Explícito What are you waiting for? You gotta keep up [Gakkou Roleplay | Katrina x Alisha | AU | One-shot]

Tema en 'Mesa de Fanfics' iniciado por Amane, 22 Abril 2021.

  1.  
    Amane

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    Título:
    What are you waiting for? You gotta keep up [Gakkou Roleplay | Katrina x Alisha | AU | One-shot]
    Clasificación:
    Para adolescentes maduros. 16 años y mayores
    Género:
    Amistad
    Total de capítulos:
    1
     
    Palabras:
    2360
    n/a: la manera en la que me he acabado la temporada y lo primero que he tenido que hacer es la versión Gakkou porque el Zurena es el Katisha, change my fucking mind.

    Yáahl holi jujuju

    Contenido explícito, escenas de sexo entre chicas y uso de drogas.





    Hey hey hey! What are you waiting for?
    You gotta keep up, you gotta keep up
    Hey hey hey! Don’t ever slow down
    Never slow down, blow up for me

    | Alisha Welsh |
    | Katrina Akaisa |

    .
    .
    .

    Podía no parecerlo en primera instancia, y con bastante motivo teniendo en cuenta nuestro historial, pero lo cierto era que… Katrina y yo hacíamos muy buen equipo.

    Nos habíamos llevado a matar desde que nos habíamos conocido, de forma bastante literal, además, y aun seguíamos teniendo nuestros roces de vez en cuando —prácticamente tres veces por semana—, pero de alguna estúpida manera conseguíamos compenetrarnos bastante bien.

    Quizás fuese porque ambas éramos igual de hijas de puta.

    Llevábamos ya unos meses en todo aquel ‘negocio’ que nos habíamos montado, el de atracar joyerías, casinos y todo lo que se nos ocurriese por el camino, y más o menos el mismo tiempo viviendo juntas, en una caravana apartadas del mundo. Y aun no nos habíamos matado, cosa que podía llegar a considerarse hasta un milagro.

    Era Nochevieja, habíamos conseguido robar un bingo hacía unos días y en lugar de salir a disfrutar como Diosa mandaba, tendríamos que pasar las fiestas en nuestro refugio. Y sabía que era la mejor opción, porque salir era arriesgarse a que nos reconociesen en cualquier momento, pero aun así no pude evitar quedarme refunfuñando.

    —Anda, no empieces el año enfadada.

    Había salido de la caravana para quedarme viendo los fuegos artificiales, tirada en una silla mientras me fumaba un cigarro, y la voz de Katrina se abrió paso desde la puerta de la misma, haciéndome girar la cabeza para mirarla con una ceja enarcada.

    No dije nada, me quedé mirándola mientras seguía fumando, y la vi salir del vehículo con una sonrisilla ladeada. No sabía exactamente qué esperar de ella, mucho menos cuando vi que estaba sacando algo de detrás de su espalda, pero definitivamente aquello era lo último que habría pensado como posibilidad.

    >>Feliz navidad, rubia.

    Solté el aire por la nariz en una risa y apagué el cigarro en el cenicero, repasando la caja que había en su mano con la mirada.

    —¿Kat haciéndome un regalo? Uhm… ¿será una bomba, quizás?

    —Déjate de gilipolleces y ábrelo, joder.

    Me sonreí, satisfecha con la reacción, y extendí finalmente el brazo para recoger la cajita. Lo abrí con cuidado, incluso si no me pegaba mucho esa actitud, y la sonrisa se me fue suavizando al descubrir el contenido. Era una Polaroid de los más linda, la verdad.

    —¿Nos hacemos una foto?

    Katrina asintió con la cabeza y me puse en pie de un salto, acercándome a su posición con la cámara en alto. Le eché el brazo por encima de los hombros y aproveché el momento para darle un beso en la mejilla que quedó capturado en la fotografía.

    Se quejó y comenzó a limpiarse la marca del beso con el dorso de la mano, sacándome una carcajada de pura diversión. Si es que era una gatita arisca de lo más linda.

    >>Feliz año —murmuré, extendiéndole la botella de vodka.

    Hicimos un brindis improvisado, yo con un vaso y ella con la botella, y nos bajamos cada una su trago correspondiente.

    Volví a mi sitio para volver a encenderme el cigarro hasta acabarlo y ella puso algo de música para bailar, provocándome una expresión de diversión al mirarla. Mientras me acababa el tabaco, eso sí, la temperatura acabó bajando lo suficiente para hacernos volver al interior de la caravana.

    ¡Pero era Año Nuevo! Eso significaba que la noche solo acababa de empezar.

    Me quité la chaqueta al entrar, tirándola por ahí, y cogí un pequeño baúl para abrirlo encima de una mesa. Saqué un plastiquito azul y me acerqué a la cama de Kat mientras hundía el dedo en su interior, llevándome luego a la boca.

    —No sé por qué te sigues metiendo toda esa mierda.

