.

Mientras mis dos amigas discuten sobre nombres de escenas, me dedico a observar distraídamente a la gente que camina por el centro comercial. Casi todos caminan rápidamente, como si se les fuera a acabar el tiempo.

Recuerdo una vez que necesitaba comprarme unas botas, parecía que volaba, buscando en cada tienda. Creo que las necesitaba urgentemente porque iba a participar ese mismo día en una obra de teatro, donde la historia trataba sobre vaqueros.

Sí, fue una tarde bastante agitada, y mi mamá me había ayudado a armar mi vestuario. Mi mamá siempre me ayudaba en todo, era la mejor. Gracias a Dios, ya se estaba recuperando. Según el doctor que la atendió, sólo se trataba de una baja presión y aseguró que si seguía el menú que le había indicado se pondría mejor. Mi papá, mi hermano y yo confiábamos que así fuera...

Sigo observando los alrededores hasta que mi mirada se posa en el aparador de una tienda de dulces y...

Un momento.

¿Chocolate viendo dulces a través de un aparador?

ES CHOCOLATE... ES UN ÁNGEL... NO, ¡ES MI AMADO SYAORAN!

-¡¡Chojcolacte!! –grito, escupiendo restos de galleta en la cara de Meiling.
-¡Hey! ¿Eres la fuente de galletas babeadas o qué?
-¡¡Miren!! –Y señalo con el dedo hacia la dirección donde estaba la tienda y mi príncipe de ojos color chocolate situado frente a ella.
Tomoyo apunta la cámara de vídeo como si fuera una escopeta y mira a través del visor.
-¡Oh, por Woody Allen, es el primer amor de Sakura! –exclama.
-¿Oh, por Woody Allen? –repite Meiling, desconcertada.
-Es que adoro sus películas –dice Tomoyo sonriendo.

Y yo sigo mirando, atontada, cómo Syaoran, después de un rato de estar observando detenidamente el aparador, se dirige hacia la puerta de la tienda y entra por ella.

-Vamos a espiarlo –propone Meiling, con entusiasmo.

Mi mente sale de su ensoñación.

-¡¿Espiarlo?! ¡Pero si llega a verme, reconocerá que soy yo la que lo estoy siguiendo! –chillo, angustiada y nerviosa.

Meiling me mira durante un momento, luego sus ojos recorren nuestros alrededores hasta que ve algo en el piso, se agacha y se incorpora de nuevo. En sus manos sostiene una bolsa de cartón, que reconozco como aquélla donde venía el pastel que habíamos comprado en aquel café.

Meiling voltea la bolsa hacia abajo y la coloca sobre mi cabeza. De repente, mi visión se oscurece.

-Listo –La voz de Meiling llega a mis oídos a través del cartón-. Así no te reconocerá.

Perfecto. Meiling debió aprobar el curso de espionaje avanzado. ¿Cómo no darse cuenta?

Dos manos me tironean y me guían, caminando quién sabe por dónde.
La crema del pastel que hay en la bolsa se me pega en la nariz. Ahora ya sé lo que se siente. Pobres pasteles del mundo, aprisionados en una caja de cartón, sin poder ver la luz del sol.

Mi pie derecho se tropieza con algo que no puedo ver.

-¡Cuidado! –exclamo pero nadie me responde.
-Ya estamos –dice Meiling.

Se me ocurre tomar la bolsa de cartón que cubre mi rostro y levantarla un poco para ver dónde estamos. Para mi sorpresa, veo que a unos metros de mí está Syaoran conversando sobre algo con un vendedor. Me cubro la cabeza de inmediato.

-¿Qué planean, viniendo a la misma tienda que Syaoran? ¡¿Acaso les falta un tornillo?! –susurro a mis dos amigas, totalmente desesperada.
-Sakura, no tienes malos gustos para nada.
Como siempre he dicho, Meiling siempre tiene la razón... ¡No! ¿Qué diablos estoy pensando?
-¡Sáquenme de aquí! –exclamo en un susurro.
-Tranquila, Sakura, Tomoyo está investigando qué es lo que está comprando tu amado.
-¿Eh?

Levanto otra vez la bolsa y observo atónita a Tomoyo paseándose inocentemente alrededor del lugar donde estaban charlando Syaoran y el vendedor.

Alguien mátela.

Alguien máteme a mí, mejor.