    Solté una risilla, con el dedo de nuevo entre los labios, y me encogí de hombros. Se me formó una sonrisa ladeada y extendí el dedo índice, con los cristales pegados de nuevo, hacia ella.

    >>Sabes que yo paso.

    —Venga, Kat, que es año nuevo. Además, siempre te gusta controlarlo todo… ¿por qué no te dejas llevar por una vez?

    Moví el dedo de lado a lado, en un vaivén rítmico, provocándola y ella rodó los ojos. Se quería hacer la interesante, pero después de tantos meses, podía darme cuenta de que estaba dudando y al final, en un movimiento fugaz, acabó por hacerse con mi mano para darle una lamida al dedo, llevándose la droga por delante. Me sonreí ante su expresión de asco y me levanté para devolver la bolsita a su sitio, abriéndome una cerveza para darle un trago después.

    Ya solo quedaba esperar a que hiciese efecto.

    No sé cuando comenzó a ser exactamente, a decir verdad, pero en algún momento habíamos vuelto a poner la música y el éxtasis provocó que nos moviésemos a su ritmo… o eso se suponía. Yo estaba de pie, contorneándome a un tempo mucho más ralentizado que le de la canción, y Katrina estaba con la cabeza prácticamente colgando de la cama, moviendo las manos en el aire completamente a destiempo también.

    Me acerqué hacia ella y la miré desde arriba, notando como poco a poco la risa floja se iba apoderando de mí.

    —¿De qué te ríes?

    Negué ligeramente con la cabeza y seguí con las risillas, sin poder contestarle. Aunque, a decir verdad, no tenía nada que responderle porque no sabía por qué me había entrado la risa. Y aunque la morena intentó sonar seria, ella también acabó por reflejar un poco mis carcajadas.

    Me aparté lo suficiente para dejar que se incorporase cuando noté sus intenciones y solté otra risilla al verla. Nos pusimos a hablar de algo, pero la verdad es que no tengo ni idea de lo que fue, y después de un rato me quedé en silencio, mirándola fijamente.

    —Kat, ¿sabes lo que me apetece hacer muchísimo?

    —¿Qué?

    Me quedé otro rato en silencio, inclinándome para acercar algo más mi rostro al suyo.

    —Tocarte la cara.

    —Joder.

    Su resoplido me sacó otra risa y la miré mientras se levantaba de la cama y me rodeaba. Tardé poco más de un segundo en levantarme también y me dirigí a su posición aun bailoteando, colocándome delante de ella mientras se bebía un vaso de agua.

    Se giró para dejar el cristal sobre otra mesa y cuando me encaró de nuevo, llevé mi dedo índice a su rostro. Repasé sus facciones con movimientos vagos y noté su risa cuando iba más o menos a mitad de camino. Fue cuando alcancé sus labios que tuve que ralentizar el movimiento, quedándome con la mirada fija en los mismos antes de buscar de nuevo su mirada, dejando caer la mano finalmente.

    ¿Qué fueron? ¿Cinco, seis segundos? Nos quedamos mirándonos y cualquier podría jurar que la tensión podía cortarse con un cuchillo en ese momento.

    —No vamos a follar.

    Sus palabras me sacaron una risa incrédula y acabé por ladear la cabeza.

    —¿Y tú crees que yo quiero follar contigo? —asintió con la cabeza y yo no perdí en ningún momento la sonrisa bobalicona—. Pero eso no tiene ningún sentido… ¿verdad?

    Otro par de segundos de silencio jodidamente tensos, en los que ella seguía mirándome terriblemente seria y yo sin perder la jodida sonrisa. La canción que estuviese sonando se acabó en ese mismo instante también y solo nuestras respiraciones podían escucharse.

    >>Bueno… pues vamos a dormir.

    Fue cosa de un jodido segundo.

    Me giré dispuesta a ir a la cama, dándole la espalda, y nada más dar el primer paso, noté el tirón de pelo. La hija de puta se enganchó a mi melena, tiró de ella y para cuando me quise dar cuenta, me había estampado contra el mueble de la vajilla.

    ¿Y yo qué hice? Pues al principio comprimí el rostro ligeramente, producto del chispazo de dolor inicial, pero después simplemente me dejé hacer soltando algún que otro jadeo inconexo.

    Apoyé las manos en el borde del mueble y solté una risilla cuando sentí que Katrina me apartaba el pelo para morderme el lóbulo de la oreja, bajando después a mi cuello para besarlo y morderlo por igual.

    No sabría decir cuánto tiempo exacto llevaba ya caliente, pero había sido el suficiente para hacerme dejar salir un gemido solo con aquellas primeras acciones. En mi defensa, eso sí, la cabrona me estaba empujando con fuerza contra el mueble y estaba siendo jodidamente brusca con los besos, cosa que, para sorpresa de nadie, me gustaba especialmente.