Súbitamente, Syaoran dirige su mirada hacia nosotras, y yo, con la rapidez que me permiten mis dedos, cubro mi rostro con la bolsa de cartón.
¡Qué horror! Casi me descubre... Me pregunto que habrá pensado al verme:

MIRA, UNA NIÑA CON UNA BOLSA DE CARTÓN EN LA CABEZA. ME PREGUNTO SI HABRÁ ALGÚN CHICO EN MONOCICLO LEYENDO POR AQUÍ O TAL VEZ ALGUNOS ELEFANTES VENDIENDO MANÍ.

También me pregunto qué tipo de suicidio será mejor, si cortarme las venas o ahorcarme en un árbol. O aún mejor, me pregunto si el despellejamiento en vida o el descuartizamiento serán buenas opciones de asesinato.

-Bombones.

¿Bombones? Eso no me suena en nada a una tortura.

-¿Sakura? ¿Nos estás oyendo? –pregunta Meiling-. Bah, ya quítate esa ridícula bolsa de la cabeza.

Después de no sé cuántos minutos sumida en la oscuridad, vuelvo a ver la luz.

-Bombones, Sakura –exclama Tomoyo, que casi me golpea con el lente de su cámara-. Lo que compró tu primer amor fueron unos bombones, envueltos en un lindo papel rosa, y adornados con un moño muy hermoso.

Me quedo sin palabras. Una punzada de tristeza recorre mi cuerpo.

¿Y si eran para su novia? ¿Y si Syaoran ya tenía novia?

-No es para su novia, Sakura, ¿por qué piensas de forma tan pesimista? –me decían una y otra vez Tomoyo y Meiling durante toda la semana.

Desde aquel día, no conseguía sacarme esos pensamientos de la mente.

Definitivamente tenía novia. Un muchacho tan atractivo como él, tan tierno, tan amable y tan exitoso, debe tener una novia igual de atractiva, tierna, amable y exitosa como él.

Ríndete, Sakura, tu lucha terminó aquí.

Finalmente, después de una semana llena de pensamientos tormentosos y amigas enojadas, llega el sábado.

SÁBADO + CLASES DE COCINA = VER A SYAORAN.

Y no fui la mejor en matemáticas, ¿eh?

Situada ya frente a mi estufa, miro a la trucha que yace ante mí, inerte.

Oh, trucha, ¿por qué mi vida es tan desgraciada? Quién fuera tú, allí, tan inerte, sin sentimientos que te atormenten el alma... Tan despreocupada, tan tranquila... Bueno, ni tanto si sabes que te van a freír en aceite... Pero, ¡qué importa eso! No tienes qué estar preocupándote por enamorarte y ser correspondida o no. En fin... no puedes ayudarme, así que...

¡¡AL ACEITE!!

Tras una hora cocinando pescados y empezando otro nuevo platillo, la clase de cocina termina. Me dirijo hasta la puerta de salida arrastrando los pies y llevando mi bolsa, cuando una visión en particular me hace detenerme. Syaoran está hablando con una de las alumnas. Y, al parecer, lleva la caja que me describió Tomoyo aquella vez en la tienda de dulces.

¿Será que...?

La muchacha toma la caja entre sus manos y sonríe feliz.

No necesito ver más.

Corro a través de los pasillos y ruego por ver la luz del atardecer, que me aguarda tras la puerta de salida del Instituto. Al salir, aspiro una bocanada de aire, tratando que llegue lo más profundo que se pueda.

Debí suponerlo, no estaba de más. Bueno, es hora de ir a casa.

-¡Kinomoto!

A tomar algo de beber y luego ir a mi habitación...

-¡Kinomoto!

Y luego pensar en qué método de suicidio será más eficaz.

-¡Te alcancé! –Syaoran está a un lado de mí, observándome atónito-. ¿De nuevo estás llorando?

Lo miro con los ojos inundados en lágrimas y observo que entre sus manos... ¿aún está la caja de bombones?

-Pero, esos... –balbuceo mientras señalo los bombones-. Ellos... tú...
-Ah, ¿estos? –Syaoran me mira y luego observa la caja que tiene en sus manos-. Son para ti –Y extiende el brazo con el que sostiene la caja hacia mí-. Hace una semana fui al centro comercial, y como agradecimiento al regalo que me quisiste hacer pero que no pudiste entregarme, decidí comprarte estos bombones.

¿Qué $%#& está pasando aquí?

-Bueno –dice Syaoran, sonriéndome con sus ojos chocolate-. Tengo que irme –Y comienza a alejarse, pero se detiene un momento y gira hacia mí-. Por cierto, te viste muy graciosa con la bolsa de cartón en tu cabeza.


Continuará.