    Llevé una de las manos hacia atrás y la arrastré por parte de su cuerpo, hasta que alcancé su propia muñeca y la guie a mi entrepierna. Llevaba solo una camisa por encima de las bragas y ya, así que no fue muy difícil sacarme otro gemido profundo cuando colocó los dedos sobre la tela y presionó la zona del clítoris.

    —¿Qué decías, linda? —jadeé, con una sonrisa de suficiencia plasmada en los labios.

    —Cállate, rubia.

    La risa se me quedó atorada en la garganta cuando tiró de mi pelo de nuevo, obligándome a girar la cabeza para encontrar su boca. Aumentó la presión de mi intimidad y se presionó dentro de mi boca con insistencia, haciendo que todo gemido posible que perdiese contra sus labios y, para qué no admitirlo, cortándome bastante la respiración también.

    A mitad de beso aflojó el agarre, seguramente de manera inconsciente, y aproveché para poder girarme un poco aun si, inevitablemente, iba a seguir atrapada. Su mano libre se coló por mi espalda y me apretó un glúteo; las mías se entrometieron en su camiseta y la subieron hasta que pude quitársela para tirarla por ahí, permitiéndome después atrapar sus pechos entre mis manos. Primero fue por encima del sujetador, solo quería tentarla, pero después de unos segundos acabé por quitárselo también, desesperada por tocarla de verdad.

    Separó entonces la mano de mi entrepierna y volvió a enredármela en el cabello, separándome después de su boca para guiar la mía a lo largo de su cuello y pecho. Fui besando y lamiendo según me indicaba, acabando el camino con uno de los pezones entre mis dientes y con el otro entre mis dedos.

    Estuve ahí un buen rato, el que ella decidió por supuesto, y no puse queja al respecto simple y llanamente porque se encargó de colar su pierna entre las mías y me permitió conseguir algo de fricción contra la misma.

    Supe cuando quiso que parase porque me separó de un tirón y me lanzó hacia la cama, reptando justo después encima de mí para volver a comerme la boca con ganas. Pensé que iba a dignarse al fin a masturbarme en condiciones, pero la cabrona no se acercó en ningún momento a ello. No hasta que dejó de besarme y me hizo girar en la cama, dejándome bocabajo, para levantarme después las caderas.

    Me sacó una risa ronca que me vibró en el pecho, la verdad, pero no me dio ninguna clase de tregua y la risa acabó fusionándose con un gemido cuando sentí que me apartaba la tela de las bragas e introducía un dedo en mi interior, sin ninguna clase de aviso previo.

    Nada que me molestase, para qué íbamos a engañarnos, y guiada por mis peticiones jadeantes no tardó en meter un segundo dedo, en un movimiento casi frenético que no tardó en acompañar con atenciones igual de intensas sobre mi clítoris.

    Entre que ya de por sí yo calificaba como una zorra bastante salida, que la MDMA me dejaba más caliente que la mierda y que Katrina no me estaba dando ningún respiro, tardé bastante poco en sentir el jodido orgasmo asolándome. Me deshice por completo, dejando salir un gemido pronunciado, y no fue hasta que las sensaciones me empezaron a bajar un poco que me di cuenta de que había estado apretando con fuerza la sábana entre mis dedos.

    Sentí como todo el cuerpo se me relajaba sobre la cama y hasta acabé por dejar salir un bostezo, con los párpados prácticamente cerrándoseme solos.

    —Nada de eso, rubia.

    La voz de Kat me sacó del sopor por completo. Bueno, su voz y el hecho de que me hizo girar de nuevo para poder colocarse sobre mi boca. Seguía algo cansada, pero no tenía mucho problema en otorgarle la petición que me estaba haciendo. No tenía mucha otra alternativa tampoco, porque volvió a engancharse de mi pelo (le estaba pillando el gusto a eso, aparentemente, y a mí no podía importarme menos) y comenzó a mover sus caderas en busca de algo bastante obvio.

    Subí las manos hasta alcanzar sus muslos y no tardé en sacar la lengua para hundirla en su intimidad. Y a pesar de que quiso tener el mando en todo momento, disfruté de pequeñas porciones de control aquí y allá que me hicieron sonreír vagamente sin desconcentrarme en ningún momento de la tarea.

    Ella también tenía que estar jodidamente cachonda, era más que obvio, y como tal, tampoco tardó mucho en alcanzar su clímax. Sentí perfectamente cuando se corrió y se mantuvo un par de segundos más ahí antes de sentirse completamente satisfecha y separarse.

    Se dejó caer a un lado mío, sobre la cama, y ambas dejamos caer un suspiro tembloroso prácticamente coordinado.

    —Feliz año nuevo, Alisha.

    Giré un poco la cabeza hacia su dirección, mirándola con una sonrisa cansada, antes de devolver la vista al techo.

    —Feliz año nuevo, Katrina.
     
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